IDRIS SOLO-NOVAK ‘DRIZZ’
TARDE – VALANTIS
En cuanto Elle aparcó enfrente de una casa vacía y nos bajamos del coche, vi que nos habíamos adentrado en otro mundo, uno que también existía en la Tierra, el mundo de los barrios residenciales que parecían sacados de una película de Tim Burton, pero que en realidad, existía.
No sé muy bien cuando empezó a pasar, porque no soy ningún experto en historia, pero llegó un punto en el que básicamente los «blancos ricos» formaron sus áreas residenciales para vivir en casas clónicas con su mujer, los dos coches, dos hijos y medio y un perro mientras que en las ciudades se concentraban los barrios «malos«.
Mientras caminaba al lado de Elle, con Jane y Chloe caminando justo detrás de nosotros, repasé un poco nuestros planes. En el cine al que nos habíamos acercado en los ochenta no habíamos conseguido nada, pero de camino a comer algo Jane había empezado a captar un rumor en las cabezas de la gente que les tenía alarmados. Al parecer en la ciudad de los noventa una chica se había enamorado de su «sombra» y pretendía tratarla como a uno de ellos.
Todo encajaba bastante bien y no es que tuviéramos muchas pistas más, pero ahora estábamos allí, buscando una aguja en un pajar un pelín más pequeño. Básicamente la imagen mental que había conseguido Jane era la de una chica delgada, de piel clara y melena rubia a lo Reese Witherspoon. Su «sombra» era un tipo vestido con ropas oscuras, piel clara de no ver mucho el sol y pelo estilo melenita de Keanu Reeves. O sea, estábamos buscando el Bangel de aquél mundo.
– [Elle]Una relación tóxica de manual[/Elle].- comentó Elle cuando escuchó mi comparación.
– [Idris]No te gusta ninguna de mis ships.[/Idris] – bromeé. Sí, no le faltaba razón, las cosas no se veían en el siglo XXI como en el XX. El mundo era más complejo y enrevesado, a veces en exceso, pero en muchos sentidos, mejor.
– [Elle]El Janelle sí[/Elle].- replicó ella sonriendo. Me guiñó un ojo que compensó la mirada fulminante de ceja alzada de Jane.
– [Idris]Esa es imbatible.[/Idris] – repliqué. Evité pensar, cree un lienzo en blanco en mi mente. Lo que pasa que como no sé estarme quieto ni siquiera en mi mente, empecé a pintar en él un perrito. – [Idris]Así que estamos en una peli de Tim Burton. O en el barrio ese de los magos ingleses blancos.[/Idris] – añadí. Mis comparaciones no iban a servir de mucho pero sí para aliviar tensiones de no saber qué coño teníamos que hacer, porque por si todo el lío que habíamos tenido durante casi una semana no había sido suficiente, encima acabábamos de enterarnos de que todos los demás ya habían vuelto. Eso me tocaba bastante la moral, no es que sea competitivo, es que no me gusta perder. Y os aseguro que a Jane mucho menos.
– [Chloe]Me recuerda a la peli esta de…¿Iron Man? Esa vieja en la que sale un Pingüino[/Chloe]. – me llevé una mano a la cara al escuchar esa afrenta.
– [Idris]Le dejaré el trabajo a mi yo futuro.[/Idris] – comenté, tomando nota en mi mente de pagarle una suscripción a InfiniTV a esa muchacha para que viera más cine.
– [Jane]Hay más mugre en este mundo que en el piso de ‘Being Human'[/Jane]- se quejó Jane mirando hacia un solar en el que habían debido estar unos vagabundos hasta hacía poco. Recordé al malo de la película de acción de Daniel el Travieso que de pequeño siempre me había dado bastante miedo con su comida enlatada y su forma de comerse una manzana con navaja.
– [Idris]Principios de los noventa, preparaos para la ropa.[/Idris] – bromeé. El cuadro no funcionaba, había empezado a pintar un bosquejo de Elle con ropa de los noventa así que lo rasgué y me centré en bromear, para eso no necesitaba cerebro.
– [Elle]Aaahora escucha la historia de mi vida…[/Elle]- empezó a cantar Elle mirándome. Una pena que no estuviera allí Nate para vivirlo.
