Moondale

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  • UNA PAZ BREVE

    COLE ROMAN

    NARA – MAÑANA

    La esfera del Japón feudal llamada Nara nos había dado un intenso recibimiento, pero después de eso, las cosas no habían ido del todo mal.

    Después de que el grupo de samurai llamado ‘Las Nueve‘ nos rescatase de todos aquellos espíritus y demonios, tuvimos que responder bastantes preguntas sobre de dónde veníamos, nuestras intenciones y por qué solo uno de nosotros hablaba su idioma, además de por qué era Lexie una de las que no lo hacía.

    Me tocó dar la cara y saqué la vena más «Villiers» consiguiendo que se creyeran que éramos un grupo de nómadas de la otra punta del mundo que lo recorrían para intentar ayudar a la gente. Fue una suerte que colase.

    Tuve que explicar también que Lexie hubiera vuelto a su apariencia oficial, porque dudaba que entendiesen muy bien su respuesta de que «estaba hasta el coño». Entre las samurai había un par de aspecto demoníaco, una de ellas la líder, así que eso facilitó que confiasen en nosotros respecto a que Lexie y Noah, al que habían visto como demonio, no eran malévolos.

    Tras toda aquella ronda de aclaraciones que me llevó una tarde, quedó la calma inquieta de la espera. Noah estaba a salvo pero inconsciente, no solo por sus heridas tras el golpe si no porque según había dicho Nakano Gozen, la segunda al mando de ‘Las Nueve’, algunos de los demonios habían tratado de absorber el alma de Noah mientras corría cargando con nosotros. Las heridas del espíritu tardan más en sanar, así que nuestra fuente de conocimientos sobre los Daë se pasó cuatro días dormido.

    Mientras esperábamos poco más había que hacer que familiarizarse con el entorno. El primer día fue más confuso. Nos alojaron en unas casas vacías de la aldea Kurashiki, que en su día parecía haber estado más llena. Pese a llamarla «aldea» no os penséis que era pequeña ni mucho menos. Por lo que entendí, pertenecía a la prefectura más grande y poblada del Imperio. La capital estaba muy cerca, podía verse incluso desde el límite sur de la villa.

    Por las calles se veían hombres y mujeres haciendo las labores del día a día, con un pequeño mercado que traía un grupo desde la ciudad de Tanegashima. Al parecer Kurashiki no era una villa normal, si no la zona de residencia de ‘Los Nueve’ y otros samurai de menor rango, así como sus familias. Apenas se veían niños y los hombres eran pocos y no se aventuraban en los extremos de la villa cercanos al bosque. Esa noche, vimos a todo el mundo se cerrar en sus casas. Monjes y monjas budistas marcaron unos sellos en cada puerta. No se me escapó que eran también guerreros y guerreras que cargaban con Naginata en la mano o la espalda.

    A la mañana siguiente vino a hablar con nosotros Nakano Gozen. Era una mujer algo mayor que nosotros, pero joven. Tenía el cabello oscuro como la tinta y su personalidad era tan afilada como su arma, pero después de un rato charlando, pude ver que guardaba un lado pícaro y divertido.

    Nos ofreció aprovechar la espera hasta que despertase Noah para comprobar cómo nos desenvolvíamos en combate en caso de que ocurriera algo y si ella nos consideraba aptos, entrenarnos bajo su tutela. Lexie lo rechazó de primera mano y se quedó en la habitación de Noah con aspecto de aburrida. Desde que habíamos llegado a ese mundo estaba especialmente incómoda, como si el lugar de origen de su especie demoníaca la inquietase. Veía cosas en ella que ya había visto en Dante respecto a nuestro padre, así que la entendí. Yo acepté, deseando poder aprovechar el tiempo en algo. Bowie parecía entusiasmada por todo lo que supusiera aprender y aunque tenia mis reservas por lo pequeña que era para el mundo, no podíamos negárselo tampoco. Y por último Laura dijo que sí al principio pero después de la primera clase decidió que luchar no era lo suyo.

    Resultó que Bowie tenía un talento innato. Era muy ágil y su capacidad de aprendizaje sorprendió incluso a Nakano. Tanto ella como yo seguimos entrenando con la Maestra Gozen durante la recuperación de Noah y continuamos cuando despertó y empezó a familiarizarse con el entorno y trazar un plan para dar con la Daë.

    – [b]La contención es buena, pero no debes apagar tu furia para eso.[/b] – la maestra Gozen esquivó con facilidad mi ataque y me golpeó con el bokken en la parte de atrás de la rodilla izquierda, haciéndome caer de rodillas. – [b]Tu mano golpea mientras tu mente cierra la puerta a tu ser.[/b] – ni siquiera sé cómo lo hizo, pero segundos después estaba tirado en el suelo.

    – [Cole]No quiero dejarme llevar.[/Cole] – respondí sentándome en el tatami. Bowie no estaba aquella mañana. Era el día en el que Noah había despertado y había ido a comprobar que no hubiese sufrido ningún daño físico mayor. Del alma no podía hacer nada, pero se le veía bien.

    – [b]Entonces date muerte mientras te quede honor, porque si luchas así cualquier otro te arrebatará la vida que tan poco aprecias.[/b] – sentenció. La maestra Gozen era firme como una barra de metal.

    – [Cole]Sí la aprecio.[/Cole] – confesé. Había llegado a conocer bastante a la maestra en todo el tiempo que habíamos pasado juntos los tres desde nuestra llegada. Tanto la conocía que no sé cómo había llegado a hablarle de mi condición de demonio mestizo. Desde el momento en el que se lo confié dijo que había entendido por qué mi alma estaba tan dividida, aunque me dio la impresión de que también se refería a mis preferencias amorosas.

    – [b]Entonces lucha, los ‘Hijos Caídos’ no dudarán.[/b] – gracias a nuestro tiempo con la maestra Gozen habíamos aprendido mucho más de ese mundo de lo que habríamos podido saber solos. Resultó que la ausencia de niños y niñas se debía a que los oni se los llevaban. Nadie sabía cómo, pero sí sabían para qué. Esos niños y niñas eran criados y envejecidos por los malos espíritus y acababan poseídos por oni de las clases más guerreras, convertidos en guerreros inmunes al dolor y sedientos de sangre, que volvían para atacar a sus seres queridos, aunque solo a los hombres. Al parecer todo había empezado la ‘Noche de los Caídos’ y nadie sabía cómo lo hacían pese a los sellos y protecciones. Desde aquella noche, muchos hombres habían caído en combate y se había decretado que permanecieran protegidos en el interior de las ciudades.

    – [Cole]Nunca llegaré a tu nivel o al de Bowie.[/Cole] – respondí. Bowie había llegado a un punto en el que se movía con una fluidez propia de una maestra, como si hubiese entrenado toda su vida. Tenía preferencia por las armas con mástil como la Naginata o el Yari y las manejaba como si fuesen tan pequeñas como un cuchillo.

    – [b]No, pero podrás ser bueno. [/b] – respondió sonriendo, cinco minutos antes de volver a tirarme al suelo.

    Tras el entrenamiento, salimos fuera a comer juntos en la cercanía al bosque. La maestra Gozen solía ir allí porque decía que la vista del monte le producía paz. Desde allí podía verse también el templo budista de la aldea, un lugar precioso. En la aldea, de la que se veía una buena parte desde allí, los hombres hacían sus tareas y los pocos niños jugaban, siempre escoltados por una samurai.

    Me fijé en un muchacho de más o menos mi edad que pasó cerca de nosotros. Estaba llevando leña y los músculos de su brazo izquierdo estaban en tensión. Estaba en muy buena forma y su sonrisa tampoco dejaba nada que desear, pero aparté la mirada.

    – [b]¿Por qué escondes la mirada?[/b] – me preguntó la maestra cuando el muchacho se alejó.

    – [Cole]No lo sé.[/Cole] – confesé, estaba claro que mi sospecha de que la maestra sabía mi orientación había acertado, aunque no tenía ni idea de cómo. – [Cole]En el lugar del que vengo, no a todo el mundo le parece normal que te puedan gustar hombres y mujeres.[/Cole] – decidí sincerarme pese a que no sabía cómo estaría la sociedad respecto a ese asunto.

    La maestra me miró, extrañada. – [b]Has hecho bien en irte entonces.[/b] – afirmó. Me llevé una grata sorpresa, no esperaba que en aquél lugar fuesen a aceptar algo que en el futuro costaba tanto trabajo. – [b]Ése de allí es mi marido, nos casamos hace poco, aún no me he atrevido a tener hijos.[/b] – señaló a un hombre de más o menos su edad, quizá algo más joven, que sacaba agua de un pozo. – [b]Antes de él estuve con una mujer. Vive en ese templo de allí.[/b] – señaló el templo budista que tanto me gustaba observar, pero en aquél momento la miré solo a ella, sorprendido.

    – [Cole]Por la forma en la que lo dices, parece que aún sientes algo.[/Cole] – comenté. Había añoranza en su mirada.

    – [b]Y así es. Quiero a mi marido, es un buen hombre, pero tampoco podré olvidarla a ella. Son amores diferentes.[/b] – aclaró. Pensé que aquél grado de avance en las libertades se debía a un efecto secundario del mal que sufrían. Las mujeres estaban a cargo en Nara, eran las fuertes, las protectoras y las gobernantes. Marchaban juntas a luchar con monstruos que podían acabar con sus vidas así que no era de extrañar que surgieran sentimientos entre ellas.

    – [Cole]¿Qué pasó?[/Cole] – pregunté. No quería entrometerme, pero tampoco que pareciese que no me importaba su historia.

    – [b]Era la líder de ‘Las Nueve’ hasta que empezaron a llevarse a los niños.[/b] – dijo, sin apartar la mirada del templo. – [b]Entonces dejó la espada por el mundo de los espíritus para buscar una explicación. Una forma de devolvérnoslos.[/b] – añadió. Así que se había convertido en una de las monjas guerreras, pero eso no explicaba que no estuvieran juntas, por lo que había visto también tenían vidas y familias.

    – [Cole]¿Solo eso?[/Cole]

    – [b]Lo convirtió en su vida. Verás, Qiu había sido bendecida por los espíritus, si ella preguntaba, nadie podía mentirle. Pero después de la ‘Noche de los Caídos’ hizo un voto de silencio.[/b] – se notaba la pena en su voz, nunca la había visto tan vulnerable. – [b]Se apartó de todo. Solo la ven los discípulos a los que entrena. [/b] – añadió.

    – [Cole]Lo siento.[/Cole]

    Ella negó con la cabeza. – [b]Ya es pasado.[/b] – me miró fijamente, tenía unos ojos oscuros muy bonitos. – [b]Pero es parte de mí. Lo bueno, lo malo. Soy quien soy, no otra.[/b] – añadió. Entendí su lección, tenía que aceptar quién era, me gustase o no, tenía que aprender a quererlo. Mi orientación sexual, mi parte demonio, todo.

