Moondale

Categoría: Cuarta Temporada

  • CON UN CUCHILLO DE MANTEQUILLA

    Ellie – Casa de los Echolls

    Mañana

    Colgué la videollamada con Idris y bajé a desayunar. El día había amanecido gris y horroroso, uno de esos días en los que parecen las siete de la tarde desde primera hora. Últimamente, lo primero que hacía nada más despertarme, era darle los buenos días y también le daba las buenas noches a altas horas de la madrugada, para qué os voy a mentir. Eso había provocado que JJ me mirase alzando una ceja, pero tampoco le dejaba que emocionase en exceso, porque puestas a abrir el cajón de mierda, el suyo estaba a rebosar.

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  • BELLEZA SOBREVALORADA

    Niall – Universidad de Moondale

     

    Hace tiempo que veo a Noah escribir diarios, desde que le conozco vamos. Dice que es un buen modo de mantener los pensamientos en orden y que es como una especie de tradición entre su familia y amigos. Así que tras un par de insistencias por su parte me he decido por empezar también uno.

    Supongo que debería de empezar por el principio. Nací en un pequeño pueblo de Colorado, Graveyard Creek. Es el típico pueblo de interior de los Estados Unidos que con el paso de los tiempos se está perdiendo hasta que no será más que un pueblo fantasma. Tampoco es que tenga mucho más que ver más allá de sus bosques colindantes, es un lugar de paso en el parar a descansar.

    Nunca he sido popular en el colegio, tampoco es que lo fuera en la actualidad. No es precisamente sencillo ser gay en un país de religiosos hipócritas como lo es Estados Unidos. Aunque peor sería vivir en Rusia o en algún país islamista, supongo que no debo quejarme del acoso que he recibido teniendo en cuenta que en otros lugares se vive mucho peor.

    Noah y Lexie son mis dos únicos amigos con los que siempre podre contar. Hasta no hace mucho no tenía amigos, lo único que tenía en mi vida era la música, un modo de desinhibirme de la realidad y crear belleza del sonido. Moondale era el sitio más barato que me podía costear, así que probablemente no acabe siendo una estrella internacional pero tal vez acabe enseñando a generaciones futuras en alguna clase, quién sabe.

    Estaba intentando crear una nueva pieza instrumental cuando me percate de que Lexie se acercaba. Algunos de los chicos y chicas se le quedaron mirando. Lexie siempre era el centro de las miradas allá donde fuera, en algunos casos de manera asquerosa por parte de los tíos y un tanto envidiosa de las tías. Aunque estas últimas a veces simplemente asentían sorprendidas por lo agraciada que había salido Lexie. La envidiosa era Blue.

    – [Lexie]Te voy a contar una cosa, porque o te la cuento a ti o reviento[/Lexie].- Se sentó tan cerca de mí que podía oler el perfume que se había echado, encima la tía iba oliendo a piruletas, flipad.- [Lexie]Pero necesito que me acompañes a un sitio en el que no nos vea nadie.[/Lexie]

    -[Niall]¿Te has comido la hamburguesa pocha de la cafetería? Te he dicho que es mejor comer fuera del recinto. ¿O es que acaso te has acostado con Noah?.-[/Niall] La verdad es que no quería saber ninguna de las dos cosas, no quería detalles sexuales de heteros o hablar de comidas en mal estado que me provocaban nauseas.

    – [Lexie]¿Eh?[/Lexie]- Se quedo mirándome confusa con una ceja levantada.- [Lexie]Ven[/Lexie].- Se levanto y me agarro de la mano tirando de mi. Como puede metí las partituras con la mano libre en la mochila y la arrastre por los aires. Salimos de la cafetería a toda velocidad hacia el baño de las tías. Había dos chicas que gritaron un poco al verme entrar, madurad. Lexie les chasqueo los dedos para que espabilaran y salieran mientras miraba en los aseos asegurándose de que no había nadie. – [Lexie]Van a pensar que estamos trincando, pero no puedo arriesgarme a que nos vean[/Lexie].

    -[Niall]Lo dudo, lo de que soy gay es de dominio público. Bueno cuéntame.-[/Niall] Me eche contra el lavabo cruzándome de brazos expectante.

    – [Lexie]No grites[/Lexie].- Se quedo quieta en un punto moviendo las piernas de delante hacia atrás mientras echaba la cabeza hacia delante.

    [Niall]Que sea gay no implica que sea experto en tetas.-[/Niall] La sociedad tenía esa impresión del colectivo gay, solo por ir con mujeres la mayoría del tiempo ya daban por sentado de que eras un experto en la materia. Se me torció el culo, literalmente del lavabo, cuando la apariencia de Lexie cambio en mis narices.

    – [Lexie]Esta es mi apariencia de nacimiento[/Lexie].- Se recogió el pelo y me enseño un audífono que llevaba en el oído.- [Lexie]Estoy sorda de un oído[/Lexie].- Hizo una pausa en la que intente procesar todo lo que me iba soltando.- [Lexie]Pero como una puta tapia[/Lexie].

    Me quede mirándola sorprendido. Era monísima, piel morena, una cara perfectamente perfilada y unos ojazos castaños, por no mencionar que tampoco iba mal servida de delantera. Supuse que se acomplejaba por lo de su oído, Lexie parecía no saber que la belleza estaba sobrevalorada y los defectos eran bonitos. Al rato volvió a cambiar de aspecto dos veces más, una de rasgos chinos, según ella, lo mismo tenía más apariencias asiáticas. Y otra de piel negra, y las dos igual de guapas, ¿es que esta chica no conocía la feura o qué? – [Lexie]Tengo muchas más[/Lexie].- Añadió volviendo a la que decía ser su aspecto de nacimiento.

    -[Niall]¿Y no tienes ninguna apariencia de un maromazo que rompa camisetas?.-[/Niall] Pregunte a modo de broma pero cruzando los dedos.

    Lexie se quedo mirándome y volvió a cambiar de aspecto, pero no a ningún maromo. Ahora tenía el aspecto de una joven delgada, alta, con una larga melena y cara de no haber roto un plato en su vida que había acaparado alguna que otra portada del corazón. – [Lexie]A esta seguro que la conoces[/Lexie].

    – [Niall]Eres la hija de el macizo de Alexander Fenris.-[/Niall] Alexander Fenris, fantasía sexual de señoras y gays, lo mismo te monta un piso en la playa que te deja preñada con la mirada.

    – [Lexie]Noah no se puede enterar[/Lexie].- Me agarro por los brazos zarandeándome.- [Lexie]Por fi, por fi, por fi[/Lexie].

    -[Niall]Lo entiendo, es capaz de explotarle la cabeza al verse ante tanta muchacha agraciada.-[/Niall] Noah era muy listo, pero ya lo estaba viendo cual gif de señora procesando todas las caras de Lexie.

    – [Lexie]Y yo pensando que Noah era más gay que tú[/Lexie].- Añadió sonriendo con su apariencia de Allie, porque al igual que caras tenía nombre para cada una de ellas. Tenía que hablar muy seriamente de esto con ella, no podía ocultar toda su vida quién era en realidad entre cientos de mascaras por un defecto auditivo.

    -[Niall]Veo que el pequeño Noah por fin te ha dicho el flechazo que tiene contigo.-[/Niall] No era… bueno si que lo era, era un secreto que solo yo conocía, Noah estaba prendado por ella desde el primer día que la vio. Caballero como es no sabía cómo entrarle a la muchacha sin parecer un acosador, así que ha optado por jugar la baza de esperar años. Ha tenido la flor en el culo de que no se le ha adelantado nadie.

    – [Lexie]Ya te contaré[/Lexie].- Añadió sin más.- [Lexie]Pero no ahora, que seguro que me paso dando detalles[/Lexie].

    Salimos del baño de las chicas, por suerte no había nadie por los pasillos para juzgar. Decidimos ir a tomar un buen desayuno a base de cereales. Noah diría que es puro postureo, pero estaban tan ricos.

     

     

  • CONECTANDO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – CAFETERÍA DE LA UNIVERSIDAD

    Después de la discusión con Lexie, no me sentía con ánimo de ir a ninguna parte, así que volví a la cafetería y me quedé allí unas cuantas horas en una mesa del exterior, adelantando trabajos y repasando algunos exámenes.

    Al final me había decidido por Comunicación Audiovisual y Arquitectura, las dos bastante diferentes en el tono general, pero gracias a mis poderes, podía sobrellevarlas sin problema. Normalmente intentaba estudiar como cualquier otro, pero había días en los que las preocupaciones no me dejaban otra opción que absorber los conocimientos, guardarlos en mi memoria genética y acudir a ellos en el examen. Cuando hacía eso, fallaba a posta en algunas preguntas porque no me parecía del todo lícito sacar un diez. Tenía gracia que por regla general sacase mejor nota cuando no hacía trampa.

    Entre mis poderes y mi estado general de apatía, el mundo a mi alrededor parecía no estar en sintonía conmigo, como si me encontrase en otra dimensión, ajeno al resto, pero capaz de verlo todo.

    Quizá por eso me sorprendí más cuando alguien se sentó a mi lado y me habló.

    – [Lexie]¿Ahogando las penas en té?[/Lexie]- me preguntó la voz. Puede que os resulte extraño, imagino que es difícil ponerse en mi lugar e imaginar lo que es ser tan rápido. Os daré un ejemplo, en ese momento, antes de girar y ver a la persona que me hablaba, tuve tiempo a analizar su voz. Tenía un tono agradable, cálido, que invitaba a escucharla hablar indefinidamente.

    Cuando la vi, me quedé sorprendido. Era una chica preciosa, de tez bronceada, cautivadores ojos oscuros y una melena castaña que brillaba con luz propia, recogida en una coleta alta. Llevaba un top oscuro que on hacía de menos su piel morena y una falda vaquera corta. En general contrastaba bastante con el aire de la cafetería. Era como un diamante en una mina de carbón. El carbón era yo, claro, que iba con mis vaqueros y una camiseta de Flash.

