[align=center][color=black][b][font= Bookman Old Style][SIZE=5]Diarios de Destino | Septimo Cielo (Bar de Lorne)[/SIZE][/color][/b][/font]

El obrero regordete se sentó encima de una pila de azulejos en la parte de atrás y continuó devorando su bocadillo.
– [b]…sepan TERMINAR SU TRABAJO.[/b] – se escuchó gritar al demonio de piel verdosa. El obrero regordete movió la mano libre imitando a alguien hablando, provocando así que los demás se riesen.
Después de un rato bromeando, dos de ellos se situaron frente a una pared picoteada y continuaron con la tarea de tirarla abajo. Tardaron un par de golpes más, porque la pared que ellos pensaban que sería ladrillo tras ladrillo, era un simple tabique que ocultaba un pequeño hueco.
Primero uno y después el otro, pasaron por la abertura y observaron las paredes rocosas para al final centrar su mirada en el único objeto de la sala, una urna de arcilla con dibujos en tono negro. Se acercaron un poco y pudieron ver unos grabados en una de las caras, pero era un lenguaje intrincado que no podían leer. Os diré lo que allí ponía, para que si alguna vez os encontráis con algo así, huyáis.
[i]Esta urna contiene un espíritu que antaño caminó por el mundo, pero fue contenido por el bien de todos. Rezamos para que no vuelva a caminar por él, porque ha doblegado a dioses y a demonios con el corazón más negro que la tinta que escribe estas palabras. Que la suerte sea con vosotros.[/i]
El obrero regordete se estaba colando en ese momento por la abertura, vociferando con una sonrisa de oreja a oreja: – [b][i]Parece que nos hemos ganado la jubilación.[/b][/i] Se acercó a ellos y observó la urna. Desvió la mirada a los otros dos obreros y los vio con los ojos completamente abiertos, perdidos en su mirada hacia la urna, uno de ellos temblaba y los labios de otro se movían sin parar.
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