Moondale

Etiqueta: Dante odia a Logan

  • VILLIERS BROWNING

    DANTE VILLIERS

    KARDAS – EL ERMITAÑO GRIS, DIRECCIÓN A ARABIA

    Aquella masa enorme no hacía más que subir y bajar. Era gris, como el cielo cubierto de nubes, así que daba igual si mirabas al mar o al cielo, todo era parecido.

    – [Dante] Tenías que haberle colgado a Laura…[/Dante]- me quejé. Nuestra vida no era idílica en la Edad Media, pero al menos tenía trabajo y los dos pies en algo firme. Pero Laura había aparecido con noticias y tuvimos que ponernos en marcha. Al menos con un poco de suerte si conseguíamos hacer lo que había que hacer, volveríamos a ver a los demás. Era un alivio pensar que estaban vivos y que no nos habíamos quedado atrás solos.

    – [Chloe]Tanto como te gustan los coches y lo que te marea un barquito de nada.[/Chloe] – sentenció Chloe con cara burlona. Alcé una ceja, mirándola. Habría preferido cruzar el mar estilo gaviota que ir en ese puñetero barco durante dos semanas enteras en dirección a la Arabia de ese planeta. En teoría teníamos que buscar allí el avatar guardián del portal de ese mundo, un Toro, que según MacLeod era el mismo al que adoraban los templarios. O sea, un puto toro blanco.

    – [Dante] Si tu hubieras visto lo que puede haber ahí debajo.[/Dante] – señalé el agua oscura que ocultaba bien los terrores que podía haber debajo. Solo pensar en los demonios serpiente de Dagrknot me hacía querer darme una ducha de agua caliente y después alejarme corriendo de cualquier masa de agua.

    – [Chloe]Lo que te marea es el movimiento. A mí no me engañas.[/Chloe] – replicó ella.

    – [Dante] No sé cómo puede gustarte ir en esta chalupa en dirección a las mil y una noches. [/Dante]- al menos parecía cómoda con el cambio de aires.

    – [Chloe]No sirve de nada quejarse, bro.[/Chloe] – respondió. Supongo que ella también era consciente de que en cuanto a trato de las mujeres no iba a cambiar demasiado la cosa, pero al menos ganábamos en higiene.

    – [Dante] Me entretendré pensando en la ropa que te vas a poner allí.[/Dante] – respondí mirándola de reojo. Llevaba un vestido de corte sencillo de los que llevaban las mujeres jóvenes en Kardas, una ropa que le hacía muy poca justicia a su trasero digno de estatua griega.

    – [Chloe]Cuéntame algo y así no piensas en las ganas de potar que tienes.[/Chloe] – comentó, quitándole importancia mientras se apoyaba en la barandilla. Me paré a pensar, no era un hombre de muchas palabras, aunque hacía un tiempo que algo me rondaba la cabeza y apenas había tenido tiempo a hablarlo.

    – [Dante] Mi madre no sabía nadar, vivió la mayor parte de su vida encerrada en una mansión. Y luego en otra.[/Dante] – expliqué. Suponía que mi respeto al agua venía de ella, que siempre parecía aterrada cuando nos veía jugar en la playa. – [Dante] Me pregunto cómo estará.[/Dante] – añadí. No había podido preguntarle al padre de Kaylee por ella, así que no sabía si se habría encontrado con Sarah y estaría en buenas manos o sola y preguntándose dónde estábamos todos. Y además, su asesina estaba allí, la muy hija de puta había vuelto dejándonos a nosotros aquí.

    – [Chloe]Pues viva, que ya es better que muerta.[/Chloe] – resumió. Nuestras miradas se cruzaron y ella sonrió sorprendida porque no apartara la vista, algo que no debía ser común en su futuro.

    – [Dante]Estará preocupada. [/Dante]- admití. – [Dante]Mientras tanto él seguirá por ahí[/Dante] – el recuerdo de mi padre no dejaba de envenenar la alegría que debía suponer que ella hubiera vuelto. Cole lo había conseguido, había sacrificado algo suyo para traerlo de vuelta y Logan mientras tanto, ¿qué? Lamentándose y odiando, buscando venganza. ¿Por qué coño no había hecho como Cole, por qué tenía que parecerme a él?

    – [Chloe]¿Tan malo es?[/Chloe] – preguntó ella.

    – [Dante]Digamos que no tengo los mejores recuerdos de un tío que se largó cuando mi madre murió.[/Dante] – resumí. A veces, escuchando hablar a los demás sobre las Pruebas de los Moondies, me paraba a pensar en si de verdad conocía a esa persona, al Logan Daë, o solo al padre ausente al que me había acosumbrado a detestar. – [Dante]Si no hubiera sido por los Echolls estaría bajo un puente.[/Dante] – admití. Eran mi segunda familia, aunque sin lazos sanguíneos, que eso dejaría mi interés por Chloe en algo un poco chungo. Hasta yo, que tuve un crush con la madre de Kaylee, tenía mis reglas.

    – [Chloe]I got it.[/Chloe] – dijo ella. Se quedó distraída mirando hacia el horizonte. Me vino un fuerte olor a ron y me giré para ver a un grupo de marineros de la tripulación bebiendo algo mientras miraban a Chloe una y otra vez. El mareo pasó a segundo plano y me coloqué de espaldas al mar para mirarles fijamente.

