Moondale

Categoría: Casa de las Echolls

  • ALGUIEN QUE NO ERA

    Kaylee – Casa de los Echolls

    Mañana

    Sentía como si mi cerebro, que tantas alegrías me había dado en el terreno académico durante el colegio y el instituto, me hubiera abandonado. Vamos, que los apuntes de Genética no me iban a entrar en la cabeza salvo que me la abriera en canal y los hiciera una bola. Desde que había entrado en la Universidad, no daba pie con bola. A lo mejor me había creído que era una Noah Arkkan de la vida y lo de intentar terminar la carrera en dos años era venirse MUY arriba, pero claro, la Orientadora del Heidi Lamarr me había dicho algo parecido a: «por supuesto Kaylee, eres la Einstein pelirroja, ¿qué puede salir mal?». Os lo digo en un resumen breve: TODO. Y no os creáis que esto se debía a mi vida de fiestas y desenfreno, porque desde que me había vuelto buena no me llamaban ni las pulgas. Salvo Owen, que me había perdonado hasta que echase a correr del hotel en el que nos lo íbamos a montar después del baile de graduación (mi vida era como un cliché de película adolescente en la que todo sale al revés del guion).

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  • LA VERDAD DUELE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, CASA DE TINA

    Dicen que hay días en los que vale más no levantarse de la cama. Ese día, claramente, fue para mí el mejor ejemplo, ya casi desde principios de la mañana. Lo peor de todo es que ese día había parecido empezar con buen pie.

    Me levanté temprano, como siempre y saqué a Xena a pasear. A la vuelta, mi madre nos llamó a todos a la cocina para desvelar el secreto mejor guardado de la casa. La sorpresa no fue mayúscula porque Ellie, Dante y yo lo habíamos comentado alguna vez, pero aun así fue impactante por las implicaciones de lo mucho que debían haber sufrido los tres para mantenerlo en secreto. Me sentí mal porque hubiesen tenido que vivir disimulando, fingiendo ser algo distinto. Ahí fue cuando empezó todo.

    Tenía un hueco bastante amplio entre clases porque tocaba repaso para el examen de recuperación y yo por suerte había pasado, pese a aburrirme bastante la asignatura. Al final, para quitármela de encima, había optado por memorizar y escupir en el examen, sin más.

    Estaba bastante frustrado con mi carrera y eso que solo estaba en mi segundo año. No tenía nada que ver con la idea que tenía en mente de la psicología. Yo quería ayudar a las personas a sentirse mejor consigo mismas y no dejaba de ver gente a mi alrededor a la que no le importaba nada de eso en absoluto, gente con más problemas todavía que las personas a las que se suponía que debían ayudar.

    Sí, quizá influye que yo era una de esas personas. Llevaba dándole vueltas desde bien temprano, cuando me crucé con Jane y ella me esquivó cambiando a otro pasillo. Al principio intenté no sentirme mal, pero no era capaz y más tarde mi mente empezó a hervir con la idea de hablar con ella. Sabía que no era otra cosa que el poder del amigo de Idris intentando hacer salir la verdad.

    Mientras caminaba hacia la Escuela Legado no podía dejar de pensar en cómo podrían haber sido las cosas si yo hubiese obrado diferente.

    Crucé las puertas de cristal del edificio principal de la Escuela Legado. Era el núcleo original de la escuela y todavía se conservaban allí algunas clases, pero la mayoría se realizaban ya en los edificios anexos, construidos hacía algo más de diez años.

    Cada vez que entraba allí me sobrecogía la presión. Los Moondies habían conseguido dar una escuela para todas las personas diferentes, un lugar al que pertenecer independientemente de cómo seas. El boom les llegó después de la guerra, cuando alguna gente sí creyó en que los sobrenaturales existían y apuntó a sus hijos e hijas a la escuela para ayudarles.

    Con el tiempo y la manipulación mediática, los sobrenaturales volvieron a ser un secreto, excepto para algunos, los que recordaban. Eso permitió que la escuela viviera en el secretismo, como una especie de centro privado que llegaba hasta coexistir con los estudios en la Universidad de Moondale, compatibilizando asignaturas y recibiendo alumnos especiales de la misma. Fue cuestión de tiempo que no solo se aceptasen a sobrenaturales, si no también a todas aquellas personas con necesidades especiales que se presentaban a sus puertas.

    La gestión de la Escuela era increíblemente difícil, pero de alguna forma, conseguían mantener los secretos apartados y seguían sin fallar a su propósito. Hoy en día, la mayoría de la gente pensaba que o bien era una escuela para enfermos y personas con necesidades especiales o que era una escuela privada para la élite. Al final decidieron venderse como ambas para asegurar la discreción.

    Saludé a Nate, que iba vestido con su uniforme de seguridad de la Escuela. Si tenía que llegar a actuar, se bastaba con su fuerza y su poder para separar a cualquiera. Era una auténtica fuerza de la naturaleza. Bueno, del espacio más bien. Por lo que sé, hubo problemas alguna vez por gente de mente cerrada que cometió vandalismo solo por el hecho de ser diferentes.

    Subí a la segunda planta y le di un beso a la tía Cara cuando pasé por delante de su despacho, un lugar curioso, que combinaba la armonía y el metodismo de una genio de la contabilidad con los peculiares gustos de mi tía, como una colección de muñecos cabezones de sus personajes favoritos y cuadros de las Pruebas hechos por el tío Daakka. No os preocupéis por palabras como «extraño», «peculiar» o «raro», en mi familia son un cumplido. Las diferencias son las que nos hacen ser lo que somos.

    Crucé el pasillo de vidrieras necrotempladas, observando al fondo el edificio residencial de la Escuela. Allí residían algunos de los estudiantes con poderes más complicados o trasfondos más complejos, hasta que pudieran defenderse por sí mismos.

    Caminé directo hacia el gimnasio privado. Al principio había sido común para los estudiantes pero con el crecimiento de edificios, habían optado por intentar dejar una zona común de reunión para los Moondies, aunque ya no había grandes amenazas desde la guerra.

    Necesitaba hablar con alguien cercano. Mi madre tenía clase en ese momento y mi padre tenía entrenamiento de poderes con el tío Dom y el grupo Equidna. La tía Cara estaba ocupada echando números. Pero sabía de alguien a quien encontraría entrenando en el gimnasio en soledad.

    Cuando entré, escuché el sonido del saco de boxeo encajando los golpes. Sasha llevaba su ropa de entrenamiento y golpeaba el saco, que apenas aguantaba. Estaba usando el duro, el que estaba hecho para ella y para mi madre, otro habría estallado con un golpe serio de cualquiera de las dos.

    – [Xander]Hola, Sash.[/Xander] – la saludé. Con el tiempo, a medida que nos hicimos mayores el «tía Sasha» empezó a desaparecer según nos íbamos dando cuenta de que pasaba bastante tiempo en casa. Desde lo que había desvelado mi madre aquella mañana, no estaba seguro de cómo llamarla. Prácticamente toda la vida había sido ‘Sash‘, pero ahora que sabía que había tenido que vivir en la sombra tanto tiempo, no quería utilizar ninguna formula que la hiciese sentirse lejana.

    – [Sasha]Dime, enano.[/Sasha]- replicó ella. Siempre nos había hecho mucha gracia porque tenía un mote para cada uno: a mi madre la llamaba S; a mi padre, pelirrojo; a mí enano, cosas de ser el primogénito; a Ellie la llamaba bichito porque de pequeña era un polvorín; y a Dante le había tocado pajarraco, un mote que provocaba siempre que sonriera.

