Moondale

Categoría: Cúmulo Nexus

  • DOS LOBOS Y EL PUTO LEO

    Amy – Esfera Gwiddon

    Mañana

    Qué putada la química cerebral. Qué jodido es no estar bien y que no seas capaz de saber por qué. La (mala) suerte había decidido que me tocase estar con Leo. Pues muy bien, muchas gracias por no pensar en una loca con diagnóstico profesional. Tenía tantas ganas de estar con él como de arrancarme todos los dientes sin anestesia, pero era lo que había. No es que los Daesdi nos hubiesen preguntado si estábamos interesados en ser Daë, ni tampoco con quién queríamos emprender esta misión suicida.

    Aparecimos desorientados en un sitio que parecía un bosque de Escocia, pero no lo era. El olor era diferente. No sé explicarlo de otra forma, así que tendréis que creerme.

    Había una llovizna débil y hacía fresco, por lo que teníamos que darnos prisa si no queríamos acabar calados hasta los huesos. El problema era que los caminos eran desiguales, estaban embarrados y las piedras dificultaban el camino.- [Amy]Avanzaríamos más en la forma lupina[/Amy].- le expliqué a Leo. Podíamos forzar la transformación y correr en busca de un refugio. Es más, si comíamos como lobos, estaríamos alimentados como humanos y de una manera mucho más sencilla.

    – [Leo]Sigue gustándote tanto como siempre.[/Leo]. sus ojos me taladraron y me temblaron las rodillas. Puto Leo.

    – [Amy]E-estoy siendo práctica[/Amy].- me fue imposible disimular el tartamudeo.

    – [Leo]Sí. Y los lobos no hablan.[/Leo]- parecía una broma, pero no me hizo mucha gracia. Sus respuestas cortantes, aquellas que tanto quise imitar en el pasado, ahora me hacían daño.

    – [Amy]Todo ventajas[/Amy].- miré a a Ezra. Iba mucho más adelantado. Le pasaba como al tío Ed , que parecía que no se enteraba de nada. Pero sí lo hacía y esta vez, se había apartado de una conversación que podía acabar muy mal.

    Tú y yo estábamos hechos de
    Pequeños pedazos del otro
    Iba a ser imposible salir ilesos

    – [Leo]Supongo que nunca será mejor momento…[/Leo]- comenzó a decir.- [Leo]…pero…siento haberte tratado mal.[/Leo]

    – [Amy]Me hice daño yo. Tú solo colmaste el vaso[/Amy].- le corté.

    – [Leo]Y no llamé, ni escribí, ni te ayudé.[/Leo] – continuó, a pesar de mis negativas.

    – [Amy]Te daba igual[/Amy].- tomé aire.- [Amy]Es respetable[/Amy].

    – [Leo]No, no me daba igual, pero como estaba lejos, si no tenía contacto contigo no era consciente de lo mal que lo estabas pasando.[/Leo] – era tan cierto, que se me clavó como un puñal.

    – [Amy]Me mandaron a Merelia con mi primo porque pensaron que me iba a suicidar[/Amy].- Ezra disimulaba estar perdido en sus pensamientos, pero su oído agudizado tenía que estar jugándole una mala pasada.

    Leo tragó saliva. Lo más seguro es que estuviera intentando procesar lo que le había dicho. – [Leo]No tenía que haberme ido. Casi mato a alguien.[/Leo]

    – [Amy]Es tu efecto en la gente[/Amy].- era la luz de todas las polillas del mundo. Tan atrayente como peligroso.

    De devolvió una sonrisa de medio lado. Hacía no mucho que habría vivido por esa sonrisa. – [Leo]Lo siento Amy. ¿Estás mejor?[/Leo]

    – [Amy]Sí[/Amy].- asentí.- [Amy]No creo que podamos volver a ser amigos. Hay puertas que es mejor no abrir dos veces.[/Amy]- sentencié. Hay cosas que no se pueden perdonar y gente que no merece volver a tu vida. Cuando aprendes eso, eres libre.

    – [Leo]No puedo culparte. Si alguna vez me necesitas estaré ahí.[/Leo]- agachó la cabeza.

    – [Amy]Ahora ya no necesito que estés, pero gracias[/Amy].- apuré el paso y me puse a la altura de Ezra. Sabía que Leo estaba dolido, porque nos conocíamos demasiado bien, pero una parte de mí deseaba que sufriera, al menos, la mitad de lo que yo había sufrido.
    – [Ezra]¿Todo bien?[/Ezra]- al verme, en sus mejillas aparecieron dos hoyuelos. En su mundo, él era mi manada. Había elegido su luz en lugar de la oscuridad de Leo. Supongo que tendría que fiarme de mi propio criterio.