    – [Dante]Como este viaje dure mucho más voy a acabar dejando sin los pocos dientes que les quedan a estos tíos.[/Dante] – sentencié. Lo peor era que una parte de mí pugnaba por liberar esa adrenalina.

    – [Chloe]¿Y ese ataque de masculinidad tóxica?[/Chloe] – preguntó, aparentemente sorprendida, aunque a estas alturas, después de unos meses sobreviviendo juntos, ya tenía que conocerme. Era impulsivo, atrevido, ingobernable. Un rebelde sin causa me llamaba una profesora del instituto.

    – [Dante]La vena Villiers.[/Dante] – resumí. Por mucho que me pesara, esa parte de mí estaba ahí, junto con mi oscuro poder, un testamento en vida.

    Chloe me pasó una mano por la cara y su suave tacto me reconfortó. Dejé de mirar a los marineros, algunos se habían ido y otros seguían ahí, envalentonados por el alcohol. Aunque poco se atreverían a hacer, habíamos gastado bastante en el pasaje contando con que era nuestra vía para dejar ese mundo, y no lo pagaríamos hasta atracar, el capitán defendería su inversión.

    – [Dante]¿Eso es una indirecta?[/Dante] – sugerí con una sonrisa. Dos semanas de viaje eran mucho tiempo, había que buscar formas de entretenerse.

    – [Chloe]No, estaba mirando a ver si te ibas a morir ya.[/Chloe]- me picó, sacándome la lengua.

    – [Dante]Muerte por kiki.[/Dante] – bromeé.

    – [Chloe] Anda, te dejo con los mareos.[/Chloe] – se despidió, dándome la espalda para volver al camarote.

    – [Dante]Genial, yo pensaré en toros blancos sagrados de arabia que me saquen de este trozo de roca anticuado.[/Dante] – dije, incapaz de imaginarme alejándome del aire fresco para meterme en un cubículo de madera que se mueve sin parar, con una ventanilla que parece la de una lavadora.

    Ya solo quedaba que el cansancio me pudiera y el sueño hiciera correr un poco más el tiempo, porque prefería enfrentarme a un toro blanco mágico que seguir en esa travesía del demonio, solo con mis pensamientos. Pronto volveríamos con los demás y todo este viaje acabaría de una vez. Solo esperaba que no acabase del todo para mí.

  • LAS TRES CABEZAS

    DANTE VILLIERS

    SELAS – MAÑANA

    Al principio me costó darme cuenta de que nos hubiéramos ido de verdad de la luna Viltis. Tenía delante un cielo azul cubierto por algunas nubes blancas, una pradera con rocas repartidas aquí y allá y alguna zona boscosa visible. Los árboles sí que eran diferentes, pero lo que me hizo darme cuenta de que habíamos cruzado de verdad fueron las columnas en ruinas.

    Después de avanzar y coronar una colina cercana, empezamos a ver restos de algunos edificios. Una columna, no sé muy bien de qué tipo porque la clase de cultura clásica había batido récords de gente guapa en el instituto y a mi me costaba concentrarme en columnas en las que solo me imaginaba empotrando a alguien.

    Pasé por encima de una medio enterrada y le tendí la mano a Chloe para ayudarla. A unos metros había una especie de templo griego que si ya se veía así de viejo, a saber cuánto llevaba esa gente anclada en la época griega. Las líderes decidieron que era un buen sitio que explorar y las seguimos. Amy marchaba delante, seguida de Ezra y un poco más atrás Leo, cerca de Kaylee y Julia. Elliot, Vera y Jamie iban detrás, con las dos últimas cogidas de la mano. Esbocé una sonrisa, vaya con Vera. Yo esperé a Chloe, porque no tenía ninguna prisa para llegar a unas ruinas en las que no había ningún Daë a la vista.

    – [Chloe]No me gusta este sitio.[/Chloe]- la escuché decir, mirando a su alrededor.

    – [Dante]A mi me eligieron porque podía dejar esto en libertad, pero no me gusta el pasado remoto, sin coches pierdo emoción y sin que se laven, pierdo otros intereses.[/Dante] – comenté, estirando las alas. Era una maravilla sentir el aire frío en ellas, extenderlas en toda su plenitud.

    – [Chloe]No sé para qué necesitas coches teniendo alas, pero tú a lo tuyo.[/Chloe]- respondió, riendo. Al menos se le había quitado la sensación de mal rollo de encima.

    – [Dante]No siempre puedo volar sin que alguien me vea y quiera hacer una religión o pegarme un tiro para experimentar.[/Dante] – admití. Conducir no era como volar, pero estaba acostumbrado a tener pocas opciones más. El mundo real estaba lleno de miedo a los que eran diferentes. Cuando era pequeño, el tío Daniel siempre me regalaba cómics de los X-Men en los que salía ‘Ángel’. Eran mis favoritos, me sentí genial la primera vez que vi a alguien como yo, sufriendo lo mismo que yo. De ahí cogí la idea de vendarme las alas, para parecer normal. Hasta entonces me habían tomado por un niño deforme, con chepa. Había aguantado burlas de todo tipo sin que supieran siquiera qué era lo que me hacía distinto.

