Moondale

Categoría: Valantis

  • UNA VORÁGINE DE PROGRAMAS DE TV

    Elle – Valantis

    Tarde

    Si algo había aprendido de mi familia, es que siempre hay que disfrutar de cada momento. Por eso, a mí la búsqueda esta del cerdo de marras más que un castigo me parecía un regalo. ¿Cuántas veces tendríamos la oportunidad de viajar a un conjunto de realidades que eran la versión condensada de la historia de la humanidad? Que sí, que nos podíamos morir en cualquier momento, pero a lo mejor a ti te atropella un día un coche volviendo del InfiniMarket después de haber comprado un paquete de rollos de papel higiénico. Cosas más raras se han visto, yo qué sé.

    Idris y yo nos cambiamos de ropa para adentrarnos en aquel estudio televisivo que parecía sacado del imaginario colectivo. Ya sabéis: dos columnas de hormigón, un letrero enorme, naves industriales y más gente que en la cola de Endless.

    Cuando salimos al exterior de la tienda, estudié nuestras pintas. Nos habíamos decantado por unos atuendos de lo más random: camiseta del estudio ‘Producciones Valantis’ y pantalones vaqueros. A Idris casi le da un síncope al descubrir que sus zapatillas no eran de marca. ¿Para cuándo una charla sobre la obsesión de mi Idris con las deportivas?

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  • LAS PROFECÍAS ME PONEN NERVIOSO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – VALANTIS

    Lo mejor de frustrarte en tu pisito de alquiler por no encontrar un portal a otro mundo tenía que ver con la noche loca para recuperarse del bajón. Alguna ventaja tenía que tener estar perdidos en unos años noventa de otro mundo en el que los los remake con los que habíamos crecido aún estaban en «make».

    Al día siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Era sábado y Elle se había dado la vuelta para seguir durmiendo, así que después de admirar su maravilloso culo, me levanté y preparé el desayuno antes de ponerme un capítulo de Dragon Ball.

    Para cuando Elle se levantó, Krilin había muerto un par de veces y ya había terminado la hora oficial de la televisión para niños. Cuánto habían cambiado las cosas que en el futuro ya no tenías que tragarte lo que te pusieran en los cuatro o cinco canales y en su lugar había televisión a la carta y canales solo para los pequeños de la casa. Y yo, claro.- [Idris]No soporto este canal.[/Idris]- dije mirando de reojo el supuesto programa de actualidad en el que se dedicaban a incitar el odio contra cualquier ser vivo. Que no fuera hombre, cis, hetero o blanco.

    – [Elle]No te gusta nada últimamente. Te estás amargando, Dris.[/Elle]- bromeó, dándome un beso en la mejilla. La estreché contra mí apoyando la mano en su cintura y miré esos ojos que parecían un mar en calma. A su lado las molestias de vivir en un tiempo intolerante parecían una nimiedad. Al menos eran los noventa y no cualquier época anterior.

    – [Idris]Demasiados anuncios. [/Idris]- repliqué sin separarme. – [Idris]Y ésta productora tiene que ser de un cerdo. No hacen más que meter problemas entre vivos y sombras.[/Idris] – añadí, quitándole el volumen. Sus palabras de odio eran muy parecidas a algunas que ya conocía, solo que dirigidas a otro colectivo. En este caso lo tenían aún más fácil, habían muerto, ¿por qué no iban a ser sus esclavos?

    – [Elle]Estás a nada de convertirte en la Rosa Parks de los señores de aquí.[/Elle]- dijo ella, dando un sorbo a su café matinal. Bien cargado, me había hecho un experto de la máquina de espresso que habíamos conseguido en una ganga. A falta de las comodidades del futuro, me había buscado la vida y ya me salían formas más o menos firmes con la espuma. Vale, mis corazones acababan pareciendo penes, pero la intención es lo que cuenta.

    – [Idris]Y señoras, que aquí hay una poquita de homofobia, machismo, racismo y sombrafobia.[/Idris] – técnicamente el racismo era un tema del pasado, sin embargo por mucho que aquí tuvieran la esclavitud de los Sombras, seguía siendo la época de los negros arquetípicos en televisión. Los graciosos, los de vida turbia relacionada con las drogas, los raperos…

    – [Elle]¿Sabes lo único que me gusta de este mundo?[/Elle] – comentó, levantando la vista de su desayuno.

    – [Idris]¿Idris el Guapo?[/Idris] – pregunté, sentándome a su lado para darle un beso en la mejilla. Apoyé los codos en la barra de la cocina y la miré. El piso que habíamos conseguido alquilar era pequeño y viejo, pero siempre lo recordaría como el primer sitio en el que habíamos vivido juntos.

    – [Elle]Que estás tú en él.[/Elle]- confirmó, guiñándome un ojo.

    – [Idris]Lo sabía.[/Idris] – le di un beso en los labios, podía notar el toque de chocolate que añadía a su café.

    – [Elle]Bueno, cómo salimos de aquí? Estoy cansada de vivir en Wandavision.[/Elle] – pensé en lo viejos que éramos, haciendo referencia a series que eran un éxito cuando nacimos, aunque aquí serían aún más años en el futuro que en nuestro pasado.

    Me apoyé más firme en la mesa, pensativo. Lo peor de pensar en irnos no era no saber cómo, si no ser consciente de que seguro que lo conseguíamos y tras vivir meses juntos, siendo por fin un «algo», cualquiera volvía a la Tierra a estar separados cada uno en la casa de sus padres. Pero tampoco me atrevía a plantearle eso. Oye Elle, he pensado que si salimos vivos de esta y atravesamos el espacio-tiempo hasta la Tierra podríamos irnos a vivir juntos. Visto en perspectiva no era lo más raro de nuestra situación.

    – [Idris]Lo único que no hemos probado es esto. [/Idris]- rebusqué en la chaqueta que había llevado el día anterior al trabajo y saqué un panfleto un poco más arrugado de como lo recordaba. – [Idris]No se parece a Melinda pero tiene buenas referencias.[/Idris] – aunque quizá no llorase igual de bien. Y pensar que 9-1-1 me parecía bizarro.

    En el panfleto aparecían unas constelaciones y superpuesta sobre ella en un estilo muy noventero, el nombre «Madame Vastra», junto al número de contacto y la dirección, oh, y una joya de correo: «madamevastra8@hotmail.com». De cuando todavía no había monopolio de Infinity.

    – [Elle]Pues vamos ahora mismo.[/Elle] – dijo levantándose de la silla, por suerte habiéndose terminado el desayuno, porque nada da más rabia que la forma en la que dejan la comida en la ficción para hacer cualquier cosa. ¿Es que nadie les ha enseñado modales?

    – [Idris]¿Me voy a tener que quitar la bata un domingo?[/Idris] – pregunté, con un poco de apego, se estaba tan calentito.

    – [Elle]Deberías, sí.[/Elle] – dijo dándose la vuelta y respondiendo a mi reticencia con una imagen de su espalda desnuda tras tirar la parte de arriba del pijama al suelo. Estúpido Idris, por qué eres tan básico.

    – [Idris]Es una pena, es muy suave, como si no llevara nada…. llevara nada.[/Idris] – dije siguiéndola mientras me deshacía de todas las prendas que podía rápidamente. – [Idris]llevara nada.[/Idris] – añadí contoneándome.

    Un rato más tarde. Bastante rato. Un par de horas más tarde al menos. El caso es que ya estábamos en la calle, vestidos para matar a la moda de los noventa. Eso sí, sin gorra, pero con colores y estampados que parecían sacados de la intro de ‘Salvados por la Campana’.

    Caminando por la calle del brazo de Elle me hacía ir más erguido de lo habitual y sonreír todavía más ampliamente cuando me cruzaba con caras conocidas, casi siempre del mismo tono de piel que yo.

    – [Elle]Es como vivir con Mahersala Ali.[/Elle] – me halagó, ya sabía que era mi ídolo de la infancia. El barrio en el que habíamos alquilado no era un sitio de ricos, si no el típico lleno de gente humilde.

    – [Idris]Soy un tío de barrio, que le vamos a hacer. [/Idris]- comenté saludando a DeShawn, que iba directo a abrir la peluquería. Solía ir allí a que me cortaran el pelo mientras me enteraba un poco del sitio en el que vivíamos y trataba de coger pistas para salir del mundo. Por suerte aunque estaba lleno de espontáneos que iban a dar charla, ninguno de ellos era Eddie Murphy haciendo chistes hirientes.

    – [Elle]De barrio rico.[/Elle] – puntualizó ella.

    – [Idris]Eh, la cuestión no es la pasta que tienes. [/Idris]- me defendí. Había tenido que pelear para que los del barrio dejaran de verme como el tío rico, ajeno a lo duras que eran sus vidas, sus luchas por conseguir salir adelante cuando el mundo no deja de ponerte la zancadilla porque ya has empezado la partida con saldo negativo. – [Idris]Soy negro, hasta de elfo, y estoy orgulloso. [/Idris]- afirmé. Me habría sentido un poco engañado si mis padres hubieran sido elfos claros. Hubiera tenido siempre la duda de si estaba haciendo «whitewashing» o «blackface».

    Ella asintió y me apretó la mano para darme apoyo. – [Idris]Cuando tu madre es blanca como la leche y tú padre negro como el café, la gente te intenta clasificar mucho, normalmente tirando hacia el latte. [/Idris]- admití sonriendo. Desde pequeño fui consciente de que mi tono de piel era más oscuro que el de cualquiera de mis padres, por suerte ellos fueron siempre sinceros y las cosas encajaron pronto. Pero cuando vi lo que hacía el mundo, decidí estar orgulloso de mi piel y mi herencia, sin dejar de estarlo nunca de mi maravillosa madre.

