Moondale

Categoría: Moondale

  • DOCTOR AMOR

    Sophie – Kvasir

    Mañana

    Era por la mañana tempranito cuando me encontré con Mike en la cocina. Yo estaba apoyada en la isla de la cocina desayunando unas tostadas con crema de cacahuete, fresas, plátanos y arándanos, además de un zumo de naranja. Aún no me había arreglado y llevaba un pijama de pantalón corto y camiseta de tirantes con flores.- [Sophie]Mike, mi niño, me gusta cómo llevas el pelo.[/Sophie]- dije a modo de saludo y pedí permiso para tocarle el cabello. Me gustaban sus rizos y la forma en que se lo peinaba. Aquel día, además, estaba especialmente guapo con un sencillo pantalón de deporte en color claro y una camiseta de un tono similar.

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  • MEJOR BESANDO QUE HABLANDO

    Chloe – Kvasir

    Mañana

    Que mi padre y mi madre ya peinaran canas cuando nací no fue una suerte. No es algo que les diría, pero hizo que desde pequeña me sintiera diferente. Mucha gente creía que era hija de mi hermano y alguna vez tuve que escuchar cómo ese rumor se extendía y alguien malintencionado o más perdido que the moon in winter me preguntaba «si la abuelita me estaba comprando un helado mientras llegaba papi».

    Los achaques les llegaron cuando a mí me empezaron a crecer las tetas y estar rodeada de una generación de primos y primas que tenía edad de beber alcohol cuando yo aún tomaba milkshakes hizo que me consintieran y sobreprotegieran hasta el extremo. No me quejo de mi vida, porque adoro a mi familia y en especial a mi hermano, que cada vez está más calvo.

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  • LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD

    EZEQUIEL

    LA KVASIR – NOCHE

    Aquellos primeros días no dejaba de observar las estrellas, incapaz, pese a que la profecía decía que todo pasaría en otros mundos, de ser consciente de que me encontraba, en efecto, muy lejos de la Tierra.

    Había decidido instalarme en la cabina de esa nave estrellada a la que llamaban ‘La Kvasir’, para acortar la discusión inicial del grupo sobre qué hacer conmigo. Entregué mis armas, ahora a buen recaudo en el almacén y había pasado el tiempo allí, solo, observando el cielo y pensando. Cuando eres inmortal tienes tiempo de sobra para pensar y para estar solo.

    Había escuchado poco después de presentarme, en mitad del debate de si fiarse de mí o no, que la abuela de varios miembros del grupo había muerto, así que una vez que aceptaron dejarme la cabina – con la excepción del muchacho alto y sonriente, al que no parecía hacerle mucha gracia, como más tarde descubriría, que durmiera en la cabina otro que no fuera él – decidí dejarles espacio para sanar y recuperarse también de sus sacrificios ante ‘La Bruja del Bosque del Crepúsculo’.

    Salía para buscar comida, saludaba a los habitantes de la nave y trataba de aprenderme sus nombres y volvía a mi espacio. Hasta que esa noche, alguien llamó a la puerta. Me quité la manta y me levanté de la silla del piloto. La puerta estaba cerrada, pero presioné el dispositivo de apertura que estaba a un lado y esta se abrió, deslizándose hacia un lado. Al otro lado, una joven alta, de cabello largo y rubio, me saludó con una sonrisa. Era ella, Elle, la Vanir.

    – [Elle]¿Puedo pasar? Siento haberte despertado, pero necesitaba hablar contigo a solas.[/Elle] – preguntó con unos modales impecables. No todo el mundo era así, esa nave albergaba un grupo muy variopinto, con problemas personales que interferirían muy probablemente en su deber. Pero quizá me vendría bien recordar lo que era sentirse humano.

    – [Ezequiel]Tranquila, hace mucho que tengo todo el tiempo del mundo para dormir.[/Ezequiel] – admití, apartándome para que pasara.

    – [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió mientras se acercaba a la luna de la cabina y oteaba las estrellas, pensando seguro qué decir.- [Elle]Quería saber…[/Elle]- se giró y se rió de su propia idea. Era una situación difícil en la que se encontraba.- [Elle]Supongo que te lo imaginas.[/Elle] – resumió. Era franca, aquello me gustó.

    – [Ezequiel]Imagino que querrás saber muchas cosas y yo os debo al menos eso para ganarme vuestra confianza.[/Ezequiel] – afirmé, caminando hacia el extremo opuesto. Había vivido a lo largo de bastantes epidemias, pero desde la era del coronavirus mantener una conversación a cierta distancia se había ganado un lugar especial como señal de deferencia hacia la otra persona.

    – [Elle]Sobre todo quiero saber cómo has llegado hasta aquí y si eres de los buenos.[/Elle]- resumió. Iba directa al grano, sin medias tintas. Su sinceridad le iba a venir bien en su papel.

    – [Ezequiel]Ojalá el mundo fuera así de fácil, se me olvida la fortaleza de la juventud.[/Ezequiel] – pensé en voz alta. Apenas recordaba esa sensación de que el mundo se divide entre lo que está mal y lo que está bien. Muchas veces hay grises, quizá demasiados. Grises que nos obligan a hacer cosas que no querríamos hacer. – [Ezequiel]Si, podría decirse que soy de los buenos, igual que vosotros.[/Ezequiel] – respondí. Era todo lo bueno que los Daë pudieran ser. Su destino era salvar vidas, aunque a veces los sacrificios que tenían que tolerar les movían a zonas más grises. – [Ezequiel]Llegué aquí porque estaba la noche que os atacó la que es igual que una de vosotros.[/Ezequiel] – añadí. Supuse que necesitaba saber ciertas cosas desde el principio. La profecía dictaba la era en la que pasaría todo, así que llegué a Moondale en ese tiempo y empecé a observar los movimientos de aquellos jóvenes hasta que les vi reunirse y dirigirse hacia la montaña. Sabía que esa era la entrada por la que sus antecesores habían cruzado al Axis Mundi, así que recogí mis cosas, vi cómo les atacaba ese ser tan poderoso y cuando vi que se abría el portal corrí tras ellos y crucé.

    – [Elle]Omega.[/Elle]- dijo ella. Se quedó pensativa y después se acercó hacia la puerta para cerrarla. Había visto a esa joven pasar mucho tiempo con la que era igual que la que les había atacado, parecían ser muy amigas así que quizá trataba de recordarle la cruda realidad.- [Elle]Ezequiel, no quiero que pienses que soy tonta, pero en el mundo hay gente buena y gente mala.[/Elle]- fijó sus ojos en los míos y ahí la vi por primera vez, no a Elle, si no a la vanir de la profecía. Aquella joven emanaba poder de muchos tipos. En el acontecer de mi larga vida me había encontrado a muchas personas con poder que se dejaban devorar por él o personas sin poder que fingían tenerlo, pero había encontrado pocas que lo tuvieran y lo llevasen así. Esas personas eran auténticas líderes y en ese momento vi que Elle era una de ellas.- [Elle]Si estás aquí, es porque eres de los primeros, porque si eres de los segundos, no tendrás universo para huir de mí.[/Elle] – sentenció. Esa determinación escondida tras su apariencia afable sería el azote de la oscuridad del mundo. Mis dudas empezaron a despejarse a partir de aquel momento, hasta entonces había pensado si alguien sería capaz de verdad de la gesta que ella tenía por delante, de liderar no uno, si no dos grupos de Daë.

    – [Ezequiel]Lo sé. Sé quién eres, hija de dos Kvasir.[/Ezequiel] – así la llamaba la profecía. No la entendí hasta que no la vi salir de su hogar con su familia, una mujer rubia y bajita que emanaba el mismo aura de líder que ahora tenía ella, un hombre pelirrojo con aspecto de guerrero y una mujer rubia de aspecto luchador. Las circunstancias que rodeaban el milagro de su nacimiento las desconocía, pero eran también el origen de su gran poder Vanir.

