Moondale

Etiqueta: Beatrix Lenora Browning

  • TODO ESTÁ CAMBIANDO

    Sarah – Bosque de los lobos

    Noche

    Me sentía culpable por cada persona que resultó herida aquella noche, por los que perdieron la vida incluso aunque fueran de moral cuestionable (¿Quién era yo para juzgar a nadie?) y por cada destrozo de la ciudad. Mi cuerpo no daba muestras de cansancio físico, porque no dejaba de ser una máquina de matar y en mi genética de Cazadora no existía la opción de «batería baja», al menos no de la misma forma que para el resto del mundo, pero sí que estaba agotada psicológicamente. Enfrentarme, primero a mis miedos a manos de El Rey Negro y después a Aaron, que era tan indestructible como parecía, hicieron que combatiese de manera mecánica, prácticamente sin pesar.

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  • BEGINNING OF THE END

    3×14 – BEGINNING OF THE END

    Christopher MacLeod | La Nave

    El azúcar cayó sobre la superficie negra e inmaculada del café, provocando ondas bajo mi distraída mirada. Removí con la cuchara y me apoyé en la pared del gimnasio, ocupado en ese momento por un entrenamiento de los Satellites a manos de Dominic y Daniel.

    – [Dom]Kuruk, te quedan diez para batir tu propio record. Tienes que llegar a veinte más.[/Dom] – las proezas físicas de Kuruk no dejaban de sorprender. Llevaba casi una centena de circuitos completos, compuestos por flexiones, skipping osentadillas con salto. Un total de cinco ejercicios diferentes que combinaban fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Estaba a punto de batir su récord y apenas había empezado a sudar hacía diez circuitos.

    Me paré a pensar en los circuitos que podría llegar a hacer yo en ese mismo instante. Ser licántropo me hacía ser ligeramente más resistente, muy ligeramente, porque la verdadera «ventaja» era física al estar transformado y los sentidos más agudizados continuamente, pero ni con esa ligera mejora sería capaz de pasar de cinco con el cansancio acumulado por los planes, las tres noches de transformación a mis espaldas y la paternidad reciente.

    Tener un bebé de menos de un mes que demanda constantemente tu atención es agotador, pero si a eso le sumas dos trabajos y una presión constante por salvar vidas, la mezcla se convierte en un cóctel terrorífico. Por el trabajo no podía quejarme, en la Universidad nos habían dado tiempo y flexibilidad tanto a Diana como a mí para cuidar de Amy. Pero para salvar el mundo no había esperas ni pausas.

    El tres de junio tendría lugar la batalla de Ripper, estuviésemos preparados o no y ya estábamos a quince de mayo. El Día Internacional de la Familia que para mí había comenzado levantándome dolorido, cansado, solo y desnudo en una celda. La única interacción con mi familia por el momento había sido hablar con Diana en cuanto comprobé que las dos estaban despiertas para ver cómo estaban y qué tal había sido la noche. Mientras me contaba todas las veces que se había despertado de madrugada y había tenido que volver a dormirla durante horas mientras Amy no dejaba de emitir un ruido que parecía un aullido, no podía dejar de sentirme culpable por no haber estado allí, por mucho que Diana intentase quitarle hierro al asunto.

    No dejaba de darle vueltas a mi decisión en las Pruebas y en si tenía que haber elegido la pócima que curaba la licantropía. Siempre terminaba en la misma conclusión, para entonces ya era tarde, Amy podría ser licántropa de todas formas y si no hubiera cogido el amuleto, Diana podría serlo también. En ese punto es cuando empezaba a pensar si no tendría que haber hecho como Fenris, haber aprendido a controlar esa parte de mí en lugar de huir de ella.

    – [Daniel]Tienes que saber que es parte de ti, controlarlo en cada movimiento, con cada impulso. Puedes hacerlo.[/Daniel] – volví al presente al escuchar las palabras de Daniel, confuso por un momento al pensar que se refería a mí. Pero no, estaba al lado de Magnolia, que estaba concentrada en un pequeño montoncito de arena al que intentaba dar diferentes formas geométricas. Daniel reparó en mi mirada y me dirigió un gesto de ánimo con la cabeza.

    Al volver a la realidad me percaté de que April y Ted no dejaban de charlar en una esquina. – [Dom]Chicos, la conversación en vuestras mentes.[/Dom] – les reprendió Dominic. Contuve una sonrisa por lo literal de la reprimenda. Su entrenamiento consistía en ese momento en conversar mentalmente para intentar practicar de cara al combate, donde podría sernos muy útil, aunque fuese para mantener distraído a Mental.

    – [Carmela]A mí no me vengáis con más figuritas que estoy hasta el coño.[/Carmela] – intervino Carmela con su marcado acento italiano y una voz engravecida por una adicción de la que intentábamos curarla. – [Carmela]Un cartón de tabaco es lo que necesito.[/Carmela] – sentenció. Daniel y Dominic se miraron sin saber qué decirle.

    – [MacLeod]Ya has tenido suficientes avisos, Carmela.[/MacLeod] – le respondí, tan serio como solía estarlo cuando se trataba de un tema vital. La maldición de Carmela le había dado un poder completo, incluyendo cambios en sus pulmones para protegerse del humo, pero el tabaco tiene más sustancias nocivas además del propio humo, así que la habíamos convencido para dejarlo, todavía peleando con ella a menudo. Para que pudiera seguir utilizando su poder habíamos conseguido dar con la única alternativa posible, un hervidor portátil de agua para vaporizarse vaho de hierba de eucalipto entre otras. Así que ahora cada vez que usaba su poder nos dejaba a todos la nariz despejada.

    Carmela refunfuñó por lo bajo y agitó con brío el vaporizador para inhalar el vapor, que transformó en un gigantesco corte de manga. Negué con la cabeza mientras algunos intentaban contener la risa.

    – [Dom]Recuerda Joey, solo la cantidad necesaria de poder.-[/Dom] escuché decir a Dom, intentando volver al entrenamiento. Joey estaba golpeando un saco de boxeo que se movía como si estuviera lleno de plumas. – [Dom]Tienes que controlar la cantidad de tinta que usas en tus golpes. Usar solo medio tatuaje en lugar de todo.-[/Dom] cada vez que les veía entrenando a los Satellites, tanto Dom y Daniel como los demás, me sentía orgulloso de lo que hacían y de lo que conseguirían hacer cuando ese lugar pasase de ser una nave industrial a una escuela. No les estaban entrenando para ser letales, para ampliar sus poderes y hacer daño. Ellos les entrenaban para conocer sus poderes y controlarlos, para tener siempre presente lo bueno y lo malo que podían hacer con ellos y para proteger a los que no tenían esos dones.

    Terminé el café y caminé hasta la salida, pasando al lado de Daniel y Nicholas.

    – [Daniel]Nicholas, ¿cómo lo llevas?[/Daniel] – escuché que le preguntaba. Daniel le había entregado a Nicholas el último trozo del metal que había cogido en la Iniciativa para intentar replicarlo y reproducir las armas que pudiera para el grupo.

    – [Nicholas]He conseguido crear un par más a partir de los materiales que sobraron de la construción de la nave.-[/Nicholas] comentó con un deje nervioso en la voz, señalando un par de piedras pequeñas que tenía en una mesa. Se colocó las gafas y observó a Daniel. – [Nicholas]Si, solo esto ha salido de todo el material. Este metal es muy raro y el intercambio de material debe ser mayor. [/Nicholas] – explicó. En el mundo real nunca había noticias demasiado buenas, simplemente ibas tirando con lo que tenías.

    – [Daniel]Te buscaré más. ¿Hará falta menos si es algún tipo de metal más «cercano»?[/Daniel] – preguntó Daniel. Sería difícil encontrar un metal cercano, pero por poco que pudiera aproximarse sería una mejora y nos vendrían muy bien esas armas viendo la amplitud y el armamento de los dos bandos entre los que nos íbamos a interponer.

    – [Nicholas]Si. Cuanto más se acerque a este metal menos cantidad será necesaria usar.-[/Nicholas] sentenció el joven alquimista subiéndose las gafas. Otro Christopher con más tiempo libre y menos obligaciones habría pasado una buena temporada investigando sobre la alquimia para ayudar a Nicholas y por el mero afán de sabiduría. Este Christopher no podía, tenía demasiadas cosas que ordenar en la cabeza y estaba demasiado cansado y preocupado como para hacerlo con la tranquilidad habitual, así que tenía que echarle tiempo, paciencia y ser muy metódico.

    Daniel asintió, pensativo. – [Daniel]Buen trabajo.[/Daniel] – añadió dándole un ligero apretón en el hombro antes de volver a los entrenamientos, esta vez para asegurarse de que David conseguía romper una hilera de botellas de cristal vacías con su grito. Me reí en mis pensamientos, en el cine y la televisión siempre lo hacían con copas, aquí no teníamos dinero para desperdiciarlo en copas para romper.

    – [MacLeod]Estaré en la biblioteca.[/MacLeod] – me despedí antes de abrir la puerta que daba al pasillo. Daniel y Dom asintieron y continuaron con el entrenamiento. Todos teníamos mucho que hacer. Demasiado.

    Caminé en silencio hasta la biblioteca de la Nave, que por el momento no era más que una declaración de intenciones con algunas mesas de estudio y estanterías, de madera creada por Nicholas y trabajada por Kuruk e Hiroshi, ocupadas en una cuarta parte de su capacidad por libros que habíamos llevado entre todos y alguna donación del Consejo, que esperaba que fuese mayor en el futuro.

    En cuanto abrí las puertas, vi que la biblioteca no estaba vacía. En una de las mesas estaba Matías, absorto en varios mapas en tamaño A1 que tenía cubriendo toda la mesa. – [MacLeod]Buenos días, Mati.[/MacLeod] – le saludé, en español. La mayor parte del tiempo dejaba de ser consciente de mi poder y terminaba preguntándome en qué idioma me escuchaba hablar la gente.

    – [Matias]Buenos días, Christopher.[/Matias] – respondió. Las conversaciones con Matías eran especialmente confusas porque hablaba con fluidez varios idiomas y me costaba trabajo distinguir en cuál hablaba en ese momento, si en el mío nativo o en el suyo. Aunque lo cierto era que diferenciarlo no era más que una vieja costumbre poco práctica. – [Matias]He terminado con el análisis. Te lo he dejado encima de la mesa y he enviado una copia al grupo por correo. [/Matias] – comentó, apilando sus mapas en un lado de la mesa. Matías se estaba encargando de un trabajo a la altura de su intelecto. Estaba recopilando información de todas las fuentes posibles y analizándola para determinar los puntos de mayor riesgo para la población el día del ataque, de esa forma podríamos centrar nuestros esfuerzos en proteger a la gente en esas zonas o evitar que fuesen hacia allí. – [Matias]Voy a ir a comer algo de media mañana.[/Matias] – explicó mientras cogía su mochila. Matias era un cliente asiduo de un local de comida rápida que habían abierto unos bloques más allá, pero sus visitas no se debían solo a su aprecio natural por la comida, si no a que su cerebro consumía mucha más energía que un humano corriente.

    – [MacLeod]Que aproveche.[/MacLeod] – le deseé, agradeciendo en parte quedarme solo para ordenar mis pensamientos. Eché un vistazo al móvil para ver si Diana había escrito algo. No tenía ningún mensaje, así que me preocupé por si algo iba mal con Amy, que había estado muy agitada las tres últimas noches. También me habría preocupado si me hubiese escrito.

    Busqué una mesa frente a un ventanal para aprovechar la luz del día y apoyé la taza de café en un posavasos mientras sacaba de mi maletín mi diario.

    Hacía ya unos años que todos habíamos decidido empezar a escribir nuestras vivencias en diarios personales, para asegurarnos de que lo que vivíamos no quedaba en el olvido y esa información le resultaba útil a alguien en algún momento, quizá a nuestros propios hijos.

