Moondale

Etiqueta: ¡Daakka ke kash!

  • EL PALO ROSA DE MEAR

    Cara Elle – Bosque de los lobos

    Tarde – Noche

    Os voy a contar una cosa de las batallas que quizás os sorprenda: no molan. Las películas, las series y los libros las venden como si fuera inevitables, pero la mayoría de las veces, lo son. Si algo había aprendido de mi «infancia» con Elizabeth y Daakka, era el poder de hablar para solucionar las cosas.

    Por ejemplo, alguna vez he querido pegarme con alguien por hablar en el cine o por colarse en el supermercado, pero no lo he hecho. Otras veces he querido matar y deshacerme del cadáver con disimulo por pegarle una patada a un perro, pero también me he aguantado. ¿Por qué? Porque Elizabeth no me dejaba. Porque no está bien. Pero ahora estábamos luchando y tenía que creerme que la balanza moral que te prohíbe hacerlo normalmente, dejaba de funcionar en momentos como ese.

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  • LIQUIDO CONDUCTOR

    DAAKKA | APARCAMIENTO DEL HOSPITAL ST.ANNE

    daakkagreen

    Me eché hacia un lado y evité el tentáculo de oscuridad que habían lanzado para agarrarme. El demonio azul oscuro enseñó sus fantasmales colmillos y sus ojos rojos centellearon de ira. Antes de que pudiese reaccionar con otro ataque, respondí con un rayo que le impactó en el pecho, tirándolo al suelo.

    Observé a los demás, todos enzarzados en un combate para mantener distraídos a los enviados de Z y que Sarah y Ed pudiesen ponerse a salvo de sus garras.

    Cerca de mí estaba Selardi con su piel recubierta de ese metal que Daniel había cogido en la Iniciativa, mitrilo. Aprovechando su resistencia se estaba enfrentando a un miembro de Gambit de piel nívea y cabellera rubia, que asestaba tajos a gran velocidad sin que sus espadas consiguiesen hacerle un rasguño.

    En mitad del caos que reinaba a mi lado izquierdo casi no conseguía ver a nadie. Distinguí a Dominic y a Daniel intentando abatir juntos a algo que no distinguí. Tras el caos del combate vi a ‘Mental‘ observándolo todo fijamente, temeroso de que estuviese concentrándose para dejar fuera de combate a alguno de los nuestros, me preparé para lanzar un rayo contra él. Por desgracia mi otro enemigo tardó un segundo en ponerse en pie, mientras la marca oscura que el rayo había dejado en su pecho se desvanecía. Un látigo de oscuridad aferró el brazo con el que me disponía a atacar.

    – [Daakka]Dominic, Mental.[/Daakka] – grité. Por el rabillo del ojo vi a Mental ser golpeado hacia atrás por una mano invisible.

    Me giré hacia mi contrincante justo en el momento en el que otro de sus tentáculos aferraba mi otra mano.

    – [Demonio]Cuando devore tu alma serás un buen huésped.[/Demonio] – rió con su espectral dentadura deformando el rostro del humano que una vez existió y ahora no era más que una cáscara vacía controlada por un muerto.

    – [Daakka]Selardi no acepta imitaciones.[/Daakka] – repliqué con una sonrisa irónica. Que se lo dijeran a mi apariencia humana. Por suerte Duke Rivera se había quedado en segundo plano, en un alias que utilizar cuando necesitase hacer algo con una identificación. Todavía estaba esperando que volvieran a viajar a Escocia, como solían hacer, pero parecía que había llegado en la época sin viajes.

    Tomé los tentáculos entre mis manos, asqueado por su tacto alquitranado, y solté una descarga que los recorrió hasta impactar de nuevo en el espectro, que salió despedido contra una pared contraria.

    Escuché un pitido y me giré con miedo hacia uno de los ascensores, temiendo que algún humano bajase al aparcamiento en ese instante y se encontrase con el combate. Por el momento no había sucedido, pero era cuestión de tiempo. Necesitábamos acabar cuanto antes, pero también teníamos que retenerlos para que no fuesen tras Sarah.

    Lo mejor sería dejarlos a todos incapacitados, pero no podía utilizar mi poder, había demasiadas cosas que podrían salir mal. Selardi estaba recubierta de metal, podría hacerle daño. O podría usar más intensidad de la debida y dañar seriamente a alguien.

    Es difícil tener poder para acabar con un problema y no poder utilizarlo. Con mi habilidad podría haber terminado con la vida de todos ellos, pero no era un asesino. La elección buena siempre era compleja, en eso tenían razón los juegos de rol.

    Suspiré con resignación y me lancé contra Steel, que en ese momento intentaba golpear por la espalda a Dominic y Daniel. Agarré al gigante de metal por la cintura y lo alcé notando la tensión en mis músculos de demonio. Imité una llave de lucha libre y lo lancé al suelo aprovechando su peso.

    – [Aislinn]Esto es absurdo.[/Aislinn] – replicó la Reina Negra, frente a una Rebecca arrodillada a sus pies. Me dispuse a ir hacia ellas pero Selardi fue más rápida, cogiéndola y alejándola de ella.

    A la Reina Negra no pareció importarle y eso no apuntaba a nada bueno. Tomó el alfiler entre sus manos y sus ojos perdieron la visión del mundo real mientras recitaba a toda prisa un salmo. Nadie tuvo tiempo a detenerla.

