Moondale

Categoría: Cuarta Temporada

  • EL TRATO

    XANDER ECHOLLS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO – SELAS

    Apenas fui consciente de mi propio movimiento cuando vi el portal abrirse en mitad del laberinto, solo sé que crucé y aparecí en mitad de un claro del Bosque del Crepúsculo en el que residía Caitriona. Esta vez no había despertar en una cabaña, la tenía frente a mí, a unos metros, quizá para que su deidad se alimentase un poco más de mi sufrimiento.

    Me negué a pensar en que Jane hacía ya mucho rato que no respiraba, que la reanimación no había funcionado y que su calor corporal se desvanecía. Abrí la puerta con la pierna y cuando crucé vi que ella me esperaba sentada frente a un fuego.

    – [Caitriona]Bienvenido, Xander.[/Caitriona]- me saludó. Parecía que me esperaba. No me sorprendí, estaba demasiado ocupado sintiendo una ira crecer dentro de mí por no verla tener ninguna prisa por ayudar a Jane.- [Caitriona]Sabía que vendrías tarde o temprano.[/Caitriona] – aseguró.

    – [Xander]Caitriona, acepto el trato si salvas a jane.[/Xander] – dije con dificultad, empezaba a ser consciente del tiempo que llevaba sin descansar.

    – [Caitriona]Ya. Eso será si quiero hacer un trato.[/Caitriona]- replicó sin levantarse. Contuve la ira, necesitaba algo de ella, no conseguiría nada dejándome llevar, tenía que controlarme, mantener a raya cualquier emoción, ya habría tiempo después, aunque el golpe fuera más fuerte.- [Caitriona]Coloca el cadáver sobre la mesa. No creo que sea cómodo que cargues mientras hablamos.[/Caitriona] – aquella palabra resonó en mi cabeza, como si dos mundos que no concebía se unieran. Jane no podía ser un cadáver, no podía.

    – [Xander]Estos tratos te dan poder, salva a jane y te daré lo que pidas.[/Xander] – dije depositándola en la mesa con cuidado. No se movió y el rubor de la fiebre había desaparecido de sus mejillas. Aparté la vista y me centré en mi objetivo, tenía que hacer que Caitriona le ayudase.

    – [Caitriona]No sé por qué debería escucharte.[/Caitriona] – replicó ella. Aferré la mesa hasta que los dedos se me pusieron blancos.

    – [Xander]Porque no me iré hasta que lo hagas. [/Xander]- dije controlando mi tono de voz. Aun así, era imposible disimular lo que sentía, tenía que dejar de intentar mantener ocultas unas cartas que todo el mundo podía ver. – [Xander]Seré tu sombra, no dormiré, buscaré cualquier forma de convertirme en tu pesadilla. [/Xander]- continué, consciente de que sería capaz de cumplir mis palabras, de que no cedería nunca en mi empeño hasta que ella volviera. – [Xander]Y porque te interesa.[/Xander] – añadí. Ella se alimentaba de esos tratos y seguro que podía sacarme algo.

    – [Caitriona]Xander, tú estuviste aquí. Yo te ofrecí algo y me dijiste que no.[/Caitriona] – me recordó, con orgullo.

    – [Xander]Ahora te estoy ofreciendo carta blanca, a cambio de su vida. [/Xander]- afirmé, obviando la ira que me provocaba ver cómo se mostraba altiva mientras Jane estaba…

    – [Caitriona]No me interesa.[/Caitriona]- replicó, mirándome fijamente.- [Caitriona]El sufrimiento de su pérdida ya es una recompensa.[/Caitriona] – sentenció. Di un golpe en la mesa que arrancó una esquina de la madera. Jane seguía inmóvil.

    – [Xander]Caitriona, si Jane no sale viva de este lugar acabaré con todo lo que tienes.[/Xander]- la miré fijamente. – [Xander]Conseguiré el poder, por cualquier medio.[/Xander] – haría lo que hiciese falta para vengarme de ella y de quien le otorgaba el poder. – [Xander]Te ofrezco algo que te beneficiará el doble. ¿Quieres mi lugar como Daë? Cógelo, para mí sin ella no hay futuro igualmente.[/Xander] – no quería pensar en lo que eso haría al futuro, quizá todo se fuera al traste o quizá ya estuviese predestinado. Me daba igual, lo único que me importaba era que Jane volviese a respirar.

    Caitriona soltó una carcajada.- [Caitriona]Así me gusta. Y dime, ¿qué me das a cambio?[/Caitriona] – preguntó. Sentí alivio al ver que pretendía aceptar, eso significaba que lo que tenía Jane no iba más allá de sus capacidades.

    – [Xander]Ya te lo he dicho, mi puesto como Daë, es todo tuyo.[/Xander] – le recordé. Ella no parecía tener problema en acordarse, quería otra cosa, estaba seguro, pero aquí es donde tenía que tratar de mantenerme calmado y no dejarme llevar. Podía curar a Jane, ahora tenía que negociar bien.

    – [Caitriona]No. Eso no lo quiero.[/Caitriona] – confirmó. En la teoría negociar sonaba bien. En la realidad cometí el error de mirar a Jane tumbada en la mesa, inerte. Tenía que hacer lo que fuera porque volviese.

    – [Xander]¿Qué quieres? Pagaré el precio que sea porque se salve.[/Xander] – aseguré. No quería pensar en Jane muerta, mi mente no podía procesarlo, aunque me tendría que enfrentar a estos recuerdos y a este trauma reprimido más adelante. Sería peor, pero ahora no me veía capaz de afrontarlo.

    – [Caitriona]Está muerta y no te lo estoy diciendo para hacerte daño.[/Caitriona] – para hacerme daño no, para recordarme lo que tenía que perder y que ella tenía la situación en su mano, sí.

    – [Xander]Di tu precio. [/Xander]- respondí. De nada servía luchar contra lo inevitable, ambos sabíamos la verdad de la situación, que yo no tenía opciones y ella las tenía todas.

    – [Caitriona]Dame tu alma.[/Caitriona] – cada una de sus palabras reverberaron en mi consciencia. Pensé pellizcarme o leer algo para ver si aquello no era una pesadilla.

    – [Xander]¿Mi alma?[/Xander] – pregunté, tratando de centrarme. ¿Se refería a mi vida? ¿Una por otra? Lo primero que pensé fue en mi hermana Elle, en mis madres, mi padre, en Owen, en mis primas y primos, mis tíos y tías, en todas las personas a las que no volvería a ver. Y luego estaba Jane. Si tenía que morir para que ella viviera…

    – [Caitriona]Me darás lo que te hace ser tú, esa chispa de vida que hay en tu interior y se la entregaremos a Jane. Si eres feliz con ella, no te pasará nada, pero si la pierdes, serás un muerto en vida.[/Caitriona] – presté atención a cada palabra, como en los tratos que siempre se atribuían a los genios, que tenían letra pequeña. Ese parecía estar claro, si Jane volvía a negarme la palabra como cuando éramos pequeños, me convertiría en un muerto en vida, sería incluso peor que estar muerto.

    – [Xander]¿No hay otra manera?[/Xander] – pregunté, consciente de mi respuesta. Sin duda su deidad se alimentaría de cada vez que temiera perder mi alma, de cada discusión, de cada recuerdo de este eterno día.

    – [Caitriona]El veneno que han usado con Jane ataca el alma. Magia oscura… ya sabes.[/Caitriona]- resumió. Antailtire había armado a sus ejércitos con eso, seguro, destinado a acabar con nosotros para siempre. Si existía la reencarnación o la otra vida, ese veneno se encargaría de negárnosla. No quise pensar en cómo podía ser nadie tan cruel y tan psicópata.

    – [Xander]Acepto el trato. Llévate lo que haga falta.[/Xander] – dije. De pronto me sentía muy cansado. Al menos Jane viviría y quizá nos lleváramos bien el tiempo suficiente como para poder salir de Selas y despedirme de los demás.

