Moondale

Categoría: 4×10 – The Season of the Witch

  • DESPEDIDAS Y REENCUENTROS

    CHRISTOPHER MACLEOD

    ESCUELA LEGADO – NOCHE

    Aquél edificio que en su día había sido una mera nave industrial vacía, se había convertido en el edificio de administración de la Escuela Legado y en una suerte de escuela de la vida para los Moondies. Era su corazón latiente, rebosante de vida y energía incluso cuando las amenazas eran constantes. Sin embargo, aquella noche, ese corazón adolecía. En el edificio reinaba el silencio, solo roto por los llantos contenidos y las voces cansadas.

    Cuando Daniel entró a la sala de descanso de la segunda planta, nos encontró a Sasha y a mí sentados en silencio, pensativos, esperando.

    – [MacLeod]¿Café?[/MacLeod]  – les pregunté. Había perdido la cuenta de los que había tomado, pero necesitaba una distracción aunque solo me fuera a mantener ocupado unos minutos.

    – [Daniel]Sí.[/Daniel] – respondió Daniel, sentándose al lado de Sasha. Empecé a prepararle un latte aderezado con las cosas que iba dejando Daakka por allí de los cafés que iba experimentando. Envidié su especial relación en ese momento, él tendría un apoyo constante para ayudar a Sarah mientras que yo, volvería a una casa silente, sin mis niñas, solo para tratar de ayudar a sobrellevar la pena al amor de mi vida, que estaba derrotada.

    – [Sasha]Cargado.[/Sasha] – pidió Sasha. Observé el líquido oscuro mientras se vertía sin fin en una taza grande, sin leche, sin azúcar, solo café, a veces se notaba que Daniel y yo no habíamos nacido en este país.

    Al terminar coloqué los cafés en los posavasos de la mesa en la que estábamos sentados y miré fijamente la madera, sin atreverme a preguntarle a Daniel por el asunto por el que llevaba un rato ausente.

    – [Daniel]Acabo de hablar con Xander.[/Daniel] – le escuché decir. Al alzar la vista le vi mirando a Sasha, que debía haber pedido con sus ojos lo que yo no me atrevía a preguntar. Después me miró a mí. Apartó sus ojos de los míos al cabo de unos segundos, consciente seguro de que conociéndole como lo hacía, había reconocido el dolor que se ocultaba tras ellos. Por su historia personal, para Daniel esto estaba resultando muy duro, pero había aguantado cuando recibieron la llamada, en el funeral y ahora, reunidos todos en la Escuela, porque sabía que Sarah estaba sufriendo lo indecible.- [Daniel]Han tenido complicaciones y se les ha presentado una mujer que les ha ofrecido tratos, pero están bien.[/Daniel] – confesó. Sentí una sensación de agobio volver de las sombras en las que se había metido los últimos días. Mis hijas estaban en otra parte del universo, en otro tiempo, enfrentándose a la clase de peligros de las que siempre intentamos protegerlas. Habíamos creído que podíamos protegerles de todo esto, pero al final nunca tuvimos esa opción, quizá lo más sensato habría sido enseñarles. – [Daniel]Parece que Laura Petrov ha vuelto a la isla, habría que buscar la forma de hablar con ella.[/Daniel] – asentí, meditabundo, nuestros contactos en la isla existían, los OWLS e incluso la madre de Laura, pero dada la relación con Z, que aún tenía un peso importante en el gobierno de la misma, no era muy entusiasta utilizándolos, porque sabía que él estaría observando y quien sabe si podría esperar nuestro peor momento para volver a intentar quedarse con Ripper.

    – [Sasha]¿Le has dicho lo que ha pasado?[/Sasha] – preguntó Sasha, directa como solo ella podía serlo sin resultar ofensivo.

    – [Daniel]Sí, y he querido decírselo a Elle también directamente.[/Daniel] – Daniel se pasó una mano por el pelo, más largo de lo que lo que lo había llevado en los últimos años, abatido. – [Daniel]Siento que no puedas hablar con ellos.[/Daniel] – le dijo a su otra mujer. Colocó una mano en su espalda para darle apoyo. Para Sasha, que siempre se había hecho a un lado cuando era necesario disimular, debía ser difícil ser la única que no podía hablar con los niños por no ser una Daë.

    – [Sasha]Ya tendré tiempo. Ahora lo importante es ayudar a Sarah y estar cuando ellos lo necesiten.[/Sasha] – respondió. Era una mujer estoica, con mucha confianza, pero por mucha que tuviera, me alegró enormemente saber que su relación ya no sería un secreto con nadie.

    – [MacLeod]Hablaré con Amy y Vera en cuanto Diana se encuentre con fuerzas para hablar con Kaylee.[/MacLeod] – les expliqué. Estaba deseando escuchar y ver de nuevo a mis niñas. Desde los viejos tiempos no llevaba tan a menudo encima el disco Daë como ahora, que me acompañaba a todas partes. Pero a ese deseo de hablar con ellas se le sumaba el miedo a decirles lo que había pasado, a llevarles ese dolor a un lugar desde el que no podían hacer nada, ni yo tampoco para reconfortarlas por la pérdida. – [MacLeod]Ese dolor se quedará siempre, pero seguirán adelante. Ayudar a los niños las mantendrá ocupadas.[/MacLeod] – les dije. Sarah, Diana, Lucy y Cara eran las que más fuerte habían recibido el golpe. Junto a la desaparición de nuestros hijos e hijas, era demasiado, pero confiaba en que hablando con ellos, ayudándoles, las madres protectoras que había en ellas sirvieran para protegerlas a sí mismas de las hijas dolientes.

    – [Daniel]Tengo miedo de ver a Sarah destrozada como cuando lo de Kaylee.[/Daniel] – confesó Daniel. Se notaba que aquél suceso habría protagonizado su mundo del miedo en caso de haber vuelto. Deseé no hacerlo nunca, porque el mío sería mucho más peligroso ahora que tenía muchísimo más que perder.

    – [Sasha]Se repondrá, pelirrojo, es fuerte.[/Sasha] – le animó Sasha. La última vez las cosas habían sido diferentes, Kaylee se sacrificó y eso nos destrozó, Sarah se culpó, Ed no lo pudo soportar y se fue. Todo se vino abajo en cuestión de días. Pero salimos de ello y no se pasa un suceso así sin volverse más fuerte.

    Daniel asintió pero el silencio imperó en la sala de igual modo. Temí por un instante escuchar los llantos de la sala de descanso contigua, donde estaban ellas. Todos entrábamos a menudo para estar junto a ellas, pero al final, si alguien entendía su dolor eran ellas mismas, las cuatro habían perdido a una madre, aunque en diferente modo.

    – [MacLeod]Rebecca y Dom llegaron hace un rato, están con Jaime, creo que se irá con ellos una temporada para no volver solo a esa casa.[/MacLeod] – les expliqué. Habían llegado mientras Daniel hablaba y Sasha estaba con Sarah. – [MacLeod]Mi madre le ha ofrecido un cuarto si lo necesita.[/MacLeod] – comenté. Sería duro para Jaime, toda una vida solo para volver una vez más a ella. Quizá a Dom y Rebecca les vendría bien cuidar de alguien después de volver a vivir juntos tras marcharse sus hijos.

    – [Daniel]Cara también está sufriendo, durante un tiempo hizo de madre para ella.[/Daniel] – meditó, pensativo. Daakka se había ido hacía un rato con ellas, entraba y salía de la sala, listo por si le llamaban. El pomo de la puerta giró y pensé que sería él.