    – [Elle]¿De pequeño te dabas cuenta de esas cosas?[/Elle] – preguntó, intrigada.

    – [Idris]¿De qué era el negro oficial de mi colegio?[/Idris] – repliqué sin tapujos. Había tenido que lidiar con todo tipo de personas sin que fueran conscientes de que positiva o negativa, era discriminación igual. – [Idris]Sí, desde pequeño. Luego con Mike ya éramos dos pero él, ya sabes..[/Idris] – admití, suponiendo que todo el mundo se había dado cuenta.

    – [Elle]¿Él qué?[/Elle] – preguntó, mirándome.

    – [Idris]Es como un huevo Kinder, negro por fuera, blanco por dentro.[/Idris] – resumí, echándome a reír.

    – [Elle]No es gracioso.[/Elle]- defendió ella, negando con la cabeza mientras se aguantaba la risa. No pasaba nada, Mike había decidido vivir su vida tratando de ser ajeno a las diferencias. Era otra clase de lucha, nada que ver con mi perspectiva.

    – [Idris]¿Qué no? Todo lo que digo es: a) verdad y b) divertido. [/Idris]- repliqué frotando mi nariz con la suya.  – [Idris]Mike pasa del debate racial y yo intento aportar desde mi posición algo más privilegiada.[/Idris] – resumí. O al menos lo intentaba, desde aquí solo podía tener fe en que a los Drow les fuera bien. Mi lucha allí era más cercana a lo mundano, aunque terminara dándoles un propósito como luchadores contra el mal. Aquí, enfrentándome a entidades capaces de cumplir cualquier deseo o cambiar lo que desearan, me sentía insignificante.

    – [Elle]A lo mejor me he equivocado de hermano…[/Elle] – bromeó ella. Fingí mirarla mal. Era curioso que a la hora de la verdad las parejas de Mike tendiesen más a compartir su tono de piel mientras que a mí me daba igual.

    – [Idris]Eh, yo no discrimino y menos a alguien tan maciza.[/Idris] – alcé una ceja y le silbé, quizá demasiado alto porque ella pareció sonrojarse. – [Idris]Siento ponerme intenso es que en este mundo la policía me mira como lo hacían muchos antes de saber quién era mi padre.[/Idris] – aseguré. Hacía cinco minutos había empezado a caminar más despacio al cruzarme con un coche patrulla para que no pensaran que tramaba algo.

    – [Elle]Espero que nos vayamos pronto de aquí.[/Elle] – me apretó la mano y se pegó a mí. Por malo que fuese todo lo demás, estar con ella no tenía precio.

    – [Idris]Con lo bien que me lo estaba pasando jugando a las casitas, seguro que sí, tengo esa suerte. [/Idris]- suspiré, no quería que se acabara, pero tampoco iba a dejar que mi inseguridad nos lastrara. Todavía teníamos mucho que disfrutar en la Kvasir y en la Tierra, estaba seguro.

    En ese momento llegamos a la dirección. Era un edificio no muy nuevo. Nos acercamos al portal y llamamos al timbre. Subimos en un estrecho ascensor que me dio ideas lascivas, como casi todo en el mundo, y cuando salimos al descansillo vimos que una de las puertas estaba abierta y de ella emanaba un aroma a incienso y alguna hierba más que no reconocí. No era licántropo, ¿vale?

    Pedí a Elle que entrase ella primero porque mi masculinidad no es nada frágil y me daba miedo que la señora fuera  a descuartizarnos. Si era el caso, Elle estaba más cachas.

    La realidad que nos encontramos involucraba muchos tapetes de ganchillo, una tetera echando humo, un loro y dos o tres gatos.

    – [b]¿Venís para saber si será niño o niña?[/b] – preguntó una señora bajita, con aspecto de haber estado preparándose un té en lugar de planificar su engaño. De hecho en ese instante estaba . Al hablarnos no nos miró y parecía que no le interesábamos mucho.

    – [Idris]No, eso está decidido, vamos a tener octillizos, así seguro que hay de todo. [/Idris]- bromeé.

    – [Elle]Esto no va a salir bien…[/Elle]- murmuró ella. Entonces la señora se giró al escucharla y la miró fijamente.

    Caminó hacia nosotros renqueando un poco de una cadera. Bien, si resultaba ser un zombie o una bruja caníbal no iba a ser de las rápidas. Acercó una mano arrugada de dedos finos y tomó la de Elle, observando su palma.

    – [b]Niña, mi niña, tú si tienes un destino grandioso.[/b] – tiró de ella para sentarla al otro lado de una mesa redonda, sin soltarle la mano. – [b]Y terrible. En tu mano están las decisiones que guiarán uno u otro camino.[/b] – me acerqué a ellas y le puse una mano a Coquito en el hombro.

    – [Elle]Eh…Gracias.[/Elle] – comento respecto a lo primero, mientras se guardaba para sí la segunda parte, sin duda pensando en lo que Xander y Owen habían escuchado en Dagrknot acerca de los Vanir.

    La mujer se levantó y colocó una taza de su té hirviendo frente a Elle. – [Idris]Supongo que para mí no hay té.[/Idris] – me quejé. Fuera era verano puro, pero me sentía un poco abandonado.

    Ella me respondió fulminándome con la mirada. Su rostro estaba surcado de arrugas y sus ojos me atravesaron haciéndome creer que no era la típica embustera. – [b]Me gusta tu lengua ligera, pero cuidado con hablar de más. Los elfos oscuros habláis demasiado.[/b] – sentenció, sin apartar la vista de mí. Ahora sí que me acababa de creer sus poderes. Elle se terminó el té y la mujer cogió la taza para observar las hojas. – [b]Vuestro destino está lejos de esta tierra, cruzando un portal a otro mundo.[/b] – empezó a decir.

    – [Idris]No tendrás un GPS en esas hojas ¿eh?[/Idris] – bromeé, las profecías y el destino me ponían nerviosillo.

    – [Elle]¿Usted podría decirnos cómo cruzar el portal?[/Elle] – preguntó Coquito, siempre tan amable. La mirada asesina que me había dirigido a mí la Baba Yaga cambió a una más dulce, como si Elle fuera Caperucita y ella la abuela, la de verdad, no el lobo haciendo drag.

    – [b]Andando chiquilla.[/b] – y luego la vieja se quejaba de mí. – [b]Pero encontrar a su guardián y liberarlo, ah, eso es distinto.[/b] – puntualizó. Entonces todavía quedaba un portal activo, protegido por un guardián al que había que liberar. Hasta ahí, captado, pero si acabábamos de ayudar a vencer a Antailtire, ¿qué había sometido a un guardián ancestral del portal entre mundos?

    – [Elle]Muchas gracias.[/Elle] – que bonica era mi Coquito, siempre tan educada.

    – [Idris]¿Tenemos que seguir al conejo blanco?[/Idris] – si la experiencia de los Moondies nos decía algo era que la palabra guardián iba asociada a unos seres que hacían que la verdadera fantasía diese comienzo.

    – [b]Conejo no, cerdo más bien, o eso era antes de que fuera corroído por la oscuridad.[/b] – aclaró. ¿El guardián era un cerdo? ¿Íbamos a luchar con Porco Rosso? – [b]No veo que será ahora, pero sí qué hace.[/b] – añadió, igual de críptica. Por eso las profecías me ponían nervioso, porque acababan siendo un galimatías en el que podías terminar entendiendo cualquier cosa.

    – [Elle]¿Y qué hace?[/Elle] – menos mal que estaba Coquito para ir al grano.

    – [b]Tejer sus mentiras y manipular.[/b] – ¿Un cerdo araña? – [b]Y aquí ha encontrado su sitio.[/b] – cogió el mando de la televisión y puso una de las tertulias que tanto detestaba, en ese momento alguien estaba soltando una perla de por qué las mujeres no eran buenas teniendo Sombra a su cargo. Espera, ¿estaba diciendo que el guardián cerdo tenía algo que ver con el programa?

    – [Idris]¡Sabía que era un cerdo![/Idris] – grité sin darme cuenta.

    – [Elle]¡Vamos! Muchas gracias por ayudarnos.[/Elle] – replicó Ellie levantándose.

    – [b]Cuidado pequeña Vanir. El poder es un arma de doble filo.[/b] – replicó la mujer levantándose. – [b]Y atenta a los más cercanos, pueden no ser quienes creemos.[/b] – ya sabía yo que no nos íbamos a conseguir marchar sin un mal augurio.

    – [Idris]No podía dejarnos ir sin una profecía chunga.[/Idris] – dije mientras bajábamos en el ascensor. Coquito se había quedado pensativa, así que intenté distraerla. – [Idris]¿Sabes dónde producen esto? [/Idris]- en casa habría sido tan fácil como buscarlo en Infinity pero allí no me apetecía ir a un sitio con internet para conectarme.

    – [Elle]Este pueblo no es muy grande.[/Elle]- respondió tirando de mí para salir a la calle. Al menos parecía más animada, cuanto más vueltas le diese a las palabras de la vieja, mejor, bastantes mal rollo le daba ya su legado maldito.

    Después de un par de calles, encontramos una tienda de electrónica de esas que solo podía haber en el pasado, donde varias televisiones estaban sintonizadas en el programa de Babe el guardián valiente. Le señalé a Coquito las imágenes.

    – [Idris]Y aun así seguro que toca irse lejos.[/Idris] – cinturones de tachuelas, mechas, bronceado falso, chándal, vaquero y ombligos al descubierto con piercing evidentes. Solo podía ser una época. – [Idris]Esa ropa, esos gritos, ese cringe y esas locuras… tiene que ser en los 2000.[/Idris]

    – [Elle]Prepárate para los pantalones cagaos.[/Elle] – replicó ella, sonriendo. Tocaba preparar un viaje a los 2000, que al parecer eran la cuna de la telebasura que tanto gustaba en los 90. Ya podían haberse fijado más en los 80 o en su propia época. ¿Veis? Por eso las décadas del siglo veinte tienen que jugar separadas. Moraleja, no juguéis con el espacio-tiempo.

