Moondale

Etiqueta: Dante adora a Mia

  • VILLIERS BROWNING

    DANTE VILLIERS

    KARDAS – EL ERMITAÑO GRIS, DIRECCIÓN A ARABIA

    Aquella masa enorme no hacía más que subir y bajar. Era gris, como el cielo cubierto de nubes, así que daba igual si mirabas al mar o al cielo, todo era parecido.

    – [Dante] Tenías que haberle colgado a Laura…[/Dante]- me quejé. Nuestra vida no era idílica en la Edad Media, pero al menos tenía trabajo y los dos pies en algo firme. Pero Laura había aparecido con noticias y tuvimos que ponernos en marcha. Al menos con un poco de suerte si conseguíamos hacer lo que había que hacer, volveríamos a ver a los demás. Era un alivio pensar que estaban vivos y que no nos habíamos quedado atrás solos.

    – [Chloe]Tanto como te gustan los coches y lo que te marea un barquito de nada.[/Chloe] – sentenció Chloe con cara burlona. Alcé una ceja, mirándola. Habría preferido cruzar el mar estilo gaviota que ir en ese puñetero barco durante dos semanas enteras en dirección a la Arabia de ese planeta. En teoría teníamos que buscar allí el avatar guardián del portal de ese mundo, un Toro, que según MacLeod era el mismo al que adoraban los templarios. O sea, un puto toro blanco.

    – [Dante] Si tu hubieras visto lo que puede haber ahí debajo.[/Dante] – señalé el agua oscura que ocultaba bien los terrores que podía haber debajo. Solo pensar en los demonios serpiente de Dagrknot me hacía querer darme una ducha de agua caliente y después alejarme corriendo de cualquier masa de agua.

    – [Chloe]Lo que te marea es el movimiento. A mí no me engañas.[/Chloe] – replicó ella.

    – [Dante] No sé cómo puede gustarte ir en esta chalupa en dirección a las mil y una noches. [/Dante]- al menos parecía cómoda con el cambio de aires.

    – [Chloe]No sirve de nada quejarse, bro.[/Chloe] – respondió. Supongo que ella también era consciente de que en cuanto a trato de las mujeres no iba a cambiar demasiado la cosa, pero al menos ganábamos en higiene.

    – [Dante] Me entretendré pensando en la ropa que te vas a poner allí.[/Dante] – respondí mirándola de reojo. Llevaba un vestido de corte sencillo de los que llevaban las mujeres jóvenes en Kardas, una ropa que le hacía muy poca justicia a su trasero digno de estatua griega.

    – [Chloe]Cuéntame algo y así no piensas en las ganas de potar que tienes.[/Chloe] – comentó, quitándole importancia mientras se apoyaba en la barandilla. Me paré a pensar, no era un hombre de muchas palabras, aunque hacía un tiempo que algo me rondaba la cabeza y apenas había tenido tiempo a hablarlo.

    – [Dante] Mi madre no sabía nadar, vivió la mayor parte de su vida encerrada en una mansión. Y luego en otra.[/Dante] – expliqué. Suponía que mi respeto al agua venía de ella, que siempre parecía aterrada cuando nos veía jugar en la playa. – [Dante] Me pregunto cómo estará.[/Dante] – añadí. No había podido preguntarle al padre de Kaylee por ella, así que no sabía si se habría encontrado con Sarah y estaría en buenas manos o sola y preguntándose dónde estábamos todos. Y además, su asesina estaba allí, la muy hija de puta había vuelto dejándonos a nosotros aquí.

    – [Chloe]Pues viva, que ya es better que muerta.[/Chloe] – resumió. Nuestras miradas se cruzaron y ella sonrió sorprendida porque no apartara la vista, algo que no debía ser común en su futuro.

    – [Dante]Estará preocupada. [/Dante]- admití. – [Dante]Mientras tanto él seguirá por ahí[/Dante] – el recuerdo de mi padre no dejaba de envenenar la alegría que debía suponer que ella hubiera vuelto. Cole lo había conseguido, había sacrificado algo suyo para traerlo de vuelta y Logan mientras tanto, ¿qué? Lamentándose y odiando, buscando venganza. ¿Por qué coño no había hecho como Cole, por qué tenía que parecerme a él?

    – [Chloe]¿Tan malo es?[/Chloe] – preguntó ella.

    – [Dante]Digamos que no tengo los mejores recuerdos de un tío que se largó cuando mi madre murió.[/Dante] – resumí. A veces, escuchando hablar a los demás sobre las Pruebas de los Moondies, me paraba a pensar en si de verdad conocía a esa persona, al Logan Daë, o solo al padre ausente al que me había acosumbrado a detestar. – [Dante]Si no hubiera sido por los Echolls estaría bajo un puente.[/Dante] – admití. Eran mi segunda familia, aunque sin lazos sanguíneos, que eso dejaría mi interés por Chloe en algo un poco chungo. Hasta yo, que tuve un crush con la madre de Kaylee, tenía mis reglas.

    – [Chloe]I got it.[/Chloe] – dijo ella. Se quedó distraída mirando hacia el horizonte. Me vino un fuerte olor a ron y me giré para ver a un grupo de marineros de la tripulación bebiendo algo mientras miraban a Chloe una y otra vez. El mareo pasó a segundo plano y me coloqué de espaldas al mar para mirarles fijamente.

    – [Dante]Como este viaje dure mucho más voy a acabar dejando sin los pocos dientes que les quedan a estos tíos.[/Dante] – sentencié. Lo peor era que una parte de mí pugnaba por liberar esa adrenalina.

    – [Chloe]¿Y ese ataque de masculinidad tóxica?[/Chloe] – preguntó, aparentemente sorprendida, aunque a estas alturas, después de unos meses sobreviviendo juntos, ya tenía que conocerme. Era impulsivo, atrevido, ingobernable. Un rebelde sin causa me llamaba una profesora del instituto.

    – [Dante]La vena Villiers.[/Dante] – resumí. Por mucho que me pesara, esa parte de mí estaba ahí, junto con mi oscuro poder, un testamento en vida.

    Chloe me pasó una mano por la cara y su suave tacto me reconfortó. Dejé de mirar a los marineros, algunos se habían ido y otros seguían ahí, envalentonados por el alcohol. Aunque poco se atreverían a hacer, habíamos gastado bastante en el pasaje contando con que era nuestra vía para dejar ese mundo, y no lo pagaríamos hasta atracar, el capitán defendería su inversión.

    – [Dante]¿Eso es una indirecta?[/Dante] – sugerí con una sonrisa. Dos semanas de viaje eran mucho tiempo, había que buscar formas de entretenerse.

    – [Chloe]No, estaba mirando a ver si te ibas a morir ya.[/Chloe]- me picó, sacándome la lengua.

    – [Dante]Muerte por kiki.[/Dante] – bromeé.

    – [Chloe] Anda, te dejo con los mareos.[/Chloe] – se despidió, dándome la espalda para volver al camarote.

    – [Dante]Genial, yo pensaré en toros blancos sagrados de arabia que me saquen de este trozo de roca anticuado.[/Dante] – dije, incapaz de imaginarme alejándome del aire fresco para meterme en un cubículo de madera que se mueve sin parar, con una ventanilla que parece la de una lavadora.

    Ya solo quedaba que el cansancio me pudiera y el sueño hiciera correr un poco más el tiempo, porque prefería enfrentarme a un toro blanco mágico que seguir en esa travesía del demonio, solo con mis pensamientos. Pronto volveríamos con los demás y todo este viaje acabaría de una vez. Solo esperaba que no acabase del todo para mí.

