Moondale

Categoría: 3×12 – The Well

Tras todos los inconvenientes, los cielos parecen alinearse para que la boda salga a la perfección, aunque un invitado inesperado llega antes de tiempo.

Gambit acorrala a Sarah para conseguir a Beatrix así que los Moondies tienen que recurrir de nuevo a la magia para salvar la situación

  • TU YERNO HA VENIDO DEL FUTURO

    Diana | Hospital St. Anne

    TARDE

    diana090915

    Christopher había salido a buscarme una hamburguesa de pollo de McDonald’s, con sus patatas Deluxe y su coca cola con cafeína y mucha azúcar. Atrás quedaban esos meses de lloriquear imaginándome que me comía una, mientras pasaba por delante del «restaurante» poniendo cara de perro abandonado e imaginando que me bañaba en un cubo de salsa. No es que ahora pudiera emocionarme y coger todos los kilos que no había conseguido que tuviera el embarazo, pero bueno, ese día me lo merecía especialmente.

    Miré a Amy, vestida con un body de color azul cielo, a la par que se chupaba el puño de la mano izquierda, mientras el chupete descansaba a su lado. Era un bebé rebelde y decía que el chupete me lo pusiera yo si eso. Por un lado, me parecía muy valiente que fuera capaz de tranquilizarse sola (la chochera de la maternidad que le dicen), pero por otro, me preocupaba que eso aumentara sus posibilidades de morir de forma súbita (la paranoia de la maternidad que le dicen). Por suerte, para la lactancia nos estábamos entendiendo mejor y aunque todavía me cayesen lágrimas como puños cada vez que se me enganchaba a un pezón (juro que esto antes no me pasaba), la niña parecía estar alimentándose y no se me iba a morir de inanición.

    Aproveché aquellos minutos de silencio para volver a vestirme y en pensar en lo mal que me parecía que las famosas aparecieran media hora después de dar a luz como si el niño/a lo hubiera tenido otra. Mi cuerpo todavía parecía el de una embarazada. Por mucho que fuera bruja, no hacía milagros.

    En esas estaba yo, lamentándome por no ser perfecta, cuando escuché unas chispas y vi cómo ante mis ojos se abría una especie de vórtice que escupió a un chico pelirrojo que debía rondar la veintena y después, se cerró. No podía decirse que tuviera una belleza al uso, pero era pelirrojo, delgado y de piel pecosa y clara, lo que le daba un aspecto dulce. Iba vestido con unos pantalones de loneta, un abrigo azul y llevaba una maleta de cuero marrón, por lo que no pude adivinar de qué época venía.- [Diana]¿Eres mi segundo hijo y vienes del futuro para contarme que Amy se vuelve mala?[/Diana]- me crucé la bata sonriendo y me puse en pie.

    – [James]Eh, n-no…n-no. No soy t-tu hijo.[/James] – parecía nervioso. Vi que me pedía permiso para acercarse a la cuna de Amy y me hice un lado para que la mirara. – [James]Soy amigo de tus hijas.[/James] – me aclaró. Por cómo miraba a Amy (con ternura, que esto no es «Crepúsculo»), tuve una corazonada.

    – [Diana]¿Eres mi yerno?[/Diana]- esbocé una sonrisa. Mi hija acababa de nacer y ya tenía un posible novio. No sabía cómo tomarme esto, ni tampoco cómo se lo tomaría Christopher.

    – [James]No te preocupes, Amy ya estaba ocupada cuando llegué.[/James] – me devolvió la sonrisa, pero parecía triste. Al decir esto, se apartó de la cuna de Amy y me miró. – [James]Me resulta extraño veros tan jóvenes.[/James]

    – [Diana]¿Me estás llamando vieja?[/Diana]- apunté con mordacidad.

    – [James]N-no, ahora estás muy joven. Y antes…o sea, después.[/James] – titubeó. El chico era especialmente nervioso. – [James]He venido para ayudarte con algo.[/James]

    – [Diana]Te escucho[/Diana].- le hice una seña y nos sentamos el uno al lado del otro frente a la cuna de Amy.

    – [James]Soy un brujo. Tú me enseñaste la mayor parte de lo que sé.[/James] – afirmó con orgullo y le apreté la mano con cariño. No nos conocíamos de nada, pero sentía que era lo que debía hacer. – [James]Y ahora hay algo que debo enseñarte a ti.[/James]

    – [Diana]No estaremos liados tú y yo…[/Diana]- le miré y solté la mano, separándome un poco también. En realidad, lo hacía para que terminara de ponerse histérico, porque sabía que no podría estar con alguien como él, que me transmitía vibraciones de «hijo». Eso sin contar que mi bibliotecario favorito seguiría estando bueno por los siglos de los siglos.

    – [James]N-no no, n-no.[/James] – apartó la mirada y la clavó en el chupete de Amy. – [James]Eres mi mentora.[/James] – aseguró con rapidez. – [James]No me preguntes mucho, no puedo desvelarte demasiado del futuro.[/James] – me aclaró con la mano en el corazón.

    Me reí y le hice una seña para que hablase.- [James]Hoy tendrás una visión.[/James] – asentí imaginándome lo que sería. – [James]Vas a ver lo que pasaría si Z consigue su «utopía».[/James] – fruncí el ceño. Una cosa era saber que existía una posibilidad de que Z ganase y otr, verlo. – [James]Estoy aquí para enseñarte cómo mostrársela después a los demás. [/James]

    – [Diana]Estoy deseando aprender[/Diana].- me froté las manos.

    – [James]Es un conjuro que creaste.[/James] – me explicó y se rascó la cabeza sonriendo. – [James]Aunque tiene gracia, porque al final resulta que lo aprendiste de mí. Y yo lo aprendí de ti.[/James]

    – [Diana]Es lo que pasa cuando juegas con el tiempo[/Diana].- le guiñé un ojo antes de que siguiera diciendo que el uno lo aprendimos del otro hasta que Amy tuviera barba (en su caso podía ser literal).

    Abrió la maleta y empezó a sacar toda la parafernalia. En cuanto empezó a explicarlo, lo entendí a la perfección. Se notaba quién lo había ideado.- [James]Eso es todo. Lo has cogido muy rápido.[/James]- hizo una pausa.- [James]Igual que Kaylee[/James].- al ver lo que decía, empezó a guardar las cosas a toda velocidad en la maleta.

    – [Diana]¿Kaylee?[/Diana]- me quedé pensativa. Kaylee, como mi hermana la que había muerto a la que nunca le tuve especial cariño.

    – [James]No me hagas mucho caso.[/James] – se puso en pie y se arregló el abrigo. – [James]Tengo que volver.[/James]

    – [Diana]¿Va todo bien en tu futuro?[/Diana]- intenté sonsacarle, pero él parecía concentrado abriendo el vórtice.

    – [James]Hay de todo. Más o menos como siempre.[/James] – su semblante serio no parecía decir eso.

    – [Diana]Suerte[/Diana].- le di un abrazo rápido.

    – [James]A vosotros.[/James] – y el vórtice se cerró justo a tiempo para ver cómo MacLeod abría la boca de par en par.

    – [Christopher]¿Qué ha sido…?[/Christopher]- empezó a decir.

    – [Diana]Tu yerno, que ha venido del futuro a enseñarme un conjuro[/Diana].- me encogí de hombros.- [Diana]Venga, trae p’acá esa hamburguesa que parece que hace tres meses que te fuiste a por ella[/Diana].

    – [Christopher]¿Mi qué?[/Christopher].- parpadeó tendiéndome la bolsa de papel.

    – [Diana]A vef si te creef que eref el único que folla en esta hiftoria[/Diana].- comenté con la boca llena.- [Diana]Fi lo hafe hafta Ed, no me jodaf[/Diana]

    FIN DE CAPÍTULO

  • PERSPECTIVA

    Diario de Daniel Arkkan | Exterior del Hotel White Candle

    NOCHE

    danieldark

    Las horas parecían estar pasando más despacio de lo habitual. En el tiempo que había transcurrido desde que los de Louna habían marchado a localizar y detener a Onoskelis, me había dado tiempo a acercarme varias veces a la habitación donde se estaba realizando el conjuro, solo para volver junto a los demás con la misma sequía de noticias.

    Durante todo ese tiempo tuvimos que permanecer de guardia, vigilando el hotel para cuando regresasen las fuerzas de Z. En ese tiempo, Daakka, Dominic y Lucy, que cargaba a Idris en brazos, se habían paseado por el hotel haciéndose pasar por extras de la nueva película de ciencia ficción de «ese famoso director de cine de acción», que se estaba rodando en el exterior del hotel, murmurando entre ellos y comentando cosas de sus papeles.

    Aprovechando la excusa, caminé hasta el coche y saqué a ‘Sendero Oscuro‘ del maletero, colgándomela al hombro. Aun así, pese a lo mucho que pudiéramos disimular, cada vez parecía más difícil ocultar nuestra naturaleza a ojos de la gente de a pie. Imposible si teníamos en cuenta el combate que iba a estallar en algún momento en el algún punto del Condado de Ripper.

    El cielo no tardó en oscurecer, más allá de las nubes de obsidiana que custodiaban el ritual, que ya duraba horas. Al amparo de la noche y aprovechando que el hotel estaba bastante aislado, rodeado de un entorno natural, llamaríamos menos la atención si volvían a surgir problemas.

    Charlé distraídamente con mi hermana, con Sasha y con unas silenciosas Mara y Rebecca, hasta que volvieron Daakka y Dominic. Logan y Mia estaban vigilando el lado opuesto del hotel. No había necesitado preguntarles qué entendían por vigilar, ni tampoco creí necesario decirles que si venía una hueste de soldados de Z, lo sabríamos.

    Efectivamente, lo supimos. Una tormenta de arena en miniatura de color rojo oscuro se manifestó cerca de la playa, aún más alejada del hotel de lo que nosotros estábamos. Sin necesidad de que se disipase pude distinguir algunas de las figuras que habían aparecido de la nada. Z tenía un teletransportador del que no sabíamos nada. Quién sabía cuántos ases más se guardaba bajo la manga.

    Nos hicimos una señal entre nosotros y nos acercamos con prudencia a la zona, mientras Mara llamaba a Mia para avisarles y le enviaba un mensaje a Vincent, que se había puesto en contacto hacía un rato para decir que habían conseguido poner a ‘Keli‘ bajo control y estaban de camino.

    Cuando la arena se disipó y desvaneció en la nada, fui totalmente consciente del desafío que teníamos ante nosotros. Más de una docena de soldados de Z, gran parte de ellos miembros de Gambit. Me llamó la atención no ver a los más oscuros del bando negro presente.

    El Rey Blanco parecía ser el portavoz, porque se adelantó ligeramente a sus compañeros. Mientras caminaban hacia nosotros, la vista de Aaron se alzó al cielo azabache sobre el hotel. – [Aaron]¿Sabéis con qué estáis jugando?[/Aaron] – preguntó con el ceño fruncido.

    – [Daniel]No vamos a permitir que os llevéis a Sarah.[/Daniel] – respondí, incapaz de contenerme. Estaba harto de sus exigencias y de que pensasen que podían tomar lo que quisieran solo porque tenían poder y creían que tenían la razón.

    – [Aaron]Esto va más allá de Sarah. Nos habríamos encargado de extraer a Beatrix y mantenerla a salvo.[/Aaron] – espetó acercándose más. Mi mano derecha se tensó, preparada para asir la empuñadura de la espada. – [Aaron]Vosotros habéis abierto un velo al éter, liberando a un demonio puro.[/Aaron] – había algo en sus ojos que no había percibido en otras ocasiones. Parecía miedo. A fin de cuentas, todos éramos humanos, pero el miedo nos puede llevar a hacer cosas que no deberíamos. Había que tener cuidado con El Rey Blanco.

