Moondale

Categoría: Tercera Temporada

  • PRIMERA LÍNEA

    VINCENT SOLO | BARRIO OESTE

    Me lancé contra el joven y ambos caímos al suelo, a un metro escaso de donde acababa de caer un trozo de fachada del edificio. Me puse en pie y le señalé al chico un portal cercano donde un grupo de gente se estaba guareciendo. Él se marchó dándome las gracias a apresuradamente.

    Miré hacia el frente. La calle estaba vacía y el silencio se mezclaba con el caos en una rápida sucesión. Hacía media hora que la batalla se había desatado en las afueras del Barrio Este, a no muchos kilómetros de la Universidad.

    Comprobé el móvil, era un teléfono actual pero con carcasa a prueba de todo para su uso en guerras, Fenris los había distribuido para mantenernos todos en contacto en caso de emergencia. No sé si me alivió no ver ninguna llamada ni mensaje o me preocupó.

    No sabía nada de Mara desde que se había quedado en su posición junto a Lucy, Rebecca, David, Desiree y Kuruk para atender a los posibles heridos y coordinar un refugio. Al haber estallado el conflicto en el Barrio Este, el refugio designado era la Universidad, al igual que si hubiera sido en el Barrio Oeste, habría sido la Nave.

    Eché a correr por la calle vacía oliendo el polvo de los escombros, restos desprendidos de las fachadas de algunos edificios al recibir los proyectiles de todo tipo que teñían el cielo de colores. El día anterior la gente había festejado y desfilado por las calles junto a las carrozas en la fiesta de Fenris, que no había escatimado gastos como si dedicase una última ovación por su ciudad natal en caso de que cuando terminase la guerra no pudiese reconocerla.

    La situación se alejaba mucho del mejor escenario que había previsto Matias, que el conflicto estallase en el Bosque de los Lobos, pero tampoco era el peor de los que había calculado. Al menos era una suerte que el conflicto no hubiera estallado en el centro ni los barrios norte y sur. No solo eran las zonas más antigüas y emblemáticas si no también las que mayor concentración de población tenían.

    Seguí corriendo. Mis piernas estaban doloridas de la presión a la que las estaba sometiendo después de la mala caída apartando a ese chico. El traje que había confeccionado Lucy se adaptaba como un guante y era lo más parecido a «ir desnudo» pero yendo protegido. Aun así, uno de los ladrillos me había golpeado en la tibia y en cuanto enfriase me iba a doler bastante. Sería una suerte si esa era mi mayor preocupación.

    Frené justo a tiempo de evitar un trozo de metal que se estrelló contra la acera, unos metros más allá y me habría empalado vivo. Mi corazón estaba desbocado y solo podía pensar en que si moría, jamás podría ver crecer a Idris o entablar una relación verdadera con Mara.

    Y pensar que hacía unas horas todo parecía a punto de salir mejor. Beatrix estaba despierta y en nuestras manos, solo habría hecho falta avisar a Z en ese preciso momento, pero fue imposible. El bando negro puso todo el poder en sus manos para hacer imposible el acceso a su «líder» y convirtió el Palacio en una fortaleza impenetrable.

    Habíamos pensado llevarla con nosotros antes de que estallase el conflicto, pero corríamos el riesgo de que cayera en manos de la Iniciativa y de cualquier forma, el bando negro pelearía cuando fuese descubierto. Necesitábamos esperar a que Z no estuviera en el epicentro, así que Beatrix descansaba ahora en la Nave bajo la supervisión de Mia, Keli, Karen, Aphrodite y Winston, preparados para llevarla frente a él en cuanto fuese posible.

    Cuando llegué al cruce de calles vi a una mujer guepardo enfrentarse contra un hombre pantera salvajemente. Sus garras surcaban la carne del otro en un duelo igualado. A su lado estaba King, sus ojos brillaron mientras desgarraba el cuello con sus dientes a una muchacha de piel roja y colmillos prominentes.

    No pude hacer nada por ella, pero corrí igualmente a enfrentarme a King desenfundando los katar que llevaba a la espalda. Él me miró con una perversa sonrisa, estaba disfrutando de mis ganas de venganza por lo que le había hecho a Mara, aunque mis posibilidades contra él no eran las mejores.

    Sacó las garras y enseñó sus acentuados colmillos en una sonrisa mientras llegaba hasta él, entonces vi algo por el rabillo del ojo y frené. King me observó, confuso, el tiempo suficiente para que un coloso de titanio chocase contra él. De haber sido un humano, King habría muerto en el acto, pero al ser una Abominación soportó el embiste y siguió luchando contra Oliver. A veces hay que saber tener la mente fría incluso cuando la rabia te ciega. Oliver era un buen contrincante porque no sería capaz de contagiarle.

    Además, mi trabajo principal era poner a salvo a los civiles. Seguí avanzando para ayudar a April a levantarse. Tenía una herida fea en una pierna provocada por una esquirla. No había podido evitarla al estar concentrada para intentar anular a ‘Union’, la telépata que coordinaba a Adams Zero.

