Moondale

Categoría: Barrio Este

  • UN SIMPLE LO SIENTO NO ES SUFICIENTE

    UN SIMPLE LO SIENTO NO ES SUFICIENTE

    Edward MaClay | Casa de Christopher

    MAÑANA

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    Me quede unos segundos paralizados tras la marcha de Christopher, no esperaba que se quedara conmigo ayudándome con Diana, eso era algo que necesitaba hacer yo solo. Pero todo fue tan rápido que mi cerebro necesito un momento para procesarlo.

    Me acerque hasta las escaleras y comencé a subir despacio y sin hacer ruido, no es que intentara sobresaltar a Diana y darle un susto, el problema es que las piernas me temblaban demasiado, tanto como para tener que ayudarme apoyando las manos en la pared.

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  • ARREGLANDO LOS PROBLEMAS DE RAIZ

    ARREGLANDO LOS PROBLEMAS DE RAIZ

    Christopher MacLeod | Su casa

    MAÑANA

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    Abrí los ojos más temprano de lo habitual, especialmente para tratarse de fin de semana. No terminaba de acostumbrarme al cambio de hora. Ni siquiera entendía por qué arrastrábamos a esas alturas una costumbre que en su día tenía sentido y ahora implicaba incluso más gasto. Pero hay ciertas cosas a las que sencillamente te tienes que acostumbrar.

    -[Diana] Buenos días, viejo verde[/Diana].- sonrió Diana a mi lado, aún con los ojos entrecerrados. Normalmente acostumbraba a bajar al piso inferior a leer mientras ella dormía un poco más,  para no molestarla removiéndome en la cama. Desde que estaba embarazada las cosas habían cambiado, sentía cada vez que me movía y ella también se despertaba, como si estuviese continuamente en un sueño ligero. A veces bromeaba diciéndole que cuando naciera la pequeña dormiría durante una semana.

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  • CONOCIENDOSE Y REENCONTRANDOSE

    CONOCIENDOSE Y REENCONTRANDOSE

    Christopher MacLeod | Universidad de Moondale

    MEDIODÍA

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    Traté de no agobiar con más conversación a Lucy en el viaje hacia la Universidad. En unas pocas horas se había bajado de su autobús para llegar a un lugar que le despertaría muchos recuerdos, se había tenido que despedir de forma abrupta de Ed y había conocido a Dom y a Cara, haciendo frente cada vez más a una parte de sí misma. Y ahora, íbamos de camino a que conociese a su…bueno, no quería adelantar acontecimientos, así que por el momento, a Diana.

    Mara se había quedado en su apartamento, descansando y poniendo algunas cosas en orden. Dom y Cara pronto irían a buscar a Daniel en su coche, aunque no les había visto hablar del tema, estaba seguro de que Cara no se quedaría allí esperando.

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  • PASTELES DE MELOCOTÓN

    PASTELES DE MELOCOTÓN

    Diana | Su despacho

    MAÑANAMEDIODÍA

    dianapelazo

    Volví a mi despacho no sin antes parar a hacer pis, porque ya no aguantaba más. Cuando pasé por al lado de la mesa de Janice, ésta me hizo un corte de mangas y yo le respondí con otro. Me fijé en que un chico de ascendencia nativa americana me estaba esperando en la sala de espera, así que le hice una seña para que pasase y le saqué la lengua a Janice, que ahora ya no me estaba mirando.

    – [Diana]¿Tú no salías en la última de «Crepúsculo»?[/Diana]- bromeé mientras introducía la llave para abrir la puerta.

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  • NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    Diana | Su despacho

    MAÑANA

    dianalonghair

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    En orden de aparición: Carmela D’Angelo, Braulio Matías Mendoza «Matty», Ted Sánchez y April Halpert.

    Me había pasado media noche sentada en una de las sillas de la cocina ideando formas de ahogar a MacLeod con la almohada sin que pudieran inculparme por ello. Porque sí, era el amor de mi vida, el padre de mi hija y cada vez que lo veía, me temblaban las canillas, pero roncaba como un puto perro viejo y encima, cuando le clavaba el codo en las costillas, me gruñía. Literalmente. El puñetero Christopher MacPerro me gruñía y amenazaba con enseñarme los dientes. Era lo que me faltaba, que me pegara la rabia el muy cabrón.

    No tenía bastante con parecer un globo terráqueo con piernas (tremendamente sexy, todo hay que decirlo), sino que encima ahora dormía de pena, porque mi hija tenía futuro bailando flamenco y su padre le tocaba las palmas con la nariz de puñetera madre. Si a eso le sumabas que me levantar a mear unas ochenta veces, más o menos, estaba a punto de meterme la mano en el vagina y sacar a la niña yo misma.

