DANIEL ARKKAN | FUNDICIÓN ABANDONADA

Mis dedos volvieron a pasearse trazando los surcos del níveo metal, una forma que ya reconocían. El calor de la fragua quedó atrás y sentí un viento frío azotarme el rostro mientras observaba a una muchacha joven, de larga cabellera rubia y engañoso aspecto frágil.
Frente a ella reposaban tres objetos. Uno de ellos eran un colgante circular que representaba el ‘Arbol de la Vida’. – [b][i][color=#968e49]El Círculo de Gaia…es…especial para las Cazadoras[/color][/i][/b].- dijo Eleanor mientras lo miraba fijamente. El colgante parecía emitir un brillo dorado blanquecino, como si irradiase…vida.
– [b][i][color=#968e49]La Cazadora vive un tiempo prestado y tú mismo lo sabes[/color][/i][/b].- sentenció con voz dulce la otra Cazadora. Sentí de nuevo la misma sensación, un escalofrío recorriendo mi cuerpo, el miedo tomando el control y amenazando con relegarme a una esquina.
– [b][i][color=#4F5360]Es fuerte y yo la protegeré, todos lo haremos.[/color][/i][/b] – mis pensamientos no habían cambiado nada desde entonces, pese a todo lo que había pasado, pero ahora tenía el recuerdo de lo que había visto en el futuro. Sarah muerta y Omega paseándose con su apariencia.
– [b][i][color=#968e49]Morirá joven, como todas las demás. No es diferente[/color][/i][/b].- las duras palabras de Eleanor seguían calando en mí. Cuanto más las escuchaba, más temía que se hiciesen realidad. Especialmente ahora que el combate estaba tan cerca.
– [b][i][color=#4F5360]Tiene que haber algo que pueda hacer, si no, no me lo estarías diciendo.[/color][/i][/b] – repliqué. Ella guardó silencio.
– [b][i][color=#968e49]Puedes elegir esto, pero…tiene un precio[/color][/i][/b].- el precio. Cada objeto había tenido un precio, como si lo que habíamos sufrido en las Pruebas no era suficiente. Pero para los Daesdi no lo era, todo nos lo teníamos que ganar con sangre, sudor y lágrimas.
– [b][i][color=#4F5360]¿La salvará?[/color][/i][/b] – pregunté simplemente.
– [b][i][color=#968e49]No soy quién para darte una respuesta definitiva, pero lo intentará, aunque el final…nadie lo sabe[/color][/i][/b].- explicó de manera críptica, aunque con pesar. No le dejaban desvelar ese secreto.- [b][i][color=#968e49]Es…lo que puedo decirte[/color][/i][/b]. – se disculpó con unos ojos sinceros fijos en los míos. Se parecía mucho a Sarah y su vida había acabado muy pronto, por lo que Daakka había averiguado con su elección.
– [b][i][color=#4F5360]¿Cuál es el precio?[/color][/i][/b] – pregunté, preparado para cualquier cosa.
– [b][i][color=#968e49]——————-[/color][/i][/b].- sentenció ella con una mirada que parecía compadecerme. Lo volví a intentar, como todas las veces que lo había revivido, pero no escuché nada de lo que decía Eleanor ni de lo que decía yo mismo en esos instantes.
– [b][i][color=#968e49]No hace falta que te responda, porque ya lo sabes[/color][/i][/b].- mi otro yo se colocó frente a un espejo cercano y reflexionó durante unos segundos.
– [b][i][color=#4F5360]Elijo el Círculo de Gaia.[/color][/i][/b] – dijo mi recuerdo. – [b][i][color=#4F5360]Daré lo que sea por salvarla, incluso aunque solo sea una vez.[/color][/i][/b] – afirmé. Habría dado incluso la vida. Por lo que sabía, podía haberla dado, podía haber entregado mis últimos años de vida por salvarla, aunque no dejaba de pensar que había entregado recuerdos.
– [b][i][color=#968e49]Nadie recordará lo que has perdido, ni siquiera tú[/color][/i][/b].- aclaró ella, esperando que reflexionase. – [b][i][color=#968e49]Añorarás algo y no sabrás el qué[/color][/i][/b].- añadió con ojos tristes. Desde ese día a veces me invadía un extraño desasosiego al sentir que mi mente no era la misma, que había algo que faltaba en mi vida pero que no era capaz de recuperar. Me habían robado algo, algo importante, y jamás lo sabría.
