Moondale

Categoría: 4×09 – A Change of Hearts

  • VERDADES DEL PASADO

    LEO ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Traté de esforzarme, reuniendo toda la calma que pude encontrar. La desesperación me rodeaba, notaba que en cualquier momento el pánico se podía apoderar de mí. Me consolé en el hecho de que al menos en ese cuerpo convertirme de pronto en licántropo no era una amenaza. Fue entonces, con ese alivio, cuando funcionó.

    El mundo empezó a ir más rápido a medida que yo iba más despacio. Por fin veía a mi hermano caminar a mi lado a un paso normal en lugar de parecer casi inmóvil. Desde que estaba en su cuerpo había tenido que forzarme a volver más de una vez a ir más despacio y no era fácil. Descubrí rápidamente que no envidiaba su poder y que el miedo a correr tan rápido como para dejar atrás el mundo entero era peor incluso que el de perder el control ante el lobo.

    Noah me miró y pensé que quizás habría notado que estaba un poco más alterado. No podía estar seguro, con el cambio estaba empezando a entender por qué a la gente le costaba tanto entenderme. Mi cara tendía a ser seria e inexcrutable, había algo en ella que dificultaba saber en qué estaba pensando. Aunque desde luego con mi hermano al mando tenía las facciones más relajadas y dulcificadas de lo que solían estar conmigo.

    Me miró un par de veces más mientras subíamos andando las escaleras que llevaban a la planta principal y tuve claro que notaba algo. No iba a preguntar, nos conocíamos bastante bien y sabía que la mejor forma de saber si necesitaba algo era esperar a que se lo dijera.

    – [Leo]¿No te da miedo?[/Leo] – le pregunté. Él me miró, esperando una explicación más amplia. – [Leo]Perder el control. Ir demasiado rápido.[/Leo] – resumí. Me costaba encontrar las palabras para describirlo pero en mi mente se repetía una melodía que transmitía esa misma sensación de pesar, ese miedo y ese agobio por distanciarse tanto del mundo. Era una balada de soledad, de la más profunda y desoladora. La licantropía era una maldición, pero no era tan solitaria como llevar una vida a un ritmo distinto a todos los demás.

    – [Noah]Ah.[/Noah] – hizo una pausa, mirando hacia el suelo. – [Noah]Todo el tiempo.[/Noah] – añadió con una sonrisa tenue, cansada. Pensé si sería el esfuerzo de crear una sonrisa en una cara que no estaba acostumbrada a ellas, a las preocupaciones que le rondaban la cabeza en ese momento o a un tema que llevaba tiempo dando vueltas.

    – [Leo]Antes me daba algo de envidia.[/Leo] – supongo que era extraño que no hubiésemos llegado a hablar de ello, pero había sido un sentimiento que me había avergonzado durante mucho tiempo. La diferencia era que ahora sabía que ocultar las emociones, aunque dudase de su validez, solo empeoraba las cosas, tal y como había hecho con Kaylee y Amy. – [Leo]Te pareces a mamá y eres Rakkthathor. Y yo, me parecía a «Duke» y la licantropía terminó de hacerme sentir diferente.[/Leo] – era difícil describir lo liberador que resultaba pronunciar solamente aquellas pocas palabras. Era como si una carga que llevase toda la vida acumulada en mi pecho de pronto empezase a soltarse.

    – [Noah]Lo sé. [/Noah] – dijo él. Le miré y vi que tenía una sonrisa amable, la de alguien que no siente pena por ti, si no empatía.

    – [Leo]Pero contigo estaba bien, espero no haberte hecho nunca nada malo por eso.[/Leo] – aclaré. Conocía el peso y la oscuridad de ese sentimiento y siempre había tratado de luchar contra ello, en especial con mi hermano, que no tenía culpa de nada. Él negó y la congoja que había empezado a rodearme el corazón remitió. – [Leo]Era conmigo mismo.[/Leo] – confirmé.

    Ni mis padres ni mi hermano tenían la culpa de que me sintiera diferente, ni de que hubiera nacido diferente. Siempre había llevado las emociones de manera distinta a ellos y cuando llegó la adolescencia todo eso, las diferencias físicas, la licantropía, mi gestión de emociones, me golpearon con una fuerza arrolladora hasta que no pude más y encontré una forma de escapar. Pero es imposible escapar de uno mismo, los problemas te siguen y al final tendrás que enfrentarte a tus propios demonios. Eso era lo que llevaba tratando de hacer desde que habíamos llegado a esos mundos y podía asegurar que no era nada fácil, sobre todo aprender a hablar de mí mismo cuando nunca lo había hecho.

    – [Noah]Siempre he sabido lo que te pasaba, igual que papá y mamá.[/Noah] – explicó, mirándome a los ojos. – [Noah]Intentamos ayudarte a superarlo pero era difícil.[/Noah] – añadió. Me di cuenta de que trataba de hacerme ver que nuestros padres también se habían esforzado mucho porque sabía que con él siempre me había resultado más fácil no estar…enfadado. – [Noah]Toda la vida me he sentido orgulloso de ser tu hermano, de que a pesar de cómo te sentías, me tratases bien.[/Noah] – dijo finalmente. A él se le daba mejor hablar de lo que sentía cuando tenía confianza, en ese sentido era como ellos, aunque más reservado para algunos temas concretos. Si me paraba a pensarlo, en esa forma de ser directo para ciertas cosas, era yo quien me parecía más y mi hermano el que menos. Me encontraba más cómodo en mi desnudez y era más asertivo en lo que quería y lo que no, sin problema para hablar de sexo como si hablase de que me apetecía cenar un filete. Él era más tímido, no sé de quién le había salido.

    – [Leo]No sé en realidad si de no haberme convertido, las cosas serían muy distintas.[/Leo] – comenté cuando el pensamiento cruzó por mi cabeza. – [Leo]Al final necesitaba aceptar que soy diferente. Ahora mismo tú estás en mi cuerpo, con la licantropía y sigues siendo tú mientras que yo tengo tus poderes y me siento igual de aislado.[/Leo] – admití. Quizá no era todo culpa de ser licántropo a fin de cuentas, solo había sido un catalizador, una gota de agua que había colmado un vaso que ya estaba a punto de rebosar.

    – [Noah]Quizá serías diferente o quizá no. En un futuro en el que gobernaba Z eras joyero.[/Noah] – me recordó. Me había acostumbrado a escuchar de su boca las historias del pasado, como si se tratara de un cuentacuentos. Durante mucho tiempo había soñado verlas por mí mismo y ahora podía hacerlo, pero teníamos un problema entre manos que era más importante que perderme en la memoria de mis antepasados.

    – [Leo]No sé cómo llegué a eso.[/Leo]

    Noah se quedó en silencio y cuando estábamos a punto de llegar arriba, preguntó: – [Noah]¿Por eso preguntabas si me daba miedo? Mi poder digo.[/Noah]

    – [Leo]Sí. Dentro de tu efusividad, eres tranquilo.[/Leo] – dije. Era un alma inquieta en todos los sentidos, pero a su manera, irradiaba tranquilidad, confianza. – [Leo]Yo parezco tranquilo y enfadado pero por dentro soy como una tormenta que solo se calma cuando suena la música.[/Leo] – o cuando estaba con Kaylee.

    – [Noah]No soy tranquilo, solo intento ser positivo y tengo más tiempo que el resto para procesar las cosas.[/Noah] – explicó. Era verdad que si hubiera querido entre cada palabra suya podía haberme parado a analizarlo todo completamente. Y eso yo que no tenía el control que tendría él después de tantos años. – [Noah]Ese poder es parte de mí pero eso no implica que a veces no me de miedo.[/Noah] – aseguró, desviando la mirada al suelo. – [Noah]Que no pueda volver a ir sincronizado con el resto, que me pierda o que mi cabeza vaya tan rápido que deje de entender a todo el mundo.[/Noah] – eran la clase de miedos que yo mismo había pensado y solo llevaba unas horas en su cuerpo, no me imaginaba toda una vida temiéndolo.

    – [Leo]Ya. Yo tenía miedo a no volver a tener el cuerpo normal la primera vez que me convertí en acero.[/Leo] – sabía que no era lo mismo y ahora que lo controlaba dudaba de que pudiera pasarme, pero recordaba a la perfección la sensación de dejar atrás mi cuerpo de carne y hueso y estar hecho enteramente de acero. Revivía un poco esa sensación cada vez que me convertía en un nuevo material, pero nunca con tanto miedo como esa vez.

    – [Noah]Supongo que es culpa de lo desconocido. Más de medio mundo desconoce que existe gente como nosotros.[/Noah] – respondió. No entendí a qué se refería del todo hasta que no continuó. – [Noah]Y no hay muchos antecedentes. Ni siquiera los poderes de papá y mamá son los mismos que los nuestros.[/Noah] – era cierto que no teníamos clases ni libros para estudiar lo que nos pasaba, solo nuestra intuición y el hecho de atrevernos a hacerlo. De todas formas, Noah estaba siendo modesto, mi poder se parecía más al de mamá que el suyo al de papá. Por muy rápido que pudiera ir nuestro padre usando su poder, él mismo había dicho que nunca había ido tan rápido como Noah y por lo general sus capacidades iban más hacia lanzar rayos y controlar la electricidad que a asumir la velocidad característica de la misma.

    – [Leo]Ni viajaron a otros planetas, al pasado.[/Leo] – añadí. Nos encontrábamos ante nuevos horizontes cada segundo, siempre improvisando, siempre teniendo que sacar ideas de la nada.

    – [Noah]Ya ves que aquí la memoria genética sirve para poco más que identificar a algunos Daë y revivir buenos recuerdos.[/Noah] – trataba de hacer que no me sintiera mal por no poder compartir todos esos recuerdos, pero no colaba.

    – [Leo]Aun así si pudiera me la quedaría.[/Leo] – intenté parecer serio, pero después de lo que habíamos hablado y estando en su cuerpo, me resultó fácil sonreír.