    – [Chloe]True.[/Chloe]- respondió, dándome la razón. Miré mis alas, recordé las primeras veces después de atarlas a mi espalda, los dolores por no moverlas mucho rato, las tardes teniendo que ejercitarlas para que no se atrofiaran, los moratones, las plumas caídas por el roce… Había sido duro, pero me había empeñado y había insistido.

    – [Dante]Al menos estamos al aire libre. [/Dante]- comenté, observando cómo miraba unas flores silvestres. Los demás habían llegado ya al templo. Elliot estaba mirando una de las columnas, Kay se había quedado con Julia, Vera con Jamie y los lobos estaban juntos, como en tensión. Me dio ganas de lanzarles un palo.

    – [Chloe]Me siento un poco inútil.[/Chloe]- confesó. Me giré para mirarla, tenía una cara preciosa y había una picardía en su mirada que me atraía más todavía.- [Chloe]No tengo cerebro, mi poder va a su bola y no tengo habilidades de ningún otro tipo.[/Chloe] – resoplé. No me gustaba ver a la gente criticarse, con bastante facilidad lo hace ya el resto del mundo.

    – [Dante]A mi me pareciste bastante hábil.[/Dante] – bromeé, en referencia a nuestro rato de entretenimiento allá en la luna. Ella me miró, alzando una ceja. Quizá no era momento de ligar, pero siempre parecía buena opción para no entrar en temas más serios. – [Dante]Ya en serio, eres una chica lista. No te menosprecies.[/Dante] – añadí. Y valiente, había tenido los ovarios de viajar en el tiempo sabiendo los peligros que teníamos aquí. Más de uno y de una, sabiendo lo que esperaba, no se habría acercado a la montaña aquella noche.

    – [Chloe]Súper lista.[/Chloe]- dijo haciendo una mueca.-[Chloe]Ponme a leer un texto y ya te digo yo lo lista que soy[/Chloe]. – replicó. A ratos se me olvidaba lo que me había dicho sobre sus problemas para leer. No me acordaba ahora mismo de cómo se llamaba lo que le pasaba, pero no era la única y no era tan importante, había otras formas de aprender, otras habilidades en las que destacar.

    – [Dante]Tampoco puedes permitir que ser diferente sea un problema.[/Dante]- respondí. – [Dante]Tienes que estar orgullosa, y dejar en vergüenza a quien se atreva a ponerte en ridículo.[/Dante] – cuando empecé a parecer como los demás, soportando el dolor que eso me creaba, me di cuenta de que podían darle por el culo a ser como el resto. No me interesaba y se lo hice saber a todos.

    Chloe sonrió, probablemente no habría sido bastante, no se me daban muy bien las palabras como a algunos de los demás.

    Estaba pensando qué más decir cuando escuché un grito. Por instinto me pegué a ella y vi a los demás. Elliot era el que había gritado algo que no entendí y los demás miraban hacia un punto en el que se arrastraba una criatura que no vi bien. Nos agachamos frente a una columna y vimos que los demás también aprovechaban el templo para esconderse.

    El bicho aquél parecía una serpiente con esteroides, pero cuando empezó a salir más de entre la arboleda la cosa se puso más bizarra, añadiendo dos cabezas más a la ecuación. Habría pensado que era Cerbero, pero eso era un perro, así que tenía que ser que en Grecia les gustaban las cosas con tres cabezas. Raro era que no hubieran hecho estatuas con tres pollas.

    Amy y Kaylee me hicieron señas, pero no tenía idea de qué coño querían que hiciera. Si íbamos hacia ellos, quedaríamos expuestos y la cosa esa nos vería. Me acordé de un vídeo que puso un idiota en el instituto de una serpiente comiéndose un pollo. Me desagradó durante días, pero hubo gente que vomitó. Esto era la versión en la vida real.- [Dante]Estamos muy lejos para volver. Vamos. [/Dante]- me agaché frente a ella al ver que el camino de aquella cosa iba derecho hacia nosotros. Chloe tardó en comprender lo que pretendía, o quizá en reunir fuerzas, pero finalmente se subió a mi espalda y la agarrá.

    – [Chloe]No me sueltes.[/Chloe] – dijo a mi oido mientras echaba a correr con los cojones en la garganta porque parecía que corría directo a ese bicho. Extendí las alas y aleteé con fuerza. Levantarnos a los dos del suelo era mucho más dificil que hacerlo conmigo solo. Al parecer mi cuerpo tenía una constitución interna que le permitía pesar menos, pero el de Chloe no era tan aerodinámico.

    La cosa esa espantosa nos vio y vino hacia nosotros a toda velocidad. Parecía un puto tanque con cabezas de serpiente. Apenas nos habíamos separado unos metros del suelo cuando una de sus bocas mordió cerca de mi pierna. A esa velocidad de ascenso, nos comería, así que dejé que las sombras nos engulleran y nos escupieran varios metros más arriba. El bicho ya no llegaba con su cuello para mordernos, pero no podía aguantar así eternamente.

    – [Dante]Agárrate fuerte.[/Dante] – le pedí, aleteando con fuerza. Miré a los del templo, nos hacían señas apuntando en una dirección. Cerca del templo había una especie de atalaya medio derruida, pero suficientemente alta como para que la serpiente no nos comiera si nos parábamos ahí a refugiarnos.