    – [Vincent]Hola.[/Vincent] – saludó Vincent al entrar. – [Vincent]¿Os importa si me quedo? Mara está con las hermanas y con Cara y no sabía ya qué hacer.[/Vincent] -aseguró con su habitual sinceridad. Todos estábamos así, pasándolo mal mientras las veíamos sufrir ante un mal al que no podíamos enfrentarnos como estábamos acostumbrados.

    – [MacLeod]No, pasa, siéntate y tómate un café o lo que necesites.[/MacLeod] – le ofrecí señalando la cafetera italiana, aún cargada.

    – [Vincent]Les está resultando muy duro, así tan de pronto, sin saber lo que le pasaba.[/Vincent] – dijo mientras se sentaba en uno de los sofás. En aquel momento más que nunca temía la «maldición» de Vincent. A veces necesitamos engañarnos, escuchar que no va a ser tan difícil, que pasará. Pero lo cierto es que llevaría tiempo y muchas cosas de las que preocuparse, como la relación de mi mujer y la magia.

    – [MacLeod]Las despedidas siempre son duras, en realidad nadie está nunca preparado aunque diga lo contrario.[/MacLeod] – confesé, recordando a mi hermano Zack. – [MacLeod]Elizabeth siempre aguantó el tipo por sus hijas, hasta el final.[/MacLeod] – sonaba a que me estaba repitiendo tras el funeral, pero la verdad es lo que es. Elizabeth siempre había tragado sus preocupaciones cuando sus hijas salían a salvar el mundo y ahora, cuando el mal la acechaba a ella, les había ahorrado las preocupaciones y se había enfrentado a ello sola.

    – [Daniel]Debimos ver algo raro. Venía mucho hace una temporada y en los últimos meses se excusó para no hacerlo.[/Daniel] – comentó Daniel, haciendo un gesto con la mano. Era cierto que Elizabeth había empezado a venir hacía cosa de un año con la excusa de aburrirse, ver a los niños y estar con la familia, pero hacia el final ya debía notarse el deterioro y no quería venir.

    – [Sasha]Teníamos muchas cosas encima.[/Sasha] – le tranquilizó Sasha. Siempre era así, teníamos el mundo tan encima de los hombros que no podíamos girar la cabeza para ver algunas cosas de las que pasaban en él. Eso había hecho también que no viéramos venir lo de Omega y lo de Infinity para evitar que nuestros niños y niñas se lanzaran a esa locura.

    – [MacLeod]Y sigue siendo así.[/MacLeod] – respondí. – [MacLeod]Estarán deseando ayudar a nuestros hijos e hijas, pero tenemos que ocuparnos de las patrullas, de Infinity y de Omega nosotros mismos, es lo único en lo que podemos ayudarlas.[/MacLeod] – aliviar en parte esa carga, mantener la rutina, estar ocupadas pero sin excesivas preocupaciones. Iba a ser una temporada dura.

    – [Daniel]¿Ed está con ellas?[/Daniel] – preguntó Daniel.

    – [Vincent]Sí, solo se ha movido de allí para hablar con Ezra.[/Vincent] – explicó Vincent, que había sido el último en salir. – [Vincent]Con lo felices que estaban con el embarazo.[/Vincent] – de nuevo esa sinceridad que venía en el peor momento. Lucy y Ed por fin se habían librado de la maldición que le había echado la Reina Negra y ahora ella estaba embarazada, de una niña llamada Chloe según le había dicho Kaylee a Diana, aunque eso nos lo habíamos reservado.

    – [MacLeod]Lucy aprovechó el tiempo con su madre en los últimos años. Sufrirá, es normal, pero su carácter es distinto al de Sarah y Diana.[/MacLeod] – o al menos eso pensaba. – [MacLeod]Ellas se culparán, pensarán que habrían podido hacer algo más.[/MacLeod] – aclaré. Eso las acompañaría a todas siempre, pero el carácter de Sarah y Diana haría que fuera peor. Y Diana, por si fuera poco, llevaría encima también el sufrimiento de su hermana. Eso me hacía recordar una de las cosas por las que tanto la quería, pero también lo mal que lo iba a pasar.

    – [Sasha]Me llevaré a Sarah a patrullar, sin los niños en casa pensará demasiado.[/Sasha] – comentó Sasha apurando el café.

    – [Daniel]Iré con vosotras. [/Daniel] – añadió Daniel asintiendo. Durante los próximos días no tendría mucho tiempo, estar con Diana iba a ser mi prioridad, pero en los momentos en los que ella descansara y yo no pudiera pegar ojo, empezaría a trazar algunas líneas de acción para ayudar a los nuevos Daë y para defender Moondale y la Tierra como siempre hacíamos.

    Se escuchó una alarma resonando en el despacho principal, que estaba conectado a la sala en la que estábamos por un arco. Daniel se levantó, ese despacho era de Sarah, de Dom y suyo, así que fue derecho hacia donde tenían el sistema de vigilancia. Los demás pasábamos mucho tiempo allí, yo en especial, pero estaba acostumbrado a que ese timbre pasara primero por Nate.  – [Daniel]Qué raro, tan tarde y ya estamos todos.[/Daniel] – pulsó un par de botones y en una televisión pequeña de la esquina se encendió la imagen de la entrada. Todos nos quedamos igual de asombrados y nos levantamos para verlo mejor. – [Daniel]No puede ser.[/Daniel] – dijo Daniel.

    Allí, en la entrada, estaba Mia Browning, con una sonrisa de oreja a oreja, saludando a la cámara.

     

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE II

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR

    Por un momento, el hecho de verme transportado frente a la Kvasir me trajo la sensación de haberme movido gracias a mi velocidad, pero la ilusión se desvaneció rápido. Mientras todos hablaban de lo que había pasado, de lo que nos habíamos visto obligados a entregar, noté la ausencia de ese tiempo adicional en el que todo se detenía mientras yo pensaba.

    Mi mente se había quedado ágil, por suerte, supuse que por el esfuerzo de pasar más de veinte años tratando de mantener el ritmo de mi poder. Me reconfortó un poco no verme torpe, poder seguir la conversación a medida que dibujaba en mi cabeza mis propias conclusiones, pero siempre me faltaría ese tiempo extra, esa capacidad para meditar las cosas antes de hablar con el resto.

    – [Owen]¿Felicidades?[/Owen] – preguntó Owen, al que le habría venido bien haber podido meditar la respuesta viendo que la cara de Cole se alejaba mucho de la alegría. Si bien Caitriona no parecía completamente mala, había una parte de ella oscura y ansiosa de poder, una parte que ese ser al que servía había alimentado. Pero sin embargo había añadido a la madre de Cole y Dante a mi trato con ella sin pedir nada a cambio, así que en el fondo, era buena. Aunque por mucho que lo fuese, una cosa era eso y otra confiarle a tu hija, desconocida o no.

    Cole negó con la cabeza, tratando de aparentar una calma que solo era aparente, bajo la fachada, sus cimientos se resquebrajaban. – [Cole]No creo que vuelva a verla.[/Cole] – sentenció, fijando la mirada en el suelo.

    Por suerte, Sophie decidió intervenir con su trato para desviar la atención. – [Sophie]Aún no sé muy bien lo que he conseguido[/Sophie].- admitió. Había algo diferente en ella, además de que su pelo ahora tenía mechones de un rosa bastante agradable a la vista.

