Moondale

Categoría: Casa de las Echolls

  • COMO THELMA & LOUISE

    COMO THELMA & LOUISE

    Interludio | Lucy | Casa de las Echolls

    MAÑANA

    LACOSTURERA

    Me había pasado la noche despierta sin dejar de hablar con Elizabeth, la madre de las Echolls y…¿la mía?. La idea inicial era irme a dormir al hotel, pero sobre las doce de la noche empezaron a llamarnos para decirnos que algunos de los amigos y amigas de Ed se estaban quedando inconscientes y, aunque a mí eso me pareció raro de narices, ella me dijo que todo iba bien, que ya estaba acostumbrada.

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  • UN MUNDO CAMBIANTE

    UN MUNDO CAMBIANTE

    Christopher MacLeod | Residencia MacLeod-Echolls

    book

    Hace tiempo que este diario, al igual que el resto como él, no recoge la gran historia que nos acontece. El mundo ha cambiado mucho, quizá demasiado, y por eso mismo hay que volver a las viejas costumbres, al papel y a la tinta. Ya son más de quince años, es increíble como pasa el tiempo.

    Como iba diciendo, el mundo ha cambiado mucho en estos años, aunque la esencia sea la misma, pero para saber los motivos que nos llevan a escribir de nuevo en estos diarios debo remontarme a cuando empezó todo, cuando los ‘Moondies’ nos reunimos por primera vez.

    En aquél entonces, el país se recuperaba de una gran crisis que había asolado medio mundo, una crisis de la que eventualmente se salió, pero que solo fue un aviso de la que estaba por venir.

    Pensaréis que ahora voy a contaros acerca de la crisis económica que asoló nuestro país, teniendo en cuenta que acabo de decir que fue mucho peor que la anterior, pero no fue así, la recuperación fue rápida y las secuelas, al menos económicas, no se llegaron a percibir. De hecho, la economía mejoró.

    Os preguntaréis cómo, y la respuesta es muy sencilla: Internet y las grandes compañías. La mayor compañía de internet del momento, que había empezado en un simple buscador de internet, se presentó en la puerta de la Presidenta con una oferta tan tentadora como si la presentase el mismo diablo. Aunque la diferencia no era mucha.

    El dinero de la compañía salvó la economía, pero evidentemente querían algo a cambio. Consiguieron el permiso para extender sus redes por todo el país, convirtiéndose en el principal proveedor de servicios de internet, con el plus de derivar parte de sus beneficios para la propia economía interna del país.

    A partir de ahí, la cosa fue a más. Casi todo el mundo utilizaba sus servicios por sus precios más bajos y la ventaja de ayudar al país, y todos los datos de esas personas pasaban por sus redes. Después vino la reforma del documento de identificación, a partir de su aprobación, a todo el mundo se le concedía una cuenta de correo electrónico en la compañía junto a la obtención del documento, con la finalidad de hacer las transmisiones oficiales hacia esa cuenta. La gente se acostumbró con el tiempo y empezaron a utilizar solo esa cuenta, y a partir de entonces los correos electrónicos de toda esa gente, muchos todavía inexpertos en el uso de internet, pasaron por los servidores de la gran compañía nacional de telecomunicaciones, que había pasado a llamarse Infinity Corp.

    Fue una época de grandes avances, los recursos económicos de Infinity beneficiaban a la «nación» afianzando su posición de superpotencia. Se crearon nuevos prototiopos de transportes con la tecnología de Infinity , dando facilidades enormes a la gente, que se acomodó, mientras Infinity recopilaba más y más datos para ofrecerles publicidad dirigida.

    Gracias a los sistemas de seguridad de Infinity , cesaron los ataques terroristas, salvo aquél de hace seis años. Los terroristas eran detenidos antes de hacer «honor» a su nombre, antes de ser culpables, gracias al análisis de información.

    La cultura del miedo se había disparado hasta límites insospechados. La gente se preocupó porque sus datos estuvieran en manos de Infinity , y el Gobierno intervino para defender a su compañía, pero aprobó leyes de protección de datos personales que tranquilizaron a los que no sabían que sus datos seguían siendo recopilados y tratados, aunque con más «cuidado» para que no hubiese filtraciones.