    – [Idris]¿Me tiño el pelo de rubio y me pongo un montón de piercing?[/Idris] – evidentemente estaba pensando en la película biográfica sobre Dennis Rodman y sus clásicas pintas.

    – [Elle]Por favor.[/Elle] – respondió ella.

    Con la esperanza de su sonrisa como último recuerdo bonito en mi mente, saqué la brújula y le eché todo mi espíritu. Si alguna vez iba a funcionar y a entenderla en ese maldito Cúmulo, sería esta. Y sí, di un salto al ver un punto a lo lejos, tenue, difuminado, eso explicaba por qué no lo había visto otras veces, porque apenas estaba activo.

    – [Idris]Venga, tenemos un cerdo totémico que liberar.[/Idris] – y como no podía ser menos, en lugar de echar a correr, después de darle un beso bien largo, la arrastré a una tienda de ropa porque cualquier excusa era buena para comprarse un disfraz.

  • NO SE PUEDE ESTAR A TODO

    Ellie – Brand-New San Francisco, Valantis

    Tarde

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    +12. Connotaciones sexuales, racismo, ideología de los 90.

    Aquel día solo necesité un par de intentos para encender la cocina de gas y colocar en el fuego la olla en la que iba a cocinar unas lentejas. Cuánto glamour desprendíamos. Solo me faltaba cardarme el pelo un poco más y remover mientras me fumaba un pitillo y ya sería una Peggy Bundy cualquiera.

    Giré la vista a mi alrededor y posé los ojos en el calendario. Dieciséis de octubre de 1995. Llevábamos aquí tres meses y aún me costaba acostumbrarme al olor a aquel combustible fósil que en el futuro ya había desaparecido, pero claro, en 1995 había pocas más opciones.

    Eché un poco de aceite y empecé a pochar una cebolla. De la radio salía una canción que me sonaba. La escaneé con mi InfiniBand que funcionaba con lo que había almacenado en su memoria y luz solar y resultó ser ‘Let Me Entertain You’, de Robbie Williams. No era el primer anacronismo con el que me encontraba, puesto que la canción era de 1997, pero eso explícaselo al Antailtaire.

    Suspiré. En cualquier momento aparecería Idris y dejaría de sentirme como un hámster enjaulado. En los 90 no estaba mal visto que las mujeres trabajasen, pero yo solo había encontrado algo a tiempo parcial como niñera de mis vecinas. Además, me costaba relacionarme con gente que veía bien la esclavitud de sobrenaturales, aunque tenía que ser cordial si no quería llamar la atención.

    Dejé la cebolla pochándose y las primeras notas de ‘When you’re gone’ de Bryan Adams empezaron a inundar el piso. 1998. Antaltaire no daba una o quizás solo quería sacarme de quicio. Madre mía, estaba empezando a volverme paranoica o tal vez, eso era lo que él quería…

    Sin darme cuenta, empecé a bailar. Me fijé en lo ridículo de mi ropa: pantalones vaqueros anchos, cinturón enorme, unas Air Jordan en blanco y una camiseta que decía FANTA metida por dentro. ¿En qué momento me había convertido en un extra de «Salvados por la Campana»?

    Baby when you’re gone
    I realize I’m in love
    Days go on and on
    And the nights just seem so long

    El pequeño apartamento que habíamos conseguido gracias a la nómina de Idris me recordaba al de Monica en Friends: la cocina y el comedor formaban una única estancia atascada de muebles con alfombras y sofás por doquier, así como una televisión de las de culo grande que te valían de repisa. Después, teníamos un baño con bañera (un lujo que en esta época no se consideraba un despilfarro de agua) y un dormitorio con una cama de matrimonio en la que, obviamente, dormíamos juntos. Sí, sí, ya sé lo que vais a decir.

    Una vez terminó la canción, me fui a continuar con las lentejas y en ello estuve hasta que la puerta se abrió y apareció él con una camiseta, unos vaqueros y, claro está, otras Air Jordan.- [Idris]Cariño ya estoy en casa[/Idris].- con su InfiniBand hizo que sonaran unas risas enlatadas.

    – [Elle]¿Qué tal la mañana?[/Elle]- pregunté dándole u abrazo.- [Elle]¿Tú es que no tienes frío?[/Elle]

    – [Idris]Sin parar de hablar. La gente tiene Cheers y el bar de friends muy presente[/Idris].- se encogió de hombros.

    – [Elle]A mí esta tarde me traen a los gemelos[/Elle].- comenté tendiéndole el mantel de cuadros para que pusiera la mesa.

    – [Idris]¿La cigüeña?[/Idris]- alzó una ceja.

    – [Elle]Ya te gustaría[/Elle].- coloqué las cucharas encima de las servilletas que él había puesto.

    – [Idris]Tengo madera de padre. Me lo dicen mucho, feminismo caduco y eso[/Idris].

    – [Elle]¿Sigues encontrándote con racistas?[/Elle]- me senté y él colocó la ensalada en el centro, para acto seguido, servir las lentejas.

    – [Idris]Mmm…espesitas. Estás hecha una crack de la cocina[/Idris].- me colocó el plato delante.- [Idris]En esta época todavía no lo son[/Idris].- en cuanto tuvo su plato, se sentó.

    – [Elle]Se te ha olvidado el pan[/Elle].- hice un gesto con la mano para restarle importancia.- [Elle]Ah, es verdad. El racismo empezó en 2008, como la crisis del capitalismo[/Elle].

    – [Idris]Estamos en pleno boom de series poc pero llenar de cliché, o de acosadores[/Idris].- eché un poco de agua en cada vaso y cogimos las cucharas para comer.

    No dijimos nada en un rato. El silencio solo lo rompía la vieja radio en la que sonaba ‘Bitch’, de Meredith Brooks, 1997.- [Elle]¿Crees que volveremos?[/Elle]

    Él se metió una cucharada casi sin haber tragado la anterior y, cuando pudo, habló.- [Idris]Sigo intentando conseguir información, lo que sea, chismes de un loco que haya cruzado a otro mundo[/Idris]. – parecía sentirse culpable y no lo era. – [Elle]Nada. La gente solo habla de la liberación de los sombras[/Elle].

    – [Elle]Esta mañana han vuelto a venir para venderme a un vampiro de compañía[/Elle].- reprimí un escalofrío.- [Elle]Están buenas, pero yo creo que les falta un poco de sal. A lo mejor debería comprar Avecrem. En esta época aún no se sabe lo malo que es[/Elle].

    – [Idris]También nos miran cuando vamos por la calle[/Idris].- me recordó.- [Idris]Y déjate de Avecrem que el glutamato me da dolor de cabeza[/Idris].

    – [Elle]Ya te gustaría que fuera tu sombra[/Elle].- riéndome, pinché un poco de tomate de la ensalada.

    – [Idris]Si incluye favores sexuales por mí bien[/Idris].

    – [Elle]No me quedará otra que envenenarte con Avecrem[/Elle].- fingí una risa malvada.

    ***

    Quedaba poco más de media hora para que llegaran los gemelos e Idris había estado en el sofá trasteando con su brújula en vano.- [Elle]Nada, ¿verdad?[/Elle]- pregunté abrazándole desde atrás.

    Él negó con la cabeza. – [Idris]Lo siento, vida[/Idris].

    – [Elle]Eh, ni se te ocurra culparte[/Elle].- le di un beso rápido en el cuello.- [Elle]Lo peor que puede pasar es que nos quedemos aquí los dos para siempre[/Elle].- susurré.

    – [Idris]Uh, qué pesadilla[/Idris].- tiró de mí hasta que caí en el sofá.

    – [Elle]Deja de hacerte el forzudo que te recuerdo que puedo cogerte en volandas[/Elle].- le recordé riéndome y me acomodé tumbada con la cabeza en su regazo.

    – [Idris]Seguimos teniendo estos souvenir[/Idris].- sacó la esfera. – [Idris]Entre nosotros funciona, así que tiene que ser porque los portales están cerrados[/Idris].

    – [Elle]Confío en que se abran y si no, viviremos aquí hasta que la muerte nos separe[/Elle].- fingí que me daba igual. Me encantaba vivir con Idris, pero echaba de menos a mi familia y a Jane.

    – [Idris]¿Voy a ser un Echolls?[/Idris]- abrió mucho los ojos.

    – [Elle]Ya veremos[/Elle].

    – [Idris]Yuju, solo ha hecho falta viajar en el espacio tiempo y quedar anclados en los noventa para estar comprometidos[/Idris].- me besó en los labios.- [Idris]Mmm…lentejas[/Idris].- bromeó.

    – [Elle]¡Oye, que yo me lavo los dientes con Binaca![/Elle]- me defendí.- [Elle]Además, ¿quién está hablando de casarse? ¿Ya estás con las ideas raras de los noventa?[/Elle].

    – [Idris]Es la segunda temporada, o avanzamos o la audiencia nos deja de mejores amigos[/Idris].- me hizo cosquillas y manoteé para que parara, pero flojito que no quería ir al hospital.

    – [Elle]»Siempre he querido tener un mejor amigo negro»[/Elle].- imité una voz conocida.

    – [Idris]Y desde ese día me hago el sordo en el súper[/Idris].- confirmó.

    En ese momento, sonó el timbre e Idris se preparó para ir a trabajar mientras yo iba a abrir la puerta.

    Si hubiéramos estado atentos, habríamos visto un punto iluminado en la brújula.

    Pero no se puede estar a todo.