    Me quedé pensando en su intervención para ayudar a Cole y en como los demás lo habían hecho antes tambié, conmigo y con otros. Era una ilusión pensar que seríamos capaces de crear un grupo cohesionado como el de los Moondies con treinta personas, incluso en su tiempo, Bill, Vincent, Hiroshi y Logan iban y venían o en el caso del último aparecían cuando querían. Cada vez se veía una unión más clara y estaba confiado en que de aquello saldríamos unos verdaderos New Moondies mientras que otros serían como los de Blue o los Satellites, unos buenos aliados y aliadas que siempre estarían ahí. – [Julia]Tengo los recuerdos felices de Ezra.[/Julia]- la voz de Julia hizo que dejara de observar las interacciones no verbales entre los demás. Esperaba que no fuera cierto lo que estaba diciendo.- [Julia]Y todo lo que habéis perdido el resto.[/Julia] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda, mi poder podía estar en sus manos, aunque no la veía utilizarlo, ni ninguno de los otros. Quizá fuera una broma, pero el mero hecho de decirlo me recordó la parte de mí que acababa de perder y podía formar parte de alguien más ahora.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – preguntó Nate.

    – [Julia]Pues claro que no.[/Julia]- sonrió ella al ver la cara de Nate y del resto, dándose cuenta de que la broma había sido demasiado pronto.- [Julia]Me ha dado fuegos artificiales.[/Julia]- acompañó sus palabras iluminando la noche estrellada. Creo que sentí alivio al pensar que mi poder no estaba de inmediato en manos de nadie más, pero no sabía si prefería que esa parte de mí estuviera a salvo con alguien cercano como Julia o perdida en manos de quién sabe qué clase de persona.

    – [Idris]¿Y que has dado a cambio? [/Idris]- le preguntó Idris, que parecía igual de calmado y divertido que siempre. – [Idris]¿Lo que tenías suelto?[/Idris] – bromeó con una de sus amplias sonrisas que instaban a hacer lo mismo.

    – [Julia]¿Te estás metiendo con mi poder?[/Julia] -replicó Julia frunciendo el ceño.

    – [Idris]No no, que va, yo lo usaría cada vez que estuviera… ya sabes[/Idris] – por un momento no supe dónde mirar, a Idris le resultaba muy natural hablar de sexo, sin embargo a mi siempre me había resultado difícil, no como a mis padres ni como a Leo. Miré de reojo a Lexie y vi que esbozaba una sonrisa pícara, le correspondí con la mejor que pude invocar, aunque sorprendentemente, la pérdida parecía menor cuando la miraba a ella.

    – [Owen] Llevas la fiesta en el cuerpo.[/Owen] – comentó Owen, que también parecía relajado, incluso divertido, pero tenía pinta de ser fachada y en el fondo estaría preocupado por su hermana y su hermano, en especial el último, que observaba el suelo en silencio, pensativo.

    – [Julia]Pues yo estoy muy contenta con él.[/Julia]- replicó Julia sacándoles la lengua. – [Julia]Sois una panda de envidiosos.[/Julia] – añadió. La vi guiñarme un ojo, parecía que a Julia se le daba bien saber cuando tenía que bromear, porque el ambiente parecía un poco menos tenso, teniendo en cuenta la situación.

    – [Xander]¿Y tu Niall? [/Xander]- preguntó Xander, viendo que mi amigo era el único que no había dicho su trato. Me extrañaba que hubiese aceptado, porque lo primero que imaginaba que hubiese podido ofrecerle Caitriona habría sido volver.

    – [Niall] He dado mi poder a cambio de fama.[/Niall]- Julia iluminó el cielo de nuevo. – [Niall] Gracias tía.[/Niall] – dijo él. Un silencio pesado se cernió sobre todos nosotros. Nadie sabía qué decir porque Niall había entregado su poder por algo que a primera vista parecía…superficial. Pero tenía que haber más en esa historia, Niall era buena persona, confiaba en él.

    Estaba meditando qué podía decir para ayudarle cuando una luz cegadora resplandeció en mitad del círculo que había formado. Cuando la oscuridad volvió a asentarse allí, en el punto del que había surgido la luz, había ahora una esfera similar a las orbes daë, pero sin ningún color.

    – [Laura]Eh…hola.[/Laura]- dijo una voz conocida, emanando de la esfera. Pensé que solo la había escuchado yo, como estábamos todos acostumbrados a hacer con las orbes, pero vi que todos miraban hacia la imagen de Laura que se proyectaba de la misma, ahora con una ropa diferente.

    – [Henry]¿Donde estás?[/Henry] – preguntó Henry. Me sentí mal por él, por lo que significaba lo que estábamos viendo. Henry podría ser yo si la que se hubiese ido fuera Lexie, pero pese a lo mucho que detestaba estar allí, se había quedado por mí, por salvarme.

    – [Laura]En casa.[/Laura]- esas palabras salieron muy despacio, porque sabía el peso que tenían.

    – [Xander]Espero que estés bien. ¿Podrías decirnos a cambio de qué Laura?[/Xander]- preguntó Xander poniendo especial cuidado en cada una de sus palabras y adelantándose a otros que parecían tener algo….menos bueno que decir.

    – [Laura]He dejado de ser Daë.[/Laura] – evitó mirar a nadie en concreto.

    – [Dante]Es lo que me ofreció a mi. [/Dante]- repitió Dante, apoyándose en la Kvasir.

    – [Laura]Sé que…es difícil de entender…[/Laura]- Laura movió las manos con más coordinación que antes, muestra de que el trato de Vera había sido cumplido.

    – [Amy]Eres una egoísta de mierda, Laura.[/Amy]- esta vez ni Xander ni Elle pudieron evitar que Amy dijese lo que pensaba de su decisión.- [Amy]Mi hermana Vera ahora tiene unas cicatrices en tus manos para ayudarte con las tuyas.[/Amy] – pese a que Amy a veces podía resultar demasiado dura, era fácil entender que después de lo que había dado su hermana pequeña, tenía motivos para estar molesta.

    – [Xander]Amy, no estamos aquí para juzgar.[/Xander] – dijo Xander tratando de evitar una confrontación.

    – [Noah]¿Por qué podemos seguir hablando?[/Noah] – pregunté, intentando distraerles hacia otra cosa. Hasta el momento solo habíamos conseguido hablar mediante las orbes y esta que teníamos delante era diferente, de ningún elemento.

    – [Laura]No pido que me entendáis.[/Laura]-trató de defenderse Laura, se la veía a punto de perder la calma y caer presa de los sentimientos que tenía encima.- [Laura]He vuelto a casa porque no tengo madera de Daë y lo único que he pedido a cambio es esto para no perder el contacto.[/Laura] – añadió. Así que eso era obra del ser al que servía Caitriona, uno cuyos tratos no podían invalidar los Daesdi, así que sin duda, era un ser ancestral, casi tan viejo como ellos, pero en lugar de luchar por un equilibrio y una paz, se alimentaba de desesperación.

    – [Lexie]Bueno, lo único no, porque estás en tu casa mientras el esto estamos salvando la puñetera galaxia.[/Lexie]- replicó Lexie con descaro, la conocía, no le preocupaba decir lo que pensaba si creía que tenía la razón y en su caso, que había rechazado la opción de irse por ayudarnos, era difícil que no fuera a estar muy enfadada.

