Moondale

Categoría: 3×13 – Shadows

Los Moondies reciben una visión de lo que ocurrirá si Z consigue su utopía.

Leo (resistencia), Xander (resistencia), Elle, JJ (resistencia), Owen (resistencia), Amy, Kaylee, Idris (resistencia), Henry, Lexa, Dante, Laura, Sophie, Niall

  • ¿NO ÉRAMOS TODOS MÁS FELICES EN ZEON?

    Laura Petrov | Z-Ambulancia

    TARDE-NOCHE

    laurafuture

    Abrí los ojos con dificultad porque me dolía horrores la cabeza, pero un luz blanquecina me cegaba y me impedía poder abrirlos por miedo a que me estallara el cráneo. Supuse que era por la mañana y que mis compañeras de trabajo me habían me convencido para beber «otra copa más» y después de eso, había venido la debacle en la que acababa totalmente borracha, bailando encima de la tarima para después vomitar en el callejón. No era algo que me hubiera pasado muy a menudo, de hecho, porque por lo general evitaba las fiestas y las reuniones con esa panda de arpías que solo me querían porque era hija de alguien del Consejo, pero era la única explicación razonable que le encontraba a ese dolor punzante y a la sensación de tener la boca seca. Laura Petrov no era una fiestera, era un miembro productivo de una sociedad que funcionaba con la precisión de un reloj suizo…casi siempre.

    Escuché una voz masculina mascullar algo que no llegué a entender, lo que me invitó a hablar.- [Laura]¿Me he muerto?[/Laura] tenía la voz pastosa. Lo que me faltaba era haberme machacado los dientes contra algún bordillo.

    – [Owen]No, sigues viva[/Owen].- pude abrir los ojos y vi unos ojos verdes más traviesos que el semblante que mostraba. Pertenecían a un chico que debía rondar mi edad y que se podía decir que no era la persona más fea del mundo.

    – [Laura]Vaya[/Laura].- resoplé y me fijé en que llevaba ropas de bombero. A saber lo que me había pasado.- [Laura]¿Dónde estoy?[/Laura]

    – [Owen]Pareces decepcionada[/Owen].- me colocó algo que parecía una tirita y noté la calidez de sus manos. – [Owen]Vamos camino del hospital, tienen que comprobar que no tienes nada grave[/Owen].- me explicó retirando las manos para volver a sentarse cerca de donde estaba. Por primera vez, me percaté de que estábamos en una ambulancia, que era exactamente igual que todas (con una camilla, estanterías con instrumental médico y olor a antiséptico) y recordé lo que me había pasado.

    – [Laura]No me malinterpretes, no soy una «novia de la muerte», pero al menos no me habría dolido mucho[/Laura].- entrecerré los ojos para que el dolor fuera algo más soportable: ¿Esto no se arreglaba con un analgésico? O con un bote.- [Laura]Hay formas peores de irse[/Laura].

    – [Owen]Sí, se a lo que te refieres[/Owen].- admitió frotándose las manos.

    Me quedé callada y abrí los ojos para observarle.- [Laura]¿Eres bombero?[/Laura]- no había sido mi pregunta más inteligente de la historia, pero ya estaba dicha. Supuse que además, tendría algún tipo de formación como paramédico y por eso me acompañaba en la ambulancia.

    – [Owen]El rojo me ha delatado, ¿cierto?[/Owen]- bromeó entrecerrando los ojos.

    – [Laura]Eso y recoger a una chica que acaba de desnucarse[/Laura].- le devolví una sonrisa dolorida.

    – [Owen]También he sacado a un cuarentón con poco pelo que lloraba desconsolado. No todo son bellas damiselas en apuros[/Owen].- se me iba a escapar una sonrisa boba, pero fruncí un poco el ceño al escuchar lo de «bella». ¿Estaba intentando ligar conmigo?

    – [Laura]¿Damisela en apuros? ¿De qué siglo eres, bombero? Soy una ingeniera sismográfica e hija de un miembro del Consejo[/Laura].- puntualicé con mi peor tono de «señorita odiosa». No podía acceder a mi Omnilens (seguramente por la contusión) para que me dijera de qué bando era ni quiénes eran los miembros de su familia, así que sonreírle ya era más de lo que debía hacer.

    – [Owen]Era una expresión. Por cierto, me llamo Owen, bomberos hay muchos[/Owen].- puntualizó un poco extrañado por mi reacción. Seguramente había empezado a pensar que era bipolar, pero tenía que comprender que si todos empezábamos a actuar como si los bandos no importasen, no nos diferenciaríamos en nada de los bárbaros que vivían fuera de Zeon.

    – [Laura]Encantada, bombero[/Laura].- recalqué en un tono que sonó peor de lo que había imaginado en mi cabeza.

    Volvimos a quedarnos callados y la ambulancia aminoró la velocidad hasta detenerse.- [Owen]Hemos llegado, a partir de aquí ellos se encargarán de ti[/Owen].- abrió las puertas de la ambulancia

    Mientras sacaban la camilla la ambulancia, rocé su mano rápidamente. [Laura]Gracias…Owen[/Laura].- siseé.

    – [Owen]Eh, ese es mi trabajo[/Owen].- sonrió y cerró las puertas de la ambulancia dispuesto a marcharse.

    Mi Omnilens volvió a conectarse y decidí buscar información sobre Owen, ignorando a los médicos que me transportaban. No lo hice en el modo de «búsqueda segura», porque era la mejor forma de llamar la atención para que te espiasen. Decidí dejarlo normal y que pareciera una búsqueda cualquiera.

    Primero salió su foto, así que hice click sobre ella y se desplegaron sus datos personales:

    Nombre: Owen
    Apellido: Williams
    Apellido materno: Lee
    Edad: 25
    Poder: Pirokinesis
    Alias: Fire man
    Profesión: Bombero

    Esos apellidos no sugerían nada bueno, por lo que decidí adentrarme en su árbol familiar.

    Padre: Dominic Williams
    Madre: Rebecca Lee
    Hermana: Jane Williams
    Abuelo materno: Victor Preston
    … (resto de familiares)

    Solo me quedaban sus afiliaciones, pero las tenía claras. Aún así, pinché y leí claramente:

    MOONDIES

    – [Laura]Zoder[/Laura].- exclamé.
    – [b]¿Está bien, señorita Petrov?[/b]- me preguntaron y asentí como pude para que me dejaran en paz.
    – [Laura]Eh…[/Laura]- conseguí decir.
    – [b]Lo siento, pero tengo que pedirle que desactive el Omnilens para continuar con la exploración[/b].- me pidió aquella mujer de raza negra en un tono amable.

    Envié la orden mental de desconexión por exploración médica y medité sobre lo mucho que quería saber sobre Owen. Por una vez, el Omnilens no parecía suficiente. ¿Serían los Moondies tan peligrosos como decían? Él no lo parecía, pero a lo mejor formaba todo parte de una estrategia.

    Pero, ¿una estrategia para qué? ¿No éramos todos más felices en Zeon?