  • LAZOS FRATERNALES

    DANTE VILLIERS

    LABERINTO – SELAS

    No solo había perdido la oportunidad de volver a la Tierra si no que ahora en vez de la nave estábamos en un laberinto a punto de hacerse de noche. Cojonudo Dante, eso te pasa por querer salvarles el culo. Aunque estaba claro que si no hubiéramos aparecido, alguno no lo habría contado, Noah el primero. Si al que era rápido como una bala casi se lo llevan por delante, tenía miedo de lo que pudieran hacer cuando volvieran a por nosotros, y seguro que lo harían. Con ese despliegue en la luna no iban a rendirse tan rápido.

    – [Dante]Nos han jodido el regreso y ahora estamos en un puto laberinto[/Dante]. – dije, por romper un poco el silencio. Tampoco tenía la suerte de que me hubiera tocado con Chloe, pero en parte era bueno porque así no habría tentaciones. En su lugar había aparecido junto a Niall, para tener un tiempo entre hermanos de calidad.

    – [Niall] De buenos somos tontos.[/Niall] – comentó él, mirando hacia el cielo.

    – [Dante]¿Crees que podremos volver a intentarlo?[/Dante] – pregunté. Yo tenía clara la respuesta, aquella oportunidad no iba a pasar muchas veces y ni siquiera sabía si podríamos volver a la nave desde ese sitio.

    – [Niall] Primero a ver si salimos de este lugar, aunque nosotros lo tenemos fácil.[/Niall]- señaló mis alas. Tenía gracia que de tres hermanos – que se supiera –  dos tuviéramos alas de pájaro, aunque las mías iban fijas y sin cabeza de pájaro incluida y las suyas no.

    – [Dante]No es mala idea.[/Dante] – asentí y me preparé, no es que tuviera un punto de salto muy cómodo para ascender, no notaba corrientes y no estaba a una buena altura, pero al menos con mi físico de aesir podría pegar un salto y planear con esfuerzo hasta salir de allí. Lo hice, decidido a dejar ese sitio atrás y eché a volar. Al principio sentí triunfo pero en cuanto estuve en el cielo me sentí mareado y desorientado y acabé chocando contra el suelo. – [Dante] Puta magia de los cojones[/Dante]

    – [Niall] Gracias, lo necesitaba.[/Niall]- dijo entre risas. En su defensa admitiré que fue después de asegurarse de que estaba bien, pero en ese momento me daban ganas de lanzarlo contra el suelo.

    Me limpié la tierra y le miré. – [Dante] ¿Preferías que fuera yo primero no?[/Dante]

    – [Niall] Tú eres el que tiene las alas de serie. Yo tengo que cambiar, y no es agradable.[/Niall] – justificó. Me valía la respuesta para no tomármelo a mal.

    – [Dante] Pues por arriba no va a ser. Nos va a tocar caminar todo esto.[/Dante] – me quejé. Ese jodido laberinto no estaba hecho para atajos. Si con todos los que éramos habían podido dividirnos en parejas en puntas separadas del laberinto sin que pudiéramos escucharnos, eso significaba que aquél sitio era grande de narices. Así que nos esperaba una buena caminata. Todavía conocía poco a Niall, me había enterado de que existía poco antes de venir a esta película con viajes en el espacio-tiempo, así que de él no se podía decir que supiera mucho. Pensándolo bien, había mucha gente de la nave a la conocía menos incluso, habían sido unas semanas intensas. – [Dante] Nunca viste a Logan ¿no?[/Dante] – le pregunté, empezando por lo que teníamos en común.

    – [Niall] No. Solo sé de él lo que me contó mi madre y lo que he oído del resto.[/Niall] – admitió. Parecía indiferente, sentí un poco de envidia, no sé si por no conocerle o porque ser su hijo no me afectara.

    – [Dante]Llevo casi tanta vida sin él en mi vida como con él.[/Dante] – expliqué. No sabía cuánto conocía Niall de la historia, no es que Cole y yo hubiésemos tenido muchas opciones de ponernos al día tampoco. – [Dante] No es mi persona favorita pero cuando estaba con mi madre… si hubiera sabido de ti te habríamos conocido. Ella le habría convencido[/Dante] – aclaré. Con mi madre era pasable, por desgracia, y esto es algo que solo admitiré ante vosotros, si algún día desenterráis y os ponéis a leer esto, de pequeño a veces le imitaba. Fue siendo más mayor, después de morir ella y de que él se largara, cuando empecé a acumular todo lo que odiaba de él. A veces pensaba que sería mejor no volver a verle, porque temía que la persona horrible que había dibujado en mi mente no lo fuera tanto. Necesitaba aferrarme a alguien al que culpar.

    – [Niall] Lamento lo de tu madre. Parecía un encanto de mujer.[/Niall] – en mi mente se dibujó una imagen algo difusa, recompuesta por las fotos de ella que había visto una y otra vez, por sus anuncios. Siempre sonreía, eso era algo que me sorprendió cuando ya no estaba.

    – [Dante]Era especial. Toda la alegría que tenía se fue con ella. [/Dante]- confesé. – [Dante] ¿Y tú madre?[/Dante] – pregunté. No sabía nada de la madre de Niall ni de casi nada de su vida antes de venir a Moondale.

    – [Niall] Crecí con ella en una autocaravana al lado de la cafetería en la que aún trabaja. No vivíamos con grandes lujos, pero nunca me faltó su cariño.[/Niall] – replicó. Era cierto que a Niall se le notaba que no venía de una familia de mucho dinero. La mía tampoco había tenido para tirar cohetes ni cuando estaba mi madre. Sus anuncios y sus trabajos daban para pagar la casa y el taller que le puso a Logan, pero para cuando todo hubiese dado frutos, ella fue asesinada, él se largó y el dinero que nos hubiera hecho estar más desahogados se fue con ellos. Cuando me fui a vivir con los Echolls lo noté, lo primero en lo que lo hice fue en la comida, pero las diferencias estaban en todas partes. Ya no solo por dinero, si no porque sus padres trabajaban juntos por el bien de todos. También es verdad que en su caso padres eran tres.

    – [Dante] No le necesitabas a él. Mira que bien has salido comparado conmigo.[/Dante] – comenté. Era una persona alegre y la mayor parte del tiempo estaba con sus cosas sin molestar a nadie. Era bastante fácil convivir con él. Y eso no podía decirse de todos en la nave.

    – [Niall] Tú tampoco has salido mal. Seguro que te pareces más a ella que a él.[/Niall] – supe que intentaba animarme, pero dijo exactamente lo que necesitaba escuchar.

    – [Dante]Ojalá, pero no sé. Este otro poder parece como si me recordara que soy su hijo[/Dante] – como si la oscuridad que había en ser un Villiers se manifestara hacia el exterior.

    – [Niall] Que yo recuerde Logan no puede transportarse entre sombras. Y si lo dices por la oscuridad… Bueno, es tuya. Tú verás como la usas.[/Niall] – comentó.

    – [Dante]De momento sigue en el modo autobús de las sombras[/Dante] – admití. Supuse que podría hacer más, pero no iba a ser yo quien lo descubriera de momento. Mi don eran mis alas, esto otro era una maldición que me había caído.

    – [Niall] Mejor. No le des a actualizar cuando te salga la opción.[/Niall] – sonrió. Parecía que no estaba preocupado, como si fuera más hijo él de mi madre que yo.

