Moondale

Categoría: Quinta Temporada

  • SU MANO ENCIMA DE LA MÍA

    Jane – Cabaña de Caitriona

    ¿¿??

    Soñé que navegaba en un barco a través de un mar en calma. Quizás nunca llegase a mi destino y, por raro que pueda parecer, no me importaba. Remaba sola y no tenía miedo. El sol brillaba y sabía, aunque no pudiera verles, que toda mi familia estaba bien.

    De pronto, el día cambió y una tormenta me tiró de la barca. Caí al agua. Me ahogaba y tuve miedo.

    Cuando abrí los ojos, tomé aire con avidez. Estaba en una cama incómoda, de algo parecido a paja con unas sábanas que recé porque estuvieran limpias. Me notaba cansada y había sudado. Era una sensación parecida a cuando te baja la fiebre.

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  • EL MENTOR

    NOAH ARKKAN

    DAONNA

    Persistí durante horas tratando de volver a llegar hasta Lexie. Al final tuve que desistir porque mi cuerpo no aguantaba más. Necesitaba descansar, comer, hidratarme y pensar con claridad. En otro tiempo habría tenido más facilidad para encargarme de todo, pero ya no era así de rápido.

    Traté de no alejarme demasiado. La noche ya había caído y temía que en un momento de guardia baja algún depredador, ya fuera dinosaurio o demoníaco, fuese a por ella. Encendí una hoguera para prepararme algo de comer y la ilusión en el horizonte no se desvaneció.

    Mastiqué un par de bocados y dejé a un lado el resto, algún pequeño animal lo aprovecharía más tarde. Yo no conseguía comer, no hacía más que pensar en Lexie y en cómo podría su propio poder hacerle creer que estaba comiendo mientras su cuerpo sufría los efectos del hambre y la sed.

    No tenía demasiado tiempo y maldije una vez más haber cambiado mis poderes. Hubiera descubierto o no que una parte de ellos vivía en mí con el don de mi padre, ya no era igual, mi mente no iba a la velocidad de la luz. Estaba seguro de que hacía semanas habría encontrado la respuesta y Lexie estaría ya recuperándose.

    Al calor de la hoguera, pese a las preocupaciones, fui consciente del cansancio acumulado. La tensión y los nervios que había pasado mientras trataba de volver con ella habían pasado factura y pronto empecé a notar los párpados pesados.

    Caí en un sueño contra el que luché, sin conseguir vencer, algo común ese día. Al cabo de lo que me parecieron minutos, desperté de pronto, sobresaltado. Notaba algo acercarse, algo peligroso. Aún adormilado, abrí los ojos y me incorporé. Tras la maleza había algo arrastrándose.

    Me puse en pie por completo y apagué el fuego. A oscuras, mi oído se agudizó y seguí escuchando algo arrastrarse, esta vez acompañado de un lamento. Cambié a mi apariencia demoníaca para estar protegido y cuando el sonido se hizo más cercano, invoqué electricidad en la palma de mi mano para iluminar frente a mí.

    Me eché hacia atrás con un grito al ver el rostro de un cadáver frente a mí. Tenía el rostro hundido y los ojos casi blancos, pero la habría reconocido en cualquier parte. Lexie. No, no podía ser, no podía haberle pasado eso en unas horas.

    Seguí retrocediendo mientras el cadáver me perseguía despacio. Pensé en huir hacia la derecha, pero entonces otra figura apareció. Esta vez el cuerpo del no muerto también era conocido, mi hermano, Leo. Como si se llamasen entre sí, fueron surgiendo más y más, una tras otra todas las personas importantes que había perdido en esos mundos, aparecieron de entre las sombras para ir hacia mí.

    Acorralado, esquivé a un Xander cegado por la muerte y corrí hacia la caverna, mi única salida posible, usando la velocidad que me permitía mi control de la electricidad.

    En la oscuridad de la cueva, cada esquina parecía guardar una amenaza, un nuevo fantasma del pasado. Escuché el sonido de los muertos persiguiéndome. Ya habían entrado a la cueva y yo no sabía si había salida. Seguía avanzando, impulsado por el miedo, hasta que me encontré con un camino que descendía hasta un abismo insondable.

    No podía seguir, estaba rodeado y no conseguía pensar con claridad. No podían estar todos muertos, no tenía sentido. ¿Y qué hacían aquí? Lexie había estado bien la última vez que la vi, no llevaba tanto sin comer y su ilusión no había disminuido, era difícil pensar que no hubiese engañado a cualquier amenaza que se acercase. La había visto engañar a los dinosaurios.

    Fue entonces cuando me di cuenta. Las ilusiones de Lexie. De alguna manera me habían seguido, habían tratado de evitar que me acercase a ella alejándome a través de mis miedos. Tenía que dar la vuelta.

    Al hacerlo, vi un rostro descompuesto observándome en la oscuridad. – [Noah]No vas a alejarme, sé que no eres real.[/Noah] – el cadáver sonrió y se abalanzó contra mí. Sentí sus manos sobre mi pecho con la fuerza suficiente como para hacerme caer hacia el abismo.

    Mi espalda chocó contra una pendiente descendente. Sentía la roca chocar contra mi piel escamosa. Tuve suerte de estar en forma de Rakkthathor porque de lo contrario no habría aguantado los cortes. Rodé, choqué, me golpeé varias veces por el descenso incremental hasta que ya no hubo más roca y sufrí una caída de más de diez metros a un lago agua gélida.

    Aquellas aguas parecían pesar, sujetarme y arrastrarme al fondo. Volvía a ser consciente de mi cansancio y mis párpados pesaban. Solo tenía que dejarme llevar, aferrarme los brazos para conservar el calor y dormir un poco. Solo un poco.

    Mi cuerpo se hundía y mi mente estaba en calma. Algo recorrió mi cuerpo como una sacudida eléctrica, enviando una rápida sucesión de imágenes a mi cabeza.

    Veía a Antailtire siendo arrastrado a la Nada, con sus personalidades siendo arrancadas de su ser una a una como capas de una cebolla por aquella que moraba allí, la del Pelo Rojo que había atormentado a mi madre, esa cuyo nombre no podía recordar pero no debíamos olvidar.

    Mi visión se alejó como un ave migrando hacia otro lugar y volvió a fijarse en el Cúmulo, donde Dyavol se hundía en una oscuridad profunda y corrupta. En su interior, la chispa de la maldad  sonreía con malicia al sentir la marcha de su captor y extendía sus tentáculos por todos los catorce mundos.

    Vi Daonna, brillante, salvaje, poderosa. En lo más recóndito el oculto protector de la magia de ese mundo cantaba al sol y con su canto los portales crepitaban cargados de energía. La oscuridad lo alcanzó, lo corrompió y su canto se volvió ansioso, destructivo, llamaba a disfrutar sin pensar en las consecuencias. En vivir la vida sin pararse a pensar en que eso la hiciera breve.

