Moondale

Categoría: Barrio Oeste

  • DESTINOS ENTRELAZADOS

    INTERLUDIO

    CHRISTOPHER MACLEOD

    MADRUGADA – BIBLIOTECA SECRETA DE LA ESCUELA LEGADO

    Me estiré durante unos segundos en la silla y escuché mi espalda crugir. Dejé las gafas a un lado en la mesa y me froté los ojos, cansado. Era mi segunda noche sin dormir, exceptuando dos cabezadas que había dado mientras repasaba todo lo que sabíamos sobre los Daë, las Pruebas y los discos.

    Por una parte,  la visión de Diana había resultado tranquilizadora. Al menos sabíamos dónde estaban nuestros niños y podíamos descartar una fatalidad que no quería ni siquiera imaginar cómo habríamos llevado.

    Pero eso no evitaba que estuvieran en peligro y que no pudiéramos quedarnos sentados de brazos cruzados mientras ellos cargaban el peso del mundo a sus espaldas.

    La primera noche apenas sabía qué hacer, así que empecé a rememorar todo lo que nos había ocurrido a nosotros y creé un mapa de los sucesos relacionados con Verónica Preston, que de acuerdo a lo que decía mi hija, llevaba con nosotros desde la noche en la que escapamos de la Iniciativa por primera vez, hace más de veinticinco años.

    Cuando llegó la mañana me detuve para avisar en la Universidad de que tenía que tomarme el día. Y fue entonces, después de darme una ducha para despejarme, cuando encontré mi disco. Estaba allí, donde siempre lo había guardado, en una caja de metal labrada encima de una cajonera de nuestra habitación. Había acudido a ella por mero instinto, como una especie de corazonada. Y allí estaba.

    Lo cogí entre las manos y lo primero que hice fue llamar a los demás para ver si ellos también tenían los suyos. Contuve el miedo mientras lo hacía. Ser padre te cambia completamente. No es algo que pase de la noche a la mañana, pero para cuando te vas a dar cuenta, eres consciente de que hay seres nuevos en el mundo que dependen de ti y a los que quieres más de lo que podrías haber imaginado.

    El mero pensamiento de que a una de mis niñas le hubiese pasado algo hacía que cada uno de los tonos del teléfono me golpease como un martillo. Apenas me mantenía entero. Diana descolgó el teléfono y se marchó corriendo a comprobarlo en su bolso. El disco estaba allí. Uno a uno los fui llamando a todos y la respuesta fue la misma. Todos los discos habían vuelto.

    La visión de Diana era tranquilizadora, así que hice a un lado la idea de que les hubiera pasado algo a todos. Tenía que dejar a un lado los miedos y ser lógico. No fue fácil, como os digo, tener hijos te cambia. Hacía más de veinte años que había sobrevivido al Demonio del Miedo y era consciente de que en ese momento no sería capaz de repetirlo. Tenía demasiadas cosas que perder, empezando por Diana y las niñas. Finalmente, me aferré a la respuesta lógica, que era que los Daesdi habían devueltos los discos a su lugar después de que los niños fueran al Axis Mundi.

    Desde ese momento había estado casi sin descanso estudiando el disco en la biblioteca privada de los Moondies, casi todo el tiempo acompañado por alguno de los demás. Hacía ya tres horas que había mandado a Diana a descansar. Había ido poco después a la sala común y la había encontrado dormida, así que la arropé. Me quedé unos minutos con ella, sin ganas de quedarme solo de nuevo con mis pensamientos.

    Poco después de volver había dado dos cabezadas sobre el libro que tenía delante y eso me llevaba al presente, donde llevaba diez minutos dándole vueltas al disco, buscando detalles que nunca había encontrado.

    Dicen que la fé está ahí para cuando estamos desesperados. Para no perder la esperanza cuando no hay nada más a lo que aferrarse. Nunca había estado demasiado implicado en la fé. Era un hombre práctico, que había visto demasiadas cosas: demonios, magia, espectros, muertos que se alzan en vida, entidades de la misma naturaleza. Todo eso era tangible. Incluso habíamos visto a los Daesdi, que no eran más que tres entidades con poderes muy superiores a los nuestros, pero no dioses. Ante todo eso, ponía la fé en mí mismo y en los demás. Pero en ese momento no sabía qué hacer, así que con el disco en la mano, recé y pensé en mis niñas.

    Recordé su inocencia cuando eran pequeñas. Recorrer la casa a caballito con Vera a la espalda. Las risas de Amy, que conseguían arrancarte una sin que pudieras evitarlo. Las primeras palabras de Kaylee después de ‘Mami’, ‘Mima’ y ‘Papa’ diciendo ‘Eyaa’ para referirse a Freya.

    – [MacLeod]Por favor, que mis niñas estén bien. Por favor, no dejes que les pase nada…[/MacLeod] – rogaba mentalmente, esperando que mi mera fuerza de voluntad sirviese para cambiar las cosas.

    – [Leo]¿Quién es? ¿A quién estoy escuchando?[/Leo] – dijo una voz que resonaba en mi mente. Abrí los ojos sobresaltado. Sinceramente, un escalofrío recorrió mi espalda y en ese momento me planteé mi falta de fé.

    – [MacLeod]Christopher MacLeod. ¿Y tú?[/MacLeod] – busqué la entereza de la que carecía en ese momento para parecer calmado

    – [Leo]¿Christopher? Soy Leo, Leo Arkkan.[/Leo] – dijo la voz. Me había resultado conocida, pero no esperaba escuchar a Leo hablando en mi mente.

    – [MacLeod]¿Leo? ¿Cómo es posible? ¿Dónde estáis? ¿Estáis todos bien?[/MacLeod] – pregunté. Demasiadas preguntas. Tenía que ordenar mis pensamientos. Fuese lo que fuese la conexión que estaba teniendo con Leo, podía agotarse.

    – [Leo]Estaba tratando de dormir. Me desperté con un impulso de coger el disco, pero ya no estaba. En su lugar encontré un orbe como de cristal y al tocarlo te escuché.[/Leo] – explicó. – [Leo]Los Daesdi nos han enviado a otro lugar del universo, a un grupo de planetas que llaman Cúmulo Nexus, para guiar a los Daë de aquí. Estamos bien, pero estamos separados.[/Leo] – continuó. Era mucha información que procesar, así que tomé nota de lo que me estaba diciendo con mucho cuidado de no perder la concentración ni soltar el disco.

    – [MacLeod]No sé cuando tiempo tenemos, así que necesito que seas conciso. ¿Estás solo? ¿Cómo es el lugar en el que estás? ¿Qué más han dicho los Daesdi?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Leo]Estoy con Amy y Ezra. Estamos en un mundo que parece la vieja Escocia.[/Leo] – comentó. Contuve a duras penas el impulso de pedirle que me pasara con mi niña. Sabía que tenía que conseguir más información y podía perder el contacto antes de conseguir saber más. – [Leo]Fuimos a impedir que los demás entrasen a las Pruebas, pero Omega apareció con la apariencia de Tina. Es igual que Jane, parece igual de joven.[/Leo] – añadió. Hizo una pausa muy breve y siguió. – [Leo]Huimos y aparecimos con los Daesdi. Nos dijeron que antes de pasar nuestras Pruebas debemos reunir a los Daë del Cúmulo. Son los que conocéis: el demonio Oriax, el elfo…no recuerdo como se llama, el de mi madre.[/Leo] – trató de aclarar.

    – [MacLeod]¿Os han enviado al pasado?[/MacLeod] – pregunté, más para mí que para él, que emitió un sonido que significaba que no lo tenía claro. – [MacLeod]Dime como es el orbe.[/MacLeod] – tenía muchas más preguntas que me apetecía hacer en ese momento, pero lo principal era mantener la comunicación con ellos. Era cosa de mi disco y su orbe, así que necesitaba saber cómo funcionaba, por qué había conectado con Leo y no con otro.

    – [Leo]Parece una gema, pero de dos colores que se mezclan entre sí, moviendose continuamente. Es del tamaño de la palma de mi mano.[/Leo] – describió.

    – [MacLeod]Dime los colores.[/MacLeod] – pedí.

    – [Leo]Azul celeste, frío. Y el otro es verde agua. [/Leo] – dijo él, finalmente.

    – [MacLeod]Son los colores de mi disco. Gelus Terram. Puede que sean tus elementos de daë.[/MacLeod] – teoricé. – [MacLeod]Llama a Amy, dile que coja su orbe. Voy a intentar comunicar con ella. No pierdas la tuya de vista por si no lo consigo.[/MacLeod] – pedí, temiendo cortar aquella frágil conexión que me unía a ellos. – [MacLeod]Espera, ¿en qué pensabas cuando cogiste la orbe?[/MacLeod] – la duda me asaltó, no solo debía haberse puesto a la escucha, tenía que haber algo más.

    – [Leo]En Kaylee.[/Leo] – dijo, sin más detalles.

    – [MacLeod]Oh. De acuerdo. Dile a Amy que piense en mí. Y Leo, si no volvemos a hablar, cuida de ellas, por favor.[/MacLeod] – de pronto su imagen se manifestó delante de mí, más clara, como si nuestra conexión fuera más intensa en ese momento. Asintió, mirándome. Él también podía verme.

    Cortamos la conexión y me aferré al disco. Él me escuchó después de que pensara en las niñas, en mi pequeña Kay, cuando él también pensaba en ella. Su alegría cuando era pequeña, su fuerza, que pareció apagarse cuando Leo se marchó. Todos aquellos años sufriendo, perdiendo una parte de nosotros mismos viendo a nuestra hija pasarlo mal.

    Entonces la sentí. – [MacLeod]¿Amy? Por favor dime que estás ahí.[/MacLeod] – pedí. Mi corazón iba a toda velocidad y estaba a punto de llorar, pero siempre había sido un hombre muy práctico. Dejaría las lágrimas para cuando no tuviera que ayudar a mi pequeña a estar a salvo.

    – [Amy]¿Qué quieres, brasas?[/Amy] -replicó mi hija mayor. La habría reconocido en cualquier condición, aunque tengo que reconocer que no era exactamente la respuesta que esperaba.

    – [MacLeod]¿Me estás diciendo que llevo dos noches sin dormir porque habéis desaparecido y cuando por fin hablamos me llamas brasas?[/MacLeod] – le repliqué. Estaba convirtiendo mi preocupación en una reprimenda, así que traté de concentrarme.

    – [Amy]Sep.[/Amy]- sentenció. Su imagen empezó a aparecer delante de mí y vi que se reía. Hacía mucho que no la veía reirse. Solo con verla me sentí mejor.

    – [MacLeod]A veces eres igual que tu madre.[/MacLeod] – respondí, suspirando. – [MacLeod]Amy, necesito que me digas de qué colores es tu orbe.[/MacLeod] – pregunté, odiándome por tener que ser práctico y conciso. No era un momento para la lógica, era un momento para alegrarme de ver a mi niña sana y salva. Pero ni eso podía disfrutar con normalidad.

    – [Amy]Azul y verde.[/Amy]- resumió. Dicen que los niños se parecen a sus padrinos y sin duda Amy había salido tan parca en palabras como el suyo.- [Amy]¿Cómo estáis?[/Amy] – añadió. Poder mirarla a los ojos sabiendo que ella también me veía era un milagro. Con Leo había costado más tiempo verle directamente, quizá porque no teníamos un vínculo tan intenso.

    – [MacLeod]Ahora mejor, estábamos muy preocupados. Tu madre tuvo una visión.[/MacLeod] – resumir en pocas palabras el desasosiego de los últimos días era imposible y Amy no necesitaba saber lo mal que lo habíamos pasado. – [MacLeod]¿Estás a salvo, tesoro?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Amy]Estoy con Leo.[/Amy]- se quejó. Que Leo se fuera había sido el catalizador de la depresión de Amy, pero como buen padre, sabía que había algo más, algo que no estaba contando, pero aprendí a tener paciencia y a esperar que algún día lo contase todo, por muy difícil que fuese.

    – [MacLeod]Lo sé. Pero sé que estarás bien. [/MacLeod] – dije tratando de darle confianza, pese a que yo mismo careciera de ella. – [MacLeod]No sé si preocuparme de haber conectado primero con él porque estaba pensando en tu hermana.[/MacLeod] – comenté cuando el pensamiento se me pasó por la cabeza.

    – [Amy]Lo que nos faltaba…[/Amy]- se quejó de nuevo. Me asaltó el miedo de no saber cuánto tiempo más podríamos estar hablando.

