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Etiqueta: Carter Weathers ‘Bagheera’

  • VIVE LA REVOLUTION

    Diarios de Destino | Edificio Lenora

    La azotea del Edificio Lenora bullía vida. Los trajes y vestidos de gala adornaban una majestuosa sala como pinceladas de una obra maestra en movimiento, danzando al son que tocaba una orquesta de un solo hombre, que no necesitaba de instrumentos para crear su arte.

    La flor y nata de la sociedad de Zeon estaba reunida allí ese día para celebrar, pese a todo lo que se gestaba a su alrededor, la victoria de sus principios hacía ya veinticinco años.

    Ese día era el único en el que el Consejo se reunía en un mismo punto para algo que no fuese tratar asuntos de estado. Todos estaban allí. ‘Petra‘, acompañada por ‘Bagheera‘; el Rey y la Reina blancos, casados desde hacía unos años; la Reina Gris acompañada de ‘Briar‘; el Rey Gris iba junto a ‘Death Jr.’, que ya distaba mucho de ser una pequeña «inocente»; el Rey y la Reina negros iban solos y no se mezclaban demasiado con el resto, excepto entre ellos o con otros miembros del bando negro en veladas conversaciones; ‘Faust‘ caminaba junto a una mujer rubia, de piel pálida como la nieve, su resucitada difunta esposa; ‘Vira‘ conversaba con ‘Shinken‘; ‘Surt‘ hablaba con su mujer en nórdico antiguo; los Malephar dialogaban en ese momento con el Rey Negro; la enigmática Joker, intercambiaba conversaciones con varias personas, conversaciones en las que seguramente no dejaba saber nada de su desconocido pasado antes de que se convirtiese en la heroína que les salvó de Valcranneo Logoon y consiguió así que muchos detractores del régimen lo apoyasen de pronto, consiguiendo un puesto de honor en el Consejo pese a no haber sido una miembro original de Gambit. Por último, el líder del Consejo, Z, ataviado con un traje de un blanco cegador, caminaba junto a su esposa, Beatrix, que ese día llevaba a Sarah Echolls enfundada en un vestido negro.

    La fiesta transcurría con normalidad y frenesí, con el Consejo mezclándose con las más altas esferas de Zeon mientras todo el evento se retransmitía al pueblo, absorto también en las celebraciones.

    Todo era normal, hasta que dejó de serlo. Z lo presentía, tenía una extraña sensación en el cuerpo que le hacía sentir que se avecinaba algo importante, y no se equivocaba. Minutos antes del discurso oficial, las luces empezaron a tintinear y se escuchó el eco de una alarma persistente. Uno de los ‘mentes‘ le comunicó telepáticamente que la seguridad de todo el edificio Lenora se había visto comprometida y que los ‘magis‘ estaban detectando apariciones inesperadas por todo el edificio.

    Iniciaron un protocolo de evacuación, pero Z sabía que eso solo podría resolverse cara a cara. No dudaba del origen del ataque, ni necesitó un Omnilens para reconocer al hijo de Dominic aterrizando en una de las terrazas cubierto en llamas junto a su padre, que llevaba con él a varios miembros de aquél grupo al que llamaron ‘Satellites‘.

    Varias puertas se abrieron y ‘Moondies‘, sus hijos, ‘Satellites‘ y enemigos del gobierno empezaron a entrar. Z buscó con la mirada al resto de miembros del Consejo, que se prepararon para luchar junto a las fuerzas de seguridad. La mano de Siegfried, que había estado en cientos de batallas, tembló mientras aferraba la de su alma, Beatrix. Ella se limitó a sonreír.

  • CAPACES DE TODO

    CAPACES DE TODO

    Daakka | Exterior de la Sede de los O.W.L.S, Cirth

    MEDIODIA

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    Abrí y cerré los puños e hinqué una rodilla en el suelo para colocar mis manos sobre la tierra, dejando que los retazos de electricidad que recorrían mi cuerpo se disipasen en ella. Mi poder ya había cumplido su función inhabilitando al androide, Lincoln, al que en ese momento se llevaba un demonio orco cargado a la espalda, y manteniendo ocupado a Echo, el que manipulaba el sonido, y Zero, la que manipulaba el hielo.

    El combate había terminado, al menos en lo que a la Iniciativa se refería, pero no había tiempo para celebrar la supervivencia, ahora teníamos otro enemigo frente a nosotros, la gente de Z que nos había ayudado momentos atrás.

