Moondale

Categoría: Tercera Temporada

  • UNA FINA LÍNEA

    UNA FINA LÍNEA

    Inola Tarasi, Reina Gris| Palacio de Kvinneby

    MAÑANA – MEDIODÍA

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    En orden de aparición: Inola Tarasi ‘Reina Gris’, Lydia Prast ‘Briar’, Amaya Navas ‘Reina Blanca’ y Aislinn Gallagher ‘Reina Negra’.

    Cuando Inola abrió los ojos con los primeros rayos del sol, Briar estaba cubierta de zarzas. Dormir con ella no era lo más cómodo del mundo, especialmente porque no controlaba su habilidad (Citokinesis) y acababa convertida en un personaje de cuento,  pero además roncaba y ocupaba la mayor parte de la cama. A plena luz del día, lo que había parecido una ventaja bajo el manto de la luna (siempre que no fuera llena), se convertía en un «en realidad, no era para tanto», aunque no pensaba decírselo a Lydia, que todavía era demasiado joven, demasiado volátil y demasiado buena, por mucho que se empeñara en defender su posición como gris con algunos actos, que a todas luces eran cuestionables y ponían en peligro la estabilidad de una utopía que todavía estaba por verse si podría funcionar, porque no todos los del bando gris tenían la misma proporción de blanco y negro para hacer lo que debía hacerse sin decantarse por ningún lado. Las fichas blancas y negras eran otro cantar, pero no le preocupaban, porque cuando descubrieran que tanto si salvas a todo el mundo, como si dejas que dicho mundo se consuma, eres igualmente un idiota, cambiarían de parecer.

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  • VIAJE POR LA CARRETERA DE LOS RECUERDOS

    VIAJE POR LA CARRETERA DE LOS RECUERDOS

    Logan Villiers | Graveyard Creek, USA

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    Siempre me encantaba la sensación de emprender un viaje en ‘Cassandra’ hacia lo desconocido, con el viento golpeando mi cara incluso en días o lugares de mucho calor como ‘Graveyard Creek’. Pero como siempre hay una excepción que confirma la regla, esta vez, volviendo a Ripper con el rabo entre las piernas para conocer a mi hijo con una mujer que me lo había ocultado, ver quizá a otra que me había rechazado, ayudar a un grupo de gente que se creía mejor que yo y llevando al japonés de paquete en la moto, este viaje no tenía tan buena pinta.

    La verdad era que el tipo, Hiroshi, no me caía mal del todo, aunque nunca lo admitiría. Supongo que todo se debía a que, después de haber visto mi pasado, a mi «padre», no había visto esa mirada de pena, de compadecerse de mi vida o de mi situación, como probablemente habría hecho otro. Además, su infinita paciencia y su seriedad hacían muy divertidas las bromas.

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  • DUKE ES DAAKKA CON OTRO ASPECTO

    DUKE ES DAAKKA CON OTRO ASPECTO

    Cara Elle | La Nave

    MEDIODÍA

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    Ya me habían quitado los putos de la muela y después de asegurarme de que los obreros que quedaban estaban haciendo su trabajo por poco dinero, me fui al despacho para seguir con el plan de llamar a la gente para que se creyeran que teníamos la agencia de investigación sin nombre y sin investigadores de Daniel, Sarah y Dom, porque eran novios y querían investigarse los unos a los otros jugando «a los detectives», que era como los médicos pero con gabardina en lugar de con bata. No es que yo tuviera mucha experiencia con eso, pero en Internet podías ver a toda la gente desnuda que quisieras y gratis (yo no lo hacía, ¿eh?).
    La estrategia de maletín consistía en llamar por teléfono y decirle a la gente que les habían tocado mil millones de dólares en monedas de un dólar, para después decirle que no, pero que podría ser posible si contrataran los servicios de la agencia de detectives sin detectives y sin nombre. La mayoría de las veces me habían colgado el teléfono, pero una señora muy maja me había dejado cantarle el ‘Balando’ de Enrique Iglesias que me salía muy bien. La conversación fue más o menos así:
  • TERROR

    TERROR

    Daniel Arkkan | Cirth

    MEDIODÍA

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    Se suele decir que no conoces el verdadero miedo hasta que tienes algo que perder, y había estado de acuerdo con esa afirmación desde el mismo momento en el que me di cuenta de lo que sentía por Sarah. Pero existía un miedo más profundo, un terror que podía recorrer todo tu cuerpo y dejarte incapaz de hacer nada, como un pequeño niño asustado ante la oscuridad. Ese terror no se conoce hasta que no has estado a punto de perder algo que amabas, o incluso llegando perderlo, y vuelves a amar.

    Había tenido miedo por mis padres la noche en la que murieron, porque eran el único mundo que había para mí entonces salvo unas pocas excepciones, y continué teniendo miedo casi toda mi vida. El miedo se convirtió en un compañero, en un oscuro consejero que dirigía mis acciones como si fuese poco más que una simple marioneta, un esclavo.

