Moondale

Categoría: 4×09 – A Change of Hearts

  • EL LABERINTO

    Diarios de Destino

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    En aquella plaza de Kadingir, la capital multicultural de la luna Viltis, Laura tendió su mano a Henry, listos para irse.

    – [Niall]Ya se lo que vas a decir porque lo veo en tu cara tía.-[/Niall] dijo Nate Allen, conocido normalmente como Niall.

    – [Lexie]Vámonos[/Lexie].- respondió Lexie. Su tristeza era patente, pero se puso en pie y cuando el hombre de aspecto extraño les hizo una seña, ella negó con la cabeza. Ese barco había zarpado, al menos por esa vez. Ella misma sentía en lo más profundo de su ser que no estaba perdiendo una oportunidad, si no la oportunidad. Por mucho que Dante dijera que podían volver a intentarlo, sentía que no volvería a ser posible, Pero había tomado una decisión, para bien o para mal, y tendría que vivir con ella, aunque no por eso le haría gracia.

    Los cuatro dieron la espalda al hombre y se internaron en un callejón, desvaneciéndose de un segundo a otro gracias a la teletransportación de Henry.

    En la plaza nadie pareció darse cuenta. El hombre misterioso, el enlace con la persona que podía mandar a otros a otros lugares y tiempos, estaba a punto de marcharse cuando una chica se colocó frente a él. Tenía unos aparatos extraños en los oídos y al colocarse frente a él se quitó uno de ellos, dejando ver una música fuerte y metálica, con voces rasgadas y ritmo electrificante.

    – [Omega]Perdona por hacerte esperar. Ya estoy lista.[/Omega] – dijo la joven. Su cabello oscuro caía a su espalda.

    – [b]El chico dijo que seríais más.[/b] – dijo el hombre. – [b]La tarifa será la misma.[/b] – negoció.

    – [Omega]Al final se echaron atrás. Pero tranquilo, yo se lo pagaré con creces.[/Omega] – sonrió con un gesto leve pero cargado de malicia.

    – [b]Muy bien. ¿Cómo te llamas?[/b] – preguntó.

    – [Omega]Verónica. Pero todo el mundo me llama Omega.[/Omega] – se presentó. Un ojo inexperto podría haberla confundido con Jane Williams, pero el pozo de oscuridad que tenía esta en su interior las diferenciaba mucho más de lo que lo hacían sus ropas de cuero, sus piercing o su maquillaje oscuro.

    – [b]¿Cuándo y dónde planeas viajar?[/b] – preguntó de nuevo mientras la conducía a un edificio vigilado por guardias.

    – [Omega]Me apetece volver a la Tierra. A mediados del siglo XXI.[/Omega] – añadió.

    – [b]Será necesario que lo concretes más cuando la veas.[/b] – explicó el hombre, deteniéndose ante una gran puerta plateada. – [b]Tienes que pagar antes.[/b]

    Ella asintió y el hombre se llevó la mano al cuello, como si una mano invisible le apretase la tráquea. Apretó hasta que dejó de respirar para siempre. Omega siempre pagaba, pero a esa misteriosa gurú de los viajes en el espacio y en el tiempo le pagaría con otra moneda. A ella le había calado muy hondo aquél refrán sobre no dar peces a alguien si no enseñarle a pescar. Así que iba a robarle para siempre la caña y volver a la Tierra por sus propios medios. Y quién sabe, cuando se aburriera quizá volvería a esos mundos para terminar lo que empezó con aquél grupo. Pero para eso debía recuperarse antes.

    Omega se colocó los auriculares y abrió las puertas plateadas. Al otro lado pronto empezaron los gritos, pero nadie lo oyó. Cuando hubo terminado, usó su nuevo poder para irse de aquél lugar. Ni siquiera el tiempo y el espacio podían decirle ya lo que debía hacer.

    Mientras tanto, Henry aparecía junto a Lexie, Niall y Laura en mitad del campo de batalla. La situación estaba peor de lo que pensaban y si seguía así, irían cayendo uno a uno. Ellos no eran guerreros, habían llevado una vida de paz mientras los Moondies luchaban sus batallas y ahora se enfrentaban a un enemigo superior. La última vez habían conseguido que se retiraran pero ahora se enfrentaban a todos los soldados de élite de Antailtire y una ilusión poderosa no les salvaría, ya habían gastado esa carta.

    Aun así, lucharon con toda la fuerza y recursos que tuvieron. Las ilusiones de Lexie inundaron el campo de batalla mientras Henry acudía a la Kvasir para tratar de ajustar las defensas que había estado tratando de reactivar. Incluso Laura y James jugaron su papel ayudando a salir del combate a Noah, que se había visto rodeado y había acabado herido. Por suerte, habían llegado a tiempo, pero aún tenían que vencer.

    La victoria no es un camino recto, a veces la mejor forma de ganar está en saber retirarse a tiempo. Kaylee lo sabía, así que reunió sus fuerzas unidas a las de Sophie y Robin y modificó sobre la marcha el conjuro para cambiar de cuartos, tocando ligeramente y sin darse cuenta la conciencia de una deidad mágica que estaba a la espera. El conjuro se activó y todos se vieron transportados a otro lugar lejano.

    SELAS – LABERINTO DEL ALBA

    Kaylee se sorprendió al ver que se encontraban en un lugar desconocido. Alcanzaba solo a ver setos de más de tres veces su altura que lo cubrían todo excepto el camino por el que caminaba. Ezra olfateaba el aire a su lado, intentando averiguar algo más por cualquier medio. Aprovechando las esferas Daë supieron que estaban todos en el mismo lugar, pero eran incapaces de verse. Aquél laberinto mágico ocupaba una enorme extensión y ellos habían aparecido emparejados por el azar en distintos puntos de la entrada. No podían retroceder, así que el objetivo era llegar al centro y encontrarse allí para decidir el plan. Lo que no sabían era que en ese centro les esperaba otro lugar completamente, el bosque que rehuían la mayor parte de habitantes de ese mundo, habitado por una criatura que mantenía su poder a base de oscuros pactos. Caitriona les esperaba expectantes.

    Kaylee y Ezra, Elle y Owen, Lexie y Noah, Vera y James, Cole y Zahra, Dante y Niall,  Lekwaa y Elliot, Bowie y Xander, Julia y Amy, Robin y Laura, Idris y Jane y finalmente Henry, Nate y Ruby .

  • NUESTRO PODER NO NOS DEFINE

    DIARIO DE JAMES BARNES

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    Cada día junto a aquellas personas era a partes iguales emocionante, fascinante y terrorífico. La experiencia de cambiar de cuerpos había sido impactante, pero nada comparado con ver a los muertos alzarse y luchar contra nosotros. Había soñado con la magia toda mi vida, estaba dispuesto a trabajar más duro que nadie y a dejar mi vida atrás por ella, pero acababa de comprender que no amaba todos sus aspectos y que el poder no es bueno ni malo, solo depende de la mano en la que esté.

    Mi padre, un ateo de la magia toda su vida, resultó ser parte de una especie de dios de la magia tiránico con muchos aspectos, incluso femeninos. No podía esperar nada bueno de ello, había enviado a aquel grupo a matarnos, pero aun así, en todos los años que había conocido a mi padre jamás había sido un hombre malvado. Estricto en mi educación desde que murió madre sí, preocupado, pero no era una mala persona.

    Pasé los primeros días antes del cambio conociendo bien aquel barco estrellado que antaño surcaba el cielo y más allá. Todo parecía sacado de un sueño y más de una vez pensé si no me habría vuelto loco de tanto leer como decían algunos trabajadores de mi padre. En cuanto volví a mi cuerpo retomé los paseos y las preguntas a las personas que allí vivían, tratando de no molestarles demasiado. La mitad de las veces me sentía como una sombra a la que nadie veía, observándoles como si fueran personajes de una novela. En esos momentos mi miedo a que todo fuera una invención de mi cabeza era más fuerte.

    Otras veces algunos se paraban conmigo y me hablaban, en especial Vera, a la que había cogido mucho cariño después del apoyo que me había prestado en mi mundo. Ella, sus hermanas y Leo serían siempre una clase de amistad diferente para mí porque habían estado en uno de mis peores momentos.

    Así que cuando empezó aquel debate sobre si volvían o no a su lugar de procedencia, esa «Tierra» de la que tanto había oído hablar, y supe que dos de ellos pensaban irse y dos quedarse, me sentí dividido. Por suerte para mí, que siendo nuevo en eso de decidir mi futuro no llevaba muy bien tomar yo las decisiones, la muchacha de pelo oscuro que parecía la madre de todos, Jane, decidió que tanto Vera, como Elliot, como yo, teníamos que irnos porque éramos demasiado jóvenes.

    Los demás le discutieron hasta que tuvieron que ceder, yo me limité a hacer caso a lo que recomendaba. Era una adulta responsable, seguro que sabía lo que decía.

    Noah, el que siempre me respondía todas las preguntas pero a veces lo hacía demasiado rápido, vino a buscarnos por la tarde. Venía ya acompañado del gigante de piel broncínea, Nate, de Vera y de Elliot. Nos explicó que él y Nate solo iban para ayudarnos y volverían con los demás. Al principio pensé que habría una especie de fiesta de despedida pero al parecer se había creado una clase de pacto unánime sobre evitar decir adiós, sin necesidad de hablarse entre ellos para formalizarlo.

    Me coloqué a un lado de Vera y ella me sonrió. Mi estómago se sentía extraño, como si tuviera un remolino de aire en su interior. Volvía a lanzarme a lo desconocido y eso me daba miedo, pero al menos iba con alguien a quien apreciaba. Noah fue llamando a algunas puertas y se nos unieron más personas.

    De una salió Laura, la chica que había despertado en la guarida de los malos conmigo y que había resultado herida, iba acompañada del ingeniero del barco volador, Henry. Pensé que él sería una pieza clave que no podría faltar, pero si su esposa estaba en esas condiciones era normal que se fueran ambos. Luego me di cuenta de que Vera me había explicado que aunque dos personas de distinto sexo durmieran en la misma habitación no tenían por qué estar casados. También dijo que si eran del mismo sexo podían estar casadas también. Aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarme, la magia era el menor de mis problemas.

