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Etiqueta: Caitriona

  • PERDER SIN HABER CONOCIDO

    COLE ROMAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Despertar en un lugar desconocido tras haber cruzado un laberinto mágico y ser atacados tras haber cambiado de cuerpos entre nosotros podría catalogarse como demasiadas emociones para un mismo día. Así que al ver que no podía salir por la puerta ni la ventana de la cabaña, decidí sentarme en el suelo y meditar para relajarme y poner mis ideas en orden.

    En ese estado pude escuchar enseguida la puerta abrirse y la serpiente que yacía en mí sintió la oscuridad arrastrarse a través de ella casi en el mismo instante.

    – [Caitriona]Hola, Cole.[/Caitriona]- dijo una voz femenina con un acento que no pude reconocer.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – añadió. Abrí los ojos y vi a una bella mujer con oscura melena ataviada con una toga marrón. Unas ropas sencillas que sin embargo llevaba alguien que caminaba como una misma diosa.

    Mi interior siseaba ante la oscuridad que sin embargo, ahora nos rodeaba a ambos. No provenía de ella, pero la acompañaba. Antes de permitirle ofrecerme un trato, me aseguré de la situación del resto. Si era verdad lo que contaba, el conjuro de Kaylee había conseguido sacarnos del peligro pero nos había transportado a sus dominios y cualquiera que los cruzara debía escuchar una de sus propuestas. Una cosa a cambio de otra. No tuve más remedio que confiar en su palabra de que cuando terminase sus ofertas, podríamos irnos.

    En el tiempo que pasé con el tío Hiroshi, en Japón especialmente, había conocido toda clase de criaturas cuya misma existencia constituía una amenaza y sin embargo, en muchas ocasiones me había encontrado con que no eran los culpables que buscaba, porque se regían por un código, una moral perversa a veces, pero que permitía saber a que atenerse. Caitriona parecía tener un código así, una regla sagrada que sentí que no rompería, cuando los tratos estuviesen aceptados o rechazados, nos podríamos ir. Me atreví a preguntar a cuántos había ofrecido ya su pacto, pero ella se limitó a responder que a más de la mitad.

     – [Cole]¿Que clase de trato?[/Cole] – mientras ella se colocaba en la silla que había alzado de la tierra, yo me senté en la cama para estar a su altura en lugar de en el suelo.

    – [Caitriona]Puedo traer de vuelta a tu madre.[/Caitriona] – cada una de sus palabras cayeron como un peso sobre mí. En el fondo había esperado una oferta menos trascendental, algo como poder, riquezas o inmortalidad, algo que fuera sencillo de rechazar.

    – [Cole]¿Sin peros? ¿Sin engaños?[/Cole] – indagué, con los seres sobrenaturales había que tener mucho cuidado y con los que hacían tratos a menudo, como los faerie, mucho más. Ella parecía ser una de ellos, aunque nada en su aspecto lo delataba, era más bien una impresión, algo que mi mitad demonio sabía mejor que yo.

    – [Caitriona]Con una condición, pero sin engaños.[/Caitriona]- puntualizo ella. Ahí estaría sin duda la parte dolorosa de esta situación, lo que exigiría a cambio.

    – [Cole]¿Que condición? [/Cole]- pregunté, preparándome para el sacrificio que exigiera y para estar dispuesto a darlo o rechazarlo y arrepentirme toda una vida.

    – [Caitriona]Una madre por una hija.[/Caitriona]- dijo con la mirada fija en mí. ¿Una hija? Quizá estaba tratando con el Villiers equivocado, era mi padre quien había sembrado descendientes a lo largo de sus viajes.

    – [Cole]No tengo ninguna hija.[/Cole] – afirmé. Lo pensé bien durante unos instantes, si era posible que en alguna relación hubiese llegado a ocurrir, pero no podía ser, tanto con hombres como con mujeres siempre había utilizado preservativos, un consejo de mi padre que quizá él mismo había aprendido tarde. Ya se sabe lo que se suele decir, haz lo que digo, no lo que hago.

    – [Caitriona]¿Sabes cómo funciona el tiempo, Cole?[/Caitriona] – comentó ella, sonriendo. No estaba hablando entonces de una niña que tuviera ya. Futuro, nunca me había gustado jugar con esas fuerzas, saber qué me deparaba me hacía pensar que estaba condenado a cambiarlo o a repetirlo.

    – [Cole]¿Una hija futura? ¿Como en el cuento… en el que tenías que decir el nombre al revés? [/Cole]- no recordaba el nombre, solo que era uno de los muchos que estaban en la sala en la que los hijos de los Moondies jugábamos mientras ellos se reunían. Contaba la historia de un ser mágico que hacía un pacto a cambio de llevarse a su primogénita, pero le derrotaba diciendo el nombre al revés, que era un trabalenguas que Noah se había entretenido en memorizar. No quería pensar en la idea de tener siempre acechando sobre mí esa decisión, llegar a tener una hija y que me fuese arrebatada siendo solo mi culpa.

    – [Caitriona]No conozco bien la mitología de tu mundo, lo siento.[/Caitriona]- explicó ella, excusándose.- [Caitriona]No sería un robo.[/Caitriona] – aclaró, como si sintiera mis dudas. Puede que la oscuridad se lo hubiese contado.

    – [Cole]¿Llegaría a conocerla? ¿Sería…solo mía?[/Cole] – tantas preguntas agolpándose en mi mente. La vida de mi madre estaba en juego, pero a cambio de entregar una parte de mí, una parte que aún no conocía.

    – [Caitriona]Nuestra. [/Caitriona]- replicó ella.- [Caitriona]Pero el vínculo sería mágico, no sexual.[/Caitriona] – aclaró al ver mi mirada.

    Suspiré aliviado, no es que no la considerase atractiva, pero no habría podido llevar adelante ese acto con la frialdad de saber lo que entregaba y por qué lo hacía.

    – [Cole]¿Estará bien? ¿La niña, quiero decir? ¿Estará segura?[/Cole] – dije. Con aquella presencia malvada, no me atrevía a dejar a la niña en sus manos, convertida en quién sabe qué, solo para cumplir sus designios.

