Cecil Alexei Anwalt | Subterraneo 3
Me sentía raro, distinto. Mis sentidos me avisaban, me advertían de que algo no iba bien, que algo ocurriría y que debía de tener cuidado.
Ja. ¿Cómo iba a tener cuidado en un sitio como este?
La puerta de mi celda se abrió, viendo como dos de esos guardias aguardaban, apuntándome con sus armas, para que saliese de allí. Andaba con lentitud, y aún cuando estuve fuera ninguno me perdía de vista. Sus ojos parpadeaban con rapidez, las armas no temblaban y parecía que más de uno esperase a que se rebelase otro más para pegarle un tiro en la cabeza. Miré levemente a mi derecha, ya que por allí, en una de esas celdas, los guardias llevaban a una chica cuyo aspecto, además de que no paraba de llorar, era lamentable. Noté algo que me golpeaba la espalda, señal que me indicaba que avanzase.