  • EL HOMBRE DE LA PROFECÍA

    Diario de Nate | Sanctuary

    TARDE-NOCHE

    natethink

    En el almacén al que el coctelero me había enviado me esperaba en efecto un hombre de ascendencia nativo americana llamado Kuruk. Pero hasta ahí se correspondían las cosas con lo que de verdad pensaba que iba a ocurrir.

    En lugar de encontrar un rostro curtido de un viejo trabajador del almacén que me daría la tarea que más le desagradase hacer, lo que encontré fue un rostro, curtido, sí, pero amable, que en lugar de tenerme reservada una pesada tarea lo que me tenía reservado era un plato de comida caliente, una bebida refrescante y unas ropas del bar para poder cambiarme las que llevaba.

    Kuruk y yo no hablamos demasiado, solo no necesario. Daba la impresión de que los dos éramos silentes y observadores. Aun así, hasta que me indicase que tenía que subir de nuevo a ver al dueño del local, tuve tiempo a conocer algunas de sus cicatrices. Las físicas y las que no lo eran.

    Agradecido por el cambio de ropa, comprobé que la nueva me apretaba ligeramente el torso, pero aun así era mucho mejor que la que traía, con la que llevaba días. Frente a las puertas dobles del despacho del dueño, había un hombre alto, de aspecto imponente, pelo oscuro y piel clara. Se presentó como Oliver y llamó un par de veces a la puerta.

    – [Niall]Adelante.-[/Niall] se escuchó decir tras las puertas. Oliver asintió y me invitó a pasar. Un hombre tan grande, tan fuerte y tan temeroso de su propia fuerza. Podía identificarme con él en algunas cosas, aunque seguro que él conocía más de sí mismo que yo.

    Al cruzar las puertas volví a esa gran sala, que pese a ser la del dueño y resultar aparente, una vez estabas el suficiente tiempo en su interior te dabas cuenta de que no había derroche. Todo estaba en su justa medida. No dejé escapar el detalle.

    Allí, cerca de un piano, la única pieza que parecía destacar en toda la sala, estaba él, poniéndose en pie con un elegante traje gris sin corbata.

    – [Niall]Nate Evans, no te imaginaba tan… alto. Puedes llamarme Niall.-[/Niall] respondió acercándose a mí para estrecharme la mano. Parecía un hombre distinto al que había conocido antes y que solo me había visto unos segundos antes de ofrecerme el trabajo. En aquél momento había estado preocupado, necesitaba prepararse.

    – [Nate]Lo dices como si fuera conocido.[/Nate] – pregunté, intrigado.

    – [Niall]No, simplemente me han hablado de ti. No te quedes de pie, toma asiento.-[/Niall] me invitó, señalando una zona con un par de sofás separados por una pequeña mesa de café. Me senté en uno y él se sentó frente a mí.

    Pasamos unos segundos en silencio, él me observaba, con curiosidad. Mis experiencias sería lógico que me hubiesen hecho desconfiado, pero tenía un talento natural para ver en quien confiaba y en quien no. – [Nate]¿Quién te ha hablado de mí?[/Nate] – pregunté directamente. Permanecí atento a su reacción, imperturbable, pero con un deje incómodo que escondía algo más. Ese hombre guardaba un secreto que le dolía profundamente y saber que tendría que sacarlo a relucir en nuestra conversación le inquietaba.

    – [Niall]Una joven encantadora que ya has tenido el placer de conocer.-[/Niall] indicó. Pensé por defecto en Sophie, pero ella, pese a ser encantadora, no parecía ser la persona adecuada. Como no conocía a demasiadas personas allí, la respuesta era fácil.

    – [Nate]La chica de las visiones, Kaylee.[/Nate] – respondí pensativo. Había tenido una visión sobre mí que la había sorprendido y asustado, pero había actuado con normalidad y me había enviado allí. – [Nate]Ella me envió aquí.[/Nate] – afirmé, esperando que me descubriesen qué escondía todo ese misticismo.

    – [Niall]Mi bar no es solo un bar.-[/Niall] respondió Niall. Hizo una pausa, estudiando mi reacción sin ser consciente de que yo podía ver la suya.  – [Niall]Es también el hogar de la Resistencia y tú Nate, posees ciertas cualidades que nos vendrían muy bien[/Niall]. – añadió finalmente.

    – [Nate]Resistencia…¿contra este gobierno? ¿El que se supone que es una utopía?[/Nate] – pregunté, terminando de tantearle. Quería asegurarme de que eso no se trataba de una prueba.

    – [Niall]Que no te engañe lo maravilloso que parece todo. Quien mueve los hilos de esta utopía no es más que un déspota.-[/Niall] replicó. Ahí tuve mi confirmación, no en sus palabras ni en sus gestos, porque todo el mundo puede fingirlos, si no en lo que vi de verdad, en su aura. Niall tenía una mezcla de frustración, dolor, ira, impotencia y desesperación contra ese lugar. Su rencor no venía del miedo, venía del desprecio.

    – [Nate]No parece que vivas mal. [/Nate] – apunté, dejando que sus sentimientos se acumularan y formasen una imagen más clara.

    – [Niall]Hubo un tiempo en el que no fue asi. Verás, mi madre era humana, y por muy nuevo que seas aquí sabes lo que eso significa.-[/Niall] respondió. Vi la forma clara y pura de su madre, alejándose de un lugar oscuro y deprimente donde su hijo sería perseguido para llevarle a un lugar mejor, donde aceptasen a la gente como él. Allí las cosas fueron mejor para su hijo, pero ella siguió en un mundo oscuro y deprimente, sacrificándose en trabajos poco cualificados por el hecho de no tener poderes. Niall había sido consciente de todo, esforzándose para conseguir algo que la ayudase a dejar de trabajar, pero cuando lo consiguió fue tarde. Como telón de fondo a un Niall roto de pena por la muerte de su madre, apareció una figura oscura y siniestra, su padre, que le decía que lo sentía después de haber estado ausente, viviendo de maravilla en esa utopía solo por el hecho de tener poder.

    – [Nate]Voy a ser sincero.[/Nate] – afirmé después de ver sus motivaciones. – [Nate]Por mi habilidad, sé que dices la verdad. Y sé que buscas un mundo mejor. [/Nate] – continué, siendo sincero. A mis captores les había escondido mi habilidad, excepto a una joven a la que quise ayudar, pero eso había quedado atrás, junto con ella.

    En mi camino había visto mucha desdicha, había sombras ocultas en las esquinas de esa utopía, tras cada persona. Si podía ayudar a aliviar esas sombras, lo haría. – [Nate]Pero no sé exactamente qué papel puedo jugar en todo eso.[/Nate] – añadí. Ésa era mi verdadera duda. No creía que tuviera que ver con mi poder, quizá tenía que ver con mi origen, con el hecho de no ser humano.

    – [Niall]Solo puedo decirte que dentro de unos días se llevara a cabo un plan, y que tú seras una parte crucial de ese plan.-[/Niall] respondió. Vi inquietud por el plan, muchas personas iban a estar en peligro y parecía ser un todo o nada.

    Me quedé un instante valorando su aura y entonces le tendí la mano. – [Nate]Podéis contar con toda la ayuda que pueda daros.[/Nate] – aseguré. Todo lo que estuviera en mi mano. Quizá había llegado a ese planeta con el fin de ayudarles a salvarse.