    – [Daakka]Nosotros liberamos, nosotros estamos encargando.[/Daakka] – intervino Daakka. Bill y los demás no habían podido dar mucha información, pero aparentemente habían conseguido mantener bajo control al demonio.

    – [Daniel]Exacto. A estas alturas el demonio vuelve a estar en su sitio.[/Daniel] – aseguré. Pese a que no me apetecía dialogar con ellos, sabía que la decisión más sabia era intentar una vía pacífica. Quizá dejando claro que Onoskelis había vuelto a ser una cadena, las cosas se calmasen.

    – [Dom]Ese demonio nos ha ayudado a repeler a esa escoria que llamas compañeros, de manera involuntaria claro, pero lo ha hecho.-[/Dom] mientras Dominic intervenía, con toda la razón del mundo, aproveché la distracción para observar su grupo. Estaban en inferioridad numérica respecto a nosotros, pero la ventaja numérica se esfumaba en el aire en cuanto añadías a Carbon Copy a la mezcla. En ese momento, Logan y Mia se acercaron a nosotros.

    – [Logan]No me gusta que me interrumpan, pero me alegra saber que es para algo divertido.[/Logan] – murmuró su voz a mi espalda. Logan vivía sediento de violencia.

    – [Amaya]Que el anterior grupo se equivocase no quiere decir que hayáis tenido razón liberando al demonio. Yo podría liberar ahora una tormenta que acabase con todos vosotros, y de paso asolase Merelia.[/Amaya] – me tomé las palabras de Amaya como una amenaza, aunque quizá no las dijese con esa intención. Quise decirle que la equivocación del otro grupo podría habernos costado la vida, porque iban con intenciones de llevarse a cualquiera por delante.

    – [Daniel]Está solucionado. Y nosotros nos estamos encargando de Sarah.[/Daniel] – dije en lugar de lo que en realidad quería decir. No me resultó demasiado difícil abstraerme, mi mente ya estaba en otra parte, preocupado por cómo iría el ritual. Esa preocupación se acompañaba de un cosquilleo desagradable en el cuerpo.

    – [Faust]No teneis ni idea de lo que estais haciendo, ni idea.-[/Faust] intervino el nigromante que se hacía llamar ‘Faust‘, en alusión al doctor de la novela de fantasía en el que se había convertido. Visto más de cerca, su aspecto encajaba con su historia, ojos hundidos, ropa austera, barba descuidada. Le movía el mismo propósito que a Z, quizá por eso intentaba con tanto ahínco recuperar a Beatrix, para después intentar repetirlo con su difunta esposa. Sentí una mezcla de desagrado y pena por él, mezclada con la ira que me producía pensar que para él Sarah era un mero recipiente.

    – [Daniel]Ed conseguirá salvar a Beatrix. Podéis quedaros e intentar contener su espíritu.[/Daniel] – ofrecí en un gesto de buena fe. No teníamos nada en contra de que Beatrix volviese, solo contra que lo hiciese poseyendo a alguien inocente. Aun así, el ofrecimiento lo hacía por Sarah y por la propia Beatrix que se había negado a poseerla. Si hubiera sido por mí habría aplicado la máxima de «al enemigo ni agua».

    En ese instante, como una broma del destino que golpeaba con fuerza la diplomacia, se abrió un portal de color azul oscuro por el que cruzaron en un instante Bill, Vincent, Karen, Fenris y Onoskelis en su forma humana. Mi brazo se tensó, pero no la vi hacer ningún movimiento extraño y ellos habían asegurado que estaba bajo control. Sin embargo, no todo el mundo tenía la misma confianza en ellos que yo.

    – [Aaron]¿A esto llamáis contenido?[/Aaron] – espetó El Rey Blanco nada más verla aparecer. Con su aspecto era difícil no distinguirla como el demonio puro, pero que la hubiese distinguido tan rápido me hacía confirmar que tenía una historia oculta con alguno de esos seres.

    – [Bill]Mientras viva no podrá dañar a nadie. ¿Vamos a tener algún problema con eso? -[/Bill] replicó Bill. Miré la cadena en sus manos y sus venas azules sobresaliendo bajo las mangas de la camisa. El enlace entre ellos seguía ahí, de alguna forma. Miré de reojo a Onoskelis y la vi con aspecto de estar aburrida, pero no sentía el poder y la violencia que la rodeaban antes. El problema estaba en lo que Bill acababa de decir, si el moría, Onoskelis estaría libre de nuevo.

    – [Aaron]No voy a permitir que un demonio puro campe a sus anchas.[/Aaron] – afirmó el miembro de Gambit. Cuando estás muy acostumbrado a combatir, terminas por desarrollar un sentido adicional que te permite notar una lucha en ciernes. En ese instante mi sentido sabía perfectamente que ya no había vía de diálogo, el conflicto iba a estallar entre nosotros, así que empecé a trazar una estrategia. Eran pesos pesados, no nos iba a resultar nada fácil.

    De los que no conocía, me preocupaba el que iba vestido con un traje de gala con diseños arábigos, de color blanco. Por descarte era el teletransportador, y ni Sarah ni nadie de los que había estado en el Palacio lo había mencionado. Además, permanecía muy cerca del Rey Blanco. Mental siempre era un problema por su poder. Carbon con sus clones y Faust con su nigromancia rompían la superioridad numérica. Petra podía hacer literalmente que nos tragase la tierra. El Rey Blanco era literalmente un superhombre, no sabía cómo podríamos frenarle, pero torres más grandes habían caído. Me preocupaba más la Reina Blanca y su control del clima. Nuestra mejor oportunidad era atacar rápido a los puntos más clave y después aguantar contra el resto.

    – [Keli]¿Puedo matarlos?[/Keli] – preguntó la demonio con un brillo malicioso en la mirada. El Rey Blanco parecía a punto de saltar.

    – [Bill]No.-[/Bill] – intervino rápidamente Bill. Segundos después, con un giro de muñecas, la demonio lanzó al Rey Blanco hacia atrás, haciendo que golpease a Faust, que cayó al suelo, dolorido por el choque con el coloso.

    Momentos antes de que Faust tocase el suelo y El Rey Blanco se preparase para devolver el ataque, mi mano ya desenvainaba la espada de su saya. A mi izquierda, Cara se recubría de metal, en las manos de Daakka crepitaba la electricidad, Sasha balanceaba su y Dominic preparaba su telekinesis. A mi derecha, Bill dejaba paso a un demonio de piel azulada, al que adelantó Logan, rodeado de llamas de la energía que generaba su cuerpo, Fenris dejaba paso a una mole musculosa cubierta de pelo castaño claro y Vincent e Hiroshi preparaban sus armas. En la retaguardia, Mara, Mia, Karen y Rebecca, menos acostumbradas al combate, se preparaban también para servir de apoyo.

    Frente a nosotros, se alzaban auténticos titanes. El teletransportador reveló su auténtica forma, la de un djinn de color rojo sangre y ojos carentes de pupilas. La piel de una protegida empezó a desprenderse para dejar paso a un ser escamoso con cola de lagarto y lengua viperina. La Reina Blanca se alzó sobre el resto, cabalgando el aire como una Tormenta recién salida de las viñetas. Carbon se cuadruplicó, dejando una copia atrás para ayudar a Faust a recuperarse mientras las otras tres corrían hacia nosotros. En las manos de Shinken se manifestaron unas dagas de aspecto fantasmal. Heat se cubrió de llamas, dejando ver a su vez su aspecto demoníaco, con una piel acorazada de color teja. Steel dejó paso a su metálica piel, cubriendo la línea tras la que se resguardaban Mental y Butterfly. Cuando Petra y Briar liberaron sus poderes conjuntos, pareció que la misma madre naturaleza se volvía contra nosotros. Y eso solo eran una parte de las fuerzas de Z.

    El choque de nuestros ‘ejércitos‘ fue inmediato y caótico. Cada uno de los míos conocía sus fortalezas y debilidades, así como las de algunos de sus adversarios, al menos en la teoría, así que cada uno decidió su mejor objetivo. Pese a todo, sentí la falta de Sarah, Toph y Diana, era como si el grupo luchase con una mano atada a la espalda.

    Mi espada se cruzó con la hoja ancha de la espada celta del Rey Gris y me perdí en el fragor del combate. De vez en cuando me sorprendía una enredadera tratando de atraparme en un férreo abrazo, pero normalmente la esquivaba, la quemaba con un fogonazo de luz de mi mano libre o la telekinesis de Dom la apartaba.

    Apenas podía vislumbrar correctamente el resto del combate, hasta días más tarde, cuando todos discutiésemos el combate para la planificación de la futura lucha, no pude conocer completamente cómo se había desarrollado todo. Y eso no era más que una mínima parte de los contendientes que habría en una lucha desatada entre Z y la Iniciativa, con nosotros en el medio.

    El Rey Blanco estaba combatiendo desde el principio con Onoskelis, bueno, ‘Keli‘, como prefería que la llamasen. Desde mi posición no les podía ver, pero los más cercanos contaron que luchaba con toda la fuerza que tenía, como si su vida fuera en acabar con la demonio puro. Justo a su lado, Bill, en su aspecto de demonio, combatía utilizando la cadena que le unía a ‘Keli‘ contra el djinn.

    A la Reina Blanca la divisaba sobrevolando la zona de combate, pero sus esfuerzos estaban concentrados en Daakka, que podía soportar en su acorazado cuerpo las descargas de sus rayos y devolvérselas con su propio poder, distrayéndola lo suficiente como para evitar que barriese al resto con una tormenta desencadenada.

    Sé que Vincent se enfrentó a Ananta, Mara había tenido que curarle un feo mordisco en una pierna, por suerte el veneno no había penetrado. Hiroshi, por su parte, había conseguido aguantar contra Shinken, que era un auténtico demonio, en sentido figurado, del combate. En un punto llegó a paralizarle un brazo con una de sus dagas psíquicas.

    Dominic, no muy lejos de mi posición, intentaba contener todo lo que podía los ataques de Petra, tratando de llevar el combate a algo entre ellos dos para evitar que su dominio de la tierra acabase con todos nosotros de un plumazo.

    A Fenris, Mara y Mia no les veía porque estaban en la retaguardia, pero sé que se enfrentaron a varios Carbon Copy, cuando uno caía, otro salía de su original.

    Cuando Faust se recuperó del golpe desató su poder. El aire pareció helarse y la luz atenuarse, mientras de la nada aparecía una docena de esqueletos no muertos. Por suerte Sasha danzaba con libertad y pasó de incapacitar clones de Carbon Copy a destrozar a los no muertos y enfrentarse a Briar para que Dominic y yo pudiéramos defendernos de los no muertos que se nos acercaban.

    Rebecca y Karen, también en la retaguardia, tuvieron que enfrentarse a los engaños del poder de Butterfly, que se había hecho pasar por Mia. Fue una suerte que Logan, que libraba un acalorado combate con Heat, algo más alejado del combate principal para no incinerarnos a todos, no la viese.

    Mi hermana Cara estaba cerca de mi posición y pude verla en varias ocasiones, cubierta de una película de mitrilo, sonriendo, poseída por el baile del combate, mientras Steel aguantaba a duras penas. Con la fuerza del metal que la recubría pudo destrozar a los esqueletos que se le acercaron sin inmutarse, lanzando algún grito de diversión.

