Moondale

Etiqueta: Cole Roman ‘Kosa’

  • ABANDONADA

    COLE ROMAN

    MINA

    Olía a humedad. No era ningún licántropo, pero mis sentidos de demonio cruzado hicieron que fuese una de las primeras cosas que detecté. La vista no me ayudaba mucho, agudizada o no, estaba casi en una oscuridad total. Tanteé el suelo y las paredes para levantarme. Era roca, fría, húmeda. A lo lejos escuchaba goteos dispersos.

    Inmediatamente noté el cansancio. Para mí, con unas pocas horas de claridad o calor era suficiente para encontrarme bien, lleno de energía. El invierno solía ser un poco peor respecto al calor, pero salvo que el cielo estuviese muy cubierto y el frío calase hasta los huesos, me las apañaba acercándome a una estufa o cualquier fuente de calor, humana también. Allí estaba solo, helado y sin rastro de luz, así que el agotamiento me hacía pedir a gritos tumbarme.

    Caminé hasta la única luz que veía a mano, un viejo candil cuya pequeña llama no iba a darme nada de la energía que necesitaba. Al menos vería algo de dónde me encontraba.

    Vigas de madera, paredes de roca desnuda y suelos con vías mal envejecidas. Había terminado en una mina. No recordaba cómo, pero eso no era lo más importante. Traté de seguir el camino ascendente esperando recibir una oleada de luz al llegar a la entrada, cada paso me costaba un esfuerzo enorme, y aun así llegué, solo para encontrarme el camino tapado con un derrumbamiento. Apenas se filtraban pequeños rayos de luz entre las piedras.

    En otro momento habría tenido fuerza para moverlas, pero en ese no. Aquellos pequeños rayos de luz me reconfortaron ligeramente, pero solo lo suficiente para afrontar que el único camino era descender y ver si encontraba otra salida.

    Empecé el descenso, apoyándome en las paredes hasta que noté las manos tan frías que parecía que la roca absorbía mi propio calor. El estómago me rugía, hambriento. El calor y la luz se encargaban de los nutrientes que necesitaba mi cuerpo para sobrevivir, aunque comía, claro está, por gusto más que por necesidad. Aquí no tenía nada a mano, ni comida, ni luz, ni calor.

    Me pareció escuchar algo entre los goteos, una especie de eco lejano. Las fuerzas me flaquearon y me vi obligado a sentarme. Mi respiración subía y bajaba. No sabía si de verdad me estaba costando más respirar cuanto más descendía o era el cansancio.

    Me pesaban incluso los párpados. Tenía que volver a ponerme en marcha, porque si me dormía allí, dudaba que fuera a volver a despertarme.

    De nuevo escuché una voz a lo lejos, en las profundidades. Sentí que la conocía de algo, sin saber muy bien de qué. A rastras, me apoyé en la pared y me levanté. Tenía que seguir adelante.

    El candil titilaba a medida que me adentraba en la profundidad, donde el frío húmedo se apoderaba completamente de mis huesos. Me rodeé con los brazos, estirando el candil para tratar de ver algo. Solo había camino más adelante, apenas veía un par de metros más allá.

    La voz se oía más cerca, y junto a ella el sonido de algo más, algo arañando la piedra. – [Cole]¿Hola? ¿Me oye alguien?[/Cole] – llamé, a riesgo de atraer a lo que estuviera rascando la piedra. Continué el descenso. El ruido aumentaba con mi avance, cada vez más cerca, cada vez más frenético.

    Noté que la pared giraba hacia la derecha de forma abrupta y la oscuridad se despejaba en un rango más amplio, había llegado a una caverna.

    La voz que susurraba estaba allí, cerca. Caminé con cuidado. No tenía armas ni fuerzas y lo que estuviera rascando la roca estaba también allí. Seguí el rumor y llegué a una figura acurrucada en una esquina. Tenía el pelo largo, ralo en algunos puntos y una delgada mano estirada hacia la pared, rascándola con unas uñas largas y negras. Entonces se dio cuenta de que la luz la iluminaba y giró el rostro hacia mí.

    Me eché hacia atrás al ver aquellos ojos ambarinos, como los de una serpiente. No quería creerlo, pero como si lo supiera, ella me llamó. – [b]Padre…[/b] – dijo. Su voz era áspera, como si llevase mucho sin usarla. Estaba delgada y llevaba un camisón manchado. – [b]Me abandonaste y ella me dejó aquí para pudrirme.[/b] – se puso en pie con un cuerpo largo y delgado. Su dientes eran finos y afilados. – [b]No quería ni mirarme. ¿Y tú?[/b] – se acercó a mí, su aliento olía a sangre. – [b]¿Vas a volver a abandonarme?[/b] – continuó acercándose y retrocedí por instinto. – [b]Tengo hambre…padre.[/b] – mostró una sonrisa con dientes como los de un pez abisal y se abalanzó contra mí.

    Golpeé con el candil y frené su ataque, pero lo perdí por el camino. Me puse en pie antes de que fuera tarde y eché a correr desatendiendo los gritos de auxilio que salían de cada músculo de mi cuerpo. Estaba agotado.

    Corrí a ciegas, descendiendo aún más profundamente. Detrás de mí escuchaba la voz sibilante y el sonido de las uñas contra la roca. Necesitaba encontrar una salida, obligándome a abandonarla por segunda vez.

  • WHEN FEAR ARRIVES I

    DIARIOS DE DESTINO

    “We meet fear. We greet the unexpected visitor and listen to what he has to tell us. When fear arrives, something is about to happen.”
    Leigh Bardugo, Crooked Kingdom

    RUBY

    Ruby posó la palma en el lector de la puerta de la Nave y se preparó para dejarse llevar entre unos rostros que se habían vuelto muy conocidos en muy poco tiempo. La acogida, sin embargo, no llegó. La Nave la recibió de forma fría y silenciosa, sin que no pareciese haber nada ni nadie en su interior.

    Caminó por el hangar y subió hasta la planta principal, aún esperanzada. Allí no había nada, solo sombras y un susurro que parecía adentrarse más y más en su cabeza. Era como si alguien la estuviese vigilando desde atrás. Se giró y vio un cuerpo tendido en el suelo. Era Kaylee, le miró el pulso, parecía dormida, pero sus ojos estaban abiertos.

    De nuevo sintió algo a sus espaldas. Aferró la espada que había cogido en la zona de entrenamiento y se giró, pero la espada cortó solo las sombras, que parecieron difuminarlo todo a su alrededor.

