January Allard | Subterraneo 3
Había amanecido tan exhausta como el día anterior, con la voz del guardia sonando estruendosamente en mi oído, arrancándome de un sueño intranquilo que había estado molestándome toda la noche. Despertar no había sido mejor. La fuerte luz del fluorescente me había recordado de golpe dónde estaba y cuál era mi situación y mirar alrededor consiguió que se me cayese el alma a los pies. Por enésima vez desde que estaba allí encerrada.
El ruido del desayuno había sido el siguiente sonido en irrumpir en mi silenciosa celda. Eché un vistazo a aquella papilla gris repugnante, la olisqueé… y luego la retiré de una patada. En mi estado de semiinconsciencia, mi estómago no parecía haber salido muy bien parado. Algo revuelto, lo que menos necesitaba era que lo torturase con aquella asquerosidad.
-[b]Despierta, leches[/b] -me dije a mí misma.