    – [MacLeod]Escucha, cariño. Sé poco de esto, pero te explico mi teoría, por si se corta la conexión.[/MacLeod] – dije, gesticulando ahora que sabía que me veía. – [MacLeod]Leo dice que el orbe estaba donde desapareció el disco, que ahora volvemos a tener nosotros. El de Leo tiene los mismos colores que el mío, y el tuyo tiene el azul, que seguramente será claro.[/MacLeod] – expliqué, aprovechando para ordenar mis ideas. – [MacLeod]Voy a hacer pruebas para comprobarlo, pero creo que solo puedo comunicarme con los que tengan alguno de mis elementos de Daë, porque no respondió nadie hasta que di con Leo.[/MacLeod] – era una teoría, quizá podía hablar con cualquiera, pero era demasiada coincidencia.

    – [Amy]Tiene sentido[/Amy] – replicó mi hija. La vi tan decidida y tan sabia allí delante de mí, enfrentándose a lo desconocido de forma tan estoica. Habían crecido mucho. Quizá no nos necesitaban tanto ya como nosotros a ellas.

    – [MacLeod]No vamos a apartarnos de los discos.[/MacLeod] – le prometí, sin saber quién necesitaba más esa promesa. – [MacLeod]Cuando nos necesitéis, estaremos aquí. Y si no nos necesitáis…llamadnos igual.[/MacLeod] – le pedí. No eran unas vacaciones así que estaba justificado pedirles que nos llamaran a diario sin parecer un padre loco.

    – [Amy]Por favor, papá. Qué cursi eres[/Amy].- replicó llevándose una mano a la cara, avergonzada, pero la vi sonreír. Hacía tanto que no podíamos hablar en condiciones. Me pregunté si no les habríamos dado por sentado demasiado pronto. Había hecho falta todo esto para poder estar más unidos.

    – [MacLeod]No soy cursi. Me preocupo por vosotras.[/MacLeod] – me quejé. Había intentado siempre ser un padre a la altura de las circunstancias y conectar siempre con ellas, pero tres hijas son muchas hijas y me había pasado diez años cansado. – [MacLeod]Eso no es ser cursi. Simplemente os quiero mucho.[/MacLeod] – añadí. No está mal decir que quieres a tus hijos, había sido una herencia de masculinidad tóxica durante años. Quería a mi padre y sabía que él también a mí, pero nunca nos lo habíamos dicho. Y eso era un error que debía continuar. – [MacLeod]Pero no soy cursi. Soy…guay. ¿Soy cursi?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Diana]No eres guay desde 2015.[/Diana]- escuché decir a otra voz, una que siempre conseguía dar calidez a mi corazón. Me giré y vi a Diana en el umbral de la puerta, con cara de cansada.

    – [MacLeod]Voy a intentar pasarte con tu madre, a ver si funciona. Si se corta, volveré a llamarte mañana.[/MacLeod] .- dije mirando una vez más a mi pequeña. Diana se puso donde la dije mirándome extrañada. No había visto a Amy.

    Le tendí mi disco y le dije que pensara en Amy, pero no llegó a contactar con ella.

    – [MacLeod]Cariño, era Amy, podemos hablar con ellos, con los discos.[/MacLeod] – le cogí las manos, conteniendo a duras penas las lágrimas. Había pasado mucho miedo por ellas.

    – [Diana]¿Estás perdiendo la cabeza?[/Diana]- me preguntó, mirándome fijamente.

    Negué con la cabeza, dándome cuenta de que quizá había sonado un poco loco con el disco en la mano mirando hacia un punto en el que solo yo veía a Amy.

    – [MacLeod]Podemos comunicarnos a través de los discos, con los que tengan un elemento en común con nosotros. Hablé con Leo, que es Terram Gelus, y luego con Amy que es Gelus. Tú no pudiste hablar con ella porque no tenéis elemento en común.[/MacLeod] – le señalé las anotaciones de lo que había ido diciendo Leo.

    – [Diana]Pues vaya mierda de sistema.[/Diana] – espetó, creyéndome.

    Me encogí de hombros, no podía decirle mucho más porque tenía poca información. Iba a ser imposible saber de base qué elementos tenía cada uno de los niños, así que tocaría hacer prueba y error. – [MacLeod]Tiene que ver con la conexión entre elementos. En teoría Lucy conecta con todos nosotros, así que quizá ella podría hablar con todos los niños.[/MacLeod] – teoricé, recordando aquella vez en la que Lucy nos hizo ver los recuerdos de las personas cercanas. Al cabo de unos segundos me di cuenta de que me había perdido en mis pensamientos. Vi a Diana sentada a mi lado, con cara de cansada. Siempre parecía fuerte, pero era frágil, todos lo éramos. Me percaté de que apenas la había visto los últimos días, aunque estuviese a mi lado. Así que la abracé y le di un largo beso en los labios.

    – [Diana]Habrá que dormir, ¿no?[/Diana] – dijo ella, mirando el reloj que tenía sobre la mesa. Era tarde, sí.

    – [MacLeod]Primero tengo que avisar a los demás. No podemos perder los discos de vista.[/MacLeod] – me puse en pie, con renovadas fuerzas.

    – [Diana]Son las cinco de la mañana.[/Diana]- se quejó Diana, con un gesto igual que el que había hecho Amy hacía unos minutos.- [Diana]He tenido tres hijas y merezco dormir.[/Diana] – sentenció.

    Le sonreí, había estado despierta hasta muy tarde ayudándome. – [MacLeod]Tú ve a descansar, cariño.[/MacLeod] – la acompañé a la sala común y la tapé con un par de mantas.

    – [Diana]Van a estar bien.[/Diana]- dijo cubriéndose hasta la cabeza con la manta.- [Diana]Son mis hijas.[/Diana] – añadió.

    – [MacLeod]Lo sé. Te quiero cariño.[/MacLeod] – le di un beso en la mínima parte que tenía descubierta y me fui hacia la biblioteca, dispuesto a llamar a los demás. La primera sería Sarah, sabía que estaría despierta.

    Por fin tenía buenas noticias. Por poco que pudiéramos hacer, teníamos contacto con los niños y eso significaba que podíamos aferrarnos a resultarles útiles, a ayudarles con lo que necesitaran. No era mucho, pero era suficiente.

     

     

    Os dejo un enlace a los diferentes «cluster» de comunicación. http://biblioteca.moondale.es/2019/01/18/clusters/

  • CIENCIA Y MAGIA

    MICHAEL SOLO-NOVAK

    ESCUELA LEGADO, LABORATORIO MÉDICO – TARDE

    El tubo se llenó de la sangre de color rojo intenso de Jane, que observaba con su brazo estirado cómo salía. Metí el tubo en el IX-8 para el diagnóstico y esperé, en algo menos de seis minutos tendría los resultados.

    Sonreí a Jane mientras esperaba, sujetándose la gasa hasta que la sangre dejó de salir. Desde la noche extraña en la que tuvimos que vernos inmersos en una arriesgada misión de rescate y Jane quedó inconsciente, habíamos realizado análisis rutinarios para comprobar que todo fuese correcto. Sus pruebas, junto con el trabajo con el resto de sobrenaturales de la Escuela, me estaban arrojando muchísima información nueva que procesar y los avances que podían salir de todo ello me abrumaban.

    En cuanto terminó el análisis observé los resultados bajo la atenta mirada de Jane. – [Mike]Sigues estupendamente.[/Mike] – dije después de repasarlo todo un par de veces. El sistema me marcaba los estándares humanos para una mujer de su constitución y edad, pero había tenido que ir refinándolos a mano porque Jane no era una humana, era una Disir. – [Mike]Ventajas de Disir.[/Mike] – añadí. Se había recuperado rápidamente del golpe que había recibido y desde entonces todos los análisis habían ido perfectos, aunque perfectos implicaba ser demasiado modestos. Crecer en un núcleo social como el mío implica crecer acostumbrado a lo sobrenatural, pero aun así, ver los resultados de Jane eran sorprendentes, una cosa es saber que alguien es más fuerte que tú por genética y otro ver las grandes diferencias que existen. Yo mismo había comparado una muestra de sangre de mí mismo antes de ser un sobrenatural y después. Los cambios eran impresionantes.

    – [Jane]Menos mal.[/Jane]- respondió con una sonrisa. No importaba que hubiéramos hecho esos análisis cada dos semanas desde hacía meses y siempre hubiesen salido bien, Jane siempre esperaba los resultados como si fueran malas noticias.

    Le sonreí. Algo que había aprendido en mi tiempo con los pacientes era que para ser un buen médico no solo tienes que conocer la cura, tienes que tratar al paciente como a una persona, aunque eso signifique implicarte emocionalmente si algo le ocurre. Para muchos médicos no era así, pero para mí mi vocación era curar personas, de lo contrario, habría arreglado máquinas. – [Mike]He llevado a cabo algunos análisis colocando muestras de tu sangre con la de otros potenciados[/Mike] – empecé a explicarle. No quería abrumarla con los resultados y los tecnicismos, así que le hice una seña para que se acercara y reproduje una grabación de los resultados. Era una muestra de sangre de Jane y una de mi hermano Idris. Con tan solo entrar en contacto, la sangre de Jane empezaba a mutar mientras que la otra se «moría». – [Mike]Tus células replican las «metacélulas» y producen necrosis en el proceso.[/Mike] – el término «metacélulas» no era mío, si no de mi madre. Así llamábamos a las células que permitían a los metahumanos utilizar sus habilidades. Las diferentes razas tenían células comunes entre los miembros de la misma especie, pero las «metacélulas» eran diferentes y se detectaban rápidamente si sabías lo que buscabas.

    – [Jane]Soy la Parca.[/Jane]- se lamentó pasándose una mano por la cara.

    – [Mike]Es tu genética, Jane, va más allá de la moral.[/Mike] – le aclaré. Al igual que los depredadores no son «malos» per se, Jane no podía elegir lo que su cuerpo hacía de forma natural. – [Mike]Que tu cuerpo haga eso no significa que seas mala persona.[/Mike] – añadí.

    – [Jane]Viene bien escucharlo.[/Jane] – comentó tratando de parecer despreocupada.

    Me senté en uno de los taburetes del laboratorio. Mientras Jane se colocaba la chaqueta traté de buscar un buen ejemplo. – [Mike]Es complicado pero…imagínate que hay alguien con un poder que puede salvar el mundo, pero esa persona va a morir. Tu podrías tomar su poder y salvarlo.[/Mike] – expuse. Se me habían ocurrido otros casos por el camino, pero algunos entraban en el debate ético de la eutanasia. Yo, como médico, siempre trataría de explorar otra opción, pero no podía negar que en ciertos casos quizá fuera la única vía. Era complicado y no me gustaba pensar en ello.

    – [Jane]No me ayudas, Mike.[/Jane]- me miró, enarcando una ceja. – [Jane]Mis padres tenían que haber pensado en las consecuencias de sus actos antes de ponerse a tener hijos.[/Jane] – sentenció. Nunca había tenido excesiva relación con los que vivían en Moondale, no como mi hermano que con la brújula planar iba y venía a menudo, pero sí era de conocimiento público que Jane estaba resentida con sus padres desde que se divorciaron y quizá ahora un poco más desde su «escena» en el cumpleaños.

    – [Mike]Tus padres tampoco podían saberlo. De una forma natural, habrías podido apagar tu poder, pero como el de tu madre fue creado artificialmente, carece de controles, igual que el tuyo.[/Mike] – aclaré, intentando apaciguar su enfado. No tenía sentido enfrentarse a la herencia genética, era la que era y poco podía hacerse salvo actuar sobre ella. Cambiar el pasado era imposible. Era cierto que el poder de Jane funcionaba de una forma diferente, al igual que el efecto que había provocado en su hermano Elliot. Owen se había llevado la mejor parte de la lotería genética, quizá por ser un aesir y que la parte de su padre predominase, de no ser así, probablemente no habría sido capaz de apagar sus llamas. – [Mike]Todo tiene cura, Jane, solo tenemos que saber más.[/Mike] – añadí, esperando infundirle esperanza. – [Mike]Sarah inhibe tu poder, así que si la biología lo hace, la ciencia puede imitarlo.[/Mike] – aseguré. Todo el asunto de la doble de Jane era sumo secreto por el momento y eso no era más que un incordio para mí porque me dificultaba poder pedirle una muestra de sangre a Sarah sin levantar sospechas.

    – [Jane]Eso espero.[/Jane]- dijo simplemente. Parecía preocupada, pero llevaba así desde que había visto las habilidades de su doble en acción. No me había atrevido a hablar con Dante del tema porque sabía lo que había significado para él la muerte de su madre y pensar que fuera Omega la asesina me ponía los pelos de punta.

    – [Mike]Nos vemos en dos semanas.[/Mike] – me despedí mientras anotaba un par de observaciones sobre la genética disir.