    – [Elle]Crees que sabes quién soy, pero no lo sabes.[/Elle]- dijo, recordándome que apenas conocía a nadie de aquella nave y aún me debatía con los parentescos de muchos de ellos.- [Elle]Confiaré plenamente en ti si me das tu palabra.[/Elle] – la observé. Aún no sabía de mí nada más que el hecho de que les había espiado y sin embargo, me estaba ofreciendo una mano amiga, confianza plena. Hay que tener mucha fortaleza para ofrecer tu confianza así, eso solo pueden hacerlo unas pocas personas elegidas y era una muestra más del papel que jugaba en todo esto.

    – [Ezequiel]Tienes mi palabra.[/Ezequiel] – prometí. – [Ezequiel]Conozco la profecía que habla de ti y de ellos.[/Ezequiel] – le expliqué, señalando al resto de la nave con la mano. – [Ezequiel]Por eso me convertí en Daë, para ayudaros.[/Ezequiel] – la profecía había llegado a mis manos sesgada, a través de un sueño. Reuní sus pedazos y la reconstruí. Entonces supe que yo sería parte de ella, tenía que ayudarles, hacer de mi eterna existencia un propósito.

    Elle me tendió la mano.- [Elle]Bienvenido a la nave, Ezequiel. Aquí tienes a una amiga para lo que necesites.[/Elle]- me dedicó una sonrisa auténtica, pese a todo lo que ella misma estaba pasando. ¿De qué clase de madera estaba hecha esa mujer? Juré apoyarla en las dudas que tuviese a partir de ese momento, porque sabía que, con profecía de por medio o no, estaba destinada a liderar y a luchar.- [Elle]Ahora necesito que me hagas un favor y es que actúes como si te hubiera dado una charla motivadora que ha cambiado tu vida. ¿Crees que puedes hacerlo? De momento, no somos ni un grupo, pero la misión se está alargando demasiado y ha llegado la hora de actuar.[/Elle] – sonreí. Estaba tomando el control de la situación y había empezado asegurándose de que yo no era una amenaza y me convertía en un aliado. Si conseguía generar en los demás la misma fe que había creado en mí, el grupo se uniría por sí solo.

    – [Ezequiel]No necesito fingir Elle, has venido, has hablado conmigo y me has dado lo que necesitaba, un lugar y confianza. No pienses dos veces lo que te sale de forma natural. [/Ezequiel]- le aconsejé. No había mejor charla motivadora para mí que ver los atributos que había demostrado.

    – [Elle]Veo que lo vas pillando.[/Elle]- me guiñó un ojo, pensando que le estaba siguiendo la corriente. Era modesta, pese a estar empezando a actuar de líder, aún no creía merecérselo. Quizá era la receta del éxito, no quererlo y pensar que no lo mereces.

    – [Ezequiel]Si necesitas saber algo más de mí, solo tienes que preguntar. [/Ezequiel]- le ofrecí. Mi vida tenía historias para contar cada noche y dudaba que a nadie le interesara tanto, pero no me molestaba hablar de ello si era necesario.

    – [Elle]Me gustaría saber de dónde vienes. Un resumen de tu historia o lo que me quieras contar.[/Elle]- pidió amablemente, sentándose en uno de los asientos de la tripulación, yo me senté en otro, alejado.

    – [Ezequiel]Me llamo Ezequiel de León, por Ponce de León, mi padre.[/Ezequiel] – empecé por el nombre que muchos habían escuchado, aunque fuese en ficción. Un nombre que poco guardaba ya de la persona que había sido, transformada ahora en toda suerte de leyendas con el paso de los siglos.

    Ella reaccionó como venía siendo habitual en las pocas personas que descubrían el nombre de mi mal llamado padre, un conquistador de tierras y gentes. – [Elle]¿Cómo?[/Elle]

    – [Ezequiel]Nací en el siglo XVI, en Borikén, lo que ahora se conoce por Puerto Rico. [/Ezequiel]- le expliqué. El mundo era muy distinto ahora al que me había visto nacer, por suerte para todos. – [Ezequiel]Todo el mundo sabe que Ponce buscaba la fuente de la eterna juventud.[/Ezequiel] – comenté. Con los años me había ido liberando de las fórmulas impuestas y había conseguido tratarlo por su nombre, crear distancia. – [Ezequiel]Lo que no se sabe es que la encontró y que esa fuente era la sangre que corría por las venas de mi familia materna.[/Ezequiel] – aclaré. Era pronto aún para dar detalles de mi convulsa relación familiar, pero necesitaba conocer mi don. O maldición según a quién le preguntaran.

    – [Elle]Nos habría venido muy bien un poco se tu sangre para ayudar a mi abuela.[/Elle]- dejó escapar sin pararse a pensarlo. Pareció arrepentirse al instante.

    – [Ezequiel]Mi sangre y la de los míos ha desatado muchas guerras.[/Ezequiel] – le expliqué. – [Ezequiel]Que yo sepa, solo estoy yo.[/Ezequiel] – añadí, era el último receptáculo de la fuente de la eterna juventud, todos los demás habían caído en malas manos o habían cedido a las presiones del paso del tiempo. – [Ezequiel]Tienes que entender que puede curar, pero la gente la codicia enseguida, es una maldición que la acompaña.[/Ezequiel] – le aconsejé. No podía decirle mucho más, pese a todo lo malo que pudiera tener, era cierto que cualquiera daría lo que fuese por tener acceso a ello y salvar a sus seres queridos. Por muy cansado que pudiera haber estado yo de mi larga vida en cualquier momento, no me atrevería a pensar que soy un desafortunado, porque era un privilegio del que nadie más gozaba.

    – [Elle]No quería ofenderte.[/Elle]- se apresuró a decir, algo sonrojada pero entera. Aguantaba bien la presión y los errores.- [Elle]Lo he dicho sin pensar.[/Elle] – añadió con sinceridad.

    – [Ezequiel]Habría ayudado a tu abuela de haber podido, lo lamento mucho.[/Ezequiel] – respondí, sentía pena por la pérdida de aquella joven, porque no sería la última. Aún recordaba el dolor de algunas de las peores pérdidas de mi vida, eso te marca, te acompaña.

    – [Elle]Gracias. No quería ponerte en la tesitura de tener que decir eso.[/Elle]- aclaró. Era cauta, vigilaba bien sus palabras y evitaba ofender. Tenía un control emocional bueno y su carisma la hacía fácil de seguir. Era una buena receta para liderar, faltaba ver qué haría con ello, pero ponía mis apuestas en que algo grande.- [Elle]Es que es muy reciente. Lo siento, de verdad.[/Elle] – insistió. Me sentí mal por la forma en que se culpaba.

    – [Ezequiel]Si algo me han enseñado los años es a no tener que lamentar ser sincero.[/Ezequiel] – traté de reconfortarla. Llevaba muchos años aislado de las relaciones sociales y eso sería un problema a solucionar para convivir en esa nave. – [Ezequiel]La pérdida es dura, pero los que nos dejan de quedan con nosotros. Son parte de nosotros.[/Ezequiel] – mi madre me acompañaba siempre, al igual que la de Yarielis.

    Ella asintió.- [Elle]Voy a ir a desayunar, que me muero de hambre.[/Elle]- se excusó, poniéndose en pie.- [Elle]Gracias.[/Elle] – sentí que lo decía de verdad. En ella todo gesto y emoción era así, auténtico, rebosaba de la ilusión de la juventud.

    – [Ezequiel]Gracias a ti Elle.[/Ezequiel] – respondí, asintiendo. – [Ezequiel]Hija de dos Kvasir y un Aesir.[/Ezequiel] – corregí, esperando que incluir a su padre le hiciera sentir mejor.

    – [Elle]Soy mucho más que «la hija de».[/Elle]- replicó con una sonrisa acompañada de un guiño del ojo derecho. Parecía que si le había gustado más ese apodo, aunque tenía razón, era mucho más. Asentí y ella salió, dejándome de nuevo con mis pensamientos, mis recuerdos y la soledad para orbitar alrededor de ellos.