– [b][i][color=#4F5360]Me he acostumbrado a la nostalgia. Mientras tenga a Sarah, podré con ella.[/color][/i][/b] – admitió mi yo pasado sin saber que en unos meses su mundo se vendría abajo cuando su vida con Sarah pareciese llegar a su fin. – [b][i][color=#4F5360]Estoy listo.[/color][/i][/b] – mintió. Lo sabía entonces, pero no llegaba a saber el alcance de mi mentira.
Dejé de sentir el frío y reconfortante metal contra mis dedos y volví a sentir el calor del horno a mi alrededor a medida que llegaba a la temperatura necesaria.
Había repasado mi elección muchas veces, pero todas ocurría lo mismo. No conseguía sacar nada por el contexto de nuestra conversación, ni escucharlo, ni siquiera leer los labios. Lo único que tenía claro, al menos en teoría, es que era un recuerdo.
Había intentado buscar huecos en blanco en mis recuerdos, pero había varios y no podía saber exactamente cuáles. Había cosas que no recordaba de mi infancia, de mis años con los MacLeod, de la época que pasé vagando por el mundo… Podía ser cualquier cosa.
No me arrepentía de mi decisión, volvería a tomar exactamente la misma, pero esperaba que algo me sacase de esa incertidumbre constante, de esa nostalgia inexplicable que se apoderaba de mí en ocasiones. Pero no veía solución, probablemente fuese a formar parte de mí para siempre, igual que las cosas que había vivido.
Por suerte, mi introspectiva soledad se vio rota por la aparición de Dominic, que ya había vuelto con varias hamburguesas de las más baratas, para que primase la cantidad.
Después de un ‘banquete’ en el que Dominic no podía ya con más patatas fritas (también había oferta) y yo impulsé mis límites, nos pusimos a sudar esa grasa durante un par de horas.
– [Daniel]Creo que ya está.[/Daniel] – afirmé, elevando la voz sobre el crepitar del agua hirviendo en contacto con el ardiente metal. – [Daniel]Nunca había enseñado a hacer esto a nadie.[/Daniel] – comenté mientras alzaba el gran martillo para tendérselo a Dominic.
– [Dom]Déjame verla… el arma.-[/Dom] puntualizó cogiendo el martillo a dos manos. -[Dom]Me llamo Thor Odisson.-[/Dom] bromeó, lanzando el martillo contra una pared, que atravesó limpiamente antes de volver a sus manos. En este caso no era tanto que el martillo fuese mágico como que Dom lo hizo volver con su telekinesis.
– [Daniel]Dom… que es adamantio.[/Daniel] – le recordé. Con ese martillo podía derribar con facilidad todo el edificio. Una viga de acero maestra no soportaría el choque del metal con fuerza. – [Daniel]Ha costado, pero ya están todas.[/Daniel] – dije mirando hacia un lado, donde las nuevas armas yacían apiladas, recién forjadas y aún sin encantar con runas. – [Daniel]Sé que tu favorita es la de Ed.[/Daniel] – bromeé señalando una de ellas.
– [Dom]Sigo si entender porque se llama roncola. Es una pequeña hoz. Deberia ser hozcita o algo así.-[/Dom] comentó, pensativo, mientras se secaba el sudor de la frente y apoyaba el martillo junto al resto.
– [Daniel]Hozcita con pincho secreto.[/Daniel] – repliqué cogiéndola para pulsar una pequeña palanquita en el mango que dejaba al descubierto un pincho de la anchura de un alfiler, pero con la resistencia del adamantio.
– [Dom]Espero que Ed esté vacunado del tétanos, tanto corte no puede ser bueno.-[/Dom] sentenció Dom. La verdad es que Ed tenía que sufrir hasta con su arma secreta.
Esbocé una sonrisa y mi mirada se detuvo en unas armas de diseño extraño. Eran un par de cuchillas que se cogían como las tonfas, una especie de cuchillas de brazo. – [Daniel]Prueba las de tu primo.[/Daniel] – dije lanzándoselas. Habían sido una petición detallada de Hiroshi.