    Pero mi diario tenía una peculiaridad. Llevaba ya varios escritos porque no solo narraba mis experiencias de una forma bastante detallada, si no que usaba las páginas finales para tomar notas, apuntar ideas y guardar nuevos conocimientos.

    Abrí el actual por la sección de anotaciones correspondiente a la ‘Batalla de Ripper’ y me fui a una página en blanco para volcar mis pensamientos y mis recuerdos de lo que habíamos visto en el futuro.

    • La batalla será el tres de septiembre.
    • En las azoteas del edificio Lenora se podían ver los nombres de los fallecidos en la Batalla, exceptuando los de aquellos que consideraron enemigos. Había demasiados y conocía varios de ellos: alumnos y profesores de la Universidad, vecinos…
    • La Iniciativa será eliminada completamente y con ella todos los que intenten defender a los inocentes que están allí.
      • Esa masacre pondrá claro el objetivo del Gobierno contra los sobrenaturales.
    • El bando negro está esperando la oportunidad para derrocar a los otros dos bandos y tomar el control, pero esperarán a ganar todos juntos y acumular suficiente poder.
      • Es imposible convencer a Z de que le van a traicionar.
    • Dieron por muerta a Butterfly, eso le dio la oportunidad a Omega de tomar su lugar y desencadenó la muerte de Sasha y de Sarah.
      • Debemos proteger a Butterfly nosotros mismos porque Z no nos recibirá salvo para formar parte de su bando.
      • Si algo ocurre, Sasha será la siguiente, hay que protegerla pero es solitaria, Sarah es a la única a la escuchará.
    • Z es el Director de Inteligencia Nacional con todo lo que eso implica, y tiene una potenciada que manipula la tecnología.
      • Por tanto tienen ojos en todas partes y más tendrán cuando inventen el Omnilens.
      • Por tanto controlan los medios de comunicación.
    • Valcranneo Logoon. De nuevo ese nombre. Lo he leído en mis notas de la época del Soberano, pero no recuerdo qué significa…

    – [Ed]Te vas a quedar sin margenes en los que escribir.-[/Ed] habló una voz familiar. Me giré para ver a Ed acercándose. O se había vuelto muy sigiloso, o yo estaba demasiado absorto.

    Le devolví una sonrisa cansada. Mis ojeras debían haber evolucionado ya a tener consciencia propia. – [MacLeod]Ni siquiera te escuché entrar.[/MacLeod] – comenté, siendo sincero. Ed se sentó en una silla cerca de mí y echó un vistazo a las dos páginas que cubrían ya mis anotaciones. – [MacLeod]Desde que está Amy mi cabeza no está como para contener todo esto.[/MacLeod] – admití, sonriendo, pero ligeramente frustrado.

    – [Ed]Si detenemos a ambos nada de lo que vimos tiene porque ocurrir.-[/Ed] comentó él, esperanzado. Ojalá pudiera tener la misma esperanza que él, pero no dejaba de ver nuestra tarea como algo titánico y casi un imposible, pese a que fuéramos expertos en eso. Por suerte ya estaba Ed para mantener a buen recaudo el tesoro de Pandora.

    – [MacLeod]¿Te importaría echarme una mano?[/MacLeod] – le pregunté. – [MacLeod]Necesito pensar en voz alta y que alguien me ayude por si algo se me escapa.[/MacLeod] – expliqué. Necesitaba repasar todos esos acontecimientos y empezar a materializar los planes, pero temía que con el cansancio algo se me pasara por alto.

    – [Ed]Por supuesto.-[/Ed] replicó él, colocando la silla de manera que quedó frente a mí, listo para escuchar.

    – [MacLeod]Por un lado tenemos la fecha concreta.[/MacLeod] – pasé la página y escribí ‘3 de Junio’ en la esquina superior derecha. – [MacLeod]Eso es menos de un mes.[/MacLeod] – no era fácil admitirlo, pero el tiempo corría en nuestra contra. – [MacLeod]Si ganan ya hemos visto lo que pasará y lo que harán con la Iniciativa y los que intenten detenerlos.[/MacLeod] – escribí en el lado izquierdo Iniciativa y en el derecho, Z. En el centro escribí Ripper y lo rodeé con un amplio círculo. Estábamos en medio de una lucha de titanes. – [MacLeod]Además de los que cojan por el medio.[/MacLeod] – empecé a marcar puntos en el círculo de Ripper intentando no recordar los nombres que había visto en el futuro, ni nuestras muertes y las de nuestras hijas e hijos en ese intento de volver a la normalidad.

    – [Ed]Tenemos la ventaja de saber cuando va a atacar Z, algo que dudo que sepa que conocemos.-[/Ed] respondió Ed. Por lo que Sarah y los demás que habían estado en el Palacio habían dicho, Z contaba con al menos una bruja experta en conjuros para ver el futuro, así que no podíamos estar seguros de lo que sabía o lo que no, pero tampoco tenía tiempo como para estar continuamente atisbando el futuro. Teníamos que confiar en que, si lo intentaba, no diera con un momento del tiempo que descubriera nuestro plan. Sondear el tiempo es una ciencia inexacta, nosotros mismos no pretendíamos ver un futuro tan distante, pero nos adaptamos a lo que vimos y obtuvimos respuestas, probablemente gracias a la guía de los Daësdi, una ayuda con la que ellos no contaban. Sería mejor preocuparnos por otras formas que tenía Z de saber lo que ocurría.

    – [MacLeod]Z es un alto miembro de Inteligencia Nacional y la Iniciativa tiene otra parte amplia del Gobierno, especialmente las fuerzas militares.[/MacLeod] – planteé, desmontando y volviendo a montar el bolígrafo mientras pensaba. – [MacLeod]Es muy arriesgado descubrirnos, pero tenemos que hacerlo.[/MacLeod] – afirmé. No teníamos otra opción esta vez. Lo habíamos estado comentando todos durante una temporada y no terminábamos de llegar a un acuerdo, pero no teníamos otra opción. Además, las grabaciones de Dom utilizando su poder bajo el influjo del espectro musical eran virales dentro de Ripper, pero de boca en boca. A alguien no le interesaba que se propagasen. – [MacLeod]Filtrarán cualquier información por los medios de comunicación, así que a los que podamos avisar, tendrá que ser en directo. En algún gran evento.[/MacLeod] – era nuestro único recurso, descubrirnos frente a todo el que pudiéramos de una forma que no esperasen.

    – [Ed]¿La gala de recaudación de fondos de Fenris?-[/Ed] sugirió Ed, dando la solución. Era curioso cómo tenía una buena idea pero la presentaba como una pregunta para no hacer la sugerencia invasiva. Ed era todo lo contrario a la beligerancia.

    – [MacLeod]Es una buena idea.[/MacLeod] – le reconocí. Todos los años, Construcciones Fenris llevaba a cabo una gala de recaudación de fondos entre sus accionistas y algunos de los miembros más pudientes de Ripper. Cuando volvió de su viaje al Tíbet, Fenris convirtió la fiesta en un evento público que le ganó el cariño de la gente. Después, tras su captura por parte de la Iniciativa y al desvincularse poco a poco de su empresa, los accionistas la habían estado celebrando de la forma habitual.  – [MacLeod]Podemos hablar con él para que organice el evento en un lugar abierto con algo que llame la atención de la gente de a pie.[/MacLeod] – añadí. Quizá era el momento de que volviese a realizar el evento a gran escala.  – [MacLeod]Ahí será el momento de hacer el anuncio. De descubrirnos, para bien o para mal.[/MacLeod] – finalicé, pensativo. Si las cosas salían mal, no tendríamos descanso nunca, podríamos perderlo todo. Pero lo que sabíamos sobre el mundo nos ponía en la obligación de hacer algo para evitar que la gente saliese herida. Los héroes no son tales si no tienen nada que perder.

    – [Ed]Música, comida… eso siempre atrae gente.-[/Ed] intervino Ed, dando por buena nuestra idea. Tomé nota, alguien tendría que hablar con Fenris. Quizá Sarah, Diana o Lucy, tenía debilidad por las Echolls. Aunque en la boda de Elizabeth había intimado mucho con Karen.

    – [MacLeod]Lo difícil será el discurso.[/MacLeod] – aseguré. No por saber qué decir. Tenía presente lo que necesitaba decirse aunque no tuviera claro el orden. El problema estaba en que no era yo quien debía hacerlo, y tenía que convencer a esa persona para presentarse delante de centenares de personas y descubrir un secreto que llevaba años guardando.

    – [Ed]Cuando la gente vea lo que somos capaces de hacer, las palabras apenas serán necesarias… salvo que se asusten y cunda el pánico.-[/Ed] alcé las cejas en una mueca de preocupación. No era capaz de preveer la reacción de la gente. Se escapaba a mi control y eso me inquietaba.

    – [MacLeod]Un problema de cada vez.[/MacLeod] – propuse, más para mí que para él. Intenté dar por solucionada esa parte ahora que teníamos un esbozo de plan. – [MacLeod]Después tenemos a la tercera jugadora, Omega.[/MacLeod] – escribí su nombre en la parte superior y tracé una flecha hacia Z, cerca del que escribí ‘Beatrix’ y ‘Butterfly’.  – [MacLeod]Por lo que sabemos Z la dará por muerta y es ahí cuando Omega ocupará su lugar y tomará su poder.[/MacLeod] – le recordé, señalando el nombre de Butterfly. Z no nos escucharía y Butterfly era una seguidora ferviente, así que no podíamos confiar en solucionar eso hablando.

    – [Ed]Debemos tener cuidado con ella, por lo que hemos visto ya esta aquí. Y por sorprendente que parezca es peor que cualquiera de estos dos.-[/Ed] puntualizó Ed, señalando los nombres de Z y de Preston.

    – [MacLeod]Lo sé.[/MacLeod] – respondí de forma casi automática, porque mi mente estaba ya en otro lugar. Omega era Verónica Preston. En ese mismo diario que reposaba sobre la mesa estaban varias páginas de anotaciones sobre el otro futuro que habíamos visto, si la Iniciativa ganaba. Ese futuro terminó con Verónica viajando al pasado y Ezra yendo tras ella. Si Verónica había llegado hasta aquí, ¿también lo habría hecho él? Sin duda eso era algo que Ed también se estaría preguntando. No quería estar en su lugar.  – [MacLeod]Pero al parecer en esta época estaba débil, así que si evitamos que coja a Butterfly, habremos evitado gran parte del problema.[/MacLeod] – añadí intentando buscar un punto de esperanza. Ella misma lo había dicho en el futuro, que no atacó a Z durante mucho tiempo porque estaba débil por algo que le habían hecho. Si eliminábamos su oportunidad de conseguir a Butterfly, le robaríamos su plan maestro y tendría que retirarse. No podíamos hacer otra cosa por el momento, teníamos demasiados frentes como para enfrentarnos también a ella ahora, y si nos viese, estando en desventaja, jamás se descubriría.

    – [Ed]La tendremos vigilada.-[/Ed] afirmó Ed. No lo dudaba, sabía que él mismo se tendría que encargar de mantenerla bajo vigilancia gracias a su poder. En cuanto Ed detectase algo raro, iríamos a por ella.

    – [MacLeod]En cuanto veáis la oportunidad, tenemos que ponerla bajo nuestra protección.[/MacLeod] – añadí, aunque no era necesario decirlo. Teníamos que elegir el momento perfecto para que la gente de Z no se nos echase encima. – [MacLeod]Lo que nos lleva al siguiente intento, Sasha.[/MacLeod] – continué hilando nuestra red de acciones. Tras «perder» a Butterfly, irían a por Sasha, y si eso no les salía bien, irían a por Sarah. De cualquier forma, teníamos el deber de proteger a Sasha, yo especialmente. – [MacLeod]Es demasiado solitaria, Sarah ha dicho que hablará con ella y la convencerá de venir aquí o a casa de alguno de nosotros para estar protegida.[/MacLeod] – aseguré. Era la única a la que escucharía.