    – [Caitriona]Yo la cuidaré.[/Caitriona]- sentenció ella sin dejar de mirarme y de algún modo, supe que era cierto, que ni siquiera aquella presencia le haría nada.- [Caitriona]Te dejo elegir su nombre si quieres.[/Caitriona] – comentó ella. Me paré a pensarlo, alguna vez se me había pasado por la cabeza la idea de si algún día tendría niños. Me gustaban, me parecería antinatural lo contrario, pero no había llegado a meditarlo fríamente, veía mi vida poco asentada y yo poco preparado frente a mis demonios.

    Al final negué con la cabeza, ponerle nombre haría que el dolor estuviera presente día a día. – [Cole]¿Será feliz?[/Cole] – pregunté. Decidí que si no iba a serlo, si mi decisión iba a hacer que su vida fuera mala aunque fuera poco tiempo, no lo haría. Pero también estaba el hecho de que si no lo hacía, ella ni siquiera llegaría a nacer. La magia la haría a partir de Caitriona y de mí, un encuentro que de otra manera nunca habría pasado. Visto de esa perspectiva, estaba decidiendo si la niña venía al mundo o no.

    – [Caitriona]Eso depende de ella, Cole.[/Caitriona] – replicó, esquiva. Tenía que insistir, llevarme al menos ese trocito de paz.

    – [Cole]Si tienes poder para hacer esto y para saber lo que sabes de mí podrás saber si llevará una buena vida.[/Cole] – dije. No sabía cuentos de mi mundo, pero sí que conocía lo que ocultaba mi corazón, podría saber eso. No en todo momento, claro, había ido demasiado lejos pensando en una felicidad continua, nadie es feliz en cada instante de su vida, pero sí podía saber si su vida sería buena en general.

    – [Caitriona]Haré todo lo que esté en mi mano.[/Caitriona]- respondió. Parecía como si algo le impidiese decirme algo en firme, pero con su mirada demostró su intención. Aquella niña estaría a salvo. Mi hija.

    Asentí, suspirando profundamente. – [Cole]Mi madre por una hija.[/Cole] – dije tendiéndole la mano. Casi podía imaginarme abrazando a mi madre, contándole todo lo que se había perdido después de su trágica muerte.

    – [Caitriona]¿Aceptas el trato?[/Caitriona] – preguntó ella de nuevo, para cerciorarse de mi decisión.

    – [Cole]Si, acepto. Con dos condiciones.[/Cole] – dije, aún con la mano extendida.

    – [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona] – dijo ella. Retiré la mano a la espera de reunir las palabras.

    – [Cole]Quiero hablar con ella cuando regrese a la vida.[/Cole] – pedí. Para asegurarme de que no había sido todo en vano y que aquella niña, la niña sin nombre, no había llegado al mundo sin conocer a su padre por un buen motivo. – [Cole]Y quiero saber su nombre.[/Cole] – accedí. No me sentía digno de ponerle nombre, pero quería saberlo. Aunque era probable que aquella presencia que se agitaba con profusión cuanto más dudaba y me debatía, se alimentara de todas las veces que volvería a esa cabaña, a esa decisión.

    – [Caitriona]Tu madre estará en la Tierra cuando vuelvas. Es muy probable que os esté esperando en casa, así que esa condición no es tal cosa. Te dejo que pidas algo diferente.[/Caitriona]- respondió ella. Agradecí que intentase ser justa conmigo.

    – [Cole]Pensé que volvería ya. Sin esperar a que yo regrese.[/Cole]- no podía estar seguro de que regresara a la Tierra, podían pasar demasiadas cosas y no me fiaba de que nuestro trato dependiera de eso.

    – [Caitriona]¿Quieres hablar con ella ahora? No sé si he entendido bien tu petición.[/Caitriona] – comentó. Nunca había sido del todo bueno explicándome. El don de la palabra lo tenían otros New Moondies como Kaylee con increíble inteligencia, Noah con su sabiduría, Xander con su habilidad para entenderse con los demás, Owen con sus halagos sinceros o Lexie con su habilidad para engañar y manejar la situación.

    – [Cole]En cuanto sellemos el pacto[/Cole] – dije asintiendo.

    – [Caitriona]De acuerdo.[/Caitriona] – dijo ella.

    – [Cole]Y la segunda condición…[/Cole] – le recordé. El nombre de la niña.

    – [Caitriona]Su nombre es Jade.[/Caitriona] – dijo sin atisbo de duda. Asentí y nuestras manos se fundieron en un apretón de manos. Sus dedos ascendieron por mi antebrazo hasta convertirse en rayos que atravesaron todo mi cuerpo como una descarga. Me la estaban quitando, se estaban llevando a Jade.

    Acabé casi arrodillado en el suelo, dolorido, sintiendo un vacío en el pecho que correspondía a ella. No la había conocido, pero ya la estaba echando de menos. Aquella carga iba a ser más pesada de lo que había pensado, pero había sido por una buena causa.

    – [Caitriona]Como deferencia hacia nuestro trato, añadiré a tu madre al pacto que hice con tu amigo Noah antes.[/Caitriona]- comentó de forma misteriosa. No sabía que clase de trato había aceptado Noah, pero tenía que preguntarle. – [Caitriona]Y ahora, te dejo solo unos minutos.[/Caitriona] – se alejó y al abrir la puerta la vi agacharse sobre una especie de cunita de ratán para recoger un bebé envuelto cuidadosamente en una mantilla de color verde.

    La puerta se cerró y sentí que no volvería a ver a esa pequeña más. Pero no podía derrumbarme. Un orbe apareció en mitad de la sala y creció hasta convertirse en una gran esfera que parecía como si el tejido mismo del mundo estuviera rasgado.

    Ella estaba al otro lado, primero vi su melena rubia y cuando se giró, su inconfundible sonrisa.

    – [Cole]Mamá…[/Cole]- la llamé. No podía llegar hasta ella aunque lo intentó, extendió aquellas alas blancas como para arroparme con ellas, pero no pudo. Solo podíamos hablar.

