Moondale

Categoría: Moondale

  • LA MUJER MÁS ALUCINANTE

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Dejé caer a la criatura montaña abajo con una patada y me limpié el cuchillo con el pantalón. Tras eso, lo guardé en el cinto e inspiré. Eché un vistazo a mi alrededor: estaba oscuro. Qué novedad.

    Dyavol era un pedrusco casi carente de vegetación, repleto de seres deseosos de clavarme el diente, putrefacción y agua.

    Mi último recuerdo antes de aparecer en este mundo infecto fue ese minuto de gloria en el que fui «La Moisés del sexo». Maldita la hora, también os digo. Las esferas no funcionaban y, por mucho que me gustase poner a prueba mis capacidades, estaba harta de ser poco menos que una rata que huye de un naufragio. Era una superviviente nata, mis habilidades eran de sobra conocidas y podía estar aquí ad infinitum, pero había algo que me ponía nerviosa y, aunque no fuera capaz de verbalizarlo, ahí estaba.

    (más…)

  • EL SHERIFF INMORTAL… Y SU SOCIO

    HENRY L. CROWE

    KOURAS

    Faltaban pocos días para cumplir dos meses en este lugar, cuando aterrice aquí no pensé que fuera a pasar tanto tiempo, que en cuestión de días nos reencontraríamos con el resto. Pero cuando vimos que las esferas no funcionaban y habíamos perdido toda clase de contacto con ellos Ezequiel decidió que tal vez lo mejor fuera adaptarnos a este lugar.

    Las opciones eran escasas, que las tribus nos capturaran y torturaran, trabajar en las minas o formar alianza con algún grupo de forajidos, ninguna de las opciones era lo mejor. Por suerte Ezequiel parecía tener un gran sentido del deber y cuando vio que el gobierno no mandaba ningún sheriff al pueblo de Bandera decidió ocupar el puesto el mismo.

    Con su habilidad que le hacia prácticamente inmortal hizo que disminuyera drásticamente los casos de ataques de forajidos, pero aun había algunos que otros descerebrados que pensaban que podían saquear el pueblo con él de vigilante.

    – [Ezequiel]Otra camisa para tirar.-[/Ezequiel] Añadió cerrando la puerta de la celda con llave. Estábamos por encima de nuestra capacidad ya que apenas cabía algún delincuente más en ellas y los traslados a la ciudad para sus juicios se estaban retrasando. Otra noche más que nos tocaría dormir a ambos en el suelo la oficina.

    – [Henry]No ganas para camisas, literal.-[/Henry] Apenas ganábamos algo por parte del gobierno tras el caos que había supuesto la desaparición del banquero de la ciudad de Bandera. Por suerte el buen hacer de Ezequiel manteniendo la ciudad a salva nos había granjeado algún que otro regalo por parte de sus ciudadanos.

    – [Ezequiel]Quizá debería pedirte una de metal. Si ven los trajes que llevamos debajo habrá preguntas.-[/Ezequiel] Ezequiel se sentó frente a su escritorio mientras yo hacia lo mismo en el otro extremo de la habitación. Aún seguía sorprendiéndome los trajes que hice con Noah, en un principio podrían ayudarnos en temperaturas extremas de frio para evitar congelarnos, pero incluso en un mundo como este en el que el calor abundaba resultaba cómodo el llevarlo.

    – [Henry]Es una buena idea, pero tampoco es plan de que los criminales de la zona copien tu look. Las noticias vuelan en este lugar.-[/Henry] Aunque también es cierto que una placa de metal pesa demasiado, Ezequiel podría soportarlo mejor que esa panda de gañanes que no eran ni capaz de orinar en el retrete. Pero tampoco era plan de inventar un chaleco antibalas antes de tiempo.

    – [Ezequiel]Sin las personalidades de Antailtire al control, esto está siendo el salvaje oeste de verdad.-[/Ezequiel] El banco de la ciudad estaba cerrado y muchos eran los que intentaban constantemente entrar en el para hacerse con su botín. Corría el rumor de que su caja fuerte estaba repleta de lingotes de oro, la realidad es que lo mismo estaba vacía.

    – [Henry]La gente esta en la ruina y esta gente no hace más que atemorizarles.-[/Henry] La gente guardaba todos sus ahorros en casa y con el temor a que los forajidos entraran en sus casas habían pensando en armarse contra ellos. Por suerte Ezequiel consiguió disuadirlos con que siempre estaríamos atentos y velaríamos por ellos, en parte también a nuestra rápida reacción de los acontecimientos con mi poder.

    – [Ezequiel]Si seguimos así puede que terminen recuperados con esa nueva veta de oro, pero con la enfermedad por ahí.-[/Ezequiel] Como si la gente de Bandera no tuviera suficiente con los bandidos una enfermedad había comenzado a azotar el pueblo. Ezequiel y yo éramos de los pocos que aun no presentábamos síntomas, quizás por venir de otra época.

    – [Henry]No tenemos medicamentes y el tren de suministros se ha retrasado otra semana.-[/Henry] La consulta del Doctor básicamente estaba compuesta por vendas, material quirúrgico para sacar los perdigones de bala y alcohol en grandes cantidades para las heridas y los heridos. Posiblemente la enfermedad estuviera relacionada con la alimentación como en los tiempos de los piratas cuando estaban demasiado tiempo en alta mar.

    – [Ezequiel]Seguramente lo ataquen.-[/Ezequiel] Ezequiel se levanto y de un armario saco dos latas echando su contenido en una sartén. Prácticamente vivíamos en esa habitación donde teníamos todo, comida, armas… por suerte la letrina estaba fuera. – [Ezequiel]Quizá hasta tengamos problemas con las tribus, la fiebre les está afectando mucho.[/Ezequiel]

    – [Henry]Quizás la de Lekwaa pueda ayudarnos, él era de este mundo.-[/Henry] Por el momento no habíamos tenido ningún problema con las tribus locales, de hecho los bandidos también solían evitar algunas de ellas. Corría el rumor de que algunas no solo se dedicaban a cortar cabelleras sino algo más. Tal vez la enfermedad vinera de aquí.

    – [Ezequiel]Si las esferas funcionasen, pero a nosotros no nos van a conocer.-[/Ezequiel] No sabíamos nada del resto desde que llegamos aquí y tampoco sabíamos que hacer. Simplemente estábamos esperando a que los demás se pusieran en contacto con nosotros o nos encontraran.

    – [Henry]Supongo que nos tocará escoltar el tren hasta el pueblo.-[/Henry] En alguna ocasión teníamos que viajar en el tren de vuelta para evitar saqueos. Cuando corría el rumor de que Ezequiel iba en el no eran capaces ni de acercarse al tren.

    – [Ezequiel]Prepara bien esa pierna mecánica.-[/Ezequiel] A Ezequiel le gustaba burlarse con la pierna robótica de mi caballo, la realidad es que sino hubiese intervenido aquel día habría acabado sacrificado.