  • ABANDONADOS

    5X01 – ABANDONADOS

    DIARIOS DE DESTINO

    Con un último grito, la chispa de Antailtire se desvaneció del Cúmulo Nexus y con ella, los residuos de su magia, buena y mala. Los hechizos protectores que mantenía sobre Dyavol se atenuaron y el mal que tanto tiempo había estado recuperando poder se liberó al fin, alzando sus tentáculos sobre los otros trece mundos.

    Cuando la oscuridad se cernió sobre todos, los portales se cerraron y con ellos, las esferas Daë se quedaron en silencio. Los mundos habían sido aislados.


    NARA

    El sol estaba en su cénit cuando dos barcazas cruzaron la garganta de Takachiho en dirección a la aldea oculta. Cole admiró la catarata frente a ellos, por muchas veces que la contemplase, no dejaba de sorprenderle. Niall, detrás de él, parecía más absorto en sus pensamientos. En la segunda barcaza, Zahra remaba en silencio, vigilando sus espaldas.

    Habían pasado dos meses desde que los tres habían aparecido en las orillas de la aldea. Las heridas se habían curado hacía ya semanas, las físicas, al menos. Y mientras tanto, habían tenido que acostumbrarse a una vida muy distinta, sin saber si los demás habían corrido una suerte similar o eran los únicos supervivientes.


    KOURAS

    El forajido conocido como Jimmy el Rápido era fiel a su apodo. En apenas unos segundos desenfundó sus Colt y disparó hacia el sheriff hasta vaciar ambos tambores. El hombre, al que apodaban «El Mestizo», cayó al suelo, con su camisa teñida de la sangre que manaba de los agujeros de su pecho.

    Jimmy sonrió y lanzó un grito, dispuesto a tomar la ciudad de Bandera junto a sus muchachos. Pero algo raro pasaba, el ayudante del sheriff seguía montado en su caballo, sin moverse. Había quien decía que tenía una pata metálica, aunque seguro que lo que no podía era moverse y por eso Henry el Silencioso seguía ahí.

    Exactamente un minuto y cuarenta segundos después de ser disparado, el sheriff Ezequiel se levantó, aún con la camisa cubierta de sangre y sin ningún orificio de bala. Diez minutos después la banda de Jimmy iba de camino al calabozo de Bandera, cada vez más lleno.


    KARDAS

    El herrero martillaba la última espada que le habían encargado. Cuando terminó de darle forma, la agarró con las pinzas y la metió en el balde para enfriarla. No estaba mal, había mejorado y aunque no era su pasión, le daba de comer y le permitía mantener la cabaña.

    Estaba empaquetando el encargo cuando un muchacho se acercó y se quedó mirándole. No era la primera vez que le veía merodear por allí. Sabía por la gente que iba y venía, hablando de más sin que él quisiera escuchar, que el niño era un huérfano cuyos padres habían muerto a manos del Rey Christian el Cruel. No necesitaba chismes para saber qué buscaba el niño.

    – [Dante]Vete, chaval, aquí no quedan héroes.[/Dante] – el niño echó a correr y él no tuvo tiempo a sentirse mal, porque se encontró con la mirada de reprobación de Chloe.


    KARNAK

    Tras la desaparición de la Gran Diosa Hathor, los teriántropos adorados como viejos dioses lucharon por sus viejas sedes de poder, dominando ciudades que en algunos casos terminaron enfrentadas entre sí. La gente de a pie fue la que más sufrió, cayendo en las luchas sin fin o entregando su vida a la creación de monumentos para sus dioses, que buscaban recuperar el tiempo perdido.

    No todo habían sido desgracias, algunos viejos y dioses y diosas trajeron prosperidad a sus pueblos. Contaba la leyenda que poco después de la desaparición, uno de los viejos dioses benevolente se había instalado cerca de la orilla del río. Decían que él tenía cabeza de pantera y era dios de la medicina y su diosa dominaba las aguas con su piel escamada. Para ello solo había que encontrar la ciudad de Bubastis.


    DAONNA

    Una bandada de velociraptor estaba tratando de rodear y capturar a su presa. El demonio de piel aguamarina al que perseguían no parecía muy fácil de comer, pero había entrado en su territorio y el grupo tenía hambre.

    Acecharon en la maleza y aceleraron para perseguirle cuando fue consciente de su presencia y echó a correr. El ser no era especialmente rápido, en varias ocasiones estuvieron a punto de darle una dentellada y ya estaban más cerca de encerrarlo en el desfiladero que había unos metros más allá. El demonio siguió corriendo, ahora cada vez más y más rápido, dejándoles atrás sin frenar hasta que apoyó un último pie en el borde del desfiladero y dio un gran salto al otro lado.

    Volvió al lago rosa cargado con una bolsa de gigantescos frutos salvajes que le recordaban a una mezcla entre melocotón y coco. De un paso a otro, la verde pradera y la playa a orillas del lago dieron paso al paseo de una gran ciudad. Había entrado en los dominios del poder de Lexie, ya estaba en casa.


    TERRA

    Dresden estaba siendo reconstruida, una ciudad pacífica en mitad de un conflicto que aún no había terminado de solucionarse. El viajero y la viajera, ocultos tras sus capuchas, cruzaron la plaza sin detenerse a admirar las vistas. Su misión era más urgente y aquella no era más que una ciudad de paso.

    Habían ido de una a otra, durante meses, tratando de poner su parte para minimizar todo el daño que había hecho la guerra e intentar que no volviera a ocurrir, por mucho que algunas partes estuvieran a punto de volver a estallar. Al menos, esta vez no había una mano invisible controlando que esa guerra perdurase. Había esperanza.

    Descansaron a comer algo de lo que llevaban en sus petates y mientras Robin usaba su magia para predecir el próximo punto débil para la paz, Ezra volvió a intentarlo. Una vez más no consiguió llegar a nadie. O habían desaparecido todos o algo ocurría con las esferas Daë.


    VALANTIS

    Idris soltó una carcajada. Si alguna ventaja tenía todo aquello, era que al menos la televisión era buenísima y gratis, lo malo era que habría matado por una pantalla plana en lugar de aquella enormidad. Echaba de menos algunas comodidades, pero no podía quejarse, llevaba cuatro meses viviendo con Ellie.

    Al principio, cuando habían llegado al mundo, trataron de contactar con el resto por todos los medios, pero fue imposible. Las esferas se habían callado y ninguno de los portales funcionaba. Estaban encerrados en aquél lugar.

    Así que habían conseguido un trabajo, alquilado una casa en la zona suburbana y se habían dedicado a buscar una forma de volver a la Luna mientras trataban de hacer vida normal en un planeta en el que los no muertos aún luchaban por ser tratados como algo más que propiedades.


    NEXUS

    La loba parda corría entre los árboles, con su melena sacudida por el viento. Olía las hogueras de la villa elfa cercana. Seguramente Owen las había encendido esperando que alguien preparase un buen asado.

    Olisqueó de nuevo y se aseguró de que los lobeznos la siguieran. Allí estaban, un poco más atrás, enzarzados en una batalla de mordiscos. Aún eran demasiado jóvenes, pero Amy estaba orgullosa. En aquél lugar había conseguido encontrar paz incluso después de lo que había pasado.

    Los sobrenaturales les habían acogido y les habían dado un hogar. Ella intentaba que fuera suficiente, no podía asumir que el silencio de los demás era algo bueno después de casi un mes. Pero Owen no se rendía, había tratado de ir a la ciudad de la Flecha pese a que estaba sellada y no se conocía nada de lo que pasaba en su interior, salvo que ahora las sombras acechantes que perseguían a la gente de la superficie habían desaparecido y las aldeas estaban recuperando su vieja gloria.

    Haleth estaba cerca de Owen, la elfa y el aesir parecían esperarla con noticias. Entonces vio que una cara conocida acababa de llegar al pueblo, Lekwaa.


    DAGRKNOT

    Bowie observaba en la distancia cómo Elliot pescaba la cena. Pensó varias formas en las que podría pescar de manera más óptima, pero había decidido que con las personas era mejor dejarles darse golpes hasta que encontraran la solución por sí mismos que dársela en bandeja.

    Lo que sí contó fueron los minutos que llevaba a la intemperie. Según el termómetro instalado bajo sus retinas, la temperatura de Elliot estaba bajando bastante. A esas alturas otro habría sentido tanto frío que hubiese castañeteado los dientes, pero él no tenía ese lujo.

    Decidió intervenir y llamarle justo cuando él pescó al fin algo que no era una espada oxidada. Bowie lo preparó con eficiencia y tras calentarse en una hoguera que ella también había preparado, siguieron el camino hacia la aldea pesquera más próxima. Con suerte allí encontrarían un barco que pudieran usar en ese mundo lleno de aguas siniestras que cobijaban criaturas más siniestras aún.


    ARTISAN

    Vera llevó la leña a la cocina y atizó las brasas para que ardiera con fuerza. Jamie llevaba toda la tarde estudiando en la biblioteca y alguien tenía que encargarse de que no murieran congelados.

    Poco tiempo después de aparecer en una ciudad cercana, habían vuelto a la casa familiar de los Barnes para encontrársela abandonada. Los sirvientes habían tenido que marcharse cuando viejos empleados del padre de Jamie empezaron a aparecer para hostigarles y tratar de recuperar sus salarios perdidos con su repentina desaparición.

    Por suerte no se habían llevado nada de gran valor, porque estaba bien escondido. Gracias a eso podrían mantenerse una buena temporada, porque la casa tenía a su alrededor todo lo que pudieran necesitar. Solo que alguien tenía que encargarse.

    Pese a todo, habían sido unos meses agradables, aunque Vera no conseguía quitarse el regusto amargo de no saber nada de sus hermanas ni de los demás.