    – [Noah]Ya te gustaría.[/Noah]

    – [Leo]¿Qué hacemos ahora?[/Leo]

    – [Noah]La verdad es que no lo sé.[/Noah] – admitió, apoyando la espalda en la pared que daba a la cocina. Casi al poco de apoyarla, saltó como un resorte al escuchar un grito que venía de los dormitorios. – [Noah]Ve. Tú eres el rápido ahora.[/Noah] – me dijo, mirándome con preocupación.

    Respiré profundamente y corrí lo más rápido que supe. Tuve que tener mucho cuidado porque en apenas un parpadeo aparecí en la habitación de Niall, cuyo cuerpo estaba tendido en el suelo, frente a Henry. – [Leo]¿Qué ha pasado?[/Leo] – pregunté, manteniendo las distancias. Aquél podía ser Niall dentro del cuerpo de Henry o uno de los «usurpadores».

    – [Hector]Me ha atacado…sabía que un corte podía matar a Henry y me ha…atacado.[/Hector] – la mano derecha parecía temblarle mientras señaló un cuchillo tendido cerca de la mano de Niall. Parecía estar en shock.

    Aun así, observé la situación. La mayoría sabíamos el problema que tenía Henry para estar preparados en caso de que ocurriera algo. El grito había debido de ser de Niall porque no sonaba a Henry, así que quizá había sido un intento de atacarle, o de defenderse si en realidad me estaba mintiendo. – [Leo]¿Cómo has podido con él?[/Leo] – pregunté. Henry no tenía la constitución de un luchador y Niall en sí mismo no tenía nociones de combate.

    – [Hector]No sabía usar mi poder y aproveché para golpearle con esto.[/Hector] – señaló una pequeña caja de almacenaje que había en todas las habitaciones, del tamaño de un joyero y de un material bastante resistente.

    Aunque el cuerpo de Niall no sangraba, un golpe así podía haber sido fatal, así que me agaché a su lado y comprobé que respiraba, «solo» había perdido el conocimiento.

    Antes de poder girarme para hablar de nuevo con el supuesto Niall, se me despejó toda duda de quién era el «usurpador» cuando un fuerte golpe en la nuca hizo que todo se fundiese en negro. Ni con la velocidad de Noah tuve tiempo a hacer nada antes de caer. Solo a tener esperanza de que le descubrieran antes de que fuese tarde.

  • ALGO PRODUCTIVO

    Kaylee – Nave

    Mediodía

    Aunque hubiera cambiado de cuerpo, seguía estando en mi cabeza. Todos los miedos, inseguridades y preocupaciones seguían estando dentro de mí. Daba igual que ahora tuviera barba y midiera veinte centímetros más. Al menos, no me picaba el hombro.

    No es que estuviera cómoda con el cambio, pero la otra opción era dejarme llevar por el pánico, cosa que me daba bastante bien.

    Cole y yo nos habíamos quedado en la cocina. Hablar con él era agradable, porque era un tío muy zen y liberado de prejuicios. No era lo que una esperaría de un hijo de Logan Villiers, pero la vida a veces nos daba sorpresas.

    – [Noah]¿Se puede?[/Noah] – Noah, con el cuerpo de Leo, dio un par de golpes en la piedra de granito gris claro de la isla de la cocina.

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  • EN LAS MANOS DEL ENEMIGO

    JAMES BARNES

    REFUGIO, LUNA VILTIS – MEDIODÍA

    Me desperté como si estuviera aún dentro de un sueño. No era extraño, tampoco, porque la última semana había podido encajar perfectamente en una ensoñación desde que aquellas personas aparecieron y mi vida cambió por completo.

    Traté de mover las manos, pero estaba atado. Me sorprendí porque me sentía más…grande, más fuerte, pero no podía saber por qué. Miré a mi alrededor, era una sala de paredes lisas, cuyos extremos no podía ver desde donde estaba. A ambos lados unas grandes vigas de cemento sostenían el techo. Al parecer yo estaba atado a una de ellas, junto a otras tres personas a las que no conocía.

    Era necesario rectificar lo de sueño, eso parecía una pesadilla, tanto como lo había sido descubrir que padre, que siempre había odiado la magia, era parte de un ser mágico que controlaba no solo mi mundo, si no muchos otros. ¿En qué me convertía eso? ¿Podría hacer magia? ¿La tenía latente en mí?

    Seguí mirando la sala, porque aquellas preguntas que llevaban días rondándome no iban a tener respuesta de pronto. No sabría explicarlo, pero me sentía distinto, incluso mi nariz, vista desde mis ojos, parecía diferente. Igual me había vuelto loco y eso lo explicaba todo, loco como decían algunos trabajadores de padre que te podías volver si leías mucho.

    Me giré y vi que la persona que tenía más cerca, un hombre a mi derecha con el pelo rapado y ropas extrañas, estaba echado hacia delante, con el mentón reposando sobre el pecho. Debía estar dormido, pero muy profundo. A mi izquierda tenía a una mujer de pelo oscuro y marcas metálicas en los brazos, que llevaba desnudos. Decidí no mirarla demasiado mientras ella también dormía. Tras ella, más allá, se veía un tipo grande y calvo, de piel oscura y aspecto de caballero de los de las historias. Todos dormidos menos yo.

    Después de memorizar cada rincón vacío de aquella sala, mis ojos se posaron en mis pies, más largos de lo que recordaba y vestidos en unas ropas que no conocía como mías. ¿Alguien me había cambiado? Me sonrojé y el estómago me dio un vuelco por la vergüenza de pensar a alguien viéndome sin vestir.

    Traté de liberarme, pero descubrí que no estaba atado por cuerdas si no por unos aros de metal, por lo que pude ver en los demás. La cara me picaba, habría dado lo que fuera por rascarme, y por saber por qué me picaba así. Era como si tuviera barba, pero mi cara era como un terreno baldío en el que el pelo parecía no asentarse. Tampoco me había importado nunca, no me gustaba la idea de tener barba, ¿así que por qué parecía que ahora tenía? De hecho si sacaba los labios hacia afuera podía ver una especie de bigote en la parte superior. ¿Cuanto tiempo había dormido?

    En mitad de aquél silencio sepulcral, la persona a mi derecha abrió los ojos rápidamente y escuché su respiración agitada. Esperé, sin decirle nada, viendo como luchaba contra la confusión hasta que sus ojos se toparon conmigo.

    – [James]H-hola.[/James] – saludé. Aquél hombre tenía una cicatriz surcándole un lado de la garganta que le daba un aspecto más peligroso. Si es que podía parecerlo a un más, con unas facciones tan severas como las suyas.

    – [Laura]¿Quién eres?[/Laura]- preguntó, con un tono que no encajaba con sus facciones. Parecía perdido, incluso asustado.

    – [James]S-soy James, ¿y tú?[/James] – en ese momento me di cuenta de que estaba hablando de más.

    – [Laura]No me lo creo[/Laura].- replicó, poniendo una mueca.

    – [James]¿P-por qué no te lo crees?[/James]

    – [Laura]Podrías estar mintiendo.[/Laura]

    – [James]N-no te miento. Ni siquiera sé quién eres.[/James]

    – [Laura]Soy Laura.[/Laura] – dijo. Reconocí el nombre de la muchacha que me habían presentado hacía unas pocas horas. Fue una de las primeras personas que me encontré al llegar a aquel navío metálico y recordaba pensar que nunca había escuchado ese nombre. Después conocí unos cuantos más que jamás había oído.

    – [James]No puedes ser Laura. Eres..[/James] – era un hombre, pero después de pasar unas horas observando las conversaciones de mis nuevos…amigos, había llegado a la decisión de que tenía que mirar varias veces lo que decía sobre…casi todo. Eso de momento significaba que me había quedado callado.

    – [Laura]Mi cuerpo está en otro sitio. A saber dónde.[/Laura] – dijo, mirando hacia sí.

    – [James]¿Ese no es tu cuerpo?[/James] – pregunté. Me sentí como un estúpido porque literalmente acababa de decir eso mismo y que era la Laura que había conocido antes, que desde luego no se parecía en nada a ese hombre.

    – [Laura]Estas piernas no son mías.[/Laura] – pensé que ella notaría más el cambio al ser tan…marcado. En mi caso me había sentido raro desde el principio, diferente, pero parecía un rumor en mi cabeza, como si me hubiese despertado desorientado. Mis piernas parecían más largas pero tampoco podía comprobarlo seguro, me sentía más ancho y en general más grande, pero no tenía forma de saber si era verdad sin verme.

    – [James]¿De qué…color es mi pelo?[/James]

    – [Laura]Castaño oscuro.[/Laura]

    Era una tontería, pero algo tan distintivo acerca de mí, que había destacado toda la vida por eso y por ser delgado y debilucho, me desorientó. Aquél no era mi cuerpo, estaba en el de otra persona. En mi cabeza se reprodujo la escena en la que mi padre luchaba contra los Daë, con su voz cambiante y su aspecto difuso. No sé si fue el miedo a lo que me estaba pasando o el alivio de que no fuera una señal de ser como él, pero empecé a sentir una sensación de vacío en el estómago muy desagradable.

    – [Laura]¿Eres James… el de la nave?[/Laura]

    – [James]Sí, nos…nos presentaron ¿Bueno eres…eres ella?[/James]

    – [Laura]Eso creo.[/Laura] – respondió asintiendo. Era difícil saber si mentía o decía la verdad con ese rostro tan distinto.

    – [James]¿Qué ha pasado? ¿Qué hacemos aquí en lugar de estar con los demás?[/James] – puse mi esperanza en que me diera una respuesta, algo, lo que fuera, que confirmara que no era esto mismo lo que le había pasado a padre. Parecía tan distinto, había dicho que era parte de Antailtire, ese ser que gobernaba y controlaba no solo mi mundo si no decenas más, pero ¿y si era esto mismo?

    Escuché un ruido brusco y vi que el cuerpo del gigante que estaba atado al igual que nosotros abría los ojos y miraba a su alrededor desconcertado. – [Niall]¿Que está pasando aquí?. Yo no me he apuntado a ninguna sesión de sado.[/Niall]

    – [James]¿Tu también eres uno de… de los amigos de Vera?[/James] – pregunté mirándole mientras se observaba el cuerpo.