    – [Caitriona]No tienes por qué aceptar.[/Caitriona] – me recordó. Me extrañó que lo hiciera, como si se sorprendiera de mi decisión. Había asumido que desde el principio los dos éramos conscientes de que aceptaría cualquier cosa para devolverle la vida.

    – [Xander]Aquí no hay elección posible, Caitriona. [/Xander]- admití. – [Xander]Solo si Jane vive o muere. Y lo tengo claro.[/Xander] – blanco o negro. Una elección de lo más simple.

    Ella asintió y se puso en pie. Caminé hasta ella y extendió la mano sobre mi pecho. Entonces empezó a salir una especie de luz de mí hacia ella. Al principio noté el frío, intenso, calándome hasta los huesos, un frío del que no me podía librar y que aumentaba cuanta más luz salía. Así siguió hasta que perdí todo deseo de vivir, de seguir luchando, la esperanza ya no era para mí una opción, vivir o morir me daba igual, exactamente como todo lo demás. Solo veía cómo se llevaba esa chispa de mí, siendo consciente en mi último instante de lucidez de que podía haber cometido un error, de que Caitriona tenía ahora mi vida y la de Jane en sus manos y podría cumplir su trato con la misma facilidad que dejarnos morir. Y sin embargo, ya no me importaba.

    Entonces la vi caminar hasta Jane e introducir esa chispa en su cuerpo, que parecía emanar un calor que llegó hasta mí, expulsando el frío acumulado en cada rincón de mi cuerpo. La esperanza volvió a mí en un torrente junto al miedo, el dolor y la pena, pero también junto a la alegría de ver que el pecho de Jane subía y bajaba, aún irregular, pero lo hacía. Ni siquiera fui consciente de cuándo me había arrodillado.

    – [Caitriona]Tardará un rato en despertar y puede que no sea agradable. ¿Quieres comer algo o ir al baño?[/Caitriona] – preguntaba la voz de Caitriona detrás de mí. La escuché, la entendí, pero no respondí, estaba pendiente en cuerpo y alma de cada respiración de Jane, del quebradizo milagro que me parecía tener entre las manos. Mi alma había hecho que su corazón volviera a latir. No podía pensar en nada más que en confirmar que todo había salido bien, que se despertaba siendo ella misma.

    Caitriona se fue, nos dejó solos. Pasó el tiempo, ni siquiera sé cuanto. Su respiración se acompasó, se hizo menos irregular, más pausada. Entonces sus ojos se movieron y abrió los párpados.

    – [Xander]Jane… [/Xander]- dije casi en un susurro. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. Ella me miró, su respiración estaba más agitada de nuevo. – [Xander]¿Te encuentras mejor?[/Xander] – parecía sana, pero algo no iba bien. Jane miraba todo a su alrededor, vi que su mano temblaba y se la sujeté, pero luego el temblor pasó a todo su cuerpo. – [Xander]¿Jane? [/Xander]- la llamé. Puse mi mano en su mejilla tratando de ayudarla a calmarse.

    – [Jane]¿Qué me pasa?[/Jane] – preguntó, aterrada. Le corrían lágrimas gruesas por las mejillas, parecía estar sufriendo más que nunca.

    – [Xander]Te habían disparado, pero ya estás curada.[/Xander] – mentí, no podía decirle lo que había pasado en realidad. Ese peso sería mío, Jane no viviría tranquila sabiendo lo que había pasado.

    La puerta se abrió y Caitriona apareció a nuestro lado con una manta que echó sobre Jane. Le puso la mano en la frente y Jane cerró los ojos, sumiéndose en una respiración profunda, calmada.- [Caitriona]Hay que ir despertándola poco a poco. Si morir es duro, imagínate volver de allí.[/Caitriona] – explicó adelantándose a los miedos que ya me asaltaban. Entonces sí había ido bien, pero estaba lidiando con el trauma de haber vuelto a la vida, de tener dos almas en un solo cuerpo.

    – [Xander]No le hables de nuestro trato. Se culparía.[/Xander] – le pedí. Ella me miró fijamente unos segundos y se encogió de hombros.

    – [Caitriona]Deberías descansar tú también.[/Caitriona]- aconsejó antes de irse.

    Miré hacia la ventana, era la misma hora, allí el tiempo no parecía cambiar. Seguí sujetando la mano de Jane hasta que el único cambio en la habitación era el subir y bajar de sus pulmones llenos de aire, de vida. Con la monotonía de su respiración, me quedé dormido. Cuando despertase recordaría brevemente haber soñado con que mi alma siempre había sido suya.

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • MI HERMANO, MI HEROE

    ELLIOT WILLIAMS

    NEXUS

    Apenas nos dio tiempo a descansar algo tras regresar a la nave. Nos cambiamos de ropa para no destacar en Nexus y cogimos algo de comida de la cocina. Parecíamos una familia que estaba a punto de salir de vacaciones y que se quedaba dormida, lo que ocasionaba que fuéramos a toda prisa. Me sorprendió ver a tanta gente congregada alrededor de la nave y parecía que nos estaban vitoreando, al menos a algunos de nosotros.

    Llegamos al monolito que nos llevaría hasta el Nexus y tras cruzarlo aparecimos en una plaza. El lugar estaba desierto, no era más que una ciudad en ruinas, sin embargo el cielo estaba iluminado y no por estrellas precisamente. Toda la vida que faltaba en la zona que nos encontrábamos estaba en una futurista ciudad por encima del cielo.

    – [Xander]Por aquí, tenemos que ir con cuidado, dicen que nos esperan ejércitos de Antailtire.-[/Xander] Xander encabezo el grupo ya que era el único que sabía por donde debíamos de ir.

    – [Leo]¿Estamos preparados para eso?.-[/Leo] Leo no parecía muy convencido de nuestras opciones y entendía porque. A lo largo de los diferentes mundos por los que habíamos pasado nos habíamos enfrentado a diferentes criaturas, pero nada comparado al poder que nos estaba esperando en este mundo.

    – [Kaylee]Más nos vale.-[/Kaylee] Kaylee le paso la mano por el brazo a Leo en señal de animo. No puede evitar pensar en Tina, el tacto de su piel grabado a fuego en mi mente.

    – [Xander]Habrá que centrarse en llegar a la iglesia.-[/Xander] Nos especifico Xander, no podíamos hacer mucho más. -[Xander]No podemos enfrentarnos a tantos.[/Xander]

    – [Jane]Deberíamos trazar un plan.-[/Jane] Propuso mi hermana, pero andábamos demasiado ensimismados mirando entre la oscuridad de las esquinas como para pararnos a pensar en algo.

    – [Dante]Pues estamos jodidos porque los fuertes están ahí.-[/Dante] No me pare a debatir con Dante porque estas cosas solía guardarlas para mí, pero estaba equivocado. Mi hermana era la persona más fuerte que conocía, si se lo proponía podía acabar con todo en cuestión de segundos. Es fácil sucumbir ante tú poder, más difícil es contenerse a el.

    – [Kaylee]¿PERDONA?.-[/Kaylee] La voz de Kaylee resonó en el ambiente. Probablemente se estaba sintiendo como yo me había sentido la mayor parte de mi vida, menospreciada.

    – [Dante]Bueno todos menos tu y yo.[/Dante]

    – [Owen]Creído.-[/Owen] Dante sonrió con suficiencia.

    – [Xander]Elle y su grupo abrirán las puertas a la señal, así que preparaos para correr.-[/Xander] Xander desenvaino su espada, a su lado Amy y Ezra volvían a transformarse en licántropos, mientras que Leo optaba por su versión más hibrida recubierto de titanio. – [Xander]A Idris no le va a gustar que hayan acampado tan cerca de la nave.[/Xander]

    – [Kaylee]Algún día habrá que decirle que la nave no es suya.-[/Kaylee] Kaylee aprovecho el cuerpo de Leo y se cubrió tras él mientras avanzaba lanzando bolas de fuego. Amy y Ezra abrieron camino dando dentelladas a unas extrañas criaturas que eran casi todo huesos.