    – [Xander]Necesito hablar con alguien.[/Xander] – le respondí, completamente afectado por esa sinceridad. No podía estar molesto con Elle pese a todo, la sinceridad de por sí no era mala, todo sería mucho más fácil si todos dijéramos lo que sentíamos en cada momento. La mayor parte de los problemas venían por malentendidos o miedos, no había más que vernos a Jane y a mí. La realidad era que, por mucho que me doliese que me evitara, yo también la evitaba a ella en parte. Llevaba sin hablar con ella desde aquella clase de química por puro miedo a ver odio o decepción en sus ojos. No soportaba no estar a la altura de lo que se esperaba de mí.

    – [Sasha]Pues siéntate y hablamos.[/Sasha]- dejó el saco balanceándose y fue hasta la fuente de agua antes de sentarse a mi lado en los bancos.

    – [Xander]No sé qué hacer.[/Xander] – empecé a decir. Lo que me rondaba la cabeza tenía que ver con Jane, por supuesto, pero a la vez no, tenía más que ver conmigo mismo. – [Xander]Con Tina.[/Xander] – confesé. El poder, fuera el que fuese, dejaba ir las cosas con bastante facilidad. Por lo que dijo Elle, solo te hacía confesar lo que deseabas que se supiera.

    – [Sasha]¿Eso no era solo sexo? Pensé que lo teníais claro.[/Sasha] – sentenció Sasha, que era sincera de forma habitual, mucho más ahora bajo los efectos del poder. No era la primera vez que hablaba con ella, con mi madre, con Elle, con Owen, con la tía Diana o con la tía Cara de lo de Tina. Al principio me había dejado llevar, estaba dolido y había dejado por imposible arreglar las cosas con Jane, pero dejé entrar a Tina en mi vida para tapar ese dolor y eso no estaba bien. Con el tiempo fue más fácil, lo pasábamos bien juntos, era una buena chica y me quería. Pero solo tenía que entrar Jane en escena en un pasillo, una clase o la cafetería para que la herida se reabriese y surgieran las dudas. No podía seguir sometiendo a Tina a eso, a un segundo plano.

    Me limité a negar con la cabeza. Al final nada era tan fácil como «solo sexo», al menos no para mí. – [Xander]Tina me quiere. Y yo…me dejé querer y quería quererla, de verdad.[/Xander] – respondí, sintiendo el dolor de admitir mi error en voz alta. Tenía miedo a que Sasha me juzgara, ella y cualquiera.

    – [Sasha]Esas cosas nunca salen bien.[/Sasha]- replicó, mirándome. Sasha era bastante cerrada respecto a sus sentimientos, era su manera de protegerse por todo lo malo que le había pasado. Pero con el tiempo llegabas a descubrir su lenguaje oculto. Con su mirada me estaba dando un apoyo que necesitaba desesperadamente.

    – [Xander]Sigo sintiendo algo por Jane. No puedo seguir con Tina, no es justo para ella.[/Xander] – parecía que me lo decía a mí mismo.

    – [Sasha]Nunca ha sido justo para Tina.[/Sasha]- replicó. Era terriblemente sincera en ocasiones. Guardó silencio unos segundos y entonces suspiró. – [Sasha]Mira, al principio, intenté dejar de pensar en tu madre, pero cuando te has acostado con tres rubias diminutas en quince días, te das cuenta de que eso no vale para nada.[/Sasha] – explicó. Capté al momento qué era lo que me estaba queriendo decir. Bueno, al momento no, intenté apartar de mi mente la imagen real de los ligues clónicos.

    – [Xander]¿Estás diciendo que no me rinda?[/Xander] – pregunté, mirándola a los ojos. Me pregunté si siempre habría sido así, cómo eran cada uno de ellos antes de que entrásemos en sus vidas. No sabía si había costado más o menos, si habían peleado o si habían sufrido, pero por nosotros habían mantenido oculta su relación con Sasha, era un sacrificio que iba a intentar no olvidar.

    – [Sasha]Estoy diciendo que hagas lo que quieras hacer, pero de verdad, sin gilipolleces.[/Sasha]- me dedicó una de sus medias sonrisas.- [Sasha]Al principio, con tus padres, era solo lo que todo el mundo se imagina… vale, demasiadas información.[/Sasha]- soltó una breve risa, probablemente al ver mi cara de pánico intentando disociar de mi mente la imagen de los tres…intimando.- [Sasha]La cuestión es que yo no me rendí y al final, conseguí mi sitio. Para mucha gente, ese sitio es una puta mierda, porque no dejo de ser la tercera rueda de un carro que tiraba de sobra con dos, pero era lo que yo quería.[/Sasha]- comentó, pensativa. Dándole vueltas me di cuenta de lo poco que sabíamos de cómo se llevaban. Cuando éramos pequeños, Sasha simplemente estaba por allí, a veces estaba por las mañanas, como si hubiera dormido en casa, pero no sabíamos exactamente dónde, en el sofá asumíamos. Al ir haciéndonos mayores fuimos viendo cada vez más cosas, más pistas, pero eran solo eso, pistas. Eso implicaba pasar años conteniendo cualquier muestra de cariño. Solo esperaba que con lo que había provocado el amigo de Idris las cosas fueran más fáciles para ellos.- [Sasha]Si tu madre tuviera un harén, querría estar en él y si fuera, no sé, la líder de una secta, llevaría veinte años en ella.[/Sasha] – añadió, sin reparos. Me sentí comprendido, Sasha entendía perfectamente cómo me sentía respecto a Jane.

    – [Xander]Gracias Sash, mamá Sash.[/Xander] – repliqué, más animado, guiñándole un ojo.

    – [Sasha]Peloteos los justos, renacuajo.[/Sasha]- respondió ella, sin conseguir tapar una sonrisa.

    – [Xander]No, es en serio, vengo aquí a contarte mis problemas pero…[/Xander] – empecé a decir. Ella me había ayudado y ahora quería hacerlo yo. Sentía que le debía algo por todo ese sacrificio. – [Xander]No lo sabíamos del todo pero siempre has sido importante para nosotros.[/Xander] – añadí. Sabía que Sasha no era de muestras de afecto, así que intenté ser escueto.

    – [Sasha]Vale, vale, déjate de ñoñerías, que no somos Los Brady[/Sasha].- que lo que le había dicho le había llegado habría pasado desapercibido para cualquiera, pero nos conocíamos desde hacía mucho y con los entrenamientos habíamos llegado a conocernos más.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije, antes de levantarme para darle un abrazo. Sabía lo que tenía que hacer y prefería no esperar demasiado para hacerlo, porque le daría muchas vueltas. Tenía que aprovechar el poder que habían impuesto sobre nosotros para contar la verdad a Tina.

    – [Sasha]Los Echolls-Arkkan sois unos sobones[/Sasha].- se quejó, bromeando. La dejé volviendo al entrenamiento, aunque la vi teclear en el InPhone de la que salía, seguramente contándoselo todo a sus tercias naranjas.

    Cada paso que di alejándome de la seguridad de la Escuela en dirección a la casa de Tina fue un suplicio. Repasaba en mi cabeza una y otra vez las formas de decírselo pero todas tenían contras: o sonaban a machista, a frío, a insensible, a manual de rupturas o directamente no conseguía dejarlo.