    Mientras dejábamos atrás a King y Queen, cogí el teléfono con la mano libre y llamé a Keli.

    – [Vincent]¿Estás lista?[/Vincent] – pregunté. El poder de Keli era incalculable como demonio puro, pero al estar confinada en su cuerpo actual y vinculada a la cadena, había mermado considerablemente, así que había tenido que concentrar sus energías desde el inicio del combate para llevar a cabo una jugada que la dejaría incapaz de poder hacer mucho más que dar golpes con superfuerza, que no era poco.

    – [Keli]Los que deberíais estar listos sois vosotros[/Keli].-sentenció con el orgullo propio de la juventud, aunque fuera relativa en su caso, una demonio de a saber cuantos siglos de antigüedad.

    – [Vincent]Voy a avisar al resto.[/Vincent] – respondí. Colgué y envié un mensaje a todos los terminales ‘Preparaos para el salto‘. No todos tendrían tiempo de poder mirar el teléfono, especialmente los Moondies que estaban en pleno epicentro del combate, pero todos estábamos preparados para el plan y con suerte el mero hecho de sentir el móvil vibrar les valdría de aviso.

    Pronto el cielo se tiñó de azul oscuro alrededor de una figura que se alzaba flotando en el cielo. Allí, Keli era un blanco fácil, pero nadie tendría tiempo suficiente para hacer nada.

    April se sentó en el suelo y asintió. Yo me mantuve en pie, concentrándome para no caer. Esperaba el momento, pero nunca llegaba, así que cuando parecía que no iba a pasar, pasó, junto con una oleada de vértigo que me dejó algo mareado.

    Me froté los ojos y miré a mi alrededor. April estaba sentada ahora en el verde y frondoso prado, cerca de uno de los altos árboles del Bosque de los Lobos. Perdidos entre los troncos veía a ambos bandos desorientados por el cambio de localización. Keli lo había conseguido, nos había teletransportado a todos, poniendo a salvo la ciudad.

    – [April]Cuidado.[/April] – gritó April. Desorientado y mareado como aún estaba, no esquivé a tiempo a King, que de un golpe me lanzó contra un árbol cercano. Sentí un fuerte pinchazo en la espalda, me había roto algo, pero no tenía tiempo a comprobarlo.

    Me puse en pie, dolorido, apoyando la espalda en el tronco del árbol. Solo tenía un katar en la mano, el otro había caído demasiado lejos. No había nadie que pudiera ayudarme, April no podía usar su telepatía contra la mitad vampiro de King. Me preparé para lo que sucediera, pero nunca estaría listo para despedirme del futuro que ahora parecía que iba a tener.

    Como no podía hacer nada, hice lo que hace la gente cuando no le queda nada más a lo que aferrarse y recé. No a las creencias que me inculcaron, porque esas fueron forzadas por unos tiranos, recé al dios de Mara, tal y como le había visto hacer a ella. Pedí ayuda para poder vivir un día más y si no era posible, que Mara e Idris estuviesen siempre a salvo y jamás les faltase de nada.

    Me preparé para las garras de King, y entonces le oí gritar. Abrí los ojos y vi a King elevado varios metros sobre el suelo, atrapado en un remolino de arena que rasgaba su piel. Magnolia estaba frente a mí, con las manos levantadas. Con un movimiento concentró la arena del remolino y mandó a King volando más allá del bosque. No nos molestaría en el resto del día.

    – [Vincent]Gracias.[/Vincent] – dije a Magnolia, que me dedicó una sonrisa amable.

    El corazón me latía a toda velocidad, mis manos pedían coger el teléfono y llamar a Mara, confesarle cómo me sentía de verdad antes de que otro King apareciese y esta vez no tuviera tanta suerte. Pero ni en una guerra conseguí reunir el valor por miedo a perderla.

    Entonces una vibración me sobresaltó. Comprobé el teléfono y vi que era un mensaje de Mara. Lo abrí, era una foto de un bote de Nutella. Allí, en el bosque, en mitad de una guerra y habiendo estado a punto de morir, sonreí.

    Le respondí con el símbolo de una cuchara y el de una copa de vino. Guardé el móvil y di gracias por continuar en pie, pero tenía que tener cuidado para seguir estándolo. Acompañado de Magnolia, April y Oliver, nos adentramos en el bosque. Peinaríamos los alrededores de la masa del combate y nos aseguraríamos de cuidar a los heridos y librarnos de los atacantes que pudiéramos. Ya había suficientes personas en ese caos central. Solo me quedaba ayudar y rezar también porque todos pudieran volver a casa con sus familias.

  • LA SERPIENTE ESCONDIDA

    DIARIOS DE DESTINO | PALACIO KVINNEBY

    El Director observaba de nuevo los terrenos del Palacio, un lugar al que habría podido terminar de considerar un hogar si hubiera estado a su lado la persona que más quería. Pero esa oportunidad, pese a lo que veía en los futuros, cada vez parecía más distante, especialmente desde que Butterfly había fallecido.