    – [Ed]Si, no podemos estar solos y desprotegidos en este momento.-[/Ed] comentó Ed. Tenía toda la razón, todos estábamos en peligro potencial. No podía dejar de pensar en Amy y Diana, que merecían estar juntas y disfrutar y sin embargo teníamos que estar preocupados por su seguridad.

    – [MacLeod]Podemos hacer refugio aquí para cualquiera que lo necesite. Hay que estar preparados para que gente de a pie salga herida.[/MacLeod] – añadí. La Nave tenía bastante espacio y podía convertirse en un refugio improvisado, igual que la Universidad, Mercy y los O.W.L.S ya estaban preparados.

    Ed asintió en silencio. Había visto con sus propios ojos lo que era un mundo en el que la gente a la que quieres sale herida, una tras otra y ahora nos enfrentábamos de nuevo a una perspectiva igual.

    – [MacLeod]Por lo demás, el resto es preparar el combate.[/MacLeod] – continué, garabateando en la hoja algunas de las cosas que necesitábamos tener. – [MacLeod]Entrenar a los Satellites, preparar armas, encantar los trajes que va a preparar Lucy…nada estará de más.[/MacLeod] – aseguré. Todo lo que pudiéramos conseguir a nivel de protección sería necesario.

    Continuamos un rato más repasando una a una las ideas y los puntos críticos de todo lo que estaba por venir. Un repaso que me ayudó a desconectar de la carga mental que llevaba varios días rondándome la cabeza. Con el descanso de tener planes trazados, podía permitirme disfrutar de Diana y de Amy durante un buen rato. Me lo había ganado.

    – [Ed]Bueno, te dejo que sigas garabateando en las esquinas. Tengo que ver a Diana para los encantamientos de protección.-[/Ed] afirmó. No dejaba de sentirme culpable por no encontrar una forma de evitar que Diana entrase al combate y pudiera estar con Amy. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer y aunque pudiera, Diana jamás evitaría luchar para proteger el futuro de su pequeña y de todos a los que quería.

    Me despedí de Ed y tomé un par de notas más antes de llamar por teléfono a Diana. Mi segundo momento favorito del día. El primero iba a ser esa tarde cuando estuviera con ellas.

    Confiaba en que la paciencia fuese recompensada, que los momentos que todo lo que estaba ocurriendo me estaban robando con ellas, se convirtiesen en un periodo de paz en el que pudiéramos estar juntos y disfrutar como personas normales.

  • CICATRICES EN EL ALMA

    XANDER ECHOLLS | EDIFICIO LENORA

    La depresión, en su estado más puro, es frustración y arrepentimiento. Arrepentimiento por malas decisiones que nosotros u otros han tomado y frustración por no tener el poder para cambiar esas cosas. Quizá mi bisabuelo, capaz de controlar el tiempo, nunca tuvo ni podría haber tenido depresión, porque podía cambiar las cosas. Pero para el resto de los mortales eso no era más que un deseo irrealizable.

    Conocía bien cómo te hacía sentir porque yo mismo la había vivido desde que había visto, impotente e incapaz de hacer nada, como se llevaban a mi madre, no una, sino dos veces.

    La primera vez era demasiado pequeño para ser perfectamente consciente, pero una imagen se quedó grabada en mi mente, marcada a fuego para siempre. Era una imagen tenue, lógicamente, pero intensa. No contenía detalles, como el lugar o quienes estaban presentes. Solo recordaba a mi padre, tirado en el suelo, sangrando y a mi madre, inconsciente, arrastrada por un grupo de protegidos. Había una mujer con el pelo rojo como la sangre que me miraba divertida mientras jugaba con un alfiler.

    Quizá originalmente no recordaba todo eso, pero el tiempo y los conocimientos de los demás me permitieron darle más color a esa imagen, saber quién era esa mujer, la Reina Negra, una hechicera experta en magia de sangre.

    La segunda vez fui más consciente y sentí la impotencia de no poder hacer nada, no solo por no tener la fuerza suficiente para plantarles cara, si no por tener que esconderme y proteger a mi hermana.

    Esos hechos me marcaron, me dieron la personalidad que tenía hoy en día y los traumas que acarreo. El miedo a volver a sentir esa pérdida fue lo que permitió que decidiese alejar a Jane de todo esto sin su consentimiento, tratándola como a una chica indefensa sin capacidad para decidir por sí misma cuando sabía perfectamente que era mucho más poderosa que yo o que cualquiera de los presentes, salvo quizá mi hermana. Había intentado sobreproteger a ambas cuando eran más capaces que yo para hacerlo.

    Si pudiera volver atrás, seguramente repetiría lo mismo que había hecho, porque seguía teniendo el mismo miedo y habría cometido el mismo error. Sería ridículo decir que no temía morir allí, por supuesto que lo hacía, o que cualquiera de los demás tuviese un fatal desenlace. Mi mayor anhelo era que todos pudiésemos volver sanos y salvos, pero sabía que no sería así. Habría bajas, todos habíamos tenido que asimilar el riesgo cuando decidimos hacerlo. Lo que pasaba es que había bajas que sabía que no sería capaz de sobrellevar. La de Jane, la de nuestro pequeño nonato y la de Elle eran tres de ellas.

    El campo de batalla no atenuaba mis miedos. Estábamos aún a una terraza del ático donde el grupo de Owen y su padre luchaba contra los protectores más cercanos a Z. Tras la muerte de ‘Wall‘ a manos de mi padre, la balanza de inclinó de nuestro lado, pero no duró demasiado.

    Poco después se unieron varios protegidos y el propio campo de batalla se volvió contra nosotros. Las terrazas del edificio estaban diseñadas para incorporar la propia naturaleza al entorno urbano, manteniendo el ecosistema y tratando de recuperar parte del daño que había hecho el ser humano. Dos de las protegidas que aparecieron eran Leaf y Briar. Juntas, hicieron que la naturaleza cubriera completamente el terreno, entorpeciendo nuestros pasos, cegándonos, reteniéndonos en pleno combate y atacándonos desde todas direcciones.

    En mis manos, Ocaso segaba las ramas de los árboles con facilidad antes de que me golpearan, pero mi concentración tenía que ser completa para evitar también los ataques de los peones. Sentía en la espada la fuerza de su espada hermana Albor, que acababa con sus enemigos como si la que la empuñaba no fuera mi alegre hermana Elle sino una persona completamente diferente, despojada de su alegría e inocencia, una versión guerrera y despiadada de sí misma.

    Sabía que el miedo a perder a Jane y Elle ante la muerte era más complejo que el mero hecho de verlas morir. Estar cerca de la muerte siempre nos afecta, de una forma u otra. Morir es el final del camino, al menos que yo sepa. Pero dar muerte a otro es el principio de un camino de espinas que te cambiará para siempre. No solo temía que muriesen, temía que cuando terminase todo, si seguíamos vivos, hubiesen dejado de ser las mismas.

    Elle era inocente y alegre, toda su vida nos habíamos esforzado por aislarla de la violencia, ayudarla a rechazar esa oscuridad latente en su interior. Y Jane siempre había sido una pacifista, desdeñando desde el principio este ataque y la naturaleza de su propio poder. Por desgracia, vivíamos en un mundo donde la paz no era posible. No con lo que habían hecho. Ni con lo que seguían haciendo.

    Continuamos luchando, esperando derribar a Leaf y Briar para recuperar la ventaja. Mi moral se vino abajo cuando Ted murió atravesado por una rama. Durante los minutos que tardase en recuperarse, cualquiera de los nuestros podía caer. Y así fue.

    Diana acababa de derribar a cuatro peones con una llamarada y no vio las hiedras rodearla. Para cuando lo hizo, ya era tarde. Las hiedras arrastraron a su presa ante los gritos de los nuestros, que vieron impasible cómo cubrían el cuerpo hasta enterrarlo y asfixiarlo. Diana no pudo hacer nada, su fuego quemaba las hiedras pero otras ocupaban su lugar, hasta que el cuerpo de Christopher dejó de moverse, mientras Diana gritaba de rabia preguntándose por qué tenía que haberse interpuesto para que no la cogieran a ella.

    La rabia de Diana arrasó todo lo que había frente a ella, hasta convertir a Leaf en un montón de cenizas y quemar viva a Briar, que se lanzó por la terraza, desconcertada, intentando apagarse.

    Los esfuerzos de nuestros enemigos se centraron en mi tía, lanzando contra ella todas sus fuerzas. Corrimos a defenderla, pero se interponían en nuestro camino. Ella acabó con los peones uno tras otro.

    – [Xander]¡Detrás![/Xander] – grité al percibir un destello a su espalda. ‘The Hand‘ abandonó su invisibilidad para asestar una puñalada por la espalda a Diana sin que esta tuviera tiempo a detenerle. Pensé que también la habíamos perdido, pero Jane la salvó.

    En cuanto la mano desnuda de Jane tocó la piel de ‘The Hand‘, este se vino abajo, retorcido por el dolor, mientras Jane absorbía poco a poco su poder. Me quedé parado, sin saber que hacer, pensando que iba a matarle, que la Jane que conocía iba a cambiar. Pero ella lo soltó, ya inconsciente, pero respirando. Después Jane desapareció usando la invisibilidad que acababa de tomar prestada.

    Con el aluvión de la rabia de Diana y Jane dejando inconscientes a los más fuertes, nos abrimos paso hasta el puente de hielo que Idris acababa de construir. Avancé en la vanguardia mientras otros cubrían nuestro paso.

    Cuando llegué al ático me detuve. La lucha era atroz. Un despliegue de poderes por ambos bandos que iba en detrimento del nuestro. Tuvimos que esquivar los cuerpos para unirnos a un combate atroz. La Reina Negra estaba allí, con una pila de cuerpos ensangrentados bailando a sus órdenes como marionetas. Reconocí entre ellos a Kuruk, a Vincent y a Mara. Habíamos entrado al Reino de la Muerte y nos enfrentábamos a dioses inmortales.

    Al fondo de ese paraje desolador, lejos de donde nos encontrábamos, el Rey Negro estaba en pie frente a Z. Su forma cambió para reflejar a una mujer joven, rubia y delgada ante la que Z tembló. Aaron acudía en su ayuda, pero todo su cuerpo empezó a rasgarse dejando salir la sangre. Se giró, conociendo a la responsable y se lanzó contra ella con todas sus fuerzas, pero fue incapaz de soportar tantas heridas y sus ojos, anhegados en sangre, se apagaron. En el Reino de la Muerte, los dioses ya no eran inmortales y la oscuridad iba ganando la partida.

  • EN UN VISTO Y NO VISTO

    Diarios de Destino | Palacio Kvinneby

    MAÑANA

    Siegfried cruzó el pulimentado suelo de mármol y llegó hasta el jardín cubierto anexo al Palacio Kvinneby, su residencia desde hacía ya más de veinte años. En ese jardín esperaba encontrar a Beatrix, refugiada como todas las veces en las que necesitaba estar sola, meditando.

    Al principio, Siegfried se mostraba inquieto por esas visitas. Entendía que Beatrix se sintiera culpable por las personas que habían perdido la vida para traerla de vuelta, pero no podían obsesionarse. Lo importante era que estaban juntos.

    Con el tiempo se convirtió en su refugio y en una parte más de su rutina. Siegfried se había acostumbrado y cuando no la encontraba, sabía dónde estaría. Aunque intentaba dejarle siempre un tiempo para meditar.

    Cuando salió al jardín, no la vio a primera vista. Tuvo que atravesar el vergel para llegar al frío anexo donde estaría, parada frente a una tumba.

    En efecto, allí estaba, esta vez sobre una lápida tallada con el nombre «Sasha E. Elliot«. Había sido su último recurso antes de recurrir a Sarah, pero no había funcionado. Igual que tampoco había funcionado con Butterfly, cuya tumba estaba al lado.