    – [Cole]¿Por qué crees que hizo el voto?[/Cole] – pregunté al cabo de un rato.

    – [b]Dicen que reserva su bendición para una gran pregunta. La verás caminando por la aldea, observando los alrededores, a los espíritus, a sus alumnos. Todo. Dicen que está esperando encontrar la pregunta correcta y la persona correcta, para resolverlo todo.[/b] – sus palabras se envolvían con su entonación en un halo de misticismo que parecía irreal. – [b]Yo digo que se castiga. Sus discípulos vivían con ella desde pequeño, eran parte de su vida. Así que cuando empezaron a llevárselos, perdió muchos hijos.[/b] – la imagen mental de su sufrimiento me golpeó con fuerza.

    Guardamos silencio. Esa noche, hablando con los demás, Noah me dijo que la Qiu Lanying que la maestra había mencionado era nuestra Daë, su poder para hacer que todo el mundo le dijera la verdad le habían confirmado las dudas que tenía respecto a su nombre.

    A la mañana siguiente, mientras Bowie y yo entrenábamos con la maestra Gozen como era habitual, una guerrera entró en la sala. Parecía que había llegado corriendo.

    – [b][i]Maestra Gozen, la Maestra Masako ha mandado llamar a ‘Las Nueve’.[/i][/b] – dijo con dificultad. Había debido venir desde lejos y muy rápido para que a alguien entrenado le costase respirar así.

    – [b]¿Qué ha pasado?[/b] – preguntó la maestra Gozen.

    – [b][i]La Maestra Lanying está allí, ha pedido reunir a todos. Dicen que ya ha hecho la pregunta.[/i][/b]

    La maestra asintió y la samurai se marchó, probablemente a avisar al resto de ‘Las Nueve’.

    – [b]Anoche Qiu Lanying me visitó en sueños. Me decía que me preparase para luchar.[/b] – explicó mientras se dirigía al estante de armas, no al de entrenamiento, si no al suyo propio, donde guardaba las que usaba en la guerra contra los oni. – [b]Cole, Bowie. Os falta mucho camino, pero también habéis aprendido mucho hasta ahora. Necesitaré vuestra ayuda y las de vuestros amigos.[/b] – dijo, volviendo con unas cuantas armas. – [b]Tomad estas armas que os he preparado y reuníos conmigo en el Gran Templo.[/b] – nos pidió.

    Dejó las armas delante de nosotros: dos tessen, un nodachi, una tachi, dos wakizashi y una yari. Después se colocó sus dos katanas al cinto antes de marcharse.

    Miré a Bowie y sin pensar demasiado cogimos las armas para ir a buscar a los demás. Poco nos imaginábamos en aquél momento que aquella paz se había acabado y estábamos a punto de luchar por nuestras vidas y el destino del universo.

     

  • EL PUERTO DE LOUNA

    Lexie – Nara Louna

    Noche

    Me sentía fuera de mi elemento. Nunca en mi vida me había interesado nada que no fuera salir de fiesta, comprarme ropa o tomar el sol. Pero ahora estaba perdida en un cúmulo de mundos de fantasía en los que tenía que luchar por mi vida mientras intentaba salvar a la humanidad.  Era una sensación parecida a cuando te llega la carta de que te toca formar parte de un jurado popular o ser la presidenta de una mesa electoral. ¿Me interesa a mí que ese señor sea un delincuente? No. ¿Debería importarme contar un montón de votos cuando los políticos no saben ni que existo? Tampoco.

    El mundo me importaba tres mierdas. En mi vida había encendido la tele para ver las noticias o había leído un puñetero periódico. En Louna las cosas estaban bien, mis padres estaban sanos, mi hermano era gilipollas pero de eso no se muere nadie, Noah era genial y mi sordera no tenía arreglo. Todo en orden. Si eso era ser egoísta, lo prefería a consumirme por la ansiedad.

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  • EL LOBO Y EL UNICORNIO

    EZRA WALKER RAINER

    Terra – Noche

     

    La mayoría de mis despertares solían venir acompañados por un sobresalto, el miedo y temor a seguir soñando, pero en esta ocasión fue más tranquilo y doloroso. La luz que puede ver cuando conseguí abrir los ojos no era la de un sol abrasador, pero notaba como me dañaban a la vista igual.

    Note unas punzadas en el costado, debía de tener un par de costillas rotas y la pierna entumecida, nada por lo que no hubiese pasado antes. Lo peor era la cabeza, notaba como la habitación me daba vueltas o al menos lo que alcanzaba a ver. Me guíe por mis otros sentidos, los lamentos y gemidos de las demás personas que alcance a oír o el olor a sangre en el aire. Debía de encontrarme en un hospital de campaña en el que trataban a los heridos de guerra.

    – [b]¿Ya estás despierto?.[/b]– Una mujer de mediana edad se paro junto a mi cama ataviada con un traje de enfermera, tras pasarme una luz por los ojos puede ver mejor que su uniforme era diferente, más antiguo que los de la actualidad.

    [Ezra]- ¿Qué…día es hoy?.[/Ezra]– Me encontraba confuso, no recordaba el día que era en nuestro mundo y por lo que mi respectaba esta gente podía tener otro tiempo por lo que desconocía cuanto tiempo había pasado inconsciente.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando.[/b]- la enfermera descorrió las cortinas, los tejados comenzaban a verse blancos y los copos de nieve caían con delicadeza en la ausencia de viento.

    – [Ezra]¿Mis compañeros?¿Donde están?.-[/Ezra] Recordé la bomba caer sobre nosotros. La onda expansiva me hizo soltar a Henry, tras eso nada más.

    – [b]Te encontraron medio muerto en el campo de batalla[/b].- Dando a entender que nadie más había sobrevivo a aquella explosión, pero yo era el único que se había soltado, Henry podía haber conseguido ponerse a salvo junto a Julia y Lekwaa.

    – [Ezra]Debo encontrarlos.-[/Ezra] Hice un amago de incorporarme pero la mano de la enfermera se poso en mi pecho recostándome de nuevo.

    – [b]¿Pero adónde te crees que vas? Quédate aquí que voy a traerte un zumo para ver cómo admites los líquidos[/b]- Añadió seria, pero del modo en el que una madre se preocuparía por un hijo.

    En cuanto escuche la puerta cerrarse me incorpore y arranque la aguja del brazo, no podía quedarme allí recostado sabiendo que los demás podían correr peligro, además el estar rodeado de tantos heridos empezaba a avivar viejos recuerdos de los refugiados a los que no pude proteger.

    Como el resto de mundos este era peculiar, era una mezcla entre antiguo por sus fachadas y modernos por su ligera tecnología. Las calles estaban adornadas por luces de navidad y en un escaparate de una tienda varias televisiones viejas daban reportes de la guerra.

    Sin embargo nadie a mi alrededor se veía preocupado por lo que estaba ocurriendo, paseaban tranquilos con una sonrisa en la cara y cargados con bolsas de regalos. Me percate de que nadie andaba solo, todo el mundo iba acompañado por alguien más que los hacía parecer una familia. El repicar de las campanas no pareció alertar a nadie, debía de tratarse de un mero recordatorio de que era cierta hora del día.

    Camine sin rumbo intentando percibir el olor de alguno de mis compañeros, pero estaba demasiado centrado  viendo caer la nieve del cielo, lo más parecido que había visto era la ceniza cubrirlo todo. Iba tan ensimismado que choque contra alguien. Con el impacto la capucha que cubría el rostro de la joven cayo hacia atrás.

    – [Robin]Perdón[/Robin] . Note como sus ojos me echaban un vistazo de arriba a abajo, pero yo no pude apartar los míos de los suyos, unos pequeños copos de nieve se posaron en sus pestañas. – [Robin]¿No deberías estar en la enfermería?[/Robin]

    – [Ezra]No es nada, me encuentro mejor de lo que parece.-[/Ezra] Debía de tener una pinta horrible, entre mis heridas y la ropa raída,  seguro que tenía pinta de vagabundo, pero el uniforme de Noah y Henry que llevaba debajo mantenía el calor corporal.

    Parpadeo un par de veces, la nieve comenzaba a acumularse en su pelo, pero no de una manera tan exagerada como la que debía de tener yo encima.- [Robin]Pues menos mal[/Robin].

    -[b]Majestad espere. N0 puede salir de palacio sola.-[/b] Dos personas ataviadas con ropas de soldados corrían hacia nosotros de manera teatral, casi caricaturesco.

    – [Robin]Tengo que dejarte[/Robin].- Volvió a colocarse la capucha ocultando su rostro y devolviendo me a la realidad. Escuche como silbaba con delicadeza y un caballo de un blanco como la nieve apareció trotando acercándose a ella. De manera grácil se subió al caballo y lo espoleo cabalgando adentrándose en un bosque.

    Cuando los guardias pasaron por delante de mí pude ver que llevaban bordados un unicornio en el pecho, eso y que iban corriendo con la lengua fuera faltandoles el aire. Me disponía a seguir mi camino cuando algo brillando en el suelo llamo mi atención, era un colgante con un unicornio que debió haberse caído tras el impacto.

    – [Ezra]Espera.-[/Ezra] Pero había desaparecido, parecía ridículo pero opte por hacer lo mismo que ella y silbe esperando que apareciera un caballo. En mi caso el caballo que apareció era negro como la noche. Eran dos caballos con una gran diferencia entre si pero perfectos para ocultarse en aquella noche nevada.

    Pase junto a los guardias que saltaron hacia los lados hincando el culo en la nieve. El galope del caballo me estaba matando el costado, cada galope era una punzada de dolor que combatía apretando los dientes. Conseguí llegar hasta su altura pero no se detenía.

    – [Robin]¿Por qué me persigues?[/Robin]- Pregunto espoleando al caballo para que corriera más.

    – [Ezra]Se… te… ha… caido… esto.-[/Ezra] Conseguí articular entre trote y punzada de dolor mientras le mostraba el colgante con una mano.

    Al verlo freno su caballo y bajo de él. – [Robin]Oh, muchas gracias. Tiene mucho valor sentimental para mí[/Robin].- Añadió sonriendo.

    – [Ezra]No es nada.-[/Ezra]  Su sonrisa me descoloco por completo dando un traspiés al bajar del caballo, lo que me hizo caer en sus brazos. – [Ezra]Perdona.[/Ezra]

    – [Robin]¿Estás bien?[/Robin]- Pregunto ayudándome a recomponerme. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, pero no parecía avergonzada porque casi hubiese caído sobre ella, más bien era del frío.