    Recordaba perfectamente la chispa de esperanza cuando la tuvo inconsciente frente a él y vio que su cuerpo cambiaba al de Beatrix, solo para ser de nuevo el  de Tess, apagando esa esperanza. Esperó verla regresar, pero no avanzaba. ‘Osiris’ el experto en medicina del bando negro la dio por muerta en una acalorada discusión con ‘Faust’ que decía que el alma se había transferido correctamente pero no estaba consiguiendo aflorar porque algo la retenía. El nigromante volvió a sus estudios, desesperado también porque si aquello no funcionaba para Z, tampoco lo haría para él.

    El cuerpo de Tess quedó a buen recaudo, hasta que irrumpieron y se lo llevaron. Z entró en ira cuando lo supo, estuvo a punto de tirar todo por la borda y llevar el ejército que tenía en su poder a las puertas de cada uno de los refugios de los Moondies. Pero las visiones le calmaron. Desde entonces había recurrido varias veces a ellas, a diario, buscándola siempre. ‘Faust’ le había ayudado a tranquilizarse, si Beatrix no lo conseguía en el cuerpo de Tess era que no estaba preparado para ella y solo podían recurrir al plan habitual, Sarah.  O en su defecto, la otra Cazadora, Sasha. No sería ideal, tendría que acostumbrarse a la nueva apariencia, pero en el fondo sería ella.

    Alguien llamó a la puerta. – [Z]Adelante.[/Z] –  Entraron dos mujeres. Una de ellas era bajita, llevaba frente a ella una tablet y varios aparatos más conectados a un cinturón que parecía ser bastante pesado, más los que llevaría en la mochila. Junto a ‘Software’, estaba ‘Krishna’, una cara cada vez más conocida en los últimos días. La joven tenía el pelo de un color diferente dependiendo de la semana, estaba cubierta de tatuajes y llevaba varios piercing. No era para nada la apariencia que uno esperaría para una vidente.

    Hizo un gesto a Software, su reunión con ‘Khrisna’ llevaría más tiempo. – [Software]Señor. He interceptado esto en las noticias locales.[/Software] – no le llevó más de unos segundos mostrar dicho vídeo en la pantalla de su habitación. Z observó con detalle lo que empezaba como una de las fiestas del magnate local, Alexander Fenris, pero pronto las cosas cambiaron. Se enfocó a una joven de pelo rubio que no era ni más ni menos que la inocente ‘Wing’. Allí, delante de la gente y de las cámaras, extendió sus alas y dio un discurso en el que destapaba a los sobrenaturales y abogaba porque todo el mundo resolviese sus diferencias y trabajara unido. – [Software]He evitado que salga de Ripper, pero por la zona ya estaba difundido.[/Software] – intervino antes de que terminase el discurso. El Director asintió.

    – [Z]Bien. De todas formas nos viene bien que la gente esté preparada. Así habrá menos bajas.[/Z] – afirmó. No apartó la mirada del vídeo. Estaba orgulloso de Wing y de lo que había conseguido, habría encajado perfectamente entre los suyos. – [Z]Wing habría encajado bien en nuestra utopía.[/Z] – pensó en voz alta.

    Hubo unos segundos de silencio en los que ‘Software’ comprendió la determinación del Director. – [Software]Es buena chica.[/Software] – puntualizó.

    – [Z]Sí, pero ya es tarde. Lo de Butterfly es algo que no puedo dejar sin castigo.[/Z] – aseguró. Eso significaba que si se interponían en el campo de batalla, no podría protegerlos ni gastaría recursos en ello. Estarían completamente por su cuenta. Software guardó silencio y él lo percibió. – [Z]Cuando acabemos con la Iniciativa tendremos juicios. No te preocupes.[/Z] – admitió como gesto de buena voluntad. Es lo que Abel habría querido y la decisión a la que llegarían los Reyes y las Reinas. Por eso se había rodeado de consejeros, para evitar matarlos él mismo sin dudar ni un instante.

    La pantalla se apagó y ‘Software’ asintió antes de retirarse. ‘Khrisna’ y él se quedaron solos.

    – [Z]Necesito volver a verlo.[/Z] – pidió. No hubo nada más que hablar. Los últimos días les habían hecho acostumbrarse, así que ella se acercó y preparó sus habilidades.

    Le mostró de nuevo un futuro de unos días más tarde, manejando los hilos de la visión con habilidad, centrándose en lo que él más ansiaba ver. Le mostró victorioso, alzándose sobre sus enemigos y siendo alabado, pero más que eso, él deseaba otro premio, no la gloria. Le mostró a una bella muchacha de pelo rubio a su lado, un fantasma de su pasado que por fin había regresado. Y con esa visión, la joven no tuvo problema en esconder las traiciones de la escena.

    El bando negro jamás se doblegaría a Z, usarían su poder para respaldarse siempre que pudieran y aprovecharían esa protección para seguir cometiendo atrocidades y amasando poder, hasta que tuvieran suficiente como para librarse de él.