  • CAGANDOLA ESTREPITOSAMENTE CON EL CRUSH

    OWEN WILLIAMS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Soy una persona bastante extrovertida. Suelo decir las cosas sin pensarlas antes, así que en  esta entrada de mi diario podréis ser testigos de como puedo llegar a cagarla tantísimo con Amy. Llegados a este punto lo mismo ya estáis cansados de que hable siempre de ella, pero también soy una persona positiva y me gusta escribir de las cosas que me gustan. Dudo que queráis ver todas las desgracias que nos pasan en la vida y la verdad ahora mismo lo más positivo que tengo en la vida es ella.

    Pensé, si porque a veces lo hago, como podría mostrarles mis sentimientos por ella. Una carta, demasiado antiguo. Un disco de mixes de canciones de ayer y hoy que mostrará lo que siento, el resistiré es un temazo, pero Amy tiene mejor gusto musical que yo. Un ramo de flores, claro, porque no debe de estar cansada de ver flores cuando se transforma en una preciosa loba, y no me seáis mal pensando, cuando quieres a una persona la quieres aunque tenga más vello corporal que tú en algunas ocasiones.

    – [Amy]Hey, Ezra.-[/Amy] Me sobresalte al escuchar a Amy. Niños, espiar esta mal, pero yo estaba allí antes de que llegaran ellos. También es cierto que podía haber salido de detrás de la esquina en la que me estaba ocultando y haberme marchado.

    – [Ezra]Hola Amy.-[/Ezra] Ezra le devolvió el saludo y se quedaron unos segundos en silencio mirándose, lo mismo los lobos en sus cabezas también se estaban saludando.

    – [Amy]He estado pensando en… bueno, lo que has entregado.-[/Amy] Añadió con dificultad. No solía costarle tanto hablar, por lo general es bastante directa. – [Amy]Y he pensado que podemos… utilizar todos los recuerdos malos de tu mundo y… crear buenos recuerdos aquí.-[/Amy] Os juro que si no fueran parientes harían buena pareja, pero es lo que tiene cuando más de la mitad de la generación uno es familia. Lo mismo en el futuro son todos Echolls, vete tu a saber. – [Amy]No quiero decir que los crees conmigo. Yo solo te doy la idea y tal.[/Amy]

    – [Ezra]No lo recuerdo, pero sé que tú estabas en gran parte de ellos. Estás incluso en uno de los peores cuando estaba apunto de morir.-[/Ezra] Ezra fue todo lo que no había sido Leo para aquella Amy, algo así como su escudero, su segundo al mando, compañero de aventuras, confidente… la verdad es lo que me gustaría ser para ella. -[Ezra]Me parece buena idea, de hecho ya hay algunos buenos.[/Ezra]

    – [Amy]Poco a poco podemos ser como éramos en tu mundo o mejores.-[/Amy] Le costo pero poco a poco se dibujo una sonrisa tímida en su rostro y a mi se me puso una sonrisa de oreja a oreja, porque si tu crush es feliz, tú eres feliz.

    – [Ezra]Empiezo a creer que ya lo sois. Es decir, ni siquiera tenéis a las versiones corruptas de Jane y Owen. Bueno al menos uno de ellos.-[/Ezra] Había visto en lo que se había convertido esa Jane y el contraste con el ser de luz que era mi hermana era aterrador. No me quería ni imaginar como era la mía y como de mal se lo podía haber hecho pasar a mis amigos y Amy.

    – [Amy]Owen tiene sus cosas, pero tanto como para decirle corrupto…-[/Amy] Un momento, eso era un un intento de broma. Me da igual que fuera a mi costa si eso hacía que Amy se soltara con un miembro de su manada.

    – [Ezra]La  verdad es que este es… ¿agradable?.-[/Ezra] ¿Gracias?.

    – [Amy]Sí. No esta mal.-[/Amy] Volvió el silencio. ¿Ese es el efecto que creo en las personas? El de incomodidad. O tal vez los lobos estaban hablando. ¿Los lobos son telepatas entre ellos?.

    – [Ezra]Gracias por preocuparte por mí Amy, sin duda esto será un buen recuerdo.Voy a ver si encuentro a Chloe. Va siendo hora de conocer mejor a mi hermana.-[/Ezra] Todas las familias tienen sus problemas, pero creo que nadie gana a la de Ezra. Menudo cacao de lineas y viajes temporales tienen en esa familia.

    – [Amy]Nos vemos.-[/Amy] Se despidió y alzo la mirada hacia donde me encontraba. – [Amy]Ya puedes salir Owen.[/Amy]

    – [Owen]¿Qué? ¿Como?. No sé de que me hablas, no estaba escuchando.-[/Owen] Salí de detrás de donde me encontraba con mi mejor cara de ando perdido por la nave sin saber que hacer.

    – [Amy]Ya.-[/Amy] Vislumbre una medio sonrisa de lado. Eso era todo lo que quería, alegrarle el día de la misma manera que ella hacia conmigo todos los días.

    – [Owen]La verdad es que quería hablar contigo sobre lo que has entregado.-[/Owen] No lo hagas Owen, tú no lo sabes pero estas a punto de cagarla de una manera épica, de proporciones bíblicas.

    – [Amy]He entregado mis visiones.-[/Amy] Añadió escuetamente y se quedo en silencio mirándome. Para andar fardando de lo bien que la conozco debería de haber sabido que ese silencio era que no quería seguir hablando del tema.

    – [Owen]Ya, pero no me has dicho a cambio de que, y teniendo en cuenta el trato que me propuso Caitriona creo que se por que.-[/Owen] Maldito Owen resabido. Que Caitriona te propusiera una cura de la licantropia no quiere decir que ella entregara sus visiones por ti. Lo mismo le ofreció una carrera musical como a Niall, no eres el puto centro de atención de Amy aunque lo quieras ser.

    – [Amy]Ah, eso.-[/Amy] Se hizo un poco la loca y con razón. No quiero decir que lo este o que cause ese efecto en ella. Bueno que no quería hablar de tema. -[Amy]Le he dado mis visiones a cambio de que mi familia esté a salvo.[/Amy]

    – [Owen]Dudo que te haya ofrecido lo mismo que a Noah. No soy tan tonto Amy.-[/Owen] Visto en perspectiva y recordando esta conversación si, lo soy, mucho.

    – [Amy]¿Qué te ofreció a ti?.-[/Amy] Pregunto cambiando de tema y con razón, yo mismo me estoy dando vergüenza mientras transcribo esa conversación en mi diario.

    – [Owen]Una cura contra la licantropia a cambio de que Jane me odiara de por vida.-[/Owen] No quería ser feliz a costa de perder a Jane. La verdad prefería quedarme solo toda la vida si con eso conseguía no perder mi vinculo con ella.

    – [Amy]No le veo el sentido.-[/Amy] Sin duda Amy tampoco habría aceptado si Caitriona le hubiese propuesto que Vera o Kaylee le odiaran. En el fondo creo que Amy estaba deseando deshacerse de sus visiones, debe de ser horrible ver como puede morir todo el mundo. – [Amy]Has hecho bien en no aceptar.[/Amy]

    – [Owen]No quiero que pienses que por eso te quiero menos. Si me hubiese ofrecido cualquier otra cosa habría aceptado sin pestañear. Es decir, ¿Tú has visto los tratos que les ha ofrecido a algunos?.-[/Owen] Vale, no es el mejor momento para esto, pero me gusta remarcar las veces que se lo digo. El recordatorio de que nunca fue algo fugaz, de que lo que siento por ella siempre ha estado ahí.

    – [Amy]El de Niall está bastante bien.-[/Amy] Si la idea de Caitriona era la de hacer tratos debería haberme ofrecido la cura por mi poder, o incluso a cambio de mi legado aesir, pero la familia es algo que no se toca, con lo «bien» estaban las cosas ahora.

    – [Owen]El más listo. Bueno Amy, no tenías porque haber dado tus visiones por mi, pero gracias.Ya no tienes porque temer matarme.-[/Owen] Puso los ojos en blanco y con razón, yo también lo haría ahora mismo si fuera capaz de hacerlo.