    SENATUS

    El gigante se dejó caer en una esquina de su habitación, poco más que una celda pese a los honores que supuestamente le rendían. Miró sus muñecas, donde semanas atrás había tenido cadenas de metal, pero no por eso ahora era libre, sus cadenas eran de otro tipo.

    Aquella tarde había acabado con otra vida, la de un demonio de cabeza cubierta de pinchos. Era fuerte, parecía violento pero eso no lo justificaba. Él también era violento en la arena, la magia del Luditor se encargaba de ello, volcando toda la ira y la rabia del público y de los otros combatientes sobre su empatía para sumirle en una furia que le avergonzaba.

    Habría acabado con su existencia si no tuviera la esperanza de volver con los demás. Por eso, y por ella. Unos pasos resonaron por el pasillo y la puerta se abrió.

    – [b]’Bárbaro’ aquí tienes tu premio. Intenta hacer menos ruido hoy, bestia.[/b] – dijo el guardia, empujando a la mujer hacia el interior. Cuando se marchó, ella sonrió. Era un alivio sentir esa energía positiva. Sin Julia hacía mucho que no habría podido seguir adelante.


    SELAS

    El muchacho arrastró la improvisada camilla por la hierba, algo cansado después de llevar todo el día caminando, cruzando ríos con ella en brazos. Pero no había tiempo para descansar, cada segundo contaba, necesitaba llegar allí cuanto antes.

    – [Xander]Aguanta Jane.[/Xander] – le pidió, girándose para mirarla. Tenía los ojos cerrados, sumida en un sueño febril. Le tocó la frente, ardía. Preocupado, se detuvo. Descubrió con cuidado el vendaje que le cubría el pecho a la altura del corazón. Hacía ya unos días que había dejado de sangrar, pero el veneno seguía extendiéndose, ramificándose desde el orificio de bala hasta el resto de su cuerpo.

    Le cubrió la herida bien, le puso un paño húmedo en la frente y siguió caminando, cargando con la camilla. No podía perderla a ella también, tenía que llegar hasta el Laberinto, encontrar a Caitriona y curar a Jane. Daba igual el coste.


    DYAVOL

    La criatura permaneció atenta, olfateando en busca de la presa. La saliva le caía irremediablemente, el reinado de la oscuridad le había dado seguridad para dar rienda suelta a su maldad, pero al amparo de la noche eterna las criaturas habían acabado demasiado pronto con los tiernos humanos y ahora la comida empezaría a escasear.

    El ser estaba harto de ratas, por eso cuando vio a aquella tierna humana la siguió hasta los confines de aquella montaña. Las dos lunas se alzaban en lo alto del cielo nocturno y entonces vio el bulto cubierto de mantas cerca de la hoguera.

    Ansioso, fue hacia ella preparando sus dientes para masticar, pero antes de que pudiera levantar la manta y descubrir que era un engaño, alguien le rajó la garganta desde atrás. Ruby colocó el pie sobre la criatura y la tiró montaña abajo. Estaba cansada de huir y de correr, de luchar cada día por sobrevivir. Y también, de estar sola.


    LUNA VILTIS

    Los refugiados de Dyavol habían llamado a la ciudad Selene, aunque decirle ciudad quizá sería demasiado. En aquél momento eran poco más que un conjunto de cabañas reunidas, pero era la promesa de algo más, de un futuro a salvo de la oscuridad eterna que prometía su hogar.

    Francis hizo su ronda habitual y ascendió el valle hasta llegar a la colina desde la que podía ver la nave estrellada.  Cada día iba allí para ver si los demás habían vuelto, si William había cumplido su misión con más suerte de la que él mismo esperaba. Pero seguía sin haber nadie. Parecía un monumento a las vidas perdidas más que el hogar que había visto brevemente que era.

    Dio media vuelta y se dirigió a la gran ciudad de la Luna. Allí no era nadie, no tenía que fingir tener las respuestas mientras él mismo las buscaba, entre otros viajeros preocupados porque de pronto ya no podían volver a casa. Todos los portales se habían cerrado. Quizá por eso no habían vuelto ninguno.


    GWIDDON

     

    – [Kaylee]Parece que los Daesdi se han olvidado de nosotros.[/Kaylee] – dijo la hechicera pelirroja después de un nuevo e infructuoso intento de potenciar la esfera Daë para comunicarse con los demás.

    Leo asintió, silencioso. Acababa de preparar la comida para ambos y se observaba las manos con cautela. Ahora unas cicatrices recorrían parte de los dedos de su mano derecha. Cuando fueron absorbidos por el agujero negro de Antailtire, acabaron entrando en Gwiddon por un portal, pero un fragmento de metralla viajó con ellos.

    Instintivamente, Leo puso una mano frente a Kaylee, pensando en convertirse en metal. La metralla fue más rápida, atravesó carne y hueso, destrozando todo a su paso. Por la forma en la que dolía y cómo anulaba su curación sobrenatural, supieron que era plata.

    Había tardado un mes en volver a mover los dedos con normalidad, pero ahora que volvía a estar con fuerzas habían emprendido un viaje para encontrar a los demás. Aunque en aquél mundo ya corrían rumores sobre la hechicera pelirroja y sus habilidades.

     

  • PROMESAS

    IDRIS SOLO-NOVAK ‘DRIZZ’

    TARDE – VALANTIS

    En cuanto Elle aparcó enfrente de una casa vacía y nos bajamos del coche, vi que nos habíamos adentrado en otro mundo, uno que también existía en la Tierra, el mundo de los barrios residenciales que parecían sacados de una película de Tim Burton, pero que en realidad, existía.

    No sé muy bien cuando empezó a pasar, porque no soy ningún experto en historia, pero llegó un punto en el que básicamente los «blancos ricos» formaron sus áreas residenciales para vivir en casas clónicas con su mujer, los dos coches, dos hijos y medio y un perro mientras que en las ciudades se concentraban los barrios «malos«.

    Mientras caminaba al lado de Elle, con Jane y Chloe caminando justo detrás de nosotros, repasé un poco nuestros planes. En el cine al que nos habíamos acercado en los ochenta no habíamos conseguido nada, pero de camino a comer algo Jane había empezado a captar un rumor en las cabezas de la gente que les tenía alarmados. Al parecer en la ciudad de los noventa una chica se había enamorado de su «sombra» y pretendía tratarla como a uno de ellos.

    Todo encajaba bastante bien y no es que tuviéramos muchas pistas más, pero ahora estábamos allí, buscando una aguja en un pajar un pelín más pequeño. Básicamente la imagen mental que había conseguido Jane era la de una chica delgada, de piel clara y melena rubia a lo Reese Witherspoon. Su «sombra» era un tipo vestido con ropas oscuras, piel clara de no ver mucho el sol y pelo estilo melenita de Keanu Reeves. O sea, estábamos buscando el Bangel de aquél mundo.

    – [Elle]Una relación tóxica de manual[/Elle].- comentó Elle cuando escuchó mi comparación.

    – [Idris]No te gusta ninguna de mis ships.[/Idris] – bromeé. Sí, no le faltaba razón, las cosas no se veían en el siglo XXI como en el XX. El mundo era más complejo y enrevesado, a veces en exceso, pero en muchos sentidos, mejor.

    – [Elle]El Janelle sí[/Elle].- replicó ella sonriendo. Me guiñó un ojo que compensó la mirada fulminante de ceja alzada de Jane.

    – [Idris]Esa es imbatible.[/Idris] – repliqué. Evité pensar, cree un lienzo en blanco en mi mente. Lo que pasa que como no sé estarme quieto ni siquiera en mi mente, empecé a pintar en él un perrito. – [Idris]Así que estamos en una peli de Tim Burton. O en el barrio ese de los magos ingleses blancos.[/Idris] – añadí. Mis comparaciones no iban a servir de mucho pero sí para aliviar tensiones de no saber qué coño teníamos que hacer, porque por si todo el lío que habíamos tenido durante casi una semana no había sido suficiente, encima acabábamos de enterarnos de que todos los demás ya habían vuelto.  Eso me tocaba bastante la moral, no es que sea competitivo, es que no me gusta perder. Y os aseguro que a Jane mucho menos.

    – [Chloe]Me recuerda a la peli esta de…¿Iron Man? Esa vieja en la que sale un Pingüino[/Chloe]. – me llevé una mano a la cara al escuchar esa afrenta.

    – [Idris]Le dejaré el trabajo a mi yo futuro.[/Idris] – comenté, tomando nota en mi mente de pagarle una suscripción a InfiniTV a esa muchacha para que viera más cine.

    – [Jane]Hay más mugre en este mundo que en el piso de ‘Being Human'[/Jane]- se quejó Jane mirando hacia un solar en el que habían debido estar unos vagabundos hasta hacía poco. Recordé al malo de la película de acción de Daniel el Travieso que de pequeño siempre me había dado bastante miedo con su comida enlatada y su forma de comerse una manzana con navaja.

    – [Idris]Principios de los noventa, preparaos para la ropa.[/Idris] – bromeé. El cuadro no funcionaba, había empezado a pintar un bosquejo de Elle con ropa de los noventa así que lo rasgué y me centré en bromear, para eso no necesitaba cerebro.

    – [Elle]Aaahora escucha la historia de mi vida…[/Elle]- empezó a cantar Elle mirándome. Una pena que no estuviera allí Nate para vivirlo.

    – [Idris]Televisión de calidad.[/Idris] – repliqué uniéndome a ella. Nos callamos al ver a un grupo de adolescentes pasar cerca de nosotros. Parecía que acababan de salir del Bronx, pero les había dado poco el sol.

    – [Chloe]¿Aquí no hay gente racializada?[/Chloe] – preguntó Chloe. Si para mí los noventa quedaban lejanos, para ella debían ser una reliquia.