    Reuní mis fuerzas y aproveché mi poder sobre la oscuridad para llegar lo más rápido posible. Aterricé con demasiada velocidad y caí de costado, pero evité que Chloe se llevase el golpe. Estábamos bastante arriba, pero el bicho rodeaba la torre, esperando una oportunidad. Por suerte el resto seguían a salvo de su vista y nos dijeron que esperásemos. Con suerte esa preciosa cabecita pelirroja de Kaylee idearía algo. – [Dante]¿Alguna idea para pasar el rato?[/Dante] – dije, sentándome al lado de Chloe mientras recuperaba el aliento.

    – [Chloe]Cuéntame cosas. [/Chloe]- me pidió. Tenía miedo, como cualquiera en nuestra situación. Aunque tampoco envidiaba a los de abajo, que no podían volar. – [Chloe]Lo que te gusta y lo que no.[/Chloe] – añadió

    – [Dante]No tengo muchos hobbies, trabajar con las manos, escuchar música, salir de fiesta, la gente guapa.[/Dante] – añadí lo último sin darme cuenta, mirándola. Os preguntaréis cómo era capaz de intentar ligar estando al borde de la muerte. El truco está en que mientras haces algo que te mantenga ocupado, el resto de pensamientos de mierda no llegan a tu cabeza.

    – [Chloe]¿Y lo que no te gusta?[/Chloe] – preguntó, concentrándose en nuestra conversación.

    – [Dante]Los gilipollas, los matones, los niñatos, omega y esa serpiente hija de puta.[/Dante] – casi podía resumirlo en que había odiado el colegio, el instituto y toda la gente mala que me había cruzado. Evité llamar a Omega de cualquier otra forma, ni siquiera quería imaginarme su aspecto, no se merecía parecerse a Jane. Nunca le llegaría a la suela de los zapatos.

    – [Chloe]Que tu hobby sea trabajar me parece un poco lamentable[/Chloe].- replicó. Sonreí para mí mismo, me gustaba estar con ella entre otras cosas porque no tenía miedo de soltarme cualquier cosa que se le pasara por la cabeza. Le daba igual mi chulería. – [Chloe]Es como muy boomer.[/Chloe] – añadió.

    – [Dante]Hay muchas cosas que puedo hacer con las manos. [/Dante]- repliqué, buscando sonrojarla.

    – [Chloe]Ligas como un señor de 1954[/Chloe].- respondió ella, riéndose. Aun así me paré a pensar en Logan, todo el mundo lo tenía por un ligón. Su puta personalidad siempre rodeándome, su vida persiguiéndome.

    – [Dante]Me lo dicen mucho. [/Dante]- comenté, resistiendo la tentación de morder esos labios de ese rosa intenso tan apetecible. – [Dante]Pero es la primera vez con una serpiente que me quiere de cena[/Dante] – mirar por el borde de la torre y encontrarse con esa cosa con tres cabezas ayudaba a contener las ganas de cualquier cosa.

    – [Chloe]La dura vida de alguien del grupo New Moondie[/Chloe]

    – [Dante]No hubiera estado mal una advertencia antes de venir.[/Dante]

    – [Chloe]No te quejes tanto, que empiezas a parecer un carca[/Chloe].

    – [Dante]Puedes contarme algo de ti, así estaré callado, se me da mejor.[/Dante] – razoné. Cada uno tenía sus virtudes, escuchar se me daba mejor que hablar, al menos cuando conseguía mantener la atención centrada.

    – [Chloe]Soy la hija menor de Lucy y Ed[/Chloe].- empezó a decir. Habrían sido mi última opción si hubiera dicho que sus padres eran Moondies. Habría empezado diciendo seguramente que era una Echolls. Pero mucho mejor para mí, así no habría cosas raras con habernos criado en el mismo entorno.- [Chloe]Me llevo más de veinte años con mi hermano mayor y antes de aparecer aquí estaba intentando convertirme en Infinuencer[/Chloe]. – tendría que decirle a Ezra que se acordara cuando estuviera medio senil de ayudar a su hermana a elegir una carrera mejor.

    – [Dante]¿Esa mierda de infinity sigue igual en el futuro?[/Dante] – pregunté, para evitar meterme con su posible futuro trabajo. Ella asintió. Menuda mierda, casi nos dejan esclavizados, son turbios como si fuera la Iniciativa y se salen con la suya. –  [Dante]No hemos mejorado mucho.[/Dante] – comenté, tampoco es que lo esperase. Al final en el mundo siempre hay la misma mierda presente, es como lo de la ley esa de la energía. – [Dante]¿Y por lo demás? Algo te tiene que gustar además de la fama.[/Dante] – evité dejar muy claro lo que pensaba de ser famoso. Todo el mundo conocía al ‘Ángel de Moondale’ y cuando había sido pequeño, mi madre había intentado aprovechar su fama para que yo pudiera ir con las alas libres, pero los que aún seguían negando lo sobrenatural incluso habiendo vivido la ‘Guerra de Moondale’, me tomaban por una maniobra de marketing.

    – [Chloe]La ropa, el maquillaje, salir por ahí…[/Chloe]- listó, encogiéndose de hombros.- [Chloe]No soy una persona con nada especial[/Chloe]. – resumió.