    – [Amy]Todo lo bien que puede ir con Leo[/Amy].- no quise mirar atrás para no ablandarme.

    – [Ezra]Te está pidiendo perdón y no lo estas aceptando. ¿Es eso?[/Ezra]- su ropa, mucho más sencilla que la de Leo parecía encajar más con mi estilo. A lo mejor su mundo era el bueno después de todo.

    – [Amy]Lo has oído todo[/Amy].- enarqué una ceja. A mí no me engañaba mi pupilo.

    – [Ezra]Igual que él ahora mismo[/Ezra].- por más que Leo intentase disimular, se notaba que lo escuchaba todo.- [Ezra]Solo digo que deberías aceptar sus disculpas, parece sincero. Nunca sabes cuando puede ocurrir una desgracia, y más en este lugar[/Ezra].- venía de un lugar en el que todos estábamos muertos, así que su reacción era lógica.

    – [Amy]He aceptado sus disculpas, pero no su amistad[/Amy].- intenté explicarme.

    Trago una saliva que sabe a guerra
    Y la bala atraviesa directa
    Unos pulmones, que ya no respiran por ti

    – [Ezra]Es un primer paso[/Ezra].- concedió mirando a su alrededor. Era todo tan bonito, que no parecía real.- [Ezra]Nunca había estado en un sitio así.[/Ezra]

    – [Amy]¿Nunca has estado en Escocia?[/Amy]- mi orgullo MacLeod estaba un poco herido.

    – [Ezra]Nunca he salido de Ripper, o más bien la versión funesta de Ripper[/Ezra].

    – [Amy]Joder, qué pena de vida[/Amy].- Ezra se extrañó. Todavía debía chirriarle mi sentido del «humor».

    – [Ezra]¿Asi que esto es Escocia?. Bueno, más bien un mundo que se parece a Escocia. Es bonito.[/Ezra]- asentí al ver que se preguntaba y se respondía solo. Ezra era un tipo peculiar, pero yo también. Seguro que nos hacíamos amigos.

    Escuché un ruido y mandé a mis acompañantes que se escondieran. Leo, como estaba más atrás, no se guareció con nosotros. El camino desembocaba en uno más grande y un carro tirado por caballos se detuvo para dejar caer dos cuerpos. Parecían un hombre y una mujer poco mayores que yo, pero a juzgar por sus ropas, habían sido muy pobres. – [b]Dejadlos ahí para que se los coman los animales[/b].- escuché decir a un «Casaca Roja».- [b]Al nigromante le va a encantar lo que llevamos[/b].- se subió de nuevo y espoleó a los caballos.

    Cuando estuve segura de que se habían ido, salimos.- [Amy]Tres lobos en un mundo mágico[/Amy].- bufé con fastidio.- [Amy]Bueno, dos lobos y el puto Leo[/Amy].

    ¿Qué voy a hacer?
    Con todos los abrazos que
    Hice a medida para ti
    ¿Cuándo volverás a ser quien conocí?

  • SIN PIEDAD

    MICHAEL SOLO-NOVAK

    ESFERA KARDAS – MAÑANA

    Mi mundo había cambiado completamente de la noche a la mañana. Mi vocación siempre había sido curar a otros, encontrar en la ciencia las explicaciones a lo sobrenatural y curar con ellas a los que lo necesitaran.

    Pero de pronto, por evitar que Idris hiciese una locura, unos discos de metal me habían teletransportado a un limbo donde nos habían encomendado la misión de guiar a unos nuevos Daë que terminarían muriendo en sus Pruebas, por lo que habían dado a entender sus «espíritus» cuando hablaron con los Moondies.

    Y de aquél limbo, habíamos aparecido en un bosque, cerca de un arroyo de agua clara. Noté una sensación desagradable por todo el cuerpo y corrí al arroyo a refrescarme la cara. Cuando remitió, miré hacia el resto.

    – [Dante]Odio la magia.[/Dante] – maldijo Dante poniéndose en pie con dificultad. Tenía esa cara que ponía cuando algo le molestaba especialmente. Acabar de descubrir a la asesina de su madre y tener que hacer una pausa para salvar el mundo no era algo que fuese a dar muchas alegrías a Dante.

    – [Niall]Me duele el culo. No penséis mal, es que he caído así.[/Niall] – comentó el amigo de Noah, Niall. Le había conocido recientemente, cuando Noah me lo había presentado porque iba a ayudarnos a tratar de convencer a los demás.

