Moondale

Categoría: 3×14 – Beginning of the End

La Iniciativa y los de Z desatan sus fuerzas en una batalla campal que amenaza con destruir Moondale, pero los Moondies deben detenerles con las fuerzas que ellos mismos han reunido.
Pero el mal nunca es evidente, se disfraza y se oculta, y cuando de verdad se revela, amenaza con acabar con todo.

  • SILENCIO

    Daniel Arkkan | Casa de las Echolls

    Algo a lo que jamás me acostumbraría, ni siquiera tras mis años de soledad, era al silencio, especialmente en sitios en los que no esperabas encontrarlo.

    La casa familiar de las Echolls era uno de esos lugares. Incluso en los peores momentos, aquella casa bullía vida y sin embargo aquella tarde estaba completamente vacía, sumida en un silencio solo roto por el crujir de una de las tablillas de madera de la entrada bajo mis pies.

    Ese día Daakka no limpiaba la sala de estar a ritmo de ‘I want to break free‘ mientras Cara compartía imágenes y gifs de series en su blog. No se oían los llantos de Amy, mudos cuando empezaban a cantar Diana y Christopher, ni tampoco sus risas. No estaban Freya y Eowyn con sus colas sacudiéndose sin parar mientras me recibían al llegar. No había una Elizabeth saludando con su perenne sonrisa, ni un Jaime concentrado en la adaptación de nuestras vivencias en la ‘Saga de los Daë‘. No había rastro tampoco de Ed inmerso en la tablet para afianzar su formación como Vigilante.

    Y por supuesto, la ausencia que más desasosiego me provocaba, no estaba Sarah devolviéndome la mirada, iluminando la sala con su mera presencia, incluso en sus momentos más preocupados o tristes. Si algo estaba llevando mal de todo el aluvión de preparativos que teníamos que hacer no era ni la falta de tiempo, ni los nervios, ni el cansancio, era estar separado de Sarah.

    Crucé el salón y encendí la televisión para que hubiese algo de ruido mientras me servía un vaso de té helado y me sentaba frente al diario para tomar nota de los últimos acontecimientos y repasar mis anotaciones sobre las armas que estaba preparando para los demás.

    Pero mis pensamientos seguían en Sarah. Cada poco miraba el móvil para ver si tenía alguna señal de ella, pero nada. Era una de las que más tenía que hacer. Su rol era vital, como había quedado claro con la visión del futuro. Sin ella, perdíamos la esperanza de luchar. No solo estaba entrenándose y cumpliendo su labor de Cazadora, los únicos momentos del día que solíamos compartir, también estaba practicando con frustrantes resultados para controlar su recién despertado poder. De sus manos dependía también el destino de Sasha, una conversación que no le resultaría nada fácil. Y por si todo eso fuera poco, Toph seguía insistiendo en que teníamos que descubrirnos frente a gente de a pie y que debía ser ella quien hablase.

    A la hora de comer nos habíamos reunido todos en la sala común de la Escuela Legado para discutir nuestros planes y, pese a que otras veces no había sido unánime, esta vez Christopher nos había convencido de que lo mejor era exponernos como muestra de buena voluntad para todos aquellos a los que teníamos que proteger. Incluso Sarah estuvo de acuerdo esta vez, pese a que la mera idea de hacerlo le hacía temblar.

    No era algo fácil para ninguno de nosotros. Decidí estar a su lado cuando hablase para apoyarla, aunque prefería no pensar en ese momento.

    Cuando llené varias páginas de vivencias y dejé ir mis pensamientos a través de la pluma, pasé a las anotaciones para intentar distraerme. Tenía varios diseños plasmados en las páginas y los nombres de los Moondies y Satellites, junto a objetos que ya teníamos en nuestra disposición. Por desgracia sería imposible armar a todo el mundo, así que había que hacerlo de forma estratégica.

    Yo estaba descartado, tenía suficiente con ‘Sendero Oscuro‘. Su hoja larga de adamantio me resultaría de mayor utilidad que cargar con ‘Albor‘ y ‘Ocaso‘, que podrían ser utilizadas por alguien que las necesitase.

    Sarah tenía la ‘Lágrima de Freya‘ y la ‘Piel de Fafnir‘, pero seguramente necesitaria algo cortante porque esta vez apenas se enfrentaba a vampiros y había algunas amenazas a las que no se podría abatir ni siquiera con su fuerza. Sarah era más fuerte que ninguno, así que podría blandir incluso un martillo a dos manos, pero lo ideal sería algo que se adaptase a su forma fluida de luchar, algo pequeño y resistente, como ella. Hasta ahí llegaba la teoría, porque la realidad era que Sarah no querría un arma de filo, no por capricho, si no por su marcada bondad. Entendía su punto de vista, no era lo mismo devolver a la muerte a un vampiro, que vive por y para matar, salvo raras excepciones, que poder acabar con la vida de un humano con poderes, un licántropo, un demonio benévolo al que le han dicho que debe luchar para conseguir un mundo donde todos convivirán en paz, ni los autómatas controlados por la Iniciativa. Con esa restricción en mente, aún había armas que podían ayudarla, aunque fueran concusivas, quizá un par de varas de eskrima que hechas con adamantio podrían incapacitar con más facilidad a un enemigo.

    Cara estaba aprendiendo a practicar con su arco etéreo. Un arco te da desventajas en distancia corta, pero los poderes de Cara y los metales que llevaba encima le daban una amplia variedad de formas de defensa. Quizá le resultaría útil una daga o una espada corta.

