Moondale

Categoría: 3×14 – Beginning of the End

La Iniciativa y los de Z desatan sus fuerzas en una batalla campal que amenaza con destruir Moondale, pero los Moondies deben detenerles con las fuerzas que ellos mismos han reunido.
Pero el mal nunca es evidente, se disfraza y se oculta, y cuando de verdad se revela, amenaza con acabar con todo.

  • SUFICIENTE

    Edward MacLay / Palacio de Z – Fabrica abandonada

    Recordaba el palacio de Z de otra manera por mi breve estancia. En aquel momento no había síntomas de una incipiente batalla, era un refugio para la gente que había sido repudiada por sus habilidades o por su aspecto. Ahora el cielo gris, junto a los gritos de gente entrenando poniendo a punto sus poderes o peleando entre ellos, le confería un aspecto lúgubre al palacio.

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  • JOVEN Y ATRACTIVA

    Aphrodite – La Nave

    Tarde – Noche

    El viaje en Uber desde el aeropuerto hasta La Nave no pudo resultarme más tedioso, aunque me animó un poco volver a ver el discurso de la rubia con alas que hablaba de la sororidad entre mujeres con poderes y que se había viralizado en cuestión de horas.

    Desde que me había retirado de «Under Your Spell», porque empezó a perder audiencia a pasos agigantados cuando se descubrió todo lo mi pasado, hacía una vida de lo más aburrida. Me había instalado en mi ciudad natal en las islas de Loverd y tenía un programa nocturno de testimonios en la radio local. Mis amigas bromeaban diciendo que se llamaba «Llorar por llorar», pero se llamaba «Testimonios en la onda», aunque no sé cuál era peor.

    Lo que sí que daba ganas de llorar era mi vida social y sexual. Ya no me invitaban a fiestas lujosas, ni era una de las mujeres «del momento». Supongo que para esa panda de retrógrados que controlaban los medios en Hollywood ni siquiera podía considerarme mujer, pero ellos no eran más que una panda de dinosaurios tránsfobos a los que no se les levantaba el pene ni con un camión de Viagra.

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  • LA REINA DE LAS HADAS

    Mia – La Nave

    Mañana

    Se supone que no está bien escuchar conversaciones ajenas, así que ahora mismo os imagino diciéndome: «Mia, no se está bien escuchar conversaciones ajenas». «Mii, ni istí biin iscichir cinvirsiciinis ijinis». Tampoco está bien hacer burla, pero es mi diario.

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  • LA SENSACIÓN DE TENER UN HOGAR

    Mara| Apartamento de los Solo-Novak

    Mañana

     

    Los primeros rayos de sol del día se colaban por el ventanal de la terraza. Hipo se desperezaba en su cesta estirando sus patas delanteras , mientras intentaba, en vano, huir de la luz, como un recordatorio permanente de mi vida anterior. Idris estaba sentado en su trona esquivando el aguacate de las dos tostadas de pan integral que le había preparado para acompañar el biberón que más tarde se tomaría viendo los dibujos (esto no era negociable).

    Ese día, como tenía clase a primera hora, había madrugado bastante para poder dejarle a Karen preparada la lista de cosas que tenía que hacer, entre ellas, ir a la compra y cuidar de Idris. En realidad, lo hacíamos más por ella que por nosotros, porque últimamente andaba bastante escasa de dinero, pero también nos venía bien, porque de pronto me encontraba con un marido que seguía durmiendo en el sofá para no incomodarme y un niño de dos años que, en cuanto te descuidabas, se ponía a saltar encima de lo primero que encontrase.

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  • FÁCIL

    CHRISTOPHER MACLEOD | CASA DE LAS ECHOLLS

    – [MacLeod]¿Hay alguien en casa?[/MacLeod] – pregunté. Como respuesta obtuve el eco de los ladridos en la cocina. Crucé el comedor y abrí la puerta de la cocina para ser recibido por el efusivo saludo de Xena, Eowyn y Freya.

    Que estuvieran en la cocina significaba que efectivamente, no había nadie, así que habían tenido que dejarlas allí, recogidas en sus camas para perros que usaban solo en esas ocasiones, porque normalmente preferían la cama de sus dueños. Por suerte para mí, la nuestra era la más pequeña, así que no se notaba tanto en la cama como Amy. Si hubiera sido Xena me habría visto durmiendo en el suelo.

    Abrí la puerta corredera que llevaba a la terraza y las dejé salir por si necesitaban hacer algo. Vigilándolas, me senté una silla de madera del porche trasero.