    El combate no iba mal para nosotros, pero estábamos teniendo suerte. Ni el ejército de Z había desatado toda su fuerza, ni todos los que habían acudido estaban librando el combate. Black Market y Mental estaban en la retaguardia, el primero simplemente esperando, seguramente por si necesitaba intercambiar el poder de alguien. Mental, por su parte, observaba el combate completamente concentrado. Todos los que le vieron dijeron lo mismo. No fuimos capaces de determinar del todo por qué no había usado su poder para ir incapacitándonos, a fin de cuentas no teníamos nadie que pudiera escudar nuestras mentes. Una de las teorías que tuvimos es que Mental coordinaba a los atacantes y extraía información de cómo íbamos a atacar nosotros.

    No sé cuanto tiempo estuvimos combatiendo. Recuerdo que mientras lo hacía, no dejaba de pensar en si Sarah se encontraría bien y de maldecir el mundo por no poder estar en ese momento con Toph, Diana y la pequeña Amy con tranquilidad, como cualquier otra familia podría estar. También recuerdo pensar en lo que estarían viendo los invitados del hotel, si habría calado lo suficiente la mentira de la película. Hoy en día, con los avances y las grabaciones en cualquier lugar gracias a los móviles, la gente podría darse cuenta, incluso con el escepticismo que imperaba en el mundo.

    Finalmente, se escuchó un estruendo que resonó a través del cielo, deteniendo el combate. Al principio pensé que había sido la Reina Blanca, pero ella estaba tan estupefacta como nosotros. Después vi que el oscuro cielo sobre el hotel se había desvanecido, volviendo a estar como antes. El conjuro había terminado.

    – [Mental]Faust, es el momento.[/Mental] – escuché decir a Mental. Había debido percibir que habían vuelto.

    Una forma etérea, resplandeciente como si estuviera hecha de polvo de oro, salió despedida del hotel en dirección a nosotros. Ed había conseguido sacar a Beatrix del cuerpo de Sarah, pero ahora necesitaba encontrar otro cuerpo para poseer. Observé a mi alrededor y vi a Faust murmurar un conjuro mientras movía las manos, haciendo que la dirección del espectro cambiase. Entonces lo entendí, la estaba llevando directa a Sasha.

    – [Daniel]Sasha, cuidado.[/Daniel] – dije corriendo hacia ella. El espectro estaba cada vez más cerca, no me daría tiempo a llegar y evitarla yo también. Pero Sasha entendió a qué me refería y se alejó con una voltereta.

    – [Sasha]No necesito guardaespaldas, pelirrojo[/Sasha].- respondió guiñándome un ojo. Faust seguía intentando dirigir a Beatrix dentro de las Cazadoras y esta vez no parecía que fuese a ocurrir como con Sarah, esta vez tomaría el control aunque ella no quisiera. Aaron seguía luchando contra Keli, ajeno a las prácticas de su compañero.

    – [Daniel]Daakka, ve con Ed y Sarah y asegúrate de que Beatrix no vuelve a entrar en ella.[/Daniel] – le pedí, Daakka era el más rápido gracias a su poder y sabía que podía confiarle la protección de Sarah. Asintió y desapareció de la escena lo más rápido que pudo. Dirigí una mirada a Faust mientras me colocaba frente a Sasha y el resto se acercaba a nosotros para cubrirla.

    Faust entrecerró los ojos y en una fracción de segundo, todo cambió. Entre nosotros, en mitad de la nada, apareció Sarah caminando. Antes de tener tiempo a reaccionar, el espectro de estela dorada penetró en su cuerpo, que se iluminó antes de caer al suelo, inconsciente. Mi mundo pareció llegar a su fin, hasta que vi su pelo rubio cambiar a moreno. Beatrix había entrado en Butterfly.

    Reinó el silencio, solo roto por el combate eterno entre Keli y el Rey Blanco. La Reina Blanca descendió para comprobar si Butterfly seguía con vida. Lo estaba. En ese momento, Daakka regresó con Sarah y Ed a cuestas. La miré y supe que estaba todo bien.

    – [Amaya]Aaron, para[/Amaya].- pidió la Reina Blanca, devolviendo al Rey Blanco al mundo real. Dejó de atacar y Bill le pidió por favor a Keli que se retirase, algo que hizo con reticencia.

    – [Faust]Todo listo para la posesión.-[/Faust] indicó el nigromante. Steel se agachó sobre la inconsciente Butterfly y la cargó en brazos. Cada vez que pensaba que esa podría haber sido Sarah, mi mundo se hundía.

    – [Daniel]Tenéis todo lo que habéis venido a buscar.[/Daniel] – les indiqué. Keli estaba bajo control y bajo protección. Sarah estaba a salvo y Beatrix estaba contenida dentro de Butterfly. – [Daniel]Podemos dejar este combate para otro momento.[/Daniel] – añadí. Todos sabíamos que el enfrentamiento era inminente. Nunca podríamos sentirnos lo suficientemente preparados, pero la realidad es que estaba a la vuelta de la esquina.

    – [Aaron]Ya habéis hecho suficiente trayendo de vuelta eso.[/Aaron] – replicó el Rey Blanco dedicando una mirada a Keli, que le respondió sacando la lengua. – [Aaron]Sé que no sois malas personas, pero sois imprudentes y os ponéis en el camino de algo que será mejor para todos.[/Aaron] – afirmó mientras sus tropas se replegaban entorno a Butterfly y el djinn preparaba su magia para teletransportarles. – [Aaron]Os lo aconsejo, la Iniciativa se está preparando, es cuestión de semanas. Manteneos apartados. Por vuestro bien.[/Aaron] – añadió como un último consejo, asegurando lo que todos sabíamos ya.

     – [Sarah]Haremos lo que tengamos que hacer, Aaron. Como siempre[/Sarah].- replicó Sarah cruzándose de brazos. El Rey Blanco se calló, pero en su mirada estaba la respuesta que no había manifestado, que parecía decir «igual que nosotros».

    Su grupo se desvaneció para cuando la tormenta de arena roja se disipó. Solo quedamos nosotros.

    – [Cara]Los de Z se creen muy listos, pero si fueran tan listos no seguirían a un malo[/Cara].- refunfuñó mi hermana. Fui incapaz de reprimir una sonrisa, especialmente cuando me acerqué a Sarah para darle un beso y asegurarme de que todo estaba bien.

    Sí, teníamos una batalla en ciernes, superados en número, superados en poder, teniendo que mediar entre dos enormes fuerzas. Pero seguíamos teniendo unos a otros.

  • EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    Sarah | Éter

    ¿TARDE?

    sarah040516

    Me desperté desorientada, como si hubiera dormido una siesta de tres horas o quizás, de tres meses. Lo último que recordaba era que Ed había realizado un ritual, el ritual para intentar librarme de Beatrix, pero parecía tan lejano que ya ni siquiera era capaz de perfilar correctamente la escena en mi cabeza, así que no pidáis que suene congruente.

    Cuando caímos sobre la hierba, Ed aseguraba que acabábamos de pasar por una especie de tubo caleidoscópico al más puro estilo Doctor Who. Pero nada, mi cerebro estaba apagado o fuera de cobertura. A veces, parecíamos vivir a toda velocidad y otras, el tiempo se dilataba y los días parecían meses. Esta era una de esas veces, por lo que tardé un poco en ubicarme. Especialmente, porque a mi alrededor se estaba construyendo el pabellón infantil de mi colegio de Moondale y me dio por pensar en esa curiosa sensación de pertenencia que sientes hacia tu colegio, que es inversamente proporcional al asco que te da el instituto al que fuiste.

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  • BIENVENIDA AL EQUIPO

    Bill Parker | Afueras de Merelia

    MAÑANA

    BILL2

    Aun me estaba recuperando de lo que acababa de ocurrir, nunca había sentido un dolor físico tan intenso, era como si el fuego hubiese recorrido mis venas. Observe mis brazos, las venas ya no estaban tan remarcadas pero seguían manteniendo cierto tono azulado. Palpé la cadena en mis manos, se sentía más ligera, como si todo su poder hubiese desaparecido y no fuera más que un simple arma.

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  • NO TODO ES BLANCO O NEGRO

    Diarios de Destino | Palacio Kvinneby

    TARDE

    palaciokvinneby

    La puerta del despacho del Director vibró bajo la fuerza del puño que estaba llamando para pasar. Sentado tras el escritorio, Z depositó el retrato de su fallecida esposa en un cajón y se puso en pie.

    – [Z]Adelante.[/Z] – dijo para dejar paso a quien estaba al otro lado de la puerta, aunque no había duda de quién era, porque él mismo le había mandado llamar. La situación lo exigía.

    La manilla de la puerta giró y Aaron atravesó el umbral de la puerta, cerrándola tras de sí y cruzando la estancia con el ceño fruncido, sin mediar palabra. El Director sabía que tendría que enfrentarse a un Aaron así cuando le mandó llamar, y no le faltaba razón.

    – [Aaron]Me imagino que esto tiene algo que ver con lo que está pasando abajo.[/Aaron] – dijo el Rey Blanco deteniéndose frente al escritorio. Z no pudo evitar pensar en su fallecido amigo y consejero, Abel, y en cómo habría bordeado el escritorio y se habría situado a su lado, observando el horizonte a través de la ventana mientras le aconsejaba.

    Hacía una hora que el equipo que había enviado para «recuperar» a Sarah había vuelto, magullado y vencido por un desafortunado giro de los acontecimientos. El temperamento de aquellos que había enviado del bando negro había estallado de ira cuando les negó la oportunidad de volver a enfrentarse a ellos. Z sabía que estaban demasiado resentidos como para no esperar unas grandes bajas, y aunque había marcado al amigo de la Cazadora como prescindible, no quería ser cómplice del genocidio de todos los Moondies, como se llamaban a sí mismos.

    Como consecuencia, casi todo el Palacio se había enterado de que el Director había enviado en secreto a un grupo formado casi en exclusiva por el bando negro contra la Cazadora y los suyos.

    – [Z]Sí.[/Z] – afirmé. Decidí explicarle la verdad a Aaron para asegurarme de que no hubiese disensiones entre nosotros antes de conseguir nuestra utopía. Aunque eso no significaba que no tuviese que adornar un poco esa verdad. No le costó trabajo justificarse, sabía que nadie entendería el dolor y el ansia de recuperar a su amada.  – [Z]Fortuna me dio una visión.[/Z] – empezó a decir. Esa parte era cierta, la joven potenciada con la capacidad de infundir visiones del futuro en otros, se había convertido en un recurso continuo del Director. La última de sus visiones le había mostrado a Beatrix siendo extraída de Sarah a manos de ese amigo suyo. No podía confiarles a ellos algo tan importante. – [Z]Sarah fue a la Iniciativa para recuperar un artefacto que en teoría podía ayudarme a recuperar a mi esposa.[/Z] – continuó explicando, yendo un poco más atrás, a algo de lo que Aaron no sabía nada. Lo único que sabía de aquella partida era que su misión era minar las fuerzas de la Iniciativa, y que había salido mal. Pero el objetivo real era recuperar el artefacto de las Cazadoras. Aunque al final no fue necesario. La mirada de Aaron estaba fija en él, sentía su ira contenida.  – [Z]He descubierto que lo que pasó fue que su espíritu entró en Sarah al tocar el artefacto.[/Z] – añadió. Tras los informes de la misión pensó que todo había salido mal, que el artefacto no había funcionado, pero Mental y Faust descubrieron la verdad.

    – [Aaron]¿Por eso la tenías aquí?[/Aaron] – preguntó Aaron, molesto. Sentía el juicio de los miles de años a sus espaldas cayendo sobre él, pero Z también llevaba suficiente tiempo en la Tierra para tener su propia perspectiva. Aaron no sabía nada del mundo, se había ido a dormir plácidamente hasta que él le despertó.