    Una gota de su sangre cayó al suelo y empezó a extenderse como un enorme charco del que empezaron a surgir formas humanoides que parecían hechas de la misma sangre. Se contaban por decenas.

    Varios de esos autómatas de sangre se lanzaron a por Selardi. Corrí hacia ella pero otro grupo vino directo hacia mí. Hacia donde quiera que mirase, pasaba lo mismo, los nuestros estaban rodeados por esos seres.

    Sus golpes parecían firmes pero cuando les golpeaba, mi puño atravesaba su cuerpo como si nada. Lo mismo les pasaba a los demás. Dom lanzaba lejos parte de la sangre que componía su cuerpo pero eso solo conseguía que donde había uno, surgieran dos. Mientras tanto, el bando negro se estaba agrupando, listos para irse.

    No podíamos perder más tiempo con esos seres. Me fijé en la posición de cada uno de los míos y sentí la carga eléctrica acumularse en las puntas de mis dedos antes de soltarse en varios rayos que impactaron en los autómatas de sangre haciendo que sus cuerpos burbujeasen y se terminasen colapsando en un charco de sangre borboteante.

    Habíamos acabado con todos, pero el bando negro había escapado. Dominic reunió la sangre con su poder y la dirigió a un sumidero, para evitar que cualquier humano fuese a encontrarse la escena y declarase un asesinato.

    Como Diana ya sabía lo que estaba pasando gracias a sus visiones, nos envió un mensaje para decirnos que Sarah y Ed estaban en el hotel y necesitarían nuestra ayuda. Así que sin más tardanza decidimos coger el coche de Daniel, bastante apretados, por cierto, incluso en la forma de Duke, y salir de allí a toda velocidad.

  • CAMINOS SEPARADOS

    CAMINOS SEPARADOS

    DUKE RIVERA | SUBTERRANEO 5, LA INICIATIVA

    TARDE

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    Cuando nos despertamos, Sarah ya no estaba, pero habían cambiado incluso más cosas. Las rejas de metal de la celda se habían alzado hacia el techo, aún podía ver el metal, como si se tratase de una puerta de garaje. Pero eso no significaba que las hubiesen abierto, en su lugar había bajado una pared de cristal que no dudé que podría resistir nuestro poder. Estábamos encerrados en una pecera.

    El contacto frío del cristal contra la palma de mi mano evocó recuerdos almacenados en mi memoria genética. Tuve que hacer un esfuerzo para evitar el impulso de arrastrarme a ella y revivirlos. No necesitaba recordar lo que ese lugar me había hecho desde que «nací» hasta que mi Rakkna me rescató.

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  • LUCHAMOS CONTRA CRIATURAS SOBRENATURALES EN UN MANICOMIO ABANDONADO A PLENA NOCHE

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Sarah Echolls | Manicomio abandonado

    [color=black]Noche[/SIZE][/color] | Luna Llena[/font][/b]

    sarahescucha

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    Estábamos en ese punto de toda velada con amigos (y amigas), en el que si no pasa algo interesante, el ambiente empieza a decaer. No me malinterpretéis, no estoy diciendo que no estuviéramos disfrutando (todo lo que se podía dadas las circunstancias), pero era considerablemente tarde, todos estábamos hechos polvo y normalmente, por muy buena persona que seas, cuando te ganan seis o siete veces acabas hasta las narices.

    De esta partida, sólo quedaban jugando Daakka y Dom que atesoraban como podían las pocas galletas que Cara no se había comido y se miraban como si fueran Clint Eastwood y el malo de turno a punto de liarse a tiros en el lejano Oeste. – [b] [i] [color=#BB609C]Odio jugar con vosotros…estoy cansada de perder [/SIZE] [/i] [/b].- Protesté dejando escapar un bufido. En realidad, no lo odiaba, pero estaba deseando sacar el ‘Cluedo’ o el ‘Monopoly’ de sus respectivas bolsas para tener alguna oportunidad de ganarles.

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  • LA GRULLA BLANCA DESPLIEGA SUS ALAS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Daniel Arkkan | La Iniciativa, subterraneo dos

    [color=#E3B94A]Mediodia[/SIZE][/color][/font][/b]

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    [/align]

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    Cuando las luces se apagaron, mi instinto me llevó rápidamente a buscar a Sarah. Por mucho que fuese la líder natural del grupo, y que fuese mucho más fuerte que yo, era lo que más quería en el mundo y no podía evitar contener mi vena protectora, que la veía a veces más frágil de lo que era. En este caso, lo que me preocupaba era que su ansiedad relacionada con la falta de respiración se acrecentase al estar a oscuras en un lugar tan cerrado, bajo tierra para más inri.

    Unos segundos después de que la luz se apagase, mis ojos se acostumbraron y la tenue luz que emitían las cámaras de éxtasis me permitió ver dónde estaba, y comprobar también que todos estuviesen bien. Siempre consideraba que haber tenido asma de pequeño me había hecho en cierta medida más fuerte, por un lado tenía una capacidad pulmonar ligeramente por encima de la media según los test a los que me habían sometido los médicos por aquél entonces, por el mero hecho de haberme acostumbrado a respirar con dificultad, y por el otro, mi visión en la oscuridad era ligeramente mejor de lo que habría sido de no haber tenido asma, porque las noches en vela sin poder conciliar el sueño por no poder respirar, me habían hecho acostumbrarme también, algo que me había resultado muy útil en mis «años oscuros».

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