    – [Xander]Laura,¿te importa si hablamos entre nosotros para calmar las cosas y volvemos a hablar más tarde? [/Xander]- viendo que la situación no iba a mejorar mucho, Xander estaba optando por esperar a que se calmaran los ánimos.

    Laura asintió y tragó saliva.- [Laura]Lo siento. No puedo decir otra cosa.[/Laura]- se disculpó antes de desvanecerse. La esfera se apagó y Henry se agachó para recogerla.

    Xander suspiró profundamente, miró a su hermana y decidió romper el silencio. – [Xander]De vuestros tratos hemos aprendido que se han llevado cosas muy importantes para alimentarse de vuestra pérdida. Sería interesante saber también que os ofrecieron al resto, para que todos podamos saber dónde defendernos. [/Xander]- propuso. Era cierto que cuanto más supiéramos, más preparados estaríamos, pero quizá algunos tratos fuesen demasiado privados.

    – [Idris]A mi un cambio de padres.[/Idris] – comentó Idris encogiéndose de hombros, pero vi una sombra cruzar su rostro. Idris adoraba a su madre y a su padre, pero eso no negaba el hecho de que le habría gustado conocer a los Moreau.

    – [Dante]A mí lo de Laura, no me gusta ser Daë pero tampoco lo voy a andar regalando. [/Dante] – recordó Dante. Vi que dirigía una mirada a Chloe, parte de una conversación que desconocía.

    – [Xander]Al menos ahora sabemos que somos Daë y que falta uno o una mínimo, por Laura.[/Xander] – comentó Xander. Era curioso pensar que de pequeño me veía a mi mismo como una especie del MacLeod de nuestro grupo, pero a la hora de la verdad era Xander el que estaba jugando de alguna forma ese papel. Quizá la clave era ser más preocupado. – [Xander]A mí me ofreció poderes.[/Xander] – añadió. Su sueño de toda la vida, un héroe de leyenda como su padre y su madre.

    – [Elle]Probablemente no fuera Daë.[/Elle]- intervino Elle, dando un paso adelante.- [Elle]¿Os acordáis de Cecil, Liad, Paige y Lila? Pues eso.[/Elle] – dijo después. Era cierto que a veces había falsas pistas sobre quiénes eran Daë de verdad o no, los Daesdi hacían sus elecciones, pero luego las comprobaban con Pruebas que no todos pasaban. Si esto era una, Laura no la había pasado.

    – [Kaylee]Esperemos que no dé tanto asco como esos seres.[/Kaylee]- dijo Kaylee. Elle y ella sonrieron, conscientes de que por mucho que Laura se hubiera ido, no había caído tan bajo como para ser  una traidora como ellos.

    – [Henry]Simplemente le ha vendido grande todo esto. [/Henry] – dijo Henry, pensativo. Sí, Laura había pasado bastantes cosas y no había terminado de encontrar su sitio ni su motivación, tampoco podía culparla nadie, al menos después de meditarlo bien. – [Henry] A mi me ofreció una cura para mí enfermedad a cambio de mis sentimientos.[/Henry] – explicó. Henry no había entrado en muchos detalles sobre su enfermedad más allá de que el terreno de batalla no era el sitio donde mejor podía estar.

    – [Lexie]Espero que se los hayas dado.[/Lexie]- comentó Lexie. Sabía que no lo decía de malas y su comentario pareció romper el hielo de la tensión que había creado volver a hablar de Laura.

    – [Idris]¿Y a ti que te ofreció listilla?[/Idris] – la pinchó Idris, consiguiendo que le sacara la lengua.

    – [Lexie]Me ofreció mejorar mi poder.[/Lexie]- dijo mirándonos mientras alzaba las cejas.- [Lexie]Mucho.[/Lexie] – puntualizó. Me acerqué a ella, que estaba a varias personas de distancia y le coloqué una mano en la espalda. Pocas personas pensarían que Lexie Fenris, la heredera «mimada» del hombre más rico de Ripper, había pasado demasiadas cosas malas en su vida.

    – [Leo]A mí cambiar el pasado. [/Leo] – escuché decir a mi hermano. No necesité ver como miraba a Amy para saber que se refería al hecho de haberse ido, o quizá a no haber sido nunca convertido.

    – [Owen]A mi intento venderme una cura contra la licantropía a cambio de una herida en el alma. [/Owen]- comentó Owen enfatizando haciendo unas comillas. – [Owen]La herida era que Jane no volviera a hablarme nunca más.[/Owen] – añadió. Un precio demasiado alto, yo no habría cambiado a Leo por volver a tener mi poder, ni a Lexie, ni probablemente mi relación con ninguno de ellos.

    – [Jane]Gracias.[/Jane]- dijo su hermana, se la notaba conmovida, aunque siendo como era, no tardó en ocultarlo.- [Jane]A mí me ofreció liberarme de mi poder a cambio de darle a mi madre.[/Jane] – explicó. Xander la miró fijamente y ella apartó la mirada.

    Mike se aclaró la garganta y habló. – [Mike]Saber médico.[/Mike] – resumió. – [Mike]Pero teniendo que sacrificar a alguien de cada «especie».[/Mike] – un trato que parecía sacado de Fausto. Se me pusieron los pelos de punta solo con pensarlo.

    – [Ruby]A mí ser la líder.[/Ruby] – comentó Ruby apoyando la espalda en el brazo de Nate. Alzó una ceja y sonrió, como si dijese que era evidente que así todo iría mejor.

    – [Bowie]Ser humana del todo.[/Bowie] – dijo Bowie en voz baja, parecía estar pensando algo más, como si estuviera en otra parte.

    – [James]M-magia.[/James] – dijo James. Debían haberle pedido algo importante para negarse viendo su interés en ella, o quizá temía obtenerla de un modo así.

    – [Zahra]Librarme de una parte de mí.[/Zahra] – dijo Zahra. Me pareció duro de escuchar, así que más debió resultarle la propia oferta.

    – [Lekwaa]Librarme de ser Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo el aludido. En el fondo lo que había ofrecido a varios, volver a una vida normal.

    – [Chloe]Ser de vuestro tiempo, evidentemente dije que no.[/Chloe] – Chloe se rió y luego pasó a fingir mirarse las uñas, aunque sus ojos seguían a Dante, que también la miraba.

    – [Nate]Saber de dónde vengo a cambio de parte de mi poder.[/Nate] – explicó Nate. Era extraño que alguien que siempre había estado allí para nosotros supiera tan poco de sus orígenes.

    – [Robin]A mí no había nada que pudiera ofrecerme.[/Robin] – dijo Robin. Por un momento dudé de si era verdad o estaba ocultando el verdadero trato. Aquel silencio recurrente volvió a instalarse entre nosotros, hasta que una voz desconocida ses escuchó detrás de nosotros.

    – [Ezequiel]A mí ser Daë.[/Ezequiel] – dijo la voz.

    – [Lexie]¿Y tú quién eres?[/Lexie] – preguntó Lexie, adelantándose para plantarle cara al desconocido. Allí a su lado parecía ser varios centímetros más alta que él. Era un hombre que no aparentaba muchos más años que nosotros, de piel tostada.

    – [Ezequiel]Mi nombre es Ezequiel. [/Ezequiel] – explicó, mirando cada nueva cara que tenía frente a él. – [Ezequiel]Y desde hoy también soy Daë.[/Ezequiel] – añadió.

