Moondale

Categoría: Selas

  • LAS BUENAS SIEMPRE GANAN

    Ellie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Lo último que recordaba antes de quedarme inconsciente es que Owen y yo estábamos bromeando. Después, todo se volvió negro y en una suerte de Katniss en Sinsajo, aparecí en un sitio diferente: una habitación mugrienta y de mobiliario escaso (una cama, una palangana y una puerta). Por no tener, no tenía ni las ventanas ni los grilletes de marras a los que el resto del grupo haría referencia en charlas posteriores.

    No tuve tiempo de agobiarme, ni tan siquiera de procesar dónde estaba, porque una mujer de unos treinta y pocos años, guapa y ataviada con ropa de una época que tal vez fuera la romana o quizás la griega, entró en el habitáculo.- [Caitriona]Hola, Elle. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona].- dicho esto, cerró tras de sí y materializó una silla. Más tarde descubriría que el proceso se repetía ad infinitum con las demás personas que integrábamos les New Moondies y que no era necesario contar esto, pero bueno, ya que estamos lo hago.

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  • OPORTUNIDAD PERDIDA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    No tuve tiempo a pensar en nada cuando empecé a sentir que perdía la consciencia, pero cuando desperté en aquella cama con un colchón bastante deficiente que a saber quién había sudado, lo primero que pensé fue en que tenía razón.

    – [Idris]Mierda, mira que lo dije.[/Idris] – las dos opciones principales eran que hubiera muerto o que estuviera en alguna movida chunga sacada de la cabeza de Jordan Peele. – [Idris]Aunque si esto es el cielo me falta playa y Coquito.[/Idris] – comenté, mirando a mi alrededor. Y me sobraban los grilletes en la pared, salvo que los llevara puestos Coquito o yo y con propósitos nada siniestros. – [Idris]Y me sobra mal rollo.[/Idris] – reconocí en voz alta. Estuviera vivo o muerto, apareciendo en la cabaña del terror aunque alguien me escuchara dudo que me tomara por loco. Y si era así, en una peli de miedo mejor ser el loco.

    – [Caitriona]Hola, Idris[/Caitriona].- dijo una voz de apariencia femenina con un toque meloso, seductor. Como alguien a quien describirían como camelador, supe reconocer a otra de los míos. Estaba parada unos pasos más allá de la puerta frontal. Llevaba una toga, griega, romana, celta, no sabía distinguirla. Aquello parecía una escena de Spartacus, pero sin que nadie dejase caer la ropa. Su actitud y su media sonrisa tenían unas intenciones que nada tenían que ver con los placeres de la carne.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Me llevé una mano a la frente, eso cada vez tenía más tufo a infierno.

    – [Idris]Espera, ¿estoy vivo y eres una especie de Elizabeth Hurley en «Al Diablo con el Diablo»? Porque he visto esa peli muchas veces para caer.[/Idris] – la segunda parte de la pregunta me importaba bastante menos que la primera.

    -[Caitriona]Supongo que es una referencia a algo de tu mundo[/Caitriona].- comentó, algo perdida. No es que no me lo esperase, pero podía haberme respondido a la parte crucial. No me hacía ninguna gracia dejar atrás un mundo sin Coquito Fresco.

    – [Idris]Lo importante es si estoy muerto y esto es el infierno o otra cosa.[/Idris] – insistí, acompañando mis palabras de un gesto con la mano para enfatizar. Que no diga que estoy muerto y el trato es servirla para volver a la vida o algo así, por favor. Soy demasiado joven y guapo para morir, y dejaría el mundo sin Solo-Echolls-Novak, un pecado capital.

    – [Caitriona]No estás muerto[/Caitriona].- sentenció, materializando una silla para sentarse. Fue extraño, como si empezase a brotar del propio suelo. Después de decirme que no estaba muerto me alegró bastante su presencia, no lo voy a negar.- [Caitriona]Estás aquí, al igual que el resto de personas de tu grupo, para escuchar lo que tengo que ofrecerte[/Caitriona]. – eso era una sorpresa.

    – [Idris]¿Ya hemos pasado las Pruebas o esto es un extra?[/Idris] – pregunté. Quizá me ofrecieran algo como la Kvasir, pero la mujer había empezado definiéndolo como un trato, así que mi mente divagó enseguida a los «malus» de algunos servidores de Endless de los Reinos Olvidados. La cosa consistía en que si por ejemplo te ponías que eras el mejor ladrón de los Reinos, tenías que compensar con algo malo, como tener solo tres dedos. Eso daba lugar a situaciones bastante cómicas, pero yo nunca había jugado en esos servidores concretos, me gustaba la épica más heroica. Si el trato me pedía algo a cambio en ese estilo bien podría ser la Kvasir a cambio de no tener manos para tripularla, o quedarme ciego y no volver a verla. Vete a saber.

    – [Caitriona]Idris, escúchame, por favor[/Caitriona].- pidió ella. Reconocí que estaba divagando más de la cuenta y no me convenía tocarle la moral.

    – [Idris]Vale, sí, echo el cierre, cuéntame.[/Idris] – puse mi mejor mueca de concentración, aunque mi cabeza estuviese aún ideando posibles tratos.

    – [Caitriona]Puedo traer a unas personas de vuelta a tu vida por un módico precio[/Caitriona].- dijo directamente, resquebrajando cualquier posible fantasía que hubiera en mi cabeza. Resucitar a los muertos, todos sabemos lo que el Genio habría dicho.

    – [Idris]No te voy a mentir, eso suena a trato chungo, pero dime qué personas y qué precio.[/Idris] – razoné. El precio sería seguro mucho, pero sentía curiosidad por ver a quién pretendía traer de vuelta a mi vida. ¿Mis abuelos? ¿La muchacha que había muerto a ojos de Elle? ¿O iba a traer de vuelta Robin Williams?…o espera, ¿a Michael? ¿Cómo que qué Michael? Jordan, ¿quién si no? A ver si os creéis que mi hermano se llama Michael Solo-Novak por el ángel Miguel. Eso lo cree mi madre porque le vendí la idea así, pero ahora tú también sabes la verdad.

    – [Caitriona]Puedo traer de vuelta a Abel y a Rashawn[/Caitriona].- dijo. Al principio no supe de quién hablaba. Las personas que acababa de nombrar no eran otras que mis padres biológicos, los que habían muerto porque Z era la viva imagen de que no hay más ciego que el que no quiere ver y había permitido a un psicópata como el Rey Negro seguir con vida.

    – [Idris]¿A cambio de qué?[/Idris] – pregunté. No es que fuera una persona inocente, me imaginaba lo que pediría a cambio si había acertado con ese aire tan tétrico – uy casi pongo tético, jajajaja, ojalá hubiera un aire tético en la sala, o cúlico –  pero al menos les debía a aquellas dos personas que solo conocía como dos nombres y un par de fotos estáticas.

    – [Caitriona]Recuperarías a tu familia sanguínea a cambio de tu familia adoptiva[/Caitriona].- esas palabras fueron como una hostia literal. Vale que la mujer era del pasado y no sabía cómo iban las adopciones allí, pero tenía que revisarse el verdadero concepto de familia.

    – [Idris]No te lo tomes a mal, pero tienes que deconstruirte un poco.[/Idris] – dije con sinceridad. Igual tampoco sabía qué era deconstruirse. En nuestro tiempo era un término que había que usar a menudo porque igual quela sociedad cambia con el tiempo, también tienen que cambiar las opiniones de cada persona, al menos hasta el punto de aceptar a los demás y no tocarles las narices. – [Idris]Mis padres son mis padres, los que me criaron. No renunciaría a ellos por nada del mundo.[/Idris] – añadí. Lo sentía por Abel y Rashawn, pero nunca había llegado a conocerlos y aunque me quisieran, cosa que no dudaba, no podría cambiar nunca a mis padres, era un precio demasiado alto para cualquier cosa. Yo no era Idris Moreau, era Idris Solo-Novak.

    – [Caitriona]Tendrías de vuelta a tu verdadera familia[/Caitriona].- puntualizó ella. Me llevé la mano a la frente y negué con la cabeza, otra persona habría pensado que era una mujer del pasado y no iba a entenderlo, pero a mí me perdía siempre la boca.