    – [Z]Al final solo aguantó Sarah.[/Z] – meditó, acercándose a ella. No se sobresaltó, debía estar esperando que apareciese.

    – [Sarah]¿Habrías preferido a Sasha?[/Sarah]- preguntó girándose mientras sonreía.

    – [Z]Siempre que seas tú, no me importa el cuerpo.[/Z] – le aseguró, mirándola a sus ojos celestes. Se había acostumbrado a querer esa sonrisa, porque fuera cual fuese su rostro, era Beatrix, pero no podía negar que las cosas nunca serían como habrían sido si ella no hubiese muerto. No era lo mismo estar con…otro cuerpo. Era como enamorarse a la fuerza de otra persona.  – [Z]Pero lamento que no quedara otra opción para Sarah.[/Z] – había admirado su determinación, su afán por hacer el bien con una intensidad que le recordó a la propia Beatrix cuando estaba viva. Cuando se agotaron todas las demás vías, no hubo otro remedio, era Sarah o Beatrix.

    – [Sarah]La edad te está volviendo blando, Siegfried[/Sarah].- replicó mirándole. Vio un destello frío en su mirada que llevaba ya largos años conociendo. Al principio lo atribuyó a Sarah, a su rebeldía y su odio al estar aún presente, subyugada a la mente de Beatrix. Ese odio la hacía luchar, incluso durante un tiempo, poco después de que Beatrix tomase su cuerpo, había conseguido rebelarse y escapar, pero Siegfried la había encontrado un par de años antes junto al aesir. Desde poco después había empezado a percibir esa mirada gélida y una Beatrix más fría, más dura. No sabía si era solo el físico, pero a veces dudaba que fuese la misma persona.

    – [Z]Sé que tú lo habrías querido de otra forma.[/Z] – añadió. Al menos la Beatrix que conocía y amaba.

    – [Sarah]Es cierto, pero ya no hay marcha atrás[/Sarah].- rectificó, cambiando el semblante. Estrechó su mano y le acercó hasta ella. Los años le habían acostumbrado a su nuevo olor, a su nuevo aspecto, pero si cerraba los ojos, volvía a verla a ella. Seguía ahí, no estaba perdida. El regreso de la muerte no era un camino de rosas.

    – [Z]Y si la hubiera, no la tomaría.[/Z] – afirmó, sonriéndole. Pasó las manos por su cintura y la observó unos instantes. – [Z]¿Estás segura de que no prefieres quedarte?[/Z] – preguntó finalmente. Quedaba poco para el aniversario de la batalla, el día cero de la unificación de Zeon. Era el tiempo de honrar a los muertos y celebrar que estábamos reunidos contra un mundo que les odiaba porque no tenía poder a su lado. Siempre temía que esa fiesta fuera demasiado para Beatrix, que Sarah podría pugnar por salir con más fuerza con esos recuerdos cerca y sus familiares también. Y además estaba el problema actual, esa asesina a la que habían capturado, la hija de Dominic y Rebecca.

    – [Sarah]Me gustaría acompañarte[/Sarah].- pidió, colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja. Acercó su rostro más al de ella y le dio un beso en los labios que ella devolvió con pasión.

    – [Z]La sospechosa está custodiada, así que no debería haber problema.[/Z] – respondió, con un asentimiento. No había lugar más seguro para ella, y si Sarah intentaba liberarse, Faust estaría allí cerca para contenerla. Beatrix asintió con una sonrisa. – [Z]Si es ella, eso significa que tendremos un poco de paz, al menos interna.[/Z] – pensó en voz alta. Al menos la preocupación de un asesino entre nosotros estaría respaldada. Solo quedaba lidiar con la guerra que se avecinaba con el exterior.

    El Departamento de Defensa había estado analizando comunicaciones y había descubierto un proyecto para un despliegue de armamento nuclear sobre Zeon. Aunque pudieran detener parte de las explosiones, las secuelas podrían durar décadas, y no habían encontrado aún una combinación de poderes y habilidades que pudieran protegerles totalmente. Si Curium no hubiese muerto luchando contra ese radiactivo de la Iniciativa, quizá. Tras todo ese tiempo, podrían terminar derrotados por simples armas humanas.

    – [Sarah]Espero que tengas razón[/Sarah].-respondió ella, estrechando de nuevo su mano para alejarse de las tumbas.


    Zeon News

    MAÑANA

    En dos días, el día 3 de Septiembre, coincidiendo con el aniversario de la batalla de Ripper en la que se liberó al pueblo de Zeon, el máximo dirigente, Siegfried Eklund, ha confirmado que asistirá a la gala anual de celebración de la victoria.

    «Hemos sufrido mucho para llegar hasta donde estamos ahora. No sería justo que por culpa de un asesino dejásemos de honrar a todos aquellos que dieron su vida por construir este lugar.»

    Fueron las palabras del dirigente, en alusión a la captura de una artificial hija de Moondies con el poder de absorber los poderes de otros sobrenaturales, matándolos en el acto. La sospechosa, Jane Williams, hija del Moondie Dominic Williams y la artificial Rebecca Lee, fue identificada por Dante Villiers, el famoso modelo ‘Icarus’. Las líneas actuales de investigación la sitúan como la culpable de la oleada de asesinatos de potenciados que se ha vivido desde hace ya más de dos años.

    Parte del Consejo de Zeon llegará entre el día de hoy y mañana, mientras que el dirigente y su esposa Beatrix llegarán en la madrugada del día 3. El evento, como todos los años, se celebrará en la azotea del Edificio Lenora.


    Xander Echolls | Bosque de los Susurros

    MAÑANA

    El Bosque de los Susurros me traía recuerdos buenos y malos. Fue allí donde nos escondimos los primeros tiempos, donde crecí con mi madre, mi padre y el resto de mi familia. Desde allí organizaban la Resistencia y salían a luchar, hasta que un día volvieron, derrotados y sin mi madre. Tiempo después, cuando ella volvió, nos refugiamos allí una temporada, hasta que nos encontraron.

    En ese momento, fue como si viese delante de mí a mi padre, con las manos y rodillas en el suelo, apenas sosteniéndose, cubierto de su propia sangre y de los que había atacado intentando que no se llevasen a mi madre. Recordaba llorar mientras les veía a los dos pelear por seguir juntos y al ‘Boogey Man‘, ‘Faust‘, conjurando a Beatrix con renovadas fuerzas para que controlase a mi madre y la hiciese prisionera de su propio cuerpo. En su día lloré por no poder hacer nada, me habían obligado a esconderme y proteger a Elle, a evitar que supiesen nada de su existencia. Ahora era otro quien se refugiaba en las profundidades de ese bosque.

    Me dirigía a verlo cuando una llamada entrante en el Omnilens me hizo detenerme y buscar cobertura en un lugar que no delatase mi posición. Me relajé al ver que era Owen.

    – [Xander]¿Has visto las noticias?[/Xander] – pregunté. Owen asintió, no podíamos decir mucho más por un canal público, pero eso significaba que el plan seguía en marcha. – [Xander]No la van a dejar ir, ahora está en el centro de la política.[/Xander] – comenté. Era absurdo disimular también la indignación, eso solo levantaría más sospechas a quien nos estuviese vigilando.

    – [Owen]Tiene que haber algun modo de que podamos hacer algo. Tal vez si Dante viese a Jane…-[/Owen] sugirió él. Me paré un instante a pensarlo, parecía una buena idea, y si no funcionaba, al menos nos dejaría ganar tiempo.

    – [Xander]No es mala idea, pero a mí no me dejarán acercarme. Intentaré que vaya uno de los otros.[/Xander] – comenté, pensando sobre la marcha que quizá Noah podría encargarse de hacer de mensajero, porque para Henry tenía reservada otra tarea, si quería ayudarme con ella. El plan era cada vez más inminente y muchas cosas podían salir mal. – [Xander]Porque tú tenías una cita.[/Xander] – añadí parándome a pensar después de decirlo.  No quería presionar a Owen, pero el daño ya estaba hecho.

    – [Owen]Cancelaría la cita si no fuera por…tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora mismo.-[/Owen] admitió. Se le notaba afectado y luché por decirle, no vayas, porque lo que te estamos pidiendo es horrible, pero perdí.

    – [Xander]Ya, sé que es difícil…pero tengo que pedirte que vayas…por tu bien.[/Xander] – repliqué intentando disimular para oídos de terceros. No quería presionarle para ligar con una chica que no nos había hecho nada, cuyo único crimen era ser hija de una miembro del Consejo y tener el despacho mejor ubicado para el generador de interferencia.

    – [Owen]Te dejo, no quiero llegar tarde.-[/Owen] respondió con rostro serio.

    Asentí, lamentándolo. – [Xander]Seguimos en contacto.[/Xander] – me despedí, antes de que se cortase la conexión.

    Apenas tuve un instante de reflexión antes de que una figura se apareciese frente a mi entre un chasquido de estática. Durante un momento de psicosis, pensé que era teletransportadores oficiales del Gobierno, pero al ver el rostro marcado por las cicatrices de Henry, me tranquilicé. Al menos dentro de lo posible.

    – [Henry]Eh, solo venía para ver que tal iba todo.-[/Henry] preguntó, seguramente consciente de mi cara de circunstancia.

    – [Xander]Iba de camino a tu casa.[/Xander] – respondí volviendo al motivo que me había llevado al Bosque de los Susurros, lugar de refugio de Henry. Me pregunté si tenía alguna señal para mí que hubiese estado viviendo en la vieja cabaña de mi padre desde que dejó de formar parte de los líderes de la Resistencia. Quizá buscaba recordarme lo que pasó, las injusticias que habían sido cometidas. Los susurros que ese bosque se guardaba. – [Xander]Necesito tu ayuda.[/Xander] – pedí sin irme por las ramas, sabía que Henry apreciaba la franqueza.

    – [Henry]¿En serio?, ¿no preferirías la ayuda de otro?, te recuerdo que soy muy volátil.-[/Henry] replicó con una sonrisa. No me extrañaba la respuesta, siempre había ido tras él para asegurarme de que no comprometía la Resistencia y sin embargo, ahí estaba, necesitándole.

    – [Xander]Y eso es lo que necesito ahora mismo.[/Xander] – respondí mirándole fijamente. – [Xander]Necesito un plan de contingencia por si no consigo que Jane sea liberada.[/Xander] – aseguré. Sabía que sin la carga emocional que suponía, el resto de la Resistencia no apoyaría mi plan.

    – [Henry]Espera, ¿Jane? ¿Qué es lo que ha pasado? -[/Henry] preguntó, sorprendido. Como llevaba toda la noche sin dormir, se me había olvidado que no todo el mundo tenía por qué saber lo que le había pasado a Jane, especialmente Henry, que tenía un Omnilens modificado aislado de la red al que no llegaban las noticias de Zeon.

    – [Xander]La han detenido por intento de asesinato. Dicen que es la que ha estado matando gente estos últimos años.[/Xander] – sinteticé como pude, dejándome demasiados detalles por el camino. Había estado analizando los casos y sí que era cierto que los cuerpos concordaban con la forma de actuar del poder de Jane, pero sabía perfectamente que ella no había sido. – [Xander]Z y las altas esferas vienen para el Día de la Unificación como estaba previsto, así que si no consigo que salga antes, quiero que entres y la saques antes de que ataquemos el edificio Lenora.[/Xander] – le indiqué, sintetizando también el plan. Era desesperado, no estaba perfectamente definido y podían salir mal muchas cosas. De hecho, el ataque al edificio tenía muchas posibilidades de salir mal, pero si pasaba, no quería morir pensando que Jane se pudriría en una celda o sería ejecutada. Eso me lastraría, pensando en ella continuamente, luchando con el alma en otra parte.