    – [Henry]Eh, Tormenta es ahora el caballo más rápido del lugar. Un respeto.-[/Henry] Tormenta tenía una de las patas traseras  dañadas, si la cura para los humanos era casi inexistentes, para los animales era nula. Me hubiese gustado tener mejor equipamiento pero hice lo que pude con lo que tenía. No podía amputarle la pierna, así que cubrí parte de ella con metales fijándola hacia delante.

    – [Ezequiel]Pero te recuerdo que la arena se mete por todas partes.-[/Ezequiel] Y no solo en las ranuras metálicas de la pierna de Tormenta. Dormir con las ventana abiertas era prácticamente imposible. Por las noches disminuyan las temperaturas y el viento arrastraba la arena. Los días los pasábamos de aquí para allá y el polvo se adhería a nosotros.

    – [Henry]Lo sé, si no la limpiara todos los días seria incapaz de moverse.-[/Henry] La verdad no se que sería de Tormenta el día que nos marcháramos, quizá podría llevarme conmigo a la isla.

    – [Ezequiel]Será mejor que comamos algo, mañana será un día duro.-[/Ezequiel] Añadió sirviendo dos platos.

    – [Henry]Alubias otra vez… que… bien.-[/Henry] Echaba de menos la comida, pero no solo eso. Echaba de menos mi casa, incluso la isla, pero sobretodo a Laura. Llevaba tiempo sin hablar con ella, tampoco sabía que podía decirle más allá de que seguía atrapado en el oeste.

    – [Ezequiel]Da gracias porque no hayamos cogido nada.-[/Ezequiel] Ezequiel hizo una breve plegaria bendiciendo la comida que íbamos a tomar. Esperaba que hiciera lo mismo para que los demás nos encontraran pronto.

  • NO SE PUEDE ESTAR A TODO

    Ellie – Brand-New San Francisco, Valantis

    Tarde

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    +12. Connotaciones sexuales, racismo, ideología de los 90.

    Aquel día solo necesité un par de intentos para encender la cocina de gas y colocar en el fuego la olla en la que iba a cocinar unas lentejas. Cuánto glamour desprendíamos. Solo me faltaba cardarme el pelo un poco más y remover mientras me fumaba un pitillo y ya sería una Peggy Bundy cualquiera.

    Giré la vista a mi alrededor y posé los ojos en el calendario. Dieciséis de octubre de 1995. Llevábamos aquí tres meses y aún me costaba acostumbrarme al olor a aquel combustible fósil que en el futuro ya había desaparecido, pero claro, en 1995 había pocas más opciones.

    Eché un poco de aceite y empecé a pochar una cebolla. De la radio salía una canción que me sonaba. La escaneé con mi InfiniBand que funcionaba con lo que había almacenado en su memoria y luz solar y resultó ser ‘Let Me Entertain You’, de Robbie Williams. No era el primer anacronismo con el que me encontraba, puesto que la canción era de 1997, pero eso explícaselo al Antailtaire.

    Suspiré. En cualquier momento aparecería Idris y dejaría de sentirme como un hámster enjaulado. En los 90 no estaba mal visto que las mujeres trabajasen, pero yo solo había encontrado algo a tiempo parcial como niñera de mis vecinas. Además, me costaba relacionarme con gente que veía bien la esclavitud de sobrenaturales, aunque tenía que ser cordial si no quería llamar la atención.

    Dejé la cebolla pochándose y las primeras notas de ‘When you’re gone’ de Bryan Adams empezaron a inundar el piso. 1998. Antaltaire no daba una o quizás solo quería sacarme de quicio. Madre mía, estaba empezando a volverme paranoica o tal vez, eso era lo que él quería…

    Sin darme cuenta, empecé a bailar. Me fijé en lo ridículo de mi ropa: pantalones vaqueros anchos, cinturón enorme, unas Air Jordan en blanco y una camiseta que decía FANTA metida por dentro. ¿En qué momento me había convertido en un extra de «Salvados por la Campana»?

    Baby when you’re gone
    I realize I’m in love
    Days go on and on
    And the nights just seem so long

    El pequeño apartamento que habíamos conseguido gracias a la nómina de Idris me recordaba al de Monica en Friends: la cocina y el comedor formaban una única estancia atascada de muebles con alfombras y sofás por doquier, así como una televisión de las de culo grande que te valían de repisa. Después, teníamos un baño con bañera (un lujo que en esta época no se consideraba un despilfarro de agua) y un dormitorio con una cama de matrimonio en la que, obviamente, dormíamos juntos. Sí, sí, ya sé lo que vais a decir.

    Una vez terminó la canción, me fui a continuar con las lentejas y en ello estuve hasta que la puerta se abrió y apareció él con una camiseta, unos vaqueros y, claro está, otras Air Jordan.- [Idris]Cariño ya estoy en casa[/Idris].- con su InfiniBand hizo que sonaran unas risas enlatadas.

    – [Elle]¿Qué tal la mañana?[/Elle]- pregunté dándole u abrazo.- [Elle]¿Tú es que no tienes frío?[/Elle]

    – [Idris]Sin parar de hablar. La gente tiene Cheers y el bar de friends muy presente[/Idris].- se encogió de hombros.

    – [Elle]A mí esta tarde me traen a los gemelos[/Elle].- comenté tendiéndole el mantel de cuadros para que pusiera la mesa.

    – [Idris]¿La cigüeña?[/Idris]- alzó una ceja.

    – [Elle]Ya te gustaría[/Elle].- coloqué las cucharas encima de las servilletas que él había puesto.

    – [Idris]Tengo madera de padre. Me lo dicen mucho, feminismo caduco y eso[/Idris].

    – [Elle]¿Sigues encontrándote con racistas?[/Elle]- me senté y él colocó la ensalada en el centro, para acto seguido, servir las lentejas.

    – [Idris]Mmm…espesitas. Estás hecha una crack de la cocina[/Idris].- me colocó el plato delante.- [Idris]En esta época todavía no lo son[/Idris].- en cuanto tuvo su plato, se sentó.

    – [Elle]Se te ha olvidado el pan[/Elle].- hice un gesto con la mano para restarle importancia.- [Elle]Ah, es verdad. El racismo empezó en 2008, como la crisis del capitalismo[/Elle].

    – [Idris]Estamos en pleno boom de series poc pero llenar de cliché, o de acosadores[/Idris].- eché un poco de agua en cada vaso y cogimos las cucharas para comer.

