Moondale

Etiqueta: A Dante le gustan los memes

  • OJOS ROJOS

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – DAGRKNOT

    Nunca he sido una persona muy metida en redes sociales, siempre he preferido trabajar con las manos y la vieja mecánica en lugar de los ordenadores e internet. Pero si que me habían hecho gracia toda la vida los memes, los buenos, al menos.

    En aquél momento no dejaba de darle vueltas al meme de Anakin Skywalker con la arena, pero en mi caso, con aquella puñetera tormenta sin fin.

    Desde que habíamos llegado a ese jodido planeta todo había sido agua, desde aparecer en mitad del maldito océano – o mar, lo que sea – pasando por unos putos demonios serpiente marina que nos querían hundir en las profundidades hasta terminar en esa maldita llovizna débil que parecía que no estaba cayendo pero al final te encontrabas calado hasta los huesos y muerto de frío.

    Yo era un tipo de verano, especialmente desde que vivía solo. De poder ir por casa en calzoncillos sin preocuparme de coger un resfriado que me tuviera jodido una semana, porque sí, los aesir muy fuertes, pero nos ponemos malos igual, aunque según el padre de las MacLeod, de forma menos mortal en algunos casos. Alguna ventaja tenía que haber.

    Aquél lugar era invierno. Toda la vida me había quejado del tiempo de Moondale cuando llegaba el invierno, pero sinceramente, era un paseo comparado con el frío y la humedad de aquél mundo. Me extrañaba que no les hubiesen salido a todos unas malditas branquias.

    Para mí nadar era una putada. Mi madre había descubierto siendo pequeña que la fisiología de su cuerpo la hacía más densa y naturalmente en lugar de flotar, se hundía. Así que desde pequeño eso se me había quedado grabado en la retina hasta llegar a la actualidad, sin haber nadado en mi vida. Los bordes de las piscinas eran mis amigos y a la playa de todas formas no acostumbraba a ir porque la gente común me vería las alas. A la única playa a la que había ido era a la que estaba frente a la casa de verano de las Echolls e incluso allí había procurado hacer pie.

    Así que ese mundo no lo empecé de muy buen humor. A veces, cuando me apetecía relajarme, además de la forma que imagináis, me gustaba volar. Pero con aquél tiempo infernal era imposible salir y arriesgarme a convertirme en un pararrayos humano o en el mejor de los casos, volar con las alas empapadas.

    En el interior de la cabaña que nos habían dejado sí que se estaba bien, con el calor de la chimenea y la tormenta exterior, pero era aburrido a más no poder. Lo único que teníamos para entretenernos era hablar entre nosotros o a través de las esferas y aquellos trastos mágicos no terminaba de entenderlos. Para mí tendrían que haber tenido un botón, números o una puta palanca.

    Después de la charlita de Xander con la esclava Antje, vino a explicarnos todo el percal que había en aquél sitio y más concretamente, los miedos que guardaba por esa leyenda Vanir. Así que estabamos perdidos, sin pistas del Daë del pelo azul y con más preocupaciones para Xander.

    Digo «más preocupaciones para Xander» porque no me cabía en la cabeza la idea de que la inocente Elle que siempre cuidaba de todo el mundo, intentaba hacer todo bien y se guardaba una sonrisa para cada ocasión, pudiese convertirse en una psicópata hambrienta de poder, por mucho poder que tuviera.

    Estuvimos discutiendo qué hacer hasta bien entrada la noche, cuando el sonido de alguien llamando a la puerta cambió las cosas. Owen fue a abrir y en el marco de la puerta, recortado contra la noche oscura y tormentosa, como si acabara de salir de un puto slasher, estaba una figura encapuchada.

    Se descubrió antes de pasar y vi otra vez esa desagradable cara de Orm…algo, Orm Nostrum o como fuese. Me coloqué en tensión sin ni siquiera pensarlo, aquellos ojos brillantes que había mostrado antes eran calcados a los de los Neidr, así que el tipo no estaba detrás de nada bueno.

    – [b]Disculpad esta visita tan tardía.[/b] – dijo con una voz empalagosa. Trataba de ser tan educado y embelesar con sus palabras que tenía miedo de que me provocase una diabetes. Y sí, lo notaba incluso sin escuchar la traducción de sus palabras, porque el que llevaba ahora el dispositivo era Xander.

    – [Xander]Señor Nystrom, pase.[/Xander] – le ofreció Xander, mostrando la sonrisa de cortesía que se guardaba para aquellos de los que no se fiaba.

    – [b]No tengo mucho tiempo, la jarl Vigdis no querría verme aquí tratando con vosotros este…asunto.[/b] – Xander era el psicólogo, seguro que se estaba dando cuenta de que aquél tío era sospechoso.

    – [Xander]¿Qué asunto?[/Xander] – preguntó sin moverse de la entrada, no quería que Orm se acercara demasiado a nosotros. Ruby se puso en pie y se acercó a ellos, por si la necesitaba.