    – [Z]Déjame terminar Aaron. Después prometo escucharte.[/Z] – aseguró. No le gustaban las lecciones, pero estaba dispuesto a ceder a ellas por mantener la unidad de los suyos, y por recuperar a Beatrix. – [Z]Al saberlo, me dejé llevar por las emociones y envié un equipo para traer a Sarah y extraerle el espiritu. Por la seguridad de ambas.[/Z] – puntualicé. Cierto era que no me fiaba de las habilidades del hechicero para extraer a salvo a Beatrix, pero estaba seguro de que no haría ningún daño a su amiga.

    – [Aaron]¿Un equipo formado por el bando negro…y un par de grises?[/Aaron] – preguntó apretando los puños, haciendo que la poderosa musculatura de sus brazos se marcase contra una camiseta que apenas le contenía. – [Aaron]¿En qué demonios estabas pensando Z?[/Aaron] – bramó, aun así, contenido.

    – [Z]Tienes razón. Les envié a ellos y a Lloyd para vigilarles, porque no quería preguntas, solo quería recuperar a mi esposa. Y me dejé llevar.[/Z] – respondió con total sinceridad. No había mucho que adornar en eso, y las pequeñas mentiras siempre son más fáciles cuando entregas parte de la cruda verdad junto a ellas.

    – [Aaron]¿Máscara Negra, Leprechaun, Elsass? No me creo que pensases que Lloyd podría controlarles.[/Aaron] – replicó él. Todos se conocían demasiado bien ya. A Máscara Negra le habría matado con mis propias manos cuando descubrió a qué dedicaba su tiempo libre, coleccionando rostros de aquellos a los que asesinaba. Pero no podía permitirse perder su poder, al menos hasta conseguir lo que todos buscában. Al menos Máscara Negra era un psicópata homicida y despiadado, pero sabías lo que podías encontrarte con él. Respecto a los otros dos, Elsass apoyaría la causa porque le interesaba la posición que le ofrecía. Y la Reina no se atrevería a llevarle la contraria porque recordaba cómo y dónde la había encontrado y apreciaba ese hogar más que ninguno de ellos.

    – [Z]He cometido un error. Abel era mi perspectiva en un mundo al que a veces me cuesta creer que todavía pertenezco.[/Z] – dijo recordando con pesar la pérdida de alguien a quien había considerado de verdad un amigo. Y aun así, no había podido protegerle, al igual que a Beatrix. Todos los que le importaban se iban. Era como si estuviese maldito, como si por cada generación que vivía más allá de la que me correspondía, alguien lo pagase. Abel me daba una perspectiva del mundo con esperanza, algo que había perdido hacía mucho.

    – [Aaron]Eso no te exime.[/Aaron] – sentenció. Aaron era inflexible, una moral de un blanco absoluto. – [Aaron]Creaste los bandos para algo, para equilibrarte en tus decisiones. Pero después eliges uno y otro según te convenga.[/Aaron] – no le faltaba razón. En ese mismo instante lo acababa de hacer, llamándole a él en lugar de incluir a Amaya, porque sabía que ella no creería en él directamente. Pero si era Aaron quien se lo decía, con quien se rumoreaba que compartía cama bastante a menudo, entonces lo entendería. Aaron y él tenían bastantes cosas en común, al igual que con Lloyd, todos habían vivido más allá que cualquier otro.

    – [Z]Lo sé, la utopía que pretendemos no puede conseguirse así. Será diferente a partir de ahora.[/Z] – afirmó, como una propuesta para enterrar el hacha de guerra. Estaba demasiado cerca de conseguirlo todo como para dejarlo escapar por hacerlo irreflexivamente. Si algo le habían enseñado los años era paciencia. Vio a Aaron relajarse un poco. – [Z]Pero tenemos un problema que solucionar antes.[/Z] – le planteó.

    – [Aaron]¿Qué han hecho?[/Aaron] – preguntó con el semblante completamente serio. Tratándose del grupo que había enviado, debía estar imaginando que habían matado a alguien, quizá a todos.

    – [Z]No han sido ellos. Los amigos de Sarah salieron a defenderla.[/Z] – comenzó a explicar, en base a lo que Lloyd le había transmitido. – [Z]Al verse superados, liberaron un poder que no pueden controlar.[/Z] – añadió, sin saberlo, le habían dado una oportunidad perfecta para reunir a los suyos con un objetivo común y alejarse de las dudas que sembraban las intenciones del grupo de Sarah. – [Z]Un demonio puro.[/Z] – dijo finalmente.

    Aaron apretó los puños. Sabía bien qué era un demonio puro. Era el único del Palacio que se había enfrentado a uno y había sobrevivido. Pero ese enfrentamiento le dejó hibernando durante milenios. – [Aaron]Esto se está yendo de las manos. Va a morir gente inocente.[/Aaron] – replicó, enfadado.

    – [Z]Lo sé. Por eso os pido detenerlo y si es posible, ayudar a Sarah extrayendo el espíritu de Beatrix. Faust os acompañará para recogerlo.[/Z] – propuso, aprovechando la distracción del demonio para acercar de nuevo a Aaron. – [Z]A un equipo equilibrado. A partir de ahora siempre habrá el mismo número de miembros de cada bando. Como debería ser.[/Z] – ofreció, pugnando por volver a conseguir su confianza.

    – [Aaron]Confiaré en ti, Z. Pero no sin reservas.[/Aaron] – aseguró Aaron. No esperaba menos de él. – [Aaron]Si esto vuelve a pasar, me iré.[/Aaron] – añadió. No tenía duda de que cumpliría su palabra, pero el sueño que todos tenían en común era un enlace demasiado fuerte.

    – [Z]Me parece razonable.[/Z] – concedió el Director, a sabiendas de que tendría que hacer las cosas de otra forma, pero si conseguía recuperar a Beatrix no habría problema, no necesitaría ocultar nada a los suyos, todos trabajarían por un bien común.

    – [Aaron]Y la otra condición es que yo elijo el equipo. Ni Máscara ni Leprechaun ni Elsass.[/Aaron] – puntualizó. Confiaba en Aaron para elegir a unos miembros capaces de enfrentarse tanto a los defensores de Sarah como al demonio puro. La única que les habría resultado más útil contra el demonio habría sido la Reina Negra, pero no iba a arriesgarse a presionar.

    – [Z]De acuerdo. Pero Faust y Butterfly tienen que ir en ese equipo para encargarse del espíritu.[/Z] – respondió. Aaron pareció algo extrañado por lo de Butterfly, pero no preguntó. La realidad era que no iba a arriesgar nada, si no conseguían mantener a Beatrix imperando sobre el cuerpo de Sarah, tendría que ser sobre el de la otra Cazadora que estaba con ella. Y si no se podía sobre ninguna, tendríamos que intentarlo con Butterfly.

    Aaron asintió. – [Aaron]Amaya, Irina, Meilien, Russell y yo del blanco. [/Aaron] – recitó de inmediato. Aaron era un magnífico estratega. Russell le aseguraba la superioridad numérica, con Irina y Amaya controlaba los elementos, él mismo daba la superioridad numérica y Meilien le daba capacidades para incapacitar sin matar a nadie. – [Aaron]Erfric, Faust, Lloyd, Briar y Steel del gris.[/Aaron] – continuó. Nada extraño en las elecciones, Erfric y Briar de nuevo para controlar todos los factores elementales y los otros dos como combatientes. Nunca le había pasado desapercibido el hecho de que, pese a elegir todos un nuevo nombre cuando entraban allí, los más cercanos comenzaban a tratarse por su nombre real. Eso era un claro indicativo de en quien tenía más confianza Aaron. – [Aaron]Y del negro: Butterfly…Dimitri, Black Market, Ananta y el Djinn[/Aaron] – añadió finalmente. Tan solo nombró a Mental por su nombre. A Black Market sabía que se lo llevaba por si necesitaba intercambiar algún poder, Mental daba ventaja táctica y permitía incapacitar a algunos sin daño. Y el Djinn, Aaron no confiaba en él, pero su magia podía serles útil contra el demonio.

    – [Z]Reúnelos y coged lo que necesitéis.[/Z] – dijo simplemente. Quería demostrar su confianza en él. – [Z]Gracias, Aaron.[/Z] – añadió.

    – [Aaron]No me des las gracias. Toma la posición que tienes que tomar.[/Aaron] – sentenció. El Director asintió.

    La puerta se cerró tras Aaron y el Director quedó a solas en la habitación. Conocía perfectamente su posición, pero no podía soportar tomarla sin la persona que más merecía ver esa utopía. Y estaba a punto de recuperarla.

  • EL DESPERTAR DEL ALMA

    Diarios de Destino | Hotel White Candle, Merelia

    MAÑANA

    hotelwhitecandle

    La Elegida, el Invocador y la Costurera atravesaron a toda velocidad las puertas del hotel, con un rápido saludo al amable recepcionista que había terminado bailado sobre una mesa el día anterior, en la boda de Elizabeth.

    Habían recorrido todo el camino desde el hospital hasta allí en un silencio obligado, para no extrañar hablando de exorcismos a un taxista que nada sabía del mundo sobrenatural. Cuando finalmente les dejó en el aparcamiento del hotel, pudieron hablar apresuradamente de lo que había que hacer.

    – [Sarah]Hay que avisar a alguien[/Sarah].- planteó la Elegida, intentando trazar una estrategia. Siempre era más difícil pensar en frío en una situación tan acuciante.- [Sarah]No podemos solos[/Sarah]. – admitió con pesar. La expresión «el peso del mundo a sus espaldas» encajaba perfectamente con Sarah Echolls. A veces deseaba volver a ser aquella chica que se lamentaba de lo que el destino le había impuesto e intentaba huir de ello, pero después pensaba en todo lo bueno que le había traído, a pesar de las desgracias, y tenía miedo a ser de nuevo esa muchacha.

    – [Ed]Esperemos que Vincent, Bill y Karen…no hayan regresado ya a Louna.[/Ed] – comentó el hechicero con resuello.

    – [Sarah]Y voy a avisar a Logan[/Sarah].- añadió ella, haciendo una pausa para escuchar las quejas ya por costumbre, pero Ed no iba a quejarse. Ed daba muchas oportunidades a todo el mundo.

    En ese instante, mientras subían las escaleras de dos en dos, guardaban de nuevo silencio, ocupados en sus respectivas tareas. Edward repasaba nerviosamente lo que sabía del conjuro que tenía que obrar sobre Sarah, centrándose compulsivamente en lo que podía salir mal. Sarah por su parte intentaba avisar a todos los que podía para que les ayudasen, reteniendo a sus perseguidores mientras que el resto de Moondies llegaban para sumarse en la defensa. Lucy por su parte no sabía qué hacer, pero sí sabía que quería ayudar en todo lo posible a su pareja y a su hermana materna recién descubierta.

    La Elegida se sentía frustrada por tener que pedir a los demás que se arriesgasen por ella, pero en ese momento no sabía qué más hacer y sabía que no era una de esas veces en las que podía hacerlo sola. No quería arriesgarse a volver a ese lugar, a terminar en manos de Z y sus secuaces.

    Entraron en la habitación que compartían Edward y Lucy y éstos se sentaron un instante para tomar aliento mientras Sarah, que prácticamente no había sudado con la carrera, continuaba avisando al resto y respondiendo a su hermana para asegurarse de que ni a ella ni a Christopher les daba un ataque o intentaban hacer una locura.