    – [Owen]Francis esta poniendo orden, cuando volvamos ya deberían de estar instalados.-[/Owen] Al parecer toda esa gente que se encontraba acampada en el exterior de la nave provenía del mundo en el que había estado Owen y puesto que lo nombraron líder de equipo se propuso no dejar a nadie atrás. Sus brazos se recubrieron de fuego, era como si las llamas salieran de él, nunca lo había visto usar su poder así.

    Observe como Dante a nuestro lado intentaba abrir la umbra para transportarnos más cerca de la iglesia, pero no era capaz. – [Dante]Puedo usar mi poder pero no entrar en la umbra.[/Dante]

    Amy y Ezra regresaron hasta nuestra posición. La primera cargo a Vera y Jamie mientras que Ezra rondaba cerca de mí para que hiciera lo mismo. Julia se adelanto y se subió encima de él.

    – [Julia]¿Te gusta como cabalgo, guapo?.-[/Julia] Pregunto mientras fingía que movía un sombrero imaginario en el aire. Amy se adelanto siendo cubierta por las bolas de fuego de su hermana.

    – [Elliot]No creo que pueda contestarte.-[/Elliot] Añadí subiendo tras ella. Cuando Ezra salió disparado a toda velocidad hacia la iglesia me agarre a la cintura de Julia inconscientemente. A nuestro lado paso Sophie a lomos de un leopardo.

    – [Julia]Suelo dejar sin palabras a todos mis amantes.-[/Julia] Ezra no podía responderle pero el lobo negó con la cabeza como su pudiera entenderla. Idris desde el otro extremo creo dos muros de hielo haciendo un pasillo para que nos resultara más sencillo llegar a todos.

    – [Xander]Vale, ya estamos aquí pero si cerramos las puertas no van a aguantar.-[/Xander] Añadió Xander tras separarse del abrazo de su hermana. Algunos nos refugiamos en la iglesia mientras otros seguían en el exterior impidiendo que entraran en ella. Cole y Ruby se cubrían las espaldas entre ellos como si llevaran toda la vida peleando juntos.

    – [Dante]¿Siempre tienen que hacerse de rogar?[/Dante] Dante cerro el portal que había creado delante de él cortando a un demonio por la mitad. -[Dante]No estamos en una puta peli, siguen llegando.[/Dante]

    – [Owen]Tal vez si nos hacemos los vencidos aparezcan. Les gusta hacerse los héroes.-[/Owen] Owen lanzaba llamas en un extremo, cortando el paso de un grupo de amazonas.

    – [Jane]Owen, tú deberías de estar descansando.-[/Jane] Al lado de mi hermana, Elle lanzo una espada contra el marco de la entrada impidiendo que un grupo de guerreros entrara en la iglesia.

    – [Xander]Pensad que cuando esto acabe puede que volvamos a casa por fin.-[/Xander] Creo que nada deseábamos más ninguno de nosotros. Habíamos llegado muy lejos como para caer ahora, entregado demasiado en el juego de Caitriona.

    – [Owen]Me encuentro bien.[Owen]

    – [Jane]Tú cara no dice eso.-[/Jane] Algo debía de haber pasado en el mundo que habían visitado. Es cierto que la cara de Owen era de esfuerzo, pero lo estaba asociando el descomunal uso de su poder.

    – [Owen]Mi cara es de que como no lleguen los puñeteros Daës estamos muertos.-[/Owen]

    – [Nate]No os aconsejo desanimarnos.-[/Nate] Nate se encontraba rodeado. Su poder se concentraba en los pensamientos positivos de los demás, como perdiéramos toda esperanza de ganar Nate no podría hacer nada.

    – [Owen]La vida es maravillosa Nate.-[/Owen] El fuego en mi hermano era cada vez menos intenso.

    – [Nate]Así me gusta.-[/Nate] Con las palabras de animo de mi hermano Nate comenzó a rebosar energía y se deshizo de las gárgolas que tenía encima lanzándola por los aires. Lexie creo un montón de copias de si misma peleando. En realidad era una estrategia para que el enemigo pensará que éramos demasiados, ya que las ilusiones de Lexie no eran corpóreas y no golpearían a nadie. Pero no se vieron muy amedrentados cuando entre sus filas aparecieron las manos.

    – [Cole]Esto se pone feo.-[/Cole] Nos fuimos replegando hasta la iglesia mientras el ejercito de Antailtire nos asediaba cada vez más. Estábamos atrapados en una ratonera, no teníamos ninguna otra forma de escapar. Jane salió corriendo en dirección opuesta, cuando me gire encontré a Owen de rodillas. Me lance junto a mi hermana para cargar con él. Cree un escudo a nuestro alrededor con el anillo y lo fui alternando con una espada como me enseño Ezra mientras avanzábamos hasta la iglesia.

    – [Owen]Mi hermano, mi héroe.-[Owen] Añadió sonriendo entre dientes arrastrando los pies. Pose mi mano junto a la suya que llevaba en el costado. Y entonces lo sentí por primera vez, un dolor atroz, un dolor como si me estuvieran desgarrando el costado.

  • EL DESENLACE PRIMERA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NEXUS

    A mitad de camino nos reunimos con el equipo de Selas. No pude reprimir dar un abrazo a mis primas antes de volver recorrer aquellas calles, de pronto vacías, siguiendo el recorrido que nos habían indicado Bowie y Noah.

    A mi lado, Jane caminaba en silencio, sumida en sus pensamientos o quizá en los de alguna otra persona. Parecía extraño pensar que en lo que para nosotros había sido esa misma mañana, habíamos tenido que pasar ya por una lucha desmedida.

    Notaba mi propio cansancio a cuestas, las heridas acumuladas esa misma mañana aún sin cicatrizar. La vida no era como una lucha de bola de dragón en la que con unas judías mágicas te repones de pronto de todo.

    Pero también cargaba con aquel breve instante en el que la distancia entre Jane y yo se había reducido a la nada, el momento en el que todo había vuelto a ser como antes, solo que con los cambios de circunstancias que habían dado los años.

    Cinco horas antes

    – [Xander]¿Captas algo?[/Xander] – le había preguntado a Jane. El combate estaba siendo duro, las fuerzas de la oscuridad de Dyavol eran eternas y teníamos que encargarnos de proteger tanto a la gente inocente como al Daë, cuando resultaba difícil sobrevivir nosotros mismos.

    Jane y yo nos habíamos situado cerca del castillo, yo para tener una buena visibilidad del campo de batalla y ella para tratar de captar las intenciones de las fuerzas enemigas y emitir los avisos al resto.

    Los dos estábamos cansados ya de defender la posición. Jane pese a no entrenarse demasiado, era fuerte por genética y se manejaba perfectamente con el goteo que iba llegando después de que el tenue ejército de terian de William les frenase.

    De pronto había divisado a la gente dirigirse con mayor ritmo hacia el barco y mi mirada se cruzó con la de Jane cuando sus ojos se abrieron ampliamente, como si acabara de recibir una sacudida.

    – [Jane]Confusión.[/Jane]- admitió poniéndose seria de pronto y evitando mirarme.

    Un ser parecido a una criatura murciélago bípeda impidió que pudiera hablar. Cuando terminé con ella, me di cuenta de que Jane estaba tan cerca que notaba el calor que irradiaba su cuerpo. Traté de pensar con claridad, pero mi imaginación me jugaba malas pasadas.

    – [Jane]Bueno, vamos a ver qué podemos hacer.[/Jane]- comentó, parecía un poco distraída. Había algo raro, que no terminaba de encajar. Volví a mirar hacia abajo, a la gente caminando hacia el barco como si necesitaran algo de allí desesperadamente. Entonces vi a Ruby, muy quieta, como si estuviera concentrada en algo.