    – [Henry]¿Y perderme toda la diversión? Además, puede que ese sea el lugar más seguro para ella ahora mismo cuando todo ocurra.-[/Henry] replicó. Henry estaba siendo más calmado y sensato que yo, tenía que asumir que el amor me volvía loco, pero debía ser cosa de familia. Además, en pleno golpe de estado, pueden pasar muchas cosas a los prisioneros.

    Negué con la cabeza. – [Xander]Si está con ellos no seré capaz de hacer nada. Elle puede ayudarla a irse si todo se tuerce.[/Xander] – pensé en voz alta. Sí, también era cierto que mi hermana era la más fuerte de todos nosotros, junto a Jane, si utilizase sus poderes para su propio beneficio. Juntas podrían salvarse si todo iba mal.

    – [Henry]Para que luego digas que no hago nada por ti.-[/Henry] replicó, negando con la cabeza. Pensé de nuevo que quizá en otro lugar, habríamos sido buenos amigos. – [Henry]Dime la hora exacta en la que quieres que ocurra.-[/Henry] añadió. Henry siempre estaba dispuesto, sin importar el riesgo.

    Asentí, agradecido. – [Xander]Media hora antes de comprometer los sistemas.[/Xander] – le indiqué. El aparato que había diseñado Henry y que estaría colocado en el despacho de Laura cuando Owen consiguiera llegar debería anular los sistemas de control de potenciados que tenía el edificio, permitiéndonos teletransportarnos a la azotea para acabar con el Consejo. – [Xander]Tendrás que dejarme otro artefacto de esos para desactivar los sistemas de la comisaría[/Xander] – pedí. Allí también había un sistema parecido. Pensándolo bien, era una buena prueba piloto.

    – [Henry]Espera…-[/Henry] – respondió. Dos chasquidos de estática más tarde, reapareció frente a mí con un dispositivo igual que el otro entre las manos. – [Henry]Todo tuyo.[/Henry] – dijo, ofreciéndomelo.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije cogiéndolo para guardarlo a buen recaudo. – [Xander]Lo activaré poco antes que el otro, para que te de tiempo a entrar, cogerla y seguir con la misión.[/Xander] – le indiqué. Todavía quedaba pendiente conseguir colocar el dispositivo en la comisaría sin levantar sospechas. Aunque al menos sabía dónde hacerlo.

    – [Henry]Todo sera en un visto y no visto…-[/Henry] sentenció, antes de irse.

    Quedé solo en el Bosque de los Susurros. Volviendo a ver la silueta de mi padre tirado en el suelo, ensangrentado, y mi madre, también magullada por todos y todas a los que había derribado intentando librarse, siendo arrastrada y finalmente sometida por Faust. Poseída y encerrada.

    En un visto y no visto tu vida puede volverse patas arriba.

  • LA TIERRA PROMETIDA

    Diarios de Destino

    zfuture

    Un fatídico día, el Condado de Ripper tembló. Las fuerzas de Z se enfrentaron a las de la Iniciativa en una batalla campal mediada por los Moondies, que trataron de sofocar el impacto del conflicto para que la gente de a pie no se viera afectada.

    Para cuando el polvo se asentó, la Iniciativa había sido derrotada y los Moondies vieron sus fuerzas ampliamente superadas por el bando de Z. Derrotados, vieron cómo Z y sus allegados se alzaban al poder, instaurando una nueva y utópica nación en el Condado de Ripper.

    Poco tiempo después del ascenso al poder, mientras todavía estaba instaurando su nuevo gobierno y defendiendo sus intereses respecto al resto de naciones, Z desató sus fuerzas contra los restos de la Iniciativa, borrando todo rastro de la faz de la Tierra. El enorme edificio quedó convertido en una pira humeante, que siguió ardiendo, consumiendo los cuerpos de los muertos: soldados, científicos, pero también experimentos. Muchos de los que trataron de evitar esa masacre se vieron arrastrados por ella.

    Casi todos los Moondies sobrevivieron, marcados como enemigos de guerra, pero fueron perdonados y se les permitió continuar viviendo bajo el nuevo gobierno, aunque sabían que los ojos estaban puestos en ellos y cualquier movimiento en falso podría hacer que sus vidas terminasen entre rejas.

    Sobre las cenizas, la utopía comenzó a construirse de verdad. Los poderes y las habilidades sobrenaturales permitieron avances y formas de vida vetadas a la humanidad corriente, que también tenía permiso para convivir en ese lugar. Aun así, Z observaba, solitario desde la cima de su edificio central en la ciudad de Moondale. Para él la utopía carecía de sentido sin Beatrix. Así que decidió recuperarla fuera como fuese.

    El tiempo pasó. Un cuarto de siglo más tarde, el estado autoabastecido de Zeon mantiene relaciones pacíficas con el resto de naciones humanas, permitiendo el acceso libre a sus fronteras. Pero la humanidad no ve con buenos ojos la amenaza que supone esa nación, cada vez con mayor poder y osadía. La humanidad recuerda lo acontecido en la Iniciativa y ha pasado todos esos años desarrollando armas para poder defenderse de esa amenaza, o para lanzar un ataque preventivo en caso de ser necesario. Y cada vez hay más tensión en los dedos que penden sobre los botones que pueden desencadenar el fin de Zeon.

    Lo que la humanidad no sabe es que el Consejo que gobierna Zeon es consciente de esa amenaza y serían capaces de dar por completo la vuelta al caos que pretenden desatar, causando el fin de los atacantes. Existen otros asuntos internos que les afectan más, las extrañas muertes de ciudadanos o la incansable Resistencia.

    Para la gente de a pie, la utopía sigue existiendo. El bando de cada persona, blanco, gris o negro es visible a simple vista en sus ropas o en su aspecto, sin engaños. Existen algunas excepciones, personas no muy afines a los bandos, pero un sencillo vistazo con el Omnilens dirá a qué bando pertenecen.

    Todo sobrenatural puede ser él mismo, respetado y protegido, pudiendo utilizar sus poderes y habilidades día a día, sin miedo a la persecución y al ostracismo. En Zeon impera lo diferente y esa cultura se ha reflejado en su moda extravagante, con estéticas que parecen sacadas de cualquier punto del pasado o incluso del futuro. Cada persona es diferente y sus diferencias son apreciadas.


    Nate Evans

    natethink

    Nathaniel observó el cambio en el paisaje a medida que se acercaba a Zeon. La nación parecía estar rodeada de un muro de naturaleza, una espesa arboleda que alcanzaba todo lo que podía ver, solo cortada al llegar a la Cordillera de Cormoran.

    El Levitrén atravesó un túnel situado en el centro mismo de la cuarta montaña más alta de la cordillera. Cuando la oscuridad volvió a dar paso a la luz, Nathaniel se sintió como si hubiese atravesado el armario y ahora estuviese en Narnia.

    Al lado de lo que tenía ante sus ojos, el mundo humano parecía triste y gris, metido de lleno en los problemas que ya lo consumían hacia más de veinte años. Para Nate, el recuerdo de los años que había pasado allí fuera era igual de triste y gris. Con el auge de Zeon, había aumentado el miedo y el odio a los sobrenaturales, hasta tal punto que para cualquier sobrenatural el mundo fuera de Zeon era un auténtico infierno.

    Recordaba la confusión de llegar a la Tierra y tomar forma humana, pero ser descubierto por tropas Neohumanas que le encerraron y le estudiaron para desarrollar armas eficaces contra su fisiología. Había perdido la cuenta de los años de encierro, hasta que hacía unas semanas había entrado en los Protocolos de Liberación de Zeon, un tratado de extradición de sobrenaturales que se basaba en el miedo que les tenía la humanidad. Pero a Nate no se le quitaba de la cabeza que no le habrían soltado si no hubiese dejado de ser útil.

    Tras un rato en silencio, empezó a atisbar la enorme capital de Zeon, la ciudad de Moondale. El Levitrén pasó al lado del cartel flotante de bienvenida.

    Welcome to Moondale. Capital of Hope.


    Sophie Bonnet

    sophierick

    Sophie dio un trago a su ‘Latte Caramel Macchiato‘, disfrutando de la mezcla perfecta de sabores mientras esperaba junto al resto de sus compañeros a los recién llegados.

    Parte de lo que le encantaba de su trabajo era ese café, la cafetería del centro de transportes era la mejor de Moondale. Siempre tenía un lactokinético en plantilla que le daba el punto perfecto a la leche, incluso después de abrir varios locales más por toda Zeon, se las habían arreglado para mantener la calidad. Pero ese era el sitio original, donde todavía trabajaba el dueño, un manipulador del café que terminaba de hacer perfecto ese café.

    La muchacha miró al frente y activó mentalmente su Omnilens. Segundos más tarde tenía frente a ella el tiempo que faltaba para que llegase el Levitrén, menos de cinco minutos. Buscó mentalmente la información del refugiado al que tenía que guiar por la ciudad y en sus ojos se mostró la foto de un tipo negro de aspecto bastante imponente. Sophie no ignoró lo guapo que le parecía. Nathaniel Evans, decía la ficha. Retenido durante diecisiete años por los Neohumanos. No había mucha más información, ni raza, ni si tenía poder o no.

    Cuando vio el Levitrén detenerse a varios metros sobre ella, frente al andén, desconectó el Omnilens y tomó un atajo de las escaleras, dejándose levantar por el aire hasta posar los pies en el andén. Mientras sus compañeros guía se ocupaban de sus encargos, esperó hasta ver al hombretón bajarse del Levitrén con una pequeña bolsa de tela que debía contener todo su equipaje.

    – [Sophie]Bienvenido a Moondale, la capital de la esperanza de Zeon. Soy Sophie Bonnet, también puedes llamarme Wind Flower. Voy a ser tu guía de integración en la ciudad.[/Sophie] – se presentó dedicándole una sonrisa.

    – [Nate]Nate…Evans.[/Nate] – respondió él simplemente. Sus ojos se mantuvieron fijos en la joven, como si escrutasen su alma. Ella, cohibida, inició su recorrido seguida del hombretón.

    Tomó el ascensor junto a su acompañante y le dedicó una sonrisa mientras ascendían a la superficie de la ciudad. Cuando salieron del ascensor y salieron del centro de transportes. El centro estaba más elevado que gran parte de la ciudad, desde allí, se tomaba un transporte que descendía por la ladera del centro. Así que dejó que su invitado observara la preciosa panorámica de la ciudad y distinguiera el tráfico de voladores surcando con libertad los cielos.

    Después tomaron el transporte. – [Sophie]Dicen que antes los transportes iban solo por tierra, contaminaban y se producían atascos porque las personas conducían. ¿Te lo puedes creer?[/Sophie] – comentó mientras se subía en el vehículo automatizado. – [Sophie]Al Edificio Lenore.[/Sophie] – pidió. El vehículo se puso en marcha y su silente acompañante no respondió. Aburrida, miró por la ventanilla y vio un holoanuncio de Eau de Villier, del guapo de Dante Villiers, Icarus en zeoniano. A Sophie no le faltaba de nada, no podía quejarse, pero tampoco se quejaría con un Icarus a su lado.

    – [Nate]Ahí fuera siguen usando lo que dices, se llaman coches.[/Nate] – comentó su guiado. Sophie sonrió, quizá no sería tan aburrido.


    Dante Villiers

    dantemodel

    En el ático del sexto edificio más alto de Moondale, el modelo estaba tumbado sobre uno de los muros externos, con un pie colgando hacia el vacío. Inspiró el aire fresco y sonrió, segundos antes de girar sobre sí mismo y dejarse caer al vacío.

    Mientras caía, disfrutó de la vertiginosa sensación del descenso, manteniendo la sonrisa en su rostro hasta que llegó al punto de no retorno, donde desplegó sus alas, que refulgían bajo el sol haciendo que el plumaje marrón claro pareciese dorado. Se sentía como Ícaro, salvo que él podía volar lo suficientemente cerca del sol sin quemarse.