    Ed cogió el teléfono y marcó el número de la habitación de Bill para avisarle, aunque cuando lo hizo descubrió que Diana se había adelantado y Bill estaba a punto de salir hacia allí.

    En ese momento alguien llamó a la puerta y Lucy, después de mirar por la mirilla, abrió. Eran Vincent y Mara, que seguramente por sus ropas estaban en la piscina cuando Diana les había avisado. Idris iba en brazos de Mara. – [Lucy]¡Qué rapidez![/Lucy]- respondió con una sonrisa. La Elegida se preguntó si Lucy no se parecería más a ellas en algunas cosas que la propia Kaylee, porque esa sonrisa parecía esconder de una forma totalmente aparente las inseguridades o temores que pudiera tener.

    – [Sarah]Será mejor que Lucy se lleve a Idris, porque son los que más peligro corren[/Sarah].- aconsejó ella, dedicándoles una mirada a la que la aludida respondió con un asentimiento, cogiendo a Idris en brazos y cogiendo la llave que Vincent le tendía para resguardarse allí.

    – [Vincent]Bill está de camino y Karen salía ahora de la habitación.[/Vincent] – explicó Vincent dejando la bolsa de la playa en el baño.

    Antes de que la puerta se cerrase tras Lucy, Bill apareció por el arco de la misma, con un ceño fruncido que iba dirigido a la constante cháchara que Keli parecía tener ese día.

    – [Bill]Qué ocurre, ¿todo bien en el hospital? -[/Bill] preguntó intentando hacer caso omiso a la voz que hablaba en su cabeza. Diana no había debido tener tiempo para mucho más que para decirle que fuera en su ayuda. Eso decía mucho de los pocos motivos que necesitaba Bill para ayudar a otra persona. Karen llegó segundos después.

    – [Sarah]Gracias por venir[/Sarah].- dijo Sarah mirándoles. Después hizo una pausa y se mordió el labio, nerviosa. De nuevo le asaltó la carga de tener que pedirles que la defendieran.- [Sarah]Cuando venga Logan, os explico a todos lo que pasa[/Sarah].- añadió. No le apetecía tener que decirlo demasiadas veces.

    – [Mara]¿Logan…?[/Mara]- preguntó Mara torciendo el gesto. Lo suyo con Logan no había terminado demasiado bien después de todo.

    – [Ed]Créeme, necesitamos toda la ayuda de la que dispongamos.-[/Ed] intervino Ed acudiendo en ayuda de Sarah.

    Unos segundos después alguien llamó a la puerta. Al abrir se encontraron a una Mía sonriente.

    – [Wing]¿Es una fiesta?[/Wing]- preguntó con una sonrisa. Detrás de ella venía Logan con gesto agrio en el rostro, pero que pareció animarse al no ver a Daniel en la sala, y volvió a torcerse al ver a Mara y Vincent. Sarah había avisado a Mia para que fuesen.

    – [Sasha]Si es una fiesta, falta la música[/Sasha].- replicó la voz de Sasha detrás de ellos. Entró y cerró la puerta tras ella antes de apoyarse en el murete de la entrada. Logan la observó de reojo. Sarah también la había avisado y le dedicó una sonrisa al verla a la que la Cazadora respondió guiñándole un ojo.

    – [Sarah]Los de Z nos persiguen[/Sarah].- resumió rápidamente. Mia ahogó un grito de sorpresa. El resto se limitaron a observar.

    – [Vincent]¿A nosotros directamente?[/Vincent] – preguntó extrañado. Parecía que el enemigo lógico de Z era la Iniciativa, pero el propio Director tenía una agenda privada más importante para él que consistía en recuperar a Beatrix. Y para eso necesitaba a Sarah.

    – [Sarah]A ver, esto es largo…[/Sarah]- admitió llevándose una mano a la frente. Los nervios hacían que los pensamientos y el discurso que había pensado se agolpasen en su mente. Ed no podía ayudarla demasiado tampoco en ese instante porque continuaba repasando nerviosamente el conjuro, asegurándose de que lo conocía todo para no equivocarse.

    – [Karen]Sarah no está sola. Con ella hay otra rubia[/Karen].- apuntó Karen para ayudarla. Sarah la observó durante un instante, asustada e impresionada por la capacidad de Karen para ver las almas de los difuntos.

    – [Logan]Todos podemos verla.[/Logan] – replicó Logan con una sonrisa mirando en dirección a Sasha. Sarah se sonrojó visiblemente.

    – [Karen]Cariño, menos mal que estás bueno, porque eres el tío más tonto del universo[/Karen].- le espetó Karen alzando una ceja. Logan se calló, más por la mirada que le dirigió Mia cuando se dispuso a hablar que por su propia predisposición.- [Karen]Hay un espíritu con ella[/Karen]. – puntualizó, por si Mia se había tomado al pie de la letra la broma de Logan.

    – [Vincent]La esposa fallecida de Z, o algo así, ¿no?[/Vincent] – comentó Vincent mirándoles. Sarah tenía el pelo de punta, una cosa era haber hablado con Beatrix en su subconsciente y saber que estaba allí, con ella, y otra darse cuenta de que estaba poseída por una difunta.

    – [Sarah]Ed tiene que ayudarme a sacar a Beatrix[/Sarah].- aclaró la Elegida con un asentimiento de cabeza. Ed desvió la vista, nervioso cuando las miradas se centraron en él.

    – [Vincent]Y la gente de Z viene a hacerlo antes que vosotros.[/Vincent] – preguntó Vincent empezando a recomponer lo que estaba pasando.

    – [Sarah]Necesitamos que nos ayudéis para que Ed pueda llevar a cabo el ritual[/Sarah].- pidió dedicando unos instantes para mirar a Logan pidiéndole que se comportase. Necesitaban tomárselo muy en serio porque Z había enviado a esos miembros de Gambit por una razón. Eran los que estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por cumplir la misión.

    Edward se apoyó en la mesa de la habitación y cerró los ojos mientras su mente era arrastrada inconscientemente a otro lugar. Un lugar del que solo era testigo, pero sin poder actuar.


    APARCAMIENTO DEL HOSPITAL

    parkinhospital
    No había rastro de los enviados de Z, que habían conseguido huir gracias a la combinación de sus poderes sin que los Moondies pudiesen retenerlos, después de un combate que había parecido quedar en tablas. Duke se dirigía en ese momento a toda prisa al ascensor, de camino a avisar a Christopher y a Diana de lo que había pasado. Dominic, por su parte, al lado de una Rebecca preocupada, estaba hablando por teléfono con los Satellites para pedir su ayuda.

    Daniel se encontraba en ese momento junto a su hermana, Cara Elle, haciendo cicatrizar con su poder una herida superficial que la dísir tenía en un brazo.

    – [Cara]El poder de Daniel viene sin anestesia, así que es una mierda[/Cara].- sentenció Cara Elle con una mueca de disgusto. Daniel podía acelerar la curación de heridas, pero el picor y el escozor de la herida al cerrarse seguían ahí.

    – [Daniel]No te quejes tanto.[/Daniel] – le replicó con cariño, concentrándose en terminar de cerrar la herida. Su mano temblaba ligeramente, de una forma casi imperceptible. El aesir temía por la Elegida de una forma que no sabría explicar con palabras. – [Daniel]Ya sé que tu poder es más útil.[/Daniel] – comentó con su hermana, intentando distraerse. A juzgar por su distribución debían estar esperando el regreso de Duke para coger los coches, incluyendo el de Christopher, y salir en dirección al hotel para sumarse a la defensa.

    – [Cara]No todo el mundo tiene un poder tan práctico como el de Cara[/Cara].- aclaró orgullosa. Durante el combate había aprovechado todos sus nuevos trucos, recubriéndose de los materiales de sus dos piercing y dando una sorpresa a Steel cuando se recubrió de titanio.

    – [Daniel]No todo el mundo es tan listo como Cara para llevar tanto metal encima.[/Daniel] – respondió su hermano, tomando nota de una idea que había tenido para algo que estaba preparando de cara a la batalla final que todos sabían que terminaría por ocurrir. – [Daniel]¿De dónde sacaste el titanio?[/Daniel] – preguntó distraídamente, para mantener la mente ocupada.

    – [Cara]Un piercing en la teta[/Cara].- respondió su hermana encogiéndose de hombros. Daniel casi se atraganta con su saliva y decidió no preguntar por la madera, porque se imaginaba la respuesta.

    – [Daniel]Has crecido muy rápido.[/Daniel] – dijo observando su pelo de brillante color rosa chicle, mientras ambos se sentaban en el coche del aesir para esperar.

    – [Cara]El viejo aceleró el crecimiento de Cara[/Cara].- comentó su hermana con una sonrisa. Cara Elle había crecido en dos encierros diferentes, uno impuesto por su abuelo y otro por su tiempo en la Nada. Le habían robado una infancia que nunca recuperaría. Pero eso no había evitado que se convirtiese en una adulta hecha y derecha que ahora tenía frente a sí.

    – [Daniel]No me lo recuerdes.[/Daniel] – respondió el aesir con pesar. Era consciente de que lo que sentía por su abuelo no cambiaría ya nunca, sin importar si era familia o no. – [Daniel]Me refiero a que cuando nos vimos por primera vez eras como una niña de nuevo.[/Daniel] – intentó explicar. Después de recuperarla habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo y Daniel sentía que no había podido tomarse el tiempo necesario con su hermana. – [Daniel]Y con todo lo que ha pasado…ahora te veo tan…adulta y pienso que te he dedicado poco tiempo.[/Daniel] – se sinceró, frunciendo el ceño, preocupado.

    – [Cara]Es que le has dedicado poco tiempo a Cara, pero no pasa nada. Has estado ocupado[/Cara].- explicó su hermana sin un ápice de rencor en sus palabras. Daniel pensó una vez más que no se merecía las personas tan maravillosas que le habían tocado en la vida.

    – [Daniel]Lo siento.[/Daniel] – aseguró. Cara Elle le miró con el ceño fruncido, después de haberse ido cuando pasó lo de Sarah, había pedido perdón muchas veces hasta que Cara Elle le había dicho que si volvía a decirlo, le dejaría de hablar. – [Daniel]Tienes que recordármelo si me vuelvo a perder en…toda esta vida.[/Daniel] – le pidió. Todavía había una guerra en el horizonte que parecía más cruenta que todo lo anterior, pero Daniel siempre tenía la esperanza de que después de eso pudiesen tomarse un respiro y vivir. – [Daniel]Podemos ponernos al día mientras viene Daakka.[/Daniel] – sugirió escondiendo sus manos para que no se notase su miedo por Sarah.

    Pero Cara Elle había crecido muy rápido y lo supo. Llevó su mano sobre la de su hermano, tranquilizándole, y hablaron mientras esperaban a Daakka. Hablaron como no lo habían hecho en mucho tiempo.


    DE NUEVO EN EL HOTEL WHITE CANDLE, MERELIA

    room

    Ed abrió los ojos y se encontró los de los demás fijos en él. – [Ed]Debemos darnos prisa, han conseguido escapar de la refriega con los demás y se dirigen hacia aquí.[/Ed] – avisó, volviendo a centrarse en mirar una y otra vez las notas que había tomado en la tablet.

    – [Sarah]Si alguien quiere irse, puede hacerlo. No es obligatorio[/Sarah].- aclaró Sarah. No quería que nadie sintiese que tenía que arriesgar su vida por ella si no lo merecía. No les culparía por ello.

    – [Logan]Que vengan esos mierdas.[/Logan] – replicó Logan caminando hacia Mia para darle un beso con demasiado ímpetu, antes de salir por la puerta en busca de enemigos a los que enfrentarse.