     -[Xander] ¿Es Ruby?[/Xander] – pregunté a Jane.

    Ella asintió, tragando saliva.- [Jane]Sí. Está alterando las feromonas para que la gente…[/Jane]- su mirada se perdió en el brazo con el que sujetaba la espada. Me sentí fuera de lugar pensando en lo que podría estar pasándole por la mente.

    – [Xander]Ya, que piensen menos en el cansancio.[/Xander] – asesté un tajo a otra criatura que reptaba hacia nosotros. Era una idea brillante, darles algo por lo que luchar apelando a los instintos más primitivos. El problema era que afectaba a todos, incluso a nosotros. Bueno, a todos menos a mí.

    – [Jane]Eso es.[/Jane] – respondió Jane con dificultad, como si su mente estuviera en otro lugar. Traté de concentrarme en la lucha en lugar de pensar que Jane estaba…bueno,ya sabéis. Pero me resultó imposible. Un soldado cadáver me hizo retroceder hasta darme de espaldas con Jane. O más bien, de culo.

    – [Jane]Deja de pensar en mi culo, anda.[/Jane]

    – [Xander]Pero si no puedes leerme los pensamientos.[/Xander] – repliqué. Me giré esperando una reprimenda, pero vi que sonreía. Mandé colina abajo al soldado de una patada y pensé si debía ser totalmente sincero.

    – [Jane]No necesito leerte el pensamiento para saber lo que estás pensando, porque yo estoy pensando lo mismo.[/Jane] –  me sorprendió. Era el efecto de Ruby, aunque en teoría, solo despertaba la atracción, sin controlar por quién la sentías. Lo sabía porque por algún motivo, había un tomo en la biblioteca de la Escuela que trataba de eso.

    – [Xander]¿En tu propio culo o en el mío?[/Xander] – respondí. Necesitaba centrarme, no podía aprovechar ahora para destapar mi atracción, sería injusto.

    – [Jane]No voy a responder a nada de lo que luego pueda arrepentirme.[/Jane] – admitió ella, sin perder la sonrisa. Esa Jane espoleada por el efecto de las hormonas producía en mi el mismo efecto que debía producir el poder de Ruby en los demás. Al menos eso imaginaba, con mi inmunidad nunca lo sabría.

    Al huir la gente, más enemigos empezaron a llegar. Jane y yo seguimos peleando en la misma posición, pero el espacio empezaba a ser tan reducido que notaba el roce de su espalda contra la mía, era capaz de dibujar en mi mente el contorno de su trasero después de quince minutos. Si seguíamos así, algún enemigo aprovecharía mi distracción, o la suya.

    – [Xander]Quizá deberíamos pelear separados.[/Xander] – sugerí, con miedo a que pensara que lo decía porque no me atraía. Ella asintió y se alejó en la dirección contraria, pero no duramos más de diez minutos separados, hasta que un gigante con alas membranosas me lo empezó a poner difícil y ella acudió en mi ayuda.

    El ser lanzó a Jane cuando le asesté un tajo mortal en la femoral y corrí para recogerla. Cayó encima de mí y con la fuerza del golpe acabamos los dos en el suelo. Todo su cuerpo estaba estirado contra el mío, notaba su calor bajo la ropa, su respiración cerca de mi cuello.

    La miré a los ojos, nuestros labios estaban apenas a un centímetro de distancia, aunque de un segundo a otro esa distancia se desvaneció. Pensé apartarme, que no era moral aprovechar que estaba influida por el poder de Ruby, pero cuando la vi querer besarme con tanta intensidad, no pude contenerlo.

    El beso fue pasional, pero no duró mucho. Una explosión cercana nos hizo volver a la realidad en la que nos encontrábamos. Evitamos hablar de ello y miramos hacia el barco, donde casi todos estaban ya resguardados y los Daë se encargaban de abrirse camino hacia William, el último de los suyos.

    Al subir al barco con el resto supe que Ruby había tomado el efecto de su propio poder para que no ocurriera ningún accidente. Saberlo solo me dejó con la duda de si había sido antes o después de nuestro beso.

    Jane evitó mirarme en el camino hacia la Kvasir y después hacia Nexus, así que no parecía que fuera a descubrirlo en el futuro próximo.

    Presente

    Sumido en mis pensamientos, atravesé junto a los demás aquella plaza llena de las huestes de Antailtire. Los y las mejores guerreros y guerreras de cada planeta colonizado por ese dictador.

    Los demás nos prestaron su ayuda para llegar hasta la Catedral, donde los que menos aptitudes de combate tenían pudieron resguardarse mientras que el resto formábamos un semicírculo protector ante la puerta.

    La lucha era agotadora, pero sumido en el combate, evitaba pensar en el futuro menos inmediato. Solo tenía tiempo para preocuparme de que siguiéramos aguantando, hasta que parecía que no podíamos más.

    Fue entonces, como siempre, cuando aparecieron. Los Daë, al completo y al parecer, con varios años de diferencia con respecto a como los habíamos visto hacía unas horas. Era como si hubieran recorrido mucho más aún cada uno de los mundos, en una senda en la que nosotros solo nos habíamos limitado a poner las primeras piedras.

  • LA MOISÉS DEL SEXO

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Sophie había conseguido liberarse de la rusalca utilizando su verdadero poder. Si había algo que me parecía extraño del mundo del que procedían estos chicos y chicas y también de este en el que estábamos, era que las mujeres no se conocían en absoluto y eran incapaces de ver todo lo que podían hacer.

    En mi lugar de origen, los hombres eran minoría. Por alguna razón, cada vez habían sido más difíciles de concebir y, poco a poco, las mujeres fuimos ocupando los puestos que, tradicionalmente, habían sido suyos. Así fue como descubrimos que siempre deberían haber gobernado las mujeres y los desterramos a la casa y a crianza de las hijas.

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  • MAGIA DEL AGUA

    Sophie – Dyavol

    Noche

    De pronto, el caos. Montones de refugiados corrían en dirección al barco. Era, con toda probabilidad, su única esperanza. Estaba cansada. Sin ser la mayor fan de mi islita, empezaba a echarla de menos. Su ritmo pausado, la ausencia de enfermedades y ¿por qué no?, el saber que no podía pasarnos nada porque no existíamos de manera oficial.

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  • UNA BELLISIMA PERSONA

    OWEN WILLIAMS

    NOCHE – DYAVOL

     

    Habían pasado varias horas desde que llegamos a Dyavol, tal vez un día, era difícil de saberlo teniendo en cuenta que siempre era de noche. Francis nos alojo en el castillo de William mientras hablaban entre ellos, por mi parte intente descansar algo, pero fui incapaz. Notaba como el dolor de mi costado se propagaba poco a poco por mi cuerpo como un veneno. Mi padre me hablo de como en una realidad alternativa el padre de Xander había sufrido por la licantropía, desde luego no me iba a morir de la noche a la mañana, me esperaban al menos unos cuantos meses de una profunda agonía. Siempre sacándole el punto positivo a las cosas.

    Nos reunimos de nuevo con Francis y William en una sala que antiguamente debía de haber sido la del trono. Como no podía dormir deambule por el castillo y descubrí la historia que ocultaba esta isla. Por lo visto era el hogar de William, este fue repudiado por su padre por su condición no de demonio precisamente. Cuando el mundo se vio sumido en caos, William sabía que este era el único lugar seguro que le quedaba a la raza humana. Así que regreso y bueno, hubo un parricidio, no si de esta salgo más culto de tanto leer.

    -[William]Perdonad la espera, hemos estado conversando y llegado a la conclusión de que la idea de Francis es lo mejor.-[/William] Parecía cansado, aunque echando un vistazo al resto, se encontraban igual. No era el único que no conseguía pegar ojo, cada uno tenía sus problemas y sin duda lo jodido que se encontraba este mundo no dejaba lugar a descansar como era debido.