    – [Dante]¿Y lo tuyo? Cuando atacaron a Henry lo escuchó toda la nave[/Dante] – pregunté. Por lo que sabía su poder estaba en su voz, como ‘Canario Negro’. Personalmente, siempre me había gustado más ‘Canario Blanco’ incluso sin poderes.

    – [Niall] Bueno, esa era la idea ¿No?. Casi matan al pobre chaval.[/Niall] – se encogió de hombros. Se rumoreaba que Henry tenía algún tipo de enfermedad y que aquél ataque casi nos deja sin el ingeniero oficial y a nivel personal, sin el que me mantenía entretenido mandándome soldar aquí y allá.

    – [Dante]Siempre te puedes apuntar a la ópera[/Dante] – bromeé.

    – [Niall] Si bueno, no me va ese rollo. Prefiero estar al fondo del escenario con mis instrumentos.[/Niall] – explicó. Así que si montaban un grupo en la nave todavía podía quedarse Amy de cantante.

    – [Dante] Envíame entradas gratis si alguna vez volvemos y te haces famoso[/Dante] – repliqué, mirando aquél cielo en el que a medida que avanzábamos parecía que se iban desvaneciendo las estrellas.

    – [Niall] Seguramente acabe dando clases por cuatro duros, pero gracias por tener fe en tu hermano.[/Niall] – desde luego no se podía decir que no tuviera los pies en la tierra.

    – [Dante]Con un padre de mierda tenemos que ser hermanos de diez[/Dante]. – pensé en voz alta, como si pronunciara una regla inviolable a partir de ese momento. Nuestra familia se había compuesto a trozos una y otra vez y se había vuelto a descomponer pero había algo que ya no nos podían quitar. Éramos hermanos y por mucho que nos uniera un apellido del que no estaba orgulloso, al menos nos teníamos entre nosotros. No estaba mal.

  • LAS COSAS CLARAS

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – CASA DE LOS WILLIAMS

    Mi estómago sonó de impaciencia por esas hamburguesas que Owen estaba tardando en sacar. Por suerte, me planté a su lado y con diez minutos de presencia intimidante conseguí que me sacara un filete poco hecho que comí sentado en una de las mesas, disfrutando de la música y de ver cómo se divertía todo el mundo.

    Os diré una cosa, los Williams daban las mejores fiestas. Había una piscina a rebosar para quitarse el bochorno de todo el día, no faltaba bebida ni comida y además, podía ir con las alas al descubierto porque prácticamente todo el mundo era conocido o sabría guardar un secreto. La mayoría de los hijos estaban por allí, a Cole le habría gustado volver a verles pero en ese momento estaba demasiado ocupado siendo un otaku después de dar por fin por imposible a Logan.

    La única que no conocía nuestro secreto era Tina, pero la pobre pensaba que yo era una especie de extensión del «marketing» de mi madre, el «Ángel de Moondale». Sorprendía darse cuenta de cuanta gente se creía de verdad que caminaba con unas alas de pega todo el día, incluso después del discurso y la guerra. Al menos el apodo le pegaba y a veces me gustaba pensar que seguía siendo el «Ángel de Moondale» vigilándonos desde allí arriba, porque si alguien podía ir al cielo de mi familia, era mi madre.

    Me limpié con una servilleta cuando terminé el filete y me rellené la bebida antes de ir al montón de paquetes y coger mi regalo para Jane. A Owen se lo había dado un rato antes, un casco nuevo para la moto, y conociendo a su hermana, no quería que pensara que hacía muchas diferencias.

    En ese momento estaba mirando su móvil, un poco ajado ya por el tiempo. Alzó la mirada al ver que me acercaba. Quizá fuera solo cosa mía pero no parecía estar muy cómoda por el acercamiento, muchas veces provocaba ese efecto en la gente, restos de una fama de «malote«.

    Le tendí el regalo y esbocé una sonrisa mientras la miraba. Ella apartó la mirada de mis ojos y la desvió al regalo. – [Jane]No hacía falta que te molestaras.[/Jane]- respondió con sinceridad, abriéndolo.

    – [Dante]No iba a venir con las manos vacías.[/Dante] – respondí, restándole importancia. Hacía unos años que había cumplido el trato que le hice a Sarah y tal como dije, cuando terminé el instituto me puse en marcha con el taller. Al principio fue un poco más atropellado y sobreviví gracias a que ellos me ayudaron, pero ahora la cosa iba viento en popa y me había convertido en algo así como el referente de los coches antigüos. Eso me había permitido mudarme al apartamento que había sobre el taller sin depender de ir continuamente a casa de los Echolls a por restos, al menos en la teoría, me gustaba demasiado cómo cocinaban como para perdérmelo. – [Dante]Además, tuve ayuda.[/Dante] – confesé. Estuve a punto de decirle quién me había ayudado, pero me contuve. Conociéndome, no me pasaría dos veces.

    – [Jane]Es una edición preciosa.[/Jane]- respondió mirando con ilusión un VHS de los Gremlins que había encontrado en un mercado friki de Merelia.- [Jane]Y muy rara.[/Jane] – añadió, agradecida. Había arrastrado a Xander a ver si me ayudaba a elegirle el regalo y el tío aún la conocía como si nunca se hubieran peleado. La idea era que se lanzara un poco y fuera a verla, pero Xander se rallaba demasiado. Tiene gracia que al final lo convenciera Amy de dar un paso adelante, aunque no me extrañaba, Amy tenía carisma, habría hecho un acercamiento hacía mucho si no fuera porque éramos como nitrógeno y gasolina, que no estaba seguro de que fueran a explotar a nivel químico pero tampoco me atrevía a mezclarlos. Además, conocía a alguien que tenía unas ganas locas de gasolina y en ese momento estaba sacando unas hamburguesas de la barbacoa.

    – [Dante]Me alegro.[/Dante] – respondí con una ligera sonrisa. Contraje un poco las alas para que no tropezase Owen, que fue a colocar una bandeja de hamburguesas que olían de maravilla.

    Su hermana sonrió con timidez, sin saber qué decir.- [Jane]Te daría dos besos, pero no te quiero matar.[/Jane] – comentó. Todavía veía a esa niña a la que sus padres no dejaban acercarse mucho al resto. Solo dejaban acercarse sin vigilancia a Xander y ahora sabía el motivo, pero me parecía que ella no, igual que él no lo había descubierto hasta hacía poco.

    Solté una risa. – [Dante]No me van las emociones tan fuertes.[/Dante] – repliqué, dando un trago largo a la bebida. Me quedé allí, en silencio, intentando tener una conversación. Era y probablemente siempre seré un solitario por naturaleza, así que cuando trataba de forzar una socialización solía quedarme un poco rara. Me había acostumbrado a ello y le restaba importancia, no me molestaban los silencios.

    – [Jane]¿Cómo te va con mi hermano?[/Jane] – preguntó ella. Estaba dando otro trago y casi escupí la bebida.

    La miré a los ojos, no sabía si estaba de broma o me estaba reprochando haberme liado brevemente con Owen, sabía lo protectora que podía llegar a ser y después de su pelea, mucho más. – [Dante]No te tomes muy en serio una noche loca.[/Dante] – le expliqué. Tampoco habíamos llegado a nada más que a besarnos, los dos estuvimos de acuerdo en que éramos demasiado buenos amigos como para empezar a confundir las cosas. El problema era sobre todo mío, la bebida me ponía demasiado cariñoso. – [Dante]A veces hay que vivir el momento.[/Dante] – repliqué. Si, ya sé que me vais a psicoanalizar con cháchara de esa de que en realidad estaba hablando por mí mismo, porque la muerte de mi madre me había dejado tocado y me negaba a fingir o a contenerme porque nunca se sabía cuando ibas a morir o perder a alguien importantes. Pues enhorabuena, así era.

