XANDER ECHOLLS
BOSQUE DEL CREPÚSCULO – SELAS
Apenas fui consciente de mi propio movimiento cuando vi el portal abrirse en mitad del laberinto, solo sé que crucé y aparecí en mitad de un claro del Bosque del Crepúsculo en el que residía Caitriona. Esta vez no había despertar en una cabaña, la tenía frente a mí, a unos metros, quizá para que su deidad se alimentase un poco más de mi sufrimiento.
Me negué a pensar en que Jane hacía ya mucho rato que no respiraba, que la reanimación no había funcionado y que su calor corporal se desvanecía. Abrí la puerta con la pierna y cuando crucé vi que ella me esperaba sentada frente a un fuego.
– [Caitriona]Bienvenido, Xander.[/Caitriona]- me saludó. Parecía que me esperaba. No me sorprendí, estaba demasiado ocupado sintiendo una ira crecer dentro de mí por no verla tener ninguna prisa por ayudar a Jane.- [Caitriona]Sabía que vendrías tarde o temprano.[/Caitriona] – aseguró.
– [Xander]Caitriona, acepto el trato si salvas a jane.[/Xander] – dije con dificultad, empezaba a ser consciente del tiempo que llevaba sin descansar.
– [Caitriona]Ya. Eso será si quiero hacer un trato.[/Caitriona]- replicó sin levantarse. Contuve la ira, necesitaba algo de ella, no conseguiría nada dejándome llevar, tenía que controlarme, mantener a raya cualquier emoción, ya habría tiempo después, aunque el golpe fuera más fuerte.- [Caitriona]Coloca el cadáver sobre la mesa. No creo que sea cómodo que cargues mientras hablamos.[/Caitriona] – aquella palabra resonó en mi cabeza, como si dos mundos que no concebía se unieran. Jane no podía ser un cadáver, no podía.
– [Xander]Estos tratos te dan poder, salva a jane y te daré lo que pidas.[/Xander] – dije depositándola en la mesa con cuidado. No se movió y el rubor de la fiebre había desaparecido de sus mejillas. Aparté la vista y me centré en mi objetivo, tenía que hacer que Caitriona le ayudase.
– [Caitriona]No sé por qué debería escucharte.[/Caitriona] – replicó ella. Aferré la mesa hasta que los dedos se me pusieron blancos.
– [Xander]Porque no me iré hasta que lo hagas. [/Xander]- dije controlando mi tono de voz. Aun así, era imposible disimular lo que sentía, tenía que dejar de intentar mantener ocultas unas cartas que todo el mundo podía ver. – [Xander]Seré tu sombra, no dormiré, buscaré cualquier forma de convertirme en tu pesadilla. [/Xander]- continué, consciente de que sería capaz de cumplir mis palabras, de que no cedería nunca en mi empeño hasta que ella volviera. – [Xander]Y porque te interesa.[/Xander] – añadí. Ella se alimentaba de esos tratos y seguro que podía sacarme algo.
– [Caitriona]Xander, tú estuviste aquí. Yo te ofrecí algo y me dijiste que no.[/Caitriona] – me recordó, con orgullo.
– [Xander]Ahora te estoy ofreciendo carta blanca, a cambio de su vida. [/Xander]- afirmé, obviando la ira que me provocaba ver cómo se mostraba altiva mientras Jane estaba…
– [Caitriona]No me interesa.[/Caitriona]- replicó, mirándome fijamente.- [Caitriona]El sufrimiento de su pérdida ya es una recompensa.[/Caitriona] – sentenció. Di un golpe en la mesa que arrancó una esquina de la madera. Jane seguía inmóvil.
– [Xander]Caitriona, si Jane no sale viva de este lugar acabaré con todo lo que tienes.[/Xander]- la miré fijamente. – [Xander]Conseguiré el poder, por cualquier medio.[/Xander] – haría lo que hiciese falta para vengarme de ella y de quien le otorgaba el poder. – [Xander]Te ofrezco algo que te beneficiará el doble. ¿Quieres mi lugar como Daë? Cógelo, para mí sin ella no hay futuro igualmente.[/Xander] – no quería pensar en lo que eso haría al futuro, quizá todo se fuera al traste o quizá ya estuviese predestinado. Me daba igual, lo único que me importaba era que Jane volviese a respirar.
