Moondale

Categoría: Cúmulo Nexus

  • ABSORBIENDO LA PENA

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras todo lo que nos había sucedido en ese breve periodo de tiempo, decidimos esperar antes de cruzar a los últimos mundos, así los demás tendrían también un merecido descanso. Y digo los demás porque yo fui incapaz.

    En mi mente se repetían los combates, el miedo a perder al resto, los pactos y los conflictos que nos dividían y sobre todo, la muerte. No dejaba de darle vueltas a las cosas que me habría gustado hacer por última vez con la abuela, pero además, no paraba de tener miedo a que cualquiera de las cosas que ahora tenía en espera se quedasen así si perdía a alguien más.

    Tenía una lista cada vez más larga en mi cabeza: hablar con mi padre de que me sentía inferior; pedir consejo a mi madre; decirle a Sasha que también era y sería siempre mi madre también; pasar el tiempo con mis tíos y tías, con todos los que habían quedado en la Tierra; pasar tiempo con Bowie; hablar con Elle como en los viejos tiempos; dar ánimos a Henry; charlar con Owen y Dante; y … seguir pasando el rato con Jane, aunque nunca llegase a más, pero si podía ser, siendo otra cosa.  Esto último me rondaba la mente una y otra vez, tenía miedo a perder la oportunidad de decirle lo que sentía, algo que no había sido capaz de afrontar la noche en que me enteré de lo que había pasado con la abuela Elizabeth.

    Unos días antes

    Acababa de hablar con mi padre y me sentía vacío. Vagué por toda la nave evitando encontrarme con mis primas. Tenía que esperar a que mi tío Toph y mi tía Diana pudieran hablar con ellas en cuanto mi tía se repusiera, pero no me veía capaz de mirarlas a los ojos y ocultárselo. Tampoco podía estar con Elle, mi hermana estaba superando la información como podía y no quería interferir en su proceso. Y a Bowie…aún la veía pequeña para hablarle de eso, pero tendría que afrontarlo en las siguientes horas.

    Así que huyendo de todo el mundo, llegué a la cocina, donde Jane estaba batiendo nata hasta montarla, probablemente. Quería estar solo, pero por alguna razón, con ella sentía que podía estar, aunque di gracias de que no pudiera leerme también el pensamiento.

    – [Xander]Esa tarta parece muy grande.[/Xander] – le dije, esperando que entendiese a qué me refería. Seguíamos hablándonos cuando Jane descubrió que hacer postres la relajaba, o al menos la mantenía entretenida. El mecanismo se había quedado con ella de forma permanente con toda la ansiedad que había sufrido en la separación de sus padres.

    – [Jane]Puede ser.[/Jane]- comentó. No me miró, así que sentí que algo iba mal conmigo.

    – [Xander]No te voy a engañar, me da miedo preguntarte, pero tampoco quiero que se quede ahí si es conmigo.[/Xander] – me sentía sin fuerzas para afrontar una discusión con Jane. No podía ir todo mal, necesitaba que al menos nuestra amistad siguiera funcionando ahora que parecíamos haberla recuperado.

    – [Jane]No estoy enfadada contigo, ¿por qué iba a estarlo?[/Jane] – paró la batidora y mezcló la nata con otros ingredientes que tenía en un bol, removiendo hasta que se integrase. La observé, pensando qué decir, porque sus palabras despejaban toda duda de que lo que le pasaba algo.

    – [Xander]Sabes que haces postres cuando estás molesta o nerviosa.[/Xander] – dije. – [Xander]Y quiero creer que si no fuera conmigo ya me lo habrías contado.[/Xander] – quizá no, puede que aún no hubiéramos recuperado tanta confianza, pero también estaba ahí esa desazón que me hacía pensar que era entre nosotros.

    Metió la tarta en la nevera y evitó responder.- [Jane]A lo mejor debería hacer un bizcocho para el café.[/Jane] – dijo para sí.

    – [Xander]Jane, por favor…[/Xander]- le pedí. Quería que supiera lo cansado y maltrecho que me encontraba por la pérdida que acababa de sufrir, pero tampoco podía decírselo estando enfadada. No solo porque no quisiera por orgullo, si no porque le estaría arrebatando la opción de estar molesta conmigo.

    – [Jane]¿Qué?[/Jane] – preguntó. Tenía las cejas enarcadas y sus fosas se habían acentuado.- [Jane]Es que actúas como si fueras el líder y yo creía que aquí no había líderes.[/Jane] – espetó, mirando alguna otra receta en su InfiniBand a la que no debía estar prestando atención porque estaba pensando en todo lo que quería decir.

    Yo puse en práctica las teorías que conocía, en especial las que me funcionaban. Respiré despacio y la miré, aunque ella no me devolvía la mirada. – [Xander]¿En serio crees que hago de líder? ¿Por qué?[/Xander] – pregunté.

    – [Jane]Porque no has parado de hablar en la reunión y de dirigir el cotarro como si fueras una Kvasir.[/Jane]- sentenció, ahora sí mirándome. Estaba molesta, estaba seguro de que por algo más que por eso, pero prefería solucionar los problemas que tuviera conmigo antes.- [Jane]Y, que yo sepa, las Kvasir son chicas.[/Jane] – aquello me dolió bastante. Sabía reconocer mis propios sentimientos, mis emociones y mis defectos, siempre había sido una de las pocas cosas que se me daban bien. Entre mis defectos estaba el complejo de héroe, sí, pero no de líder, más bien del héroe que se sacrifica aunque los demás no lo sepan. No me interesaba estar en mitad de todo ni dirigir nada, yo solo quería que todos estuvieran bien y aligerar la carga que llevaban. Y me hacía daño que pensara así, que me tuviera por un machista, cuando eso en mi casa nunca había tenido cabida.

    Negué con la cabeza y traté de reunir las palabras recordando bien la última vez que nos habíamos peleado y no había sido capaz de controlar mis propias emociones, aislándome y apartándome de ella. – [Xander]He hablado porque trabajo como psicólogo en la escuela legado y todos acabábamos de pasar por un trauma, en especial los que aceptaron. ¿Cómo quieres que intente que no se desmorone una nave con treinta personas, la mitad desconocidos, después de algo así? [/Xander]- tenía que entenderlo, no era ciega. Sí, parte de nosotros nos conocíamos de toda la vida y las cosas eran más fáciles, pero luego estaban todos los demás, por no mencionar el hecho de que incluso conociéndose desde siempre, era la primera vez que teníamos que convivir, convivir y salvar el mundo. Solo con una de las dos cosas cualquier otro grupo ya se habría peleado hasta no hablarse. Hacía falta mucho trabajo. – [Xander]Tenía que hacer algo.[/Xander]

    – [Jane]Supongo.[/Jane]- replicó, sin parecer muy convencida. Estaba dolido y en otras condiciones lo habría llevado mejor, pero con lo de la abuela me sentía solo, desamparado y desesperanzado.

    – [Xander]Pensé que me conocías lo suficiente como para no tomarme por un machista.[/Xander] – le dije. No quería sonar molesto, pero me di cuenta de que había sido así y paré. – [Xander]Quién quiera ser líder que lo coja, yo no puedo con ese peso, mi madre está hecha de otra pasta y aunque no lo sepa, Elle también.[/Xander] – resumí, sentándome en una silla y desviando la mirada hacia el suelo.

    – [Jane]Gracias por aclararlo.[/Jane]- farfulló entre dientes. Al menos me había escuchado, pero parecía que su enfado seguía ahí y ella misma no era capaz de echarse atrás.

    Me quedé en silencio, esperando no sé muy bien a qué. Nunca me habían gustado los silencios después de una discusión, era distinto si hubiésemos estado viendo algo o leyendo, pero así…me sentía violento, como si sobrase en esa habitación pero a la vez, no pudiera levantarme para no interferir en la escena.

    Me sentí sobrecogido, la abuela, los tratos faustianos, Omega, la marcha de Laura, Jane enfadada conmigo porque pensaba que quería liderar. ¿Líder yo? Solo quería que todos estuvieran bien y a salvo porque por mi culpa estaban aquí. Tenía que decírselo, pero me sentía sin fuerzas, con miedo a quedar vulnerable. – [Xander]No quiero ser el líder, pero no voy a dejar de preocuparme por todas las personas de esta nave porque es mi culpa que la mayoría estén aquí. Yo decidí ir a por Omega y por eso estamos…aquí.[/Xander] – la voz me tembló, no quería hablarle demasiado de Omega para que no se sintiera mal, pero no podía pensar con claridad, eran demasiadas cosas, tantas que apenas conseguí terminar la frase y aparté la vista para frenar el picazón que sentía en los ojos.