    – [Niall]Fantástico. Y ahora déjame que te invite a una copa.-[/Niall] ofreció, acercándose a una pequeña barra privada.

     – [Nate]Gracias. Y Niall…[/Nate] – empecé a decir. – [Nate]La culpa es suya, no tuya.[/Nate] – dije finalmente. Percibí el cambio en su aura, aumentando su paz todo lo que podía aumentarla la opinión de un desconocido.

    – [Niall]Además de apuesto, encantador, eres todo un partido.-[/Niall] replicó con una sonrisa.

    Acepté la copa y pasamos un rato hablando, especialmente él, ahora que se encontraba en un entorno más cercano. Después me presentaría al resto de miembros de la Resistencia que trabajaban en el local. Al resto de miembros, los que no trabajaban ahí y estaban en otros puestos, ganando influencia e información, y los que estaban refugiados en el pueblo a las afueras llamado Canton. Mi poder era muy útil para conocer a las personas, pero lo que no podía decirme era que, en un mundo u otro, esa gente estaba destinada a ser mi hogar.

  • LA TIERRA PROMETIDA

    Diarios de Destino

    zfuture

    Un fatídico día, el Condado de Ripper tembló. Las fuerzas de Z se enfrentaron a las de la Iniciativa en una batalla campal mediada por los Moondies, que trataron de sofocar el impacto del conflicto para que la gente de a pie no se viera afectada.

    Para cuando el polvo se asentó, la Iniciativa había sido derrotada y los Moondies vieron sus fuerzas ampliamente superadas por el bando de Z. Derrotados, vieron cómo Z y sus allegados se alzaban al poder, instaurando una nueva y utópica nación en el Condado de Ripper.

    Poco tiempo después del ascenso al poder, mientras todavía estaba instaurando su nuevo gobierno y defendiendo sus intereses respecto al resto de naciones, Z desató sus fuerzas contra los restos de la Iniciativa, borrando todo rastro de la faz de la Tierra. El enorme edificio quedó convertido en una pira humeante, que siguió ardiendo, consumiendo los cuerpos de los muertos: soldados, científicos, pero también experimentos. Muchos de los que trataron de evitar esa masacre se vieron arrastrados por ella.

    Casi todos los Moondies sobrevivieron, marcados como enemigos de guerra, pero fueron perdonados y se les permitió continuar viviendo bajo el nuevo gobierno, aunque sabían que los ojos estaban puestos en ellos y cualquier movimiento en falso podría hacer que sus vidas terminasen entre rejas.

    Sobre las cenizas, la utopía comenzó a construirse de verdad. Los poderes y las habilidades sobrenaturales permitieron avances y formas de vida vetadas a la humanidad corriente, que también tenía permiso para convivir en ese lugar. Aun así, Z observaba, solitario desde la cima de su edificio central en la ciudad de Moondale. Para él la utopía carecía de sentido sin Beatrix. Así que decidió recuperarla fuera como fuese.

    El tiempo pasó. Un cuarto de siglo más tarde, el estado autoabastecido de Zeon mantiene relaciones pacíficas con el resto de naciones humanas, permitiendo el acceso libre a sus fronteras. Pero la humanidad no ve con buenos ojos la amenaza que supone esa nación, cada vez con mayor poder y osadía. La humanidad recuerda lo acontecido en la Iniciativa y ha pasado todos esos años desarrollando armas para poder defenderse de esa amenaza, o para lanzar un ataque preventivo en caso de ser necesario. Y cada vez hay más tensión en los dedos que penden sobre los botones que pueden desencadenar el fin de Zeon.

    Lo que la humanidad no sabe es que el Consejo que gobierna Zeon es consciente de esa amenaza y serían capaces de dar por completo la vuelta al caos que pretenden desatar, causando el fin de los atacantes. Existen otros asuntos internos que les afectan más, las extrañas muertes de ciudadanos o la incansable Resistencia.

    Para la gente de a pie, la utopía sigue existiendo. El bando de cada persona, blanco, gris o negro es visible a simple vista en sus ropas o en su aspecto, sin engaños. Existen algunas excepciones, personas no muy afines a los bandos, pero un sencillo vistazo con el Omnilens dirá a qué bando pertenecen.

    Todo sobrenatural puede ser él mismo, respetado y protegido, pudiendo utilizar sus poderes y habilidades día a día, sin miedo a la persecución y al ostracismo. En Zeon impera lo diferente y esa cultura se ha reflejado en su moda extravagante, con estéticas que parecen sacadas de cualquier punto del pasado o incluso del futuro. Cada persona es diferente y sus diferencias son apreciadas.


    Nate Evans

    natethink

    Nathaniel observó el cambio en el paisaje a medida que se acercaba a Zeon. La nación parecía estar rodeada de un muro de naturaleza, una espesa arboleda que alcanzaba todo lo que podía ver, solo cortada al llegar a la Cordillera de Cormoran.

    El Levitrén atravesó un túnel situado en el centro mismo de la cuarta montaña más alta de la cordillera. Cuando la oscuridad volvió a dar paso a la luz, Nathaniel se sintió como si hubiese atravesado el armario y ahora estuviese en Narnia.

    Al lado de lo que tenía ante sus ojos, el mundo humano parecía triste y gris, metido de lleno en los problemas que ya lo consumían hacia más de veinte años. Para Nate, el recuerdo de los años que había pasado allí fuera era igual de triste y gris. Con el auge de Zeon, había aumentado el miedo y el odio a los sobrenaturales, hasta tal punto que para cualquier sobrenatural el mundo fuera de Zeon era un auténtico infierno.

    Recordaba la confusión de llegar a la Tierra y tomar forma humana, pero ser descubierto por tropas Neohumanas que le encerraron y le estudiaron para desarrollar armas eficaces contra su fisiología. Había perdido la cuenta de los años de encierro, hasta que hacía unas semanas había entrado en los Protocolos de Liberación de Zeon, un tratado de extradición de sobrenaturales que se basaba en el miedo que les tenía la humanidad. Pero a Nate no se le quitaba de la cabeza que no le habrían soltado si no hubiese dejado de ser útil.

    Tras un rato en silencio, empezó a atisbar la enorme capital de Zeon, la ciudad de Moondale. El Levitrén pasó al lado del cartel flotante de bienvenida.

    Welcome to Moondale. Capital of Hope.


    Sophie Bonnet

    sophierick

    Sophie dio un trago a su ‘Latte Caramel Macchiato‘, disfrutando de la mezcla perfecta de sabores mientras esperaba junto al resto de sus compañeros a los recién llegados.

    Parte de lo que le encantaba de su trabajo era ese café, la cafetería del centro de transportes era la mejor de Moondale. Siempre tenía un lactokinético en plantilla que le daba el punto perfecto a la leche, incluso después de abrir varios locales más por toda Zeon, se las habían arreglado para mantener la calidad. Pero ese era el sitio original, donde todavía trabajaba el dueño, un manipulador del café que terminaba de hacer perfecto ese café.