    En una fracción de segundo repasé todas mis posibles respuestas. No sabía qué la había llevado a sentarse allí a mi lado. Había más huecos en la cafetería y yo no tenía nada llamativo. Al final, intenté no pensarlo todo tanto, porque era lo que me había llevado a error con Lexie, y le dediqué una sonrisa. – [Noah]El té y los helados siempre son una buena opción.[/Noah] – añadí. Hablando de comida siempre tengo cuerda para rato. Bueno, siempre tengo cuerda para rato, fin. Traté de disimular en mi cara la impresión y los nervios de lo guapa que me parecía.

    – [Lexie]Aquí no sabéis lo que es un buen helado[/Lexie].- sentenció, mirándome. Ella estaba tomándose un café. Le dio un trago después de echar el azúcar y no la vi hacer ninguna mueca pese a que el café de allí era bastante fuerte. Me fijé en sus labios aferrando el borde del vaso, cubiertos de un carmín de color suave. Tenía la manicura hecha y llevaba las uñas a juego con el color de sus labios

    – [Noah]¿Ah no? ¿Y dónde lo saben?[/Noah] – pregunté, viéndola sonreír. Capté el olor del café pero tras él, si te concentrabas, había un suave olor a menta.

    – [Lexie]En Louna, por supuesto[/Lexie].- replicó, como si fuera algo obvio. Así que era de Louna. Me pareció raro que viniese tan lejos a la Universidad, pero la de Moondale era barata y eso atraía a mucha gente. Louna me encantaba, mis padres iban a veces porque les gustaba caminar por el paseo con nosotros. Siempre nos compraban un helado a cada uno. Si me concentraba, todavía podía oler la brisa marina nocturna.

    – [Noah]Vale, no te falta razón. Los del carrito de al lado de la playa están buenísimos.[/Noah] – de nuevo sonreí. Ser natural me estaba resultando bastante liberador. Tenía gracia que viendo cómo eran mis padres yo hubiera salido tan contenido y pensativo.

    – [Lexie] ¿Los de Arthur? El cielo sabe así.[/Lexie]- replicó, exagerando una mueca, un gesto que me pareció muy divertido.

     – [Noah]Sí, hace mucho que no voy, pero son lo mejor.[/Noah] – me quedé un poco embobado mirándola, pero esta vez, despistado como soy, a velocidad normal. Mis ojos se detuvieron un momento en su oreja derecha, donde reposaba un audífono. No voy a mentir, cuando me di cuenta, sentí pena por ella. No debía tenerla, lo sé, pero la sentí porque no me pareció justo que le hubiese tocado eso y que el mundo hubiera avanzado tanto para algunas cosas pero pareciera aún estancado para otras.

    – [Lexie]Siguen siendo la perfección hecha helado.[/Lexie]- respondió. Al ver que me había fijado en su oreja su cara cambió y se quedó algo cohibida.

    – [Noah]Perdona.[/Noah] – dije al instante, con una sonrisa. La sinceridad me estaba poseyendo desde lo de Lexie y no quería que por un malentendido esa chica fuese a sentirse incómoda.

    – [Lexie] No pasa nada. Estoy acostumbrada.[/Lexie]- replicó restándole importancia. No lo consiguió, se notaba que era algo que la avergonzaba profundamente. Quería decirle que no debía hacerlo, bueno, yo tampoco era nadie para decirle como debía sentirse, pero habría preferido que se sintiera bien porque lo que veía delante de mí no era una chica con un problema de oído, si no una chica preciosa, simpática y agradable. Y como ese día, sin saberlo aún entonces, Idris y Elle habían tirado de los hilos, pues se lo dije.

    – [Noah]No sé decirte, yo más bien te miraría por guapa.[/Noah] – me reí por el mero hecho de acabar de decir eso. Pensé que podía tomarme por un baboso. También pensé que ese ímpetu se debía a que Lexie hubiera pensado que no me gustaban las mujeres. Así que empecé a sudar.

    Por suerte, ella se rió.- [Lexie] Gracias.[/Lexie]- replicó, mirándome fijamente. Creí morir cuando aquellos ojos se centraron en los míos. No era una persona de mucho contacto visual, enseguida apartaba la vista, pero con los suyos, no pude.- [Lexie] Tú no estás mal.[/Lexie] – añadió ella. Bueno, aquí va una clase de demonios cruzados – Jötnar técnicamente en mi caso – también nos sonrojamos.

    Reí, cohibido y rojo como un tomate. – [Noah]Aquí uno miente y otro dice la verdad, y la guapa eres tú, así que ya me dirás.[/Noah] – estaba de un suelto que no sabía si el té era té o ron. Empecé a sospechar que me pasaba algo raro con tanta sinceridad, pero qué quieres que te diga, Destina, me vino bien. Estaba disfrutando siendo yo con una chica preciosa que parecía que quería pasar tiempo conmigo, porque aún no había huido aterrada. Siempre me había imaginado de adulto solo, sin encontrar pareja. Bueno, y con un bigote, pero eso es otra historia. – [Noah]Me llamo Noah. Encantado.[/Noah] – añadí. Estaba tan extasiado mirándola que a veces se me olvidaba si estaba usando mis poderes o no.

    – [Lexie] Al…Allie.[/Lexie]- titubeó. Se puso en pie y se echó hacia mí para darme dos besos en las mejillas. De cerca olía también a chocolate negro y a…piruletas de cereza. Me puse tan nervioso que una de mis manos vibró incontrolablemente, por suerte pude esconderla debajo de la mesa.

    – [Noah]B-bonito nombre.[/Noah] – aseguré con una sonrisa. No daba crédito al giro que había tomado la mañana. Llevaba años sintiendo algo por Lexie sin que fuera recíproco, sin que ni siquiera ella lo considerase porque pensaba que no me gustaban las mujeres. Y ahora de pronto me encontraba allí con una chica a la que le gustaba, una chica preciosa, majísima, cercana. Prácticamente opuesta a Lexie. Quizá era una señal de que Lexie y yo estábamos hechos para ser solo amigos. No tenía nada de malo, con Kaylee me había pasado eso mismo y ahora, después del breve hiatus, nos llevábamos de maravilla.

    – [Lexie]Más bonito eres tú.[/Lexie]- replicó guiñándome un ojo. No era una persona que necesitase pocas señales precisamente, pero Destina, esto parecía tu padre enviándome una señal directa.

    – [Noah]¿Yo?[/Noah] – pregunté, riéndome como un adolescente. – [Noah]No te has visto, ¿verdad?[/Noah] – añadí. Tenía la lengua suelta como Vincent, me paré a pensar si no sería un brote o si de verdad alguien no me habría emborrachado. Pero no me sentía mareado ni especialmente eufórico, salvo por el hecho de estar ligando con ella.

    – [Lexie] A diario.[/Lexie]- comentó sin ningún atisbo de emoción. ¿Cómo podía no gustarse a sí misma si era impresionante en todos los sentidos?

    – [Noah]T-tiene que estar bien eso de verte a diario.[/Noah] – classic Noah Christopher Arkkan, me di vergüenza a mi mismo con mis oxidadas habilidades de ligue.

    – [Lexie]Pues gracias, Noah[/Lexie].- respondió ella con una sonrisa, apartándose de la cara un mechó de pelo que se le había soltado de la cola. Le sonreí, nos sonreímos, no había que ser un genio para ver que estábamos coqueteando y aún así yo no era capaz de pensar que nadie pudiese coquetear conmigo.

    – [Lexie]Por cierto, sea lo que sea lo que te tenga pensativo: seguro que tiene arreglo[/Lexie].- añadió ella, rompiendo nuestro ciclo de miradas intensas y sonrisas.  Me di cuenta de que debía haberme observado antes de sentarse conmigo, parecía una chica perspicaz.

    – [Noah]Creo que me he peleado con una amiga a la que tengo mucho cariño.[/Noah] – respondí con sinceridad. Llevaba mucho rato dándole vueltas, ella era agradable y yo estaba especialmente sincero, así que así, sin conocernos de nada, terminé hablándole de mis problemas.

    – [Lexie]¿Amiga o «amiga»?[/Lexie]- me preguntó. Cualquier otro se habría dado cuenta de que estaba flirteando abiertamente. Yo no lo tenía claro.

    – [Noah]Supongo que depende de a quien preguntes.[/Noah] – comenté. ¿Qué demonios hacía diciendo eso? Espabila Noah, ¿qué haces hablándole de lo que sientes por Lexie?

    – [Lexie]¿Y si te pregunto a ti?[/Lexie]- preguntó. No le había parecido mal lo que acababa de decir, por suerte. Era un desastre en las relaciones sociales, pero me estaban dando una opción de reencauzarlo. Me paré un segundo a pensar. Llevaba mucho tiempo sintiendo algo por Lexie, pero no conseguía llegar a ella. Era una de mis mejores amigas, pero apenas conocía nada de su vida, nunca había conseguido pasar por su muro impenetrable. Y sin embargo Allie estaba allí, interesada en conocerme, en estar conmigo, tan accesible. Sentía que conectaba con ella a un nivel que me sorprendió.

    – [Noah]Te respondería si quedamos en Louna.[/Noah] – sentencié finalmente, lanzándome a la piscina. Esperé no parecerle muy osado. No quería espantarla.

    – [Lexie]Tendrás que responderme[/Lexie].- afirmó ella, enarcando una ceja. Dios, qué guapa estaba, con sus rasgos marcados, parecía que estaba cincelada por un o una artista.

    – [Noah]Tenemos un trato, señorita….[/Noah] – respondí, esperando que me dijese su apellido. Mi mente, ansiosa de conocimiento, quería saberlo todo de ella. Entre otras cosas, su número, para poder quedar.

    – [Lexie]Lowell[/Lexie].- añadió ella al poco. Noah Arkkan y Allie Lowell, en ese momento no me pareció que dos nombres pudiesen quedar mejor. Todavía me quedaba mucho que saber.

    – [Noah]Entonces tenemos una cita señorita Lowell[/Noah] – sentencié. Activé la InfinityBand cuando vi que ella lo hacía y las cruzamos para intercambiar nuestros contactos. Sentí como si ese dispositivo fuese mil veces más valioso para mí.