    – [Dante]Quizá te has convencido de eso.[/Dante] – propuse, parecía que no era la primera vez que lo pensaba de sí misma. – [Dante]A veces es más fácil camuflarse en el rebaño.[/Dante] – añadí. Las tribus sociales, la lucha por ser famoso o tener poder entre el resto de tus iguales, había odiado todo eso del instituto. Cuando no eras igual que el resto, te machacaban, a menos que cedieras y te sometieras. Pensé que Chloe habría sufrido amigas que la habrían infravalorado.

    – [Chloe]A veces eres parte del rebaño, aunque quieras convencerte de lo contrario[/Chloe]. – dijo ella. Parecía convencida, yo no tanto.

    – [Dante]Quizá, pero pocas. Mis diferencias no se ocultan como las de otros.[/Dante] – le recordé, pasándole un ala por detrás. – [Dante]Y esto no es muy rebaño precisamente, cada persona es distinta.[/Dante] – los que vivíamos en la nave teníamos poco de rebaño, cada persona tenía virtudes, defectos, éramos muy diferentes, pero nos ayudábamos. A ese rebaño no me molestaría pertenecer, pero no uno donde pretendieran que fuese igual.

    – [Chloe]Tu generación es la New Moondie y tenías el apoyo del resto[/Chloe].- explicó, como si se excusara. Quizá sí había tenido que cambiar su forma de ser para encajar con el molde.- [Chloe]Mientras yo me cagaba encima, estabais salvando el mundo y cuando yo tuve edad para hacer lo mismo, os quedaba un rato para la jubilación[/Chloe].

    – [Dante]Debió costarte no elegir cambiar de época.[/Dante] – reconocí. Las ofertas de Caitriona habían sido tentadoras para muchos. Si Chloe hubiera elegido, no tendríamos que preocuparnos por volver a vernos una vez pasase todo. Bueno salvo por el hecho de que yo no lo contaba.

    – [Chloe]No quería cambiar mi vida[/Chloe].- dijo.- [Chloe]Piensa que si me convertía en alguien de vuestra época, mis relaciones con todes cambiarían[/Chloe]. – añadió. No me daba la cabeza para imaginar tanto.

    – [Dante]Aún así parecía la opción fácil. Como la mía de irme.[/Dante] – al menos que supiera que había sido valiente eligiendo el camino complicado.

    – [Chloe]Si me gustara lo fácil no me gustarías tú, sino Owen[/Chloe]. – la miré, estaba muy cerca y me apetecía besarla y olvidarnos de lo que estaba pasando, pero sabía que a ella hablar la estaba reconfortando más.

    – [Dante]Pobre hombre, bastantes palos se lleva ya por ser un… como le llama ‘fool for love ‘.[/Dante]- comenté. Owen daba un aspecto para casi todo el mundo de ser un poco…bueno, fácil. Digamos que le gustaban las muestras de cariño. – [Dante]Así que admites que te gusto. Interesante.[/Dante] – añadí. Ahora no había sacado yo el tema, así que si le seguía el rollo no me estaba pareciendo a Logan.

    – [Chloe]No estaba siendo bitchy, solo comentaba que con él parece fácil ligar[/Chloe].- aclaró.

    – [Dante]Le gusta sentirse querido. Supongo que es fácil empatizar con eso.[/Dante] – yo no me parecía a eso en él. Sabía por experiencia que las personas iban y venían de tu vida, no convenía encariñarse demasiado.

    – [Chloe]Por lo que sé, su familia es un fucking mess, así que me imagino por qué está así[/Chloe]. – añadió. Miré a Elliot, allá abajo, hablando con los demás sobre cómo ayudarnos. A esos tres pobres les habían jodido bien por el hecho de que Elliot hubiera nacido con esa condición. El mundo no estaba preparado para gente como nosotros y eso hacía que la presión en las familias hicieran que al final cedieran. Lo raro era lo del resto de Moondies.

    – [Dante]Al final nuestros padres nos condicionan.[/Dante] – dije, casi sin darme cuenta de que era en voz alta. Yo no quería parecerme a ya sabéis quien y al final allí estaba, camino de ser Daë. – [Dante]Owen busca el amor, Jane escapa de él y Elliot quiere contentar al resto.[/Dante] – y no se daban cuenta del papel que interpretaban. Aunque todos teníamos uno. Yo simplemente era consciente de él, de lo que todos esperaban de mí.

    – [Chloe]A mí me han criado entre algodones[/Chloe].- dijo ella.

    – [Dante]Ya, se nota, por eso eres fan de Lexie, ¿no? [/Dante]- bromeé. Me chocaba que Lexie fuera una estrella, aunque con la pasta de su familia no era raro. Al menos me alegraba saber que ella lo contaba.

    – [Chloe]Lexie es un icono[/Chloe].- afirmó, totalmente convencida.

    – [Dante]Al menos sabemos que ella vive para contarlo.[/Dante]

    – [Chloe]Sabes de sobra que estoy aquí para buscarte, así que algo raro tiene que pasar contigo[/Chloe].