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  • EN LAS PATAS DE OTRO

    EN LAS PATAS DE OTRO

    Mara | Apartamento de Vincent

    MEDIODÍA

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    En el apartamento de Vincent no cabía un alfiler. Por suerte, ya no escuchaba los corazones de los demás ni sentía la necesidad de desgarrar sus preciadas gargantas, pero aún así, prefería la soledad y el silencio.

    Era el cuarto día en el que Lucy permanecía en una especie de sueño del que no podía despertar y habíamos tenido que utilizar los contactos de Bill y Vincent para conseguir una vía con la que administrarle suero para que no se deshidratara y una sonda que eliminase los desechos. No era la opción ideal, pero era lo único que podíamos hacer por ella, a pesar de que sugerí llevarla al hospital ante la negativa de todos. El volver a ser humana me hacía más consciente de la fragilidad de la vida y por eso, me preocupaba más, por eso y porque no quería comérmelos.

    La habitación de Vincent, que durante un breve lapso de tiempo había sido la mía, se había convertido en el hospital de campaña, cuya cama ocupaba una Lucy que parecía dormir apaciblemente y por las noches, Ed era su compañero que dormía sobre las mantas y separado a una distancia prudencial, así que Vincent y yo dormíamos en el salón, uno en el sofá y el otro, en el sillón. No era el colmo de la comodidad, pero tampoco es que nuestro repertorio de opciones fuera enorme.

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  • PROMESAS PENDIENTES

    PROMESAS PENDIENTES

    Edward MacLay | SEDE DE WOLDRAM&HART, LOUNA

    MEDIODÍA

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    Me dolía dejar a Lucy así, pero tras días sin poder hacer nada por ella finalmente opte por hacer otra promesa que tenía pendiente. No era una persona vengativa, por lo general siempre he pensando que hablando las cosas se pueden llegar a un entendimiento, pero en el caso de John no había entendimiento posible, le deje muy claro lo que pasaría si osaba volver a acercarse a Lucy, y había cruzado la raya una vez más.

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  • GELIDO DESPERTAR

    GELIDO DESPERTAR

    Daniel Arkkan | Fundicion abandonada, Cirth

    MEDIODÍA

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    Llevaba, lo que se dice, un día revolcado. La noche anterior había estado de caza en las inmediaciones de la casa de las Echolls, asegurándome de que los demás estaban a salvo mientras Sarah no estuviese. Pasear por el Parque Bellamy sin Sarah era extraño, como caminar por una pesadilla, un recuerdo constante de lo que tuve una vez y había perdido. Con cada sonido, me daba la vuelta con el corazón en un puño, con una mezcla de miedo y vana esperanza de encontrarme a cualquiera de ellos patrullando la zona. Pero no eran más que ruidos de la noche, que parecía estar burlándose de mí.

    Desde la linde del parque, oculto como podía entre los árboles observé la preciosa casa de arquitectura victoriana de las Echolls, como Sarah me había dicho una vez. Había algunas luces encendidas en la planta superior y la de la sala de estar de la planta inferior. Me pregunté quién estaría en qué sala y qué estarían haciendo, y me distraje tanto que no escuché a un vampiro acercarse por detrás y sujetarme.

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  • TODA HISTORIA TIENE MORALEJA

    TODA HISTORIA TIENE MORALEJA

     Vincent C. Solo | Louna

    MEDIODÍA

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    Escuché atentamente cada una de las palabras de Bill y Keli, que pese a sus peleas, cada vez parecían más compenetrados, como un matrimonio, aunque no dejaba de preguntarme hasta qué punto estaría metida en la cabeza de Bill como para haberse estado comunicando con él dentro del recuerdo.

    El caso es que la situación era preocupante, cualquiera, en cualquier momento, podía quedarse en un trance mientras veía los recuerdos de quien tuviese cerca, o de cualquiera de los Campeones, y Ed se había ido. A juzgar por cómo estaba después de haber escuchado a Keli y a la demonio hablar, antes de que Bill quedase en trance, era probable que hubiese ido a pedir cuentas a su padre, pero si era un hombre tan peligroso como para hacer lo que había hecho a Lucy, y Ed podía quedar en trance en cualquier momento, la cosa no pintaba bien.

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  • INTERLUDIO: CUATRO PARES DE ALAS

    INTERLUDIO: CUATRO PARES DE ALAS

    Mia Browning, Wing | Interludio

    MEDIODÍA

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    Wing bajó las escaleras que separaban ‘Gambit’ de la plebe un poco deprimida, en parte porque ya no llevaba a Vine en brazos, pero sobre todo, porque echaba de menos a la que era su mejor amiga de toda la historia. Entendía que Sarah quisiera pasar más tiempo con su novia y, obviamente, necesitaban intimidad para…lo que fuera que hiciesen sin poder tocarse, pero desde la llegada de Rogue, se sentía relegada en un tercer o cuarto plano, como si fuera la amante de un viejo multimillonario que le asegurase día sí y día también que iba a dejar a su esposa y nunca lo hiciera porque no era lo bastante buena.