    – [Niall]Bueno, nunca he cruzado más de dos palabras con la muchacha. Que ya es más de lo que se puede decir de otros. Porque esa es otra. ¿Quiénes se supone que sois vosotros?[/Niall]

    – [Robin]¿Dónde estamos? [/Robin]- me giré y vi que la mujer a mi izquierda estaba también despierta y con aspecto de perdida.

    – [James]Yo soy James, el…. el nuevo. [/James] – no encontré mejor forma de describirme. Desde que había llegado al navío en el que vivían había ido de sorpresa en sorpresa, como si todo fuera un sueño del que pronto despertaría. No me había dado tiempo a conocer a casi nadie, había tantas caras, tantos nombres y tantos aspectos diferentes que…estaba sobrepasado. Aquella noche me había costado mucho dormir.

    – [Niall]Que vas a ser James. James es… pelirrojo.[/Niall] – dijo. A continuación se presentó como ‘Niall’ y me paré a intentar recordarlo. La muchacha a mi izquierda tenía dentro también a una mujer llamada Robin que había llegado a la vez que yo. Aun así me veía más como el nuevo.

    – [Laura]¿Dónde están nuestros cuerpos?[/Laura] – preguntó Laura.

    – [Violet]Vuestros aburridos cuerpos están ahora a disposición de mis… em, asociados.[/Violet] – una voz femenina venía del fondo del pasillo. Escuché sus pasos a medida que se acercaba. Era una mujer de pelo oscuro y piel pálida, vestida con ropas negras en su mayoría. Se colocó delante de nosotros y sonrió como lo hacía Jonas Collier cuando perseguía a las palomas lanzándoles piedras.

    – [Niall]Mira pava no se de que me estás hablando pero ya estás tardando en soltarme.[/Niall] – el hombretón se removió para liberarse pero no pudo.

    – [Laura]¿Qué asociados? [/Laura]- preguntó Laura con un temblor en la voz.

    La mujer se agachó frente al cuerpo en el que ahora estaba Niall y lo miró fijamente. – [Violet]La próxima vez que me llames pava te convertire en uno y te trinchare vivo. [/Violet]- sentenció. No sabía por qué le había molestado tanto que la llamase como a un ave, pero supuse que eran cosas del futuro. – [Violet]Mis asociados son los de los cuerpos que estáis ocupando[/Violet] – aclaró volviendo a ponerse frente a todos.

    – [Robin]¿Qué podemos hacer para que nos liberes?[/Robin] – no sé si era Robin o la cara de la asociada de aquella mujer, pero parecía tener mucha determinación.

    – [Violet]¿Liberar?[/Violet] – la mujer soltó una risotada. Parecía uno de aquellos adictos a la coralina que deambulaban por el puerto. Reían como locos y siempre me había dado miedo lo impredecibles que podían ser. – [Violet]Cuando maten a todos vuestros amigos o los apresen, acabareis igual. Aunque tú has tenido mala suerte, en ese cuerpo puede que te mate antes. [/Violet]- añadió, mirándola fijamente. No entendí cómo podía querer matar a alguien que decía que era su «asociada».

    – [Robin]Las cosas no funcionan así.[/Robin]- le replicó.- [Robin]Lo podemos solucionar hablando. Si me dejaras, verías que soy muy agradable y entenderías que no es necesario matarme.[/Robin] – razonó. Me sorprendió la facilidad con la que seguía hablando sin mostrar miedo pese a que acababa de amenazar con matarla. El grupo había ganado mucho más con su incorporación que con la mía, donde ella era valiente y firme yo era…un estorbo.

    – [Violet]En realidad me da igual, moririais todos si al Pensaer no le interesara saber de dónde habéis salido. [/Violet]- ese nombre, ‘El Pensaer’, juraría haberlo escuchado antes.

    – [Robin]Pues es injusto. Que lo sepas.[/Robin] – sentenció. No se amedrentaba, ojalá fuera más como aquella mujer.

    – [Violet]La vida no es justa hasta que la coges entre tus dedos y la exprimes. [/Violet]- se acercó a ella y le agarró la cara con fuerza, apretando sus mejillas. No sabía qué hacer para que la dejase y en mi cabeza solo había una cosa, así que hice lo único que podía hacer, hablar.

    – [James] ¿Q-quién es el Pensaer? ¿Por qué… Por qué nos hacéis esto? [/James]

    La mujer se apartó y nos miró uno a uno, con la misma sonrisa de Jonas. – [Violet]Antailtire, el Soberano de estos mundos. Si es vuestro enemigo y no lo conocéis es que sois más tontos de lo que pensaba.[/Violet] – rió de nuevo y se dio la vuelta para marcharse. Antailtire, el Pensaer, mi padre. Estaba detrás de todo esto.

    Laura apoyó la cabeza contra la columna y cerró los ojos, superada. La entendía, eso era demasiado para mí también.

    – [Niall]El cuerpo de este tío es una mierda para estar tan mamadisimo. Tiene que tener alguna otra clase de poder.[/Niall] – escuché a Niall aún forcejeando, no se rendía. – [Niall]Dos nuevos en el grupo y dos que no queremos estar aqui. Cómo para no saber de quién habla. [/Niall]

    – [James]Quizá…q-quiza por eso nos han elegido, porque pensaban que no nos… que no íbamos a pelear[/James]. – comenté, después de pensar en las palabras de Niall. Robin y yo éramos nuevos completamente, apenas nos conocía ninguno. Y ellos, según sus palabras, asumí que no querían estar allí.

    – [Robin]¿Estos cuerpos no tienen poderes?[/Robin] – preguntó Robin, también sin rendirse.

    – [James]Yo no… no sé… no sé nada.[/James] – llevaba toda la vida buscando la magia y ahora que la había encontrado…sí, era maravillosa pero estaba descubriendo cosas que no había deseado.

    – [Robin]Este cuerpo no es mío. Me da igual hacerme daño si con eso me libero.[/Robin]- aclaró Robin, removiéndose. La vi mover con ímpetu las manos hasta que de pronto escuché un ‘crack’ que resonó en mi mente. Con el corazón acelerado, vi como repetía el proceso con la otra muñeca. Ya con ellas libres, se las colocó con un nuevo crugido. – [Robin]Esta mujer no es humana.[/Robin] – dijo, pero ya apenas la oía. Mis oídos pitaban. Ver sus manos en una posición imposible me había dado pánico, pero el ‘crack’, ese sonido horrible resonó en mi cabeza y noté que me iba.

    Abrí los ojos, desconcertado. Me sentía extraño, observado por gente a la que no conocía de nada. Tardé unos minutos en recordar lo que estaba pasando y algo más en tratar de tranquilizarme.

    – [Niall]Anda que si llegas a ver algo de sangre.[/Niall] – dijo el gigante cuyo cuerpo estaba ocupado por Niall. Estaban todos libres, incluido yo.

    – [James]Lo siento es que su… mano estaba en una postura…[/James]- dije llevándome una mano a la frente, que tenía húmeda por el sudor frío.

    – [Robin]No está bien reírse de los sentimientos de los demás.[/Robin]- inntervino Robin.- [Robin]En vuestro mundo la gente es muy poco correcta.[/Robin] – Niall pareció sentirse mal y quise decirle que no pasaba nada, pero agradecía también que Robin me defendiese, a su lado me sentía más seguro.

    – [Violet]¿De verdad pensabais que lo que los iba a retener aquí eran unas cuerdas?[/Violet] – la voz de la mujer se acercó hasta nosotros a medida que su silueta se enmarcaba en las sombras. A su alrededor se veían unas figuras. Cuando se colocaron bajo la luz vi que eran esqueletos, cuerpos animados que se movían hasta nosotros, armados.

    – [Laura]Estupendo.[/Laura]- escuché murmurar a Laura. Quizá lo dijo con voz normal, pero la escuché como si estuviera muy lejos. Un sudor frío me recorrió la columna y volví a notar cómo me caía.

    – [Robin]Si está muerto, se levantará con los esqueletos.[/Robin]- parecía Robin, pero ¿qué era un Robin? Ya no lo sabía, solo reconocía la negrura que me rodeaba.

  • PECANDO DE CONFIANZA

    HENRY L. CROWE – Nave

    Mañana

    Me sentía extraño dentro del cuerpo de Niall, en el sentido de que yo nunca seria capaz de teñirme media cabeza de rubio. Él debía de sentirse igual porque de normal era algo jovial, pero ahora estaba extrañamente callado en mi cuerpo con las manos entrelazadas a la espalda esperando a que todo esto pasara.

    Si no era capaz de expresar mis propios sentimientos hacia Laura, la cual no sabía ni en que cuerpo se encontraba, no sé que podía hacer o decir ante esta situación para que no resultara tan incomodo. Tal vez nos tendríamos que haber encerrado en el taller en lugar de en un uno de los dormitorios, así al menos podría trabajar en algo que pudiera arreglar esto.

    – [Niall]Veo que has decorado la habitación.-[/Niall] Era como si fuera consciente de que íbamos a pasar aquí más tiempo del que yo pensaba. Mi cuarto se encontraba tal y como estaba cuando llegue a la nave, y tal vez más solitario si Laura se marchaba a otra habitación.

    – [Henry]Si…-[/Henry] Se limito a responder observando las paredes de la habitación como si fuera la primera vez que las veía.

    – [Niall]Se que esto debe de parecerte tan extraño como a mí, pero tal vez podríamos aprovechar para hablar y conocernos mejor.-[/Niall] Apenas tenía trato con ellos más allá de con Xander y con los que había compartido aventura buscando los Daës.

    – [Henry]Mejor no.-[/Henry] Se limito a añadir negando con la cabeza y los ojos cerrados.