    – [Dante]Nunca me han gustado los enigmas, soy un tipo simple.[/Dante] – reconocí. No me gustaba complicarme, la vida ya lo hacía sola. Pero pensar en no poder volver a la Tierra y ver a mi madre viva de nuevo me creaba un nudo en el estómago.

    – [Chloe]Quizás tenemos la respuesta delante de nuestras narices y no la estamos viendo[/Chloe]. – sugirió ella.

    – [Dante]Es probable, pero de poco vale preocuparse.[/Dante] – admití. El ruido de la serpiente chocando contra la torre para derribarla me sobresaltó. Chloe me agarró la mano, nerviosa, así que me giré y la besé. La torre todavía no había caído, confiaba en los de abajo y en mis alas para ponernos a salvo. Pero mientras llegaba el problema, mejor estar entretenidos.

    Aunque parezca que pensaba con mis ‘tres cabezas’ de abajo, solo quería pasar el tiempo que me quedase con alguien con quien me sentía bien. Y al final, solo que con más tiempo, es lo que ansiamos hacer todos.

    ¿Significaba eso que Chloe me gustaba más que cualquiera de mis otras relaciones amorosas? Parecía que sí. Y eso sí que me daba miedo.

  • LLEVANDO LA CONTRARIA

    DANTE VILLIERS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    En esa cabaña que me hizo pensar que estaba de vuelta en la tierra de los vikingos o en la Edad Media, aunque esta parecía más abandonada y tan pequeña que casi no podía estirar las alas del todo.

    Tampoco tuve tiempo a agobiarme demasiado, porque enseguida se abrió la puerta y una mujer algo mayor que yo, vestida como si saliera de una serie de gladiadores, solo que esto no iba a acabar de la misma forma, no porque no me pareciera atractiva, si no porque no sabía si no sería, bueno, mala.

    – [Caitriona]Hola, Dante. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]- ofreció. En un oscuro rincón de mi poder, sentí que la oscuridad la acompañaba también, pero no como parte de ella. No estábamos solos.

    – [Dante]No sé muy bien qué me vas ofrecer pero te adelanto que será un no.[/Dante] -repliqué. No tenía interés en negociar sabiendo que el resto podían estar en cualquier parte. Y además, si aquella cosa que nos rondaba quería un trato conmigo, que me lo dijera a la cara.

    – [Caitriona]Puede que tenga algo interesante que ofrecerte.[/Caitriona]- intentó abrirse paso, pero no era muy paciente cuando trataban de venderme algo. – [Caitriona]Si no me quieres escuchar, me voy.[/Caitriona]- dijo con calma. La miré, decidí que ya que me había explicado después de su presentación que todos nos reuniríamos cuando escucháramos su oferta, al menos podría aguantar unos minutos.

    – [Dante]Te escucho, ya has dicho que no vería al resto hasta entonces. [/Dante]- me apoyé en la pared, sin esconder lo que pensaba. Ella hizo aparecer un silla y se sentó. Magia, no me hacía mucha gracia ver que la usaba con tanta facilidad.

    – [Caitriona]Puedo llevarte de vuelta a la Tierra.[/Caitriona]- solté una risa, desde luego estaba bien informada.- [Caitriona]Ahora mismo.[/Caitriona] – aclaró.

    – [Dante]¿Sólo a mi? [/Dante]- pregunté, me imaginaba lo que dirían si cuando todos se reunieran yo no estaba, habiendo vuelto a casa.

    Ella asintió.- [Caitriona]No puedes decidir por el resto.[/Caitriona] – afirmó. No le estaba pidiendo decidir por ellos, solo ampliar la oferta, pero no tenía pinta de ser negociable.

    – [Dante]¿Y a ellos que les pasará?[/Dante]

    – [Caitriona]Seguirán su camino.[/Caitriona]

    Alcé una ceja. Todo parecía muy fácil según lo decía. – [Dante]Ya. ¿Y el truco?[/Dante]

    – [Caitriona]El truco es que dejarías de ser Daë.[/Caitriona]- comentó encogiéndose de hombros.

    – [Dante]¿Te quedarías con el título para tu colección a cambio de llevarme a casa? [/Dante]- repliqué para confirmar su idea.

    Ella se rió.- [Caitriona]No funciona así.[/Caitriona] – explicó, sin dar detalles de cómo se suponía que funcionaba e realidad.

    – [Dante]Otra persona seria Daë en mi lugar y ya está, seguro que alguien que te viniera bien. [/Dante]- comenté, sonriendo.

    – [Caitriona]Si aceptas, aparecerá otra persona para ocupar tu lugar y volverás a la Tierra.[/Caitriona] – con eso no negaba lo que yo había dicho. Me estaba ofreciendo básicamente quitarme del medio, mandarme a casa pero llevarse mi papel en todo esto y poner a alguna marioneta a cargo. Quien sabe si para tratar de que nuestra supuesta misión final no llegase a tener lugar.

    La observé, me fijé en sus movimientos, repasé sus palabras, el trato. – [Dante]Ya he decidido.[/Dante] – dije al final.