    – [Francis]No vamos a poner a nadie más en peligro por una guerra perdida.-[/Francis] Francis sin embargo parecía algo más animado desde la última vez que lo vi. Había dado tanto por esta gente que el temor a lo que se avecinaba lo había hundido por completo, pero solo hacía falta un poco de esperanza para reavivar esa chispa, ese pensamiento de que la gente podrá vivir a salvo en otro lugar.

    – [Sophie]¿Y cuál era la idea de Francis?.-[/Sophie] Sophie se encontraba sentada junto a Mike, desde luego hacían una pareja curiosa, porque de esa relación solo podían salir cachorrosirenas.

    – [Francis]En realidad la idea es de él. Vamos a utilizar el artefacto del barco para salir de este lugar.-[/Francis] Note como las miradas se clavaron en mí. Xander nervioso miraba de reojo a William mientras me miraba a mi fijamente.

    – [Jane]Por si no lees la mente: si William se va, los Daë no lo encuentran y chimpún.-[/Jane] Me susurro mi hermana por lo bajo a mi lado. Jane no podía leer la mente de Xander, pero este resultaba ser tan transparente en ocasiones que resultaba sencillo saber en que estaba pensando.

    – [Xander]No pareces muy de acuerdo con eso de irte.-[/Xander] El problema que teníamos no era que William quisiera marcharse con nosotros, sino con sus futuros compañeros.

    – [William]Este es mi hogar, no puedo dejarlo a…-[/William] William no pudo terminar su frase porque se vio interrumpido por Francis.

    – [Francis]Ya lo hemos hablado, no puedes salvarlo.-[/Francis] No creo que William guardara muy buenos recuerdos de este lugar, tal vez se seguía aferrando a la idea de que todo podía arreglarse y convertir este lugar en el hogar que no tuvo.

    – [Jane]Deberíamos dejar a William y Francis hablar en privado, porque es una discusión de pareja.-[/Jane] Añadió mi hermana con naturalidad, Aqui nadie se iba a escandalizar por una relación entre dos hombres, y mirando a la sala todos han estado alguna vez con uno… bueno Xander y Mike no.

    – [Cole]¿No podemos resistir contra los que vienen?.-[/Cole] Pregunto Cole.

    –  [Owen]Mi costado dice que no.-[/Owen] Me sentía como Elliot. Mi poder me había evitado sentir las quemaduras y ahora el costado no hacía más que arderme.

    – [Xander]Si hay que pelear, tú estarás vigilado para no moverte.-[/Xander] Sabía que se preocupaba y lo hacía para protegerme, pero francamente me hacía parecer un inútil.

    – [Sophie]¿No hay ningún sitio en el que se pueda esconder?.-[/Sophie] La verdad no sé si lo decía por mí, que era tan inútil en ese momento que lo mejor era mantenerme encerrado, o si lo decía en general y que tal vez lo mejor era encerrarnos todos y dejar que pasara el tiempo hasta que llegaran los demás Daë.

    Los gritos y golpes contra la puerta del castillo nos saco de nuestra conversación. Al abrirla un pequeño grupo de gente entro atemorizada, se escuchaban más gritos, echando un vistazo al cielo unas sombras se movían entre la oscuridad y descendían a toda velocidad contra la costa. Francis saco su catalejo y miro para ver que ocurría. Nunca había visto tal expresión de terror en el rostro de alguien, cogí el catalejo de su mano antes de que se le cayera y mire para ver que ocurría. Las sombras eran gárgolas que se estaban llevando a los refugiados de la costa mar adentro en donde los no muertos estaban construyendo un puente con sus huesos para llegar hasta tierra.

    [Jane]¿Qué esta pasando?.-[/Jane] El desconcierto de mi hermana duro poco, debía de haber leído mis pensamientos y hacerse una idea de lo que estaba pasando.

    – [Xander]¿A eso nos enfrentamos?.-[/Xander] Mi amigo parecía superado por lo que acababa de ver, quería decirle que se tranquilizara, si todo salía mal las culpas irían hacia mi, después de todo era el colíder de esta misión.

    – [Ruby]¿Tienes miedo, pequeño?.-[/Ruby] Le pregunto sacando sus dos dagas de sus botas. Su rostro al contrario que el nuestro reflejaba emoción, la emoción de la batalla.

    – [Xander]Si, por todos.-[/Xander] San Xander.

    – [Jane]Alguien tendrá que luchar mientras los refugiados llegan al barco.-[/Jane] Al decir esto un nuevo grupo llegaba hasta nosotros exhausto tras la carrera.

    – [Xander]La mayoría son inocentes, tenemos que protegerles.-[/Xander] La gente comenzó a agruparse alrededor nuestra esperando que hacer asustados.

    – [Owen]Huid hacia el barco.-[/Owen] Los refugiados parecían confundidos. Como esperas que nos metamos en ese barco, acoso no ves lo que esta pasando, a donde vamos a ir. Eso era lo que sus caras transmitían.

    – [Francis]Hacedle caso.-[/Francis] La voz de Francis firme se impuso entre los murmullos.

    – [Xander]Tenemos que proteger a William y los refugiados.-[/Xander] Xander parecía dividido, el culmen de todo héroe, no saber que hacer, cumplir con tu misión o salvar al inocente. No podíamos dejar a toda esta gente a su suerte, pero si no protegíamos a William hasta que llegaran los demás Daës estaríamos condenando al resto de mundos.

    Jane asintió sabiendo lo que debía de hacer y junto a Sophie y Niall encabezo la comitiva de los refugiados hacia el barco mientras el resto íbamos en la retaguardia hacia el campamento de la costa en busca de más refugiados y para frenar a las huestes enemigas.

    – [Owen]Está bien, solo tenemos que aguantar lo suficiente para que lleguen el resto de sus compañeros.-[/Owen] Un puñado de esqueletos y demás criaturas corrían por el puente improvisado mientras los barcos flanqueaban el de Francis evitándole cualquier opción de salir.

    Nos preparamos para la batalla, las criaturas estaban apunto de abalanzarse sobre nosotros, pero con una velocidad impresionante William se movió a través de nosotros y comenzó a asestar golpes. Su aspecto había cambiado al de un reptil, nos quedamos unos segundos sorprendidos, sobre todo Cole, quizás así comenzara a sacar a relucir su lado escamoso.

    Ruby se lanzo a acompañarlo junto al resto, por mi parte me quede allí plantado esperando sin saber que hacer. La gente se agrupaba al rededor del barco esperando subir, Jane con mano dura mando subir primero a las mujeres y niños. El pueblo improvisado de la playa parecía desolado, pero sin opción de combatir me encamine en busca de las tiendas por si quedaba algún rezagado.  En medio de una de las tiendas encontré un bulto tapado por una manta, tras apartarla un poco me encontré con el rostro de la joven de la playa.

    – [Owen]Ven conmigo si quieres vivir.-[/Owen] Añadí extendiéndole mi mano. Tal vez no era el mejor momento para parafrasear a Terminator, pero cuando iba a tener otra oportunidad así.

    – [Anne]Pero no puedo irme sola.-[/Anne]

    – [Owen]Si te preocupa el resto de gente ya van camino de su salvación.-[/Owen] O eso esperaba, la horda de no muertos avanzaba en gran cantidad por el puente.

    – [Anne]Hablo de mi hijo mentecato.-[/Anne] Añadió con una ligera sonrisa. Entre las sabanas se revolvió algo y debajo de la cara de Anne se asomó el pequeño Cas.

    – [Owen]Bueno, eso lo estaba dando por hecho. ¿Qué clase de monstruo crees que soy?.-[/Owen] Tal vez el padre de Cas les había abandonado y por eso desconfiaba de mi ayuda, no lo sé, estaba suponiendo demasiado.