    Con un aleteo se alzó más y más, hasta superar la altura de la azotea que era su hogar. Allí, se detuvo un instante, abriendo ampliamente las alas mientras los flashes inmortalizaban su silueta contra el sol. Cuando vio que sus fotógrafos se detuvieron, descendió sobre la azotea, donde un azafato parye le recibió con una limonada recién exprimida y sus gafas de sol.

    – [Dante]Espero que hayáis conseguido una buena foto, porque no pienso volver a repetirlo hoy.[/Dante] – avisó a sus fotógrafos, que asintieron, complacientes. No dudaba que la habrían conseguido, eran buenos fotógrafos por un buen motivo, reflejos sobrehumanos, vista sobrehumana. El sistema daba en el clavo con las recomendaciones laborales. Ya podía imaginarse el anuncio: ‘Ícarus Rising: El protector solar todoterreno, con factor de protección total. Llegarás al sol sin quemarte.

    El modelo cruzó la azotea y entró a su ático. Dejó las gafas de sol sobre una de las mesas y se sentó en el sofá mientras el parye le preparaba un smoothie detox. Comprobó los mensajes en su Omnilens, descartó varios y reprodujo uno que le había enviado su madre. En sus ojos apareció la ex modelo de rubia cabellera, disfrutando de sus extensas vacaciones en Merelia. Su madre le dedicó un saludo emocionado mientras veía a su padre, tras ella, discutiendo con alguien.


    Kaylee MacLeod

    kaysad

    – [Kaylee]Industria metalúrgica.[/Kaylee] – murmuró la Consejera a la muchacha capaz de manipular el acero con su propia mente. La joven asintió y se levantó de la silla para marcharse, murmurando un breve gracias.

    Kaylee no se preocupó en asentir, sabía que el agradecimiento no era más que una formalidad. La sociedad se dividía en dos clases de personas: aquellas a las que les encantaba el sistema de asignación del trabajo, porque les gustaba tener al instante el lugar en el que podrían desempeñar su trabajo con mayor facilidad; y aquellas que buscaban retos y les apasionaban cosas que poco o nada tenían que ver con sus poderes o habilidades sobrenaturales.

    Le correspondía a ella y al resto de su departamento de precognitivos decidir dónde tendría que encajar cada persona. En Zeon, cada persona, al nacer, era introducida al sistema y se detectaba su raza, las habilidades de la misma y sus poderes en caso de tenerlos. A partir de ahí pasaría por el Departamento de Asignaciones varias veces en su vida, para que sus estudios le guiasen por el camino correcto para con el trabajo que iba a realizar. Así como ir analizando a qué bando etiquetarles.

    Para los precog era ligeramente distinto. No había visitas a Asignaciones, porque solo tenían dos posibles destinos. La mayoría terminaba como funcionario consejero de Asignaciones. Algunos pocos, dependiendo del grado o tipo de precognición, y de los padrinos que tuviese, terminaban como consejeros del gobierno.

    Kaylee no era de las afortunadas y había terminado allí. Formándose toda su vida sobre poderes y sobre su propia habilidad, para forzarla y recibir visiones de personas de las que no le apetecía ver nada.

    Ella nunca habría podido terminar en el gobierno, por dos sencillas razones. La primera era su poder, que pese a que hubiese aprendido a forzar las visiones, actuaba como el de su madre, y no siempre veía lo que quería ver. Normalmente veía otras cosas, más trascendentes que el trabajo de un adolescente.

    La segunda razón era bastante clara, era hija de Moondies y por mucho que intentasen aparentar amnistía, los viejos enemigos y sus cercanos del gobierno estaban marcados a trabajos de poco peso político.

    Kaylee miró la larga lista y observó el siguiente nombre, un refugiado intercambiado con Estados Unidos. Abrió un cajón de su escritorio y cogió una pastilla sin mirar. Las había colocado sueltas en un recipiente de cristal porque solía necesitarlas a menudo para paliar sus dolores de cabeza constantes.

    Esperó un instante y dio el aviso. Segundos más tarde, un hombretón que casi no cabía por la puerta se sentó frente a ella, acompañado por una guía oficial del gobierno que sonreía como si el mundo fuese maravilloso. Kaylee conectó su Omnilens pero éste no le mostró ninguna información sobre los poderes de su visitante.

    – [Kaylee]Parece que no hay registros.[/Kaylee] – indicó ella, esperando que le diesen más información. La guía asintió, cohibida, como si musitase un «qué raro, ¿verdad?«. El hombre, Nathaniel, no añadió nada. – [Kaylee]Poderes…raza…[/Kaylee] – intentó animarle. Lo único que decía su ficha además de su nombre, era que le habían retenido como experimento durante mucho tiempo. Estupendo, justo lo que necesitaba, un traumatizado.

    Resignada, se acomodó en su silla, cogió entre sus manos una de las grandes manazas de Nathaniel y forzó una visión. Cuando terminó, volvió a mirar al hombre a los ojos y empezó a escribir en un papel. – [Kaylee]Sanctuary. Es un bar de moda, aquí tenéis la dirección.[/Kaylee] – dijo tendiéndole el papel.

    Al volver a quedarse sola, se acomodó de nuevo en la silla, cansada, y envió un mensaje.


    Noah Arkkan

    noahglasses

    El técnico de comunicaciones estaba cruzando a toda velocidad la ciudad de Moondale para responder a una llamada de soporte cuando su propio teléfono empezó a sonar con la melodía de la vieja serie de Lois&Clark, era de las pocas que habían captado la esencia de Superman en un actor, igual que el de la de Supergirl, que luego consiguió su propia serie por el tirón que había tenido.

    Se detuvo al lado de una cafetería y entró a pedir un café mientras veía y respondía el mensaje. Para Noah nunca había demasiada prisa y no era recomendable correr sin estar atento al camino si vas a velocidad sobrehumana.

    Respondió a una velocidad que le pareció soporífera, porque el teléfono no soportaba la estática que desprendía su cuerpo al utilizar su poder, y se tomó el café en un suspiro y lo tiró a una papelera de reciclaje. Que por la noche recogería un equipo de demonios devorabasura.

    Miró su reloj y echó a correr para solucionar la llamada de soporte, en la que tardó más en resolver las dudas del funcionario que en solucionar el problema en sí, un cable suelto. Cuando por fin se libró del hombre, se dirigió a solucionar la «incidencia» que había comunicado Kaylee. Después se dirigió a ver a su hermano.


    Leo Arkkan

    leojoyero

    En la transitada calle Moreau, en el centro de la ciudad de Moondale, la vidrieras de la joyería Chosen reflejaban el paisaje del Parque Briar.

    El demonio cruzado atravesó las puertas rápidamente y preguntó por su hermano, siendo redirigido a la trastienda por la chica que estaba en ese momento atendiendo el mostrador, Allison, o Allie, como prefería que la llamasen.

    Noah le dedicó una sonrisa y se dirigió a la trastienda. La pobre Allie era humana y difícilmente habría conseguido un trabajo así de no haber sido por su hermano, Leo. Él mismo había trabajado de algo que odiaba durante mucho tiempo, como minerólogo, debido a su poder. Pero tras unos cuantos éxitos con algunos yacimientos, había conseguido recientemente montar su propio negocio.

    Cuando pasó a la trastienda, le vio adquiriendo la apariencia de una esmeralda y tomando notas sobre sus propiedades. Noah sabía que a su hermano tampoco le apasionaba su negocio, pero en el mundo en el que vivían, no había demasiadas opciones. En parte era eso por lo que luchaban.

    – [Leo]Noah, ¿qué haces aquí?[/Leo] – preguntó el joyero, sorprendido de ver a su hermano. Tomó su apariencia normal y le estrechó entre sus brazos.

    – [Noah]Kaylee ha tenido una visión interesante.[/Noah] – comenzó a explicar. Noah también estaba bastante vigilado por ser hijo de Moondie, y sabía que habría ciertas cosas que no podría hacer sin levantar sospechas. Si buscas movimiento de información en un grupo, siempre te vas a fijar en lo lógico, que sea el más rápido el que lleve esa información.

    Ellos necesitaban ser más listos para evitar ser cogidos. Leo podría llevar mejor el mensaje a los bosques. A fin de cuentas, a nadie le extrañaría que fuese a visitar a sus padres, o a su ex mujer. Mientras tanto, Noah tenía otra persona a la que visitar.


    Lexa Reed

    lexa

    Noah suspiró antes de entrar al Sanctuary. Había cosas que era necesario hacer por la Resistencia que de ningún otro modo habría hecho.

    Para moverse libremente, había tenido que desarrollar cierta fama. Por un lado, cada vez que iba a ver a Kaylee tenían que aparentar verse por alguna «necesidad urgente«. Y por otro, el canal de comunicación habitual a través del Sanctuary incluía parecer un «asiduo» a las trabajadoras del placer. En concreto a una, que es a la que debía entregarle la información.

    De todos los peligros que conllevaba ser de la Resistencia, tenía gracia que lo que peor llevase fuera eso. Cuando Jane le vio en la puerta, le guiñó un ojo. Cualquiera lo habría interpretado porque había reconocido a un cliente habitual de Lexa, pero Jane sabía a qué iba en realidad, porque ella era uno de los suyos.

    Le condujo hasta la sala privada. – [JJ]Suerte, chispas.[/JJ] – bromeó para que le escuchasen los ojos y oídos que estaban en todas partes, pero no en las salas de placer.

    Noah llamó y al escuchar la voz de Lexa al otro lado, abrió la puerta y la cerró tras de sí, parpadeando para acostumbrarse al cambio de luz y notando en su nariz el aroma de los inciensos que Lexa utilizaba para su trabajo.

    Ella no tardó en aparecer, ataviada con un vestido que le dejaba un hombro al descubierto, fijo en Noah sus claros ojos y el joven supo de inmediato por qué tanta gente acudía a ella. Lexa había sido una trabajadora del placer desde el primer momento en el que obvió las indicaciones de Asignaciones. Usando su poder, conseguía dar lo que querían a sus clientes sin ni siquiera dejar que pusieran un dedo encima de ella. Aun así, la sociedad la trataba de la misma forma y ella misma detestaba ese trabajo.

    Con el tiempo, consiguió dejarlo y Niall le ofreció un trabajo, haciendo eso mismo pero ahora con el fin de obtener información valiosa para la Resistencia de sus clientes de las altas esferas. Para eso y para permitir que el mensajero de la Resistencia viniese a transmitir las nuevas noticias.

    – [Noah]Hola, Lexa.[/Noah] – saludó Noah, cohibido. Ella sonrió, siempre le hacía gracia ver al tímido de Noah.


    Jane Williams

    jjwaitress

    La tarde había avanzado ya lo suficiente para cuando Nate y Sophie llegaron al Sanctuary como para que éste ya estuviese empezando a estar bastante concurrido. Atravesaron la puerta después de que la guardia de seguridad gris comprobase sus credenciales, especialmente las de Nate.

    – [Sophie]No te preocupes, con tu primer sueldo podrás comprar un Omnilens nuevecito.[/Sophie] – empezó a decir la guía, señalándose la sien. El aparato era la invención más exitosa del Departamento de Investigación, constaba de un pequeño chip que se colocaba sobre la oreja, tras la piel, en contacto con el cerebro, permitiendo funciones directas como el almacenamiento de información en la memoria interna del dispositivo, para poder consultar los recuerdos en cualquier momento, la grabación o captación de imágenes a través de los ojos, el acceso a los perfiles públicos de cada habitante de Zeon mediante el reconocimiento facial, gps, navegador web, en general, todo tipo de tareas que un ordenador podría llevar a cabo, y muchas más. – [Sophie]Yo estoy deseando ir a por el nuevo modelo, este me va un poco lento a veces.[/Sophie] – admitió con una sonrisa.

    Atravesaron la puerta y se acercó a ellos una joven de pelo oscuro, vestida con vaqueros, una camisa blanca y una chaqueta de cuero sobre ella. – [JJ]¿Mesa para dos, chicos?[/JJ] – preguntó la muchacha.