    Esta vez el silencio tardó más en disiparse. Había demasiadas preguntas en el aire y para mí el tiempo daba mucho menos de sí.

  • REENCUENTRO EN LA KVASIR PARTE I

    Jane – Kvasir

    Noche

    Cuando los tratos terminaron, Caitriona tuvo el detalle de dejarnos en la puerta de la nave. Fuimos apareciendo con segundos de diferencia y sentí un alivio enorme al ver a la imponente Kvasir frente a mí.

    Nunca habría pensado que un cielo nocturno permanente me produciría semejante sensación de paz, pero así fue.- [Xander]¿Estáis todos bien?[/Xander].- el primero que habló fue Alexander. No sabía si era su genética de Echolls o parte de su personalidad, pero no disimulaba que tenía aspiraciones de líder del grupo. Y había algo en eso que me molestaba. Quizás porque yo también quería lo mismo, aunque en mi cabeza compartía el liderazgo con Ellie.

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  • Y OTRAS TRES

    Zahra – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    La soledad de la cabaña me llevaba de vuelta a mi hogar. Al bosque. A estar conmigo y nadie más. A la vida sencilla que antes era la norma y ahora la excepción. Me empapé de la sensación que tanto había echado de menos y dejé la mente en blanco mientras reposaba sentada sobre el viejo colchón.

    Fue entonces cuando la puerta se abrió y Caitriona, una fae como nosotros, me dijo que había venido a ofrecerme un trato. Había magia en el ambiente. Magia turbia y conseguida mediante medios poco lícitos, pero quién era yo para juzgar a nadie.- [Zahra]Dime, pero te aseguro que no tengo nada que darte[/Zahra].

    – [Caitriona]Te puedo liberar de lo que te atormenta[/Caitriona].

    Cuando la escuché decir aquellas palabras, me sentí atacada.- [Zahra]No deberías hablar de lo que no sabes y menos tan a la ligera[/Zahra].

    – [Caitriona]Lo siento, pero tu carga se ve a leguas[/Caitriona].- sentada en aquella silla que había emergido de la misma tierra, vi que esa mujer era todo fachada.

    – [Zahra]Prefiero que te vayas. Mi carga es mi ancla. Gracias a ella, no me alejo de lo que de verdad me importa[/Zahra].- señalé sin perder la calma y ella, aunque no lo entendía del todo, solo me preguntó si era definitivo.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- siseó antes de irse.

    Agradecí volver a quedarme en silencio y al poco, me dormí.

    Ruby – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Viendo que las posibilidades de salir de la cabaña eran nulas, decidí colocar el colchón contra la pared y me dediqué a entrenar. Así estuve unos minutos hasta que Caitriona, una de las mujeres más atractivas que había visto jamás, me interrumpió.- [Ruby]Si te digo la verdad, no me interesan los tratos[/Ruby].- tomé aire y di otro puñetazo.- [Ruby]Solo creo en el esfuerzo[/Ruby].

    – [Caitriona]Podría llevarte con otro grupo con el que encajases más[/Caitriona].- susurró cerca de mí y me giré soltando una carcajada.

    – [Ruby]Son demasiado jóvenes y pierden el tiempo con relaciones amorosas que no van a ninguna parte, pero me caen bien[/Ruby].- admití. Quizás habría sido más fácil si todas las personas del grupo estuvieran entrenadas como yo, pero provenían de un mundo diferente.

    – [Caitriona]Serías la líder. Te respetarían[/Caitriona].- sin mi consentimiento, una esfera apareció en el centro de la habitación y me vi liderando a un grupo Daë con éxito.

    Sonreí.- [Ruby]Eres buena[/Ruby].- y ella, me devolvió la sonrisa.

    – [Caitriona]Todo esto podría ser real[/Caitriona].- la esfera desapareció.

    – [Ruby]Tentador, pero prefiero dejarlo todo como está[/Ruby].- inhalé.- [Ruby]El precio a pagar hará que no valga la pena, estoy segura[/Ruby].

    Caitriona volvió a preguntarme y mi respuesta fue la misma. Cuando vio que habíamos llegado a un punto muerto, aseguró que volveríamos a vernos y se fue.

    Julia – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Estaba segura de que me encontraba en la cabaña de Caitriona. Venir del futuro me daba unos cuantos ases en la manga y pensaba utilizarlos. Por eso, cuando entró, yo ya la estaba esperando al lado de la puerta.- [Julia]Sé a lo que vienes[/Julia].- le dije a modo de saludo y tiré de ella para que se sentara conmigo en la cama.

    – [Caitriona]Hola, Julia[/Caitriona].- le extrañó que supiera tanto, pero disimulaba bien.

    – [Julia]Mira, no me voy a andar por las ramas: quiero un poder[/Julia].- expliqué.- [Julia]Creo que con esta personalidad arrolladora no es suficiente y mis New Moondies necesitarán ayuda en un futuro próximo[/Julia].

    – [Caitriona]¿Y qué poder quieres?[/Caitriona]- me preguntó sin dejar de escrutarme con la mirada. Lo más probable es que se hubiera enamorado de mí. Y me parecía lógico, claro.

    No tuve ni que pensármelo. Desde mi juventud había sido fan de los X-Men (una, que es una caja de sorpresas) y me entusiasmaba la idea de tener un poder que no solo fuera útil, sino también molón.- [Julia]Fuegos artificiales[/Julia]

    Caitriona soltó una carcajada.- [Caitriona]Te lo doy gratis[/Caitriona].

    – [Julia]¿EN SERIO?[/Julia]- me puse de pie y empecé a saltar.- [Julia]Venga, dámelos que voy a hacerte una demostración[/Julia].

    Caitriona se acercó a mí y, sujetándome por el antebrazo, me traspasó el poder. Supe que lo tenía porque noté como si me metiera un montón de cocaína. No es que haya probado la cocaína. Bueno, creo.- [Julia]¡SOY LA HOSTIAAAA![/Julia]- grité y tras de mí aparecieron unos fuegos artificiales de color rosa fucsia.- [Julia]¡Ahhhh, me encantaaaaa![/Julia]

    – [Caitriona]Julia, escúchame un momento[/Caitriona].- me pidió.

    – [Julia]Te escucho, cartucho[/Julia].- le guiñé un ojo.

    – [Caitriona]Volveremos a vernos y necesitaré una amiga[/Caitriona].- por toda respuesta, creé unos fuegos artificiales que ponían «Julia y Caitriona son novias».

    Y así, entre risas, me quedé sola con mi nuevo poder.

  • TRES TRATOS

    Chloe – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    – [Chloe]No sé si sabes que he venido del futuro con lo puesto[/Chloe].- farfullé evitando el colchón mohoso y sacudiéndome el polvo de la falda.- [Chloe]Poco puedo darte[/Chloe].

    – [Caitriona]Precisamente[/Caitriona].- se acomodó en la silla aquella que había materializado y me miró durante un largo rato.

    – [Chloe]Te escucho, porque sé que no me vas a dejar salir si no lo hago[/Chloe].- me miré las uñas, cuyo esmalte empezaba a cuartearse.

    – [Caitriona]Te ofrezco pertenecer a esta línea temporal con efecto inmediato[/Caitriona].

    Shit. Me quedé callada y me rasqué el esmalte del dedo índice de la mano derecha.- [Chloe]¿Qué quieres a cambio?[/Chloe]

    Era tentadora la idea de quedarme en esta línea temporal y compartir mi vida con les New Moondies, pero el precio seguro que era muy alto. Difícilmente podía no serlo cuando esta tía podía tener una cabaña en medio de la nada en la que ofrecía tratos.