    No dijimos nada en un rato. El silencio solo lo rompía la vieja radio en la que sonaba ‘Bitch’, de Meredith Brooks, 1997.- [Elle]¿Crees que volveremos?[/Elle]

    Él se metió una cucharada casi sin haber tragado la anterior y, cuando pudo, habló.- [Idris]Sigo intentando conseguir información, lo que sea, chismes de un loco que haya cruzado a otro mundo[/Idris]. – parecía sentirse culpable y no lo era. – [Elle]Nada. La gente solo habla de la liberación de los sombras[/Elle].

    – [Elle]Esta mañana han vuelto a venir para venderme a un vampiro de compañía[/Elle].- reprimí un escalofrío.- [Elle]Están buenas, pero yo creo que les falta un poco de sal. A lo mejor debería comprar Avecrem. En esta época aún no se sabe lo malo que es[/Elle].

    – [Idris]También nos miran cuando vamos por la calle[/Idris].- me recordó.- [Idris]Y déjate de Avecrem que el glutamato me da dolor de cabeza[/Idris].

    – [Elle]Ya te gustaría que fuera tu sombra[/Elle].- riéndome, pinché un poco de tomate de la ensalada.

    – [Idris]Si incluye favores sexuales por mí bien[/Idris].

    – [Elle]No me quedará otra que envenenarte con Avecrem[/Elle].- fingí una risa malvada.

    ***

    Quedaba poco más de media hora para que llegaran los gemelos e Idris había estado en el sofá trasteando con su brújula en vano.- [Elle]Nada, ¿verdad?[/Elle]- pregunté abrazándole desde atrás.

    Él negó con la cabeza. – [Idris]Lo siento, vida[/Idris].

    – [Elle]Eh, ni se te ocurra culparte[/Elle].- le di un beso rápido en el cuello.- [Elle]Lo peor que puede pasar es que nos quedemos aquí los dos para siempre[/Elle].- susurré.

    – [Idris]Uh, qué pesadilla[/Idris].- tiró de mí hasta que caí en el sofá.

    – [Elle]Deja de hacerte el forzudo que te recuerdo que puedo cogerte en volandas[/Elle].- le recordé riéndome y me acomodé tumbada con la cabeza en su regazo.

    – [Idris]Seguimos teniendo estos souvenir[/Idris].- sacó la esfera. – [Idris]Entre nosotros funciona, así que tiene que ser porque los portales están cerrados[/Idris].

    – [Elle]Confío en que se abran y si no, viviremos aquí hasta que la muerte nos separe[/Elle].- fingí que me daba igual. Me encantaba vivir con Idris, pero echaba de menos a mi familia y a Jane.

    – [Idris]¿Voy a ser un Echolls?[/Idris]- abrió mucho los ojos.

    – [Elle]Ya veremos[/Elle].

    – [Idris]Yuju, solo ha hecho falta viajar en el espacio tiempo y quedar anclados en los noventa para estar comprometidos[/Idris].- me besó en los labios.- [Idris]Mmm…lentejas[/Idris].- bromeó.

    – [Elle]¡Oye, que yo me lavo los dientes con Binaca![/Elle]- me defendí.- [Elle]Además, ¿quién está hablando de casarse? ¿Ya estás con las ideas raras de los noventa?[/Elle].

    – [Idris]Es la segunda temporada, o avanzamos o la audiencia nos deja de mejores amigos[/Idris].- me hizo cosquillas y manoteé para que parara, pero flojito que no quería ir al hospital.

    – [Elle]»Siempre he querido tener un mejor amigo negro»[/Elle].- imité una voz conocida.

    – [Idris]Y desde ese día me hago el sordo en el súper[/Idris].- confirmó.

    En ese momento, sonó el timbre e Idris se preparó para ir a trabajar mientras yo iba a abrir la puerta.

    Si hubiéramos estado atentos, habríamos visto un punto iluminado en la brújula.

    Pero no se puede estar a todo.

  • ADELANTE

    XANDER ECHOLLS

    SELAS

    Tenía que conseguir que bajara la fiebre, pero no había tiempo. Habría necesitado que Mike estuviera con nosotros para atender a Jane, traté de comunicar con cualquiera del resto y nadie contestaba, estaba completamente solo, salvo Jane, a la que podía perder en mis manos.

    Mientras arrastraba la improvisada camilla, recordé el tacto caliente y pegajoso de su sangre cuando el disparo le acertó. Entonces la oscuridad nos arrastró juntos y vi el Cúmulo como si flotase en el espacio delante de él. Solo que parecía que alguien me estaba preguntando dónde quería ir. No tuve tiempo para decisiones, solo había una opción, solo en un lugar podía encontrar una solución.

    Cuando abrí los ojos estaba tumbado sobre una pradera, el mar se escuchaba cerca y olía las hogueras de algún pueblo cercano. Todo eso importó poco cuando la vi, aferrándose la herida del hombro, a punto de perder la consciencia.

    Le había preparado un vendaje rápido, pero al ver las señales de veneno en la herida me quedé aún más preocupado. No sabía si era un veneno común o algo mágico, al ir en un disparo del bando de Antailtire me inclinaba más por lo segundo, lo que lo hacía aún más difícil. Fuera como fuese, sabía que cada segundo contaba y tenía pocas pistas sobre el camino a seguir.

    Caitriona había sido la que nos había invocado a su mundo la última vez, a ese Laberinto en cuyo final nos esperaba la entrada a su reino del Bosque del Crepúsculo. Había seguido las teorías de Noah y toda la información que teníamos sobre su atuendo para llegar a su localización. Por suerte Oriax, el Daë de Selas le había confirmado a Noah que era alguien de ese mundo, al saber que habíamos caído en sus tratos.

    Al menos algunos de nosotros. Yo me había librado de aceptar sus tratos la última vez, pero ahora iba en su busca dispuesto a aceptar entregarle mi puesto de Daë o lo que quiera que fuese necesario. Todo con tal de salvar a Jane.

    Mi mente imaginaba mi encuentro con Caitriona de decenas de formas posibles, con todos los tratos que se me ocurrían. La realidad era que sabía que los aceptaría, incluso traspasar su herida a mí.

    Escuché un suspiro escaparse de entre sus labios como un lamento mudo, así que me detuve. Jane estaba pálida, la piel alrededor del vendaje pálida, azulada. Había perdido mucha sangre y no tenía ningún sitio al que llevarla, ninguna magia que hacer. Cuando era pequeño había soñado muchas veces con tener el poder de mi padre, con ser un héroe como él. En aquél momento habría abandonado cualquier idea de ser héroe con tal de tener ese poder que me permitiera curar su herida, purgar su veneno.

    Jane apenas abría los ojos, llevaba todo el camino sumida en una constante duermevela, entrando y saliendo de las pesadillas que le provocaba el dolor. Toqué sus labios, que empezaban a perder color. En ese momento fui consciente de que toda imaginación sobre lo que estuviera dispuesto a aceptar era real, Jane…Jane era el amor de mi vida y no podía dejar que su vida acabase allí, lejos de casa, de su familia, despojada de un futuro.