    – [Idris]Eso es hiper retorcido.[/Idris] – resumí. – [Idris]Parece que sabes mucho de mí vida así que no tengo que entrar en detalles de lo que les pasó. Si pudiera hacer algo por ellos lo habría hecho, pero no cambiando mi pasado.[/Idris] – expliqué. Si tenía el poder de hacer ese tipo de tratos, conocía mi nombre, el de mis padres biológicos, a mis padres…era fácil adivinar que sabía todo lo relevante. – [Idris]No quiero otros padres, soy como soy gracias a ellos, lo han dado todo por mí.[/Idris] – admiti, delante de ella y de cualquiera. Otros se habrían dado por vencidos cientos de veces, habrían dicho que no todas las veces que tuve que pedirles dinero prestado para ayudar a algún Drow a salir de un apuro. No tenía problema en reconocer que siempre me habían consentido y educado a partes iguales y me querían como poca gente podría hacerlo. – [Idris]¿Tú cambiarías a tus padres por unos que no conoces?[/Idris] – le pregunté. Igual me pasaba de cercano teniendo en cuenta que podía cambiar mi realidad en un suspiro, pero no me salía de otra forma.

    – [Caitriona]No estoy aquí para hablar de mi vida, Idris[/Caitriona].- dijo ella.

    – [Idris]Ya que hablamos de la mía…[/Idris] – repliqué, encogiéndome de hombros.

    – [Caitriona]¿Quieres ver cómo podría ser tu vida?[/Caitriona]- preguntó, en un último intento de vender su trato.

    – [Idris]No, no.[/Idris] – respondí, negando también con la cabeza. – [Idris]Ya tengo una vida con la que estoy contento, no me van mucho las realidades alternativas.[/Idris] – a ver en la teoría, si, las realidades alternativas le gustan a todo el mundo, pero no me hacía ninguna gracia ver un mundo en el que me hubieran criado otros padres, sin Mike siendo mi hermano. – [Idris]Y con cambio de familia menos.[/Idris] – repetí. No quería pasarme luego la vida echando de menos a unas personas que por una desgracia no había podido conocer. Yo era yo, con mi vida, mis errores y las maravillosas personas que había tenido la suerte de que me acogieran.

    Caitriona asintió, aceptándolo. No hubo cambios de cara monstruosos, gritos, ni maldiciones, así que la cosa era bastante light, no podía llamar a aquella mujer «mala», aunque algo sacara de esos tétricos tratos. Tenía aspecto de ser esclava de su propio trato, uno que aún no habría acabado y que le daba algo a cambio de arrastrar a otros. Fuera lo que fuera lo que estuviese detrás de los tratos, era el verdadero mal. – [Caitriona]Entonces, me voy[/Caitriona].- respondió poniéndose en pie. Su silla se volvió a hundir en la tierra y las losas se restauraron.

    – [Idris]Oye espera, que si tengo que esperar a que se decidan todos voy a pasar aquí mucho rato solo.[/Idris] – la llamé. – [Idris]¿Están bien? Cuéntame algún chisme, ¿ha aceptado alguno?[/Idris] – sonreí, muerto de curiosidad. Podía adivinar unos cuantos que dirían que no casi seguro, pero de todos los que conocía poco no podía saberlo.

    – [Caitriona]No puedo decirte nada[/Caitriona].- agarró el pomo de la puerta y me dedicó una leve sonrisa.

    – [Idris]Pero asentir sí. ¿Dante ha cambiado un coche antiguo que viaje entre mundos por su alma?[/Idris] – pregunté. Igual no sabía qué era un coche, pero si conocía a Dante lo sabría seguro.

    Caitriona se rió, puede que no conociera a Dante en persona pero fijo que ya tenía en mente su pacto. – [Caitriona]¿Volveremos a vernos?[/Caitriona] – preguntó ella. Noté algo tras su mirada acerada y su apariencia fría. Con todo lo que debía ganar sirviendo a su maestra o maestro, una parte de ella anhelaba la libertad que yo mismo había tenido al decir que no quería aceptar el trato.

    – [Idris]Si no te llevas nada muy tétrico de algune, siempre puedes unirte a nuestra nave de inadaptados. Está muy bien equipada.[/Idris] – le ofrecí. Había echado las «cuentas de la vieja» que decía mi madre y para encajar bien los números faltaba al menos una persona más.

    Ella cerró la puerta tras de sí, dejándome sumido en mis fantasías de volver a la Kvasir a salvo con los demás y mis pensamientos de que había dejado pasar una gran oportunidad. La de grabarme mientras alababa a mi padre y mi madre, habría sido muy útil cuando les dijera que había pensado cambiar lo de negociador por un chiringuito en la playa.

  • EN TUS SUEÑOS

    Jane – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Iba a contestarle que no me afectaba, pero volvimos a perder la consciencia y cuando desperté estaba sola en una habitación sin ventanas, con un camastro y una palangana para hacer mis necesidades.

    – No puede ser…– susurré y alguien tocó a mi puerta. No contesté, pero esa persona se dio por invitada y entró.

    Frente a mí había una mujer de unos treinta y pocos años, con el cabello negro y una toga romana.- Hola, Jane.- al escuchar mi nombre, me eché hacia atrás.- Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato

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  • EL PRECIO DEL PODER

    XANDER ECHOLLS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO, SELAS – TARDE

    Me levanté desorientado y dolorido. Lo último que recordaba era llegar al centro del laberinto y ver cuerpos de algunos de los demás tumbados en el suelo. Lo siguiente de lo que tenía memoria era ya difuso, parte de la pesadilla que esa visión final dejó grabado en mi cabeza.

    En las pesadillas sus cuerpos no se movían, no respiraban. Algunos estaban de espaldas y cuando me acerqué a darles la vuelta vi sus rostros sin vida: el de Elle, el de Bowie, el de Owen, el de Dante, el de Noah, el de Amy, el de Kaylee, el de Vera y el de Elliot….el de Jane…

    No sabía cómo, pero de pronto habían aparecido las figuras difusas de nuestros antecesores, los Moondies, sin rostros definidos, pero sabía que eran ellos. Lloraban mientras me miraban y yo sabía la verdad, todo aquello era culpa mía.

    Controlé la respiración para calmarme y centrarme. No sabía dónde estaban los demás, la puerta no se abría y por la ventana solo conseguía ver bosque. Aquella habitación parecía hecha de una madera resistente a las inclemencias del tiempo y gruesa como para que no pudiera partirla. De la cama y los pocos muebles que había no podría sacar armas útiles salvo alguna estaca, pero esto no parecía obra de un vampiro y no se había visto a ninguno entre los súbditos del Soberano, bueno, de Antailtire, en realidad. Me acerqué a los grilletes anclados a la pared y tiré de ellos, ni siquiera con toda mi fuerza conseguí arrancarlos o debilitar el encaje. Quizá Ellie podría hacerlo, sería la única.

    En ese momento la puerta se abrió y me preparé para lo que pudiera encontrar. Una mujer, joven, aunque quizá unos años mayor que yo. Llevaba una toga que marcaba las formas de su cuerpo. No llegaba a sonreír, pero tenía una mueca de seguridad que me hizo estar alerta. No parecía una vampiresa, pero sentía que tampoco era humana del todo.

    – [Caitriona]Hola, Alexander[/Caitriona].- saludó. Obvié preguntarle cómo sabía mi nombre, pero lo usé para estar pendiente de sus intenciones. Había mucha clase de criaturas que podrían averiguarlo, podía ser una hechicera, alguien con un don como el de Jane o alguien que sirviera a un ser con poder, como Antailtire. No me sonaba haberla visto con los que nos habían atacado, pero de ellos sí que me había fijado en que cada uno parecía venir de uno de los mundos.  Quizá era una de ellos, pero la toga indicaba que tenía que ser quizá romana o griega, la noche pasada entre los atacantes había una gladiadora y un hombre enfundado en un traje que parecía el de un héroe griego. Pero era muy pronto para descartar nada basándome en conjeturas.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona[/Caitriona]. – se presentó. El nombre sonaba celta, aunque para estar seguro habría necesitado a Vera.

    La observé, dibujando bien mis palabras en mi cabeza antes de pronunciarlas. – [Xander]Hola, Caitriona.[/Xander] – respondí, aparentando mantener la calma. Lo primero que necesitaba era saber dónde estaban los demás, así que no podía perder el control antes. – [Xander]¿Dónde están los que venían conmigo?[/Xander] – pregunté sin esconder mis intenciones. Demostrar que me preocupaban me dejaba vulnerable ante ella, una desconocida, pero lo más probable era que ya lo supiera.

    – [Caitriona]Están aquí y se encuentran bien[/Caitriona].- explicó. Me extrañó que me lo dijera de forma tan directa, con un halo tranquilizador en sus palabras. Eso podía significar que necesitaba que cooperara.- [Caitriona]Os veréis cuando hayáis escuchado mis propuestas[/Caitriona]. – añadió.

    – [Xander]¿Qué clase de propuestas?[/Xander] – crucé los brazos y recordé que era un signo de mala predisposición a escuchar, así que los dejé caer a ambos lados de mi cuerpo.