    Una risa conocida la sorprendió. Cole estaba tras ella, sonriendo, pero sus dientes estaban afilados como cuchillas. Se echó hacia atrás y sus manos tocaron tierra oscura y fría. No podía ser cierto, no podía estar allí de nuevo. Y sin embargo, dos lunas recortadas en la profunda noche confirmaban lo contrario. Nunca había salido de Dyavol, solo había sido otro juego enfermizo del Amo del Portal. Seguía estando sola, indefensa, incapaz de liberarse.


    COLE ROMAN

    No había rastro del más mínimo rayo de sol en aquél lugar. Cole trató de seguir un camino ascendente, sin embargo no fue capaz de encontrar una salida.

    Llevaba desde que se había despertado buscando el camino, cualquiera que evitase internarse más en aquella mina oscura, privada de calor y de luz. Se notaba mucho más cansado, apenas con fuerzas para aguantar unas horas más.

    Apoyó la espalda en la pared y se sentó para tratar de recuperar una energía que jamás iba a volver si no encontraba una fuente. Miró hacia el camino descendente, que se sumía en la oscuridad. De él parecía venir una voz lejana, una voz que creía conocer.


    NIALL

    Despertó con un dolor punzante. Al girarse, vio que un muelle del colchón se había salido y se le había estado clavando quién sabe durante cuanto tiempo. Alguien se removió en la parte superior de la litera. Aún confuso, Niall se puso en pie para comprobar quién era, y se sorprendió al ver a su madre, removerse en sueños, encogida, sin apenas una manta con la que taparse.

    No lo entendía, acababa de hacer un trato para que a ninguno le faltase de nada. ¿O quizá todo había sido un sueño? Cuanto más veía las fotos distribuidas por la vieja caravana, muchas tapando agujeros o grietas en la carrocería, más dudas le surgían.

    Abrió la nevera, estaba vacía salvo por un cartón de leche caducado y un par de huevos. Puso una sartén en el fuego pero el gas no funcionaba. Sobre una mesa desconchada, se acumulaban avisos para mover la caravana por impago.


    ROBIN

    Robin se llevó una mano a la sien, aún dolorida. Pensaba en alguien que faltaba a su lado, alguien que hasta hacía poco estaba allí. Lo único que sabía a ciencia cierta era que volvía a casa después de tanta guerra. Necesitaba paz, tranquilidad.

    Cruzó los límites del reino y esperó su esplendor, su olor característico, el frío acogedor de la nieve. Un penetrante olor a humo le inundó las fosas nasales y le hizo abrir los ojos. El hermoso bosque estaba quemado al menos en dos tercios.

    Corrió, sin pensar dónde se estaba metiendo, y entonces cayó de rodillas. A lo lejos se veía el castillo de su familia, en ruinas, destrozado por la artillería de los morteros. El pueblo a su alrededor estaba igual. La guerra había llegado mientras no estaba y había arrasado con todo.


    NOAH ARKKAN

    Abrió los ojos. El cuerpo entero le dolía: cabeza, articulaciones, incluso los mismos ojos. Llevó las manos a los cables que tenía sujetos a la sien y los palpó. Después a la vía clavada firmemente en el brazo.

    Se incorporó, desconectando los cables y suspiró para quitarse la vía. La sensación era desagradable, pero también el dolor palpitante en la nuca y la sequedad que sentía en la boca.  Confuso, buscó el dossier a los pies de la cama y trató de leer. Era como si su mente tuviera problemas entendiendo las palabras, pero le recorrió un escalofrío al ver el año de ingreso y el de la última intervención. Llevaba veinte años allí.


    LEXIE FENRIS

    Llegaba tarde a la fiesta y no terminaba de encontrar el vestido adecuado. Tras un rato, se decidió y se maquilló. Bajó las escaleras de la mansión Fenris, lista para sorprender a todos con su aspecto.

    A mitad de camino recordó que era un baile veneciano, así que dio la vuelta a la habitación, pero no fue capaz de encontrar una máscara. Pensó que se la pediría a alguien abajo, seguro que su madre tenía varias.

    Volvió a bajar las escaleras y las máscaras se giraron hacia ella, murmurando que no llevaba una. Lexie maldijo controlando las apariencias y se internó en la muchedumbre. Buscó a sus padres, pero las máscaras les confundían. Solo veía rostros cubiertos y ya no eran planas, con bonitos decorados. Eran horrendas, como picos de aves exageradamente grandes y amenazadores. Todo el mundo llevaba, de diferentes colores y estilos, pero cada vez que la miraban esos picos apuntaban a ella.

  • TIGRE Y SERPIENTE

    COLE ROMAN

    NARA – NOCHE

    El pueblo oculto tenía unas reglas muy claras, solo los ninja podían acercarse al Bosque del Tigre para obtener su bendición, ya que, incluso los mejor formados, no volvían nunca y los que lo hacían, tenían conocimientos más allá de los que podían encontrar en su mundo.

    Puse todo mi empeño en atender a los maestros, en convertirme en un ninja de nivel suficiente como para tener permitido el paso, pero aquello se dilató durante semanas. Zahra participó también en el entrenamiento pero aquello no era territorio de Niall, que no estaba interesado. Si todos teníamos que llegar al nivel que ellos consideraban, no saldríamos de allí nunca. Tenía que tomar una decisión

    Esperé tras la cena y las clases, hasta la hora de dormir, era el único momento en el que estábamos solos de verdad los tres, aunque en un pueblo de espías profesionales poco podía fiarme.

    Seguí esperando. Niall se tomaba un té y me miraba con el ceño fruncido mientras trasteaba en su InfiniBand anticuada hasta encontrar unos audios con solos de varios instrumentos. Sabía que sería rata con los datos y tendría descargado lo que necesitara. Le pregunté por señas para que me dijera el que mejor podía encajar y cuando la música empezó a sonar, les mandé acercarse.

    – [Cole]No podemos esperar a la aprobación del clan, tenemos que ir ya a por el portal, esto es eterno.[/Cole] – les expliqué.

    – [Zahra]Lo veo correcto.[/Zahra] – replicó Zahra. Era una persona muy práctica, así que no esperaba menos. Tampoco era alguien que se quedara mucho tiempo en el mismo lugar. No sabía qué le pasaría si algún día lográbamos volver a casa.

    – [Cole]¿Niall? Tenemos que estar todos de acuerdo. Será peligroso.[/Cole]- pregunté a mi hermanastro. Niall no era persona de vivir luchas, conflictos y grandes batallas, si no más bien de cantarlas.

    – [Niall]¿Me estas diciendo que si me niego nos quedamos aquí para siempre? Por suerte para vosotros me quiero ir a casa, por muy peligroso que sea.[/Niall] – sentenció. Asentí, preocupado, las otras veces que habíamos hecho misiones habíamos sido grupos más numerosos. Y ni siquiera entonces nos enfrentamos a entidades ancestrales protectoras de la comunicación entre planetas.