    Normalmente no solían estar solas. La casa era un bullicio y siempre solía haber alguien, pero en estas semanas las cosas no eran como siempre. La casa solía estar más vacía porque todos teníamos mucho que hacer, tanto por nuestro deber como por nuestra propia vida.

    Los héroes de la literatura siempre tienen la presión de salvar el mundo, pero nosotros teníamos también las presiones de ser personas. La llegada de Amy había cambiado las cosas, no sólo ocupándonos mucho tiempo y energía a Diana y a mí, si no trayendo un cambio para todos.

    Elizabeth estaba trasladando sus cosas poco a poco a una casa en Merelia junto a Jaime, dejando la casa para sus hijas. Sarah y Diana hablaron entre ellas y se decidió que la casa familiar fuera para nosotros, que éramos los que teníamos una responsabilidad a nuestro cargo. A cambio, había puesto a la venta mi casa en el Barrio Este para ayudar a que Sarah y Daniel comprasen una nueva casa para ellos. Habían pensado comprarla cerca para que las hermanas no estuvieran muy separadas.

    Mi casa no duró mucho en venta, al final todo queda en familia y la terminamos alquilando a Dominic y Rebecca por el mismo precio que estaban pagando por su estudio en el Barrio Oeste, así que el alquiler sería para Daniel y Sarah para rebajar lo que pagasen por la casa mes a mes.

    Por si todos esos cambios fueran pocos, Cara y Daakka se iban a ir a la cabaña en el bosque que había sido de Daniel y que ahora le había comprado su hermana con bastante regateo. Ed se quedaba a dormir en casa algunas noches, pero cada vez dormía más en el apartamento que estaba sobre la tienda de Lucy.

    A todas esas mudanzas se había sumado ayudar a Mara a llevar sus cosas a la casa que ahora compartía con Vincent en Louna – benditos portales – y ayudar a Sasha a instalarse en el apartamento de la Nave, aunque por suerte las cosas de Sasha cabían en una caja. Mia también se iba, lo suyo con Logan había avanzado rápidamente y se habían alquilado un apartamento en el Barrio Oeste gracias al trabajo de mecánico que Mia le había encontrado en un taller.

    Freya se apoyó en mis piernas dando saltos con la lengua fuera, devolviéndome a la realidad. Había estado corriendo con Xena y Eowyn pero venía a reclamar mi atención. Dentro de poco cada una de las tres viviría en una casa, pero pasarían gran parte del tiempo juntas en la Nave o aquí para evitar que se quedasen solas. Igual que nosotros, que estaríamos más separados pero nos veríamos a diario.

    Aún así era un poco raro, de nueve personas conviviendo bajo ese techo, pasaríamos a ser tres, aunque los demás pasarían a menudo y Elizabeth y mis padres estarían de vez en cuando con nosotros por si necesitábamos ayuda con Amy.

    Acaricié con cuidado la cabeza de Freya. Era una perra bastante miedosa y aún me sentía mal por aquella vez poco tiempo después de las Pruebas cuando el licántropo estaba descontrolado y le gruñí. Desde entonces parecía que me obedecía más, pero me sentía culpable.

    Vi la felicidad en su rostro cuando volvió a echar a correr detrás de sus «hermanas», disfrutando todas de la libertad y de los pequeños placeres.

    Una parte de mí envidiaba esa libertad, esa facilidad para dejarse llevar ante las preocupaciones y simplemente disfrutar. Era un padre reciente y sentía que apenas había podido disfrutar de mi pequeña por culpa de estar todo el día preocupado, planeando, asegurándome de que todo estaba bien atado para que mi hija no perdiera la oportunidad de conocer a las personas que más me importaban porque estábamos a punto de arriesgar nuestras vidas para proteger a completos desconocidos.

    Pero por mucho que lo envidiase, no podía ser como ellas. El animal en mí estaba reprimido, no era capaz de dejarlo ir. Sé que probablemente mi fuerza como licántropo habría sido más útil en el combate, pero no podía permitirme perder el control, no podía dejarme ir y después despertarme para comprobar que las personas que más me importaban se habían ido mientras corría salvaje mordiendo a otros.

    La brisa era agradable esa tarde. Hacía calor, pero estaba empezando a oscurecer y el viento resultaba muy placentero, con su aroma a verano. Me paré a dibujar en mi mente la imagen mental de ese preciso momento, observándolas jugar. Algún día, en el futuro, nuestros descendientes podrían hacer lo mismo. Las mascotas que habíamos adoptado de la señora del bosque de Escocia nos sobrevivirían a todos gracias a su inmortalidad. Me preguntaba cómo serían las cosas en su futuro, qué sería de nuestros descendientes.