    De otra salieron una chica que me asustaba, que era la que había descubierto que podían viajar a la Tierra, junto a Niall, el chico que también había estado en la guarida de los malos. Esos sí sabía que no estaban casados, Lexie parecía estar cortejando con Noah, aunque no les había visto muy juntos desde que había llegado a aquel barco. Y Niall, por lo que había explicado Vera, prefería la compañía masculina a esos efectos. En mi mundo eso ni siquiera era una opción, pero de inmediato sentí que eso era como debía ser.

    La cara de Noah había cambiado desde que Lexie iba en el grupo. Ella charlaba y parecía contenta del viaje más que ninguno y cuanto más se le notaba, más serio y afectado parecía él. De uno de los cuartos salió solo el chico de pelo rubio que tenía alas de ángel, pero que no se comportaba para nada como uno, Dante se llamaba, como el de la Divina Comedia.

    Por último de otro de los cuartos salió solo Amy, que se limitó a caminar cerca de nosotros con aire pensativo. Parecía que no quería irse realmente, pero algún motivo la instaba a ello. Por ahí había escuchado algo de un amor trágico, al parecer, su licantropía podía matar al chico de fuego gemelo de Jane, Owen. No se me olvidaría ese nombre pese a que eran muchos porque su presencia se hacía ver. Eso y que mi bisabuelo se llamaba Owen.

    Salimos de aquel barco y la maravillosa brisa del exterior me recorrió mientras el sol me bañaba con sus rayos. Aquella sensación era revitalizante, pero duraría poco. Nos pidieron que nos colocáramos en un círculo agarrados de las manos y Henry empezó una cuenta atrás. Al terminar, aparecimos en otro lugar completamente diferente y mi estómago, que ya no estaba muy bien antes, se vació en una esquina antes de saber dónde habíamos ido a parar.

    Vera y Elliot me ayudaron a recomponerme y cuando alcé la vista tuve ante mí una inmensa ciudad de edificios que no se parecían nada entre sí.

    – [Noah]Vendrán a buscarnos a esta plaza.[/Noah] – indicó Noah. Estábamos en una especie de gran plaza central en la que terminaban catorce calles principales, que sí, conté mientras esperábamos más tarde. Cada calle empezaba en un cartel de piedra labrada con un símbolo y conducía a una zona con un aspecto diferente, con mercados y más plazas. Más tarde me enteraría de que cada calle simbolizaba uno de los mundos del Cúmulo, para que los que habían huido de ellos se sintieran cómodos. Solo allí, en la plaza central, se reunían tenderetes y gentes de todo tipo. Vi ropas de gentes del pasado como griegos y vikingos, pero también seres de cuento y otros que nunca había imaginado a los que los demás llamaron «alienígenas».

    – [Lexie]¿Alguien quiere un kebab del espacio? Voy a pillar uno[/Lexie]- propuso Lexie. Parecía que evitaba mirarle y noté una tensión extraña entre ellos. Se suponía que Noah hacía esto por ella, se notaba entre los dos un abismo invisible.

    – [Niall]El mio sin salsa.-[/Niall] comentó Niall agarrándose del brazo de Lexie. Un gesto tan natural nunca lo había podido ver en mi mundo.

    – [Noah]Yo os espero aquí.[/Noah] – puntualizó Noah. Le temblaba un poco la voz. Lexie y Niall se dieron media vuelta y se marcharon hacia uno de los puestos.

    Mientras esperábamos en silencio, observé a las personas que pasaban, conté las calles, miré los carteles y traté de distinguir el horizonte de aquella enorme ciudad en la luna. Entonces, Amy se apoyó en Nate, llevándose una mano a la sien. .- [Amy]Noah, tengo que contarte algo[/Amy]. – dijo tratando de enderezarse.

    – [Noah]¿Has tenido una visión?[/Noah] – preguntó él, acercándose. Amy tenía el rostro más pálido que de costumbre y al acercarnos, su frente estaba perlada de sudor.

    – [Amy]Tenemos que volver[/Amy]. – respondió, después de asentir.

    – [Lexie]NO[/Lexie].-gritó Lexie, que llegaba en ese momento con la comida, que terminó derramada en el suelo.

    – [Noah]Espera, Lexie.[/Noah] – pidió Noah.  – [Noah]Cuéntanos qué has visto.[/Noah] – le dijo a Amy.  Ella empezó a dar detalles muy concretos pero que daban una imagen desdibujada. No me había imaginado las visiones así, pero tal y como ella lo describía, eran un cúmulo de sensaciones, no solo de ver, si no de otros sentidos. Recomponiéndolo todo una vez nos lo contó, en algún lugar de aquella luna, los seguidores de Antailtire que nos habían atacado se habían reagrupado, uniéndose a otros tantos más, y planeaban el ataque antes de que pudiéramos recuperarnos. El ataque sería esa tarde, antes de que oscureciera y los demás irían cayendo mientras nosotros nos íbamos.

    – [Noah]Voy a volver. Podría pasar en cualquier momento.[/Noah] – sentenció Noah. Miró a Nate, que asintió. Los dos iban a irse, inmediatamente.  – [Noah]Vendrán a buscaros aquí, os reconocerán aunque yo no esté.[/Noah] – me di cuenta de que hablaba como si todo el plan de irnos a la Tierra siguiera adelante, pero dejándoles a ellos atrás ante un peligro indeterminado. – [Noah]Estaremos bien.[/Noah] – su última mirada fue para Lexie, pero nadie habló, el silencio cayó sobre todos hasta que Nate lo rompió.

    – [Nate]Tened mucho cuidado.[/Nate] – y de un instante a otro, se desvanecieron. Los demás, los que íbamos a irnos, nos quedamos allí en silencio, mirándonos. Esperaba que alguien dijera que volviéramos, que fuéramos ayudarles aunque no fuéramos los más fuertes. Algo podríamos hacer.

    – [Amy]Yo tengo que volver[/Amy].- dijo Amy al poco. Miró a todos y fue caminando hasta su hermana para estrecharla en sus brazos. Eché de menos haber tenido algún hermano o hermana, pero viendo lo que tenía que asimilar ahora de padre, mejor no desearlo a nadie más.- [Amy]Saluda a todo el mundo de mi parte y ten cuidado[/Amy]. – le pidió.

    – [Vera]No, si yo me voy contigo. He venido por no escuchar a Jane, pero no pienso quedarme cruzada de brazos mientras alguien me necesita[/Vera].- miré a Vera plantada allí, estoica. No pensaba dejar que nadie decidiera por ella. Ojalá yo fuera igual. Pero al menos con su decisión, podía sumarme.

    – [Elliot]No creo que Jane se enfade si volvemos para ayudarles.-[/Elliot] intervino Elliot. Los dos que tenían mi edad volvían.

    – [James]Y-yo voy con vosotros. No tengo…sitio al que ir y no voy a-a dejarles así.[/James] – me temblaba la voz, no quería ofender a nadie después de contar conmigo para irse, pero era lo correcto.

    – [Lexie]¿Os estáis escuchando? Amy se lo puede haber inventado todo, porque no soporta quedarse sin enrollarse con Owen[/Lexie].- soltó Lexie, poniendo un gesto que me daba miedo. Estaba enfadada, mucho.

    – [Amy]Por supuesto. Esa era mi intención. Me has descubierto[/Amy].- replicó Amy, con un tono de voz carente de emoción. Aun así, la vi poner los ojos en blanco un instante.

    – [Dante]No creo que hubiese venido hasta aquí para eso Lexie. Además nada te impide irte igual..[/Dante] – intervino Dante. Él había hablado durante parte del camino y estaba bastante convencido de irse, pero ahora no sabía ya si estaba hablando de que él también se iría o de que Lexie podía hacerlo pero él no.

    – [Laura]Yo no tengo mucho que aportar, así que me iré igualmente[/Laura].- comentó Laura, encogiéndose de hombros. Aún tenía las manos vendadas y estaba débil.

    – [Niall]Pues anda que yo, que solo estoy en esta historia de soporte moral.-[/Niall] reconoció Niall.

    – [Amy]Cualquier ayuda es poca[/Amy].- admitió Amy, más preocupada de lo que dejaba ver. ¿Habría visto en la visión una señal de que teníamos que ir todos? Yo no dudaba de ella, de eso estaba seguro, si decía que había visto algo, era así.

    – [Lexie]¿QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ?[/Lexie] – gritó Lexie. Me eché un par de pasos hacia atrás, encogido. Vi que alguna gente se giraba hacia nosotros.

    – [Amy]No me escuches si no quieres. Solo digo lo que he visto[/Amy].- me sorprendía ver a Amy con paciencia, era una loba a la que ya había visto enseñar las garras en mi mundo. Pero allí estaba intentando mediar. Quizá necesitaba que Lexie volviera.

    – [Lexie]Es que no tenía que haberte dejado venir, porque siempre lo jodes todo[/Lexie].- Lexie se llevó una mano al pelo, nerviosa. Quizá más que nerviosa estaba molesta, con un enfado que se le escapaba de las manos.

    Dante caminó hacia Amy. – [Dante]Cuanto antes nos vayamos, mejor. [/Dante] – dijo. Lexie le miró, parecía sorprendida de que él también se fuera. Laura, Niall y Henry estaban todavía al lado de Lexie. – [Dante]Aprovechad para volver a casa. Yo volveré a intentarlo.[/Dante] – añadió. Notaba algo de pena en sus palabras, pero estaba decidido.

    – [Amy]¿Vamos?[/Amy]- preguntó, mirando hacia Dante. Nos esperaba una buena caminata hasta el barco volador, no sabía cómo lo haríamos sin Henry y su don, pero todos se acercaron a Dante como si él también pudiera hacerlo. – [Amy]Ojalá pudiera enseñarte lo que he visto[/Amy].- comentó Amy apartándose de nosotros para ponerse frente a Lexie. Ella seguía fulminándola con la mirada pero Amy le puso una mano en el hombro de una forma extraña, como si no fuera consciente de lo que hacía y Lexie, antes de poder apartarse, cayó de rodillas al suelo. Amy no sabía cómo lo había hecho ni que podía hacerlo, pero había compartido su visión con Lexie, que se quedó de rodillas con los ojos muy abiertos, sorprendida, procesándolo.

    Amy volvió junto a los demás y de pronto mi corazón dio un vuelco cuando la oscuridad nos rodeó por completo.

    – [Henry]Quizás deberíamos volver también. Es decir, si fuéramos nosotros los que estamos en peligro habrían venido…-[/Henry] escuché decir a Henry, casi como un eco lejano.