    Recogimos nuestras cosas en silencio y salimos sin que nadie nos viera. Era un reto, pero nos habían enseñado bien y no debían esperar que nos saltáramos aquella regla vital a riesgo de morir tan fácilmente.

    – [Zahra]En realidad, te habríamos dejado tirado sin miramientos.[/Zahra] – le chinchó Zahra, cuando ya no podría oírnos nadie de la aldea. Sonreí al ver que había aprendido a bromear.

    En el bosque hacía un frío demencial y eso significaba problemas. – [Cole]Había pocas dudas, no eres persona de duchas frías.[/Cole] – Niall tenía un origen humilde del que no daba muchos detalles, pero se había acostumbrado muy rápido a algunas comodidades. De hecho su mochila era el doble que las nuestras.

    Tras caminar unos cuantos minutos, aún manteniendo el silencio, empezamos a ver ánimas, linternas espectrales que dotaban al bosque de un aire azulado y tétrico. – [Cole]No deberían hacernos nada, pero cada vez hay más.[/Cole] – aclaré.

    – [Zahra]Lo mejor que se puede hacer es ignorarlas.[/Zahra] – seguía siendo una experta en supervivencia.

    Pasamos entre ellas, cada vez más, como si fueran medusas del aire. Niall rozó una con el brazo.

    – [Niall]Está helado.[/Nial] – se quejó, abrazándose.

    – [Cole]No sé qué te pasa con el frío, debería estar quejándome yo. [/Cole]- que sin luz y calor solo era un demonio cruzado.

    Zahra continuó liderando la marcha, en silencio.

    – [Niall]Te recuerdo que soy medio pájaro.[/Niall] – replicó.

    – [Cole]¿Y no podías haber sacado la vista aguda en lugar de la piel de gallina?[/Cole] – pregunté, intentando mantenerle distraído del hecho de que había tantas que no se sabía por dónde pasar.

    – [Niall]También tengo el pico afilado.[/Niall]

    – [Cole]Vete preparándolo, porque mi ‘sentido lagartico’ dice algo. [/Cole]- Zahra se agachó y la imitamos.

    El frío a esas alturas era terrible, húmedo, calando hasta los huesos. De poco servirían mis poderes allí.

    Al frente las linternas se apartaron dejando paso a un tigre más grande de lo habitual hecho de pura niebla.

    – [b]Sé que venís a reclamar el portal.[/b] – sentenció. – [b]Pero aquí ya no hay pruebas de valor, solo muerte.[/b] – se acercó a nosotros y  la luz de la luna podían verse hebras de oscuridad dispersa recorriendo su cuerpo de niebla.

    – [Niall]Creo que el té ese de hierbas llevaba algo porque estoy viendo un tigre de humo.[/Niall] – dio un paso atrás.

    – [Cole]Lo divertido va a ser detenerlo. Tenemos que ir despa… [/Cole]- organizar no era lo mío, líderes natos teníamos a los Echolls, pero al menos esa vez debía intentarlo. Aun así el destino no lo quiso igual y aquella niebla oscura salió del tigre y nos rodeó completamente penetrando a través de las fosas nasales, los oídos, la boca….

    Mis ojos vieron entonces un mundo distinto, un mundo caótico, lleno de demonios que me invitaban a vivir como ellos, a controlar a esos débiles humanos, a usar nuestro poder. Ellos, con sus rostros de serpiente, llamándome, diciéndome que nunca me juzgarían porque eran como yo.

    Zahra estaba allí, sin querer moverse para ayudar a las personas que estaban a merced de los demonios. Niall también, observando desde un palco, protegido, a salvo.

    No sé lo que tardamos, solo sé que me enfrenté a esa parte de mí, no necesitaba ser aceptado por todo el mundo, no tenía que ser igual que los demás. Zahra consiguió ponerse en pie y Niall bajó de su zona de seguridad para ayudarnos. Salvamos a una joven y la oscuridad se desvaneció.

     – [b]Gracias por liberarme de ese ser.[/b] – dijo la joven, ahora en mitad del bosque, ataviada con un vestido decorado con el motivo de dos tigres entrelazados.

    – [Cole]Gracias a ti por dejarnos pasar.[/Cole] – asentí y juntos cruzamos. No habíamos obtenido poderes inconmensurables, pero el portal que abrió para nosotros nos dejó ver una silueta roja conocida en la distancia. Estábamos en casa.

  • LA ALDEA OCULTA

    COLE ROMAN

    ALDEA MYOJIN, ESFERA NARA – MAÑANA

    – [Cole]La Aldea oculta Myojin esta cerca, remad con fuerza.[/Cole] – les animé. Nos había costado semanas llegar hasta allí siguiendo los hilos de viejas leyendas y habladurías.

    – [Zahra]Eso es fácil de decir cuando llevas un compañero de remo.[/Zahra]- se quejó Zahra, en la otra canoa. Había sido imposible meternos los tres en una, así que viendo que Niall era el que menos entusiasmo le ponía a remar, me había tocado cargar a mi hermano.

    – [Niall]Créeme cuando te digo que tampoco le estoy ayudando tanto.[/Niall] – admitió Niall. Una de sus virtudes era sin duda la sinceridad.

    – [Cole]Yo te creo.[/Cole] – repliqué. Los músculos de mis brazos se tensaron al remar con más fuerza contra la corriente que provocaba la catarata.

    Aquél lugar era una maravilla de la naturaleza, el sitio perfecto para que existiera una leyenda. Cuando llegamos a Nara, magullados, desorientados y sin comunicación con nadie fuera de la esfera, tuvimos que recurrir a ir al único lugar conocido, la aldea en la que yo ya había pasado un tiempo junto a Bowie y los demás.

    Tardamos en llegar a Kurashiki, apenas tenía nociones del idioma y no llevábamos el traductor de Henry con nosotros. Finalmente, llegamos. Nos recibieron con honores reconociéndome como alumno de la maestra Gozen.

    Nos instalamos unos días, pero me costaba encontrar la paz en aquél lugar sin saber qué había sido del resto y sintiendo el vacío de la maestra Gozen. Pedí visitar el hogar en el que se había recluido Qiu Lanying y estudié algunas de sus «verdades», buscando algo que nos sacase de allí, que pudiera reunirnos con el resto.