    Algo en mi respuesta puso incómoda a JJ. Quizá influyó que no apartase la mirada ni me avergonzara de haber besado a Owen. – [Jane]Vaya, no sabía… yo, vamos… eh…[/Jane] – balbuceó.

    – [Dante]No te agobies JJ.[/Dante] – dije con un gesto de la mano. – [Dante]Somos amigos, nos liamos, seguimos siendo amigos y no se repetirá. Fin.[/Dante]  – resumí, para que no se preocupase. Owen iba de ligón pero estaba deseando sentar la cabeza con alguien, solo que tenía miedo a hacerlo porque a sus padres les había ido como el culo. Y yo, aunque la gente no lo creyera, era un buen amigo y no quería hacer daño a Owen, así que solo amigos, fin. Nadie se muere por ser solo amigo de alguien que le parece atractivo y nuestra amistad valía más que eso.

    – [Jane]Os admiro.[/Jane]- admitió dando un trago de su bebida, probablemente té helado.

    – [Dante]Creo que a Xander también le gustaría haber sido un poco así.[/Dante] – la miré desde detrás de mi vaso mientras bebía. Ya os lo dije, no solía contenerme dos veces.

    Ella se atragantó y tosió. – [Jane]Perdón.[/Jane] – se disculpó. JJ, siempre correcta, muy distinta en algunas cosas de su hermano y muy parecida en darle vueltas a las cosas a Xander. Parecían los amantes de Teruel.

    – [Dante]Normalmente si te lo piensas mucho acabas sin hacer nada.[/Dante] – añadí, a sabiendas de que ella había disimulado para dejar pasar mi comentario. Eso normalmente funcionaba, pero mis habilidades sociales nunca habían estado muy pulidas y ya sabéis mi máxima, no hay que perder el tiempo. Mañana cualquiera de nosotros podría estar muerto.

    – [Jane]Alexander y yo no podríamos estar juntos.[/Jane]- respondió ella, asegurándose de que nadie la escuchaba. Me pregunté cómo sería de duro estar todo el día preocupada, yo no sería capaz. Prefería que pensasen que no valía para nada. – [Jane]Ni aunque pudiera tocar a alguien, que no es el caso.[/Jane] – dio un trago y os aseguro que estuve a un suspiro de decirle que a Xander sí le podría tocar, pero sabía que él no quería que lo supiera para que no se viese atraída hacia él por eso.- [Jane]Nos dejamos de hablar hace mucho.[/Jane] – puntualizó.

    – [Dante]También con tu hermano.[/Dante] – repliqué. De pequeño siempre decían que tenía una contestación para todo y de mayor no era muy diferente.

    – [Jane]Mi hermano es de mi famila.[/Jane]- puntualizó ella. Ahí tengo que reconocer que quizá me puse más tenso de lo que debería.

    – [Dante]¿Y esa palabra se supone que tiene que cambiar algo?[/Dante] – pregunté. Seguramente soné molesto, porque me molestaba muchas veces como se usaba la palabra familia. La gente solía utilizarla a la ligera, para añadir obligaciones a otros y quitárselas ellos mismos. Si tenía que definir la familia para mí, sería algo parecido a los Moondies. Los Echolls eran mi familia, Cole era mi familia y mi madre era mi familia. Mi padre, no.

    – [Jane]¿Te ha dicho Alexander que me digas eso?[/Jane]- preguntó con las cejas enarcadas, estaba visiblemente molesta, así que contuve mi mala leche, era su cumpleaños y no tenía por qué aguarle la fiesta.

    – [Dante]Hace un par de días que no veo a Xander y creo que nunca hemos hablado de lo vuestro.[/Dante] – le aseguré. Las conversaciones trascendentales las tenía con Ellie, porque mi respuesta para todo ya la sabía la mayoría de la gente.

    – [Jane]No hay nada nuestro.[/Jane]- sentenció. Frente a la seguridad que intentaba aparentar, solo veía grietas. No sabía cómo Xander que era el que sabía leer a la gente no conseguía verlas. Probablemente tuviera demasiado miedo al fracaso. El miedo es un lastre, por eso yo no temía a nada.

    – [Dante]Ya.[/Dante] – repliqué, incrédulo.

    – [Jane]¿Qué mierda piensas que puede haber entre nosotros cuando él estaba follando con Tina y ahora está en Merelia viviendo la vida padre?[/Jane] – estaba dando en una herida y cuanto más removía el dedo más se cabreaba JJ. Por un momento pensé que iba a ponérsele el pelo rubio y los ojos azules.

    – [Dante]A ver Jane, la vida padre difícil, teniendo en cuenta que se largó a Merelia porque no podía seguir viéndote en la Universidad a diario.[/Dante] – ya está, ya lo había dicho, por si quedaba alguna duda. No entendía por qué todo el mundo temía decirle la verdad a JJ, vale que tenía mala leche y enfados épicos, pero si la evitaban en lugar de decirle las cosas, jamás podría librarse de esos enfados. En el fondo tenían tanta culpa los demás como ella por el tiempo que habían estado sin hablarse. – [Dante]Básicamente lo mismo por lo que dejó a Tina.[/Dante] – añadí. Yo era un tipo formal y un buen amigo, así que me había mantenido alejado de Tina pero no por falta de ganas. Ya tenía que estar enamorado de Jane para no haber llegado a estrenar el miniXander con Tina después de dos años siendo novios. Mi hermano adoptivo era un poco desastre.

    – [Jane]No tienes derecho a venir a decirme esto.[/Jane]- espetó Jane, un poco más alto que antes. Tenía los ojos anegados en lágrimas y vi que su hermano miraba hacia nosotros.

    – [Dante]Te digo la verdad, no pensé que te haría sentir mal. Lo siento.[/Dante] -me disculpé con sinceridad. Pero llegaba ya un poco tarde.

    – [Jane]Esto no es una serie, Dante. No tienes derecho a hablar de mi vida ni de la de Alexander.[/Jane]- me dirigió una mirada seria que me habría frito en el sitio.- [Jane]Bebes como un cosaco porque eres incapaz de aceptar que tu madre esté muerta y el cerdo de tu padre siga vivo.[/Jane]- hizo una pausa, o no, no estoy seguro porque durante unos segundos desconecté. No era mentira del todo, pero me molestaba pensar que la gente se diera cuenta. – [Jane]Te enrollas con mi hermano cuando te sale de los cojones como si fuera de usar y tirar.[/Jane]- añadió. Aguanté su desahogo, porque a fin de cuentas yo lo había provocado diciéndole lo que pensaba, tampoco podía ahora quejarme, aunque lo de Owen no fuera así.- [Jane]No eres un ejemplo de nada. Te estás convirtiendo en tu padre, así que despierta antes de que sea demasiado tarde.[/Jane] – finalizó. Dejé pasar unos segundos, saborear lo que acababa de decirme.

    – [Dante]Touché.[/Dante] – dije finalmente. – [Dante]Lo de mi padre es un golpe bajo.[/Dante] – puntualicé. Decir que me estaba convirtiendo en mi padre probablemente fuera el mayor insulto que pudiera decirme nadie. Sí, bebía, tampoco me afectaba una barbaridad por ser aesir y no acababa tirado por las calles. ¿A veces había bebido porque echaba de menos a mi madre y no me apetecía que nadie me compadeciese? Sí. Pero no era como él, yo nunca habría abandonado a mis hijos. Para él quizá fuera más importante coger esa puta espada y ensartar al asesino de mi madre, pero eso no la iba a traer de vuelta.