    Caitriona sonrió y habló.- [Caitriona]El poder que tienes por ser quien eres[/Caitriona].

    Me eché a reír. Era tan absurdo lo que me pedía, que solo podía hacer eso.

    – [Chloe]No way[/Chloe].- moví las manos.- [Chloe]Puedes irte cuando quieras. Es un «no» definitivo[/Chloe].

    – [Caitriona]¿Es definitivo?[/Caitriona]

    Asentí.- [Chloe]Dante está bueno, pero no pienso dar nada por un tío[/Chloe].- carraspeé. Todo sería más fácil si fuéramos de la misma línea temporal, incluso la relación con mi familia, porque mi padre y mi madre no peinarían canas cuando yo naciera, pero mi poder me permitía muchas cosas.- [Chloe]Si tiene que ser, será y si no, pues estoy muy bien así[/Chloe].

    Tras eso, la silla desapareció y ella comentó que volveríamos a vernos. Cuando la puerta se cerró, le hice un corte de mangas.

    Sophie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Chiquito el asco que daba la cabaña. Menos mal que Caitriona apareció y me dio una silla, porque estuve a punto de entrar en pánico.- [Sophie]¿Qué me ofreces?[/Sophie]- le pregunté sin dar muchas vueltas, porque aquella mujer bellísima tenía una agenda muy apretada a juzgar por los restos de magia que había.

    – [Caitriona]Revelar lo que eres en realidad[/Caitriona].

    Inhalé y exhalé varias veces intentando calmarme. Ella sabía que yo era adoptada y lo estaba utilizando. No tenía ningún problema con mi desconocido origen y adoraba a mi madre, pero siempre quedada la duda de saber si mi afinidad mágica era heredada o producto de haberme criado con una bruja.- [Sophie]¿Qué quieres a cambio, cariño?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tu poder[/Caitriona].- sonreí. De todo lo que podía pedirme, aquella cosa que me hacía flotar era lo que menos me importaba.

    – [Sophie]Acepto[/Sophie].- esbocé una sonrisa.- [Sophie]Quédatelo todito[/Sophie].

    – [Caitriona]¿Aceptas entonces dar tu poder a cambio de saber quién eres en realidad?[/Caitriona]- las sillas desaparecieron cuando nos levantamos y me agarró por el antebrazo.

    – [Sophie]Sí[/Sophie].- tomé aire.- [Sophie]Muéstrame la verdad[/Sophie].- noté cómo la levitación me abandonaba dejando un pequeño vacío y después, fue como si me despertara de un letargo. Algo había cambiado, pero no sabría decir qué.- [Sophie]¿Soy diferente?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tendrás que descubrirlo tú misma[/Caitriona].- anunció y se fue en dirección a la puerta.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]

    Cuando se fue, me fijé en que mi pelo tenía ahora unos mechones rosas que antes no estaban. Y ese fue solo el principio.

    Robin – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Aquella cabaña olía a magia oscura y putrefacta. Pasé los dedos por las paredes intentando entender qué llevaba a alguien a sentirse tentado por algo tan turbio, pero hasta que no la tuve frente a mí, no pude entenderlo del todo. – [Caitriona]Hola, Robin, soy Caitriona[/Caitriona].

    – [Robin]Hola[/Robin].- la saludé de forma cordial, pero seca y mantuve las distancias. Aquella mujer de rasgos asiáticos estaba acompañada por algo que me ponía en tensión.  Por eso, y  a pesar de que mi magia estaba diluida, como los restos de pintura en un pincel cuando lo pones en el agua, no dudaría en usarla.

    – [Caitriona]Tu magia…[/Caitriona]- me miró con dureza.- [Caitriona]Somos incompatibles. No puedo ofrecerte nada[/Caitriona].

    – [Robin]Tampoco lo necesito[/Robin].- atajé la conversación y le dediqué una sonrisa forzada.- [Robin]Puedes irte cuando quieras y así esta pantomima para alimentar a tu carcelero acabará cuanto antes[/Robin].

    – [Caitriona]Te crees muy buena, princesita[/Caitriona].- dijo cada palabra con lentitud, como si quisiera sacarme de quicio.

    – [Robin]Lo soy[/Robin].- la miré.- [Robin]De ti no se puede decir lo mismo[/Robin].

    – [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- y se fue cerrando la puerta tras de sí.

     

  • BAJO EL CONTROL DE LOS ESPÍRITUS

    LEKWAA

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    – [Caitriona]Hola Lewkwaa, soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – la voz cálida de aquella mujer me sacó a rastras del mundo espiritual, donde, comulgando con las almas de mis ancestros, había podido enterarme mejor de donde me encontraba.

    Permanecí conectado a ellos y mis ojos, mejorados para ver el reino de los espiritus, vislumbró su alma y la amenaza oscura que danzaba entorno a ella, como si todo fuera un juego, teñida del color granate del ansia apaciguada de su sed, que ya había debido empezar a saciar, sin duda con el resto de mis nuevos compañeros, que según había averiguado, estaban en otros planos de aquel bosque místico. – [Lekwaa]Has sufrido mucho. [/Lekwaa]- dije viendo su atormentada aura. Aquella mujer no era una humana, si no una faerie y su conexión natural con la tierra y las criaturas que la rodeaban estaba rodeada de frías cadenas de ardiente poder que manaba de aquel otro ser, uno tan grande que no alcanzaba a divisar los límites de su aura. Una deidad oscura, Yehl lo llamaron mis ancestros. – [Caitriona]Todo el mundo sufre.[/Caitriona]- dijo ella restándole importancia mientras materializaba una silla.

    – [Lekwaa]El sufrimiento no conduce a todo el mundo a servir a un ser que se alimenta de la duda, el dolor, la pena y los remordimientos[/Lekwaa] – pese a que no debía hacerlo, tenía miedo a esa deidad que se arraigaba en el poder de las mujeres y se alimentaba de la pérdida de otros, pero debía hacerle frente.

    – [Caitriona]¿Quieres escuchar lo que quiero ofrecerte o prefieres que me vaya? [/Caitriona]- preguntó ella.

    – [Lekwaa]Te escuchamos.[/Lekwaa] – di je tras discutirlo con el resto. Solo por escuchar no perdía nada y tenía que tener fe en mi voluntad ante la tentación que pudiera surgir.

    – [Caitriona]Puedo conseguir que te libres de las voces que escuchas en tu cabeza.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Lekwaa]¿Los espíritus de la tribu de mi madre?[/Lekwaa] – pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

    Ella asintió.- [Caitriona]Puedes volver a ser Hotah a cambio de darme a Lekwaa.[/Caitriona] – era incómodo que supiera tanto de mí, pero supuse que eso equilibraba a la visión que me daba ser Lekwaa, el ‘espíritu guerrero’.

    – [Lekwaa]Hotah vivía en un mundo que ya no existe[/Lekwaa] – razoné. Todo fue devorado por la corrupción, mi círculo de amistades se había desvanecido ya antes de convertirme en Lekwaa.

    – [Caitriona]Podrías vivir en el mundo en el que quisieras, porque Hotah no tiene ese lastre en su cabeza.[/Caitriona]  – trataba de tentarme. Era cierto que yo nunca había querido esa vida, había dejado la tribu e incluso el nombre de Hotah atrás y vivía bien, con comodidades, con fiestas y parejas sin que nada en mi cabeza lo sometiera a juicio.