    Tardé días, pero finalmente encontré una mención, algo que podría hablar de nosotros, de los Daë del futuro y su destino. Disgregados, enfrentados a un mal que incluso a ella le daba pesadillas. El texto de la visión era breve, pero hablaba de un portal raíz, uno que no podía ser silenciado por la gran corrupción. Y su ubicación estaba escondida entre los secretos de la aldea Myojin.- [Cole]Pensad que estamos más cerca de salir de aquí.[/Cole] – les animé.

    – [Zahra]¿Quién ha dicho que a mí me gusta más la nave que esto?[/Zahra] – se quejó. Zahra seguía tratando de disimular que estaba mejor acompañada de nosotros que sola.

    – [Cole]Que el resto te cae mejor de lo que admites .[/Cole] – la sinceridad era un rasgo común a los Villiers, era curioso pensarlo.

    – [Zahra]Si eso es lo que quieres creer: adelante.[/Zahra] – replicó. Me giré para dedicarle una sonrisa y di una palada con el remo para que le salpicase un poco de agua.

    -[Niall] La nave no lo sé, pero la Tierra te encantaría.[/Niall] – sugirió Niall. Mi hermano estaba deseando volver a nuestra vida, mientras que yo cada vez tenía más claro que aunque volviéramos, nada sería igual.

    – [Cole]Así me gusta, con el objetivo en mente.[/Cole] – comenté, distraído. Había escuchado un ruido entre los árboles que rodeaban el cauce del río. De no haber sido medio demonio, jamás lo habría oído. – [Cole]Ha costado mucho encontrar un hilo del que tirar para arreglar esto.[/Cole] – admití. Si no hubiera sido por Qiu Lanying no tendríamos ni idea de qué hacer.

    – [Zahra]Normalmente, si tiras del hilo, descoses.[/Zahra]- respondió Zahra, alzando una ceja. Siempre tan práctica.

    – [Cole]Esta ciudad oculta nos dará respuestas. Los ninja lo sabrán.[/Cole] – traté de infundirles esperanzas pero no era un Echolls, no lo llevaba en la sangre. Si la cosa hubiera ido de defraudar a alguien o tener un hijo perdido, eso sí que lo tenía en mis genes.

    – [Zahra]Espero que tengas razón.[/Zahra] – dijo Zahra. Traté de escuchar algo bajo sus remos, sin éxito. Seguía sintiendo que nos vigilaban, era una sensación continua desde hacía un buen rato, pero eran demasiado silenciosos.

    – [Cole]Se supone que esta ciudad tenía la mayor biblioteca sobrenatural. Se encerraron cuando empezó la amenaza de los guerreros oni.[/Cole] – para evitar que robaran sus secretos. Myojin no solo era una aldea secreta ninja, era «la aldea secreta», la Meca de los ninja de Nara, su última morada.

    – [Zahra]No me gustan los libros. Los libros los miras tú o que los mire Niall.[/Zahra] – razonó. Zahra era una superviviente, todavía tenía que cogerle el gusto a hacer cosas por ocio y no por salvarse.

    – [Niall]Una pena no tener a Noah por aquí, te ayudaría encantado a leer esos libros.[/Niall] – comentó mi hermano. Se notaba que echaba de menos a su mejor amigo.

    – [Cole]Los ninja son recelosos con sus secretos, pero nos están dejando pasar.[/Cole] – susurré. Tenían que ser ellos los que nos vigilaban. Y hacía tanto rato que habían tenido muchas oportunidades de emboscarnos. Si no lo habían hecho, era porque estaban observándonos.

    – [Zahra]Eso no es bueno.[/Zahra] – respondió Zahra, alerta.

    – [Cole]Peor sería que nos hubieran atacado. [/Cole] – aunque tampoco me agradaba la idea de que nos estuvieran vigilando sin poder hacer nada. – [Cole]Llevan siguiéndonos desde el principio.[/Cole]

    – [Niall] Menos mirar y más ayudar a remar.[/Niall] – dijo Niall. Nadie respondió. No sabía si le habían entendido, en teoría los ninja Nara viajaban por el mundo y dominaban muchos idiomas. Más allá del mar Ryujin, había una civilización que hablaba nuestra lengua. Zenitsu, un niño de Kurashiki que había empezado a entrenar con los ninja, había ido allí y era nuestro traductor oficial mientras estuvimos allí.

    Pasamos la cascada sin que nada más ocurriera y llegamos a una orilla del río a partir de la que no se podía seguir. Niall y yo nos bajamos, Zahra por su parte no parecía fiarse demasiado y permaneció en la canoa.

    Puse un solo pie en la verde hierba y cortando el aire con un silbido una decena de kunai atravesaron la tierra frente a mí. Zahra reaccionó tratando de remar de vuelta, pero un kunai solitario se clavó en la madera de su barca. Le hice una señal para que bajase junto a nosotros, no podíamos retroceder. Zahra me hizo caso, pero farfullando.

    Cuando volví la mirada al frente, un hombre ataviado con hakama tradicional de color azul oscuro. Tenía el rostro curtido y unos ojos demasiado ágiles.

    – [b]¿Qué os trae a Myojin?[/b] – preguntó en nuestro idioma. Era uno de los primeros hombres adultos que veíamos en ese mundo. Era cierto entonces que se habían refugiado cuando empezó la era de los guerreros Oni. En las sombras de los árboles empecé a distinguir ahora otras siluetas, masculinas y femeninas. Ninja.

    – [Cole]Buscamos conocimiento. Somos amigos de Qiu Lanying.[/Cole] – dije, dando un paso al frente. Zahra parecía estar deseando echar a correr y yo solo podía tener confianza en la bondad de aquella gente.

    – [b]Adelante. Hablemos en la aldea. [/b]- dijo finalmente, girándose para darnos la espalda sin el menor atisbo de miedo. No lo necesitaba, ni tampoco inspirárnoslo a nosotros. Sabía que sus ninja podrían acabar con nosotros sin el mayor problema.

    Me giré a los demás y les sonreí. No era un Echolls, no era un líder, pero iba a llevarles con ellos, nos reuniríamos y acabaríamos lo que empezamos, juntos. Y volveríamos a casa aunque eso significase enfrentarse a una oscuridad a la que incluso una Daë de leyenda temía.

  • LA MUJER MÁS ALUCINANTE

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Dejé caer a la criatura montaña abajo con una patada y me limpié el cuchillo con el pantalón. Tras eso, lo guardé en el cinto e inspiré. Eché un vistazo a mi alrededor: estaba oscuro. Qué novedad.

    Dyavol era un pedrusco casi carente de vegetación, repleto de seres deseosos de clavarme el diente, putrefacción y agua.