    Christopher era un problema logístico. Era imposible que no estuviese involucrado en el combate con todo lo que había en juego, pero ni su poder ni su licantropía podrían servirle de mucho. No tenía tiempo ni intenciones de controlar su parte lobo, así que era un punto débil. Para la defensa teníamos que confiar únicamente en su traje, los encantamientos y conjuros protectores y la presencia de Ted. En cuanto a ataque, Christopher era bueno en esgrima, así que tenía que aprovechar esa ventaja y hacerle un estoque.

    Me recorría un escalofrío solo de pensar en Diana allí, combatiendo contra todo mientras Amy se quedaba con Elizabeth, Jaime y los MacLeod, pero la mejor forma de ayudarla era con una buena preparación. Diana dependía de su magia, estaba bastante cubierta tanto de manera ofensiva como defensiva y por si acaso, tenía una daga que le había regalado hacía lo que ya parecían décadas. Quizá no necesitase nada.

    Daakka era rápido, era muy resistente y contaba con garras afiladas para lo que no pudiera contener con su manipulación de la electricidad. Era el tipo de persona a la que le habría dado un mazo o un hacha, pero en su caso sería cargarle con un obstáculo.

    Dom estaba bastante cubierto por su telekinesis, pero seguía necesitando algo «por si acaso». Una de mis ideas era modificar las estacas retráctiles que solía llevar cuando le conocimos, cambiándolas por unas cuchillas de adamantio. El problema es que no sabía replicar el mecanismo y tardaría un tiempo que no tenía en crearlo, así que solo podía cambiar las cuchillas, confiando en que el acero del mecanismo aguantase bien. Otra opción eran armas arrojadizas que pudiera controlar con su telekinesis. Cualquier cosa que le dejase las manos libres para poder concentrarse en su poder, aunque una lanza, dado el tamaño de Dom, tampoco era una mala idea. Al final, después de hablarlo con él, prefirió algo más «masivo», un martillo de guerra. Iba a ser difícil de realizar, tanto por el tamaño como por la forma, a los que no estaba acostumbrado. Seguramente necesitaria ayuda, quizá Nicholas podría ayudarme a moldearlo.

    Luego estaba Ed. Su magia le ponía en una situación similar a la de Diana, con el añadido del tótem de sangre, un riesgo por liberar al gólem de piedra y poder perder su control, pero un valioso recurso en caso de necesidad. El tótem necesitaba sangre, así que Ed debía llevar encima algo con filo, que le permitiera protegerse también en caso de estar concentrado y tener el peligro cerca. Una pequeña guadaña, una hoz, del tamaño de una espada corta, podría cumplir el propósito. Todo dependía de si Ed se apañaba con ella.

    Bill, pese al despertar de ‘Keli‘, aún tenía la cadena en sus manos así que no podía hacerle nada mejor. También tenía el martillo que Christopher le había dado hacía unos años, que podría ser útil en manos de alguien como Joey o Kuruk.

    Mara estaría en la retaguardia, junto a Lucy, ayudando a la gente de a pie que no hubiéramos podido sacar de la zona a ponerse a salvo y atendiendo a los heridos. Lucy quizá quisiera tener algo a mano con lo que defenderse, pero Mara jamás tocaría un arma. Rebecca estaría junto a ellas, protegiéndolas gracias a su poder, ella tampoco querría armas. Lucy, sin entrenar, tendría suficiente con algún arma concusiva de las que teníamos en el arsenal habitual o algún arma no letal que le pudiera dar Bill, como un táser.

    Hiroshi había pedido algo bastante específico en una de las reuniones: un par de hojas curvas, con una posición similar a la de las tonfas pero con una cuchilla en lugar del bastón. Había trabajado un poco el concepto y no resultaría muy difícil.

    Vincent tenía sus katar y no quería un reemplazo por unos de adamantio porque decía que le traían suerte, así que lo tenía todo cubierto.

    Y luego estaba Sasha. La parte más difícil sería que aceptase algo de mi parte, pero viendo su destreza con el bastón bo, había pensado hacerle uno nuevo con un tronco de madera de álamo blanco que tenía guardado en la cabaña, imbuido con algunas runas que la ayudasen. No llevaría mucho tiempo, pero de nuevo, tenía que quererlo.

    Logan aún estaba por ver si cumplía las espectativas de ‘Mia’ y peleaba junto a nosotros, y en caso de hacerlo, tenía suficiente con la espada que había conseguido en las Pruebas, una espada que en otras manos habría estado mucho mejor. ‘Mia’, por otro lado, más que luchar se encargaría de ayudar a la gente, era la que más fácil podía transportar a la gente de un lado a otro.

    Por lo demás, tenía que hacer tantas armas como pudiera, hasta donde llegase el tiempo y el material que Nicholas pudiese conseguirme. Como mínimo tenía que conseguir: las varas de Sarah, el martillo de Dom, el estoque de Christopher, la hoja de Cara, las cuchillas de Hiroshi y la hoz de Ed. Y por otro lado, el bastón bo de Sasha y cuantas armas pudiera conseguir con otros materiales.

    Una vez teniendo claro lo que me quedaba por hacer, cerré el diario y el silencio volvió a invadirme. No tenía mensajes de Sarah. Por lo que sabía, no estaba en nada peligroso, iba a intentar hacer acopio de fuerzas para hablar con Sasha y convencerla de unir fuerzas.

    Estaba inquieto. Ver de nuevo el futuro me había dejado inquieto. Hasta ahora, los cambios en los futuros que habíamos visto habían sido más directos, era más difícil implicarse emocionalmente.

    Primero vino la pequeña primogénita Arya, una simpática niña de cabellos rubios en un mundo destruido por Mason.

    Después vinieron Edward y su hermana perdida, Arya, menor que él, haciendo que la otra Arya desapareciese para siempre, igual que ese mundo loco regido por el Soberano.