    – [Jane]Eh, Mike.[/Jane]- me llamó ella. Me giré y vi que se colocaba el pelo tras la oreja.

    – [Mike]Sí, ¿pasa algo?[/Mike] – pregunté. Sin duda era algo que no sabía como decirme, pero si era algún síntoma o alguna variación que había observado, debía saberlo.

    – [Jane]Tu hermano, el mío y otros más quieren hacer una locura con los discos que eran de nuestros padres.[/Jane]- explicó de pronto. Tuve que analizarlo en mi mente más despacio. Los discos de nuestros padres, los que habían obtenido cuando el Soberano.

    – [Mike]¿Quieren pasar las Pruebas? ¿Para qué?[/Mike] – pregunté. No tenía sentido. Por lo que sabía a nuestros padres les habían hecho pasar por un proceso largo para prepararles y llevaban toda la vida luchando contra el mal. Nosotros no.

    – [Jane]Para encerrar a Omega.[/Jane] – explicó. Mencionaba a Omega con dolor, como si se forzara a pensar que era una persona diferente y no…una versión de sí misma.

    Negué con la cabeza, decepcionado. – [Mike]El camino para librarse de Omega es este, no recurrir a un abracadabra que no saben cómo funciona.[/Mike] – respondí. La ciencia podía solventar las cosas porque la naturaleza era ciencia. No tenía nada en contra de los practicantes de magia, pero sencillamente no me parecía fiable. La magia al final también era ciencia, pero una que no comprendíamos, y jugar con lo que no entendemos es peligroso. Los humanos con la magia éramos como niños con un mechero.

    – [Jane]Pues ya.[/Jane]- asintió, dándome la razón.

    Suspiré. – [Mike]Os ayudaré a evitarlo, sí.[/Mike] – dije.

    – [Jane]Gracias.[/Jane] – respondió ella.

    Negué con la cabeza. – [Mike]Gracias a ti, este trabajo puede salvar el mundo sin sacrificios, sin pérdidas de vidas, sin peleas.[/Mike] – dije volviendo a mis anotaciones mientras ella se dirigía hacia la puerta. ¿Cuantos habían tenido que morir en la Guerra de Ripper? ¿Cuánta gente moría por culpa de los vampiros y algunos demonios, o por poderes de potenciados? Todo habría sido más fácil si con una mera inyección, el Soberano hubiese perdido sus poderes de alteración de la realidad.

    – [Jane]Qué pena que no todos piensen como tú.[/Jane]- suspiró ella también.- [Jane]El mundo sería un lugar más fácil.[/Jane] – afirmó, abriendo la puerta.

    – [Mike]Y más lógico.[/Mike] – añadí. Nos despedimos con una sonrisa hasta que me enviase los detalles para reunirnos y lo que pensaban hacer para evitar que mi hermano y los demás cometiesen una insensatez.

    Pasé el resto de la tarde estudiando mis anotaciones y planificando pruebas, aprovechando que no tenía más alumnos que ver. A última hora de la tarde llegó mi madre a la Escuela y colgó su chaqueta. Los viernes siempre cerraba un poco antes para venir a repasar los expedientes de los pacientes de los alumnos. Antes de tener mi ayuda no sé cómo lo conseguía mantener todo. Por suerte teníamos el portal del pantano.

    – [Mara]Mike, ¿quieres un té? [/Mara]- preguntó. Siempre se tomaba un té mientras estudiaba los casos, era uno de sus momentos de relajación.

    – [Mike]Si, gracias. [/Mike] – respondí, levantando la cabeza de mis diarios. La mayor parte de los investigadores anotaban sus progresos y descubrimientos en las elaboradas aplicaciones de la InfiniBand, pero con los recientes acontecimientos había optado por un método más rústico y fiable. Infiniy ya tenía análisis completos de quien utilizase su sistema de juegos, no me apetecía que tuvieran también acceso a mis investigaciones.

    Mi madre volvió al rato con mi té y el suyo – [Mike]Te he dejado en aquella pila los análisis de la semana.[/Mike] – le señalé el montón de archivos de los estudiantes.

    – [Mara]Gracias.[/Mara]- respondió con una sonrisa. Fue hasta el montón y se lo llevó a su sillón favorito.

    – [Mike]¿Crees que tú y yo también tenemos metacélulas?[/Mike] – pregunté después de unos minutos de riguroso silencio. Mi madre y yo teníamos esa complicidad, podíamos estar sin hablar en una habitación y aun así pasar un rato de calidad juntos, inmersos en nuestros estudios.

    – [Mara]Es posible.[/Mara]- respondió, alzando la mirada. Dio un sorbo a su té mientras pensaba.

    – [Mike]Ya desde el principio tenía consciencia en mi estado feral, aunque era más difícil controlarlo, como si tuviera una crisis de ansiedad, pero allí estaba.[/Mike] – expliqué. Ahora no era capaz de forzar mis transformaciones pero sí de contenerlas y cuando tenían lugar, era plenamente consciente y controlaba al ser en el que me convertía.

    – [Mara]Yo era capaz de controlar al vampiro.[/Mara]- aseguró ella con calma.-[Mara] Eso no es muy normal.[/Mara] – admitió. En su día habían teorizado que la vocación de mi madre por curar a otros y su afán por evitar el daño habían hecho que su voluntad resistiese al vampiro, pero todo parecía indicar algo más, porque se había repetido con el licántropo.

    Asentí, conforme. – [Mike]Es algo relacionado con la voluntad predominante. Estos meses me están abriendo mucho la mente al respecto.[/Mike] – expliqué sin poder contener el entusiasmo, porque sabría que mi madre lo entendería.

    – [Mara]Parece que estás decidiendo qué campo de la medicina es el que te interesa[/Mara]. – replicó con orgullo. Los estudios universitarios habían sido la parte necesaria para acabar obteniendo la licencia y tener una base de la que partir, la humana. Pero esto es lo que de verdad me había interesado siempre.

    – [Mike]Sí. Cada vez me veo menos en un hospital, mamá.[/Mike] – le aclaré. No tenía miedo a decirlo, sabía que lo entendería. – [Mike]Quiero investigar esto, ayudar a los sobrenaturales, salvar el mundo de otra forma[/Mike]. – añadí. Con ciencia, con lógica, sin sacrificios, sin pérdidas de vidas a lo tonto. Un avance científico y Omega sería una humana cualquiera que no podría hacer daño a nadie.

    – [Mara]Estaré orgullosa de vosotros hagáis lo que hagáis.[/Mara]- afirmó mi madre, refiriéndose a mi y a mi hermano. – [Mara]Siempre que no sea delito.[/Mara] – mi mente no pudo evitar pensar en lo que Idris quería hacer. Había otra forma, no podíamos dejar que corrieran un riesgo absurdo.

    Sonreí, orgulloso de los padres que me habían tocado. – [Mike]Gracias. Si no fuera por vosotros, todo esto no sería posible.[/Mike] – aseguré. Mi padre y mi madre nos habían dado todo lo que podían, y siempre nos habían apoyado.

    – [Mara]Nosotros no hemos hecho nada especial.[/Mara]- replicó quitándose mérito, mi madre era tan práctica como yo. No nos interesaban mucho las alabanzas, pero para todo el mundo era agradable saber que lo había hecho bien.

    – [Mike]Lo habéis hecho lo mejor posible. Eso ya es decir mucho.[/Mike] – me acerqué y le di un beso en la mejilla después de guardar mis anotaciones en la mochila. – [Mike]Tengo que irme, he quedado con los demás.[/Mike] – me despedí.

    – [Mara]Te quiero mucho.[/Mara]- se despidió ella, volviendo a sus archivos.

    Le dirigí una última mirada antes de salir. En aquél momento pensé que solo eran nervios por enfrentarme a algo tan místico como los discos y las Pruebas, pero en el fondo era mala sensación de que algo iba a salir mal. No me imaginaba que pasaría mucho tiempo hasta que volviese a ver ese lugar y, especialmente, a mi madre.

  • GRACIAS A ELLE

    Amy – Escuela ‘Legado’

    Mañana

    Dejé mi forma lupina atrás y volví a ser la Amy humana. Estaba desnuda en mitad del bosque. No parecía que hubiese matado a nadie.  Se podía decir que había sido un éxito. Siempre era difícil volver, pero aquel día, además, tenía frío. Una niebla incómoda no me dejaba ver bien y me mojaba la piel. Qué mierda no tener los sentidos agudizados siempre.- [Amy]Pásame la ropa, stalker[/Amy].- le dije al aire.

    – [Owen]¿Y qué gano yo con eso?[/Owen]- me preguntó Owen Williams saliendo de detrás de un arbusto con mi ropa en una bolsa. Iba sin camiseta y sin pantalones y sin… ¿Esto era un sueño erótico?

    – [Amy]Que no te muerda y puedas seguir viviendo[/Amy].- se acercó, me dio la ropa y susurré un «gracias». Intenté vestirme con rapidez, pero ya me había visto desnuda y él también lo estaba, así que huí del ridículo y me vestí a velocidad normal.

    – [Owen]Pero tienes que morderme: está escrito[/Owen].- me recordó.

    – [Amy]No hay nada escrito[/Amy].- respondí con los ojos en blanco.

    – [Owen]Esto sí[/Owen].- y la niebla se lo tragó todo.

    ***

    Me desperté sobresaltada y sudando más que en pleno agosto en Merelia. Estaba en casa de mis padres, era por la mañana y yo acababa de soñar con Owen desnudo. Todo de lo más normal (NO).

    Me duché, me vestí y cogí la guitarra esquivando a mis hermanas y a mis padres. No me apetecía desayunar con ellos, porque tenía demasiadas cosas en la cabeza. En las últimas semanas me había dedicado a reconciliarme con mi pasado y me había atrevido a componer con la guitarra. Sonaba como el culo, porque el día que repartieron el talento me debí quedar dormida, pero al menos lo estaba intentando.

    Cogí el autobús y me planté en La Escuela Legado. Hacía un día perfecto, porque no llovía ni hacía sol. Con mi sudadera negra y mis vaqueros tenía de sobra.

    Las pocas paradas que había desde mi casa hasta la Nave se me hicieron eternas, porque a mi lado se sentó una señora empeñada en darme charla, pero llegué y me tomé unos segundos para flipar con el edificio que tenía ante mí. Siempre que estaba frente a él me sobrecogía imaginar que había sido una idea de los Moondies, pero no me detuve mucho tiempo, porque había ido a hacer algo. Nate, el guardián del edificio, me saludó con efusividad y continué mi camino. No me fue difícil dar con Elle. Estaba bebiéndose un chocolate mientras hacía como que leía un libro gordo sobre Kvasirs en la que era la zona común.- [Amy]Ey, Elle, ¿no está tu hermano?[/Amy]- mentí. Si hubiera quedado con Xander, le habría enviado un mensaje de no encontrarlo.

    – [Elle]Salió hace un rato[/Elle].- cerró el libro.- [Elle]Creo que se ha encontrado con Jane y necesitaba despejar.[/Elle] – me explicó de forma escueta.

    – [Amy]Mierda[/Amy].- fingí.- [Amy]Owen no está aquí, ¿no?[/Amy]- lo busqué con la mirada. Solo me faltaba que apareciera en mitad de lo que iba a hacer.

    – [Elle]Ya no. Ha salido a correr.[/Elle] – nos miramos.-[Elle]¿Quieres hablar?[/Elle]- asentí y me senté al lado de ella.-  [Elle]Anda, cuenta.[/Elle] – me sonrió y en lugar de tranquilizarme, me puse más nerviosa. De vez en cuando, cada vez que la ansiedad asomaba su fea cabeza, me apetecía un cigarro y ese, era uno de esos momentos.

    – [Amy]Venía a buscar a Xander, porque me dijo hace unos días que iba a escuchar una canción que he estado componiendo[/Amy].- una mentira más. Si me fumaba uno no me volvería a enganchar, ¿verdad?

    – [Elle]Oh, ¿me la dejas oír?[/Elle] – parecía entusiasmada.

    – [Amy]Eh… no[/Amy].- me enderecé en el asiento.

    – [Elle]Por fi, Cactus.[/Elle] – me pidió.

    – [Amy]No, no[/Amy].- estaba muy nerviosa, pero era por lo que quería decirle.- [Amy]Es que no es una canción[/Amy].

    – [Elle]Venga…por fi, por fi.[/Elle]- me rogó colocando las manos como si rezara.

    – [Amy]Mierda[/Amy].- me quejé.- [Amy]Nunca te he podido negar nada[/Amy].

    Saqué la guitarra de su funda de cuadros escoceses (la abuela Delly era muy patriótica cuando se ponía).- [Amy]No soy el puto Leo, te lo aviso[/Amy].- sonreí de medio lado y rasgué las cuerdas.