    – [Niall]Venga, por ejemplo… ¿sabías que me he criado en una isla secreta en el atlántico?.-[/Niall] Niall no parecía muy sorprendido, quizás era algo que ya conocía por los demás. Apreté los puños con fuerza y trague saliva nervioso – [Niall]Estoy enamorado de Laura pero no tengo el valor de decírselo por si ella no siente lo mismo que yo y estropea nuestra amistad.-[/Niall] Era la primera persona a la que se lo contaba, pero tampoco pareció importarle demasiado, lo mismo ya se habían desahogado bastante con él en ese aspecto y no le interesaban más escándalos amorosos.  – [Niall]Tengo una enfermedad sanguínea que impiden que mis cicatrices se curen bien, así que hasta el más mínimo corte podría matarme.[/Niall]

    Observe como mis ojos se abrían de par en par, pero no parecían sorprendidos. – [Henry]Gracias por la información-.[/Henry] Niall se acerco hasta el escritorio y saco un cuchillo de debajo de el posando la punta de la hoja en el brazo de mi cuerpo. – [Henry]Y ahora salgamos de aquí.[/Henry]

    – [Niall]¿Quien eres?.-[/Niall] Levante las manos para que se tranquilizara, como si no fuera suficiente el cambio de cuerpos, se nos había colado un polizón, o tal vez más de uno.

    – [Henry]Abre la puerta, o de lo contrario abriré tu brazo.-[/Henry] Añadió omitiendo mi pregunta por completo. No dude ni por un instante de que fuera a hacerlo. El cuerpo de esa persona debía de estar a salvo en alguna parte de la nave, por otra parte el mio estaba amenazado y cuando volviera a el podría significar mi final.

    – [Niall]Esta bien, esta bien…-[/Niall] Me acerque despacio a la puerta pensando que podía hacer, estaba claro que no sabían nada de nosotros, así que tal vez tampoco sabían nada de la habilidad de Niall, otra cosa es que fuera capaz de usarla.

    Me aparte a un lado tras abrir la puerta, ese extraño en mi cuerpo se acerco poco a poco hasta pasar por mi lado, momento que aproveche para gritar con todas mis fuerzas.

    – [Henry]¡SILENCIO!.-[/Henry] Apretó la empuñadura del cuchillo y me asesto un puñetazo en la cara que me hizo retroceder y golpearme la cabeza. Mi último pensamiento antes de caer al suelo inconsciente era que ojala alguien hubiese escuchado ese grito.

  • COMPAÑERAS DE HABITACIÓN

    Bowie – Nave

    Mañana

    En el cuerpo de Chloe me encontraba demasiado humana. Veía peor (¿necesitaba gafas?), oía peor, era bajita y mis movimientos estaban más limitados. Ella acababa de terminar de traer sus cosas a la habitación cuando todo pasó.- [Bowie]Deberías usar gafas[/Bowie].- comenté dándome una vuelta por aquella estancia de paredes de metal y falta de decoración.

    – [Chloe]Jaja, nope[/Chloe].- se rio de una forma que asumí que era sarcástica, porque sus facciones no delataban que nada le hiciera especial gracia. Era raro ver mi cuerpo con aquellos leggins negros y la sudadera de color granate, pero que no los llevara puesto yo.

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  • BASTONES, SONRISAS Y BAILES

    NATE ROGERS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    – [Julia]Estoy deseando meterme mano[/Julia].- esas palabras fueron suficientes como para ser consciente de lo bizarro que era todo. Y eso, teniendo en cuenta que era un ser nacido en el espacio profundo que había llegado a la tierra y había sido encontrado por un trimonio y ahora estaba en otra punta del espacio y del tiempo para ayudar a que sus hijos e hijas volviesen a salvo, era decir mucho.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – pregunté. Mi cara me devolvió una sonrisa amplia que me quedaba francamente rara.

    – [Julia]Por supuesto. ¿Has visto qué tetas?[/Julia]- comentó, sorprendiéndome todavía más. Pensaba que se refería a mi cuerpo, pero se refería al suyo y al decirlo no pude evitar desviar la vista hacia un amplio escote que ahora formaba parte de mí.

     – [Nate]No sabía que te podían gustar tus propias…eh…partes.[/Nate] – respondí tratando de pensar en otra cosa. Los…eh…atributos de Julia eran bastante sugerentes y no me sentía muy bien teniendo el «delito» tan a mano.

    – [Julia]Solo tienes que mirarme: soy un prodigio[/Julia]. – admitió ella, aún con esa sonrisa. Me di cuenta de lo grande que debía parecer a la gente, visto desde la altura de Julia.

    – [Nate]Me alegra ver a alguien con tanta confianza.[/Nate] – le aseguré. Era refrescante, incluso estando en un cuerpo en el que el estado emocional de los demás no me afectaba. Los «New Moondies» como se hacían llamar no eran las personas con menos problemas y más autoconfianza. Habían llegado a la nave repletos de conflictos internos y aunque ya habían empezado a solucionar algunos, todavía les quedaba mucho camino.

    Julia se quedó pensativa hasta que me miró y preguntó. – [Julia]¿Te duele la pierna?[/Julia]

    Me pasé una mano por su pierna como acto reflejo, pero me arrepentí al instante al pensar que eso podía ser una invasión de intimidad. Lo cierto es que aquél dolor era como un eco constante. – [Nate]La verdad es que sí. No sé cómo puedes aguantar de pie sin quejarte.[/Nate] – admití. Ni cómo podía estar casi siempre alegre y bromeando.

    – [Julia]No tengo otro remedio[Julia].

    – [Nate]¿No has pensado llevar algún apoyo?[/Nate]

    – [Julia]¿Te refieres a un bastón?[/Julia]-

    – [Nate]Apoyado parece que duele menos.[/Nate] – dije buscando el borde de la «cómoda», si es que se podía llamar así a esa cosa con cajones que teníamos en nuestro cuarto.

    – [Julia]¿Lo dices por experiencia?[/Julia]- ella esbozó una gran sonrisa que fue lo primero que vi y luego vi que su mano señalaba hacia su…mi…miembro.

    Me quedé inmediatamente sin palabras y sentí como la sangre circulaba hasta las mejillas del cuerpo de Julia. – [Nate]No…ejem…no lo trastees mucho.[/Nate] – dije, viendo su mano bastante cerca.

    – [Julia]Tranquilo, solo un «sí» significa consentimiento[/Julia].- dejó a un lado la sonrisa, esto lo decía en serio y agradecí que en el futuro una cosa estuviera clara. Al menos para ella, claro, no podía saber cómo lo hacía el resto de personas.

    Sonreí con su rostro y me sentí cómodo, era un acto al que sus músculos estaban acostumbrados. – [Nate]En serio, un bastón te ayudaría. Si no quieres no digo nada, pero si necesitas que te ayude a conseguirlo, solo tienes que decirlo.[/Nate] – pensé en quién podría ayudar. En la tierra habría acudido a Daniel para que tratara de forjar algo que pudiera resultar útil en nuestras «aventuras», pero aquí…no sabía si Xander alguna vez había hecho encantamientos rúnicos solo.

    – [Julia]Un bastón me haría parecer vieja y decrépita[/Julia].- susurró ella, como si no quisiera que nadie lo escuchara siquiera.

    – [Nate]A ver como lo dirías tú.[/Nate] – dije observándola.  Coloqué las manos en sus caderas y puse mi mejor sonrisa. – [Nate]Con este cuerpo no parecería vieja ni con un andador.[/Nate]

    Pero ella se quedó pensativa, así que no supe si era porque sabía que de verdad lo necesitaba y no lo quería o porque mi imitación era penosa.

    Fuera como fuese, cambié de tema. – [Nate]Oye, no te he preguntado por qué quisiste cambiar de habitación conmigo.[/Nate] – no habíamos hablado mucho hasta entonces y de pronto, a la vuelta de esta misión, cuando algunos cuartos se habían recolocado un poco para admitir a los nuevos, había pedido compartir el cuarto conmigo.

    – [Julia]Porque me pareces un señor de lo más atractivo[/Julia].- lo dijo de una forma tan formal que me lo creí y creo que me sonrojé.

    – [Nate]Pensé que era por mi labia.[/Nate] – dije. Me sorprendí sonriendo de nuevo, hacia tiempo que no estaba tan relajado. Quería mucho a mis niños y niñas, pero ya no eran pequeños y sus miedos y preocupaciones me afectaban demasiado por mi poder y mi conexión con ellos. Era agradable estar desconectado de esa parte de mí y poder hablar con una persona a la que no conocía desde pequeña.

    – [Julia]También es verdad que debes ser la única persona que aparenta más o menos mi edad[/Julia].

    – [Nate]Te entiendo.[/Nate] – era fácil para mí compartir ese sentimiento. – [Nate]No sé exactamente cuantos años tengo, pero he visto crecer a la mayoría de estos chicos y chicas. Y está bien poder ser…solo yo.[/Nate] – sin tener que hacer el papel de padre o madre de cada uno. Los ‘Moondies’ estaban hechos de otra pasta, no podía ni soñar con hacerles sombra.

    – [Julia]Y probablemente los veas morir[/Julia].- vi en mi cara que a Julia se le había escapado ese pensamiento, pero no pude evitar que la idea me resultase terrible. Eran todo lo que conocía, mi familia, sin ellos no sabía quien era.

    – [Nate]¿Te has enterado entonces de lo que soy?[/Nate] – pregunté, evitando pensar más de la cuenta. No sabía cuánto conocía Julia de cada uno de nosotros ni si se había parado a hablar en detalle con alguien.

    – [Julia]¿Eres como el tío ese del pene azul de la peli esa horrorosa del 2009?[/Julia]- dijo ella. No tenía ni idea de quién era pero me resultaba curioso que también se hubiera fijado en su miembro.

    – [Nate]Creo que no la he visto. Pero no creo, soy un elemental de polvo estelar. Vine del espacio, vamos.[/Nate] – resumí.

    – [Julia]DE POLVO[/Julia].- parecía que mi cara iba a reventar en una risotada.

    – [Nate]No eres la primera a la que le hace gracia.[/Nate] – Diana había tenido ese honor. Ella me había enseñado a tomarme la vida menos en serio. – [Nate]El padre y las madres de Xander, Elle y Bowie me recogieron y me dieron un hogar.[/Nate] – le expliqué.

    – [Julia]Tuviste suerte entonces[/Julia].

