Sasha | Palacio
ATARDECER

Seguí a la Cazadora y a su grupo hasta que se fueron con el tipo de piel oscura y mis opciones se limitaron a quedarme esperando en los jardines hasta que salieran. Si ellos, que eran ciento y su puta madre, no habían sido capaces de hacer nada más que pasearse por allí y dorarle la píldora a Z: ¿Qué podía hacer yo? Claro que tenía ganas de entrar y de partirle la cara al tío que estaba permitiendo que toda esa escoria se escondiese tras sus muros recubiertos de oro, pero había que ser realista y por mucha fuerza y resistencia que tuviera, si no conseguía ser una líder, si no tenía un equipo, difícilmente podía arriesgarme. Supongo que tendría que apuntarme a charlas de motivación, porque estaba claro que la gente no te seguía por mucho miedo que dieras.
Escuché unos pasos detrás de mí y agarré el bastón con fuerza.- [Sarah]¿Sasha? No te esperaba por aquí[/Sarah].- comentó Sarah Echolls a mi espalda y me giré despacio, esperando que fuera un truco, pero no, era ella. Noté cómo empezaba a ponerme nerviosa. Menuda gilipollez, sobre todo si tenía en cuenta que medía medio metro y llevaba unos vaqueros, unas deportivas blancas y una sudadera con unas flores. Parecía una adolescente recién salida del instituto y a mí me gustan las mujeres.
– [Sasha]Esa era la idea[/Sasha].- evité echarme hacia atrás, pero las palmas de las manos me estaban sudando.- [Sasha]A nadie le gusta que le obliguen a ir a una misión suicida, ¿sabes?[/Sasha]- le aclaré.
– [Sarah]Lo siento[/Sarah].- sus ojos azules se cruzaron con los míos y recordé el encuentro que habíamos tenido gracias al influjo de ‘Easy’.
– [Sasha]No todo fue malo[/Sasha] -no quise dar muchos detalles, pero hacía unos meses que Bianca había muerto y desde entonces, estaba de sequía. Una no es de piedra.
– [Sarah]Espero que no lo digas por nuestro «acercamiento»[/Sarah].- sonrió apartándose el pelo.
– [Sasha]Entre otras cosas, sí.[/Sasha] – esbocé un amago de sonrisa y la observé, en medio de aquel bosque parecía como si brillara. Podía entender que la gente la siguiera, porque tenía algo especial que no sabía identificar. Algo que yo no tenía. Y ese algo, me había hecho acercarme hasta donde estaba como si fuera una polilla y ella, la luz.- [Sasha]No es algo que me molestaría repetir.[/Sasha] – me acerqué un poco más e intenté acariciarle el pelo. Estábamos tan cerca, que mi top de cuero negro casi rozaba su sudadera.
– [Sarah]Estoy con Daniel, pero gracias por la oferta[/Sarah].- me apartó la mano con delicadeza.- [Sarah]Y gracias por ayudarnos[/Sarah].- observé sus labios, que no eran tan gruesos como los de Bianca y aún así, me apetecía besarlos.
– [Sasha]No podía hacer otra cosa.[/Sasha] – me encogí de hombros.
– [Sarah]Eso dices tú, pero estás equivocada[/Sarah].- aclaró y se quedó en silencio, mirándome de arriba a abajo: ¿Estaba segura de que le gustaba el pelirrojo?.- [Sarah]Por cierto, deberías probar a ir de blanco. Lucy…mi…eh…una amiga, tiene una tienda de ropa y creo que podría hacerte un traje bastante más acorde a tu estilo[/Sarah].- me crucé de brazos y sonreí. – [Sasha]Buena idea. Quizá así tenga más suerte.[/Sasha] – le guiñé un ojo.
– [Sarah]¿Más suerte?[/Sarah]- preguntó extrañada.
– [Sasha]Cuando me veas de blanco, lo averiguaremos.[/Sasha] – me mordí el labio mientras intentaba imaginar cómo habría acabado esta escena si hubiéramos llevado menos ropa.- [Sasha]Por cierto, ¿tienes un boli? Apúntame en la mano el teléfono de esa Lucy[/Sasha].- ella sacó uno de su mochila de cuero marrón y escribió el número en el dorso de mi mano, después de comprobar que era el correcto. Cuando noté la calidez de sus manos, en comparación con la frialdad de las mías, noté cómo empezaba a ponerme.
– [Sarah]Ahora eres una Moondie, que no se te olvide[/Sarah].- dijo sin soltarme las manos y se giró, dispuesta a irse. A lo lejos, la esperaban el pelirrojo y toda su corte.
– [Sasha]Una Moondie…no suena tan mal.[/Sasha] – murmuré mientras le miraba el culo cuando se iba.
«Nunca te enamores de una hetero, siempre acaba mal», me repetía Bianca miles de veces cuando hablábamos de lo triste que era cómo la mayoría de las bolleras acabábamos pillándonos por una amiga. Pero ella no era hetero.
Nunca me habían gustado las rubias, ni las buenas, ni las bajitas. Pero con Sarah era diferente, porque era como una luz y yo, como una polilla.