    – [Caitriona]Tratos en las que las dos partes salimos beneficiadas[/Caitriona].- replicó con una sonrisa que le dio un aire más peligroso a mis ojos.

    Aquello no tenía buena pinta, nadie ofrece nada de buenas a primeras y esa oscuridad que detectaba a su alrededor no favorecía mi impresión. – [Xander]No te conozco lo suficiente para hacer un trato.[/Xander] – dije siendo asertivo. La confianza era clave, no podía darle negativas rotundas porque necesitaba jugar mejor esa partida de ajedrez para saber dónde tenía a los demás y qué quería exactamente. – [Xander]¿Trabajas para Antailtire como los que nos atacaron?[/Xander] – añadí, eligiendo la siguiente  pregunta clave de mi larga lista. Tenía que elegirlas bien porque no sabía cuando podría empezar a negarse a hablar. Pronuncié con cuidado el nombre, extraño a mis labios. De no haber sido por James y el grupo de Artisan, no habríamos conocido su nombre ni su capacidad para cambiar de rostro. Eso y el haber reconocido Noah el rostro del Soberano en Daonna habían permitido reunir algunas piezas de ese puzzle tan complejo.

    – [Caitriona]No[/Caitriona].- dijo ella y pese a todo, supe que no mentía. – [Caitriona]Sé que os atacaron. La situación se complicó después de que llegarais aquí y tuvieron que huir de la Luna en la que estabais[/Caitriona]. – aclaró. Mientras la observaba caminar por la cabaña y absorbía los detalles de su aspecto, su ropa y sus movimientos, me paré a analizar sus palabras. Así que después de irnos los sirvientes de Antailtire se habían visto obligados a huir de allí, ¿qué habría podido conseguirlo?  ¿Serían los Daesdi? Lo dudaba, ellos no interferían, solo a través de los Daë. ¿Habrían ido allí los Daë del Cúmulo? Quizá su destino pasaba por rescatarnos igual que el nuestro por salvarles a ellos y ayudarles a reunirse.

    – [Xander]¿Eso significa que si conseguimos regresar ya no estarán allí?[/Xander] – pregunté, tratando de dibujar un plan para cuando me reuniese con el resto. Era adelantarse mucho vista la situación actual, pero me gustaba tener las cosas planificadas.

    Ella me miró. No obtuve respuesta a mi pregunta en sus labios pero me descifrarla en los ojos. Puede que solo viera lo que quería ver, pero tracé mi plan con esa corazonada de que nuestro refugio seguía siendo seguro, quizá más que antes.- [Caitriona]Tu trato es diferente. Si me permites…[/Caitriona].- dijo acercándose. Mi cuerpo se tensó cuando apoyó una mano en mi hombro. Sentí una sensación extraña recorrer todo mi cuerpo, un júbilo que se apoderó de mí. Jamás sentiría algo así de nuevo, porque era el poder recorriendo cada fibra de mi cuerpo.

    Ella se apartó y se sentó en la mesa de madera, esperando. Movido por el instinto, giré la mano derecha y un vendaval recorrió la habitación- Con la izquierda centré mi objetivo en el pilar de piedra en el que estaban anclados los grilletes, que se soltaron junto a varias rocas, obedeciendo mi voluntad. Aquél poder era abrumador, pero miré a Caitriona, que alzó las cejas, esperando algo más y supe que no era todo lo que podía hacer. Descubrí que no solo controlaba el aire y la piedra, también el fuego, el rayo, el agua, el hielo…todos los elementos obedecían a mi voluntad, incluso el éter. Veía la sangre caliente circular por ella y supe que podría detener su corazón con un mero gesto de mi mano.

    – [Xander]Es…increíble. Este don me permitiría proteger a los demás pero…sé que esta clase de cosas no vienen sin un gran precio.[/Xander] – respondí, conteniéndome. Sentía una especie de pulsación, un ansia por acabar con ella y abrirme paso hasta encontrar a los demás. Pero ese pulso era tan intenso que podría controlarme, lo supe como sabía que el viento volvería a moverse si yo quería. No otorgaría un don así, más que el que ella misma debía tener, sin algo terrible a cambio. Y ya era solo el precio, si no en quién me convertiría.

    – [Caitriona]Dejarías de ser Daë[/Caitriona].- dijo ella eliminando todo atisbo de sentimiento. La neutralidad de su voz hizo que pareciera que no pedía nada importante, pero no era así.

    Sus palabras eran las primeras en confirmar que sería Daë, igual que el resto. Parece una tontería que daríamos por hecho teniendo las esferas y la misión, pero ésta era tan distinta de la de nuestros padres y madres que hacía pensar que cuando ayudáramos a los Daë del Cúmulo todo se acabaría, no tendríamos que superar Las Pruebas y volveríamos a casa como si nada hubiera pasado. No, éramos Daë y nuestra misión sería salvar la Tierra o quizá aún más, de un gran mal. – [Xander]Eso me dejaría más difícil lo de poder ayudarles.[/Xander] – razoné en voz alta. – [Xander]Y nuestro futuro, a saber qué pasaría.[/Xander] – con los Daë del Cúmulo parecía que el futuro que conocíamos estaba asegurado, pero no podíamos confiarnos. Puede que debiera a mi complejo de caballero de brillante armadura, a lo que admiraba de pequeño las historias de los Daë o a lo culpable que me sentía por haberles arrastrado allí, pero mi camino estaba donde estuviera el suyo.

    – [Caitriona]Pero tendrías poder[/Caitriona]. – insistió ella. Esta vez si vi un atisbo de emoción, como si ella misma ansiara que se le presentase esa oportunidad para cogerla y tener más poder que nadie.

    – [Xander]¿De qué sirve el poder si no es para proteger a los que te importan?[/Xander] – repliqué.

    Ella se encogió de hombros, incapaz de comprenderme. – [Caitriona]Yo solo estoy aquí para ofrecerte un trato[/Caitriona]. – repitió. Sus palabras ocultaban una pista importante, junto al deseo de poder que había manifestado.

    – [Xander]Lo rechazo entonces.[/Xander] – afirmé. No podía decir que no tuviera dudas mientras sentía esa gracia divina recorrer mi cuerpo, más sano y más poderoso de lo que nunca sería.

    – [Caitriona]Como quieras[/Caitriona].- volvió a posar su mano en mi hombro y sentí cómo se iba todo. De pronto me sentí cansado, como si el peso del mundo cayera sobre mí. Aquél maravilloso poder se había ido. Toda mi infancia había soñado con tener un don como mi madre, mi padre o Elle. En ese momento yo no sabía que tenía un don diferente, aunque ellos sí, por eso me habían dejado siempre jugar con Jane sin preocuparse. Supuse que ser adulto era dejar morir algunos sueños de la infancia y en ese instante yo enterré para siempre mi sueño de tener más poder. Mi don me permitía tocar a Jane, incluso si lo nuestro estuviera destinado al fracaso, no lo habría cambiado por nada en el mundo.

    – [Xander]¿Puedes llevarme ya con los demás?[/Xander] – le pregunté. Ella me miró, seria, ya no necesitaba parecer interesada. Había obtenido algo de aquella conversación y su sonrisa me hizo pensar que ella ganaría algo fuera cual fuese mi decisión.

    – [Caitriona]Tienes que esperar aquí hasta que el resto termine[/Caitriona].- replicó, encaminándose hacia la puerta. Se presentaría ante los demás uno a uno y les ofrecería algo, algo que quisieran. El problema estaba en que yo mismo era consciente de que las situaciones de los demás no eran tan sencillas como para poder rechazaar algunos de esos tratos. – [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- sentenció. Temí esa presencia oscura que la rodeaba, que arrebatase el destino o quien sabía qué, a cualquiera de las personas que me importaban. Pero sabía que no tenía ningún poder para impedírselo, ya no.

    – [Xander]Espera, has dicho que solo estás aquí para hacer un trato. ¿De parte de quién?[/Xander]  – pregunté. Ella cerró la puerta, pero sabía que me había escuchado. Era una emisaria, tenía poder, eso se notaba, pero había algo, una fuente de la que manaban sus tratos. Ése era el verdadero enemigo.

     

  • UNA OFERTA DE MAGIA

    JAMES BARNES

    AMANECER – BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Tenía miedo. Pocos momentos recordaba en mi vida en los que hubiera pasado tanto miedo como recientemente. En el barco volador había hallado paz, pero después había sido un miedo tras otro, hasta llegar a ese laberinto oscuro donde cada sombra arrojaba un susurro tétrico.