    Ella se rió y se quedo en silencio. Las notas empezaron a salir de la guitarra y…canté.- [Amy]Alcé mi bandera blanca…[/Amy]- susurré y me sonó a rayos. Estuve a punto de dejarlo, pero seguí.- [Amy]Nunca gritaste alto al fuego. Soy un objetivo fácil. Ha comenzado el destierro…[/Amy]- Elle apoyó su cabeza en mi hombro.- [Amy]Extirpa la razón… Saca todos mis recuerdos… Soy un tumor remitiendo…[/Amy]- continué.- [Amy]Me pregunto si queda algo de mí…[/Amy]- toqué las cuerdas con más entusiasmo.- [Amy]Lo siento, no fue mi intención. No he sabido hacerlo mejor. No voy a volver a insistir. No fui lo que esperabas de mí…[/Amy]

    – [Amy]Vale, no tengo más de momento[/Amy].- confesé volviendo a guardar la guitarra.

    – [Elle]Es un temazo[/Elle].- quitó su cabeza de mi hombro.

    – [Amy]Es horrorosa[/Amy].- de pronto, todo me parecía ridículo.

    Pero él negó con la cabeza. – [Elle]Gracias por enseñármela.[/Elle] – le di un abrazo.

    – [Amy]Es para Leo y… para ti[/Amy].- admití. A Leo no creo que se la enseñase en la vida.

    Vi que sus ojos se humedecían. Como se echase a llorar, lloraría yo y no me apetecía nada.-[Elle]Te he echado mucho de menos[/Elle].- admitió.

    – [Amy]Yo también te he echado mucho de menos[/Amy].- me sequé una lágrima.- [Amy]Joder, odio llorar. Me cago en todo[/Amy].

    – [Elle]Ni siquiera sé qué pasó.[/Elle] – Elle lloraba y reía. Aquello era de locos.

    – [Amy]Leo se lo llevó todo[/Amy].- me di cuenta de que me temblaban las manos.- [Amy]Pero no fue su culpa[/Amy].- Leo no tenía la culpa de que yo hubiera puesto tanto sobre otra persona.

    – [Elle]Tenemos que prometer que no volverá a pasar.[/Elle]- me pidió.

    – [Amy]No pienso volver a enamorarme en la vida, porque cuando lo hago, me vuelvo imbécil[/Amy].- le di un abrazo fugaz me sobresalté ale escuchar la puerta.

    Lo que no esperaba era encontrarme a Owen sudoroso y sin camiseta.- [Owen]Chicas, buenos días[/Owen].- dio un trago de agua y se mojó el pelo. El líquido cayó de su pelo hasta su pecho. Mierda, qué calor hacía en esa Nave.

    – [Amy]¿No ganas para camisetas?[/Amy] – intenté parecer neutral.

    – [Owen]Mi trabajo me cuesta mantener este cuerpazo como para tener que esconderlo[/Owen].- la sonrisa de él siempre era sincera y cálida.- [Owen]Os dejo con la charla[/Owen].- nos guiñó un ojo y se fue.

    – [Elle]Te gusta Oweeeeen…[/Elle]- empezó a canturrear mi prima en cuanto la puerta se cerró. Esperaba que el aludido no se hubiera quedado escuchando.

    – [Amy]No[/Amy].- la corté con firmeza.

    – [Elle]Pero si es muy obvio[/Elle].- sonrió.

    – [Amy]Que no, que a mí no me gusta Owen, coño, que no tengo quince años[/Amy].- me defendí.

    – [Elle]¿Qué tiene que ver la edad aquí? Es muy guapo y muy majo[/Elle].- terció ella.- [Elle]Además, le gustas un montón[/Elle].

    – [Amy]¿En serio? ¿Te lo ha dicho él? ¿Se lo ha dicho a Xander? ¿Qué va contando por ahí este tío?[/Amy]- pregunté casi gritando.

    – [Elle]¡Te he engañado![/Elle]- Ellie no paraba de reírse.- [Elle]No sé si le gustas o no, pero vamos, que podéis quedar, tomar algo y echar un polvo. No creo que se haya muerto nadie por…intimar[/Elle].- sonreí al escucharla hablar así.

    – [Amy]¿PERO QUIÉN TE HA DICHO QUE QUIERO FOLLAR CON OWEN?[/Amy]- chillé. Elle se iba a mear como siguiera riéndose así.

    – [Elle]¿Quieres fo…eso con Owen?[/Elle]- repitió mis palabras. Me hacía gracia porque seguía siendo muy inocente.

    – [Amy]No[/Amy].- sentencié.

    – [Elle]Pues ya está. Si no quieres, no quieres[/Elle].- se encogió de hombros y nos quedamos en silencio.

    Me tapé la cara.- [Amy]¿Te puedo contar un secreto?[/Amy]- no me la destapé para decirlo.

    – [Elle]Suéltalo[/Elle].- me invitó.

    – [Amy]Me pone Owen[/Amy].- lo dije en un susurro casi inaudible.- [Amy]Me pone mucho y no lo entiendo, porque no nos parecemos en nada y no sé por qué es[/Amy].

    – [Elle]¿Por qué? Pues porque es guapo, majete y puedes lavarte las camisetas en su barriga[/Elle].- me encantaba el desparpajo que desprendía.

    – [Amy]Y es un aesir y como se me vaya la mano y le de un bocadito, me lo cargo[/Amy].- le recordé.

    – [Elle]¿Mira, ves? Eso sí es chungo[/Elle].- me dio la razón.

    – [Amy]Chungo, chungo[/Amy].- asentí.

    – [Elle]¿Y qué vas a hacer, quedarte con las ganas?[/Elle]- me miró con sus enormes ojos claros.

    – [Amy]Es la idea[/Amy].

    – [Elle]Te acompaño en el sentimiento[/Elle].- me acarició el pelo.

    Volvimos a quedarnos calladas.- [Elle]Siempre podéis tener cibersexo[/Elle].- me propuso y enarqué un ceja.- [Elle]O hacer manualidades frente a frente. O te compras un protector de dientes como las boxeadoras…[/Elle]- enumeró.

    – [Amy]¡Cállate, loca![/Amy]- no pude evitar reírme. Hacía tanto tiempo que no me reía, que me dolía todo.

    Por fin volvía a ser yo. Y en parte, era gracias a Elle.

    Mi Ellie.

    Mi Burbuja.

    He despertado 
    En el fondo de este pozo sin saber quién soy
    Cómo he llegado
    Lleno de barro
    Con algunos huesos rotos y la piel color 
    Papel quemado
    Me levanto y clavo 
    Uñas y dientes contra la pared 
    El calor derrite mis manos
    Respiro y ardo
    Hogueras en mi Torre de Babel
    El dolor ya no duele tanto
  • LA LOBA DE MIS SUEÑOS

    OWEN WILLIAMS

    TARDE – ESCUELA LEGADO

    Me encontraba en el bosque de los Lobos y francamente no sé cómo había llegado hasta allí cuando hacía solo un momento estaba con Xander preparando las mochilas para nuestra improvisada “acampada”.

    Se escuchaban grillos y el ulular de los búhos en las profundidades del bosque. El crujido de las hojas secas a mi espalda me estremeció, al girarme me encontré con una imponente loba la cual se acerco lentamente hacia donde me encontraba y giro alrededor mío un par de veces olfateándome y rozando su cuerpo contra mis piernas.

    La loba se alejo un poco y pasó por detrás de un árbol, pero ya no era una loba, en su lugar había aparecido una figura femenina oculta por la niebla. ¿De dónde había salido tanta niebla?.

    La misteriosa figura femenina comenzó a andar grácilmente hacia mi posición, cuanto más se acercaba la niebla a su alrededor se disipaba. Escuche un estruendo pero la noche estaba despejaba. Cuando volví a mirar al frente tenía a Amy a escasos centímetros de mi cara.

    Incline la cabeza un poco hacia abajo, la niebla aun revoloteaba a su alrededor en ciertos puntos estratégicamente colocada. Sople y sople, pero no se disipaba. Escuche mi nombre como si lo arrastrara el viento. Amy se mordió el labio con una leve sonrisa e inclino la cabeza, yo cerré los ojos y puse morros…

    …el portazo de una puerta sacudió todo mi cuerpo. Abrí los ojos de golpe para encontrarme de nuevo en la escuela legado. Xander estaba a mi lado en la mesa mirándome extrañado, estaba claro que me había visto poner morritos mientras dormía. Evidentemente no podía dejar que este sueño se disipara y olvidara así que por eso esta apuntado en el diario.

    – [Jane]Owen Dominic Williams, le voy a decir a papá y a mamá que piensas ir de aventura suicida con tu amiguito[/Jane].- Jane entro dando zancadas enormes en la habitación, todo lo enorme que le permitía su cuerpo. Me quite la baba que aun me caía por la boca y a mi lado Xander se comenzaba a escurrir en su silla.  – [Jane]Sí, tú eres el amiguito, amiguito[/Jane].- Dijo señalando hacia Xander que le hizo caer más aun en su silla, donde estaba Dante y sus agujeros negros cuando hacían falta estaría pensando.

    – [Owen]No vas a decir nada porque no te hablas con ellos Jane Jessica Willams Lee.-[/Owen] Me estirace en mi silla y bostece exageradamente, no entiendo porque me invitaban a investigaciones de libros si siempre acabo sopa entre ellos.

    – [Jane]Por detenerte soy capaz de hablarme con quien sea menos con tu amiguito[/Jane].- Añadió seria. Eso me había dolido hasta a mí. Xander se levanto y se marcho al fondo de la habitación como si fuera un niño al que acababan de castigar. Un niño que lleva castigado más de diez años.

    – [Owen]En vez de detenernos deberías ayudarnos, después de todo estamos intentando encarcelar a tu doble.-[/Owen] Me fije en el cordón que llevaba alrededor del cuello que le caía por sus… mejor no seguir por aquí que es mi hermana de la que estoy hablando. Debía de tratarse de él colgante de papá. Cuando llegue para cogerlo prestado de encima de su cómoda, porque últimamente no llevaba nada encima puesto, había desaparecido. Jane se había adelantado.

    – [Jane]¿ME ESTÁS ECHANDO LA CULPA DE LO QUE HAGA MI DOBLE?[/Jane]- Las mayúsculas suelen expresar gritos, por eso las pongo. Pero por si no queda claro, si, alzo la voz, bastante. Podría haber reventado algún vaso de cristal de haber tenido alguno a mano.

    – [Owen]No, repito. Encarcelarla para que no dañe a nadie más y así tú puedas vivir tu vida tranquila. ¿mejor?.-[/Owen] Jane pareció calmarse y se quedo mirándome muy fijamente seguramente pensando que era un estúpido por intentarlo, pero su estúpido.

    – [Jane]Amiguito, como le pase algo a mi hermano, no soy de Louna pero te juro que te rajo de arriba a abajo como si lo fuera[/Jane].- Volvió a añadir muy seria en dirección a Xander. Creo que era el comentario más chungo que había escuchado decir a mi hermana, y mira que hay gente chunga en Louna.

    – [Xander]No soy un inconsciente, Jane, a mí también me importa tu hermano.[/Xander]- No si ahora resultara de que le importo a todo el mundo. Anda Xander tontorrón no me digas esas cosas y díselas a mi hermana.

    – [Jane]¿Quién te ha dicho que puedes hablarme?.-[/Jane] Me empezaba a flipar un poco esta Jane chunga, ella podía dirigirse a quien fuera, pero no le repliques u oses mirarla.

    – [Owen]Cuanto todo esto se acabe os voy a dejar en una isla desierta, veras como os acabáis arreglando.-[/Owen] Lo dije en un susurro casi inaudible pero por la mirada que me estaba lanzando mi hermana estaba claro que me había escuchado. Una isla de cocos y taparrabos es lo que les hacía falta, un poco de trabajo conjunto de supervivencia y veras como tenían que acabar hablándose y cooperando.

    – [Jane]A mí no me puedes obligar a nada porque soy mayor que tú.-[/Jane] Cuando no estaba conforme con algo que había dicho siempre sacaba a relucir eso. Pero era mayor por segundos, estoy segurísimo de que me arreo una patada en el momento del parto y ella salió primero.

    Xander aprovecho para escaquearse y marcharse mientras Jane y yo discutíamos tranquilamente, todo lo tranquilamente que puede discutir un Williams. La verdad es que me vino bien pasar un poco de tiempo con ella porque por dentro era un flan muerto de miedo por lo que estaba por venir y podría llegar a ocurrir.