    No sé cuánto tiempo más seguimos hablando de todo lo que se nos ocurría. Memoricé cada cosa sobre ella, absorbiendo toda la información que podía, embriagándome de ella, por si llegaba el día de vernos y decidía no aparecer porque no le apetecía, porque no merecía la pena encontrarse con un tipo como yo que nada tenía de especial.

    Para alguien con velocidad sobrehumana, esperar una cita con ansia puede ser una tortura.

  • CONSEJO MATERNAL

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA, DÚPLEX DE LOS SOLO-NOVAK

    Últimamente tengo bastantes cosas que contar. Me he enganchado a esto de los diarios de mala manera y ya no hay quien me desintoxique, así que lo siento si saturo a la audiencia.

    La realidad es que con todo este tiempo libre me sentía como en el ojo de la tormenta, como si toda mi vida estuviera en pausa, esperando que tomase una decisión para ver si mi futuro se echaba sobre mí con rayos y granizo o si caían cuatro gotas y salía el sol.

    Tenía decisiones pendientes en el terreno romántico y en el profesional. Ya había hablado con Mike esa mañana mientras echábamos una partida en Endless en el mundo de Dragones y Mazmorras – mi avatar era Drizz Do’Urden, me había costado llorarle a mamá y a papá pero como era un consentido, lo había conseguido -. Mi hermano era un tío asertivo y quizá más ahora que estaba metido en las bacanales universitarias, así que me lo dejó claro y coincidía con Coquito, bueno, en una de las dos cosas, porque la otra iba sobre ella precisamente.

    Así que decidí pedir un poco más de ayuda y comentarlo con mis queridísimos padres, que si están leyendo esto quiero que sepan que los adoro y que me vendría bien la nueva InfiniBand. Cuando volví de dar un paseo y nadar por la playa, vi a mi madre en la terraza.

    – [Idris]¿Mami?[/Idris] – pregunté con una sonrisa.

    – [Mara]¿Qué quieres, Idris? [/Mara]- respondió con una media sonrisa. Allí estaba, con su sombrero de paja, regando las plantas de la terraza. Eché un vistazo para asegurarme de que la albahaca siguiera viva, era una pieza clave en mi cocina.

    – [Idris]Necesito tu ayuda.[/Idris] – comenté, observando mientras cogía unas tijerillas para podar. Mi madre era precisa con sus plantas como si estuviera operando a una persona. – [Idris]Temas del corazón.[/Idris] – añadí. Mi madre era muchas cosas: buena, paciente, seria, lacónica,  perseverante… y entre todas ellas, cotilla para los amoríos de sus hijos. A veces era tan práctica que parecía que iba a sacar el recetario y mandarte dos polvos por la mañana y dos por la noche. Es broma, porque cuando le pedí que me hiciera una receta así se negó.

    – [Mara]Espero que sea una metáfora.[/Mara]- replicó, dejando la regadera en el suelo y las tijerillas perfectamente colocadas en su sitio, donde nadie pudiera hacerse daño. Se sentó en uno de los sofás de mimbre de la terraza y me hizo una seña para que me sentase con ella.

    Me eché en una tumbona cerca de ella, despatarrado, me definiría mi madre. Hipo salió de su escondite y saltó a mi regazo para que lo acariciase. Ese gato llevaba con nosotros toda la vida y lo que le quedaba: era uno de los animales que les habían confiado los Daesdi y entre otras cosas, eran inmortales.

    – [Idris]Me gusta una chica.[/Idris] – confesé. Bueno, igual me he venido arriba con lo de confesé. Tampoco voy a extenderme pero había tenido escarceos con todo tipo de personas y mis padres los habían llevado todos bien, porque tampoco es que me los callase. Pero llevaba ya unos años muy calmado en ese aspecto, había una chica en concreto que me tenía comido el coco…el coco sexual.

    – [Mara]Siéntate bien.[/Mara]- hizo una seña y me incorporé. La cruz de oro blanco que llevaba al cuello se movió y la sentí fría al pegarse de nuevo contra mi cuerpo.- [Mara]¿Una chica que se llama Elle?[/Mara] – preguntó, perspicaz como ella sola en asuntos de amor.

    – [Idris]Qué bien me conoces, jodía.[/Idris] – le repliqué, sonriendo. La verdad es que había que armarse de paciencia para tenerme a mí de hijo.

    – [Mara]¿Y cuál es el problema?[/Mara] – me escaneó con su mirada. Aunque no hubiese luna en ese momento, sus ojos seguían pareciendo los de una loba. Me paré a pensar en su pregunta.

    – [Idris]Que no quiero estropear las cosas y no sé si ella pensará igual.[/Idris] – respondí. Hasta el momento Coquito y yo habíamos disfrutado de nuestra compañía y de nuestras bromas. Nos gustaba pasar tiempo juntos, pero igual era demasiado asumir que ella quisiera algo más. – [Idris]No sé cómo decírselo. Solo me sale bromear descaradamente.[/Idris] – añadí. En mi casa la sinceridad estaba a la orden del día. A mi madre le gustaba y por eso siempre se esforzaba en ser comprensiva.

    – [Mara]Déjate llevar, sé tú mismo y…que sea lo que Dios quiera.[/Mara]- me aconsejó, con cariño. Mi madre no era la mejor para dar muestras de afecto muy llamativas, pero siempre sabías que estaba ahí y pese a todo intentaba darlas. Tuvo mala suerte porque yo era todo un peluche abrazador. Me acuerdo que de pequeño, al poco de ser consciente de que era adoptado, rezaba todas las noches porque no se cansaran de mí.

    – [Idris]¿A ti te parece bien?[/Idris] – le pregunté. Habíamos tenido una charla hacía unos años respecto a eso mismo. Vale, de aquella ella era menor de edad, pero me había quedado la duda de que también le preocupase por ser hija de una de sus mejores amigas.

    – [Mara]Ahora sois dos adultos.[/Mara]- aclaró con su habitual paciencia. Añadió una diminuta sonrisa para que supiera que no había otras dudas ni peros.

    Sonreí ampliamente. – [Idris]A ver cómo me declaro…[/Idris] – fingí pensar, aunque en ese momento mi mente estaba bloqueada por la presión. – [Idris]Puedo aparecer envuelto en papel de regalo.[/Idris] – comenté.

    – [Mara]Idris…[/Mara]- mi madre negó con la cabeza. No quise decirle que eso ya lo había hecho en el dieciocho cumpleaños de Coquito.

    – [Idris]Mamá, relájate.[/Idris] – sentencié, riendo. – [Idris]Te veo tensa, ¿vamos a la calle? ¿a la calle?[/Idris] – bromeé. Mi madre ya estaba acostumbrada y las bromas con perros ya no le hacían efecto, salvo gracia…a veces….pocas.

    Sonrió, pero su cara volvió a su estado neutro al poco. – [Mara]Tienes que dejar de utilizar las bromas para camuflar tus sentimientos.[/Mara]- me aconsejó. Me conocía bien, pero en mis años no había conocido aún una forma mejor de hacerlo. Era parte de mi personalidad.

    – [Idris]Pero sé que a ti te da igual porque sabes que soy un peluche adorable relleno de caramelo.[/Idris] – le sonreí y la alcé en brazos, dándole un abrazo. La dejé en el suelo y miré hacia abajo para mirarla a la cara.

    – [Mara]Pero Elle querrás que te quiera por quien eres, no por lo que aparentas ser.[/Mara]- explicó, recolocándose el sombrero.

    – [Idris]No sé si le va a atraer mucho un niño lleno de miedos.[/Idris] – confesé, dejando salir la realidad, la duda que me atormentaba. Yo era bastante distinto cuando me conocías de verdad. Era un cachondo igual, sí, me gustaba reirme de la seriedad de la vida, pero eso no significaba que a veces no me alcanzase también. En la calle había visto cosas muy feas y el fantasma de Máscara Negra siempre me acechaba.

    Como elfo de la luna, podía ver perfectamente en la oscuridad, así que no le temía. A lo que si le tenía miedo era a lo que pudiera encontrar en ella. Tiene gracia, lo sé, y es absurdo, como muchos de los miedos.  – [Mara]Todo el mundo le teme a algo y tú no eres un niño.[/Mara]- me pasó una mano por el hombro, con cariño.

    – [Idris]¡Pero quiero teta igual![/Idris] – repliqué, echándome a reír.

    – [Mara]Cariño, te estoy hablando en serio.[/Mara] – respondió ella, intentando no reírse.

    – [Idris]Ya, perdón.[/Idris] – me disculpé, antes de darle un beso en la mejilla por su santa paciencia. – [Idris]No sé, a veces pienso que no me atrevo a decírselo porque está mejor sin mí.[/Idris] – aseguré. Ya está, ya lo había dicho. ¿Y si estropeaba el blanco de Coquito con mi gris tirando a negro? Nunca me lo perdonaría. Además, no solo es lo que yo fuera, si no lo que la gente pensara de mí. Nunca me habían afectado las valoraciones de otros demasiado, pero quizá a Elle sí, y a esas alturas de mi vida ya me habían tomado muchas veces por ladrón, pandillero y vete a saber qué más. – [Idris]Tengo mucha maleta y ella es feliz y buena…no quiero que se entristezca o se compadezca de mí.[/Idris] – el asesinato de mis padres biológicos no definía del todo mi vida, porque me había criado con una familia maravillosa, pero evidentemente me había afectado, había creado un trauma que me acompañaba de manera subconsciente, un miedo a la pérdida que me nublaba el juicio. Supongo que la historia de los Moondies también influyó, igual que el trabajo de mi padre, pero si me había dedicado a salir por las noches desde que era joven para luchar contra los seres oscuros era porque uno de ellos había matado a gente inocente y no quería que nadie más pasara por eso.

    – [Mara]Solo ella puede decidir si está mejor contigo o sin ti.[/Mara]- sentenció mi madre, mirándome fijamente. Razón no le faltaba, pero eso no hacía más fácil imaginarse el «no» en sus labios. – [Mara]Yo no quería ser madre hasta que te conocí.[/Mara] – explicó. Como soy un payaso, al sentir que me emocionaba lo que acababa de decir, se me soltó la lengua.