Caitriona soltó una carcajada.- [Caitriona]Así me gusta. Y dime, ¿qué me das a cambio?[/Caitriona] – preguntó. Sentí alivio al ver que pretendía aceptar, eso significaba que lo que tenía Jane no iba más allá de sus capacidades.
– [Xander]Ya te lo he dicho, mi puesto como Daë, es todo tuyo.[/Xander] – le recordé. Ella no parecía tener problema en acordarse, quería otra cosa, estaba seguro, pero aquí es donde tenía que tratar de mantenerme calmado y no dejarme llevar. Podía curar a Jane, ahora tenía que negociar bien.
– [Caitriona]No. Eso no lo quiero.[/Caitriona] – confirmó. En la teoría negociar sonaba bien. En la realidad cometí el error de mirar a Jane tumbada en la mesa, inerte. Tenía que hacer lo que fuera porque volviese.
– [Xander]¿Qué quieres? Pagaré el precio que sea porque se salve.[/Xander] – aseguré. No quería pensar en Jane muerta, mi mente no podía procesarlo, aunque me tendría que enfrentar a estos recuerdos y a este trauma reprimido más adelante. Sería peor, pero ahora no me veía capaz de afrontarlo.
– [Caitriona]Está muerta y no te lo estoy diciendo para hacerte daño.[/Caitriona] – para hacerme daño no, para recordarme lo que tenía que perder y que ella tenía la situación en su mano, sí.
– [Xander]Di tu precio. [/Xander]- respondí. De nada servía luchar contra lo inevitable, ambos sabíamos la verdad de la situación, que yo no tenía opciones y ella las tenía todas.
– [Caitriona]Dame tu alma.[/Caitriona] – cada una de sus palabras reverberaron en mi consciencia. Pensé pellizcarme o leer algo para ver si aquello no era una pesadilla.
– [Xander]¿Mi alma?[/Xander] – pregunté, tratando de centrarme. ¿Se refería a mi vida? ¿Una por otra? Lo primero que pensé fue en mi hermana Elle, en mis madres, mi padre, en Owen, en mis primas y primos, mis tíos y tías, en todas las personas a las que no volvería a ver. Y luego estaba Jane. Si tenía que morir para que ella viviera…
– [Caitriona]Me darás lo que te hace ser tú, esa chispa de vida que hay en tu interior y se la entregaremos a Jane. Si eres feliz con ella, no te pasará nada, pero si la pierdes, serás un muerto en vida.[/Caitriona] – presté atención a cada palabra, como en los tratos que siempre se atribuían a los genios, que tenían letra pequeña. Ese parecía estar claro, si Jane volvía a negarme la palabra como cuando éramos pequeños, me convertiría en un muerto en vida, sería incluso peor que estar muerto.
– [Xander]¿No hay otra manera?[/Xander] – pregunté, consciente de mi respuesta. Sin duda su deidad se alimentaría de cada vez que temiera perder mi alma, de cada discusión, de cada recuerdo de este eterno día.
– [Caitriona]El veneno que han usado con Jane ataca el alma. Magia oscura… ya sabes.[/Caitriona]- resumió. Antailtire había armado a sus ejércitos con eso, seguro, destinado a acabar con nosotros para siempre. Si existía la reencarnación o la otra vida, ese veneno se encargaría de negárnosla. No quise pensar en cómo podía ser nadie tan cruel y tan psicópata.
– [Xander]Acepto el trato. Llévate lo que haga falta.[/Xander] – dije. De pronto me sentía muy cansado. Al menos Jane viviría y quizá nos lleváramos bien el tiempo suficiente como para poder salir de Selas y despedirme de los demás.
– [Caitriona]No tienes por qué aceptar.[/Caitriona] – me recordó. Me extrañó que lo hiciera, como si se sorprendiera de mi decisión. Había asumido que desde el principio los dos éramos conscientes de que aceptaría cualquier cosa para devolverle la vida.