    Entonces me di cuenta de que quizá estaba siendo demasiado introspectivo. Las cosas que vivimos hacen mella en nosotros. En su día, tomar el manto de Vigilante y encargarme de ser el mentor de Sarah, junto con mi licantropía, habían hecho que relegase en la bebida un problema que simplemente había permanecido ahí, latente. La manifestación de esas preocupaciones no era más que ansiedad, una con la que había tenido que aprender a vivir.

    La vida no me había enseñado a confiar en que todo saliese bien, pese a que las cosas nos hubiesen ido mejor de lo esperado, así que me había acostumbrado a controlar cada aspecto de lo que sucedía para evitar que nada quedase al azar y por tanto el destino nos diese un revés. Aun así, con la clase de vida que llevábamos no había sido posible, y desde la muerte de Kaylee y las noticias de la guerra inminente había notado que mi ansiedad estaba peor, amenazando más frecuentemente con aislarme en mis pensamientos.

    Amy había sido un alivio para esa ansiedad, que había estado desatada mientras Diana estaba embarazada, por miedo a que mi enfermedad hiciese que las cosas no saliesen bien. Cuando miraba a la pequeña o a su madre, sentía que el mundo sí tenía esperanza.

    Hay ciertas cosas que no queda más remedio que admitir. Una de ellas es que nuestra vida nunca iba a ser como la de los demás. Estaba destinada a ser más difícil. Y solo nos quedaba luchar y sacarla adelante.

    Quedaba menos de una semana para la guerra. Cansado de pensar me puse en pie y estiré la espalda. Noté los hombros y el cuello cargados, así que decidí relajarme hasta que llegara Diana. La mejor forma de hacerlo la tenía delante de mí.

    Me descalcé y caminé sintiendo el césped en mis pies desnudos. Me tumbé boca arriba en la hierba y las tres perras no tardaron en verme y correr hacia mí pensando que jugaba con ellas. Me reí. A veces la vida es más sencilla de lo que parece.

  • UN MANIQUÍ DE AMAZON COMO ESPECTADOR

    Lucy | Taller

    Mañana

    Por los ventanales del escaparate del taller se colaban unos rayos de sol que invitaban más a ir a la playa que a estar rematando unos patrones, pero no podía quejarme, porque empezaba a tener una clientela fija y pronto podría dejar los arreglos para dedicarme a lo que más me gustaba: diseñar, confeccionar y dar clase. Ed meneaba la cabeza ligeramente al ritmo de ‘Jillian’ de Within Temptation, mientras me ayudaba a montar un maniquí nuevo que habíamos pedido por Amazon. Estaba deseando que llegase mi turno para controlar Spotify y poner algo de música que no implicase a una persona desgañitándose, pero el amor es así, de esa manera.

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  • ALGO PERDIDO

    DANIEL ARKKAN | FUNDICIÓN ABANDONADA

    Mis dedos volvieron a pasearse trazando los surcos del níveo metal, una forma que ya reconocían. El calor de la fragua quedó atrás y sentí un viento frío azotarme el rostro mientras observaba a una muchacha joven, de larga cabellera rubia y engañoso aspecto frágil.

    Frente a ella reposaban tres objetos. Uno de ellos eran un colgante circular que representaba el ‘Arbol de la Vida’. – [b][i][color=#968e49]El Círculo de Gaia…es…especial para las Cazadoras[/color][/i][/b].- dijo Eleanor mientras lo miraba fijamente. El colgante parecía emitir un brillo dorado blanquecino, como si irradiase…vida.

    – [b][i][color=#968e49]La Cazadora vive un tiempo prestado y tú mismo lo sabes[/color][/i][/b].- sentenció con voz dulce la otra Cazadora. Sentí de nuevo la misma sensación, un escalofrío recorriendo mi cuerpo, el miedo tomando el control y amenazando con relegarme a una esquina.

    – [b][i][color=#4F5360]Es fuerte y yo la protegeré, todos lo haremos.[/color][/i][/b] – mis pensamientos no habían cambiado nada desde entonces, pese a todo lo que había pasado, pero ahora tenía el recuerdo de lo que había visto en el futuro. Sarah muerta y Omega paseándose con su apariencia.

    – [b][i][color=#968e49]Morirá joven, como todas las demás. No es diferente[/color][/i][/b].- las duras palabras de Eleanor seguían calando en mí. Cuanto más las escuchaba, más temía que se hiciesen realidad. Especialmente ahora que el combate estaba tan cerca.