    Después vino Xander, en el futuro en el que la Iniciativa lo controlaba todo. En esa ocasión estaba solo, pero porque había perdido a su hermana pequeña, ‘Elle’ en algo que no habíamos llegado a ver, igual que el aspecto de la niña.

    Y ahora, en el futuro en el que Z consigue su propósito, volvían a ser Xander, nuestro primogénito, y Elle, nuestra niña pequeña. Es más, Xander tenía el mismo aspecto, esta vez no había cambiado, no era un nuevo posible hijo de Sarah y mío. Eso solo podía significar una cosa, el momento de su concepción ya estaba fijado y que él sería nuestro hijo mayor. De ‘Elle’ no podía estar seguro porque no la habíamos visto en el futuro de la Iniciativa, pero todo parecía indicar que también.

    Y eso nos llevaba a la terrible realidad de saber cómo serán tus hijos y haberles visto morir. Ya no podía deshacerme del trauma de lo que les ocurría con la misma facilidad que cuando sabía que eran posibilidades. Esto era real, Xander era real. Mi pequeño, era igual que Sarah, será igual que Sarah. No tardé en echar cálculos de su edad y lo cerca que estaba de venir a nuestro mundo.

    Pensaréis que quizá era extraño pensar de esa manera en tener hijos, pero cuando te dicen una y otra vez que estás destinada a morir, terminas por creerte que jamás tendrás una vida normal. Sarah quería tener hijos y había interiorizado el miedo a no poder llegar a tenerlos. Viviendo al límite, no todo el mundo tenía tiempo a darse cuenta de ello, pero yo sí, Sarah y yo compartíamos un vínculo. Después del tiempo que llevábamos juntos, sentía lo que ella sentía, entre otras cosas, compartía ese miedo como si fuera mío, así que buscaba una esperanza que entregarle para que no viviera resignada a una vida sacrificada por personas que nunca creerán lo que haces por ellos.

    Esas cuentas me llevaron a dos conclusiones, si mi teoría era correcta: sobreviviríamos al combate contra los dos bandos, para bien o para mal, y entonces llegaría Xander; o Xander ya estaba con nosotros pero aún no lo sabíamos. La segunda opción me aterraba sabiendo lo que se avecinaba.

    Incapaz de salir de mis propios pensamientos, eché un vistazo al reloj y decidí irme a la cocina para preparar algo de cena para todos. Aunque no tenía muy claro qué, cocinar me relajaba, así que empecé a buscar recetas hasta que encontré una que adaptar. Dejé que mis manos tomaran el control  y que mi mente se dejara ir en el proceso creativo, porque a veces el mundo es demasiado complejo como para racionalizarlo. Para cuando terminara, probablemente Sarah ya estaría de vuelta, no podía esperar para verla.

  • DECISIONES

    DAAKKA | ESTUDIO DE DUKE

     

    Crucé la puerta de mi estudio y cerré con pestillo tras de mí. Una vez dentro, me quité la ropa y la doblé con cuidado en el armario empotrado mientras volvía a mi forma natural, la de escamas verdosas.

    Estiré los músculos, como si hubiera estado enclaustrado dentro de Duke, algo irónico teniendo en cuenta que para escribir este diario siempre usaba esa forma. Me senté frente al ordenador para terminar el arte gráfico de ‘Avalerion’.

    Tras los últimos detalles, lo envié a la impresora en A1 y lo recorté con la guillotina. Una vez terminado, lo coloqué con cuidado en el marco y lo observé pensativo antes de colocarlo junto al resto de la serie de los Guardianes.

    Avalerion me había guiado en un viaje espiritual para prepararme para los eventos que estaban a punto de comenzar. Gracias a eso, había sabido que parte de mi papel era ayudar a que Sarah volviese a estar con nosotros, y cuanto más avanzaba el tiempo, más sentido le veía a esas visiones, como la Cazadora que aparecía en ellas, Sasha, y la necesidad de que también formara parte de nuestra familia.

    Ese viaje me había dado un lugar, un propósito. La familia volvía a estar unida, no como en aquellas visiones, pero aún quedaba lo más difícil, enfrentarnos al caos del combate y a la preparación que todo eso implicaba.

    Uno de los puntos clave sería descubrirnos ante Moondale y prácticamente ante Ripper, porque nuestro mensaje sería cortado más allá de las fronteras del Condado. No dejaba de darle vueltas a eso y a mi propósito. Quizá después de tanto tiempo oculto era el momento de apoyar a Sarah cuando más lo necesitaba.

    Colgué el cuadro y volví a observarlos todos juntos. En aquél momento teníamos una guía, un destino que lo entrelazaba todo entre nosotros como Daë. Ahora todo caía de nuestra parte, el futuro de muchas personas estaba en juego y el día fatídico cada vez parecía más cercano.

    En las últimas semanas habíamos estado cada vez más ocupados con los planes, hasta el punto de apenas poder vernos para nada que no fuesen las reuniones en la ‘Mesa Redonda‘. Amy, los Satellites, las defensas, los puntos clave, el detalle de habilidades de todos a los que nos enfrentábamos, el análisis de los futuros que habíamos visto, Omega, la traición del bando negro, las armas, la protección de nuestros más cercanos….

    Sencillamente era demasiado. Un peso que podía minar la moral de cualquiera, por muy motivados que nos tuviera el desastre que habíamos presenciado en dos ocasiones. Di una vuelta durante unos instantes y volví a fijarme en las imágenes de los Guardianes, concretamente en los ‘Antiguos Daë‘.

    En aquél entonces tuvimos en nuestras manos nuestro propio futuro y el de muchos otros, decidiendo en algo que nos cambiaría para siempre.