    – [Sophie]No, gracias, venimos a ver a Niall, nos han enviado de Asignaciones.[/Sophie] – la joven de pelo oscuro les miró un instante y después señaló una cristalera tras la que un joven de tez oscura observaba la sala.

    A la muchacha no le extrañó que la guía no se dignase a darle las gracias, la había visto activar el Omnilens así que ya sabía el motivo. La magnífica e igualitaria sociedad de Zeon no lo era tanto para los humanos o para los artificiales e hijos de artificiales. Su madre, Rebecca, lo era, y por eso había terminado en un trabajo de menor cualificación que la que merecía. Al igual que ella, que para el caso podría haberse llamado Jane Doe en lugar de Jane Williams.


    Niall

    niallsuit

    El dueño del Sanctuary cerró los ojos, escuchando cada acorde con el que los músicos del ‘Banshee Scream‘ interpretaban la canción que él había compuesto. Frunció el ceño al escuchar un fallo y no consiguió volver a concentrarse.

    El mensaje de Noah era claro, iba a tener un invitado dentro de poco, así que dejó su placer para otro momento en el que no hubiera cosas que fuese necesario hacer.

    Unos minutos más tarde, Joey Munn, su guardia personal, llamaba a su puerta para indicarle que una guía y un refugiado venían desde Asignaciones. Según lo que había dicho Noah, tenía que darle un puesto a Nate allí, porque sería clave para el plan que la Resistencia tenía en marcha.

    Les mandó pasar a ambos y escuchó la explicación y los flirteos de la guía, que parecía bastante más fiel seguidora de su padre y sus hermanos que él. Para Niall su padre era una escoria que lo había conseguido todo por tener poderes y pocos escrúpulos y sin embargo su madre, una pobre humana que lo había dado todo por conseguirle un lugar en esa supuesta utopía, había pasado su vida con trabajos de poca cualificación por no tener ninguna habilidad. Por eso hacía lo que hacía.

    – [Niall]Ve a ver a Idris, el coctelero, él te dirá qué puedes ir haciendo mientras lo preparamos todo.[/Niall] – le indicó Niall al grandullón. – [Niall]Y no te preocupes, estás en casa.[/Niall] – afirmó. – [Niall]Señorita Bonnet, puede tomar lo que quiera, está invitada.[/Niall] – se despidió. Cuando volvió a quedarse solo, cerró los ojos una vez más y trató de concentrarse, pero esta vez no en la melodía que escuchaba, si no en la sinfonía de acontecimientos que debían precipitar.


    Idris Solo-Novak

    idrisbartender

    – [Idris]Marchando un ‘Bloody Bloody Mary‘ para la camarera más guapa del local.[/Idris] – anunció el coctelero con una enorme sonrisa mientras sus manos, cubiertas de una capa de hielo, agitaban el mezclador donde el ‘Bloody Mary‘ con sangre artificial creada por la industria hemológica, listo para que la vampiresa que había intentado ligar con Jane se lo tomase en lugar de la sangre que le apetecía en realidad.

    Cuando Jane se marchó negando con la cabeza pero sonriendo, Idris vio acercarse a las dos personas de las que le había hablado Niall. Uno de ellos era un tipo grandote y serio que venía de fuera, mientras que la otra era una muchacha delgada con aspecto de consentida que trabajaba de guía.

    Idris le guiñó un ojo a la muchacha al verla acercarse. – [Idris]Nuestro nuevo compañero, y una clienta VIP.[/Idris] – sonrió. – [Idris]Idris Solo-Novak, encantado. Puedes sentarte, es muy pronto para trabajar.[/Idris] – bromeó intentando romper la seria cara de Nate. – [Idris]O puedes pasar al almacén donde Kuruk necesitará tu ayuda.[/Idris] – sugirió. Pareció gustarle más esa idea y se despidió de la muchacha.

    – [Sophie]Es muy serio.[/Sophie] – admitió ella.

    – [Idris]Es una pena, seguro que tienes una sonrisa preciosa.[/Idris] – replicó él, haciendo que sonriese. – [Idris]He acertado, es mi poder.[/Idris] – indicó con un nuevo guiño. – [Idris]¿Por qué no jugamos a un juego? Te preparo un cóctel, si te gusta, te preparo otro en mi casa. Si no, te invito a mi casa para prepararte uno mejor.[/Idris] – añadió con una amplia sonrisa.

    Espero que la chica asintiese y empezó a prepararlo mientras pensaba en que ese podía ser uno de sus últimos días como coctelero. Si la Resistencia lo conseguía de verdad, por fin podría venirse abajo ese mundo en el que tenía cabida un asesino, un sádico que se alimentaba del miedo.

    Idris había dejado su trabajo anterior cuando finalmente dio con su nombre. Allí seguía, sentado en el Consejo, después de haber asesinado a sus padres brutalmente. Por suerte Mara y Vincent habían cuidado de él, pero ese mundo nunca les había tratado bien. Su padre seguía siendo un detective sin posibilidad de ascenso por estar asociado a los Moondies y su madre, por lo mismo, había tenido que conformarse como enfermera. Ellos siempre habían cuidado de él, y ahora le tocaba cuidar de ellos, y de todos los perjudicados por ese gobierno.


    Cole Roman

    colesecurity

    El jefe de seguridad del edificio Lenora se agitó, incómodo, en la sala de vigilancia. Llevaba un rato así, como si algo no fuese bien. Era una sensación extraña, que no tenía muy claro qué significaba, pero tenía algunas teorías y no le gustaban demasiado.

    Se puso en pie y se colocó el cinturón, tomando el comunicador entre las manos. Después se lo pensó mejor y envió un mensaje a un compañero, Equalizer, a través del mismo. Contaba que había sido un experimento de la Iniciativa, tenía algunos poderes para manipular el sonido, se los aumentaron y quedó sordo. En el famoso combate contra la Iniciativa y los Moondies, le liberaron de su impronta y se unió a nuestro bando. Respondió enseguida al mensaje diciendo que él se encargaba de la sala de vigilancia.

    El jefe de seguridad, Cole Roman, o Python de nombre zeoniano, descendió las escaleras rastreando la extraña sensación, que cuanto más aumentaba, más parecía distinguirse como una firma energética inestable. Ninguna a las que estuviera acostumbrado en ese edificio.

    A medida que aumentaba, fue descendiendo las escaleras más rápidamente, hasta llegar a los cimientos de la sala de calefacción. Allí fue donde descubrió qué era lo que estaba pasando. El dispositivo de calderas estaba fuera de control y estaba emitiendo más calor del que debía.

    Intentó pensar rápido, pero no podía hacer nada, así que tomó la decisión más sabia. Descolgó el comunicador e informó a sus compañeros. – [Cole]Evacuad el edificio, el sistema de calefacción va a estallar.[/Cole]

    Después intentó detener el problema, pero el sistema estalló liberando un calor infernal en la sala, un calor que se extendería por todos los conductos hasta quien sabía cuantas plantas. Solo podía esperar que sus compañeros evacuasen a tiempo.


    Laura Petrov

    laurafuture

    Laura Petrov se encontraba en su oficina, descansando mientras dejaba libres los pies de la atadura de los tacones. Nunca se había arrepentido de convertirse en ingeniera sismográfica, su trabajo le había permitido tener todo lo que quisiera y no tenía nada de lo que quejarse. Pero ese día maldeciría quedarse unas horas más para terminar un trabajo.

    Había desconectado las comunicaciones para que nadie la molestase y eso había sido un error. Al principio notó el sofocante calor de la calefacción inundar su despacho y pensó que estaba pasando algo, pero para cuando se quiso dar cuenta e intentó comunicarse con los demás, vio que el edificio estaba siendo evacuado y las llamas crecían por su despacho y otros muchos.

    La puerta se quedó bloqueada por el calor, así que desató su poder haciéndola saltar de los goznes y echó a correr. Intentó taparse la cara para no respirar demasiado humo y trató de no pensar en que ahora tendrían que pintar la oficina y seguramente perdería el trabajo de varios días.

    Estaba deseando salir para poder despotricar con tranquilidad con su madre y quizá agilizar los arreglos que necesitase el edificio, pero cuando bajaba uno de los tramos de escalera, notó que su tensión se desplomaba y perdía la consciencia. Estupendo, pensó, va a quedar genial en los titulares: «Soltera muere mientras echa horas extra».


    Owen Williams

    owenfire

    El cuerpo de bomberos se personó rápidamente en las instalaciones del edificio Lenora gracias a su teletransportador. Mientras uno de los hidrokinéticos se preparaba para sofocar las llamas, algunos de los compañeros se preocuparon de atender a la gente, que parecían estar perfectamente. Parecía que el fuego no se había afianzado en muchas plantas. El calor se había propagado en las más bajas mientras que en las superiores, no habían fraguado.

    Acostumbrado a la acción y la primera línea, el bombero raso Owen Williams necesitó poco más que escuchar que había aún gente dentro para cruzar las llamas y aventurarse en el interior.

    Llevaba la mascarilla puesta para protegerse del humo, pero no había demasiado en la zona. Lo más sofocante era el calor y a él no llegaría a hacerle nada importante. A fin de cuentas había sido su poder lo que le había cualificado para ese puesto de trabajo. Las ventajas eran que podía ayudar a la gente, pero por lo demás, era una mierda, especialmente desde que Idris se había marchado.

    Owen no había hecho demasiado caso a las voces de sus superiores que le instaban a quedarse atrás. No solía hacerlo, porque si les escuchase, empezaría a notar sus tonos de superioridad respecto a alguien que era consciente de que nunca podría ascender, porque su madre era una artificial y los dos unos Moondies. Ambos términos los detestaba tal y como los usaba la gente. Su padre y sus amigos decían que una vez Moondies había dado esperanza, pero ahora solo era el nombre de unos parias de los que era un miembro orgulloso.

    Continuó ascendiendo y notó el descenso del sofocante calor a medida que subía, observando las salas. Finalmente, en una de ellas vio a una muchacha desmayada. Corrió hacia ella y vio que tenía problemas por inhalación de humo y un leve traumatismo craneal. La cargó a sus hombros y bajó rápidamente las escaleras.

    A mitad de camino, vio algo extraño, una figura sobresaliendo de una puerta. Era un guardia de seguridad que parecía haber estado en el núcleo de la explosión. Tiró de él y le acarreó también a la salida.

    Cuando consiguió ponerles a salvo pensó que ahora le quedaba lo más difícil, esquivar a sus superiores, avisar a los demás de que Henry la había cagado completamente y asegurarse de seguir adelante con el plan y tener acceso al edificio cuando los bomberos volviese a evaluar la situación y asegurar la zona.


    Xander Echolls

    xandercop

    El oficial de policía cerró la carpeta sobre su mesa y la colocó sobre la pila de casos. Era uno de los agentes destinados a la investigación de una serie de asesinatos de sobrenaturales potenciados que se había ido incrementando en los últimos años.

    En todos había un denominador común, los muertos aparecían con señales que parecían indicar que su vida les había sido absorbida. Por el momento el único avistamiento registrado era el de un testigo que vio una figura encapuchada alejarse de la zona.

    El agente trabajaba codo con codo con los veteranos Bill, Vincent y Karen, pero la información que les llegaba era menor que la que tenían otros grupos de investigación sobre el mismo caso, que supuestamente debían trabajar coordinados. A fin de cuentas, los cuatro estaban relacionados con los Moondies y estaban bien vigilados.

    Por el momento no había relación aparente entre los fallecidos, salvo que ninguno de sus poderes se repetía, y eso no daba mucho margen de maniobra.

    En ese momento, el agente recibió un mensaje. Al ver que era de Owen, se reclinó y fingió una sonrisa mientras lo leía:

    ¿Recuperado? Hank se pasó con la marcha y vomitó encima de un par, menos mal que no nos jodió la fiesta. Quedamos como siempre, ya hablamos.