    – [b][i][color=#4F5360]Tiene que haber algo que pueda hacer, si no, no me lo estarías diciendo.[/color][/i][/b] – repliqué. Ella guardó silencio.

    – [b][i][color=#968e49]Puedes elegir esto, pero…tiene un precio[/color][/i][/b].- el precio. Cada objeto había tenido un precio, como si lo que habíamos sufrido en las Pruebas no era suficiente. Pero para los Daesdi no lo era, todo nos lo teníamos que ganar con sangre, sudor y lágrimas.

    – [b][i][color=#4F5360]¿La salvará?[/color][/i][/b] – pregunté simplemente.

    – [b][i][color=#968e49]No soy quién para darte una respuesta definitiva, pero lo intentará, aunque el final…nadie lo sabe[/color][/i][/b].- explicó de manera críptica, aunque con pesar. No le dejaban desvelar ese secreto.- [b][i][color=#968e49]Es…lo que puedo decirte[/color][/i][/b]. – se disculpó con unos ojos sinceros fijos en los míos. Se parecía mucho a Sarah y su vida había acabado muy pronto, por lo que Daakka había averiguado con su elección.

    – [b][i][color=#4F5360]¿Cuál es el precio?[/color][/i][/b] – pregunté, preparado para cualquier cosa.

    – [b][i][color=#968e49]——————-[/color][/i][/b].- sentenció ella con una mirada que parecía compadecerme. Lo volví a intentar, como todas las veces que lo había revivido, pero no escuché nada de lo que decía Eleanor ni de lo que decía yo mismo en esos instantes.

    – [b][i][color=#968e49]No hace falta que te responda, porque ya lo sabes[/color][/i][/b].- mi otro yo se colocó frente a un espejo cercano y reflexionó durante unos segundos.

    – [b][i][color=#4F5360]Elijo el Círculo de Gaia.[/color][/i][/b] – dijo mi recuerdo. – [b][i][color=#4F5360]Daré lo que sea por salvarla, incluso aunque solo sea una vez.[/color][/i][/b] – afirmé. Habría dado incluso la vida. Por lo que sabía, podía haberla dado, podía haber entregado mis últimos años de vida por salvarla, aunque no dejaba de pensar que había entregado recuerdos.

    – [b][i][color=#968e49]Nadie recordará lo que has perdido, ni siquiera tú[/color][/i][/b].- aclaró ella, esperando que reflexionase. – [b][i][color=#968e49]Añorarás algo y no sabrás el qué[/color][/i][/b].- añadió con ojos tristes. Desde ese día a veces me invadía un extraño desasosiego al sentir que mi mente no era la misma, que había algo que faltaba en mi vida pero que no era capaz de recuperar. Me habían robado algo, algo importante, y jamás lo sabría.

    – [b][i][color=#4F5360]Me he acostumbrado a la nostalgia. Mientras tenga a Sarah, podré con ella.[/color][/i][/b] – admitió mi yo pasado sin saber que en unos meses su mundo se vendría abajo cuando su vida con Sarah pareciese llegar a su fin. – [b][i][color=#4F5360]Estoy listo.[/color][/i][/b] – mintió. Lo sabía entonces, pero no llegaba a saber el alcance de mi mentira.

    Dejé de sentir el frío y reconfortante metal contra mis dedos y volví a sentir el calor del horno a mi alrededor a medida que llegaba a la temperatura necesaria.

    Había repasado mi elección muchas veces, pero todas ocurría lo mismo. No conseguía sacar nada por el contexto de nuestra conversación, ni escucharlo, ni siquiera leer los labios. Lo único que tenía claro, al menos en teoría, es que era un recuerdo.

    Había intentado buscar huecos en blanco en mis recuerdos, pero había varios y no podía saber exactamente cuáles. Había cosas que no recordaba de mi infancia, de mis años con los MacLeod, de la época que pasé vagando por el mundo… Podía ser cualquier cosa.

    No me arrepentía de mi decisión, volvería a tomar exactamente la misma, pero esperaba que algo me sacase de esa incertidumbre constante, de esa nostalgia inexplicable que se apoderaba de mí en ocasiones. Pero no veía solución, probablemente fuese a formar parte de mí para siempre, igual que las cosas que había vivido.

    Por suerte, mi introspectiva soledad se vio rota por la aparición de Dominic, que ya había vuelto con varias hamburguesas de las más baratas, para que primase la cantidad.

    Después de un ‘banquete’ en el que Dominic no podía ya con más patatas fritas (también había oferta) y yo impulsé mis límites, nos pusimos a sudar esa grasa durante un par de horas.