    La Cazadora dedicó una mirada especialmente larga a la Elegida y salió detrás de Logan, empuñando su vara con ganas de enfrentarse a la gente de Z.

    – [Ed]Diana ha dicho que era parecido a lo que hago con los…wisp.[/Ed] – comentó para sí. Pasando por las notas de la tablet de una forma que solo él comprendía. – [Ed]Necesito que alguien vaya a buscar esto al restaurante.[/Ed] – añadió tomando un bolígrafo con la mano izquierda y escribiendo apresuradamente en una servilleta.

    Mara cogió el papel. – [Mara]Esto…creo que puedo hacerlo[/Mara]. – afirmó antes de salir corriendo. Por suerte su nueva constitución la mantenía un poco más en forma, aunque nunca tanto como cuando era vampiresa.

    Ed levantó la vista de la tablet y miró a su alrededor, descolgando un espejo que había sobre un tocador y pidiendo a Vincent que descolgase el del baño. Después abrió la puerta del pasillo y les señaló otros tantos espejos, pidiéndoles que los cogieran. Bill fue el primero en salir a por ellos, seguido de Vincent y Karen. Nadie protestaría demasiado a dos policías y su consultora.

    Cuando volvieron empezaron a colocarlos por toda la habitación, de forma que Sarah, a la que pidió que se sentase en la cama, siempre se reflejase en al menos uno de ellos.

    Mientras los demás colocaban los espejos, el Invocador, intentando controlar su miedo, trazó un círculo de arena alrededor de la Elegida, utilizando la que había en los jarrones decorativos del pasillo.

    Unos minutos más tarde Mara llegó sin aliento con las cosas que Ed le había pedido, y algunas adicionales que no había tenido más remedio que pedir.

    Ed echó varias de ellas en uno de los jarrones vacíos y removió con una percha rota. – [Ed]Mezcla todo hasta formar una pasta.[/Ed] – pidió a Bill, que tenía más cerca, mientras él terminaba de cerrar el círculo de arena.

    Cuando Bill terminó de formar la pasta y Ed de cerrar el círculo quedando Sarah y él en su interior, pidió el jarrón a Bill e introdujo sus dedos en la pasta para dibujar un símbolo en la frente de Sarah y otro homólogo en la suya propia. – [Ed]Será mejor que…no crucéis el círculo…hasta que terminemos.[/Ed] – aseguró con un titubeo en la voz que ya tenía superado, pero que la presión de los acontecimientos parecía amenazar con traer de vuelta. Se concentró para relajarse, no podía recitar el conjuro si se ponía a tartamudear.

    – [Sarah]Das miedo[/Sarah].- le animó Sarah con una sonrisa.

    – [Ed]Espero que en el buen sentido. ¿Estas lista? -[/Ed] preguntó a una de sus dos mejores amigas.

    – [Sarah]Estoy asustada, pero confío en ti[/Sarah].- admitió ela con sinceridad. Respiró profundamente y se relajó mientras Ed se preparaba para recitar el conjuro que salvaría a Sarah.

    Su vida estaba ahora en manos del Invocador. Por su mente se cruzaron los recuerdos de unas Diana y Sarah muy pequeñas protegiéndole de los abusones y siendo sus amigas. Así como las de otro Ed que ni siquiera había visto morir a la chica que tenía frente a él y se había enterado por una llamada de teléfono de Christopher.

    Y el Ed de ahora empezó a entonar las palabras en latín, poniendo empeño en cada una de ellas, mientras su cuerpo se movía acorde con el ritual. Ellos dos estaban a punto de librar una batalla en otro plano, mientras que sus amigos la libraban en este.


    EXTERIOR DEL HOTEL WHITE CANDLE, MERELIA

    keli2
    Logan, Sasha, Bill, Vincent y un recién aparecido Fenris habían formado una línea frente al hotel, cortando el paso a los miembros de Gambit que se dirigían hacia ellos. En la retaguardia, Mara, Karen y Mia esperaban con impaciencia, esperando poder ayudar con sus escasas habilidades de combate. En una de las ventanas una joven rubia con un bebé de tez oscura en brazos les observaba con temor y esperanza.

    El combate se desató de forma cruenta, sin mediar palabra. Logan desató sus poderes en cuanto les vio aparecer y los demás se unieron irremediablemente. Tenían mucho poder en sus manos, pero los miembros de Gambit les superaban en número y sus poderes excedían en muchos casos los de los defensores.

    Aguantaron con dificultades en un combate desesperanzado. La fuerza combinada del Rey Negro, que se manifestaba en forma de los más profundos miedos de cada uno de los presentes, alimentándose de ellos, y de la Reina Negra, que con su magia de sangre era capaz de los más terribles conjuros, ponía a prueba sus fuerzas.

    Este combate abierto era aún más difícil para los defensores que el que habían entablado contra el grupo Adams-Zero, porque en el exterior del hotel-tapadera que servía como base a los O.W.L.S., no había inocentes observando la escena asombrados. Pero ésa exposición sería un problema del que tendrían que ocuparse más adelante. Siempre podrían decir que se estaba filmando una película.

    La lucha se volvió brevemente a su favor cuando Daniel, Cara, Dominic, Rebecca y Daakka llegaron en sus coches y se sumaron a ella. Pero la alegría no duró demasiado. Después de unos minutos en los que parecía que podrían llegar a expulsarles, vieron acercarse por el horizonte a nuevos miembros del bando negro de Z.

    Ahora los defensores eran: Bill, Vincent, Dominic, Rebecca, Daniel, Cara, Daakka, Sasha y Logan, con Mara, Mia y Karen de apoyo. Pero entre sus atacantes contaban con: El Rey y la Reina Negros, El Rey Gris, El Caballo Negro, Mental, Wall, Banshee, Steel, Link, Oblivion, Marrow y un par de chicas cuyo nombre desconocían.

    – [Vincent]Se ha puesto peor desde que habéis llegado.[/Vincent] – comentó Vincent mientras se enfrentaba a las armas de hueso de Marrow. Había muchas cosas que podían salir mal, inocentes heridos, exposición de sus poderes… Pero tenían que aguantar, nunca dejarían de lado a una de los suyos. El problema estaba en que esa misma lealtad podía darse entre la gente del Director y éste podía tergiversar la lucha como un ataque de los Moondies y sus aliados, haciendo que enviasen unos refuerzos que podían acabar con ellos fácilmente.

    Cara Elle se agachó sobre una de las rocas decorativas del exterior del hotel y cubrió su cuerpo de la misma, asestando un golpe al gigante Wall haciendo que retrocediese.

    – [Cara]Duele, ¿eh?[/Cara]- replicó la dísir mientras se preparaba para el segundo asalto. Su piel había vuelto a ser normal.

    – [Wall]Nada comparado con lo que te va a doler a ti.[/Wall] – replicó el hombretón, irguiéndose para cargar contra ella.

    – [Cara]A Cara Elle le gusta pegar[/Cara].- admitió con una sonrisa mientras su cuerpo su cubría ahora de titanio, asestándole de nuevo un golpe a que siguió otro. Cara Elle estaba aprovechando para descargar toda su ira acumulada.

    A su lado, Daakka sostenía a Steel mientras una descarga recorría todo el cuerpo de acero del potenciado, que no cedía, pero no tardaría en hacerlo.

    – [Rebecca]Esto no tiene sentido. ¿Cuánto más pensáis aguantar?[/Rebecca]- preguntó Rebecca, colocada detrás de Dominic con las manos alzadas, intentando detener a los que pudieran acercarse aprovechando algún hueco. Demostró no equivocarse con su estrategia, porque Banshee, con su velocidad de vampiresa, lo intentó, pero cuando chocó con Rebecca cayó al suelo dolorida. Intentó levantarse, pero Rebecca reaccionó rápido y cogió su cara entre sus manos para castigarla con su poder.

    – [Dom]Por lo general ya deberian de estar planteandose la retira, el problema es que han venido casi todos los del bando negro y parecen convencidos de no marcharse hasta conseguir lo que han venido a buscar.[/Dom] – comentó Dominic inmerso en un combate telekinético contra los poderes de la Reina Negra, manteniéndola distraída.

    – [Cara]¿Y si Cara Elle se recubre de mierda creéis que se irán?[/Cara]- propuso la dísir, cansada ya de golpear a Wall, que continuaba levantándose como si nada.

    – [Daakka]Nadie quiere comprobar, Selardi.[/Daakka] – aseguró Daakka, recibiendo un golpe en el costado con todo el enorme brazo de Steel, recubierto de acero.

    – [Lloyd]Solo buscábamos ayudar a Sarah.[/Lloyd] – intentó explicar el Rey Gris, enzarzado en un interminable combate contra Sasha, aguantando gracias a su condición de inmortal.

    – [Cara]Los malos no ayudan[/Cara].- gruñó Cara Elle, deteniendo un golpe de Wall que podría habera incapacitado.

    Algo más alejado del resto, Logan Villiers se enfrentaba a una réplica pirómana de sí mismo en la que se había convertido el Rey Negro. La imagen era atroz, ya que en la sombra que le rodeaba se podían apreciar los cuerpos quemados de algunas personas que algunos Moondies no conocían al principio, pero después apareció la figura quemada de una mujer con alas. Daniel, cerca de él, intentaba atacar al Rey Negro con su poder mientras resistía el embite de las espadas del Caballo Negro. Por suerte el aesir había llevado consigo su espada ‘Sendero Oscuro’ en el maletero del coche.

    – [Dom]Ayudar. -[/Dom] rió Dominic. – [Dom]Debes de ser tan gris que no te has dado cuenta de que te has traido a los capullos más grandes del palacio contigo.-[/Dom] afirmó. El Rey Gris iba a replicar, pero en ese instante el cielo se oscureció de pronto con unos nubarrones que amenazaban tormenta. El estruendo de un trueno pareció congelar el combate durante un instante.

    Los Moondies temieron que se tratase de más refuerzos de Gambit, en este caso la Reina Blanca con sus poderes de control del clima. Pero después vieron que las nubes parecían estar arremolinadas sobre la habitación del hotel de Ed. El ritual había empezado.

    El cielo continuó oscureciéndose, con el crepitar de los relámpagos acrecentándose. Fue entonces cuando el combate se decidió definitivamente. Bill ahogó un grito de sorpresa y estiró su mano, que notaba tirante, con sus venas aún más marcadas que de costumbre, mientras que la cadena Onoskelis emanaba un humo azul intenso.
    – [Rebecca]Eso no tiene buena pinta[/Rebecca].- exclamó Rebecca, asustada. Bill parecía confuso, la realidad era que en su cabeza, Keli hablaba sin parar, solo que esta vez no hablaba en un idioma humano.

    – [Bill]¿Keli?-[/Bill] preguntó agarrándose el brazo, dolorido. – [Bill]¿Qué está pasando?-[/Bill] preguntó, dando voz a lo que todos estaban pensando en ese instante.

    – [Keli]Algo me está liberando, antipático[/Keli].- resonó la voz de Keli en su cabeza, pero más acerada y con un deje de malicia y alegría que no le gustó nada. El humo de su brazo se había convertido en una intensa y brillante bruma azulada que estaba envolviendo la zona.

    – [Cara]¡Pero que se está quemandoooo![/Cara]- gritó Cara Elle. La gente del Director intentó aprovechar la distracción para llegar al hotel, pero los defensores cortaron el paso a duras penas, sin poder acudir al rescate de Bill.