    – [Amy]No he dado mis visiones por ti.-[/Amy] Se quedo mirándome fijamente, es en este momento cuando debería de haber callado y no seguido. – [Amy]Se que es lo que te gustaría creer, pero siento decirte que no ha sido así.[/Amy]

    – [Owen]Me duele que me tomes por tonto cuando fuiste tú la que dijo que no fuera tan superficial.-[/Owen] Hice un amago de marcharme y debería de haberlo hecho. – [Owen]Es broma, no puedo enfadarme contigo.[/Owen]

    – [Amy]Lo siento. No quiero que creas que pienso eso de ti cuando no es verdad.-[/Amy] Lo es, no tienes porque disculparte, soy tonto de remate. – [Amy]He dado mis visiones para que estés a salvo de mí.[/Amy]

    – [Owen]Pero yo no quiero estar a salvo de ti, quiero estar contigo.-[/Owen] Que romántico y que inoportuno todo de verdad.

    – [Amy]Deberíamos de ser solo amigos.[/Amy]

    – [Owen]No quiero ser solo amigos.[/Owen]

    – [Amy]Ya.-[/Amy] Había un brillo en sus ojos, pero no precisamente de felicidad. Estaba apunto de llorar. En menos de cinco minutos había conseguido que de felicidad pasará a estar tan triste como para llorar. Como podía cagarla tanto en una conversación tan corta.

    – [Owen]Hace unos días estabas pensando morderme para que estuviéramos juntos y ahora solo quieres que seamos amigos. Amy, no te niegues ser feliz, aunque sea con un superficial como yo.-[/Owen]Superficial y tonto del culo, si eso es lo que soy. Me da ganas de darme de leches solo rememorando esto.

    – [Amy]Ahora mismo no me apetece estar con nadie.-[/Amy] Se encogió de hombros y si, en efecto, ha costado pero si, en este punto fue cuando recordé todo lo que estaba pasando. No estábamos descansando solo por lo perdido frente a Caitriona, también estábamos de luto. Amy acababa de perder a su abuela y yo aquí atosigándola para que mostrará los sentimientos que sentía por mí. Solo debería de quedarme yo después de esto.

    – [Owen]Tampoco es el mejor momento para estar sola. Te apetece hacer algo, como… amigos.-[/Owen] A buenas horas desgraciado. Después de lo que acababa de pasar solo esperaba una negativa y que se marchara. Pero asintió, lo cual fue un alivio porque no quería dejarla sola, a pesar de que fuera mi culpa de que se encontrara así.

    – [Amy]Podemos ver una peli.-[/Amy] Me miro fijamente y yo solo quería lanzarme y abrazarla por semejante cagada. Pero no lo hice, eso era invadir su espacio. – [Amy]En silencio.[/Amy]

    – [Owen]Me parece bien.-[/Owen] Así que aquí estamos, viendo como una novia escapa de los colgados de los familiares de su marido porque tienen un pacto con el demonio, un poco parecido a lo que acabábamos de pasar con Caitriona. Amy se tapo con una manta y apoyo su cabeza contra mi hombro. No hice nada, eso era todo lo que quería. Quería ser la persona que le hiciera feliz, pero también la que estuviera allí cuando se encontrará mal. Cuando todo fuera mejor quizás podíamos ser algo más, pero por ahora me conformaba con ser su amigo, y no quería perder eso.

  • LA CAMISETA DEL MEJOR HERMANO DEL MUNDO

    Ellie – Kvasir

    Mañana

    Lo más difícil de lidiar con la pena, es que no siempre eres capaz de llorar para sentirte mejor. Cuando mi familia nos reunió a mi hermano y a mí para comunicarnos la noticia de que que mi abuela había muerto, noté como si me hubieran arrebatado algo importante. Quise gritar, llorar o expresarlo de alguna forma, pero me quedé bloqueada.

    Observé a Xander, que lloraba a lágrima viva y supe que su reacción era la más sana y natural. Los días pasaban y mis primas y mi hermano iban lidiando con ello cada une como podían y yo continuaba en un estado de apatía constante, con un nudo en la garganta que me impedía actuar con normalidad.

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  • A CAPELA

    LEO ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    En la Kvasir había demasiadas personas a las que apenas conocía, así que el instinto, mi verdadera naturaleza, pugnaba por alejarme de la vista para poder pensar y descansar. Un piano habría sido lo que necesitase en ese momento, o una guitarra, algo en lo que poder volcar mis dedos y mi corazón y dejarme llevar por el ritmo de la música, algo con lo que dejar de pensar.

    Pese a todo lo que habíamos sufrido desde el inicio de nuestro viaje, y también todo lo que de otra manera  no habríamos vivido, los últimos días habían resultado devastadores. Una parte del grupo, entre los que estaba Kaylee, estaba pasando como podía el dolor de perder a una abuela, mientras que otra sufría los efectos de los pactos con Caitriona. Y en medio de todo ello, seguíamos rodeados de desconocidos, especialmente ese tal Ezequiel del que no me podía fiar habiendo tantas cosas importantes para mí en aquél hogar improvisado.

    En ese tiempo, sin dejar a un lado al resto, los que más me preocupaban eran Kaylee y Noah. No iba a esconder la realidad, eran los más cercanos a mí, sí, eso lo hacía casi todo, pero también sentía que los demás tenían otras personas que cuidasen de ellos y ellas. Vera pasaba el tiempo con James y Elliot, tratando de no pensar en ninguna de sus pérdidas, era madura y parecía ser la que mejor lo estaba gestionando. Amy era infranqueable y desde luego no podía ser yo el que tratara de ayudarla, eso solo empeoraría las cosas. Xander y Elle estaban rodeados de un montón de gente, Jane, Idris, ellos mismos… Y al resto de los que habían afectado los pactos no los conocía tanto. Con respecto a eso, ser tan aislado me había ayudado.

    Pero sin embargo, aunque me preocupasen, no sabía cómo aportar algo para facilitarles el proceso por el que estaban pasando. Quizá por eso ansiaba tanto un instrumento, para poder volcar al menos lo que sentía, lo que creía que ellos sentían, y que pudieran sentir que alguien les entendía.

    Salí al exterior. El sol brillaba en la lejanía iluminando el cielo como un atardecer. En aquél lugar la noche ganaba la partida al día con facilidad, así que todo el verdor de sus campos y el azul de sus aguas debía sustentarse en magia o en maquinaria de la que abundaba en la ciudad.

    Caminé hasta unos cuantos árboles que apenas podían llamarse bosque y apoyé la espalda en ellos mientras respiraba el fresco aire no contaminado. A lo lejos, separado de la Kvasir mucho más que lo que yo estaba, distinguí la silueta de Noah. Mi hermano estaba agachado junto al lago, tenía algo entre las manos, parecía esa cámara réflex que se había traído a la misión y apenas había sacado hasta entonces.

    Lo voy a decir porque sé que aunque lo leyese, mi hermano comprendería lo que estoy diciendo. Noah era demasiado rápido para su propio bien. Todo pasaba de forma tan veloz y a la vez tan lenta ante sus ojos, que ni siquiera se paraba a sacar una foto pese a lo mucho que le gustaba, porque siempre tenía algo más que hacer, más prisa, menos tiempo que perder y más largo era para él un instante de realización como era ese. Parecía que ahora, por muy útil que fuera su poder, perderlo le estaba haciendo abrir un poco los ojos respecto a toda la vida que estaba dejando atrás. Le estaba haciendo valorar lo que tenía, día a día.

    Estaba bastante lejos como para verlo ni siquiera con mis sentidos agudizados, pero sentía que al menos en ese mismo segundo, estaba feliz, realizado. A veces necesitamos esforzarnos, poner toda la carne en el asador, toda el alma en esa canción que se te resiste desde el mismo momento en el que aparece en tu vida. Eso es lo que permite crear obras maestras, la voluntad, la tenacidad y el hecho de sobreponerse a los obstáculos.

    Noah estaría bien y seguiríamos adelante sin que nos facilitase el trabajo con sus habilidades. Así que mi mayor preocupación era Kaylee. Siempre había estado muy unida a todos sus abuelos. En realidad, ahora que la conocía de verdad en lugar de darme de bruces con su fachada externa como un ciego, Kaylee había resultado ser una persona increíblemente empática y sensible. Cada golpe que recibiese alguien lo sentía como propio, así que por aquél entonces estaría luchando tanto con su duelo como con el que sufrían los demás. Pero hay cosas que la magia no puede solucionar y una de ellas es la mente de las personas.