    Era bueno escuchando, ya lo he dicho otras veces, así que sabía que Elliot y Vera eran amigos desde pequeños y en los últimos tiempos no habían podido hablar apenas. Así que aunque tenía miedo, me adelanté un poco para dejarles conversar.

    Después de bastante tiempo caminando, llegamos a un arco hecho del mismo laberinto. Lo crucé y ellos me siguieron de cerca. Allí en el centro había una fuente con unas aguas que refulgían con aspecto mágico bajo la tenue luz de la luna.

    Una a una empezaron a asomar caras familiares desde otras esquinas de aquella plaza en la que parecían converger varios caminos del laberinto. Miré bien y me di cuenta de que ya había otros. Reconocí a Amy tumbada en el suelo boca abajo, al principio me asusté pero vi que respiraba. No tuve tiempo a pensarlo mucho más porque el sueño me dominó a mi también. Mientras caía al suelo vi que no era el único. Todos los demás caían inconscientes al poco de entrar en esa plaza. Quise gritar y avisarles pero mi voz se quedó atascada en mi garganta, sin salir.

    Abrí los ojos y me encontré tumbado en una cama de aspecto sencillo. Estaba en una especie de cabaña. Por la ventana se veía un frondoso bosque. Parecía que era de día, que hacía poco que había salido el sol. Por más que miré por aquella ventana, no atisbé más que árboles y un retazo de cielo, aunque sí que escuché ruidos animales.

    Me giré hacia el interior y vi que además de la cama había un armario y una mesa de madera igual de sencillos. Y lo más extraño, que hizo que un escalofrío me recorriera la espalda, unos grilletes colgados en la pared. La puerta se abrió y di un salto de la cama, sobresaltado.

    Observé como una mujer vestida con una toga que parecía de una época antigua: Grecia o Roma. Con eso tenía una pista de que podíamos encontrarnos en alguno de los demás mundos, que según decían, el…tirano del que formaba parte mi padre, mantenía anclados en diferentes épocas para exprimir lo que esos mundos tenían para dar. Aun así, estaba demasiado paralizado con la presencia que irradiaba esa mujer de tez olivacea y pelo oscuro como para pensar.- [Caitriona]Hola, James.[/Caitriona]- me saludó. Sus ojos oscuros parecían penetrar en mi cabeza, quizá así lo sabía. – [Caitriona]Me llamo Caitriona.[/Caitriona] – se presentó.

    – [James]¿C-cómo sabes quién soy?[/James] – pregunté, alejándome un par de pasos de la puerta y de su presencia. Había algo, una especie de aura que me apartaba.

    – [Caitriona]Soy una bruja.[/Caitriona]- respondió ella, sin apartar la mirada de mí. Me sentía pequeño y tenía la constante sensación de que no estábamos los dos solos, de que algo más, ese aura, esa presencia, llenaba la sala. Ella giró la muñeca y la puerta se cerró sola.

    Estaba impresionado, tanto por miedo como por esa curiosidad que despertaba en mí la magia. Había observado las maravillas que habían obrado dentro de lo que me había permitido la tensión de cada lucha, incluso esas visiones que creaba Alexandra y que eran otra clase de magia. Cada muestra de esa conexión con ella me asombraba.

    – [James]¿Cómo Kaylee o…?[/James] – no me atrevía a preguntarlo porque podía hacerme cualquier cosa, pero daba la impresión de que no era buena como Kaylee, si no una bruja mala, como Baba Yaga, pero más joven y bella. Quizá eso también fuera fruto de su magia.

    Ella asintió.- [Caitriona]Parecida.[/Caitriona] – dijo. Conocía a Kaylee, entonces, no lo había pensado antes de preguntarle pero debía saber dónde estábamos todos.

    – [James]¿Dónde están?[/James] – le pregunté. Podía estar aliada con esa nigromante y el resto, los que nos atacaron en la luna.

    – [Caitriona]Están bien. No te preocupes.[/Caitriona]- respondió. Había algo tranquilizador en su voz, magia también, seguro, en ella estaba por todas partes. Aun así no me tranquilicé, ya lo haría cuando estuviera con los demás, aunque los conociese desde hacía poco.

    – [James]¿Puedo ir con ellos? [/James]

    – [Caitriona]Cuando escuchéis mis ofertas.[/Caitriona]

    – [James]¿Ofertas? N-no tengo dinero. [/James]- respondí, conteniendo un ligero temblor. No sabía qué tenía que ofrecernos esa mujer pero mis únicos bienes estaban en mi mundo, la granja de mi padre y sus tierras, nada más, la fábrica había pasado a manos de los socios. ¿Sería eso lo que querría?

    – [Caitriona]El dinero no me interesa.[/Caitriona]- respondió con una leve sonrisa. – [Caitriona]Puedo ofrecerte lo que más deseas a cambio de una pequeña compensación.[/Caitriona] – añadió.

    – [James]¿Lo que más deseo?[/James] – pregunté, pensativo. No necesitaba dar muchas vueltas para saber qué era lo que más deseaba. Siempre había querido hacer magia, era obvio, pero eso no podía dármelo. Quizá eran respuestas sobre padre, o traer de vuelta a madre.

    Ella asintió. Se acercó y me tocó la mano antes de que pudiera apartarme. Me eché hacia atrás como acto reflejo y vi que mi mano se iluminaba con una llama verde. Alcé la otra y la lámpara de la mesa se levantó en el aire sola.

    – [James]Es…es increíble. [/James]- dije, maravillado al mirarme las manos. Lo repetí una y otra vez, sintiéndome afortunado.

    – [Caitriona]Esto podría ser tuyo para siempre.[/Caitriona]- su voz me recordó lo mucho que se había acercado. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor de su cuerpo. Sonreía y de un instante a otro el júbilo se desvaneció y me quedé preocupado. Era demasiado bueno para ser cierto, digno de cualquier cuento en el que te presentan un regalo envenenado.

    – [James]En… en la historias el precio siempre es alto o termina siéndolo.[/James] – admití en un arrebato de valentía.

    – [Caitriona]El precio solo se paga una vez y no es tan alto si piensas en lo que puedes conseguir.[/Caitriona]

    – [James]¿Cuál es? [/James]- pregunté, intrigado. Mi mente no dejaba de pensar en los deseos tergiversados del genio de la lámpara, el primogénito de Rumpelstiltskin y otras muchas.

    – [Caitriona]Los recuerdos de tu padre.[/Caitriona]- dijo ella con una sonrisa amplia.- [Caitriona]Como ves, es un precio insignificante.[/Caitriona] – puntualizó.

    – [James]¿Yo los perdería? ¿No recordaría nada de él?[/James] – pregunté. La petición en sí sonaba tétrica, pero si además de compartirlos yo los perdía…

    – [Caitriona]No recordarás, pero tampoco echarás de menos.[/Caitriona] – aseguró ella. Noté como ponía en su voz todas sus ansias de convencerme.

    Padre, el hombre que me había criado, que me había protegido. También el que había controlado mi deseo por la magia cuando él la conocía de primera mano. El que me había mentido toda la vida. Olvidar a veces era un regalo en sí, pero también era lo único que me quedaba de él. Sin los recuerdos ni siquiera sabía quién sería. – [James]No. No puedo … no quiero aceptar el trato[/James] – dije con firmeza. Miré con pena cómo se desvanecía la llama de mi mano.

    – [Caitriona]¿Estás seguro? Serías un brujo.[/Caitriona] – insistió. Veía con claridad cómo trataba de embelesarme, de convencerme. La magia era una de las cosas que más deseaba, pero no estaba dispuesto a entregar una parte de mí. Si estaba destinado a dominarla, sería con mi esfuerzo, no regalada.

    – [James]Aprenderé, me lo…ganaré.[/James]

    – [Caitriona]Espero que tengas suerte y consigas lo que te has propuesto.[/Caitriona]- sonaba a mentira, pero permanecía estoica.- [Caitriona]La magia es una amante traicionera.[/Caitriona] – aquello último parecía una profecía o quizá una advertencia basada en su propia vida.

    Me quedé callado, incapaz de responderle, temí que me fulminara por osar rechazar su propuesta. – [Caitriona]Hasta siempre, James.[/Caitriona]- dijo ella, limitándose a irse de aquella cabaña y dejándome solo, esperando a que ofreciera sus tratos a todos los demás mientras yo le daba vueltas a la propuesta que acababa de rechazar.

  • HE VENIDO A HACER UN TRATO

    Jane – Laberinto

    ¿Tarde?

    En cuanto aparecimos en el laberinto, me preocupé. Ya no solo era raro estar tirada en la gravilla sin recordar nada. Es que encima no recibía los pensamientos de nadie y eso era mala señal.