    Y así lo hicimos, le conté todo lo que había pasado, con papá, con Dante, conmigo. Cómo había vuelto y con un nudo en el pecho, el coste que había tenido. Los dos terminamos llorando, pero ese dolor que me atenazaba se hizo un poco más pequeño al compartirlo. Mi madre vivía y en algún lugar, Jade también lo haría, sin un padre a su lado quizá, pero mi amor por ella llegaría hasta donde se encontrase para protegerla.

  • CICATRICES POR UNA CHICA

    Vera – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Me quedé inconsciente mientras hablaba con Elliot y, cuando volví a estar en pleno control de mi cuerpo, me encontré con que me habían movido en contra de mi voluntad. La sensación de desagrado fue en aumento al darme cuenta de que estaba en una cama mugrienta dentro de una habitación que no pasaba los estándares mínimos de salubridad. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y pensé en que quizás habían abusado de mí.

    Intenté tranquilizarme mientras me incorporaba. Observé mi ropa, que era la misma que antes de quedarme inconsciente: vaqueros y blazer negros y camiseta blanca. No tenía marcas en ninguna parte visible y mi ropa interior parecía intacta. Fuera quien fuera la persona que me había movido, no me había tocado.

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  • LA MALDICIÓN ECHOLLS

    Kaylee – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Ezra y yo habíamos hablado poco. No era un tío de palabra fácil y su pasado traumático, tan cercano que era casi su presente, le hacían un interlocutor difícil. Con estas líneas parece que me caía mal, pero no hay nada más lejano a la realidad. Me caía bien. El problema es que tenía tantos muros construidos a su alrededor, que no tenía tiempo ni ganas de derribarlos todos.

    Bastante esfuerzo me costaba ya mantener la boca cerrada para no comerme todo lo que había en la nevera de la nave. «La maldición MacLeod» le llamaba yo a eso. Los nervios me daban hambre y con el poco movimiento que teníamos, me estaba poniendo más curvilínea de lo que me habría gustado. Leo decía estaba estupenda, pero mis vaqueros de antes de la nave no opinaban lo mismo.

    Repasé la habitación cochambrosa una vez más: una cama maltrecha, paredes de piedra mal pintadas, una palangana para hacer mis necesidades (SOCORRO) y unos grilletes en la pared. Apostaba la casa de mi familia a que llevaba sin limpiar desde hacía una buena temporada. Por eso evitaba sentarme sobre la cama, pero es que el suelo tampoco era muy buena opción. Si hubiera tenido agua, me habría puesto a limpiar, pero no podía conjurar nada. Mi magia estaba desconectada. Allí dentro era poco menos que una chica cualquiera y eso me incomodaba, pero preferí desterrar ese pensamiento para no entrar en un bucle que me perjudicase.

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  • MI VERDADERO PODER

    NIALL

    AMANECER – BOSQUE DEL CREPÚSCULO

     

    Por un momento pensé que había vuelto a casa con mi madre, esa caravana que apenas era más grande que mi habitación de la residencia, pero entonces recordé que volvimos con los demás porque los ladrones de cuerpos o vete a saber quienes eran ahora habían vuelto. Así que francamente no tenía ni la más mínima idea de donde podría encontrarme.

    Por mi mente paso la idea de que estuviera en otro de esos mundos buscando al Daë de turno, pero era algo que solíamos hacer en grupo y además llegados a este punto, en el que apenas restaban media docena, no creo que fueran a confiar en mí para hacer una misión en solitario para captar al Daë de tuerno.

    -[Caitriona]Hola Niall.-[/Caitriona] Me gire sobresaltado y ahogue un grito. No tenía ni la más remota idea de donde había salido esa señora. -[Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]

    – [Niall]¿Nos conocemos?. Espero que el trato no tenga nada que ver con las cadenas.-[/Niall] Solo mi circulo cercano me conocía por Niall, no es que no fuera presentándome a todo el mundo como tal, pero a esta mujer no la había visto en mi vida.

    – [Caitriona]Yo a ti te conozco, pero tú a mí no aún.-[/Caitriona] Hizo aparecer una silla desde el suelo y sentó en ella. La verdad que como método para ahorrar espacio iba bastante bien.

    – [Niall]La verdad tampoco sé si quiero conocerte, me están llegando unas vibraciones muy chungas.-[/Niall] No me va mucho el rollo de la magia, es chunga y es fácil corromper a la gente con ella.

    – [Caitriona]Puedo ofrecerte algo que quieres por un módico precio.-[/Caitriona] Ya tiene que estar la cosa jodida en el mundo de la magia para que tengas que estar pluriempleada en el mundo de la teletienda, o magitienda en este caso.

    – [Niall]No tengo un duro y me he dejado la cartera en la nave.-[/Niall] No tenía dinero para mí como para ir repartiendolo a gente que estaba en las mismas que yo.

    – [Caitriona]Eso tiene arreglo.-[/Caitriona] Si, un trabajo bien remunerado. Que la gente no sea homofoba y racista. pero esta la cosa complicada.

    – [Niall]No hago favores sexuales.[/Niall]

    [Caitriona]No los necesito, pero gracias por la aclaración.-[/Caitriona] Debió de tomarselo porque sonrió un poco -[Caitriona]¿Quieres que te muestre lo que te ofrezco?[/Caitriona]

    – [Niall]Si por favor, procede.-[/Niall] Al igual que hizo con la silla, hizo aparecer una televisión, pero una de esas antiguas. No debía de conocer las pantallas planas, aunque quien soy yo para jugar, en casa tengo una igual. Cait, ya que nos tuteamos la llamare así, puso el mando y empezó a reproducirse un videoclip en el canal de Infinity Music. No sabía de quien se trataba, pero sonaba bien y el tío se movía de escándalo. Cuando me di cuenta de quién se trataba casi caigo al suelo. – [Niall]Soy… Soy ¿yo?.[/Niall]

    – [Caitriona]Se parece bastante a ti, pero todavía no eres tú.-[/Caitriona] Añadió sonriendo. Sin duda a la tía esta le gustaba ponerse en plan críptica. Seguro que alguien ya le ha tocado el papo y ahora va con mas cautela.