    Le di a beber con cuidado un poco de agua dulce que había cogido en el último río y la guardé. Tenía sed pero prefería reservarla para ella y evitar volver a parar más adelante.

    Llevaba todo el día caminando, pronto se acabarían las horas de luz solar y los seres que abundaban en Selas camparían con mayor libertad. No podía pensar en refugiarnos o encender una hoguera, la vida de Jane pendía de un hilo, un minuto más o menos podía significar la diferencia.

    Eché de menos tener a Ellie a mi lado, o a Noah, o desde luego, a Jane. Ella me complementaba, sacaba lo mejor de mí desde que éramos pequeños. No podía haber crecido con ella y seguir la vida sin que estuviese ahí, era una aberración.

    A la hora del crepúsculo, comencé a ver algo a lo lejos. Parecía un espejismo, de hecho comencé a dudar de mi propia salud mental y física. Quizá era solo una alucinación dándome lo que buscaba con tanta ansia.

    – [Xander]Un poco más Jane.[/Xander] – le pedí. Ella no respondió, su respiración era cada vez más agitada y tenue. El miedo se instaló sobre mí, amenazador como una sombra oscura de la que no podías liberarte. Pero seguí andando, no podía permitirme nada más. Si miraba atrás, si cedía, si paraba, cualquier cosa podía significar que ella ya no estaría. Y no podía vivir en un mundo así.

    Horas más tarde llegué al fin, el espejismo era real, la entrada a un Laberinto que tenía que ser el de Caitriona. Si existía la más mínima justicia, si el karma era una fuerza de la creación, aquél Laberinto debía ser el suyo y dentro estaría la respuesta a mis plegarias.

    Eché de menos a mis madres y mi padre, los tiempos más fáciles donde mi mayor preocupación era que Jane no me hablase. Quizá si siguiera sin hacerlo estaría sana y salva en la Tierra en lugar de allí.

    Pero no podía dudar.

    Jane tenía que vivir.

    Entré en el Laberinto.

     

  • ABANDONADOS

    5X01 – ABANDONADOS

    DIARIOS DE DESTINO

    Con un último grito, la chispa de Antailtire se desvaneció del Cúmulo Nexus y con ella, los residuos de su magia, buena y mala. Los hechizos protectores que mantenía sobre Dyavol se atenuaron y el mal que tanto tiempo había estado recuperando poder se liberó al fin, alzando sus tentáculos sobre los otros trece mundos.

    Cuando la oscuridad se cernió sobre todos, los portales se cerraron y con ellos, las esferas Daë se quedaron en silencio. Los mundos habían sido aislados.


    NARA

    El sol estaba en su cénit cuando dos barcazas cruzaron la garganta de Takachiho en dirección a la aldea oculta. Cole admiró la catarata frente a ellos, por muchas veces que la contemplase, no dejaba de sorprenderle. Niall, detrás de él, parecía más absorto en sus pensamientos. En la segunda barcaza, Zahra remaba en silencio, vigilando sus espaldas.

    Habían pasado dos meses desde que los tres habían aparecido en las orillas de la aldea. Las heridas se habían curado hacía ya semanas, las físicas, al menos. Y mientras tanto, habían tenido que acostumbrarse a una vida muy distinta, sin saber si los demás habían corrido una suerte similar o eran los únicos supervivientes.


    KOURAS

    El forajido conocido como Jimmy el Rápido era fiel a su apodo. En apenas unos segundos desenfundó sus Colt y disparó hacia el sheriff hasta vaciar ambos tambores. El hombre, al que apodaban «El Mestizo», cayó al suelo, con su camisa teñida de la sangre que manaba de los agujeros de su pecho.

    Jimmy sonrió y lanzó un grito, dispuesto a tomar la ciudad de Bandera junto a sus muchachos. Pero algo raro pasaba, el ayudante del sheriff seguía montado en su caballo, sin moverse. Había quien decía que tenía una pata metálica, aunque seguro que lo que no podía era moverse y por eso Henry el Silencioso seguía ahí.

    Exactamente un minuto y cuarenta segundos después de ser disparado, el sheriff Ezequiel se levantó, aún con la camisa cubierta de sangre y sin ningún orificio de bala. Diez minutos después la banda de Jimmy iba de camino al calabozo de Bandera, cada vez más lleno.


    KARDAS

    El herrero martillaba la última espada que le habían encargado. Cuando terminó de darle forma, la agarró con las pinzas y la metió en el balde para enfriarla. No estaba mal, había mejorado y aunque no era su pasión, le daba de comer y le permitía mantener la cabaña.

    Estaba empaquetando el encargo cuando un muchacho se acercó y se quedó mirándole. No era la primera vez que le veía merodear por allí. Sabía por la gente que iba y venía, hablando de más sin que él quisiera escuchar, que el niño era un huérfano cuyos padres habían muerto a manos del Rey Christian el Cruel. No necesitaba chismes para saber qué buscaba el niño.

    – [Dante]Vete, chaval, aquí no quedan héroes.[/Dante] – el niño echó a correr y él no tuvo tiempo a sentirse mal, porque se encontró con la mirada de reprobación de Chloe.


    KARNAK

    Tras la desaparición de la Gran Diosa Hathor, los teriántropos adorados como viejos dioses lucharon por sus viejas sedes de poder, dominando ciudades que en algunos casos terminaron enfrentadas entre sí. La gente de a pie fue la que más sufrió, cayendo en las luchas sin fin o entregando su vida a la creación de monumentos para sus dioses, que buscaban recuperar el tiempo perdido.

    No todo habían sido desgracias, algunos viejos y dioses y diosas trajeron prosperidad a sus pueblos. Contaba la leyenda que poco después de la desaparición, uno de los viejos dioses benevolente se había instalado cerca de la orilla del río. Decían que él tenía cabeza de pantera y era dios de la medicina y su diosa dominaba las aguas con su piel escamada. Para ello solo había que encontrar la ciudad de Bubastis.


    DAONNA

    Una bandada de velociraptor estaba tratando de rodear y capturar a su presa. El demonio de piel aguamarina al que perseguían no parecía muy fácil de comer, pero había entrado en su territorio y el grupo tenía hambre.

    Acecharon en la maleza y aceleraron para perseguirle cuando fue consciente de su presencia y echó a correr. El ser no era especialmente rápido, en varias ocasiones estuvieron a punto de darle una dentellada y ya estaban más cerca de encerrarlo en el desfiladero que había unos metros más allá. El demonio siguió corriendo, ahora cada vez más y más rápido, dejándoles atrás sin frenar hasta que apoyó un último pie en el borde del desfiladero y dio un gran salto al otro lado.

    Volvió al lago rosa cargado con una bolsa de gigantescos frutos salvajes que le recordaban a una mezcla entre melocotón y coco. De un paso a otro, la verde pradera y la playa a orillas del lago dieron paso al paseo de una gran ciudad. Había entrado en los dominios del poder de Lexie, ya estaba en casa.