    – [Ezra]Si. Es la primera vez que monto a caballo y he trastabillado al bajar.-[/Ezra] Añadí por no decir que había caído cautivo de esa sonrisa.

    – [Robin]¿Nunca habías montado a caballo?.-[/Robin] Pregunto extrañada mientras le devolvía su colgante.

    – [Ezra] No. Aunque mi madre tiene uno en su establo.-[/Ezra] Era el caballo de Sarah, el descendiente de uno que le regalaron hace años.

    -[Robin] Gracias por devolvérmelo.[/Robin]- Dijo con una sonrisa mientras intentaba ponerse el colgante. Nunca había visto a una persona sonreír tanto, rezumaba felicidad y me daba una sensación de paz que nunca había sentido.
    – [Ezra]¿Te ayudo a…?.-[/Ezra] Le pregunte señalando el colgante.
    – [Robin] Sí, por favor.[/Robin]- Se quito el abrigo dejándolo sobre su caballo dejando al descubierto un vestido de princesa. Eramos dos personas de mundos completamente diferentes, no solo de manera literal, ella era una dama y yo un vagabundo.
    – [Ezra] ¿Porque huías de esos dos?.- [/Ezra] Ella aparto su pelo para que resultara más fácil colocar el colgante y me envolvió el aroma a galletas recién horneadas.
    – [Robin]No te lo voy a decir. [Robin]- Giro la cabeza dejándome ver solo su perfil mientras aun se sujetaba el pelo y sonrió. Con cada sonrisa me descolocaba más.
    – [Ezra]Puedo ayudarte también con eso.-[/Ezra] Me ofrecí como si fuera un caballero, pero en realidad era una bestia.
    – [Robin]Me lo pensaré.[/Robin]- Añadió subiendo de nuevo a su caballo – [Robin]Nos vemos.[/Robin]

    Volví a notar una nueva punzada de dolor mientras veía como se marchaba, pero no era en el costado, era en el pecho. Un dolor que me hacia preguntarme si volvería a verla de nuevo.

  • NADA IBA A SER COMO ANTES

     Vera Sansa – Artisan (s.XIX)

    Mañana

    Cuando atravesamos el portal me vino un olor desagradable, que no era ni más ni menos que el de la falta de higiene. Aparecimos en una calle empedrada, con edificios de poca altura y gente vistiendo con los harapos más mugrientos que pudiera imaginar. A lo lejos, en lo que parecían las afueras, una fábrica ennegrecía el aire y enfermaba nuestros pulmones.- [Vera]Me siento como en Los Miserables[/Vera].- me quejé.

    – [Leo]O en alguna adaptación de Jack el Destripador.[/Leo] – Leo, que arrugaba la nariz por el humo, señaló con la cabeza un cartel colgado de un muro en el que se veían los retratos de unas mujeres desaparecidas.

    Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. En el futuro, después de que casi acabáramos con el mundo, nos habíamos convertido en una sociedad consciente y procurábamos, en la medida de lo posible, contribuir para que todo no se fuera al carajo, pero viendo los excesos de épocas pasadas de primera mano, lo raro es que la extinción no hubiera llegado cincuenta años antes.

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  • BESOS Y TRAJES FUTURISTAS

    HENRY L. CROWE

     NAVE – NOCHE

    Por mucho que estuviéramos en una nave espacial y la emoción que eso pudiera despertar, el entretenimiento se resumía en leer en la biblioteca o hacer ejercicio en el gimnasio, y no era muy bueno haciendo ejercicio. Así que me apunte a jugar al verdad o reto sin ser muy consciente en lo que eso podría desencadenar.

    En cuanto empezó el juego comprendí que esto no iba a ser un verdad o reto normal como esos que ves en las películas, Idris había llevado el juego un paso más allá y quien no cumpliera sus retos sufriría un pequeño castigo como granos y demás ligeras molestias en la piel.

    Todo se estaba desarrollando tal y como pensaba, por lo que cuando la botella cayó en Laura sabía lo que se avecinaba. La botella giro una segunda vez hasta pararse en mí.

    -[Laura]Reto.-[/Laura] Me sorprendió la rapidez con la que lo dijo. Idris se había pasado todo nuestro viaje jugando a ser celestino y ahora tenía una oportunidad de oro.

    [Idris]Qué alegrías da la vida a veces.-[/Idris]  Idris se echo a reír y yo mire al resto esperando que alguien se adelantara al reto que estaba maquinando en su cabeza. [Idris]Un beso, nada de casto y puro. Lo voy a cronometrar.[/Idris]

    Laura se encogió de hombros y se puso en pie, nervioso hice lo mismo y nos colocamos frente a frente en el centro del círculo ante la atenta mirada del resto. Parecíamos unos animales enjaulados como los había antes en zoos. – [Laura]Si no quieres, pido verdad.[/Laura]

    -[Henry] Conociendo a Idris la verdad puede ser peor. Además es un juego tonto.-[/Henry] Intente quitarle importancia, solo era un beso. ¿Qué es lo peor que podría pasar?.

    – [Laura]Cronometra, Idris.-[/Laura] Sin darme tiempo a reaccionar me agarro por la camisa y me atrajo hacia ella, la diferencia de altura se resolvió conmigo inclinado hacia delante. Pasee la vista por la habitación hasta dar con Idris que acababa de poner el cronometro en marcha.

    – [Idris]Henry no sabía que te alegrabas tanto de verme.-[/Idris] Aparte la mirada de él para centrarme en Laura y la suavidad de sus labios. Note como posaba una de sus manos en mi cuello mientras yo no sabía qué hacer con mis brazos. – [Idris]Esto dice que lleváis un segundo.-[/Idris] Alguien comenzó a silbar, supongo que para que le diéramos más intensidad al beso, así que en un acto reflejo pose mis manos en su cintura y nos acercamos un poco más. –  [Idris]Mañana seguro que me baño con agua fría pero merecerá la pena.-[/Idris] Nos separamos y nos quedamos mirándonos unos segundos. Ella sonrió y sus mejillas se ruborizaron un poco, a lo que yo debería de estar rojo como un tomate. – [Idris]Hay un cuarto en el que no va a hacer falta calefacción.[/Idris]

    Tomamos asiento de nuevo pero desconecte por completo tras el beso, por lo que no recuerdo que es lo que les toque a los demás tras nosotros. Todos se levantaron por lo que hice lo mismo, tal vez ya habíamos terminado, había perdido la noción del tiempo. Escuche decir algo a Idris pero no sé muy bien el que, por lo que me limite a negar con la cabeza.

    -[Idris] Te arrepentirás, mis masajes son de órdago.-[/Idris] Añadió mientras posaba las manos en los hombros de Elle y avanzaba detrás de ella según se movía.

    Eche un vistazo a la mesa de bebidas y aperitivos. Era curioso cómo se parecían a los alimentos comunes de nuestro mundo. En cierta forma la gente que habitaba aquí me recordaba a los de la isla. Eran gente de diferentes épocas, de diferentes mundos con sus propias costumbres, pero todos vivían juntos como una familia.

    Las botellas eran rudimentarias sin marcas pero con contenido alcohólico sacadas seguramente de un mundo de piratas. Al menos no eran bidones de madera. Menos mal que no había comido nada de aquella comida, a saber el aliento que me hubiera dejado para el beso con Laura.

    – [Laura]No has querido el masaje de Idris[/Laura].- Me sobresalto la voz de Laura a mí espalda. Al girarme la vi parada con los brazos cruzados y un vaso de plástico en la mano. Haciendo memoria note un cierto sabor a ron de sus labios.

    – [Henry]Estoy bien. No he levantando nada de peso como para que me duelan los músculos.-[/Henry] Todo había sido cambiar cables y piezas en mal estado, había sido más sufrido el trabajo de mentira en Infinity.

    – [Laura]Pero has trabajado mucho para que la nave sea habitable[/Laura].- Bueno yo la hice habitable, pero la limpieza la fue haciendo el resto. Menos mal que no encontramos inquilinos dentro de esos de varias patas cuando entramos.

    – [Henry]No ha sido nada.-[/Henry] Fue más un entretenimiento que una obligación. Además las opciones eran hacerlo habitable o dormir a la intemperie.

    – [Laura]Sí lo ha sido. No te quites mérito[/Laura].

    – [Henry]Tú lo que quieres es que le diga que si por si te llevas un masaje también.-[/Henry] Recordé que de pequeños nos reíamos de Vine porque parecía que le estaba haciendo un masaje a alguien cuando iba a sus espaldas. Si te parabas a pensarlo ahora lo más seguro es que estuviera intentando matarlos.

    – [Laura]Me vendría bien[/Laura].- Añadió sonriendo y me fije en la venda que sobresalía de su guante.

    – [Henry]¿Que tal la muñeca?.-[/Henry] Tenía la impresión de que siempre le sacaba este tema, pero era porque me preocupaba por ella.

    – [Laura]Mejora más lento de lo que esperaba, pero bueno[/Laura].- Se encogió de hombros mientras le daba un sorbo a su bebida.

    – [Henry]Sobre lo que acaba de ocurrir…-[/Henry] Empecé a decir pero fui incapaz de proseguir.

    – [Laura]¿El beso?[/Laura]- Añadió con total naturalizad mientras que yo no era capaz ni de llamarlo por su nombre.

    – [Henry]Si… sobre eso…-[/Henry] Nunca me había costado tanto hablar en la vida.

    – [Laura]Si quieres que no signifique nada, podemos hacer como que nunca ha pasado[/Laura].- Pero ha pasado, y nunca iba a poder olvidarlo.

    – [Henry]No, no es eso. Quiero decir si para ti no significa nada…-[/Henry] Desee que sonaran las alarmas de la nave. Que nos atacaran unos marcianitos, incluso que me tragara la tierra.

    – [Laura]¿Para ti qué significa?[/Laura] Tal vez más de lo que había significado para ella, pero no me atrevía a decirle nada por el miedo a estropear nuestra amistad.-[Laura]Bueno, te dejo que te lo pienses[/Laura].- No tenía nada que pensar, yo ya sabía lo que significaba- [Laura]No te quiero agobiar y hace mucho que no hablo con Jane[/Laura].

    La observe marcharse hasta la otra punta de la habitación. Cualquier otro en mi posición hubiese reaccionado más rápido que yo. Es verdad que a veces resulta más fácil tratar con maquinas que con personas. Pensé en beberme una copa y acercarme hasta ella para besarla de nuevo y viera lo que había significado. En su lugar me marche de la sala rumbo a los dormitorios.

    Si desde que llegamos las noches habían sido incomodas, no me quería imaginar aquella. Parecíamos un matrimonio que llevaban juntos toda la vida y ahora se limitaban a mirar al techo. Una mañana amanecimos pegados, su cabeza en mi pecho y mi brazo en lugar de quedarse estirado por debajo de su cuello se fue hacia los terrenos del sur.