    – [Daniel]Creo que ya está.[/Daniel] – afirmé, elevando la voz sobre el crepitar del agua hirviendo en contacto con el ardiente metal. – [Daniel]Nunca había enseñado a hacer esto a nadie.[/Daniel] – comenté mientras alzaba el gran martillo para tendérselo a Dominic.

    – [Dom]Déjame verla… el arma.-[/Dom] puntualizó cogiendo el martillo a dos manos. -[Dom]Me llamo Thor Odisson.-[/Dom] bromeó, lanzando el martillo contra una pared, que atravesó limpiamente antes de volver a sus manos. En este caso no era tanto que el martillo fuese mágico como que Dom lo hizo volver con su telekinesis.

    – [Daniel]Dom… que es adamantio.[/Daniel] – le recordé. Con ese martillo podía derribar con facilidad todo el edificio. Una viga de acero maestra no soportaría el choque del metal con fuerza. – [Daniel]Ha costado, pero ya están todas.[/Daniel] – dije mirando hacia un lado, donde las nuevas armas yacían apiladas, recién forjadas y aún sin encantar con runas. – [Daniel]Sé que tu favorita es la de Ed.[/Daniel] – bromeé señalando una de ellas.

    – [Dom]Sigo si entender porque se llama roncola. Es una pequeña hoz. Deberia ser hozcita o algo así.-[/Dom] comentó, pensativo, mientras se secaba el sudor de la frente y apoyaba el martillo junto al resto.

    – [Daniel]Hozcita con pincho secreto.[/Daniel] – repliqué cogiéndola para pulsar una pequeña palanquita en el mango que dejaba al descubierto un pincho de la anchura de un alfiler, pero con la resistencia del adamantio.

    – [Dom]Espero que Ed esté vacunado del tétanos, tanto corte no puede ser bueno.-[/Dom] sentenció Dom. La verdad es que Ed tenía que sufrir hasta con su arma secreta.

    Esbocé una sonrisa y mi mirada se detuvo en unas armas de diseño extraño. Eran un par de cuchillas que se cogían como las tonfas, una especie de cuchillas de brazo. – [Daniel]Prueba las de tu primo.[/Daniel] – dije lanzándoselas. Habían sido una petición detallada de Hiroshi.

    – [Dom]¿Es que quieres matarme?-[/Dom] preguntó, deteniéndolas en el aire. – [Dom]Entiendo por qué las pidió, no se le va a acercar nadie.[/Dom] – comentó antes de volver a dejarlas en su sitio.

    – [Daniel]Ventajas de saber que no vamos a morir al menos hasta que nazcan Xander, Jane y Owen.[/Daniel] – comenté pensativo, sin apenas escuchar todo lo que había dicho. Lo de nuestros futuros hijos siendo prácticamente un hecho aún me tenía descolocado, especialmente por no haber podido hablar con Sarah. Pasé la mano por las dos varas de adamantio que serían para Sarah, no letales, pero bastante útiles. A Sasha le encantarían, porque en el fondo se parecían a su bastón, que descansaba un poco más allá, tallado en una madera de roble lisa y brillante que formaba un intrincado dibujo que más tarde se completaría con las runas.

    – [Dom] La maldición Aesir, pasada de hombres a mujeres.-[/Dom]  aseguró Dominic. No sabía qué me pasaría por la cabeza de estar en su lugar, sabiendo que su hija en un futuro se convirtió en una asesina de la Iniciativa con ansias de poder que ronda ahora por nuestro tiempo, esperando para atacar.

    – [Daniel]¿Se lo has contado a Rebecca? Ya sabes…lo de que Omega ya está aquí.[/Daniel] – pregunté mientras empaquetaba las armas por separado. Cubrí el cuchillo de Cara con un paño de color aguamarina. Su hoja era fina y resistente.

    – [Dom]Cómo le explicas eso a alguien. Ehm, sí. Mira cariño, resulta que nuestra hija puede llegar a ser malvada y una versión futura de ella ya ronda por aquí.-[/Dom] explicó, con toda la razón del mundo. No era un tema fácil, ni siquiera para las vidas que estábamos acostumbrados a llevar. Y en el caso de Rebecca, era aún más difícil. Convivía con ese tipo de vida, pero no le entusiasmaba.

    – [Daniel]Al menos lo de malvada lo sabe…pero sí, pone los pelos de punta imaginarse que tu hija ronda por ahí en una versión malvada y asesina.[/Daniel] – repliqué. De Verónica había oído hablar, pero lo que habíamos descubierto viendo la utopía de Z era más perturbador. No solo teníamos dos enemigos cerca, si no tres.