    La muchacha miró al frente y activó mentalmente su Omnilens. Segundos más tarde tenía frente a ella el tiempo que faltaba para que llegase el Levitrén, menos de cinco minutos. Buscó mentalmente la información del refugiado al que tenía que guiar por la ciudad y en sus ojos se mostró la foto de un tipo negro de aspecto bastante imponente. Sophie no ignoró lo guapo que le parecía. Nathaniel Evans, decía la ficha. Retenido durante diecisiete años por los Neohumanos. No había mucha más información, ni raza, ni si tenía poder o no.

    Cuando vio el Levitrén detenerse a varios metros sobre ella, frente al andén, desconectó el Omnilens y tomó un atajo de las escaleras, dejándose levantar por el aire hasta posar los pies en el andén. Mientras sus compañeros guía se ocupaban de sus encargos, esperó hasta ver al hombretón bajarse del Levitrén con una pequeña bolsa de tela que debía contener todo su equipaje.

    – [Sophie]Bienvenido a Moondale, la capital de la esperanza de Zeon. Soy Sophie Bonnet, también puedes llamarme Wind Flower. Voy a ser tu guía de integración en la ciudad.[/Sophie] – se presentó dedicándole una sonrisa.

    – [Nate]Nate…Evans.[/Nate] – respondió él simplemente. Sus ojos se mantuvieron fijos en la joven, como si escrutasen su alma. Ella, cohibida, inició su recorrido seguida del hombretón.

    Tomó el ascensor junto a su acompañante y le dedicó una sonrisa mientras ascendían a la superficie de la ciudad. Cuando salieron del ascensor y salieron del centro de transportes. El centro estaba más elevado que gran parte de la ciudad, desde allí, se tomaba un transporte que descendía por la ladera del centro. Así que dejó que su invitado observara la preciosa panorámica de la ciudad y distinguiera el tráfico de voladores surcando con libertad los cielos.

    Después tomaron el transporte. – [Sophie]Dicen que antes los transportes iban solo por tierra, contaminaban y se producían atascos porque las personas conducían. ¿Te lo puedes creer?[/Sophie] – comentó mientras se subía en el vehículo automatizado. – [Sophie]Al Edificio Lenore.[/Sophie] – pidió. El vehículo se puso en marcha y su silente acompañante no respondió. Aburrida, miró por la ventanilla y vio un holoanuncio de Eau de Villier, del guapo de Dante Villiers, Icarus en zeoniano. A Sophie no le faltaba de nada, no podía quejarse, pero tampoco se quejaría con un Icarus a su lado.

    – [Nate]Ahí fuera siguen usando lo que dices, se llaman coches.[/Nate] – comentó su guiado. Sophie sonrió, quizá no sería tan aburrido.


    Dante Villiers

    dantemodel

    En el ático del sexto edificio más alto de Moondale, el modelo estaba tumbado sobre uno de los muros externos, con un pie colgando hacia el vacío. Inspiró el aire fresco y sonrió, segundos antes de girar sobre sí mismo y dejarse caer al vacío.

    Mientras caía, disfrutó de la vertiginosa sensación del descenso, manteniendo la sonrisa en su rostro hasta que llegó al punto de no retorno, donde desplegó sus alas, que refulgían bajo el sol haciendo que el plumaje marrón claro pareciese dorado. Se sentía como Ícaro, salvo que él podía volar lo suficientemente cerca del sol sin quemarse.

    Con un aleteo se alzó más y más, hasta superar la altura de la azotea que era su hogar. Allí, se detuvo un instante, abriendo ampliamente las alas mientras los flashes inmortalizaban su silueta contra el sol. Cuando vio que sus fotógrafos se detuvieron, descendió sobre la azotea, donde un azafato parye le recibió con una limonada recién exprimida y sus gafas de sol.

    – [Dante]Espero que hayáis conseguido una buena foto, porque no pienso volver a repetirlo hoy.[/Dante] – avisó a sus fotógrafos, que asintieron, complacientes. No dudaba que la habrían conseguido, eran buenos fotógrafos por un buen motivo, reflejos sobrehumanos, vista sobrehumana. El sistema daba en el clavo con las recomendaciones laborales. Ya podía imaginarse el anuncio: ‘Ícarus Rising: El protector solar todoterreno, con factor de protección total. Llegarás al sol sin quemarte.

    El modelo cruzó la azotea y entró a su ático. Dejó las gafas de sol sobre una de las mesas y se sentó en el sofá mientras el parye le preparaba un smoothie detox. Comprobó los mensajes en su Omnilens, descartó varios y reprodujo uno que le había enviado su madre. En sus ojos apareció la ex modelo de rubia cabellera, disfrutando de sus extensas vacaciones en Merelia. Su madre le dedicó un saludo emocionado mientras veía a su padre, tras ella, discutiendo con alguien.


    Kaylee MacLeod

    kaysad

    – [Kaylee]Industria metalúrgica.[/Kaylee] – murmuró la Consejera a la muchacha capaz de manipular el acero con su propia mente. La joven asintió y se levantó de la silla para marcharse, murmurando un breve gracias.

    Kaylee no se preocupó en asentir, sabía que el agradecimiento no era más que una formalidad. La sociedad se dividía en dos clases de personas: aquellas a las que les encantaba el sistema de asignación del trabajo, porque les gustaba tener al instante el lugar en el que podrían desempeñar su trabajo con mayor facilidad; y aquellas que buscaban retos y les apasionaban cosas que poco o nada tenían que ver con sus poderes o habilidades sobrenaturales.

    Le correspondía a ella y al resto de su departamento de precognitivos decidir dónde tendría que encajar cada persona. En Zeon, cada persona, al nacer, era introducida al sistema y se detectaba su raza, las habilidades de la misma y sus poderes en caso de tenerlos. A partir de ahí pasaría por el Departamento de Asignaciones varias veces en su vida, para que sus estudios le guiasen por el camino correcto para con el trabajo que iba a realizar. Así como ir analizando a qué bando etiquetarles.

    Para los precog era ligeramente distinto. No había visitas a Asignaciones, porque solo tenían dos posibles destinos. La mayoría terminaba como funcionario consejero de Asignaciones. Algunos pocos, dependiendo del grado o tipo de precognición, y de los padrinos que tuviese, terminaban como consejeros del gobierno.

    Kaylee no era de las afortunadas y había terminado allí. Formándose toda su vida sobre poderes y sobre su propia habilidad, para forzarla y recibir visiones de personas de las que no le apetecía ver nada.

    Ella nunca habría podido terminar en el gobierno, por dos sencillas razones. La primera era su poder, que pese a que hubiese aprendido a forzar las visiones, actuaba como el de su madre, y no siempre veía lo que quería ver. Normalmente veía otras cosas, más trascendentes que el trabajo de un adolescente.

    La segunda razón era bastante clara, era hija de Moondies y por mucho que intentasen aparentar amnistía, los viejos enemigos y sus cercanos del gobierno estaban marcados a trabajos de poco peso político.

    Kaylee miró la larga lista y observó el siguiente nombre, un refugiado intercambiado con Estados Unidos. Abrió un cajón de su escritorio y cogió una pastilla sin mirar. Las había colocado sueltas en un recipiente de cristal porque solía necesitarlas a menudo para paliar sus dolores de cabeza constantes.