    Me fijé en que Idris estaba unos pasos por delante y ni aún así me llegaba nada. Bueno, estoy mintiendo. Escuchaba algo parecido al silencio de radio, era como si los pensamientos quisieran llegar pero alguien los estuviera desviando, quizás el propio laberinto.

    – [Jane]Idris, no esperaba coincidir contigo[/Jane].- le dije de forma cordial acercándome a él. Me encantaba su sentido de la moda, aunque quizás vistiera bien porque su familia tenía dinero. Ese día llevaba una camisa de flores sobre una camiseta blanca, unos vaqueros desgastados con algo de campana y unas deportivas de color rojo de marca.

    – [Idris]Eh, no tengo queja[/Idris].- se puso de pie y sacudió la tierra de sus pantalones. Tras eso, colocó el codo en la posición de saludo que se había extendido durante la crisis del Covid-19 y se lo devolví. Como los dos llevábamos capas de ropa, mi poder no podía dejarlo frito.

    – [Jane]Espero que lo que nos viene encima no sea horrible[/Jane].- imité el meme de Titus Andromedon rezando e Idris se rió.

    – [Idris]Será mejor cuando nos reunamos. Separados en este laberinto las cosas no acabarían bien para mí[/Idris]. – comentó empezando a caminar. – [Idris]Tu serías la protagonista inteligente y tenaz, estás a salvo. Yo, negro y divertido…[/Idris]

    – [Jane]Y encima soy…ya sabes: seguro que llego hasta la última escena[/Jane].- me encogí de hombros y agaché la vista para que no viera que me estaba avergonzando.

    – [Idris]No me digas. Asumí que tú y Coquito os conocíais mejor[/Idris].- creo que ya lo he contado, pero cuando estábamos en el instituto todo el mundo asumía que estábamos liadas y quién sabe lo que habría pasado si hubiéramos podido tocarnos, pero eramos solo amigas.

    – [Jane]No soy su tipo[/Jane].- mentí entre risas. No hacía falta ser telépata para saber que hubo en época en la que le había gustado a Elle, pero Idris no tenía por qué saberlo todo.

    – [Idris]Yaaa, claro[/Idris] – pues a lo mejor no mentía tan bien.- [Idris]Xander ya se te puede arrimar. Ya no tenéis excusa[/Idris].

    – [Jane]Eh… vamos a dejar de hablar mi vida… íntima[/Jane].- le pedí colocándome el pelo detrás de la oreja y llevé las manos al laberinto para ver cómo parecía estar vivo. Vale, las plantas están vivas, pero esto era como si fuera inteligente.

    – [Idris]No seas tan cohibida, mujer. A ti te gusta Xander y a mí Ellie. No pasa nada por hablar de eso, somos humanos y no voy a andar detrás de ti por saber que también te interesan esas cosas[/Idris].

    Mientras hablaba, asentí pero me daba vergüenza igual. Los Williams no hablábamos de cosas personales. Se nos daba mejor cenar pizza en silencio delante de la tele.- [Jane]¿Elle y tú ya lo habéis hablado?[/Jane]

    – [Idris]La verdad es que no[/Idris]. – se lamentó. – [Idris]No será por falta de ganas y creo que es mutuo pero es como si no se atreviera, ni a tener claro qué somos[/Idris].

    – [Jane]Ella es así[/Jane].- el laberinto se iba cerrando a nuestro paso, pero aún así, eché en falta migas de pan para marcar el camino.-  [Jane]No le gusta darle muchas vueltas a las cosas. Puede que no se haya planteado que podéis ser algo más, porque en la práctica ya lo sois[/Jane].

    Él se quedó sin palabras.- [Idris]Oye, ojalá sea verdad y no se canse de perseguirnos como el gato y el ratón[/Idris].

    –  [Jane]Aún así y viendo que pareces… afectado[/Jane].- tragué saliva. ¿Por qué tenía tantos problemas para habalr de sentimientos? – [Jane]Puedes intentar hablar con ella y decirle cómo te sientes[/Jane].

    – [Idris]Me gustaría tener tiempo. Ya van dos veces que intentan matarnos en una semana y esto no parece muy prometedor[/Idris].

    – [Jane]La dura vida heroica[/Jane].- dejé escapar una carcajada amarga y seguimos andando sin saber bien hacia dónde. No escuchábamos a nadie del grupo y las orbes parecían no funcionar.

    – [Idris]¿Estarán bien la Kvasir y nuestras cosas?[/Idris] – Idris interrumpió mis pensamientos, pero lo agradecí.

    – [Jane]Quieres más a esa nave que a tu madre[/Jane].- tercié.

    – [Idris]Eh, no, mi madre es una bendita santa, la echo de menos[/Idris].- sonreí al escucharle hablar así.- [Idris]Pero, si nos quitan el único hogar que tenemos… será mucho peor[/Idris].

    – [Jane]Tu madre me parece una señora estupenda[/Jane].- admití con cierta envidia.- [Jane]Siempre me ha gustado la historia de cómo se unió al grupo. Era un poco como Carlisle Cullen[/Jane].

    – [Idris]Hay que tenerlos muy bien puestos para ser un vampiro y que no se te vaya la cabeza[/Idris]. – asentí dándole la razón. – [Idris]Y cambió su vida por mí[/Idris]. – cuando hablaba de su familia, sonreía. A mí me daban ganas de aporrear algo. – [Idris]Pero no dirijas todo hacia mi. Xander y tú qué, ¿eh?[/Idris]

    – [Jane]Nos llevamos bien[/Jane].- me tensé.

    – [Idris]¿Cómo de bien?[/Idris]

    – [Jane]Mejor que hace unos meses[/Jane].- aguanté con estoicismo.

    – [Idris]Anda confiesa, quieres hacer pequeños héroes con el ceño fruncido y pelo dorado[/Idris].- me dio un codazo.

    Durante una fracción de segundo, la idea de tener algún hijo o hija con Alexander, se cruzó por mi mente, pero la deseché.- [Jane]No creo que tenga hijos o hijas nunca. No quiero cometer los mismos errores que mi padre y mi madre[/Jane].

    – [Idris]Mujer, tus padres no habrán sido unos fieras criándote pero tú tienes que decidir tu vida sin mirar hacia ellos[/Idris]. – aseguró – [Idris]Serías la mejor madre del mundo, casi tanto como la mía, estoy seguro[/Idris].

    Noté cómo un nudo se formaba en mi garganta.- [Jane]Gracias, Idris[/Jane].- carraspeé.- [Jane]Bueno, ahora cuéntame cómo te vas a llevar la Kvasir a la Tierra, porque sé que lo has pensado[/Jane].

    – [Idris]Pieza a pieza si hace falta. Confío en que si pasamos también las pruebas me lo ofrezcan de regalo[/Idris].

    – [Jane]»Bueno, Idris»[/Idris].- puse una voz grave.- [Jane]»Puedes elegir entre la paz mundial o esta caja en la que puede que esté o no la Kvasir»[/Jane].

    – [Idris]Espero que no me pongan a Coquito en pelotas, porque no tengo la mente fría[/Idris].- pidió.

    – [Jane]Ahora tengo la imagen mental de Elle en pelotas[/Jane].- me puse un dedo en la sien.

    – [Idris]Ni que fuera nueva[/Idris].- sonrió.

    – [Jane]No sé qué fics has estado leyendo en Infinipad, pero en serio te digo que nunca nos hemos enrollado[/Jane].- no sé si era consciente de que no podía tocar a nadie.

    – [Idris]Ya, la mitad de las cosas que digo son inventadas para no afrontar que este sitio me pone los pelos de punta[/Idris]. – me enseñó su brazo. – [Idris]Mi masculinidad no es tóxica, estoy acojonado y como vea a un niño poseído o una vieja chunga me voy[/Idris].

    – [Jane]Te daría la mano, pero no quiero dejarte frito[/Jane].- al haberme pillado desprevenida, no me había puesto los guantes.

    – [Idris]Tengo recursos[/Idris].- su mano se cubrió de hielo y entonces, se la di. No es que fuera el tacto mas agradable. – [Idris]No aguantaremos mucho, pero con la cercanía espero sonsacarte algo más de lo tuyo con Xander[/Idris].

    Aparté la mano viendo que empezaba a quedarme pegada.-  [Jane]Shhh, no hables que creo que he oído a un niño chungo por ahí detrás de un seto[/Jane].- mentí.

    – [Idris]Calla, no invoques cosas chungas[/Idris].- me rogó.- [Idris]Si no cantas voy a empezar a gritar que quieres hacer cosas con Xander[/Idris].