    – [Dom]Encima somos incapaces de localizarla. Ed no lo ha conseguido, debe de tener alguna especie de poder de ocultación.-[/Dom] comentó, ayudándome a empaquetar.

    – [Daniel]A saber cuántos poderes tiene a estas alturas.[/Daniel] – respondí, pensativo. El poder de absorber los poderes de otros matándolos era peligroso, incluso aunque no te criase Victor Preston. – [Daniel]Además, Ed tampoco ha podido encontrar a Ezra, quizá tenga que ver con el viaje en el tiempo.[/Daniel]. – teoricé. Si Ezra había conseguido viajar atrás en el tiempo igual que había hecho Omega, eso significaba que ya debía estar aquí desde hacía tiempo. Por lo que sabíamos, la propia Omega se había fugado de la Iniciativa la misma noche que nos escapamos los demás, hacía ya lo que parecía un siglo. Pero por más que lo había intentado, Ed no veía nada.

    – [Dom]Malditos y enrevesados viajes en el tiempo.-[/Dom] – espetó Dominic. Asentí y los dos quedamos de acuerdo en que los viajes en el tiempo y las realidades alternativas son mucho más emocionantes cuando las ves en televisión que cuando te toca vivirlas.

    Terminamos de empaquetar las armas y las metimos en el maletero del coche. Para el ritual de encantamiento no necesitaba estar tan alejado de casa, así que volví a dejar las puertas de la fundición cerradas y candadas antes de subirnos al coche y volver a Moondale.

    Por el camino intentamos no hablar de hijos que aún no teníamos, enemigos que aún no habían aparecido y guerras que estaban a punto de llegar. Pero sinceramente, no lo conseguimos. Nuestra vida no era normal ni seguramente nunca lo sería, porque nosotros tampoco éramos «normales». Y eso no tenía nada de malo, al contrario, salvo, bueno, el hecho de tener que arriesgar la vida.

  • UN ACTO DE REBELDÍA

    Sasha | Apartamento

    Mañana

     

    Toc, toc.

    Por un momento, creí que seguía soñando, así que me di la vuelta entre el amasijo de sábanas y seguí durmiendo.

    Toc, toc.

    Abrí los ojos con cuidado, con miedo a una resaca que era prácticamente imposible que tuviese. Estaba todo cerrado a cal y canto, así que podían ser las diez de la mañana, las tres de la tarde o las doce de la noche. Me fijé en la mierda de apartamento en el que estaba y del que ya debía dos semanas: ropa tirada por el suelo, latas de cerveza, envoltorios de comida rápida y colillas. Empecé a tener recuerdos fugaces de la noche anterior: cigarrillos, labios rojos, rubia, tetas pequeñas. Se llamaba Stacy o quizás Tiffany. Ah no, que era Miranda. Decía que no le gustaban las tías, pero que quería experimentar y yo que siempre había sido una amante de las causas perdidas, me la traje a casa. También es verdad que estaba de un humor de perros después de la fiesta de los amigos de Sarah. Por suerte, ya se había ido cuando me desperté. Supongo que fue una mierda de polvo de rebote para las dos.

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  • FIESTA, DESFILE AND ROCK&ROLL

    Dominic Williams / Escuela Legado

    Habíamos decidido hacer una pequeña fiesta en la nave, algo para subir la moral por el más que inminente enfrentamiento entre las huestes de Z y Preston, y que mejor que una fiesta de bienvenida para la pequeña Amy, un par de meses después si, pero era mejor eso a hacer una en plan, dentro de un par de días vamos a la guerra, party hard.

    Cara se había encargado de decorar el gimnasio de la nave, sus dotes para explotar al personal que contrataba eran extraordinarias. Cara había dispuesto de una gran mesa redonda, parecida a la mesa de reuniones, en la que nos sentaríamos a comer algo, y otra mesa alargada de bebidas y entrantes, junto a una de mezcla de música.

    – [Daniel]Dom, el ron era para más tarde.[/Daniel] – Añadió Daniel bromeando mientras me acercaba con mi vaso a los demás.

    – [Dom]Para mi ya es mas tarde.-[/Dom] Mire mi reloj pero en realidad aun no eran ni las diez de la noche.

    – [Cara]Si hubierais dejado a Cara cobrar entrada, esto no habría pasado[/Cara].- Refunfuño Cara. Cual discoteca, Cara quería cobrar entrada por entrar y por las consumaciones. Daniel intento explicarle que estaban en familia, a lo que Cara respondió que en ese caso debería de cobrarnos más caro aún.