    Su canto parecía ocultar un llanto y con él, mi visión volvió a los catorce mundos volviéndose corruptos uno tras otro, a igual que sus tótem protectores, solo que ya no veía los mundos tal cual, si no como un mapa estratégico fusionado con un tablero de ajedrez. Cada fila era un planeta, hasta un total de quince incluyendo una de las lunas. Las negras estaban sumidas en la oscuridad, cubiertas de una neblina que no permitía verlas.

    En la primera fila, el planeta alineado con Sagitario, había tres figuras blancas: Una tenía los brazos abiertos, el Amigo; otra tenía un rasgo permanente tatuado en la mirada, era la Rebelde; y el tercero sostenía entre sus manos alzadas un objeto brillante, era el Creyente. Observé la figura entre tinieblas y fue como si algo interviniese para despejarlas, la figura negra era el Mono.

    En la segunda fila, la alineada con Cetus, la Analista y el Estudiante iban camino de encontrarse con el Conejo.

    En la tercera, la alineada con Aries, el Diplomático y el Inventor cruzarían su destino con el Caballo.

    En la cuarta, la alineada con Escorpio, el Harlequín, la Penitente y la Sombra avanzaban hacia el Tigre.

    En la quinta, la alineada con Piscis, el Guerrero y la Defensora estaban ya cerca de la Rata.

    En la sexta, la alineada con Libra, el Sanador y la Inocente eran esperados por el Perro.

    En la séptima, la alineada con Géminis, la Elegida y el Huérfano perseguían al Cerdo.

    En la octava, la alineada con Tauro, la Hedonista y el Hermitaño eran guiados hasta el Buey.

    En la novena, la alineada con Cáncer, el Fénix y el Poeta enfrentaban a la Cabra

    En la décima, la alineada con Acuario, el Explorador y la Amazona iban en busca del Pez.

    En la decimoprimera, la alineada con Virgo, el Mártir, la Madre y la Proscrita iban camino de despertar al Dragón.

    En la decimosegunda, el Vínculo y la Amante trataban de alcanzar al Águila.

    En la decimotercera, la alineada con Ofiuco, la Perfeccionista sufría el veneno de la Serpiente.

    En la decimocuarta, el Mentor y la Ilusionista estaban separados. La figura oscura estaba tras la Ilusionista, envolviéndola en su bruma. La visión lo mostró en toda su claridad. El Gallo había cautivado a la Ilusionista en su canto.

    Y por último, en la decimoquinta, la de la Luna Viltis, el Visionario se enfrentaba a una bruma oscura que reptaba en el corazón del hogar.

    Con la última de las visiones, abrí los ojos y noté la presión en mis pulmones mientras nadaba hacia la superficie. Pese a ser Rakkthathor, notaba las extremidades frías, si no salía de allí pronto acabaría helado. Nadé hacia la orilla y traté de procesar lo que había visto. Aún estaba fresco en mi mente así que dejé que se deslizara hacia mi memoria genética, donde ni yo ni ninguno de mis descendientes, si es que llegaba a tenerlos, lo olvidaría jamás.

    Me di cuenta de que llevaba demasiado tiempo dependiendo de mis poderes para definirme. Tenía que luchar por lo que quería. Seguía siendo un Daë. Era hora de que el Mentor demostrase lo que mejor se le daba. El Gallo estaba aprovechándose del poder de Lexie para sumirla aún más en el hedonismo de su canto. Y yo no iba a permitirlo.

     

  • LAS PROFECÍAS ME PONEN NERVIOSO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – VALANTIS

    Lo mejor de frustrarte en tu pisito de alquiler por no encontrar un portal a otro mundo tenía que ver con la noche loca para recuperarse del bajón. Alguna ventaja tenía que tener estar perdidos en unos años noventa de otro mundo en el que los los remake con los que habíamos crecido aún estaban en «make».

    Al día siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Era sábado y Elle se había dado la vuelta para seguir durmiendo, así que después de admirar su maravilloso culo, me levanté y preparé el desayuno antes de ponerme un capítulo de Dragon Ball.

    Para cuando Elle se levantó, Krilin había muerto un par de veces y ya había terminado la hora oficial de la televisión para niños. Cuánto habían cambiado las cosas que en el futuro ya no tenías que tragarte lo que te pusieran en los cuatro o cinco canales y en su lugar había televisión a la carta y canales solo para los pequeños de la casa. Y yo, claro.- [Idris]No soporto este canal.[/Idris]- dije mirando de reojo el supuesto programa de actualidad en el que se dedicaban a incitar el odio contra cualquier ser vivo. Que no fuera hombre, cis, hetero o blanco.

    – [Elle]No te gusta nada últimamente. Te estás amargando, Dris.[/Elle]- bromeó, dándome un beso en la mejilla. La estreché contra mí apoyando la mano en su cintura y miré esos ojos que parecían un mar en calma. A su lado las molestias de vivir en un tiempo intolerante parecían una nimiedad. Al menos eran los noventa y no cualquier época anterior.

    – [Idris]Demasiados anuncios. [/Idris]- repliqué sin separarme. – [Idris]Y ésta productora tiene que ser de un cerdo. No hacen más que meter problemas entre vivos y sombras.[/Idris] – añadí, quitándole el volumen. Sus palabras de odio eran muy parecidas a algunas que ya conocía, solo que dirigidas a otro colectivo. En este caso lo tenían aún más fácil, habían muerto, ¿por qué no iban a ser sus esclavos?

    – [Elle]Estás a nada de convertirte en la Rosa Parks de los señores de aquí.[/Elle]- dijo ella, dando un sorbo a su café matinal. Bien cargado, me había hecho un experto de la máquina de espresso que habíamos conseguido en una ganga. A falta de las comodidades del futuro, me había buscado la vida y ya me salían formas más o menos firmes con la espuma. Vale, mis corazones acababan pareciendo penes, pero la intención es lo que cuenta.

    – [Idris]Y señoras, que aquí hay una poquita de homofobia, machismo, racismo y sombrafobia.[/Idris] – técnicamente el racismo era un tema del pasado, sin embargo por mucho que aquí tuvieran la esclavitud de los Sombras, seguía siendo la época de los negros arquetípicos en televisión. Los graciosos, los de vida turbia relacionada con las drogas, los raperos…

    – [Elle]¿Sabes lo único que me gusta de este mundo?[/Elle] – comentó, levantando la vista de su desayuno.

    – [Idris]¿Idris el Guapo?[/Idris] – pregunté, sentándome a su lado para darle un beso en la mejilla. Apoyé los codos en la barra de la cocina y la miré. El piso que habíamos conseguido alquilar era pequeño y viejo, pero siempre lo recordaría como el primer sitio en el que habíamos vivido juntos.

    – [Elle]Que estás tú en él.[/Elle]- confirmó, guiñándome un ojo.

    – [Idris]Lo sabía.[/Idris] – le di un beso en los labios, podía notar el toque de chocolate que añadía a su café.

    – [Elle]Bueno, cómo salimos de aquí? Estoy cansada de vivir en Wandavision.[/Elle] – pensé en lo viejos que éramos, haciendo referencia a series que eran un éxito cuando nacimos, aunque aquí serían aún más años en el futuro que en nuestro pasado.