    – [Idris]Ya sé que soy tu favorito.[/Idris] – repliqué sonriendo mientras me acercaba a la neverilla de fuera para sacar una cola light y un vaso de agua con menta y cosillas verdes del que le gustaba a mi madre.

    – [Mara]Eres uno de mis dos hijos favoritos.[/Mara]- le dio un sorbo y lo dejó en la mesa.

    – [Idris]Mike no está, puedes confesarlo.[/Idris] – bromeé, guiñándole un ojo con complicidad.

    – [Mara]Eh, quiero hablar con mi hijo.[/Mara]- me puso un dedo en el corazón, con su habitual precisión, era como la ‘Érase una vez el cuerpo humano’ convertida en madre. – [Mara]Sin coraza.[/Mara] – sentenció.

    Cuando apartó el dedo, me cubrí el torso de una coraza de hielo. El frío no me incomodaba, al contrario, ese día hacía aún bastante calor y me reconfortó. Chasqueé los dedos y la hice romperse. Hipo se puso a lamer un trozo de hielo. – [Idris]Vale. Dime.[/Idris] – no sé de quién había sacado el talento dramático. De Karen quizá.

    – [Mara]Sé tú mismo y si a Elle no le gusta, es que no es tu Selardi.[/Mara]- dijo con una sonrisa que casi se convierte en risa. No creía lo que acababa de pasar y lamenté no haber estado grabando la conversación. De nuevo, eché de menos mi sueño adolescente de tener un loro al que enseñar a decir «Fue Vincent. Fue Vincent«.

    – [Idris]Vale, si mi madre intenta bromear es que voy detrás de la chica adecuada.[/Idris] – afirmé, echándome a reír.

    – [Mara]Intenta y lo consigue, quieres decir.[/Mara]-  alzó una ceja y cogió un trozo de limón de la nevera que exprimió en su agua.

    – [Idris]Eres mi maestra.[/Idris] – le hice un gesto y con la mano libre aferré la lata y la enfrié un poco más. Ella me acarició el poco pelo que tenía. Para ella eso era como un beso.

    – [Idris]Si al final tengo hijos con Elle…[/Idris] – empecé a decir, esperándome la inminente charla sexual de mi madre. Puse mi ímpetu en que pareciera una frase seria, dándome cuenta sobre la marcha de que sí me veía teniéndolos. – [Idris]Me gustaría que salieran tan guapos como los tuyos.[/Idris] – añadí, partido de risa.

    – [Mara]Estoy muy orgullosa de ti.[/Mara]- me miró a los ojos y fue como si me atravesara el alma con ellos. Mi madre siempre se aseguraba de que Mike y yo supiéramos que estaba feliz con nosotros, incluso con todas las que yo había armado. Aunque en mi defensa diré que cuando me detenía la policía normalmente era patrullando por la noche. Negro, armado y con una banda…blanco y en botella.

    Le dediqué una sonrisa sincera antes de que volviera a sus plantas. – [Idris]Mamá…[/Idris] – la llamé. – [Idris]…te quiero.[/Idris] – confesé. Mis padres me lo habían dado todo, se lo debía todo y siempre estaban ahí cuando les necesitaba.

    – [Mara]A ver si vas a estar malo de verdad…[/Mara]- replicó guiñándome un ojo.

    – [Idris]Para una vez que se pone uno serio…[/Idris] – respondí. Si, vale, mi defecto era esconder cómo me sentía, aunque con las cosas positivas no tendía a hacerlo tanto. Pero a veces uno se olvida de pequeños detalles muy importantes, dando por hecho que las personas que queremos lo saben, cuando a veces necesitan escucharlo.

    – [Mara]Yo también te quiero.[/Mara]- respondió ella, antes de volver a coger las tijeras para dejar las plantas como nuevas.

    Me levanté y la dejé disfrutar de su rato de tranquilidad mientras me iba a ver al calvo de Saitama en InfinityTV, tenía mucho en lo que pensar aunque mi madre me había ayudado a calmar algunas dudas. La realidad era que temía el rechazo con todo mi ser y el de Elle, más.

    Así que yo, que soy como soy, no tardé en empezar a imaginarme conversaciones en la cabeza. Quedaba con Elle en uno de los restaurantes de Louna que le encantaban, ‘Tuscany‘. Comíamos bien y en el postre me decidía a contarle lo que sentía:

    – [Idris]Coquito, quiero contarte algo…[/Idris] – decía yo, vestido casi de traje pero sin corbata, con mi voz grave y sexy.

    – [Elle]Yo también. Las cosas con Blue van en serio, vamos a salir juntas.[/Elle] – explicó, sonriente.

    – [Idris]Mierda, ¿y no hay sitio para un sandwich de Idris? A tus padres les va bien.[/Idris] – sentenció mi yo imaginado, tan payaso como el real.

    Ella negó con la cabeza, así que borré la situación y volví a empezar.

    – [Idris]Coquito, estás muy guapa esta noche.[/Idris] – esta vez iba con un polo rosa y unos chinos, más informal. Al principio me imaginé con gafas de sol pero luego me di cuenta de que me había imaginado todo siendo de noche.

    – [Elle]Gracias. Es que luego he quedado con Mike, estamos juntos.[/Elle] – explicó, de nuevo sonriente.

    – [Idris]¿Con Mike? No, caca, caca. Hermano equivocado.[/Idris] – repliqué. Perra imaginación.

    – [Elle]Pero Idris, tú no me gustas de esa manera.[/Elle] – joder, mi mente iba en mi contra la cabrona.

    Venga, siguiente toma, vamos a ver si arrancamos algo bueno.

    – [Idris]Ellie yo…[/Idris] – empecemos con algo más suave.

    – [Elle]Dris, me gusta tu amigo. Jaheem.[/Elle] – sentenció.

    – [Idris]¿¿EL TRONAO??[/Idris] – pregunté. No esperé la respuesta.

    Vamos a por una, venga, positivismo.

    – [Idris]Coquito, te quiero, no puedo vivir sin ti. Desde que paso más tiempo contigo, no sé estar solo, te echo de menos cada minuto.[/Idris] – a vaciarse como una jibia.

    – [Elle]Oh Dris, por fin, no puedo resistirme más a tus encantos. Desnudémonos y hagámoslo en la mesa para celebrarlo.[/Elle] – respondió ella, subiéndose a la mesa para empezar a quitarse la camiseta.

    Aquí voy a cortar porque creo que no os interesa. Una de cuatro, bueno, si tenía un 25% de posibilidades de estar con Elle – con erótico resultado –  tenía que lanzarme a la piscina. Ellie era lo blanco de mi huevo kinder, no podíamos estar separados.

     

     

     

  • EL TIEMPO PERDIDO NO SE RECUPERA

    Jane – Cafetería

    Mañana

    Tenía tantas ganas de ir a clase de Cálculo como de que me sacaran los ojos con una cucharilla de café, así que cuando me levanté y vi que mi padre había dejado el sofá con las sábanas sin guardar y las persianas bajadas, pensé que tener que recoger la casa era una excusa tan buena como cualquier otra. No tardé mucho en dejarlo todo como los chorros del oro, porque algo bueno tenía que tener vivir los fines de semana en el diminuto apartamento de tu padre, que ahora dedicaba su vida a creer que tenía veinte años y a irse de caza por las noches con Sasha, la tercera rueda de los padres de Ellie. No sería yo la que juzgase aquel despropósito amoroso y sexual que debían tener, porque al menos sus hijos (una de ellos) no eran el maldito desastre emocional que éramos los Williams, pero vamos, que lo de intimar a tres bandas no era lo mío. Ahora que lo pienso, ni a tres bandas ni a ninguna, porque tenía la misma tara que mi madre y como no contratase a alguno que le fuese el sado, la llevaba bien clarita.

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  • UNA ATRACCIÓN DESVELADA

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – RESIDENCIA UNIVERSITARIA FENRIS

    Destina, tengo algo interesante que contarte, no sé si positivo o negativo, pero desde luego necesito sacármelo de la cabeza y compartirlo con alguien.

    Desde nuestros primeros y desafortunados encuentros cuando empezó en el Hedy Lamarr, Lexie y yo habíamos terminado por desarrollar una amistad muy profunda y la verdad es que para mí, auténtica.

    Ella siempre me había gustado, es una tontería esconderlo, pero tras mucho tiempo sin percibir ningún atisbo de atracción por su parte, me había resignado a la idea de que lo nuestro no iba a ser.

    No era la primera vez que me pasaba y al final las cosas salían bien, Kaylee era el ejemplo. Al principio me había gustado, admití que no íbamos a ser nada y después de que ella se diese cuenta de lo que estaba haciendo mal, recientemente habíamos vuelto a ser amigos de confianza.

    Quizá estoy siendo demasiado positivo, porque no había conseguido resignarme del todo. Pasar más tiempo con Lexie implicaba estar más tiempo cerca de ella, físicamente incluso, y había momentos en los que me resultaba difícil no sentirme atraído, unos cuantos. Bueno muchos, vale.

    Pero había una barrera entre nosotros que nunca se iba, Lexie guardaba celosamente todos los detalles de su vida. En los años que habían pasado, había venido varias veces a mi casa y conocía a unas cuantas personas de mi entorno. Sin embargo yo no sabía nada del suyo y jamás había visitado su casa, ni sabía dónde vivía, solo conocía su habitación de la residencia.

    Al principio me costaba más trabajo que fuéramos amigos escondiéndonos cosas, pero vi que ella lo necesitaba y no quise presionar, me gustaba pasar tiempo con ella. Muchas veces Niall estaba con nosotros, pero otras, estábamos a solas.

    Ese día estábamos en su habitación. Por suerte la Residencia Fenris había relajado sus normas con los años y se había dado cuenta de que evitar el acceso de los hombres a los pasillos de las mujeres no era muy razonable y daba por hecho ciertas cosas poco modernas.