    – [Laura]Pero yo no puedo hacer nada[/Laura].- respondió Laura. En su estado, tenía razón. Al menos ella tenía un don, yo no tenía nada, no sabía cómo podría serles útil, pero estaba dispuesto a averiguarlo.

    – [Henry]Eso no es cierto, nuestro poder no nos define. Necesitan nuestra ayuda Laura.-[/Henry] – replicó él.

    – [Laura]Gracias[/Laura].-añadió ella. Noté algo diferente en su voz, como si algo hubiera cambiado, pero antes de poder pensar, sentí el tirón de la vez anterior y aparecimos en mitad de la pradera. Solo que ahora la tranquilidad de antes se había visto reemplazada por un combate encarnizado donde los sirvientes de Antailtire, el ser del que era parte mi padre, trataban ya no de apresar si no de matar al resto de habitantes del barco volador, que asistía a la lucha como un espectador de fondo.

     

  • SI LA SUERTE ME SONRÍE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

     

    No había sido una mañana tranquila. El rumor que había escuchado Lexie había corrido como la pólvora y tras los problemas que habíamos vivido hasta ahora, con el cambio de cuerpos y el ataque de la noche anterior aún fresco en nuestras mentes, ya habían empezado a sonar más nombres para volver a la Tierra.

    Estaba en uno de los estudios de la biblioteca con la puerta abierta cuando escuché un ruido. Esperaba que no fuera Dante, porque no me veía con fuerzas para validar su decisión de irse ni tampoco podía evitar comprender que él había elegido esto y no podía obligarse a estar.

    Para mi sorpresa, era Jane. Nada más verla se me iluminó la cara. – [Xander]Hola[/Xander]. – la saludé, pensando en moderar mi reacción. Ya era obvio para casi todo el mundo lo que sentía y no quería asustarla. Ella me sonrió para devolverme el saludo, pero no habló, parecía pensativa. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – le pregunté.

    – [Jane]Sí, ¿por?[/Jane]- replicó ella. Conocía lo suficiente a casi todas las personas de aquella nave como para saber cuándo me estaban esquivando.

    – [Xander]Pareces preocupada.[/Xander] – ella entró al estudio en el que guardaba todas mis anotaciones sobre la «misión» y se sentó a un lado.

    – [Jane]Es que Owen se está equivocando y es como ver cómo va a descarrilar un tren a cámara lenta[/Jane]. – admitió al final. Me senté frente a ella. Jane se sentía demasiado responsable por todo el mundo y cuando se trataba de su familia, todo iba más allá. No digo que Dominic y Rebecca lo hicieran con un mal propósito, pero el caos que habían tenido sus vidas habían hecho caer todo ese peso en sus hombros.

    – [Xander]Supongo pero sabes que si está equivocando, tratándose de amor lo único que puedes hacer es apoyarle, ¿verdad?[/Xander] – aunque la situación era distinta, no podía evitar pensar en apenas un par de años atrás, cuando Jane no me hablaba y lo que me decían era que me olvidara de lo que sentía.

    – [Jane]Está poniendo su vida en peligro[/Jane].- se la notaba tensa, pero tras tanto tiempo separados no me atrevía a un gesto tan íntimo como masajearle los hombros.

    – [Xander]Owen no es tonto, aunque la quiera evitará arriesgarse.[/Xander] – traté de aconsejarle. Con Jane no era un camino directo, mucho menos teniendo en cuenta que nuestra pelea original vino a raíz de defender a Owen.

    – [Jane]No digo que mi hermano sea tonto, pero es muy impulsivo[/Jane].-  aclaró ella. Evité sonreír porque ella estaba preocupada, pero me agradó ver lo mucho que había cambiado. Aquella era la Jane que yo conocía. Estar lejos de sus padres y sus preocupaciones le venía bien.

    – [Xander]A veces es mejor seguir un impulso que razonar algo durante años y no hacerlo por miedo.[/Xander] – admití. Estaba claro que hablaba de mí y no me iba a molestar en negarlo. Desde que Jane había vuelto a hablar conmigo había decidido ser sincero con mis sentimientos. – [Xander]Yo pensé hablar contigo muchas veces, pero no me atreví. Fue un error. Hay mucho tiempo que no vamos a recuperar.[/Xander] – añadí. Ese tiempo siempre me iba a pesar, pero si valía para que yo hubiese cambiado y no volviese a cometer esos errores, al menos habría servido para algo.

    – [Jane]La diferencia es que tú y o no nos íbamos a morir por estar juntos[/Jane].- se echó hacia delante y, aprovechando que en los primeros asientos del estudio la mesa no estaba en medio, me puso un dedo en el pecho y luego lo llevó al suyo.

    No pude evitar esbozar una sonrisa. Estaba hablando de ser sincero con mis sentimientos y me ponían esa conversación en bandeja. No quedaba más remedio. – [Xander]Bueno, pero por no estarlo quizá sí.[/Xander] – le aseguré. Siempre había tapado bastante lo que sentía por Jane, sabía que poca gente lo comprendería, en especial después de pasar tantos años separados. Nadie podría entender que sintiera por ella algo que me afectara de manera tan profunda.

    – [Jane]Eso ha sido bonito[/Jane].- respondió ella con una sonrisa. Me alegré, Jane a veces era como un cervatillo, capaz de asustarse sobre todo cuando se mencionaba el amor. Ella no había tenido muy buenas experiencias sobre lo que significaba.- [Jane]Pero volviendo al tema, no me gustaría que mi hermano se muriese por una noche loca[/Jane]. – añadió. Contuve un suspiro, no me apetecía volver a hablar de Owen ahora que estábamos hablando de nosotros, pero si le preocupaba era mejor seguir con el tema que quería discutir en lugar de agobiarla.

    – [Xander]Por lo que sé, Amy le ha visto mordido por ella, muriéndose por la incompatibilidad. Pero no muerto.[/Xander]  – planteé. Se trataba de mi mejor amigo y mi prima, yo también le había dado vueltas a la situación. El futuro era incierto en las visiones, sin ir más lejos nuestro futuro no se había convertido en el de Ezra. E incluso así, Amy no le había visto morir en concreto, solo el «proceso» por decirlo de alguna forma.

    – [Jane]Entre estar muriéndose y estar muerto hay poca diferencia[/Jane].- replicó ella alzando una ceja.

    – [Xander]Va a estar bien. Solo tiene que aguantar hasta llegar a la Tierra. Una vez allí, mi tío Toph puede ayudarle, ya tienen experiencia.[/Xander] – ellos ya habían pasado por eso, tenía que haber una forma de curarle y la encontraríamos en caso de que no pudiéramos directamente evitar que le pasara. Coloqué las manos sobre sus hombros para tratar de infundirle tranquilidad.

    – [Jane]Pero Amy…[/Jane]- no terminó de decirlo y tragué saliva. Prefería no saber en concreto que iba a decir porque no quería abrir un frente entre nosotros.

    – [Xander]Amy lleva todo este tiempo siendo desagradable con él aunque le guste para evitar que le pase eso, confía en ella.[/Xander] – respondí, esperando que lo entendiera. Amy se había esforzado en distanciarse emocional y físicamente de Owen, pero al final parecían atraerse como si recorrieran un sendero circular.

    – [Jane]No[/Jane].- sentenció cruzándose de brazos. Que…tenaz era a veces. No podía reprochárselo, eso no era necesariamente un mal rasgo, pero en momentos como este me dejaba sin argumentos.

    – [Xander]Pues confía en mí. Aunque sé que en estos años no te he dado muchos motivos.[/Xander] – me di cuenta de que aún seguía con las manos en sus hombros y me eché hacia atrás, pero al hacer ese movimiento poco calculado rocé la piel de su cuello. Al principio mi mente pensó en lo que toda la vida había pensado, la descarga, la absorción del poder, pero en ese momento toda mi mente se nubló con la sensación del calor de su cuerpo y la suavidad de si piel.

    – [Jane]Preferiría que me hicieran caso[/Jane].- replicó, triste.

    – [Xander]¿Estás segura de que no lo ha hecho?[/Xander] – le pregunté. Porque podíamos estar debatiendo algo que en realidad no estaba pasando.

    Como si le hubiéramos invocado, Owen pasó por delante de la puerta del estudio en dirección al gimnasio. Ni siquiera nos vio, caminaba cabizbajo, pensativo.

    – [Jane]Me ha hecho caso[/Jane]. – dijo Jane al cabo de unos segundos. Quizá en su caso ver lo que pensaba la gente no era una especie de maldición si no más bien una ventaja.

     – [Xander]No le des muchas vueltas. Estoy aquí para ayudaros. No tienes que hacerlo todo sola.[/Xander] – añadí. Ahora las cosas podían ser diferentes. De hecho, lo eran tanto que Jane se puso en pie y se acercó a mi para estrecharme en un abrazo. Me vi colapsado por la sensación de sentir su cuerpo contra el mío y percibir el aroma a fruta fresca en su pelo. Tragué saliva.

     

    – [Jane]Gracias[/Jane].- repitió al separarse.

    – [Xander]Gracias a ti por…intentarlo.[/Xander]  – confesé. Sabía que para ella todo este esfuerzo de volver a hablar conmigo no había sido fácil. – [Xander]¿Vas a quedarte?[/Xander] – le pregunté, volviendo a sentarnos. Me refería a quedarse allí, en la «misión».

    Ella asintió y sentía que la tensión en mi interior se aflojaba un poco.- [Jane]No podría hacer otra cosa[/Jane]. – añadió. Mentiría si dijera que no había tenido alguna duda, pero venían del miedo a separarnos. Sabía que Jane era perfeccionista y responsable, no podía dejar algo así sin terminar.

    – [Xander]Ya. Te conozco.[/Xander] – respondí. – [Xander]Me alegra saberlo.[/Xander] – añadí. No podía dejar de mirarla, estaba tan….guapa allí pese a la horrible luz de la sala.

    – [Jane]¿Tú…te vas a quedar?[/Jane]- sus ojos se cruzaron con los míos, pero tardó poco en bajar la vista. No sé qué vio en lo míos, quizá demasiado

    – [Xander]Sí. Es culpa mía que acabásemos aquí así que no voy a irme. Por todos vosotros y porque tenemos que ayudar a que nuestro futuro exista.[/Xander] – eran dos factores que por separado ya me habrían convencido y juntos hacían que ni me lo plantease. Tenía una responsabilidad, pero también un destino, que si no se cumplía, podría hacer que ni siquiera existiéramos.

