Christopher MacLeod | Biblioteca de la Universidad, Moondale
MAÑANA
Había pasado casi una hora desde que Oliver se había ido, y tenía la oreja derecha dolorida de llevar tanto tiempo hablando por teléfono. Había intentado ponerme en contacto con todos, pero evidentemente solo lo conseguí con algunos de ellos.
Sarah y Rebecca estaban fuera de mis posibilidades de contacto, tendría que esperar a la próxima carta entregada por ese tal Russell, algo que resultaba frustrante porque nada aliviaría mi preocupación por ellas.