    – [Daniel]Esto no tiene buena pinta.[/Daniel] – comentó Daniel al ver unos fogonazos azules arremolinándose en la bruma que crecieron en intensidad hasta provocar una explosión de llamaradas azules que les tiró a todos al suelo, defensores y atacantes.

    Cuando la bruma se despejó y empezaron a ponerse en pie, pudieron ver un ser enorme que superaba en altura al hotel. Era un ser cuya piel variaba del azul oscuro al morado oscuro y al negro. Sus extremidades no podían contarse a primera vista y su rostro no se parecía a nada a lo que se pareciese un rostro humanoide. Unas llamas azul oscuro crepitaban a su alrededor, como si su piel estuviese en combustión, pero no eran otra cosa que magia de la criatura. Todo aquél que sabía lo suficiente del mundo sobrenatural supo lo que tenía delante de sí, un ser tan antiguo como el propio mundo. Un demonio puro.

    – [Keli]Buh[/Keli] – dijo el demonio Onoskelis con una voz gutural.

    El Rey Negro se lanzó al ataque de la criatura, pero ésta lo detuvo sin ni siquiera mirarlo, lanzándolo contra el suelo con un golpe sonoro. Ss compañeros se unieron al intento de ataque, pero la magia de Onoskelis les golpeaba sin conmiseración.

    – [Keli]Sienta bien ser libre de nuevo[/Keli].- habló en idioma humano como si le asquease el mismo. Un brillo azulado en sus ojos provocó que todo el grupo atacante se viese inmerso en una burbuja de magia, flotando en el aire.

    – [Vincent]¿Qué es lo que quieres?[/Vincent] – preguntó Vincent, alzando la vista al cielo para contemplar a la criatura.

    – [Keli]No estar encerrada en un colgante[/Keli].- replicó con una sonrisa que mostró varias filas de dientes afilados. Su magia lanzó a Vincent contra una pared, donde cayó con un ruido sordo.

    Un rayo eléctrico de Daakka salió disparado hacia ella, pero impactó sin hacerle un rasguño. Segundos después Daakka era lanzado hasta caer en la arena de la playa.

    – [Keli]Voy a adoptar una apariencia más…agradable[/Keli].- comentó el ser, dirigiendo en apariencia una mirada a Bill, que salía entre unos cascotes convertido en un demonio de piel azul, antes de volver a cambiar a su forma humana.

    – [Bill]¿Y ahora que?, ¿te vas a volver contra nosotros? -[/Bill] preguntó con una mano en el costado mientras comprobaba si el resto estaban bien.

    El cuerpo de Onoskelis centelleó y pareció desvanecerse, pero apareció convertido en una joven muy guapa, de rasgos y ropas azuladas. Soltó una carcajada ante los presentes y se convirtió en una voluta azul antes de desaparecer completamente.

    – [Vincent]Entonces…hemos soltado un demonio ancestral en mitad de Merelia y seguimos teniendo este problema.[/Vincent] – resumió Vincent, poniéndose en pie con dificultad, mientras dirigía una mirada a la gente de Z que flotaba suspendida en el aire y aparentemente inconsciente. Por suerte la tormenta había asustado a la gente del hotel y nadie estaba en el exterior.

    – [Cara]La próxima vez, Bill no debería elegir una cadena que habla[/Cara].- meditó Cara en voz alta.

    – [Bill]Era eso o ser yo el monstruo.-[/Bill] se excusó Bill. Las circunstancias parecían haber empeorado mucho. Ahora había una demonio pura suelta y nadie tenía idea de cómo contenerla.

    – [Dom]Dentro de lo malo ha conseguido reducirlos.-[/Dom] comentó Dominic señalando a sus enemigos, inconscientes. – [Dom]Por favor manténganse sentados durante el trayecto y no se quiten los cinturones de seguridad hasta que aterricen. Que tengan un buen vuelo.-[/Dom] narró mientras usaba su poder para mover la burbuja de magia y lanzarlos lo más lejos que podía, algo que encontró sorprendentemente fácil,c omo si la gente del interior de la burbuja ni siquiera pesase.

    Entre todas las preocupaciones, por la cabeza de algunos de ellos surgió la pregunta de por qué Onoskelis no había acabado directamente con la vida de ninguno de ellos.

  • LIQUIDO CONDUCTOR

    DAAKKA | APARCAMIENTO DEL HOSPITAL ST.ANNE

    daakkagreen

    Me eché hacia un lado y evité el tentáculo de oscuridad que habían lanzado para agarrarme. El demonio azul oscuro enseñó sus fantasmales colmillos y sus ojos rojos centellearon de ira. Antes de que pudiese reaccionar con otro ataque, respondí con un rayo que le impactó en el pecho, tirándolo al suelo.

    Observé a los demás, todos enzarzados en un combate para mantener distraídos a los enviados de Z y que Sarah y Ed pudiesen ponerse a salvo de sus garras.

    Cerca de mí estaba Selardi con su piel recubierta de ese metal que Daniel había cogido en la Iniciativa, mitrilo. Aprovechando su resistencia se estaba enfrentando a un miembro de Gambit de piel nívea y cabellera rubia, que asestaba tajos a gran velocidad sin que sus espadas consiguiesen hacerle un rasguño.

    En mitad del caos que reinaba a mi lado izquierdo casi no conseguía ver a nadie. Distinguí a Dominic y a Daniel intentando abatir juntos a algo que no distinguí. Tras el caos del combate vi a ‘Mental‘ observándolo todo fijamente, temeroso de que estuviese concentrándose para dejar fuera de combate a alguno de los nuestros, me preparé para lanzar un rayo contra él. Por desgracia mi otro enemigo tardó un segundo en ponerse en pie, mientras la marca oscura que el rayo había dejado en su pecho se desvanecía. Un látigo de oscuridad aferró el brazo con el que me disponía a atacar.

    – [Daakka]Dominic, Mental.[/Daakka] – grité. Por el rabillo del ojo vi a Mental ser golpeado hacia atrás por una mano invisible.

    Me giré hacia mi contrincante justo en el momento en el que otro de sus tentáculos aferraba mi otra mano.

    – [Demonio]Cuando devore tu alma serás un buen huésped.[/Demonio] – rió con su espectral dentadura deformando el rostro del humano que una vez existió y ahora no era más que una cáscara vacía controlada por un muerto.

    – [Daakka]Selardi no acepta imitaciones.[/Daakka] – repliqué con una sonrisa irónica. Que se lo dijeran a mi apariencia humana. Por suerte Duke Rivera se había quedado en segundo plano, en un alias que utilizar cuando necesitase hacer algo con una identificación. Todavía estaba esperando que volvieran a viajar a Escocia, como solían hacer, pero parecía que había llegado en la época sin viajes.

    Tomé los tentáculos entre mis manos, asqueado por su tacto alquitranado, y solté una descarga que los recorrió hasta impactar de nuevo en el espectro, que salió despedido contra una pared contraria.

    Escuché un pitido y me giré con miedo hacia uno de los ascensores, temiendo que algún humano bajase al aparcamiento en ese instante y se encontrase con el combate. Por el momento no había sucedido, pero era cuestión de tiempo. Necesitábamos acabar cuanto antes, pero también teníamos que retenerlos para que no fuesen tras Sarah.

    Lo mejor sería dejarlos a todos incapacitados, pero no podía utilizar mi poder, había demasiadas cosas que podrían salir mal. Selardi estaba recubierta de metal, podría hacerle daño. O podría usar más intensidad de la debida y dañar seriamente a alguien.

    Es difícil tener poder para acabar con un problema y no poder utilizarlo. Con mi habilidad podría haber terminado con la vida de todos ellos, pero no era un asesino. La elección buena siempre era compleja, en eso tenían razón los juegos de rol.

    Suspiré con resignación y me lancé contra Steel, que en ese momento intentaba golpear por la espalda a Dominic y Daniel. Agarré al gigante de metal por la cintura y lo alcé notando la tensión en mis músculos de demonio. Imité una llave de lucha libre y lo lancé al suelo aprovechando su peso.

    – [Aislinn]Esto es absurdo.[/Aislinn] – replicó la Reina Negra, frente a una Rebecca arrodillada a sus pies. Me dispuse a ir hacia ellas pero Selardi fue más rápida, cogiéndola y alejándola de ella.

    A la Reina Negra no pareció importarle y eso no apuntaba a nada bueno. Tomó el alfiler entre sus manos y sus ojos perdieron la visión del mundo real mientras recitaba a toda prisa un salmo. Nadie tuvo tiempo a detenerla.

    Una gota de su sangre cayó al suelo y empezó a extenderse como un enorme charco del que empezaron a surgir formas humanoides que parecían hechas de la misma sangre. Se contaban por decenas.

    Varios de esos autómatas de sangre se lanzaron a por Selardi. Corrí hacia ella pero otro grupo vino directo hacia mí. Hacia donde quiera que mirase, pasaba lo mismo, los nuestros estaban rodeados por esos seres.

    Sus golpes parecían firmes pero cuando les golpeaba, mi puño atravesaba su cuerpo como si nada. Lo mismo les pasaba a los demás. Dom lanzaba lejos parte de la sangre que componía su cuerpo pero eso solo conseguía que donde había uno, surgieran dos. Mientras tanto, el bando negro se estaba agrupando, listos para irse.

    No podíamos perder más tiempo con esos seres. Me fijé en la posición de cada uno de los míos y sentí la carga eléctrica acumularse en las puntas de mis dedos antes de soltarse en varios rayos que impactaron en los autómatas de sangre haciendo que sus cuerpos burbujeasen y se terminasen colapsando en un charco de sangre borboteante.

    Habíamos acabado con todos, pero el bando negro había escapado. Dominic reunió la sangre con su poder y la dirigió a un sumidero, para evitar que cualquier humano fuese a encontrarse la escena y declarase un asesinato.

    Como Diana ya sabía lo que estaba pasando gracias a sus visiones, nos envió un mensaje para decirnos que Sarah y Ed estaban en el hotel y necesitarían nuestra ayuda. Así que sin más tardanza decidimos coger el coche de Daniel, bastante apretados, por cierto, incluso en la forma de Duke, y salir de allí a toda velocidad.

  • EL SACRIFICIO MERECE LA PENA

    Christopher MacLeod, Hospital St.Anne, Merelia

    diana090915

    Finalmente, después de todo el sufrimiento, de los sacrificios, las preocupaciones, los nervios y el miedo, allí estaba. Nuestra pequeña Amy, sana y salva y mi preciosa Diana, también perfectamente. Todo lo que había hecho había valido la pena solo por llegar a ese momento.

    Resulta muy difícil explicar cómo me sentía. No importaba tener una habilidad sobrehumana que te permitiese hablar cualquier lengua, viva o muerta. A la hora de la verdad cualquier palabra se quedaba corta para definir la alegría, el amor y la libertad de estrés que estaba experimentando.

    Jamás habría podido pensar que estando allí, incapaz de hacer nada por ayudar a Sarah y a los demás en la crisis actual, solo con mirar a ese pequeño milagro de ojos castaños y a la persona que lo había hecho posible, toda la ansiedad desaparecería de un plumazo.

    Con eso no quiero decir que no estuviese preocupado por Sarah y por los demás. Lo estaba, y mucho. Me movía por la habitación inquieto, intentando pensar en algo que pudiese hacer, porque dejar a Diana en ese momento no era una opción. Por un instante quise convencerme de que permanecía allí porque también tenía que estar protegiendo alguien a Diana, porque era la única además de Ed que podía hacer el ritual. Pero la realidad era mucho más simple, no quería abandonar a la madre de mi hija, a la persona que más me importaba, en un momento tan importante. Tenía que confiar en que ellos podrían arreglárselas sin mí. Aunque no fuese fácil.

