Diarios de Destino | Afueras de Moondale
MADRUGADA
El vigilante de seguridad caminaba por los pasillos de la presa siguiendo su ronda habitual. No terminaba de entender por qué tenía que hacer una vuelta completa cada hora si tenía las cámaras de seguridad y normalmente aquél era un lugar tranquilo, pero era su trabajo y lo hacía con todas las ganas que podía. Siempre pensaba que si haces algo, tienes que hacerlo con todas tus fuerzas.
Cuando giraba una esquina olió algo que le hizo ponerse alerta. Olía a humo y a ceniza…fuego. Echó a correr en la dirección de la que provenía el olor y cruzó los dedos para que no se hubiese estropeado algo de maquinaria importante, como el purificador de agua.