    Esperó un instante y dio el aviso. Segundos más tarde, un hombretón que casi no cabía por la puerta se sentó frente a ella, acompañado por una guía oficial del gobierno que sonreía como si el mundo fuese maravilloso. Kaylee conectó su Omnilens pero éste no le mostró ninguna información sobre los poderes de su visitante.

    – [Kaylee]Parece que no hay registros.[/Kaylee] – indicó ella, esperando que le diesen más información. La guía asintió, cohibida, como si musitase un «qué raro, ¿verdad?«. El hombre, Nathaniel, no añadió nada. – [Kaylee]Poderes…raza…[/Kaylee] – intentó animarle. Lo único que decía su ficha además de su nombre, era que le habían retenido como experimento durante mucho tiempo. Estupendo, justo lo que necesitaba, un traumatizado.

    Resignada, se acomodó en su silla, cogió entre sus manos una de las grandes manazas de Nathaniel y forzó una visión. Cuando terminó, volvió a mirar al hombre a los ojos y empezó a escribir en un papel. – [Kaylee]Sanctuary. Es un bar de moda, aquí tenéis la dirección.[/Kaylee] – dijo tendiéndole el papel.

    Al volver a quedarse sola, se acomodó de nuevo en la silla, cansada, y envió un mensaje.


    Noah Arkkan

    noahglasses

    El técnico de comunicaciones estaba cruzando a toda velocidad la ciudad de Moondale para responder a una llamada de soporte cuando su propio teléfono empezó a sonar con la melodía de la vieja serie de Lois&Clark, era de las pocas que habían captado la esencia de Superman en un actor, igual que el de la de Supergirl, que luego consiguió su propia serie por el tirón que había tenido.

    Se detuvo al lado de una cafetería y entró a pedir un café mientras veía y respondía el mensaje. Para Noah nunca había demasiada prisa y no era recomendable correr sin estar atento al camino si vas a velocidad sobrehumana.

    Respondió a una velocidad que le pareció soporífera, porque el teléfono no soportaba la estática que desprendía su cuerpo al utilizar su poder, y se tomó el café en un suspiro y lo tiró a una papelera de reciclaje. Que por la noche recogería un equipo de demonios devorabasura.

    Miró su reloj y echó a correr para solucionar la llamada de soporte, en la que tardó más en resolver las dudas del funcionario que en solucionar el problema en sí, un cable suelto. Cuando por fin se libró del hombre, se dirigió a solucionar la «incidencia» que había comunicado Kaylee. Después se dirigió a ver a su hermano.


    Leo Arkkan

    leojoyero

    En la transitada calle Moreau, en el centro de la ciudad de Moondale, la vidrieras de la joyería Chosen reflejaban el paisaje del Parque Briar.

    El demonio cruzado atravesó las puertas rápidamente y preguntó por su hermano, siendo redirigido a la trastienda por la chica que estaba en ese momento atendiendo el mostrador, Allison, o Allie, como prefería que la llamasen.

    Noah le dedicó una sonrisa y se dirigió a la trastienda. La pobre Allie era humana y difícilmente habría conseguido un trabajo así de no haber sido por su hermano, Leo. Él mismo había trabajado de algo que odiaba durante mucho tiempo, como minerólogo, debido a su poder. Pero tras unos cuantos éxitos con algunos yacimientos, había conseguido recientemente montar su propio negocio.

    Cuando pasó a la trastienda, le vio adquiriendo la apariencia de una esmeralda y tomando notas sobre sus propiedades. Noah sabía que a su hermano tampoco le apasionaba su negocio, pero en el mundo en el que vivían, no había demasiadas opciones. En parte era eso por lo que luchaban.

    – [Leo]Noah, ¿qué haces aquí?[/Leo] – preguntó el joyero, sorprendido de ver a su hermano. Tomó su apariencia normal y le estrechó entre sus brazos.

    – [Noah]Kaylee ha tenido una visión interesante.[/Noah] – comenzó a explicar. Noah también estaba bastante vigilado por ser hijo de Moondie, y sabía que habría ciertas cosas que no podría hacer sin levantar sospechas. Si buscas movimiento de información en un grupo, siempre te vas a fijar en lo lógico, que sea el más rápido el que lleve esa información.

    Ellos necesitaban ser más listos para evitar ser cogidos. Leo podría llevar mejor el mensaje a los bosques. A fin de cuentas, a nadie le extrañaría que fuese a visitar a sus padres, o a su ex mujer. Mientras tanto, Noah tenía otra persona a la que visitar.


    Lexa Reed

    lexa

    Noah suspiró antes de entrar al Sanctuary. Había cosas que era necesario hacer por la Resistencia que de ningún otro modo habría hecho.

    Para moverse libremente, había tenido que desarrollar cierta fama. Por un lado, cada vez que iba a ver a Kaylee tenían que aparentar verse por alguna «necesidad urgente«. Y por otro, el canal de comunicación habitual a través del Sanctuary incluía parecer un «asiduo» a las trabajadoras del placer. En concreto a una, que es a la que debía entregarle la información.

    De todos los peligros que conllevaba ser de la Resistencia, tenía gracia que lo que peor llevase fuera eso. Cuando Jane le vio en la puerta, le guiñó un ojo. Cualquiera lo habría interpretado porque había reconocido a un cliente habitual de Lexa, pero Jane sabía a qué iba en realidad, porque ella era uno de los suyos.

    Le condujo hasta la sala privada. – [JJ]Suerte, chispas.[/JJ] – bromeó para que le escuchasen los ojos y oídos que estaban en todas partes, pero no en las salas de placer.

    Noah llamó y al escuchar la voz de Lexa al otro lado, abrió la puerta y la cerró tras de sí, parpadeando para acostumbrarse al cambio de luz y notando en su nariz el aroma de los inciensos que Lexa utilizaba para su trabajo.

    Ella no tardó en aparecer, ataviada con un vestido que le dejaba un hombro al descubierto, fijo en Noah sus claros ojos y el joven supo de inmediato por qué tanta gente acudía a ella. Lexa había sido una trabajadora del placer desde el primer momento en el que obvió las indicaciones de Asignaciones. Usando su poder, conseguía dar lo que querían a sus clientes sin ni siquiera dejar que pusieran un dedo encima de ella. Aun así, la sociedad la trataba de la misma forma y ella misma detestaba ese trabajo.

    Con el tiempo, consiguió dejarlo y Niall le ofreció un trabajo, haciendo eso mismo pero ahora con el fin de obtener información valiosa para la Resistencia de sus clientes de las altas esferas. Para eso y para permitir que el mensajero de la Resistencia viniese a transmitir las nuevas noticias.

    – [Noah]Hola, Lexa.[/Noah] – saludó Noah, cohibido. Ella sonrió, siempre le hacía gracia ver al tímido de Noah.


    Jane Williams

    jjwaitress

    La tarde había avanzado ya lo suficiente para cuando Nate y Sophie llegaron al Sanctuary como para que éste ya estuviese empezando a estar bastante concurrido. Atravesaron la puerta después de que la guardia de seguridad gris comprobase sus credenciales, especialmente las de Nate.