    – [Jane]Y ahora me escuchas.[/Jane]- levantó el dedo, impidiendo que le respondiera.- [Jane]Yo jodí mi amistad con Alexander.[/Jane] – añadió. Eso rebajó sustancialmente la mala leche que me dio que me hiciera callar, así que me calmé.

    – [Dante]Si quieres me opinión, tampoco él ha estado muy fino.[/Dante] – comenté, haciendo como si todo lo que acababa de decirme hubiera quedado barrido debajo de la alfombra. Yo no quería la pena de nadie. No, no terminaba de superar que la persona que más me quería estuviera bajo tierra, nunca lo haría. Solo hablé de ello con Daniel y él me lo dejó claro, ser huérfano no tiene vuelta atrás, no hay un viaje de crecimiento en el que de pronto, ya es como si tus padres nunca hubieran muerto y lo superas. No, siempre duele, siempre está ahí, acompañándote toda la puta vida.

    – [Jane]Era mi mejor amigo y se puso del lado de mi hermano cuando yo le necesitaba.[/Jane]- respondió en voz más baja, con lágrimas en los ojos. Le pasé una mano por la espalda y caminamos hacia un lugar un poco más apartado. Sentía la mirada de Owen en mi espalda, si había hecho llorar a su hermana caería toda su ira sobre mí fuera quien fuese.

    – [Dante]No es una excusa pero vamos, la mayoría de los adolescentes son un poco intensos y Xander como ha salido legal legal legal bueno, se vino un poco arriba.[/Dante] – Xander y Jane eran un cúmulo de malentendidos elevado a la séptima potencia.

    – [Jane]Ya.[/Jane]- suspiró y se limpió las lágrimas. Si todavía lloraba por él, no entendía cómo Xander no había conseguido acercarse a ella.

    – [Dante]Está claro que no soy el ideal para dar consejos, pero como son gratis y la bebida también: Igual no es demasiado tarde.[/Dante] – comenté. Ella se quedó mirándome unos segundos.

    – [Jane]Deja la bebida, Dante.[/Jane]- me pidió. Lo consideré unos instantes, antes podía ser por la mala leche, ahora lo decía preocupada. Quizá empezase a beber un poco menos si así era como me veía la gente.- [Jane]Y sobre lo otro: si tanto me quisiera, habría venido a la fiesta.[/Jane] – añadió, tan cabezota como de costumbre. Solo se justificaba, igual que Xander, así que decidí soltar la bomba.

    – [Dante]Ya. Por cierto alguien ha dejado un regalo misterioso.[/Dante] – comenté, a sabiendas de que sabría perfectamente por quién lo decía. Xander me lo había pedido el otro día, seguramente porque ni Elle ni Owen habrían aceptado.

    – [Jane]Es de él, ¿verdad? [/Jane]- preguntó acercándose al paquete que le tendí. No respondí, me limité a sonreír. Técnicamente yo no había dicho nada, tal y como le dije a Xander.

    Ella abrió el paquete y se quedó callada cuando vio lo que había dentro: Una reluciente InfiniBand último modelo. Por todo el tema de su hermano, JJ llevaba años queriendo una.- [Jane]No…no la puedo aceptar.[/Jane] – respondió. No era tan caro como un Inphone nuevo, pero no era un juguete de cuatro duros.

    – [Dante]No tiene dirección de devolución, pero se lo puedes llevar en persona si sabes de quién es.[/Dante] – repliqué con una sonrisa pícara.

    – [Jane]Te odio.[/Jane] – sentenció, quizá no lo decía en serio. Hacía unos minutos no habría estado tan seguro.

    – [Dante]Hay una larga lista, ¿te apunto?[/Dante] – respondí. Ella asintió, con una sonrisa que no pudo disimular mientras se probaba la pulsera.

    – [Dante]A mi me regaló una cartera el cabrito.[/Dante] – comenté, sonriendo.

    – [Jane]Tú no eres su mejor amiga.[/Jane]- replicó ella, mirándome. Volvía a calificarse de mejor amiga asi que parecía que las cosas apuntaban maneras.

    – [Dante]Is di mi fimilii.[/Dante] – me burlé, imitándola de la forma en la que ella solía imitar a su hermano.

    Puse como excusa ir a por una hamburguesa y la dejé con su nuevo juguete y la semilla de hablar con Xander plantada. Fui de verdad a por una doble con extra de salsa y me senté en un lado solitario del jardín. Ya había socializado bastante por un rato y las penas con comida son más leves.

    Supongo que tengo que admitir que parte de lo que me dijo JJ ese día me caló y nuestra relación cambió bastante de ahí en adelante. Yo la respetaba por decir las cosas claras y a ella le caía medio bien por algún motivo. Empecé a beber menos, limitándome solo a la ginebra rosa, un homenaje a alguien muy especial, pero sin pasarme demasiado. No iba a dejar que la gente dijese de mí que era un pobre miserable que bebía para olvidarse de su madre muerta. Aunque quizá lo más decisivo fue la comparación con Logan, jamás me iba a parecer a él, incluso había llegado a plantearme quitarme el apellido Villiers, pero fue mi madre la que lo eligió y si ella había aguantado ser una Browning con el padre y el hermano que le habían tocado, yo podía ser un Villiers y redefinir el concepto de la mierda de padre que me había tocado.

  • DESPLEGANDO LAS ALAS

    Dante Villiers | Casa de los Echolls

    El sol se filtraba ya por las rendijas que había dejado en la persiana. Tenía que haberla bajado a tope, así podría seguir durmiendo y no tendría que fingir que seguía sin saber que llegaba tarde a clase. No me apetecía mentir a la gente que me había dado un hogar.

    Como si se oliese mis pensamientos, alguien llamó a la puerta y esperó. A esas horas solo podía ser Sarah, Daniel ya habría salido para la Escuela Legado y ella seguro que se había quedado atrás para hablar conmigo.

    – [Dante]¿Si?[/Dante] – pregunté, mientras salía de debajo de las sábanas. Entrecerré los ojos, la suave luz que se colaba por las rendijas me molestaba. La noche anterior me había acostado tarde y ahora iba a pagarlo.

    – [Sarah]¿Puedo pasar?[/Sarah] – preguntó, aún sin abrir, esperando al otro lado de la puerta. La tía Sarah era tan buena y ponía las cosas tan fáciles, que al final resultaban difíciles. Cogí la pila del despertador y volví a ponerla.

    – [Dante]Si, como si estuvieras en tu casa.[/Dante] – comenté. Mi sentido del humor era un poco gris, tirando a negro muchas veces. Cosas de tener un padre que no vale para nada, aprendes a pasar de todo.

    La tía Sarah abrió la puerta cuando estaba levantando la persiana. Me acerqué al tragaluz y abrí la contraventana para que el chorro de sol nos bañase. La buhardilla de la casa de los Echolls se había convertido en mi hogar desde poco después de que asesinaran a mi madre. Al principio dormía en la habitación de Xander, pero no tardé en tener la confianza suficiente como para pedirles cambiarme allí. Era amplia, estaba más aislada del resto de la casa y no la usaban. Como era tan grande, habían levantado un muro para hacer un cuarto trastero, pero por lo demás, era toda para mí, incluyendo la gran ventana por la que podía salir a volar. El sótano también estaba libre, pero como os imaginaréis, un pájaro no está muy cómodo bajo tierra.