    – [Jane]No es culpa de nadie. No digas tonterías[/Jane].- dijo ella. Oír eso de sus labios me tranquilizó

    – [Xander]Mía sí.[/Xander] – insistí. Yo me creí a Omega porque decía lo que quería escuchar.  Yo me cegué en castigarla cuando supe la verdad y arrastré a todos detrás. – [Xander]Y hablando de eso…cuando me poseyó el licántropo…[/Xander] – recordé. Me avergonzaba pensar que la había perseguido como un demente, aunque…bueno, en realidad había sido en su cuerpo.

    – [Jane]Deja de culparte por todo[/Jane].- se sentó a mi lado y apoyó la cabeza en mi hombro. No me avergüenza decir que me habría quedado así.

    – [Xander]Ya, no. Ahora quería decirte otra cosa.[/Xander] – tenía que dar el paso en algún momento, aclarar las cosas para que la relación fuera como tuviese que ser. – [Xander]Sé que lo sabes, lo que quiero decir. No necesitas telepatía para saberlo. Es obvio.[/Xander] – tuve que decirlo así, dando rodeos, para evitar sonrojarme o titubear. La quería, muchísimo, en más de un sentido. Esa era la realidad.

    Jane me miró y el rubor empezó a cubrirle el rostro. Estaba claro que no sabía qué decir, pero no sabía si eso era bueno o malo.

    – [Xander]Pero no insistiré, no me pondré pesado. Soy tu amigo antes de todo y no quiero arriesgarlo por nada.[/Xander] – añadí, dejando claro que estaría ahí fuera cual fuera nuestra relación.

    Jane seguía sin saber qué decir. No podía imaginar qué estaba pasando por su cabeza, pero estaba casi seguro de que la relación de sus padres era uno de los factores que rondaban por ella. – [Jane]No eres pesado[/Jane]. – dijo al final. No sabía si tomármelo como positivo o negativo. Tenía pinta de lo primero, pero quedaba en el limbo, sin respuesta, como hasta el momento, pero tampoco con una negativa.

    – [Xander]Después tenemos que vernos con los demás. Noah ha ido a la ciudad a confirmarlo todo y tenemos que ver quién se va a marchar.[/Xander] – comenté, cambiando de tema. – [Xander]Pero…podemos leer o ver un capítulo de algo juntos antes.[/Xander] – propuse. Pensar demasiado no iba a solucionar que Dante, Lexie o Niall se quedaran.

    – [Jane]¿Por qué no vemos algo en mi habitación?[/Jane]- preguntó ella. Mi rostro debió quedarse lívido, porque mi mente estaba llena de posibles significados.

    – [Xander]Eh, sí, bueno, si quieres, sí claro.[/Xander] – tragué saliva de nuevo. No estaba junto a ella en su cuarto desde que éramos preadolescentes y por aquél entonces no éramos conscientes de lo que significaba esa clase de intimidad.

    – [Jane]No me refería…a nada raro. Solo…eh…[/Jane]- intentó explicar, pero acabó tapándose la cara, avergonzada.

    – [Xander]Bueno ya, si tampoco…me iba a quejar.[/Xander] – admití, se me estaba soltando la lengua, asumí que me gustaba tanto y tenía tantas ganas de que lo nuestro existiera que mis filtros y mis miedos se habían desconectado temporalmente.

    – [Jane]¡EH! Has dicho que éramos amigos[/Jane].- replicó ella saliendo de su escondite muerta de risa.

    – [Xander]Pero…se puede subir de nivel.[/Xander] – bromeé.

    – [Jane]Al final has perdido la opción de ver la serie en mi cama[/Jane].- sentenció, aunque parecía una amenaza que todavía estaba en el aire.

    Aquél «rifirafe» que había aparecido entre nosotros, esa nueva posibilidad de flirtear que acababa de manifestarse, era un pequeño alivio para mí, un rayo de esperanza que iluminaba toda la oscuridad de preocupaciones y miedos que me agobiaban. Aún quedaba un rato para ir con el resto así que ya fuera viendo una película en su cuarto juntos o allí simplemente hablando, sabía que pasaríamos ese tiempo juntos. Y si la suerte me sonreía, mucho más.

  • POCAS COSAS SE LE RESISTEN A UNA MACLEOD

    Kaylee – Nave

    Mañana

    Creía que lo estaba disimulando mejor, pero aún me duraba el cabreo con Dante. Me parecía una postura tan egoísta la de decidir marcharse cuando no habíamos conseguido nada, que si hubiera podido, le habría montado un buen pollo. El problema era, que a pesar de tener la vena impulsiva de mi madre, seguía siendo una MacLeod y la mayor parte de las veces me callaba por no liarla o al menos, lo intentaba.

    – [Leo]¿Qué te ha pasado?[/Leo] – Leo estaba sentado en lo que denominábamos «el salón» rasgueando las cuerdas de una guitarra que le había conseguido Lexie. El sonido aún no era una canción, sino unos acordes que parecían ir encajando, pero si Leo te cantaba la sintonía del Partido Popular, te acababa pareciendo un temazo.

    – [Kaylee]Dante, que es idiota[/Kaylee].- resumí sentándome a su lado. El maldito Leo, que hasta con una camiseta de Coca Cola Espacial y unos vaqueros desgastados parecía un maldito A(b)donis .- [Kaylee]Pero bueno, después he estado hablando con Amy y me ha ido mejor[/Kaylee].

    – [Leo]¿Qué ha hecho ahora?[/Leo]- hizo ademán de dejar la guitarra a un lado, pero le invité a seguir tocándola. Había algo muy sexy en la forma en la que rasgueaba las cuerdas. Si podía sacar algo agradable de unas tiras de bronce, imaginad lo que podía hacer con mi…kiwi.

    – [Kaylee]Dante quiere volver a la Tierra y ha encontrado a un tío que puede conseguirlo[/Kaylee].- resumí.

    – [Leo]Ah, sí, Noah me lo ha contado antes. Va a ayudar a Lexie a irse.[/Leo] – le vi tachar algo en una libreta de pentagramas, rectificarlo y volver a tocar. – [Leo]Déjalo, él sabrá. Conociéndolo cuanto más le digas más lo empujarás a esa dirección.[/Leo]

    – [Kaylee]No me parece justo[/Kaylee].- quise ver qué canción tenía a medias en aquella libreta, pero la cerró con misterio y ahora sí, dejó la guitarra de lado.

    – [Leo]Ya.[/Leo] – me miró y me abrazó. Fue una de esas cosas en las que se notaba que era un Arkkan: lo mismo se paseaba en pelotas que te plantaba un abrazo que te dejaba sin aliento.

    – [Kaylee]¿Tú vas a volver?[/Kaylee]- pregunté pasando la nariz por su cuello y subiendo hasta el lóbulo de su oreja.

    – [Leo]No, yo ya he cumplido mi cupo de huidas.[/Leo]- susurró a mi oído y noté una descarga de electricidad que me recorrió de pies a cabeza.

    – [Kaylee]Tendremos que ver cuántos se van y ver si podemos con todo[/Kaylee].- suspiré cuando nos separamos y vi cómo sus manos iban en dirección a mi cara.- [Leo]Ya verás cómo podemos.[/Leo] – tras eso, me besó. Fue un beso rápido y (tristemente) sin lengua.

    – [Kaylee]Dante no te cae muy bien, ¿no?[/Kaylee]-  sonreí recordando el día en el que casi nos liamos, pero apareció él y nos jorobó el invento.

    – [Leo]No podemos ser todos los mejores amigos. Dante y yo podemos coexistir pero no creo que lleguemos a ser muy cercanos nunca.[/Leo] -en el fondo, tenía la sensación de que se caían mal porque eran bastante parecidos. Los dos lidiaban con la oscuridad y los sentimientos de la misma forma: haciendo como si no existieran, pero no quería decírselo.

    – [Kaylee]Desde luego, eres sincero[/Kaylee].

    – [Leo]Algo bueno tenía que tener.[/Leo] – Leo rio y me reí con él.

    – [Kaylee]Es verdad, tienes solo una virtud en la vida y encima eres tan feo…[/Kaylee]- fingí un bostezo.

    – [Leo]Si te aburres, acepto sugerencias.[/Leo] – se acercó mucho y me besó en el cuello.

    – [Kaylee]Se me ha ocurrido una idea, pero tienes que parar porque estoy empezando a pensar con la chocha en vez con la cabeza[/Kaylee].

    – [Leo]Soy todo oídos.[/Leo]- se apartó.

    – [Kaylee]Podíamos cambiar a la gente de habitación[/Kaylee]

    – [Leo]¿Con palabras o con magia?[/Leo]

    – [Kaylee]Magia[/Kaylee].- chasqueé la lengua.

    – [Leo]Una parte de mi te diría que no podemos decidir por los demás, pero me encanta verte cuando haces magia.[/Leo] -admitió.

    – [Kaylee]Ayúdame a emparejar a la gente[/Kaylee].- le robé la libreta de pentagramas y empecé a escribir en una de las tapas de cartón blando.

    – [Leo]Tú y yo. Eso está claro.[/Leo] – enumeró. – [Leo]Noah y Lexie, aunque si se va esta tarde no sé como funcionará.[/Leo]

    – [Kaylee]Hay que hacerlo ya[/Kaylee].-  me llevé el lápiz a los labios y vi cómo él esbozaba una sonrisa que decía «sexo» sin palabras.- [Kaylee]Que se queden inconscientes y se despierten en parejas[/Kaylee].

    – [Leo]Venga, con tanta tensión seguro que se agradece un cambio.[/Leo] – me animó y le envié un mensaje a Sophie por los altavoces de la nave para que se reuniera conmigo.

    Teníamos mucho que hacer y poco tiempo antes de que se fueran, pero pocas cosas se le resisten a una MacLeod. Y si no, que se lo digan a Leo 😉

  • NO SOY UN HÉROE

    DANTE VILLIERS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Después de que Kaylee me pusiera verde, decidí que necesitaba un cambio de aires. Ezra había comentado que quizá su hermana estuviera en la piscina, así que dejé la bisagra del portón de descarga que estaba arreglando y fui hacia allí.

    Por el camino me encontré a Owen. Le saludé, pero estaba como una viñeta de manga, inmóvil y pensativo, solo le faltaban las líneas verticales en la cara y la sala ensombreciéndose a su alrededor. Lo segundo podía hacerlo.