    Mi último recuerdo antes de aparecer en este mundo infecto fue ese minuto de gloria en el que fui «La Moisés del sexo». Maldita la hora, también os digo. Las esferas no funcionaban y, por mucho que me gustase poner a prueba mis capacidades, estaba harta de ser poco menos que una rata que huye de un naufragio. Era una superviviente nata, mis habilidades eran de sobra conocidas y podía estar aquí ad infinitum, pero había algo que me ponía nerviosa y, aunque no fuera capaz de verbalizarlo, ahí estaba.

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  • LA MOISÉS DEL SEXO

    Ruby – Dyavol

    Noche

    Sophie había conseguido liberarse de la rusalca utilizando su verdadero poder. Si había algo que me parecía extraño del mundo del que procedían estos chicos y chicas y también de este en el que estábamos, era que las mujeres no se conocían en absoluto y eran incapaces de ver todo lo que podían hacer.

    En mi lugar de origen, los hombres eran minoría. Por alguna razón, cada vez habían sido más difíciles de concebir y, poco a poco, las mujeres fuimos ocupando los puestos que, tradicionalmente, habían sido suyos. Así fue como descubrimos que siempre deberían haber gobernado las mujeres y los desterramos a la casa y a crianza de las hijas.

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  • UNA BELLISIMA PERSONA

    OWEN WILLIAMS

    NOCHE – DYAVOL

     

    Habían pasado varias horas desde que llegamos a Dyavol, tal vez un día, era difícil de saberlo teniendo en cuenta que siempre era de noche. Francis nos alojo en el castillo de William mientras hablaban entre ellos, por mi parte intente descansar algo, pero fui incapaz. Notaba como el dolor de mi costado se propagaba poco a poco por mi cuerpo como un veneno. Mi padre me hablo de como en una realidad alternativa el padre de Xander había sufrido por la licantropía, desde luego no me iba a morir de la noche a la mañana, me esperaban al menos unos cuantos meses de una profunda agonía. Siempre sacándole el punto positivo a las cosas.

    Nos reunimos de nuevo con Francis y William en una sala que antiguamente debía de haber sido la del trono. Como no podía dormir deambule por el castillo y descubrí la historia que ocultaba esta isla. Por lo visto era el hogar de William, este fue repudiado por su padre por su condición no de demonio precisamente. Cuando el mundo se vio sumido en caos, William sabía que este era el único lugar seguro que le quedaba a la raza humana. Así que regreso y bueno, hubo un parricidio, no si de esta salgo más culto de tanto leer.

    -[William]Perdonad la espera, hemos estado conversando y llegado a la conclusión de que la idea de Francis es lo mejor.-[/William] Parecía cansado, aunque echando un vistazo al resto, se encontraban igual. No era el único que no conseguía pegar ojo, cada uno tenía sus problemas y sin duda lo jodido que se encontraba este mundo no dejaba lugar a descansar como era debido.

    – [Francis]No vamos a poner a nadie más en peligro por una guerra perdida.-[/Francis] Francis sin embargo parecía algo más animado desde la última vez que lo vi. Había dado tanto por esta gente que el temor a lo que se avecinaba lo había hundido por completo, pero solo hacía falta un poco de esperanza para reavivar esa chispa, ese pensamiento de que la gente podrá vivir a salvo en otro lugar.

    – [Sophie]¿Y cuál era la idea de Francis?.-[/Sophie] Sophie se encontraba sentada junto a Mike, desde luego hacían una pareja curiosa, porque de esa relación solo podían salir cachorrosirenas.

    – [Francis]En realidad la idea es de él. Vamos a utilizar el artefacto del barco para salir de este lugar.-[/Francis] Note como las miradas se clavaron en mí. Xander nervioso miraba de reojo a William mientras me miraba a mi fijamente.

    – [Jane]Por si no lees la mente: si William se va, los Daë no lo encuentran y chimpún.-[/Jane] Me susurro mi hermana por lo bajo a mi lado. Jane no podía leer la mente de Xander, pero este resultaba ser tan transparente en ocasiones que resultaba sencillo saber en que estaba pensando.

    – [Xander]No pareces muy de acuerdo con eso de irte.-[/Xander] El problema que teníamos no era que William quisiera marcharse con nosotros, sino con sus futuros compañeros.

    – [William]Este es mi hogar, no puedo dejarlo a…-[/William] William no pudo terminar su frase porque se vio interrumpido por Francis.

    – [Francis]Ya lo hemos hablado, no puedes salvarlo.-[/Francis] No creo que William guardara muy buenos recuerdos de este lugar, tal vez se seguía aferrando a la idea de que todo podía arreglarse y convertir este lugar en el hogar que no tuvo.

    – [Jane]Deberíamos dejar a William y Francis hablar en privado, porque es una discusión de pareja.-[/Jane] Añadió mi hermana con naturalidad, Aqui nadie se iba a escandalizar por una relación entre dos hombres, y mirando a la sala todos han estado alguna vez con uno… bueno Xander y Mike no.

    – [Cole]¿No podemos resistir contra los que vienen?.-[/Cole] Pregunto Cole.

    –  [Owen]Mi costado dice que no.-[/Owen] Me sentía como Elliot. Mi poder me había evitado sentir las quemaduras y ahora el costado no hacía más que arderme.

    – [Xander]Si hay que pelear, tú estarás vigilado para no moverte.-[/Xander] Sabía que se preocupaba y lo hacía para protegerme, pero francamente me hacía parecer un inútil.

    – [Sophie]¿No hay ningún sitio en el que se pueda esconder?.-[/Sophie] La verdad no sé si lo decía por mí, que era tan inútil en ese momento que lo mejor era mantenerme encerrado, o si lo decía en general y que tal vez lo mejor era encerrarnos todos y dejar que pasara el tiempo hasta que llegaran los demás Daë.

    Los gritos y golpes contra la puerta del castillo nos saco de nuestra conversación. Al abrirla un pequeño grupo de gente entro atemorizada, se escuchaban más gritos, echando un vistazo al cielo unas sombras se movían entre la oscuridad y descendían a toda velocidad contra la costa. Francis saco su catalejo y miro para ver que ocurría. Nunca había visto tal expresión de terror en el rostro de alguien, cogí el catalejo de su mano antes de que se le cayera y mire para ver que ocurría. Las sombras eran gárgolas que se estaban llevando a los refugiados de la costa mar adentro en donde los no muertos estaban construyendo un puente con sus huesos para llegar hasta tierra.

    [Jane]¿Qué esta pasando?.-[/Jane] El desconcierto de mi hermana duro poco, debía de haber leído mis pensamientos y hacerse una idea de lo que estaba pasando.

    – [Xander]¿A eso nos enfrentamos?.-[/Xander] Mi amigo parecía superado por lo que acababa de ver, quería decirle que se tranquilizara, si todo salía mal las culpas irían hacia mi, después de todo era el colíder de esta misión.