    Me apoyé más firme en la mesa, pensativo. Lo peor de pensar en irnos no era no saber cómo, si no ser consciente de que seguro que lo conseguíamos y tras vivir meses juntos, siendo por fin un «algo», cualquiera volvía a la Tierra a estar separados cada uno en la casa de sus padres. Pero tampoco me atrevía a plantearle eso. Oye Elle, he pensado que si salimos vivos de esta y atravesamos el espacio-tiempo hasta la Tierra podríamos irnos a vivir juntos. Visto en perspectiva no era lo más raro de nuestra situación.

    – [Idris]Lo único que no hemos probado es esto. [/Idris]- rebusqué en la chaqueta que había llevado el día anterior al trabajo y saqué un panfleto un poco más arrugado de como lo recordaba. – [Idris]No se parece a Melinda pero tiene buenas referencias.[/Idris] – aunque quizá no llorase igual de bien. Y pensar que 9-1-1 me parecía bizarro.

    En el panfleto aparecían unas constelaciones y superpuesta sobre ella en un estilo muy noventero, el nombre «Madame Vastra», junto al número de contacto y la dirección, oh, y una joya de correo: «madamevastra8@hotmail.com». De cuando todavía no había monopolio de Infinity.

    – [Elle]Pues vamos ahora mismo.[/Elle] – dijo levantándose de la silla, por suerte habiéndose terminado el desayuno, porque nada da más rabia que la forma en la que dejan la comida en la ficción para hacer cualquier cosa. ¿Es que nadie les ha enseñado modales?

    – [Idris]¿Me voy a tener que quitar la bata un domingo?[/Idris] – pregunté, con un poco de apego, se estaba tan calentito.

    – [Elle]Deberías, sí.[/Elle] – dijo dándose la vuelta y respondiendo a mi reticencia con una imagen de su espalda desnuda tras tirar la parte de arriba del pijama al suelo. Estúpido Idris, por qué eres tan básico.

    – [Idris]Es una pena, es muy suave, como si no llevara nada…. llevara nada.[/Idris] – dije siguiéndola mientras me deshacía de todas las prendas que podía rápidamente. – [Idris]llevara nada.[/Idris] – añadí contoneándome.

    Un rato más tarde. Bastante rato. Un par de horas más tarde al menos. El caso es que ya estábamos en la calle, vestidos para matar a la moda de los noventa. Eso sí, sin gorra, pero con colores y estampados que parecían sacados de la intro de ‘Salvados por la Campana’.

    Caminando por la calle del brazo de Elle me hacía ir más erguido de lo habitual y sonreír todavía más ampliamente cuando me cruzaba con caras conocidas, casi siempre del mismo tono de piel que yo.

    – [Elle]Es como vivir con Mahersala Ali.[/Elle] – me halagó, ya sabía que era mi ídolo de la infancia. El barrio en el que habíamos alquilado no era un sitio de ricos, si no el típico lleno de gente humilde.

    – [Idris]Soy un tío de barrio, que le vamos a hacer. [/Idris]- comenté saludando a DeShawn, que iba directo a abrir la peluquería. Solía ir allí a que me cortaran el pelo mientras me enteraba un poco del sitio en el que vivíamos y trataba de coger pistas para salir del mundo. Por suerte aunque estaba lleno de espontáneos que iban a dar charla, ninguno de ellos era Eddie Murphy haciendo chistes hirientes.

    – [Elle]De barrio rico.[/Elle] – puntualizó ella.

    – [Idris]Eh, la cuestión no es la pasta que tienes. [/Idris]- me defendí. Había tenido que pelear para que los del barrio dejaran de verme como el tío rico, ajeno a lo duras que eran sus vidas, sus luchas por conseguir salir adelante cuando el mundo no deja de ponerte la zancadilla porque ya has empezado la partida con saldo negativo. – [Idris]Soy negro, hasta de elfo, y estoy orgulloso. [/Idris]- afirmé. Me habría sentido un poco engañado si mis padres hubieran sido elfos claros. Hubiera tenido siempre la duda de si estaba haciendo «whitewashing» o «blackface».

    Ella asintió y me apretó la mano para darme apoyo. – [Idris]Cuando tu madre es blanca como la leche y tú padre negro como el café, la gente te intenta clasificar mucho, normalmente tirando hacia el latte. [/Idris]- admití sonriendo. Desde pequeño fui consciente de que mi tono de piel era más oscuro que el de cualquiera de mis padres, por suerte ellos fueron siempre sinceros y las cosas encajaron pronto. Pero cuando vi lo que hacía el mundo, decidí estar orgulloso de mi piel y mi herencia, sin dejar de estarlo nunca de mi maravillosa madre.

    – [Elle]¿De pequeño te dabas cuenta de esas cosas?[/Elle] – preguntó, intrigada.

    – [Idris]¿De qué era el negro oficial de mi colegio?[/Idris] – repliqué sin tapujos. Había tenido que lidiar con todo tipo de personas sin que fueran conscientes de que positiva o negativa, era discriminación igual. – [Idris]Sí, desde pequeño. Luego con Mike ya éramos dos pero él, ya sabes..[/Idris] – admití, suponiendo que todo el mundo se había dado cuenta.

    – [Elle]¿Él qué?[/Elle] – preguntó, mirándome.

    – [Idris]Es como un huevo Kinder, negro por fuera, blanco por dentro.[/Idris] – resumí, echándome a reír.

    – [Elle]No es gracioso.[/Elle]- defendió ella, negando con la cabeza mientras se aguantaba la risa. No pasaba nada, Mike había decidido vivir su vida tratando de ser ajeno a las diferencias. Era otra clase de lucha, nada que ver con mi perspectiva.

    – [Idris]¿Qué no? Todo lo que digo es: a) verdad y b) divertido. [/Idris]- repliqué frotando mi nariz con la suya.  – [Idris]Mike pasa del debate racial y yo intento aportar desde mi posición algo más privilegiada.[/Idris] – resumí. O al menos lo intentaba, desde aquí solo podía tener fe en que a los Drow les fuera bien. Mi lucha allí era más cercana a lo mundano, aunque terminara dándoles un propósito como luchadores contra el mal. Aquí, enfrentándome a entidades capaces de cumplir cualquier deseo o cambiar lo que desearan, me sentía insignificante.

    – [Elle]A lo mejor me he equivocado de hermano…[/Elle] – bromeó ella. Fingí mirarla mal. Era curioso que a la hora de la verdad las parejas de Mike tendiesen más a compartir su tono de piel mientras que a mí me daba igual.

    – [Idris]Eh, yo no discrimino y menos a alguien tan maciza.[/Idris] – alcé una ceja y le silbé, quizá demasiado alto porque ella pareció sonrojarse. – [Idris]Siento ponerme intenso es que en este mundo la policía me mira como lo hacían muchos antes de saber quién era mi padre.[/Idris] – aseguré. Hacía cinco minutos había empezado a caminar más despacio al cruzarme con un coche patrulla para que no pensaran que tramaba algo.