    – [Lexie]Esta tarde quiero ir a comprarme un bañador: ¿me acompañas?[/Lexie]- preguntó, esquivando hablar del trabajo que estábamos haciendo. No podía culparla, era muy temprano y hacía mucho sol. En ese momento, los rayos se filtraban por la ventana, bañando a Lexie, que iba vestida con unos pantalones cortos y una camiseta sencilla, pero estaba guapísima.

    Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que me estaba pidiendo. Quizá eran solo imaginaciones mías y mi papel supuesto era quedarme en la puerta de la tienda mientras ella se probaba cosas, pero la idea mental de verla desfilar en bikini delante de mí me hacía desatar un titubeo que normalmente solo me pasaba con ella. – [Noah]Eh,sí, si quieres…claro.[/Noah] – respondí. Por si fuera poco, Lexie era una de las pocas que tenía una habitación sin compañera, así que estábamos los dos solos allí.

    – [Lexie]He pedido unos cuantos online, pero no me quedan bien[/Lexie].- se quejó, encogiéndose de hombros. La miré a los ojos y me quedé en blanco. Allí estaba, con la memoria de cientos de antepasados, el conocimiento de todos los libros, series y películas que mi poder me había permitido devorar y aún así no tenía ni idea de si Lexie estaba intentando algo o no, y desde luego sin reunir el coraje para ser sincero.

    – [Noah]Pues, si te parece bien…yo encantado.[/Noah] – respondí a sabiendas de que tenía una sonrisa bobalicona en la cara.

    – [Lexie]¿A qué viene esa risilla?[/Lexie]- respondió, frunciendo el ceño. Me puse un poco nervioso y se me soltó un pelín la lengua.

    – [Noah]Pues, no sé, si te parece bien que te vea probártelos. Yo no me quejo…quiero decir.[/Noah] – en mi defensa tengo que decir que Lexie siempre hablaba de sexo con total fluidez. Yo no tanto, pero aquella vez…a quién quiero engañar, era guapa, muy guapa y me atraía, así que fue intento de ligue barato.

    Lexie volvió a fruncir el ceño y la habitación pareció hacerse más pequeña. El miedo a que se enfadase conmigo y me tomase por un pervertido o un baboso en lugar de su amigo me tragó. – [Noah]Lexie no quiero que pienses que soy tu amigo por tu físico. Solo es eso.[/Noah] – dije con sinceridad. Lo había pensado desde el principio y había acertado porque a Lexie le molestaba que se fijaran en exceso en su apariencia, pero hasta el momento me había limitado a comportarme como un caballero, sin las connotaciones rancias del término.

    – [Lexie]¿Tienes fiebre o algo?[/Lexie]- gateó hasta mí y me puso una mano en la frente. Aparté la mirada de su escote o sí que iba a tenerla.

    – [Noah]¿Fiebre? ¿Por qué iba a tener fiebre?[/Noah] – respondí, confuso. No entendía nada de lo que estaba pasando. Me eché un poco hacia atrás. – [Noah]Hace mucho que somos amigos pero siempre he tenido miedo de que pensarás que lo era por…bueno…porque eres muy guapa.[/Noah] – repetí. No sabía de dónde había salido esa sinceridad, quizá el café que me había tomado esa mañana con ella y con Niall era demasiado fuerte. La realidad era que, sin saberlo, el encargo que Idris y Elle habían hecho había empezado a hacer efecto – si, iba con efecto retardado – y todo me instaba a dejar salir las verdades que no quería esconder.

    – [Lexie]¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?[/Lexie]- preguntó, encogiéndose de hombros. Mientras meditaba mi respuesta, buscó en su InPhone de último modelo el meme de la ‘churra y la merina’-

    – [Noah]Pues eso, que como mucha gente va detrás de ti por guapa, no quería que pensaras que yo también.[/Noah] – sentencié. Os explicaré una cosa. Vincent, el padre de Idris y Mike, venía de otro mundo donde le habían bautizado con un agua que le obligaba a ser sincero. Eso le hacía sentirse algo molesto cuando no podía evitar decir algo que no quería. Esto era diferente, solo sentía alivio dejando escapar las palabras que habían sido retenidas durante tanto tiempo.

    Lexie se echó a reír.- [Lexie]¿Hoy qué es, el Día de los Inocentes?[/Lexie] – preguntó. La confusión aumentaba por momentos, igual que mi nerviosismo y mi miedo a cagarla.

    – [Noah]Lo siento.[/Noah] – me disculpé, pensando que la había molestado con algo de lo que había dicho. Lexie era una persona con temperamento y tendencia a alejarse de los problemas, así que no quería convertirme en uno.

    – [Lexie]No entiendo nada[/Lexie].- admitió ella, que al parecer estaba casi tan confusa como yo.

    – [Noah]Pues no sé. A ver…claro que te veo guapa, es evidente. Pero eres mi amiga por cómo eres.[/Noah] – no quería que pensara que la valoraba por su físico, pero tampoco quería que pensara que no la encontraba atractiva, porque claro que lo hacía. Hasta una mesa la habría encontrado atractiva.

    – [Lexie]¿Pero tú no eres gay?[/Lexie]- soltó de pronto. La pregunta me pilló tan de imprevisto que sin darme cuenta pasé a modo velocidad y el tiempo pareció congelarse. Volví a la velocidad normal en cuanto me di cuenta.

    – [Noah]¿Gay?…No…o sea, soy bisexual supongo, si quieres buscar una etiqueta pero…¿por qué piensas eso??[/Noah] – como no sabía qué decir, dije la verdad. Me gustaban las chicas. Claro que me gustaban también otros chicos pero una cosa no quitaba la otra. Es como si por gustarme la pasta no me pudiera gustar la comida india.

    – [Lexie]¿¿¿¿QUÉ???[/Lexie]- su cara fue de sorpresa total y absoluta, así que la mía debió reflejar lo mismo.

    Literalmente aluciné al ser consciente de que Lexie llevaba años pensando que era gay.  – [Noah]Espera, ¿llevas años pensando que soy gay?[/Noah] – pregunté. Si, a ver, el efecto de ese poder no dejaba mucho margen entre lo que piensas decir y dices.

    – [Lexie]¿No dicen que no asumas que todo el mundo es hetero?[/Lexie]- replicó ella alzando una ceja. Reconocí su modo «sassy», estaba molesta o preocupada por algo.

    – [Noah]Coño, pero también hay cosas en medio.[/Noah] – afirmé. No me consideraba pansexual, pero bisexual sí.

    – [Lexie]Ya veo[/Lexie].- respondió. Entonces se hizo el silencio. Cuando pude soportarlo más, empecé a moverme por la habitación aprovechando mi velocidad. Caminar mientras pensaba me relajaba y ella no se daría cuenta siempre y cuando volviera al mismo sitio.

    – [Noah]No Lexie, también me gustan las chicas.[/Noah] – comenté, preocupado por todo lo que pudiera estar pasando por su cabeza. Si había asumido que era gay todo ese tiempo quizá toda nuestra relación se replantease. Y podía ser para mejor o para peor.

    – [Lexie]Pues muy bien[/Lexie].- respondió, cortante. Las posibilidades de que las cosas fueran mal iban creciendo.

    – [Noah]¿Estás enfadada?[/Noah] – pregunté, el poder de la asertividad estaba de mi lado al menos.

    – [Lexie]No, solo me siento como la persona más tonta de la Tierra, pero se me pasará[/Lexie].- se levantó y empezó a recoger sus cosas. Me lo tomé como una invitación a irme.

    Me puse en pie, pero antes de salir, me acerqué a ella. – [Noah]Lexie…[/Noah] – llevé la mano a su muñeca, con delicadeza. – [Noah]No sabía que pensabas que era gay, si no, te lo habría dicho desde el principio. De hecho pensé que sabías que…[/Noah] – eso no fui capaz de decirlo ni siquiera bajo el efecto del poder, porque en ese momento, con ella así de molesta, no quería descubrir que siempre me había gustado.

    – [Lexie]Déjame un rato sola[/Lexie].- pidió, sin girarse. Solté su muñeca y me alejé de camino a la puerta. Ella pareció darse cuenta de que había sonado brusco y añadió.- [Lexie]Por favor[/Lexie]. – en un tono más relajado.

    Salí de su cuarto y quise gritar de rabia e impotencia, pero no me habían enseñado a ser así. En lugar de eso, eché a correr. Mientras lo hacía, no necesitaba pensar. Volvería a tiempo para las clases, pero con suerte más cansado, eso me ayudaría a combatir mis sentimientos.

     

  • EL AMO DE LA NOCHE

    EL AMO DE LA NOCHE

    LOUNA

    Al amo de la noche no le gustaban las mañanas, porque solían implicar para él ver la dolorosa luz del sol. Se levantó de su cama y salió de la habitación como un zombie, consiguiendo apenas evitar al resto de habitantes de aquel apartamento.

    No sería persona hasta que no le incase el diente a ese precioso líquido rojo. Así que abrió la nevera, cogió una botella sin mirar el nombre de su dueño escrito en el post-it y se sirvió un vaso.

    El líquido bajó por su garganta reconfortándole y devolviéndole a la normalidad. No le extrañaba que los romanos estuvieran locos por aquella mierda, el vino era néctar de dioses para Jaheem.

    – [b]Vengaaa, que empiece la fiestaa….partyyyyy.[/b] – el amo de la noche empezó a bailotear en la cocina, aún con su pijama de pokemon puesto y el antifaz de dormir sobre la cabeza.

    – [Dion]Jaheem, tío, baja la voz. Y deja de beberte mi vino a las doce de la mañana.[/Dion] – le reprendió Dion, una especie de líder en funciones de los ‘Drow’ cuando Drizz no estaba, algo cada vez más habitual.

    – [b]Chill hombre…necesito este néctar para revivir.[/b] – confesó el amo de la noche. – [b]Es como mi aceite de motor…si fuera un cyborg…que usa aceite de motor. ¿Has visto la peli esa de la Lara Croft? Tío, que piba… La tronca está encerrada y al final se pone ahí rebelde y se carga al pavo que la creó. Todo muy meta tío.[/b] – explicó, con aspavientos de sus manos. El amo de la noche se había pasado la noche comiendo cheetos y bebiendo vino mientras hacía un maratón de películas que iban a tener un remake protagonizado por Karima Kareem.