  • ATRAPADO DE NUEVO

    HENRY L. CROWE

    TARDE – ESCUELA LEGADO

    Me había pasado toda mi vida atrapado en una isla y ahora volvía a estarlo por culpa de Infinity, nunca traicionéis a una gran corporación con aires de grandeza que coquetea con lo sobrenatural. Me habían acusado de robar tecnología e información de la compañía para venderlo a la competencia. Habían puesto mi foto en todos los noticieros locales e internacionales junto a unas grabaciones, claramente trucadas, en las que se veía a alguien accediendo a los servidores de Infinity.

    Me habían convertido en un prófugo por lo que me tocaba ocultarme de nuevo. Regresar a la isla era poner a todos sus habitantes en peligro, así que Sarah y Daniel me dejaron quedarme en la escuela Legado junto a Nate. De vez en cuando me marchaba unos días a la otra punta del mundo para dejarme ver en público y centrar las miradas de todo el mundo que me buscara en otro lugar alejado de Moondale.

    Avise a Russell para comunicarle todo y que informara a la isla. También para que recogiera a April y la llevara con él. Hubiese pagado por ver la cara de Siegfried cuando la viera llegar. Algo así como la que puso Xander cuando me vio aparecer por la puerta de la escuela Legado.

    – [Henry]Xander. ¿Va todo bien?.-[/Henry] Note un nudo en la garganta y un sudor frio por la espalda. Si le había pasado algo a Bowie mientras me escaqueaba para relajarme un poco no me lo perdonaría nunca. La vista se me nublo un poco cuando Laura me dijo que había quedado con alguien y no pensé detenidamente las consecuencias.

    – [Xander]Tranquilo, Bowie está bien. Quería hablar contigo de otra cosa.[/Xander] – Su cara aun reflejaba un tono de preocupación así que supuse que solo podía tratarse de una cosa.

    – [Henry]Si es porque he salido no te preocupes. Nadie me ha visto o seguido.-[/Henry] Las noticias seguían informando de mi presencia en Europa central, en una cafetería de Berlín. Y con Laura llevaba una sudadera gris con el gorro echado por encima y unas gafas de sol. Parecía un famoso intentando pasar desapercibido.

    Xander negó con la cabeza. – [Xander]Necesitas salir, como todos. Bastantes problemas tienes ya por habernos ayudado.[/Xander] – En realidad eran ellos los que me habían ayudado. – [Xander]Tiene que ver con Omega.[/Xander]

    – [Henry]Ya veo. Dime.-[/Henry] Tomamos asiento para no quedarnos de pie en el umbral de la puerta.

    – [Xander]Hay una forma, peligrosa, no del todo fiable, de librarnos de ella sin matarla.[/Xander] – Me gustaba ver cómo matarla no era siquiera una opción. No me veía siendo capaz de arrebatarle la vida a nadie.

    – [Henry]Te escucho.-[/Henry] No era un hombre de acción así que si podía ayudar en algo con lo que tenía en mente lo haría.

    – [Xander]En menos de 53 horas va a haber una luna de sangre. El plan es usar los discos de los Daë para abrir un portal al centro de toda la realidad para desterrarla al vacío.[/Xander] – Resumió un poco por encima a lo que me dejo perplejo. – [Xander]Nos falta gente. Cuando los Moondies lo hicieron, eran 14. Tampoco tenemos todos los discos pero estoy en ello.[/Xander]

    – [Henry]Vaya, cuando cogí esto no pensé que fuera a llegar a resultar útil.-[/Henry] Añadí enseñándole el disco que llevaba siempre encima desde que escapamos de Infinity. Había demasiadas cosas en ese almacén que hubiesen venido bien que desaparecieran, pero no me gustaba la investigación que estaban llevando entorno a este disco.

    Xander movió un par de veces la cabeza sorprendido con los ojos como platos. – [Xander]Es el que no teníamos localizado. El del padre de Dante y Cole.[/Xander] – Según me explico lo tiro en cuanto volvieron a la realidad. – [Xander]Si nos ayudas, necesitaremos que lo lleves y si no, que nos lo prestes. Pero necesitamos gente. Sé que es mucho pedir.[/Xander]

    – [Henry]Te ayudare.-[/Henry] En parte me sentía responsable. Conocía de la existencia de Omega por los informes de Infinity, pero no pensé que podría estar tan cerca, sobretodo de ellos. [Henry]Puedo dárselo a Dante o Cole si lo quieren.[/Henry]

    – [Xander]Ya tienen un disco que llevar. No creo que quieran el de su padre. Mejor quédatelo tú.[/Xander] – Asentí y volví a guardarlo en el bolsillo.

    – [Henry]Esta bien. ¿Algo más que necesite saber de la… mision?.-[/Henry] Me resultaba raro llamarlo así, en mi vida había hecho alguna y en un corto periodo de mi vida estaba involucrado en dos.

    – [Xander]¿Sabes algo de los Daë?[/Xander] – Pregunto. Me sonaría a chino de no ser por el disco.

    – [Henry]He visto algo de ellos por el disco.-[/Henry] No sé explicar cómo ya que no poseo ningún vinculo con ese tal Logan. El caso es que una noche puede ver ciertas partes de las pruebas, un ser alado envuelto por sombras y una criatura de dos cabezas oculta por la niebla. Apenas conseguí conciliar el sueño tras aquello.

    Xander asintió y me hizo un gesto para que le siguiera. Llegamos hasta una pared en la que no había nada. Xander poso su mano como si hubiese una especie de pomo y giro. La puerta se abrió y entramos en una sala repleta de libros, tras buscar unos segundos dio con el libro que buscaba. – [Xander]Ten. No se lo enseñes a nadie más. Es un secreto bien guardado de nuestras familias.[/Xander] – Me pidió. Era un libro de cuero con un árbol de varias ramas tallado en su portada. Lo ojee un poco por encima, había ilustraciones digitales de los llamados Daë extremadamente realistas firmadas por un tal Duke que no conocía. También tenía esbozos de dibujos de Edward y anotaciones con todo lujo de detalles de MacLeod.

    – [Henry]Entendido.-[/Henry] Estaba nervioso. Me volvía a sentir como si estuviera a punto de hacer un examen de geografía de Tide.

    – [Xander]Gracias. No tendrías por qué hacer nada de esto.[/Xander] – Dijo mientras saliamos de la biblioteca secreta de los Moondies y la puerta volvía a desaparecer. Por mi mente paso que se tratara de alguna clase de aparato para distorsionar la pared, pero en realidad sería cosa de algún hechizo.

    – [Henry]En realidad sí. Vosotros me ayustasteis con Bowie y Ezra. Que menos que ayudaros ahora.-[/Henry] Siegfried lo había puesto todo muy fácil diciéndome que pidiera ayuda a los moondies. Con lo que no conto es que no estarían y serian sus hijos quienes cargarían con la responsabilidad de ayudarme.

    – [Xander]Considérate de la familia.[/Xander] – Añadió sonriendo mientras se alejaba. Por su lado paso Nate, el cual venia a paso ligero hasta donde me encontraba. Sonreí nervioso saludándole mientras me desvanecía para evitar una reprimenda colosal por escaparme.

  • UN MUNDO QUE SALVAR

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, EDIFICIO CENTRAL

    El tiempo, cuando estás nervioso y preocupado, trascurre mucho más deprisa. Sin apenas poder pararme a pensarlo, el verano había llegado y se estaba marchando ya, mientras mi mente debatía día tras día las amenazas que teníamos ahora encima: Infinity y Omega.

    Supongo que es hablar demasiado bien de mí dejando pensar que mis únicas preocupaciones eran referentes a peligros trascendentales para todos los seres vivos y para mis seres queridos concretamente, así que voy a aclarar que no había sido eso lo único que había rondado mi mente.

    Durante un breve instante, en un lugar sacado del infierno, con todo el mundo en peligro, me había sentido como el héroe que siempre había querido ser, como los Moondies. Todo había parecido resuelto, las cosas con Jane estaban arregladas e iban incluso mejor de lo que jamás habría esperado. Nos habíamos besado y mi corazón albergaba solo esperanza por el futuro que teníamos por delante. Creía que todo, absolutamente todo, podía conseguirse con fuerza de voluntad. Y entonces mis esperanzas se vieron aplastadas delante de mis propias narices por nunca había sido Jane, solo Omega, jugando conmigo.

    No quería hablar de ello con nadie. Mis problemas con Jane habían sido públicos durante mucho tiempo y me avergonzaba confesarle a nadie Omega me había engañado con tanta facilidad porque me había dado lo que quería, el amor de Jane.

    Así que en lugar de hablarlo, me concentré en la preocupación que era común para todos. Usaba la InfiniBand con recelo, pese a las modificaciones que había hecho Henry a todas las nuestras. No había vuelto a conectarme a Endless, en su lugar, si conseguía concentrarme, usaba alguna de las viejas consolas de mi padre. No había vuelto a hablar con Jane desde la mañana siguiente, cuando ya estaba completamente recuperada, de hecho, ni siquiera hablamos en ese momento, solo me miró y desviamos la mirada.

    Mi tiempo, en resumen, se trataba principalmente de mi trabajo en la Escuela Legado, pasar tiempo con mi familia, incluida la nueva miembro a la que todos tratábamos de dar el mayor apoyo, y entrenarme con Owen para estar a la altura de lo que pudiera pasar.

    – [Xander]¿Qué tal está tu hermana?[/Xander] – pregunté, golpeando uno de los muñecos de Wing Chun, que en nuestro gimnasio privado eran de piedra y acero para soportar los golpes. Owen y yo los acolchábamos un poco, mis madres y Elle no lo necesitaban, de hecho, eran la fuente de ingresos de la empresa que los proporcionaba para la Escuela.

    – [Owen]¿La repostera o la malvada?[/Owen]. – trató de quitarle importancia, pero los dos sabíamos que no colaba. Ver a su hermana así, aunque fuese una versión malvada y psicópata, le había afectado profundamente. Yo también habría llevado mal enterarme de que estaba suelta por el mundo una Elle que me había matado. – [Owen]Bien supongo. Ya sabes como es se encierra en si misma.[/Owen] – comentó. Parecía acostumbrado a cómo lidiaba Jane con sus problemas. Se conformaba más que yo, por suerte eso le quitaba frustraciones.

    Asentí, serio. Bowie tenía razón pese a su «corta edad». Me habría gustado arreglarlo con Jane, especialmente ahora que podía necesitar ayuda una vez más para lidiar con la revelación de sus poderes. Pero una barrera invisible me lo impedía. – [Xander]No sé cómo pudo engañarnos.[/Xander] – comenté en voz alta. Cada día lo repasaba en mi cabeza, era exactamente igual.

    – [Owen] Jane siempre ha sido muy buena actriz. Supongo que eso se extiende a cualquiera de sus versiones.[/Owen]. – respondió. Cuando éramos pequeños siempre estaba apuntada a todas las obras que había en el colegio y se le daba bien. No dejaba de dar vueltas a la noche de los recreativos, ya no sabía quién de las dos me había encontrado. En su día me había parecido demasiado «punk» para ser Jane, pero estaba confuso y no quería hacerme ilusiones.

    – [Xander]Ya, pero me engañó la que es una asesina y una psicópata.[/Xander] – y que tenía casi tantos años como nuestros padres y madres. Noah había teorizado que Omega había debido conseguir el poder de un potenciado que no envejeciese o que tuviese regeneración celular. Con los Moondies había huido una chica que tenía regeneración y no volvieron a saber de ella, así que era una opción. Tenía un tablón en su cabaña con otras teorías de los asesinatos de potenciados que había habido en los últimos años, como Magnolia o la madre de Dante, junto a los que sabía que había matado en su futuro por los recuerdos que tenía su padre. Evidentemente, el poder de Owen y el de su padre eran preocupantes, pero el de la Amy de su mundo, que no estábamos seguros de si lo había conseguido o no, era uno de los más peligrosos, junto con la telepatía que había conseguido de la April de su mundo.

    – [Owen]Nos engañó a todos. Y no eres el único que cometió una estupidez por ella.[/Owen] – dijo, dejando el muñeco por un momento.

    Me detuve y le miré. Owen no me había dicho nada hasta ese instante,  pero saltaba a la vista que lo que fuese, le preocupaba. – [Xander]¿Qué hiciste?[/Xander] – pregunté sin juicios.

    – [Owen]Destruir las muestras de sangre.[/Owen] – aclaró, apartando la mirada. – [Owen]No me pareció bien que tuvieran algo con lo que pudieran hacer daño a Jane. Y ahora no podemos detener a su versión Killer Queen.[/Owen] – añadió.

    Volví a golpear el muñeco mientras pensaba. Las muestras habrían venido bien para encontrar la forma de detenerla, porque de una mala Infinity podría encargarse de ella. Golpeé demasiado fuerte el muñeco en una zona no acolchada y me quité el guante para ver si tenía la mano bien. Parecía que solo era el golpe, pero aun así, descansé.