    Ella entró llevando una bandeja con un desayuno completo y lo dejó en la mesa de escritorio. – [Sarah]Te he traído el desayuno a la cama, porque me he imaginado que estabas malo.[/Sarah]- comentó, siempre con un rostro amable. Llevaba la ropa de estar en casa, así que ese día trabajaba desde allí. Ventajas de tener tu propio negocio.

    – [Dante]Gracias, tía.[/Dante] – respondí. Tengo que reconocer que antes de todo lo que había pasado, no me habría imaginado llamando a Sarah y a Daniel tía y tío respectivamente. Mi padre contribuía a que mi familia estuviera más distanciada del resto de Moondies, solo mi madre me conectaba con ellos. Curiosamente, su último regalo fue dejarme a cargo de personas en condiciones, mientras que el de mi padre, fue largarse, arrastrando al pobre Cole a su mierda de búsqueda de venganza. – [Dante]Estoy bien, ya te lo imaginas. Me he dormido.[/Dante] – no le iba a mentir. Como ya he dicho, la tía Sarah ponía las cosas tan fáciles y daba tanta confianza, que era casi imposible mentirle y traicionar esa confianza.

    – [Sarah]Lo sé.[/Sarah]- respondió, señalándome la bandeja. Empecé a devorar las tostadas y el café, mientras ella me miraba, pensativa.

    – [Dante]Por algo eres la Elegida.[/Dante] – comenté, bromeando para aliviar la tensión. Bueno y quizá dorándole un poco la píldora. – [Dante]Es el primer día, no me pierdo mucho.[/Dante] – me defendí, con desgana en cualquier mención al instituto. En el colegio, cuando mi madre todavía estaba viva, había sido siempre el malote, dispuesto a evitar que se metieran con mi madre o hicieran bromas a costa de mi familia. En el instituto, después de morir mi madre, ya no me quedaban ganas para fingir que me importaba lo que pensara nadie. Por mí podían irse todos a tomar por el culo.

    – [Sarah]He pensado, que si quieres, puedo llevarte yo.[/Sarah]- se ofreció, observándome. Evité el plátano, con suerte podría esquivarlo si negociaba.- [Sarah]Soy guay[/Sarah] – añadió, sonriendo.

    Me reí inevitablemente. Esperé a tragar para responder. – [Dante] Solo por ver la cara de Xander y Elle aceptaría.[/Dante] – comenté. Bueno, sobre todo de Xander, la verdad es que a Elle todo le venía bien y seguro que le daba más por alegrarse que por avergonzarse al ver a su madre. Pensándolo bien, quizá a Xander también. Mierda, el complicado era yo, el que no quería ni acabar el instituto. – [Dante]Había pensado empezar mañana. De todas formas….[/Dante] – añadí. Había pasado de curso a duras penas, probablemente con algo de pena por parte de los profesores por lo de mi madre, igual que los cursos anteriores. Era el último año, pero para mi era una eternidad, y eso suponiendo que aprobase todo.

    – [Sarah]Si no vas hoy, tampoco irás mañana.[/Sarah]- me recordó. La tía Sarah sabía perfectamente cómo hablar conmigo. Era tan agradable que hacía que te sintieras mal por no hacer lo correcto.

    – [Dante]Ya pero….si es que nada de eso me vale. Se me dan bien los motores y no vemos casi nada de eso.[/Dante] – intenté argumentar. Sabía que no la convencería, pero es que de las clases solo se me daban bien las manualidades. No, no esas, hablo de carpintería, mecánica y cualquiera que implicara hacer algo práctico.

    La tía Sarah suspiró.- [Sarah]Me gustaría decirte que le prometí a tu madre que terminarías el instituto, pero no…[/Sarah]- no pudo terminar la frase. Todavía después de varios años, cuando mencionaba a mi madre se le saltaban las lágrimas. Sabía que la tía siempre se había sentido culpable, pero no tenía claro por qué. La culpa la tenía el asesino. Esperé a que se le pasara, si había alguien en el mundo que nos entendiese a Cole y a mí, era la tía Sarah. – [Sarah]Lo que quiero decir es que si no terminas el instituto y te va mal con el taller, vas a estar en la mierda.[/Sarah]- explicó con sinceridad. El taller que le había montado mi madre a mi padre para que hiciera algo llevaba alquilado una temporada a un conocido. Los Echolls gestionaban ese alquiler en una cuenta a nombre de Cole y mía, pero se renovaba cada mes, así que siempre estaba la opción de no renovarlo y que yo me hiciese cargo.

     – [Dante]Pero podríais ayudarme a llevarlo.[/Dante] – comenté, intentando negociar. Vale, era joven para llevar las cuentas y tal, pero eso siempre se podía contratar. Ellos ya tenían un negocio, podían ayudarme, o contratar a Cara aunque tuviese que darle un porcentaje.

    – [Sarah]¿Y qué gano yo con eso? Y no hablo de dinero.[/Sarah]- replicó, sonriendo. Suspiré, había llevado las riendas de la conversación en todo momento.

    – [Dante]A ver si adivino, si termino el instituto me ayudaréis.[/Dante] – respondí, dando los últimos mordiscos a la tostada.

    Sarah asintió, sonriendo.- [Sarah]Ahora puede parecerte el peor trato de la historia, pero conozco muy bien a alguien que era como tú.[/Sarah]- comentó. Era fácil imaginarse que hablaba del tío Daniel. Él siempre había intentado dejar claros sus errores a sus hijos para tratar de evitar que ellos los repitieran. Cuando era más joven que yo ya estaba solo por el mundo, buscando venganza y huyendo de su familia adoptiva. Bueno, yo no iba a huir de nadie, solo quería saltarme la parte inútil del instituto, pero supongo que no le faltaba razón. Curiosamente, pese a hablar tanto de lo que él creía haber hecho mal, Xander no terminaba de entender por qué no le dejaban ir de caza y pensaba era un sinónimo de ser débil.

    – [Dante]Sé que me ayudarías igual. Pero vale, te lo debo supongo.[/Dante] – comenté, no tenía sentido discutirlo eternamente, al menos sabía que me quedaba un año y ya, podría librarme de eso y dedicarme a lo que se me daba bien. De paso había aprovechado para darle las gracias a mi manera, por desgracia era un Villiers, así que lo de mostrar sentimientos se me daba bastante mal, aunque la influencia de los Echolls me había cambiado.

    – [Sarah]Eh, escucha.[/Sarah]- se acercó y me puso una mano en el hombro, con delicadeza.- [Sarah]No me debes nada. No le debes nada a nadie y menos, a nosotros.[/Sarah] – sentenció. Entendía lo que me estaba queriendo decir, que era que no me estaban haciendo ningún favor, ni caridad, algo que agradecí, odiaba despertar pena en la gente. Pero eso no hacía menos cierto que les debiese el tener un hogar estable. Con Logan no lo habría tenido en la vida, era mi madre la que hacía las cosas bien y mantenía unida la casa. Una vez murió, ya se veía en lo que quedaba la familia.

    – [Dante]Ya tenías bastante con un par de rubios y salvar el mundo.[/Dante] – le aclaré. Como si me recriminara no haberme acordado de ella, Xena, la samoyedo inmortal – sí como lo leeis, es una larga historia parece ser, pero bueno, yo tengo alas, no soy nadie para juzgar – me golpeó con el hocico. Acaricié su suave pelo blanco inmaculado y me acordé de Simba, tan bruto como noble e igual de inmortal que Xena y el resto de perros que se encontraron. Logan se lo había llevado con él. Si mi madre siguiese viva, el perro jamás se habría apartado de ella. Pero la vida funciona así, tienes a un gilipollas y a una inocente, la inocente acaba a dos metros bajo tierra y el gilipollas sigue vivo y sano.

