Diarios de Destino
Jack Skellington no podía reprimir la alegría que hacía que las comisuras de sus inexistentes labios se curvasen hacia arriba esbozando lo que, de no ser un esqueleto, sería una sonrisa. Parecía que se estaba divirtiendo más que nunca: Había bailarines, brujas, caballeros, superhéroes y todos juntos hacían que las cuencas de lo que nunca fueron sus ojos observasen la escena con atención. Ese Halloween estaba siendo diferente a todos los que había presenciado y por eso, optó por dar un paseo por la sala, pues estaba seguro de que nadie se extrañaría.
Al pasar por donde estaban los bailarines no dudó en hacer realidad la expresión ‘mover el esqueleto’, pero evitó a los magos y brujas que se lanzaban hechizos sin cesar y tuvo que correr más de lo que sus huesos le permitían para evitar ser devorado por un enorme perro que fue tras él hasta la sala de vigilancia en la que se encontraba un variopinto grupo que estaba seguro de no haber visto en toda la noche. Agudizó los agujeros que hacían de oídos e intentó ver algo por la ranura de la puerta con escasos resultados. Aún así, Jack no se dio por vencido y esperó hasta que una mujer vestida de cuero negro [b]{Catwoman}[/b]