    – [Niall]Vale, donde está el truco. ¿10 años de éxitos y después la decadencia?¿Mi alma a cambio del éxito?.-[/Niall] La verdad es que no me gustaban ninguna de las dos opciones. No quería ser uno de esos cantantes con un único hit y tampoco perder mi alma, no es que crea que tengamos algo dentro de nosotros, pero el capítulo ese de los Simpson en el que Bart le da su alma a Milhouse es difícil de olvidar.

    – [Caitriona]Quiero tu don.-[/Caitriona] Dijo sin dar muchos rodeos.

    – [Niall]Específica chata porque tengo muchos.-[/Niall] Mismamente mi voz era uno de ellos, acaso iba a ser el número uno en el mundo con un álbum en el que soltase gallos. O me iba a joder el meñique en una mano y nunca más podría tocar el piano bien.

    – [Caitriona]Quiero tu poder.-[/Caitriona] Me dio mal rollo lo convencida y decidida que sonó – [Caitriona]El grito sónico.[/Caitriona]

    – [Niall]¿Y no prefieres el 20% de todos mis éxitos?. Te vendría bien cambiar de aires… y casa.-[/Niall] Nadie decía que no pudiera regatear con ella. La verdad si me hubiese dicho que quería el pajarraco en el que me convierto de vez en cuando hubiese dicho que si sin pestañear. Pero mi poder… no es que fuera a ser un héroe como el resto, eso lo tengo más que claro, tampoco es que me guste esa vida. Pero era algo que siempre me había sacado de alguna situación peliaguda.

    Seguro que los demás también piensan que soy un vendido si acepto esto oferta. Pero la industria de la música no es fácil, a no ser que estés bueno como Leo que le da un plus. Pero las puertas se siguen cerrando con facilidad en la industria para los negros, súmele a eso el ser un negro gay. Además me negaba a ser una garrapata para Lexie el resto de mi vida. Ahora podríamos quemar tarjetas de crédito a pares, cada una las suyas.

    Cait se levanto resoplando, fijo que el resto ya le había intentado regatear también – [Caitriona]Niall, esto no es una negociación.-[/Caitriona] Me echo una miradita por encima del hombro y se encamino hacia la salida.

    – [Niall]Espera, espera. Esta bien, acepto.-[/Niall] Me da igual lo que pensara el resto de mi por esto. Iba a conseguir la carrera musical que tanto deseaba e iba a sacar a mi madre de esa mierda de caravana dándole esa casa que se merece.

    – [Caitriona]Así me gusta.-[/Caitriona] Regreso hasta donde me encontraba y poso una mano sobre mí. Ni apretón de mano ni leches. La tía se acaba de llevar mi habilidad sin rechistar. Al menos no había tocado mi verdadero poder. – [Caitriona]Cuando vuelvas a la Tierra, recibirás una llamada y empezará lo que has visto. De ti depende el resto.-[/Caitriona] Tenlo por seguro Cait, no me faltaran ganas para que cada canción sea un éxito.

    – [Niall]Te dedicare el primer álbum.-[/Niall] Pondré a una tía en toga en la portada del disco, o le compondré una canción, o la añadiere en las dedicatorias. Aunque todo esto le importaba más bien poco, ella ya había conseguido lo que quería, tampoco es que tuviera que darle nada más.

    Cait soltó una carcajada propia de bruja mala mientras se dirigía hacia la puerta y antes de marcharse añadió – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona]

    La verdad esperaba que no. Para que quisiera mi carrera músical la próxima vez la muy perra.

     

  • NO SE ADMITEN CAMBIOS NI DEVOLUCIONES

    Amy – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    La cabaña era agobiante y estaba sucia, muy sucia. Pero no voy a entrar en detalles mil veces repetidos, porque lo importante era aquella mujer y lo que venía a decirme. Ataviada con su toga y sin darle muchas vueltas al asunto, la mujer de rasgos en apariencia asiáticos, sacó una silla de un vórtice en el suelo y me soltó, a bocajarro, que quería hacer un trato conmigo.

    – [Amy]No sé qué puedes querer de mí[/Amy].- admití de pie con la espalda apoyada contra la pared. Me negaba a tumbarme en aquellas sábanas que olían al resto de New Moondies. (más…)

  • DE QUÉ ESTÁ HECHA ESTA TANUKI

    Lexie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Podría contaros el mismo rollo que os ha contado el resto del grupo, pero sería tan aburrido como un podcast de Leo contando la situación del tráfico en Louna. Lo importante de esto es que me desperté desorientada, con la boca seca y un leve dolor de cabeza, que evidenciaba la mierda de colchones que teníamos en la nave. Me imagino que también influía que quedarse inconsciente con al asiduidad de una preñada tampoco es que fuera bueno.

    Viendo la de mugre que había en aquella cabaña, opté por alejarme de la cama y me quedé de pie. A saber quién se había acostado ahí y cuándo había cambiado las sábanas por última vez.

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  • PERDIENDO LA PARTIDA

    NOAH ARKKAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Ni siquiera con mi velocidad pude reaccionar a tiempo cuando el sueño lo cubrió todo y caí al suelo. Lo que si me permitió fue ver que no era el único que estaba allí inconsciente, los rostros de mi familia y mis amigos y amigas quedaban aplastados contra las piedras de la plaza del centro del laberinto, coronada por una fuente sobre la que se alzaba un pequeño arcoiris. Aquél laberinto era mágico, no solo en parte, si no en todo su ser, cada fibra de demonio en mí lo percibía como un pulso que recorría y embargaba mis sentidos.

    Cuando desperté, además de la cabaña en la que me encontré, sentí que seguía, si no en el mismo, en un lugar igual de mágico, pero con una naturaleza diferente, con un equilibrio que de continuo parecía a punto de decantarse entre cualquiera de sus bordes.