    – [Jane]Pues ha llegado el momento de matarte[/Jane].- fingí acercar mi mano a su cara y él se recubrió de hielo.-  [Idris]Llevo practicando desde que vi a tu Dark Willow[/Idris]

    Me reí. La referencia era buena, pero errónea, aunque no le corregí. Willow se había acercado a la magia oscura por culpa del dolor. Omega, por el contrario, no tenía nada que ver conmigo.- [Idris]Jane quiere sexo salvaje con Xander…[/Idris]- canturreó.

    Iba a contestarle que no me afectaba, pero volvimos a perder la consciencia y cuando desperté estaba sola en una habitación sin ventanas, con un camastro y una palangana para hacer mis necesidades.

    – [Jane]No puede ser…[/Jane]- susurré y alguien tocó a mi puerta. No contesté, pero esa persona se dio por invitada y entró.

    Frente a mí había una mujer de unos treinta y pocos años, con el cabello negro y una toga romana.- [Caitriona]Hola, Jane[/Caitriona].- al escuchar mi nombre, me eché hacia atrás.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona].

  • CARAS OCULTAS

    COLE ROMAN

    LABERINTO, SELAS

    Tras apagarse la esfera, le conté a Zahra lo que sabían los demás y que nuestra siguiente parada era el centro del laberinto, no volvimos a hablar durante un largo rato. La observé mientras caminaba unos pasos más atrás que ella, viendo como registraba el suelo de piedras en el que yo no distinguía nada y dejaba marcas que seguro que solo reconocía ella.

    No tenía muy claro si era el destino lo que nos había reunido en el laberinto juntos o mero azar, pero de base parecía extraño reunir a dos personas que apenas se conocían. Aunque qué mejor momento que ese para empezar a hacerlo.

    – [Cole]He oído que eres buena rastreando. [/Cole]- le pregunté, acelerando el paso para ponerme a su altura.

    – [Zahra]Has oído bien.[/Zahra]- respondió. Repasé mentalmente lo que sabía de ella. No se me daba mal escuchar a la gente , pero lo que sabía y había visto de Zahra en ese rato me hacían pensar que no sería un interlocutor fácil, no parecía deseosa de hablar ni de estar acompañada, o quizá era que estaba acostumbrada a estar sola, como Ezra.

    – [Cole]También que eres una…dualidad. [/Cole]- dije buscando las palabras adecuadas. Dudaba que el mundo de Zahra estuviera muy avanzado en cuanto a lucha por los derechos, porque ni siquiera el mío lo estaba de manera uniforme. Había partes del mundo que habían mejorado bastante, como la nuestra, pero en otras seguía presente la fobia y en los más graves, la represión y el castigo. – [Cole]Conmigo puedes mostrarte como quieras y si necesitas algo, aquí me tienes[/Cole] – le ofrecí. No podía mostrarme como ningún «avatar» de la lucha por los derechos lgbt cuando yo mismo llevaba hasta hacía poco reprimiéndome y luchando por comprenderme. No era como Elle que siempre había  estado orgullosa de quién le atraía, o Dante, Idris y Owen que les daba igual. Yo estaba todavía en pañales en todo eso.

    – [Zahra]No soy exactamente una dualidad.[/Zahra]- puntualizó ella mirándome. Sus ojos oscuros me recordaron al otoño. No me había podido fijar hasta ese momento en lo preciosos que eran. – [Zahra]Yo soy yo y lo otro es la carga que tengo que llevar, pero puedes llamarlo como quieras.[/Zahra] – añadió. Una carga, así habría descrito yo hacía no mucho tiempo a un par de aspectos de mi vida.

    – [Cole]¿Pensáis por separado o sois uno solo? [/Cole]- pregunté, intrigado. No quería asumir de más y hablar de forma equivocada.

    – [Zahra]Es que…[/Zahra]- ella suspiró y por primera vez parecieron flaquearle las fuerzas y la vi cansada.- [Zahra]Yo…[/Zahra]- trató de decir.

    – [Cole]Bueno no le des importancia, preguntaba por hacer tiempo y conocerte un poco mejor. [/Cole]- resumí, tratando de ponérselo más fácil. – [Cole]Hace tiempo que estás en la nave y casi nadie sabe nada de ti[/Cole]. – fui sincero, hacía tiempo que descubrí que era lo mejor, no sé si para todo el mundo, pero sí para mí mismo.

    – [Zahra]Es que no se me da bien la gente.[/Zahra]- explicó ella.

    – [Cole]No pasa nada, no te presiones por mí.[/Cole] – repliqué. Si tenía que ir en silencio el resto del camino, así sería, pero tenía la sensación de que necesitaba conectar con alguien para estar  un poco más cómoda, y a mí ya me caía bien de primeras, así que era un buen comienzo. – [Cole]De todas formas soy medio serpiente, si quieres me saco la careta[/Cole] – no era algo que ofreciera a menudo precisamente. Supuse que lo había hecho para darle una muestra de confianza, pero en realidad, muy en el fondo, era consciente de que lo hacía para sentirme más cercano a otra persona mostrando lo que no me atrevía a enseñar a otros. Algo me había hecho pensar que ella lo entendería.

    – [Zahra]A ver, listillo.[/Zahra] – dijo ella, deteniéndose en un recodo del camino.

    Suspiré y relajé los brazos. Evitaba tanto la transformación que tenía que relajarme y concentrarme siempre para sacarla a relucir. Noté el cambio, apenas un instante, pero cuando abrí los ojos todo se veía diferente a través de los ojos de reptil. Abrí la boca para decir algo pero la cerré al darme cuenta de que mi lengua bífida podía resultar amenazadora.

    – [Zahra]Es…impresionante[/Zahra] – dijo ella. No se había apartado ni se había asqueado. Había reaccionado de una forma tan natural que volví a mi apariencia humana con una ligera sonrisa.

    – [Cole]Feo de narices quieres decir. [/Cole]

    – [Zahra]Las serpientes no son bonitas, pero aportan muchas proteínas en caso de necesidad.[/Zahra] – dijo ella. No supe distinguir si estaba bromeando o lo decía en serio. Parecía totalmente capaz de haberse comido unas cuantas.

    – [Cole]No pensé que si te escuchara hablar de comerme sería tan literal[/Cole] – reconocí, dejándome llevar por la broma, aunque en mi caso afloró la que mi tío Hiro llamaba la vena Villiers, el ligón interno que solo necesitaba que la persona que tenía delante le gustase para salir.

    Ella agachó la cabeza, sonrojada.

    – [Cole]Perdona si te he ofendido, lo de ser de distinto tiempo…[/Cole] – me disculpé. No sabía demasiado de historia y si a eso le sumabas que su mundo era sobrenatural, viviendo bajo una urbe futurista, más difícil era adivinar cómo sería «cortejar».

    – [Zahra]No me has ofendido.[/Zahra]- respondió, volviendo a mirar hacia delante.

    – [Cole]Entonces olvídate de la disculpa.[/Cole] – añadí con una sonrisa. – [Cole]Te he enseñado la mía, ¿Me enseñas la tuya?[/Cole]

    – [Zahra]Sí.[/Zahra]- dijo casi en un susurro. Nos detuvimos de nuevo y la observé mientras «transicionaba». Había algo en su cambio distinto al mío, parecía más natural, cada detalle transformándose delante de mí.

    –  [Cole]Es curioso, hay un rato que pareces los dos a la vez.[/Cole] – observé. Su otro aspecto era guapo también, sus ojos eran un poco más oscuros, pero igual de penetrantes. Mantenía algo que me recordaba a Zahra, quizá la estructura del rostro, unos pómulos que le daban tanto atractivo como a ella. – [Cole]Sois guapos, de eso no tendrás queja[/Cole] – dije, maravillado.

    – [Zahra]Eh…gracias.[/Zahra] – respondió.

    – [Cole]No las des. Solo te digo la verdad. [/Cole]- le devolví una mirada cargada de significado.

    Delante de mí volvió a ser Zahra y me miró de reojo. – [Zahra]No deberías mirame así.[/Zahra]

    – [Cole]Si te molesta no lo hago más.[/Cole] – respondí sin tomármelo mal. La asertividad era algo que había que valorar más. Yo lo hacía, me había sacado de un pozo muy negro.

    – [Zahra]No es eso.[/Zahra]- trató de explicar.- [Zahra]Es que conmigo no…[/Zahra]

    – [Cole]¿Contigo no…?[/Cole] – pregunté, animándola a decirlo. Le costaba encontrar las palabras.

    – [Zahra]No soy una buena persona y no pertenecemos al mismo mundo.[/Zahra] – dijo al final. Nate me había hablado de forma críptica de su pasado trágico y de que Zahra vivía culpándose por ello, pero no había querido dar detalles sin que ella misma lo hiciera.