    – [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona]

    – [Dante]Tiene gracia porque hace nada estaba a punto de largarme. [/Dante]- comenté, consciente de que cualquiera, incluso los que me conocieran, aludirían a esa parte de mi carácter que me hacía llevar la contraria a menudo. Y el caso es que era un poco así, al ver que me estaba ofreciendo todo en bandeja para quedare con mi «título» de Daë, eso me hizo plantearme el valor que tenía en realidad. – [Dante]Pero voy a pasar de la oferta. [/Dante]

    – [Caitriona]¿Y qué te ha hecho cambiar de idea?[/Caitriona] – preguntó ella, disimulando su molestia.

    – [Dante]Soy un tipo sencillo, me gusta reducir todo a lo básico.[/Dante] – aclaré. No necesitaba mucho, las cosas normales, no verme convertido en una especie de salvador y enfrentarme a la muerte a menudo. Me bastaba con tener mi apartamento sobre el taller, mi trabajo en él y una vida social resumida a los días de salir de fiesta o salir a comer, a ser posible con un buen recorrido por carretera. Y ocasionalmente, perderme en las montañas y volar. – [Dante]Para mí ser Daë no significa nada, mi padre lo era y no soy su mayor fan. Pero me he dado cuenta de una cosa…[/Dante]- dije con la cara de picardía que siempre me habían señalado en las fotos. No tenía reparos en asumir que parte de lo que me desagradaba de ser Daë era tener más cosas en común con él. Si mi madre lo hubiera sido, quizá pensaría diferente. Tampoco me encantaba la presión de lo que se esperaba de mí por serlo, ¿y si no era digno? ¿Si no pasaba las Pruebas? – [Dante]… Y es que si tú quieres cambiarlo, tiene que tener valor.[/Dante] – razoné.

    Caitriona sonrió.- [Caitriona]¿Entonces no aceptas el trato?[/Caitriona] – repitió, para asegurarse, aunque su silla ya estaba desapareciendo, sin duda sabía la respuesta.

    – [Dante]No, creo que me lo quedaré. Aún estoy a tiempo de volver con el tipo ese de la luna.[/Dante] – habíamos tenido que salir corriendo pero en algún momento volveríamos a la Kvasir.

    – [Caitriona]Está muerto.[/Caitriona]- puntualizó ella. Parecía divertirle que mi plan no hubiera salido tan bien.

    – [Dante]Qué suerte…[/Dante] – me quejé. Ella me miró fijamente y mostró una esfera allí en medio de la cabaña. La escena fue breve, salía una persona con aspecto místico, no la conocía pero sabía que era quien podía enviarnos a casa. Su rostro se crispó y segundos más tarde una figura menuda le sujetaba por el cuello mientras se sacudía hasta quedar sin vida. La figura se giró, era ella, Omega. Se miró las manos y quedó quieta unos segundos hasta que creó un portal y lo atravesó. Había estado en estos mundos todo este tiempo sin que lo supiéramos y ahora no solo había acabado con nuestra forma de volver si no que la había aprovechado para regresar ella.

    – [Caitriona]Volveremos a vernos, Dante.[/Caitriona]- dijo cuando la silla desapareció. Mi rostro estaba crispado por la ira tras ver a la asesina de mi madre, pero no podía dejar que ella supiera que había conseguido afectarme sí.

    – [Dante]¿Esta noche?[/Dante] – traté de bromear. Era guapa, pero en ese momento solo tenía ira dentro. Pensándolo bien, habría sido una buena forma de dejarla ir.

    – [Caitriona]En tus sueños, quizás.[/Caitriona]- respondió dándome la espalda. Era una de las cosas que hacía la gente que más disfrutaba. – [Caitriona]Por cierto, tu madre está en la Tierra.[/Caitriona] – añadió.

    – [Dante]¿Cómo…?[/Dante] – pregunté, pero ella ya se había ido atravesando la puerta. ¿A qué se refería con que mi madre estaba en la Tierra? ¿Había…vuelto?

    Ni siquiera podía llegar a alegrarme y supuse que Caitriona lo sabía, había dejado caer los dos datos uno tras otro. Mi madre estaba en la Tierra y Omega había ido derecha hacia allí. Ya tenía su poder, no ganaba nada, pero lo que había visto de ella me había dejado claro que era lo bastante cabrona y mala como para querer que lo que había hecho fuera permanente.

    Solté un grito de ira que quedó amortiguado en la soledad de la cabaña.

  • DOS FUEGOS

    DANTE VILLIERS

    LA KVASIR – MAÑANA

    Era una mañana extraña. Para empezar, había madrugado. No es algo que fuera muy común en mí, pero supongo que me sentía con ganas de volver a trabajar con mis propias manos. Al principio dudé,  era demasiado temprano y empezaba a notarme de mal humor por un sueño más corto de lo habitual, pero después vino la recompensa cuando me crucé con Lexie, que acababa de llegar con provisiones de la ciudad y un rumor muy jugoso.

    Asentí, casi dormido, mientras me lo contaba con una energía que yo desconocía en ese momento y me fui a trabajar en el portón de la la Nave. Mis manos sabrían donde ir al principio y las diferencias con la mecánica del futuro terminarían llamando mi interés y despertándome.

    Tras media hora disfrutando de la soledad y el hecho de tener una tarea cercana y asequible que solucionar, la puerta que daba al gimnasio se abrió y entró Ezra. Tenía la frente perlada de sudor y bebía agua de una botella hecha del cristal resistente del futuro, que no se rompía al caer al suelo.