    – [Noah]Henry, ¿no tenías sueño?[/Noah] – Me sobresalte al escuchar a Noah llegar por detrás de mí. Debía de resultar ridículo cuando todo el mundo se acercaba a mí sin darme cuenta.

    – [Henry]¿Qué?. No, solo necesitaba pensar un poco.-[/Henry] No me había dado cuanto de que estaba parado en medio del pasillo que daba a los dormitorios.

    [Noah]- Ha sido increíble lo que has hecho con la nave.-[/Noah] Tal vez Laura tenía razón y había hecho demasiado en la nave por hacerla habitable, pero a mí no me lo parecía. Era lo único en lo que era bueno y podía ayudarles, las batallas las librarían ellos.

    – [Henry]Gracias. Lo que me recuerda que tengo algo que darte.-[/Henry] Me acerque hasta el cuarto, el cual tenía literalmente al lado y regrese con el audífono que me dio cuando salimos de Infinity para que lo arreglara. Yo sin saber cómo declararle mis sentimientos a Laura y Noah estaba a punto de darle algo al suyo que cambiaría su vida.

    – [Noah]¿Funciona?.-[/Noah] Pregunto sin quitarles ojo de encima y sujetándolo con cuidado entre sus manos como si de un tesoro se tratara.

    – [Henry]Si. Me dio por investigar la base de datos de la nave, así que llevan una pequeña actualización.-[/Henry] La nave tenía un registro de varias idiomas, supuse que de todos los planetas del Nexo, quien sabe si de algunos más. El caso es que ahora podría entender a cualquiera que hablara otra lengua.

    -[Noah]¿Y la batería?.-[/Noah] Por lo que me dijo cuando me lo entrego para ver qué podía hacer, era una de las grandes preocupaciones de Lexie.

    – [Henry]Eso es lo mejor. Calor corporal. Está regulado a la temperatura del cuerpo humano, no se gasta.-[/Henry] Había convertido un prototipo en algo completamente funcional. Si Infinity lo hubiera sacado al mercado pedirían una cantidad ridícula de dinero por ellos y serian asquerosamente ricos… más ricos aun.

    – [Noah]No sé cómo darte las gracias. –[/Noah] Noah no tenía pinta de saber hacer masajes como Idris.

    – [Henry]Considéralo un regalo por sacarnos de Infinity.-[/Henry] De no haber sido por él seguiríamos atrapados en esa prisión subterránea siendo objeto de experimentos.

    -[Noah] Es impresionante. –[/Noah] Con algo más de emoción y sin miedo a romperlo le echo un vistazo más detalladamente. [Noah]- Esto es territorio de ciencia ficción y te las has arreglado para ponerlo en marcha.[/Noah]

    – [Henry]Entrando en temas de ciencia ficción. ¿Para qué crees que son estas habitaciones?.-[/Henry] Le enseñe las dos habitaciones que estaban antes de llegar a los cuartos. Si pasabas con prisas de un lado a otro apenas eran perceptibles, todo era demasiado futurista y dos habitaciones con impresoras no llamaban especialmente la atención. Noah se disponía a decir su teoría pero Julia se quedo parada en la puerta observándonos.

    – [Julia] Si que tenéis fijación con los armarios. –[/Julia] Debía de venir de las duchas porque llevaba una bata, una toalla liada en el pelo y unas zapatillas de estar por casa. Lo cual era gracioso porque después de todo estábamos en su casa.

    – [Henry]¿Armarios? ¿Entonces esas impresoras?.-[/Henry] Pregunte esperando la respuesta obvia por parte de Julia.

    -[Julia] Pues para la ropa. Se imprime, como tú dices.[/Julia] – Se acerco hasta la impresora y tras encenderla nos enseño varios modelos de ropa y uno en concreto que parecía un uniforme futurista que llamo la atención de Noah.

    – [Noah]Podríamos usar eso como traje de grupo.[/Noah] – Se notaba la emoción de Noah en sus palabras y en el brillo de sus ojos. Julia por el contrario no parecía tan emocionada y negó con la cabeza marchándose. – [Noah]Y si alguien supiera podríamos hacer ropa de época.[/Noah]

    – [Henry]No sé donde le he dado pero he cambiado el color del traje.-[/Henry] Lo típico de las impresoras que te pones a trastearlas y acabas con un traje futurista de colores.

    – [Noah]Podríamos llevar trajes cambiando parte del color.-[/Noah] El audífono le había hecho ilusión por lo que significaría para Lexie, pero esto lo estaba disfrutando para él. –[Noah] Parece muy resistente.[/Noah]

    – [Henry]¿Quieres ser el primero en probarlos?.-[/Henry] Asintió emocionado, así que busco un color hasta dar con un verde parecido al de su forma Rakkthathor. Si no le hubiese dicho que probablemente tardaría toda la noche en hacerse se habría quedado en la puerta esperando que estuviera listo.

  • INMACULADO

    COLE ROMAN

    CASTILLO DE LA HERMANDAD DE TAURO, KARDAS – TARDE

    Nos vimos obligados a pasar gran parte del camino junto a los Caballeros en silencio, temiendo que pudieran escuchar nuestra conversación y acabar con nosotros allí mismo sin que tuviésemos demasiadas oportunidades.

    El Castillo era visible desde bastante lejos, pero la caminata se hizo larga y me dio mucho tiempo para pensar y plantear el lugar en el que estábamos. Mi padrino me había enseñado el valor de guardar silencio y observar, así que eso fue lo que hice, durante todo el camino.

    Cruzamos el puente que daba con el castillo, tuve el valor de mirar hacia abajo y vi que el abismo terminaba en unas aguas oscuras y turbulentas. Atravesamos la entrada del pueblo, parecida en cierta medida a algunas de las películas de la Edad Media más logradas, aunque lo que nunca percibías en una película era el olor. Aquél lugar era un hervidero de olores, desde humanos hasta los de las comidas del mercado.

    Entramos al castillo bajo la atenta mirada de los lugareños, una mezcla entre temor y asco se veía en sus ojos. Por alguna razón, asocié en mi mente lo que no debía asociar y me sentí demasiado vinculado a esas miradas, demasiado tocado por ellas. Era el reflejo de cómo llevaba sintiéndome gran parte de mi vida, de las etiquetas que siempre había llevado colgadas: el delincuente, el mal estudiante, un asesino, una serpiente, un desviado.

    Teniendo eso en cuenta, podréis imaginar que los estandartes del toro y la cruz cristiana colgando de las paredes me hicieron pensar que aquél no era un lugar donde aceptaran nada de lo que yo era. Subimos una interminable sucesión de escaleras de piedra estrechas, siempre guardados por los Caballeros, hasta llegar a la cima de uno de los torreones. Allí abrieron una pesada puerta de madera y entramos a una gran sala que parecía una Iglesia.

    Estandartes del toro blanco a un lado, la cruz al otro. Bancos de madera apuntando hacia el final de la sala, donde dos lonas más grandes mostraban de nuevo los dos símbolos reverenciados. Al igual que en las Iglesias cristianas, había un altar y un púlpito al lado izquierdo. Al lado opuesto había algo que no encajaba, una especie de brasero dorado, apagado en ese momento. No había pila bautismal. Parece ser que aquella Iglesia se había decidido por el fuego en lugar del agua.

    Los Caballeros nos dejaron allí, a un par de metros del altar, separados de él por una barandilla de madera. Después se retiraron, tomando posiciones alrededor de los bancos.

    – [Cole]Tenemos que intentar escapar.[/Cole] – les dije a los demás, una frase demasiado obvia, la verdad, podéis decirlo, lo admito.

    – [Niall]¿E ir adónde? No tenemos ni idea de dónde está el Daë de este mundo.-[/Niall] respondió Niall. Medité unos segundos. Ser los hijos de Logan implicaba que no éramos precisamente los más versados en todo el tema de los Daë. Mi padre había odiado siempre aquél recuerdo y por eso se había desecho del disco. No me atrevería a decirlo delante de Dante, pero en parte, tenía sus motivos para sentirse así. Me lo había contado una noche, unos cuantos meses antes de que me fuera con Hiroshi.

    – [Logan]¿Quieres saberlo?[/Logan] – preguntó. Había salido el tema de su disco y por qué mi padrino si lo guardaba. – [Logan]Porque lo que hicimos no valió una mierda. Solo para que una chica perdiera la vida y me dieran una puta espada maldita.[/Logan] – dijo tras un trago de su cerveza. – [Logan]A la hora de la verdad estás solo y muere gente.[/Logan] – fueron las últimas palabras que mencionó sobre el tema.

    – [Cole]Tengo una teoría.[/Cole] – susurré. – [Cole]¿Habéis visto el símbolo de los caballeros?[/Cole] – todos y cada uno de los Caballeros llevaban unas armaduras distintivas, todas con un casco astado y todas con un toro de color blanco en la capa y algunos puntos de la armadura, además del toro blanco por todas partes del castillo. Si en ese sitio había un Daë, parecía lógico pensar que era el de mi padre, un caballero con un casco astado.

    – [Dante]El Daë de Logan era un caballero con un yelmo de toro.[/Dante] – les explicó mi hermano a mi otro hermano y a Mike.

    – [Niall]Por lo que podría ser uno de estos «caballeros». ¿Cómo vamos a dar con él?[/Niall] – preguntó Niall.

    – [Mike]¿Sin nombre? Difícil.[/Mike] – respondió Mike. Intenté recordarlo pero no fui capaz, mi memoria no era tan buena.

    – [Cole]Le reconocería si lo viera.[/Cole] – aseguré. Mi mirada se cruzó con la de Dante. Él no había visto nunca el disco de nuestro padre, pero yo sí. Había pasado por sus recuerdos de aquél lugar y había vuelto a hacerlo poco antes de iniciar la subida del Pico, gracias a que Henry me lo había prestado durante unos minutos.

    – [Niall]Pues atento porque aquí vienen.-[/Niall] nos indicó Niall. Al parecer a mi hermano se le daba bien la música porque también tenía muy buen oído. Los Caballeros que nos habían acompañado se arrodillaron en sus posiciones cuando la puerta tras el altar se abrió y dio paso a un hombre mayor, de pelo cano, vestido con una sotana azul, negra y blanca con el símbolo del toro. Iba acompañado de tres Caballeros, dos se quedaron a su lado y uno de ellos se colocó al nuestro.