    – [Cole]No me pareces mala persona.[/Cole] – aseguré. – [Cole]Y de dónde venimos es mejor que no importe, porque si no todos viviríamos encerrados en las jaulas en las que nacemos[/Cole]- jaulas que a veces parecen palacios, pero que siguen evitando que salgas y seas de verdad tú mismo.

    – [Zahra]Soy mala persona.[/Zahra] – repitió. Parecía querer convencerse de ello, como si el hecho de que yo le dijera lo contrario fuera algo que no podía permitirse, como si ella misma se forzara  a cargar con un error para siempre.

    – [Cole]¿Por algo que estás haciendo ahora o por algo que hiciste?[/Cole]

    – [Zahra]Esto…[/Zahra]- señaló su cara, que me parecía de todo menos un error.

    – [Cole]¿Por ser diferente?[/Cole] – pensé que quizá en su mundo no estuviese bien visto. No me extrañaría, ni siquiera en mi mundo y en mi tiempo, cargado de etiquetas, sabría a qué correspondía. ¿Era una persona no binaria? ¿Una persona trans? ¿O era otra cosa? A mí me daba igual, en realidad, me identificaba como bisexual porque parecía que todo el mundo tenía que etiquetarse, pero para mí era más sencillo, al menos hoy en día. Me gustaban las personas, independientemente de todo lo demás.

    – [Zahra]No, hice un pacto y se saldó con su vida.[/Zahra] – por lo que decía entendí que su otro aspecto era anterior y que su rostro como Zahra el de una persona a la que había perdido, de una forma u otra. Quizá por eso prefería estar como Zahra, porque se avergonzaba de lo ocurrido.

    Asentí, encajando las piezas del puzzle con lo que me estaba diciendo y lo que Nate me había contado por encima. Sabía que su dualidad se debía a una maldición, eso si me lo había dicho, aunque no sabía nada de lo que había hecho para merecerla. – [Cole]No eres culpable si no sabías lo que iba a pasar.[/Cole] – no podía sentar cátedra, pero era lo que pensaba. – [Cole]Ahora mismo estar caminando por este laberinto podría significar la muerte de alguien, a cada paso, nuestro futuro puede cambiar. Si dudamos de cada error, nunca seguiremos adelante[/Cole] – añadí. No era ningún baluarte moral para dar lecciones a nadie, pero como el tío Hiro siempre decía, me gustaba dar una paz a las personas que yo mismo no me concedía. Ahora era más fácil, porque trataba de darme un poco de paz también a mí mismo.

    – [Zahra]Puede que tengas razón o puede que solo seas un necio que quiere llevarme al huerto[/Zahra] – replicó. Su mirada parecía tener una pizca de picardía, pero el dolor y la culpa que cargaba no la iban a dejar salir fácilmente.

    – [Cole]Valoro más a la gente que por un polvo Zahra, es normal que no lo sepas aún, pero ahora ya lo sabes.[/Cole]- le aclaré, no enfadado, si no con ganas de que me conociera. No iba a negar tampoco que la encontraba atractiva en cualquiera de sus aspectos, pero después de una juventud irreflexiva, ahora me gustaba más conocer a la gente antes. Me pasó con Ruby, nos conocímos bien en Kardas, vimos que no seríamos una buena pareja pero que sí podíamos tener sexo porque los dos los necesitábamos, y seguíamos siendo amigos. – [Cole]Yo la cagué muchas veces, cometí errores, intento enmendarlos, no soy la misma persona, no soy mis errores, soy quien yo decido[/Cole]

    – [Zahra]Yo prefiero ser mis errores y no olvidarlos nunca.[/Zahra] – no era quien para decirle que su forma de pensar era peor que la mía, pero sí podía ver que no era sana para sí misma, porque yo era el primero que había vivido una vida equivocada.

    – [Cole]Cambiarás, como todo.[/Cole] – había aprendido que algo esencial era adecuarse a que la vida no siempre será la misma, unas veces será de una forma y otras de otra diferente y hay que tratar de fluir con ella.

    – [Zahra]O tú.[/Zahra]- replicó, devolviéndome la sonrisa. Tenía una sonrisa muy bonita, con unos dientes blancos que no sabía cómo había mantenido, pero tenía que preguntar su secreto.

    – [Cole]Yo ya he aprendido un poco, soy terco y me costó mucho. [/Cole]- le expliqué. Mi «aprendizaje» era una época oscura y convulsa de la que no estaba del todo orgulloso, pero que tenía que aceptar como necesaria para llegar a quien era hoy en día.

    Zahra asintió mientras repetía una marca en el suelo. Era una suerte ir con ella porque así no tenía que vivir con el miedo constante a haberme perdido y estar dando vueltas en círculos.

    – [Cole]Te diré una cosa, a mi me caes bien. Me pareces buena persona.[/Cole]- reconocí, no tenía miedo a decirlo, confiaba en que no nos traicionaría a ninguno. – [Cole]Y eso que no sé ni tú apellido[/Cole] – pensé en voz alta.

    – [Zahra]¿Apellido?[/Zahra] – preguntó ella. No parecía conocer la palabra siquiera.

    – [Cole]Si, supongo que no teníais ahora que lo pienso. Yo me llamo Cole y mi apellido es Roman[/Cole] – le dije, sin saber si eso le haría alguna diferencia.

    – [Zahra]Yo soy Zahra.[/Zahra] – respondió.

    – [Cole]Como Cher, entonces a mi puedes llamarme Cole[/Cole]. – dije. No es que fuera un fan incondicional de Cher, pero me había gustado su canción en ‘Mamma Mia 2’, uno de mis placeres de la era plateada del cine.

    – [Zahra]¿Cher?[/Zahra] – preguntó, sin saber de qué leches hablaba, lógico para cualquiera que no fuera yo.

    – [Cole]Una cantante famosa en mi mundo. Si te vienes con nosotros te la enseñaré[/Cole]. – comenté.

    – [Zahra]No creo que pueda ir con vosotros.[/Zahra] – dijo ella.

    – [Cole]¿Poder o querer? [/Cole]- pregunté. No era lo mismo que no quisiera irse, algo razonable, que el hecho de pensar que no podría o que no se lo merecía.

    – [Zahra]Buena pregunta.[/Zahra]- admitió.- [Zahra]No se me ha perdido nada en vuestro mundo. Ni siquiera soy parte del grupo.[/Zahra] – aclaró. No le faltaba razón, pese a llevar quien sabe ya cuanto tiempo en ese lugar, muchos no teníamos apenas relación unos con otros porque habíamos vivido cada día con prisa, esperando el siguiente reto, deseando salir de allí. El tema era que de esa manera, desligados, lo tendríamos más difícil.

    – [Cole]Hasta ahora. Todavía nos queda camino y según dicen los Moondies estaban más unidos cuánto peor les iba[/Cole]. – expliqué. Aunque antes no conociera qué significaba la palabra Moondies, estaba seguro de que después de unos días en la nave ya sabría a qué nos referíamos. Cuando tus antepasados son héroes, corres el riesgo de vivir a su sombra. Por suerte, empezábamos a ver el sol.

    – [Zahra]Ya veremos si es verdad lo que dices.[/Zahra] – dijo ella.

    Asentí y sonreí una vez más mientras nos adentrábamos en el laberinto, conociéndonos un poco mejor.

  • POCO A POCO, PASITO A PASITO

    Ellie – Laberinto

    ¿Tarde?

    Si tuviera que explicar de alguna forma cómo me sentí, tendría que utilizar el símil de una siesta que se te va de las manos. Nunca me habían gustado las siestas, en parte porque mi herencia Arkkan provocaba que me sentaran mal. Pero tampoco le veía el sentido a dormir en mitad del día, salvo que estuviera enferma, cosa que nunca pasaba.

    Me desperté hecha un ovillo en el suelo y me incorporé con rapidez, quitándome la gravilla de la ropa, que dicho sea de paso no eran más que unos vaqueros y una blusa de florecitas. Vi que no estaba sola, pero Owen tardó un poco más en despertar y esperé sentada en el suelo.

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  • LAZOS FRATERNALES

    DANTE VILLIERS

    LABERINTO – SELAS

    No solo había perdido la oportunidad de volver a la Tierra si no que ahora en vez de la nave estábamos en un laberinto a punto de hacerse de noche. Cojonudo Dante, eso te pasa por querer salvarles el culo. Aunque estaba claro que si no hubiéramos aparecido, alguno no lo habría contado, Noah el primero. Si al que era rápido como una bala casi se lo llevan por delante, tenía miedo de lo que pudieran hacer cuando volvieran a por nosotros, y seguro que lo harían. Con ese despliegue en la luna no iban a rendirse tan rápido.