    Infinity había extendido sus ramas por todas partes, incluso en el Condado de Ripper, ventajas de un precio bajo, ser parte del Gobierno y dar un «buen servicio». Pero el Condado de Ripper escondía muchos secretos, secretos que no debían salir a la luz sobre nosotros, los sobrenaturales, los metahumanos. Por eso empezamos a dejar de utilizar sus redes, porque nuestros secretos no podían desvelarse y arriesgarnos a su departamento de investigación se centrase en nuestras ventajas, en tener a gente como Daakka conectada a un reactor para proveer energía a toda una ciudad.

    Estaba seguro de que tenían información al respecto de otros puntos del estado, pero todavía no tenían una unión, no querían verlo, y no podíamos ser los que le diesen esa conexión final. Así que teníamos que volver a los diarios para contar nuestra historia.

    Hace mucho tiempo y han pasado muchas cosas, buenas y malas. Pero seguimos aquí, seguimos resistiendo y luchando contra la oscuridad, salvando el mundo un día más, tanto por la noche, como por el día en la Escuela Legado.

    Moondale vive.

    Pero todavía quedan unas temporadas por el medio, esto es para ir dando perspectiva de a dónde nos dirigimos.

  • NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    Diana | Su despacho

    MAÑANA

    dianalonghair

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    En orden de aparición: Carmela D’Angelo, Braulio Matías Mendoza «Matty», Ted Sánchez y April Halpert.

    Me había pasado media noche sentada en una de las sillas de la cocina ideando formas de ahogar a MacLeod con la almohada sin que pudieran inculparme por ello. Porque sí, era el amor de mi vida, el padre de mi hija y cada vez que lo veía, me temblaban las canillas, pero roncaba como un puto perro viejo y encima, cuando le clavaba el codo en las costillas, me gruñía. Literalmente. El puñetero Christopher MacPerro me gruñía y amenazaba con enseñarme los dientes. Era lo que me faltaba, que me pegara la rabia el muy cabrón.

    No tenía bastante con parecer un globo terráqueo con piernas (tremendamente sexy, todo hay que decirlo), sino que encima ahora dormía de pena, porque mi hija tenía futuro bailando flamenco y su padre le tocaba las palmas con la nariz de puñetera madre. Si a eso le sumabas que me levantar a mear unas ochenta veces, más o menos, estaba a punto de meterme la mano en el vagina y sacar a la niña yo misma.

    Pero todavía me quedaban unos cuantos meses o no sé-qué-semanas, según la matrona que me había regañado por engordar dos kilos más de la cuenta y me había puesto a dieta. Se me habían acabado las pizzas, las hamburguesas y los desayunos de Hobbit, porque el test O’Sullivan era en unos días (la prueba de la diabetes gestacional) y sólo me faltaba tener que tomarme los cafés (que ya eran descafeinados) sin una pizca de azúcar.

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  • CUÉNTAME ALGO QUE NO SEPA

    CUÉNTAME ALGO QUE NO SEPA

    Diana | Casa de las Echolls

    TARDE

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    Volví a la realidad y me metí el tenedor rebosante de ensalada César como si hiciera años que no comía. Saboreé el pollo crujiente, la salsa César y la lechuga a punto de llorar de felicidad. Mi madre ya había terminado de comer y me miraba sin poder disimular una sonrisa, no porque se alegrase de que comiera, sino porque por fin alguien conocía su historia con Luke, aunque todavía tenía la sensación de que estaba inconclusa.- [Elizabeth]¿Qué has visto ahora?[/Elizabeth]- me resultaba curioso que en ningún punto le había dicho «oye mamá, estoy viendo tu pasado». Simplemente, lo sabía. Por suerte, Jaime estaba ese día aprendiéndose todos los recovecos de la ciudad para poder plasmarlos en su libro, porque no creía que le fuera a hacer mucha gracia enterarse de que el gran amor de la vida de mi madre era un macizo con las gafas de Harry Potter que llevaba unos cuantos años criando malvas.

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  • ¿ESO ES LO QUE HACE FALTA PARA GUSTARTE?

    ¿ESO ES LO QUE HACE FALTA PARA GUSTARTE?

    Diana | Casa de las Echolls

    MEDIODÍA

    lizecholls

    Cuando llegamos a casa, después de pasarnos el resto del viaje cantando ‘Without you’ de Mariah Carey (juraría que antes de estar preñada esa canción me parecía una cursilada), mi madre me ayudó a bajar del coche y yo la ayudé a cargar con las trescientas bolsas de ‘Walmart’ que había traído con comida para el próximo Apocalipsis Zombi, como mínimo. Vale que Cara y Daakka comían como limas y a mí me apetecía hacer segundo desayuno, pero eso no significaba que tuviera que acabar con las existencias de la cadena de supermercados.