    – [Cole]¿Dónde estamos?[/Cole] – preguntó el hermano de Dante. Hacía tiempo que no le había visto y parecía mucho más centrado. Se acercó a Niall y le ayudó a levantarse. Noah me lo había presentado como medio hermano de Dante, evidentemente, por parte de padre. Conocía perfectamente la historia de Logan, concretamente también la historia que había tenido con mi madre, y no me caía especialmente bien.

    – [Dante]No sé, a mí todos los bosques me parecen el mismo.[/Dante] – confesó Dante, al que todo lo ajeno a la mecánica no le interesaba demasiado.

    Miré a mi alrededor. Todo lo que alcanzaba la vista era el bosque, excepto el cielo. Mi vista se detuvo en una planta que crecía poco más allá. Me acerqué a ella y la miré bien, dudando.

    – [Michael]No estamos en casa.[/Michael] – les dije cuando ya estuve seguro.

    – [Niall]¿Has deducido eso por unas plantas? – [/Niall] preguntó Niall, sorprendido.

    Corté la planta con una navaja suiza que llevaba en el bolsillo y la guardé en mi bolsa. Esa planta llevaba extinta cientos de años. Normalmente, no habría reconocido cualquier planta si me la ponías delante de las narices, pero aquella precisamente aparecía en varios libros antigüos de medicina por sus propiedades abortivas y de tratamiento de problemas gástricos. – [Michael]Es una planta medicinal que está extinta en nuestro tiempo…en nuestro mundo.[/Michael] – expliqué. Según lo que había podido captar de todo lo que habían dicho los Daesdi, iban a mandarnos a otro lugar del universo para ayudar a esos Daë, que en tiempos de los Moondies ya eran pasado. Aquél lugar se parecía demasiado a la Tierra, pero si los Daë vivían allí, no era descabellado pensar que fuera habitable. Aunque ser tan parecido era extraño.

    – [Cole]Entonces es verdad que nos han mandado a otro mundo. O al pasado. O ambas.[/Cole] – comentó Cole, mirándome fijamente. Asentí, aunque resultaba difícil saberlo. Habían dicho que estaríamos separados, pero ahora que era una realidad, no dejaba de preguntarme cómo estarían los demás.

    – [Niall]Esto… chicos.[/Niall] – escuché decir a Niall. Se oyeron algunos ruidos cerca, apresurados. Me giré y segundos después una bestia peluda apareció en mi rango de visión.

    – [Cole]¡Corred![/Cole] – gritó Cole. Instintivamente ninguno dudamos y echamos a correr. Miré hacia atrás con cuidado un par de veces, a la criatura que nos perseguía sin cesar. No parecía un animal salvaje cualquiera, parecía un licántropo, pero era distinto, alguna especie diferente de teriántropo.

    – [Dante]Iríamos mejor volando, pero no me…da tiempo a desatar las alas.[/Dante] – escuché decir a Dante, con la respiración entrecortada por la manera en la que estábamos corriendo. Me fijé en su espalda. Normalmente la gente le tomaba por alguien que se había tomado su tiempo en el gimnasio, pero la realidad era que llevaba sus alas atadas a la espalda. Me preocupaba su solución por temas de circulación, pero aseguraba que no le dolía y sus alas parecían bastante flexibles y resistentes.

    – [Niall]No puedes llevarnos a todos, pero me has dado una idea. ¿y si nos ocultamos en la copa de algún árbol?[/Niall] – sugirió Niall, que no parecía muy aficionado a correr e iba en la cola del grupo. Cole iba a su altura, seguramente había bajado el ritmo para mantenerse porque su genética de demonio cruzado y su poder de «batería solar» le habrían puesto en la cabecera.

    – [Cole]Está muy cerca, subid.[/Cole] – nos indicó, señalando los árboles. Dante se precipitó contra un árbol bastante grande y los demás le seguimos, trepando lo más rápido que podíamos mientras meditaba si podríamos aguantar mucho allí.

    Casi todos estábamos arriba, pero Niall iba el último y el teriántropo estaba muy cerca. Consiguió trepar pero él también trataba de agarrarse al tronco y su boca estaba a escasos centímetros de su pie.

    – [Niall]Aparta, lárgate.[/Niall] – dijo Niall, moviendo la pierna para evitarlo. Tiramos de él para ayudarle a subir. Al hacerlo, vi más cerca al teriántropo. No tenía demasiada experiencia con la biología del reino animal. Para identificar en qué me convertía había pedido ayuda a mi madre. Pero parecía una especie de perro salvaje.