    Le dejé tranquilo, seguro que tenía que ver con Amy, no se había buscado un interés romántico fácil, pero yo no era quien para hablar porque iba de camino a hablar con una chica a la que sacaba veinte años, con suerte.

    Cuando entré a la piscina noté que la humedad y la subida de temperatura. Si era ella quien estaba allí, había activado la climatización que Henry había arreglado hacía poco para calentar la piscina. No estaba pensando en el resto, así que quizá era ella, o Lexie. No me quejaría en cualquier caso de ver a ninguna en bikini.

    Fui a las taquillas y abrí la mía para ponerme un bañador y una camiseta de propaganda en un idioma que ni conocía, por la pinta sería algo que sabía horrible. Al acercarme a la piscina vi que en efecto, era Chloe. Estaba tumbada con un par Earfinity conectados a alguna música que tenía en su InfiniBand. Si la cosa estaba como en mi tiempo, seguramente algún grupo viejo. Al escuchar pasos se giró y me miró bajando sus gafas de sol.- [Chloe]Dante[/Chloe]. –  me saludó, cortante. En bikini se notaba aún más que era menuda pero bien proporcionada. Esperaba por mi bien que no se pusiera en pie y me dejara ver su culo, porque con el calor que se filtraba por la ventana, sumado a la humedad de la piscina y a esas vistas, no sabía si la ropa me duraría mucho puesta.

    – [Dante]Chloe.[/Dante] – la imité. Ella frunció el ceño, molesta. Recordé que venía a arreglar un poco las cosas así que le sonreí para que viera que bromeaba. – [Dante]Te he estado buscando.[/Dante]- admití.

    – [Chloe]Como siempre[/Chloe].- replicó ella con una sonrisa de satisfacción.

    Veía las pequeñas gotas de sudor acumularse sobre su piel, así que decidí ir al grano. – [Dante]Probablemente me vaya con Lexie y los demás. De vuelta a casa.[/Dante] – expliqué. Me imaginé que a esas alturas todo el mundo sabía ya lo que había descubierto. Lo que no sé es donde se había metido. – [Dante]No quería que nos quedásemos de malas.[/Dante] – supuse que tendría que tratar de hablar también con Kaylee, pero puede que ella no tuviese muchas ganas de verme.

    – [Chloe]¿Cómo que te vas?[/Chloe]- preguntó, incorporándose.

    Asentí, sentándome cerca. – [Dante]Hay un tipo que nos puede enviar a casa.[/Dante] – le expliqué, asumiendo que me había adelantado pensando que todo el mundo lo sabía. Quizá Lexie si que se había ido a dormir antes de hablar con los demás.

    – [Chloe]¿Y vas a dejar todo esto para volver a casa?[/Chloe]- Chloe no tenía ningún problema en dejar claro que le parecía mal.

    Tenía un mechón de pelo que se me colocaba frente a los ojos así que me lo aparté. – [Dante]No soy ningún héroe.[/Dante] – en ese momento me di cuenta de que no era la primera vez que lo decía hoy, tenía que recordar no volver a repetirlo o empezarían a pensar que tenía algún tipo de complejo. No era así, simplemente no había nacido para esa vida, Logan había sido un héroe, un Daë, si aceptaban a gente como él yo no quería tener nada que ver.

    – [Chloe]Si te vas, quedarás como un fracasado[/Chloe].- replicó mirándome.

    – [Dante]No me importa lo que piensen los demás.[/Dante] – admití, cabreado por su acusación. – [Dante]Los demás pueden arreglárselas sin nosotros y sé que volverán a casa. Prefiero tomar el atajo.[/Dante] – allí había héroes de verdad, descendientes de héroes de verdad y gente con vidas dignas de elogio. Yo era un mecánico huérfano hijo del típico malote de peli de los noventa que nunca debía haber tenido hijos.

    – [Chloe]Si lo tuvieras tan claro, no habrías venido a contármelo[/Chloe].- mis ojos recorrieron el movimiento de sus labios mientras marcaban cada palabra. Admiraba su confianza.- [Chloe]Has venido para que te diga lo que te estoy diciendo: FRA-CA-SA-DO[/Chloe]. – borrad lo que había dicho antes de la admiración, ahora estaba cabreado.

    – [Dante]No, he venido porque cuando vuelva a casa tú serás una recién nacida y no volveremos a vernos, al menos en veinte años.[/Dante] – me hervía la sangre y se me había soltado la lengua demasiado. Vale, sí, la situación no me hacía ni puta gracia. Si pasaba algo entre nosotros, luego sería yo el que tendría que volver a casa y ver que era un bebé. Desde que había tenido tiempo para detenerme a pensar, esa mierda de diferentes tiempos me estaba jodiendo vivo.

    – [Chloe]¿Cómo se llama esa película vieja? Esa del licántropo que se enamora de una niña recién nacida[/Chloe]- fruncí el ceño. Conocía la referencia, Elle había insistido en ponerla en InfiniTV hacía años.

    – [Dante]¿Me estás comparando con Crepúsculo?[/Dante] – pregunté, ofendido. Con el puto licántropo descamisado y hormonado. – [Dante]Das por hecho que estoy enamorado. Ni siquiera nos hemos besado.[/Dante] – en la versión porno en mi cabeza en la que tenía dieciocho años, era de mi mundo y se tomaba de forma literal mi referencia a no habernos besado. La vida real era mucho más jodida siempre.

    – [Chloe]Era broma, pero viendo lo mal que te ha sentado, seguiré con ella[/Chloe].

    – [Dante]Supongo que lo dices porque estás deseando que sea verdad.[/Dante]

    – [Chloe]Eres demasiado viejo para mí[/Chloe].- ya estaba otra vez. No debíamos llevarnos más de cinco o seis años, en ese momento claro, en mi tiempo…en fin, mejor no pensarlo para no terminar imaginándomela en pañales.

    – [Dante]Tienes razón. Si pasa algo luego no me atrevería a volver a casa.[/Dante]

    -[Chloe]No pienso besar a un tío que se larga cuando sus amigues le necesitan[/Chloe].- espetó levantándose. Eso sonaba a chantaje.- [Chloe]Ni siquiera ahora que me pareces ligeramente hot[/Chloe]. – reconozco que eso hizo un poco de daño a mi orgullo. Estaba acostumbrado a que se me resistieran pocas personas.

    – [Dante]Mejor así. No soy buena influencia.[/Dante] – me puse en pie preparado para alejarme. Ella me dijo adiós con la mano y volvió a colocarse los auriculares. Apenas di un par de pasos antes de encontrarme el rostro serio de Ezra. Marcó una sonrisa para la que hacía falta una lupa a modo de saludo.

    – [Dante]Al final la encontré.[/Dante] – comenté pasando a su lado.

    -[Ezra]¿Y por qué parece que la cosa no ha ido bien?-[/Ezra] respondió él. Para ser un tío con un pasado tan traumático, parecía bastante impasible.

    – [Dante]Estoy acostumbrado, sobre todo hoy. No es la primera persona a la que le parece mal que me vaya.[/Dante] – aclaré. Poco sentido tenía ocultarlo, ya me pondrían verde cuando me fuera.

    – [Ezra]Puedes marcharte si quieres, pero no hagas ninguna tontería. Como ir tras Omega tú solo.-[/Ezra] le miré a los ojos y no pude evitar que mi cara estuviera más seria.

    – [Dante]No puedo prometer nada.[/Dante] – le dije. Si me la cruzaba en cualquier momento usaría cualquier cosa en mi mano para acabar con ella, incluido este maldito poder.

    Noté una sombra detrás y me giré. Chloe me estaba imitando.

    – [Dante]Muy madura.[/Dante]

    – [Ezra]Me voy a la ducha[/Ezra].- Chloe y yo manteníamos un duelo de miradas. Se dirigió a las duchas de la piscina. La verdad es que eso de ser de un futuro chungo le había debido dar un buen físico, pero tantos años congelado le habían dejado en los huesos. Por suerte parecía que estaba volviendo a su ser. Aun así si tenía que elegir un MacLay me quedaba con Chloe, él ya parecía muy entretenido con la reina de la navidad.

    – [Chloe]Seré una inmadura, pero al menos hago lo que tengo que hacer[/Chloe].- no parecía dispuesta a dejarlo estar.

    – [Dante]No tengo ningún contrato con los Daë.[/Dante] – repliqué.

    – [Chloe]¿Y con el resto tampoco?[/Chloe]- estaba tan enfadada que su voz salió más chillona que de costumbre.

    – [Dante]Eso depende de vosotros, no de mí. Yo vine a hacer otra cosa.[/Dante] – a matar a esa hija de perra que me había robado a mi madre.

    – [Chloe]TE-ESTOY-DICIENDO-QUE-SI-LAS-DEMÁS-PERSONAS-QUE-ESTAMOS-EN-ESTA-NAVE-TE-IMPORTAMOS-UNA-MIERDA[/Chloe]. – gritó, plantándose frente a mí.

    – [Dante]No, pero también podéis venir. Que se encarguen los otros de encontrar a los que faltan.[/Dante] faltaban dos o tres Daë de ese mundo, en lo que para nosotros habían sido semanas, para ellos habían sido años de experiencia luchando allí, estaban más preparados que unos postadolescentes que ni siquiera habíamos solucionado nuestros problemas internos.

    – [Chloe]¿Pero tú estás delusional o cómo va lo tuyo? Yo he venido aquí por algo y cuando me vaya, en tu mundo seré una niña que no tendrá ni dientes aún[/Chloe].- parecía una rabieta digna de una chiquilla. En ese momento la vi más pequeña de lo que debía ser.

    – [Dante]No tiene sentido que discutamos esto.[/Dante]- hice un gesto con la mano, dejándola por imposible, no quería decir nada de lo que me fuera a arrepentir.

    – [Chloe]¡Pues claro que tiene sentido![/Chloe] – exclamó.

    – [Dante]No, Chloe, no lo tiene.[/Dante] – no era capaz de quedarme callado si no paraba de una vez. – [Dante]Si vuelvo, no volveré a verte, o peor que eso. Si me quedo, moriré, tú misma lo dijiste. Incluso puede que si vuelvo muera de todas formas. Tengo los días contados, para que me voy a preocupar.[/Dante] – mierda, ya había vuelto a hablar de más. No quería que pensaran que me preocupaba por una pseudoprofecía. Si iba a morir al menos que fuera haciendo lo que me daba la gana.