    Pero a lo que quería llegar era al hecho de que, pese a todo eso rondando mi cabeza, estaba en paz. Me costaba no encontrar esperanza y confianza en que todo saliese bien también para ellos, porque después del milagro que había vivido, me resultaba complicado no confiar en el mundo.

    También contribuía el hecho de tener una cuñada maravillosa que había insistido en que no me moviese de allí. Lo leeréis muchas veces en este diario si llega a manos de alguien, pero estaba orgulloso de Sarah. Ese orgullo nunca flaqueaba, pero había veces que incluso esperando lo mejor de ella, me sorprendía gratamente.

    Me acerqué a la cuna en la que estaba Amy, moviendo su diminuto cuerpecillo que sacaba mi instinto protector y me hacía temer por su vida cada vez que la cogía en brazos. Acerqué a ella el índice de la mano derecha y lo rozó con su pequeña manita.

    Escuché pasos al otro lado de la puerta y me aparté lentamente de la cuna, mientras Diana me observaba, extrañada. Desde que Amy había nacido, sentía algo más agudos mis sentidos. Quizá no era yo solo quien tenía el instinto protector activado, también él.

    Cuando la puerta se abrió, vi que eran Jaime y Elizabeth, ya con ropas menos elegantes que las de la noche anterior. Tenía que agradecer lo que todos habían hecho, apareciendo en el hospital de madrugada después de hacer caso a Diana y seguir con la fiesta, perdiendo su oportunidad de descansar por acompañarnos moralmente.

    Miré una vez más a mi pequeña de ojos entrecerrados. Hubo muchas veces en mi vida en las que pensé que no llegaría a ver el día siguiente: cuando me atacó la licántropa; en el Tanteion, el Reino del Miedo; enfrentándonos a Mason; entrando en la Iniciativa; en las Pruebas. Finalmente, todas las veces había llegado a ver el día siguiente, como si todo ello me llevase a ese único momento, al instante perfecto en el que estaría junto a la persona que amaba y a mi hija, a la que ya quería más que a mi propia vida. No seré literario diciendo que en ese momento supe que ya podría morir feliz, porque era una estupidez. Todavía me quedaban muchos instantes perfectos que vivir junto a ellas dos. Y si el futuro alternativo no mentía, quizá con otra más.

    – [Elizabeth]¿Qué tal estáis?[/Elizabeth]- preguntó Elizabeth con una sonrisa. Pese a lo jovial que estaba, tenía ojos de cansada. Su noche de bodas había sido un poco ajetreada, y no de la forma que debiera ser. Dejó una bolsa de viaje encima de una de las sillas. Ropa para Diana y para el bebé, a las que dentro de poco podría llevarme a casa.

    Al pensar en eso, me vino a la mente de nuevo el miedo por Sarah y por los demás. Elizabeth no lo sabía y no estaba seguro de si debiera saberlo. Así que sonreí y miré a Diana, que me comprendería con tan solo esa mirada.

    – [Diana]Díselo[/Diana].- respondió sin dejar de sonreír. Suspiré, intentando componer la historia de lo más breve y tranquilizadora posible, teniendo en cuenta que Elizabeth me observaba con preocupación en la mirada.

    – [MacLeod]Tenemos una pequeña emergencia. De las nuestras.[/MacLeod] – comencé a explicar. Siempre había que tener cuidado al hablar de ciertas cosas en sitios públicos, así que eché un vistazo a la puerta para asegurarme de que estuviese cerrada. Me hacían mucha gracia las series en las que se ponían a hablar de drogas o de seres sobrenaturales en cafeterías llenas de gente que casualmente no ponían el oído en conversaciones ajenas. – [MacLeod]Los del Palacio persiguen a Sarah. Ed está con ella para arreglar el problema.[/MacLeod] – terminé de explicar. Parecía mentira que estuviese hablando de ese muchacho amigo de las Echolls que se atropellaba a veces con las palabras. Ahora iba camino de convertirse en Vigilante y era un invocador de pleno derecho, con la vida de Sarah en sus manos.

    – [Elizabeth]¿Están todos bien?[/Elizabeth]- preguntó, preocupada. Elizabeth tenía un papel en esta historia que jamás envidiaría. En ese mismo instante estaba viviendo algo parecido, sin poder hacer nada por los demás, y la preocupación podía llegar a devorarte.

    – [MacLeod]Ahora mismo solo sabemos que el resto estaba dejándoles tiempo para escapar.[/MacLeod] – admití con pesar. Hasta el momento, las intenciones de Z no parecían implicar hacernos daño permanente a ninguno, pero cualquier cosa que se cruzase en su plan de recuperar a su esposa podía resultar un estorbo. – [MacLeod]Pero Diana ha tenido una visión.[/MacLeod] – añadí intentando darles una esperanza a la que aferrarse, la misma a la que yo me aferraba.

    – [Elizabeth]¿Buena o mala?[/Elizabeth]- preguntó ella, asustada.

    – [Diana]Ed tiene que hacer un ritual para sacar el espíritu de la mujer muerta de Z[/Diana].- Elizabeth abrió completamente los ojos.- [Diana]Es que tu hija pequeña estaba poseída[/Diana].- explicó Diana con una sonrisa. La miré, estaba tan feliz, verdaderamente feliz, que me resultaba casi imposible no confiar en que todo fuese a salir bien. Sus visiones se habían echado de menos el tiempo que había estado embarazada, muchas veces eran un alivio de las preocupaciones, aunque siempre pudieran cambiar.

    – [MacLeod]No es un espíritu malo. La habían metido en ella para hacer que la poseyera, pero no quiso.[/MacLeod] – continué explicando para que Elizabeth no pensase en algo parecido a Poltergeist. Después caí en la cuenta de lo que había pasado con el padre de Lucy y me di cuenta de por qué la palabra posesión podía haber sonado un poco fuerte. – [MacLeod]Y ahora quieren recuperarla para volver a intentar lo mismo.[/MacLeod] – añadí. La diferencia estaba en que esta vez todos sabíamos lo que pretendía y por mucho que Sarah intentase protegernos, no íbamos a dejar que se la llevasen.

    El rostro de Elizabeth permanecía mudo de miedo por su hija pequeña.

    – [MacLeod]Diana ha visto a Sarah bien, y parece bastante segura de la visión.[/MacLeod] – la animé. En otras ocasiones Diana había dudado, pero esta vez estaba tan segura de sí misma que yo mismo me sentía seguro. La miré y asintió para confirmarlo. Al ver su sonrisa pensé en lo duro que habría resultado para ella no tener visiones durante todo ese tiempo, como si le hubieran anulado un sentido. – [MacLeod]¿Qué tal vosotros?[/MacLeod] – les pregunté intentando que no se preocupasen demasiado.

    – [Elizabeth]Bien…[/Elizabeth]- respondió con un hilo de voz. Jaime le pasó una mano por los hombros. Mi mano buscó instintivamente la de Diana para cogerla entre las mías. Era tan pequeña, tan frágil. Había tenido mucho miedo a perderlas.

    – [Jaime]Ya se…ha acabado lo de…cantar.[/Jaime] – explicó mi vecino subiéndose las gafas. Me quedé pensativo respecto a lo que acababa de decir, pero antes de eso tenía que arreglar la preocupación de Elizabeth. Di un apretón a la mano de Diana y me puse en pie para acercarme a la cuna, donde la pequeña dormitaba. Llamé a Elizabeth y enumeré con ella los parecidos de la niña con Diana, para intentar mantenerla distraída. Diana contribuía bromeando con que la estuviésemos llamando calva y arrugada.

    – [Elizabeth]Al final, no ha salido peluda[/Elizabeth].- sonrió pasando una mano por mi espalda. Esa mujer era la viva imagen del cariño a sus hijas. Estaba orgulloso de saber que Diana también lo sería para las nuestras, para la nuestra.

    – [MacLeod]Ni te imaginas el alivio.[/MacLeod] – afirmé sonriéndole de corazón. Me volví hacia los demás, dejándola con Amy. – [MacLeod]¿Qué decías de cantar, Jaime?[/MacLeod] – le pregunté. Era una de las cosas que nunca olvidaríamos de la boda y el nacimiento de Amy.

    – [Diana]¿Qué has tenido que hacer para que pare?[/Diana]- preguntó la preciosa mujer de pelo castaño rojizo con la que había tenido la suerte de compartir mi vida y tener una hija en común.

    – [Jaime]Cuando nos fuimos a dormir…empecé a sentir…quiero decir….mis sentimientos estaban a flor de piel…terminé cantando y vino un…demonio.[/Jaime] – intentó explicar poniendo mucho cuidado en las palabras referentes a su noche de bodas, especialmente cuando miraba a Diana.

    – [Elizabeth]Pero no era un demonio con mala pinta. El chico estaba muy aseado y hablaba de forma educada[/Elizabeth].- apuntó Elizabeth con una sonrisilla a la que correspondió su hija.

    Jaime la miró entrecerrando los ojos, pero ella mantuvo la sonrisa. – [Jaime]Llevaba una lira…decía que mi…miedo a cantar le había invocado…así que abrí la ventana y…seguí cantando.[/Jaime] – continuó explicando, empezando a ponerse rojo como un hierro al fuego. Resumiendo, esa noche el resto de personas del hotel habían pensado que el novio había bebido demasiado y se había puesto a cantar a pleno pulmón con la ventana abierta.

    Al menos todo había ido lo mejor que se había podido. Con el control que ejercía sobre nosotros ese demonio, podríamos habernos mostrado tal y como éramos delante de gente corriente, desconocedora del mundo sobrenatural. Aún no sabía cómo defenderíamos el Condado sin exponernos nosotros mismos.

    – [Diana]Por eso está nublado hoy, ¿eh, campeón?[/Diana]- bromeó Diana soltando una carcajada.

    Jaime se llevó una mano a la nuca, avergonzado. – [Jaime]Se disolvió en el viento después de sonreírme.[/Jaime] – aclaró. Quizá tuvo que ver con la tensión, pero todos nos reímos.

    – [Diana]A ver si hay suerte y Z también se disuelve[/Diana].- farfulló Diana. Me di cuenta de que debía sentirse aún más frustrada que yo. En mi caso, había decidido quedarme por voluntad propia. Diana no tenía mucha elección, no podía levantarse así como así y darse el alta sola alegando que necesitaba hacer un exorcismo a su hermana.

    – [MacLeod]Ahora descansa. Pueden apañárselas sin nosotros.[/MacLeod] – le recordé. Podíamos confiar en Ed, eso Diana también lo sabía. Aunque estaría deseando lanzar algunas bolas de fuego a los que intentasen atacarles.

    Diana se cruzó de brazos y me miró con el ceño fruncido. Miré de reojo a Amy, que se movía, entrecerrando sus ojos. Si la hija se parecía tanto a la madre como parecía, iba a ser fuerte. Y buena, empática, lista, simpática y preciosa. Ojalá se pareciera a ella.

  • CONVERSACIONES DE ASCENSOR

    Edward | Merelia

    MAÑANA

    edwardmaclay

    No me gustan los hospitales, bien es cierto que es donde va la gente para sanarse, pero también es un cumulo de enfermedades y la muerte ronda en cada esquina. De hecho hacía mucho tiempo que no pisaba uno, habían pasado años, fue en esa otra vida, esos recuerdos eran cada vez más difusos, como sueños que intentas retener y vas olvidando. El caso es que esa vez fue para ver como mi mejor amiga moría de un tumor y ahora era porque había traído al mundo una nueva vida.

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