    – [b]Detrás de la baranda.[/b] – nos ordenó. – [b]Manos sobre ella.[/b] – obedecimos, teníamos las de perder porque ni siquiera sabíamos a qué nos enfrentábamos. Miré al Caballero, su rostro estaba cruzado por una cicatriz que le cegaba un ojo. No era el Daë, ni tampoco los otros dos, así como ninguno de los que nos había acompañado, pude verles bien porque, arrodillados, todos se habían quitado el casco. Los demás me miraron y negué con la cabeza.

    – [Cardenal]’Sagrada Hermandad de Tauro’, alzaos.[/Cardenal] – el hombre, al que llamaré «Cardenal» de ahora en adelante porque mi mente solo podía pensar en los Tres Mosqueteros, abrió los brazos con las palmas hacia nosotros y vi que en ellas tenía tatuados los dos símbolos de nuevo, la cruz y el toro.

    Los Caballeros se pusieron en pie, con el casco astado en sus manos. El sonido del metal sincronizado perfectamente ponía los pelos de punta.

    – [b]Traemos a cuatro víctimas que esperan liberar su alma.[/b] – dijo el que estaba a nuestro lado. Me imaginé que las víctimas éramos nosotros. La parte de liberar el alma no me gustaba demasiado, la prefería donde estaba, cerca de mi cuerpo, aún móvil y con la sangre circulando. – [b]Los hermanos Dayne y Everett están en camino con otra alma perdida.[/b] – añadió. Mis transcripciones puede que no sean lo más fiables que os encontréis, pero hablaban en un inglés muy arcaico, no como en una feria medieval, y había cosas que solo entendía por el contexto.

    Acto seguido, todos juntos rompieron a cantar, de una forma, de hecho, bastante notable.

    – [Niall]Menuda secta tienen estos montada…-[/Niall] susurró Niall. Por suerte, perdidos en su salmo, no podían escucharle.

    – [Mike]El Daë puede ser uno de los dos que faltan.[/Mike] – comentó Mike. Dayne y Everett no me sonaban. No recordaba el nombre completo del Daë y tampoco es que mi padre se hubiera matado a hacerle preguntas, pero no era Dayne ni Everett. Volví a aprovechar para echar un vistazo alrededor, a los bancos individuales que estaban contra la pared. Todos llevaban un nombre inscrito. Había cuatro libres, pero estaban demasiado lejos como para poder leerlos. Dos serían Dayne y Everett y uno sería el del que estaba a nuestro lado. Pero el otro, quizá era el de nuestro Daë.

    Terminado el salmo, el Cardenal caminó hasta la barandilla que nos separaba y nos miró. El Caballero a nuestro lado nos hizo un gesto para que alzásemos la mirada.

    Se fijó uno a uno en nuestros ojos. – [Cardenal]Vuestros ojos tienen alma.[/Cardenal] – recitó, como si fuese parte de un discurso ya aprendido. Me imaginé que sería una forma arcaica de saber si alguien era demonio, por tener unos ojos inusuales. No me habría extrañado que muchos hubiesen muerto por tenerlos de un color poco habitual. – [Cardenal]Di tu nombre, súbdito del Señor.[/Cardenal] – añadió, colocándose frente a Dante, que le observó, desafiante, algo habitual en mi hermano.

    – [Dante]Henry Ford.[/Dante] – dijo. Tengo que reconocer que suspiré aliviado, Dante era demasiado temerario y teníamos que seguirles el rollo si queríamos encontrar una forma de escapar.

    – [b]De Gondor.[/b] – puntualizó uno de los Caballeros que nos habían escoltado.

    – [Cardenal]Henry Ford, de Gondor.[/Cardenal] – afirmó el Cardenal, cogiendo una enjoyada pluma para escribir el nombre en una libreta del atril.

    – [Cole]Nicholas…Templeton.[/Cole] – lo mío no era la improvisación, la verdad, ni la sutilidad tampoco. Lo de Nicholas era obvio de dónde venía. Resistí decir Flamel por si resultaba que había existido, así que mi cabeza tiró de un crush de mi adolescencia, Templeton Peck. El actor del remake, no penséis que me atraía alguien que llevaba ya años criando malvas.

    – [Cardenal]Nicholas Templeton de Gondor.[/Cardenal] – sentenció el Cardenal. Al menos habían asumido que éramos todos de Gondor, así no tenía que inventarme también un lugar ficticio. Anotó mi nombre y pasó a mi hermano Niall, que estaba a mi derecha.

    – [Niall]Ludwig Amadeus.-[/Niall] replicó encogiéndose ligeramente de hombros.

    – [Cardenal]Ludwig Amadeus, de Gondor.[/Cardenal] – repitió el Cardenal, anotando su nombre.

    Por último le tocó a Michael. – [Mike]Michael…Jackson.[/Mike] – dijo. Me sentí un poco mejor, no era el peor inventando nombres ficticios.

    – [Cardenal]Michael Jackson, de Gondor.[/Cardenal] – anotó el último nombre y nos miró.

    – [Cardenal]Cuando llegue la última alma procederemos al ‘Juicio de la Llama‘.[/Cardenal] – no era por ser mal pensado, pero no sonaba excesivamente bien. – [Cardenal]¿Con vuestra alma en la mano, tenéis algo que confesar antes de él?[/Cardenal] – nos observó fijamente. Sus ojos tenían algo, como si pudiesen ver demasiado. Me sentí expuesto y terriblemente incómodo.

    – [Dante]Este tipo es un vendemotos, no va a saber nada.[/Dante] – susurró mi hermano Dante, tratando de tranquilizarnos.

    Como si le hubiese escuchado, tras unos minutos de silencio, movió sus manos y murmuró unas palabras que encendieron una enorme llama blanca en el brasero. Me di cuenta, por desgracia, de que era suficientemente grande como para que entrase una persona. Miré de nuevo a nuestro alrededor, demasiados Caballeros como para salir libres. Ese fuego blanco me hacía tener mis reservas, de otra forma hubiera esperado a que me mandaran a él para absorberlo y aprovechar la nueva fuerza para librarnos de ellos. Pero no parecía un fuego normal.

    La sala se abrió y entraron los dos Caballeros que faltaban, portando una figura menuda cubierta con la capucha de una capa ajada. La colocaron a nuestro lado y le descubrieron el rostro.

    Me sorprendí al reconocerla. No sabía de qué, pero había visto a esa chica antes. Los demás parecían más sorprendidos, como si la conocieran. Cuando el Cardenal le pidió su nombre, ella permaneció callada unos segundos.

    – [Ruby]Alejandra Roberta Fernanda.[/Ruby]- replicó.

    – [b]¿De Gondor?[/b] – preguntó el Caballero que estaba a nuestro lado, que empezaba a pensar que era el líder militar de esa Hermandad.

    – [Ruby]Casi.[/Ruby]- replicó mirándole.- [Ruby]Lenox Hill.[/Ruby] – añadió. Esa chica irradiaba confianza, algo que no parecía encajar mucho en un tiempo tan arcaico y machista como aquél.

    – [Cardenal]Alejandra Roberta…Fernanda, de Lenox Hill.[/Cardenal] – de nuevo escribió el nombre en el atril, pero esta vez tomó los cinco papeles y los arrojó a la pira de fuego blanco, que centelleó en un azul intenso. – [Cardenal]Ahora impondré las manos sobre vosotros. Los inmaculados serán libres ciudadanos de estas tierras. Los demás que no teman, pues serán purificados en las llamas del Señor.[/Cardenal] – nos explicó. El resumen venía a ser que si no éramos sobrenaturales podíamos vivir allí con ellos en ese castillo prohumano y si no, a las llamas. No me molesté en preguntarme si tus preferencias sexuales también te hacían  sobrenatural porque conocía la respuesta.

    – [Ruby]Señor cardenal, ¿usted es más de carne o de pescado?[/Ruby] – preguntó la muchacha. Tengo que reconocer que me dejó a cuadros.

    El Cardenal la miró fijamente. Nosotros sabíamos a qué se refería, pero obviamente él no. – [Cardenal]¿Te encuentras bien hija mía?[/Cardenal] – preguntó.

    – [Ruby]Es que noto que hace mucho calor aquí.[/Ruby] – cuando lo dijo, me pareció extremadamente sugerente. De pronto mi cabeza empezó a estar en un segundo plano a medida que me fijaba en un caballero de cabello oscuro y barba afeitada  y en aquella chica de melena plateada.

    Pensé que era un momento extraño para sentirse tan animado, pero entonces empecé a darme cuenta de que no era el único. A mi alrededor los Caballeros se removían, incómodos, el que nos custodiaba se apartó de la joven, confuso y mis compañeros parecían estar perdidos en sus pensamientos.

    Todos menos el Cardenal, que miraba fijamente a la joven. Ella le devolvía la mirada, esperando que su poder obrase efecto, pero no parecía hacerlo. – [Cardenal]Hermanos, resistid la tentación. Tenemos un súcubo entre nosotros.[/Cardenal] – dijo al cabo de un rato. No le había afectado pero lo había sabido, había algo en aquél hombre, algo sobrenatural.

    – [Dante]Sé de sobra que hay erecciones incómodas pero esto no me debería estar pasando. No soy de sotanas ni armaduras.[/Dante] – se quejó Dante. La chica le guiñó un ojo y el gesto me pilló en medio. Tragué saliva, costaba pensar en algo que no fuesen cuerpos desnudos rozándose. Dante le sonrió y alzó una ceja, parecía darle igual. Todo lo abierto sexualmente que era mi hermano, lo compensaba yo siendo lo opuesto.

    – [Niall]Alejandra Roberta… ¿cómo has podido? -[/Niall] dramatizó Niall, mirándola. De los presentes era de los pocos que no la miraban «así», aunque capté a un par de Caballeros que tampoco lo hacían.

    – [Cole]Supongo que esto se lleva por delante todo eso de pasar desapercibidos.[/Cole] – ya no tenía sentido esperar, teníamos una distracción y había que aprovecharla. Que sí, que no descarto que había otras opciones como esperar allí sentados a que matasen a esa chica como unos completos cobardes, pero seamos sinceros, por mucho que uno no esté metido en la vida idílica y fantasiosa de ser un héroe, no íbamos a dejar que eso pasase. Me «tragué» el fuego de las dos velas que tenía más cerca y salté la barandilla para colocarme justo detrás del Cardenal, sujetando su cuello con mi mano. Cuando mi piel tocó la suya volví a sentir esa sensación incómoda de estar desnudo y expuesto.

    – [Cardenal]La Serpiente me sostiene. Acabad con este demonio, traed la paz al alma torturada de este joven con monstruos en su interior.[/Cardenal] – pidió a la Hermandad. Me había llamado la ‘Serpiente’, así que sí, podía ver lo que éramos. – [Cardenal]Deja que el fuego te consuma, en el Etéreo tu alma no buscará esos deseos impuros.[/Cardenal] – supe a qué se refería, lo supe desde que empezó a hablar. La cuestión es que me distrajo lo suficiente como para que una cuchilla se me clavara en el brazo.