    No molestaré con los detalles que descubrí en cada rincón de la cabaña, porque la recorrí una infinidad de veces tratando de buscar una salida. No había forma, aquella manilla no se movía ni siquiera bajo el peso de mi fuerza demoníaca hasta que de pronto, como si la física de aquél pequeño universo en el que se había convertido esa cárcel improvisada se rompiera, la puerta se abrió.

    – [Caitriona]Hola, Noah[/Caitriona].- dijo una voz femenina. Por regla general, para cuando hubiera cruzado el umbral mis sentidos ya lo habrían visto todo de ella, pero como si su propia esencia formara parte de aquél lugar, fui incapaz de ser más rápido, como si mi don hubiera desaparecido sin más, solo que en mi interior notaba que lo estaba usando.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Rebajé la velocidad y sus movimientos siguieron al mismo ritmo, esa magia, la de aquél lugar, quebraba las leyes de la física.

    – [Noah]¿Un trato? Antes tengo que saber más de todo esto…[/Noah] – le pregunté. Estaba en una situación desfavorable, no sabía nada de aquél lugar, de qué les había pasado al resto o cómo habíamos llegado al laberinto en primer lugar. Y luego estaba ese trato que ofrecía y que no pintaba nada bien.

    Creo que cuando asintió no esperaba todas aquellas preguntas, pero aceptó cada una con paciencia y me pregunté cuánto ganaría con ese trato como para aguantar así. Descubrí que la magia de Kaylee nos había sacado del ataque de los sirvientes y sirvientas de Antailtire pero con la prisa y el miedo nos había dejado a la deriva entre mundos, llegando al Laberinto. Tenía serias dudas al respecto, parecía más bien que ella, o a quien ella sirviera a juzgar por sus palabras, había mediado en el conjuro de Kaylee para atraernos aquí. Tenía confianza en las habilidades de mi amiga y posible cuñada.

    Al parecer el Laberinto comunicaba con aquél lugar y dormirnos era parte del proceso de cruzar el portal a ese lugar, ese Bosque del que no sabía ni el nombre. No es que diera muchos detalles, esa conversación era una partida de ajedrez en la que yo no tenía ninguna ventaja y Caitriona era una jugadora experta. Ese trato que me ofrecía se había repetido antes, no solo con el resto de los que habían venido conmigo y les había tocado ya el turno, si no incontables veces en el pasado, con a saber cuántas almas. Fuera como fuese, había demostrado que no podía salir de allí, así que me veía obligado a atenerme a sus términos y escuchar su pacto como harían los demás.

    – [Caitriona]Pues sí que tenías dudas…[/Caitriona]- dijo ella, esbozando una sonrisa tenue.

    – [Noah]Lo siento, sé que es molesto, pero la situación no va a permitirme errores.[/Noah] – no sabía aún qué pensar de ella, así que fui correcto pero cauto. Notaba el peligro en el ambiente, pero una parte de mí me decía que aquella persona que tenía frente a mí no era inherentemente malvada. Quizá así fuera siempre, puede que eso mismo hubieran sentido los demás al enfrentarse al Soberano, a Z o incluso a Mason, que eran personas a fin de cuentas. – [Noah]Escucharé tu trato si eso sirve para que nos vayamos de aquí.[/Noah] – le dije.

    – [Caitriona]Como te he dicho, os iréis cuando todos los miembros del grupo hayan escuchado mis ofertas[/Caitriona]. – repitió ella, firme. Asentí y esperé a que dijera el trato que tenía reservado para mí.

    – [Caitriona]Te ofrezco que tu familia esté a salvo de Omega[/Caitriona]. – con esa decena de palabras consiguió sorprenderme y dejarme indefenso. Omega, la amenaza que pesaba sobre todos los que habíamos llegado desde la Tierra y nos habíamos visto envueltos en esa misión. Por mucho que Antailtire fuera ahora nuestro principal enemigo, Omega seguía ahí, oculta en las sombras. Habíamos pensado qué habría pasado con ella cuando llegamos aquí, si se habría quedado en la Tierra o habría llegado también a estos mundos. Estuviera donde estuviese, era una terrible amenaza para todos.

    – [Noah]¿Está en la tierra?[/Noah] – pregunté. No sabía si me daría una respuesta o una evasiva. Juzgué la postura de sus manos, reposando en su regazo en cuanto alzó una silla de la misma tierra. Una posición estudiada, controlada, como cada una de sus palabras.

    Ella asintió.- [Caitriona]Ha vuelto hace poco[/Caitriona]. – añadió. Así que sí había llegado con nosotros a aquel mundo. No podía ser una Daë, ella no, con sus ansias de destrucción. Quizá era todo una jugada del destino o tenía que ver con Jane. Fuera como fuese, había vuelto y ahora era un peligro para los Moondies, que no sabrían que estaba allí. Y ella me ofrecía protección para mi familia, pero no sabía si según su concepción de familia o la mía.

    – [Noah]¿Por familia te refieres a mis padres? ¿Y cómo sé que podrás hacer algo desde aquí para protegerles?[/Noah] – pregunté. Por mucho poder que le hubiera visto desplegar, estábamos a efectos prácticos en el pasado, a mundos de distancia, era necesaria mucha magia para poder hacer algo, una capaz de detener a Omega.

    Esbozó una leve sonrisa y asintió.- [Caitriona]Jugando con las probabilidades y usándolas a su favor[/Caitriona]. – puntualizó.

    Suspiré, valorando las opciones. Podía conseguir tiempo, protección jugando con que a Omega le apeteciera ignorar a mis padres, pero sin nosotros allí, con la fuerza que había demostrado tener, no podrían con ella. Podría atacar a cualquiera que no fueran mis padres, incluso a la pequeña Chloe. – [Noah]¿Y los demás? Mis tías y tíos, los padres de Lexie, los MacLeod…[/Noah] – pregunté. Necesitaba incluirlos, no podía hacer un pacto así dejando de lado al resto.

    – [Caitriona]Tu padre y tu madre[/Caitriona].- confirmó, despejando mis sospechas. Por mucho que quisiera a mi padre y mi madre, no podía salvarles sabiendo que el resto podrían salir mal parados. Tenía que seguir el juego, conocer qué quería a cambio y negociar.