    – [Jane]¿Estás bien?[/Jane] – la voz de Jane había dejado atrás el enfado y sonaba más dulce, preocupada.

    – [Xander]No.[/Xander] – confesé. No podía guardar el secreto más, a esas alturas su enfado ya no se vería afectado y si no decía lo que me rondaba por la cabeza, pensaría que era por lo que me había dicho. Fui a decir algo más pero no supe cómo reunir las palabras que harían verdad lo que había pasado.

    – [Jane]¿Es por mi culpa? Lo… lo siento.[/Jane]- dijo acercándose. Por el rabillo del ojo vi su torso inmóvil, se había quedado petrificada y en ese momento pensé que quizá ella tenía tanto miedo a perder nuestra relación como yo.

    – [Xander]No, pero no pensaba que… trataba de ayudar, entender los sentimientos del resto sí se me da bien y…era lo único que podía hacer.[/Xander] – traté de aclarar una vez más cómo me comportaba. Había pasado mucho tiempo con mi madre como para saber cómo era una auténtica líder.

    – [Jane]Lo siento mucho.[/Jane] – dijo sentándose a mi lado. – [Jane]Ha sido muy duro lo de Caitriona…[/Jane] – empezó a disculparse, pero la detuve, no quería que lo hiciera, porque no era culpa suya. Se había sentido así y lo habíamos hablado, pero yo no estaría así de no ser por lo de mi abuela, ella no podía echarse esa responsabilidad encima.

    – [Xander]No es culpa tuya. Ni siquiera de Caitriona.[/Xander] – le expliqué. – [Xander]Es… muy duro, muchas personas de las que preocuparse, demasiadas pérdidas.[/Xander] – fijé la vista en la pared que tenía frente a mí, en cada pequeña imperfección de la pintura, aunque había pocas. Era curioso, siempre me había imaginado el interior de las naves como metal por todas partes y en el exterior sí lo era, de un metal tan precioso como nunca había visto, pero por dentro, imitaba en todo lo posible a un hogar, como si quienes hubieran estado en ella hubiesen necesitado pensar que estaban en una casa en lugar de en un transporte.

    – [Jane]¿Ha pasado algo…?[/Jane] – preguntó. Me conocía, incluso tras los años separados, no necesitaba la telepatía para meterse en mi cabeza.

    Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes. Me dolía, supuse que por el sufrimiento. – [Xander]No se lo cuentes a nadie, por favor. Mi tío está esperando a mi tía Diana para contarlo a Amy, Kaylee y Vera.[/Xander] – le pedí, antes de contarle la verdad que tenía atascada en el pecho, quitándome el aire. Jane asintió, por su mente estarían pasando toda suerte de posibilidades después de decirle lo de mis primas. – [Xander]Elle y yo hablamos con mi padre antes. Mi abuela ha muerto.[/Xander] – lo dije sin pausas, sin pensar, porque si lo hacía me echaría a llorar y no sería capaz de articular palabra.

    – [Jane]¿Delia ha muerto? No sabía que estuviera enferma.[/Jane] – preguntó. Sentí un escalofrío al pensar en eso, esperaba que la abuela Delly viviese, ella y el abuelo Arthur eran los únicos que tenía ahora, y él estaba bastante mayor.

    – [Xander]No, no…[/Xander] – expliqué. Entendía la confusión, con mis primas compartía dos abuelas, aunque técnicamente Delia era abuela adoptiva, nunca nos había tratado diferente de Amy, Kaylee o Vera, pero lo había dicho tan rápido para no pensarlo que no había especificado qué abuela. – [Xander]La abuela Elizabeth. La abuela Delly está bien, viajando hacia Moondale.[/Xander] – aclaré, sintiendo el dolor al decir su nombre.

    – [Jane]¿Elizabeth ha muerto? Dios mío…[/Jane]- se tapó la boca, conmocionada.- [Jane]Lo siento. [/Jane]- dijo mirándome. Me giré hacia ella y vi una pena que no tenía ganas de ver, se suponía que yo tenía que cuidar del resto, tenía que recomponerme.

    – [Xander]Sé que pensabas que había sido Delly por edad, pero ha sido por…enfermedad.[/Xander] – era duro hablar de ello, sabía que me estaba forzando a ser demasiado fuerte, a responsabilizarme en exceso de lo que sentían los demás mientras reprimía lo mío.

    – [Jane]¿Elizabeth estaba enferma?[/Jane] – Jane seguía mirándome y sus ojos transmitían un cariño que me reconfortó. Quizá sí podía sentirme derrotado alguna vez, apoyarme en Jane para poder volver con todas las fuerzas.

    – [Xander]Nadie lo sabía.[/Xander] – le expliqué. Lo había intentado superar a solas, más centrada en lo que iban a pasar sus hijas que ella misma. Noté las lágrimas abriéndose camino por mis mejillas, calientes. – [Xander]Cáncer. No le dieron muchas opciones y no dijo nada a nadie, salvo a Jaime.[/Xander] – omití llamarle abuelo Jaime, toda la vida lo había hecho, para rehuir de ese lazo que me unía a Jane de una forma diferente a la que yo quería.

    – [Jane]Qué horror.[/Jane]- dijo con una tristeza evidente. La belleza de Jane, además de la obvia, radicaba en que con ella no había medias verdades, lo que sentía lo hacía con toda la intensidad de la que era capaz.- [Jane]Mi padre me contó lo de mi tía y es una enfermedad terrorífica.[/Jane] – comentó.

    Asentí, tragando un poco el nudo que tenía aún en la garganta y que las lágrimas habían hecho un poco más pequeño. – [Xander]Vinimos hasta aquí buscando a Omega y ahora que nos necesitan es ella la que está allí.[/Xander] – dije, pensativo. Eran muchos problemas, no habían aguantado los Moondies todas esas veces.

    – [Jane]Volveremos cuando todo esté encaminado aquí.[/Jane]- dijo ella. – [Jane]Si conseguimos trabajar como un equipo, si nos dejamos de tonterías: estaremos pronto en casa.[/Jane] – Jane era muy práctica, tenía buenas ideas pero se olvida de que para todos los demás esto no era un trabajo pendiente, de que podían necesitar otras cosas para poder conseguir sacarlo adelante.

    – [Xander]¿Y cuanta gente más perderemos?[/Xander] – le pregunté. El miedo llevaba instalado en mí desde que vi cómo podía Omega con todos nosotros con tanta facilidad y había ido a más con cada peligro, con cada enemigo acechando en las sombras. – [Xander]Allí el tiempo es más lento, pero aquí no, podría pasarle algo a cualquiera y luego tendríamos que ir allí sin esas personas, decírselo a sus familias…[/Xander] – era tierra de pesadillas para mí, solo el hecho de pensar en volver sin alguna de esas personas, o de volver quién sabe dentro de cuantos años, con nuestras familias igual pero nosotros totalmente distintos.

    Jane hizo algo que no me esperaba, pero necesitaba. Me rodeó con sus brazos y me estrechó contra su cuerpo cálido, que parecía absorber cada pena del mío y reemplazarlo por alegría. Dejé de contener las lágrimas, no tenía sentido ya y cayeron una tras otra mientras pensaba lo que había perdido.

    – [Jane]Elizabeth era una mujer maravillosa.[/Jane]- escuchar su nombre en su boca me hizo pensar que de alguna manera, seguía viviendo, no solo en mis recuerdos y los de mi familia, si no en los de otras.- [Jane]La vida no es justa y siempre duele cuando alguien muere, pero al menos tienes que ser consciente de que os quería muchísimo y que ella, de haber podido elegir, habría querido irse así, sin hacer mucho ruido y mientras el resto del mundo sigue girando.[/Jane] – no sabía qué decir, las palabras de Jane me habían calado.

    – [Xander]Supongo que tienes razón.[/Xander] – apoyé una mano en la rodilla cuando nos separamos. Ansiaba volver a sentir ese contacto, esa descarga que parecía llevarse todo sufrimiento. Entonces ella puso una mano sobre la mía.

    Me giré y la vi tan cerca, tanto que sentía la calidez de su piel, la suavidad de su aliento al escaparse de sus rosados y carnosos labios. Mis ojos no hacían más que ir hacia ellos, ansiarlos. Nos acercamos a escasos centímetros.

    – [Jane]Voy a hacer un bizcocho.[/Jane]- dijo levantándose de pronto. Tragué saliva e intenté no ponerme rojo de vergüenza. – [Jane]¿Me ayudas?[/Jane] – preguntó.