    Tras una eternidad, llegué frente a su puerta y se me instaló un nudo en el estómago, pero conseguí reunir las fuerzas para tocar al timbre. Ella abrió la puerta y me recibió con una sonrisa radiante.

    – [Xander]Hola. [/Xander] – la saludé, serio. Me alegra de verla y me gustaba pasar tiempo con ella, pero a partir de ese día seguramente sería más difícil.

    – [Tina]Hola, cielete[/Tina].- se echó hacia delante y me besó en los labios. No supé cómo esquivarla, de hecho, me quedé paralizado. Sus labios eran suaves y parte de mí pugnaba por dejar que me besaran continuamente, por encerrar la verdad en una esquina y rendirme a sus muestras de cariño. Habría sido más fácil si no fuera el hijo de Sarah Echolls, si no hubiera mamado un sentido de la responsabilidad que me mataba a veces.

    – [Xander]Tina…tengo que decirte algo. Importante.[/Xander] – dije cuando cerró la puerta tras nosotros.

    – [Tina]¿Has visto un fantasma?[/Tina]- replicó, sonriendo. Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el sofá.

    – [Xander]Espera. Es algo serio. No…quiero hacerte daño.[/Xander] – dije, soltando su mano sin seguir avanzando. No quería parecer frío, pero no podía dejarme llevar por el amor que desprendía Tina. Se merecía a alguien mejor que yo.

    – [Tina]¿No me lo puedes contar en el salón mientras tomamos algo? No puede ser tan grave[/Tina].- me miró a los ojos y empezó a darse cuenta de que sí pasaba algo.

    – [Xander]Sí, lo es, porque no me he portado bien contigo.[/Xander] – no es fácil admitirlo, os lo puedo asegurar.

    – [Tina]Es verdad[/Tina].- me miró y se rió.- [Tina]Eres el mejor novio del mundo, mi vida[/Tina]. – se acercó hasta mí para darme un abrazo y besarme, pero me aparté.

    – [Xander]Tina, no. No puedo seguir así. Te estoy engañando a ti y a mí mismo.[/Xander] – confesé. Ella frunció el ceño, observándome. – [Xander]No podemos seguir juntos.[/Xander] – sentencié, algunas de las palabras más duras que había dicho en toda mi vida.

    – [Tina]¿A qué viene esto ahora?[/Tina]- me preguntó.

    – [Xander]Lo he pensado muchas veces, pero me gustaba estar contigo. Me sentía…bien.[/Xander] – el poder me estaba haciendo dejarlo ir todo, aliviando la presión que tenía sobre mí desde hacía tiempo. Pero eso no hacía que el desenlace fuese a ser más fácil. – [Xander]Pero no es justo para ti. Te mereces mucho más.[/Xander] – añadí. Quería a ti, pero no de la forma que ella me quería a mí.

    – [Tina]No puede ser verdad que hayas venido a dejarme a mi casa[/Tina].- respondió, afectada. Aún estaba conteniéndose, procesando lo que estaba pasando.

    – [Xander]Eres una persona muy importante para mí. Y siempre te querré, pero de otra forma.[/Xander] – traté de explicarle para que me entendiera, para darle menos importancia a lo que estaba pasando, pero no había forma de hacerlo, porque la tenía. Jamás debimos empezar juntos, así no habría habido que pasar por eso.

    – [Tina]¿Es por JJ?[/Tina]- preguntó, herida.

    – [Xander]Jane y yo llevamos tantos años sin hablarnos que no sé si volveremos a hacerlo alguna vez.[/Xander] – respondí. Me dolió saber que lo hacía con sinceridad. No sabía si alguna vez volvería a hablar con Jane, había pasado demasiado tiempo y el dolor y la distancia dan paso a la frialdad. – [Xander]Pero en parte, sí. No puedo estar contigo si sigo sintiendo algo por ella.[/Xander] – intenté ser fiel al consejo de Sasha, al menos en parte. Necesitaba despejar de mi mente lo que pasaba con Jane antes de poder estar de verdad con alguien. Por ahora, aún la quería, aún sentía que la había defraudado y que tras toda esa coraza, solo era una buena persona sufriendo.

    – [Tina]Vete a la mierda, Xander[/Tina].- espetó ella. Ni siquiera me paré a pensar si sus palabras estaban cargadas de odio. Ojalá lo hubieran estado, me lo merecía, pero la triste realidad es que creía que no.

    – [Xander]Lo entiendo. Sí quieres me vaya, lo haré.[/Xander] – respondí. – [Xander]Si quieres que no vuelva a hablarte, lo respetaré. Aunque me gustaría seguir siendo amigos.[/Xander] – añadí. Estaba pidiendo de más, lo sé, pero era lo que sentía y las palabras salían solas. – [Xander]Eres una persona maravillosa, Tina. Te mereces alguien mejor.[/Xander] – le deseé.

    – [Tina]¿Te quieres callar?[/Tina]- replicó, yendo hacia mí para empujarme hacia la puerta. Al ver lo que hacía, me moví y me marché en dirección a la puerta sin replicar. No tenía derecho a ello.

    Cuando la puerta se cerró detrás de mí, escuché a Tina apoyarse contra ella y llorar. No sabía qué decirle, pero sí que no podía irme de allí sin intentar ayudarla.

    – [Xander]Tina, por favor, no llores por mí.[/Xander] – le pedí, sintiéndome como un egocéntrico por cómo lo había formulado. No penséis mal, o hacedlo, me lo merezco igualmente, pero no lo decía porque yo no soportase llorar, si no porque yo no merecía la pena.

    – [Tina]No lloro por ti. Lloro por mí[/Tina].- replicó ella, dolida, triste. Os explicaré algo, por si no lo sabéis. Tanto mi madre como mi tía Diana, eran dos personas con una empatía extraordinariamente desarrollada. Elle y yo habíamos heredado también esa empatía, así que estaba sintiendo todo el dolor que sentía. Y cuando sabes que lo has causado tú, se hace difícil de soportar.

    – [Xander]Llora de alegría, mira de lo que te acabas de librar.[/Xander] – intenté darle un punto de vista positivo, reírnos de la situación por absurdo que sonase.

    – [Tina]No intentes que me sienta mejor con ese tipo de frases[/Tina].- me pidió. No sabía cómo actuar.

    – [Xander]¿Y qué hago, Tina? Soy una mierda de persona.[/Xander] – repliqué. Sí, ya sé que me he comparado un par de veces con mi madre, pero no soy ella ni de lejos. Mi madre es una heroína, no solo por haber sido elegida como Kvasir y tener todos esos poderes, si no más bien por lo humana que es: empática, buena, cariñosa. Mi madre no habría cometido el error que yo cometí, ni con Tina ni con Jane. – [Xander]Fui un egoísta empezando contigo y he sido un egoísta desde entonces.[/Xander] – la sinceridad impuesta me ayudó a dejarlo ir. A la larga, sería mucho más sano, pero en ese momento, me estaba matando. – [Xander]No sé otra opción. No voy a dejar que pierdas tu vida conmigo.[/Xander] – ahí estaba, todo lo que pensaba. Ya no quedaba más sin decir.

    – [Tina]Ya[/Tina].- escuché un suspiro al otro lado y la puerta se abrió.