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  • UN FACTOR DIFERENCIADOR

    UN FACTOR DIFERENCIADOR

    Christopher MacLeod | Palacio Kvinneby

    ATARDECER

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    Cuando Sarah se marchó para encontrarse con Z acompañada de Ed y Daakka, los demás nos quedamos en una espaciosa sala común que ya estaba ocupada por un grupo de gente que nos observó desde el mismo momento en el que invadimos su espacio.

    El lugar era amplio, con una intrincada arquitectura que seguro que Sarah, Ed y Daakka habían disfrutado. La decoración acompañaba en parte a la arquitectura, con unos sillones de tono granate y detalles dorados que hacían que pareciera la sala común de Gryffindor. O Roca Casterly. Por peligroso, más bien lo segundo, también estaba lleno de leones.

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  • CHOCOLATE NEGRO

    CHOCOLATE NEGRO

    Sarah | La Iniciativa

    MAÑANA

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    Dicen que no debes arrepentirte de lo que haces, sino de lo que no haces. Supongo que el que lo dijo no había entrado dos veces en la Iniciativa y se encontraba allí una tercera, rodeado por un montón de gente desconocida, dos amigos y una supuesta enemiga, intentando burlar la seguridad del complejo que tan malos recuerdos me traía.

    Ed y Duke iban cada uno a mi lado, como si tuvieran alguna obligación de acompañarme. Supongo que eso tendría que haberme dado seguridad, pero no lo hacía. Me sentía culpable, una vez más, por arrastrar a mis amigos y por ser tan imbécil de haberme creído las patrañas de Z, pero ya era tarde y la enorme comitiva esperaba ansiosa unas órdenes que no sabía dar.- [Sarah]Lo siento[/Sarah].- balbuceé mirando a Ed, que estaba sumido en sus pensamientos, como siempre. A veces me preguntaba qué podía pasar por su cabeza para que necesitara abstraerse tan a menudo.

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  • UNA UTOPÍA QUE SE CAE A PEDAZOS

    UNA UTOPÍA QUE SE CAE A PEDAZOS

    Rebecca | Palacio de Kvinneby

    MAÑANA

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    Giré sobre mí misma intentando dormir un poco más, a pesar de que me resultaba prácticamente imposible pegar ojo con un tipo tan cerca que no era Dom. Por suerte, Julian era un buen hombre y procuraba pasar el menor tiempo posible en la habitación. Es más, me había ayudado a colocar una especie de cortina que separaba su sección de la mía para que fuese algo menos raro, aunque seguía estando ahí.

    Palpé el lado que quedaba libre en aquella cama de noventa, como si haciendo eso Dom fuese a materializarse descamisado, lleno de tatuajes y sonriente, diciendo eso de «¿Qué tal has dormido, nena?» que en otro me daría ganas de soltarle un sopapo, pero que en él me resultaba adorable. Moraleja: el amor te volvía tonta del todo.

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  • UNA TARDE CON RUSSELL

    UNA TARDE CON RUSSELL

    Russell «Carbon Copy» Haynes |

    PALACIO KVINNEBY

    TARDE

    Russell1

    Era en momentos como este cuando Russell agradecía no tener un gran poder y pertenecer a la alta sociedad de los grupos. Por suerte no era más que el peón blanco, y los peones no tenían porque reinarse, eran los Reyes y Reinas a los que Z había, digamos casi obligado, ha reunirse entre ellos para crear cierta sensación de unidad entre todos. La realidad era otra, a pesar de que todos anhelaban lo mismo los dardos envenenados volaban entre ellos y si las palabras mataran más de uno estaría ya en el otro barrio.

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  • …AQUELLOS QUE ENTRÁIS EN ESTE LUGAR

    Sarah | Palacio de Z, Cirth

    NOCHE

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    En orden de aparición: Carbon Copy, Soma, Petra, Bagheera, Faust, Wing y Vine.

    Por más que apagara las luces de la habitación y descorriera las cortinas, el resplandor rojizo que me había parecido ver una noche no había vuelto. Habían pasado dos semanas desde aquel momento que podíamos considerar el inicio de mi locura o la confirmación de que Daniel seguía ahí y todo apuntaba a que estaba empezando a perder el norte. Seguramente, Daniel estuviese en algún lugar de la geografía de Estados Unidos sacándole brillo a las katanas con la cabeza de unos vampiros. Y sí, me dolía, me asustaba y me hacía sentir culpable, pero no podía hacer nada salvo desear que estuviera equivocada. Eso era fácil de decir, pero a la hora de la verdad, se traducía en noches en vela y cartas que le escribía a Christopher con la esperanza de que algún día pudiera enviarlas para que las leyera y así que los demás supieran que era tan tonta que deberían darme un premio.

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