    El tipo se acercó a las ventanas y observó por ellas de una manera un poco teatrera. – [b]Es peligroso hablar de ello…[/b] – se quedó callado y la sibilancia de sus palabras se me clavó en el cerebro. – [b]…ha llegado a mis oídos que preguntabais por un joven de pelo azul.[/b] – añadió.

    Xander meditó sus palabras. Fuera lo que fuera lo que le hubiese preguntado, nos ponía en un compromiso. – [Xander]Es posible.[/Xander]

    – [b]Ese hombre, en caso de que lo busquéis, tiene el pelo azul por un motivo.[/b] – no me gustaba como miraba a Xander. – [b]Corre el rumor de que era de un poblado mucho más al norte, ahora abandonado. Odín no fue benevolente y en una incursión pereció toda su gente.[/b] – Xander lo escuchaba, atento. – [b]Se dice que naufragó en una isla perdida que ni siquiera sale en los mapas. Una isla maldita por un espíritu con el que hizo un pacto.[/b] – añade.

    – [Xander]Si hizo un trato con un espíritu entiendo por qué la jarl no quiere hablar de esa persona, si es que existe.[/Xander]

    – [b]Oh sí, existe. Mis propios ojos le han visto a él y a su melena azul.[/b] – torció los finos labios en una pérfida sonrisa.

    – [Xander]Supongo que no podrías decirnos dónde.[/Xander]

    – [b]No debería, pero sí podría.[/b] – volvió a fingir que miraba por las ventanas. – [b]Es un cazatesoros. Comanda un barco llamado ‘Diosa Azul’ y atraca habitualmente en Raahe, al oeste de aquí.[/b] – Xander entrecerró los ojos, algo que acababa de decir el otro tipo le había sorprendido.

    – [Xander]¿Nos lo dices así, sin más? ¿Por qué?[/Xander] – en aquél idioma infernal cualquiera sabía, pero parecía que le estaba preguntando algo.

    – [b]Vivimos tiempos difíciles. Un grupo de forasteros con muchas preguntas no ayuda, por mucho que sean hábiles…matademonios.[/b] – había algo en sus palabras que destilaba maldad. – [b]Vuestra marcha será buena para todos y si en vuestro camino se cruza ese hombre en el lado opuesto, también saldremos todos beneficiados.[/b]

    Xander se quedó un rato en silencio, pensativo. – [Xander]¿Y si es amigo nuestro?[/Xander] – noté que ponía mucho cuidado en sus palabras.

    Aquella serpiente rastrera le observó fijamente. – [b]En ese caso tendría que apelar a este gesto benevolente para confiar en que vuestros caminos no se cruzasen con nosotros de nuevo.[/b] – respondió.

    – [Xander]Marcharemos de madrugada.[/Xander] – Xander dijo algo corto que al otro le hizo sonreír.

    – [b]Buen viaje a todos. Que Odín os preste su bendición.[/b] – se giró y se marchó, fundiéndose una vez más en la noche.

    Cuando Xander se giró hacia nosotros, Ruby le miraba de forma inquisitiva, esperando respuestas. Nos explicó todo lo que había dicho aquél tipo y todos estuvimos de acuerdo en que había algo más oculto en sus intenciones.

    Podía ser una trampa o podía ser verdad que quisieran librarse de nosotros. La vena heroica de Xander le hacía dar demasiadas vueltas a si debíamos quedarnos un poco más y ver si podíamos ayudar a aquella gente, pensaba que las intenciones de Orm eran quitarnos del medio para seguir sus maquinaciones. Pero como le manifesté con mucha educación a Xander, no tenía que importarnos.

    – [Dante]¡Que le den por el culo a esta gente! Tenemos que preocuparnos de nosotros y de volver a casa.[/Dante] – ¿qué? estaba siendo educado. Aquella gente nos había mirado con recelo desde el principio y aquella cabaña pese a ser cómoda, tenía todos los ojos puestos en ella y parecía una cárcel.

    Al final, después de pasar media noche discutiendo con Xander, conseguimos convencerle de que teníamos que seguir adelante. Por mucho que le preocupara aquella gente, los nuestros estaban en un peligro inminente y Ruby le recordó que no estábamos allí para interferir en el desarrollo de esos mundos.

    Por mi parte, cuanto antes nos alejáramos de aquél mundo frío, húmedo y anticuado y volviéramos a la nave, mejor.

    Así que a la madrugada siguiente nos fuimos en la dirección que marcaba el mapa que esa serpiente de Orm nos había dejado. No nos despedimos de la jarl ni de nadie, porque él iba a encargarse de «excusarnos», pero sentimos una mirada fija en nosotros todo el camino. No tuve que darme la vuelta para saber que aquellos ojos que nos seguían eran rojos.