    Me aparté del Cardenal y corrí hacia mis compañeros, no teníamos nada que hacer contra la Hermandad de Tauro, solo podíamos huir. Mike ayudó a Dante a soltarse las alas mientras éste lanzaba un candelabro contra la cristalera y se subía al alféizar.

    – [Dante]Creo que puedo con dos.[/Dante] – nos dijo. La chica, cuyo nombre real aún no sabíamos, seguía sembrando la confusión entre la Hermandad con su poder. Luchó con uno de ellos con un estilo que parecía coger toda la agilidad del ballet y convertirla en algo agresivo en lugar de artístico.

    Mike se transformó en un ser mitad hombre mitad leopardo de las nieves y golpeó, haciendo que la Hermandad retrocediera para esquivarle. Aproveché la confusión para fijarme en los asientos de la Hermandad. Me puse nervioso pero conseguí encontrar el asiento vacío. ‘Hermano Richard Crane’. Eso era, Richard Crane, así se llamaba el Daë. Entonces sí era un miembro pero no estaba allí.

    – [Niall]Para que salir por la puerta como las personas normales.-[/Niall] mi hermano Niall se acercó a Dante y con un gañido de dolor su cuerpo empezó a cambiar hasta convertirse en un ser mitad hombre, mitad ave.

    – [Cole]Las águilas están aquí.[/Cole] – bromeé, para algo de ficción que conocía… Niall se encaramó al lado de Dante y yo me subí a su espalda.

    – [Dante]Si vas a venir apaga el cachondinator, necesito concentrarme para no estamparnos.[/Dante] – le dijo a la muchacha, mientras aferraba un leopardo de las nieves, ya sin forma humanoide.

    – [Ruby]Pero si hace un rato que no funciona: eso lo traerás tú de serie.[/Ruby] – sentenció mientras se agarraba de su mano y en una fracción de segundo, nos precipitábamos al vacío.

    Miré hacia atrás y vi una llamarada blanca azotar la ventana por la que habíamos saltado. Los cristales cercanos estallaron y cayeron sobre nosotros. Nos habíamos librado por segundos.

    Dante y Niall consiguieron remontar el vuelo con el peso que llevaban a cuestas y se dirigieron hacia el bosque. Tragué saliva cuando pasamos sobre el muro del castillo y vi el abismo profundo debajo de mí. Por suerte, unos minutos más tarde, volvimos a tierra firme. Perseguidos, odiados y perdidos, pero con una nueva compañera y un nombre al que agarrarnos.

    Por suerte, la chica había apagado su poder, pero os confesaré una cosa, yo no era como mi hermano Dante, a mí si me iban los caballeros. Las sotanas la verdad es que no.

     

  • DEJA LA CHARLA AMOROSA PARA OTRO MOMENTO

    Vera – Esfera Kouras

    Mañana

    Hacía un calor infernal y más con mi ropa de exploradora de la jungla (pantalones con bolsillos, camiseta y chubasquero). Estábamos en un desierto rocoso de escasa vegetación y agua inexistente. Era, de todas las opciones, la peor para perderse. No había dónde resguardarse, ni qué comer y las opciones de sobrevivir más días de los que teníamos cubiertos con las provisiones eran irrisorias.

    Elliot y Jane se fueron en dirección al pueblo. No me parecía la posibilidad más inteligente, pero era la que ellos habían elegido. En el pueblo había mucha gente y en el Oeste la gente no se caracterizaba por su amabilidad. Era una época nauseabunda que el cine se había empeñado en mitificar como si tuviera algo de bonito robar, pelearse y beber hasta la inconsciencia.
    Noté una molestia en el vientre y eché cuentas: me iba a venir la regla. Yo, que siempre había sido muy previsora, había echado mi copa menstrual en la mochila de útiles, pero aquí no había agua más que la que traía para beber y no iba a utilizar el cazo de cocinar para estos menesteres, así que estaba igual de fastidiada que si no hubiera traído nada. Tendría que improvisar unas compresas con alguna camiseta a la que hubiera dejado de tenerle cariño. Menudo asco de viaje me esperaba.

    (más…)

  • UNA MARIPOSA BATIENDO LAS ALAS

    THE BUTTERFLY EFFECT

    NOAH ARKKAN

    De un instante a otro, más rápido aún de lo que jamás estaría acostumbrado, el Pico Tantree dio lugar a la playa de Louna.

    Era de noche. Me puse en pie y vi que Omega ya no estaba frente a mí, pero los demás si estaban allí, tomando algo en uno de los chiringuitos de la playa, excepto Lexie, que estaba cerca de mí.

    – [Idris]¿Y ese bikini Coquito?[/Idris] – escuché decir a Idris, mirando a Elle. Pensé que estaban en el chiringuito pero debían estar en la playa. Algo no encajaba.

    – [Elle]¿Bikini? ¿De qué hablas? Si hace un frío que pela y está nevando[/Elle].- respondió ella mirándole.- [Elle]Mañana es Navidad[/Elle].- indicó, señalando algo. Empecé a ver cosas fuera de escena. Idris llevaba un bañador bastante llamativo y Elle iba vestida con ropa de invierno y señalaba un calendario de adviento mientras nevaba en una ventana cerca de ella.

    – [Niall]Gracias a todos por venir a ver mi primer concierto en solitario.-[/Niall] escuché decir a Niall, como si su voz resonase a través de un micrófono. Cada uno estábamos viendo una cosa diferente. Si para mí era la playa de Louna de noche, con Lexie cerca, es que estaba viendo mi lugar ideal. Igual que todos los demás.

    – [Kaylee]Madre mía, que de verdad sois más tontos que una piedra: ¿es que no veis que estamos en el paraíso de cada uno?[/Kaylee]- escuché decir a Kaylee. La playa cada vez quedaba más atrás y empezaba a vernos a todos de pie, cerca unos de los otros, en una enorme pradera. El paraíso de cada uno. Solo esperaba que eso no significase que esto era la otra vida y Omega nos había matado a todos.

    – [Owen]Aguafiestas.-[/Owen] replicó Owen colocándose la camiseta. Parecía que todos estábamos bien y a salvo, cada vez me aterraba más la posibilidad del otro lado. Traté de usar mi velocidad y no funcionó.

    Nos miramos unos a otros, desconcertados, en lo que me pareció una eternidad. Entonces tras nosotros, como si siempre hubiera estado allí, se apareció una figura. – [Dagrawn]Estáis en la Tierra de los Daesdi.[/Dagrawn] – dijo su voz. Había una luz demasiado intensa y no podía enfocar para verle bien, pero cuando pude hacerlo me quedé sorprendido al ver a mi tío Daniel. – [Dagrawn]Bienvenidos[/Dagrawn] – añadió. Procesé lo que acababa de decir, la Tierra de los Daesdi. Quizá lo habíamos conseguido, quizá Xander había tenido razón y ahora tendríamos que pasar por las Pruebas. Tenía demasiadas preguntas.

    – [Elle]¿Papi?[/Elle]- preguntó Elle, confusa.

    – [Dagrawn]No, soy Dagrawn el Mentor. No podéis ver mi forma real, así que veréis las de mis Daë.[/Dagrawn] – respondió. Dagrawn, Esharthi y Diarmud eran los Daesdi, los tres Daë originales que ayudaron a salvar el mundo y desde entonces habían velado por su salvación a través de los Daë y las Kvasir. Abandonó la apariencia de mi tío más rápido de lo que hubiera creído posible y tomó el aspecto de mi padrino.

    – [Amy]Esto es un poco raro[/Amy].- intervino Amy, al ver a su padre frente a nosotros.- [Amy]¿No puedes tomar la apariencia de alguien que no sea nuestro padre?[/Amy] – pidió ella.

    Entonces tomó mi apariencia, y todo fue más raro aún, pero como no quería pasar la eternidad pidiendo cambio de caras, guardé silencio. – [Dagrawn]Nuestro aspecto es lo de menos.[/Dagrawn] – dijo él, con mi voz, con mi cara y unos gestos que no sabía si eran míos o no. Había dicho que tomaba la apariencia de sus Daë, ¿eso significaba que yo era uno de ellos?

    – [Noah]¿Qué hacemos aquí? ¿Somos Daë?[/Noah] – pregunté, tratando de resumir la maraña de dudas que tenía en mi mente.

    – [Diardmud]Aún no, vuestra aventura para ver si sois dignos comienza ahora.[/Diardmud] – sentenció otra figura, sumándose a Dagrawn. Él debía ser Diarmud, porque había asumido la forma de Dominic. Al ver la cara de Jane ante su aspecto, cambió a Ed. Ezra no dijo nada.

    – [Xander]¿Vamos a pasar las Pruebas?[/Xander] – preguntó mi primo Xander, preocupado. Su plan inicial había sido ese, pero sabía que con Vera, Elliot y Bowie allí no querría llevarlo a cabo, por no mencionar a los que no habíamos decidido lo mismo que él.

    Negué con la cabeza, Dagrawn, negó con la cabeza. Como si leyera mis pensamientos cambió a un chico joven que no reconocí. Tenía el pelo de color castaño rojizo con una mecha blanca y llevaba barba. Se daba un aire a Jane. – [Dagrawn]Debéis guiar y reunir a los próximos Daë.[/Dagrawn] – explicó. Estaba confuso. ¿Nosotros teníamos que guiar a los próximos Daë?

    – [Jane]No es justo[/Jane]- se quejó Jane. – [Jane]No vamos a recibir el mismo trato[/Jane]. – añadió. Entendía a lo que se refería, pero por lo que habían dicho los Daesdi, nosotros también éramos Daë. ¿Sería parte de las Pruebas? Quizá en lugar de enfrentarnos a nuestros miedos teníamos que ayudar a otro grupo de Daë antes de serlo nosotros mismos.

    – [Michael]¿Por qué nosotros? ¿Por qué no regresamos a nuestro hogar?[/Michael] – preguntó Michael.

    – [Lexie]A mí me mandáis a mi casa, porque no sé si lo sabéis pero soy la hija de Alexander Fenris[/Lexie].- sentenció Lexie, antes de dejar responder a los Daesdi. Quise hacerle una seña para que no les dijese nada, pero no me iba a hacer caso y menos dadas las circunstancias.

    – [Esharti]No es justo, pero vuestros enemigos tampoco lo serán[/Esharti].- dijo una voz femenina. Era serena y transmitía dulzura y…preocupación. Esharthi, la primera Kvasir, apareció frente a nosotros con la cara de mi tía Sarah.- [Esharti]Confiamos en vosotros[/Esharti]. – añadió. Sentí su empatía y sus ganas de infundirnos fuerzas.