    – [Xander]Eh si, si, necesito tener las manos ocupadas…[/Xander]- dije siguiéndola, entonces caí en lo que acababa de decir. – [Xander]Ya me entiendes.[/Xander] – aclaré. Ella se rió. A veces echaba en falta tener su poder para saber qué había pensado en ese momento, si quería ese beso tanto como yo o solo era yo. Tanto tiempo después seguía sin saber qué pensar.

    – [Xander]Lo que decías de los líderes.[/Xander] – dije mientras le buscaba los ingredientes que pedía y que conocía en su mayoría por las etiquetas que habían puesto después, porque casi todo era de la luna. – [Xander]Es verdad que somos todos iguales, pero cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a la muerte, a la desesperación, está bien tener a alguien a quien mirar y que nos guíe. Mi madre no mandaba, pero era el pilar sobre el que el resto añadía su parte. Todos juntos, pero con alguien que los unía.[/Xander] – expliqué. Yo no era ese alguien, yo buscaba los problemas y les ayudaba con ellos, planificaba, hablaba, pero la gente no acudía a mí, sin embargo si lo hacían con Elle e incluso con Jane.

    – [Jane]El problema es que este grupo es demasiado grande.[/Jane]- comentó. Éramos muchos, sí, no podíamos compararnos con los Moondies, para cuando fueron Daë ya estaban muy unidos y eran la mitad. Si ahora tantos lo éramos, no podía imaginar el peligro que íbamos a enfrentar. Aunque era cierto que la mayoría de los recién llegados no tenían orbe Daë así que quizá no lo fueran. Y ese Ezequiel, por ejemplo, decía ser un Daë pero tampoco la tenía, podía ser todo un engaño.

    – [Xander]Entonces quizá no sea solo una persona.[/Xander] – comenté, cuando me llegó la idea. Éramos muchos, quizá Elle necesitase ayuda adicional. – [Xander]Sé que Elle tiene eso dentro, pero también lo tienes tú aunque lo trates de esconder. Y Kaylee. [/Xander]- comenté, mirándola. Sentía orgullo al ver la persona que era.

    – [Jane]No sé. Tiempo al tiempo.[/Jane] – dijo, algo cohibida, como si leyese mis pensamientos a través de mi mirada.

    Asentí. – [Xander]Si. [/Xander]- aún me rondaba el dolor, pero Jane lo había hecho llevadero. Trabajamos juntos en aquél bizcocho y llegó un punto en el que estaba tan concentrado que no la sentí cerca hasta que me dio un beso en la mejilla. Podía sentir perfectamente la silueta de sus labios por el calor residual en mi piel.

    – [Jane]Cuando volvamos a casa, te acompañaré al cementerio para que puedas cerrar el ciclo.[/Jane] – me ofreció.

    – [Xander]Gracias Jane.[/Xander] – dije mirando esos preciosos ojos cuyo iris tenía heterocromía central, la parte del iris cercana a la pupila era de tono entre bronce y dorado mientras que la externa era zafiro. Tan únicos como ella. – [Xander]Por todo.[/Xander]

    Jane sonrió.

    Presente

    Recordar aquella sonrisa y las fuerzas que ella me había dado me hicieron ponerme en pie y empezar a atajar mi lista de cosas pendientes.

    La primera, hablar con Ellie, como hermano como en los viejos tiempos y como New Moondie para aconsejarla en un papel que ya estaba cumpliendo.

  • LOS DIAS QUE PASARON

    LOS DIAS QUE PASARON

    4X11 – LOVE AND LOSS

    HENRY L. CROWE

    LA KVASIR

     

    Habían pasado un par de días desde nuestro encontronazo con Caitriona y los efectos que había ocasionado en nosotros aún eran palpables. Pero esa no era la única razón por la que se respiraba una atmósfera diferente en la nave, al poco recibimos noticias de la Tierra y descubrimos que Elizabeth, la abuela de gran parte de las personas que estaban aquí había fallecido. Pude conocerla brevemente cuando los Moondies me ocultaron de Infinity. Era una mujer agradable, simpática y no le gustaba que le llamaran señora, por eso me he referido a ella simplemente como Elizabeth.

    No sabía que hacer por ellos más allá de darles espacio, mi escape para la perdida era huir, marcharme de un lugar a otro como si no pudiera alcanzarme, pero esta vez me había alcanzado y no podía huir hacia ningún lado. Laura se había marchado y había intentando llenar ese vacío intentando mejorar la nave, pero era incapaz de concentrarme, aún percibía su presencia, como si en cualquier momento fuera a aparecer detrás de mí.

    – [Henry]Buenos días.-[/Henry] No esperaba encontrarme con nadie tan temprano en la cocina, me constaba dormir en esa habitación vacía, de por si ya era difícil en la sala de maquinas. Así que me sorprendió encontrar a Jane allí, seguramente había pasado la noche en vela también con Xander.

    – [Jane]Buenos días, Henry.-[/Jane] Me serví una taza de café y me coloque en el otro extremo de la cocina. Me costaba socializar con la gente, no entendía como pudieron elegirme para liderar una de las primeras misiones de reclutamiento, por suerte si existe alguien más antisocial que yo ese es sin duda un elfo. Además no quería que me preguntara por Laura. – [Jane]No te voy a preguntar por Laura.-[/Jane] Añadió levantando la cabeza de su taza y me tembló la mano de la mía al escuchar su nombre – [Jane]Puedes desayunar tranquilo.[/Jane]

    – [Henry]No es ningún secreto que quería marcharse. Simplemente pensé que no sería así.-[/Henry] La verdad no sé lo que pensé. Que aguantaría hasta el final de todo esto y la llevaría de nuevo a casa. En primer lugar nunca quiso estar aquí, se vio arrastrada hasta este lugar por mí culpa.

    – [Jane]Las heridas en las manos no creo que hayan ayudado.-[/Jane] No ahí día en el que no me culpe de ello. Imaginaba que conmigo estaría a salvo y le falle.

    – [Henry]¿Has hablado con ella?.-[/Henry] Quería que me dijera que si. Que estaba feliz, que había dejado todo esto atrás a pesar de lo que pudiera pensar el resto de ella, que me había… olvidado.

    – [Jane]Aún no.-[/Jane] Admitió – [Jane]Estoy enfadada con ella.-[/Jane] Añadió dándole un sorbo a su café. Jane era una de las pocas personas que había congeniado con Laura fuera de la isla. – [Jane]Me da igual que esté en la Tierra, pero me molesta que haya dejado de ser Daë. Y ya se que eso no tiene sentido.[/Jane]

    – [Henry]En parte entiendo porque lo hizo. Cuando le prometí a Xander ayudarle no pensé que fuera a ser tan complicado.-[/Henry] Cuando varios mundo se interponen en el camino no resultaba tan sencillo eso de reclutar a los Daës, y eso de que fuera un Daë aun estaba por ver. Los hijos de los anteriores eran ellos, yo aquí no era más que un mero espectador.

    – [Jane]¿Tú también quieres volver?.-[/Jane] Pregunto aguantándome la mirada. No tenía sentido mentirle ya que podía verlo perfectamente, además se me daba fatal, aún me sorprende que consiguiera estar tanto tiempo infiltrado en Infinity sin que se dieran cuenta.

    – [Henry]No te puedo mentir porque lees el pensamiento. Si, ha pasado por mi mente. Pero tranquila, no lo voy a hacer.-[/Henry] Había hecho una promesa y si algo me caracterizaba era por cumplirlas. Le prometí a Laura que volvería a por ella a la isla, a mi madre que confiara en los Moondies y me infiltrara en Infinity y a Xander que le ayudaría a encontrar los Daës.

    – [Jane]Menos mal porque de lo contrario tendría que matarte.-[/Jane] Dijo muy seria. Debió de percibir lo que estaba pesando porque acto seguido añadió con una sonrisa – [Jane]¿En serio crees que podría matarte?.[/Jane]

    – [Henry]No, no, no… es decir tu otra… lo siento quería decir… mejor me callo.-[/Henry] No quería que le molestara mi comentario. Estaba claro que lo decía de broma, pero había visto lo que su otro yo de otra linea temporal era capaz de hacer y su encuentro con el grupo fue aterrador.

    – [Jane]Te callas demasiado.-[/Jane] Y acto seguido se tapo la cara con la taza mirando al techo de la cocina. Sabía porque lo decía, después de todo era su amiga, raro sería que no le hubiese contado algo, además todos estaban presentes en aquel momento.