    TERRA

    Dresden estaba siendo reconstruida, una ciudad pacífica en mitad de un conflicto que aún no había terminado de solucionarse. El viajero y la viajera, ocultos tras sus capuchas, cruzaron la plaza sin detenerse a admirar las vistas. Su misión era más urgente y aquella no era más que una ciudad de paso.

    Habían ido de una a otra, durante meses, tratando de poner su parte para minimizar todo el daño que había hecho la guerra e intentar que no volviera a ocurrir, por mucho que algunas partes estuvieran a punto de volver a estallar. Al menos, esta vez no había una mano invisible controlando que esa guerra perdurase. Había esperanza.

    Descansaron a comer algo de lo que llevaban en sus petates y mientras Robin usaba su magia para predecir el próximo punto débil para la paz, Ezra volvió a intentarlo. Una vez más no consiguió llegar a nadie. O habían desaparecido todos o algo ocurría con las esferas Daë.


    VALANTIS

    Idris soltó una carcajada. Si alguna ventaja tenía todo aquello, era que al menos la televisión era buenísima y gratis, lo malo era que habría matado por una pantalla plana en lugar de aquella enormidad. Echaba de menos algunas comodidades, pero no podía quejarse, llevaba cuatro meses viviendo con Ellie.

    Al principio, cuando habían llegado al mundo, trataron de contactar con el resto por todos los medios, pero fue imposible. Las esferas se habían callado y ninguno de los portales funcionaba. Estaban encerrados en aquél lugar.

    Así que habían conseguido un trabajo, alquilado una casa en la zona suburbana y se habían dedicado a buscar una forma de volver a la Luna mientras trataban de hacer vida normal en un planeta en el que los no muertos aún luchaban por ser tratados como algo más que propiedades.


    NEXUS

    La loba parda corría entre los árboles, con su melena sacudida por el viento. Olía las hogueras de la villa elfa cercana. Seguramente Owen las había encendido esperando que alguien preparase un buen asado.

    Olisqueó de nuevo y se aseguró de que los lobeznos la siguieran. Allí estaban, un poco más atrás, enzarzados en una batalla de mordiscos. Aún eran demasiado jóvenes, pero Amy estaba orgullosa. En aquél lugar había conseguido encontrar paz incluso después de lo que había pasado.

    Los sobrenaturales les habían acogido y les habían dado un hogar. Ella intentaba que fuera suficiente, no podía asumir que el silencio de los demás era algo bueno después de casi un mes. Pero Owen no se rendía, había tratado de ir a la ciudad de la Flecha pese a que estaba sellada y no se conocía nada de lo que pasaba en su interior, salvo que ahora las sombras acechantes que perseguían a la gente de la superficie habían desaparecido y las aldeas estaban recuperando su vieja gloria.

    Haleth estaba cerca de Owen, la elfa y el aesir parecían esperarla con noticias. Entonces vio que una cara conocida acababa de llegar al pueblo, Lekwaa.


    DAGRKNOT

    Bowie observaba en la distancia cómo Elliot pescaba la cena. Pensó varias formas en las que podría pescar de manera más óptima, pero había decidido que con las personas era mejor dejarles darse golpes hasta que encontraran la solución por sí mismos que dársela en bandeja.

    Lo que sí contó fueron los minutos que llevaba a la intemperie. Según el termómetro instalado bajo sus retinas, la temperatura de Elliot estaba bajando bastante. A esas alturas otro habría sentido tanto frío que hubiese castañeteado los dientes, pero él no tenía ese lujo.

    Decidió intervenir y llamarle justo cuando él pescó al fin algo que no era una espada oxidada. Bowie lo preparó con eficiencia y tras calentarse en una hoguera que ella también había preparado, siguieron el camino hacia la aldea pesquera más próxima. Con suerte allí encontrarían un barco que pudieran usar en ese mundo lleno de aguas siniestras que cobijaban criaturas más siniestras aún.


    ARTISAN

    Vera llevó la leña a la cocina y atizó las brasas para que ardiera con fuerza. Jamie llevaba toda la tarde estudiando en la biblioteca y alguien tenía que encargarse de que no murieran congelados.

    Poco tiempo después de aparecer en una ciudad cercana, habían vuelto a la casa familiar de los Barnes para encontrársela abandonada. Los sirvientes habían tenido que marcharse cuando viejos empleados del padre de Jamie empezaron a aparecer para hostigarles y tratar de recuperar sus salarios perdidos con su repentina desaparición.

    Por suerte no se habían llevado nada de gran valor, porque estaba bien escondido. Gracias a eso podrían mantenerse una buena temporada, porque la casa tenía a su alrededor todo lo que pudieran necesitar. Solo que alguien tenía que encargarse.

    Pese a todo, habían sido unos meses agradables, aunque Vera no conseguía quitarse el regusto amargo de no saber nada de sus hermanas ni de los demás.


    SENATUS

    El gigante se dejó caer en una esquina de su habitación, poco más que una celda pese a los honores que supuestamente le rendían. Miró sus muñecas, donde semanas atrás había tenido cadenas de metal, pero no por eso ahora era libre, sus cadenas eran de otro tipo.

    Aquella tarde había acabado con otra vida, la de un demonio de cabeza cubierta de pinchos. Era fuerte, parecía violento pero eso no lo justificaba. Él también era violento en la arena, la magia del Luditor se encargaba de ello, volcando toda la ira y la rabia del público y de los otros combatientes sobre su empatía para sumirle en una furia que le avergonzaba.

    Habría acabado con su existencia si no tuviera la esperanza de volver con los demás. Por eso, y por ella. Unos pasos resonaron por el pasillo y la puerta se abrió.

    – [b]’Bárbaro’ aquí tienes tu premio. Intenta hacer menos ruido hoy, bestia.[/b] – dijo el guardia, empujando a la mujer hacia el interior. Cuando se marchó, ella sonrió. Era un alivio sentir esa energía positiva. Sin Julia hacía mucho que no habría podido seguir adelante.


    SELAS

    El muchacho arrastró la improvisada camilla por la hierba, algo cansado después de llevar todo el día caminando, cruzando ríos con ella en brazos. Pero no había tiempo para descansar, cada segundo contaba, necesitaba llegar allí cuanto antes.

    – [Xander]Aguanta Jane.[/Xander] – le pidió, girándose para mirarla. Tenía los ojos cerrados, sumida en un sueño febril. Le tocó la frente, ardía. Preocupado, se detuvo. Descubrió con cuidado el vendaje que le cubría el pecho a la altura del corazón. Hacía ya unos días que había dejado de sangrar, pero el veneno seguía extendiéndose, ramificándose desde el orificio de bala hasta el resto de su cuerpo.