    – [Dion]¿Tú no tenías un encargo de Drizz?[/Dion] – le recordó. Dion era la mano derecha de Drizz, así que a sabiendas de cómo era Jaheem, le mandó una copia de la conversación porque sabía que se le iba a olvidar.

    – [b]¡Me cago en mi alma! Es verdad, tenía que….¿qué tenía que hacer?[/b] – se preguntó el amo de la noche, que quizá no tenía que haber trasnochado. Le debía la vida a Drizz, igual que muchos de los que estaban en aquel apartamento. Les había dado un propósito, les había alejado de las calles y les había dado una familia. Gracias a él tenía un techo bajo el que dormir, su propia habitación y un póster de Karima Kareem muy sugerente.

    – [Dion]Te lo acabo de reenviar.[/Dion] – comentó Dion, poniendo los ojos en blanco.

    Jaheem leyó el mensaje varias veces. – [b]Vale ¿y qué dices que tengo que hacer con esta peña?[/Jaheem] – preguntó, esperando una aclaración de Dion.

    – [Dion]Tío, haz que sean sinceros…[/Dion] – le explicó, poniendo énfasis en cada palabra. Al ver que Jaheem le miraba fijamente, añadió. – [Dion]…con tu poder…[/Dion]

    – [Jaheem]Ahhhhhh. Mi vudú especial. Venga va. ¿Tienes algo para un taxi?[/Jaheem] – pidió.

    – [Dion]Hay un portal en…deja, te llevo yo…ayer no tuve turno.[/Dion] – comentó. Dion había conseguido un trabajo de vigilante nocturno que compatibilizaba con las excursiones de los Drow para limpiar la ciudad de vampiros y demonios.

    – [Jaheem]Cool…cool, cool, cool.[/Jaheem] – respondió, a punto de salir con su pijama de pokémon. Dion le miró y entonces se dio cuenta. Se marchó a su habitación y volvió con unos vaqueros ceñidos y desgastados, una camiseta con la foto de Kein South y un chaleco negro, rematado todo por unos playeros blancos y unas gafas de sol.

    Dion se aseguró de llevarlo donde pudiera encontrar a cada uno de los de las fotos. Fue una suerte que casi todos estuvieran en la Universidad menos las dos mujeres y el hombre pelirrojo que estaban en la Escuela Legado. Intentó no dejarle margen de error, pero aun así Jaheem entró solo a la Universidad y Dion temía por los estudiantes. Por suerte solo implicaba ser sinceros durante 26 horas.

    Jaheem se quedó parado, sentado en una mesa de la cafetería, fingiendo tomarse un café mientras observaba a los tres muchachos. Drizz le había dicho que de esa foto solo eran dos a los que tenía que sincerar, pero no tenía ni idea de qué dos eran, así que Jaheem optó por hacérselo a todos. Silbó en dirección a cada uno de ellos y la sinceridad se instaló en sus corazones, igual que en la del resto de personas que le había dicho Drizz.

    Jaheem repasó la lista de los que había apuntado con los nombres que le había dado Drizz:

    • Rubia maciza chiquitilla. Sarah.
    • Grandote pelirrojo. Daniel.
    • Rubia maciza de cuero. Sasha.
    • Rubio con pinta de atleta y fiestero. Xander
    • Chica de ojos claros y tetorras más grandes que las de Karima. Lexie
    • Hermano con pinta ligón. Niall
    • Chico palo que seguro que canta rock. Noah
    • Pelirroja animadora. Kaylee
    • Moreno con pinta de empollón. Owen
    • Morenaza despreocupada. Jane

    Una vez que estaba todo, volvió a montarse en el coche de Dion y le convenció para ir a comer unas hamburguesas. El trabajo ya estaba listo, la gente que había pedido Drizz iba a estar escupiendo verdades 26 horas, pero solo las que de verdad quisieran decir. Porque la gente era así, complicada de narices.

  • ¿QUÍMICA CON AMY?

    Owen Williams – ¿De Farra?

    Hannibal’s Meat Grill

    Acabábamos de ganar nuestro sexto partido consecutivo, estábamos invictos y como venía siendo habitual fuimos a celebrarlo al Hannibal´s, que menudo nombre también para un local que sirve carne, y el dueño debía de ser checoslovaco o de algún país perdido de esos de Europa del este con ese nombre.

    No entendía tampoco esa fijación por la parrilla que tenían mis compañeros de equipo, el futbol americano era popular en Texas, pero tampoco era necesario que le copiáramos también sus gustos gastronómicos.

    Quizás se debía también al cambio del local en los últimos años, al principio parecía más un restaurante de carretera para el descanso de los camioneros, ahora resultaba más familiar con sus bufandas, banderas y demás parafernalia dedicada al futbol.

    El caso es que mientras estaban vitoreando a Xander por su última carrera, nadie recuerda nunca al que da los pases, la melena castaña de una mujer en la puerta del restaurante me distrajo. Como en una de esas películas típicas, en cuanto me levante para cerciorarme de que no se trataba de ella, alguien paso por delante de mí y la mujer de la entrada se había desvanecido como un fantasma…

    Hace poco, muy poco, de verdad…

    Amy se encontraba en la puerta del Hannibal´s, llevaba un cigarrillo sin encender en la mano con el que jugueteaba con los dedos y miraba hacia la más absoluta nada en dirección al bosque, tuve que girar la cabeza un par de veces para ver si venía algún colgado con motosierra de entre los arboles detrás de mí.

    – [Owen]¿Dime que aun no habéis cerrado?.-[/Owen] Con las ansias pegue la cabeza y las manos a la cristalera manchándola de dedos, alguien iba a tener que limpiarlos de nuevo.

    – [Amy]Está cerrado.- [/Amy] Añadió sin más. Seguía con la mirada perdida en el bosque, era como si su cuerpo estuviera allí pero su espíritu hubiese salido volando.

    – [Owen]¿Incluso para los colegas? Vamos Amy, necesito un par de hamburguesas y alcohol, ha sido un día peculiar y quiero celebrarlo.-[/Owen] Habían cancelado mi suspensión con el equipo de futbol. No fue por sustancias prohibidas, mi cuerpo es un templo, salvo para la bebida. Digamos que le cruce la cara a un compañero de equipo por cierto comentario ofensivo hacia mi otra mitad.

    – [Amy]Háblalo con Hannibal.- [/Amy] Hizo un gesto con la cabeza para que pasara y tras una conversación de besugos con frases cortas y remarcadas no conseguí nada.

    – [Owen]Me ha dicho que la parrilla ya está limpia y no tiene ganas de mancharla otra vez. Pues habéis perdido un cliente… A quien quiero engañar esas hamburguesas están demasiado buenos, ¿qué clase de sustancia adictiva le echáis?.-[/Owen] Fijo que era alguna guarrada de salsa mezclada con unos adictivos para darle más sabor o algo así.

    – [Amy]Escupitajos.- [/Amy] Por primera vez desde que había llegado aparto la mirada del bosque y me observo muy seria seguido de un ligero atisbo de intentar sonreír.

    – [Owen]Vaya, y yo pensando que lo que llevaba era salsa de aguacate.-[/Owen] Fue lo único verde que se me ocurrió sano en contraparte a la guarrada de los escupitajos.

    – [Amy]¿Por qué me estás dando charla? -[/Amy]  Parecía extrañada. Recuerdo como las luces exteriores del local jugueteaban con su pelo dándole destellos rojizos. Era como la pira de un fuego a punto de extinguirse.

    – [Owen]Somos amigos, eso es lo que hacen los amigos. Hablan.-[/Owen] Nos conocíamos desde pequeños y a pesar del distanciamiento entre todos siempre la he visto como una amiga, igual que al resto.

    -[Amy] No somos amigos.- [/Amy]  Me encogí de hombres y juguetee con las llaves de la moto mientras me movía lo más lentamente posible. – [Amy]Eh, no te vayas.- [/Amy]  Me detuve teatralmente mirando yo esta vez a la nada como si ella no estuviera.- [Amy]  Es que…no estoy en mi mejor momento.- [/Amy]  Nadie lo estaba, quizás necesitábamos quedar todos y hacer un intervención para soltar todo lo que nos comía por dentro. En el caso de Amy hacia tiempo que no sabía nada del único miembro de su manada y eso debía de ser como si te faltara algún miembro u órgano.

    – [Owen]Crecen tan rápido.-[/Owen] Bromee intentando animarla aludiendo a que Leo era como su hijo. -[Owen]Deberías haber ido con él, Leo no vale para cantar.[/Owen]

    – [Amy]No me lo pidió.- [/Amy]  Intentaba aparentar que no le molestaba, pero sus mejillas se movían como si las estuviera mordiendo por dentro.

    – [Owen]Menudo cretino, se ve a leguas que la banda no es lo mismo sin ti.-[/Owen] La realidad, Leo estaba nadando en una piscina de billetes con un puñado de groupies que le tiraban bragas y calzoncillos al escenario mientras nosotros estamos allí helándonos el culo en un restaurante de carretera.

    – [Amy]Que le den.- [/Amy]  A él y a todos sus billetes de 100 perfectamente colocados debajo de su colchón con sabanas egipcias.- [Amy]  Algún día deberías dejar de besar el suelo por el que pisa mi hermana.- [/Amy] Me miro y aparte la vista.

    – [Owen]Todo el mundo piensa lo mismo, quizás debería hacer caso.-[/Owen] Desde pequeño he tenido un crush con ella, su inteligencia y que yo era más bobo que un saco de piedras. Supongo que en el fondo era consciente de que nunca llegaría a nada con ella.

    – [Amy]No nos merecen.- [/Amy]  Tiro el cigarrillo que no se había fumado y lo pisoteo como si de una cucaracha de tratara probablemente pensando en la cara de Leo.- [Amy] Que se líen entre ellos y nos dejen en paz. [/Amy]

    – [Owen]¿Te apetece comer algo? Conozco un japonés buenísimo, tienen karaoke y todo, y sake.-[/Owen] Nos iba a acabar dando bajona como siguiéramos hablando de gente que pasaba de nosotros por las que nosotros perdíamos el culo. Así que opte por reconducir la noche a un desenfreno de canciones cutres en un local pequeño rodeados de empresarios ebrios con las corbatas en la frente.