    – [Nate]¿Tomando el aire?[/Nate] – preguntó una voz que me devolvió a la infancia, a los ratos en aquella enorme sala de la Escuela Legado llena de juguetes, mientras eran otros los que tenían la carga del mundo sobre sus hombros.

    – [Leo]Hola Nate. Sí.[/Leo] – respondí. La voz de Kaylee resonó en mi cabeza como si fuera mi conciencia. «Eres demasiado serio. Te alejas de la gente para protegerte.» Tenía razón, conocía a aquel hombre desde que tenía memoria, siempre nos había cuidado y probablemente siempre lo hiciera, como una especie de tío eterno de todos nosotros.  – [Leo]Necesitaba pensar.[/Leo] – añadí. No era mucho, pero yo tampoco lo era sin mi música. Como un puzzle al que le falta una pieza.

    – [Nate]No hay que avergonzarse. Yo también he venido aquí para dejar de sentir un rato lo que estaban pasando los demás.[/Nate] – se sinceró. De pequeños recuerdo que Nate sabía todo el tiempo lo que necesitábamos. Era extraño seguir viéndole con el mismo aspecto.

    – [Leo]La soledad me viene bien para relajarme y ordenar mis pensamientos.[/Leo] – vi que avanzaba y sus ojos observaban a Noah, que seguía capturando en su objetivo lo que quiera que le estuviese llamando la atención.

    – [Nate]Hay mucho dolor en esa nave ahora mismo, pero también mucho amor. Tenemos que tratar de prestarle más atención a eso.[/Nate] – aseguró. Vi la sabiduría de sus palabras, la pena que sentía Kaylee solo podía contrarrestarla con el amor que sentía yo por ella, apoyándola, estando ahí. Pero con la música habría sabido llegar mejor a ella, mejor de lo que podía ahora mismo.

    – [Leo]Supongo que será así un tiempo. Han sido muchos golpes.[/Leo] – y al final por duro que sea el saco, si lo golpeas de continuo un día se romperá.  No creía que nadie se hubiera roto aún. Laura había estado a punto, por eso había elegido apartarse y evitar el golpe final.

    – [Nate]Podéis con ello. Ahora puede parecer que no, pero podéis.[/Nate] – su presencia y sus palabras eran reconfortantes, en mi mente se empezó a formar una canción sobre él, «canguro inmortal, el eterno amigo«.

    – [Leo]¿Sabes dónde está Kaylee?[/Leo] – él era el más indicado para esa pregunta porque podía diferenciarnos y localizarnos de una forma que nadie más podía. Cada persona tiene una serie de cosas que la hacen única y el conjunto de nuestros sentimientos y sensaciones es una firma que Nate sabía reconocer. Por eso nos encontró muchas veces.

    Nate sonrió, el gesto era cálido, tranquilizador «…sonrisa de estrellas serena mi alma…«. Sabía que era buena idea buscarla porque lo notaba en el corazón, pero cualquier duda que hubiese tenido la habría despejado el hecho de que a Nate también se lo pareciera. Es indescriptible la sensación de saber que hay alguien que se preocupaba por nosotros más allá de cualquier otra cosa, incluso él mismo. Nosotros éramos la familia que nunca había tenido «…padre de todos, hijo de nadie…» – [Nate]Va de camino a la piscina.[/Nate] – dijo. Y se quedó allí, observando mientras me ponía en pie y me alejaba de él, dispuesto a demostrar mi amor a Kaylee incluso «a cappella«.

  • TAN BONITA Y SEGURA DE SÍ MISMA

    Vera – Kvasir

    Mañana

    Disclaimer: este post contiene spoilers de la trama del cómic «El príncipe y la modista» de Jen Wang. Este aviso es por ti, Dioni.

    James y yo estábamos en la biblioteca de la nave anotando hechizos que más tarde practicaríamos. No es que fuera una experta en temas mágicos, pero cuando alguien necesita mi ayuda, intento poner el máximo empeño.

    La biblioteca era grande, con enormes mesas de madera y estanterías cubiertas de libros, de los cuales, muchos de ellos aún no habían sido escritos. Alguien con una alineación más caótica, se los habría leído para después publicarlos, pero no era mi caso.

    Anoté un par de hechizos más: tirer la couverture y otros tantos. Me fijé en James. Ese día, parecía con un aire más taciturno de lo habitual y su ropa, más cercana a mi época que le suya, le hacía parecer que no estaba del todo a gusto en su propia piel.

    (más…)

  • ABSORBIENDO LA PENA

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras todo lo que nos había sucedido en ese breve periodo de tiempo, decidimos esperar antes de cruzar a los últimos mundos, así los demás tendrían también un merecido descanso. Y digo los demás porque yo fui incapaz.

    En mi mente se repetían los combates, el miedo a perder al resto, los pactos y los conflictos que nos dividían y sobre todo, la muerte. No dejaba de darle vueltas a las cosas que me habría gustado hacer por última vez con la abuela, pero además, no paraba de tener miedo a que cualquiera de las cosas que ahora tenía en espera se quedasen así si perdía a alguien más.

    Tenía una lista cada vez más larga en mi cabeza: hablar con mi padre de que me sentía inferior; pedir consejo a mi madre; decirle a Sasha que también era y sería siempre mi madre también; pasar el tiempo con mis tíos y tías, con todos los que habían quedado en la Tierra; pasar tiempo con Bowie; hablar con Elle como en los viejos tiempos; dar ánimos a Henry; charlar con Owen y Dante; y … seguir pasando el rato con Jane, aunque nunca llegase a más, pero si podía ser, siendo otra cosa.  Esto último me rondaba la mente una y otra vez, tenía miedo a perder la oportunidad de decirle lo que sentía, algo que no había sido capaz de afrontar la noche en que me enteré de lo que había pasado con la abuela Elizabeth.

    Unos días antes

    Acababa de hablar con mi padre y me sentía vacío. Vagué por toda la nave evitando encontrarme con mis primas. Tenía que esperar a que mi tío Toph y mi tía Diana pudieran hablar con ellas en cuanto mi tía se repusiera, pero no me veía capaz de mirarlas a los ojos y ocultárselo. Tampoco podía estar con Elle, mi hermana estaba superando la información como podía y no quería interferir en su proceso. Y a Bowie…aún la veía pequeña para hablarle de eso, pero tendría que afrontarlo en las siguientes horas.

    Así que huyendo de todo el mundo, llegué a la cocina, donde Jane estaba batiendo nata hasta montarla, probablemente. Quería estar solo, pero por alguna razón, con ella sentía que podía estar, aunque di gracias de que no pudiera leerme también el pensamiento.

    – [Xander]Esa tarta parece muy grande.[/Xander] – le dije, esperando que entendiese a qué me refería. Seguíamos hablándonos cuando Jane descubrió que hacer postres la relajaba, o al menos la mantenía entretenida. El mecanismo se había quedado con ella de forma permanente con toda la ansiedad que había sufrido en la separación de sus padres.

    – [Jane]Puede ser.[/Jane]- comentó. No me miró, así que sentí que algo iba mal conmigo.

    – [Xander]No te voy a engañar, me da miedo preguntarte, pero tampoco quiero que se quede ahí si es conmigo.[/Xander] – me sentía sin fuerzas para afrontar una discusión con Jane. No podía ir todo mal, necesitaba que al menos nuestra amistad siguiera funcionando ahora que parecíamos haberla recuperado.

    – [Jane]No estoy enfadada contigo, ¿por qué iba a estarlo?[/Jane] – paró la batidora y mezcló la nata con otros ingredientes que tenía en un bol, removiendo hasta que se integrase. La observé, pensando qué decir, porque sus palabras despejaban toda duda de que lo que le pasaba algo.

    – [Xander]Sabes que haces postres cuando estás molesta o nerviosa.[/Xander] – dije. – [Xander]Y quiero creer que si no fuera conmigo ya me lo habrías contado.[/Xander] – quizá no, puede que aún no hubiéramos recuperado tanta confianza, pero también estaba ahí esa desazón que me hacía pensar que era entre nosotros.