    En el instante en el que empecé a pensarlo, los espíritus comenzaron a hablarme, pero esta vez, por su propio miedo a dejar de interactuar con el mundo y volver al frío hogar de los muertos, se pisaban y hablaban sin esperarse, tratando de convencerme con sus palabras. La única que no hablaba era mi madre, aunque sentía su juicio sobre el de los demás.

    – [Lekwaa]Callad, dejadme tranquilo. [/Lekwaa]- les pedí. Las voces cesaron, esperando, con miedo a provocar mi reacción. Caitriona tampoco habló, esperaba, paciente, que todo se resolviera.  – [Lekwaa]Se que me arrepentiré, esta situación no es nada agradable y más de una vez desearé haber aceptado, pero no puedo hacerlo. Tengo un deber.[/Lekwaa] – expliqué, pese a que no era del todo cierto.

    – [Caitriona]¿Entonces rechazas el trato?[/Caitriona] – preguntó.

    – [Lekwaa]Si, tengo que hacerlo.[/Lekwaa] – el «deber», una curiosa palabra que me ataba por razones distintas a las que estaba diciendo. Sí, «tenía» una misión para mi pueblo y para el mundo, pero en este caso el deber al que aludía era con mi propia madre y mis ancestros. Si entregaba a Lekwaa les estaría diciendo adiós sin permitirles siquiera cumplir su misión con los demás.

    Caitriona asintió y su silla desapareció mientras ella se levantaba.- [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    – [Lekwaa]Espero que sí y que tú si puedas librarte de las voces de los muertos.[/Lekwaa] – repliqué con mis mejores deseos. Al igual que mis antepasados me daban fuerza para seguir mi camino, los muertos de la vida de Caitriona le había hecho cambiar el suyo.

  • DESCIFRANDO A CAITRIONA

    NATE ROGERS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Estaba preocupado por los demás, a fin de cuentas, eran mi responsabilidad. Entendía que todo esto fuera parte de su camino y lo respetaba como parte de su crecimiento, pero eso no iba impedir que lo recorriese junto a ellos para protegerles. No podía regresar a casa sin ellos, así que tenía que escuchar lo que ofrecía esa mujer y esperar, ya había tratado de escapar sin éxito y sentía a los demás en alguna parte de ese «bosque».

    – [Nate]Te escucho. [/Nate]- le dije, pendiente de analizar sus emociones. Lo primero que encontré fue un muro de hielo, una frialdad con la que se había acostumbrado a protegerse. Sabía reconocer esa clase de escudos emocionales, había varios así en la Kvasir y en la Escuela Lega do.

    – [Caitriona]No voy a andarme por las ramas: puedo decirte de dónde vienes y que tú mismo lo recuerdes.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Nate]Y seguro que tiene un buen precio.[/Nate]- había visto varias veces «Al Diablo con el Diablo» durante mi fase fan de Brendan Fraser, me imaginaba perfectamente recordando el lugar del que vengo para que al final resultara ser horrible, u olvidarme de como controlar los esfínteres.

    – [Caitriona]Quiero una pizca de tu poder.[/Caitriona]- fue sincera. Sentí palpitar un ansia de poder tras su muro de hielo, pero esa sed venía de un sentimiento enterrado en la profundidad, uno que llevaba día a día consigo, porque de otra manera no lo habría percibido. Una pena profunda y arraigada, rodeada de resentimiento y culpa, envenenada con venganza e ira.

    – [Nate]No, por mucho que quiera saber de dónde vengo, la humanidad también lleva milenios buscando esa respuesta.[/Nate] – le respondí. Mi origen no me hacía ser quien era, me habría enseñado algo más de mí pero no más de lo que ya sabía. – [Nate]Soy responsable de mi poder, no puedo entregar nada.[/Nate]  – le aseguré. Mi poder era parte de mí, pero también era su guardián.

    – [Caitriona]¿Prefieres vivir sin saber la verdad?[/Caitriona] – preguntó, tratando de convencerme.

    – [Nate]No, pero no me lo vas a dar gratis. [/Nate]- esbocé una sonrisa, pero no tenía el encanto del Príncipe.

    – [Caitriona]No soy tan buena.[/Caitriona]- dijo ella sonriendo.

    – [Nate]Ni tan mala. [/Nate]- afirmé. Mis sentidos habían calado en la profundidad de sus intrincadas emociones hasta llegar a hacerme una idea de qué la había llevado al punto en el que estaba.

    – [Caitriona]¿Rechazas el trato entonces?[/Caitriona] – preguntó y yo asentí. – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    Guardé silencio, esperando a que tras irse, pudiera reunirme con el resto. Tenía ganas de comprobar que todos estaban bien porque una sensación desagradable me acechaba desde las sombras. Algo malo iba a pasar.

  • EL PRECIO DEL SABER

    MIKE SOLO-NOVAK

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    – [Mike]No pretendo ofender Caitriona, pero entenderás que me preocupa más la situación de mis amigos que un trato con aspecto … turbio. [/Mike]- por lo general la gente tomaba mi forma de hablar en temas serios como que estaba enfadado o molesto, pero no era el caso. Sencillamente la situación no era informal y agradable, un trato con una emisaria de lo que podía ser el mismo diablo distaba bastante de una copa con unos amigos. No obstante, esperé que ella no lo entendiese así, no la conocía lo suficiente como para hacer un juicio de valor solo con lo que me había contado en los escasos minutos desde que había cruzado la puerta.

    – [Caitriona]Todo depende del cristal con el que quieras mirarlo.[/Caitriona] – respondió ella. Los debates filosóficos no solían ser mi fuerte porque mi opinión solía ser poco variable, no obtenía mucho de lo que se suponía que debía dar debatir.

    – [Mike]Soy un hombre de creencias firmes. [/Mike]- repliqué, llevando la mano por instinto a la cruz de platino que llevaba colgada al cuello, en una cadena fina, poco ornamentada, al igual que el símbolo de mi fe, de formas lisas y simples.

    – [Caitriona]Podría decirte unas cuantas cosas sobre eso.[/Caitriona]- comentó mirándola. Pese al aire celta que la rodeaba, parecía saber mucho de diferentes culturas. Viendo lo que sabía de mí y seguramente del resto, podía imaginar que su magia le permitía ver lo que deseara.- [Caitriona]No obstante, he venido a ofrecerte algo, pero si no te interesa, me puedo ir ya.[/Caitriona] – respondió. Según sus palabras una vez escuchásemos sus tratos nos dejaría ir. Omití responderle entonces que eso no era legal ni ético, porque no parecía que fuera a importarle ni a cambiar su opinión.

    – [Mike]Te escucharé, pero no confíes en que salga como esperas. [/Mike]- el frío platino contra las yemas de mis dedos me reconfortó.

    – [Caitriona]No soy un vampiro, Mike.[/Caitriona] – respondió ella observando el gesto.

    – [Mike]No tengo nada en contra de los vampiros Caitriona, pero el felino que hay en mi está alerta de la oscuridad que te acompaña.[/Mike] – lo notaba rondando en mi interior, trazando círculos, atento, a la espera de abalanzarse sobre ese ser si aparecía ante nosotros.