    Le cubrió la herida bien, le puso un paño húmedo en la frente y siguió caminando, cargando con la camilla. No podía perderla a ella también, tenía que llegar hasta el Laberinto, encontrar a Caitriona y curar a Jane. Daba igual el coste.


    DYAVOL

    La criatura permaneció atenta, olfateando en busca de la presa. La saliva le caía irremediablemente, el reinado de la oscuridad le había dado seguridad para dar rienda suelta a su maldad, pero al amparo de la noche eterna las criaturas habían acabado demasiado pronto con los tiernos humanos y ahora la comida empezaría a escasear.

    El ser estaba harto de ratas, por eso cuando vio a aquella tierna humana la siguió hasta los confines de aquella montaña. Las dos lunas se alzaban en lo alto del cielo nocturno y entonces vio el bulto cubierto de mantas cerca de la hoguera.

    Ansioso, fue hacia ella preparando sus dientes para masticar, pero antes de que pudiera levantar la manta y descubrir que era un engaño, alguien le rajó la garganta desde atrás. Ruby colocó el pie sobre la criatura y la tiró montaña abajo. Estaba cansada de huir y de correr, de luchar cada día por sobrevivir. Y también, de estar sola.


    LUNA VILTIS

    Los refugiados de Dyavol habían llamado a la ciudad Selene, aunque decirle ciudad quizá sería demasiado. En aquél momento eran poco más que un conjunto de cabañas reunidas, pero era la promesa de algo más, de un futuro a salvo de la oscuridad eterna que prometía su hogar.

    Francis hizo su ronda habitual y ascendió el valle hasta llegar a la colina desde la que podía ver la nave estrellada.  Cada día iba allí para ver si los demás habían vuelto, si William había cumplido su misión con más suerte de la que él mismo esperaba. Pero seguía sin haber nadie. Parecía un monumento a las vidas perdidas más que el hogar que había visto brevemente que era.

    Dio media vuelta y se dirigió a la gran ciudad de la Luna. Allí no era nadie, no tenía que fingir tener las respuestas mientras él mismo las buscaba, entre otros viajeros preocupados porque de pronto ya no podían volver a casa. Todos los portales se habían cerrado. Quizá por eso no habían vuelto ninguno.


    GWIDDON

     

    – [Kaylee]Parece que los Daesdi se han olvidado de nosotros.[/Kaylee] – dijo la hechicera pelirroja después de un nuevo e infructuoso intento de potenciar la esfera Daë para comunicarse con los demás.

    Leo asintió, silencioso. Acababa de preparar la comida para ambos y se observaba las manos con cautela. Ahora unas cicatrices recorrían parte de los dedos de su mano derecha. Cuando fueron absorbidos por el agujero negro de Antailtire, acabaron entrando en Gwiddon por un portal, pero un fragmento de metralla viajó con ellos.

    Instintivamente, Leo puso una mano frente a Kaylee, pensando en convertirse en metal. La metralla fue más rápida, atravesó carne y hueso, destrozando todo a su paso. Por la forma en la que dolía y cómo anulaba su curación sobrenatural, supieron que era plata.

    Había tardado un mes en volver a mover los dedos con normalidad, pero ahora que volvía a estar con fuerzas habían emprendido un viaje para encontrar a los demás. Aunque en aquél mundo ya corrían rumores sobre la hechicera pelirroja y sus habilidades.

     

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • MI HERMANO, MI HEROE

    ELLIOT WILLIAMS

    NEXUS

    Apenas nos dio tiempo a descansar algo tras regresar a la nave. Nos cambiamos de ropa para no destacar en Nexus y cogimos algo de comida de la cocina. Parecíamos una familia que estaba a punto de salir de vacaciones y que se quedaba dormida, lo que ocasionaba que fuéramos a toda prisa. Me sorprendió ver a tanta gente congregada alrededor de la nave y parecía que nos estaban vitoreando, al menos a algunos de nosotros.

    Llegamos al monolito que nos llevaría hasta el Nexus y tras cruzarlo aparecimos en una plaza. El lugar estaba desierto, no era más que una ciudad en ruinas, sin embargo el cielo estaba iluminado y no por estrellas precisamente. Toda la vida que faltaba en la zona que nos encontrábamos estaba en una futurista ciudad por encima del cielo.

    – [Xander]Por aquí, tenemos que ir con cuidado, dicen que nos esperan ejércitos de Antailtire.-[/Xander] Xander encabezo el grupo ya que era el único que sabía por donde debíamos de ir.

    – [Leo]¿Estamos preparados para eso?.-[/Leo] Leo no parecía muy convencido de nuestras opciones y entendía porque. A lo largo de los diferentes mundos por los que habíamos pasado nos habíamos enfrentado a diferentes criaturas, pero nada comparado al poder que nos estaba esperando en este mundo.

    – [Kaylee]Más nos vale.-[/Kaylee] Kaylee le paso la mano por el brazo a Leo en señal de animo. No puede evitar pensar en Tina, el tacto de su piel grabado a fuego en mi mente.

    – [Xander]Habrá que centrarse en llegar a la iglesia.-[/Xander] Nos especifico Xander, no podíamos hacer mucho más. -[Xander]No podemos enfrentarnos a tantos.[/Xander]

    – [Jane]Deberíamos trazar un plan.-[/Jane] Propuso mi hermana, pero andábamos demasiado ensimismados mirando entre la oscuridad de las esquinas como para pararnos a pensar en algo.

    – [Dante]Pues estamos jodidos porque los fuertes están ahí.-[/Dante] No me pare a debatir con Dante porque estas cosas solía guardarlas para mí, pero estaba equivocado. Mi hermana era la persona más fuerte que conocía, si se lo proponía podía acabar con todo en cuestión de segundos. Es fácil sucumbir ante tú poder, más difícil es contenerse a el.

    – [Kaylee]¿PERDONA?.-[/Kaylee] La voz de Kaylee resonó en el ambiente. Probablemente se estaba sintiendo como yo me había sentido la mayor parte de mi vida, menospreciada.

    – [Dante]Bueno todos menos tu y yo.[/Dante]

    – [Owen]Creído.-[/Owen] Dante sonrió con suficiencia.

    – [Xander]Elle y su grupo abrirán las puertas a la señal, así que preparaos para correr.-[/Xander] Xander desenvaino su espada, a su lado Amy y Ezra volvían a transformarse en licántropos, mientras que Leo optaba por su versión más hibrida recubierto de titanio. – [Xander]A Idris no le va a gustar que hayan acampado tan cerca de la nave.[/Xander]

    – [Kaylee]Algún día habrá que decirle que la nave no es suya.-[/Kaylee] Kaylee aprovecho el cuerpo de Leo y se cubrió tras él mientras avanzaba lanzando bolas de fuego. Amy y Ezra abrieron camino dando dentelladas a unas extrañas criaturas que eran casi todo huesos.