    – [Dante]Nos han jodido el regreso y ahora estamos en un puto laberinto[/Dante]. – dije, por romper un poco el silencio. Tampoco tenía la suerte de que me hubiera tocado con Chloe, pero en parte era bueno porque así no habría tentaciones. En su lugar había aparecido junto a Niall, para tener un tiempo entre hermanos de calidad.

    – [Niall] De buenos somos tontos.[/Niall] – comentó él, mirando hacia el cielo.

    – [Dante]¿Crees que podremos volver a intentarlo?[/Dante] – pregunté. Yo tenía clara la respuesta, aquella oportunidad no iba a pasar muchas veces y ni siquiera sabía si podríamos volver a la nave desde ese sitio.

    – [Niall] Primero a ver si salimos de este lugar, aunque nosotros lo tenemos fácil.[/Niall]- señaló mis alas. Tenía gracia que de tres hermanos – que se supiera –  dos tuviéramos alas de pájaro, aunque las mías iban fijas y sin cabeza de pájaro incluida y las suyas no.

    – [Dante]No es mala idea.[/Dante] – asentí y me preparé, no es que tuviera un punto de salto muy cómodo para ascender, no notaba corrientes y no estaba a una buena altura, pero al menos con mi físico de aesir podría pegar un salto y planear con esfuerzo hasta salir de allí. Lo hice, decidido a dejar ese sitio atrás y eché a volar. Al principio sentí triunfo pero en cuanto estuve en el cielo me sentí mareado y desorientado y acabé chocando contra el suelo. – [Dante] Puta magia de los cojones[/Dante]

    – [Niall] Gracias, lo necesitaba.[/Niall]- dijo entre risas. En su defensa admitiré que fue después de asegurarse de que estaba bien, pero en ese momento me daban ganas de lanzarlo contra el suelo.

    Me limpié la tierra y le miré. – [Dante] ¿Preferías que fuera yo primero no?[/Dante]

    – [Niall] Tú eres el que tiene las alas de serie. Yo tengo que cambiar, y no es agradable.[/Niall] – justificó. Me valía la respuesta para no tomármelo a mal.

    – [Dante] Pues por arriba no va a ser. Nos va a tocar caminar todo esto.[/Dante] – me quejé. Ese jodido laberinto no estaba hecho para atajos. Si con todos los que éramos habían podido dividirnos en parejas en puntas separadas del laberinto sin que pudiéramos escucharnos, eso significaba que aquél sitio era grande de narices. Así que nos esperaba una buena caminata. Todavía conocía poco a Niall, me había enterado de que existía poco antes de venir a esta película con viajes en el espacio-tiempo, así que de él no se podía decir que supiera mucho. Pensándolo bien, había mucha gente de la nave a la conocía menos incluso, habían sido unas semanas intensas. – [Dante] Nunca viste a Logan ¿no?[/Dante] – le pregunté, empezando por lo que teníamos en común.

    – [Niall] No. Solo sé de él lo que me contó mi madre y lo que he oído del resto.[/Niall] – admitió. Parecía indiferente, sentí un poco de envidia, no sé si por no conocerle o porque ser su hijo no me afectara.

    – [Dante]Llevo casi tanta vida sin él en mi vida como con él.[/Dante] – expliqué. No sabía cuánto conocía Niall de la historia, no es que Cole y yo hubiésemos tenido muchas opciones de ponernos al día tampoco. – [Dante] No es mi persona favorita pero cuando estaba con mi madre… si hubiera sabido de ti te habríamos conocido. Ella le habría convencido[/Dante] – aclaré. Con mi madre era pasable, por desgracia, y esto es algo que solo admitiré ante vosotros, si algún día desenterráis y os ponéis a leer esto, de pequeño a veces le imitaba. Fue siendo más mayor, después de morir ella y de que él se largara, cuando empecé a acumular todo lo que odiaba de él. A veces pensaba que sería mejor no volver a verle, porque temía que la persona horrible que había dibujado en mi mente no lo fuera tanto. Necesitaba aferrarme a alguien al que culpar.

    – [Niall] Lamento lo de tu madre. Parecía un encanto de mujer.[/Niall] – en mi mente se dibujó una imagen algo difusa, recompuesta por las fotos de ella que había visto una y otra vez, por sus anuncios. Siempre sonreía, eso era algo que me sorprendió cuando ya no estaba.

    – [Dante]Era especial. Toda la alegría que tenía se fue con ella. [/Dante]- confesé. – [Dante] ¿Y tú madre?[/Dante] – pregunté. No sabía nada de la madre de Niall ni de casi nada de su vida antes de venir a Moondale.

    – [Niall] Crecí con ella en una autocaravana al lado de la cafetería en la que aún trabaja. No vivíamos con grandes lujos, pero nunca me faltó su cariño.[/Niall] – replicó. Era cierto que a Niall se le notaba que no venía de una familia de mucho dinero. La mía tampoco había tenido para tirar cohetes ni cuando estaba mi madre. Sus anuncios y sus trabajos daban para pagar la casa y el taller que le puso a Logan, pero para cuando todo hubiese dado frutos, ella fue asesinada, él se largó y el dinero que nos hubiera hecho estar más desahogados se fue con ellos. Cuando me fui a vivir con los Echolls lo noté, lo primero en lo que lo hice fue en la comida, pero las diferencias estaban en todas partes. Ya no solo por dinero, si no porque sus padres trabajaban juntos por el bien de todos. También es verdad que en su caso padres eran tres.

    – [Dante] No le necesitabas a él. Mira que bien has salido comparado conmigo.[/Dante] – comenté. Era una persona alegre y la mayor parte del tiempo estaba con sus cosas sin molestar a nadie. Era bastante fácil convivir con él. Y eso no podía decirse de todos en la nave.

    – [Niall] Tú tampoco has salido mal. Seguro que te pareces más a ella que a él.[/Niall] – supe que intentaba animarme, pero dijo exactamente lo que necesitaba escuchar.

    – [Dante]Ojalá, pero no sé. Este otro poder parece como si me recordara que soy su hijo[/Dante] – como si la oscuridad que había en ser un Villiers se manifestara hacia el exterior.

    – [Niall] Que yo recuerde Logan no puede transportarse entre sombras. Y si lo dices por la oscuridad… Bueno, es tuya. Tú verás como la usas.[/Niall] – comentó.

    – [Dante]De momento sigue en el modo autobús de las sombras[/Dante] – admití. Supuse que podría hacer más, pero no iba a ser yo quien lo descubriera de momento. Mi don eran mis alas, esto otro era una maldición que me había caído.

    – [Niall] Mejor. No le des a actualizar cuando te salga la opción.[/Niall] – sonrió. Parecía que no estaba preocupado, como si fuera más hijo él de mi madre que yo.

    – [Dante]¿Y lo tuyo? Cuando atacaron a Henry lo escuchó toda la nave[/Dante] – pregunté. Por lo que sabía su poder estaba en su voz, como ‘Canario Negro’. Personalmente, siempre me había gustado más ‘Canario Blanco’ incluso sin poderes.

    – [Niall] Bueno, esa era la idea ¿No?. Casi matan al pobre chaval.[/Niall] – se encogió de hombros. Se rumoreaba que Henry tenía algún tipo de enfermedad y que aquél ataque casi nos deja sin el ingeniero oficial y a nivel personal, sin el que me mantenía entretenido mandándome soldar aquí y allá.

    – [Dante]Siempre te puedes apuntar a la ópera[/Dante] – bromeé.

    – [Niall] Si bueno, no me va ese rollo. Prefiero estar al fondo del escenario con mis instrumentos.[/Niall] – explicó. Así que si montaban un grupo en la nave todavía podía quedarse Amy de cantante.

    – [Dante] Envíame entradas gratis si alguna vez volvemos y te haces famoso[/Dante] – repliqué, mirando aquél cielo en el que a medida que avanzábamos parecía que se iban desvaneciendo las estrellas.

    – [Niall] Seguramente acabe dando clases por cuatro duros, pero gracias por tener fe en tu hermano.[/Niall] – desde luego no se podía decir que no tuviera los pies en la tierra.

    – [Dante]Con un padre de mierda tenemos que ser hermanos de diez[/Dante]. – pensé en voz alta, como si pronunciara una regla inviolable a partir de ese momento. Nuestra familia se había compuesto a trozos una y otra vez y se había vuelto a descomponer pero había algo que ya no nos podían quitar. Éramos hermanos y por mucho que nos uniera un apellido del que no estaba orgulloso, al menos nos teníamos entre nosotros. No estaba mal.