    – [Sophie]No te preocupes, con tu primer sueldo podrás comprar un Omnilens nuevecito.[/Sophie] – empezó a decir la guía, señalándose la sien. El aparato era la invención más exitosa del Departamento de Investigación, constaba de un pequeño chip que se colocaba sobre la oreja, tras la piel, en contacto con el cerebro, permitiendo funciones directas como el almacenamiento de información en la memoria interna del dispositivo, para poder consultar los recuerdos en cualquier momento, la grabación o captación de imágenes a través de los ojos, el acceso a los perfiles públicos de cada habitante de Zeon mediante el reconocimiento facial, gps, navegador web, en general, todo tipo de tareas que un ordenador podría llevar a cabo, y muchas más. – [Sophie]Yo estoy deseando ir a por el nuevo modelo, este me va un poco lento a veces.[/Sophie] – admitió con una sonrisa.

    Atravesaron la puerta y se acercó a ellos una joven de pelo oscuro, vestida con vaqueros, una camisa blanca y una chaqueta de cuero sobre ella. – [JJ]¿Mesa para dos, chicos?[/JJ] – preguntó la muchacha.

    – [Sophie]No, gracias, venimos a ver a Niall, nos han enviado de Asignaciones.[/Sophie] – la joven de pelo oscuro les miró un instante y después señaló una cristalera tras la que un joven de tez oscura observaba la sala.

    A la muchacha no le extrañó que la guía no se dignase a darle las gracias, la había visto activar el Omnilens así que ya sabía el motivo. La magnífica e igualitaria sociedad de Zeon no lo era tanto para los humanos o para los artificiales e hijos de artificiales. Su madre, Rebecca, lo era, y por eso había terminado en un trabajo de menor cualificación que la que merecía. Al igual que ella, que para el caso podría haberse llamado Jane Doe en lugar de Jane Williams.


    Niall

    niallsuit

    El dueño del Sanctuary cerró los ojos, escuchando cada acorde con el que los músicos del ‘Banshee Scream‘ interpretaban la canción que él había compuesto. Frunció el ceño al escuchar un fallo y no consiguió volver a concentrarse.

    El mensaje de Noah era claro, iba a tener un invitado dentro de poco, así que dejó su placer para otro momento en el que no hubiera cosas que fuese necesario hacer.

    Unos minutos más tarde, Joey Munn, su guardia personal, llamaba a su puerta para indicarle que una guía y un refugiado venían desde Asignaciones. Según lo que había dicho Noah, tenía que darle un puesto a Nate allí, porque sería clave para el plan que la Resistencia tenía en marcha.

    Les mandó pasar a ambos y escuchó la explicación y los flirteos de la guía, que parecía bastante más fiel seguidora de su padre y sus hermanos que él. Para Niall su padre era una escoria que lo había conseguido todo por tener poderes y pocos escrúpulos y sin embargo su madre, una pobre humana que lo había dado todo por conseguirle un lugar en esa supuesta utopía, había pasado su vida con trabajos de poca cualificación por no tener ninguna habilidad. Por eso hacía lo que hacía.

    – [Niall]Ve a ver a Idris, el coctelero, él te dirá qué puedes ir haciendo mientras lo preparamos todo.[/Niall] – le indicó Niall al grandullón. – [Niall]Y no te preocupes, estás en casa.[/Niall] – afirmó. – [Niall]Señorita Bonnet, puede tomar lo que quiera, está invitada.[/Niall] – se despidió. Cuando volvió a quedarse solo, cerró los ojos una vez más y trató de concentrarse, pero esta vez no en la melodía que escuchaba, si no en la sinfonía de acontecimientos que debían precipitar.


    Idris Solo-Novak

    idrisbartender

    – [Idris]Marchando un ‘Bloody Bloody Mary‘ para la camarera más guapa del local.[/Idris] – anunció el coctelero con una enorme sonrisa mientras sus manos, cubiertas de una capa de hielo, agitaban el mezclador donde el ‘Bloody Mary‘ con sangre artificial creada por la industria hemológica, listo para que la vampiresa que había intentado ligar con Jane se lo tomase en lugar de la sangre que le apetecía en realidad.

    Cuando Jane se marchó negando con la cabeza pero sonriendo, Idris vio acercarse a las dos personas de las que le había hablado Niall. Uno de ellos era un tipo grandote y serio que venía de fuera, mientras que la otra era una muchacha delgada con aspecto de consentida que trabajaba de guía.

    Idris le guiñó un ojo a la muchacha al verla acercarse. – [Idris]Nuestro nuevo compañero, y una clienta VIP.[/Idris] – sonrió. – [Idris]Idris Solo-Novak, encantado. Puedes sentarte, es muy pronto para trabajar.[/Idris] – bromeó intentando romper la seria cara de Nate. – [Idris]O puedes pasar al almacén donde Kuruk necesitará tu ayuda.[/Idris] – sugirió. Pareció gustarle más esa idea y se despidió de la muchacha.

    – [Sophie]Es muy serio.[/Sophie] – admitió ella.

    – [Idris]Es una pena, seguro que tienes una sonrisa preciosa.[/Idris] – replicó él, haciendo que sonriese. – [Idris]He acertado, es mi poder.[/Idris] – indicó con un nuevo guiño. – [Idris]¿Por qué no jugamos a un juego? Te preparo un cóctel, si te gusta, te preparo otro en mi casa. Si no, te invito a mi casa para prepararte uno mejor.[/Idris] – añadió con una amplia sonrisa.

    Espero que la chica asintiese y empezó a prepararlo mientras pensaba en que ese podía ser uno de sus últimos días como coctelero. Si la Resistencia lo conseguía de verdad, por fin podría venirse abajo ese mundo en el que tenía cabida un asesino, un sádico que se alimentaba del miedo.

    Idris había dejado su trabajo anterior cuando finalmente dio con su nombre. Allí seguía, sentado en el Consejo, después de haber asesinado a sus padres brutalmente. Por suerte Mara y Vincent habían cuidado de él, pero ese mundo nunca les había tratado bien. Su padre seguía siendo un detective sin posibilidad de ascenso por estar asociado a los Moondies y su madre, por lo mismo, había tenido que conformarse como enfermera. Ellos siempre habían cuidado de él, y ahora le tocaba cuidar de ellos, y de todos los perjudicados por ese gobierno.


    Cole Roman

    colesecurity

    El jefe de seguridad del edificio Lenora se agitó, incómodo, en la sala de vigilancia. Llevaba un rato así, como si algo no fuese bien. Era una sensación extraña, que no tenía muy claro qué significaba, pero tenía algunas teorías y no le gustaban demasiado.

    Se puso en pie y se colocó el cinturón, tomando el comunicador entre las manos. Después se lo pensó mejor y envió un mensaje a un compañero, Equalizer, a través del mismo. Contaba que había sido un experimento de la Iniciativa, tenía algunos poderes para manipular el sonido, se los aumentaron y quedó sordo. En el famoso combate contra la Iniciativa y los Moondies, le liberaron de su impronta y se unió a nuestro bando. Respondió enseguida al mensaje diciendo que él se encargaba de la sala de vigilancia.