    – [Noah]¿Qué pides a cambio?[/Noah] – puse toda mi atención en sus palabras porque hasta la petición más inocente podía esconder algo.

    – [Caitriona]Tu velocidad[/Caitriona]. – dijo ella. No había duda, no había intenciones ocultas, quería mi don.

    Solo de pensar en el precio notaba un vacío en el estómago, una sensación que perduraría si perdía algo que era parte de mí desde el mismo momento en el que fui consciente de lo que me rodeaba. No había sido un niño fácil con tanta energía, aburrido después de poco tiempo porque con mi velocidad, apenas una fracción por aquel entonces, ya había jugado con todo lo que tenía a mi disposición. Había aprendido a controlarla, a dominarla para hacer mi vida más llevadera y conseguir ventajas, tenía todo el tiempo del mundo, nunca tenía prisa, podía visitar cualquier lugar. Me pedía renunciar a esa libertad, a una parte de mi propio ser, a cambio de otra parte de mi vida, de las personas que me importaban. – [Noah]Solo la daré si proteges también a los demás.[/Noah] – sentencié, tratando de parecer serio y firme. Me vibraba una mano por los nervios, así que la oculté detrás de mí. Aunque seguro que ella lo sabía, que con sus ojos veía a través de mí.

    – [Caitriona]Esto no es un mercadillo, Noah[/Caitriona].- repitió, colocándose en la silla, su postura demostraba que ella no necesitaba esa negociación tanto como yo. Pero si fuera así, no estaría allí.

    – [Noah]Precisamente, si me pides mi velocidad es que sabes lo que significa.[/Noah] – me mantuve firme, evitando pensar en todo lo que cambiaría en mi vida si el trato se cumplía. No tenía sentido valorarlo, porque sabía en todo momento que la alternativa de perder cualquiera de esas vidas la cambiaría para algo mucho peor.

    – [Caitriona]Lo sé[/Caitriona]. – se limitó a decir.

    – [Noah]No puedo venderla más barata y menos sabiendo que ella ha vuelto y cualquiera puede sufrir por su culpa.[/Noah] – insistí. La miré a los ojos y le aguanté la mirada pese a que mis costumbres me pedían a gritos apartarla una y otra vez.

    – [Caitriona]Dime a quiénes quieres proteger[/Caitriona]. – dijo al final.

    Suspiré y medité bien mi respuesta. A cualquiera que me dejase fuera, podría caerle la ira de Omega. Lo había leído incontables veces. Me pregunté si aquella mujer con ese aspecto tan poco terrenal y ese bosque mágico no sería también una faë. Todas las historias avisaban de los tratos con ellos y si algo se repite tan a menudo en la ficción es que tiene parte de verdad. – [Noah]Cara Elle Arkkan, Daakka, Christopher MacLeod, Diana Echolls, Sarah Echolls, Daniel Arkkan, Sasha Elliot, Alexander Fenris, Karen Fenris, Liam Fenris, Mara Solo-Novak, Vincent Solo-Novak, Dominic Williams, Rebecca Williams, la…la señora Allen, la madre de Niall. Bill Parker. E Hiroshi Sato. Y Logan, Logan Villiers.[/Noah] – repasé una y otra vez la lista en mi mente. Logan Villiers no era casi ni un conocido para mí, pero era el padre de Cole, Dante y Niall y un Daë, además de tener un poder muy peligroso, podía ser un blanco fácil para Omega. Y por más que busqué, los nervios me dejaron en blanco respecto al nombre de la madre de Niall, lo sabía, lo tenía en la punta de la lengua, pero no era capaz.

    – [Caitriona]Son muchas personas[/Caitriona].- dijo ella, frunciendo el ceño con ligereza.

    – [Noah]Y pides algo muy grande a cambio.[/Noah] – repliqué. Era consciente de que con mi don podrían hacerse cosas terribles, necesitaba incluir esa garantía.

    – [Caitriona]Estarán a salvo hasta que volváis a la Tierra[/Caitriona].- concedió tras pensárselo un rato. Me di cuenta del cambio, ya no garantizaba su protección como antes, si no solo hasta que volviésemos a la Tierra. Eso me tranquilizaba en el sentido de que si algo impedía que volviéramos, ellos estarían bien, al menos respecto a Omega. Y también porque me hacía tener la esperanza de volver.

    Asentí y suspiré mientras meditaba mis palabras. – [Noah]Entrego mi don, no mi velocidad normal, si no mi don, a cambio de que esas personas estén a salvo hasta que nosotros volvamos a la Tierra…y que mi poder no se use con malos fines.[/Noah] – dije, extendiendo mi mano para sellar aquél oscuro pacto que sin duda recordaría toda mi vida.

    Caitriona me miró unos segundos, consciente de la cláusula que acababa de añadir. No pareció importarle, así que lo que sacaba de aquél trato tenía que ser algo más. Puede que no solo mi don, si no, quizá, quitármelo. Ella extendió su mano y agarró mi brazo, las manos de cada uno aferrando el codo del otro. Después, fue como si un rayo me partiera en dos y arrancara de mí toda energía, toda la fuerza y las ganas de vivir. En aquél instante caí de rodillas, roto, no por el dolor, si no por la pérdida.- [Caitriona]Que así sea[/Caitriona]. – dijo ella frente a mí. Mi don brillaba como una esfera dorada refulgente en su mano.

    Moví una mano lo más rápido que pude y me encontré con una barrera. Un límite había caído sobre mí, el de mi propia raza sobrenatural. Era algo más rápido que un ser humano todavía, pero muy lento respecto a lo que solía ser.

    Con Caitriona allí delante, con mi poder en sus manos, listo para ser entregado a saber a qué o a quién, quizá metido en una vitrina de trofeos para toda la eternidad, traté de buscar refugio en mi velocidad, ese tiempo para pensar, para decidir, que siempre había tenido. Pero ya no estaba, había corrido contra el tiempo toda mi vida y acababa de perder la partida.