    – [Amy]¿Pagas tú? -[/Amy]  Llevaba cuatro perras contadas, lo mismo todo se reconducía a mucho sake y canciones.

    – [Owen]Si cantas en la máquina de karaoke si.-[/Owen] Pensé que eso la animaría, que no se sentiría infravalorada, que ella también valía para cualquiera banda que quisiera.

    – [Amy]Depende de lo bueno que sea el japonés.- [/Amy]  Recogió una mochila del suelo en la que llevaría su uniforme y avanzamos hasta la vespa rosa que le compre a la madre de Amy. Si, rosa, y sin problemas, no se me han caído los huevos ni nada.- [Amy]  Y no se te ocurra pensar que esto es una cita. [/Amy]

    – [Owen]No lo pensaba. Solo somos dos amigos, colegas, conocidos, que van a ir a desfasar a un japonés y que un puñado de gente les mirara raro cuando se pongan a cantar.-[/Owen] Amy asintió y me quito las llaves de la moto. En un abrir y cerrar de ojos se hizo un moño, se coloco el casco y tenía la moto arrancada. Me senté de paquete detrás de ella sin arrimarme mucho dejando una fina capa para que corriera el aire, Amy siempre ha necesitado su espacio con los demás, espero que se encuentre bien y recuerde que por una noche, a pesar de ser un antro, corearon su nombre y fue más popular que Leo.

  • INMERSIÓN

    LEO ARKKAN

    NOCHE – EUROPA

    Mientras tenía la guitarra en mis manos y dejaba fluir la música a través de mis dedos, todo fue bien. El problema vino, como siempre, cuando dejamos de tocar después del segundo bis y el vocalista empezó a dar las gracias antes de que nos marcháramos.

    Normalmente, siempre terminábamos con una de las canciones de Rod para evitar precisamente que me tocase a mí dar la despedida, aunque a los fans no parecía encantarles, algunas de las canciones favoritas eran las que habían salido de mi puño y letra.

    Entonces fui consciente de la marea de personas que, como hormigas, se aglutinaban frente al escenario, pugnando por ver más de nosotros, por pasar un rato, aunque fuera efímero, con los ídolos que ellos mismos habían creado.

    Caminé junto al grupo, adentrándonos en el backstage mientras reían, llenos de energía. La adrenalina que corría por sus venas después de la actuación no podía compartirla. Quizá se debía a que no ansiaba tanto como ellos el desenfreno que seguía al concierto.

    Como siempre, intentarían convencerme de que lo celebrase con ellos, aunque no solían tener éxito. Sí, algunas veces había tratado de dejarme llevar y festejarlo, ser como los demás. Había disfrutado del cariño breve de los fans y las fans, pero normalmente me acababa yendo cuando insistían en que pasase de una cerveza a una raya, buscando que me uniese al despertar que les inspiraba.

    Las drogas, el sexo y los baquetes dignos de ‘Los Juegos del Hambre‘, estaban aún a la orden del día entre las estrellas. En el fondo, eso era algo que no había cambiado desde hacía años, porque todo en esa industria pugnaba para el desenfreno y la vida alocada.

    Hacías dinero, sí, pero si te dejabas llevar por ella, te lo gastabas en lujos que ni siquiera necesitabas, por no mencionar el que se llevaban los que habían orquestado el grupo y aún tiraban de todos los hilos. Yo había conseguido forjarme unos ahorros que me servirían de colchón, preparado para caer en cualquier momento del top 10 a la lista de los olvidados.

    Cuando llegamos a la altura de los camerinos, Freddie, el batería, se acercó. Era el más nuevo, un reemplazo de Jason después de las peleas que tuvo con Rod. Era un chico bastante agradable y tímido, aunque estaba entrando poco a poco en lo que la industria esperaba de él. Ya había cambiado su apariencia siguiendo los consejos de la productora y sus escarceos con las drogas eran cada vez más frecuentes.

    – [b]Tío quedate, deberías venir a la fiesta de esta noche. Empieza a dar la sensación de que hay distanciamiento entre los miembros de cara al público.[/b] – una de las cosas que no me gustaban  de ese mundo era fingir. Era músico y compositor, no un actor, no iba a compartir mi vida como una parte de mi trabajo. En parte por eso el mundo me conocía como Leo Rivera. Por eso y por el Juthrbog.

    – [Leo]Así tienen algo de lo que hablar.[/Leo] – comenté de pasada. Rod ya estaba entrando por la puerta del camerino. Era la clásica estrella: ególatra, adicto a todo lo que se podía ser adicto, fiestero y un baboso para cualquier persona con tetas. Habitualmente pensaba en grabar alguna de sus conversaciones en las que se vanagloriaba de sus ligues por internet con chicas jóvenes, pero siempre terminaba dándome cuenta de que eso no podría usarlo nadie en un juicio. – [Leo]Seguro que al de marketing se le ocurre algo.[/Leo] – añadí. Incluso destapando la mierda que era Rod Chan, poco podría conseguir, muchos de sus fans le defenderían y todo el circo mediático le exculparía como buena estrella, blanca y hetero, por mucho que intentase vender que tenía ascendencia asiática y nuestro grupo era multicultural.

    – [b]Te sacará una novia modelo con la que saldrás dos días. Vamos Leo, será divertido.-[/b] insistió Freddie. Era un buen tío, pero no iba a hacerle más caso que el que él me hizo a mí cuando le aconsejé pasar de esas bacanales.

    – [Leo]Otro día.[/Leo] – respondí simplemente.  – [Leo]Vosotros disfrutad.[/Leo] – le dediqué una sonrisa y seguí caminando hasta el aparcamiento, donde esperaban los guardaespaldas y los chófer. Habría preferido conducir yo mismo, pero era lo que tocaba, así que le indiqué que me llevase al hotel.

    Entré y saludé de la forma más amable que pude a la gente que me reconoció, aunque viviera siendo consciente de que nadie me conocía realmente. Di gracias de que el ascensor estuviese vacío y colgué en la puerta el cartel de no molestar. Darían por hecho que me había llevado al hotel a alguna seguidora, mientras que en realidad lo que hacía era buscar con ansia unos minutos de tranquilidad hablando con «ella».

    «Ella» se hacía llamar «Freya«. Llevábamos hablando casi un par de meses y se había convertido en el motivo por el que me conectaba a Endless, el juego de Infinity en el que te sumergías en cualquier mundo de ficción o no. Nos conocimos en el mundo de Harry Potter, en Hogsmeade, la zona común en la que estaba el offtopic: ella era una Hufflepuff de segundo y yo un Ravenclaw de cuarto.

    Me senté en la silla y abrí el maletín donde guardaba uno de los pocos caprichos que me había permitido, un set de inmersión para poder conectarme a Endless. Había varias formas: en móvil, usando la cámara a modo de realidad virtual; en escritorio, como los videojuegos clásicos y los primeros mundos virtuales; y con un set de inmersión que era lo más habitual, porque entrabas directamente en la piel de tu personaje. Después de la sorpresa y la emoción inicial de la fama, empecé a necesitar una forma de evadirme y no encontré ninguna mejor que irme a un sitio donde nadie supiera quién era. Si iba a hacerlo, tenía que hacerlo bien, así que me compré el set.

    Cuando estuve cómodo, lo encendí y noté la sensación del set activando los receptores que me harían tener los cinco sentidos activos en Endless. Seleccioné el Mundo Mágico en la lista de mundos favoritos y me vi transportado al cuerpo de mi avatar, que se había quedado en Hogsmeade.

    Llevaba mi avatar básico, el que creas cuando te unes a Endless y usas en los mundos no temáticos y en las zonas offtopic de los mundos temáticos. Era un león humanoide como el de Digimon pero de pelaje blanco. Mi alias era Aslan. Sí, me gustaba mi nombre.

    Vi pasar a gente de todo tipo con sus avatares base: orcos, elfos, animales humanoides, personajes de videojuegos, alienígenas… Entonces la vi, urgando en un jarrón para ver si encontraba Infinicash, la moneda del juego.

    Era una osa de pelaje marrón con motas más oscuras. Me había confesado que intentó hacerse el avatar de su mascota, pero no le salió nada mejor y no tenía dinero para cambiarlo. Antes de nada, dejadme que os explique algo, no nos iba el furry, de hecho, descubrí que existía poco después de entrar a Endless, pero desde luego, si nos hubiese gustado, habríamos encontrado algún mundo o sala en el que aprovecharlo, porque allí había de todo, igual que había sido internet.

    Me acerqué a ella y me vio al instante: – [Kaylee]Te has hecho de rogar hoy.[/Kaylee] – sentenció, frunciendo el ceño. Era curioso ver a una osita fruncir el ceño, pero ella era así.

    – [Leo]Llevo un día horrible, pero merece la pena por venir a hablar contigo.[/Leo] – respondí. Todo el mundo podía ser otra persona aprovechando el anonimato y mi persona parecía más lo que yo era en realidad que la que te encontrabas en carne y hueso. Era más fácil hablar con sinceridad y ser uno mismo sin enfrentarse cara a cara al rechazo, sin ver la cara de otra persona cuando digas algo importante.

    – [Kaylee]Muy gracioso.[/Kaylee] – replicó ella. Así era, tenía una coraza que la hacía incapaz de creerse que de verdad me pasase el día esperando hablar con ella, incluso siendo prácticamente desconocidos.

    – [Leo]Lo digo en serio.[/Leo] – insistí. Endless era uno de los pocos sitios en los que mi personalidad no destacaba tanto. Mi familia era bastante especial y eso me había hecho chocar con lo que otra gente esperaba, pero allí no, allí había cosas mucho más raras.

    – [Kaylee]Vale, digamos que te creo.[/Kaylee] – respondió, aunque no estaba muy seguro de que me creyese de verdad.