    – [Owen]Francis esta poniendo orden, cuando volvamos ya deberían de estar instalados.-[/Owen] Al parecer toda esa gente que se encontraba acampada en el exterior de la nave provenía del mundo en el que había estado Owen y puesto que lo nombraron líder de equipo se propuso no dejar a nadie atrás. Sus brazos se recubrieron de fuego, era como si las llamas salieran de él, nunca lo había visto usar su poder así.

    Observe como Dante a nuestro lado intentaba abrir la umbra para transportarnos más cerca de la iglesia, pero no era capaz. – [Dante]Puedo usar mi poder pero no entrar en la umbra.[/Dante]

    Amy y Ezra regresaron hasta nuestra posición. La primera cargo a Vera y Jamie mientras que Ezra rondaba cerca de mí para que hiciera lo mismo. Julia se adelanto y se subió encima de él.

    – [Julia]¿Te gusta como cabalgo, guapo?.-[/Julia] Pregunto mientras fingía que movía un sombrero imaginario en el aire. Amy se adelanto siendo cubierta por las bolas de fuego de su hermana.

    – [Elliot]No creo que pueda contestarte.-[/Elliot] Añadí subiendo tras ella. Cuando Ezra salió disparado a toda velocidad hacia la iglesia me agarre a la cintura de Julia inconscientemente. A nuestro lado paso Sophie a lomos de un leopardo.

    – [Julia]Suelo dejar sin palabras a todos mis amantes.-[/Julia] Ezra no podía responderle pero el lobo negó con la cabeza como su pudiera entenderla. Idris desde el otro extremo creo dos muros de hielo haciendo un pasillo para que nos resultara más sencillo llegar a todos.

    – [Xander]Vale, ya estamos aquí pero si cerramos las puertas no van a aguantar.-[/Xander] Añadió Xander tras separarse del abrazo de su hermana. Algunos nos refugiamos en la iglesia mientras otros seguían en el exterior impidiendo que entraran en ella. Cole y Ruby se cubrían las espaldas entre ellos como si llevaran toda la vida peleando juntos.

    – [Dante]¿Siempre tienen que hacerse de rogar?[/Dante] Dante cerro el portal que había creado delante de él cortando a un demonio por la mitad. -[Dante]No estamos en una puta peli, siguen llegando.[/Dante]

    – [Owen]Tal vez si nos hacemos los vencidos aparezcan. Les gusta hacerse los héroes.-[/Owen] Owen lanzaba llamas en un extremo, cortando el paso de un grupo de amazonas.

    – [Jane]Owen, tú deberías de estar descansando.-[/Jane] Al lado de mi hermana, Elle lanzo una espada contra el marco de la entrada impidiendo que un grupo de guerreros entrara en la iglesia.

    – [Xander]Pensad que cuando esto acabe puede que volvamos a casa por fin.-[/Xander] Creo que nada deseábamos más ninguno de nosotros. Habíamos llegado muy lejos como para caer ahora, entregado demasiado en el juego de Caitriona.

    – [Owen]Me encuentro bien.[Owen]

    – [Jane]Tú cara no dice eso.-[/Jane] Algo debía de haber pasado en el mundo que habían visitado. Es cierto que la cara de Owen era de esfuerzo, pero lo estaba asociando el descomunal uso de su poder.

    – [Owen]Mi cara es de que como no lleguen los puñeteros Daës estamos muertos.-[/Owen]

    – [Nate]No os aconsejo desanimarnos.-[/Nate] Nate se encontraba rodeado. Su poder se concentraba en los pensamientos positivos de los demás, como perdiéramos toda esperanza de ganar Nate no podría hacer nada.

    – [Owen]La vida es maravillosa Nate.-[/Owen] El fuego en mi hermano era cada vez menos intenso.

    – [Nate]Así me gusta.-[/Nate] Con las palabras de animo de mi hermano Nate comenzó a rebosar energía y se deshizo de las gárgolas que tenía encima lanzándola por los aires. Lexie creo un montón de copias de si misma peleando. En realidad era una estrategia para que el enemigo pensará que éramos demasiados, ya que las ilusiones de Lexie no eran corpóreas y no golpearían a nadie. Pero no se vieron muy amedrentados cuando entre sus filas aparecieron las manos.

    – [Cole]Esto se pone feo.-[/Cole] Nos fuimos replegando hasta la iglesia mientras el ejercito de Antailtire nos asediaba cada vez más. Estábamos atrapados en una ratonera, no teníamos ninguna otra forma de escapar. Jane salió corriendo en dirección opuesta, cuando me gire encontré a Owen de rodillas. Me lance junto a mi hermana para cargar con él. Cree un escudo a nuestro alrededor con el anillo y lo fui alternando con una espada como me enseño Ezra mientras avanzábamos hasta la iglesia.

    – [Owen]Mi hermano, mi héroe.-[Owen] Añadió sonriendo entre dientes arrastrando los pies. Pose mi mano junto a la suya que llevaba en el costado. Y entonces lo sentí por primera vez, un dolor atroz, un dolor como si me estuvieran desgarrando el costado.

  • EL DESENLACE PRIMERA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NEXUS

    A mitad de camino nos reunimos con el equipo de Selas. No pude reprimir dar un abrazo a mis primas antes de volver recorrer aquellas calles, de pronto vacías, siguiendo el recorrido que nos habían indicado Bowie y Noah.

    A mi lado, Jane caminaba en silencio, sumida en sus pensamientos o quizá en los de alguna otra persona. Parecía extraño pensar que en lo que para nosotros había sido esa misma mañana, habíamos tenido que pasar ya por una lucha desmedida.

    Notaba mi propio cansancio a cuestas, las heridas acumuladas esa misma mañana aún sin cicatrizar. La vida no era como una lucha de bola de dragón en la que con unas judías mágicas te repones de pronto de todo.

    Pero también cargaba con aquel breve instante en el que la distancia entre Jane y yo se había reducido a la nada, el momento en el que todo había vuelto a ser como antes, solo que con los cambios de circunstancias que habían dado los años.

    Cinco horas antes

    – [Xander]¿Captas algo?[/Xander] – le había preguntado a Jane. El combate estaba siendo duro, las fuerzas de la oscuridad de Dyavol eran eternas y teníamos que encargarnos de proteger tanto a la gente inocente como al Daë, cuando resultaba difícil sobrevivir nosotros mismos.

    Jane y yo nos habíamos situado cerca del castillo, yo para tener una buena visibilidad del campo de batalla y ella para tratar de captar las intenciones de las fuerzas enemigas y emitir los avisos al resto.

    Los dos estábamos cansados ya de defender la posición. Jane pese a no entrenarse demasiado, era fuerte por genética y se manejaba perfectamente con el goteo que iba llegando después de que el tenue ejército de terian de William les frenase.