    – [Chloe]Mi mundo es solo una posibilidad. Puede que haya a hundred en los que estés vivo[/Chloe].- ella misma debía ser consciente de que no sonaba muy convencida.

    – [Dante]Para ser una posibilidad yo te veo muy real.[/Dante] – sin pensarlo le toqué el brazo. Tenía la piel suave, pero su pelo se erizó.

    Ella se quedó mirándome. Reconocía esa mirada, pero supo controlarla.- [Chloe]Alguien me dejó una nota diciéndome que viniera a buscarte[/Chloe].- confesó.- [Chloe]Si te vas ahora, no sé qué pretendía esa persona, pero no lo habré conseguido[/Chloe].

    – [Dante]Si no me voy ahora tendrás que irte tú, porque no creo que haya nave bastante para los dos.[/Dante] – ya tenía poco sentido mentir. No iba a ser capaz de vivir en el mismo sitio que ella mucho tiempo más sin meter la zarpa.

    – [Chloe]¿Tanto te molesto?[/Chloe] – preguntó ella, ofendida.

    – [Dante]Se te han puesto los pelos de punta cuando te he tocado el brazo y sé que yo no tengo cabeza.[/Dante] – admití.

    – [Chloe]Es que hay corriente[/Chloe].- apartó por un momento la mirada. Los dos sabíamos que mentía. Tenía tantas ganas como yo, por eso tenía que irme ya, antes de que las cosas tuvieran que terminar de una forma rara.

    – [Dante]No te lo crees ni tú.[/Dante] – repliqué. – [Dante]O me voy o empezará algo que no va a acabar bien.[/Dante] – le dije. Escuché el sonido de un cuerpo sumergiéndose al agua. Ezra ya había salido de la ducha. Esperaba que no me hubiese oído hablar sobre lo que podía pasar con su hermana pequeña.

    – [Chloe]Me voy yo a la ducha[/Chloe].- dijo ella.- [Chloe]Nos vemos dentro de veinte años[/Chloe]. – se giró, tan ofendida que su coleta ondeó.

    – [Dante]Suerte lidiando con ella los próximos 20 años. [/Dante] – grité para que Ezra me escuchase, pero también ella. Estaba enfadado, pero antes de darme la vuelta no pude apartar la mirada mientras ella se alejaba. Su maldito bikini alegraba demasiado la vista.

    Me di la vuelta, deseando estar a solas arreglando esa puta bisagra hasta el momento de irme de allí. Mejor que pensaran que era un cobarde a que pensaran que era Jacob Black. Y sí, me sé hasta el puto nombre. A Elle le gustaban y siempre ha sido adorable.

  • NUESTRO JUEGO

    Ellie – Nave

    Mañana

    Todavía me estaba incorporando cuando escuché que alguien tocaba a la puerta. Jane hacía rato que se había levantado. Me había dicho que quería hablar con su hermano y eso me inquietaba, pero quién era yo para meterme en su relación. Mi mejor amiga ahora era telétapa y eso significaba que habíamos dejado de tener secretos para ella. El problema, es que Jane estaba convencida de que poseía el don de la razón absoluta y eso la había llevado a equivocarse muchas veces en su vida, pero seguía sin aprender.

    – [Idris]Que alegría verte menos…lacónica.[/Idris] – comentó Idris con una enorme sonrisa después de que le dijera que pasase.

    Aún llevaba el pijama de unicornio y él ya se había vestido, pero eso no me impidió acercarme a darle un abrazo.- [Elle]Ha sido duro, pero Ezra es un buen tío[/Elle].- me detuve a olerle un poco el cuello. Fue algo instintivo. Idris olía muy bien.

    – [Idris]No todo lo duro es malo.[/Idris] – sonrió bajando la mano por mi espalda.

    – [Elle]¿Qué tal en el cuerpo de Elliot?[/Elle]- pregunté cuando nos separamos.

    – [Idris]Yo no sé cómo el chaval se mantiene entero, supongo que porque nació así, pero eso de no sentir nada…[/Idris]

    – [Elle]Ven, vamos a sentarnos[/Elle].- tiré de su mano y le hice un sitio a mi lado.- [Elle]Sobre lo de Elliot, me imagino que es por lo que dices. Digamos que sería como una persona que nace con discapacidad visual[/Elle].

    – [Idris]Acojona.[/Idris] – sentenció y le di la razón.

    – [Elle]Tengo la impresión de que hace meses que no hablamos[/Elle].

    – [Idris]Los Daesdi han debido cansarse de jugar a los Sims Moondies. Seguro que están con el Animal Crossing. Jodido Tom Nook, maldito mapache capitalista.[/Idris] – alzó el puño y me eché a reír.

    – [Elle]Ahora en serio, ¿cuánto crees que va a durar esto? Tengo miedo de volver un día a la Tierra y que hayan pasado cien años[/Elle].

    – [Idris]Bueno ya vamos por la mitad o más de mundos, son catorce como el zodiaco ¿no?[/Idris] – empezó a decir. – [Idris]Ya hemos estado en…Japón malrollero, guerra y paz, Roma no se hizo en una hora, Egipto, el oeste, la revolución olorosa, medio siglo veinte, la Edad Media, un libro de escoceses calentorros, un mundo de elfos jodidos, vikingos pasados por agua y la prehistoria. Doce, así que quedan…¿dos? [/Idris] – su sonrisa se ensanchó. – [Idris]En nada estaremos en casa y además, por lo que ha dicho tu tío MacLeod, el tiempo pasa mas rápido aquí que allí, quizá volvamos a la misma vida pero más arrugados.[/Idris]

    – [Elle]A ver si, al menos, conseguimos ser un equipo como lo eran los Moondies[/Elle].- lo dije sin convicción. No terminábamos de encajar. Éramos un grupo enorme y parecía como si tuviéramos las pilas medio gastadas. Supongo que estar encerrados en una nave en mitad del espacio no ayudaba a tener el mejor de los humores.

    – [Idris]Podemos pedirle a Ruby que haga un Easy. A los Moondies les fue bien, mira cuantos retoños hay aquí y qué bien va la Escuela de tu madre con la generación Easy.[/Idris]- bromeó.

    – [Elle]Deja la natalidad como está[/Elle].- moví las manos.

    – [Idris]También hay gomitas, muchas gomitas. Infinitas.[/Idris] – mi menté no tardó ni un segundo en imaginarnos en la cama, en la ducha, en una tumbona, en el cuarto de máquinas…

    Le di un golpecito en el hombro para que cambiara de tema.- [Elle]¿Quieres dejar de pensar en eso?[/Elle]

    – [Idris]Vaale.[/Idris] – agradecí que no fuera telépata y cambió de tema.- [Idris]¿Te dio miedo el licántropo?[/Idris]

    – [Elle]Me daba miedo hacerle daño a alguien[/Elle].- recordé cómo me había sentido y reprimí un escalofrío.

    – [Idris]Pero pudiste encerrarte. Controlas más de lo que piensas.[/Idris]

    – [Elle]Por suerte, ahora está en manos de Ezra, que sabe lo que hace[/Elle].- suspiré aliviada.- [Elle]Se ha tirado veinte años encerrado en una cápsula. Eso es un confinamiento y no el del Covid19[/Elle].

    – [Idris]En parte tengo ganas de salir otra vez, me da mal rollo sentarme a esperar después del enjambre de muertos y el «cariño he cambiado de cuerpo a los niños».[/Idris]

    – [Elle]Al menos, vamos a tener un montón de anécdotas[/Elle].- le resté importancia, aunque a mí tampoco me hacía ninguna gracia sentirme una marioneta del destino.

    – [Idris]A los Moondies les dieron regalos, espero que uno de los míos sea la Kvasir. ¿Te la imaginas de chiringuito en la playa medio enterrada?[/Idris]

    Nos imaginé en Merelia con un chiringuito que solo funcionase durante los meses de verano, en el que venderíamos las bandejas de pescado al doble de lo costaban (triple si eran guiris) y durante el invierno, nos dedicaríamos a estar con nuestros hijos.

    – [Elle]Tiene pinta de que esta nave ha estado aquí antes y estará aquí después[/Elle].- la Kvasir parecía perdida en en el tiempo y en el espacio, como nosotros.

    Él me miró a los ojos.- [Idris]Siempre me quedará Coquito.[/Idris]

    Me acerqué y le di un beso rápido en los labios.- [Elle]Voy a cambiarme, que me muero de hambre[/Elle].- comprobé que la puerta estuviera bien cerrada y le pedí a Idris que cerrara los ojos mientras me cambiaba.

    Los dos sabíamos que no iba a hacerlo, pero ese era nuestro juego.

  • MENTE Y CORAZON

    OWEN WILLIAMS

    LA KVASIR – MAÑANA

     

    Querido diario, hoy ha pasado algo maravilloso y no es precisamente el que este escribiendo dos veces en una semana. Ya se que gracias a ti soy el favorito de la futura generación que te encuentre, pero tenía que escribir de nuevo porque Amy y yo hemos hablado… bueno charlado… ¿cruzados dos palabras?. El caso es que me levante temprano para mi habitual rutina de ejercicio, este cuerpo no se mantiene solo sabéis, si me dejara sería una pelota, tengo un metabolismo de mierda, no se como lo hace el resto. Total, que tuvimos un breve encontronazo por los pasillos de la nave y tras una sesión de entrenamiento que pase pensando en ella y la leche que se pego contra una columna, parece que no soy el único que se levanta zombie por las mañanas, fui a por un poco de agua y ver como se encontraba.

    La encontré en la cocina con su hermana Kaylee y parecía encontrarse bien. Nuestras miradas se cruzaron un segundo saltaron chispas. En todo este tiempo nunca me había mirado así, de hecho creo que nunca lo había hecho. Era como si me estuviera viendo por primera vez. Madre mía que ojos, y que guapa a buena hora de la mañana. Amy poseía una belleza natural no retocada con maquillajes y filtros, y mejor me centro que empiezo a desvariar.

    El caso es que decidió acompañarme de nuevo hasta el gimnasio. Vale que pasamos todo el camino en silencio, pero ya era más de lo que había conseguido. ¿Estuve tentando de agarrarle la mano? si. ¿Se me erizaron los pelos del brazo cuando apenas nos rozamos caminando? También. Tras llegar a nuestro destino decidí romper el hielo hablando primero, porque a este paso nos hubiésemos quedado todo el día mirándonos el uno al otro, cosa que no me hubiese importado.