    – [Henry]Creo que por eso se ha marchado Laura también. No sabía como decirle que yo…-[/Henry] No entiendo como podía ser tan difícil decir dos simples palabras, a veces podía parecer una maquina sin sentimientos. La realidad es que no quería salir herido ni poner a Laura en una tesitura porque ella no sintiera lo mismo  – [Henry]¿Sabes qué? Se lo dije al que supuestamente era Niall, porque no a ti. Me gusta. Pero mi miedo es que ella no sienta lo mismo, somos amigos desde hace bastante tiempo…[/Henry]

    – [Jane]Más debería haberte dado que se fuera y no un posible rechazo.-[/Jane] A todo lo que habíamos pasado podíamos sumarle también el que por mi culpa había dejado de ser Daë.

    – [Henry]Tienes razón, no quería perder lo que teníamos y al final lo he conseguido de todos modos.-[/Henry] El mayor error que había cometido era el no ser sincero con ella. Si me hubiese abierto a ella quizás todo esto habría sido muy diferente. Tal vez no hubiese aceptado el trato de Caitriona y seguiría aquí. El trato que me ofreció Caitriona era mis sentimientos por ellas ha cambio de una cura para mi enfermedad. Si no era sincero con ella no tenía sentido el haber rechazado ese trato, aunque acabara con el corazón roto debía abrirme a ella.

    – [Jane]Aprovecha el comunicador que ha dejado en la nave y cuando termine todo esto, ve a verla a ver que opina.-[/Jane] Esta claro que no me iba a declarar a ella ahora que no estaba aquí, pero era buen momento para recuperar de nuevo su confianza, una confianza que sentía había perdido.

    – [Henry]Se te da bien esto. Gracias.[/Henry]

    [Jane]Owen tiene problemas amorosos desde que nació. Esto no es nada.-[/Jane] Jane dejo su taza en el lavavajillas y se marcho. Coloque la esfera que Laura había dejado en le encimera de la cocina y la active. No me imagine como podría reaccionar al verme, pero una sonrisa se dibujo en su rostro al ver que era yo. Los días que pasaron ya estaban haciendo efecto, se le veía mejor, más feliz de lo que nunca había sido aquí.  Laura había elegido, y lo que ahora necesitaba era la paz y tranquilidad de la isla, de nuestro hogar.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE II

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR

    Por un momento, el hecho de verme transportado frente a la Kvasir me trajo la sensación de haberme movido gracias a mi velocidad, pero la ilusión se desvaneció rápido. Mientras todos hablaban de lo que había pasado, de lo que nos habíamos visto obligados a entregar, noté la ausencia de ese tiempo adicional en el que todo se detenía mientras yo pensaba.

    Mi mente se había quedado ágil, por suerte, supuse que por el esfuerzo de pasar más de veinte años tratando de mantener el ritmo de mi poder. Me reconfortó un poco no verme torpe, poder seguir la conversación a medida que dibujaba en mi cabeza mis propias conclusiones, pero siempre me faltaría ese tiempo extra, esa capacidad para meditar las cosas antes de hablar con el resto.

    – [Owen]¿Felicidades?[/Owen] – preguntó Owen, al que le habría venido bien haber podido meditar la respuesta viendo que la cara de Cole se alejaba mucho de la alegría. Si bien Caitriona no parecía completamente mala, había una parte de ella oscura y ansiosa de poder, una parte que ese ser al que servía había alimentado. Pero sin embargo había añadido a la madre de Cole y Dante a mi trato con ella sin pedir nada a cambio, así que en el fondo, era buena. Aunque por mucho que lo fuese, una cosa era eso y otra confiarle a tu hija, desconocida o no.

    Cole negó con la cabeza, tratando de aparentar una calma que solo era aparente, bajo la fachada, sus cimientos se resquebrajaban. – [Cole]No creo que vuelva a verla.[/Cole] – sentenció, fijando la mirada en el suelo.

    Por suerte, Sophie decidió intervenir con su trato para desviar la atención. – [Sophie]Aún no sé muy bien lo que he conseguido[/Sophie].- admitió. Había algo diferente en ella, además de que su pelo ahora tenía mechones de un rosa bastante agradable a la vista.

    Me quedé pensando en su intervención para ayudar a Cole y en como los demás lo habían hecho antes tambié, conmigo y con otros. Era una ilusión pensar que seríamos capaces de crear un grupo cohesionado como el de los Moondies con treinta personas, incluso en su tiempo, Bill, Vincent, Hiroshi y Logan iban y venían o en el caso del último aparecían cuando querían. Cada vez se veía una unión más clara y estaba confiado en que de aquello saldríamos unos verdaderos New Moondies mientras que otros serían como los de Blue o los Satellites, unos buenos aliados y aliadas que siempre estarían ahí. – [Julia]Tengo los recuerdos felices de Ezra.[/Julia]- la voz de Julia hizo que dejara de observar las interacciones no verbales entre los demás. Esperaba que no fuera cierto lo que estaba diciendo.- [Julia]Y todo lo que habéis perdido el resto.[/Julia] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda, mi poder podía estar en sus manos, aunque no la veía utilizarlo, ni ninguno de los otros. Quizá fuera una broma, pero el mero hecho de decirlo me recordó la parte de mí que acababa de perder y podía formar parte de alguien más ahora.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – preguntó Nate.

    – [Julia]Pues claro que no.[/Julia]- sonrió ella al ver la cara de Nate y del resto, dándose cuenta de que la broma había sido demasiado pronto.- [Julia]Me ha dado fuegos artificiales.[/Julia]- acompañó sus palabras iluminando la noche estrellada. Creo que sentí alivio al pensar que mi poder no estaba de inmediato en manos de nadie más, pero no sabía si prefería que esa parte de mí estuviera a salvo con alguien cercano como Julia o perdida en manos de quién sabe qué clase de persona.

    – [Idris]¿Y que has dado a cambio? [/Idris]- le preguntó Idris, que parecía igual de calmado y divertido que siempre. – [Idris]¿Lo que tenías suelto?[/Idris] – bromeó con una de sus amplias sonrisas que instaban a hacer lo mismo.

    – [Julia]¿Te estás metiendo con mi poder?[/Julia] -replicó Julia frunciendo el ceño.

    – [Idris]No no, que va, yo lo usaría cada vez que estuviera… ya sabes[/Idris] – por un momento no supe dónde mirar, a Idris le resultaba muy natural hablar de sexo, sin embargo a mi siempre me había resultado difícil, no como a mis padres ni como a Leo. Miré de reojo a Lexie y vi que esbozaba una sonrisa pícara, le correspondí con la mejor que pude invocar, aunque sorprendentemente, la pérdida parecía menor cuando la miraba a ella.

    – [Owen] Llevas la fiesta en el cuerpo.[/Owen] – comentó Owen, que también parecía relajado, incluso divertido, pero tenía pinta de ser fachada y en el fondo estaría preocupado por su hermana y su hermano, en especial el último, que observaba el suelo en silencio, pensativo.

    – [Julia]Pues yo estoy muy contenta con él.[/Julia]- replicó Julia sacándoles la lengua. – [Julia]Sois una panda de envidiosos.[/Julia] – añadió. La vi guiñarme un ojo, parecía que a Julia se le daba bien saber cuando tenía que bromear, porque el ambiente parecía un poco menos tenso, teniendo en cuenta la situación.

    – [Xander]¿Y tu Niall? [/Xander]- preguntó Xander, viendo que mi amigo era el único que no había dicho su trato. Me extrañaba que hubiese aceptado, porque lo primero que imaginaba que hubiese podido ofrecerle Caitriona habría sido volver.

    – [Niall] He dado mi poder a cambio de fama.[/Niall]- Julia iluminó el cielo de nuevo. – [Niall] Gracias tía.[/Niall] – dijo él. Un silencio pesado se cernió sobre todos nosotros. Nadie sabía qué decir porque Niall había entregado su poder por algo que a primera vista parecía…superficial. Pero tenía que haber más en esa historia, Niall era buena persona, confiaba en él.

    Estaba meditando qué podía decir para ayudarle cuando una luz cegadora resplandeció en mitad del círculo que había formado. Cuando la oscuridad volvió a asentarse allí, en el punto del que había surgido la luz, había ahora una esfera similar a las orbes daë, pero sin ningún color.

    – [Laura]Eh…hola.[/Laura]- dijo una voz conocida, emanando de la esfera. Pensé que solo la había escuchado yo, como estábamos todos acostumbrados a hacer con las orbes, pero vi que todos miraban hacia la imagen de Laura que se proyectaba de la misma, ahora con una ropa diferente.