    – [Xander]Tienes carta blanca para odiarme. Lo raro sería que no lo hicieras.[/Xander] – le aclaré. Me sentía un poco incómodo con Tina mirándome a unos ojos hinchados y brillantes.

    – [Tina]No te odio, pero tampoco quiero que vayamos de colegas[/Tina].- aclaró ella. No puedo decir que no lo mereciera, ni que esperase más, todo lo contrario, pero aún así, tuve una sensación amarga. Siempre queremos más.

    – [Xander]Ya.[/Xander] – respondí. – [Xander]Con eso no puedo hacer nada.[/Xander] – comenté. Quería irme a algún lugar donde estuviese solo, pero primero quería asegurarme de que ella se quedase todo lo bien que pudiera estar.

    Ella se acercó a mí y me abrazó.- [Tina]Siempre he sabido que no íbamos a durar, pero duele igual[/Tina]. – sentenció. Era demasiado buena persona como para que le hiciesen daño. Esta vez agradecí su abrazo, pero no fue tan reconfortante porque sabía perfectamente que sería uno de los últimos.

    – [Xander]Lo sé.[/Xander] – respondí. No pasamos mucho más tiempo juntos. Nos despedimos y cada uno fue a lamerse las heridas por separado. Las suyas por su sufrimiento, las mías por saber que lo había provocado.

    Recorrí los escasos metros que separaban la casa de Tina de la nuestra en automático. La rosada silueta de la casa victoriana que habían comprado mis padres hacía ya más de veinte años se alzaba, bonita y acogedora.

    Abrí la puerta y una parte de mí esperó que no hubiese nadie. El salón estaba vacío y la mayoría de las luces estaban apagadas, pero se escuchaba música en la habitación de mi hermana.

    Subí a la segunda planta con la esperanza de cruzarnos más tarde, cuando ya estuviera más recuperado. No quería que Ellie me viera así, era muy empática y no me apetecía verla sufrir. Pero como si tuviera un radar, la puerta de su habitación se abrió y asomó la cabeza.

     

    – [Ellie]Xan, ¿qué te pasa?[/Ellie]- preguntó nada más verme. Os lo dije, empatía muy desarrollada.

    – [Xander]Le he dicho a Tina la verdad.[/Xander] – respondí. Mis ojos, rojos y acuosos, no contribuirían a intentar negar lo evidente. Entré a mi habitación y Ellie me siguió.

    – [Ellie]Uf…[/Ellie].- exclamó ella, sentándose en mi cama.

    – [Xander]Lo ha llevado lo mejor que ha podido. Al menos creo que no me odia.[/Xander] – comenté, jugueteando con un muñeco cabezón de Vegeta que me había regalado la tía Cara.

    – [Ellie]Es culpa mía[/Ellie].- sentenció. Me giré hacia ella.

    – [Xander]No. Tú solo diste un empujón y lo necesitaba.[/Xander] – le puse una mano en el hombro. Quizá tenían que habernos preguntado antes de hacerlo, pero no pensaba decirle eso a mi hermana, no quería que se sintiera culpable y mamá ya se lo había dicho por la mañana. Había hecho lo que había creído mejor para todos. – [Xander]La culpa es mía por haber estado con ella.[/Xander] – expliqué, sentándome a su lado.

    – [Ellie]Te gustaba y te hacía feliz, ¿qué tiene de malo?[/Ellie]- mi hermana me pasó un brazo por encima de los hombros. No sé qué sería de mi sin ellos. Mi padre había perdido a toda su familia en un día y había tardado años en saber que tenía una hermana y conocerla. Él sobrevivió a todo eso, pero estaba hecho de otra pasta, yo no era tan fuerte. Siempre había soñado con ser un héroe, pero por mucho que entrenase, jamás sería como él, no solo hacía falta fuerza física.

    – [Xander]Que la estaba engañando.[/Xander] – respondí. En mi familia nos lo contábamos casi todo, existía una confianza implícita, salvo en algunas excepciones, como la verdad de la relación de mis padres y Sasha. En ese caso era comprensible, pero mentirle a Tina, no. – [Xander]No era feliz Ellie. Llevaba muchos años sin serlo.[/Xander] – era algo difícil de confesar. No me hacía falta terminar la carrera para autodiagnosticarme una personalidad al borde de la depresión. Me encargaba de luchar día a día para no caer, pero eso implicaba también ser consciente de que no había sido feliz per sé con Tina. Me llevaría algo más de tiempo y de madurez darme cuenta de que en ese momento, afectado por lo que acababa de pasar, estaba tratando la felicidad como algo que se obtiene todo el tiempo, y no era así. Sí, había sido feliz por momentos con Tina, era feliz con una familia que se quería y me quería a mí, era feliz con mis amigos. Pero no era feliz sintiéndome mala persona y eso llevaba haciéndolo desde que le fallé a Jane. Me faltaban años para ser consciente de que tenía que atesorar los momentos individuales de felicidad y a saber que la tristeza es parte de la vida y que no sirve de nada fustigarse eternamente por los errores del pasado.

    – [Ellie]¿Por Jane? No puedes ser infeliz porque alguien no te quiera, por muy duro que sea.[/Ellie].- respondió ella. En Ellie se notaba mucho con qué personas había tenido mucha relación. Tenía mucho de mi madre, bromeaba como la tía Diana, era un alma libre como la tía Cara y a veces era directa como Sasha.

    – [Xander]Pero ahora mismo no puedo cambiar cómo me siento.[/Xander] – era consciente de mi problema, pero en este caso, no podía cambiarlo, mis sentimientos estaban ahí, seguían ahí. – [Xander]La conocía de verdad. Aún lo hago, sigo viendo a la persona que hay detrás de ese muro. Eso es lo que duele, saber que no eres capaz de llegar a ella, saber que si te resignas, la abandonas una vez más con todos sus problemas.[/Xander] – aseguré. No es solo que no pudiese pasar página, es que no quería hacerlo.

    – [Ellie]Jane está destrozada. Ahora mismo sería incapaz de querer a nadie[/Ellie].- intentó explicar. Mi pobre hermana, durante años en medio de lo que había pasado entre Jane y yo.

    – [Xander]No necesito que me quiera. Me vale con que no me odie.[/Xander] – le aseguré. No puedes obligar a nadie a quererte, si no lo hace, no lo hace y punto, no hay más vueltas que darle ni otra cosa que esperar, es la libertad de cada uno lo que sienta por otro. Lo que me afectaba no era eso si no el hecho de perderlo todo, de no poder ni siquiera estar en la misma sala después de haber estado siempre juntos de pequeños. – [Xander]Con poder pasar a su lado sin que cambie de dirección…[/Xander] – empecé a decir, sabiendo que solo con eso no sería suficiente. También me gustaría recuperar la confianza que habíamos tenido.

    – [Ellie]Lo está pasando muy mal y es incapaz de ser feliz, porque no se lo permite[/Ellie].- continuó explicando. Uno de los problemas era saber perfectamente qué era lo que le pasaba y la teoría de cómo ayudarla.

    – [Xander]Sé la teoría. Pero la realidad es más difícil.[/Xander] – confesé, sabía que mi hermana no me culpaba por lo que había pasado a Jane, ni tampoco a ella. Lo que único que le había preocupado siempre era que pudiéramos arreglarnos y que cada uno fuese feliz, pero ni Jane ni yo reuníamos nunca las fuerzas suficientes para hablar con el otro y la última vez que sí lo habíamos conseguido, no había salido bien.