    – [Owen]¿Te encuentras bien? El intercambio de cuerpos ya ha pasado.-[/Owen] Me fije en que iba descalza. Los del rollo este monje tibetano eran Leo y Noah, pero en Amy imagine que era por ser como era. El ir descalza debía darle cierta sensación de libertad. En el poco tiempo que pase con ella puede notar que Amy era capaz de percibir todo de una manera mucho más profunda y… oh dios mio debo de apestar a sudor.

    – [Amy]He estado hablando con mi hermana y me ha dicho que te estoy tratando regular[/Amy].- Añadió suspirando, pero no era el típico suspiro de Owen me tienes hasta el coño. Si, se lo que significan los suspiros de mi crush. ¿Acoso vosotros no?. Muy mal.

    – [Owen]Tranquila, me encanta esta relación pasivo paso de tu culo moreno que nos traemos[/Owen].- En realidad no, me sentía como el típico empollón que se enamora de la animadora guapa popular del instituto. Espera lo mismo no habéis entendido esta referencia, es como si fueras un humano básico y te enamoras de la chica más molona de toda la galaxia.

    – [Amy]De todas formas, me gustaría pedirte disculpas[/Amy].- ¿Qué esta pasando? ¿Por que no aparta la mirada?. Tranquilo Owen, no la apartes tú. Dios el corazón me va a mil, y seguro que ella lo esta notando… no, puede que piense que es del ejercio. Maldia sea Owen tranquilízate, tortazo mental.

    – [Owen]Disculpas aceptadas[/Owen].- Hecho, después de esto solo podíamos ir a mejor. ♥

    – [Amy]Gracias[/Amy].- Murmuro bajito. Era adorable. Nos quedamos mirándonos unos segundos. ¿Es ahora cuando nos besamos, verdad? Si, creo que es ahora. Es decir el momento lo esta pidiendo. Yo lo estoy notando. Ella lo esta notando. Tu sentada en la comodidad de tu sofá en casa o en los mandos de una nave espacial que esta leyendo esto para entretenerse lo esta notando.

    – [Jane]Owen, te estaba buscando para hablar contigo, pero veo que tienes compañía[/Owen].- Bendito don de la oportunidad tiene mi hermana. Voy a matar a Xander para joderle su historia de amor. No, porque los quiero a los dos, pero mira… esto no lo olvido.

    – [Owen]Discúlpame un momento, será un segundo.-[/Owen] Le puse mi mejor sonrisa de por lo que más quieras no te marches ahora y me acerque hasta Jane. – [Owen]Dime hermanita, ¿Que necesitas?.[/Owen]

    – [Jane]Precisamente venía a hablarte de esto[/Jane].- Cuando le incomodaba a Jane tendía a aumentar el nivel de su voz, pero en este caso apenas lo dijo en un susurro para que Amy no le escuchara con su super oído. He sido Amy, lo ha escuchado seguro.

    – [Owen]Si, ya se ha disculpado.-[/Owen] Me gire para ver si seguía allí. Tenía la cabeza agachada y hacia círculos en el suelo con los dedos de sus pies haciendo como que no nos escuchaba.

    – [Jane]Ya, pero…[/Jane]- Su cara era de circunstanciaría. Porque no me dejas ser feliz, yo te dejo ser feliz. Yo luche por tu felicidad. En el fondo entendía lo que le preocupaba.

    – [Owen]Hermana, se que puedes leerme la mente. Miau, miau, miau. Y ahora dime qué has leído.-[/Owen] Quería que me digéra lo que había visto en Amy, pero no debio de entenderme. A veces es que me expreso mal, o pienso en gatitos.

    – [Jane]Miau, miau, miau. Pero no eres tú el que me preocupa[/Jane].- Espera, espera. Si no soy yo. El bala perdida de esta relación casi imposible el que le preocupa entonces. Así es habido lector de mi diario que debe de estar flipando tanto como yo. Amy ahora miraba hacia el techo mientras seguida dibujando con el pie. Era como si estuviera danzando.

    – [Owen]¿Entonces que es lo que te preocupa?.-[/Owen] Bueno ya se que soy yo lo que le preocupa, la verdad no se porque pregunto.

    – [Jane]Lo de ser amigos no va a salir bien[/Jane].- Quiero a mi hermana, de verdad. Pero ahora mismo me estaba matando. Amy pareció no aguantar más el hacer como que no nos escuchaba y se marcho por la puerta. Si, la mano se me quedo colgada en el aire como si estuviera intentando pararla.

    -[Owen] Ya bueno, pero yo no quiero que seamos solos amigos.[/Owen] Así, remarcado y en negrita. Que se note.

    Stefy
    – [Jane]Ya, ella tampoco[/Jane].- Espera, espera. ¿Confirmamos entonces? Que mi hermana lee la mente señores. Le gusto a Amy McLeod. LE. GUSTO. – [Jane]Y como te muerda, estás muerto[/Jane].-Se cruzo de brazos a la defensiva y yo tuve que pensar en gatitos para no imaginarme a Amy y viceversa mordiéndonos.- [Jane]Yo diría que tiene pensado morderte[/Jane].- A Jane le dio grima solo de pensarlo y yo tuve que negar varias veces con la cabeza porque estaba flipando. Esto había escalado rapidamente. QUE HACE CINCO MINUTOS SE ESTABA DISCULPANDO.

    – [Owen]No te preocupes, mira su madre, están con un lican y la cosa les ha ido bien. Además seguro que hay una cura.-[/Owen] Yo siempre optimista. Seguro que el futuro tenéis una cura para estar tan tranquilos con licantripos. Cabrones suertudos.

    – [Jane]Su madre se tragó una piedra en las pruebas para poder…ya sabes…con tranquilidad[/Jane].- Me aclaro, a Jane le costaba hablar de estar cosas. Con Elliot uso los termino de polinización, luego yo fui mas directo, al final fue nuestra madre la que uso toda las terminologías adecuadas.

    -[Owen] Es sexo Jane, puedes decirlo. Y si tengo que tragarme un pedrusco por ella pues… Me lo tragó.-[/Owen] Como si me ponen una maldita fuente de piedras, como si me ponen una piedra tan grande como el puñetero Daë de piedra. Después de esta revelación como si tengo que comerme la puñetera luna.

    – [Jane]Aghhhhh[/Jane].- Se tapo la cara incomoda.

    -[Owen] Ten la mente abierta Jane, tú tienes a Xander… Bueno mejor no la tengas abierta.-[/Owen] No pienses en cosas subidas de tono con Amy, no pienses en cosas subidas de tono con Amy…

    – [Jane]¡Es diferente![/Jane]- Claro como Xander le desactiva los poderes. Mucho oh quiero ser un héroe pero mira que contento ahora que esta con mi hermana. No se va a deshacer de ese poder en su vida. EN SU VIDA.

    -[Owen] Claro como Xander es un puñetero interruptor de poderes. Un momento… ¿Y si lo pongo en la habitación mientras…?-[/Owen] Podríamos ponerle unos cascos de Infinity Band y mientras tanto… Yo lo veo, pero claro la licantropia no es un poder.

    – [Jane]¡Owen, por favor![/Owen]- Suspiro como nuestra madre. Si, que me conozco los suspiros de todo el mundo.- [Jane]Lo mejor que puedes es mantener las distancias con Amy[/Jane].

    -[Owen] Lo intentare… sabes que voy a ir ahora mismo tras ella y voy a besarla, ¿verdad?.-[/Owen] A ver, que nunca tendría secretos con mi otra mitad, pero bendita la hora en la que le dieron el poder de la telepatía-

    – [Jane]Es que no me hacéis caso nunca y luego pasa lo que pasa…[/Jane]- Suspiro con fuerza.

    – [Owen] Eres la sensata de la familia. Los demás somos unos casos perdidos.-[/Owen] De verdad, no os hacéis una idea de lo bien que esta Jane para la familia que le ha tocado. Cargando con todo desde pequeña con un desastre de padre y como el gato y el ratón con nuestra madre. Elliot, el bala perdida de Owen…

    – [Jane]Pues hazme caso esta vez e intenta ser solo su amigo[/Jane].- Puso las manos como su estuviera rezando. Implorándome que usara la cabeza.

    -[Owen] Bueno….-[/Owen] En este punto me fui poco a poco hacía la puerta, mientras una señora negaba con el dedo partiéndose de risa en mi cabeza.

    – [Jane]Podías disimular un poco[/Jane].

    -[Owen] Tienes razón. Te quiero. Adioooooos.-[/Owen] Lo ultimo que pude ver al salir del gimnasio era la cara de tristeza de Jane. Anduve por los pasillos buscando a Amy hasta que di con ella. Estaba al fondo del pasillo apunto de volver a su dormitorio. Nos quedamos unos segundos que francamente me parecieron horas mirándonos fijamente. Amy sonrió, pero sonrió de verdad, no una mueca, una sonrisa de verdad con sus pequeños hoyuelos en las mejillas. Era la primera vez que le veía sonreír de verdad. Mira me temblaron hasta las piernas, me sentí el niño de quince años más afortunado de esa nave. La chica guapa y popular se había fijado en el pardillo.

    Amy se metió en su habitación estarás pensando waaaaa, aquí viene la parte ultra romantica en la que se declaran, se besan y tienen sexo desenfrenado pero seguro, con protección, sin mordiscos y arañazos. Sonando una banda sonora ultra épica de fondo. Con el tintineo de campanas a lo lejos, con botellas de champan descorchadas…

    Pues no. Me quede como un pasmarote mirando hacia el fondo del pasillo a la más absoluta nada. Pensando en esa sonrisa que me acaba de dejar KO y en como le jodería la vida a Jane si me estuviera muriendo después de todo lo que le había hecho pasar. PERO PORQUE TENGO QUE SER TAN JODIDAMENTE DESGRACIADO.

     

  • LAS CARTAS SOBRE LA MESA

    Amy – Nave

    Mañana

    Había sido una noche en blanco y me desperté como si me hubieran pegado una paliza. Mi condición de licántropa me hacía resistente, pero cuando se acumulaban las noches sin dormir, el cansancio empezaba a hacer mella. Salí de la habitación como una autómata en dirección a la cocina. ¿Mi misión? Bañarme en un cubo de café y mordisquear un par de galletas con desgana. La depresión, esa que nunca me había abandonado del todo, me forzaba a veces a coquetear con los trastornos alimenticios. No es algo de lo que esté orgullosa, pero este es mi diario y solo puedo decir la verdad y nada más que la verdad.