    Habían llegado a ella hacía mucho. ‘Krishna’ nunca tuvo demasiados reparos en hacer las cosas a su manera, sin hacer mucho caso a las restricciones que nadie le impusiera. Así que la oferta de la Reina había sido un trato inmediato y desde entonces se había encargado de ocultar en las visiones de Z todo lo que tuviera que ver con las oscuras maquinaciones de los demás, eligiendo con sabiduría qué posibles futuros mostrarle, siempre endulzando un poco la parte de la visión a la que accedía el Director.

    Cuando terminó la visión, él musitó ‘Gracias’, como siempre y ella se fue. Era el trato habitual, a veces tenía que mostrarle varios futuros, porque era una persona recelosa que no daba ningún futuro por sentado y no terminaba de fiarse de los demás, pero muchos conocían su punto débil, Beatrix, y esa sería su perdición.

  • SUFICIENTE

    Edward MacLay / Palacio de Z – Fabrica abandonada

    Recordaba el palacio de Z de otra manera por mi breve estancia. En aquel momento no había síntomas de una incipiente batalla, era un refugio para la gente que había sido repudiada por sus habilidades o por su aspecto. Ahora el cielo gris, junto a los gritos de gente entrenando poniendo a punto sus poderes o peleando entre ellos, le confería un aspecto lúgubre al palacio.

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  • JOVEN Y ATRACTIVA

    Aphrodite – La Nave

    Tarde – Noche

    El viaje en Uber desde el aeropuerto hasta La Nave no pudo resultarme más tedioso, aunque me animó un poco volver a ver el discurso de la rubia con alas que hablaba de la sororidad entre mujeres con poderes y que se había viralizado en cuestión de horas.

    Desde que me había retirado de «Under Your Spell», porque empezó a perder audiencia a pasos agigantados cuando se descubrió todo lo mi pasado, hacía una vida de lo más aburrida. Me había instalado en mi ciudad natal en las islas de Loverd y tenía un programa nocturno de testimonios en la radio local. Mis amigas bromeaban diciendo que se llamaba «Llorar por llorar», pero se llamaba «Testimonios en la onda», aunque no sé cuál era peor.

    Lo que sí que daba ganas de llorar era mi vida social y sexual. Ya no me invitaban a fiestas lujosas, ni era una de las mujeres «del momento». Supongo que para esa panda de retrógrados que controlaban los medios en Hollywood ni siquiera podía considerarme mujer, pero ellos no eran más que una panda de dinosaurios tránsfobos a los que no se les levantaba el pene ni con un camión de Viagra.

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  • LA REINA DE LAS HADAS

    Mia – La Nave

    Mañana

    Se supone que no está bien escuchar conversaciones ajenas, así que ahora mismo os imagino diciéndome: «Mia, no se está bien escuchar conversaciones ajenas». «Mii, ni istí biin iscichir cinvirsiciinis ijinis». Tampoco está bien hacer burla, pero es mi diario.

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  • LA SENSACIÓN DE TENER UN HOGAR

    Mara| Apartamento de los Solo-Novak

    Mañana

     

    Los primeros rayos de sol del día se colaban por el ventanal de la terraza. Hipo se desperezaba en su cesta estirando sus patas delanteras , mientras intentaba, en vano, huir de la luz, como un recordatorio permanente de mi vida anterior. Idris estaba sentado en su trona esquivando el aguacate de las dos tostadas de pan integral que le había preparado para acompañar el biberón que más tarde se tomaría viendo los dibujos (esto no era negociable).

    Ese día, como tenía clase a primera hora, había madrugado bastante para poder dejarle a Karen preparada la lista de cosas que tenía que hacer, entre ellas, ir a la compra y cuidar de Idris. En realidad, lo hacíamos más por ella que por nosotros, porque últimamente andaba bastante escasa de dinero, pero también nos venía bien, porque de pronto me encontraba con un marido que seguía durmiendo en el sofá para no incomodarme y un niño de dos años que, en cuanto te descuidabas, se ponía a saltar encima de lo primero que encontrase.

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  • FÁCIL

    CHRISTOPHER MACLEOD | CASA DE LAS ECHOLLS

    – [MacLeod]¿Hay alguien en casa?[/MacLeod] – pregunté. Como respuesta obtuve el eco de los ladridos en la cocina. Crucé el comedor y abrí la puerta de la cocina para ser recibido por el efusivo saludo de Xena, Eowyn y Freya.

    Que estuvieran en la cocina significaba que efectivamente, no había nadie, así que habían tenido que dejarlas allí, recogidas en sus camas para perros que usaban solo en esas ocasiones, porque normalmente preferían la cama de sus dueños. Por suerte para mí, la nuestra era la más pequeña, así que no se notaba tanto en la cama como Amy. Si hubiera sido Xena me habría visto durmiendo en el suelo.

    Abrí la puerta corredera que llevaba a la terraza y las dejé salir por si necesitaban hacer algo. Vigilándolas, me senté una silla de madera del porche trasero.