    Owen y él eran amigos desde pequeños, y eso les había venido muy bien para seguir fingiendo que pasaban muchas noches de fiesta, cuando en realidad ambos eran miembros de la Resistencia.

    La transcripción del mensaje era clara. ‘Hank‘, era Henry, otro miembro de la Resistencia un poco más problemático por sus ganas de derribar el gobierno, tenía como asignación programar una disrupción para que el sistema de calefacción del edificio Lenora fallase y quemase varias plantas, cuando no hubiese nadie en él. El agente contuvo el enfado para disimular y continuó fingiendo su sonrisa mientras respondía con un «XDDDD ya le tocaré yo las narices a Hank«.

    Tenía claro que no podía permitirse que Henry volviese a cometer una imprudencia que pusiera a inocentes en peligro. Así que decidió ir al portal más cercano de los que Vincent había mapeado, para llegar a la casa en la que vivía Henry. Tenían conceptos importantes de los que hablar.


    Henry Crowe

    henryfuture

    El joven de pelo claro subió el volumen de la música mientras trasteaba con un invento que podría resultar útil cuando las cosas se pusieran finalmente serias contra el gobierno.

    Se sentó en el suelo y apartó la pipa de oxígeno de la mesa para hacer hueco al artefacto. Si la teoría funcionaba, podría cargarse algunas de las restricciones que había para teletransportadores no autorizados en los edificios oficiales y con eso saltarían los lentísimos planes como el que había tenido que llevar a cabo ese día, solo para que Owen pudiera terminar infiltrado obteniendo información sin que nadie se diese cuenta.

    A Henry le importaba bien poco que le descubriesen, no como a los demás. Él había manifestado su odio a ese gobierno desde que fue consciente de que sus padres habían muerto en la masacre de la Iniciativa, sin ser siquiera miembros de ella.

    Jamás olvidaría esa matanza indiscriminada. Sus padres habían ido a proteger a los inocentes, a los activos y experimentos que no eran más que víctimas de la Iniciativa. Pero acabaron con todo. Su política siempre trató de encubrir el verdadero acto, justificándolo: la Iniciativa era una amenaza, habríamos sido los siguientes, estaban desarrollando un arma para acabar con todos nosotros y otras mentiras por el estilo. Habían instaurado un día oficial de luto al año por las víctimas inocentes que habían caído en «el fuego cruzado«. Todo una pantomima.

    Cuando Henry escuchó un ruido en el exterior, se puso en pie rápidamente, agarrando una de las armas que guardaba bajo el colchón del sofá, listo para llevarse por delante a quien fuese o para teletransportarse en caso de necesidad.

    No echaría de menos esa casa. Henry era un fugitivo, un terrorista cuya cara era bastante conocida. Pero Zeon era muy grande y siempre tendría un sitio donde esconderse, y por suerte, una forma rápida de llegar a él. Solo de pensarlo sonrió, recordando a toda esa escoria que le despreciaba por ser hijo de una artificial, cuando todavía le importaba lo que pensara la gente.

    La puerta de la entrada se abrió y Henry levantó el arma, apuntando al invitado inesperado. Frente a él, el otro, un tipo de constitución atlética, pelo rubio y ojos claros, tambien apuntaba el arma. Henry no bajo el arma, era Xander, uno de sus compañeros, pero también podría ser un camaleón, un cambiador de formas.

    – [Xander]¿Sabes lo que has estado a punto de hacer?[/Xander] – preguntó, encolerizado. Henry bajó el arma, estaba claro que era Xander y que eso iba a ser una reprimenda.


    Amy MacLeod

    amymakeup

    A las afueras de la capital de Zeon, se alzaba el imponente Bosque de los Lobos, muy cerca del monumento a las víctimas de la Iniciativa, el lugar donde muchos recordarían la masacre.

    Allí, ocupando cada vez un terreno más extenso del bosque, lo que inicialmente había sido la manada de Canton, se había extendido hasta formar un pequeño pueblo-reserva, algo más alejado de la vida en las capitales.

    En los primeros años del nuevo gobierno, la manada de Canton había acogido entre los suyos a los Moondies y sus allegados, parias del gobierno, sin duda con el visto bueno de éste, que prefería tenerlos en un entorno más aislado y seguramente, controlado.

    Los Moondies habían tenido hijos, la manada había tenido hijos, y el gobierno había dado lugar a hijos descontentos. Todos ellos habían encontrado su hogar en el nuevo pueblo de Canton.

    La líder de la manada, líder por antonomasia del pueblo de Canton, caminaba meditabunda por un claro del bosque. Pese a su edad, ya llevaba muchas vivencias a sus espaldas. Su pueblo era el núcleo de la Resistencia, pero tenía que arreglárselas para disimular frente a cualquier representante oficial. Se había acostumbrado a mostrar dos caras y a veces le gustaba volver al bosque simplemente y ser ella misma.

    Suspiró y se quitó la ropa, dejándola doblada a un lado. Después, se encogió sobre sí misma mientras su cuerpo se hacía añicos y volvía a formarse, dejando libre a la ‘Loba Roja‘.


    Elle Echolls

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    Una joven alegre caminaba por el pueblo de Canton, visitando los comercios a pie de calle para elegir la mejor comida para preparar ese día. Su padre estaba especialmente tenso los últimos días, por ese plan que la Resistencia estaba llevando a cabo.

    Sus tíos habían hablado con él en privado varias veces, pero no terminaba de quitarse esa nube negra a su alrededor. La joven sabía a qué se debía, su padre nunca había sido el mismo desde que se habían llevado a su madre. Su tía Diana siempre le decía que su padre quería a su madre más que a nada en el mundo, y no soportó perderla dos veces seguidas.

    La primera fue poco después de nacer Xander. Pero ella consiguió resistirse, regresar. Se escondieron y así había llegado a nacer ella. No duró mucho, la joven no recordaba apenas el rostro de su madre. Se la volvieron a llevar y a ella tuvieron que esconderla, evitar que la registrasen, no solo por ser hija de ellos y por miedo a lo que Z le hiciese, si no por cómo había nacido. No era fácil saber que en el falso e idílico mundo en el que todos eran aceptados por ser diferentes, ella sería considerada una amenaza por serlo también.

    Pero Elle intentaba ser siempre positiva, sus tíos Christopher y Ed la habían enseñado a contenerse y ser paciente, su tío Daakka le había enseñado a ver el bien y el mal de otra forma, su tía Cara le había enseñado a poner buena cara a las cosas malas, su tía Diana a reírse de lo peor. El resto de los Moondies también le había aportado mucho. Y Amy siempre había cuidado de ella.

    Elle se esforzaba por controlarse, por esconderse en el bosque cada vez que alguien podía aparecer y descubrir con su Omnilens que no estaba registrada. No conocía nada que no fuese Canton, pero se lo debía a su padre y su hermano, que siempre la protegían pese a sufrir por lo que había pasado con su madre. La Resistencia tenía muchos valores por los que luchar, pero muchos lo hacían por ella, por Sarah.


    Epílogo

    sarahbeatrix

    La Cazadora aguardaba en silencio en el mausoleo, perdida en sus pensamientos, en la lucha interna que cada día se debaría en su interior. Una lucha a la que estuvo a punto de rendirse muchas veces, pero no sabía qué más hacer, no encontraba la forma de librarse de todo ello, de volver a ser buena persona. La habían condenado a vivir, robándole la vida a otra.

    – [Z]Cariño, te había estado buscando.[/Z] – dijo una voz grave a sus espaldas. El líder del Consejo de Gobierno de Zeon estaba tras ella, ataviado con un traje blanco sin corbata. Muchos lo llamaban aún El Director, la mayoría, Z. Para ella siempre sería Sieg.

    – [Sarah]Sí, necesitaba venir aquí.[/Sarah] – se sinceró. Él se acercó y la rodeó con sus brazos, inclinándose para besar sus labios con pasión. – [Sarah]Me ayuda a recordar lo que pudo ser.[/Sarah] – añadió ella, dándole la mano.

    – [Z]A veces hay que hacer lo necesario, Beatrix.[/Z] – afirmó con aparente pesar. Observó la tumba que tenían frente a ellos unos segundos antes de darle la espalda para marcharse.

    Tess Gianopoulos. Nunca olvidaremos lo que hiciste por nosotros.

  • EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    Sarah | Éter

    ¿TARDE?

    sarah040516

    Me desperté desorientada, como si hubiera dormido una siesta de tres horas o quizás, de tres meses. Lo último que recordaba era que Ed había realizado un ritual, el ritual para intentar librarme de Beatrix, pero parecía tan lejano que ya ni siquiera era capaz de perfilar correctamente la escena en mi cabeza, así que no pidáis que suene congruente.

    Cuando caímos sobre la hierba, Ed aseguraba que acabábamos de pasar por una especie de tubo caleidoscópico al más puro estilo Doctor Who. Pero nada, mi cerebro estaba apagado o fuera de cobertura. A veces, parecíamos vivir a toda velocidad y otras, el tiempo se dilataba y los días parecían meses. Esta era una de esas veces, por lo que tardé un poco en ubicarme. Especialmente, porque a mi alrededor se estaba construyendo el pabellón infantil de mi colegio de Moondale y me dio por pensar en esa curiosa sensación de pertenencia que sientes hacia tu colegio, que es inversamente proporcional al asco que te da el instituto al que fuiste.

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  • ARENA Y SAL

    Daakka | Playa Bitterwater, Merelia

    MADRUGADA

    dukepost1

    Finalmente, la celebración de la boda llegó a su fin después de que los invitados se fuesen retirando como un goteo a sus habitaciones. Los novios, los MacLeod y los Moondies fuimos los últimos en marcharnos, a fin de cuentas, estábamos acostumbrados a dormir poco cuando el deber lo requería, y era mucho menos cansado bailar y reír que matar vampiros.

    En lugar de irse a sus habitaciones, Sarah, Daniel, Elizabeth y Jaime decidieron marcharse al hospital a esperar que el bebé de Diana viniese al mundo. La primera de la nueva generación Moondie. Dominic se ofreció a llevarles, pero todo el mundo estuvo de acuerdo en que, aunque su constitución sobrenatural hubiese soportado tantos «cócteles», lo más seguro era que un alcoholímetro explotase en cuanto pusiera sus labios en él.

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  • WOLF

    WOLF

    Sarah | Subconsciente de Mara

    INDETERMINADO

    sarah040516

    Caminé junto a Beatrix intentando entender su historia y qué podía hacer para ayudarle, pero no estaba segura de haber llegado a ninguna conclusión decente, porque en mi cabeza se repetía la imagen de Mara muriendo en la camilla de los O.W.L.S. por mi culpa. Tenía que tomar una decisión y debía ser rápida, pero nunca había sido muy buena tomando decisiones, porque pensaba demasiado y a la larga, todas las opciones parecían un error, especialmente la elegida.

    – [Beatrix]Estás muy silenciosa[/Beatrix].- admitió finalmente mientras atravesábamos aquel bosque oscuro y tétrico que parecía no acabarse nunca. Esperaba que no fuese posible perderse en un subconsciente o peor aún, que nos perdiéramos y que Mara muriese con nosotros dentro.

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  • RESPUESTAS

    RESPUESTAS

    Christopher MacLeod | Aleion, Subconsciente de Sarah

    desconocido

    macleodvaquera

    Las copas de los árboles se mecían en el viento con una tranquilidad asombrosa, casi irreal habría pensado, de no haber sabido que era muy real, o al menos lo había sido. El silencio comenzó a romperse poco a poco, presa de unos pies calzados en botas pesadas que aguantaban el peso de cuerpos cargados de armas.

    Los cazadores atravesaron todo el bosque hasta llegar al claro donde descansaba el clan de demonios Gygax. Todo pasó muy deprisa, pero la barbarie nunca se me olvidaría, como espero que no se le olvide a cualquiera que lea este diario.

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