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  • FE, ESPERANZA Y ENGAÑOS

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MAÑANA

    Me removí en la cama un par de minutos hasta que fui consciente de que no iba a dormir más. Con todo lo de la noche anterior nos habíamos acostado tarde hablando y no me había dado cuenta de dejar tapadas las ventanas del cuarto. El sol me había desvelado, pero me encontraba bastante bien de energía, sobre todo ahora que volvía a estar en mi cuerpo. Sentía la necesidad de que necesitaba recuperar el tiempo perdido.

    Desayuné y me di una ducha antes de volver a la habitación, pero era tan temprano que no esperaba encontrarme a Lexie en mitad del pasillo.

    – [Noah]Has madrugado.[/Noah] – dije, alegrándome de verla. Estaba acostumbrado a despertarme con ganas de hablar con ella, pero asumía que Lexie no era de madrugar, si no más bien de acostarse tarde. – [Noah]O no te has acostado todavía.[/Noah] -razoné. venía con ropa de calle y tenía aspecto de cansada, aunque tenía un brillo en la mirada que llevaba tiempo sin verle.

    – [Lexie]Voy a acostarme ahora[/Lexie].- aclaró con un bostezo. Nada más abrir la puerta escuchamos los ronquidos de Niall.

    – [Noah]Puedes dormir en la mía si quieres, no hay nadie ahora.[/Noah] – su respuesta fue cerrar la puerta de su cuarto y caminar hasta el mío. Fui detrás de ella por si necesitaba algo para acomodarse. – [Noah]Era difícil distinguirlo, siempre estás estupenda.[/Noah] – las sonrisas con ella siempre me salían solas. Por regla general, trataba de sonreír aunque fuera ligeramente para facilitar las conversaciones y que la gente se sintiera bien. Pero con ella no y eso era una de las cosas que me habían hecho darme cuenta de lo que sentía. Aunque también me había confundido durante un tiempo al tener facilidad para sonreír tanto con «Lexie» como con «Allie».

    – [Lexie]Dime algo que no sepa[/Lexie].- parpadeó mostrando todo el encanto de sus pestañas. Lexie era una tanuki, así que junto a la creación de ilusiones y la posesión de muchos aspectos, venía el «encanto». Según los libros tenía un don para ello, no sé si era algo pasivo o llegaba a utilizarlo siquiera, pero estaba convencido de que con encanto o sin él, a mi me volvería loco de igual forma..

    – [Noah]Lo de que nos has salvado a todos también lo sabes.[/Noah] – me acerqué a ella y le pasé una mano por la cintura. Los gestos de cariño me habían resultado siempre difíciles. En casa estaba acostumbrado a verlos con naturalidad, incluso en mis tíos y tías. No se debía a algo que hubiera visto a ninguno si no a mi propia personalidad que había venido cargada de introversión y miedo al rechazo. Con Lexie, una vez pasadas las primeras veces, todo era más fácil, con ella me salía una parte de mí con la que estaba cómodo, los gestos de cariño eran naturales, espontáneos.

    – [Lexie]Las manos van al pan y yo aún no he dormido[/Lexie].- me recordó, con una sonrisa algo cansada por la falta de sueño.

    – [Noah]Pensé que eras un ave nocturna.[/Noah] – le repliqué, esperando mientras se cambiaba la ropa para dormir más cómoda.

    – [Lexie]Ni diurna, ni nocturna[/Lexie].

    – [Noah]¿Estás bien?[/Noah] – pregunté. Parecía muy callada y eso era señal de que algo le rondaba la cabeza. No había visto tan clara esa parte de ella hasta venir aquí, pero eso también se debía a que antes de todo esto pensaba que eran dos personas diferentes.

    – [Lexie]Tengo noticias[/Lexie].- respondió sentándose en la cama. Me senté a su lado.

    – [Noah]Cuéntame.[/Noah]

    – [Lexie]Hay un tío que nos puede llevar de vuelta a la Tierra[/Lexie].

    Los ojos de Lexie estaban clavados en mí, esperando mi reacción. Hasta el momento la conocía, pero después del tiempo que llevábamos dando vueltas por los mundos del Cúmulo y después del peligro en el que nos habíamos visto metidos la noche anterior, la idea de que Lexie y todos los que no querían seguir con esto se alejaran de tanto peligro, resultaba tranquilizadora. Aun así, no me hacía ilusiones, si se iban era posible que no les volviéramos a ver. Nada nos garantizaba que nos diesen el camino de vuelta cuando reuniéramos a los Daë. – [Noah]Te ayudaré a encontrarlo si quieres marcharte.[/Noah] – le aseguré, tratando de poner toda mi convicción mientras reprimía una lucha interna.

    – [Lexie]No creo que sea difícil de encontrar, pero no nos va a salir barato[/Lexie].- comentó, mirándose las uñas, que había debido hacerse al poco de volver a su cuerpo.

    – [Noah]Bueno, sea como sea, te ayudaré.[/Noah] – puse mi mano sobre la suya, viendo a través de toda aquella ilusión de seguridad. Lexie era dura, decidida, fuerte, pero a fin de cuentas, humana. Solo los héroes y heroínas de los libros no tienen dudas o miedo nunca. En la vida real, incluso llevando caminos como los nuestros y teniendo nuestros dones, el miedo está ahí todo el tiempo.

    – [Lexie]¿Te imaginas? Esta nave de mierda se queda aquí y yo me voy meneando el pandero[/Lexie].- se puso en pie, sonriendo y dio un giro, orgullosa por haber dado con aquella información. Asentí, tratando de disimular.

    – [Lexie]¿Te has ido a Honalulú y has vuelto?[/Lexie]- me preguntó, acercándose y sentándose sobre mis rodillas. Notar su peso sobre mí me reconfortó pero a la vez temí no volver a sentir algo así en mucho tiempo.

    Le sonreí y la miré a los ojos, sabiendo que así me sería imposible mentirle. –  [Noah]No. Es que…te echaré de menos. Pero me alegro de que puedas alejarte de esto.[/Noah]

    – [Lexie]Volveremos a vernos. No seas dramas[/Lexie].

    – [Noah]Ya. Ya. Lo sé. Saldré de aquí. Todos lo haremos. Y volveré.[/Noah]

    – [Lexie]Y el Oscar es para…[/Lexie]

    Fingí mirarla mal. Ahora que el shock inicial de descubrir su «engaño» había pasado, había tenido tiempo a comprender sus intenciones y a conocerla mejor. Me resultaba muy difícil, por no decir imposible, enfadarme con ella. Podía admitir sin ningún miedo que la quería, que para mí, era Selardi. Pero dudaba que ella estuviera preparada para escucharlo.

    – [Noah]No te metas conmigo.[/Noah]

    – [Lexie]Respeto tus sentimientos, pero…[/Lexie]- sonrió imitando una cara de malicia que alguna vez si había puesto de verdad. Lo reconocía porque le salía una arruga en el puente de la nariz muy graciosa.

    – [Noah]Vas a tener que compensar ese agravio.[/Noah] – fruncí el ceño y puse una mirada pícara. Conocía el punto débil de Lexie Fenris y pensaba aprovecharlo. Mis manos fueron más rápidas de lo que ella podía evitar y las cosquillas empezaron a repartirse por todos esos puntos en los que más se le concentraban.

    – [Lexie]¡PARA, PARAAAA![/Lexie]- pidió, riéndose. Daba manotazos para liberarse y alguno dolía, pero solo consiguió que cayéramos sobre la cama.

    – [Noah]Ah no, me voy a vengar.[/Noah]. – seguí haciéndole cosquillas hasta que me di cuenta de que se las estaba haciendo a mi propio cuerpo. Lexie había creado una ilusión en la que era yo mismo. – [Noah]Ya le has quitado la gracia. No soy narcisista.[/Noah] – puse cara de asco.

    Ella se echó a reír y recuperó su aspecto. Sonreía aún y su pecho subía y bajaba al haberse acelerado su respiración por las cosquillas. Estábamos uno al lado del otro, muy cerca. Nuestros labios se acercaron sin poder saber quién lo había hecho primero. Quizá ambos. Mientras estábamos así, unidos, el tiempo pareció pasar de forma diferente. Incluso mi «ansia» por hacer algo había desaparecido, no tenía prisa, podía pasarme así todo el tiempo. Por desgracia había que respirar.

    – [Lexie]Bueno, ¿me haces el desayuno?[/Lexie]- me pidió sonriendo.- [Lexie]Así cojo fuerzas[/Lexie]. – propuso. No sabía si ahí tenía que entender algo o no.

    – [Noah]Qué morro tienes.[/Noah] – le dije. Atravesé el pasillo a toda velocidad y me puse a prepararle el desayuno. Os diré una cosa, no hay nada que me inquiete más que los microondas. Preparé todo el desayuno y el café aún estaba dando vueltas en aquél aparato infernal que apenas había evolucionado más allá de que ahora estaba dentro de una nave espacial y según Henry, era menos nocivo y consumía menos.

    – [Lexie]Gracias[/Lexie].- dijo Lexie cuando al fin se lo llevé. Di gracias de que siguiera despierta, quería aprovechar al máximo el tiempo con ella.

    Me quedé por allí, leyendo un libro de ciencia ficción en uno de los lectores de libro electrónico de la biblioteca y de vez en cuando alzaba la mirada para verla mientras comía. Por muy duro que fuera el camino que tenía por delante, nada lo sería tanto como tener que pasarlo sin Lexie. Pero si eso garantizaba que estuviera a salvo y contenta, seguiría adelante, y tenía claro que no me quedaría en el Cúmulo. Usaría cada recurso a mi disposición para volver con ella, para llevarnos a todos a casa.

    Una de las veces que levanté la mirada, vi que Lexie ya se había quedado dormida. Tenía aspecto de cansada por lo profundo que estaba durmiendo. Tras mucho tiempo pasándolo mal y luchando por estar en un sitio que no quería, al fin tenía una opción de estar a salvo, así que por mucho que disimulara ese estrés le había pasado factura. Me llevé el desayuno y la cubrí con las sábanas antes de sentarme en la butaca a leer aprovechando la luz natural. Quería aprovechar cada minuto cerca de ella.