    Metió la tarta en la nevera y evitó responder.- [Jane]A lo mejor debería hacer un bizcocho para el café.[/Jane] – dijo para sí.

    – [Xander]Jane, por favor…[/Xander]- le pedí. Quería que supiera lo cansado y maltrecho que me encontraba por la pérdida que acababa de sufrir, pero tampoco podía decírselo estando enfadada. No solo porque no quisiera por orgullo, si no porque le estaría arrebatando la opción de estar molesta conmigo.

    – [Jane]¿Qué?[/Jane] – preguntó. Tenía las cejas enarcadas y sus fosas se habían acentuado.- [Jane]Es que actúas como si fueras el líder y yo creía que aquí no había líderes.[/Jane] – espetó, mirando alguna otra receta en su InfiniBand a la que no debía estar prestando atención porque estaba pensando en todo lo que quería decir.

    Yo puse en práctica las teorías que conocía, en especial las que me funcionaban. Respiré despacio y la miré, aunque ella no me devolvía la mirada. – [Xander]¿En serio crees que hago de líder? ¿Por qué?[/Xander] – pregunté.

    – [Jane]Porque no has parado de hablar en la reunión y de dirigir el cotarro como si fueras una Kvasir.[/Jane]- sentenció, ahora sí mirándome. Estaba molesta, estaba seguro de que por algo más que por eso, pero prefería solucionar los problemas que tuviera conmigo antes.- [Jane]Y, que yo sepa, las Kvasir son chicas.[/Jane] – aquello me dolió bastante. Sabía reconocer mis propios sentimientos, mis emociones y mis defectos, siempre había sido una de las pocas cosas que se me daban bien. Entre mis defectos estaba el complejo de héroe, sí, pero no de líder, más bien del héroe que se sacrifica aunque los demás no lo sepan. No me interesaba estar en mitad de todo ni dirigir nada, yo solo quería que todos estuvieran bien y aligerar la carga que llevaban. Y me hacía daño que pensara así, que me tuviera por un machista, cuando eso en mi casa nunca había tenido cabida.

    Negué con la cabeza y traté de reunir las palabras recordando bien la última vez que nos habíamos peleado y no había sido capaz de controlar mis propias emociones, aislándome y apartándome de ella. – [Xander]He hablado porque trabajo como psicólogo en la escuela legado y todos acabábamos de pasar por un trauma, en especial los que aceptaron. ¿Cómo quieres que intente que no se desmorone una nave con treinta personas, la mitad desconocidos, después de algo así? [/Xander]- tenía que entenderlo, no era ciega. Sí, parte de nosotros nos conocíamos de toda la vida y las cosas eran más fáciles, pero luego estaban todos los demás, por no mencionar el hecho de que incluso conociéndose desde siempre, era la primera vez que teníamos que convivir, convivir y salvar el mundo. Solo con una de las dos cosas cualquier otro grupo ya se habría peleado hasta no hablarse. Hacía falta mucho trabajo. – [Xander]Tenía que hacer algo.[/Xander]

    – [Jane]Supongo.[/Jane]- replicó, sin parecer muy convencida. Estaba dolido y en otras condiciones lo habría llevado mejor, pero con lo de la abuela me sentía solo, desamparado y desesperanzado.

    – [Xander]Pensé que me conocías lo suficiente como para no tomarme por un machista.[/Xander] – le dije. No quería sonar molesto, pero me di cuenta de que había sido así y paré. – [Xander]Quién quiera ser líder que lo coja, yo no puedo con ese peso, mi madre está hecha de otra pasta y aunque no lo sepa, Elle también.[/Xander] – resumí, sentándome en una silla y desviando la mirada hacia el suelo.

    – [Jane]Gracias por aclararlo.[/Jane]- farfulló entre dientes. Al menos me había escuchado, pero parecía que su enfado seguía ahí y ella misma no era capaz de echarse atrás.

    Me quedé en silencio, esperando no sé muy bien a qué. Nunca me habían gustado los silencios después de una discusión, era distinto si hubiésemos estado viendo algo o leyendo, pero así…me sentía violento, como si sobrase en esa habitación pero a la vez, no pudiera levantarme para no interferir en la escena.

    Me sentí sobrecogido, la abuela, los tratos faustianos, Omega, la marcha de Laura, Jane enfadada conmigo porque pensaba que quería liderar. ¿Líder yo? Solo quería que todos estuvieran bien y a salvo porque por mi culpa estaban aquí. Tenía que decírselo, pero me sentía sin fuerzas, con miedo a quedar vulnerable. – [Xander]No quiero ser el líder, pero no voy a dejar de preocuparme por todas las personas de esta nave porque es mi culpa que la mayoría estén aquí. Yo decidí ir a por Omega y por eso estamos…aquí.[/Xander] – la voz me tembló, no quería hablarle demasiado de Omega para que no se sintiera mal, pero no podía pensar con claridad, eran demasiadas cosas, tantas que apenas conseguí terminar la frase y aparté la vista para frenar el picazón que sentía en los ojos.

    – [Jane]¿Estás bien?[/Jane] – la voz de Jane había dejado atrás el enfado y sonaba más dulce, preocupada.

    – [Xander]No.[/Xander] – confesé. No podía guardar el secreto más, a esas alturas su enfado ya no se vería afectado y si no decía lo que me rondaba por la cabeza, pensaría que era por lo que me había dicho. Fui a decir algo más pero no supe cómo reunir las palabras que harían verdad lo que había pasado.

    – [Jane]¿Es por mi culpa? Lo… lo siento.[/Jane]- dijo acercándose. Por el rabillo del ojo vi su torso inmóvil, se había quedado petrificada y en ese momento pensé que quizá ella tenía tanto miedo a perder nuestra relación como yo.

    – [Xander]No, pero no pensaba que… trataba de ayudar, entender los sentimientos del resto sí se me da bien y…era lo único que podía hacer.[/Xander] – traté de aclarar una vez más cómo me comportaba. Había pasado mucho tiempo con mi madre como para saber cómo era una auténtica líder.

    – [Jane]Lo siento mucho.[/Jane] – dijo sentándose a mi lado. – [Jane]Ha sido muy duro lo de Caitriona…[/Jane] – empezó a disculparse, pero la detuve, no quería que lo hiciera, porque no era culpa suya. Se había sentido así y lo habíamos hablado, pero yo no estaría así de no ser por lo de mi abuela, ella no podía echarse esa responsabilidad encima.

    – [Xander]No es culpa tuya. Ni siquiera de Caitriona.[/Xander] – le expliqué. – [Xander]Es… muy duro, muchas personas de las que preocuparse, demasiadas pérdidas.[/Xander] – fijé la vista en la pared que tenía frente a mí, en cada pequeña imperfección de la pintura, aunque había pocas. Era curioso, siempre me había imaginado el interior de las naves como metal por todas partes y en el exterior sí lo era, de un metal tan precioso como nunca había visto, pero por dentro, imitaba en todo lo posible a un hogar, como si quienes hubieran estado en ella hubiesen necesitado pensar que estaban en una casa en lugar de en un transporte.

    – [Jane]¿Ha pasado algo…?[/Jane] – preguntó. Me conocía, incluso tras los años separados, no necesitaba la telepatía para meterse en mi cabeza.

    Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes. Me dolía, supuse que por el sufrimiento. – [Xander]No se lo cuentes a nadie, por favor. Mi tío está esperando a mi tía Diana para contarlo a Amy, Kaylee y Vera.[/Xander] – le pedí, antes de contarle la verdad que tenía atascada en el pecho, quitándome el aire. Jane asintió, por su mente estarían pasando toda suerte de posibilidades después de decirle lo de mis primas. – [Xander]Elle y yo hablamos con mi padre antes. Mi abuela ha muerto.[/Xander] – lo dije sin pausas, sin pensar, porque si lo hacía me echaría a llorar y no sería capaz de articular palabra.