    – [Ellie]¿Y si no es el amor de tu vida?[/Ellie].- pregunté, mirándome a los ojos. Aparté la mirada, pensativo, no quería que Elle leyera mis pensamientos. Había debatido esa cuestión a menudo conmigo mismo. Sasha lo había entendido, ¿y si sí lo era aunque no fuese correspondido? – [Ellie]El amor no duele o al menos, no debería doler[/Ellie]. – añadió. Alcé la mirada hacia ella.

    – [Xander]¿Tú crees?[/Xander] – le pregunté. Yo pensaba diferente, para mí el mundo de los sentimientos era algo muy complejo que casi siempre estaba equilibrado. Hay días buenos y días malos, días felices y días tristes. Ninguno sería tal sin contrastar con el otro.

    Se me ocurrían muchos casos en los que no había sido así: La tía Diana lo había pasado mal porque el tío Toph no quería estar con nadie por su licantropía. Mis padres habían sufrido por mantener la relación entre los tres como un secreto por nosotros. El tío Daakka había sufrido pensando que Cara no le querría por ser un demonio. El tío Ed había visto morir a la persona de la que estaba enamorado. El tío Dominic seguía enamorado de su ex mujer pese a todo lo que habían pasado. El amor era sacrificado, pero en su propia definición, compensaba. La parte de sacrificio con Jane habría estado clara, el tema estaba en saber si compensaría.

    – [Ellie]No quiero verte sufrir más por ella[/Ellie].- respondió, sincera, sin necesitar el poder del amigo de Idris. Os preguntaréis cómo se explica que pudiera querer aún a una persona con la que hacía años que no hablaba y con la que estaba peleado. La respuesta es muy fácil. No lo sé. – [Ellie]Quiero que seáis felices. Juntos o separados[/Ellie]. – aseguró.

    Le revolví el pelo como cuando éramos pequeños. Por aquél entonces todo era más fácil. Yo tenía a Jane, ella tenía a Amy, que a su vez tenía a Leo, Kaylee nos tenía a todos y Dante y Cole tenían a su madre. Pero la vida no estaba destinada a ser fácil para ninguno de nosotros, por desgracia. Conocía a pocas personas para las que la vida fuese fácil y normalmente, no solían ser las mejores personas.

    – [Xander]Tranquila, los males no duran eternamente.[/Xander] – repliqué forzando una sonrisa. Necesitaba superarlo, en ese momento, aún no podía, pero sí podía relegarlo a un rincón donde mi hermana no tuviera que preocuparse por ello. – [Xander]Encontraré una solución.[/Xander] – la animé. Aún me quedaba un tiempo con el poder de la sinceridad. Quizá podía aprovecharlo. Y si no, siempre estaba el plan de emergencia que llevaba un tiempo madurando. Ya lo había hablado con mis padres por si acaso, pero los demás no lo sabían.

    – [Ellie]Jane es mi mejor amiga y tú eres mi hermano[/Ellie].- suspiró, aún no había colado mi intento de quitarle importancia.- [Ellie]¿No hay un hechizo que lo arregle todo para que podáis ser felices?[/Ellie] – preguntó.

    – [Xander]No pasa nada, hermanita.[/Xander] – le di un abrazo que quizá me reconfortase a mí más que a ella. – [Xander]Es que este poder trastoca un poco.[/Xander] – comenté. La sinceridad había abierto viejas heridas y me había hecho tomar decisiones que a la larga agradecería.

    La vida no es un camino de rosas. Los problemas en nuestras relaciones eran solo el principio de los sufrimiento de todos nosotros en nuestro camino para convertirnos en Daë. Pero por aquél entonces, era todo nuestro mundo.

  • FÁCIL

    CHRISTOPHER MACLEOD | CASA DE LAS ECHOLLS

    – [MacLeod]¿Hay alguien en casa?[/MacLeod] – pregunté. Como respuesta obtuve el eco de los ladridos en la cocina. Crucé el comedor y abrí la puerta de la cocina para ser recibido por el efusivo saludo de Xena, Eowyn y Freya.

    Que estuvieran en la cocina significaba que efectivamente, no había nadie, así que habían tenido que dejarlas allí, recogidas en sus camas para perros que usaban solo en esas ocasiones, porque normalmente preferían la cama de sus dueños. Por suerte para mí, la nuestra era la más pequeña, así que no se notaba tanto en la cama como Amy. Si hubiera sido Xena me habría visto durmiendo en el suelo.

    Abrí la puerta corredera que llevaba a la terraza y las dejé salir por si necesitaban hacer algo. Vigilándolas, me senté una silla de madera del porche trasero.

    Normalmente no solían estar solas. La casa era un bullicio y siempre solía haber alguien, pero en estas semanas las cosas no eran como siempre. La casa solía estar más vacía porque todos teníamos mucho que hacer, tanto por nuestro deber como por nuestra propia vida.

    Los héroes de la literatura siempre tienen la presión de salvar el mundo, pero nosotros teníamos también las presiones de ser personas. La llegada de Amy había cambiado las cosas, no sólo ocupándonos mucho tiempo y energía a Diana y a mí, si no trayendo un cambio para todos.

    Elizabeth estaba trasladando sus cosas poco a poco a una casa en Merelia junto a Jaime, dejando la casa para sus hijas. Sarah y Diana hablaron entre ellas y se decidió que la casa familiar fuera para nosotros, que éramos los que teníamos una responsabilidad a nuestro cargo. A cambio, había puesto a la venta mi casa en el Barrio Este para ayudar a que Sarah y Daniel comprasen una nueva casa para ellos. Habían pensado comprarla cerca para que las hermanas no estuvieran muy separadas.

    Mi casa no duró mucho en venta, al final todo queda en familia y la terminamos alquilando a Dominic y Rebecca por el mismo precio que estaban pagando por su estudio en el Barrio Oeste, así que el alquiler sería para Daniel y Sarah para rebajar lo que pagasen por la casa mes a mes.

    Por si todos esos cambios fueran pocos, Cara y Daakka se iban a ir a la cabaña en el bosque que había sido de Daniel y que ahora le había comprado su hermana con bastante regateo. Ed se quedaba a dormir en casa algunas noches, pero cada vez dormía más en el apartamento que estaba sobre la tienda de Lucy.

    A todas esas mudanzas se había sumado ayudar a Mara a llevar sus cosas a la casa que ahora compartía con Vincent en Louna – benditos portales – y ayudar a Sasha a instalarse en el apartamento de la Nave, aunque por suerte las cosas de Sasha cabían en una caja. Mia también se iba, lo suyo con Logan había avanzado rápidamente y se habían alquilado un apartamento en el Barrio Oeste gracias al trabajo de mecánico que Mia le había encontrado en un taller.

    Freya se apoyó en mis piernas dando saltos con la lengua fuera, devolviéndome a la realidad. Había estado corriendo con Xena y Eowyn pero venía a reclamar mi atención. Dentro de poco cada una de las tres viviría en una casa, pero pasarían gran parte del tiempo juntas en la Nave o aquí para evitar que se quedasen solas. Igual que nosotros, que estaríamos más separados pero nos veríamos a diario.

    Aún así era un poco raro, de nueve personas conviviendo bajo ese techo, pasaríamos a ser tres, aunque los demás pasarían a menudo y Elizabeth y mis padres estarían de vez en cuando con nosotros por si necesitábamos ayuda con Amy.