    Normalmente no solían estar solas. La casa era un bullicio y siempre solía haber alguien, pero en estas semanas las cosas no eran como siempre. La casa solía estar más vacía porque todos teníamos mucho que hacer, tanto por nuestro deber como por nuestra propia vida.

    Los héroes de la literatura siempre tienen la presión de salvar el mundo, pero nosotros teníamos también las presiones de ser personas. La llegada de Amy había cambiado las cosas, no sólo ocupándonos mucho tiempo y energía a Diana y a mí, si no trayendo un cambio para todos.

    Elizabeth estaba trasladando sus cosas poco a poco a una casa en Merelia junto a Jaime, dejando la casa para sus hijas. Sarah y Diana hablaron entre ellas y se decidió que la casa familiar fuera para nosotros, que éramos los que teníamos una responsabilidad a nuestro cargo. A cambio, había puesto a la venta mi casa en el Barrio Este para ayudar a que Sarah y Daniel comprasen una nueva casa para ellos. Habían pensado comprarla cerca para que las hermanas no estuvieran muy separadas.

    Mi casa no duró mucho en venta, al final todo queda en familia y la terminamos alquilando a Dominic y Rebecca por el mismo precio que estaban pagando por su estudio en el Barrio Oeste, así que el alquiler sería para Daniel y Sarah para rebajar lo que pagasen por la casa mes a mes.

    Por si todos esos cambios fueran pocos, Cara y Daakka se iban a ir a la cabaña en el bosque que había sido de Daniel y que ahora le había comprado su hermana con bastante regateo. Ed se quedaba a dormir en casa algunas noches, pero cada vez dormía más en el apartamento que estaba sobre la tienda de Lucy.

    A todas esas mudanzas se había sumado ayudar a Mara a llevar sus cosas a la casa que ahora compartía con Vincent en Louna – benditos portales – y ayudar a Sasha a instalarse en el apartamento de la Nave, aunque por suerte las cosas de Sasha cabían en una caja. Mia también se iba, lo suyo con Logan había avanzado rápidamente y se habían alquilado un apartamento en el Barrio Oeste gracias al trabajo de mecánico que Mia le había encontrado en un taller.

    Freya se apoyó en mis piernas dando saltos con la lengua fuera, devolviéndome a la realidad. Había estado corriendo con Xena y Eowyn pero venía a reclamar mi atención. Dentro de poco cada una de las tres viviría en una casa, pero pasarían gran parte del tiempo juntas en la Nave o aquí para evitar que se quedasen solas. Igual que nosotros, que estaríamos más separados pero nos veríamos a diario.

    Aún así era un poco raro, de nueve personas conviviendo bajo ese techo, pasaríamos a ser tres, aunque los demás pasarían a menudo y Elizabeth y mis padres estarían de vez en cuando con nosotros por si necesitábamos ayuda con Amy.

    Acaricié con cuidado la cabeza de Freya. Era una perra bastante miedosa y aún me sentía mal por aquella vez poco tiempo después de las Pruebas cuando el licántropo estaba descontrolado y le gruñí. Desde entonces parecía que me obedecía más, pero me sentía culpable.

    Vi la felicidad en su rostro cuando volvió a echar a correr detrás de sus «hermanas», disfrutando todas de la libertad y de los pequeños placeres.

    Una parte de mí envidiaba esa libertad, esa facilidad para dejarse llevar ante las preocupaciones y simplemente disfrutar. Era un padre reciente y sentía que apenas había podido disfrutar de mi pequeña por culpa de estar todo el día preocupado, planeando, asegurándome de que todo estaba bien atado para que mi hija no perdiera la oportunidad de conocer a las personas que más me importaban porque estábamos a punto de arriesgar nuestras vidas para proteger a completos desconocidos.

    Pero por mucho que lo envidiase, no podía ser como ellas. El animal en mí estaba reprimido, no era capaz de dejarlo ir. Sé que probablemente mi fuerza como licántropo habría sido más útil en el combate, pero no podía permitirme perder el control, no podía dejarme ir y después despertarme para comprobar que las personas que más me importaban se habían ido mientras corría salvaje mordiendo a otros.

    La brisa era agradable esa tarde. Hacía calor, pero estaba empezando a oscurecer y el viento resultaba muy placentero, con su aroma a verano. Me paré a dibujar en mi mente la imagen mental de ese preciso momento, observándolas jugar. Algún día, en el futuro, nuestros descendientes podrían hacer lo mismo. Las mascotas que habíamos adoptado de la señora del bosque de Escocia nos sobrevivirían a todos gracias a su inmortalidad. Me preguntaba cómo serían las cosas en su futuro, qué sería de nuestros descendientes.

    Entonces me di cuenta de que quizá estaba siendo demasiado introspectivo. Las cosas que vivimos hacen mella en nosotros. En su día, tomar el manto de Vigilante y encargarme de ser el mentor de Sarah, junto con mi licantropía, habían hecho que relegase en la bebida un problema que simplemente había permanecido ahí, latente. La manifestación de esas preocupaciones no era más que ansiedad, una con la que había tenido que aprender a vivir.