    Caitriona sonrió.- [Caitriona]Lo que te ofrezco es conocimiento ilimitado a cambio de la vida de lo que quieras conocer.[/Caitriona] – agradecí que su precio acompañara a su oferta, pero eso no impidió que me recorriese un escalofrío ante la severidad de su trato.

    – [Mike]¿Te refieres a matar a una criatura para saberlo todo de ella?[/Mike] – pregunté, para asegurarme. Ella asintió. – [Mike]No creo en el mal menor, Caitriona, ni soy un doctor Mengele.[/Mike] – mi vocación era la medicina, pero curaba personas, y mi moral era firme de nuevo respecto a eso, no sacrificaría ninguna vida, ni por salvar a varios. No se trataba de un dilema filosófico en el que tienes que decidir con cifras en frío, en el mundo real eso solo es un atajo, información y conocimientos rápidos, pero hay otras vías.

    – [Caitriona]¿Eso es un «no»?[/Caitriona] – preguntó ella para asegurarse, aunque conocía la respuesta, no lo dudé.

    – [Mike]Definitivo.[/Mike]

    – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona]- respondió levantándose y haciendo desaparecer la silla.

    – [Mike]Rezaré por ti hasta entonces. [/Mike]- dije con sinceridad. Igual que habría buscado una solución para salvar su cuerpo de una enfermedad, recurriría a la fe para sanar su alma de la oscuridad de ese ser que la acechaba.

    – [Caitriona]No tengo alma, Mike.[/Caitriona]- dijo ella esbozando una sonrisa.- [Caitriona]La vendí hace mucho para no dejar nunca de ser guapa.[/Caitriona]  – puede que fuese verdad, o solo un mito asociado habitualmente a las brujas.

    – [Mike]El alma no es algo que puedas entregar tan fácilmente, aún puedes luchar.[/Mike] – los pactos con el diablo solo son tales si los consentimos, el alma no puede darse a algo tan perverso, depende de nosotros y de nuestro libre albedrío la salud de nuestro espíritu.

    La puerta se cerró, pero algo en mí supo que me había escuchado.

  • SEGUNDAS OPORTUNIDADES

    EZRA WALKER

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

     

    Al abrir los ojos el laberinto había desaparecido y en su lugar me encontraba en el medio de una cabaña de pie. Me quede unos minutos así observando todo a mi alrededor. Una ventana me mostraba la oscuridad del exterior, pero no era más que un truco. Conocía muy bien la oscuridad de la noche, prácticamente eran las horas del día donde mejor me desenvolvía.

    Además había algo raro en esa cabaña, la soledad había sido mi compañera durante mucho tiempo y aunque con los ojos no era capaz de ver a nadie si podía percibirlos, era como si todos estuviéramos juntos dentro de esa cabaña pero en distintos planos astrales. Tal vez por eso lleve mejor el estar encerrado en esa cabaña, el saber que no estaba del todo solo.

    La puerta de la cabaña se abrió y por ella apareció una mujer, el lobo rasgo las paredes de mi mente queriendo salir. Compartir cuerpo con un lobo que desconfía de todo el mundo no ayudaba precisamente a confiar en nadie. – [Caitriona]Hola, Ezra. Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]

    – [Ezra]No soy la mejor persona con la que puedes hacer un trato. Básicamente no tengo nada. ¿Pero te escucho?.-[/Ezra] Había llegado a este mundo con lo puesto y un único objetivo. No poseía nada material de lo que pudiera desprenderme y entregarle. Y si se trataba de un trato mágico el lobo no entraba dentro del trato, era una parte de mi, sería como perder una parte de mi alma. Y en cierta forma un regalo que me hizo Amy.

    – [Caitriona]Pero tienes recuerdos de tu mundo.-[/Caitriona] Materializo una silla sin pestañear y se sentó en ella. Debía de tener un poder mágico sorprendente si era capaz de mantener esta cabaña en esa especie de limbo en el que nos encontrábamos.

    – [Ezra]¿Quieres mis recuerdos?.-[/Ezra] Me cruce de brazos en un acto reflejo, como si eso pudiera escudarme de ella y su propuesta. Los recuerdos eran lo que me había convertido en lo que soy. Si se los entregaba temía perder aquello por lo que había venido, salvarlos.

    – [Caitriona]Quiero tus recuerdos felices a cambio de salvar a todas las personas de tu grupo en un único momento a tu elección.-[/Caitriona] No es que tuviera muy buenos recuerdos de mi mundo, casi todos eran tristes, cargados de dolor y perdidas. Pero no siempre había sido así, si aceptaba el trato era consciente de que recuerdos iba a perder.

    – [Ezra]Sin duda me conoces y sabes a qué me enfrento para ofrecerme este trato. ¿Que ganas tú con todo esto?.-[/Ezra] Quería cerciorarme de a quién iba a entregarle los recuerdos si aceptaba el trato. No quería que por el camino apareciera algo peor que Omega por mi culpa.

    – [Caitriona]¿Quieres que sea completamente sincera?.-[/Caitriona] Pregunto.

    – [Ezra]Es algo que agradecería.-[/Ezra] Agudice mis sentidos para asegurarme de que decía la verdad.

    – [Caitriona]Cada vez que vuelvas a este día y repases el trato que has hecho conmigo, quien me otorga los poderes se alimentara.-[/Caitriona] Su pulsación permaneció inalterada, por lo que decía la verdad.

    – [Ezra]¿Y ese… ser, planea destruirnos a nosotros o la humanidad?[/Ezra].- Me sentía como si estuviera haciendo un pacto con el demonio

    – [Caitriona]No.[/Caitriona]

    – [Ezra]En ese caso, acepto. De todos modos ya has ganado. Mis propias dudas ya lo están alimentando.-[/Ezra] Daba igual si aceptaba o no, en el momento en el que Caitriona entro por la puerta ese ser comenzó a alimentarse. Si rechazaba su trato siempre tendría esa duda, esa desesperanza de que quizás debería de haber aceptado el trato. Si lo aceptaba se alimentaria de mis recuerdos, la sensación de que he perdido algo y mis lamentos. Si de un modo u otro iba a ganar prefería llevarme algo conmigo aun con el sacrificio que eso conllevaba.

    – [Caitriona]Así es. De todas formas, te pregunto una vez más: ¿aceptas el trato?.-[/Caitriona] Se levanto de su silla y la hizo desaparecer.

    – [Ezra]Mis recuerdos felices por una segunda oportunidad en caso de que todo salga mal. Son tuyos. Acepto.-[/Ezra] Ella se acerco hasta mí y poso su mano en mi antebrazo. No pensaba que fuera a tener tantos, pero antes de desvanecerse pude contemplar un gran número de ellos. Mi padre iluminando la casa con sus hechizos de luces, los teatros improvisados con mi madre, su numerosas veces sonriendo. Amy, Leo, Kaylee, Noah… Si algo tenía en común todos esos recuerdos es que ocurrieron en una época concreta de mi vida. Cuando todo aun estaba bien.

    – [Caitriona]Volveremos a vernos.-[/Caitriona] Caitriona se separo satisfecha con lo que había conseguido y se marcho. Mi mente se nublo. Solo era capaz de recordar lo peor de mi mundo. Los horrores que ocasiono la Iniciativa a su paso, el dolor y las muertes que sembró a su paso. Pero aun tenía recuerdos buenos, no de mi mundo, de este. Entre tanto sufrimiento afloro el recuerdo de un encuentro fortuito y una joven huyendo entre árboles nevados.