    Acaricié con cuidado la cabeza de Freya. Era una perra bastante miedosa y aún me sentía mal por aquella vez poco tiempo después de las Pruebas cuando el licántropo estaba descontrolado y le gruñí. Desde entonces parecía que me obedecía más, pero me sentía culpable.

    Vi la felicidad en su rostro cuando volvió a echar a correr detrás de sus «hermanas», disfrutando todas de la libertad y de los pequeños placeres.

    Una parte de mí envidiaba esa libertad, esa facilidad para dejarse llevar ante las preocupaciones y simplemente disfrutar. Era un padre reciente y sentía que apenas había podido disfrutar de mi pequeña por culpa de estar todo el día preocupado, planeando, asegurándome de que todo estaba bien atado para que mi hija no perdiera la oportunidad de conocer a las personas que más me importaban porque estábamos a punto de arriesgar nuestras vidas para proteger a completos desconocidos.

    Pero por mucho que lo envidiase, no podía ser como ellas. El animal en mí estaba reprimido, no era capaz de dejarlo ir. Sé que probablemente mi fuerza como licántropo habría sido más útil en el combate, pero no podía permitirme perder el control, no podía dejarme ir y después despertarme para comprobar que las personas que más me importaban se habían ido mientras corría salvaje mordiendo a otros.

    La brisa era agradable esa tarde. Hacía calor, pero estaba empezando a oscurecer y el viento resultaba muy placentero, con su aroma a verano. Me paré a dibujar en mi mente la imagen mental de ese preciso momento, observándolas jugar. Algún día, en el futuro, nuestros descendientes podrían hacer lo mismo. Las mascotas que habíamos adoptado de la señora del bosque de Escocia nos sobrevivirían a todos gracias a su inmortalidad. Me preguntaba cómo serían las cosas en su futuro, qué sería de nuestros descendientes.

    Entonces me di cuenta de que quizá estaba siendo demasiado introspectivo. Las cosas que vivimos hacen mella en nosotros. En su día, tomar el manto de Vigilante y encargarme de ser el mentor de Sarah, junto con mi licantropía, habían hecho que relegase en la bebida un problema que simplemente había permanecido ahí, latente. La manifestación de esas preocupaciones no era más que ansiedad, una con la que había tenido que aprender a vivir.

    La vida no me había enseñado a confiar en que todo saliese bien, pese a que las cosas nos hubiesen ido mejor de lo esperado, así que me había acostumbrado a controlar cada aspecto de lo que sucedía para evitar que nada quedase al azar y por tanto el destino nos diese un revés. Aun así, con la clase de vida que llevábamos no había sido posible, y desde la muerte de Kaylee y las noticias de la guerra inminente había notado que mi ansiedad estaba peor, amenazando más frecuentemente con aislarme en mis pensamientos.

    Amy había sido un alivio para esa ansiedad, que había estado desatada mientras Diana estaba embarazada, por miedo a que mi enfermedad hiciese que las cosas no saliesen bien. Cuando miraba a la pequeña o a su madre, sentía que el mundo sí tenía esperanza.

    Hay ciertas cosas que no queda más remedio que admitir. Una de ellas es que nuestra vida nunca iba a ser como la de los demás. Estaba destinada a ser más difícil. Y solo nos quedaba luchar y sacarla adelante.

    Quedaba menos de una semana para la guerra. Cansado de pensar me puse en pie y estiré la espalda. Noté los hombros y el cuello cargados, así que decidí relajarme hasta que llegara Diana. La mejor forma de hacerlo la tenía delante de mí.

    Me descalcé y caminé sintiendo el césped en mis pies desnudos. Me tumbé boca arriba en la hierba y las tres perras no tardaron en verme y correr hacia mí pensando que jugaba con ellas. Me reí. A veces la vida es más sencilla de lo que parece.

  • SILENCIO

    Daniel Arkkan | Casa de las Echolls

    Algo a lo que jamás me acostumbraría, ni siquiera tras mis años de soledad, era al silencio, especialmente en sitios en los que no esperabas encontrarlo.

    La casa familiar de las Echolls era uno de esos lugares. Incluso en los peores momentos, aquella casa bullía vida y sin embargo aquella tarde estaba completamente vacía, sumida en un silencio solo roto por el crujir de una de las tablillas de madera de la entrada bajo mis pies.

    Ese día Daakka no limpiaba la sala de estar a ritmo de ‘I want to break free‘ mientras Cara compartía imágenes y gifs de series en su blog. No se oían los llantos de Amy, mudos cuando empezaban a cantar Diana y Christopher, ni tampoco sus risas. No estaban Freya y Eowyn con sus colas sacudiéndose sin parar mientras me recibían al llegar. No había una Elizabeth saludando con su perenne sonrisa, ni un Jaime concentrado en la adaptación de nuestras vivencias en la ‘Saga de los Daë‘. No había rastro tampoco de Ed inmerso en la tablet para afianzar su formación como Vigilante.

    Y por supuesto, la ausencia que más desasosiego me provocaba, no estaba Sarah devolviéndome la mirada, iluminando la sala con su mera presencia, incluso en sus momentos más preocupados o tristes. Si algo estaba llevando mal de todo el aluvión de preparativos que teníamos que hacer no era ni la falta de tiempo, ni los nervios, ni el cansancio, era estar separado de Sarah.

    Crucé el salón y encendí la televisión para que hubiese algo de ruido mientras me servía un vaso de té helado y me sentaba frente al diario para tomar nota de los últimos acontecimientos y repasar mis anotaciones sobre las armas que estaba preparando para los demás.

    Pero mis pensamientos seguían en Sarah. Cada poco miraba el móvil para ver si tenía alguna señal de ella, pero nada. Era una de las que más tenía que hacer. Su rol era vital, como había quedado claro con la visión del futuro. Sin ella, perdíamos la esperanza de luchar. No solo estaba entrenándose y cumpliendo su labor de Cazadora, los únicos momentos del día que solíamos compartir, también estaba practicando con frustrantes resultados para controlar su recién despertado poder. De sus manos dependía también el destino de Sasha, una conversación que no le resultaría nada fácil. Y por si todo eso fuera poco, Toph seguía insistiendo en que teníamos que descubrirnos frente a gente de a pie y que debía ser ella quien hablase.

    A la hora de comer nos habíamos reunido todos en la sala común de la Escuela Legado para discutir nuestros planes y, pese a que otras veces no había sido unánime, esta vez Christopher nos había convencido de que lo mejor era exponernos como muestra de buena voluntad para todos aquellos a los que teníamos que proteger. Incluso Sarah estuvo de acuerdo esta vez, pese a que la mera idea de hacerlo le hacía temblar.

    No era algo fácil para ninguno de nosotros. Decidí estar a su lado cuando hablase para apoyarla, aunque prefería no pensar en ese momento.

    Cuando llené varias páginas de vivencias y dejé ir mis pensamientos a través de la pluma, pasé a las anotaciones para intentar distraerme. Tenía varios diseños plasmados en las páginas y los nombres de los Moondies y Satellites, junto a objetos que ya teníamos en nuestra disposición. Por desgracia sería imposible armar a todo el mundo, así que había que hacerlo de forma estratégica.

    Yo estaba descartado, tenía suficiente con ‘Sendero Oscuro‘. Su hoja larga de adamantio me resultaría de mayor utilidad que cargar con ‘Albor‘ y ‘Ocaso‘, que podrían ser utilizadas por alguien que las necesitase.