    Asentí. – [Nate]No te quiero preguntar mucho, sé que vienes del futuro, del de esta nave al menos.[/Nate]

    – [Julia]No preguntes, porque acabaré respondiendo[/Julia].- la creí.

    – [Nate]Si necesitas contarme algo, soy todo oídos.[/Nate] – me imaginé que sería raro para ella estar en un lugar tan vinculado a su pasado, pero con ninguna persona conocida.

    – [Julia]Quiero un bastón con una espada dentro[/Julia].- respondió, sorprendiéndome por el cambio de rumbo. – [Julia]Así de grande[/Julia]. – colocó su mano a mi lado para que me hiciera una idea.

    Sonreí, volviendo a pensar en quién lo haría bien. Hablaría con Xander, con Noah y con Henry. – [Nate]Te lo conseguiré, tengo contactos.[/Nate]

    – [Julia]¿Podré volver a tocar el piano cuando tenga el bastón?[/Julia]

    – [Nate]Igual de bien que antes.[/Nate] – me quedé mirándome a los ojos. Era distinto verlos fijos en mí sabiendo que no llevaba yo esa cara. – [Nate]Esto no lo sabe nadie, pero no tienes por qué seguir siendo yo.[/Nate] – dije finalmente. Me apetecía compartir ese secreto con ella ya que desde ese momento siempre sería la persona con la que había compartido el cuerpo.

    Ella me miró completamente sorprendida. Suspiré, no se lo había explicado a ninguno de los demás, salvo a algunos de los ‘Moondies’.

    – [Nate]Puedo cambiar de aspecto. Porque en el fondo soy…bueno, de otra forma. Lo que pasa que cuando llegué a la Tierra tomé ese y … no me gusta cambiar[/Nate] – si, era consciente de que podían tratarme de «blackface» en teoría, pero hay que tener en cuenta que yo originalmente soy un puñado de polvo estelar consciente, ni era blanco ni de ningún tono de piel. Cuando llegué, tomé ese aspecto sin ni siquiera pensarlo. Los demás me ayudaron a buscar por si lo había «cogido prestado» de alguien, pero no encontraron nada, así que ese era mi aspecto, humano al menos.

    Julia cerró los ojos y puso cara de concentración durante un rato.- [Julia]Si sigo así, solo voy a conseguir cagarme encima[/Julia]. – esperaba que no, tiene que ser extraño volver a tu cuerpo y encontrarte una sorpresa así en los pantalones.

    – [Nate]Intenta imaginarte a ti misma, cada detalle y probablemente lo consigas.[/Nate] – no tenía excesiva experiencia haciéndolo, no quería cambiar quién era y para mí era instintivo, pero reconozco que alguna vez me había cambiado con el Príncipe y me había puesto a cantar delante del espejo.

    Julia siguió mi consejo y al cabo de un rato empezó a fluctuar entre su aspecto y el mío.

    – [Nate]Ya casi lo tienes.[/Nate]

    – [Julia]Pero esta vez no voy a ser coja[/Julia].- dijo ella sonriendo. – [Julia]Se te va a caer la mandíbula al suelo[/Julia].- vi retazos de mi forma real de elemental y entonces Julia, con su aspecto verdadero se apareció delante de mí, salvo que en lugar de lucir una ropa como la que había llevado cuando nos la encontramos, llevaba un vestido que…bueno, impresionaba.- [Julia]Por si te lo estás preguntando: sí, se desanuda tan fácilmente como parece[/Julia]. – añadió. Tragué saliva.

    – [Nate]Estás…lo has hecho muy bien. Estás muy guapa.[/Nate] – dije buscando las palabras que no resultasen objetificantes ni de pervertido pero también fueran un halago.

    Dejó fluctuar de nuevo su aspecto y esta vez llevaba una ropa más cotidiana, salvo que no pasé por alto el hecho de que llevaba tacones. Debía marcarle mucho su cojera.

    – [Nate]Le estás cogiendo el gusto.[/Nate] – dije, alegrándome por ella. Era una pena que con todo el poder contenido en aquella nave del futuro, nada ni nadie tuviese la capacidad para curar algo así.

    Julia asintió con una sonrisa que me resultó mucho más agradable en su rostro y después volvió a dejarse caer en mi apariencia.

    – [Nate]Puedes quedarte en tu forma. No me molesta.[/Nate] – dije con sinceridad. – [Nate]Mi cuerpo es todo tuyo.[/Nate] – no sé si pensé bien en cómo iba a sonar o simplemente me dio igual. No podía negar que me atraía esa mujer pero no éramos dos adolescentes para dejarnos llevar así, la atracción no lo era todo, pero era una parte. Aunque tenía que admitir que no solo era atracción física. Me sentía cómodo cerca de ella, pero aún era pronto, podía equivocarme.

    – [Julia]Prefiero jugar con las mismas reglas que el resto[/Julia].- dijo ella.

    – [Nate]Eso dice bastante de ti.[/Nate] – asentí para remarcar mi afirmación.

    –  [Julia]No le digas a nadie mi verdadera alineación moral[/Julia].

    – [Nate]Será nuestro secreto, compañera de cuarto.[/Nate] – compartimos una sonrisa mutua.

    Y de pronto, con total tranquilidad, abrió un cajón y sacó una botella que no le había visto guardar. No podía leer su etiqueta así que tenía que ser algo de la ciudad de ese mundo. Abrió el tapón y dio un trago.

    – [Julia]Y ahora, vamos a montarnos una fiesta como debe ser[/Julia].- encendió los altavoces del cuarto y trasteó una pantalla táctil de la pared hasta que empezó a sonar ‘What is Love’.

    Me sonrió y empezó a mover mi cuerpo haciendo el robot. Me dio envidia y me puse en pie para hacer el ‘Carlton’, pero tuve que hacerlo con menos ganas de lo habitual porque Julia tenía un par de…senos…que dolían al botar de esa manera.

  • APRENDIENDO A IR DESPACIO

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Pasé la página pero mis ojos se desviaron hacia el reloj que había en una pared. No sabíamos si era correcto porque la Kvasir había estado parada una buena temporada, pero aunque no calculara la hora exacta, sí que permitía saber el tiempo que había pasado.

    – [Noah]Es desesperante.[/Noah] – dije llevándome una vez más una mano al pelo, que debía estar alborotado y mi hermano no lo aprobaba. Pero no podía contenerlo, aquella investigación me estaba llevando más que ninguna otra, y parecía que no avanzaba. A esa velocidad tardaría meses en dar con una respuesta.

    – [Leo]Tranquilo, trabaja con lo que tienes.[/Leo] – respondió Leo. Era extraño escuchar esas palabras viniendo de mi propia voz.

    – [Noah]No puedo, me está llevando muchísimo encontrar algo y el tiempo no deja de avanzar.[/Noah] – señalé el reloj, habían pasado ya más de tres horas y apenas había mirado una cuarta parte de los libros que había seleccionado. Antes habría sido más fácil, mi mente se movía a una velocidad mas rápida que el resto del mundo y eso me daba siempre tiempo de sobra, pero ahora todo era lento, dolorosamente lento.

    – [Leo]No solo depende de ti. Todos estamos buscando.[/Leo] – dijo. Era cierto en parte, no todos estaban buscando una respuesta, algunos se limitaban a esperar mientras los demás, los que siempre lo hacíamos, dábamos con una solución.

    Me sorprendí pensando así. Todo el mundo lo hacía lo mejor que podía, algunos teníamos más facilidades que otros como yo había tenido. No sé qué me pasaba, pero desde que estaba en el cuerpo de Leo me sentía de mal humor constante. Quizá era por la frustración de que todo fuera tan despacio.

    – [Noah]Ya, pero mira tu pila. Eso es lo que habría hecho yo antes.[/Noah] – dije, sintiendo una punzada de envidia. Leo ahora tenía mi velocidad y era mitad Rakkthathor como siempre había querido ser. Seguro que estaba disfrutando del cambio al menos en parte.

    – [Leo]Habrías hecho más, seguramente.[/Leo] – respondió, intentando hacerme sentir mejor. Me llevé una mano a la cabeza, sintiéndome mal por haberme enfadado. – [Leo]Sé que lo echas de menos pero si te sirve de consuelo, te lo devolveré encantado. No me acostumbro.[/Leo] – ¿cómo podía pensar que era un paseo para Leo? No estaba pensando claramente, ese mal humor me estaba nublando el juicio.

    – [Noah]Supongo que depende de la perspectiva.[/Noah] – dije tratando de calmar esa pulsión oscura, esa ira que me hacía constantemente querer tirar los libros al suelo y soltar un grito. Alcé la vista y vi que Leo me observaba. – [Noah]No estoy acostumbrado a que nadie me mire mientras pienso.[/Noah] – le repliqué, más serio de lo que pretendía. Leo permaneció impasible, quise sacudirlo a ver si reaccionaba de una vez y se daba cuenta de la mala situación en la que estábamos.

    – [Leo]No sé, tómalo como algo positivo, una oportunidad de ver que no solo dependes de tu poder.[/Leo] – me centré en sus palabras. En ese momento no me describiría como positivo precisamente. Me rasqué la barba, picaba y me molestaba, pero más de lo que debería, como todo desde el cambio.

    – [Noah]Supongo, es que también me siento…enfadado. Como si tuviera una especie de ira dentro de mí que no se va. No sé si será la frustración o…[/Noah] – quise contárselo, esperando que él me diera una respuesta, que lo que estaba sintiendo tuviera una explicación razonable.

    – [Leo]Es la licantropía. En la luna siempre estoy a punto de transformarme si me dejo llevar.[/Leo] – respondió. Me di cuenta de lo poco que había pensado en los cambios de estar viviendo en una luna para los lican del grupo. En aquél Cúmulo había dos lunas y estábamos sobre una de ellas, con su influencia continua. Se sabía poco de los lican y su relación con el satélite más allá de lo que estaba establecido. ¿Pasaría con cualquier cuerpo celeste? Al parecer por lo que él decía, al menos esta Luna influía en ello, así que por un instante eterno temí lo que pasaría si la otra se hacía visible una noche.