    – [Anne]No lo sé, no te conozco tanto.-[/Anne] Era una buena respuesta, después de todo no era más que un extraño recién llegado, era difícil de confiar en algún por exótico que pareciera.

    – [Owen]La respuesta es ninguno. Soy una bellísima persona.-[/Owen] Tal vez me estaba adulando demasiado, pero creo que era un buen amigo y hermano, al menos eso creo.

    – [Anne]Tienes cara de decir la verdad y además, aún conservas todos tus dientes.-[/Anne] Añadió señalando mi boca. Me resultaba curioso como se fijaba en eso, en parte tal vez sea porque a la mitad de esta gente les faltara alguno y serán unos patanes, después de todo es un mundo de piratas.

    – [Owen]Tienes una extraña fijación con los dientes.-[/Owen] Al decir esto me fije en los suyos, sus incisivos eran visibles lo que le hacia resultar algo adorable.

    – [Anne]Es que aquí no abundan las buenas dentaduras.-[/Anne]  Quizás en el nuevo mundo sea gane la vida como dentista quien sabe.

    – [Owen]Ya, no es la mejor época precisamente.-[/Owen] Escasez de comida, demasiado alcohol, escases de vitaminas para los dientes, una horda de monstruos que te asedian, no son lo mejor para mantener una buena dentadura.

    – [Anne]La verdad es que no.-[/Anne] Admitió -[Anne]Bueno, ¿Nos vamos Cas, antes de que Owen se arrepienta?.[/Anne]

    El pequeño asintió y Anne agarro mi mano. En el exterior Xander y los demás comenzaron a replegarse hacia el barco, pero William seguía en el centro de la batalla protegiendo su hogar. Al llegar al barco Jane me lanzo una mirada, con su poder la conexión Williams estaba más viva que nunca. De el mismo modo que sabía que estaba pensando que no era el mejor momento para ligar, cosa que no estaba haciendo, sabía que ella había leído mi mente y sabía donde estaba el lugar del barco que podía sacar a la gente de allí. En el barco solo quedábamos nosotros y Francis contemplando como William daba hasta el ultimo aliento por un lugar que solo le había causado sufrimiento.

    En el centro de la isla apareció un haz de luz y de entre las palmeras llegando a la costa, fueron apareciendo el resto de Daës. La cazadora ayudo a levantarse a su nuevo compañero y la bruja curo sus heridas mientras el resto acababa con las criaturas de la costa mientras otras comenzaban a huir de nuevo mar adentro. Los Daës hicieron un corro alrededor de William, supongo que le estaban explicando porque estaban allí, pero algo me hacia creer que ya sabía el motivo. Los Daës comenzaron a adentrarse de nuevo hacia el interior de la isla, William lanzo un último vistazo hacia el barco en el que nos encontrabamos, no hacia falta ser un genio para saber a quien estaba buscando. Francis asintió, sabía que era la última vez que iba a verle.

    Y así, el grupo de Daës quedo casi completado.

  • UNA EPOPEYA DANTESCA

    Dante Villiers

    SELAS – NOCHE

    El refugio del Daë demoníaco resultó ser un complejo entramado de cavernas comunicadas entre sí a través de túneles que recorrían toda la montaña. Sin tener claustrofobia, no era muy fan de estar encerrado bajo kilómetros de roca excavada por gente que aún no conocía la electricidad, así que convencí al resto para quedarnos en una enorme caverna cerca de la del Daë.

    Allí había seres de todo tipo, la mayor parte habrían sido llamados monstruos por los humanos corrientes, pero yo también, así que me sentía acogido de una forma extraña. Y además, esos monstruos sabían divertirse como nadie. Una vez quitados los tabúes estúpidos de la humanidad, la fiesta que tenían de manera continua toda la noche, a pesar de tener a los enemigos a las puertas, no era comparable.

    Tenían bebidas fuertes que por primera vez llegaron a hacerme efecto, se paseaban por ahí sin importarles si iban vestidos o no y no se escondían si querían «aparearse», fuera del sexo que fuera su pareja. Eran libres y les envidié, porque en lugar de disfrutar de la fiesta, tuve que sentarme en una mesa a debatir con mi heroica compañía y un demonio al que teníamos que convencer de ser salvado y salvador.

    Oriax era práctico, había tenido poder durante mucho tiempo y le habían adorado por ello, hasta que los héroes empezaron crecer y los monstruos a desaparecer para alimentar su gloria. Así que no resultó fácil hablarle de que quien estaba detrás de los ataques de los héroes era en realidad enemigo de trece mundos más, un parásito que se alimentaba de todos ellos para conseguir su mundo utópico, que seguro que no era para tanto.

    Ni siquiera llegamos a convencerle, ni de recibir ayuda ni de prestarla, antes de que un faë diera la voz de alarma. Los héroes habían llegado a la entrada de las cavernas, así que recogimos nuestros trastos a toda prisa y nos preparamos para la guerra contra unos tipos que estaban más que acostumbrados a ella. Sobra decir que tenía mala pinta, por muchos poderes que tuviéramos la mayoría, también estaban ahí Chloe, Elliot,  Vera y Jamie que no tenían poder ofensivo, ni edad, ni entrenamiento.

    Dejé que los lobos fueran delante mientras Kay les cubría la retaguardia y Julia les cegaba. Yo me quedé hacia atrás, cerca de Chloe, que en ese momento estaba cagándose en todo al ver que había poco sitio donde esconderse.

    – [Dante]¿Sabes insultar con el cuerpo además de con la boca?[/Dante] – dije después de golpear con un bate de acero que me había llevado de la nave a un héroe que parecía un cupido hormonado.

    – [Chloe]La verdad es que no.[/Chloe]- admitió, cubriéndose detrás de mí.- [Chloe]Yo soy más de quedarme comentando los outfits de la gente que pelea.[/Chloe] – añadió. Por el rabillo del ojo vi que Elliot, Vera y Jamie formaban un círculo, armados con lo que habían encontrado por ahí, tratando de defenderse de quien se acercara demasiado. Un héroe trató de abalanzarse y un destello salió de Elliot y lo lanzó lejos. Tenía que haberme llevado también algún souvenir del mundo vikingo.

    – [Dante]Hoy no tiene pinta de que vayas a poder hacer eso.[/Dante] – dije. Vi un palo como el que usaba la rubia de Xena y se lo puse en las manos.  – [Dante]Cógelo con fuerza y dale a cualquiera que tenga pinta de héroe.[/Dante] – resumí. Al final por muchas disciplinas y mucho que se llenase la gente la boca, el truco estaba en coger con fuerza el arma y atizar al otro si dejar que te diera. Fin.

    Ella respondió dándome un golpe bastante flojo. Esperaba que no hubiera tenido intención de darme fuerte. O sí, depende del contexto.

    – [Dante]Yo tengo pinta de todo menos de héroe.[/Dante] – admití devolviéndole la sonrisa. Solo estaba haciendo de Daë por circunstancias de la vida, si no, seguiría tan tranquilo en mi taller.

    – [Chloe]No te lo crees ni tú.[/Chloe] – replicó ella. Me veía con buenos ojos a pesar de todo.

    Vi que venían varios hacia nosotros así que le hice una seña. Dejé que la fría y acogedora oscuridad me devorase y aparecí entre dos héroes que no me esperaban y cayeron rápido al darles por la espalda. Si esperabais que empezase con el honor de atacar de frente, estáis equivocados conmigo. Esto era la guerra y si tenía que elegir entre mi vida o la de mis compañeros y el honor, ya podían darle bien por el culo al honor.  – [Dante]¿Qué decías?[/Dante] – dije al reaparecer a su lado.

    Ella puso los ojos en blanco, pero seguía loca por mis huesos.