    Owen lo había hecho por un buen motivo y de todas formas, seguro que Infinity habría intentando controlar a Omega o crear un ejército con su poder.

    – [Xander]No podemos dejarla libre otros veinte años.[/Xander] – llevaba mucho tiempo en las sombras. Según la teoría de Noah, recuperándose del viaje o de algo que le hubiesen hecho en la Iniciativa. Los Moondies sabían que estaba aquí porque en un futuro iba a tratar de controlar la utopía de Z después de reemplazar a mi madre, pero no había hecho acto de aparición y aunque ellos seguían alerta, no parecía una amenaza.

    Con Ezra por allí estaban más preocupados, se les notaba. Se habían reunido más veces, pero no tenían ningún atisbo de presencia de Omega por ninguna parte. No podíamos decírselo, era nuestra responsabilidad, nosotros le habíamos dado lo que quería y nosotros teníamos que librarnos de ella antes de que fuera tarde.

    – [Owen]¿Se te ocurre alguna idea?[/Owen] – preguntó. Dejé de divagar y volví a la realidad. Nos hacía falta un plan, algo para poder enfrentarnos a ella pese a que nos superase abismalmente en poder. – [Owen]Porque por muy versión malvada que sea, sigue siendo mi hermana. Y no me siento cómodo si la opción es matarla.[/Owen] – añadió. Le miré. Acababa de darme una idea con eso de no matarla.

    – [Xander]Vamos un momento a la biblioteca.[/Xander] – le dije, quitándome los guantes. Él me siguió y cerré la puerta detrás de nosotros. Esa biblioteca del edificio original de la Escuela era solo para Moondies e hijos. En su día había sido una biblioteca común para los alumnos con libros de demonología y ocultismo, pero ahora tenía su propio edificio con más colecciones y esta se había quedado para libros prohibidos y anotaciones de los propios Moondies, especialmente de mi tío Christopher.

    Empecé a repasar los tomos en busca de uno en concreto. Owen me ayudó, pero sin saber qué buscaba exactamente iba más lento. Tampoco yo recordaba cómo se llamaba, solo sabía que tenía que estar allí.

    Al final lo encontré, el tomo de los «Daë». Tenía como título Axis Mundi en sus tapas de cuero y en el interior recordaba perfectamente las ilustraciones de los Guardianes del tío Daakka. Eso era lo que buscaba. Los Moondies nunca tomaban a la ligera la solución violenta. Mason se devoró a sí mismo en la oscuridad y a Z se recluyó en su isla. Pero no eran ellos los que me habían dado la idea. Pasé las páginas y encontré la ilustración. Un vórtice arrastrando al Soberano a la Nada mientras los demás lloraban la pérdida de la tía Kaylee.

    – [Xander]Esto. Pero no sé cómo, ni si saldrá bien.[/Xander] – le indiqué, señalando la ilustración.

    – [Owen]¿Estás seguro? ¿Y si la cagamos y liberamos a ya sabes quién?[/Owen] – replicó. El sacrificio de la tía Kaylee les había marcado a todos. Incluso veinte años después, seguían recordando el día en el que pasó todo, porque la tía Lucy era ella pero no era ella. Para mi madre y mi tía Diana, Lucy era otra hermana, pero no Kaylee, ella se había perdido para siempre en el Axis Mundi. Por eso muchos no querían nombrar al Soberano, como si fuera nuestro propio Lord Voldemort.

    – [Xander]Según el tío Toph solo va en una dirección.[/Xander] – le expliqué, leyendo por encima las anotaciones. – [Xander]Él se escapó cuando fueron a buscar al tío Ed. Es el único arma que nos dejaron los Daesdi.[/Xander] – tenía dudas. Había muchas cosas que podían salir mal. En su día, los Daesdi habían preparado a los Daë para enfrentarse a ello y a nosotros no. Ellos tenían las piedras, nosotros no. Ellos eran un equipo, nosotros no. Pero aun así, no teníamos más opciones.

    – [Owen]Bueno. Si estas seguro me apunto. Es la única opción que no desemboca en un derramamiento de sangre.[/Owen] – aseguró, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]No sé, no es un gran plan, pero no se me ocurre nada más.[/Xander] – respondí con sinceridad. Tenía más cabos sueltos que atados e implicaba hacer muchas cosas a espaldas de los Moondies y de Nate. Traté de empezar a hilar un poco más las cosas. Nadie querría ayudarnos si presentábamos el plan así. – [Xander]Cuando ellos entraron había un evento cósmico.[/Xander] – pensé en voz alta, al ver la ilustración de la superluna de la cosecha, con su resplandor naranja tiñendo el pico Tantree. Volví a una de las estanterías para comprobar los calendarios de eventos astronómicos.

    Los eventos cósmicos afectaban de muchas formas al mundo sobrenatural, no solo por las lunas llenas de los licántropos. Después de un rato, encontré lo que buscaba, lo más parecido que encontraría ese año. – [Xander]Hay uno en nueve días.[/Xander] – le expliqué. Al menos era algo.

    – [Owen]Me encanta que siempre haya poco tiempo de preparación para estas cosas.[/Owen] – comentó con una sonrisa sarcástica.

    – [Xander]Ni siquiera sé si valdrá.[/Xander] – respondí. – [Xander]Se supone que será una luna de sangre.[/Xander] – le expliqué. No sería una superluna de la cosecha, pero la luna se teñiría de rojo y parece que se vería más grande y más nítida desde nuestra zona del mundo. – [Xander]Y no tenemos piedras como ellos, son discos.[/Xander] – comenté, volviendo al tomo de los Daë donde bocetos de los discos más toscos que debía haber hecho el tío Toph, a juzgar por el hecho de que tenían anotaciones y el nombre de sus dueños.

    – [Owen]Siempre podemos cogerlos «prestados».[/Owen] – propuso, haciendo unas comillas con sus dedos. No era lo más correcto moralmente hablando, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

    – [Xander]¿Puedes conseguir el de tu padre?[/Xander] – le pregunté.

    – [Owen]¿Bromeas? Se pasa más tiempo sin ropa que con ella. Está tirado.[/Owen] – Owen le quitaba importancia pero seguía afectando bastante en su casa la acalorada reconciliación que estaban teniendo sus padres.

    Esbocé una sonrisa, no podía sonreír más con la preocupación que tenía encima, pero al menos ahora tenía un propósito. – [Xander]Tenemos que convencer al resto para conseguirlos.[/Xander] – dice.

    – [Owen]Te dejo eso a ti. Tu eres el de la labia.[/Owen] – respondió. Por un momento pensé que lo decía bromeando.

    – [Xander]Sí, como me ha ido tan bien…[/Xander] – le respondí.

    Volvimos a dejar los libros en su sitio para no despertar sospechas en los Moondies y terminamos el entrenamiento. Tenía muchas personas con las que hablar para reunir un grupo suficiente como para pasar las Pruebas. Como mínimo, necesitábamos todos los discos y una persona que lo llevase.

    Había algunos con los que contaba con más facilidad: Amy probablemente dijera que sí, y así tendríamos el del tío Christopher o la tía Diana; de Kaylee no estaba seguro, pero Amy podía coger ambos y otro usaría el que sobrase; Elle seguramente estuviese conmigo, entre los dos teníamos los de nuestros padres; Idris iría donde fuese Elle y podía conseguir dos discos, uno para él y otro para alguien más; Noah tenía acceso a los de sus padres incluso si Leo no quería venir; con Ezra no había hablado demasiado en este tiempo, era un tipo silente, no hablaba mucho de cómo se sentía y me costaba llegar a él, no sabía si nos ayudaría o no, pero de hacerlo, tenía acceso a otros dos discos; y eso nos dejaba con el de Logan, el de Bill, el de Aphrodite y el de Hiroshi, que no tenía ni idea de cómo conseguir.

    Con la primera con la que hablé esa mañana fue con Elle, que me apoyó. Tenía suerte de tenerla como hermana, era un auténtico regalo que ahora también compartía Bowie. Idris estaba con ella así que tuve también mi respuesta e incluso iba a intentar conseguir el de Bill además de los de sus padres, porque sabía que Mike no querría tener nada que ver.

    Después de hablar con ellas y comer algo mientras revisaba el plan, fui a casa de mis tíos a ver a Amy y a Kaylee. Ellos por suerte no estaban, pero Amy sí.

    – [Amy]Hueles a ese[/Amy].- replicó arrugando la nariz, apoyada en el marco de la puerta.

    – [Xander]Algún día tendrás que enfrentarte a ello.[/Xander] – respondí sin acritud, los dos sabíamos hablar entre nosotros sin tomárnoslo a mal. Se hizo a un lado y pasé. – [Xander]Pero vengo a hablarte de otra cosa.[/Xander] – empecé a explicarle, dudando de si ya lo habría visto o no.

    – [Amy]Pues dilo[/Amy].- me animó. Llevaba una ropa sencilla de estar en casa, pero seguía siendo tan magnética como siempre. Llenaba la habitación.

    – [Xander]Quiero abrir la puerta al Axis Mundi para expulsar a Omega igual que al Soberano.[/Xander] – resumí, intentando parecer seguro de mí mismo.

    – [Amy]Si tú vas, yo voy contigo.[/Amy]- ella también sintetizó. Con Amy las cosas eran bastante fáciles, era directa, sin complicaciones.

    – [Xander]Va a ser peligroso. Voy a intentar hablar con todos porque necesitaremos los discos.[/Xander] – expliqué, pese a saber que la respuesta sería la misma.

    – [Amy]Jane va a decir que no[/Amy].- me miró fijamente, así que sí sabía ya algo del plan. Me esperaba lo de Jane.

    – [Xander]Le he pedido a Owen que hablase con ella. De todas formas en su casa solo hay un disco.[/Xander] – respondí, casi para mí mismo más que para ella.

    Amy se quedó en silencio, mencionar a Owen no era la mejor forma de sacarle las palabras desde que tuvo la visión. Conocía bien a mi prima y sabía que le estaba sobreprotegiendo, al igual que a sí misma, pero de momento no podía hacer nada por evitarlo.

    – [Xander]¿Está tu hermana?[/Xander] – le pregunté. Sabía que me refería a Kaylee, Vera era demasiado pequeña como para meterla en ese lío.

    Ella asintió, mientras se ponía la chaqueta para salir.- [Amy]Está en su habitación[/Amy]. – dijo, cogiendo las llaves.

    Asentí. – [Xander]Luego hablamos. Tienes que conseguir un disco y si Kay no quiere, dos.[/Xander] – le aclaré. En su caso no sería difícil, el tío Toph y la tía Diana no los escondían demasiado, igual que mi padre y mi madre.

    Amy me guiñó un ojo y se fue, seguramente porque tenía turno. Subí las escaleras y llegué a la puerta que tenía un cartel de madera donde se leía ‘Kaylee’. Llamé a la puerta y me dijo que pasase. Cuando la abrí vi que tenía varios libros desperdigados por la cama. Las clases aún no habían empezado y lo que vi en uno de los libros antes de que lo cerrase me dejó claro que estaba volviendo a la magia.

    – [Xander]Hola, Kay. ¿Molesto?[/Xander] – le pregunté.

    – [Kaylee]No, pasa.[/Kaylee]- respondió. Se quitó las gafas y se rascó los ojos, cansada. Sabiendo como era en los estudios, debía estar tomándose esto también muy en serio.

    – [Xander]¿Cansada?[/Xander] – le pregunté, sentándome en la silla del escritorio. Me pregunté si seguiría usando Endless como antes o ahora tendría recelos como algunos de los demás.

    – [Kaylee]Sobreviviré.[/Kaylee]- replicó, tratando de sonreír.

    – [Xander]Tengo que hablarte de algo…relacionado con aquella noche.[/Xander] – le expliqué. No sabía cómo decirlo, porque no quería añadir más preocupaciones a las que ella ya tenía encima.

    – [Kaylee]¿Qué mierda te ha dicho Leo? [/Kaylee]- preguntó, visiblemente nerviosa. Le temblaban las piernas cuando se levantó la cama a pasear por la habitación.

    La miré, probablemente con los ojos como platos. – [Xander]¿¿¿Leo y tú???[/Xander] – pregunté. No conseguía creérmelo, tenía que ser que había entendido algo mal. Kaylee había sido la que le había convencido de ir, pero…no podía ser. Si se odiaban.

    – [Kaylee]No, no, no, no.[/Kaylee]- negó con la cabeza y casi solté un suspiro. No sé cómo había podido pensar en que Leo y ella hubiesen tenido algo, era una locura.- [Kaylee]Bueno, sí.[/Kaylee] – corrigió después. No tuve la más remota idea de qué decir.