    – [Noah]O sea que además de perder mi velocidad estoy en peligro de dejar libre una bestia salvaje.[/Noah] – respondí. No era capaz de reconocer el tono de mi voz, no solo por ser la de Leo si no por esa amargura y esa seriedad que me carcomían. Si seguía así terminaría convirtiéndome y sin experiencia, sería incapaz de controlarme.

    – [Leo]Si sabías no estar siempre a máxima velocidad sabrás mantenerlo a raya hasta que lo solucionemos.[/Leo]

    – [Noah]¿Crees que lo conseguiremos? Yo no tengo mi velocidad, Kaylee no tiene su magia…[/Noah]

    – [Leo]¿Tú crees que lo mejor que tenéis que dar son vuestros poderes y vuestra magia?[/Leo]

    Me quedé en silencio. Confiaba en mis capacidades para solucionar los problemas, pero siempre había estado acostumbrado a que mi velocidad y la memoria genética me respaldaran. Quizá había confiado en exceso en ello más que en mí mismo y por eso ahora teníamos esa crisis.

    Estaba casi seguro de que Kaylee podría terminar haciendo magia desde otro cuerpo, pero tardaría mucho en acostumbrarse a uno que no tuviera el talento natural. No es que no confiara, es que había mucha prisa.

    – [Leo]He repasado todos estos libros buscando lo que me has dicho, lo he hecho rápido, sí, pero no creas que me he enterado de mucho.[/Leo] – añadió, tratando de dar peso a su razonamiento. Miré la pila de libros que había apartado y las hojas que había garabateado, incluso la que había hecho arder por la fricción. Por suerte me había puesto nervioso y había puesto la mano sobre las llamas sin darme cuenta de que había adquirido las propiedades del material del que estuviera hecha la mesa, que por suerte, era ignífugo. Si llega a ser madera habría ardido como un muñeco y Leo habría quedado encerrado para siempre en mi cuerpo. – [Leo]He compuesto dos canciones, sí, pero he probado y no soy capaz ni de tararearlas para que suenen a algo que no sea ruido. El sonido cambia con la velocidad y me cuesta ir al ritmo.[/Leo] – dijo. Tenía sentido, si, nuestros poderes y capacidades por si solos no eran nada sin nosotros.

    – [Noah]Sí, tienes razón, salvo por la memoria Rakkthathor.[/Noah] – le respondí. Sin la velocidad habría ido despacio, pero tampoco tenía los recuerdos de mi padre y mis antepasados para apoyarme en ellos. Era como sentirme solo de pronto, totalmente solo con una criatura que acechaba en la oscuridad.

    – [Leo]Puedo buscar por ti lo que me digas.[/Leo] – escuché decir a mi hermano.

    – [Noah]No habrá nada de la última vez que cambiamos porque yo ya había nacido y creo que nunca les había pasado antes. [/Noah] – teoricé, imaginando que mis pensamientos eran una barrera mágica que me protegía de eso. – [Noah]Pero puedes probar. Eso si no…[/Noah] – pese a ser como eran mis padres, yo nunca había sido tan extrovertido como ellos o incluso como Leo. Tenía bastante más timidez en todo lo relativo a la desnudez y por eso me costaba decirle que evitase los recuerdos para mayores de 18.

    – [Leo]Dime.[/Leo] – me instó Leo.

    – [Noah]Bueno que no…no pienses en Lexie porque…bueno, es privado.[/Noah] – le recordé. No me gustaba mucho que pudiera ver conversaciones personales. No tenía nada que ocultar a mi hermano pero una cosa era eso y otra que me hiciera gracia que viera de primera mano lo que sentía por ella. Y luego estaban otras cosas que habían pasado desde que estuvimos en la prehistoria, cosas con menos ropa.

    – [Leo]Tranquilo, me concentraré, creo que más o menos ya sé hacerlo.[/Leo] – me aseguró. Confié en él, toda la vida lo había hecho. Aunque Leo siempre había tenido complejo por no ser Rakkthathor, cuando yo era pequeño sabía disimularlo muy bien y para mi era todo un héroe. Hasta que no fui mayor no lo comprendí del todo y eso me permitió también ser capaz de entenderlo.

    – [Noah]Tampoco te aconsejo pensar en mamá y papá. Probablemente verías antes lo suficiente como para evitar llevarte un susto pero…como aún no estás acostumbrado…mejor no lo hagas.[/Noah] – era normal que quisiera ver a papá o a mamá pero podría ver cosas que no le apetecerían. Yo lo había aprendido a tiempo por pura suerte, recuperando de la memoria una conversación que cada vez se volvía más vergonzosa. Ese día aprendí cómo salir de un recuerdo antes de verlo por completo, y menos mal.

    – [Leo]Tranquilo. Tú sigue, sé que encontrarás una forma.[/Leo] – entonces apoyó la espalda en la pared opuesta a la entrada del estudio y dobló las piernas como si fuera a meditar. Vi como sus ojos se movían tras los párpados, estaba visualizando recuerdos. Sabía que mi poder no lo echaría de menos, pero aquello quizá sí.

    Yo me volqué a aquellos libros agradeciendo el silencio para poder concentrarme. Antes nunca había tenido problema porque el sonido iba más despacio que yo. Me resultó tan tedioso que agradecí ver dos figuras familiares en la puerta de cristal. Xander se verificó en el panel y la puerta se elevó dejándoles pasar.

    – [Xander]Noah, necesito que hablemos.[/Xander] – algo debía preocuparle bastante.

    – [Noah]Sí, dime Ja…Xander, perdón.[/Noah] – dije maldiciendo para mi recién descubierta lentitud. Otra de las ventajas de mi poder era que me ayudaba a meter menos la pata a veces. – [Noah]Hola, Jane.[/Noah] – dije mirando la extraña postura que tenía el cuerpo de Xander. Ella me devolvió el saludo con una ligera sonrisa.

    – [Xander]Necesito que pienses en la primera vez que salimos a patrullar. Dónde fue, qué pasó.[/Xander] – intervino Xander sin dar tiempo a charlas cotidianas.

    – [Noah]¿Por qué necesitas comprobar que soy yo?[/Noah] – le pregunté. Parecía obvio que era lo que quería, preguntándome algo que solo podíamos saber él o yo.

    – [Xander]Confía en mí.[/Xander] – me pidió. Me costaba aferrarme a algo para brindarle mi confianza llevando una cara que, con todo el respeto a Jane, también llevaba Omega. Aquello podía ser una estrategia para después hacerse pasar por mí.

    Ellos esperaron en silencio mientras pensaba, tratando de no observarme. El manojo de sentimientos negativos que hacía más fuerte la tensión del licántropo no me estaba dejando ver con claridad. Lo de Omega era demasiado rebuscado y no explicaría que los dos estuvieran allí, ella trabajaba sola.

    Al final me coloqué frente a Xander y asentí. Jane se sentó en uno de los sofás del estudio mientras esperaba, tratando de acomodar bien sus piernas.

    Traté de volver a aquella noche y desde el principio sentí la frustración y la añoranza de tener a mano la memoria  genética. Sin ella, algunos detalles estaban más desdibujados y mi afán de tener una visión clara de todo hacía que tardase mucho en «pintar» la escena en mi cabeza.

    – [Xander]Ve a lo básico.[/Xander] – pidió con voz calmada.

    Estábamos en la Escuela Legado. Yo, era yo solo. Estaba en la biblioteca y escuché a una chica hablando con un grupo de amigas en voz baja. Cuando supe que estaba hablando de que la habían asaltado agudicé el oído y me concentré. Hablaban suficientemente bajo para un humano, pero no para un medio Rakkthathor. A medida que lo escuchaba supe que era más grave de lo que había pensado en un principio, aquella chica había sido violada por alguien de la Escuela.

    Había pasado media mañana pensando en todo aquello, tratando de buscar algo que hacer para luchar contra la ira que me provocaba que hubiera pasado delante de todos nosotros y ella ni siquiera se pudiera sentir segura como para contarlo. Tampoco me atrevía yo mismo a hablarlo con nadie, pero comiendo con Xander se dio cuenta de que pasaba algo. Terminé contándoselo y nos decidimos a vigilar la Escuela por la noche.

    Tras cuatro noches de patrulla nocturna, le vi. Recuerdo señalarle a Xander cada detalle que me hizo sospechar pensando que estaba paranoico y el alivio cuando éste me dijo que tenía mala pinta. Le seguimos y nos dimos cuenta de que seguía a otra chica.

    Esa noche no hizo nada, ni tampoco las dos siguientes. A la tercera aprovechó una zona oscura y poco concurrida para abalanzarse sobre ella. Incluso ahora sin la memoria genética recordaba perfectamente la ira que sentí. Cuando nos quisimos dar cuenta, Xander y yo, con la cara cubierta como si fuéramos dos monstruos más como él, estábamos plantándole cara.

    Él contraatacó. Podía endurecer su piel y eso le daba más fuerza que sus víctimas. No lo pensamos demasiado, y estoy seguro de que volveríamos a hacerlo igual, pero con lo que había hecho y la amenaza que suponía, Xander y yo le golpeamos hasta que tuvo que dejar de usar su poder. No voy a negar que quise seguir y Xander me dijo más tarde que él también lo pensó, pero nos detuvimos. Xander fue a hablar con la chica para asegurarse de que se encontraba bien y le aconsejó hablar con los psicólogos de la Escuela, concretamente con su tía Diana.

    Obligamos a aquél tipo a grabar un vídeo admitiendo lo que había hecho a la otra chica y lo que había estado a punto de hacer. Resultó increíble y repulsivo ver cómo parecía no mostrar ningún remordimiento y su miedo era solo a que le golpeáramos o le cogiera la policía. Entregamos el vídeo anónimo y la madre de Xander le expulsó y tomó las medidas necesarias para que estuviera controlado el resto de su vida.

    Aun así, su daño iba a perdurar. La chica a la que había violado al final habló con la tía Sarah como otra chica y estuvo viendo a Diana también bastante tiempo. No podíamos hacer más por desgracia, solo confiar en que ella la ayudaría.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dijo Xander. Desvió la mirada a Leo sin añadir nada más. Los dos sabíamos que después de aquél tipo habíamos encontrado otros, en la Escuela, en la Universidad y en las calles. Habíamos parado a algunos, pero era imposible que lo hiciéramos con todos. Había algo malo en la sociedad, algo oscuro y terrible que una sociedad machista solo iba a proteger. – [Xander]¿Leo está meditando?[/Xander] – preguntó.

