JJ VERONICA| OBELISCO
TARDE
Cuando se llevaron al chico y el General se fue dándome la espalda, me quedé sola en la celda. El imbécil de mi hermano había sido de los primeros en irse, incapaz de reprimir las carcajadas. Estaba disfrutando de su segundo de gloria, porque yo se lo permitía. Lo que no sabía es que pronto borraría cualquier expresión de su asquerosa cara.