    Echaba de menos hablar con ella y jugar al parchís hasta las tantas junto a Vine y Dwarf, reírse imitando el acento de Faust, desayunar en su dormitorio y que supiera lo que pasaba por su cabeza con sólo echarle un vistazo a sus alas, pero todo se había ido al garete por la rockera aquella de la que se había enamorado a primera vista. En esas iba pensando cuando llegó al descansillo de las escaleras, observó los diez escalones que faltaban para llegar al suelo, tomó impulso y planeó con sus alas para caer cómodamente: ¡Que se chupara esa Rogue, porque ella no podía volar!

    Ni siquiera le había podido contar que tenía un novio que la invitaba todas las noches a su habitación para unos «juegos especiales», como a él le gustaba decirle. Ya tendrían tiempo si es que alguna vez Rogue se buscaba alguna obligación que no fuera robarle a su mejor amiga de todos los tiempos.

    Con un subidón de confianza, saludó a los que eran del bando blanco que se encontró por el camino y entró en su habitación en la que se encontró a su hermano, a Seraph, con sus preciosas alas grises caídas, mala cara y una botella en la mano. Wing arrugó la nariz con desaprobación y cerró la puerta tras de sí.- [Wing]Seraph, ¿qué te pasa?[/Wing]- preguntó con el corazón encogido por la preocupación. Si algo le pasaba a Seraph…ni siquiera era capaz de pensarlo.

    – [Seraph]Tenemos que tener cuidado Wing, este sitio es peligroso.[/Seraph] – dio un trago a la botella, que vació y la tiró a la papelera como si estuviera lanzando a canasta.

    – [Wing]¿Por qué?[/Wing]- se sentó a su lado, alisando la camisa de color aguamarina que le habían confeccionado a medida en el Palacio. Por fin podía llevar ropa sin tener que romperla para que le entrasen las alas.

    – [Seraph]Hay gente muy peligrosa. No estamos seguros. Hay…que ir recogiendo las cosas.[/Seraph] – sus ojos se encontraron con los de Wing y ella le pasó la mano con cariño por las alas, que no eran tan suaves como las suyas.

    – [Wing]Tienes que contarme lo que ha pasado[/Wing].- le pidió con paciencia. Seraph era así, a veces se enfadaba cuando los chicos miraban mucho a Wing, pero lo hacía por su bien, porque tenía que protegerla de los monstruos (o eso decía).

    – [Seraph]No puedo, no quiero que te te metas en medio.[/Seraph] – Seraph bajó la vista a los tres botones que su hermana llevaba desabrochados, con los que mostraba un generoso escote y los empezó a cerrar sin pedirle permiso. Wing se echó hacia atrás frunciendo el ceño con desagrado.

    – [Wing]Me proteges demasiado[/Wing].- se puso en pie molesta y volvió a desabotonar el tercero.

    – [Seraph]Tienes que estar preparada, nos iremos en cuanto sea posible.[/Seraph]- instó su hermano. La chica echó un vistazo a esa habitación en la que estaban todas sus cosas (que no eran muchas) y a ese Palacio en el que estaban todos sus amigos. Por fin tenían un hogar. Seraph era insufrible.

    – [Wing]No me has dicho lo que pasa, así que no pienso irme[/Wing].- espetó clavando la puntera de las bailarinas en el suelo de madera.

    Se hizo el silencio en la habitación de los hermanos Browning. Mia quería salir de la habitación para decirle al mismísimo Z que su hermano estaba como una cabra, porque quería marcharse de allí.- [Seraph]Alguien de aquí dentro me quiere muerto…y podría matarte a ti también..[/Seraph] – La rubia notó cómo le flaqueaban las piernas. Nadie podía querer matar a Seraph, era un poco…especial, pero adorable la mayor parte del tiempo, además de guapísimo, claro, aunque era un poco rarito para las novias.

    Wing notó cómo se ablandaba y fue hasta él para darle un abrazo.- [Wing]No va a pasar nada[/Wing].- mientras Mia rodeaba a su hermano con las alas y con los brazos, susurró.- [Wing]Z nunca dejaría que nos pasase nada malo. Él no es el malo de esta historia[/Wing].- le dijo al oído.

    Seraph miró a los ojos a su hermana y habló, estaba hecho un desastre, además apestaba a alcohol barato.-[Seraph]Ojalá hermanita, ojalá.[/Seraph]- y acercó sus labios a los de Mia para darle un breve beso que tenía poco de fraternal.

    Wing se removió incómoda, pero Seraph le acarició las alas y empezó a relajarse.- [Seraph]Eres preciosa[/Seraph].- siseó antes de que sus lenguas se encontrasen.

    A su novio no le iba a gustar nada como se enterase.