    Consiguió trepar un poco más y entonces de detuvo. Mi mirada y la suya se cruzaron segundos antes de que emitiese un chillido que ponía los pelos de punta. De pronto, comenzó a bajar, como si algo tirase de él a juzgar por cómo peleaba.

    Cuando bajó lo suficiente vi algo plateado y afilado clavado en su pierna, enganchado a una cadena de la que alguien estaba tirando abajo. Al final de la cadena, un caballero de brillante armadura blanca y plateada tiraba con fuerza hasta que el teriántropo cayó al suelo, revolviéndose salvajemente para liberarse.

    Por mucho que lo intentó, fue inútil. Al caballero se sumaron otros más que lo inmovilizaron y en cuestión de segundos, lo ejecutaron allí mismo atravesándole con una espada.

    – [b]Los del árbol, bajad.[/b] – indicó el verdugo, mirando hacia nosotros. Parecía el cabecilla del grupo.

    – [Niall]No, gracias. Estamos bien aquí.[/Niall] – comentó Niall. Después de verles asesinar a sangre fría a ese teriántropo, compartía sus reservas. El cuerpo estaba volviendo ya a la forma humana de un hombre de mediana edad.

    Mi corazón dio un vuelco cuando escuché el ruido de un impacto y un grito de Niall. Vi que estaba bien, pero un cuchillo de filo brillante estaba clavado en el árbol, cerca de él. Era una advertencia.

    – [Cole]Será mejor que bajemos.[/Cole] – sugirió Cole. Niall asintió y descendimos con cuidado.

    Cuando toque tierra de nuevo, vi que eran un total de siete caballeros con brillantes juegos de armaduras completas en color blanco y plata. Llevaban  las armas en la mano, junto algunas en el cinto y la espalda. Uno de ellos tenía dos cuchillos y otros tantos en una bandolera. El de la espada nos miraba fijamente mientras dos de los caballeros se llevaban el cuerpo del hombre hasta una pira improvisada. Ni siquiera tenía derecho a un funeral. Recé en silencio una pequeña plegaria por él.

    – [b]Quedaos ahí.[/b] – nos indicó con voz grave el líder. – [b]¿Marcas?[/b] – preguntó. Viendo el tratamiento del teriántropo no me quedó duda de lo que le interesaba saber. Si nos había mordido seguramente correríamos la misma suerte. Sentí un escalofrío pensando en que descubrieran las marcas de mi transformación.

    – [Michael]No nos ha mordido.[/Michael] – respondí con sinceridad. Era cierto, él no lo había hecho.

    Dirigió su mirada a Niall. – [b]Muestra el tobillo.[/b] – le ordenó.

    – [Niall]No es nada. Sólo ha desgarrado la ropa.[/Niall] – confesó él levantando el pantalón para mostrárselo.

    Nos observó con detalle y asintió. – [b]¿Qué hacíais en el bosque? ¿De dónde venís?[/b] – preguntó, señalando nuestras ropas con una mano enguantada. Caí en la cuenta de que nuestras ropas debían destacar muchísimo para aquella época, algo que sin duda jugaba en nuestra contra.

    – [Dante]De Gondor.[/Dante] – mintió Dante. Le miré, parecía tan despreocupado que el caballero se lo creyó.

    – [b]¿Está fuera del Confín?[/b] – preguntó, serio. No saber nada de aquellos mundos nos ponía en peligro constante. Los caballeros sin duda parecían templarios, pero el hecho de que no se hubieran lanzado directamente contra Niall o contra mí me hacía pensar que este mundo no era exactamente igual que nuestra Edad Media.

    – [Niall]¿Noooooo….. siiii?[/Niall] – respondió Niall, dudando. Cualquiera de las respuestas podía ser mala para nosotros.

    – [Dante]Sí, cerca de…Hogwarts.[/Dante] – añadió Dante. Si Kaylee hubiese estado allí se habría avergonzado, pero al parecer para el caballero sonaba bien.

    – [b]Solo un extranjero se internaría en el bosque con esos ropajes.[/b] – replicó el caballero, guardando su espada. – [b]Vendréis con nosotros. Si estáis inmaculados, tendréis refugio en el castillo.[/b] – nos indicó. Los siete caballeros se reunieron de nuevo tras quemar el cuerpo y se colocaron a nuestro alrededor, escoltándonos y evitando que escapásemos al mismo tiempo.

    ‘Inmaculados’ visto lo visto, solo podía referirse a una cosa. Si descubrían que cualquiera de nosotros era algo distinto, nos esperaba la misma sentencia que al teriántropo, sin ningún atisbo de piedad.