    – [Elle]Espero que nos vayamos pronto de aquí.[/Elle] – me apretó la mano y se pegó a mí. Por malo que fuese todo lo demás, estar con ella no tenía precio.

    – [Idris]Con lo bien que me lo estaba pasando jugando a las casitas, seguro que sí, tengo esa suerte. [/Idris]- suspiré, no quería que se acabara, pero tampoco iba a dejar que mi inseguridad nos lastrara. Todavía teníamos mucho que disfrutar en la Kvasir y en la Tierra, estaba seguro.

    En ese momento llegamos a la dirección. Era un edificio no muy nuevo. Nos acercamos al portal y llamamos al timbre. Subimos en un estrecho ascensor que me dio ideas lascivas, como casi todo en el mundo, y cuando salimos al descansillo vimos que una de las puertas estaba abierta y de ella emanaba un aroma a incienso y alguna hierba más que no reconocí. No era licántropo, ¿vale?

    Pedí a Elle que entrase ella primero porque mi masculinidad no es nada frágil y me daba miedo que la señora fuera  a descuartizarnos. Si era el caso, Elle estaba más cachas.

    La realidad que nos encontramos involucraba muchos tapetes de ganchillo, una tetera echando humo, un loro y dos o tres gatos.

    – [b]¿Venís para saber si será niño o niña?[/b] – preguntó una señora bajita, con aspecto de haber estado preparándose un té en lugar de planificar su engaño. De hecho en ese instante estaba . Al hablarnos no nos miró y parecía que no le interesábamos mucho.

    – [Idris]No, eso está decidido, vamos a tener octillizos, así seguro que hay de todo. [/Idris]- bromeé.

    – [Elle]Esto no va a salir bien…[/Elle]- murmuró ella. Entonces la señora se giró al escucharla y la miró fijamente.

    Caminó hacia nosotros renqueando un poco de una cadera. Bien, si resultaba ser un zombie o una bruja caníbal no iba a ser de las rápidas. Acercó una mano arrugada de dedos finos y tomó la de Elle, observando su palma.

    – [b]Niña, mi niña, tú si tienes un destino grandioso.[/b] – tiró de ella para sentarla al otro lado de una mesa redonda, sin soltarle la mano. – [b]Y terrible. En tu mano están las decisiones que guiarán uno u otro camino.[/b] – me acerqué a ellas y le puse una mano a Coquito en el hombro.

    – [Elle]Eh…Gracias.[/Elle] – comento respecto a lo primero, mientras se guardaba para sí la segunda parte, sin duda pensando en lo que Xander y Owen habían escuchado en Dagrknot acerca de los Vanir.

    La mujer se levantó y colocó una taza de su té hirviendo frente a Elle. – [Idris]Supongo que para mí no hay té.[/Idris] – me quejé. Fuera era verano puro, pero me sentía un poco abandonado.

    Ella me respondió fulminándome con la mirada. Su rostro estaba surcado de arrugas y sus ojos me atravesaron haciéndome creer que no era la típica embustera. – [b]Me gusta tu lengua ligera, pero cuidado con hablar de más. Los elfos oscuros habláis demasiado.[/b] – sentenció, sin apartar la vista de mí. Ahora sí que me acababa de creer sus poderes. Elle se terminó el té y la mujer cogió la taza para observar las hojas. – [b]Vuestro destino está lejos de esta tierra, cruzando un portal a otro mundo.[/b] – empezó a decir.

    – [Idris]No tendrás un GPS en esas hojas ¿eh?[/Idris] – bromeé, las profecías y el destino me ponían nerviosillo.

    – [Elle]¿Usted podría decirnos cómo cruzar el portal?[/Elle] – preguntó Coquito, siempre tan amable. La mirada asesina que me había dirigido a mí la Baba Yaga cambió a una más dulce, como si Elle fuera Caperucita y ella la abuela, la de verdad, no el lobo haciendo drag.

    – [b]Andando chiquilla.[/b] – y luego la vieja se quejaba de mí. – [b]Pero encontrar a su guardián y liberarlo, ah, eso es distinto.[/b] – puntualizó. Entonces todavía quedaba un portal activo, protegido por un guardián al que había que liberar. Hasta ahí, captado, pero si acabábamos de ayudar a vencer a Antailtire, ¿qué había sometido a un guardián ancestral del portal entre mundos?

    – [Elle]Muchas gracias.[/Elle] – que bonica era mi Coquito, siempre tan educada.

    – [Idris]¿Tenemos que seguir al conejo blanco?[/Idris] – si la experiencia de los Moondies nos decía algo era que la palabra guardián iba asociada a unos seres que hacían que la verdadera fantasía diese comienzo.

    – [b]Conejo no, cerdo más bien, o eso era antes de que fuera corroído por la oscuridad.[/b] – aclaró. ¿El guardián era un cerdo? ¿Íbamos a luchar con Porco Rosso? – [b]No veo que será ahora, pero sí qué hace.[/b] – añadió, igual de críptica. Por eso las profecías me ponían nervioso, porque acababan siendo un galimatías en el que podías terminar entendiendo cualquier cosa.

    – [Elle]¿Y qué hace?[/Elle] – menos mal que estaba Coquito para ir al grano.

    – [b]Tejer sus mentiras y manipular.[/b] – ¿Un cerdo araña? – [b]Y aquí ha encontrado su sitio.[/b] – cogió el mando de la televisión y puso una de las tertulias que tanto detestaba, en ese momento alguien estaba soltando una perla de por qué las mujeres no eran buenas teniendo Sombra a su cargo. Espera, ¿estaba diciendo que el guardián cerdo tenía algo que ver con el programa?

    – [Idris]¡Sabía que era un cerdo![/Idris] – grité sin darme cuenta.

    – [Elle]¡Vamos! Muchas gracias por ayudarnos.[/Elle] – replicó Ellie levantándose.

    – [b]Cuidado pequeña Vanir. El poder es un arma de doble filo.[/b] – replicó la mujer levantándose. – [b]Y atenta a los más cercanos, pueden no ser quienes creemos.[/b] – ya sabía yo que no nos íbamos a conseguir marchar sin un mal augurio.

    – [Idris]No podía dejarnos ir sin una profecía chunga.[/Idris] – dije mientras bajábamos en el ascensor. Coquito se había quedado pensativa, así que intenté distraerla. – [Idris]¿Sabes dónde producen esto? [/Idris]- en casa habría sido tan fácil como buscarlo en Infinity pero allí no me apetecía ir a un sitio con internet para conectarme.

    – [Elle]Este pueblo no es muy grande.[/Elle]- respondió tirando de mí para salir a la calle. Al menos parecía más animada, cuanto más vueltas le diese a las palabras de la vieja, mejor, bastantes mal rollo le daba ya su legado maldito.

    Después de un par de calles, encontramos una tienda de electrónica de esas que solo podía haber en el pasado, donde varias televisiones estaban sintonizadas en el programa de Babe el guardián valiente. Le señalé a Coquito las imágenes.