    Sarah siguió adelante con su legado en lugar de conseguir el poder de traer a alguien de vuelta de entre los muertos y esa decisión le acarreó depresión y ansiedad que finalmente le hicieron perder la esperanza y entregarse a Z.

    Dominic decidió cambiarse a sí mismo en lugar de arrebatar el poder a Rebecca, lo que, para bien o para mal, dio lugar a Omega.

    Vincent por otro lado tenía ahora un artefacto muy útil para encontrar portales que nos ayudaría a mover gente en caso de emergencia de Moondale al Pantano del Grendel, pero también podría tener algo que hiciera confesar la verdad a alguien del bando negro para que Z fuese consciente del puñal que tenía ya entre las costillas.

    Daniel perdió algo de sí mismo que jamás podrá recordar con tal de conseguir algo que protegería a Sarah en un futuro, pero esa pérdida le minó de tal forma que perdió las fuerzas durante mucho tiempo cuando Sarah tuvo que ir al Palacio. También pudo cambiar el pasado e incluso el futuro según sus deseos.

    Cara tuvo en su mano el poder de ver todo aquello que le deparase el futuro, pero decidió dejar a un lado el destino y tomarlo en su propia mano cogiendo el arco.

    Mara dejó de ser una vampiresa, pero eso la hizo presa fácil de ‘King’, siendo ahora una licántropa. Eso nos permitió ver de primera mano el poder que tenían ambos bandos.

    Diana dejó pasar el poder, de una u otra forma, para proteger a su hija. Yo mismo dejé pasar la oportunidad de tener más poder para no arriesgar mi moralidad, pero no dejaba de preguntarme si podría haber resistido la tentación y en estos momentos tendría más poder para proteger a los demás.

    Quién sabe qué habría pasado si hubiéramos elegido otras cosas. En algún lugar del multiverso habría cientos de líneas temporales divergiendo a partir de esa decisión. Pero a nosotros tenía que preocuparnos esta, nuestro pasado, presente y futuro.

    Lo importante no era qué habíamos decidido, sino haber tomado esa decisión, haber tomado lugar en cambiar el mundo. Si lo habíamos hecho una vez, podíamos volver a hacerlo, con Daesdi involucrados o sin ellos. Mi deber era recordárselo a todos ellos, así que me puse a ello, pronto cada uno recibiría un mensaje para que no olvidasen lo que habían logrado.

    Cuando terminé los envié y me preparé un relajante té verde mientras observaba el también verde césped de la parte trasera de la Nave.

  • BEGINNING OF THE END

    3×14 – BEGINNING OF THE END

    Christopher MacLeod | La Nave

    El azúcar cayó sobre la superficie negra e inmaculada del café, provocando ondas bajo mi distraída mirada. Removí con la cuchara y me apoyé en la pared del gimnasio, ocupado en ese momento por un entrenamiento de los Satellites a manos de Dominic y Daniel.

    – [Dom]Kuruk, te quedan diez para batir tu propio record. Tienes que llegar a veinte más.[/Dom] – las proezas físicas de Kuruk no dejaban de sorprender. Llevaba casi una centena de circuitos completos, compuestos por flexiones, skipping osentadillas con salto. Un total de cinco ejercicios diferentes que combinaban fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Estaba a punto de batir su récord y apenas había empezado a sudar hacía diez circuitos.

    Me paré a pensar en los circuitos que podría llegar a hacer yo en ese mismo instante. Ser licántropo me hacía ser ligeramente más resistente, muy ligeramente, porque la verdadera «ventaja» era física al estar transformado y los sentidos más agudizados continuamente, pero ni con esa ligera mejora sería capaz de pasar de cinco con el cansancio acumulado por los planes, las tres noches de transformación a mis espaldas y la paternidad reciente.

    Tener un bebé de menos de un mes que demanda constantemente tu atención es agotador, pero si a eso le sumas dos trabajos y una presión constante por salvar vidas, la mezcla se convierte en un cóctel terrorífico. Por el trabajo no podía quejarme, en la Universidad nos habían dado tiempo y flexibilidad tanto a Diana como a mí para cuidar de Amy. Pero para salvar el mundo no había esperas ni pausas.

    El tres de junio tendría lugar la batalla de Ripper, estuviésemos preparados o no y ya estábamos a quince de mayo. El Día Internacional de la Familia que para mí había comenzado levantándome dolorido, cansado, solo y desnudo en una celda. La única interacción con mi familia por el momento había sido hablar con Diana en cuanto comprobé que las dos estaban despiertas para ver cómo estaban y qué tal había sido la noche. Mientras me contaba todas las veces que se había despertado de madrugada y había tenido que volver a dormirla durante horas mientras Amy no dejaba de emitir un ruido que parecía un aullido, no podía dejar de sentirme culpable por no haber estado allí, por mucho que Diana intentase quitarle hierro al asunto.

    No dejaba de darle vueltas a mi decisión en las Pruebas y en si tenía que haber elegido la pócima que curaba la licantropía. Siempre terminaba en la misma conclusión, para entonces ya era tarde, Amy podría ser licántropa de todas formas y si no hubiera cogido el amuleto, Diana podría serlo también. En ese punto es cuando empezaba a pensar si no tendría que haber hecho como Fenris, haber aprendido a controlar esa parte de mí en lugar de huir de ella.

    – [Daniel]Tienes que saber que es parte de ti, controlarlo en cada movimiento, con cada impulso. Puedes hacerlo.[/Daniel] – volví al presente al escuchar las palabras de Daniel, confuso por un momento al pensar que se refería a mí. Pero no, estaba al lado de Magnolia, que estaba concentrada en un pequeño montoncito de arena al que intentaba dar diferentes formas geométricas. Daniel reparó en mi mirada y me dirigió un gesto de ánimo con la cabeza.