    – [Xander]Tenemos que detener a Omega, no podemos ayudar ahora a los Daë[/Xander] – dijo Xander. Omega era nuestra principal preocupación. Todos juntos no habíamos conseguido hacerle nada. Necesitaríamos la ayuda de los Moondies y quien sabe de quién más. Era eso o el plan de Xander.

    – [Dagrawn]Vosotros tomasteis los discos y elegisteis. Ahora tenéis que confiar en vuestro destino y en vuestra elección. La Tierra no correrá peligro a manos de Omega en vuestra ausencia.[/Dagrawn] – explicó. No pasé por alto que acababa de decir la Tierra, aunque una parte de mi sintió alivio al escuchar que estaría a salvo.

    – [Cole]¿La Tierra? ¿Y los demás? ¿Dónde nos lleváis entonces?[/Cole] – preguntó Cole, tranquilo, pero desbordado a preguntas, como todos.

    – [Dagrawn]La Tierra y sus habitantes, entre ellos vuestras familias, estarán a salvo. Omega se ha visto transportada a otro lugar. Volverá a la Tierra, pero no antes de que sigáis vuestro camino.[/Dagrawn] – aclaró. Todo lo que decían estaba sumido en el misterio, pero parecía que querían tranquilizar nuestras conciencias para despreocuparnos por Omega mientras cumplíamos su misión. – [Dagrawn]Vuestro destino está en el Cúmulo Nexus.[/Dagrawn] – añadió. En el aire, frente a nosotros, apareció un grupo de catorce planetas orbitando alrededor de un enorme sol y dos lunas. En cada planeta se fraguó un símbolo que correspondía a un signo zodiacal. Igual que las pruebas finales de los Daë. – [Dagrawn]Un sistema planetario donde la oscuridad se está abriendo paso, y solo los Daë pueden detenerla.[/Dagrawn] – la oscuridad creció a través de un planeta y se fue sumando al resto, tragándolos. Conseguí captar que no solo surgió de un planeta. Después de la aparición de la primera, surgió también un segundo foco de oscuridad que apenas dio tiempo a ver antes de que todo se volviese negro.

    – [Lexie]Que yo muy bien lo de ser Daë, pero esto no es lo mío[/Lexie].- espetó Lexie, tratando de andar para irse. Segundos después llegó caminando hacia nosotros.

    – [Esharti]Lo siento, pero no[/Esharti].- replicó Esharthi con seriedad. No terminaba de entender qué tenía que ver con nosotros la oscuridad que tenía lugar en un grupo de planetas que no sabíamos ni siquiera cómo de lejos estaban de la Tierra.

    – [Noah]¿Por qué nosotros? No conocemos esos lugares ni a los Daë.[/Noah] – sería difícil dar con ellos en un territorio tan desconocido.

    – [Dagrawn]Ya los conocéis.[/Dagrawn] – afirmó Dagrawn. Abandonó la apariencia del chico que se parecía a Jane y tomó la de un hombre con aspecto de guerrero, con el pelo y la barba azules. Fue fácil reconocerle, especialmente para mí por los recuerdos de mi padre.

    – [Noah]¿Los Daë que hicieron las Pruebas antes que nuestros padres?[/Noah] – pregunté. Cada vez estaba más confuso. ¿Nosotros teníamos que guiar a unos Daë que ya habían pasado las Pruebas para cuando los Moondies las pasaron? ¿Íbamos al pasado? Si era así, si que era una misión importante. Si esos Daë no cumplían su destino, los Moondies tampoco podrían cumplir el suyo y desterrar al Soberano.

    – [Kaylee]Lo del libre albedrío lo lleváis regular[/Kaylee].- se quejó Kaylee.

    – [Esharti]Si no hubieras querido venir, no habrías intentado detener a los que sí[/Esharti].- replicó Esharthi. Era extraño pensar que el destino y el libre albedrío puedan coexistir, pero cuando el tiempo no es nada para ti, eso debería quedar más claro. Sí, habíamos decidido, unos desterrar a Omega y otros salvar a los que querían hacerlo. Así que ahora teníamos que seguir adelante, lejos de la familia, lejos del hogar, en un mundo hostil, para reunir a un grupo de personas que eventualmente morirían para salvar ese grupo de planetas y gracias a ello, la Tierra.

    – [Dagrawn]Puede que ahora no lo parezca, pero el destino del universo está en vuestras manos y cuando llegue la hora, vosotros decidireis.[/Dagrawn] – replicó Dagrawn, aún como Alistair. Verle aún en esa cara me colocaba una pesada carga sobre los hombros. De nuestras decisiones dependía nuestro propio presente. Hasta el batir de las alas de una mariposa podía crear un tornado en nuestro futuro.

    – [Elliot]No podemos irnos sin saber qué ha pasado con Tina[/Elliot]. – dijo Elliot, con timidez.

    – [Esharti]Tina está viva[/Esharti].- dijo Esharthi. Sentí alivio. Tina no tenía nada que ver en todo esto, si hubiera muerto a manos de Omega…

    – [Kaylee]¿Qué mierda de respuesta es esa? ¿Cómo que está viva?[/Kaylee]- preguntó Kaylee, perdiendo los nervios. Había estado conteniéndolo, pero la muerte de su amiga era un dolor demasiado grande.

    – [Dagrawn]Esta inmersa en sus propios problemas, pero vive. Verónica no acabó con ella porque no lo necesitaba.[/Dagrawn] – aclaró Dagrawn. Enseñó una imagen de ella, durmiendo en su cama, aún vestida y con el maquillaje del día anterior. Por la luz que se veía en la ventana debían ser cerca de las cuatro de la tarde.

    – [Lexie]No pienso pasar una prueba[/Lexie].- replicó Lexie, cruzándose de brazos. – [Lexie]Ya podéis mandarme a mi casa[/Lexie]. – estaba decidida a hacer lo que ella quisiera, pero esto no era algo que el dinero pudiese comprar. Esharthi puso los ojos en blanco. Estábamos juntos en ese barco y la forma de volver a casa aparecería al final del camino, estaba seguro.

    – [Dagrawn]Aparecereis separados. Pero los discos os mantendrán unidos. No temáis. Volveréis a ver la Tierra si podéis superar todo lo que se ponga en vuestro camino. [/Dagrawn] – añadió Dagrawn.

    – [Lexie]ME DA LO MISMO[/Lexie].- gritó Lexie.

    – [Esharti]Suerte y tened cuidado.[/Esharti] – nos deseó Esharthi. Supe que eso era su despedida.

    Vi a Diarmud guiñarle un ojo a Amy deseándole suerte. En su día la tía Diana decía que era su favorita, así que ahora parecía que Amy lo había heredado. Amy le respondió haciéndole un gesto obsceno y mientras se marchaban, Owen le hizo un gesto para hacer ver que le vigilaba.

    Nos quedamos solos unos instantes, nuestros últimos momentos juntos hasta después de habernos adentrado en ese lugar desconocido y aterrador. Entonces nos desvanecimos y cuando abrimos los ojos, aparecimos en un lugar completamente diferente, separados, perdidos y sin idea de cómo seguir adelante.

    Nosotros éramos la mariposa y teníamos que batir las alas correctamente para que nuestro futuro siguiera siendo el mismo.


    NOTAS MÁSTER

    Vuestros personajes se encuentran ahora en el Cúmulo Nexus, repartidos tal y como se muestra aquí: http://biblioteca.moondale.es/2018/05/09/primera-oleada-del-cumulo/

    En esa página tenéis también algunas anotaciones y personajes clave de la zona. Podéis rolear con los personajes con los que aparecéis, los que estén en el mismo mundo que vosotros.

    Por el momento no podéis hablar con los demás a través de los discos, con una excepción, Ezra., salvo que Dioni considere que su poder no sería capaz de atravesar la distancia de planetas. Más adelante en este mismo capítulo descubrirán que pueden usarlos para hablar entre ellos y para hablar con los Moondies.

    No hay ningún orden establecido por el momento. Simplemente, cuando se acerquen al final, los Daë del cúmulo tendrán que saltar entre mundos  en el orden en el que sale en esa página. Es decir:

    • El grupo de Sagitario (Henry, Laura, Idris y luego Ruby y Zahra) encontrará y pondrá al día de su misión al Daë de Sagitario, Eldric Northwood, que conseguirá cruzar al mundo de Virgo donde está el grupo de Virgo (Elle, Bowie, Nate y Xander) y así sucesivamente hasta llegar al último.
    • Al final del  capítulo todos acabarán reunidos en el mundo de Leo, desde donde tendrán que volver a dividirse para el siguiente capítulo.

    El cúmulo Nexus tiene una peculiaridad, que cada uno de vosotros puede seguir cuando le apetezca, aunque mejor no abusar. Existen objetos desplazados. Es decir: Si estáis en el mundo de Roma y veis un objeto del Oeste, si lo tocáis acabaréis teleportados al mundo del Oeste.

    Y nada, poco más. A aprovechar para sumergiros en la cultura de cada mundo antes de saltar.

  • MONSTRUOS

    LEO ARKKAN

    TARDE – MOONDALE

    No soy una persona a la que le guste mucho la televisión, de hecho en mi cabaña lo único similar que puede encontrarse es el monitor del ordenador en el que veo lo que me apetezca en InfiniTV, además del equipo de inmersión a Endless, pero eso ya es otro nivel.

    Pero uno no puede controlar siempre las cosas y si tenemos que ver algo, aunque no queramos, terminaremos por hacerlo. Esa tarde había decidido disfrutar del otoño en ciernes saliendo a tomar algo en un café local. Rehuí específicamente el InfiniCoffee por lo que había pasado en la sede de Infinity. Seguía usando Endless y otros de sus productos, para no levantar demasiadas sospechas. A fin de cuentas, los que más localizados estaban eran los que habían entrado y lo que supieran de nosotros, ya lo conocerían hacía mucho tiempo.

    Estaba disfrutando de un café con leche de almendras y panela cuando en la televisión me llamó la atención una canción. Me giré y vi que estaban hablando de ‘Wolf’s Bane’  y de cómo uno de sus integrantes había desaparecido del todo. Estaba acostumbrado a ello y había empezado a lidiar poco a poco con la gente que me reconocía por la calle y me preguntaba por qué lo había dejado. «Había decidido centrarme en la música» era la respuesta estándar, a la que no le faltaba razón. El mundo de la fama frivoliza todo lo demás y convierte a la música en una mera herramienta. Pero el motivo no era ese.

    Había empezado a desconectar mientras hablaban de ello, hasta que escuché un nombre «Freddie«.