    – [Henry]¿Donde estás?[/Henry] – preguntó Henry. Me sentí mal por él, por lo que significaba lo que estábamos viendo. Henry podría ser yo si la que se hubiese ido fuera Lexie, pero pese a lo mucho que detestaba estar allí, se había quedado por mí, por salvarme.

    – [Laura]En casa.[/Laura]- esas palabras salieron muy despacio, porque sabía el peso que tenían.

    – [Xander]Espero que estés bien. ¿Podrías decirnos a cambio de qué Laura?[/Xander]- preguntó Xander poniendo especial cuidado en cada una de sus palabras y adelantándose a otros que parecían tener algo….menos bueno que decir.

    – [Laura]He dejado de ser Daë.[/Laura] – evitó mirar a nadie en concreto.

    – [Dante]Es lo que me ofreció a mi. [/Dante]- repitió Dante, apoyándose en la Kvasir.

    – [Laura]Sé que…es difícil de entender…[/Laura]- Laura movió las manos con más coordinación que antes, muestra de que el trato de Vera había sido cumplido.

    – [Amy]Eres una egoísta de mierda, Laura.[/Amy]- esta vez ni Xander ni Elle pudieron evitar que Amy dijese lo que pensaba de su decisión.- [Amy]Mi hermana Vera ahora tiene unas cicatrices en tus manos para ayudarte con las tuyas.[/Amy] – pese a que Amy a veces podía resultar demasiado dura, era fácil entender que después de lo que había dado su hermana pequeña, tenía motivos para estar molesta.

    – [Xander]Amy, no estamos aquí para juzgar.[/Xander] – dijo Xander tratando de evitar una confrontación.

    – [Noah]¿Por qué podemos seguir hablando?[/Noah] – pregunté, intentando distraerles hacia otra cosa. Hasta el momento solo habíamos conseguido hablar mediante las orbes y esta que teníamos delante era diferente, de ningún elemento.

    – [Laura]No pido que me entendáis.[/Laura]-trató de defenderse Laura, se la veía a punto de perder la calma y caer presa de los sentimientos que tenía encima.- [Laura]He vuelto a casa porque no tengo madera de Daë y lo único que he pedido a cambio es esto para no perder el contacto.[/Laura] – añadió. Así que eso era obra del ser al que servía Caitriona, uno cuyos tratos no podían invalidar los Daesdi, así que sin duda, era un ser ancestral, casi tan viejo como ellos, pero en lugar de luchar por un equilibrio y una paz, se alimentaba de desesperación.

    – [Lexie]Bueno, lo único no, porque estás en tu casa mientras el esto estamos salvando la puñetera galaxia.[/Lexie]- replicó Lexie con descaro, la conocía, no le preocupaba decir lo que pensaba si creía que tenía la razón y en su caso, que había rechazado la opción de irse por ayudarnos, era difícil que no fuera a estar muy enfadada.

    – [Xander]Laura,¿te importa si hablamos entre nosotros para calmar las cosas y volvemos a hablar más tarde? [/Xander]- viendo que la situación no iba a mejorar mucho, Xander estaba optando por esperar a que se calmaran los ánimos.

    Laura asintió y tragó saliva.- [Laura]Lo siento. No puedo decir otra cosa.[/Laura]- se disculpó antes de desvanecerse. La esfera se apagó y Henry se agachó para recogerla.

    Xander suspiró profundamente, miró a su hermana y decidió romper el silencio. – [Xander]De vuestros tratos hemos aprendido que se han llevado cosas muy importantes para alimentarse de vuestra pérdida. Sería interesante saber también que os ofrecieron al resto, para que todos podamos saber dónde defendernos. [/Xander]- propuso. Era cierto que cuanto más supiéramos, más preparados estaríamos, pero quizá algunos tratos fuesen demasiado privados.

    – [Idris]A mi un cambio de padres.[/Idris] – comentó Idris encogiéndose de hombros, pero vi una sombra cruzar su rostro. Idris adoraba a su madre y a su padre, pero eso no negaba el hecho de que le habría gustado conocer a los Moreau.

    – [Dante]A mí lo de Laura, no me gusta ser Daë pero tampoco lo voy a andar regalando. [/Dante] – recordó Dante. Vi que dirigía una mirada a Chloe, parte de una conversación que desconocía.

    – [Xander]Al menos ahora sabemos que somos Daë y que falta uno o una mínimo, por Laura.[/Xander] – comentó Xander. Era curioso pensar que de pequeño me veía a mi mismo como una especie del MacLeod de nuestro grupo, pero a la hora de la verdad era Xander el que estaba jugando de alguna forma ese papel. Quizá la clave era ser más preocupado. – [Xander]A mí me ofreció poderes.[/Xander] – añadió. Su sueño de toda la vida, un héroe de leyenda como su padre y su madre.

    – [Elle]Probablemente no fuera Daë.[/Elle]- intervino Elle, dando un paso adelante.- [Elle]¿Os acordáis de Cecil, Liad, Paige y Lila? Pues eso.[/Elle] – dijo después. Era cierto que a veces había falsas pistas sobre quiénes eran Daë de verdad o no, los Daesdi hacían sus elecciones, pero luego las comprobaban con Pruebas que no todos pasaban. Si esto era una, Laura no la había pasado.

    – [Kaylee]Esperemos que no dé tanto asco como esos seres.[/Kaylee]- dijo Kaylee. Elle y ella sonrieron, conscientes de que por mucho que Laura se hubiera ido, no había caído tan bajo como para ser  una traidora como ellos.

    – [Henry]Simplemente le ha vendido grande todo esto. [/Henry] – dijo Henry, pensativo. Sí, Laura había pasado bastantes cosas y no había terminado de encontrar su sitio ni su motivación, tampoco podía culparla nadie, al menos después de meditarlo bien. – [Henry] A mi me ofreció una cura para mí enfermedad a cambio de mis sentimientos.[/Henry] – explicó. Henry no había entrado en muchos detalles sobre su enfermedad más allá de que el terreno de batalla no era el sitio donde mejor podía estar.

    – [Lexie]Espero que se los hayas dado.[/Lexie]- comentó Lexie. Sabía que no lo decía de malas y su comentario pareció romper el hielo de la tensión que había creado volver a hablar de Laura.

    – [Idris]¿Y a ti que te ofreció listilla?[/Idris] – la pinchó Idris, consiguiendo que le sacara la lengua.

    – [Lexie]Me ofreció mejorar mi poder.[/Lexie]- dijo mirándonos mientras alzaba las cejas.- [Lexie]Mucho.[/Lexie] – puntualizó. Me acerqué a ella, que estaba a varias personas de distancia y le coloqué una mano en la espalda. Pocas personas pensarían que Lexie Fenris, la heredera «mimada» del hombre más rico de Ripper, había pasado demasiadas cosas malas en su vida.

    – [Leo]A mí cambiar el pasado. [/Leo] – escuché decir a mi hermano. No necesité ver como miraba a Amy para saber que se refería al hecho de haberse ido, o quizá a no haber sido nunca convertido.

    – [Owen]A mi intento venderme una cura contra la licantropía a cambio de una herida en el alma. [/Owen]- comentó Owen enfatizando haciendo unas comillas. – [Owen]La herida era que Jane no volviera a hablarme nunca más.[/Owen] – añadió. Un precio demasiado alto, yo no habría cambiado a Leo por volver a tener mi poder, ni a Lexie, ni probablemente mi relación con ninguno de ellos.

    – [Jane]Gracias.[/Jane]- dijo su hermana, se la notaba conmovida, aunque siendo como era, no tardó en ocultarlo.- [Jane]A mí me ofreció liberarme de mi poder a cambio de darle a mi madre.[/Jane] – explicó. Xander la miró fijamente y ella apartó la mirada.

    Mike se aclaró la garganta y habló. – [Mike]Saber médico.[/Mike] – resumió. – [Mike]Pero teniendo que sacrificar a alguien de cada «especie».[/Mike] – un trato que parecía sacado de Fausto. Se me pusieron los pelos de punta solo con pensarlo.

    – [Ruby]A mí ser la líder.[/Ruby] – comentó Ruby apoyando la espalda en el brazo de Nate. Alzó una ceja y sonrió, como si dijese que era evidente que así todo iría mejor.

    – [Bowie]Ser humana del todo.[/Bowie] – dijo Bowie en voz baja, parecía estar pensando algo más, como si estuviera en otra parte.

    – [James]M-magia.[/James] – dijo James. Debían haberle pedido algo importante para negarse viendo su interés en ella, o quizá temía obtenerla de un modo así.