    – [Idris]No. Y empiezo a sentirme como el personaje del grupo inclusivo.[/Idris] – bromeé. Elle me dio la mano y seguimos caminando.

    Hice acopio de todo mi conocimiento sobre los noventa en las series y el cine para tratar de hacerme una idea de cómo buscar a los malditos Daë sin nombre, pero volví a divagar acordándome de un traje de Kelly Kapowski, salvo que en lugar de ella estaba Elle.

    – [Jane]Idris, por favor…[/Jane]- se quejó Jane. Mierda, me había visto. Puse mentalmente un cartel delante de aquella Elle a la que le menguaba la ropa como si estuviera en una secadora.

    – [Idris]Estaba haciendo un repaso de cosas famosas de los noventa.[/Idris] – me disculpé. No pude evitar mirar detrás del cartel y encontrarme a Elle agachada mostrando la ropa interior por encima de los vaqueros, era bastante escueta.

    – [Jane]Eso en lo que estás pensando es posterior[/Jane].- aclaró ella apareciendo detrás de mí. Es decir, no físicamente, si no en mi mente. Era un poco extraño pero estábamos teniendo esa conversación en mi cabeza y no de viva voz.

    – [Idris]Bien que lo sabes, ¿eh?[/Idris] – bromeé. Jane se desvaneció y conseguí contener mi imaginación inquieta durante un rato, hasta que vimos una gran iglesia blanca.

    – [Idris]Bueno, a ver, esa Iglesia que parece una secta igual es un buen sitio.[/Idris] – comenté mirándola desde un sitio seguro. Había una gran congregación de gente fuera, algún gran evento.

    – [Elle]El líder te quiere, te quiere a ti…[/Elle] – canturreó Elle. Desde allí tan cerca podía oler su perfume, era como estar en casa, incluso estando a millones de kilómetros.

    – [Idris]Mira, los que van de negro se quedan todos fuera. En la Iglesia se ve solo gente vestida de blanco.[/Idris] – dije agudizando la mirada. No sé qué se celebraba en el interior, pero era solo para los de blanco.

    – [Jane]En este mundo ganaron los nazis, ¿no?[/Jane] – se quejó Jane. Me fijé cuando lo dijo y me di cuenta de que entre los que vestían de blanco apenas había tres o cuatro pares de personas de tez más oscura, mientras que entre los de negro abundaban más. Qué maravilla, la humanidad reinterpretándose en el espacio profundo había conseguido mantener la esclavitud. Me llamó la atención que Jane se diese cuenta antes que yo, como algo bueno quiero decir.

    – [Idris]Es un barrio residencial en los noventa, la segregación ya no está oficialmente pero la sociedad seguía teniendo el veneno que dar a la comunidad negra.[/Idris] – respondí después de meditarlo un poco. No solía hablar a menudo así de serio y no sé si las demás se sorprendieron. Elle me conocía más y se limitó a colocar su mano sobre la mía, sin decir nada.

    Era consciente de que había nacido en un mundo lleno de privilegios y aunque sí que me había afectado el color de mi piel, no era nada comparado con lo que sufrían otros. Por eso empecé a rondar por los barrios desfavorecidos de Louna, para ver con mis propios ojos el «veneno», la droga que mantenía todo como estaba, a los pobres con los pobres, sufriendo miserias y a los demás separados por un muro de fuerzas de seguridad que contenían la «infección» de la pobreza para que no se propagase. El mundo era injusto y sabía que yo no podía ser un defensor de la justicia económica porque vivía con muchas comodidades. De todos nosotros quizá Niall era el único que había pasado más dificultades económicas.

    Nos quedamos esperando y me sobresalté al ver la puerta de la Iglesia abrirse a toda velocidad. Una pareja compuesta por una chica rubia vestida de blanco y una sombra de pelo oscuro vestida de negro salieron perseguidos por una muchedumbre que aumentó al reunirse las sombras con sus «amos«.

     

    – [Idris]Creo que llegamos justo a tiempo.[/Idris] – les dije. Echamos a correr por la calle paralela a la de los muchachos y tratamos de adelantarlos. Llegado un punto entramos en un callejón y vimos que seguían persiguiéndoles. Moví la mano y la humedad del aire descendió hasta convertirse en una escarcha que cubrió el suelo. No duraría mucho, porque el sol pegaba fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que algunos de los perseguidores y perseguidoras resbalasen.

    Por desgracia, un grupo había ido por otra de las calles y ahora les cortaba el paso desde el frente.

    – [b]Somete ahora mismo a esa Sombra, niña insolente.[/b] – gritó una mujer cuya ropa blanca estaba rematada por ribetes dorados.

    – [b][i]No, le quiero así.[/i][/b] – dijo la chica colocándose sobre su sombra. Él le susurró algo, impasible y ella negó con la cabeza.

    – [b]Entonces serás sentenciada a vivir una vida solitaria.[/b] – replicó. Murmuró unas palabras y la Sombra de la muchacha profirió un grito. De su piel empezaban a emanar volutas de humo y una de sus manos estaba en llamas. Era como si de pronto el sol hubiese comenzado a hacerle efecto, pero solo a él.

    Antes de darme cuenta siquiera, Elle ya estaba corriendo hacia ellos y cuando llegó, le echó a la Sombra una manta sobre el cuerpo, protegiéndole de los efectos del sol. El corazón me dio un vuelco al verla rodeada de todos esos fanáticos y salí de mi escondite para unirme a ella.

    – [Elle]Cierra los ojos.[/Elle] – me susurró al oído. Tengo que reconocer que tardé un poco en entender sus palabras porque se me había puesto el pelo de punta. No necesité decir nada a Jane y Chloe porque los tenían cerrados, quizá se habían comunicado telepáticamente.

    Los cerré e incluso con ellos cerrados sentí el calor de la luz que emanaba del cuerpo de Elle, cegándolos a todos con un fogonazo. Su mano aferró mi muñeca para que echaramos a correr y la seguí. Para cuando pude abrir los ojos, estábamos corriendo por un callejón, varias calles más allá de la Iglesia. Jane y Chloe iban con nosotros y también los Daë. Sinceramente, sé que no era el momento de pensarlo, pero así, corriendo por esas calles, tapado con una manta, parecía que habíamos rescatado a E.T.

    Llegamos cerca del coche y nos subimos todos bastante apretados. Elle cogió el volante y despegó alejándose de aquél pueblo. No se detuvo hasta estar varias manzanas más allá. Pensé que huiríamos más lejos, pero Elle había sido lista, no podía alejarlos mucho para que los Daë les encontraran.

    Escondimos el coche y encontramos una casa vacía que ocupar, mientras pensábamos y trazábamos un plan. Esa noche supimos algo más de los Daë. Al parecer al llegar a la mayoría de edad todos los «vinculadores» pasaban un rito por el que hacían que sus Sombras les sirvieran para siempre, perdiendo cualquier resto de humanidad que les quedase. Pero ella no podía hacerlo y huyó. No nos dijeron sus nombres, porque temían que alguien los escuchara y a través de ellos, tuviera control sobre ambos, así que lo dejamos estar.

    A la mañana siguiente Jane volvió de peinar la zona con Chloe y trajo buenas noticias. Había captado los pensamientos de la gente hablando de los chicos, pero también de un grupo de extraños al que habían visto en el centro comercial. Así que disimuladamente les acompañamos allí y esperamos a que el Destino se desentrelazase por sí mismo. Me alegró ver a los Daë tan unidos, aceptando a aquellos dos chicos sin familia en la suya, pero también sentí una punzada de pánico al pensar que todos ellos darían sus vidas por salvar esos mundos, incluso aquellos en los que les habían odiado y perseguido.

    Saqué la esfera Daë y la observé durante el camino de vuelta al portal. Si aquella esfera era una promesa de que nosotros también tendríamos que pasar por las Pruebas, no iba a permitir que terminásemos igual. Miré a Elle e hice un juramento conmigo mismo. Si alguien tenía que sacrificarse, no seríamos todos.

  • DEUDA A LOS OCHENTA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    VALANTIS, CIUDAD DE LOS 80 – MAÑANA

    En los años 20 Jack Trice, segundo jugador negro de fútbol universitario, murió en su primer partido cuando tres jugadores fueron directamente a atacarle, partiéndole la clavícula, después de otros tantos golpes a lo largo del partido. A finales de los 70 hubo un movimiento para hacer un estadio en su nombre. A mediados de los 80, se le puso su nombre al campo de juego mientras que el estadio pasó a llamarse «Cyclone Stadium» o algo igual de ridículo. A finales de los 80 quisieron hacerle una estatua ya que lo del estadio no había salido bien. No se consiguió hasta finales de los 90. Ese era solo un ejemplo.

    Supongo que entenderéis que la historia nunca ha sido algo que me haya entusiasmado revivir. Sí, en la ficción hecha para hombres blancos cis y heterosexuales todo parece de color de rosa, pero para mí, en la vida real, no iba a serlo.

    En aquél momento, cruzando en coche la frontera hacia la vecina ciudad sumida en plenos años 80, sabía qué clase de mundo me esperaba. Los 80 eran una época maravillosa en muchos sentidos, adoraba sus películas con ese aire familiar y el encanto de sus bandas sonoras. Recordaba ver muchas de ellas con mis padres y por eso tenía mucho que agradecer a aquellos tiempos que nos dieron joyas de Eddie Murphy como ‘El Príncipe de Zamunda‘ o ‘Superdetective en Hollywood‘, maravillas de ciencia ficción ‘Cortocircuito‘, ‘Terminator‘ , ‘Gremlins‘ y ‘Regreso al futuro‘ y auténticas maravillas como ‘Dirty Dancing‘ y ‘Blade Runner‘.  Qué leches, hasta había disfrutado viendo los ‘Caballeros – Blancos – del Zodiaco‘.