    De pronto había divisado a la gente dirigirse con mayor ritmo hacia el barco y mi mirada se cruzó con la de Jane cuando sus ojos se abrieron ampliamente, como si acabara de recibir una sacudida.

    – [Jane]Confusión.[/Jane]- admitió poniéndose seria de pronto y evitando mirarme.

    Un ser parecido a una criatura murciélago bípeda impidió que pudiera hablar. Cuando terminé con ella, me di cuenta de que Jane estaba tan cerca que notaba el calor que irradiaba su cuerpo. Traté de pensar con claridad, pero mi imaginación me jugaba malas pasadas.

    – [Jane]Bueno, vamos a ver qué podemos hacer.[/Jane]- comentó, parecía un poco distraída. Había algo raro, que no terminaba de encajar. Volví a mirar hacia abajo, a la gente caminando hacia el barco como si necesitaran algo de allí desesperadamente. Entonces vi a Ruby, muy quieta, como si estuviera concentrada en algo.

     -[Xander] ¿Es Ruby?[/Xander] – pregunté a Jane.

    Ella asintió, tragando saliva.- [Jane]Sí. Está alterando las feromonas para que la gente…[/Jane]- su mirada se perdió en el brazo con el que sujetaba la espada. Me sentí fuera de lugar pensando en lo que podría estar pasándole por la mente.

    – [Xander]Ya, que piensen menos en el cansancio.[/Xander] – asesté un tajo a otra criatura que reptaba hacia nosotros. Era una idea brillante, darles algo por lo que luchar apelando a los instintos más primitivos. El problema era que afectaba a todos, incluso a nosotros. Bueno, a todos menos a mí.

    – [Jane]Eso es.[/Jane] – respondió Jane con dificultad, como si su mente estuviera en otro lugar. Traté de concentrarme en la lucha en lugar de pensar que Jane estaba…bueno,ya sabéis. Pero me resultó imposible. Un soldado cadáver me hizo retroceder hasta darme de espaldas con Jane. O más bien, de culo.

    – [Jane]Deja de pensar en mi culo, anda.[/Jane]

    – [Xander]Pero si no puedes leerme los pensamientos.[/Xander] – repliqué. Me giré esperando una reprimenda, pero vi que sonreía. Mandé colina abajo al soldado de una patada y pensé si debía ser totalmente sincero.

    – [Jane]No necesito leerte el pensamiento para saber lo que estás pensando, porque yo estoy pensando lo mismo.[/Jane] –  me sorprendió. Era el efecto de Ruby, aunque en teoría, solo despertaba la atracción, sin controlar por quién la sentías. Lo sabía porque por algún motivo, había un tomo en la biblioteca de la Escuela que trataba de eso.

    – [Xander]¿En tu propio culo o en el mío?[/Xander] – respondí. Necesitaba centrarme, no podía aprovechar ahora para destapar mi atracción, sería injusto.

    – [Jane]No voy a responder a nada de lo que luego pueda arrepentirme.[/Jane] – admitió ella, sin perder la sonrisa. Esa Jane espoleada por el efecto de las hormonas producía en mi el mismo efecto que debía producir el poder de Ruby en los demás. Al menos eso imaginaba, con mi inmunidad nunca lo sabría.

    Al huir la gente, más enemigos empezaron a llegar. Jane y yo seguimos peleando en la misma posición, pero el espacio empezaba a ser tan reducido que notaba el roce de su espalda contra la mía, era capaz de dibujar en mi mente el contorno de su trasero después de quince minutos. Si seguíamos así, algún enemigo aprovecharía mi distracción, o la suya.

    – [Xander]Quizá deberíamos pelear separados.[/Xander] – sugerí, con miedo a que pensara que lo decía porque no me atraía. Ella asintió y se alejó en la dirección contraria, pero no duramos más de diez minutos separados, hasta que un gigante con alas membranosas me lo empezó a poner difícil y ella acudió en mi ayuda.

    El ser lanzó a Jane cuando le asesté un tajo mortal en la femoral y corrí para recogerla. Cayó encima de mí y con la fuerza del golpe acabamos los dos en el suelo. Todo su cuerpo estaba estirado contra el mío, notaba su calor bajo la ropa, su respiración cerca de mi cuello.

    La miré a los ojos, nuestros labios estaban apenas a un centímetro de distancia, aunque de un segundo a otro esa distancia se desvaneció. Pensé apartarme, que no era moral aprovechar que estaba influida por el poder de Ruby, pero cuando la vi querer besarme con tanta intensidad, no pude contenerlo.

    El beso fue pasional, pero no duró mucho. Una explosión cercana nos hizo volver a la realidad en la que nos encontrábamos. Evitamos hablar de ello y miramos hacia el barco, donde casi todos estaban ya resguardados y los Daë se encargaban de abrirse camino hacia William, el último de los suyos.

    Al subir al barco con el resto supe que Ruby había tomado el efecto de su propio poder para que no ocurriera ningún accidente. Saberlo solo me dejó con la duda de si había sido antes o después de nuestro beso.

    Jane evitó mirarme en el camino hacia la Kvasir y después hacia Nexus, así que no parecía que fuera a descubrirlo en el futuro próximo.

    Presente

    Sumido en mis pensamientos, atravesé junto a los demás aquella plaza llena de las huestes de Antailtire. Los y las mejores guerreros y guerreras de cada planeta colonizado por ese dictador.

    Los demás nos prestaron su ayuda para llegar hasta la Catedral, donde los que menos aptitudes de combate tenían pudieron resguardarse mientras que el resto formábamos un semicírculo protector ante la puerta.

    La lucha era agotadora, pero sumido en el combate, evitaba pensar en el futuro menos inmediato. Solo tenía tiempo para preocuparme de que siguiéramos aguantando, hasta que parecía que no podíamos más.

    Fue entonces, como siempre, cuando aparecieron. Los Daë, al completo y al parecer, con varios años de diferencia con respecto a como los habíamos visto hacía unas horas. Era como si hubieran recorrido mucho más aún cada uno de los mundos, en una senda en la que nosotros solo nos habíamos limitado a poner las primeras piedras.

  • LA MOISÉS DEL SEXO

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Sophie había conseguido liberarse de la rusalca utilizando su verdadero poder. Si había algo que me parecía extraño del mundo del que procedían estos chicos y chicas y también de este en el que estábamos, era que las mujeres no se conocían en absoluto y eran incapaces de ver todo lo que podían hacer.

    En mi lugar de origen, los hombres eran minoría. Por alguna razón, cada vez habían sido más difíciles de concebir y, poco a poco, las mujeres fuimos ocupando los puestos que, tradicionalmente, habían sido suyos. Así fue como descubrimos que siempre deberían haber gobernado las mujeres y los desterramos a la casa y a crianza de las hijas.

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