    – [Zahra]Librarme de una parte de mí.[/Zahra] – dijo Zahra. Me pareció duro de escuchar, así que más debió resultarle la propia oferta.

    – [Lekwaa]Librarme de ser Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo el aludido. En el fondo lo que había ofrecido a varios, volver a una vida normal.

    – [Chloe]Ser de vuestro tiempo, evidentemente dije que no.[/Chloe] – Chloe se rió y luego pasó a fingir mirarse las uñas, aunque sus ojos seguían a Dante, que también la miraba.

    – [Nate]Saber de dónde vengo a cambio de parte de mi poder.[/Nate] – explicó Nate. Era extraño que alguien que siempre había estado allí para nosotros supiera tan poco de sus orígenes.

    – [Robin]A mí no había nada que pudiera ofrecerme.[/Robin] – dijo Robin. Por un momento dudé de si era verdad o estaba ocultando el verdadero trato. Aquel silencio recurrente volvió a instalarse entre nosotros, hasta que una voz desconocida ses escuchó detrás de nosotros.

    – [Ezequiel]A mí ser Daë.[/Ezequiel] – dijo la voz.

    – [Lexie]¿Y tú quién eres?[/Lexie] – preguntó Lexie, adelantándose para plantarle cara al desconocido. Allí a su lado parecía ser varios centímetros más alta que él. Era un hombre que no aparentaba muchos más años que nosotros, de piel tostada.

    – [Ezequiel]Mi nombre es Ezequiel. [/Ezequiel] – explicó, mirando cada nueva cara que tenía frente a él. – [Ezequiel]Y desde hoy también soy Daë.[/Ezequiel] – añadió.

    Esta vez el silencio tardó más en disiparse. Había demasiadas preguntas en el aire y para mí el tiempo daba mucho menos de sí.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE I

    Jane – Kvasir

    Noche

    Cuando los tratos terminaron, Caitriona tuvo el detalle de dejarnos en la puerta de la nave. Fuimos apareciendo con segundos de diferencia y sentí un alivio enorme al ver a la imponente Kvasir frente a mí.

    Nunca habría pensado que un cielo nocturno permanente me produciría semejante sensación de paz, pero así fue.- [Xander]¿Estáis todos bien?[/Xander].- el primero que habló fue Alexander. No sabía si era su genética de Echolls o parte de su personalidad, pero no disimulaba que tenía aspiraciones de líder del grupo. Y había algo en eso que me molestaba. Quizás porque yo también quería lo mismo, aunque en mi cabeza compartía el liderazgo con Ellie.

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  • Y OTRAS TRES

    Zahra – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    La soledad de la cabaña me llevaba de vuelta a mi hogar. Al bosque. A estar conmigo y nadie más. A la vida sencilla que antes era la norma y ahora la excepción. Me empapé de la sensación que tanto había echado de menos y dejé la mente en blanco mientras reposaba sentada sobre el viejo colchón.

    Fue entonces cuando la puerta se abrió y Caitriona, una fae como nosotros, me dijo que había venido a ofrecerme un trato. Había magia en el ambiente. Magia turbia y conseguida mediante medios poco lícitos, pero quién era yo para juzgar a nadie.- [Zahra]Dime, pero te aseguro que no tengo nada que darte[/Zahra].

    – [Caitriona]Te puedo liberar de lo que te atormenta[/Caitriona].

    Cuando la escuché decir aquellas palabras, me sentí atacada.- [Zahra]No deberías hablar de lo que no sabes y menos tan a la ligera[/Zahra].

    – [Caitriona]Lo siento, pero tu carga se ve a leguas[/Caitriona].- sentada en aquella silla que había emergido de la misma tierra, vi que esa mujer era todo fachada.

    – [Zahra]Prefiero que te vayas. Mi carga es mi ancla. Gracias a ella, no me alejo de lo que de verdad me importa[/Zahra].- señalé sin perder la calma y ella, aunque no lo entendía del todo, solo me preguntó si era definitivo.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- siseó antes de irse.

    Agradecí volver a quedarme en silencio y al poco, me dormí.

    Ruby – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Viendo que las posibilidades de salir de la cabaña eran nulas, decidí colocar el colchón contra la pared y me dediqué a entrenar. Así estuve unos minutos hasta que Caitriona, una de las mujeres más atractivas que había visto jamás, me interrumpió.- [Ruby]Si te digo la verdad, no me interesan los tratos[/Ruby].- tomé aire y di otro puñetazo.- [Ruby]Solo creo en el esfuerzo[/Ruby].

    – [Caitriona]Podría llevarte con otro grupo con el que encajases más[/Caitriona].- susurró cerca de mí y me giré soltando una carcajada.

    – [Ruby]Son demasiado jóvenes y pierden el tiempo con relaciones amorosas que no van a ninguna parte, pero me caen bien[/Ruby].- admití. Quizás habría sido más fácil si todas las personas del grupo estuvieran entrenadas como yo, pero provenían de un mundo diferente.

    – [Caitriona]Serías la líder. Te respetarían[/Caitriona].- sin mi consentimiento, una esfera apareció en el centro de la habitación y me vi liderando a un grupo Daë con éxito.

    Sonreí.- [Ruby]Eres buena[/Ruby].- y ella, me devolvió la sonrisa.

    – [Caitriona]Todo esto podría ser real[/Caitriona].- la esfera desapareció.

    – [Ruby]Tentador, pero prefiero dejarlo todo como está[/Ruby].- inhalé.- [Ruby]El precio a pagar hará que no valga la pena, estoy segura[/Ruby].

    Caitriona volvió a preguntarme y mi respuesta fue la misma. Cuando vio que habíamos llegado a un punto muerto, aseguró que volveríamos a vernos y se fue.

    Julia – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Estaba segura de que me encontraba en la cabaña de Caitriona. Venir del futuro me daba unos cuantos ases en la manga y pensaba utilizarlos. Por eso, cuando entró, yo ya la estaba esperando al lado de la puerta.- [Julia]Sé a lo que vienes[/Julia].- le dije a modo de saludo y tiré de ella para que se sentara conmigo en la cama.

    – [Caitriona]Hola, Julia[/Caitriona].- le extrañó que supiera tanto, pero disimulaba bien.

    – [Julia]Mira, no me voy a andar por las ramas: quiero un poder[/Julia].- expliqué.- [Julia]Creo que con esta personalidad arrolladora no es suficiente y mis New Moondies necesitarán ayuda en un futuro próximo[/Julia].

    – [Caitriona]¿Y qué poder quieres?[/Caitriona]- me preguntó sin dejar de escrutarme con la mirada. Lo más probable es que se hubiera enamorado de mí. Y me parecía lógico, claro.

    No tuve ni que pensármelo. Desde mi juventud había sido fan de los X-Men (una, que es una caja de sorpresas) y me entusiasmaba la idea de tener un poder que no solo fuera útil, sino también molón.- [Julia]Fuegos artificiales[/Julia]

    Caitriona soltó una carcajada.- [Caitriona]Te lo doy gratis[/Caitriona].

    – [Julia]¿EN SERIO?[/Julia]- me puse de pie y empecé a saltar.- [Julia]Venga, dámelos que voy a hacerte una demostración[/Julia].

    Caitriona se acercó a mí y, sujetándome por el antebrazo, me traspasó el poder. Supe que lo tenía porque noté como si me metiera un montón de cocaína. No es que haya probado la cocaína. Bueno, creo.- [Julia]¡SOY LA HOSTIAAAA![/Julia]- grité y tras de mí aparecieron unos fuegos artificiales de color rosa fucsia.- [Julia]¡Ahhhh, me encantaaaaa![/Julia]

    – [Caitriona]Julia, escúchame un momento[/Caitriona].- me pidió.

    – [Julia]Te escucho, cartucho[/Julia].- le guiñé un ojo.

    – [Caitriona]Volveremos a vernos y necesitaré una amiga[/Caitriona].- por toda respuesta, creé unos fuegos artificiales que ponían «Julia y Caitriona son novias».

    Y así, entre risas, me quedé sola con mi nuevo poder.

  • TRES TRATOS

    Chloe – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    – [Chloe]No sé si sabes que he venido del futuro con lo puesto[/Chloe].- farfullé evitando el colchón mohoso y sacudiéndome el polvo de la falda.- [Chloe]Poco puedo darte[/Chloe].

    – [Caitriona]Precisamente[/Caitriona].- se acomodó en la silla aquella que había materializado y me miró durante un largo rato.

    – [Chloe]Te escucho, porque sé que no me vas a dejar salir si no lo hago[/Chloe].- me miré las uñas, cuyo esmalte empezaba a cuartearse.