    – [Ruby]¿Tienes miedo, pequeño?.-[/Ruby] Le pregunto sacando sus dos dagas de sus botas. Su rostro al contrario que el nuestro reflejaba emoción, la emoción de la batalla.

    – [Xander]Si, por todos.-[/Xander] San Xander.

    – [Jane]Alguien tendrá que luchar mientras los refugiados llegan al barco.-[/Jane] Al decir esto un nuevo grupo llegaba hasta nosotros exhausto tras la carrera.

    – [Xander]La mayoría son inocentes, tenemos que protegerles.-[/Xander] La gente comenzó a agruparse alrededor nuestra esperando que hacer asustados.

    – [Owen]Huid hacia el barco.-[/Owen] Los refugiados parecían confundidos. Como esperas que nos metamos en ese barco, acoso no ves lo que esta pasando, a donde vamos a ir. Eso era lo que sus caras transmitían.

    – [Francis]Hacedle caso.-[/Francis] La voz de Francis firme se impuso entre los murmullos.

    – [Xander]Tenemos que proteger a William y los refugiados.-[/Xander] Xander parecía dividido, el culmen de todo héroe, no saber que hacer, cumplir con tu misión o salvar al inocente. No podíamos dejar a toda esta gente a su suerte, pero si no protegíamos a William hasta que llegaran los demás Daës estaríamos condenando al resto de mundos.

    Jane asintió sabiendo lo que debía de hacer y junto a Sophie y Niall encabezo la comitiva de los refugiados hacia el barco mientras el resto íbamos en la retaguardia hacia el campamento de la costa en busca de más refugiados y para frenar a las huestes enemigas.

    – [Owen]Está bien, solo tenemos que aguantar lo suficiente para que lleguen el resto de sus compañeros.-[/Owen] Un puñado de esqueletos y demás criaturas corrían por el puente improvisado mientras los barcos flanqueaban el de Francis evitándole cualquier opción de salir.

    Nos preparamos para la batalla, las criaturas estaban apunto de abalanzarse sobre nosotros, pero con una velocidad impresionante William se movió a través de nosotros y comenzó a asestar golpes. Su aspecto había cambiado al de un reptil, nos quedamos unos segundos sorprendidos, sobre todo Cole, quizás así comenzara a sacar a relucir su lado escamoso.

    Ruby se lanzo a acompañarlo junto al resto, por mi parte me quede allí plantado esperando sin saber que hacer. La gente se agrupaba al rededor del barco esperando subir, Jane con mano dura mando subir primero a las mujeres y niños. El pueblo improvisado de la playa parecía desolado, pero sin opción de combatir me encamine en busca de las tiendas por si quedaba algún rezagado.  En medio de una de las tiendas encontré un bulto tapado por una manta, tras apartarla un poco me encontré con el rostro de la joven de la playa.

    – [Owen]Ven conmigo si quieres vivir.-[/Owen] Añadí extendiéndole mi mano. Tal vez no era el mejor momento para parafrasear a Terminator, pero cuando iba a tener otra oportunidad así.

    – [Anne]Pero no puedo irme sola.-[/Anne]

    – [Owen]Si te preocupa el resto de gente ya van camino de su salvación.-[/Owen] O eso esperaba, la horda de no muertos avanzaba en gran cantidad por el puente.

    – [Anne]Hablo de mi hijo mentecato.-[/Anne] Añadió con una ligera sonrisa. Entre las sabanas se revolvió algo y debajo de la cara de Anne se asomó el pequeño Cas.

    – [Owen]Bueno, eso lo estaba dando por hecho. ¿Qué clase de monstruo crees que soy?.-[/Owen] Tal vez el padre de Cas les había abandonado y por eso desconfiaba de mi ayuda, no lo sé, estaba suponiendo demasiado.

    – [Anne]No lo sé, no te conozco tanto.-[/Anne] Era una buena respuesta, después de todo no era más que un extraño recién llegado, era difícil de confiar en algún por exótico que pareciera.

    – [Owen]La respuesta es ninguno. Soy una bellísima persona.-[/Owen] Tal vez me estaba adulando demasiado, pero creo que era un buen amigo y hermano, al menos eso creo.

    – [Anne]Tienes cara de decir la verdad y además, aún conservas todos tus dientes.-[/Anne] Añadió señalando mi boca. Me resultaba curioso como se fijaba en eso, en parte tal vez sea porque a la mitad de esta gente les faltara alguno y serán unos patanes, después de todo es un mundo de piratas.

    – [Owen]Tienes una extraña fijación con los dientes.-[/Owen] Al decir esto me fije en los suyos, sus incisivos eran visibles lo que le hacia resultar algo adorable.

    – [Anne]Es que aquí no abundan las buenas dentaduras.-[/Anne]  Quizás en el nuevo mundo sea gane la vida como dentista quien sabe.

    – [Owen]Ya, no es la mejor época precisamente.-[/Owen] Escasez de comida, demasiado alcohol, escases de vitaminas para los dientes, una horda de monstruos que te asedian, no son lo mejor para mantener una buena dentadura.

    – [Anne]La verdad es que no.-[/Anne] Admitió -[Anne]Bueno, ¿Nos vamos Cas, antes de que Owen se arrepienta?.[/Anne]

    El pequeño asintió y Anne agarro mi mano. En el exterior Xander y los demás comenzaron a replegarse hacia el barco, pero William seguía en el centro de la batalla protegiendo su hogar. Al llegar al barco Jane me lanzo una mirada, con su poder la conexión Williams estaba más viva que nunca. De el mismo modo que sabía que estaba pensando que no era el mejor momento para ligar, cosa que no estaba haciendo, sabía que ella había leído mi mente y sabía donde estaba el lugar del barco que podía sacar a la gente de allí. En el barco solo quedábamos nosotros y Francis contemplando como William daba hasta el ultimo aliento por un lugar que solo le había causado sufrimiento.

    En el centro de la isla apareció un haz de luz y de entre las palmeras llegando a la costa, fueron apareciendo el resto de Daës. La cazadora ayudo a levantarse a su nuevo compañero y la bruja curo sus heridas mientras el resto acababa con las criaturas de la costa mientras otras comenzaban a huir de nuevo mar adentro. Los Daës hicieron un corro alrededor de William, supongo que le estaban explicando porque estaban allí, pero algo me hacia creer que ya sabía el motivo. Los Daës comenzaron a adentrarse de nuevo hacia el interior de la isla, William lanzo un último vistazo hacia el barco en el que nos encontrabamos, no hacia falta ser un genio para saber a quien estaba buscando. Francis asintió, sabía que era la última vez que iba a verle.