    – [Xander]¿Quieres…hablar de ello?[/Xander] – se me estaba yendo el motivo por el que había ido allí, pero era más importante ayudar primero a mi prima.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- respondió ella, aún nerviosa. Decidí dejar el tema como un tabú hasta que ella quisiera.

    Asentí para dejárselo ver y volví al tema principal. – [Xander]He venido a hablarte del rescate. De Omega.[/Xander] – aclaré.

    – [Kaylee]Ahora mismo no os puedo ayudar.[/Kaylee] – respondió. Fue tan rápida su respuesta que supe que sus problemas personales estaban aún bloqueándola. Ella había montado el rescate y convencido a todo tipo de gente cercana para ayudarnos. No era por desmerecer a Dante, pero no tenía el don de gentes necesario como para reclutar a alguien que no fuera Cole y al recién descubierto hijo de Logan, Niall, el amigo de Noah. Él mismo lo había admitido, Kaylee había convencido a Lexie, a Leo, a Mike y había recurrido a Nate y Jane. Ella nos había protegido en el peor momento con su magia. Pero al parecer aún se veía poca cosa.

    – [Xander]Si no quieres, lo entiendo. Amy puede coger los discos de tus padres.[/Xander] – respondí. Para alguien tan inteligente como Kaylee la mención a los discos bastaba para dejar claro mi plan.

    – [Kaylee]Lo veo justo.[/Kaylee]- respondió casi automáticamente. Estaba muy tensa, pero no era solo por lo que había ido a decirle. No sabía que decir así que empecé a darme la vuelta, pensando cómo despedirme después de esa jarra de agua fría. – [Kaylee]No deberíais ir.[/Kaylee]- dijo, sin mirarme fijamente.

    – [Xander]No hay otra forma. Ya la viste.[/Xander] – le respondí. Omega tenía más poder del que ninguno de nosotros tenía, ni siquiera los Moondies. Temía perderles después de todo lo que habían luchado. – [Xander]Será mejor que vaya a hablar con los demás.[/Xander] – añadí, despidiéndome. No quería presionarla. Sabía que era capaz, pero no podía obligarla.

    – [Kaylee]Siento no estar a la altura.[/Kaylee]- replicó apenada, girándose para volver a sus estudios.

    – [Xander]Nos salvaste la vida.[/Xander] – le respondí, con una chispa de esperanza, pero ella ni se inmutó, así que salí de su cuarto.

    Casi me tropecé con Vera cuando cerraba la puerta.

    – [Xander]Hola, Vera.[/Xander] -la saludé. Estaba muy cerca, así que empecé a preguntarme si había escuchado nuestra conversación. Ella y el tío Toph estaban muy unidos y tenía miedo de que se lo pudiera contar.

    – [Vera]Uy, hola.[/Vera]- saludó ella, sonriente. Miró su móvil, en el que tenía abierto el InfiniChat. Seguramente no se hubiese enterado de nada, solo iba despistada mirando la pantalla.

    – [Xander]¿Qué tal?[/Xander] – le pregunté.

    – [Vera]Bien.[/Vera]-  dijo con una amplia sonrisa .- [Vera] ¿Y tú?[/Vera] – preguntó.

    Disimulé lo mejor que pude, no me gustaba mucho mentir, siempre me dejaba una sensación desagradable en el estómago. – [Xander]Bien bien. Hoy tengo un poco de prisa, a ver si el próximo día vengo con más tiempo y pasamos un rato juntos.[/Xander] – me despedí demasiado rápido.

    – [Vera]Estoy deseando pasar tiempo con vosotros.[/Vera]- se despidió ella, sonriendo. Hacía tiempo que no pasaba mucho rato con la pobre Vera y me dio pena, pero cuando todo estuviese arreglado las cosas serían más fáciles.

    Pero por el momento aún había muchos planes que hacer y un mundo que salvar. Y aun así, no conseguía quitarme una cosa de la cabeza. ¿¿¿Kaylee y Leo???

  • EL GUARDIÁN

    NATHANIEL ROGERS

    APARTAMENTO EN LA ESCUELA LEGADO – MADRUGADA

    Me desperté sobresaltado. Por suerte vivía solo y mis gritos no habían despertado a nadie. Miré el reloj y vi que el sol estaría a punto de salir. Era demasiado tarde para volver a acostarme, así que me levanté e hice la cama antes de ir a prepararme el desayuno.

    Hacía ya dos meses desde aquella fatídica noche en la que todo salió mejor de lo que cualquiera habría pensado. Desde entonces mi sueño no era el mismo. Mis habilidades me ponían en sincronía con las emociones de los demás y aquel rescate lleno de caos, miedo y dolor me había desestabilizado hasta el momento. Cierto era que había remitido ligeramente, pero las pesadillas seguían.

    Había visto morir a todos y cada uno de ellos y había revivido cada uno de los sufrimientos reales que habían padecido. Normalmente lidiaba bien con las emociones ajenas, pero estaba demasiado vinculado a los hijos de los Moondies y también me afectaba el hecho de mentir a sus familias.

    La historia oficial era que habían acudido todos al rescate de Henry, que había planeado huir de la sede de Infinity llevándose con él a Ezra y la nueva hija de Sarah y Sasha. Me había visto forzado a cumplir la promesa de no contar a ninguno de los Moondies que parte de ellos habían entrado directamente a Infinity, pero lo demás era imposible que no lo supieran por las dos personas que acababan de entrar en sus vidas y por las noticias del ‘sabotaje y robo’ en Infinity a manos de un exempleado. La foto de empresa de Henry salió en los telediarios durante un par de semanas y se había convertido en un fugitivo de la justicia. A fin de cuentas, Infinity era parte del Gobierno.

    De los demás no habían hecho mención por el momento y eso no significaba nada bueno. Solo hacía pensar que estaban esperando el momento ideal para experimentar con cualquiera de nosotros. Viendo el poder que tenía su defensa privada, temía que llegase el momento.

    Cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de que me estaba atormentando mentir a las personas que me habían dado un hogar y un propósito, pero no sabía cómo hacerlo sin traicionar al resto. Sarah, Daniel y Sasha no volverían a coger unas vacaciones si supieran lo que había pasado, y las merecían, igual que el resto. Además, los niños estaban pasando un mal momento generalizado por lo que habían visto hacer a Omega, especialmente Xander, Owen y la propia Jane.

    Así que viendo que sus familias no sabían nada de aquella noche ni de Omega, había decidido que tampoco podía volver a repetirse una locura como esa, así que empecé a vigilarles de cerca. Las cosas habían cambiado bastante desde aquél día:

    • Sarah, Daniel y Sasha habían vuelto de vacaciones para encontrarse una hija más
    • Edward había encontrado finalmente a su hijo, así que la maldición que había caído sobre él había desaparecido en teoría
    • Elle había empezado a entrenarse con Edward como Mentor, después de que Christopher decidiera delegar en él porque aún seguía siendo el Mentor de Sarah y Sasha
    • Cole había decidido no volver a Japón por el momento, por algo que Dante y él habían descubierto sobre el asesinato de su madre, un camino que me resultaba muy preocupante
    • Jane por suerte no había tenido secuelas físicas del ataque pero ahora todo el mundo sabía qué era lo que le había pasado toda la vida, cuál era su poder y de lo que era capaz y nadie estaba más aterrada que ella.
    • Xander había empezado a entrenarse más a menudo, ahora acompañado muchas veces por Owen. No había vuelto a hablar con Jane desde aquél día.
    • Noah volvía a llevarse bien con Lexie desde que ella se sumó al rescate y había seguido saliendo con esa muchacha de Louna, Allie. Parecía feliz pero mi poder me permitía sentir que lo que había pasado le había dejado marcado y seguiría preocupado durante un tiempo.
    • Kaylee había mejorado. Se había marcado el propósito de mejorar en la magia y había empezado a practicar, a veces con la ayuda de Sophie, la hija de Aphrodite que seguía instalada temporalmente durante el verano en casa de las MacLeod hasta conseguir un hueco en la residencia a principios de curso.
    • Idris seguía preparando los exámenes de la academia y no le había perdido la pista porque seguía pasando gran parte de su tiempo con Elle.
    • A Michael lo veía a diario porque mientras presentaba un trabajo de fin de carrera y se preparaba para sus años como interno, había ocupado el puesto de su madre en la Escuela Legado, aunque ella visitaba a menudo para comprobar que todo fuera bien. Estaba inmerso en los estudios de la ‘Biología del poder’ como él llamaba a investigar cómo funcionaban los poderes, especialmente el de Jane.
    • Henry visitaba de vez en cuando la Escuela. Los Moondies, conscientes de quién era y la realidad de lo que había pasado, le habían ofrecido refugio. A veces venía con él una muchacha de la isla llamada Laura, que había empezado desde entonces a salir a veces con Jane y Elle.
    • Amy seguía estando por allí a menudo, ayudando a Xander excepto cuando Owen estaba por allí. No sabía por qué le evitaba, pero parecía volver a estar algo preocupada de manera habitual, aunque por suerte ya no se aislaba.

    Pero incluso a mí, cuidando de todos y sintiendo lo que sentían, se me escapaban algunas cosas. En este caso lo que se me escapó y no sabría hasta que ya fuese tarde era que Vera y Elliot habían llegado a enterarse de lo que había pasado, y ahora ella, sintiéndose desplazada, buscaría la primera oportunidad que encontrase para demostrarles que era una New Moondie más.

    No me imaginaba que quedase tan poco para esa oportunidad y que durante mucho tiempo fuese a estar lejos del que siempre sería mi hogar.

  • LO CORRECTO

    Jane – La Nave

    Noche

    No sé cuál es la hora aceptada por la sociedad para hacer postres. Supongo, que una vez pasa la madrugada, no debería estar cocinando y menos en La Nave, con Nate mirándome atentamente. El problema estaba, en que cuando todo iba mal, la repostería era mi ancla.

    Vaya asco de inicio. Si esto fuera un libro, lo cerraría y lo vendería en ‘Infinizon’ por tres duros, porque no hay nada peor en esta vida que un personaje que se agarra a los estereotipos de género, pero la repostería es una especie de ciencia exacta, es la única cosa a la que te puedes agarrar cuando eres hija de dos desastres y no tienes mucho dinero. Para hacer un bizcocho, te vale con azúcar, huevos, harina y un poco de aceite y levadura. No es, lo que se diría, un hobbie caro.

    (más…)

  • UNA APARICIÓN

    Xander Echolls

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, OFICINA DE DIRECCIÓN

    La tía Cara se había marchado a primera hora, después de dejar listos unos ajustes presupuestarios, para sumirse en su proyecto de cabañas nudistas. Como ya lo había anunciado incluso en televisión, había conseguido una lista de prereservas que ocupaba todo el verano, así que ahora estaba inmersa junto al tío Daakka en dejar todo el complejo listo.

    Por suerte era un mes tranquilo en la Escuela, eso era lo que había facilitado que mis tres padres/madres se pudieran ir de vacaciones. Era un poco extraño estar prácticamente a cargo de la Escuela Legado, pero por suerte tenía a Nate por allí que siempre estaba dispuesto a ayudar y para él la Escuela era su hogar y a Amy que había ido a ayudarme.

    Uno de los inconvenientes es que tenía que atender yo mismo a la gente en el despacho central, en lugar del mío. No vino prácticamente nadie esa mañana, solo una madre preocupada de una alumna y un par de distribuidores, hasta que Nate me pasó el aviso de un invitado que quería hablar con mi madre.

    Avisé a Amy, que no adoraba las interacciones sociales, pero decidió quedarse. Cada vez rondaba más por mi cabeza que podía tener un trabajo de futuro en la Escuela. Mis madres estaban de acuerdo, asi que solo faltaba convencer a Amy, algo que esperaba conseguir durante esos días en los que iba a ayudarme.

    Cuando la puerta se abrió, un chico un año o dos mayor que yo entró a la sala. Tenía aspecto de ser una persona cordial y agradable, algo que no solía pensar a menudo de las personas que se presentaban en la Escuela vestidas con ropa formal.

    – [Henry]Hola. Buenos días.-[/Henry] dijo nada más entrar, sin saber si cerrar la puerta tras de sí o no. – [Henry]Buscaba a… Sarah Echolls.[/Henry] . aclaró.

    – [Xander]Pues ahora mismo no está.[/Xander] – le expliqué. Mi madre nunca había sido la cara pública de la Escuela, así que era un poco extraño que preguntase directamente por ella, salvo que fuera un ex alumno y en caso de serlo, debía haber cambiado mucho para que yo no lo reconociera.. – [Xander]Está en un viaje. Pero si puedo ayudarte en algo[/Xander] -comenté, señalándole los sillones que había frente al escritorio de mi madre.