    – [Caitriona]Gracias, Noah[/Caitriona].- dijo ella.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]. – me puse en pie, sacando fuerzas de todo lo que aún tenía por delante. Descubrí que mi mente seguía siendo ágil, quizá como resultado de llevar toda una vida entrenándose para decidir tan rápido como mi velocidad. No era una agilidad mental sobrehumana, pero si lo suficientemente rápida como para ver que mi poder se convertía en un topacio que se guardó en un bolso que colgaba en su cintura. Se me cruzó por la mente la idea de arrebatárselo, pero ni era tan rápido como para hacerlo ni podía arriesgarme a terminar con ese gesto el pacto que habíamos sellado.

    – [Noah]Cumple tu parte, por favor.[/Noah] – le pedí.

    – [Caitriona]Un pacto es un pacto[/Caitriona].- dijo con severidad. Pese a haberme arrebatado una parte de mí, supe que los demás estarían a salvo y ella cumpliría con su palabra.

     

  • LOS RECUERDOS

    LOS RECUERDOS

    ELLIOT WILLIAMS

    AMANECER – BOSQUE DEL CREPÚSCULO

     

    Despertar sobresaltado era algo habitual en mí, en esta ocasión junto al temor de la inmovilidad y la falta de aire se sumo el desconcierto. Lo último que recordaba era llegar junto a Vera y James al centro del laberinto donde nos encontramos con el resto. Jane era una mezcla de sentimientos entre alegre por verme y enfadada por no haberme marchado.

    El caso es que el miedo se volvió a apoderar de mí cuando todos comenzaron a desplomarse delante mía. Era como si la muerte deambulara entre nosotros. Allá donde fijaba la vista, alguien caía al suelo. Vera cayó justo delante mía y llegue a cogerla antes de que tocara el suelo. Era incapaz de articular palabra, me aferre a ella mientras parpadeaba más de la cuenta, me negaba a cerrar los ojos por completo, pero al final acabe sucumbiendo como el resto.

    Intente centrarme y tranquilizarme, seguía vivo, de eso estaba seguro, si el cielo existía desde luego no iba a ser una cabaña y mi vida ya había sido todo un infierno como para acabar en el. Recupere la movilidad de mi cuerpo y me reincorpore en la cama. Los golpes en la puerta me sobresaltaron y solo deseaba que se tratara de alguno de mis amigos.

    [Caitriona]- Hola, Elliot.-[/Caitriona] Una mujer que no había visto en mi vida apareció por el umbral de la puerta. [Caitriona]- Mi nombre es Caitriona.[/Caitriona]

    [Elliot]- ¿Donde estoy? ¿Y Vera?.-[/Elliot] Me preocupaban todos, pero el recuerdo de Vera en mis brazos persistía con fuerza en mi mente.

    [Caitriona]- Estás en mi casa y Vera está bien. Luego iré a verla.-[/Caitriona] No  me gustaba como había sonado eso. Todos estábamos separados los unos de los otros y una mujer misteriosa se iba a presentar frente a ellos para sabe Dios que.

    [Elliot]- ¿Que hago aquí?.-[/Elliot] Me levante de la cama y me quede de pie en medio de la sala, si esta era realmente su casa me resultaba un poco violento quedarme sentado en su cama.

    [Caitriona]- He venido a hacer un trato.-[/Caitriona] Sonaba cordial, sin embargo había algo en su mirada. Quizás era el hecho de que no apartaba la vista de mí como solía hacer la gente.

    [Elliot]- ¿Que clase de trato?.-[/Elliot] Desconfié la verdad. En mi vida había tenido muy mala suerte en general y los tratos más allá de pequeñeces con Jane y Owen no habían salido bien. Dudo que esta mujer quiera que le friegue los platos a cambio de un par de monedas para las recreativas.

    [Caitriona]- Uno en el que puedes ayudar a una amiga a cambio de algo muy pequeño.-[/Caitriona] Vera, fue lo primero que paso por mi mente, su cuerpo inerte en mis brazos. Si el trato consistía en devolver a la vida a alguien y quizás alguien más ya lo había hecho conmigo, eso era jugar con ventaja.

    [Elliot]- De que se trata.-[/Elliot] Caitriona alzo una mano y en ella apareció la típica bola de cristal que usan las adivinas en las ferias. La imagen de una tormenta comenzó a difuminarse dando paso a una discoteca, la verdad nunca había puesto un pie en una.

    Observe como la gente bebía en exceso, consumían drogas sin miedo a que nadie les dijera nada y allí, en medio de la pista de baile, rodeada de gente y un par de tíos observándola como el cazador que mira a su presa, ella. Tina. [Caitriona]- Parece que necesita ayuda.[/Caitriona]

    [Elliot]- ¿Que quieres a cambio?.-[/Elliot] Apreté los puños con fuerza, y estoy seguro que clave mis unas contra las palmas de mi mano.

    [Caitriona]- Hoy me siento generosa.-[/Caitriona] A través de un portal mágico hizo aparecer a Tina, estaba tan sorprendida de verme como yo de verla a ella.

    [Tina]- ¿Elliot? Me dijo tu hermana que estabas muerto, pero en mis sueños estáis todos vivos.-[/Tina] Me dolió verla así, no era la Tina que yo conocía. Arrastraba un poco las palabras y le costaba mantenerse en pie a causa del cansancio o la bebida.

    -[Elliot] Esa no era Jane. Todos estamos bien…-[/Elliot] Le explique de manera breve. Cuando saliéramos de aquí tenía que sincerarme con Tina, no me parecía correcto mentirle sobre lo sobrenatural, si bien era por su protección creo que estaría más segura siendo consciente de ello, después de todo Omega ya había dado una vez con ella.

    [Caitriona]- No le hables porque ahora mismo no te oye[/Caitriona].- Hizo desaparecer a Tina y no me gusto la sonrisa que se dibujo en el rostro de Caitriona, era como si lo estuviera disfrutando. [Caitriona]- Bien, ahora te voy a explicar el pequeño trato que quiero.[/Caitriona].