    – [Caitriona]Te ofrezco pertenecer a esta línea temporal con efecto inmediato[/Caitriona].

    Shit. Me quedé callada y me rasqué el esmalte del dedo índice de la mano derecha.- [Chloe]¿Qué quieres a cambio?[/Chloe]

    Era tentadora la idea de quedarme en esta línea temporal y compartir mi vida con les New Moondies, pero el precio seguro que era muy alto. Difícilmente podía no serlo cuando esta tía podía tener una cabaña en medio de la nada en la que ofrecía tratos.

    Caitriona sonrió y habló.- [Caitriona]El poder que tienes por ser quien eres[/Caitriona].

    Me eché a reír. Era tan absurdo lo que me pedía, que solo podía hacer eso.

    – [Chloe]No way[/Chloe].- moví las manos.- [Chloe]Puedes irte cuando quieras. Es un «no» definitivo[/Chloe].

    – [Caitriona]¿Es definitivo?[/Caitriona]

    Asentí.- [Chloe]Dante está bueno, pero no pienso dar nada por un tío[/Chloe].- carraspeé. Todo sería más fácil si fuéramos de la misma línea temporal, incluso la relación con mi familia, porque mi padre y mi madre no peinarían canas cuando yo naciera, pero mi poder me permitía muchas cosas.- [Chloe]Si tiene que ser, será y si no, pues estoy muy bien así[/Chloe].

    Tras eso, la silla desapareció y ella comentó que volveríamos a vernos. Cuando la puerta se cerró, le hice un corte de mangas.

    Sophie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Chiquito el asco que daba la cabaña. Menos mal que Caitriona apareció y me dio una silla, porque estuve a punto de entrar en pánico.- [Sophie]¿Qué me ofreces?[/Sophie]- le pregunté sin dar muchas vueltas, porque aquella mujer bellísima tenía una agenda muy apretada a juzgar por los restos de magia que había.

    – [Caitriona]Revelar lo que eres en realidad[/Caitriona].

    Inhalé y exhalé varias veces intentando calmarme. Ella sabía que yo era adoptada y lo estaba utilizando. No tenía ningún problema con mi desconocido origen y adoraba a mi madre, pero siempre quedada la duda de saber si mi afinidad mágica era heredada o producto de haberme criado con una bruja.- [Sophie]¿Qué quieres a cambio, cariño?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tu poder[/Caitriona].- sonreí. De todo lo que podía pedirme, aquella cosa que me hacía flotar era lo que menos me importaba.

    – [Sophie]Acepto[/Sophie].- esbocé una sonrisa.- [Sophie]Quédatelo todito[/Sophie].

    – [Caitriona]¿Aceptas entonces dar tu poder a cambio de saber quién eres en realidad?[/Caitriona]- las sillas desaparecieron cuando nos levantamos y me agarró por el antebrazo.

    – [Sophie]Sí[/Sophie].- tomé aire.- [Sophie]Muéstrame la verdad[/Sophie].- noté cómo la levitación me abandonaba dejando un pequeño vacío y después, fue como si me despertara de un letargo. Algo había cambiado, pero no sabría decir qué.- [Sophie]¿Soy diferente?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tendrás que descubrirlo tú misma[/Caitriona].- anunció y se fue en dirección a la puerta.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]

    Cuando se fue, me fijé en que mi pelo tenía ahora unos mechones rosas que antes no estaban. Y ese fue solo el principio.

    Robin – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Aquella cabaña olía a magia oscura y putrefacta. Pasé los dedos por las paredes intentando entender qué llevaba a alguien a sentirse tentado por algo tan turbio, pero hasta que no la tuve frente a mí, no pude entenderlo del todo. – [Caitriona]Hola, Robin, soy Caitriona[/Caitriona].

    – [Robin]Hola[/Robin].- la saludé de forma cordial, pero seca y mantuve las distancias. Aquella mujer de rasgos asiáticos estaba acompañada por algo que me ponía en tensión.  Por eso, y  a pesar de que mi magia estaba diluida, como los restos de pintura en un pincel cuando lo pones en el agua, no dudaría en usarla.

    – [Caitriona]Tu magia…[/Caitriona]- me miró con dureza.- [Caitriona]Somos incompatibles. No puedo ofrecerte nada[/Caitriona].

    – [Robin]Tampoco lo necesito[/Robin].- atajé la conversación y le dediqué una sonrisa forzada.- [Robin]Puedes irte cuando quieras y así esta pantomima para alimentar a tu carcelero acabará cuanto antes[/Robin].

    – [Caitriona]Te crees muy buena, princesita[/Caitriona].- dijo cada palabra con lentitud, como si quisiera sacarme de quicio.

    – [Robin]Lo soy[/Robin].- la miré.- [Robin]De ti no se puede decir lo mismo[/Robin].

    – [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- y se fue cerrando la puerta tras de sí.

     

  • BAJO EL CONTROL DE LOS ESPÍRITUS

    LEKWAA

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    – [Caitriona]Hola Lewkwaa, soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – la voz cálida de aquella mujer me sacó a rastras del mundo espiritual, donde, comulgando con las almas de mis ancestros, había podido enterarme mejor de donde me encontraba.

    Permanecí conectado a ellos y mis ojos, mejorados para ver el reino de los espiritus, vislumbró su alma y la amenaza oscura que danzaba entorno a ella, como si todo fuera un juego, teñida del color granate del ansia apaciguada de su sed, que ya había debido empezar a saciar, sin duda con el resto de mis nuevos compañeros, que según había averiguado, estaban en otros planos de aquel bosque místico. – [Lekwaa]Has sufrido mucho. [/Lekwaa]- dije viendo su atormentada aura. Aquella mujer no era una humana, si no una faerie y su conexión natural con la tierra y las criaturas que la rodeaban estaba rodeada de frías cadenas de ardiente poder que manaba de aquel otro ser, uno tan grande que no alcanzaba a divisar los límites de su aura. Una deidad oscura, Yehl lo llamaron mis ancestros. – [Caitriona]Todo el mundo sufre.[/Caitriona]- dijo ella restándole importancia mientras materializaba una silla.

    – [Lekwaa]El sufrimiento no conduce a todo el mundo a servir a un ser que se alimenta de la duda, el dolor, la pena y los remordimientos[/Lekwaa] – pese a que no debía hacerlo, tenía miedo a esa deidad que se arraigaba en el poder de las mujeres y se alimentaba de la pérdida de otros, pero debía hacerle frente.

    – [Caitriona]¿Quieres escuchar lo que quiero ofrecerte o prefieres que me vaya? [/Caitriona]- preguntó ella.

    – [Lekwaa]Te escuchamos.[/Lekwaa] – di je tras discutirlo con el resto. Solo por escuchar no perdía nada y tenía que tener fe en mi voluntad ante la tentación que pudiera surgir.

    – [Caitriona]Puedo conseguir que te libres de las voces que escuchas en tu cabeza.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Lekwaa]¿Los espíritus de la tribu de mi madre?[/Lekwaa] – pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

    Ella asintió.- [Caitriona]Puedes volver a ser Hotah a cambio de darme a Lekwaa.[/Caitriona] – era incómodo que supiera tanto de mí, pero supuse que eso equilibraba a la visión que me daba ser Lekwaa, el ‘espíritu guerrero’.

    – [Lekwaa]Hotah vivía en un mundo que ya no existe[/Lekwaa] – razoné. Todo fue devorado por la corrupción, mi círculo de amistades se había desvanecido ya antes de convertirme en Lekwaa.

    – [Caitriona]Podrías vivir en el mundo en el que quisieras, porque Hotah no tiene ese lastre en su cabeza.[/Caitriona]  – trataba de tentarme. Era cierto que yo nunca había querido esa vida, había dejado la tribu e incluso el nombre de Hotah atrás y vivía bien, con comodidades, con fiestas y parejas sin que nada en mi cabeza lo sometiera a juicio.

    En el instante en el que empecé a pensarlo, los espíritus comenzaron a hablarme, pero esta vez, por su propio miedo a dejar de interactuar con el mundo y volver al frío hogar de los muertos, se pisaban y hablaban sin esperarse, tratando de convencerme con sus palabras. La única que no hablaba era mi madre, aunque sentía su juicio sobre el de los demás.

    – [Lekwaa]Callad, dejadme tranquilo. [/Lekwaa]- les pedí. Las voces cesaron, esperando, con miedo a provocar mi reacción. Caitriona tampoco habló, esperaba, paciente, que todo se resolviera.  – [Lekwaa]Se que me arrepentiré, esta situación no es nada agradable y más de una vez desearé haber aceptado, pero no puedo hacerlo. Tengo un deber.[/Lekwaa] – expliqué, pese a que no era del todo cierto.