    El jefe de seguridad, Cole Roman, o Python de nombre zeoniano, descendió las escaleras rastreando la extraña sensación, que cuanto más aumentaba, más parecía distinguirse como una firma energética inestable. Ninguna a las que estuviera acostumbrado en ese edificio.

    A medida que aumentaba, fue descendiendo las escaleras más rápidamente, hasta llegar a los cimientos de la sala de calefacción. Allí fue donde descubrió qué era lo que estaba pasando. El dispositivo de calderas estaba fuera de control y estaba emitiendo más calor del que debía.

    Intentó pensar rápido, pero no podía hacer nada, así que tomó la decisión más sabia. Descolgó el comunicador e informó a sus compañeros. – [Cole]Evacuad el edificio, el sistema de calefacción va a estallar.[/Cole]

    Después intentó detener el problema, pero el sistema estalló liberando un calor infernal en la sala, un calor que se extendería por todos los conductos hasta quien sabía cuantas plantas. Solo podía esperar que sus compañeros evacuasen a tiempo.


    Laura Petrov

    laurafuture

    Laura Petrov se encontraba en su oficina, descansando mientras dejaba libres los pies de la atadura de los tacones. Nunca se había arrepentido de convertirse en ingeniera sismográfica, su trabajo le había permitido tener todo lo que quisiera y no tenía nada de lo que quejarse. Pero ese día maldeciría quedarse unas horas más para terminar un trabajo.

    Había desconectado las comunicaciones para que nadie la molestase y eso había sido un error. Al principio notó el sofocante calor de la calefacción inundar su despacho y pensó que estaba pasando algo, pero para cuando se quiso dar cuenta e intentó comunicarse con los demás, vio que el edificio estaba siendo evacuado y las llamas crecían por su despacho y otros muchos.

    La puerta se quedó bloqueada por el calor, así que desató su poder haciéndola saltar de los goznes y echó a correr. Intentó taparse la cara para no respirar demasiado humo y trató de no pensar en que ahora tendrían que pintar la oficina y seguramente perdería el trabajo de varios días.

    Estaba deseando salir para poder despotricar con tranquilidad con su madre y quizá agilizar los arreglos que necesitase el edificio, pero cuando bajaba uno de los tramos de escalera, notó que su tensión se desplomaba y perdía la consciencia. Estupendo, pensó, va a quedar genial en los titulares: «Soltera muere mientras echa horas extra».


    Owen Williams

    owenfire

    El cuerpo de bomberos se personó rápidamente en las instalaciones del edificio Lenora gracias a su teletransportador. Mientras uno de los hidrokinéticos se preparaba para sofocar las llamas, algunos de los compañeros se preocuparon de atender a la gente, que parecían estar perfectamente. Parecía que el fuego no se había afianzado en muchas plantas. El calor se había propagado en las más bajas mientras que en las superiores, no habían fraguado.

    Acostumbrado a la acción y la primera línea, el bombero raso Owen Williams necesitó poco más que escuchar que había aún gente dentro para cruzar las llamas y aventurarse en el interior.

    Llevaba la mascarilla puesta para protegerse del humo, pero no había demasiado en la zona. Lo más sofocante era el calor y a él no llegaría a hacerle nada importante. A fin de cuentas había sido su poder lo que le había cualificado para ese puesto de trabajo. Las ventajas eran que podía ayudar a la gente, pero por lo demás, era una mierda, especialmente desde que Idris se había marchado.

    Owen no había hecho demasiado caso a las voces de sus superiores que le instaban a quedarse atrás. No solía hacerlo, porque si les escuchase, empezaría a notar sus tonos de superioridad respecto a alguien que era consciente de que nunca podría ascender, porque su madre era una artificial y los dos unos Moondies. Ambos términos los detestaba tal y como los usaba la gente. Su padre y sus amigos decían que una vez Moondies había dado esperanza, pero ahora solo era el nombre de unos parias de los que era un miembro orgulloso.

    Continuó ascendiendo y notó el descenso del sofocante calor a medida que subía, observando las salas. Finalmente, en una de ellas vio a una muchacha desmayada. Corrió hacia ella y vio que tenía problemas por inhalación de humo y un leve traumatismo craneal. La cargó a sus hombros y bajó rápidamente las escaleras.

    A mitad de camino, vio algo extraño, una figura sobresaliendo de una puerta. Era un guardia de seguridad que parecía haber estado en el núcleo de la explosión. Tiró de él y le acarreó también a la salida.

    Cuando consiguió ponerles a salvo pensó que ahora le quedaba lo más difícil, esquivar a sus superiores, avisar a los demás de que Henry la había cagado completamente y asegurarse de seguir adelante con el plan y tener acceso al edificio cuando los bomberos volviese a evaluar la situación y asegurar la zona.


    Xander Echolls

    xandercop

    El oficial de policía cerró la carpeta sobre su mesa y la colocó sobre la pila de casos. Era uno de los agentes destinados a la investigación de una serie de asesinatos de sobrenaturales potenciados que se había ido incrementando en los últimos años.

    En todos había un denominador común, los muertos aparecían con señales que parecían indicar que su vida les había sido absorbida. Por el momento el único avistamiento registrado era el de un testigo que vio una figura encapuchada alejarse de la zona.

    El agente trabajaba codo con codo con los veteranos Bill, Vincent y Karen, pero la información que les llegaba era menor que la que tenían otros grupos de investigación sobre el mismo caso, que supuestamente debían trabajar coordinados. A fin de cuentas, los cuatro estaban relacionados con los Moondies y estaban bien vigilados.

    Por el momento no había relación aparente entre los fallecidos, salvo que ninguno de sus poderes se repetía, y eso no daba mucho margen de maniobra.

    En ese momento, el agente recibió un mensaje. Al ver que era de Owen, se reclinó y fingió una sonrisa mientras lo leía:

    ¿Recuperado? Hank se pasó con la marcha y vomitó encima de un par, menos mal que no nos jodió la fiesta. Quedamos como siempre, ya hablamos.

    Owen y él eran amigos desde pequeños, y eso les había venido muy bien para seguir fingiendo que pasaban muchas noches de fiesta, cuando en realidad ambos eran miembros de la Resistencia.

    La transcripción del mensaje era clara. ‘Hank‘, era Henry, otro miembro de la Resistencia un poco más problemático por sus ganas de derribar el gobierno, tenía como asignación programar una disrupción para que el sistema de calefacción del edificio Lenora fallase y quemase varias plantas, cuando no hubiese nadie en él. El agente contuvo el enfado para disimular y continuó fingiendo su sonrisa mientras respondía con un «XDDDD ya le tocaré yo las narices a Hank«.

    Tenía claro que no podía permitirse que Henry volviese a cometer una imprudencia que pusiera a inocentes en peligro. Así que decidió ir al portal más cercano de los que Vincent había mapeado, para llegar a la casa en la que vivía Henry. Tenían conceptos importantes de los que hablar.


    Henry Crowe

    henryfuture

    El joven de pelo claro subió el volumen de la música mientras trasteaba con un invento que podría resultar útil cuando las cosas se pusieran finalmente serias contra el gobierno.