    Y así, el grupo de Daës quedo casi completado.

  • TALENTO DESPERDICIADO

    Ruby – Dyavol

    Tarde

    Avalon era una isla fea. Un enorme castillo en el centro de la misma era lo único majestuoso que podías encontrarte allí. En el resto, un montón de refugiados malvivían en las afueras de la muralla en tiendas de campaña que parecían haber pasado por tiempos mejores.

    Todo olía a pescado podrido y a falta de higiene. Y las mujeres, heroínas y veneradas en mi mundo, eran aquí poco más que un trámite para seguir trayendo churumbeles a sobrevivir en esa bazofia de destino.

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  • PERDER SIN HABER CONOCIDO

    COLE ROMAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Despertar en un lugar desconocido tras haber cruzado un laberinto mágico y ser atacados tras haber cambiado de cuerpos entre nosotros podría catalogarse como demasiadas emociones para un mismo día. Así que al ver que no podía salir por la puerta ni la ventana de la cabaña, decidí sentarme en el suelo y meditar para relajarme y poner mis ideas en orden.

    En ese estado pude escuchar enseguida la puerta abrirse y la serpiente que yacía en mí sintió la oscuridad arrastrarse a través de ella casi en el mismo instante.

    – [Caitriona]Hola, Cole.[/Caitriona]- dijo una voz femenina con un acento que no pude reconocer.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – añadió. Abrí los ojos y vi a una bella mujer con oscura melena ataviada con una toga marrón. Unas ropas sencillas que sin embargo llevaba alguien que caminaba como una misma diosa.

    Mi interior siseaba ante la oscuridad que sin embargo, ahora nos rodeaba a ambos. No provenía de ella, pero la acompañaba. Antes de permitirle ofrecerme un trato, me aseguré de la situación del resto. Si era verdad lo que contaba, el conjuro de Kaylee había conseguido sacarnos del peligro pero nos había transportado a sus dominios y cualquiera que los cruzara debía escuchar una de sus propuestas. Una cosa a cambio de otra. No tuve más remedio que confiar en su palabra de que cuando terminase sus ofertas, podríamos irnos.

    En el tiempo que pasé con el tío Hiroshi, en Japón especialmente, había conocido toda clase de criaturas cuya misma existencia constituía una amenaza y sin embargo, en muchas ocasiones me había encontrado con que no eran los culpables que buscaba, porque se regían por un código, una moral perversa a veces, pero que permitía saber a que atenerse. Caitriona parecía tener un código así, una regla sagrada que sentí que no rompería, cuando los tratos estuviesen aceptados o rechazados, nos podríamos ir. Me atreví a preguntar a cuántos había ofrecido ya su pacto, pero ella se limitó a responder que a más de la mitad.

     – [Cole]¿Que clase de trato?[/Cole] – mientras ella se colocaba en la silla que había alzado de la tierra, yo me senté en la cama para estar a su altura en lugar de en el suelo.

    – [Caitriona]Puedo traer de vuelta a tu madre.[/Caitriona] – cada una de sus palabras cayeron como un peso sobre mí. En el fondo había esperado una oferta menos trascendental, algo como poder, riquezas o inmortalidad, algo que fuera sencillo de rechazar.

    – [Cole]¿Sin peros? ¿Sin engaños?[/Cole] – indagué, con los seres sobrenaturales había que tener mucho cuidado y con los que hacían tratos a menudo, como los faerie, mucho más. Ella parecía ser una de ellos, aunque nada en su aspecto lo delataba, era más bien una impresión, algo que mi mitad demonio sabía mejor que yo.

    – [Caitriona]Con una condición, pero sin engaños.[/Caitriona]- puntualizo ella. Ahí estaría sin duda la parte dolorosa de esta situación, lo que exigiría a cambio.

    – [Cole]¿Que condición? [/Cole]- pregunté, preparándome para el sacrificio que exigiera y para estar dispuesto a darlo o rechazarlo y arrepentirme toda una vida.

    – [Caitriona]Una madre por una hija.[/Caitriona]- dijo con la mirada fija en mí. ¿Una hija? Quizá estaba tratando con el Villiers equivocado, era mi padre quien había sembrado descendientes a lo largo de sus viajes.

    – [Cole]No tengo ninguna hija.[/Cole] – afirmé. Lo pensé bien durante unos instantes, si era posible que en alguna relación hubiese llegado a ocurrir, pero no podía ser, tanto con hombres como con mujeres siempre había utilizado preservativos, un consejo de mi padre que quizá él mismo había aprendido tarde. Ya se sabe lo que se suele decir, haz lo que digo, no lo que hago.

    – [Caitriona]¿Sabes cómo funciona el tiempo, Cole?[/Caitriona] – comentó ella, sonriendo. No estaba hablando entonces de una niña que tuviera ya. Futuro, nunca me había gustado jugar con esas fuerzas, saber qué me deparaba me hacía pensar que estaba condenado a cambiarlo o a repetirlo.

    – [Cole]¿Una hija futura? ¿Como en el cuento… en el que tenías que decir el nombre al revés? [/Cole]- no recordaba el nombre, solo que era uno de los muchos que estaban en la sala en la que los hijos de los Moondies jugábamos mientras ellos se reunían. Contaba la historia de un ser mágico que hacía un pacto a cambio de llevarse a su primogénita, pero le derrotaba diciendo el nombre al revés, que era un trabalenguas que Noah se había entretenido en memorizar. No quería pensar en la idea de tener siempre acechando sobre mí esa decisión, llegar a tener una hija y que me fuese arrebatada siendo solo mi culpa.

    – [Caitriona]No conozco bien la mitología de tu mundo, lo siento.[/Caitriona]- explicó ella, excusándose.- [Caitriona]No sería un robo.[/Caitriona] – aclaró, como si sintiera mis dudas. Puede que la oscuridad se lo hubiese contado.

    – [Cole]¿Llegaría a conocerla? ¿Sería…solo mía?[/Cole] – tantas preguntas agolpándose en mi mente. La vida de mi madre estaba en juego, pero a cambio de entregar una parte de mí, una parte que aún no conocía.

    – [Caitriona]Nuestra. [/Caitriona]- replicó ella.- [Caitriona]Pero el vínculo sería mágico, no sexual.[/Caitriona] – aclaró al ver mi mirada.

    Suspiré aliviado, no es que no la considerase atractiva, pero no habría podido llevar adelante ese acto con la frialdad de saber lo que entregaba y por qué lo hacía.