    – [Caitriona]¿Entonces rechazas el trato?[/Caitriona] – preguntó.

    – [Lekwaa]Si, tengo que hacerlo.[/Lekwaa] – el «deber», una curiosa palabra que me ataba por razones distintas a las que estaba diciendo. Sí, «tenía» una misión para mi pueblo y para el mundo, pero en este caso el deber al que aludía era con mi propia madre y mis ancestros. Si entregaba a Lekwaa les estaría diciendo adiós sin permitirles siquiera cumplir su misión con los demás.

    Caitriona asintió y su silla desapareció mientras ella se levantaba.- [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    – [Lekwaa]Espero que sí y que tú si puedas librarte de las voces de los muertos.[/Lekwaa] – repliqué con mis mejores deseos. Al igual que mis antepasados me daban fuerza para seguir mi camino, los muertos de la vida de Caitriona le había hecho cambiar el suyo.

  • DESCIFRANDO A CAITRIONA

    NATE ROGERS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Estaba preocupado por los demás, a fin de cuentas, eran mi responsabilidad. Entendía que todo esto fuera parte de su camino y lo respetaba como parte de su crecimiento, pero eso no iba impedir que lo recorriese junto a ellos para protegerles. No podía regresar a casa sin ellos, así que tenía que escuchar lo que ofrecía esa mujer y esperar, ya había tratado de escapar sin éxito y sentía a los demás en alguna parte de ese «bosque».

    – [Nate]Te escucho. [/Nate]- le dije, pendiente de analizar sus emociones. Lo primero que encontré fue un muro de hielo, una frialdad con la que se había acostumbrado a protegerse. Sabía reconocer esa clase de escudos emocionales, había varios así en la Kvasir y en la Escuela Lega do.

    – [Caitriona]No voy a andarme por las ramas: puedo decirte de dónde vienes y que tú mismo lo recuerdes.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Nate]Y seguro que tiene un buen precio.[/Nate]- había visto varias veces «Al Diablo con el Diablo» durante mi fase fan de Brendan Fraser, me imaginaba perfectamente recordando el lugar del que vengo para que al final resultara ser horrible, u olvidarme de como controlar los esfínteres.

    – [Caitriona]Quiero una pizca de tu poder.[/Caitriona]- fue sincera. Sentí palpitar un ansia de poder tras su muro de hielo, pero esa sed venía de un sentimiento enterrado en la profundidad, uno que llevaba día a día consigo, porque de otra manera no lo habría percibido. Una pena profunda y arraigada, rodeada de resentimiento y culpa, envenenada con venganza e ira.

    – [Nate]No, por mucho que quiera saber de dónde vengo, la humanidad también lleva milenios buscando esa respuesta.[/Nate] – le respondí. Mi origen no me hacía ser quien era, me habría enseñado algo más de mí pero no más de lo que ya sabía. – [Nate]Soy responsable de mi poder, no puedo entregar nada.[/Nate]  – le aseguré. Mi poder era parte de mí, pero también era su guardián.

    – [Caitriona]¿Prefieres vivir sin saber la verdad?[/Caitriona] – preguntó, tratando de convencerme.

    – [Nate]No, pero no me lo vas a dar gratis. [/Nate]- esbocé una sonrisa, pero no tenía el encanto del Príncipe.

    – [Caitriona]No soy tan buena.[/Caitriona]- dijo ella sonriendo.

    – [Nate]Ni tan mala. [/Nate]- afirmé. Mis sentidos habían calado en la profundidad de sus intrincadas emociones hasta llegar a hacerme una idea de qué la había llevado al punto en el que estaba.

    – [Caitriona]¿Rechazas el trato entonces?[/Caitriona] – preguntó y yo asentí. – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    Guardé silencio, esperando a que tras irse, pudiera reunirme con el resto. Tenía ganas de comprobar que todos estaban bien porque una sensación desagradable me acechaba desde las sombras. Algo malo iba a pasar.

  • EL PRECIO DEL SABER

    MIKE SOLO-NOVAK

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    – [Mike]No pretendo ofender Caitriona, pero entenderás que me preocupa más la situación de mis amigos que un trato con aspecto … turbio. [/Mike]- por lo general la gente tomaba mi forma de hablar en temas serios como que estaba enfadado o molesto, pero no era el caso. Sencillamente la situación no era informal y agradable, un trato con una emisaria de lo que podía ser el mismo diablo distaba bastante de una copa con unos amigos. No obstante, esperé que ella no lo entendiese así, no la conocía lo suficiente como para hacer un juicio de valor solo con lo que me había contado en los escasos minutos desde que había cruzado la puerta.

    – [Caitriona]Todo depende del cristal con el que quieras mirarlo.[/Caitriona] – respondió ella. Los debates filosóficos no solían ser mi fuerte porque mi opinión solía ser poco variable, no obtenía mucho de lo que se suponía que debía dar debatir.

    – [Mike]Soy un hombre de creencias firmes. [/Mike]- repliqué, llevando la mano por instinto a la cruz de platino que llevaba colgada al cuello, en una cadena fina, poco ornamentada, al igual que el símbolo de mi fe, de formas lisas y simples.

    – [Caitriona]Podría decirte unas cuantas cosas sobre eso.[/Caitriona]- comentó mirándola. Pese al aire celta que la rodeaba, parecía saber mucho de diferentes culturas. Viendo lo que sabía de mí y seguramente del resto, podía imaginar que su magia le permitía ver lo que deseara.- [Caitriona]No obstante, he venido a ofrecerte algo, pero si no te interesa, me puedo ir ya.[/Caitriona] – respondió. Según sus palabras una vez escuchásemos sus tratos nos dejaría ir. Omití responderle entonces que eso no era legal ni ético, porque no parecía que fuera a importarle ni a cambiar su opinión.

    – [Mike]Te escucharé, pero no confíes en que salga como esperas. [/Mike]- el frío platino contra las yemas de mis dedos me reconfortó.

    – [Caitriona]No soy un vampiro, Mike.[/Caitriona] – respondió ella observando el gesto.

    – [Mike]No tengo nada en contra de los vampiros Caitriona, pero el felino que hay en mi está alerta de la oscuridad que te acompaña.[/Mike] – lo notaba rondando en mi interior, trazando círculos, atento, a la espera de abalanzarse sobre ese ser si aparecía ante nosotros.

    Caitriona sonrió.- [Caitriona]Lo que te ofrezco es conocimiento ilimitado a cambio de la vida de lo que quieras conocer.[/Caitriona] – agradecí que su precio acompañara a su oferta, pero eso no impidió que me recorriese un escalofrío ante la severidad de su trato.

    – [Mike]¿Te refieres a matar a una criatura para saberlo todo de ella?[/Mike] – pregunté, para asegurarme. Ella asintió. – [Mike]No creo en el mal menor, Caitriona, ni soy un doctor Mengele.[/Mike] – mi vocación era la medicina, pero curaba personas, y mi moral era firme de nuevo respecto a eso, no sacrificaría ninguna vida, ni por salvar a varios. No se trataba de un dilema filosófico en el que tienes que decidir con cifras en frío, en el mundo real eso solo es un atajo, información y conocimientos rápidos, pero hay otras vías.

    – [Caitriona]¿Eso es un «no»?[/Caitriona] – preguntó ella para asegurarse, aunque conocía la respuesta, no lo dudé.

    – [Mike]Definitivo.[/Mike]

    – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona]- respondió levantándose y haciendo desaparecer la silla.

    – [Mike]Rezaré por ti hasta entonces. [/Mike]- dije con sinceridad. Igual que habría buscado una solución para salvar su cuerpo de una enfermedad, recurriría a la fe para sanar su alma de la oscuridad de ese ser que la acechaba.

    – [Caitriona]No tengo alma, Mike.[/Caitriona]- dijo ella esbozando una sonrisa.- [Caitriona]La vendí hace mucho para no dejar nunca de ser guapa.[/Caitriona]  – puede que fuese verdad, o solo un mito asociado habitualmente a las brujas.

    – [Mike]El alma no es algo que puedas entregar tan fácilmente, aún puedes luchar.[/Mike] – los pactos con el diablo solo son tales si los consentimos, el alma no puede darse a algo tan perverso, depende de nosotros y de nuestro libre albedrío la salud de nuestro espíritu.

    La puerta se cerró, pero algo en mí supo que me había escuchado.