    Sarah tenía la ‘Lágrima de Freya‘ y la ‘Piel de Fafnir‘, pero seguramente necesitaria algo cortante porque esta vez apenas se enfrentaba a vampiros y había algunas amenazas a las que no se podría abatir ni siquiera con su fuerza. Sarah era más fuerte que ninguno, así que podría blandir incluso un martillo a dos manos, pero lo ideal sería algo que se adaptase a su forma fluida de luchar, algo pequeño y resistente, como ella. Hasta ahí llegaba la teoría, porque la realidad era que Sarah no querría un arma de filo, no por capricho, si no por su marcada bondad. Entendía su punto de vista, no era lo mismo devolver a la muerte a un vampiro, que vive por y para matar, salvo raras excepciones, que poder acabar con la vida de un humano con poderes, un licántropo, un demonio benévolo al que le han dicho que debe luchar para conseguir un mundo donde todos convivirán en paz, ni los autómatas controlados por la Iniciativa. Con esa restricción en mente, aún había armas que podían ayudarla, aunque fueran concusivas, quizá un par de varas de eskrima que hechas con adamantio podrían incapacitar con más facilidad a un enemigo.

    Cara estaba aprendiendo a practicar con su arco etéreo. Un arco te da desventajas en distancia corta, pero los poderes de Cara y los metales que llevaba encima le daban una amplia variedad de formas de defensa. Quizá le resultaría útil una daga o una espada corta.

    Christopher era un problema logístico. Era imposible que no estuviese involucrado en el combate con todo lo que había en juego, pero ni su poder ni su licantropía podrían servirle de mucho. No tenía tiempo ni intenciones de controlar su parte lobo, así que era un punto débil. Para la defensa teníamos que confiar únicamente en su traje, los encantamientos y conjuros protectores y la presencia de Ted. En cuanto a ataque, Christopher era bueno en esgrima, así que tenía que aprovechar esa ventaja y hacerle un estoque.

    Me recorría un escalofrío solo de pensar en Diana allí, combatiendo contra todo mientras Amy se quedaba con Elizabeth, Jaime y los MacLeod, pero la mejor forma de ayudarla era con una buena preparación. Diana dependía de su magia, estaba bastante cubierta tanto de manera ofensiva como defensiva y por si acaso, tenía una daga que le había regalado hacía lo que ya parecían décadas. Quizá no necesitase nada.

    Daakka era rápido, era muy resistente y contaba con garras afiladas para lo que no pudiera contener con su manipulación de la electricidad. Era el tipo de persona a la que le habría dado un mazo o un hacha, pero en su caso sería cargarle con un obstáculo.

    Dom estaba bastante cubierto por su telekinesis, pero seguía necesitando algo «por si acaso». Una de mis ideas era modificar las estacas retráctiles que solía llevar cuando le conocimos, cambiándolas por unas cuchillas de adamantio. El problema es que no sabía replicar el mecanismo y tardaría un tiempo que no tenía en crearlo, así que solo podía cambiar las cuchillas, confiando en que el acero del mecanismo aguantase bien. Otra opción eran armas arrojadizas que pudiera controlar con su telekinesis. Cualquier cosa que le dejase las manos libres para poder concentrarse en su poder, aunque una lanza, dado el tamaño de Dom, tampoco era una mala idea. Al final, después de hablarlo con él, prefirió algo más «masivo», un martillo de guerra. Iba a ser difícil de realizar, tanto por el tamaño como por la forma, a los que no estaba acostumbrado. Seguramente necesitaria ayuda, quizá Nicholas podría ayudarme a moldearlo.

    Luego estaba Ed. Su magia le ponía en una situación similar a la de Diana, con el añadido del tótem de sangre, un riesgo por liberar al gólem de piedra y poder perder su control, pero un valioso recurso en caso de necesidad. El tótem necesitaba sangre, así que Ed debía llevar encima algo con filo, que le permitiera protegerse también en caso de estar concentrado y tener el peligro cerca. Una pequeña guadaña, una hoz, del tamaño de una espada corta, podría cumplir el propósito. Todo dependía de si Ed se apañaba con ella.

    Bill, pese al despertar de ‘Keli‘, aún tenía la cadena en sus manos así que no podía hacerle nada mejor. También tenía el martillo que Christopher le había dado hacía unos años, que podría ser útil en manos de alguien como Joey o Kuruk.

    Mara estaría en la retaguardia, junto a Lucy, ayudando a la gente de a pie que no hubiéramos podido sacar de la zona a ponerse a salvo y atendiendo a los heridos. Lucy quizá quisiera tener algo a mano con lo que defenderse, pero Mara jamás tocaría un arma. Rebecca estaría junto a ellas, protegiéndolas gracias a su poder, ella tampoco querría armas. Lucy, sin entrenar, tendría suficiente con algún arma concusiva de las que teníamos en el arsenal habitual o algún arma no letal que le pudiera dar Bill, como un táser.

    Hiroshi había pedido algo bastante específico en una de las reuniones: un par de hojas curvas, con una posición similar a la de las tonfas pero con una cuchilla en lugar del bastón. Había trabajado un poco el concepto y no resultaría muy difícil.

    Vincent tenía sus katar y no quería un reemplazo por unos de adamantio porque decía que le traían suerte, así que lo tenía todo cubierto.

    Y luego estaba Sasha. La parte más difícil sería que aceptase algo de mi parte, pero viendo su destreza con el bastón bo, había pensado hacerle uno nuevo con un tronco de madera de álamo blanco que tenía guardado en la cabaña, imbuido con algunas runas que la ayudasen. No llevaría mucho tiempo, pero de nuevo, tenía que quererlo.

    Logan aún estaba por ver si cumplía las espectativas de ‘Mia’ y peleaba junto a nosotros, y en caso de hacerlo, tenía suficiente con la espada que había conseguido en las Pruebas, una espada que en otras manos habría estado mucho mejor. ‘Mia’, por otro lado, más que luchar se encargaría de ayudar a la gente, era la que más fácil podía transportar a la gente de un lado a otro.

    Por lo demás, tenía que hacer tantas armas como pudiera, hasta donde llegase el tiempo y el material que Nicholas pudiese conseguirme. Como mínimo tenía que conseguir: las varas de Sarah, el martillo de Dom, el estoque de Christopher, la hoja de Cara, las cuchillas de Hiroshi y la hoz de Ed. Y por otro lado, el bastón bo de Sasha y cuantas armas pudiera conseguir con otros materiales.

    Una vez teniendo claro lo que me quedaba por hacer, cerré el diario y el silencio volvió a invadirme. No tenía mensajes de Sarah. Por lo que sabía, no estaba en nada peligroso, iba a intentar hacer acopio de fuerzas para hablar con Sasha y convencerla de unir fuerzas.

    Estaba inquieto. Ver de nuevo el futuro me había dejado inquieto. Hasta ahora, los cambios en los futuros que habíamos visto habían sido más directos, era más difícil implicarse emocionalmente.

    Primero vino la pequeña primogénita Arya, una simpática niña de cabellos rubios en un mundo destruido por Mason.

    Después vinieron Edward y su hermana perdida, Arya, menor que él, haciendo que la otra Arya desapareciese para siempre, igual que ese mundo loco regido por el Soberano.