    – [Sarah]Ahora tengo tres rubios y Sasha salva el mundo.[/Sarah]- respondió despreocupadamente. La tía Sasha se encargaba desde antes de nacer Xander de las patrullas nocturnas, pero desde hacía ya unos años, la tía Sarah y el tío Daniel habían vuelto a salir algunas noches con ella, no sé si porque de verdad hacía falta o porque querían recordar viejos tiempos.- [Sarah]Sé que nunca voy a ser tu madre, pero siempre voy a estar aquí para ti.[/Sarah] – añadió. Sentí una punzada en el corazón. Me habría gustado decirle que nunca dejaría de ser para mí una especie de madre, pero si ni siquiera soy capaz de escribirlo en condiciones, mucho menos decírselo a la cara. Mi madre había muerto, no lo había superado aún pese a que hacía años, y según decía el tío Daniel, jamás lo superaría, ese dolor siempre sería parte de mí igual que perder a sus padres era parte de él. Pero tenía gente que me quería y tiraba hacia delante.

    – [Dante]Intentaré estar a la altura.[/Dante] – dije simplemente. Ya os lo he dicho, no se me da bien mostrar mis sentimientos. – [Dante]Venga, vamos, toca el claxon cuando lleguemos y yo gritaré «Xandriiiii he venido a traerte la merienda»[/Dante] – bromeé, intentando cambiar de tema.

    – [Sarah]Puede que ese sea el peor chiste de la historia.[/Sarah]- replicó la tía Sarah, con una ligera sonrisa. Seguramente sabía que había cambiado de tema, pero como ella era así, no insistió, me dejó ir.

    – [Dante]Que va, eso sería si lo hubiera contado el tío.[/Dante] – respondí. El tío Daniel contaba tan bien los chistes como recordaba los refranes. A ver, que a veces tenía su gracia, como todo el mundo, pero a su estilo. Normalmente hablaba tan poco fuera de casa que era difícil llegar a escucharle alguna gracia. En casa sí, era más abierto, incluso conmigo.

    – [Sarah]Luego le cuento lo que has dicho.[/Sarah]- amenazó bromeando. Entonces desvió la mirada a mi plato y se fijó en el plátano que había esquivado.- [Sarah]Cómete eso o te dará escorbuto.[/Sarah] – sentenció. Era igual que Mike, que a su vez era igual que su madre. ¿Para qué comer tan sano si al final todos la vamos a palmar? Prefería dejar un cuerpo gordo y feliz atrás que se hubiera hinchado a fajitas.

    – [Dante]Cuando tenga el taller no pienso arreglaros el Mustang.[/Dante] – bromeé, comiéndome el plátano de mala gana.  El Mustang del tío Daniel era una preciosidad, una auténtica reliquia. Le había ayudado a arreglarlo varias veces y me había dejado conducirlo incluso. Elle o Xander lo heredarían algún día.

    – [Sarah]Iré al de al lado.[/Sarah]- me ignoró, encogiéndose de hombros.

    – [Dante]No te atreverás. [/Dante] – fingí mirarla mal mientras terminaba la fruta y recogía las cosas del desayuno. Al menos de lo que se come se cría. Me coloqué la Infinity Band que al instante me mostró el tiempo exterior y mis pulsaciones.

    La tía Sarah miró el reloj en la suya. -[Sarah] Tienes diez minutos para estar listo.-[/Sarah] se levantó del sillón y caminó hasta la puerta.-[Sarah] Tic tac…[/Sarah] – me apremió, asomando solo la cabeza.

    – [Dante]Ya va, ya va. [/Dante] – me quejé, aunque en el fondo estaba bastante más animado.

    No me entendáis mal, no tenía ni maldita gana de ir a clase, pero al menos ahora me lo tomaba como una barrera a superar para tomar las riendas de mi futuro. Eso y que estaba deseando meterme con Xander.

  • SOLO DANTE

    DANTE VILLIERS

    CASA DE ED Y LUCY

    Mamá se ha empeñado en que me ponga a escribir como los demás, ha reñido y todo a papá por decir que es una chorrada. Yo quería ir con papá a arreglar la moto que va a ser para mí cuando sea mayor, pero por culpa de la magia ahora estoy en el cuerpo de mamá aquí con todos los demás. Encima he pillado a alguno mirándome las tetas, cuando vuelva a mi cuerpo se van a enterar.

    Al menos también tengo alas, pero no controlo bien el cuerpo de mamá y me caí, así que mamá no me deja volar mientras lleve su cara. Esto es un aburrimiento. Bueno, al menos esto de escribir no está tan mal.

    Me desperté hace un rato de una mini siesta, no se duerme bien siendo mayor. Salí fuera a ver las cabras pero no estaban. A quien sí encontré fue a Amy.

    – [Dante]¿Qué haces?[/Dante] – le pregunté. Amy era la mayor y era bastante guapa. En el cuerpo de su madre estaba cañón.

    — [Amy]Si estuviera en mi cuerpo, estaría corriendo por el bosque. [/Amy] — explicó con…eso que te pasa cuando echas de menos algo, no sé como se dice. Miraba un bosque que quedaba más allá del terreno de la granja.

    Me encogí de hombros y miré la hora, ya quedaba poco para volver a nuestro cuerpo. Echaba de menos la correa de mi reloj de Thor. – [Dante]A mi no me dejan volar.[/Dante] – me quejé. Era un rollo, cuando estaba en la ciudad no podía volar porque me veían y me podía chocar y ahora no podía volar porque era mi madre. Tenía ganas de ser mayor y hacer lo que me diera la gana. – [Dante]Esto es un rollo. Quiero mi cuerpo.[/Dante] – añadí. Quería que mi madre volviera a ser mi madre y hacerme mayor para poder ir volando donde fuera o montando en la moto como mi padre. Sí, vale, volvería para ver a mi madre y eso pero el resto del tiempo vería mundo. Miré para ver si Amy se estaba riendo de verme sonreír mirando al cielo, pero no, seguía mirando el bosque concentrada. – [Dante]¿Nos echarán la bronca si nos besamos?[/Dante] – no era mi boca pero algo hay que hacer para no aburrirse.

    — [Amy]Lo dudo.[/Amy]— replicó. Seguro que a mi padre le hacía gracia cuando se lo contase.

    – [Dante]Pues podemos hacerlo.[/Dante] – sugerí, encogiéndome de hombros como si me diera igual. No era mi primer beso pero sí el primero con una madre maciza.

    — [Amy]Pues vale.[/Amy]— replicó como si le diera todo igual. Se giró hacia mí y me froté las manos en mi cabeza, como el Sr. Burns.

    – [Dante]Pero no me toques las tetas, es raro.[/Dante] – aclaré. Ya había tenido que pegarme con alguno por hacer bromas de mi madre, al resto les sirvió de advertencia. Mamá era famosa por todo eso del ‘Ángel de Moondale‘ aunque la gente no se creía de verdad que las alas le funcionaban, pensaban que solo era famosa. Alguna vez nos había parado alguna gente mayor por la calle y le había dicho ‘gracias‘ por un discurso o algo que hizo cuando la guerra, no sé qué era, una vez también le habían dicho algo feo y discutió con papá por ello.