    – [Daakka]El año siguiente quizá no vayamos a morir.[/Daakka] – dijo Daakka sonriendo, a lo que siguió un silencio un poco incomodo.

    – [Dom]Daakka, creo que necesitas una copa muchísimo más que yo.-[/Dom] Le di la copa que llevaba a lo que el demonio se quedo mirándola por encima y olisqueándola. No caí en ese momento, pero creo que acabe dándole alcohol a un infante.

    – [Rebecca]Por supuesto, Dom. Sigue bebiendo[/Rebecca].- Añadió Rebecca sarcásticamente. Becca no era especialmente amiga de las fiestas.

    – [MacLeod]¿Habéis empezado sin nosotros?[/MacLeod] – MacLeod entro por la puerta cargando a Amy encima. Lucy y Ed corrieron a saludar a la pequeña. MacLeod siempre había tenido ojeras, era lo que tenía beber cantidades exageradas de café e intentar reprimir a tu lobo interior, pero ahora las tenía especialmente marcadas.

    – [Cara]No han hecho caso a Cara y no han cobrado entrada, así que no es una fiesta. En las fiestas se cobra entrada[/Cara].- Añadió Cara aun visiblemente molesta, pero se le paso un poco en cuanto MacLeod paso por delante de ella con Amy.

    – [Diana]¿Pero cómo puedes ser tan roña?[/Diana]- Añadió Diana a modo de saludo entrado con el carro. Diana parece la típica madre que se lleva todo por delante sin importarle nada.- [Diana]¿Dónde está mi hermana, ligando con Sasha?[/Diana]

    – [Dom]Ohhhhh.-[/Dom] Grite desde la otra punta de la sala lo que ocasiono que todos se giraran.

    – [Daniel]….[/Daniel] – Daniel no dijo nada, simplemente se dedicó a lanzarme una mirada pensando posiblemente en castrarme. La de Rebecca también daba esa impresión.

    – [Sarah]La verdad es que no, pero si tan interesada estás en Sasha, le digo que venga[/Sarah].- Dice dándole un beso rápido en la mejilla a su hermana y luego saludando a MacLeod y a Amy.

    – [Daakka]Noche divertida.[/Daakka] – Añadió Daakka riendo entre dientes, cada vez que hacia eso, reír entre dientes, parecía un aspersor, no por llenar de saliva al que tuviera delante sino por el ruidito que hacia.

    – [Mia]¿Por qué no ponéis regaetton?[/Mia]- Añadió Mia con cara triste.- [Mia]Felises los cuatro…[/Mia]- canta.

    – [Dom]Acepto peticiones Mia.-[/Dom] Había dejado una playlist de fondo mientras llegaban todos.

    – [Mia]Puedo poner yo la música[/Mia].- Se ofreció dándole un sorbo a la pajita de su puerto de indias.

    – [Mara]Eh…mejor no[/Mara].- Mara se levanto de su asiento y le dio a Vincent al pequeño Idris, la maternidad le había sentado bien a ambos. Mara cogió una de las bandejas con comida y se paseo con ella para sentirse útil.

    – [Daniel]Ni Lucy.[/Daniel] – Bromeo Daniel. Lucy se encogió de hombros y agarro a Ed por los brazos para que bailara con ella, mientras Ed parecía un muñeco de trapo en sus brazos, ella bailaba como una profesional.

    Comimos, hablamos, bailamos y hasta en cierto momento tuvimos un pase de modelos en el que Lucy nos presento los trajes que nos había confeccionado. Mia emocionada fue la primera en desfilar, su traje dejaba al descubierto sus alas y llevaba un sugerente escote. Ed parecía un pulpo en garaje sin saber muy bien como moverse, daba zancadas largas posiblemente para acabar cuanto antes aquella pesadilla. No llegamos a ver todos los trajes porque Lucy aun esta terminando el resto, pero por lo poco que pudimos ver había realizado un trabajo impecable.

    – [Sasha]Creo que me voy[/Sasha].- Dijo Sasha tras el improvisado desfile, se le notaba un poco incomoda. Creo que se como se siente, no hace mucho estaba en su lugar. – [Sasha]Gracias y eso[/Sasha].

    – [Dom]¿Ya?, pero si ni siquiera son las 2 de la mañana.-[/Dom] Añadí dándole otra copa para disuadirla de que se marchara. – [Dom]Tomate otra, la fiesta solo acaba de empezar.[/Dom]

    – [Daniel]Claro.[/Daniel] – Añadió escuetamente Daniel, eso en él era demasiado, tenía el carisma por las nubes con la fiesta.