    – [Noah]Buscando información en la memoria genética. Pero es él. Ha escrito dos o tres canciones.[/Noah] – señalé su lado de la mesa. Había escrito una canción completa y no había podido contener el exceso de energía de mi cuerpo, así que había salido a correr. Había recorrido media ciudad y a la vuelta compuso otras dos, pero sin poder tocarlas nunca las daría por terminadas.

    – [Xander]Jane también es ella.[/Xander] – dijo. Seguía sin saber qué estaba pasando y mi paciencia no estaba en su mejor momento.

    – [Noah]¿Me vas a decir qué ha pasado de verdad?[/Noah]

    – [Xander]Se ha intercambiado con nosotros gente que no era de la nave. No estoy seguro pero creo que los mismos que estuvieron aquí mientras estábamos de misión.[/Xander] – le había pedido a Noah al volver que revisara toda la nave, pero no encontramos nada que nos diera una pista de quién había sido. Ruby había conseguido saber que habían sido al menos cinco personas.

    – [Noah]¿Quién?[/Noah] – pregunté, deseando estar en una situación más fácil en la que no tuviera que ser más lento y con más amenazas de las que estaba acostumbrado.

    – [Xander]De momento en Lekwaa, que debería estar James, hay alguien que intenta no levantar sospechas. Por suerte no sabrían lo de Jane.[/Xander] – se llevó una mano a la sien. Jane no había hablado demasiado sobre el poder que había conseguido en Valantis, pero Elle me lo había contado. No sabía a ciencia cierta quién lo sabía, pero no era el único que sabría que el poder de Jane solo le permitía absorber poderes de una forma. Quizá por eso se negaba a mencionarlo, porque pensaba que la veríamos como una amenaza cada vez más cerca de convertirse en Omega. Pero conocerla implicaba saber, sin necesidad de explicaciones, que ella no habría arrebatado a nadie su poder y su vida voluntariamente. Su nuevo poder había sido un último regalo de alguien.

    – [Noah]Tiene sentido. Nos han dejado débiles para poder contraatacar y pueden aprovechar la confusión.[/Noah] – comenté. Con el cambio estábamos todos más ocupados en hacernos a nuestro «cuerpo temporal» que en sospechar, cosa que era más difícil cuando no conocíamos a todos. Y si terminábamos sospechando, la mayoría no controlábamos esos cuerpos como los propios. – [Noah]Los que tenemos historia común lo tenemos más fácil, pero hay mucha gente a la que apenas conocíamos hasta hace poco.[/Noah] – añadí. Ya había relaciones poco tratadas entre los que habíamos venido desde la Tierra, pero con los nuevos había aún más. Sin ir más lejos no recordaba haber cruzado más de dos palabras con Zahra, Ruby, James, Lekwaa, Robin, Chloe o simplemente, Laura. Tomé nota para hacerlo, pero para entonces ya era tarde.

    – [Xander]Tampoco podemos dejar que se siembre la paranoia. Somos un equipo y algunas sospechas y acusaciones podrían no olvidarse fácilmente.[/Xander] – hablando así me habría resultado fácil saber que era Xander incluso encapsulado en el físico de Jane. No solo se preocupaba del problema si no de cómo se iban a sentir aquellos de los que dudásemos injustamente.

    – [Jane]Alguien debería ir a por Lekwaa y sacarle información.[/Jane] – propuso Jane, tan práctica como de costumbre, y también igual de acertada.

    – [Noah]Yo creo que es buena idea. Siempre que no se de cuenta nadie en el que no podamos confiar.[/Noah] – la apoyé. – [Noah]Tendríamos que descartar algunos más. Ir sobre seguro.[/Noah] – añadí. Empezar a desmadejar todo aquél lío y confirmar que todo el mundo era quien decía ser. Sería difícil pero el poder que ahora estaba al alcance de Xander lo facilitaba un poco.

    – [Xander]Leo y tú podéis ir a hablar con Cole y Kaylee y Jane y yo iremos con Elle y Ezra. Mejor poco a poco para no levantar sospechas. [/Xander] – comentó él, mirando a Jane para ver qué opinaba. Jane asintió.

    – [Noah]Vale. Nos vemos dentro de una hora más o menos.[/Noah] – le dije, tratando de pensar el siguiente paso, los próximos que comprobaríamos, pero por desgracia, mi mente no aceptaba tan bien el multitarea como antes.

    Xander y Jane se despidieron y se marcharon de camino al almacén donde estaban Ezra y Elle. Cogí una de las tabletas de escritura y empecé a trazar un plan. Lo borré varias veces. Anoté los nombres de todos y lo que sabía de cada uno, las personas que podrían conocerles mejor, pero aun así, había huecos. Al cabo de un rato empecé a ver puntos clave, personas alrededor de las que orbitaban otras. Los más «sociables», los que se habían llevado con más gente. No me sorprendió descubrir que pese a todo, Kaylee era una de ellas, así que necesitábamos comprobar que era ella misma. Elle era otra, el instinto no nos había fallado en eso al menos.

    – [Leo]No he encontrado nada útil.[/Leo] – me sorprendió escuchar mi propia voz, con el aire taciturno de mi hermano..

    – [Noah]Yo sí.[/Noah] – procedí a explicarle todo lo que me había contado Xander y a enseñarle lo que había descubierto. Me frustraba saber que era más lento explicándolo que él entendiéndolo, pero al final quedó todo bien aclarado.

    – [Leo]A Kaylee podré distinguirla sin problema, pero de Cole no estoy tan seguro. Nunca le traté mucho.[/Leo] – explicó.

    – [Noah]Yo le he conocido más en estas semanas en Nara, puedo reconocerle.[/Noah] – le aseguré. Yo mismo había pensado en mi tiempo allí que era una pena no haberme parado a hablar más con él hasta ese momento. Me daba la sensación de que había vivido muy deprisa la mayor parte del tiempo. Quizá ir despacio no era tan malo para algunas cosas.

    – [Leo]Vale. [/Leo]

    – [Noah]Vamos entonces. Creo que entraron hace un rato a uno de los despachos.[/Noah] – me había parecido captar un pelo rojo como el fuego y no había ninguno que destacara tanto como el de Kaylee.

    Leo salió delante y yo me di la vuelta un momento para coger la tableta de escritura y repasar aquellos nombres:

    Elle

    Kaylee

    Xander

    Owen

    Noah

    Idris

     

  • LAS MUJERES MAS IMPORTANTES DE OWEN

    OWEN WILLIAMS – Nave

    Mañana

     

    No era mi primera vez dentro del cuerpo de una mujer… vale, dejadme reformular esto porque con lo que viene a continuación queda demasiado raro. No era la primera vez que mi alma se veía anclada en el cuerpo de una mujer, como podréis recordar de pequeño por un día fui mi madre, y no era uno de sus mejores días precisamente. Desde aquel día supe que las mujeres son un ser superior al hombre y que la menstruación duele más que una patada en los huevos sin ninguna duda.

    Cuando pensé en pasar más tiempo con ella no imagine que sería de esta manera, pero visto por el lado bueno de esto modo no podrá huir de mí para vigilar su cuerpo, lo cuál dicho sea de paso duele un poco porque no se por que clase de depravado me toma.

    Ser Amy estaba resultando toda una experiencia desde luego, siendo mi madre no podía tocar a nadie, sin embargo con Amy percibía un montón de cosas, la seda de su bata cayendo por los brazos con delicadeza, una amplia gama de olores, o que en alguna parte de aquella nave alguien se había transformado en licantropo, lo que me hacia sentir algo por dentro y no eran ni flores ni gases.

    – [Owen]¿Te parecen bien unos cereales?.-[/Owen] Ella se limitó a encogerse de hombros sentada en un taburete delante de mí. Por lo general solía desayunar un vaso de proteínas y alguna fruta, pero en el caso de Amy no sabía lo que desayunaba así que tire por el desayuno universal de un niño menor de 10 años, soy un genio como podréis comprobar. Nota: compensar a Amy con un desayuno sorpresa cuando todo esto haya pasado.

    – [Owen]Puedes darte un caprichito ahora que esta en mi cuerpo, ya quemare las calorías luego.-[/Owen] Clase de como cagarla con tu crush 101.

    – [Amy]¿Me estás llamando gorda?[/Amy]- Pregunto poniendo los ojos en blanco algo que me dio mucho repelús porque no era algo que yo soliera hacer, de pequeño pensaba que los ojos se te podían acabar metiendo hacía dentro.

    – [Owen]No, en todo caso te estoy llamando delgada.-[/Owen] Así se arregla Owen. Los cereales que había preparado comenzaron a convertirse en una mezcla pastosa, maldita comida futurista. – [Owen]Esto sabe a cartón.[/Owen]

    – [Amy]No necesito que hagas apreciaciones sobre mi físico[/Amy].- Amy cogió una fruta que parecía una ciruela, pero azul en su interior. – [Amy]De hecho, podemos estar en silencio hasta que acabe todo[/Amy].- Por lo general era un tío sonriente, pero esa en concreto que acaba de poner no era una que soliera utilizar, la sarcástica.

    – [Owen]Si nos quedamos en silencio será más violento. -[/Owen] Los cereales estaban comenzando a resultar imposibles de tragar y creo que comenzaba a entender por qué. Amy compartía su cuerpo con otro ser, y un bol de leche con arroz inflado no era precisamente lo que quería. – [Owen]Oye, ¿siempre tienes antojo de carne?.[/Owen]

    – [Amy]Para tener antojo de carne, te estás poniendo fino a cereales[/Amy].- Pues si tenía antojo, pero no sabía de que tipo. En una escala del 1 al 10 en cosas estúpidas que solo podría ocurrirseme a mí, como de estúpido seria el morderme a mi mismo para que Amy dejara de atormentarse con que podría matarme y así estar juntos.