    – [Idris]Y aun así seguro que toca irse lejos.[/Idris] – cinturones de tachuelas, mechas, bronceado falso, chándal, vaquero y ombligos al descubierto con piercing evidentes. Solo podía ser una época. – [Idris]Esa ropa, esos gritos, ese cringe y esas locuras… tiene que ser en los 2000.[/Idris]

    – [Elle]Prepárate para los pantalones cagaos.[/Elle] – replicó ella, sonriendo. Tocaba preparar un viaje a los 2000, que al parecer eran la cuna de la telebasura que tanto gustaba en los 90. Ya podían haberse fijado más en los 80 o en su propia época. ¿Veis? Por eso las décadas del siglo veinte tienen que jugar separadas. Moraleja, no juguéis con el espacio-tiempo.

    – [Idris]¿Me tiño el pelo de rubio y me pongo un montón de piercing?[/Idris] – evidentemente estaba pensando en la película biográfica sobre Dennis Rodman y sus clásicas pintas.

    – [Elle]Por favor.[/Elle] – respondió ella.

    Con la esperanza de su sonrisa como último recuerdo bonito en mi mente, saqué la brújula y le eché todo mi espíritu. Si alguna vez iba a funcionar y a entenderla en ese maldito Cúmulo, sería esta. Y sí, di un salto al ver un punto a lo lejos, tenue, difuminado, eso explicaba por qué no lo había visto otras veces, porque apenas estaba activo.

    – [Idris]Venga, tenemos un cerdo totémico que liberar.[/Idris] – y como no podía ser menos, en lugar de echar a correr, después de darle un beso bien largo, la arrastré a una tienda de ropa porque cualquier excusa era buena para comprarse un disfraz.

  • LAS MANOS VAN AL PAN

    Chloe – Kardas

    Mañana

    La ropa de esta época, que tanto se parecía a la Edad Media, picaba. Supongo que el hecho de que estuviera hecha de lana influía. El vestido, de tonos rojizos y amarillos, era de manga larga e iba acompañado de una toca que me cubría el pelo. Había tenido suerte y mi compañero de mundo era Dante, pero qué asco de sitio. La higiene brillaba por su ausencia y tuve que dejar atrás la extravagancia de lavar mis atuendos (¡DOS!) a diario, porque la gente comentaba que era una cosa muy rara.

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  • ORGULLOSO DE MÍ

    Laura – La isla

    Tarde

    Cuando terminé de hablar con Henry, todavía me latía el corazón a toda velocidad. No recordaba el momento exacto en el que había empezado a verlo de esa forma y desde luego, no era algo que hubiera ocurrido de la noche a la mañana. Siempre había sido mi mejor amigo, aunque yo fuese dos años mayor que él y durante los primeros años de mi vida me pareciera un grano pegado a mi fantástico culo.

    Todo comenzó a encajar como un puzle cuando pasamos a la adolescencia. Me imagino que el hecho de que siempre estuviera por allí, influyó para no reparara en él. En la isla no había fiestas en casas con un montón de adolescentes, ni opciones a meterte mano con alguien detrás de las gradas. Todo era mucho más sencillo y a la vez más difícil: menos gente y más control.

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  • UN BUEN CONSORTE

    EZRA WALKER

    TERRA

     

    Llevaba desde el primer día intentando contactar con el resto sin resultado, además el tótem por el que habíamos regresado a la Kvasir había sido destruido. Tampoco había sido capaz de proyectarme con mi poder, era como si estuviéramos encerrados en este planeta y perdido toda comunicación con el resto de mundos para siempre.

    Pasaron varias Lunas y anduvimos de una ciudad a otra. Robin había visto los estragos que Antailtire causo a su  mundo, guerra entre humanos, maquinas y espíritus, aunque estos últimos parecían haber desaparecido tras perder la conexión que los unía con Antailtire.

    Sin la mano oculta que había manejado los hilos de su mundo durante tanto tiempo la guerra se detuvo, pero el más mínimo conflicto podría reactivarla, gente que quería ganar a toda costa. Desde las sombras, Robin actuaba evitando que ciertos eventos detonaran de nuevo la guerra.

    – [Robin]Según parece, vamos a tener unos días de paz[/Robin].- Añadió alejándose de la ventana tras usar su poder. Los siguientes días no habría conflictos entre los lugareños o intentos de saqueos a las provisiones de alimentos.

    – [Ezra]Bien, podemos regresar a tu pueblo si quieres. Debes estar deseando ver a tu hermana.- [/Ezra] Nos habíamos refugiado en un edificio derruido, la fachada aun resistía pero entraba frio por el enorme hueco del techo ocasionado por una de las bombas.

    – [Robin]No creo que sea buena idea[/Robin].- Robin se recoloco su abrigo y alzo las manos hacia la pequeña hoguera para entrar en calor.

    – [Ezra]Sigo sintiéndome culpable por lo ocurrido. Por mi culpa abandonaste tu reino, tal vez puedas volver ahora.-[/Ezra] Robin me ayudo a volver con mi grupo cuando quede atrapado en su reino y en el proceso se vio arrastrada con nosotros sin poder regresar a su hogar, ahora que no había guerra tal vez pudiera regresar a su reino.

    – [Robin]No quiero volver. Creo que puedo hacer mucho más fuera que allí[/Robin].- En su estancia en la Kvasir se informo de el resto de mundos, de como estaban sucumbiendo ante una mano oscura que manejaba los hilos a su antojo como en el suyo. También le hable del mío, de como no solo había guerras entre sobrenaturales, sino entre humanos por culpa de la codicia o el poder.

    – [Ezra]Tienes una habilidad innata para resolver conflictos.-[/Ezra] Robin echo un vistazo al cielo, parecía que iba a caer una tormenta de un momento a otro, pero las nubes se fueron disipando hasta dejar un cielo anaranjado bañado por el atardecer.

    – [Robin]Tuve a mi reino en una burbuja durante demasiado tiempo. No soy tan buena como crees[/Robin].- La sonrisa de Robin había desaparecido desde que llegamos. Si bien sonreía a la gente que se cruzaba con nosotros, era una sonrisa triste.

    – [Ezra]Estabas protegiendo a tu pueblo de los peligros del mundo exterior.-[/Ezra] Yo intente proteger al mío en las cloacas juntos a las ratas y aun así nos dieron caza.

    – [Robin]Quizás. A lo mejor solo estaba siendo cobarde[/Robin].- No esta siendo cobarde, simplemente estaba protegiendo a su familia, si hubiese podido habría hecho lo mismo que ella.

    – [Ezra]Conozco bien la cobardía y tú no lo eres.-[/Ezra] La gente que se escondía en las cloacas junto a nosotros. Ese miedo en los ojos, acurrucados en una esquina simplemente esperando a morir.

    – [Robin]Tú no eres un cobarde[/Robin].

    – [Ezra]Lo intento, pero no dejo de pensar que habiendo actuado en alguna ocasión todo habría sido diferente.-[/Ezra] Desde que perdí mis recuerdos buenos solo podía sentir que no había hecho suficiente, como mis miedos se apoderaban de mi en los peores momentos, en la perdida de mi familia.