    – [Dante]La verdad es que el Daë no parece necesitar mucha ayuda.[/Dante] – comenté mientras miraba por una de las «ventanas» excavadas en la roca cómo más abajo, donde estaban los lobos, Kay y Julia, un rayo caía del cielo y arrasaba una docena de heroicillos.

    – [Chloe]Pues me siento.[/Chloe] – replicó, sentándose de verdad en una roca que había por allí cerca.

    Cuando volví a mirar por la ventana, vi dos puntos blancos que cada vez se hacían más grandes. Al principio me quedé sorprendido al ver que tenían alas como las mías, pero al acercarse más vi que eran un hombre y una mujer montados en caballos alados. Venían derechos hacia nosotros, para atacar por la retaguardia los muy cabrones. ¿Veis lo que os decía del honor? Que le jodan.

    El tipo tenía una melena a lo Conan, e iba vestido con esa ropa cutre que te dan en los juegos de rol al principio, la de cuero. Ella iba vestida como en los juegos clásicos, con una armadura que cubría pocas partes vitales y dejaba más piel a descubierto que al revés. – [Dante]Lo siento, pero yo era de Kevin Sorbo.[/Dante] – dije volviendo a hacer el combo de oscuridad para teletransportarme sumado al golpe con el bate.

    – [Chloe]Pues sí que eres viejo, ¿no?[/Chloe] – replicó Chloe dando vueltas para evitar que la heroína le golpeara.

    – [Dante]¿Qué pasa, en tu futuro ha quebrado Infinity?[/Dante] – respondí. Chloe intentó darle a la mujer, pero pese a que el golpe no era malo del todo, la otra tenía experiencia.

    – [Chloe]Te estaba tocando las narices.[/Chloe]- encontró tiempo para sacarme la lengua pese a tener a la heroína casi encima y estuve a punto de decirle que se me ocurrían otras formas de usarla, pero quizá no era el momento.

    – [Dante]Quizá no sea el momento.[/Dante] – respondí para mí, con la suerte de que parecía que le había respondido a ella.

    – [Chloe]Siempre es el momento.[/Chloe]

    – [Dante]Puedes pedirle el traje a tu amiga, te sentaría bien. [/Dante] – el héroe estaba empezando a cansarse, pero no cedía. Lo de desaparecer no iba a funcionar ya así que probé algo nuevo. Mi brazo se cubrió de sombras y sentí que el bate pesaba menos mientras recorría la distancia que me separaba del héroe y lo lanzaba contra unas rocas más allá.

    – [Chloe]Estoy mejor sin nada.[/Chloe] – replicó. Mi cabeza era muy imaginativa para esas cosas, así que preferí mantenerme entretenido ayudándola con la heroína.

    – [Dante]Claramente.[/Dante] – admití, pensando que podíamos estar haciendo los tres algo más divertido que pelear.

    Chloe me tiró un beso cuando conseguimos librarnos de la chica. – [Dante]Tú si que sabes animar una guerra. [/Dante]

    Por desgracia el mundo no funcionaba como en una fantasía, no tuvimos tiempo de liarnos allí mismo, ni la heroína se lo pensó mejor y se unió a nosotros, simplemente seguimos golpeando y machacando hasta que los héroes parecieron coger más fuerzas.

    Al grito de «Hyllus», empezaron a hacernos retroceder. Pronto estuvieron todos cerca de la zona que habíamos defendido. Nos hicieron replegarnos cada vez más dentro de las cavernas, dejando atrás cuerpos de aquella gente que hacía unas horas estaba festejando con ganas.

    Pensé que esa vez no lo contaríamos, que sería la que haría que no existiera en el futuro del que venía Chloe. Llegué a tener un breve y vergonzoso momento de claridad en el que pensé que no me importaría si tenía que ser yo el que no lo contaba, al menos el resto estaría a salvo. Luego me arrepentí, tenía mucho que vivir. Y como si hubiera apretado la mano de mono, los Daë entraron en escena, unidos a los miembros más recientes como Alastair como si llevaran años juntos. Detestaba el rollo de las diferencias de tiempo.

    – [Dante]Casi no llegáis.[/Dante] – les reproché mientras repelíamos el ataque, ya con un peso menos porque ahora el trabajo quedaba en sus manos. Ellos tenían que terminar de ayudar a Oriax y convencerle de ir con ellos, a nosotros nos esperaban los demás en Nexus, donde con suerte, veríamos a los Daë por última vez antes de volver a casa. Si es que lo hacíamos.

    Como no tenía claro que eso fuera a ser así para mí, tiré de Carpe Diem y cogí a Chloe por la cintura para besarla con ganas aprovechando que Ezra ya no era un bicho peludo con garras y dientes con lo que podría hacerme trizas.

  • TRUENOS Y GARRAS

    LEO ARKKAN

    SELAS

    La mera visión de la loba de color caoba despertó en mi algo que esperaba, aletargado pero siempre alerta, esa parte de mí que llevaba una vida reprimiendo y que finalmente había sido el desencadenante para empezar a llevar una vida que no esperaba pero me llenaba de una forma que me sorprendía cada día.

    Acompañé sus señas de mis palabras y las de Ezra para que el resto del grupo echase a correr. Mientras Amy lideraba en su forma lupina la comitiva atravesando el bosque, Ezra y yo nos dividimos a los demás para protegerlos. Él se mantuvo cerca de Elliot, Jamie y Vera, mientras que yo me mantuve al lado de Dante, Chloe, Julia y Kaylee. Los tres héroes habían desaparecido antes de convertirse Amy, por suerte, porque mi lado más salvaje recelaba de ellos.

    Me aseguraba de tener en mi campo de visión la melena pelirroja de Kaylee en todo momento, mientras usaba el olfato para seguir el camino que trazaba Amy. Me obligué a ir detrás de todos ellos, porque la sensación de que los lobos se acercaban me invadía como un sudor frío.

    Después de un rato corriendo empecé a ver figuras moviéndose entre las sombras, agitando las hojas en su carrera por alcanzarnos. Cuando el rumor del bosque comenzó a ser ensordecedor y el olor de los licántropos era imposible de ignorar, me entregué a lo inevitable.

    Es difícil describir la sensación, quizá la vez que más cerca había estado había sido con ‘Shattered Bones’, pero lo había intentado varias veces sin conseguir captarlo del todo. El dolor empezaba en mi caso en la columna, haciéndose más pronunciada arañando mi piel, que se expandía y se hacía más densa y resistente. Pero mi atención siempre se iba a lo que más temía, al dolor de mis falanges partiéndose y deformándose. Unas manos que ahora eran garras y no podrían tocar jamás.

    Mantuve el control todo lo que pude y fui capaz de dejar la transformación a medias, porque si me convertía en un hombre lobo completo no era capaz de retenerlo. En esa forma simiesca en la que me encontraba, busqué la melena pelirroja y di con apenas un destello.

    Corrí y mis piernas explotaron de placer al ser presionadas, necesitaba correr, quemar esa energía que atormentaba mi cuerpo a ser contenido. Por el camino un hombre lobo se cruzó, iniciando la persecución de Kaylee. Habrían notado que era la más fuerte, o que más de uno teníamos un lazo vital con ella.

    Sea como fuere, le di alcance y él trató de golpearme al llegar a su altura. Me zafé y usé esas mismas garras que hacían esas manos incapaces de tocar para rasgar su costado. La sangre brotó y sentí que me embargaba un éxtasis salvaje y primitivo. Mi yo humano detestaba esa sensación, pero ahora no era del todo humano y necesitaba esa fuerza.

    Mis garras abrieron camino, entonando un cántico de salvaje destrucción que se contraponía a la fuerza creadora que acarreaban cuando acariciaban las teclas de un piano, las cuerdas de una guitarra o la suave piel de Kaylee.