– [Idris]Televisión de calidad.[/Idris] – repliqué uniéndome a ella. Nos callamos al ver a un grupo de adolescentes pasar cerca de nosotros. Parecía que acababan de salir del Bronx, pero les había dado poco el sol.
– [Chloe]¿Aquí no hay gente racializada?[/Chloe] – preguntó Chloe. Si para mí los noventa quedaban lejanos, para ella debían ser una reliquia.
– [Idris]No. Y empiezo a sentirme como el personaje del grupo inclusivo.[/Idris] – bromeé. Elle me dio la mano y seguimos caminando.
Hice acopio de todo mi conocimiento sobre los noventa en las series y el cine para tratar de hacerme una idea de cómo buscar a los malditos Daë sin nombre, pero volví a divagar acordándome de un traje de Kelly Kapowski, salvo que en lugar de ella estaba Elle.
– [Jane]Idris, por favor…[/Jane]- se quejó Jane. Mierda, me había visto. Puse mentalmente un cartel delante de aquella Elle a la que le menguaba la ropa como si estuviera en una secadora.
– [Idris]Estaba haciendo un repaso de cosas famosas de los noventa.[/Idris] – me disculpé. No pude evitar mirar detrás del cartel y encontrarme a Elle agachada mostrando la ropa interior por encima de los vaqueros, era bastante escueta.
– [Jane]Eso en lo que estás pensando es posterior[/Jane].- aclaró ella apareciendo detrás de mí. Es decir, no físicamente, si no en mi mente. Era un poco extraño pero estábamos teniendo esa conversación en mi cabeza y no de viva voz.
– [Idris]Bien que lo sabes, ¿eh?[/Idris] – bromeé. Jane se desvaneció y conseguí contener mi imaginación inquieta durante un rato, hasta que vimos una gran iglesia blanca.
– [Idris]Bueno, a ver, esa Iglesia que parece una secta igual es un buen sitio.[/Idris] – comenté mirándola desde un sitio seguro. Había una gran congregación de gente fuera, algún gran evento.
– [Elle]El líder te quiere, te quiere a ti…[/Elle] – canturreó Elle. Desde allí tan cerca podía oler su perfume, era como estar en casa, incluso estando a millones de kilómetros.
– [Idris]Mira, los que van de negro se quedan todos fuera. En la Iglesia se ve solo gente vestida de blanco.[/Idris] – dije agudizando la mirada. No sé qué se celebraba en el interior, pero era solo para los de blanco.
– [Jane]En este mundo ganaron los nazis, ¿no?[/Jane] – se quejó Jane. Me fijé cuando lo dijo y me di cuenta de que entre los que vestían de blanco apenas había tres o cuatro pares de personas de tez más oscura, mientras que entre los de negro abundaban más. Qué maravilla, la humanidad reinterpretándose en el espacio profundo había conseguido mantener la esclavitud. Me llamó la atención que Jane se diese cuenta antes que yo, como algo bueno quiero decir.
– [Idris]Es un barrio residencial en los noventa, la segregación ya no está oficialmente pero la sociedad seguía teniendo el veneno que dar a la comunidad negra.[/Idris] – respondí después de meditarlo un poco. No solía hablar a menudo así de serio y no sé si las demás se sorprendieron. Elle me conocía más y se limitó a colocar su mano sobre la mía, sin decir nada.
Era consciente de que había nacido en un mundo lleno de privilegios y aunque sí que me había afectado el color de mi piel, no era nada comparado con lo que sufrían otros. Por eso empecé a rondar por los barrios desfavorecidos de Louna, para ver con mis propios ojos el «veneno», la droga que mantenía todo como estaba, a los pobres con los pobres, sufriendo miserias y a los demás separados por un muro de fuerzas de seguridad que contenían la «infección» de la pobreza para que no se propagase. El mundo era injusto y sabía que yo no podía ser un defensor de la justicia económica porque vivía con muchas comodidades. De todos nosotros quizá Niall era el único que había pasado más dificultades económicas.
Nos quedamos esperando y me sobresalté al ver la puerta de la Iglesia abrirse a toda velocidad. Una pareja compuesta por una chica rubia vestida de blanco y una sombra de pelo oscuro vestida de negro salieron perseguidos por una muchedumbre que aumentó al reunirse las sombras con sus «amos«.