    – [Robin]El pasado no se puede cambiar y el futuro no existe. Ahora mismo, estás haciendo las cosas bien[/Robin].- Tenía razón, debía de dejar de vivir en el pasado y empezar a centrarme en el ahora.

    – [Ezra]Siempre se me ha dado bien ayudar.-[/Ezra] Las salidas furtivas con Amy en busca de provisiones, buscar a sobrenaturales en una Moondale en ruinas, incluso cuando desperté en este mundo cuando hice aquella campaña de ropa con mi madre.

    – [Robin]¿Y eso te parece poca cosa? Si todo el mundo ayudara…[/Robin]

    – [Ezra]No habría guerras.-[/Ezra] Bajo su capucha esbozo una sonrisa. Nos quedamos un rato en silencio escuchando el chasquido del fuego.

    – [Robin]¿Por qué crees que acabamos en este mundo? Yo tengo excusa, porque es mi casa. Pero tú…[/Robin]- Sus ojos se posaron en mi fijamente, con el resto del mundo solía mantenerme en guardia, con ella no era necesario.

    – [Ezra]Cuando ese agujero nos trago sabía que acabarías aquí por la conexión que tienes con este mundo. Simplemente no quería que te quedaras sola varada en este lugar.-[/Ezra] Una sonrisa se dibujo en su rostro, parecía feliz de verdad en mucho tiempo.

    – [Robin]Habrías sido un buen consorte[/Robin].- Añadió entre risas. Siempre me había negado el ser feliz al ver como el mundo sucumbía a mi alrededor, pero empezaba a creer que Robin era la persona de la que hablaba Chloe en su futuro. Algo en ella me transmitía una sensación de serenidad.

    – [Ezra]Mi lady…-[/Ezra] Me incline hacia delante para hacer una reverencia y al incorporarme observe como me miraba enarcando una ceja.

    – [Robin]Siento decirte que no está del todo bien hecha[/Robin].- Ella se dejo caer un poco hacia abajo e inclino un poco la cabeza sin perder contacto visual, después de todo era una reina.

    – [Ezra] …me concede este baile.-[/Ezra] Añadí haciendo de nuevo la pose algo más acertada entre las carcajadas de Robin.

    – [Robin]Solo un necio o un loco bailaría entre los escombros de una guerra[/Robin].- Dijo acercándose hasta donde me encontraba.- [Robin]Y dime, ¿cuál eres de los dos?[/Robin]

    – [Ezra]La gente baila y celebra cuando la guerra termina. Supongo que todo el mundo está un poco loco.-[/Ezra] Ella agarro mi mano y la otra la pose en su cintura. No tenía ni idea de bailar, menos bailes de salón, así que deje que ella llevara el compas.

    Por el hueco del techo comenzó a caer una fina capa de nieve, mientras a lo lejos, en la zona de los refugiados sonaba una melodía de lo más apropiada para el baile, sin duda era cosa de ella. Durante ese instante no había preocupación alguna, solo éramos dos personas disfrutando del momento.

  • YA NOS PREOCUPARÍAMOS MÁS ADELANTE

    Vera – Artisan

    Mañana

    La casa de Jamie era una vieja conocida, pero aquello que antes era un lugar lleno de vida, era ahora poco más que un cascarón vacío. La mayoría de las habitaciones estaban cerradas y tenían los muebles cubiertos por sábanas.  nos movíamos solo por la planta baja: allí estaban la cocina, el baño, el salón y nuestro dormitorio. No sentíamos la necesidad de subir las escaleras, porque cuantas más estancias usáramos, más había que limpiar.

    – [Vera]No sé cómo habría sobrevivido aquí sin ti[/Vera].- comentó ella, ataviada con un sencillo vestido azul cobalto, mientras leía sentada en uno de los sillones orejeros del salón. El mobiliario, antaño bonito y caro, estaba desvaído y polvoriento, por más que me afanara en limpiar.

    Aquel día había tenido que salir a por leña para mantener la chimenea encendida. Estábamos en el mes de abril, pero seguía haciendo frío. No se me daba bien cortar troncos, pero Jamie no es que fuera la persona más amante de los trabajos manuales que había conocido. (más…)

  • SOLO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    Me dejé llevar por la euforia de alzarme sobre ese precipicio y sonreí al pisar tierra firme al otro lado, pero no me detuve ahí, decidí seguir corriendo, presionando los límites de ese cuerpo y esa habilidad que aún era nueva para mí.

    Pasé al lado de una manada de velociraptor listos para captar sus presas, unas con la carne más blanda que la de mis escamas Rakkthathor. Mi parte demoníaca parecía hecha para estar en aquél mundo, capaz de sobrevivir a esos depredadores y a las condiciones duras del entorno.

    Parecía muy lejano el día en el que Lexie y yo habíamos aparecido de nuevo en ese planeta, desprotegidos en mitad de la noche en un paraje lleno de criaturas que podrían devorarnos, criaturas que no tardaron en aparecer. Para cuando las ilusiones de Lexie no consiguieron distraerles más, el poder acudió a mí como la tormenta en la que nos encontrábamos. El poder de mi padre estaba vivo en mi parte demoníaca, había entregado mi velocidad, pero a cambio había podido despertar esa parte latente.

    Aprendí a servirme de la electricidad para darnos luz, fuego y conseguirnos alimento. Con el tiempo, conseguí darle forma para obtener un pequeño sustituto a mi velocidad. No era lo mismo, nunca lo sería, pero si que me movía con bastante rapidez.

    Recordar aquellos primeros días juntos contra todo lo demás, me hizo sonreír. Fueron duros pero estábamos unidos, parecía que nada podía acabar con nosotros.

    La pradera bajo mis pies dio paso de súbito a una acera pavimentada. Estaba entrando en el territorio de Lexie, donde las demás criaturas no solían acercarse. Era fácil de percibir, no solo por el ambiente si no porque ahora, incluso en mi forma de demonio, iba vestido con una especie de ropa de fiesta bastantes tallas mayor a la que habría llevado como humano. Evité los coches y me dirigí hacia donde sabía que la encontraría.

    Lexie estaba en una tumbona en primera línea de playa, cerca de un chiringuito con bebidas de aspecto refrescante. Su poder no dejaba de sorprenderme, notaba el calor sofocante, la suave y fresca brisa marina e incluso el olor a crema protectora.

    – [Noah]Hola, cariño. [/Noah] – la saludé, llegando a su lado. Ella me miró tras sus gafas de sol. De pronto mi ropa cambio a un bañador de color rosa. Dejé paso a mi forma humana y el bañador se adaptó a mi cuerpo.

    – [Lexie]¿Quieres algo? ¿Le digo a Michael que te ponga un mosto y una tapa?[/Lexie] – ofreció, señalando a un tipo que saludaba sonriente tras la barra, con una melena mecida por el viento.

    – [Noah]He traído comida.[/Noah] – dije, sentándome a su lado en una tumbona y ofreciéndole unas frutas salvajes que había recolectado. Allí las fresas eran del tamaño de cocos, Xander lo habría disfrutado. Solo esperaba que estuviera bien, no quería ni pensar en que les hubiera pasado algo.