– [Xander]Aquí no hay elección posible, Caitriona. [/Xander]- admití. – [Xander]Solo si Jane vive o muere. Y lo tengo claro.[/Xander] – blanco o negro. Una elección de lo más simple.
Ella asintió y se puso en pie. Caminé hasta ella y extendió la mano sobre mi pecho. Entonces empezó a salir una especie de luz de mí hacia ella. Al principio noté el frío, intenso, calándome hasta los huesos, un frío del que no me podía librar y que aumentaba cuanta más luz salía. Así siguió hasta que perdí todo deseo de vivir, de seguir luchando, la esperanza ya no era para mí una opción, vivir o morir me daba igual, exactamente como todo lo demás. Solo veía cómo se llevaba esa chispa de mí, siendo consciente en mi último instante de lucidez de que podía haber cometido un error, de que Caitriona tenía ahora mi vida y la de Jane en sus manos y podría cumplir su trato con la misma facilidad que dejarnos morir. Y sin embargo, ya no me importaba.
Entonces la vi caminar hasta Jane e introducir esa chispa en su cuerpo, que parecía emanar un calor que llegó hasta mí, expulsando el frío acumulado en cada rincón de mi cuerpo. La esperanza volvió a mí en un torrente junto al miedo, el dolor y la pena, pero también junto a la alegría de ver que el pecho de Jane subía y bajaba, aún irregular, pero lo hacía. Ni siquiera fui consciente de cuándo me había arrodillado.
– [Caitriona]Tardará un rato en despertar y puede que no sea agradable. ¿Quieres comer algo o ir al baño?[/Caitriona] – preguntaba la voz de Caitriona detrás de mí. La escuché, la entendí, pero no respondí, estaba pendiente en cuerpo y alma de cada respiración de Jane, del quebradizo milagro que me parecía tener entre las manos. Mi alma había hecho que su corazón volviera a latir. No podía pensar en nada más que en confirmar que todo había salido bien, que se despertaba siendo ella misma.
Caitriona se fue, nos dejó solos. Pasó el tiempo, ni siquiera sé cuanto. Su respiración se acompasó, se hizo menos irregular, más pausada. Entonces sus ojos se movieron y abrió los párpados.
– [Xander]Jane… [/Xander]- dije casi en un susurro. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. Ella me miró, su respiración estaba más agitada de nuevo. – [Xander]¿Te encuentras mejor?[/Xander] – parecía sana, pero algo no iba bien. Jane miraba todo a su alrededor, vi que su mano temblaba y se la sujeté, pero luego el temblor pasó a todo su cuerpo. – [Xander]¿Jane? [/Xander]- la llamé. Puse mi mano en su mejilla tratando de ayudarla a calmarse.
– [Jane]¿Qué me pasa?[/Jane] – preguntó, aterrada. Le corrían lágrimas gruesas por las mejillas, parecía estar sufriendo más que nunca.
– [Xander]Te habían disparado, pero ya estás curada.[/Xander] – mentí, no podía decirle lo que había pasado en realidad. Ese peso sería mío, Jane no viviría tranquila sabiendo lo que había pasado.
La puerta se abrió y Caitriona apareció a nuestro lado con una manta que echó sobre Jane. Le puso la mano en la frente y Jane cerró los ojos, sumiéndose en una respiración profunda, calmada.- [Caitriona]Hay que ir despertándola poco a poco. Si morir es duro, imagínate volver de allí.[/Caitriona] – explicó adelantándose a los miedos que ya me asaltaban. Entonces sí había ido bien, pero estaba lidiando con el trauma de haber vuelto a la vida, de tener dos almas en un solo cuerpo.
– [Xander]No le hables de nuestro trato. Se culparía.[/Xander] – le pedí. Ella me miró fijamente unos segundos y se encogió de hombros.
– [Caitriona]Deberías descansar tú también.[/Caitriona]- aconsejó antes de irse.
Miré hacia la ventana, era la misma hora, allí el tiempo no parecía cambiar. Seguí sujetando la mano de Jane hasta que el único cambio en la habitación era el subir y bajar de sus pulmones llenos de aire, de vida. Con la monotonía de su respiración, me quedé dormido. Cuando despertase recordaría brevemente haber soñado con que mi alma siempre había sido suya.