    Al final, llegué a un claro con el pelaje salpicado de sangre, envuelto en un frenesí que reprimí en cuanto les vi a todos, en especial a ella. Mis huesos se recompusieron y volví a mi ser. Miré mis manos y estiré los dedos para comprobar la movilidad.

    – [Kaylee]¿Y ahora qué?[/Kaylee] – preguntó Kaylee. Parecía ilesa. Salvo Amy, Ezra y yo mismo, los demás no tenían ni una salpicadura de sangre y la nuestra, a excepción de algunas magulladuras, era de los otros.

    Alguien se abrió camino a través de las ramas y entró al claro. No bajé la guardia al ver que eran los dos héroes y la heroína, parecía que también habían luchado, pero ellos tenían más arañazos. Apenas hubo tiempo de hablar cuando más figuras entraron y entraron al claro. Algunas estaban en forma de hombre lobo completa mientras que otras tomaron forma humana. El pudor que pudieran tener los demás era inexistente en ellos, que se presentaban sin ninguna ropa. Era más práctico para cambiar entre formas.

    – [b]Una manada con sólo tres lobos, doncellas, una bruja y un… pájaro.[/b] – dijo uno de ellos con voz burlona y ronca. Tenía una cicatriz en el pecho, la piel curtida por las peleas y el pelo salpicado de canas.

    – [Dante]Mira a ver a quién llamas pájaro, perra.[/Dante] – replicó Dante, dando un paso adelante. Ezra le puso una mano en el pecho para evitar que avanzase y se ganó un coro de gruñidos entre los licántropos.

    – [Kaylee]Casi como en Narnia, pero sin armario.[/Kaylee]- comentó Kaylee, desviando la atención al convocar un viento tan fuerte que les hizo retroceder. Surgieron más lobos de otros puntos del claro, acercándose de forma amenazadora hacia nosotros.

    Amy se dispuso a colocarse frente a los demás y hacer de intermediaria, pero los héroes no la dejaron actuar y se lanzaron a pelear. Cuando el primer lobo cayó al suelo con una herida de espada plateada en el vientre, la situación se escapó de su control.

    Hicimos un círculo dejando a Elliot, Jamie, Vera y Chloe en el interior. No fue necesario defendernos, porque un trueno retumbó como si acabase de caer en el mismo claro. – [Oriax]¿Qué héroe se atreve a cruzar mis dominios?[/Oriax] – preguntó una voz grave, pero serena y respetable a la vez.

    Al otro lado del claro una figura de dos metros de alto y aspecto imponente se dejó ver. Su imagen me transportó a otro tiempo, a una tarde lluviosa, a la vera de la chimenea encendida, con un reluciente disco de metal entre mis manos. Aquella fue la primera vez que vi esa figura, la del Daë Oriax.

    – [b][i]Nosotros, que venimos a librar al mundo de ti.[/i][/b] – dijo el héroe que parecía liderar a los otros dos. No recordaba muy bien sus nombres.

    – [Leo]¿Quién ha dicho nada de eso? [/Leo] – repliqué dejándome oír.

    – [b][i]Aléjate, ya he visto que no sois más que monstruos que pretendían engañarnos. [/i][/b]- levantó su espada apuntando hacia nosotros. El brillo que emitía el filo no dejaba dudas, era plata.

    – [Amy]¿Pero qué…?[/Amy] – intervino Amy, encarándose.

    – [b]Nos engañasteis con la hidra, pero seguro que era una riña entre seres como vosotros.[/b] – dijo la heroína. Aunque poco podía llamárseles así.

    – [Kaylee]Bueno, vamos a ver, yo creo que aquí ha habido un error, porque nosotras somos las buenas.[/Kaylee]- aclaró Kaylee. Teníamos dos frentes abiertos y aquí no había duda de dónde tenía que estar nuestro bando.

    – [Oriax]Basta. Habéis entrado en mis dominios. [/Oriax]- sentenció Oriax, acercándose. – [Oriax]Y os atrevéis a amenazarme.[/Oriax] – abrió las alas y en un parpadeo se colocó frente al héroe. Su espada voló por los aires hasta clavarse en el suelo y cuando alcé la vista, el Daë lo tenía cogido por el cuello.

    – [b]Cantarán mi nombre como el primero en morir hoy, pero alguno de nosotros acabará contigo. [/b] – replicó el héroe con dificultad, señalando unas luces en el exterior del claro. Eran antorchas, decenas. Aquellos tres héroes eran los primeros de un ataque a gran escala. Y nosotros estábamos en medio de todo eso, con la misión de protegerle.

    – [Leo]Tenemos que proteger al Dae. [/Leo] – les recordé, pese a que Oriax no parecía necesitarla en ese momento. Su expresión no cambió cuando vio las antorchas.

    – [Vera]¿Qué deberíamos hacer?[/Vera] – preguntó Vera, sin dejar de mirar con preocupación la tensa garra que sujetaba el cuello del héroe.

    – [Jamie]Va a matarlo. [/Jamie]- dijo Jamie, asustada. Oriax parecía calmado, pero en su interior se percibía una atronadora furia que amenazaba con arrasar todo.

    – [Dante]Eh, ¿y si lo sueltas?[/Dante] – se atrevió a decir Dante. – [Dante]No puede hacer nada contra ti.[/Dante] – añadió.

    Oriax pareció meditarlo, porque poco podían hacer en realidad contra él, pero el héroe y la heroína libres atacaron. Entonces en tres golpes certeros, acabó con todos. – [Oriax]¿Queréis ser los siguientes?[/Oriax] – preguntó, girándose hacia nosotros dejando atrás los cuerpos de los héroes.

    – [Kaylee]Evidentemente, no. Solo queremos que esto acabe con el menor número de muertes y mutilaciones a ser posible.[/Kaylee] – respondió Kaylee. Me sorprendía su valentía, la fuerza que emanaba pese a encontrarse en desventaja contra un ser tan ancestral y poderoso como Oriax.

    El demonio camino despacio hacia ella y se colocó delante. Me tensé. – [Oriax]Cuánto tiempo sin ver a una de las tuyas.[/Oriax] – dijo, como si mirara más allá, a través de su alma.

    – [Kaylee]Explícame eso, por fi.[/Kaylee] – pidió, cargada de inocencia.

    – [Oriax]Una hija del fénix.[/Oriax] – respondió el Daë. Una chispa pareció bailotear en el iris de Kay.

    – [Kaylee]Mi madre es que es una leyenda.[/Kaylee] – replicó. Él entrecerró los ojos, como si no la comprendiera, algo me decía que él debía estar refiriéndose a que Kay era como su madre, capaz de renacer de sus cenizas por el extraordinario poder de su magia.

    – [Oriax]Os daré una oportunidad.[/Oriax]- concedió finalmente, dándonos la espalda. – [Oriax]¿Por qué veníais con ellos?[/Oriax] – preguntó con firmeza.

    – [Dante]Más bien nos los encontramos de camino.[/Dante] – replicó Dante. No solía coincidir con él muy a menudo, pero había dado en el clavo.

    – [Leo]Veníamos buscando a alguien, para protegerlo.[/Leo] – añadí. El Daë se acercó a la manada y les hizo varias señas. Después de un rato, abandonaron el claro.

    – [Oriax]Seguidnos.[/Oriax] – dijo Oriax.

    – [Jamie]Los héroes vienen de camino. [/Jamie]- le respondió Jamie, señalando las antorchas que se acercaban.

    – [Oriax]Encontrarán obstáculos. Tardarán en llegar, si es que lo consiguen.[/Oriax] – replicó, aún sereno.

    Con cautela, manteniendo las distancias, les seguimos. Sería un Daë pronto, un salvador de mundos, pero todavía era un poderoso demonio, muy antiguo, capaz de acabar con quien se interpusiera en su camino. Casi instintivamente le di la mano a Kay para caminar juntos. Mientras avanzábamos, parte de mí parecía sentir ese fuego que emanaba de ella.