    – [Lexie]No, gracias. Prefiero mi tapa de lomo.[/Lexie]- replicó, guiñándome un ojo. Evité dejarme llevar por el miedo a enfadarla, aquella ilusión de vida había empezado a torcerse hacía una semana. Hasta entonces habíamos estado bien, como un equipo. Pero ahora…

    – [Noah]Lexie, eso no te alimenta.[/Noah] – insistí, tendiéndole una fruta que no cogió. La diferencia era leve, aún habían pasado pocos días de esta nueva situación, pero había adelgazado, solo había conseguido que comiera algo de verdad unas pocas veces. – [Noah] No puedes vivir en esta ilusión todo el tiempo.[/Noah] – sentencié, aunque era más un ruego. Temía por ella, por los estragos que eso estaba haciendo y haría en ella.

    – [Lexie]No es una ilusión. Estoy en Louna.[/Lexie] – me dio pena ver que lo creía con total convicción. Lexie sabía diferenciar perfectamente sus ilusiones, ¿qué estaba pasando? Lo único que me había pasado por la cabeza era una depresión que no hubiera sabido detectar a tiempo. Ella no parecía tener mucha esperanza de volver a la Tierra o reencontrarse con los demás. Quizá había tardado en manifestarlo y cuando le golpeó, fue con demasiada fuerza.

    – [Noah]Cariño, tienes que centrarte.[/Noah] – le pedí. Lexie empezó a fruncir el ceño, no quería salir de esa fantasía, de la vida que habría llevado si no se hubiera cruzado con nosotros. – [Noah]Esto empezó como una forma de evadirte pero ahora es continuo.[/Noah] – le puse una mano en el hombro, esperando salvar la distancia que nos separaba en ese momento. De pronto cambio de aspecto al de mi hermano Leo durante un instante. Me aparté y ella se echó a reír al volver a su aspecto real. – [Noah]Cariño, me preocupas, te estás perdiendo en todo esto, en una mentira.[/Noah] – percibía mi propio miedo y mi desesperación. No sabía qué hacer para sacarla de ahí, no tenía a nadie, estaba yo solo, sin nada que me ayudase a salvar al amor de mi vida de estar encerrada en su propio sueño.

    – [Lexie]¡No es una mentira![/Lexie] – replicó, enfadada.

    – [Noah]No estamos en Louna, llevamos meses perdidos en Daonna, viviendo en la prehistoria.[/Noah] – le recordé. Y los primeros meses nos había ido bien, sobrevivíamos, ella usaba sus ilusiones para darnos pequeños respiros, hasta que un día volví y encontré todo ése lugar.

    – [Lexie]¿Te parece esto la prehistoria?[/Lexie] – me sentí mareado cuando cambió la ilusión para mostrarnos subidos a un deportivo. El coche iba muy rápido y Lexie no parecía concentrada en la carretera, pero en el fondo ni siquiera nos estábamos moviendo. La carretera bordeaba un precipicio y el coche viró violentamente hasta llegar al final de la misma, como en esa saga que le gustaba tanto, drifting le llamaban.

    – [Noah]Sabes que en realidad estamos en mitad del lago en el que nos asentamos nada más llegar.[/Noah] – daría lo que fuera para volver a aquellas mañanas en las que me despertaba a su lado en nuestra cabaña a orillas del lago de aguas rosas, por el lecho de gemas preciosas que lo sostenía. Ahora todo ese lugar estaba camuflado en esta Louna de fantasía. – [Noah] Tienes que afrontar la realidad, juntos podremos salir de esto.[/Noah] – le pedí.

    – [Lexie]Si sigues en plan muermo, no te voy a dejar entrar en Louna.[/Lexie] – apartó la mirada de la mía, la estaba perdiendo.

    – [Noah]Lexie, tienes que dejar que te ayude.[/Noah] – le cogí la mano, esperando llegar a ella.

    – [Lexie]No necesito ayuda.[/Lexie]- el coche volvió a acelerar, pero en un instante estaba subido y al siguiente me encontraba en la carretera, viendo cómo se alejaba. Cambié de aspecto a mi forma Rakkthathor y usé mi poder para correr tras él.

    – [Noah]No pienso perderte. [/Noah] – dije conteniendo al máximo las chispas que despedía mi cuerpo. No sabía qué distancia había ni qué estaba sujetando realmente.

    – [Lexie]Pues entonces deja de ponerle pegas a mi vida.[/Lexie] – dijo, de pronto ataviada con un vestido de noche, a punto de entrar en un restaurante a orillas de la playa. Era una noche preciosa, pero no tanto como las que habíamos vivido juntos en aquél mismo lugar, a muchos kilómetros de donde nos encontrábamos.

    – [Noah]Quererte implica evitar que tú misma te hagas daño. [/Noah] – por mucho miedo que me diese que ese camino la llevase a no querer ni verme.

    – [Lexie]Vete.[/Lexie] -dijo señalando la puerta. En su mesa ahora solo había una silla y un plato, no podía dejarlo más claro. Sentí el enfado crecer dentro de mí, propiciado por la impotencia y el dolor de sentirme solo. Traté de contener esa emoción, si me dejaba llevar podría perderla para siempre.

    – [Noah]Si me echas de tu vida nadie podrá ayudarte a salir.[/Noah] – intenté hacerla reaccionar.

    – [Lexie]No necesito salir. Estoy en casa.[/Lexie] – me miró, desafiante. Estaba protegiendo lo que creía que era bueno para ella.

    – [Noah]Vives en una ilusión.[/Noah] – le recordé, pero ella ya no me escuchaba.

    – [Lexie]Si tanto te molesta, te dejo fuera de ella.[/Lexie]- fui a rogarle, a pedirle por favor que no me echara de su vida, a hacer lo que fuera para ganar unos valiosos minutos que me permitieran seguir haciendo fuerza contra lo que estaba sufriendo. Sin embargo fue inútil, perdí los cinco sentidos durante un angustioso minuto y para cuando lo recuperé, estaba en la naturaleza de Daonna, en las praderas cercanas al lago.

    Traté de volver a atravesar la ilusión, veía su horizonte frente a mí, como en la visión de un oasis para un sediento. Cada vez que entraba, mis sentidos se confundían y terminaba corriendo en la dirección opuesta o apareciendo en la otra punta de la zona. Lexie se había encerrado en su propio mundo y me había dejado fuera, solo y sin posibilidad de contactar con nadie.

  • FUENTE DE ENERGÍA

    NATE ROGERS

    TARDE

    Me dejé caer en el banco de mi celda, agotado tras los combates. Había sobrevivido un día más, pero mi alma moría un poco con cada día que pasaba en ese mundo. Apoyé los codos en las rodillas y me sujeté la cabeza, todavía sintiendo el dolor mental de la ira que creaba en mí el ‘Maestro de Ceremonias’.

    Aquella noche había atravesado con un tridente a dos leones y un gladiador bárbaro. No salí de la furia inducida hasta que no vi su sangre tiñendo el arma. Entonces me invadió el agotamiento, apesadumbrado por sentir su muerte tan cerca.