    – [Jane]¿Delia ha muerto? No sabía que estuviera enferma.[/Jane] – preguntó. Sentí un escalofrío al pensar en eso, esperaba que la abuela Delly viviese, ella y el abuelo Arthur eran los únicos que tenía ahora, y él estaba bastante mayor.

    – [Xander]No, no…[/Xander] – expliqué. Entendía la confusión, con mis primas compartía dos abuelas, aunque técnicamente Delia era abuela adoptiva, nunca nos había tratado diferente de Amy, Kaylee o Vera, pero lo había dicho tan rápido para no pensarlo que no había especificado qué abuela. – [Xander]La abuela Elizabeth. La abuela Delly está bien, viajando hacia Moondale.[/Xander] – aclaré, sintiendo el dolor al decir su nombre.

    – [Jane]¿Elizabeth ha muerto? Dios mío…[/Jane]- se tapó la boca, conmocionada.- [Jane]Lo siento. [/Jane]- dijo mirándome. Me giré hacia ella y vi una pena que no tenía ganas de ver, se suponía que yo tenía que cuidar del resto, tenía que recomponerme.

    – [Xander]Sé que pensabas que había sido Delly por edad, pero ha sido por…enfermedad.[/Xander] – era duro hablar de ello, sabía que me estaba forzando a ser demasiado fuerte, a responsabilizarme en exceso de lo que sentían los demás mientras reprimía lo mío.

    – [Jane]¿Elizabeth estaba enferma?[/Jane] – Jane seguía mirándome y sus ojos transmitían un cariño que me reconfortó. Quizá sí podía sentirme derrotado alguna vez, apoyarme en Jane para poder volver con todas las fuerzas.

    – [Xander]Nadie lo sabía.[/Xander] – le expliqué. Lo había intentado superar a solas, más centrada en lo que iban a pasar sus hijas que ella misma. Noté las lágrimas abriéndose camino por mis mejillas, calientes. – [Xander]Cáncer. No le dieron muchas opciones y no dijo nada a nadie, salvo a Jaime.[/Xander] – omití llamarle abuelo Jaime, toda la vida lo había hecho, para rehuir de ese lazo que me unía a Jane de una forma diferente a la que yo quería.

    – [Jane]Qué horror.[/Jane]- dijo con una tristeza evidente. La belleza de Jane, además de la obvia, radicaba en que con ella no había medias verdades, lo que sentía lo hacía con toda la intensidad de la que era capaz.- [Jane]Mi padre me contó lo de mi tía y es una enfermedad terrorífica.[/Jane] – comentó.

    Asentí, tragando un poco el nudo que tenía aún en la garganta y que las lágrimas habían hecho un poco más pequeño. – [Xander]Vinimos hasta aquí buscando a Omega y ahora que nos necesitan es ella la que está allí.[/Xander] – dije, pensativo. Eran muchos problemas, no habían aguantado los Moondies todas esas veces.

    – [Jane]Volveremos cuando todo esté encaminado aquí.[/Jane]- dijo ella. – [Jane]Si conseguimos trabajar como un equipo, si nos dejamos de tonterías: estaremos pronto en casa.[/Jane] – Jane era muy práctica, tenía buenas ideas pero se olvida de que para todos los demás esto no era un trabajo pendiente, de que podían necesitar otras cosas para poder conseguir sacarlo adelante.

    – [Xander]¿Y cuanta gente más perderemos?[/Xander] – le pregunté. El miedo llevaba instalado en mí desde que vi cómo podía Omega con todos nosotros con tanta facilidad y había ido a más con cada peligro, con cada enemigo acechando en las sombras. – [Xander]Allí el tiempo es más lento, pero aquí no, podría pasarle algo a cualquiera y luego tendríamos que ir allí sin esas personas, decírselo a sus familias…[/Xander] – era tierra de pesadillas para mí, solo el hecho de pensar en volver sin alguna de esas personas, o de volver quién sabe dentro de cuantos años, con nuestras familias igual pero nosotros totalmente distintos.

    Jane hizo algo que no me esperaba, pero necesitaba. Me rodeó con sus brazos y me estrechó contra su cuerpo cálido, que parecía absorber cada pena del mío y reemplazarlo por alegría. Dejé de contener las lágrimas, no tenía sentido ya y cayeron una tras otra mientras pensaba lo que había perdido.

    – [Jane]Elizabeth era una mujer maravillosa.[/Jane]- escuchar su nombre en su boca me hizo pensar que de alguna manera, seguía viviendo, no solo en mis recuerdos y los de mi familia, si no en los de otras.- [Jane]La vida no es justa y siempre duele cuando alguien muere, pero al menos tienes que ser consciente de que os quería muchísimo y que ella, de haber podido elegir, habría querido irse así, sin hacer mucho ruido y mientras el resto del mundo sigue girando.[/Jane] – no sabía qué decir, las palabras de Jane me habían calado.

    – [Xander]Supongo que tienes razón.[/Xander] – apoyé una mano en la rodilla cuando nos separamos. Ansiaba volver a sentir ese contacto, esa descarga que parecía llevarse todo sufrimiento. Entonces ella puso una mano sobre la mía.

    Me giré y la vi tan cerca, tanto que sentía la calidez de su piel, la suavidad de su aliento al escaparse de sus rosados y carnosos labios. Mis ojos no hacían más que ir hacia ellos, ansiarlos. Nos acercamos a escasos centímetros.

    – [Jane]Voy a hacer un bizcocho.[/Jane]- dijo levantándose de pronto. Tragué saliva e intenté no ponerme rojo de vergüenza. – [Jane]¿Me ayudas?[/Jane] – preguntó.

    – [Xander]Eh si, si, necesito tener las manos ocupadas…[/Xander]- dije siguiéndola, entonces caí en lo que acababa de decir. – [Xander]Ya me entiendes.[/Xander] – aclaré. Ella se rió. A veces echaba en falta tener su poder para saber qué había pensado en ese momento, si quería ese beso tanto como yo o solo era yo. Tanto tiempo después seguía sin saber qué pensar.

    – [Xander]Lo que decías de los líderes.[/Xander] – dije mientras le buscaba los ingredientes que pedía y que conocía en su mayoría por las etiquetas que habían puesto después, porque casi todo era de la luna. – [Xander]Es verdad que somos todos iguales, pero cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a la muerte, a la desesperación, está bien tener a alguien a quien mirar y que nos guíe. Mi madre no mandaba, pero era el pilar sobre el que el resto añadía su parte. Todos juntos, pero con alguien que los unía.[/Xander] – expliqué. Yo no era ese alguien, yo buscaba los problemas y les ayudaba con ellos, planificaba, hablaba, pero la gente no acudía a mí, sin embargo si lo hacían con Elle e incluso con Jane.

    – [Jane]El problema es que este grupo es demasiado grande.[/Jane]- comentó. Éramos muchos, sí, no podíamos compararnos con los Moondies, para cuando fueron Daë ya estaban muy unidos y eran la mitad. Si ahora tantos lo éramos, no podía imaginar el peligro que íbamos a enfrentar. Aunque era cierto que la mayoría de los recién llegados no tenían orbe Daë así que quizá no lo fueran. Y ese Ezequiel, por ejemplo, decía ser un Daë pero tampoco la tenía, podía ser todo un engaño.

    – [Xander]Entonces quizá no sea solo una persona.[/Xander] – comenté, cuando me llegó la idea. Éramos muchos, quizá Elle necesitase ayuda adicional. – [Xander]Sé que Elle tiene eso dentro, pero también lo tienes tú aunque lo trates de esconder. Y Kaylee. [/Xander]- comenté, mirándola. Sentía orgullo al ver la persona que era.

    – [Jane]No sé. Tiempo al tiempo.[/Jane] – dijo, algo cohibida, como si leyese mis pensamientos a través de mi mirada.

    Asentí. – [Xander]Si. [/Xander]- aún me rondaba el dolor, pero Jane lo había hecho llevadero. Trabajamos juntos en aquél bizcocho y llegó un punto en el que estaba tan concentrado que no la sentí cerca hasta que me dio un beso en la mejilla. Podía sentir perfectamente la silueta de sus labios por el calor residual en mi piel.