    Se sentó en el suelo y apartó la pipa de oxígeno de la mesa para hacer hueco al artefacto. Si la teoría funcionaba, podría cargarse algunas de las restricciones que había para teletransportadores no autorizados en los edificios oficiales y con eso saltarían los lentísimos planes como el que había tenido que llevar a cabo ese día, solo para que Owen pudiera terminar infiltrado obteniendo información sin que nadie se diese cuenta.

    A Henry le importaba bien poco que le descubriesen, no como a los demás. Él había manifestado su odio a ese gobierno desde que fue consciente de que sus padres habían muerto en la masacre de la Iniciativa, sin ser siquiera miembros de ella.

    Jamás olvidaría esa matanza indiscriminada. Sus padres habían ido a proteger a los inocentes, a los activos y experimentos que no eran más que víctimas de la Iniciativa. Pero acabaron con todo. Su política siempre trató de encubrir el verdadero acto, justificándolo: la Iniciativa era una amenaza, habríamos sido los siguientes, estaban desarrollando un arma para acabar con todos nosotros y otras mentiras por el estilo. Habían instaurado un día oficial de luto al año por las víctimas inocentes que habían caído en «el fuego cruzado«. Todo una pantomima.

    Cuando Henry escuchó un ruido en el exterior, se puso en pie rápidamente, agarrando una de las armas que guardaba bajo el colchón del sofá, listo para llevarse por delante a quien fuese o para teletransportarse en caso de necesidad.

    No echaría de menos esa casa. Henry era un fugitivo, un terrorista cuya cara era bastante conocida. Pero Zeon era muy grande y siempre tendría un sitio donde esconderse, y por suerte, una forma rápida de llegar a él. Solo de pensarlo sonrió, recordando a toda esa escoria que le despreciaba por ser hijo de una artificial, cuando todavía le importaba lo que pensara la gente.

    La puerta de la entrada se abrió y Henry levantó el arma, apuntando al invitado inesperado. Frente a él, el otro, un tipo de constitución atlética, pelo rubio y ojos claros, tambien apuntaba el arma. Henry no bajo el arma, era Xander, uno de sus compañeros, pero también podría ser un camaleón, un cambiador de formas.

    – [Xander]¿Sabes lo que has estado a punto de hacer?[/Xander] – preguntó, encolerizado. Henry bajó el arma, estaba claro que era Xander y que eso iba a ser una reprimenda.


    Amy MacLeod

    amymakeup

    A las afueras de la capital de Zeon, se alzaba el imponente Bosque de los Lobos, muy cerca del monumento a las víctimas de la Iniciativa, el lugar donde muchos recordarían la masacre.

    Allí, ocupando cada vez un terreno más extenso del bosque, lo que inicialmente había sido la manada de Canton, se había extendido hasta formar un pequeño pueblo-reserva, algo más alejado de la vida en las capitales.

    En los primeros años del nuevo gobierno, la manada de Canton había acogido entre los suyos a los Moondies y sus allegados, parias del gobierno, sin duda con el visto bueno de éste, que prefería tenerlos en un entorno más aislado y seguramente, controlado.

    Los Moondies habían tenido hijos, la manada había tenido hijos, y el gobierno había dado lugar a hijos descontentos. Todos ellos habían encontrado su hogar en el nuevo pueblo de Canton.

    La líder de la manada, líder por antonomasia del pueblo de Canton, caminaba meditabunda por un claro del bosque. Pese a su edad, ya llevaba muchas vivencias a sus espaldas. Su pueblo era el núcleo de la Resistencia, pero tenía que arreglárselas para disimular frente a cualquier representante oficial. Se había acostumbrado a mostrar dos caras y a veces le gustaba volver al bosque simplemente y ser ella misma.

    Suspiró y se quitó la ropa, dejándola doblada a un lado. Después, se encogió sobre sí misma mientras su cuerpo se hacía añicos y volvía a formarse, dejando libre a la ‘Loba Roja‘.


    Elle Echolls

    elliefuturez

    Una joven alegre caminaba por el pueblo de Canton, visitando los comercios a pie de calle para elegir la mejor comida para preparar ese día. Su padre estaba especialmente tenso los últimos días, por ese plan que la Resistencia estaba llevando a cabo.

    Sus tíos habían hablado con él en privado varias veces, pero no terminaba de quitarse esa nube negra a su alrededor. La joven sabía a qué se debía, su padre nunca había sido el mismo desde que se habían llevado a su madre. Su tía Diana siempre le decía que su padre quería a su madre más que a nada en el mundo, y no soportó perderla dos veces seguidas.

    La primera fue poco después de nacer Xander. Pero ella consiguió resistirse, regresar. Se escondieron y así había llegado a nacer ella. No duró mucho, la joven no recordaba apenas el rostro de su madre. Se la volvieron a llevar y a ella tuvieron que esconderla, evitar que la registrasen, no solo por ser hija de ellos y por miedo a lo que Z le hiciese, si no por cómo había nacido. No era fácil saber que en el falso e idílico mundo en el que todos eran aceptados por ser diferentes, ella sería considerada una amenaza por serlo también.

    Pero Elle intentaba ser siempre positiva, sus tíos Christopher y Ed la habían enseñado a contenerse y ser paciente, su tío Daakka le había enseñado a ver el bien y el mal de otra forma, su tía Cara le había enseñado a poner buena cara a las cosas malas, su tía Diana a reírse de lo peor. El resto de los Moondies también le había aportado mucho. Y Amy siempre había cuidado de ella.

    Elle se esforzaba por controlarse, por esconderse en el bosque cada vez que alguien podía aparecer y descubrir con su Omnilens que no estaba registrada. No conocía nada que no fuese Canton, pero se lo debía a su padre y su hermano, que siempre la protegían pese a sufrir por lo que había pasado con su madre. La Resistencia tenía muchos valores por los que luchar, pero muchos lo hacían por ella, por Sarah.


    Epílogo

    sarahbeatrix

    La Cazadora aguardaba en silencio en el mausoleo, perdida en sus pensamientos, en la lucha interna que cada día se debaría en su interior. Una lucha a la que estuvo a punto de rendirse muchas veces, pero no sabía qué más hacer, no encontraba la forma de librarse de todo ello, de volver a ser buena persona. La habían condenado a vivir, robándole la vida a otra.

    – [Z]Cariño, te había estado buscando.[/Z] – dijo una voz grave a sus espaldas. El líder del Consejo de Gobierno de Zeon estaba tras ella, ataviado con un traje blanco sin corbata. Muchos lo llamaban aún El Director, la mayoría, Z. Para ella siempre sería Sieg.

    – [Sarah]Sí, necesitaba venir aquí.[/Sarah] – se sinceró. Él se acercó y la rodeó con sus brazos, inclinándose para besar sus labios con pasión. – [Sarah]Me ayuda a recordar lo que pudo ser.[/Sarah] – añadió ella, dándole la mano.

    – [Z]A veces hay que hacer lo necesario, Beatrix.[/Z] – afirmó con aparente pesar. Observó la tumba que tenían frente a ellos unos segundos antes de darle la espalda para marcharse.

    Tess Gianopoulos. Nunca olvidaremos lo que hiciste por nosotros.