    El guardia abrió la puerta y la dejó pasar, como venía siendo habitual desde aquella primera vez, cuando la elegí entre todas las que me presentaron, el mismo día que había previsto escapar por cualquier medio.

    – [Julia]Por un lado, hemos tenido suerte porque ABDOMINALES, pero por el otro…[/Julia] – bromeó ella. Julia llevaba una sencilla toga de esclava que le sentaba muy bien. Pensé que solo yo había llegado a este mundo, inconsciente, algo de lo que los esclavistas del Imperio habían aprovechado para capturarme, pero resultaba que Julia había estado a mi lado y también había sido esclavizada.

    – [Nate]Por el otro soy poco más que un gallo de pelea con mucha sangre en sus manos.[/Nate] – aseguré. Mi empatía era un arma de doble filo. En un entorno sano, como con los Moondies o incluso con los New Moondies pese a sus subidas y bajadas, solía estar fuerte, alimentado por las emociones positivas. En este lugar la magia negra del Maestro de Ceremonias usaba mi empatía para meterme en un estado berserker en el que mi fuerza nacía de mi ira. Pero cuando su magia se acababa, el desánimo, el dolor, el arrepentimiento y la tristeza me dejaban abatido, totalmente cansado.

    – [Julia]Ánimo. No creo que estemos mucho tiempo aquí[/Julia].- no parecía decirlo muy convencida, sin embargo siempre trataba de animarme para que recuperase energías. Lo cierto era que antes de tenerla a ella, el pozo de oscuridad en el que me había sumergido mi empatía me había hecho plantearme acabar con todo. Desde entonces, ella me recargaba las pilas para afrontar un nuevo día con la esperanza de poder escapar.

    – [Nate]Necesitaría mis poderes para salir, pero no dejo de pensar en esa rabia, en los muertos[/Nate]. – admití.

    – [Julia]¿No te hago lo bastante feliz?[/Julia] – preguntó, poniendo los brazos en jarras. Sentí un subidón de alegría proveniente de ella y dejé que mi empatía se enganchase a él.

    Solté una risa. – [Nate]Eres incorregible. [/Nate]

    – [Julia]Puedes corregirme cuando quieras[/Julia].- fingió chasquear un látigo imaginario. Con el afluente de alegría que manaba de ella empezaba a entremezclarse otra emoción, también era positiva, pero más problemática como para engancharme a ella. Julia siempre iba cargada de las dos, de alegría y de…picante.

    – [Nate]¿Gritamos ahora o después? [/Nate]- comenté. Cada tarde teníamos que fingir que…bueno, que le dábamos al tema para que me tomasen por un esclavo al que tienen contento para lidiar cada día con un nuevo combate. Si hubieran pensado que me había cansado de ella la habrían mandado con cualquier otro gladiador o gladiadora.

    – [Julia]A veces la gente no grita. A lo mejor somos muy malos y ni acabamos ni nada[/Julia]. – propuso ella, alzando una ceja.

    Volví a sonreír. – [Nate]Esta gente no entiende de eso. Y prefiero que sigan trayéndote. [/Nate]- aseguré. No quería sonar como alguien sobreprotector, había aprendido mi lección con los New Moondies. Simplemente quería saber que estaba a salvo y más en el fondo, yo también la necesitaba. – [Nate]Quien sabe con qué otro te enviarían[/Nate] – traté de no pensarlo, porque había retazos de la ira que había desplegado en la arena.

    – [Julia]AYAYAYAYAYAAYAYAAAA OH SISISISISSI YEAH YEAAAH[/Julia].- fingió a toda voz, golpeando la pared.- [Julia]¿Contento, Señor Grey?[/Julia] – preguntó cuando terminó, sonriendo con picardía. Ahí estaba esa segunda emoción que cada vez me resultaba más difícil ignorar. Era como un banquete frente a mi empatía hambrienta. La pasión es una emoción positiva poderosa.

    – [Nate]Tenemos que seguir juntos, si hay que fingir esto, es un precio mínimo. [/Nate] – aunque lo cierto era que no sabía cuánto tiempo más evitaría dejarme llevar por su pasión por miedo a no ser correspondido.

    – [Julia]Hombre, también podíamos hacerlo de verdad, ya que estamos[/Julia].- replicó, encogiéndose de hombros. La miré, supe que era verdad, noté esa energía en ella.

    Me quedé parado, con una lucha interna. – [Nate]¿De verdad te apetecería hacerlo con una bestia asesina?[/Nate] – pregunté. Así me llamaban cuando me presentaban en la arena. La bestia asesina de Nubia.

    – [Julia]¿La bestia asesina tiene tu cara y tu cuerpo? Pues sí. No tengo moral[/Julia]. – sentenció. Estaba tan impertérrita hablando de eso mientras empatizaba con la intensidad que surgía de ella que me resultaba imposible morder el anzuelo.

    Caminé hacia ella, dejándome llevar por su pasión.

    – [Julia]Te estás poniendo tontorrón, ¿eh? Vamos a salir de aquí. No sé cómo ni cuándo, pero vaya mierda de historia si los protagonistas palman así[/Julia]. – dijo, observándome. Su alegría y su pasión me llenaban, suplían todos los huecos de mi maltrecha alma alimentada de sangre y desgracias.

    – [Nate]Eres una hoguera en todo este frío.[/Nate] – dije pasándole una mano por la mejilla. Tenía la piel suave.

    – [Julia]Me lo dicen muy a menudo[/Julia]. – replicó, sonriendo. Cada vez estábamos más cerca, tanto que ya me costaba distinguirme de ella. Mi empatía me hacía sentir lo que ella sentía y eso retroalimentaba mis propios sentimientos y sensaciones. Sin ser consciente de que había siquiera distancia entre nosotros, nuestros labios se fundieron en un beso, terminando de romper la división de nuestros seres.

    Sentía la sensación de besarla y percibía lo que ella misma sentía. Por desgracia, ese mundo era cruel y el guardia aporreó la puerta en ese mismo instante.

    La mayor parte de los días nos habría encontrado sentados en el banco, hablando o comiendo, pero precisamente ese nos habría encontrado haciendo lo que se suponía que debíamos hacer.

    – [Julia]Bueno chato, te dejo que son capaces de echar la puerta abajo. Tú piensa en este cuerpo serrano y mantente positivo, que saldremos de aquí[/Julia]. – se despidió, caminando hacia la puerta cuando el guardia la abría. Por un momento al separarnos temí haberlo hecho mal, sin embargo seguía percibiendo una energía positiva en ella que despejó mis dudas.

    Asentí, deseando que llegase la próxima tarde. – [Nate]Hasta mañana.[/Nate] – me despedí. Senatus se había convertido en un infierno, pero las tardes con Julia me estaban devolviendo la esperanza. Ya casi podía volver a soñar con estar todos reunidos en la Kvasir.

    Aún cansado, comí unas uvas y me tumbé. El día siguiente también sería un reto. Para evitar pensar en una nueva muerte en mis manos, recordé a Julia y me dormí pensando en el roce de sus labios.