– [Idris]Creo que llegamos justo a tiempo.[/Idris] – les dije. Echamos a correr por la calle paralela a la de los muchachos y tratamos de adelantarlos. Llegado un punto entramos en un callejón y vimos que seguían persiguiéndoles. Moví la mano y la humedad del aire descendió hasta convertirse en una escarcha que cubrió el suelo. No duraría mucho, porque el sol pegaba fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que algunos de los perseguidores y perseguidoras resbalasen.
Por desgracia, un grupo había ido por otra de las calles y ahora les cortaba el paso desde el frente.
– [b]Somete ahora mismo a esa Sombra, niña insolente.[/b] – gritó una mujer cuya ropa blanca estaba rematada por ribetes dorados.
– [b][i]No, le quiero así.[/i][/b] – dijo la chica colocándose sobre su sombra. Él le susurró algo, impasible y ella negó con la cabeza.
– [b]Entonces serás sentenciada a vivir una vida solitaria.[/b] – replicó. Murmuró unas palabras y la Sombra de la muchacha profirió un grito. De su piel empezaban a emanar volutas de humo y una de sus manos estaba en llamas. Era como si de pronto el sol hubiese comenzado a hacerle efecto, pero solo a él.
Antes de darme cuenta siquiera, Elle ya estaba corriendo hacia ellos y cuando llegó, le echó a la Sombra una manta sobre el cuerpo, protegiéndole de los efectos del sol. El corazón me dio un vuelco al verla rodeada de todos esos fanáticos y salí de mi escondite para unirme a ella.
– [Elle]Cierra los ojos.[/Elle] – me susurró al oído. Tengo que reconocer que tardé un poco en entender sus palabras porque se me había puesto el pelo de punta. No necesité decir nada a Jane y Chloe porque los tenían cerrados, quizá se habían comunicado telepáticamente.
Los cerré e incluso con ellos cerrados sentí el calor de la luz que emanaba del cuerpo de Elle, cegándolos a todos con un fogonazo. Su mano aferró mi muñeca para que echaramos a correr y la seguí. Para cuando pude abrir los ojos, estábamos corriendo por un callejón, varias calles más allá de la Iglesia. Jane y Chloe iban con nosotros y también los Daë. Sinceramente, sé que no era el momento de pensarlo, pero así, corriendo por esas calles, tapado con una manta, parecía que habíamos rescatado a E.T.
Llegamos cerca del coche y nos subimos todos bastante apretados. Elle cogió el volante y despegó alejándose de aquél pueblo. No se detuvo hasta estar varias manzanas más allá. Pensé que huiríamos más lejos, pero Elle había sido lista, no podía alejarlos mucho para que los Daë les encontraran.
Escondimos el coche y encontramos una casa vacía que ocupar, mientras pensábamos y trazábamos un plan. Esa noche supimos algo más de los Daë. Al parecer al llegar a la mayoría de edad todos los «vinculadores» pasaban un rito por el que hacían que sus Sombras les sirvieran para siempre, perdiendo cualquier resto de humanidad que les quedase. Pero ella no podía hacerlo y huyó. No nos dijeron sus nombres, porque temían que alguien los escuchara y a través de ellos, tuviera control sobre ambos, así que lo dejamos estar.
A la mañana siguiente Jane volvió de peinar la zona con Chloe y trajo buenas noticias. Había captado los pensamientos de la gente hablando de los chicos, pero también de un grupo de extraños al que habían visto en el centro comercial. Así que disimuladamente les acompañamos allí y esperamos a que el Destino se desentrelazase por sí mismo. Me alegró ver a los Daë tan unidos, aceptando a aquellos dos chicos sin familia en la suya, pero también sentí una punzada de pánico al pensar que todos ellos darían sus vidas por salvar esos mundos, incluso aquellos en los que les habían odiado y perseguido.
Saqué la esfera Daë y la observé durante el camino de vuelta al portal. Si aquella esfera era una promesa de que nosotros también tendríamos que pasar por las Pruebas, no iba a permitir que terminásemos igual. Miré a Elle e hice un juramento conmigo mismo. Si alguien tenía que sacrificarse, no seríamos todos.