    Al volver a la realidad me percaté de que April y Ted no dejaban de charlar en una esquina. – [Dom]Chicos, la conversación en vuestras mentes.[/Dom] – les reprendió Dominic. Contuve una sonrisa por lo literal de la reprimenda. Su entrenamiento consistía en ese momento en conversar mentalmente para intentar practicar de cara al combate, donde podría sernos muy útil, aunque fuese para mantener distraído a Mental.

    – [Carmela]A mí no me vengáis con más figuritas que estoy hasta el coño.[/Carmela] – intervino Carmela con su marcado acento italiano y una voz engravecida por una adicción de la que intentábamos curarla. – [Carmela]Un cartón de tabaco es lo que necesito.[/Carmela] – sentenció. Daniel y Dominic se miraron sin saber qué decirle.

    – [MacLeod]Ya has tenido suficientes avisos, Carmela.[/MacLeod] – le respondí, tan serio como solía estarlo cuando se trataba de un tema vital. La maldición de Carmela le había dado un poder completo, incluyendo cambios en sus pulmones para protegerse del humo, pero el tabaco tiene más sustancias nocivas además del propio humo, así que la habíamos convencido para dejarlo, todavía peleando con ella a menudo. Para que pudiera seguir utilizando su poder habíamos conseguido dar con la única alternativa posible, un hervidor portátil de agua para vaporizarse vaho de hierba de eucalipto entre otras. Así que ahora cada vez que usaba su poder nos dejaba a todos la nariz despejada.

    Carmela refunfuñó por lo bajo y agitó con brío el vaporizador para inhalar el vapor, que transformó en un gigantesco corte de manga. Negué con la cabeza mientras algunos intentaban contener la risa.

    – [Dom]Recuerda Joey, solo la cantidad necesaria de poder.-[/Dom] escuché decir a Dom, intentando volver al entrenamiento. Joey estaba golpeando un saco de boxeo que se movía como si estuviera lleno de plumas. – [Dom]Tienes que controlar la cantidad de tinta que usas en tus golpes. Usar solo medio tatuaje en lugar de todo.-[/Dom] cada vez que les veía entrenando a los Satellites, tanto Dom y Daniel como los demás, me sentía orgulloso de lo que hacían y de lo que conseguirían hacer cuando ese lugar pasase de ser una nave industrial a una escuela. No les estaban entrenando para ser letales, para ampliar sus poderes y hacer daño. Ellos les entrenaban para conocer sus poderes y controlarlos, para tener siempre presente lo bueno y lo malo que podían hacer con ellos y para proteger a los que no tenían esos dones.

    Terminé el café y caminé hasta la salida, pasando al lado de Daniel y Nicholas.

    – [Daniel]Nicholas, ¿cómo lo llevas?[/Daniel] – escuché que le preguntaba. Daniel le había entregado a Nicholas el último trozo del metal que había cogido en la Iniciativa para intentar replicarlo y reproducir las armas que pudiera para el grupo.

    – [Nicholas]He conseguido crear un par más a partir de los materiales que sobraron de la construción de la nave.-[/Nicholas] comentó con un deje nervioso en la voz, señalando un par de piedras pequeñas que tenía en una mesa. Se colocó las gafas y observó a Daniel. – [Nicholas]Si, solo esto ha salido de todo el material. Este metal es muy raro y el intercambio de material debe ser mayor. [/Nicholas] – explicó. En el mundo real nunca había noticias demasiado buenas, simplemente ibas tirando con lo que tenías.

    – [Daniel]Te buscaré más. ¿Hará falta menos si es algún tipo de metal más «cercano»?[/Daniel] – preguntó Daniel. Sería difícil encontrar un metal cercano, pero por poco que pudiera aproximarse sería una mejora y nos vendrían muy bien esas armas viendo la amplitud y el armamento de los dos bandos entre los que nos íbamos a interponer.

    – [Nicholas]Si. Cuanto más se acerque a este metal menos cantidad será necesaria usar.-[/Nicholas] sentenció el joven alquimista subiéndose las gafas. Otro Christopher con más tiempo libre y menos obligaciones habría pasado una buena temporada investigando sobre la alquimia para ayudar a Nicholas y por el mero afán de sabiduría. Este Christopher no podía, tenía demasiadas cosas que ordenar en la cabeza y estaba demasiado cansado y preocupado como para hacerlo con la tranquilidad habitual, así que tenía que echarle tiempo, paciencia y ser muy metódico.

    Daniel asintió, pensativo. – [Daniel]Buen trabajo.[/Daniel] – añadió dándole un ligero apretón en el hombro antes de volver a los entrenamientos, esta vez para asegurarse de que David conseguía romper una hilera de botellas de cristal vacías con su grito. Me reí en mis pensamientos, en el cine y la televisión siempre lo hacían con copas, aquí no teníamos dinero para desperdiciarlo en copas para romper.

    – [MacLeod]Estaré en la biblioteca.[/MacLeod] – me despedí antes de abrir la puerta que daba al pasillo. Daniel y Dom asintieron y continuaron con el entrenamiento. Todos teníamos mucho que hacer. Demasiado.

    Caminé en silencio hasta la biblioteca de la Nave, que por el momento no era más que una declaración de intenciones con algunas mesas de estudio y estanterías, de madera creada por Nicholas y trabajada por Kuruk e Hiroshi, ocupadas en una cuarta parte de su capacidad por libros que habíamos llevado entre todos y alguna donación del Consejo, que esperaba que fuese mayor en el futuro.