    Después vino Xander, en el futuro en el que la Iniciativa lo controlaba todo. En esa ocasión estaba solo, pero porque había perdido a su hermana pequeña, ‘Elle’ en algo que no habíamos llegado a ver, igual que el aspecto de la niña.

    Y ahora, en el futuro en el que Z consigue su propósito, volvían a ser Xander, nuestro primogénito, y Elle, nuestra niña pequeña. Es más, Xander tenía el mismo aspecto, esta vez no había cambiado, no era un nuevo posible hijo de Sarah y mío. Eso solo podía significar una cosa, el momento de su concepción ya estaba fijado y que él sería nuestro hijo mayor. De ‘Elle’ no podía estar seguro porque no la habíamos visto en el futuro de la Iniciativa, pero todo parecía indicar que también.

    Y eso nos llevaba a la terrible realidad de saber cómo serán tus hijos y haberles visto morir. Ya no podía deshacerme del trauma de lo que les ocurría con la misma facilidad que cuando sabía que eran posibilidades. Esto era real, Xander era real. Mi pequeño, era igual que Sarah, será igual que Sarah. No tardé en echar cálculos de su edad y lo cerca que estaba de venir a nuestro mundo.

    Pensaréis que quizá era extraño pensar de esa manera en tener hijos, pero cuando te dicen una y otra vez que estás destinada a morir, terminas por creerte que jamás tendrás una vida normal. Sarah quería tener hijos y había interiorizado el miedo a no poder llegar a tenerlos. Viviendo al límite, no todo el mundo tenía tiempo a darse cuenta de ello, pero yo sí, Sarah y yo compartíamos un vínculo. Después del tiempo que llevábamos juntos, sentía lo que ella sentía, entre otras cosas, compartía ese miedo como si fuera mío, así que buscaba una esperanza que entregarle para que no viviera resignada a una vida sacrificada por personas que nunca creerán lo que haces por ellos.

    Esas cuentas me llevaron a dos conclusiones, si mi teoría era correcta: sobreviviríamos al combate contra los dos bandos, para bien o para mal, y entonces llegaría Xander; o Xander ya estaba con nosotros pero aún no lo sabíamos. La segunda opción me aterraba sabiendo lo que se avecinaba.

    Incapaz de salir de mis propios pensamientos, eché un vistazo al reloj y decidí irme a la cocina para preparar algo de cena para todos. Aunque no tenía muy claro qué, cocinar me relajaba, así que empecé a buscar recetas hasta que encontré una que adaptar. Dejé que mis manos tomaran el control  y que mi mente se dejara ir en el proceso creativo, porque a veces el mundo es demasiado complejo como para racionalizarlo. Para cuando terminara, probablemente Sarah ya estaría de vuelta, no podía esperar para verla.

  • UN MANTEL DE CUADROS ROJOS Y BLANCOS

    UN MANTEL DE CUADROS ROJOS Y BLANCOS

    Mia | Casa de las Echolls

    NOCHE

    miabrowningwing

    El día anterior, Logan me había dejado tirada. Supongo debería estar enfadada, pero el pobre me mandó un mensaje, gracias a Sarah, que le había dado mi número, diciéndome que estaba malito y que le dolía mucho la garganta.

    Sarah se molestó, porque sabía que Logan me estaba mintiendo y creía que eso me haría sentir mal, pero no era así. Logan era un mentiroso y si quería estar conmigo, debía aprender a decir la verda, porque no solo estaba infravalorándome, sino que confundía inocencia con estupidez.

    Aún así, aquella mañana se presentó en el local de Lucy y me explicó lo que había pasado. No fue divertido escuchar cómo alguien con el que no había salido ni una sola vez, me explicaba cómo «no era de piedra» y «una cosa llevó a la otra» con la madre de su hijo, un hijo que no sabía que tenía porque no nos conocíamos lo bastante. La verdad es que me enfadé con él y le tiré por encima de la cabeza el batido de fresa que me estaba bebiendo.

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  • ARKKAN

    ARKKAN

    DAAKKA | CASA DE LAS ECHOLLS

    MAÑANA

    DUKERIVERA

    Habíamos vuelto a estar todos juntos, al menos geográficamente. Además, volvía a disfrutar del tiempo con Cara, ahora mucho más unidos, en bastantes sentidos. Quizá debido a eso, parecía que mi cuerpo necesitase menos descanso, o puede que incluso fuese mi propia cabeza, deseando disfrutar de las maravillas de los días junto a mi Selardi. El caso es que me despertaba con el más mínimo ruido.

    Esa mañana me desperté cuando escuché a Sarah levantarse y prepararse para ir a algún sitio acompañada de Mia. Seguramente irían a ayudar a Lucy con sus obras, pensé en principio. Después recordé la conversación que habíamos tenido la noche anterior y las preocupaciones sobre todos los asuntos pendientes que rondaban su cabeza. La había animado a intentar «coger el toro por los cuernos» como decían los humanos y eso me había dado también mucho sobre lo que pensar acerca de Cara y de mí. Por eso cuando todos se fueron a la cama me quedé despierto, terminando algo que llevaba unos días preparando.

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  • FAMOSA, PERO NO A CUALQUIER PRECIO

    FAMOSA, PERO NO A CUALQUIER PRECIO

    Mia | Casa de las Echolls

    MAÑANA

    miabrowning290915

    Estaba escuchando ‘Bon Jovi’ a todo volumen y me sentía una malota mientras daba saltos en la cama. A lo mejor incluso me ponía un tatuaje que pusiera una cosa chunga, como un infinito del revés o alguna palabra en chino que nadie comprendiese. ¿Qué tal un piercing en la boca como el que llevaba Rebecca? O teñirme el pelo de negro y empezar a vestir con calaveras en las camisetas. Sonreí subida en la cama de Diana imaginándome con esas pintas y negué con la cabeza cayendo de culo. Definitivamente, ‘Bon Jovi’ me afectaba.

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  • A CONTRARRELOJ

    A CONTRARRELOJ

    Christopher MacLeod | Exterior de casa de las Echolls

    MAÑANA

    macleod-2

    Mi madre siempre decía que nunca se pueden hacer planes, porque siempre surge algún inconveniente que los complica. Solía achacarlo a dichos heredados de mi abuela, una buena mujer pero escocesa de su época, lo que implicaba una larga serie de dichos y costumbres que a veces contrastaban con aquello a lo que estábamos acostumbrados.

    Esta vez, habrían tenido razón. Hace unos minutos todavía estábamos trazando planes en caso de que necesitáramos entrar a la Iniciativa con urgencia, tratando de conseguir todos los recursos disponibles. Pero la llegada de ese miembro de Gambit, Russell, había eliminado toda posibilidad de contar con tiempo para prepararnos.

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  • LA PRIMERA MOONDIE REUNIÓN DE LA NUEVA ERA

    LA PRIMERA MOONDIE REUNIÓN DE LA NUEVA ERA

    Diana | Casa de las Echolls, Moondale

    MAÑANA

    diana090915

    Me sentía como un puñetero globo terráqueo y estaba completamente convencida de que si lanzaban una pelota a mi alrededor, empezaría a orbitar como en el chiste de ‘Padre de Familia’. Me acercaba peligrosamente al tercer trimestre y todo iba bien, pero estaba en una especie de ataque de pánico permanente que consistía en «sal de ahí de una maldita vez y deja que me ponga mis vaqueros apretados» y «que no llegue nunca el momento del parto, por favor».

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