    ‘Freddie Malik, anterior componente de esta banda, se ha lanzado al estrellato rebautizándose como Freddie Galaxy, situado en el top cinco de ventas de InfiniMusic y convirtiéndose en el más visto en InfiniClips gracias a sus actuaciones que imitan a las del grandioso Freddie Mercury’.

    Llevaba mucho tiempo esperando escuchar su nombre en las noticias, pero no así. Miré hacia la pantalla y vi un fragmento de uno de sus conciertos. Había cambiado, iba vestido con una capa y una corona, con el torso al descubierto y unos pantalones de color llamativo. Ahora llevaba el pelo corto y engominado y un bigote muy cuidado le adornaba el rostro. Estaba muy diferente, pero seguía vivo.

    No sabía cómo tomármelo. Una parte de mí se alegraba de que no hubiese muerto por mi culpa, pero a otra le preocupaba que conociese mi secreto, aunque si hubiese querido divulgarlo, ya lo habría hecho. Pagué el café y salí al exterior, pensativo.

    Solo mis padres y Noah sabían lo que había pasado para que dejase ‘Wolf’s Bane’. Si, no habría durado mucho tiempo en la banda porque aquello ya no me entusiasmaba y apenas soportaba a nadie del grupo. Freddie ya había empezado a cambiar por la influencia del resto. Quizá no era justo culpar a los demás, porque cada uno tenía su libre albedrío, pero cuando ves que todo el mundo hace lo mismo y que tienes unos recursos y libertad únicos en la vida, es fácil que pierdas los objetivos.

    Fuera como fuese, todo cambió de un día para otro. Estábamos celebrando el inicio de una nueva gira. Esa noche estaban especialmente insistentes respecto a que me tomase algo: alcohol, pastillas, polvo dorado. Daba igual, lo intentaron todo, pero la respuesta fue la misma. Estaba a punto de irme, cuando Freddie me pidió que me quedase. Había demasiado ruido y me distraje, incapaz de ver que echaba algo en mi bebida.

    ‘Jinx’. Así se llamaba. Normalmente una pastilla de color violeta intenso. Vaciaron su contenido en mi copa. No tardó demasiado en hacer efecto. La realidad se desdibujó y me sentí libre, pero no fui el único que lo hizo. La droga afectó a mi conexión con el licántropo y comencé a transformarme delante de todos ellos. Aún consciente, conseguí huir, pero Freddie vino detrás de mí y lo que se encontró era más bestia que hombre. A la mañana siguiente supe que estaba hospitalizado y lo dejé todo.

    Por mi mente habían pasado muchas opciones: haberle matado; haberle convertido; haberle dejado marcado para toda la vida. Pero ahí estaba, vivo, sano, aunque eso no impedía que le hubiese convertido.

    Saqué mi móvil y empecé a buscar detalles de sus conciertos y los comparé con el calendario lunar. Había noches de luna llena en las que había actuado, así que no podía ser eso. En mis tiempos en ‘Wolf’s Bane’ habíamos creado la leyenda urbana de que todos éramos licántropos. No me había costado venderles la idea. Así que por eso no actuábamos nunca en luna llena. Los problemas para compatibilizar las girar se compensaron con que a los fans les encantaba.

    Así que Freddie estaba vivo, sano a juzgar por cómo se movía y no era un licántropo. Quizá ni siquiera recordaba quién le había atacado aquella noche. Tras irme, había enviado un mensaje oficial a la banda para decir que lo dejaba para buscar de nuevo la ilusión, aprovechando de paso para dejar claros sus problemas con las drogas. Así que quizá mi secreto seguía a salvo. Fuera como fuese, no irían a buscarme allí, a Moondale.

    Con un problema menos a la espalda, me entraron ganas de hablar con Freya, aunque últimamente parecía que le rondaba la cabeza algo importante y no hablaba demasiado conmigo. No le había dicho nada de lo que había estado a punto de ocurrir con Kaylee, porque tampoco había conseguido llegar a formalizar nada con Freya, ni siquiera conocer su nombre real. Pero aun así, seguía sintiendo una conexión con ella.

    Kaylee no me había dirigido la palabra desde aquella noche y no quise intentarlo, probablemente fuera mejor para ella si me mantenía fuera de su vida. Me habría gustado hablar con ella ahora que Noah y yo nos veíamos en el lado opuesto a Xander en todo ese asunto de reabrir el Axis Mundi. Sabía que ella había decidido no formar parte y quizá pudiera ayudarnos a impedir que cometiesen esa locura. Pero no podía ser.

    Las Pruebas de los Daesdi y el Axis Mundi eran uno de los terrenos en los que sabía casi tanto como el propio Noah con las memorias de nuestro padre, porque desde el principio mis padres me habían dejado ver sus discos para que no me sintiera de menos respecto a Noah. Los peligros que habían pasado todos allí eran evidentes, por no mencionar el sacrificio de Kaylee. No podíamos permitir que ninguno se sacrificase para expulsar a Omega, tenía que haber otra forma.

    Quizá fue liberarme de la carga de Freddie o quizá la preocupación, pero acabé buscando el nombre del videoclub en el que trabajaba Jane y caminando hasta allí.

    Cuando entré me maravillé de que algo así siguera existiendo, mantenido solamente por la nostalgia y por una crisis creativa que llevaba más de veinte años lastrando al mundo. Esperé a que se marchase la gente mientras ojeaba la portada de ‘Los Inmortales’, de la que solo recordaba la banda sonora.

    – [Jane]Leo, ¿a qué has venido?[/Jane] –  me preguntó en cuando el videoclub quedó vacío, saliendo de detrás del mostrador. Agradecía que Jane no andase con formalidades. Era directa y lo respetaba.

    – [Leo]¿Te han contado lo que piensan hacer?[/Leo] – le pregunté. Miré la cámara de seguridad y Jane negó con la cabeza, quitandole importancia. No debía tener audio.

    – [Jane]Sabes que Owen es mi hermano, ¿no?[/Jane]- respondió. Owen no mantenía demasiado el misterio, era muy distinto a su hermana, pero también respetaba que en él todo fuese lo que parecía, sin medias tintas, excepto que se hiciese más el tonto de lo que en realidad era.

    Me encogí de hombros. – [Leo]Noah y yo queremos impedírselo. Tú también puedes si consigues el disco de tu padre antes que tu hermano.[/Leo] – resumí, no tenía tiempo que perder en explicaciones. En un par de días sería la luna de sangre y aunque Noah y yo tuviéramos los discos de nuestros padres, los demás aún podían conseguirlos de alguna forma.

    – [Jane]No quiero volver a discutir con mi hermano[/Jane].- aseguró con un deje de tristeza. Algo me decía que estaba tan deprimida que no se molestaba en ocultarlo. ¿Verse reflejada en Omega habría apagado su fuerza dejando solo la tristeza?

    – [Leo]¿Prefieres que muera intentando enviar al vacío a tu doppleganger?[/Leo] – repliqué sinceramente, quizá demasiado. La gente tendía evitar hablar de la muerte, pero a todos nos acecha en una carrera que algún día perderemos. Y para nosotros, en el mundo que vivíamos, la carrera era más acentuada que para los mortales.

    – [Jane]Eres un borde de cojones, Leo[/Jane].- sentenció, molesta. Se marchó a limpiar las portadas de algunas películas, en aparente concentración, aunque estaba claro que estaba perdida en sus pensamientos.

    – [Leo]Ya, bueno, pero eso no hace que sea mentira. A veces hay que ser desagradable para proteger a la gente.[/Leo] – le expliqué. No servía de nada evitar herir sus sentimientos porque no había tiempo y después sería demasiado tarde para lamentarse.

    – [Jane]Ser desagradable no es excusa para nada.[/Jane] – respondió, con las cejas arqueadas mientras fruncía el ceño sin siquiera darse cuenta.

    Me quedé callado, estaba acostumbrado a que me lo dijesen y no podía negar que tenía razón esta vez. – [Leo]No debería haberlo dicho así, pero es peligroso.[/Leo] – me gustaba ser sincero y directo, así que intentaba esforzarme también con las disculpas, aunque a veces sonasen frías.

    – [Jane]Sé que es peligroso, pero son adultos y van a hacer lo que quieran.[/Jane]- continuó, relajando ligeramente el ceño.- [Jane]Nadie me hace caso nunca. Esto no va a ser una excepción.[/Jane] – apostilló. Jane se había dado por vencida. Era cierto que eran bastantes los que se habían reunido y teníamos poco que hacer para contradecirles, pero aun así, necesitaban los discos. Noah no tenía claro que pudiesen abrir un portal al Axis Mundi con eso, porque ni se habían enfrentado a sus miedos ni a sus deseos, ni ningún Daesdi se había presentado ante ellos para decir que eran los nuevos Daë. Ni siquiera había una Kvasir entre nosotros. Pero el riesgo era demasiado como para dejar lugar a error.

    – [Leo]Es tu decisión y la respeto.[/Leo] – asentí y me giré dispuesto a irme. Aún contabamos con Nate, sin tener que llegar a meter a los Moondies en todo aquello. Pero si llegaba el momento de hacerlo, no quedaría más remedio.

    Jane suspiró a mi espalda.- [Jane]Intentaré quitarle el disco, pero no sé si saldrá bien.[/Jane] – dijo finalmente.

    Me detuve y me giré. Parecía derrotada, pero no le habían abandonado las fuerzas, solamente estaban ahí, cubiertas por la oleada de acontecimientos que habían sacudido su vida.

    – [Leo]Haremos lo que podamos. Cómo salga no depende solo de nosotros.[/Leo] – comenté. No podíamos controlar el destino, solo podíamos hacer lo que estuviera en nuestra mano. No tenía sentido preocuparse, porque no controlábamos todo.

    – [Jane]Una pena lo del libre albedrío.[/Jane] – sentenció ella, que sí parecía querer controlarlo todo. Era demasiado protectora.

    – [Leo]Sé lo que es sentirse un monstruo.[/Leo] – moví la mano derecha, resumiendo mi discurso en solo eso. Se me habría dado mejor cantarlo, pero no era el lugar ni el momento, igual que en el Bosque de los Lobos. Jane me miró fijamente durante un instante. Sabía lo que le había pasado por la cabeza al ver a Omega, al ser consciente del alcance real de sus poderes y por qué durante toda su vida solo la habían dejado jugar sin vigilancia con Xander.

    Me tendió una caja. – [Jane]Te dejabas la película.[/Jane] – asentí y la cogí. ‘Los Goonies’. Era un paralelismo directo con lo demás y el lío en el que estaban a punto de meterse por llegar a encontrar el tesoro que tenían localizado en su mapa.

    Solo nosotros podíamos impedirlo. Pero ninguno podíamos impedir el Destino, que para entonces ya había sido escrito en su libro.