    Estábamos uno delante del otro, cada vez más cerca. Me fijé en sus labios. Entonces ella se apartó.— [Amy] Ni tu tus sueños, chato.[/Amy] – sentenció. Me enfadé un poco, mamá siempre decía que tenía que controlar los arrebatos así que lo intenté.

    – [Dante]Pues vale, yo iba a hacer lo mismo. Pero no he tenío tiempo.[/Dante] – me defendí. El colegio me había enseñado a estar siempre preparado y defendido. Es comer o que te coman. – [Dante]Ya me buscarás[/Dante] – respondí, con ganas de irme.

    — [Amy]No eres mi tipo, pajarraco.[/Amy]— dijo alzando una ceja, cruzada de brazos.

    – [Dante]A mi tampoco me gusta el pelo.[/Dante] – me burlé. Tampoco la había visto mucho de loba, pero sabía que cuando despertaban estaban desnudos, así que eso molaba. Creo.

    — [Amy]Gallina.[/Amy] – nadie me llamaba gallina. Luego me di cuenta de que era por lo de las alas.

    – [Dante]¿Te lanzo un hueso?[/Dante] – pregunté, girándome en lugar de irme. Amy era graciosa, ella también pasaba de todo.

    — [Amy]Coc, coc.[/Amy]— respondió, imitando a un pollo. Yo levanté una pierna contra una pared e hice el ruido ‘Psssshssshhhs‘. — [Amy]Eso son los machos, cerebro de alpiste.[/Amy]— soltó una risotada.

    – [Dante]Pues vale.[/Dante] – me encogí de hombros y dejé la imitación, pero le saqué la lengua. Entonces vi que Mike estaba por ahí, debajo de un árbol, solo, con un libro de esos suyos. – [Dante]¿Qué hace Mike ahí solo?[/Dante] – le pregunté. El tío era muy solitario, siempre por ahí con los libros y eso. Tampoco lo entendía mucho, en el cole hay muchos gilipollas pero aquí éramos los de siempre.

    — [Amy]Sacarse la carrera de medicina con nueve años.[/Amy]— comentó con una sonrisa. Parecía orgullosa. Estudiar estaba sobrevalorado, era aburrido. Yo prefería trabajar con las manos.

    – [Dante]Tiene pinta de aburrido. Voy a ver si quiere hacer algo.[/Dante] – le dije.

    — [Amy]Espera, pollito.[/Amy]— tiró de mí y me plantó un beso en los labios. Me sentí raro, no sé, cosas que no tenía claras. Hubiera preferido ese beso en mi cuerpo pero una maciza me acababa de besar, así que no pensaba quejarme. — [Amy]Las tetas no te las toco porque no son tuyas.[/Amy] – sentenció, echándose hacia atrás.

    – [Dante]Si fueran mías seguro que me las tocabas.[/Dante] – le repliqué, sacándole la lengua. Me parece que no tenía muchos puntos para conseguir tocar las de su madre.

    —[Amy] Pos claro, pero no pienso tocarle las tetas a tu madre sin su permiso.[/Amy]— me guiñó un ojo. Entonces a Amy le gustaban los chicos y las chicas. Me pareció bastante guay y me paré a pensar que nunca lo había pensado. Como papá siempre hablaba de chicas, no sabía que te podían gustar también los chicos.

    Caminé pensativo hasta donde estaba Mike, que no levantó la mirada del libro. – [Dante]Eh, tío, ¿qué haces aquí solo?[/Dante] – pregunté. Parecía muy concentrao y la verdad es que el sol y la brisa que había allí eran agradables. Y el silencio.

    – [Michael]Hola…[/Michael]- saludó, aunque después se puso a mirar para ver si se lo había dicho a otro. – [Michael]No tengo patatas fritas, así que…[/Michael] – añadió. Me hizo gracia que pensara que venía a gorronearle.

    – [Dante]Ya hombre, hoy no vengo a pedirte patatas. Ya sé que eres un roñica.[/Dante] – bromeé. Me reí, pero él no. – [Dante]¿No te aburres?[/Dante] – pregunté. Tenía que sacarle yo las palabras.

    – [Michael]No.[/Michael] – replicó, encogiéndose de hombros. Hoy a todo el mundo parecía que le importaba un carajo hablar conmigo. Entonces me acordé que el padre de Mike no podía mentir, así que igual él ahora tampoco. Siempre me pareció guay eso de no mentir, podía tenerlo toda la gente.

    – [Dante]Venga tío, siento haberte dicho roñica. ¿Me perdonas?[/Dante] – dije. Todo el mundo me tomaba por un matón, pero era mentira, lo que pasa que el resto de niños no podían saberlo o se meterían conmigo y con Cole.

    – [Michael]Sí, pero…no te voy a dar patatas.[/Michael]- se sacó una fiambrera y empezó a comer unas patatas fritar un poco raras, eran verde claro y tenían forma rara.

    – [Dante]Vale. [/Dante] – respondí, escuchando cómo crugían. – [Dante]¿No te aburres aquí solo?[/Dante] – pregunté. Un pájaro se posó en la rama del árbol, tenía las plumas de color negro salvo las del pecho, que eran blancas.

    Mike negó con la cabeza. Lo curioso es que parecía convencido.- [Michael]A veces…me gusta estar solo.[/Michael]- dijo, comiéndose otra patata.

    – [Dante]Mi madre quiere que empiece a escribir.[/Dante] – comenté, sacando el diario que llevaba en el bolsillo de la sudadera. Todos teníamos uno, nos lo regalaron a la vez. – [Dante]¿Te molesta si me quedo?[/Dante] – pregunté, sentándome con la espalda apoyada en el árbol. La verdad es que se estaba bien.

    – [Michael]En absoluto.[/Michael]- respondió. Parecía un viejo a veces, igual que la hermana de Amy.- [Michael]Si…te gusta escribir…el diario es una buena opción.[/Michael]- debía ser la vez que más tiempo me había hablado.

    – [Dante]¿Tú no lo has empezado?[/Dante] – le pregunté. Ya debía llevar tres o cuatro diarios el tío.

    – [Michael]Estoy esperando…quiero tener una buena historia que contar.[/Michael]- respondió. Me quedé callado, era una idea guay.

    – [Dante]Ya, yo a ver qué cuento.[/Dante] – dije alzando la vista al cielo despejado.

    – [Michael]Cuenta…cómo es volar.[/Michael]- me propuso. Me giré para mirarle.- [Michael]Es un buen inicio para una historia.[/Michael]- me tendió la fiambrera y esperé un poco antes de cogerle una patata, por si la quitaba cuando fuera a hacerlo. No lo hizo y me comí una, al principio puse cara de asco porque me esperaba una patata frita y eso era otra cosa. Luego Mike me lo explicó, su mamá le había hecho ‘snax de manzana’. No estaban mal.

    Sonreí y eché la cabeza hacia trás mientras pensaba. – [Dante]Me gusta la idea.[/Dante] – dije, y me puse a escribir. Pero como he empezado mal, voy a escribir ahora el inicio. Bueno, después de merendar.

    Volar es algo difícil de explicar. Una vez en internet leí que era el poder que todos querían tener, que era el sueño de la humanidad. Bueno, no me extraña. Cuando vuelas, eres solo tú, el viento y tus ganas de ir a donde quieras ir. Allí no hay que fingir, no tienes que ser otra persona, porque da igual, puedes ser completamente libre, disfrutar y reír mientras el viento frío te da en la cara. Volando, soy solo Dante.