    Me giré y vi a Amy mirándole con el ceño fruncido, suspicaz.

    – [Henry]¿Diana Echolls? ¿Daniel Arkkan?.-[/Henry] preguntó. Si ya era raro que preguntara por mi madre, conocer también a mi padre y a mi tía me hacía sospechar a mí también, salvo que intenté disimular.

    – [Xander]Mi tía tiene una reunión importante en la Universidad. Y mi padre se ha ido con mis madres.[/Xander] – no me paré a pensar si le resultaría extraño escuchar «mis madres» pero no me importaba, después de ocultarse por nosotros me sentía en la obligación de no dejarlas nunca en la sombra.

    Amy le fulminó con la mirada, por suerte él no entabló contacto visual con ella.

    – [Henry]Vaya, esto es inesperado…-[/Henry] admitió, haciendo una pausa. Parecía estar meditando lo que iba a decir. – [Henry]Me envian varias personas, una de ellas en concreto Siegfried.[/Henry] – la mención de ese nombre hizo que tanto Amy como yo pusiéramos mala cara. Ni entre los Moondies ni entre sus hijos era bien recibida la mención del que provocó la Guerra de Ripper.

    – [Amy]Pues ahí tienes la puerta[/Amy].- sentenció Amy. No podía culparla, pero intenté darle una opotunidad a ese chico.

    – [Xander]Supongo que sabrás por qué es una mala carta de presentación.[/Xander] – le comenté. Detrás de mí,  había varios recortes de periódico enmarcados con las versiones oficiales de lo que había sido la «Guerra de Ripper»: armas experimentales, fuerzas militares rebeldes. Se los señalé, seguramente se habría fijado primero en los periódicos que hablaban de la Escuela y estaban justo detrás de mí, o en la foto enmarcada de todos los Moondies originales.

    – [Henry]Creedme, soy tan fan de él como vosotros.-[/Henry] aseguró. Le creí, pero no podía decir lo mismo de Amy. – [Henry]Llevo dos años trabajando en Infinity y digamos que no todo allí es tecnología. Por eso venía buscando a vuestos padres. Según tengo entendido se infiltraron varias veces en la Iniciativa.[/Henry] – repasé con cuidado toda la información que acababa de darnos. Infinity, la gran compañía de tecnología que había creado su propia cultura y tenía lazos con el Gobierno se había trasladado a Moondale hacía un par de años. Recuerdo a los Moondies hablar con preocupación porque se habían instalado en el viejo edificio de la Iniciativa, clausurado supuestamente por el Gobierno después de la Guerra.

    Miré a Amy buscando un consejo sobre si debíamos hablar con ese muchacho o no.

    – [Henry]Con los nervios no me he presentado. Me llamo Henry Crowe. Mi madre es Olivia.-[/Henry] añadió, tendiéndome la mano. La estreché rápidamente, pero cuando se la tendió a Amy se quedó en el aire.

    – [Amy]¿Y quién es tu padre?[/Amy]- preguntó Amy. Olivia era la líder de los O.W.L.S. un grupo secreto escindido del Gobierno que luchaba contra la Iniciativa. Se había ido a la Isla después de la Guerra como parte del pacto para que nunca pudiera repetirse algo así, para controlar a Z.

    – [Henry]Nunca he conocido a mi padre.-[/Henry] – replicó él, mirándola. Amy me miró y vi que estaba menos tensa, si ella le creía, yo no tenía duda.

     – [Xander]¿La líder de los O.W.L.S?[/Xander] – pregunté para confirmar.

    – [Henry]Si. Olivia, Winston, Lincoln, Shawn.-[/Henry] aclaró él. Conocía los nombres de la base de datos que guardaba mi padre en un servidor de la Escuela desconectado de la red. Mi tío Christopher había guardado toda la información que había podido y yo, que siempre había sido un fan de los Moondies, había repasado esas fichas muchas veces. Por desgracia las fichas no lo contaban todo y los diarios y discos no estaban a libre disposición. Querían aislarnos de su lucha, entendía que era para protegernos, pero no me parecía bien igualmente. Para eso, Noah había tenido más suerte, todo lo que su padre sabía, lo sabía él.

    – [Xander]Siéntate si quieres.[/Xander] – indiqué de nuevo, al ver que seguía de pie y ahora la conversación era menos tensa. Amy seguía apoyada contra la pared pero él se sentó. – [Xander]¿Qué está pasando allí?[/Xander] – pregunté, esperando cualquier cosa.

    – [Henry]Gracias.-[/Henry] respondió. Se tomó unos segundos para hablar. – [Henry]Así resumiéndolo. Me enviaron para infiltrarme en Infinity. Tienen un sótano repleto de cosas sobrenaturales que fueron abandonando la Iniciativa.-[/Henry] aclaró. Contuve una mueca, una empresa tan puntera como Infinity con acceso a los objetos que había allí, a sus investigaciones. Eso teniendo en cuenta que tenían tantísima información de todo el mundo, desde gustos, ubicación hasta incluso un escáner corporal que en su día fue aclamado y vendido como la mejor solución contra el spoofing y el robo de cuentas.- [Henry]Buscaba a vuestros padres porque hay dos cosas en particular que nos preocupan. Dos cápsulas.[/Henry] – añadió.

    – [Xander]¿Qué hay en esas cápsulas?[/Xander] – pregunté, lo primero que pensé fue en mi tío Daakka, que había sido «creado» por ellos.

    – [Amy]Ezra y Rainbow[/Amy].- sentenció Amy a mi lado. Su voz fue como un susurro pero escuché cada nombre con detalle. Llevaba el suficiente tiempo viviendo con Amy como para conocer un secreto que no sabía todo el mundo: Amy tenía visiones del futuro. Normalmente tocando un objeto o una persona recibía alguna visión, pero a veces bastaba con cualquiera de sus otros sentidos.

    – [Xander]¿Hay dos personas en esas cápsulas?[/Xander] – pregunté, preocupado. No quería llamar demasiado la atención al poder de Amy delante de un desconocido.

    – [Henry]Si. Una de ellas es una chica. Tiene ADN de tus… ¿madres?.-[/Henry] preguntó, abriendo los ojos como si hubiera encajado la pieza de algún puzzle por lo que yo mismo había dicho. Después desvió la mirada hacia Amy, extrañado. – [Henry]No sabíamos que es lo que había en la otra cápsula. Pensábamos que un licántropo prehistórico, pero ¿quién o qué es Ezra? -[/Henry] añadió. Eso mismo me preguntaba yo. Desvié la mirada hacia Amy.

    – [Amy]Es de mi manada[/Amy].- respondió simplemente, al cabo de unos minutos. Sabía perfectamente que Amy solo había convertido a Leo, así que había algo más que no podía contarme.

    Estaba preocupado, no voy a negarlo. Con Henry allí no podía sacar demasiada información, pero la vida de dos personas estaba en manos de un peligroso sucesor de la Iniciativa. – [Xander]Tenemos que sacarles de allí.[/Xander] – pensé en voz alta, intentando recolectar la información sesgada que tenía sobre las veces que habían entrado los Moondies. Por las historias que había escuchado a veces por boca de mis madres y a veces por boca del resto o por las propias fichas, habían entrado al menos cuatro veces: la primera de ellas es la que aún daba pesadillas a mi madre, de la que sabía poco porque era muy duro para ellos, mi padre siempre estaba serio cuando lo recordaba; la segunda entró el tío Christopher con los O.W.L.S para sacar al que había ayudado a que escaparan la primera vez; la tercera entraron a por la madre de Jane y el tío Daakka; en la última habían entrado mis dos madres, el tío Daakka, el tío Ed y un grupo de gente de Z, allí fue donde las dos se enamoraron.

    – [Henry]A eso venía. Me ha costado sacarlo pero al final lo hemos conseguido.-[/Henry] explicó con una sonrisa.

    – [Xander]¿Cuánto tiempo tenemos?[/Xander] – pregunté. Si contábamos con bastante tiempo el deber era esperar a que mi padre y mis madres volvieran de viaje y dejarlo en manos de los Moondies por mucho que me molestase.

    – [Henry]Poco…-[/Henry] – sentenció. Por la gravedad con la que lo dijo supe que contábamos con poco más de un día. Mis madres y mi padre estarían una semana fuera y los demás lo tendrían complicado.

    – [Xander]No podemos esperar a los Moondies.[/Xander] – respondí. Además de mis madres, el tío Toph y la tía Diana estaban fuera un par de días, el tío Daakka y la tía Cara inmersos en su proyecto, el tío Dom se había cogido unos días por asuntos propios, el tío Vincent estaba retirado igual que el tío Bill. Teníamos al tío Ed y la tía Mara como mucho y si se lo decíamos a alguno, mis madres y mi padre tendrían que cancelar el viaje y volver, para no irse nunca más a disfrutar de sus merecidos descansos. Tendríamos que hacerlo nosotros, sin contar con los Moondies. – [Xander]¿Harán falta muchos?[/Xander] – pregunté. El problema de los hijos e hijas de los Moondies es que no éramos como ellos, no estábamos unidos, no salvábamos el mundo.

    – [Amy]Yo sé quiénes entran.[/Amy]- comentó Amy, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.- [Amy]Pero si lo digo, os estoy condicionando.[/Amy] – por su forma de moverse, o más bien, de no moverse, Amy debía estar viendo retazos de visiones todavía. Pese a que mi padre era muy parco al hablar de lo que habían tenido que vivir, siempre me había insistido en que no me fiase de un futuro ni aunque lo diese por sentado, que siempre creyese que podíamos cambiarlo.

    – [Xander]Prefiero ir sobre seguro.[/Xander] – le pregunté, a sabiendas de que ella no me decía lo que veía, ni siquiera aquella vez, con Owen. Amy negó con la cabeza, contuve la frustración, ella no tenía la culpa de mi miedo a lo que pudiera pasar, solo intentaba no cambiar las cosas.

    Asentí. Esperaba no equivocarme con mis decisiones. – [Xander]Puedes contar conmigo. Y creo que con tres personas más.[/Xander] – miré a Amy para confirmar mi teoría, pero ella tenía cara de póker. Las tres personas con las que contaba, a regañadientes en algún caso, eran: Owen, Elle e Idris. No me veía capaz de mentir a Elle y sabía perfectamente que ella querría ir sí o sí.

    – [Amy]Y conmigo.[/Amy]- añadió Amy. La miré, orgulloso. Quería mucho a Amy, el tiempo que habíamos pasado conviviendo me había hecho recuperar una relación que no debí desatender, confiábamos el uno en el otro y Amy siempre intentaba ayudarme con lo de Jane.- [Amy]Ezra es mi responsabilidad. Como Leo[/Amy]. – añadió.

    La miré, pero no cambió el gesto al hablar de Leo.  – [Xander]Intentaré reunir un equipo.[/Xander] – expliqué a Henry. – [Xander]¿Tienes forma de entrar?[/Xander] – pregunté. En los días de la Iniciativa, no se podía teletransportar con magia a su interior, pero dudaba que Infinity utilizase la magia, al menos de momento. Era cuestión de tiempo.

    – [Henry]Por eso no te preocupes. Yo me encargo.-[/Henry] aclaró él. No iba demasiado con mi naturaleza sobrepreocupada, pero me alivió dejar  esa parte clave del plan en sus manos, porque a fin de cuentas, llevaba dos años allí.

    – [Xander]De acuerdo. ¿Nos vemos mañana a esta misma hora aquí?[/Xander] – propuse.

    – [Henry]Ella es la experta.-[/Henry] aclaró él, mirando a Amy.

    – [Amy]¿Yo?[/Amy] – preguntó ella. Asentí, Amy podría guiarnos muy bien con sus visiones, y siempre había tenido madera de líder, era una alfa. – [Amy]No.[/Amy] – replicó ella.

    – [Xander]Dependemos de ti Amy. Tú puedes salvarles.[/Xander]- añadí. Amy no tuvo tiempo a responder porque el ambiente en la oficina se hizo frío y espeluznante en un instante.

    – [Ezra]Mañana me parece perfecto.-[/Ezra] dijo una voz que acababa de aparecer. Frente a nosotros había una figura masculina. A primera vista parecía normal, pero si te fijabas veías que no tenía sombra ni le afectaba la luz.

    Era una aparición. Henry parecía casi tan sorprendido como yo y Amy le miraba de una forma diferente, como si le conociera. Entonces lo supe. – [Xander]¿E-ezra?[/Xander] – pregunté. La figura asintió antes de desvanecerse de la misma forma en la que había llegado.