    Pero todavía me quedaban unos cuantos meses o no sé-qué-semanas, según la matrona que me había regañado por engordar dos kilos más de la cuenta y me había puesto a dieta. Se me habían acabado las pizzas, las hamburguesas y los desayunos de Hobbit, porque el test O’Sullivan era en unos días (la prueba de la diabetes gestacional) y sólo me faltaba tener que tomarme los cafés (que ya eran descafeinados) sin una pizca de azúcar.

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  • ANOTHER GIRL

    ANOTHER GIRL

    Christopher MacLeod | Nave – Universidad de Moondale

    MAÑANA

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    La revelación sobre lo que le había ocurrido a Kaylee, ahora Lucy, tenía demasiadas preguntas y demasiadas repercusiones, y después de todo lo que había pasado tras su aparente muerte, prefería dejarme llevar un poco por el alivio, aunque el hecho de pensar que en esos momentos Daniel podría estar arriesgando su vida sin que pudiéramos hacer nada para evitar ponerle en más peligro, no ayudaba a dejarse llevar por el alivio.

    Por un lado estaba el ‘cómo’, no es que nunca hubiésemos visto algo parecido, como con Diana o con los cambios que algunos de nosotros habíamos sufrido y no recordábamos, aunque ella sí podía recordar que antes era distinta, pero no dejaba de parecer un milagro, y cuando te enfrentas muy a menudo a la oscuridad y a la descorazonadora realidad, a veces desconfías más de las cosas buenas que pasan que de las malas. Pero confiaba en Ed, en que no se había dejado llevar por sus ganas de recuperar a Kaylee y en que esta muchacha, Lucy, era ella. Y también confiaba en Mara y sabía que habría comprobado todo lo que estaba en su mano.

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  • UN VIGILANTE VIGILANDO

    UN VIGILANTE VIGILANDO

    Christopher MacLeod | Universidad de Moondale

    TARDE

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    Después de que Diana colgase el teléfono para ir al baño urgentemente y echarse una merecida siesta, me quedé unos minutos procesando todo lo que acababa de contarme. Quizá parezca una tontería, pero saber que tu ‘suegra’ (una palabra bastante desafortunada porque parecía más un término peyorativo que una relación familiar) tuvo una juventud un poco rebelde jugueteando con la magia y que tuvo un ‘affair’ con el padrino de Diana, que podría ser el padre de Kaylee en lugar de Robert Echolls, terminando todo en una tragedia de proporciones épicas, le añadía mucha sabiduría a Elizabeth cuando aconsejaba a Diana en contra del abuso de la magia, pero también resultaba…raro.

    Es decir, la mente humana es increíblemente simplista a veces, todos somos conscientes de que gente a la que conocemos existía antes de que la conociésemos, pero cuesta trabajo imaginárselos, especialmente distintos a como son ahora mismo.

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  • NO TAN SECRETO

    Christopher MacLeod | Biblioteca de la Universidad, Moondale

    MAÑANA

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    Había pasado casi una hora desde que Oliver se había ido, y tenía la oreja derecha dolorida de llevar tanto tiempo hablando por teléfono. Había intentado ponerme en contacto con todos, pero evidentemente solo lo conseguí con algunos de ellos.

    Sarah y Rebecca estaban fuera de mis posibilidades de contacto, tendría que esperar a la próxima carta entregada por ese tal Russell, algo que resultaba frustrante porque nada aliviaría mi preocupación por ellas.

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  • EL HOMBRE DE ACERO

    Christopher MacLeod | Biblioteca de la Universidad, Moondale

    MAÑANA

    macleod-1

    Tenía muchas preocupaciones, aunque no es que eso fuera excesivamente novedoso, pero las que tenía en esos momentos habrían sobrecargado a cualquiera, no solo estaba el cisma del grupo, la muerte de Kaylee y el embarazo de Diana, también teníamos la guerra en ciernes entre la gente de la Iniciativa y la del Director y la búsqueda de aliados para que no convirtiesen el Condado en un cráter humeante.

    Había estado demasiado absorto en esos pensamientos como para ver la bruma que había entrado a través de la ventana, hasta que me había rodeado, calándome hasta los huesos de una sensación de familiaridad extraña que apenas tuve tiempo a percibir porque todo pasó en un suspiro, pero más tarde sabría a qué me recordaba, a Diana y a su familia, a Kaylee.

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