    – [Cole]¿Estará bien? ¿La niña, quiero decir? ¿Estará segura?[/Cole] – dije. Con aquella presencia malvada, no me atrevía a dejar a la niña en sus manos, convertida en quién sabe qué, solo para cumplir sus designios.

    – [Caitriona]Yo la cuidaré.[/Caitriona]- sentenció ella sin dejar de mirarme y de algún modo, supe que era cierto, que ni siquiera aquella presencia le haría nada.- [Caitriona]Te dejo elegir su nombre si quieres.[/Caitriona] – comentó ella. Me paré a pensarlo, alguna vez se me había pasado por la cabeza la idea de si algún día tendría niños. Me gustaban, me parecería antinatural lo contrario, pero no había llegado a meditarlo fríamente, veía mi vida poco asentada y yo poco preparado frente a mis demonios.

    Al final negué con la cabeza, ponerle nombre haría que el dolor estuviera presente día a día. – [Cole]¿Será feliz?[/Cole] – pregunté. Decidí que si no iba a serlo, si mi decisión iba a hacer que su vida fuera mala aunque fuera poco tiempo, no lo haría. Pero también estaba el hecho de que si no lo hacía, ella ni siquiera llegaría a nacer. La magia la haría a partir de Caitriona y de mí, un encuentro que de otra manera nunca habría pasado. Visto de esa perspectiva, estaba decidiendo si la niña venía al mundo o no.

    – [Caitriona]Eso depende de ella, Cole.[/Caitriona] – replicó, esquiva. Tenía que insistir, llevarme al menos ese trocito de paz.

    – [Cole]Si tienes poder para hacer esto y para saber lo que sabes de mí podrás saber si llevará una buena vida.[/Cole] – dije. No sabía cuentos de mi mundo, pero sí que conocía lo que ocultaba mi corazón, podría saber eso. No en todo momento, claro, había ido demasiado lejos pensando en una felicidad continua, nadie es feliz en cada instante de su vida, pero sí podía saber si su vida sería buena en general.

    – [Caitriona]Haré todo lo que esté en mi mano.[/Caitriona]- respondió. Parecía como si algo le impidiese decirme algo en firme, pero con su mirada demostró su intención. Aquella niña estaría a salvo. Mi hija.

    Asentí, suspirando profundamente. – [Cole]Mi madre por una hija.[/Cole] – dije tendiéndole la mano. Casi podía imaginarme abrazando a mi madre, contándole todo lo que se había perdido después de su trágica muerte.

    – [Caitriona]¿Aceptas el trato?[/Caitriona] – preguntó ella de nuevo, para cerciorarse de mi decisión.

    – [Cole]Si, acepto. Con dos condiciones.[/Cole] – dije, aún con la mano extendida.

    – [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona] – dijo ella. Retiré la mano a la espera de reunir las palabras.

    – [Cole]Quiero hablar con ella cuando regrese a la vida.[/Cole] – pedí. Para asegurarme de que no había sido todo en vano y que aquella niña, la niña sin nombre, no había llegado al mundo sin conocer a su padre por un buen motivo. – [Cole]Y quiero saber su nombre.[/Cole] – accedí. No me sentía digno de ponerle nombre, pero quería saberlo. Aunque era probable que aquella presencia que se agitaba con profusión cuanto más dudaba y me debatía, se alimentara de todas las veces que volvería a esa cabaña, a esa decisión.

    – [Caitriona]Tu madre estará en la Tierra cuando vuelvas. Es muy probable que os esté esperando en casa, así que esa condición no es tal cosa. Te dejo que pidas algo diferente.[/Caitriona]- respondió ella. Agradecí que intentase ser justa conmigo.

    – [Cole]Pensé que volvería ya. Sin esperar a que yo regrese.[/Cole]- no podía estar seguro de que regresara a la Tierra, podían pasar demasiadas cosas y no me fiaba de que nuestro trato dependiera de eso.

    – [Caitriona]¿Quieres hablar con ella ahora? No sé si he entendido bien tu petición.[/Caitriona] – comentó. Nunca había sido del todo bueno explicándome. El don de la palabra lo tenían otros New Moondies como Kaylee con increíble inteligencia, Noah con su sabiduría, Xander con su habilidad para entenderse con los demás, Owen con sus halagos sinceros o Lexie con su habilidad para engañar y manejar la situación.

    – [Cole]En cuanto sellemos el pacto[/Cole] – dije asintiendo.

    – [Caitriona]De acuerdo.[/Caitriona] – dijo ella.

    – [Cole]Y la segunda condición…[/Cole] – le recordé. El nombre de la niña.

    – [Caitriona]Su nombre es Jade.[/Caitriona] – dijo sin atisbo de duda. Asentí y nuestras manos se fundieron en un apretón de manos. Sus dedos ascendieron por mi antebrazo hasta convertirse en rayos que atravesaron todo mi cuerpo como una descarga. Me la estaban quitando, se estaban llevando a Jade.

    Acabé casi arrodillado en el suelo, dolorido, sintiendo un vacío en el pecho que correspondía a ella. No la había conocido, pero ya la estaba echando de menos. Aquella carga iba a ser más pesada de lo que había pensado, pero había sido por una buena causa.

    – [Caitriona]Como deferencia hacia nuestro trato, añadiré a tu madre al pacto que hice con tu amigo Noah antes.[/Caitriona]- comentó de forma misteriosa. No sabía que clase de trato había aceptado Noah, pero tenía que preguntarle. – [Caitriona]Y ahora, te dejo solo unos minutos.[/Caitriona] – se alejó y al abrir la puerta la vi agacharse sobre una especie de cunita de ratán para recoger un bebé envuelto cuidadosamente en una mantilla de color verde.

    La puerta se cerró y sentí que no volvería a ver a esa pequeña más. Pero no podía derrumbarme. Un orbe apareció en mitad de la sala y creció hasta convertirse en una gran esfera que parecía como si el tejido mismo del mundo estuviera rasgado.

    Ella estaba al otro lado, primero vi su melena rubia y cuando se giró, su inconfundible sonrisa.

    – [Cole]Mamá…[/Cole]- la llamé. No podía llegar hasta ella aunque lo intentó, extendió aquellas alas blancas como para arroparme con ellas, pero no pudo. Solo podíamos hablar.

    Y así lo hicimos, le conté todo lo que había pasado, con papá, con Dante, conmigo. Cómo había vuelto y con un nudo en el pecho, el coste que había tenido. Los dos terminamos llorando, pero ese dolor que me atenazaba se hizo un poco más pequeño al compartirlo. Mi madre vivía y en algún lugar, Jade también lo haría, sin un padre a su lado quizá, pero mi amor por ella llegaría hasta donde se encontrase para protegerla.