    – [Elliot]Te escucho.[/Elliot]

    [Caitriona]- El mundo es caos y probabilidad. -[/Caitriona] Soy consciente de ello, mi vida seria muy diferente si mi abuelo no hubiese optado por maldecir a su propia hija. . [Caitriona]- Si aceptas el trato, esa noche un fotógrafo de ese sitio le tomara una foto que muestra su estado. Saldrá en el periódico por un incidente que tendrá lugar. -[/Caitriona] No quería saber que es lo que podía pasar allí, pero es sabido que los padres de Tina son famosos, que se viera involucrada en un escándalo o algo peor pondría en peligro su relación con ellos. [Caitriona]- Con eso bastará para que Christopher MacLeod la reconozca y vayan a por ella. -[/Caitriona] Hizo una pausa para ponerme más nervioso. [Caitriona]- Si no aceptas, el fotógrafo se decidirá por otro enfoque y ella seguirá si espiral de autodestrucción.[/Caitriona]

    [Elliot]- ¿Que hay que hacer para que el señor MacLeod vaya a por ella?.-[/Elliot] Temía no ser capaz de darle lo que pidiera. ¿Mi relación con Jane y Owen? ¿Mi conocimiento? ¿Una vida de más sufrimiento?.

    [Caitriona]- Acércate a ella: empápate de su olor, de su tacto, puedes incluso pedirle un beso si ella acepta.-[/Caitriona] Nunca siento cuando me ruborizo, pero soy consciente cuando pasa, como en esta ocasión en la que una desconocida me ha dicho que puedo besar a la chica por la que siento algo si lo quiero.[Caitriona]- Pero no volverás a sentirlo nunca más. Ese es el precio a pagar.[/Caitriona]

    Me pare a sopesar su propuesta. De todo lo que podía pedirme, esto me pareció lo más extraño. He vivido con esta condición todo mi vida y tengo más que asumido que me acompañara hasta el mismísimo final, así que el ofrecerme el poder sentir algo, aunque fuera brevemente era casi como un regalo. El no volver a sentir no era el precio a pagar, quería mi sufrimiento, mi añoranza por este momento, mi lamento. Si eso es lo que quiere es suyo, que es una carga más de cientos. [Elliot]- Está bien… Acepto.[/Elliot]

    [Caitriona]- Os dejo solos. Tenéis unos minutos..[/Caitriona] Hizo reaparecer a Tina y ella salió de la cabaña.

    [Tina]- ¿Elliot? -[/Tina] Note un chispazo en el cuello al escuchar mi nombre y como los pelos de mis brazos se erizaban. [Tina]- Pensé que te habías vuelto a ir.[/Tina]

    [Elliot]- Todo va a ir bien, el señor MacLeod estará pronto allí. Yo estaré allí…-[/Elliot] Parecía que estaba más lucida. Mi corazón latía con fuerza, tenía la sensación de que se iba a salir de mi pecho y las piernas me temblaban de tal manera que apenas era capaz de andar hasta ella. Pase una mano por su mejilla, era suave y estaba fría.

    [Tina]- ¿Cuándo vas a volver? -[/Tina] Pregunto abrazándome con fuerza. Note su pecho contra el mió y un zumbido en los oídos. Su corazón estaba tan acelerado como el mio y latían al compás.

    [Elliot]- Pronto, te lo prometo.-[/Elliot] Note un olor a galletas que procedía de ella. Mi cerebro me estaba dando toda la información que tenía retenida durante todos estos años pero que nunca había experimentado.

    [Tina]- ¿Cuánto tiempo llevas fuera? He perdido la cuenta…-[/Tina] No quise pensar en cuanto llevaba fuera, quería recordar esto, cada momento, cada detalle, cada tacto y suspiro de ella.

    [Elliot]- No mucho. El tiempo, es diferente donde estoy.-[/Elliot] Tina dejo sus brazos sobre mis hombros y yo pose mis manos en su cintura, nos quedamos un rato mirándonos, era como si bailáramos sin música.

    [Tina]- ¿Me das un beso? -[/Tina] La cara me ardía, por primera vez sentía lo que era ruborizarme.

    [Elliot]- Nada me gustaría más, pero.. ya sabes…-[/Elliot] Balbucee.

    – [Tina]¿Ya sé…?[/Tina] Y mira que fue ella la que dijo que no quería meterse en líos, ni yo tampoco la verdad, pero que era un beso.

    [Elliot]- Aún tengo 17…-[/Elliot] Ella sonrío y me agarro la cara. Se fue acercando poco a poco y no te como me besaba en la frente, las mejillas, incluso en la punta de la nariz. Y para finalizar un medio beso cerca de los labios.

    [Tina]- Entonces así está bien.-[/Tina] Note un escalofrió, como si el tiempo se estuviera agotando. El vórtice mágico volvió a aparecer tras ella y me negué a soltarla, pero no sirvió de nada, lo último que alcance a ver fue su sonrisa. Y lo último que sentí el desgarro en el pecho al arrebatármela como si me hubieran arrancado el corazón.

    Caí de rodillas contra el suelo con la mano en el pecho, no lo sentía. Las lagrimas brotaron cayendo sobre la madera del suelo. Ahora solo me quedaban los recuerdos.

  • LAS BUENAS SIEMPRE GANAN

    Ellie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Lo último que recordaba antes de quedarme inconsciente es que Owen y yo estábamos bromeando. Después, todo se volvió negro y en una suerte de Katniss en Sinsajo, aparecí en un sitio diferente: una habitación mugrienta y de mobiliario escaso (una cama, una palangana y una puerta). Por no tener, no tenía ni las ventanas ni los grilletes de marras a los que el resto del grupo haría referencia en charlas posteriores.

    No tuve tiempo de agobiarme, ni tan siquiera de procesar dónde estaba, porque una mujer de unos treinta y pocos años, guapa y ataviada con ropa de una época que tal vez fuera la romana o quizás la griega, entró en el habitáculo.- [Caitriona]Hola, Elle. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona].- dicho esto, cerró tras de sí y materializó una silla. Más tarde descubriría que el proceso se repetía ad infinitum con las demás personas que integrábamos les New Moondies y que no era necesario contar esto, pero bueno, ya que estamos lo hago.

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