    En cuanto abrí las puertas, vi que la biblioteca no estaba vacía. En una de las mesas estaba Matías, absorto en varios mapas en tamaño A1 que tenía cubriendo toda la mesa. – [MacLeod]Buenos días, Mati.[/MacLeod] – le saludé, en español. La mayor parte del tiempo dejaba de ser consciente de mi poder y terminaba preguntándome en qué idioma me escuchaba hablar la gente.

    – [Matias]Buenos días, Christopher.[/Matias] – respondió. Las conversaciones con Matías eran especialmente confusas porque hablaba con fluidez varios idiomas y me costaba trabajo distinguir en cuál hablaba en ese momento, si en el mío nativo o en el suyo. Aunque lo cierto era que diferenciarlo no era más que una vieja costumbre poco práctica. – [Matias]He terminado con el análisis. Te lo he dejado encima de la mesa y he enviado una copia al grupo por correo. [/Matias] – comentó, apilando sus mapas en un lado de la mesa. Matías se estaba encargando de un trabajo a la altura de su intelecto. Estaba recopilando información de todas las fuentes posibles y analizándola para determinar los puntos de mayor riesgo para la población el día del ataque, de esa forma podríamos centrar nuestros esfuerzos en proteger a la gente en esas zonas o evitar que fuesen hacia allí. – [Matias]Voy a ir a comer algo de media mañana.[/Matias] – explicó mientras cogía su mochila. Matias era un cliente asiduo de un local de comida rápida que habían abierto unos bloques más allá, pero sus visitas no se debían solo a su aprecio natural por la comida, si no a que su cerebro consumía mucha más energía que un humano corriente.

    – [MacLeod]Que aproveche.[/MacLeod] – le deseé, agradeciendo en parte quedarme solo para ordenar mis pensamientos. Eché un vistazo al móvil para ver si Diana había escrito algo. No tenía ningún mensaje, así que me preocupé por si algo iba mal con Amy, que había estado muy agitada las tres últimas noches. También me habría preocupado si me hubiese escrito.

    Busqué una mesa frente a un ventanal para aprovechar la luz del día y apoyé la taza de café en un posavasos mientras sacaba de mi maletín mi diario.

    Hacía ya unos años que todos habíamos decidido empezar a escribir nuestras vivencias en diarios personales, para asegurarnos de que lo que vivíamos no quedaba en el olvido y esa información le resultaba útil a alguien en algún momento, quizá a nuestros propios hijos.

    Pero mi diario tenía una peculiaridad. Llevaba ya varios escritos porque no solo narraba mis experiencias de una forma bastante detallada, si no que usaba las páginas finales para tomar notas, apuntar ideas y guardar nuevos conocimientos.

    Abrí el actual por la sección de anotaciones correspondiente a la ‘Batalla de Ripper’ y me fui a una página en blanco para volcar mis pensamientos y mis recuerdos de lo que habíamos visto en el futuro.

    • La batalla será el tres de septiembre.
    • En las azoteas del edificio Lenora se podían ver los nombres de los fallecidos en la Batalla, exceptuando los de aquellos que consideraron enemigos. Había demasiados y conocía varios de ellos: alumnos y profesores de la Universidad, vecinos…
    • La Iniciativa será eliminada completamente y con ella todos los que intenten defender a los inocentes que están allí.
      • Esa masacre pondrá claro el objetivo del Gobierno contra los sobrenaturales.
    • El bando negro está esperando la oportunidad para derrocar a los otros dos bandos y tomar el control, pero esperarán a ganar todos juntos y acumular suficiente poder.
      • Es imposible convencer a Z de que le van a traicionar.
    • Dieron por muerta a Butterfly, eso le dio la oportunidad a Omega de tomar su lugar y desencadenó la muerte de Sasha y de Sarah.
      • Debemos proteger a Butterfly nosotros mismos porque Z no nos recibirá salvo para formar parte de su bando.
      • Si algo ocurre, Sasha será la siguiente, hay que protegerla pero es solitaria, Sarah es a la única a la escuchará.
    • Z es el Director de Inteligencia Nacional con todo lo que eso implica, y tiene una potenciada que manipula la tecnología.
      • Por tanto tienen ojos en todas partes y más tendrán cuando inventen el Omnilens.
      • Por tanto controlan los medios de comunicación.
    • Valcranneo Logoon. De nuevo ese nombre. Lo he leído en mis notas de la época del Soberano, pero no recuerdo qué significa…

    – [Ed]Te vas a quedar sin margenes en los que escribir.-[/Ed] habló una voz familiar. Me giré para ver a Ed acercándose. O se había vuelto muy sigiloso, o yo estaba demasiado absorto.

    Le devolví una sonrisa cansada. Mis ojeras debían haber evolucionado ya a tener consciencia propia. – [MacLeod]Ni siquiera te escuché entrar.[/MacLeod] – comenté, siendo sincero. Ed se sentó en una silla cerca de mí y echó un vistazo a las dos páginas que cubrían ya mis anotaciones. – [MacLeod]Desde que está Amy mi cabeza no está como para contener todo esto.[/MacLeod] – admití, sonriendo, pero ligeramente frustrado.

    – [Ed]Si detenemos a ambos nada de lo que vimos tiene porque ocurrir.-[/Ed] comentó él, esperanzado. Ojalá pudiera tener la misma esperanza que él, pero no dejaba de ver nuestra tarea como algo titánico y casi un imposible, pese a que fuéramos expertos en eso. Por suerte ya estaba Ed para mantener a buen recaudo el tesoro de Pandora.