    Pero aun con todo eso, la sociedad aún tenía un racismo interiorizado del que aún no se había liberado del todo ni siquiera en mi tiempo. Ya no estaba socialmente aceptado, había leyes, había beneficios, pero había racistas claros y gente que les apoyaba, igual que pasaba con la transfobia, la homofobia y el machismo. La triste realidad es que tan solo medio siglo en el pasado, tenía que seguir teniendo miedo de la policía y de alguna gente, dudando primero y confiando después.

    Aun así, no iba a dejar que eso interfiriese en la misión o en el tiempo que estaba pasando con Coquito después de todas las cosas raras que habían pasado. Miré por el retrovisor y vi que aún estaba dormida, igual que Chloe. Jane iba a mi lado, despierta, vigilante. Me pregunté si habría escuchado todo lo que había estado pensando en ese rato. Había evitado hablar de su nuevo poder durante todo el camino.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – la escuché decir. Al principio me sobresaltó escuchar una voz entre todo aquél silencio.

    – [Idris]¿Sí qué?[/Idris] – pregunté, evitando desviar la mirada de la carretera. En aquella época los coches eran muy bonitos pero también trampas mortales

    – [Jane]Que sí he oído lo que pensabas.[/Jane]  – respondió sin apartar la mirada de la carretera.

    – [Idris]Vale.[/Idris] – había evitado pensar en cosas vergonzosas todo el camino, no me apetecía que me tomase por un pervertido, pero claro, tanto tiempo acompañado sin un momento de intimidad no me dejaban en la mejor disposición y cuando más trataba de no pensar en cosas eróticas más pensaba en cosas eróticas.

    – [Jane]No está funcionando y cada vez me llegan más pensamientos que no me gustaría estar viendo.[/Jane]- aseguró. No sabía si era una indirecta, pero ante la duda me forcé a pensar en cosas no vergonzosas. Venga Idris, no pienses en Coquito ahí atrás, piensa en…Bill en bata a las cinco de la mañana, Jaheem comiendo pollo frito…

    – [Idris]Al menos solo estoy yo despierto.[/Idris] – respondí después de un rato de silencio del que no me había percatado. Era un poco difícil pensar por un lado y hablar por otro así que intenté enfocarme en la conversación aunque a Jane le llegase todo por duplicado.

    – [Jane]Los sueños también me llegan, pero la frecuencia es distinta.[/Jane] – comentó. O sea que podía decirme si Coquito estaba teniendo sueños cochinotes conmigo. Pero claro, no me lo iba a decir y no estaría bien que le preguntara, aunque probablemente ya supiera que se me había pasado por la cabeza. Mierda, odiaba la telepatía.

    – [Idris]No te envidio, ese poder es una putada.[/Idris] – confesé. Para el resto también, pero en el fondo nadie quería estar en la cabeza del resto de personas. Un 95% de las cosas que se me pasaban por la mente eran completas chorradas que prefería que nadie viera nunca y si el resto era mínimamente parecido, el poder nuevo de Jane le haría ver a la gente de distinta forma. – [Idris]Pero supongo que es como el oído, podrás aprender a apuntarlo a donde quieras.[/Idris] – comenté. Igual con esa nave cañera Henry podía construirle un ‘Cerebro’ o algo así, pero dudaba que Jane quisiera ir toda la vida con un casco.

    – [Jane]Eso espero.[/Jane]

    – [Idris]Por mi bien, espero que sí.[/Idris] – bromeé.

    – [Jane]Y por el mío. [/Jane]- respondió ella. No la vi porque era una persona formal con los ojos en la carretera, pero creo que sonrió.

    Al cabo de unos minutos paramos en el arcen y después de regar las plantas de secano que había por allí me pasé al asiento del copiloto mientras Jane cogía el volante.

    Me quedé dormido con la cabeza contra la ventanilla. Al cabo de lo que parecieron cinco segundos un bache me despertó, pero ya era de día, así que había dormido como mínimo unas cuantas horas. Me quité la saliva de la comisura de los labios, porque los héroes también babean, y me estiré para desentumecerme.

    Jane estaba frenando para dejar el coche donde pudiera. Tenía cara de cansada y que la calle estuviese llena de gente a la que ahora podía escuchar pensar no debía dejarla descansar mucho mejor. Pasamos la entrada de un cine donde estaban anunciadas unas cuantas películas de las que no había oído hablar pero que se parecían mucho a algunas que sí. Por ejemplo ‘La Princesa y el Pirata‘ que se daba un aire a ‘La Princesa Prometida‘.

    Miré hacia atrás y vi que Elle me devolvía una sonrisa. Debía llevar ya despierta un rato, no como Chloe que seguía dormitando.

    Mientras Jane buscaba un sitio moviéndose con cuidado entre aquellas carreteras llenas de locos al volante, me fijé en el cambio en la gente. Era todo extraño porque parecía sacado tal cual de las clásicas películas con las que había crecido, pero había una gran diferencia, todo el mundo, hombres y mujeres, iban acompañados de otra persona, un esclavo o esclava como en las otras ciudades.

    Ahí es donde empecé a ver que aún seguíamos en los ochenta. La mayor parte de los dúos eran hombre/mujer o viceversa, apenas se veían parejas del mismo sexo, solo una o dos y de lo que no había rastro era de parejas de distinto color de piel. Después de que Jane entrase por una callejuela, empecé a ver a parejas de color y las calles parecían más peligrosas, más guetto. Hice una señal a Jane y giró para salir de aquél barrio.

    Toda mi vida había estado entre dos mundos. Pese a vivir a medio siglo de ese tiempo, todavía había sentido los efectos del racismo, tanto por ser negro como por tener una madre blanca. Me llevó un tiempo ganarme la confianza de los chicos del barrio ‘Crown’, era demasiado rico, con una vida muy diferente a la suya. Lo que tardé en conseguir que entendieran es que no importaban las diferencias, si no las similitudes. Al final algunos de aquellos chicos y chicas se convirtieron en Drow. Les ayudé como pude a salir de una mala vida, de drogas y bandas que no les iban a ayudar. Pero no lo conseguí con todos y siempre se me encogía el pecho cuando pasaba por ‘Crown’ o escuchaba hablar de alguno de ellos, esperando siempre malas noticias.

    No me iba a volver positivo sobre el futuro viendo que en los 80 las cosas eran peores, pero sí que me tranquilizaba un poco, aunque hubiese mucho que mejorar. Todavía hacía poco tuve una larga discusión con los ‘Drow’, algunos no entendían que quisiera hacerme policía. En su vida la mayor parte de ellos habían sido enemigos, como si el mundo se hubiera vuelto al revés, atacados por los que debían defendernos.

    Pensaba hacer las cosas bien si conseguía ser negociador, pero eso era antes de todo esto. Ahora para cuando volviésemos a la Tierra ya habrían pasado meses, o quien sabe, años. Un tiempo que no podía justificar porque ninguno de ellos se creería la excusa. «Mire usted es que un agujero espaciotemporal me llevó a la otra punta de la galaxia para salvar unos mundos sumidos en diferentes épocas que encima son en nuestro pasado«. Con lo que me había costado decidirme, ahora tendría que buscarme otra cosa. Y peor aún, Elle había confiado en que lo iba a conseguir. Temía tanto desilusionarla que no me había atrevido a sacar el tema.

    – [Elle]¿Podemos parar? Me estoy haciendo pis[/Elle].- escuché decir a Elle con cuidado de no despertar a Chloe.

    – [Idris]Sí, pero con cuidado, todos hemos visto el Príncipe de Zamunda y esto parece Queens en los ochenta.[/Idris] – comenté. No penséis que me creía mejor por venir de una familia de dinero y aquél fuese un barrio con aspecto pobre. Había pasado mucho tiempo en zonas que otros solían evitar en Louna. La realidad era que gran parte de aquellos barrios se veían sumidos en la pobreza por el racismo y la falta de oportunidades que acababan generando como respuesta en los jóvenes recurrir al tráfico o las bandas para conseguir lo que les faltaba. Sí, había problemas en aquellos barrios, y había ayudado a algunos chicos y chicas a salir de ellos, pero por el camino me había encontrado a gente increíble, gente que ponía en valor lo que de verdad importaba en la vida, y no era el dinero.

    – [Elle]Si no encuentras ningún sitio en el que parar: lo hago detrás de un contenedor[/Elle]. – se notaba en la voz que iba apretada. No era raro, a ver, por cómo lo cuento parecerá que las ciudades estaban a tiro de piedra una de otra, pero no, había enormes carreteras que atravesaban la nada, a veces salpicada por uno o dos clubs nocturnos o algún pueblo con pinta de salir de una «slasher». Así que fueron horas entre cada ciudad. Lo que sí me hizo gracia es que según la brújula planar en todo momento fuimos en sentido de las agujas del reloj recorriendo el planeta, así que me pregunté si yendo al revés iríamos a barrios más atrás en el tiempo.

    – [Jane]No vas a hacer eso[/Jane].- sentenció Jane. Elle no replicó, llevaban tanto tiempo siendo amigas que ya se conocían de sobra.

    – [Idris]No te metas a la izquierda, hay demasiada policía.[/Idris] – dije al ver una comisaría con varios coches desplegados fuera. Sí, mi padre y mi padrino habían sido policías, pero estábamos en los 80 y prácticamente todo eran enemigos. Los policías podían darme una paliza por ‘negro’, los ‘negros’ por ir con ‘blancas’, los ‘blancos’ por lo mismo. Mira, podían unirse todos con un frente común de darme una paliza. Solté una risa y Jane desvió ligeramente la mirada, seguro que me había leído la mente. – [Idris]Mira ahí hay un estadio y el parking está casi vacío.[/Idris] – señalé. Había algunos coches aquí y allá pero no debía haber ningún evento porque eran muy pocos.