    – [Leo]Eres mi oso favorito.[/Leo] – bromeé, aunque de verdad me gustaba mucho pasar tiempo con ella. Me apetecía saber cosas más concretas de su vida, pero en un sitio donde se valora tanto el anonimato, existe el miedo a presionar al otro a decirte algo que quizás no quiera decir.

    – [Kaylee]Tu oso deforme favorito.[/Kaylee] – replicó, desviando la atención mientras agitaba una planta, que le dejó caer una misera infinicash.

    – [Leo]No eres tan deforme. [/Leo]- dije, echándome a reír. Me hacía bastante gracia su avatar porque me imaginaba lo que había querido conseguir. Sobre todo le faltaba ponerse una melena más larga y unos ojos menos de dibujo. – [Leo]Seguro que en la vida real eres preciosa.[/Leo] – añadí. Me apetecía una barbaridad ver cómo era en realidad. Solo sabía de ella que era una mujer porque nos habíamos enseñado la verificación.

    – [Kaylee]Deberíamos entrar a una sala en la que se permitieran apariencias humanas, porque parece que nos va el furry.[/Kaylee] – sentenció ella. En Endless había dos verificaciones para evitar las «estafas». El juego te registraba completamente con tu identidad y tenías que verificar tus rasgos biológicos en un escaneo en la Endless Store. A partir de ahí podías enseñar cualquiera de tus descripciones a otro jugador en privado, verificando por ejemplo tu identidad sexual completa. Eso también te dejaba acceso a un avatar con tu misma apariencia que podías usar para interactuar con la gente en los mundos y secciones «Reales«. Bueno, y también se usaba para el ciber sexo.

    La verdad es que no pude evitar reírme con lo del furry, se había convertido en una broma recurrente entre nosotros porque ninguno sabíamos que gran parte de la gente elegía los avatares con forma animal para eso. – [Leo]¿Y desvelar el misterio?[/Leo] – pregunté, riéndome. Quería verla, pero el miedo a que viese quién era en realidad y eso lo cambiase todo me superaba.

    – [Kaylee]Tienes razón.[/Kaylee]- respondió. Era bastante tímida al respecto así que no le pareció mal. Siguió paseando por las calles, sacudiendo toda la decoración a ver si conseguía algo y repitiendo los hechizos que controlaba para conseguir bonus de misiones.

    La acompañé, sonriendo. Tenía unos cuantos infinicash en mi cuenta gracias a que el chico de la Endless Store era fan y me hizo una oferta especial cuando compré el set de inmersión. – [Leo]Si quieres te consigo infinites.[/Leo] – así llamábamos de forma abreviada a la moneda. Yo apenas había gastado los míos y de hecho tenía algunos más porque había comprado las ofertas especiales por menos de un dólar. Había invertido algo en personalizar mi avatar base y en conseguirme una mascota dragón.

    – [Kaylee]¿Estás comprando mis servicios pornOsos?[/Kaylee] – preguntó. Nos echamos a reír, porque intentó poner una pose sexy con ese avatar.

    – [Leo]Es que estás demasiado seductora.[/Leo] – respondí, riendo.

    – [Kaylee]Por cierto, te he hecho caso y he empezado a arreglar las cosas.[/Kaylee]- comentó, sin mirarme directamente. Freya y yo habíamos estado muchas veces conversando hasta las tantas de la madrugada sobre nuestras vidas. Ella no estaba contenta con cómo había llevado algunas cosas y quería cambiar, dejar de fingir ser otra persona. Empaticé rápido con ella porque yo vivía así, podía ponerme instantáneamente en su piel, así que le aconsejé que fuera ella misma sin importar nada más, un consejo que me habría gustado que alguien me dijera. Pero no tenía a nadie al que contar lo que me pasaba, ni siquiera a ella, porque temía exponer quién era en realidad.

    – [Leo]Me alegro. Todo el mundo debería ver lo maravillosa que eres.[/Leo] – afirmé. Hablar despojados de cualquier ápice de historia personal nos había permitido conocernos de verdad, y la chica que había visto me atraía enormemente, aunque no estaba seguro de si era recíproco.

    – [Kaylee]Soy muy hermOsa.[/Kaylee]- bromeó. Alcé una ceja, era el segundo chiste con osa, digno de Lewis.- [Kaylee]Mátame.[/Kaylee] – espetó, poniendo una cara que me hizo echarme a reír.

    – [Leo]Podemos ir al castillo.[/Leo] – propuse, allí podíamos hacer alguna misión juntos para conseguir dinero o experiencia y así no tendríamos que hablar con los aspectos base, pasaríamos a ser nuestros avatares de alumnos de Hogwarts.

    – [Kaylee]Vaaaale.[/Kaylee]- aceptó. Abrí el menú y la invité a una sala cerca de la oficina de Dumbledore.

    Al momento aparecimos allí. Ahora yo era un alumno vestido con la ropa de Ravenclaw, algo parecido a mí fisicamente, salvo por el pelo, que era plateado. ‘Freya‘ apareció al poco, una chica de piel negra y melena oscura vestida con las ropas de Hufflepuff. Antes de poder hacer nada, me saltó el aviso de estudiante que indicaba la posición en la Copa de las Casas y mi contribución personal.

    – [Leo]Estáis arrasando en la copa.[/Leo] – comenté, cerrando el mensaje. En los libros casi siempre ganaba Gryffindor o Slytherin pero en Endless casi siempre estaba dividido entre Ravenclaw y Hufflepuff. A Gryffindor se habían ido los cafres, solían ir armados, saltarse las normas y eran un poco sobrados y en Slytherin la unión grupal estaba un poco diluida, porque había de todo, pero normalmente, preferían no interactuar mucho con otros.

    – [Kaylee]A los Huffie nos gusta lo duro.[/Kaylee]- dejó caer un chiste sexual. No sé si en la vida real lo habría hecho, pero lo que sí sé es que yo no le habría devuelto un alzamiento de cejas como respuesta.

     – [Leo]¿Has escuchado la canción nueva? [/Leo]- pregunté. Esto es un poco triste. Cuando nos conocimos en Hogsmeade, estábamos en una taberna de discusión del último disco de Wolf’s Bane, mi grupo. ‘Freya‘ era fan así que una de las mentiras de nuestra «relación» era que yo también lo era.

    – [Kaylee]Sí.[/Kaylee]- respondió, emocionada.- [Kaylee]Las canciones de ese grupo me dejan siempre tocada.[/Kaylee] – admitió. Vale, me enorgullecía saber que de los dos vocalistas, yo era su favorito, así que a veces dejaba caer el tema.

     – [Leo]Seguro que escribirían sobre ti si te conocieran.[/Leo] – aseguré. Ya había escrito una vez sobre una chica con la que tuve una conexión y se había vuelto una de las canciones más famosas. Una de mis luchas internas fue asegurarme de que la productora no pudiera quedarse con los derechos de mis canciones. Si me iba, eran mías, salvo las que me hacían firmar una cesión expresa, pero ya me aseguraba de no poner la misma alma en esas.

    – [Kaylee]Alarma: detector de ligue chungo.[/Kaylee]- replicó, partida de risa. Me la imaginé sonriendo en la vida real, saliendo los dos de nuestras fachadas y pudiendo estar juntos. Pero quizá ella no quisiera más de lo que teníamos, quizá era solo un entretenimiento pasajero.

    – [Leo]Soy un poco obvio. No puedo resistir tus encantos.[/Leo] – aseguré. A ver cómo lo explico sin entrar en detalles. Una persona, aunque no sepas como es físicamente, puede llegar a atraerte a nivel «físico» aunque sea una conexión mental la que compartís.

    – [Kaylee]Por eso siempre me voy a la sala furry.[/Kaylee]- respondio ella.

    – [Leo]Si ligas allí es más problemático. [/Leo]- afirmé, sonriendo. Allí darían por hecho ciertas…cosas. Como licántropo, me resultaba algo perturbador.

    – [Kaylee]Mañana tengo partido de quidditch a las cinco.[/Kaylee]- me recordó, mirándome fijamente.- [Kaylee]Te quiero en la grada gritando mi nombre.[/Kaylee] – aseguró. Como necesitaba dinero, también jugaba a gobstones, echaba turnos en la enfermería y coleccionaba ranas de chocolate. Últimamente le daba las mías si no las tenía.

    – [Leo]Hasta quedar afónico.[/Leo] – aseguré. Al día siguiente no tenía concierto y todavía quedaban un par de días para la luna llena. Por el momento, había conseguido disimular mis ausencias esos días con excusas. Sabía que no era más que paranoia pensar que podría llegar a sospechar algo, porque Endless había ayudado a contribuir a la creencia colectiva de que los sobrenaturales eran solo fantasía.

    Nos quedamos en silencio, mirándonos y con una sonrisa, nos fuimos a hacer algunas misiones juntos. Como había aprovechado el tiempo antes de conocerla en subir de nivel, ahora nos apuntábamos a misiones de mi nivel para que ella se fuese catapultando cada vez a niveles más altos. Me dediqué a lanzar incendio contra inferius mientras ella me cubría la espalda, literalmente.

    – [Leo]¿Mañana estarás aquí a la hora de siempre? [/Leo]- pregunté cuando ya se hizo tarde. Parecía que el tiempo era eterno entre conexiones, lo peor eran los días en los que no coincidíamos, ese mundo se quedaba vacío para mí.

    – [Kaylee]Te dejo, que creo que mi madre piensa que estoy haciendo manualidades con el Endless Porn.[/Kaylee] – comentó, despidiéndose de mí con un beso que me transmitió el set de inmersión.

    Había tenido mis cosas, sobre todo con fans que habían tomado la iniciativa, pero ese beso era mucho más intenso incluso siendo virtual, porque iba dirigido a mí, no a Leo Rivera.


    En otro lugar

    – [Diana]Kay, deja la manivela y vente a cenar.[/Diana]- dijo Diana. Kaylee se despidió de su amigo y se desconectó de Endless. Freya estaba en el banco del ventanal del comedor, ladrando a algún perro que se había cruzado en su camino. Cuando Kaylee la llamó, fue corriendo con ella. ¿Por qué tuvo que salirme una osa?