    – [MacLeod]¿Te importaría echarme una mano?[/MacLeod] – le pregunté. – [MacLeod]Necesito pensar en voz alta y que alguien me ayude por si algo se me escapa.[/MacLeod] – expliqué. Necesitaba repasar todos esos acontecimientos y empezar a materializar los planes, pero temía que con el cansancio algo se me pasara por alto.

    – [Ed]Por supuesto.-[/Ed] replicó él, colocando la silla de manera que quedó frente a mí, listo para escuchar.

    – [MacLeod]Por un lado tenemos la fecha concreta.[/MacLeod] – pasé la página y escribí ‘3 de Junio’ en la esquina superior derecha. – [MacLeod]Eso es menos de un mes.[/MacLeod] – no era fácil admitirlo, pero el tiempo corría en nuestra contra. – [MacLeod]Si ganan ya hemos visto lo que pasará y lo que harán con la Iniciativa y los que intenten detenerlos.[/MacLeod] – escribí en el lado izquierdo Iniciativa y en el derecho, Z. En el centro escribí Ripper y lo rodeé con un amplio círculo. Estábamos en medio de una lucha de titanes. – [MacLeod]Además de los que cojan por el medio.[/MacLeod] – empecé a marcar puntos en el círculo de Ripper intentando no recordar los nombres que había visto en el futuro, ni nuestras muertes y las de nuestras hijas e hijos en ese intento de volver a la normalidad.

    – [Ed]Tenemos la ventaja de saber cuando va a atacar Z, algo que dudo que sepa que conocemos.-[/Ed] respondió Ed. Por lo que Sarah y los demás que habían estado en el Palacio habían dicho, Z contaba con al menos una bruja experta en conjuros para ver el futuro, así que no podíamos estar seguros de lo que sabía o lo que no, pero tampoco tenía tiempo como para estar continuamente atisbando el futuro. Teníamos que confiar en que, si lo intentaba, no diera con un momento del tiempo que descubriera nuestro plan. Sondear el tiempo es una ciencia inexacta, nosotros mismos no pretendíamos ver un futuro tan distante, pero nos adaptamos a lo que vimos y obtuvimos respuestas, probablemente gracias a la guía de los Daësdi, una ayuda con la que ellos no contaban. Sería mejor preocuparnos por otras formas que tenía Z de saber lo que ocurría.

    – [MacLeod]Z es un alto miembro de Inteligencia Nacional y la Iniciativa tiene otra parte amplia del Gobierno, especialmente las fuerzas militares.[/MacLeod] – planteé, desmontando y volviendo a montar el bolígrafo mientras pensaba. – [MacLeod]Es muy arriesgado descubrirnos, pero tenemos que hacerlo.[/MacLeod] – afirmé. No teníamos otra opción esta vez. Lo habíamos estado comentando todos durante una temporada y no terminábamos de llegar a un acuerdo, pero no teníamos otra opción. Además, las grabaciones de Dom utilizando su poder bajo el influjo del espectro musical eran virales dentro de Ripper, pero de boca en boca. A alguien no le interesaba que se propagasen. – [MacLeod]Filtrarán cualquier información por los medios de comunicación, así que a los que podamos avisar, tendrá que ser en directo. En algún gran evento.[/MacLeod] – era nuestro único recurso, descubrirnos frente a todo el que pudiéramos de una forma que no esperasen.

    – [Ed]¿La gala de recaudación de fondos de Fenris?-[/Ed] sugirió Ed, dando la solución. Era curioso cómo tenía una buena idea pero la presentaba como una pregunta para no hacer la sugerencia invasiva. Ed era todo lo contrario a la beligerancia.

    – [MacLeod]Es una buena idea.[/MacLeod] – le reconocí. Todos los años, Construcciones Fenris llevaba a cabo una gala de recaudación de fondos entre sus accionistas y algunos de los miembros más pudientes de Ripper. Cuando volvió de su viaje al Tíbet, Fenris convirtió la fiesta en un evento público que le ganó el cariño de la gente. Después, tras su captura por parte de la Iniciativa y al desvincularse poco a poco de su empresa, los accionistas la habían estado celebrando de la forma habitual.  – [MacLeod]Podemos hablar con él para que organice el evento en un lugar abierto con algo que llame la atención de la gente de a pie.[/MacLeod] – añadí. Quizá era el momento de que volviese a realizar el evento a gran escala.  – [MacLeod]Ahí será el momento de hacer el anuncio. De descubrirnos, para bien o para mal.[/MacLeod] – finalicé, pensativo. Si las cosas salían mal, no tendríamos descanso nunca, podríamos perderlo todo. Pero lo que sabíamos sobre el mundo nos ponía en la obligación de hacer algo para evitar que la gente saliese herida. Los héroes no son tales si no tienen nada que perder.

    – [Ed]Música, comida… eso siempre atrae gente.-[/Ed] intervino Ed, dando por buena nuestra idea. Tomé nota, alguien tendría que hablar con Fenris. Quizá Sarah, Diana o Lucy, tenía debilidad por las Echolls. Aunque en la boda de Elizabeth había intimado mucho con Karen.

    – [MacLeod]Lo difícil será el discurso.[/MacLeod] – aseguré. No por saber qué decir. Tenía presente lo que necesitaba decirse aunque no tuviera claro el orden. El problema estaba en que no era yo quien debía hacerlo, y tenía que convencer a esa persona para presentarse delante de centenares de personas y descubrir un secreto que llevaba años guardando.

    – [Ed]Cuando la gente vea lo que somos capaces de hacer, las palabras apenas serán necesarias… salvo que se asusten y cunda el pánico.-[/Ed] alcé las cejas en una mueca de preocupación. No era capaz de preveer la reacción de la gente. Se escapaba a mi control y eso me inquietaba.