    – [MacLeod]No le hagas caso a Diana.[/MacLeod] – MacLeod le lanzo una mirada a Diana y ladeo la cabeza hacia ella para que le dijera algo, pero más bien parecía que le había dando un tirón en el cuello.

    – [Diana]Tranquila, solo estoy un poco molesta porque no te gusto.[/Diana] Diana iba de un lado a otro moviendo el carro intentando dormir a Amy.

    – [Daakka]Diana gusta a todos.[/Daakka] – Añadió Daakka de manera inocente.

    – [Diana]Lo sabía, pero gracias[/Diana].- Diana paso por su lado y le dio una palmadita en la espalda. Al parar el carro Amy comenzó a berrear. – [Diana]Pues me parece que la fiesta ha terminado[/Diana].

    Le hice una señal para que esperara y pinche esa canción que tanto había estado pidiendo Mia a lo largo de la noche, esa de felises los 4, y Amy dejo de llorar.

    – [Diana]Nos ha salido regaettonera la niña[/Diana].- Diana se llevo la mano a la cara negando con fuerza.

    -[Dom]No tenía mucha pinta en el futuro… bueno, los futuros.-[/Dom] Lo mismo la canción era tan mala que había conseguido dormirle.

    – [Daakka]Por descendientes.[/Daakka] – Dijo Daakka levantando la copa, a lo que todos nos unimos y brindamos.

    La noche transcurrió con normalidad, la verdad es que nos sento bien una noche libre lejos de preocupaciones.

    – [Rebecca]Christopher y Diana están agotados.—[/Rebecca] Dijo colocandose junto a mí en la cabina del DJ.

    – [Dom]Y es solo una.-[/Dom] Diana estaba apartando los platos de la mesa a un lado y coloco encima a Amy para cambiarle el pañal.

    – [Rebecca]Todavía les queda una más.—[/Rebecca] sonríe.

    – [Dom]Para cuando llegue la segunda ya tendrán practica.-[/Dom] Christopher cogio el pañal sucio y marcho hacia esa especie de cocina que teniamos para tirarlo.

    – [Rebecca]Podría ser peor: podrían tener dos a la vez.-[/Rebecca] Sonaba preocupada, y había ocultado su cara tras su bebida, no alcoholica.

    – [Dom]Tranquila, todo saldrá bien.-[/Dom] Dije posando mi mano encima de la que ella tenía en la mesa.

    – [Rebecca]Si tú lo dices…-[/Rebecca] Mordisqueo el vaso de plastico nerviosa.

    – [Dom]¿Tienes dudas Becca? No tengo problema en que no tengamos hijos, pero tras haberlos vistos…-[/Dom] Nunca había pensado en tener hijos, hace años era demasiado alocado y ahora que medio había asentado la cabeza no había surgido la idea hasta ahora.

    – [Rebecca]No, no es eso. Pero… es un poco raro que todo vaya tan deprisa y que parezca que hay que seguir la línea que te marcan.-[/Rebecca] Sonaba nerviosa, algo raro en ella teniendo en cuenta lo serena que suele ser.

    – [Dom]No tiene porque. He visto dos futuros más y en ninguno de ellos teniamos hijos. Aunque uno de ellos fue antes de conocerte. El futuro no esta escrito en piedra Becca, puede pasar cualquier cosa.-[/Dom] Me acerque hacia ella y la abrace por detrás.

    – [Rebecca]Espero que «cualquier cosa» quiera decir «cualquier cosa buena».—[/Rebecca] Dijo echando la cabeza hacia atrás para mirarme.

    – [Dom]Por supuesto, si algo saco en claro de ver nuestro futuro, es que si algo esta mal poder mejorarlo.-[/Dom]
    Añadí dandole un beso en la frente mientras nos meciamos al son de una de sus canciones favoritas de Adele.

    Me lleve al bolsillo de la cazadora y sopese su contenido, mire a mi alrededor y cogi a Rebecca de una mano para que me siguiera. Nos metimos en la lobera, no era el sitio más romantico pero era tranquilo y estaba limpio, Christopher siempre se aseguraba de eso. Colocoque a Rebecca delante de mí, acaricie su mejilla e inque una rodilla en el suelo. -[Dom]Rebecca Lee. ¿Quieres casarte conmigo?.-[/Dom] Pregunte sacando la cajita del bolsillo y le mostraba el anillo. Si de algo estaba seguro es de que quiero pasar el resto de mi vida junto a ella a su lado.