    La vida no me había enseñado a confiar en que todo saliese bien, pese a que las cosas nos hubiesen ido mejor de lo esperado, así que me había acostumbrado a controlar cada aspecto de lo que sucedía para evitar que nada quedase al azar y por tanto el destino nos diese un revés. Aun así, con la clase de vida que llevábamos no había sido posible, y desde la muerte de Kaylee y las noticias de la guerra inminente había notado que mi ansiedad estaba peor, amenazando más frecuentemente con aislarme en mis pensamientos.

    Amy había sido un alivio para esa ansiedad, que había estado desatada mientras Diana estaba embarazada, por miedo a que mi enfermedad hiciese que las cosas no saliesen bien. Cuando miraba a la pequeña o a su madre, sentía que el mundo sí tenía esperanza.

    Hay ciertas cosas que no queda más remedio que admitir. Una de ellas es que nuestra vida nunca iba a ser como la de los demás. Estaba destinada a ser más difícil. Y solo nos quedaba luchar y sacarla adelante.

    Quedaba menos de una semana para la guerra. Cansado de pensar me puse en pie y estiré la espalda. Noté los hombros y el cuello cargados, así que decidí relajarme hasta que llegara Diana. La mejor forma de hacerlo la tenía delante de mí.

    Me descalcé y caminé sintiendo el césped en mis pies desnudos. Me tumbé boca arriba en la hierba y las tres perras no tardaron en verme y correr hacia mí pensando que jugaba con ellas. Me reí. A veces la vida es más sencilla de lo que parece.

  • UN MANIQUÍ DE AMAZON COMO ESPECTADOR

    Lucy | Taller

    Mañana

    Por los ventanales del escaparate del taller se colaban unos rayos de sol que invitaban más a ir a la playa que a estar rematando unos patrones, pero no podía quejarme, porque empezaba a tener una clientela fija y pronto podría dejar los arreglos para dedicarme a lo que más me gustaba: diseñar, confeccionar y dar clase. Ed meneaba la cabeza ligeramente al ritmo de ‘Jillian’ de Within Temptation, mientras me ayudaba a montar un maniquí nuevo que habíamos pedido por Amazon. Estaba deseando que llegase mi turno para controlar Spotify y poner algo de música que no implicase a una persona desgañitándose, pero el amor es así, de esa manera.

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  • ALGO PERDIDO

    DANIEL ARKKAN | FUNDICIÓN ABANDONADA

    Mis dedos volvieron a pasearse trazando los surcos del níveo metal, una forma que ya reconocían. El calor de la fragua quedó atrás y sentí un viento frío azotarme el rostro mientras observaba a una muchacha joven, de larga cabellera rubia y engañoso aspecto frágil.

    Frente a ella reposaban tres objetos. Uno de ellos eran un colgante circular que representaba el ‘Arbol de la Vida’. – [b][i][color=#968e49]El Círculo de Gaia…es…especial para las Cazadoras[/color][/i][/b].- dijo Eleanor mientras lo miraba fijamente. El colgante parecía emitir un brillo dorado blanquecino, como si irradiase…vida.

    – [b][i][color=#968e49]La Cazadora vive un tiempo prestado y tú mismo lo sabes[/color][/i][/b].- sentenció con voz dulce la otra Cazadora. Sentí de nuevo la misma sensación, un escalofrío recorriendo mi cuerpo, el miedo tomando el control y amenazando con relegarme a una esquina.

    – [b][i][color=#4F5360]Es fuerte y yo la protegeré, todos lo haremos.[/color][/i][/b] – mis pensamientos no habían cambiado nada desde entonces, pese a todo lo que había pasado, pero ahora tenía el recuerdo de lo que había visto en el futuro. Sarah muerta y Omega paseándose con su apariencia.

    – [b][i][color=#968e49]Morirá joven, como todas las demás. No es diferente[/color][/i][/b].- las duras palabras de Eleanor seguían calando en mí. Cuanto más las escuchaba, más temía que se hiciesen realidad. Especialmente ahora que el combate estaba tan cerca.

    – [b][i][color=#4F5360]Tiene que haber algo que pueda hacer, si no, no me lo estarías diciendo.[/color][/i][/b] – repliqué. Ella guardó silencio.

    – [b][i][color=#968e49]Puedes elegir esto, pero…tiene un precio[/color][/i][/b].- el precio. Cada objeto había tenido un precio, como si lo que habíamos sufrido en las Pruebas no era suficiente. Pero para los Daesdi no lo era, todo nos lo teníamos que ganar con sangre, sudor y lágrimas.

    – [b][i][color=#4F5360]¿La salvará?[/color][/i][/b] – pregunté simplemente.

    – [b][i][color=#968e49]No soy quién para darte una respuesta definitiva, pero lo intentará, aunque el final…nadie lo sabe[/color][/i][/b].- explicó de manera críptica, aunque con pesar. No le dejaban desvelar ese secreto.- [b][i][color=#968e49]Es…lo que puedo decirte[/color][/i][/b]. – se disculpó con unos ojos sinceros fijos en los míos. Se parecía mucho a Sarah y su vida había acabado muy pronto, por lo que Daakka había averiguado con su elección.