    Jane condujo con cuidado y aparcó el coche, bastante grande, perfectamente alineado en la plaza. Nos bajamos y Chloe se quedó durmiendo en el coche, así que yo me quedé vigilando mientras Elle echaba a correr hacia el estadio arrastrando con ella a Jane.

    Mientras esperaba, como venía de una generación que estaba acostumbrada a matar los tiempos muertos mirando el teléfono, me dio tiempo a memorizar todo lo que había a mi alrededor, hasta que vi un cartel en una farola y me acerqué, procurando no alejarme del coche donde estaba Chloe.

    Era el anuncio de un cantante famoso un tal ‘The King’. El póster se centraba en él mientras que en el fondo una silueta pálida estaba marcada como ‘The King’s Shadow’, sentada en el piano. «El maestro de la voz y su esclava, la mejor pianista del mundo tenebroso».

    Cuando volvieron seguía mirando el póster, Elle parecía más aliviada así que me imaginé que los baños del estadio estarían abiertos.

    – [Elle]Vaya sitio…[/Elle]- se quejó, mirando el póster que les había señalado.

    – [Idris]Aquí la esclavitud nunca se ha abolido para los no muertos.[/Idris] – habían pasado de esclavizar a los que tenían un color de piel diferente para hacerlo con los que no eran humanos. – [Idris]Noah dijo que era magia, ¿no? Nigromancia.[/Idris] – uno de los Daë era vampiro, pero el caso es que la muchacha del poster parecía una demonio de alguna raza muy humanoide.

    – [Jane]En este sitio vamos a tener problemas[/Jane].- sentenció Jane, preocupada.

    – [Idris]En todos. Hasta ahora me miraban más a mí. Ahora empezarán a fijarse en que no llevamos «sombras».[/Idris] – la idea se me acababa de cruzar por la mente y parecía tan obvia que no sabía cómo no lo había pensado antes. Todo el mundo tenía sus «sombras» pero nosotros no. Tardarían poco en hacerse preguntas.

    – [Elle]Tendremos que darnos prisa[/Elle].- dijo Elle.

    – [Idris]Por si acaso, yo haré de demonio.[/Idris] – dije, confiando en mi aspecto de elfo oscuro para camuflarme. – [Idris]Y una de vosotras.[/Idris] – añadí, estaba claro que pretendía ser el esclavo de Elle, pero pensar en eso hizo que mi mente hiciera click y miré a Jane esperando que no me estuviese leyendo.

    – [Chloe]Jane es la que más cara de muerta tiene[/Chloe]. – replicó Chloe recién levantada. Se notaba que necesitaba un café y en ese momento precisamente era ella la que más cara de muerta tenía.

    – [Jane]Eso no es verdad[/Jane].- replicó Jane cruzándose de brazos.

    – [Idris]En realidad te está llamando guapa, ¿no ves que voy a hacer yo también de muerto?[/Idris] – le sonreí, intentando que no la acuchillara allí mismo.

    – [Jane]Aún así no veo muchas parejas del mismo sexo ni de distinto tono de piel.[/Jane] – desde luego con Jane en el equipo no se nos iba a olvidar nada que pudiera salir mal. Sí, parecía que las relaciones con las sombras tenían bastante que ver con la sociedad. Aunque estuvieran casados y con familias, los hombres tenían mujeres sombra y las mujeres hombres. Apenas había dúos del mismo sexo ni interraciales.

    – [Elle]Tenemos que conseguir alguna pista de los Daë, pero no tenemos ni su nombre.[/Elle] – comentó Elle siendo práctica. Era nuestro principal problema, que no sabíamos ni por donde empezar. A esos Daë se les llamaba «Humana» y «Vampiro», ni siquiera los otros Daë sabían su nombre real aparentemente. Así que sí, estábamos jodidas, sin ninguna pista y con muchos kilómetros a las espaldas y ciudades muy grandes que recorrer.

    – [Idris]No tengo ni idea de por dónde empezar.[/Idris] – confesé. Pensar antes de hablar nunca había sido mi fuerte y ya sabéis que mi padre tenía un problema con la sinceridad que habíamos heredado sus hijos.

    – [Jane]Deberíamos movernos por los círculos de personas y ‘sombras’.[/Jane]- propuso Jane apoyándose en el coche.- [Jane]Pero será muy peligroso.[/Jane] – añadió masajeándose las sienes.

    – [Elle]¿Hace frío o es cosa mía?[/Elle] – Elle se cruzó los brazos para coger calor y vi el vaho colarse entre sus sonrojados labios. Los trajes que habían hecho Noah y Henry protegían un poco de la temperatura, pero tampoco podían hacer milagros. Yo no me había dado cuenta porque con mi poder venía la resistencia al frío. Si no, menuda diversión habría sido. Hola si, voy a hacer una bola de hielo, pum, las manos se te han congelado, lo sentimos, vamos a tener que cortártelas.

    – [Idris]No me había dado cuenta entre lo mío y el traje, pero sí. ¿Te doy calorcito?[/Idris] – le sonreí y ella me sonrió de vuelta con la misma complicidad que teníamos en los viejos tiempos. Por un momento me relajé pensando que todo volvía a la normalidad, al menos para estar en el otro mundo en los años ochenta con una telépata y la hija adulta de Ed y Lucy.

    – [Elle]No es mala idea, pero ya en serio, esto es raro.[/Elle]- respondió, aprovechando que Chloe se estaba despertando para coger unas chaquetas del asiento trasero que habíamos comprado en los 70. ¿Con qué dinero? Pues con el que había mangado Chloe por segunda vez en el bar del demonio. En realidad era justo, bastante nos había hecho el demonio del baile frenético. Aquello era la indemnización.

    – [Idris]Tenemos que buscar un sitio donde haya gente. ¿Qué hacía todo el mundo en los 80?[/Idris]

    – [Jane]En los ochenta las drogas estaban a la orden del día.[/Jane]- comentó Jane alzando una ceja. Desde que el frenesí del baile había estado a punto de tentarnos nos vigilaba con una mirada férrea.

    – [Idris]Estaba pensando en algo menos chungo.[/Idris] – dije tratando de tranquilizarla.

    – [Elle]También había muchas películas.[/Elle]- sugirió Elle.

    – [Idris]Bien pensado Coquito. Podemos buscar un cine y quizá allí puedas sintonizar algo.[/Idris] – la gente no iba a hablar con nosotros así como así, pero Jane podía tratar de sacar algo de información de lo que estaban pensando, si es que no se volvía loca habiendo tanta gente cerca.

    – [Chloe]Las películas de los ochenta están súper desfasadas. [/Chloe]- comentó Chloe saliendo del coche ya abrigada.

    – [Idris]Seguro que ninguna de las que hayas visto no es un remake o giro de tuerca de alguna peli del siglo XX.[/Idris] – todo el mundo sabía que las ideas originales habían muerto con la crisis del siglo XXI. Cuando era pequeño casi todo eran secuelas, continuaciones de sagas, adaptaciones de libros o juegos o remakes y con Infinity comprándolo casi todo, eso solo fue a peor.

    – [Chloe]El siglo XX está overrated. [/Chloe]- replicó chasqueando la lengua. Fingí mirarla mal pero al final me reí. Dudaba que en veinte años fuera a arreglarse la cosa, pero como ella era lo único que había conocido no echaría de menos otra cosa.

    – [Idris]Mira que me estabas empezando a caer bien.[/Idris] – me quejé mientras nos alejábamos del coche. Jane se había puesto el abrigo y yo me había colocado también el mío para disimular. Los bordes de la carretera estaban cubiertos de nieve sucia y se veía la escarcha en los charcos.

    – [Elle]Bueno, ¿cine entonces?[/Elle] – preguntó Elle.

    – [Idris]¿Pero podemos ver la peli? Esa de Robot Wars tiene buena pinta.[/Idris] – si, vale, que igual no teníamos tiempo para ver una película por aquello de salvar el mundo o los mundos o lo que fuera, pero si vosotros fuerais a un mundo del pasado lleno de películas de los ochenta que no hubiérais visto, ¿no estaríais tentados?

    Así que atravesámos las calles con cuidado, evitando a la policía y disimulando para parecer sombras. Imité a las que veía y me coloqué detrás de Coquito, sin quejarme demasiado por ver como se movía ese culazo delante de mí.

    Al pasar cerca de un puente vimos que debajo había varios bidones en llamas, con indigentes rodeándolos para mantenerse vivos. Suspiré resignado, no podíamos hacer mucho por aquella gente, solo seguir adelante, hasta que llegamos al cine. Como imaginábamos, estaba hasta arriba.

    La verdad es que pese a todo lo malo que estaba ocurriendo, cuando miré la marquesina de aquél cine clásico y sentí la mano de Elle aferrar la mía, disfruté como un niño.

  • ¿ESTÁS OYENDO LO QUE PIENSO?

    Jane – Valantis (60s/70s)

    Tarde

    Cuando empezó a sonar una canción de ‘The Beatles’ no me quedó ninguna duda de que estábamos en los sesenta. Mientras aparcábamos en las afueras de un hotel, las primeras notas de ‘God Only Knows’ de ‘The Beach Boys’ hicieron que Ellie y yo intercambiáramos una mirada. Era una de las canciones de la BSO de ‘Love Actually’, el pastelazo de los primeros 00’s que era el equivalente con dinero a una película de Navidad de InfinityTV.

    – [Elle]Siempre que me siento pesimista por cómo está el mundo…[/Elle]- comenzó a decir mi mejor amiga.

    – [Jane]Pienso en la zona de llegadas del aeropuerto de Heatrow[/Jane].- continué y nos reímos.

    (más…)

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.