Moondale

Categoría: Oficina del Director de Inteligencia Nacional

  • EL CONSEJERO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Abel Moreau | Oficina del Director Nacional de Inteligencia, Washington D.C.

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

    abelmoreau

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    El eco de sus pasos volvió a reverberar en los pasillos, odiaba esos malditos pasillos, en especial a esa hora en la que no había nadie y parecía que en cada esquina te iba a salir cualquier cosa, algo que no le habría extrañado ahora que sabía parte de las rarezas que había en el mundo. Pero la gracia de estas reuniones estaba precisamente en que no había casi nadie en el edificio, solo le esperaba el Director, el señor James R. Clapper, aunque no le gustaba que le llamasen así en privado, prefería que le llamasen simplemente, Z.

    Abel recorrió los últimos pasos con la gabardina ondeando ligeramente tras él y abrió la puerta. El Director estaba allí, iluminado por los últimos rayos del sol mientras observaba el exterior. Ligeramente más alejado, observando primero al Director y luego a él, que acababa de entrar, vio el rostro inexcrutable de Aaron, uno de los hombres de confianza del Director Clapper, de Z.

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  • BAJO VIGILANCIA

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Interludio | Oficina del Director de Inteligencia Nacional, Washington DC

    [color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

    abelmoreau

    [SIZE=2]

    El solitario pasillo le devolvió el sonido de sus propios pasos acelerados. Era un hombre de color, robusto y con el pelo y la barba cortos salpicados de algunas canas. Iba completamente cubierto por un traje gris claro y en la mano llevaba una gabardina que se había quitado por culpa del calor de la carrera.

    Llegó hasta unas puertas dobles de madera y tocó. Después de unos segundos se escuchó un «pase» al otro lado, así que abrió la puerta y pasó. La sala del Director era amplia, decorada por la misma persona que debía haber decorado todos los edificios gubernamentales de ese país. Había estado en otras y podía apreciar que esta estaba igual que el día que terminaron de decorarla, lo único que había añadido el director era un antiguo dibujo enmarcado. En él se veía a una chica joven y verdaderamente guapa, pero nunca había podido mirarlo en detalle porque la mirada del Director parecía estar vigilando incluso aunque no estuviese en la sala. Era algo difícil de explicar, pero podía resumirse en que el Director tenía una presencia imponente y calmada a la vez, como un océano que de un momento a otro pudiese engullirte.

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