    – [MacLeod]Un problema de cada vez.[/MacLeod] – propuse, más para mí que para él. Intenté dar por solucionada esa parte ahora que teníamos un esbozo de plan. – [MacLeod]Después tenemos a la tercera jugadora, Omega.[/MacLeod] – escribí su nombre en la parte superior y tracé una flecha hacia Z, cerca del que escribí ‘Beatrix’ y ‘Butterfly’.  – [MacLeod]Por lo que sabemos Z la dará por muerta y es ahí cuando Omega ocupará su lugar y tomará su poder.[/MacLeod] – le recordé, señalando el nombre de Butterfly. Z no nos escucharía y Butterfly era una seguidora ferviente, así que no podíamos confiar en solucionar eso hablando.

    – [Ed]Debemos tener cuidado con ella, por lo que hemos visto ya esta aquí. Y por sorprendente que parezca es peor que cualquiera de estos dos.-[/Ed] puntualizó Ed, señalando los nombres de Z y de Preston.

    – [MacLeod]Lo sé.[/MacLeod] – respondí de forma casi automática, porque mi mente estaba ya en otro lugar. Omega era Verónica Preston. En ese mismo diario que reposaba sobre la mesa estaban varias páginas de anotaciones sobre el otro futuro que habíamos visto, si la Iniciativa ganaba. Ese futuro terminó con Verónica viajando al pasado y Ezra yendo tras ella. Si Verónica había llegado hasta aquí, ¿también lo habría hecho él? Sin duda eso era algo que Ed también se estaría preguntando. No quería estar en su lugar.  – [MacLeod]Pero al parecer en esta época estaba débil, así que si evitamos que coja a Butterfly, habremos evitado gran parte del problema.[/MacLeod] – añadí intentando buscar un punto de esperanza. Ella misma lo había dicho en el futuro, que no atacó a Z durante mucho tiempo porque estaba débil por algo que le habían hecho. Si eliminábamos su oportunidad de conseguir a Butterfly, le robaríamos su plan maestro y tendría que retirarse. No podíamos hacer otra cosa por el momento, teníamos demasiados frentes como para enfrentarnos también a ella ahora, y si nos viese, estando en desventaja, jamás se descubriría.

    – [Ed]La tendremos vigilada.-[/Ed] afirmó Ed. No lo dudaba, sabía que él mismo se tendría que encargar de mantenerla bajo vigilancia gracias a su poder. En cuanto Ed detectase algo raro, iríamos a por ella.

    – [MacLeod]En cuanto veáis la oportunidad, tenemos que ponerla bajo nuestra protección.[/MacLeod] – añadí, aunque no era necesario decirlo. Teníamos que elegir el momento perfecto para que la gente de Z no se nos echase encima. – [MacLeod]Lo que nos lleva al siguiente intento, Sasha.[/MacLeod] – continué hilando nuestra red de acciones. Tras «perder» a Butterfly, irían a por Sasha, y si eso no les salía bien, irían a por Sarah. De cualquier forma, teníamos el deber de proteger a Sasha, yo especialmente. – [MacLeod]Es demasiado solitaria, Sarah ha dicho que hablará con ella y la convencerá de venir aquí o a casa de alguno de nosotros para estar protegida.[/MacLeod] – aseguré. Era la única a la que escucharía.

    – [Ed]Si, no podemos estar solos y desprotegidos en este momento.-[/Ed] comentó Ed. Tenía toda la razón, todos estábamos en peligro potencial. No podía dejar de pensar en Amy y Diana, que merecían estar juntas y disfrutar y sin embargo teníamos que estar preocupados por su seguridad.

    – [MacLeod]Podemos hacer refugio aquí para cualquiera que lo necesite. Hay que estar preparados para que gente de a pie salga herida.[/MacLeod] – añadí. La Nave tenía bastante espacio y podía convertirse en un refugio improvisado, igual que la Universidad, Mercy y los O.W.L.S ya estaban preparados.

    Ed asintió en silencio. Había visto con sus propios ojos lo que era un mundo en el que la gente a la que quieres sale herida, una tras otra y ahora nos enfrentábamos de nuevo a una perspectiva igual.

    – [MacLeod]Por lo demás, el resto es preparar el combate.[/MacLeod] – continué, garabateando en la hoja algunas de las cosas que necesitábamos tener. – [MacLeod]Entrenar a los Satellites, preparar armas, encantar los trajes que va a preparar Lucy…nada estará de más.[/MacLeod] – aseguré. Todo lo que pudiéramos conseguir a nivel de protección sería necesario.

    Continuamos un rato más repasando una a una las ideas y los puntos críticos de todo lo que estaba por venir. Un repaso que me ayudó a desconectar de la carga mental que llevaba varios días rondándome la cabeza. Con el descanso de tener planes trazados, podía permitirme disfrutar de Diana y de Amy durante un buen rato. Me lo había ganado.

    – [Ed]Bueno, te dejo que sigas garabateando en las esquinas. Tengo que ver a Diana para los encantamientos de protección.-[/Ed] afirmó. No dejaba de sentirme culpable por no encontrar una forma de evitar que Diana entrase al combate y pudiera estar con Amy. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer y aunque pudiera, Diana jamás evitaría luchar para proteger el futuro de su pequeña y de todos a los que quería.

    Me despedí de Ed y tomé un par de notas más antes de llamar por teléfono a Diana. Mi segundo momento favorito del día. El primero iba a ser esa tarde cuando estuviera con ellas.

    Confiaba en que la paciencia fuese recompensada, que los momentos que todo lo que estaba ocurriendo me estaban robando con ellas, se convirtiesen en un periodo de paz en el que pudiéramos estar juntos y disfrutar como personas normales.