– [Dom]¿Es que quieres matarme?-[/Dom] preguntó, deteniéndolas en el aire. – [Dom]Entiendo por qué las pidió, no se le va a acercar nadie.[/Dom] – comentó antes de volver a dejarlas en su sitio.
– [Daniel]Ventajas de saber que no vamos a morir al menos hasta que nazcan Xander, Jane y Owen.[/Daniel] – comenté pensativo, sin apenas escuchar todo lo que había dicho. Lo de nuestros futuros hijos siendo prácticamente un hecho aún me tenía descolocado, especialmente por no haber podido hablar con Sarah. Pasé la mano por las dos varas de adamantio que serían para Sarah, no letales, pero bastante útiles. A Sasha le encantarían, porque en el fondo se parecían a su bastón, que descansaba un poco más allá, tallado en una madera de roble lisa y brillante que formaba un intrincado dibujo que más tarde se completaría con las runas.
– [Dom] La maldición Aesir, pasada de hombres a mujeres.-[/Dom] aseguró Dominic. No sabía qué me pasaría por la cabeza de estar en su lugar, sabiendo que su hija en un futuro se convirtió en una asesina de la Iniciativa con ansias de poder que ronda ahora por nuestro tiempo, esperando para atacar.
– [Daniel]¿Se lo has contado a Rebecca? Ya sabes…lo de que Omega ya está aquí.[/Daniel] – pregunté mientras empaquetaba las armas por separado. Cubrí el cuchillo de Cara con un paño de color aguamarina. Su hoja era fina y resistente.
– [Dom]Cómo le explicas eso a alguien. Ehm, sí. Mira cariño, resulta que nuestra hija puede llegar a ser malvada y una versión futura de ella ya ronda por aquí.-[/Dom] explicó, con toda la razón del mundo. No era un tema fácil, ni siquiera para las vidas que estábamos acostumbrados a llevar. Y en el caso de Rebecca, era aún más difícil. Convivía con ese tipo de vida, pero no le entusiasmaba.
– [Daniel]Al menos lo de malvada lo sabe…pero sí, pone los pelos de punta imaginarse que tu hija ronda por ahí en una versión malvada y asesina.[/Daniel] – repliqué. De Verónica había oído hablar, pero lo que habíamos descubierto viendo la utopía de Z era más perturbador. No solo teníamos dos enemigos cerca, si no tres.
– [Dom]Encima somos incapaces de localizarla. Ed no lo ha conseguido, debe de tener alguna especie de poder de ocultación.-[/Dom] comentó, ayudándome a empaquetar.
– [Daniel]A saber cuántos poderes tiene a estas alturas.[/Daniel] – respondí, pensativo. El poder de absorber los poderes de otros matándolos era peligroso, incluso aunque no te criase Victor Preston. – [Daniel]Además, Ed tampoco ha podido encontrar a Ezra, quizá tenga que ver con el viaje en el tiempo.[/Daniel]. – teoricé. Si Ezra había conseguido viajar atrás en el tiempo igual que había hecho Omega, eso significaba que ya debía estar aquí desde hacía tiempo. Por lo que sabíamos, la propia Omega se había fugado de la Iniciativa la misma noche que nos escapamos los demás, hacía ya lo que parecía un siglo. Pero por más que lo había intentado, Ed no veía nada.
– [Dom]Malditos y enrevesados viajes en el tiempo.-[/Dom] – espetó Dominic. Asentí y los dos quedamos de acuerdo en que los viajes en el tiempo y las realidades alternativas son mucho más emocionantes cuando las ves en televisión que cuando te toca vivirlas.
Terminamos de empaquetar las armas y las metimos en el maletero del coche. Para el ritual de encantamiento no necesitaba estar tan alejado de casa, así que volví a dejar las puertas de la fundición cerradas y candadas antes de subirnos al coche y volver a Moondale.
Por el camino intentamos no hablar de hijos que aún no teníamos, enemigos que aún no habían aparecido y guerras que estaban a punto de llegar. Pero sinceramente, no lo conseguimos. Nuestra vida no era normal ni seguramente nunca lo sería, porque nosotros tampoco éramos «normales». Y eso no tenía nada de malo, al contrario, salvo, bueno, el hecho de tener que arriesgar la vida.