     – [Owen]Lo decía por la loba.-[/Owen] No pude evitar olfatear y me llegaron varios olores, por lo visto era una destilería andante porque daba la sensación de que desprendía ron por los poros de mi piel, pero por encima de eso me llegaron otros más suaves de Amy  – [Owen]Vaya, pues sí que es bueno ese champú espacial.[/Owen]

    – [Amy]Evita hacer esas cosas[/Amy].- No hacía falta ser un genio para notar que aquello le había incomodado. Maldita sea Owen, acaso ves a Amy lanzar fuego, pues deja de usar sus habilidades claramente superiores a ti. – [Amy]Y si tienes ganas de hacer pis: te lo haces encima y ya está[/Amy].

    – [Owen]Evitare más líquidos por hoy. Si tú necesitas ir al baño, puedes ir si problemas.-[/Owen] Le guiñe un ojo, lo cual al estar en su cuerpo resultaba algo violento.

    – [Amy]Prefiero reventar o provocarte una infección de orina[/Amy].- Amy ignoro el guiño de ojo y saco un lápiz y papel en el que comenzó a escribir. No dejaba de sorprenderme, no tenía ni la más remota idea de donde los había sacado porque eran cosas que no solía llevar encima. Ella, guapa, lista, maga. Pero sobretodo me sorprendía que fuera capaz de sacar algo de esta situación como para poder hacer una canción.

    – [Owen]Esto es lo más raro de todo, nunca me había visto tan concentrado en algo.-[/Owen] Dije hincando los codos en la encimera inclinándome un poco hacia ella/él.

    – [Amy]No me observes[/Amy].- Me pidió con las mejillas encendidas. Note como su corazón, o el mío, se aceleraba.

    – [Owen]Si vas a escribir sobre esta maravillosa experiencia, puedo ayudarte. Aunque no se me da bien tocar ningún instrumento.-[/Owen] El talento musical se lo había llevado Elliot, el culinario Jane y el intelectual ambos. Yo solo era Owen.

    – [Amy]No necesito ayuda, Owen. Necesito silencio[/Amy].- Se quedo pensativa unos segundos, tal vez pensando en algo que escribir.- [Amy]Pero gracias[/Amy].

    [Owen]Vale, soy una tumba.-[/Owen] Añadí imitando el cerrar de una cremallera.

    Me senté en el otro lado de la cocina ojeando una revista de cocina, de vez en cuando Amy alzaba la vista por encima del hombro, vigilandome, o tal vez inspirándose para lo que estaba escribiendo, vale puede que mi talento sea el de ser musa de cantantes.

    Me alegraba de haber cambiado de cuerpo con Amy, era algo que podría unirnos más, además no tenía nada de malo ser mujer. De hecho las tres personas más importantes de mi vida eran mujeres. Una me había educado de una manera fenomenal a pesar de todos los quebraderos de cabeza que le había dado. Otra había sido mi media mitad toda mi vida y lo seguiría siendo por siempre. Y la última alegra mis días con una simple mirada, o en este caso con un vistazo por el rabillo del ojo.

     

  • UNA DUCHA FRÍA

    Jane – Nave

    Mañana

    Éramos los hijos y las hijas del grupo Moondie, pero yo no estaba preparada para ocupar el cuerpo de Alexander. Me miré al espejo varias veces intentando acostumbrarme a lo que veía reflejado por si era permanente y quise echarme a llorar. No es que no fuera agradable tener más músculos de los que creía posibles, pero notaba raro hasta el latido de su (¿mi?) corazón.

    – [Xander]No sabía que no podías leerme.[/Xander] – escuché mi propia voz a mi espaldas. Estábamos en la que era mi habitación en la nave. Tenía la misma poca gracia que siempre, a excepción del trozo de espejo que Lexie nos había donado arriesgándose a siete años de mala suerte por pedazo. Era una estancia funcional con dos camas de sábanas blanquísimas, paredes de metal y una falta preocupante de decoración. Si tu sueño era vivir en la Galactica, ahora podías cumplirlo.

    – [Jane]Pensé que lo sabías, porque eres inmune a todos los poderes[/Jane].- le expliqué sin dejar de mirarme. Los testículos empezaban a picarme. ¿Debería rascarme con la mano o buscar un tenedor?

    – [Xander]En realidad, solo lo había comprobado con las visiones de Amy y con tu poder.[/Xander] – me explicó. Observé los pantalones de tejido vaquero y la blusa suelta de color negro, que ahora le (¿me) quedaban más holgados. Mi cuerpo estaba adelgazando.

    Asentí y pasé los dedos por la incipiente barba. – [Xander]Jane, voy a ser sincero. Necesito confiar en ti antes de poder contarte una cosa. Necesito estar seguro de que eres tú.[/Xander]

    Noté que me tensaba. Era parte de la poca gracia de mi carácter. A veces, el torrente de mala leche era algo instintivo, que ni siquiera podía controlar.- [Jane]¿Y eso a qué viene?[/Jane]- espeté molesta.

    – [Xander]No te lo puedo decir hasta que no esté del todo seguro.[/Xander] – se explicó. – [Xander]Normalmente me valdría con mirarte pero…no sé leer mi cara.[/Xander]

    – [Jane]En fin[/Jane].- me crucé de brazos y vi cómo se me marcaban los bíceps con aquella camiseta verde botella.

    – [Xander]Dime algo que solo supieras tú. Lo que sea.[/Xander]- me pidió.

    – [Jane]No tengo nada especial que contarte[/Jane].- me ajusté los vaqueros a ver si aquel picor infernal cesaba. ¿Alexander tendría ladillas?

    – [Xander]¿Qué rpg era tu favorito?[/Xander]

    – [Jane]Esto es absurdo, Alexander[/Jane].- bufé.

    – [Xander]Jane, por favor, responde.[/Xander] – me pidió mi propia cara.

    – [Jane]Pues…[/Jane]- me rasqué la barba. El cuerpo de este hombre era una mina de picores desconocidos.- [Jane]Los Sims, diría yo[/Jane].

    – [Xander]Solo tú podías dar esa respuesta.[/Xander] – sonrió y vi todas las arrugas que tendría en unos años si seguía sonriendo. Nota: dejar de sonreír. – [Xander]Perdona por haber dudado, pero no todos hemos cambiado por parejas.[/Xander] – comento. – [Xander]Hay al menos alguien desconocido entre nosotros, haciéndose pasar por James en el cuerpo de Lekwaa.[/Xander]

    – [Jane]Al menos, el topo no está en mi cabeza[/Jane].- medité.- [Jane]Habría tenido las de ganar[/Jane].

    – [Xander]Pero no sé controlarlo. Seguro que a ti se te daba mejor.[/Xander]

    – [Jane]Aún no lo tengo controlado y tú eres más zen. Te irá bien[/Jane].- me senté a su lado, en la cama de Elle. Lo bueno del futuro es que las camas no tenían muelles.

    – [Xander]Tú eres más metódica y más perfeccionista.[/Xander] – vi cómo mi cara se sonrojaba un poco al mirarme.

    – [Jane]No me hagas la pelota[/Jane].- alcé un dedo.

    – [Xander]Es cierto. Aunque es un poco raro decírselo a mi cara.[/Xander] – continuó. – [Xander]Supongo que porque tus padres, bueno, tienen sus virtudes pero…no fueron muy perfeccionistas.[/Xander]

    Mis padres. Los peores Moondies. La pareja que nadie sabía de dónde había salido y que, por si fuera poco, se había reproducido no una, sino tres veces.

    – [Jane]Mi padre es un desastre y mi madre está amargada, porque se equivocó enamorándose de un tío con el que solo tenía en común lo mucho que les gustaba el sexo[/Jane].-  solté de forma seca.

     [Xander]Sé que no estuve a la altura pero siempre que necesites hablar, aquí estaré. A veces solo hace falta desahogarse.[/Xander]- le di un abrazo y no sé qué fue lo que pasó, pero el miembro de Alexander reaccionó al olor del champú de mi cuerpo y se endureció.

     

    – [Jane]¿Qué…?[/Jane]- chillé avergonzada y me puse en pie dándole golpecitos.

    – [Xander]Tenemos que encontrar una forma de…revertirlo.[/Xander] – se cruzó de brazos y al ver que se tocaba las tetas, los colocó a lo largo de su cuerpo.

    – [Jane]Abajo, maldita sea. ABAJO. SIT[/Jane].- le grité al miembro, que estaba con la bandera alzada.

    – [Xander]Deja de darle golpes…[/Xander].- puso cara de dolor.

    – [Jane]¡ES QUE NO ME OBEDECE![/Xander]- volví a darle.

    – [Xander]Cuanto más le des, peor[/Xander].- nunca entendería el funcionamiento de los penes.- [Xander]Piensa en algo no…bueno, en algo que no te…guste.[/Xander] – dice.

    – [Jane]Suciedad, desorden, Owen hablando sin parar de cosas que no vienen a cuento, mis padres discutiendo…[/Jane]-  enumeré.

    Nada. Aquello seguía como una piedra.

    –  [Jane]Sospecho que tienes alguna enfermedad[/Jane].

    – [Xander]¡Eso es que estoy sano![/Xander]

    – [Jane]¿Tú crees? Porque a mí no me lo parece[/Jane].

    Me estaba agobiando. No quería tener que manipular algo que no era mío.- [Jane]Creo…creo…que me voy a ir a leer para no estar muy cerca…[/Jane]- propuse y agarré el manoseado ejemplar de ‘Reino de ladrones’ de la mesita. El libro era gordo, quizás si lo dejaba caer sobre el pene…

    – [Xander]Ni se te ocurra. Por favor…[/Xander]- me pidió con un hilo de voz.-[Xander]Tenemos que buscar la forma de cambiarlo.[/Xander] – propuso. – [Xander]Pero por el momento solo podemos confiar el uno en el otro. Intentaré usar tu poder para sonsacar algo.[/Xander]

    Asentí y él salió de la habitación. Intenté leer, pero aquello no se bajaba y tuve que optar por lo menos ortodoxo, pero también necesario.

    Una ducha fría.