    – [b][i][color=#4F5360]¿Cuál es el precio?[/color][/i][/b] – pregunté, preparado para cualquier cosa.

    – [b][i][color=#968e49]——————-[/color][/i][/b].- sentenció ella con una mirada que parecía compadecerme. Lo volví a intentar, como todas las veces que lo había revivido, pero no escuché nada de lo que decía Eleanor ni de lo que decía yo mismo en esos instantes.

    – [b][i][color=#968e49]No hace falta que te responda, porque ya lo sabes[/color][/i][/b].- mi otro yo se colocó frente a un espejo cercano y reflexionó durante unos segundos.

    – [b][i][color=#4F5360]Elijo el Círculo de Gaia.[/color][/i][/b] – dijo mi recuerdo. – [b][i][color=#4F5360]Daré lo que sea por salvarla, incluso aunque solo sea una vez.[/color][/i][/b] – afirmé. Habría dado incluso la vida. Por lo que sabía, podía haberla dado, podía haber entregado mis últimos años de vida por salvarla, aunque no dejaba de pensar que había entregado recuerdos.

    – [b][i][color=#968e49]Nadie recordará lo que has perdido, ni siquiera tú[/color][/i][/b].- aclaró ella, esperando que reflexionase. – [b][i][color=#968e49]Añorarás algo y no sabrás el qué[/color][/i][/b].- añadió con ojos tristes. Desde ese día a veces me invadía un extraño desasosiego al sentir que mi mente no era la misma, que había algo que faltaba en mi vida pero que no era capaz de recuperar. Me habían robado algo, algo importante, y jamás lo sabría.

    – [b][i][color=#4F5360]Me he acostumbrado a la nostalgia. Mientras tenga a Sarah, podré con ella.[/color][/i][/b] – admitió mi yo pasado sin saber que en unos meses su mundo se vendría abajo cuando su vida con Sarah pareciese llegar a su fin. – [b][i][color=#4F5360]Estoy listo.[/color][/i][/b] – mintió. Lo sabía entonces, pero no llegaba a saber el alcance de mi mentira.

    Dejé de sentir el frío y reconfortante metal contra mis dedos y volví a sentir el calor del horno a mi alrededor a medida que llegaba a la temperatura necesaria.

    Había repasado mi elección muchas veces, pero todas ocurría lo mismo. No conseguía sacar nada por el contexto de nuestra conversación, ni escucharlo, ni siquiera leer los labios. Lo único que tenía claro, al menos en teoría, es que era un recuerdo.

    Había intentado buscar huecos en blanco en mis recuerdos, pero había varios y no podía saber exactamente cuáles. Había cosas que no recordaba de mi infancia, de mis años con los MacLeod, de la época que pasé vagando por el mundo… Podía ser cualquier cosa.

    No me arrepentía de mi decisión, volvería a tomar exactamente la misma, pero esperaba que algo me sacase de esa incertidumbre constante, de esa nostalgia inexplicable que se apoderaba de mí en ocasiones. Pero no veía solución, probablemente fuese a formar parte de mí para siempre, igual que las cosas que había vivido.

    Por suerte, mi introspectiva soledad se vio rota por la aparición de Dominic, que ya había vuelto con varias hamburguesas de las más baratas, para que primase la cantidad.

    Después de un ‘banquete’ en el que Dominic no podía ya con más patatas fritas (también había oferta) y yo impulsé mis límites, nos pusimos a sudar esa grasa durante un par de horas.

    – [Daniel]Creo que ya está.[/Daniel] – afirmé, elevando la voz sobre el crepitar del agua hirviendo en contacto con el ardiente metal. – [Daniel]Nunca había enseñado a hacer esto a nadie.[/Daniel] – comenté mientras alzaba el gran martillo para tendérselo a Dominic.

    – [Dom]Déjame verla… el arma.-[/Dom] puntualizó cogiendo el martillo a dos manos. -[Dom]Me llamo Thor Odisson.-[/Dom] bromeó, lanzando el martillo contra una pared, que atravesó limpiamente antes de volver a sus manos. En este caso no era tanto que el martillo fuese mágico como que Dom lo hizo volver con su telekinesis.

    – [Daniel]Dom… que es adamantio.[/Daniel] – le recordé. Con ese martillo podía derribar con facilidad todo el edificio. Una viga de acero maestra no soportaría el choque del metal con fuerza. – [Daniel]Ha costado, pero ya están todas.[/Daniel] – dije mirando hacia un lado, donde las nuevas armas yacían apiladas, recién forjadas y aún sin encantar con runas. – [Daniel]Sé que tu favorita es la de Ed.[/Daniel] – bromeé señalando una de ellas.

    – [Dom]Sigo si entender porque se llama roncola. Es una pequeña hoz. Deberia ser hozcita o algo así.-[/Dom] comentó, pensativo, mientras se secaba el sudor de la frente y apoyaba el martillo junto al resto.