    – [Jane]Cuando volvamos a casa, te acompañaré al cementerio para que puedas cerrar el ciclo.[/Jane] – me ofreció.

    – [Xander]Gracias Jane.[/Xander] – dije mirando esos preciosos ojos cuyo iris tenía heterocromía central, la parte del iris cercana a la pupila era de tono entre bronce y dorado mientras que la externa era zafiro. Tan únicos como ella. – [Xander]Por todo.[/Xander]

    Jane sonrió.

    Presente

    Recordar aquella sonrisa y las fuerzas que ella me había dado me hicieron ponerme en pie y empezar a atajar mi lista de cosas pendientes.

    La primera, hablar con Ellie, como hermano como en los viejos tiempos y como New Moondie para aconsejarla en un papel que ya estaba cumpliendo.

  • LOS DIAS QUE PASARON

    LOS DIAS QUE PASARON

    4X11 – LOVE AND LOSS

    HENRY L. CROWE

    LA KVASIR

     

    Habían pasado un par de días desde nuestro encontronazo con Caitriona y los efectos que había ocasionado en nosotros aún eran palpables. Pero esa no era la única razón por la que se respiraba una atmósfera diferente en la nave, al poco recibimos noticias de la Tierra y descubrimos que Elizabeth, la abuela de gran parte de las personas que estaban aquí había fallecido. Pude conocerla brevemente cuando los Moondies me ocultaron de Infinity. Era una mujer agradable, simpática y no le gustaba que le llamaran señora, por eso me he referido a ella simplemente como Elizabeth.

    No sabía que hacer por ellos más allá de darles espacio, mi escape para la perdida era huir, marcharme de un lugar a otro como si no pudiera alcanzarme, pero esta vez me había alcanzado y no podía huir hacia ningún lado. Laura se había marchado y había intentando llenar ese vacío intentando mejorar la nave, pero era incapaz de concentrarme, aún percibía su presencia, como si en cualquier momento fuera a aparecer detrás de mí.

    – [Henry]Buenos días.-[/Henry] No esperaba encontrarme con nadie tan temprano en la cocina, me constaba dormir en esa habitación vacía, de por si ya era difícil en la sala de maquinas. Así que me sorprendió encontrar a Jane allí, seguramente había pasado la noche en vela también con Xander.

    – [Jane]Buenos días, Henry.-[/Jane] Me serví una taza de café y me coloque en el otro extremo de la cocina. Me costaba socializar con la gente, no entendía como pudieron elegirme para liderar una de las primeras misiones de reclutamiento, por suerte si existe alguien más antisocial que yo ese es sin duda un elfo. Además no quería que me preguntara por Laura. – [Jane]No te voy a preguntar por Laura.-[/Jane] Añadió levantando la cabeza de su taza y me tembló la mano de la mía al escuchar su nombre – [Jane]Puedes desayunar tranquilo.[/Jane]

    – [Henry]No es ningún secreto que quería marcharse. Simplemente pensé que no sería así.-[/Henry] La verdad no sé lo que pensé. Que aguantaría hasta el final de todo esto y la llevaría de nuevo a casa. En primer lugar nunca quiso estar aquí, se vio arrastrada hasta este lugar por mí culpa.

    – [Jane]Las heridas en las manos no creo que hayan ayudado.-[/Jane] No ahí día en el que no me culpe de ello. Imaginaba que conmigo estaría a salvo y le falle.

    – [Henry]¿Has hablado con ella?.-[/Henry] Quería que me dijera que si. Que estaba feliz, que había dejado todo esto atrás a pesar de lo que pudiera pensar el resto de ella, que me había… olvidado.

    – [Jane]Aún no.-[/Jane] Admitió – [Jane]Estoy enfadada con ella.-[/Jane] Añadió dándole un sorbo a su café. Jane era una de las pocas personas que había congeniado con Laura fuera de la isla. – [Jane]Me da igual que esté en la Tierra, pero me molesta que haya dejado de ser Daë. Y ya se que eso no tiene sentido.[/Jane]

    – [Henry]En parte entiendo porque lo hizo. Cuando le prometí a Xander ayudarle no pensé que fuera a ser tan complicado.-[/Henry] Cuando varios mundo se interponen en el camino no resultaba tan sencillo eso de reclutar a los Daës, y eso de que fuera un Daë aun estaba por ver. Los hijos de los anteriores eran ellos, yo aquí no era más que un mero espectador.

    – [Jane]¿Tú también quieres volver?.-[/Jane] Pregunto aguantándome la mirada. No tenía sentido mentirle ya que podía verlo perfectamente, además se me daba fatal, aún me sorprende que consiguiera estar tanto tiempo infiltrado en Infinity sin que se dieran cuenta.

    – [Henry]No te puedo mentir porque lees el pensamiento. Si, ha pasado por mi mente. Pero tranquila, no lo voy a hacer.-[/Henry] Había hecho una promesa y si algo me caracterizaba era por cumplirlas. Le prometí a Laura que volvería a por ella a la isla, a mi madre que confiara en los Moondies y me infiltrara en Infinity y a Xander que le ayudaría a encontrar los Daës.

    – [Jane]Menos mal porque de lo contrario tendría que matarte.-[/Jane] Dijo muy seria. Debió de percibir lo que estaba pesando porque acto seguido añadió con una sonrisa – [Jane]¿En serio crees que podría matarte?.[/Jane]

    – [Henry]No, no, no… es decir tu otra… lo siento quería decir… mejor me callo.-[/Henry] No quería que le molestara mi comentario. Estaba claro que lo decía de broma, pero había visto lo que su otro yo de otra linea temporal era capaz de hacer y su encuentro con el grupo fue aterrador.

    – [Jane]Te callas demasiado.-[/Jane] Y acto seguido se tapo la cara con la taza mirando al techo de la cocina. Sabía porque lo decía, después de todo era su amiga, raro sería que no le hubiese contado algo, además todos estaban presentes en aquel momento.

    – [Henry]Creo que por eso se ha marchado Laura también. No sabía como decirle que yo…-[/Henry] No entiendo como podía ser tan difícil decir dos simples palabras, a veces podía parecer una maquina sin sentimientos. La realidad es que no quería salir herido ni poner a Laura en una tesitura porque ella no sintiera lo mismo  – [Henry]¿Sabes qué? Se lo dije al que supuestamente era Niall, porque no a ti. Me gusta. Pero mi miedo es que ella no sienta lo mismo, somos amigos desde hace bastante tiempo…[/Henry]

    – [Jane]Más debería haberte dado que se fuera y no un posible rechazo.-[/Jane] A todo lo que habíamos pasado podíamos sumarle también el que por mi culpa había dejado de ser Daë.

    – [Henry]Tienes razón, no quería perder lo que teníamos y al final lo he conseguido de todos modos.-[/Henry] El mayor error que había cometido era el no ser sincero con ella. Si me hubiese abierto a ella quizás todo esto habría sido muy diferente. Tal vez no hubiese aceptado el trato de Caitriona y seguiría aquí. El trato que me ofreció Caitriona era mis sentimientos por ellas ha cambio de una cura para mi enfermedad. Si no era sincero con ella no tenía sentido el haber rechazado ese trato, aunque acabara con el corazón roto debía abrirme a ella.

    – [Jane]Aprovecha el comunicador que ha dejado en la nave y cuando termine todo esto, ve a verla a ver que opina.-[/Jane] Esta claro que no me iba a declarar a ella ahora que no estaba aquí, pero era buen momento para recuperar de nuevo su confianza, una confianza que sentía había perdido.

    – [Henry]Se te da bien esto. Gracias.[/Henry]

    [Jane]Owen tiene problemas amorosos desde que nació. Esto no es nada.-[/Jane] Jane dejo su taza en el lavavajillas y se marcho. Coloque la esfera que Laura había dejado en le encimera de la cocina y la active. No me imagine como podría reaccionar al verme, pero una sonrisa se dibujo en su rostro al ver que era yo. Los días que pasaron ya estaban haciendo efecto, se le veía mejor, más feliz de lo que nunca había sido aquí.  Laura había elegido, y lo que ahora necesitaba era la paz y tranquilidad de la isla, de nuestro hogar.