    Estaba segura de que la historia estaba todavía a medias, porque todavía no habíamos visto a Luke quitarse las gafas y que mi madre se diera cuenta de que estaba macizo, por lo que cuando fui al váter tuve cuidado de no acabar con la cabeza metida dentro y al volver, me la encontré colocando la comida en los estantes con la cabeza en otra parte. Seguramente, estuviera pensando en el culo de Luke. No la culpaba.

    – [Elizabeth]¿Qué quieres saber?[/Elizabeth]- me preguntó enarcando una ceja. Me sorprendía que el pelo no se le hubiese cardado eternamente.

    – [Diana]¿Luke y tú mojasteis el churro o hubo sólo toqueteos?[/Diana]- noté una patada de la meona. Ella también estaba de acuerdo en que su abuela y Luke habían tenido rollo.

    Mi madre soltó una carcajada.- [Elizabeth]No pienso responderte a eso[/Elizabeth].

    – [Diana]¿Por qué? Estoy embarazada y sensible. Ahora mismo podría echarme a llorar[/Diana].- en cuanto pensé en llorar, se me llenaron los ojos de lágrimas. No sólo tenía las tetas enormes, sino que podía abrir el grifo cuando me apeteciera (el de arriba y el de abajo, en realidad).

    – [Elizabeth]¡No te atrevas a chantajearme![/Elizabeth]- sabía que se estaba riendo.

    – [Diana]No es chantaje, es que ahora me he puesto a pensar en todas las cosas que no sé del mundo y…es horrible[/Diana].- vale, quizás había empezado a llorar de verdad. Me recordaba a aquella vez en la que lloré porque Christopher no ordeñó a las vacas de mi granja virtual cuando se lo había dicho.- [Diana]¡Soy una foca monje y me escondéis cosas![/Diana]- me llevé las manos a la cara.- [Diana]¡Esto es humillante![/Diana]- era como si hubiera abierto un grifo.

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  • EL SENTIMIENTO MAS HUMANO

    Daakka | Casa de las Echolls, Moondale

     HORA SIN DETERMINAR

    DAAKKAKK

    TRADUCIDO POR DUKE RIVERA

    Mi nombre es Daakkarakkthathornacle, aunque todo el mundo me llama Daakka, y siempre dicen que soy como Cher, aunque no sé quién es ése. Soy un demonio, por eso os extrañará mi nombre. Quizá también os extrañe que haya escrito estas líneas, pero probablemente se deba a un error de base con los demonios.

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  • TENEMOS QUE HABLAR DE ED

    Christopher MacLeod | Casa de las Echolls, Moondale

    NOCHE

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    Elizabeth y Jaime condujeron durante el camino de vuelta, porque mi coche había quedado aparcado en casa con la prisa de la transformación inminente.

    Cuando por fin llegamos, ya era casi de noche, y estaba francamente agotado. Diana y yo fuimos a darnos una ducha mientras Elizabeth se encargaba de la cena y después de cenar los seis, Daakka y Cara hicieron acto de presencia justo a tiempo, Diana y yo nos quedamos sentados en el sofá tapados con una manta mientras el resto se retiraba a sus habitaciones.

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  • UNA GOTA DE SANGRE

    Diana Echolls | Casa de las Echolls

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    MADRUGADA

    Había pasado una noche de perros. Y por «noche de perros» quiero decir, una noche vigilando al perro del padre de mi futura hija, que roncaba como si no hubiese mañana. En cuanto amaneció, Dominic, que ahora la versión domesticada del rompebragas que una vez fue, me había convencido de que me viniera a casa para ducharme, quiero creer que porque estaba agotada y no porque olía que apestaba, aunque nunca se sabía.

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  • UNA NOCHE ESTRELLADA

    SARAH ECHOLLS | PALACIO KVINNEBY, CIRTH, CONDADO DE RIPPER

    NOCHE

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    ¿Qué estarán haciendo todos? – pensé mientras, tumbada boca arriba en la cama observaba la recargada lámpara de lágrimas de la habitación que se había convertido para mí en refugio y prisión.

    Pensar en ellos hacía que sintiese una presión en el pecho que me dificultaba la respiración, pero era todavía peor no hacerlo, porque estaba sola pese a la buena gente que había conocido aquí, como un periquito en una jaula de oro al que le pones un espejo para que piense que no está solo.

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