    – [Daniel]Hozcita con pincho secreto.[/Daniel] – repliqué cogiéndola para pulsar una pequeña palanquita en el mango que dejaba al descubierto un pincho de la anchura de un alfiler, pero con la resistencia del adamantio.

    – [Dom]Espero que Ed esté vacunado del tétanos, tanto corte no puede ser bueno.-[/Dom] sentenció Dom. La verdad es que Ed tenía que sufrir hasta con su arma secreta.

    Esbocé una sonrisa y mi mirada se detuvo en unas armas de diseño extraño. Eran un par de cuchillas que se cogían como las tonfas, una especie de cuchillas de brazo. – [Daniel]Prueba las de tu primo.[/Daniel] – dije lanzándoselas. Habían sido una petición detallada de Hiroshi.

    – [Dom]¿Es que quieres matarme?-[/Dom] preguntó, deteniéndolas en el aire. – [Dom]Entiendo por qué las pidió, no se le va a acercar nadie.[/Dom] – comentó antes de volver a dejarlas en su sitio.

    – [Daniel]Ventajas de saber que no vamos a morir al menos hasta que nazcan Xander, Jane y Owen.[/Daniel] – comenté pensativo, sin apenas escuchar todo lo que había dicho. Lo de nuestros futuros hijos siendo prácticamente un hecho aún me tenía descolocado, especialmente por no haber podido hablar con Sarah. Pasé la mano por las dos varas de adamantio que serían para Sarah, no letales, pero bastante útiles. A Sasha le encantarían, porque en el fondo se parecían a su bastón, que descansaba un poco más allá, tallado en una madera de roble lisa y brillante que formaba un intrincado dibujo que más tarde se completaría con las runas.

    – [Dom] La maldición Aesir, pasada de hombres a mujeres.-[/Dom]  aseguró Dominic. No sabía qué me pasaría por la cabeza de estar en su lugar, sabiendo que su hija en un futuro se convirtió en una asesina de la Iniciativa con ansias de poder que ronda ahora por nuestro tiempo, esperando para atacar.

    – [Daniel]¿Se lo has contado a Rebecca? Ya sabes…lo de que Omega ya está aquí.[/Daniel] – pregunté mientras empaquetaba las armas por separado. Cubrí el cuchillo de Cara con un paño de color aguamarina. Su hoja era fina y resistente.

    – [Dom]Cómo le explicas eso a alguien. Ehm, sí. Mira cariño, resulta que nuestra hija puede llegar a ser malvada y una versión futura de ella ya ronda por aquí.-[/Dom] explicó, con toda la razón del mundo. No era un tema fácil, ni siquiera para las vidas que estábamos acostumbrados a llevar. Y en el caso de Rebecca, era aún más difícil. Convivía con ese tipo de vida, pero no le entusiasmaba.

    – [Daniel]Al menos lo de malvada lo sabe…pero sí, pone los pelos de punta imaginarse que tu hija ronda por ahí en una versión malvada y asesina.[/Daniel] – repliqué. De Verónica había oído hablar, pero lo que habíamos descubierto viendo la utopía de Z era más perturbador. No solo teníamos dos enemigos cerca, si no tres.

    – [Dom]Encima somos incapaces de localizarla. Ed no lo ha conseguido, debe de tener alguna especie de poder de ocultación.-[/Dom] comentó, ayudándome a empaquetar.

    – [Daniel]A saber cuántos poderes tiene a estas alturas.[/Daniel] – respondí, pensativo. El poder de absorber los poderes de otros matándolos era peligroso, incluso aunque no te criase Victor Preston. – [Daniel]Además, Ed tampoco ha podido encontrar a Ezra, quizá tenga que ver con el viaje en el tiempo.[/Daniel]. – teoricé. Si Ezra había conseguido viajar atrás en el tiempo igual que había hecho Omega, eso significaba que ya debía estar aquí desde hacía tiempo. Por lo que sabíamos, la propia Omega se había fugado de la Iniciativa la misma noche que nos escapamos los demás, hacía ya lo que parecía un siglo. Pero por más que lo había intentado, Ed no veía nada.

    – [Dom]Malditos y enrevesados viajes en el tiempo.-[/Dom] – espetó Dominic. Asentí y los dos quedamos de acuerdo en que los viajes en el tiempo y las realidades alternativas son mucho más emocionantes cuando las ves en televisión que cuando te toca vivirlas.

    Terminamos de empaquetar las armas y las metimos en el maletero del coche. Para el ritual de encantamiento no necesitaba estar tan alejado de casa, así que volví a dejar las puertas de la fundición cerradas y candadas antes de subirnos al coche y volver a Moondale.

    Por el camino intentamos no hablar de hijos que aún no teníamos, enemigos que aún no habían aparecido y guerras que estaban a punto de llegar. Pero sinceramente, no lo conseguimos. Nuestra vida no era normal ni seguramente nunca lo sería, porque nosotros tampoco éramos «normales». Y eso no tenía nada de malo, al contrario, salvo, bueno, el hecho de tener que arriesgar la vida.