    Le saludé con la cabeza y el pasó por mi lado en silencio. Era un tipo bastante taciturno y eso que yo me consideraba solitario. Con su vida, de todas formas, estaba justificado. Me recordé a mi mismo que lo malo de mi vida me lo había traído la misma persona que había llevado la pérdida muchas veces a la suya. Intenté no ponerle cara porque Jane no tenía culpa de ello y me forcé a pensar solo en su nuevo nombre: Omega.

    Sentí el arrebato de hablar con él y romper ese silencio, pero no me apetecía hablar de penurias así que elegí en su lugar otra mujer que teníamos en común. – [Dante]Ey, ¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. Apenas la había visto desde antes de irnos por último vez a los mundos, con lo poco que la conocía, era capaz de seguir enfadada por aquello.

    – [Ezra]No. Puede que esté en la piscina.[/Ezra] – replicó. Sus ojos transmitían mucho más de lo que él mismo dejaba ver, aunque yo no era un gran conocedor del lenguaje no verbal. Solo se me daba bien cuando se trataba de saber si alguien me correspondía o no a nivel físico.

    – [Dante]Ah, quizá luego me pase.[/Dante] – comenté volviendo a trabajar en una junta. Aquella nave era una maravilla para nosotros, pero llevaba mucho tiempo abandonada, se notaba en el óxido que corroía algunas de sus piezas. Por suerte era capaz de imprimir duplicados de cualquier pieza que necesitase y llevaba un tiempo sustituyendo las que podía. Me pregunté cómo sería surcar el espacio en ella. Solo con pensarlo me sentí encerrado, imaginándome años y años dentro de aquellas paredes de metal que de pronto parecían muy finas para separarme de la inmensidad de un espacio que solo me daría una muerte silenciosa.

    – [Ezra]No te gustan los sitios cerrados.[/Ezra] – escuché decir a Ezra. Jodidos licántropos, huelen el miedo demasiado bien.

    – [Dante]Si lo elijo yo, puede que me pasara un día entero trabajando en un coche, pero obligado… no llevo bien que me digan qué hacer.[/Dante] – para mí  «El Recogimiento» era un dolor de huevos cada año. Me buscaba cosas que hacer constantemente pero en los últimos días estaba ya que me subía por las paredes esperando salir y ser libre.

    – [Ezra] Yo no entiendo de coches, de hecho no tengo ni carné. Tampoco es que hiciera mucha falta[/Ezra] – reconoció. Futuro postapocalíptico, cierto. Ezra era como Kyle Reese, solo que sin venir a procrear para ser el padre del salvador. En su futuro no había llegado a haber «Recogimiento» porque los que éramos como nosotros vivíamos esclavizados directamente.

    – [Dante]Si volvemos recuérdame que te preste uno para dar una vuelta[/Dante] – le ofrecí. No era millonario precisamente, mi madre se había encargado de que Sarah pudiera ayudarme a gestionar mis finanzas en lo referente a su herencia y eso conseguía que no despilfarrase mucho. Pero en cuanto al dinero que entraba del taller, eso sí que podía invertirlo en lo que quisiera y una de mis aficiones era comprar coches viejos. Pequeñas joyas abandonadas por gente que no sabía arreglarlas pero que en mis manos volvían a la vida. Había cierta paz en devolver las cosas a su antigua gloria.

    – [Ezra]Vamos a volver, tenlo por seguro.[/Ezra] – no sonaba esperanzado, si no completamente convencido. Supongo también que para alguien como él, esto era un pequeño paraíso comparado con su otra vida.

    – [Dante]Puede ser. No tengo mucha fé en ese rumor de Lexie[/Dante] – admití. Los rumores al final son humo, a veces si lo sigues puedes llegar a una avería, pero otras veces simplemente te pierdes en algo que no tiene nada que ver. Prefería no poner todas mis esperanzas en ello y si aparecía la oportunidad, cogerla.

    – [Ezra] Tal vez lo mejor sea centrarse en acabar por reunir a los Daë y después volver a casa.[/Ezra] – respondió. Lo sabía entonces, había debido encontrarse con Lexie antes que yo, pero él no sería de los que tomaría esa opción. Era un guerrero, estaba acostumbrado al sacrificio, a la vida heroica. Yo no.

    Me encogí de hombros. – [Dante]Algunos no tenemos madera de héroe [/Dante] – le aseguré. Él se quedó mirándome con esos ojos suyos, verdes como el fondo de un mar tropical. Estaba tan calmado que aparté la mirada. No me apetecía imaginarme sus ojos clavados en mí cada vez que pensara en irme. Volví a mi trabajo y él se despidió y siguió su camino, sin intentar convencerme.

    Sustituí varias piezas, paré, comí un bollo que me había llevado de la cocina al que llamaría desayuno y  seguí trabajando. Un par de horas después alguien bajó las escaleras, pero aquellos pasos eran femeninos, no era Ezra. Vi las puntas de su melena pelirroja antes que nada. Ninguno de los que habíamos llegado aquí ni de los que habían venido más tarde sabía cortar el pelo, así que como consecuencia a Kaylee le llegaba ya por los omóplatos.

    – [Dante]Dichosos los ojos. [/Dante] – me limpié el sudor de la frente con la muñeca y le sonreí. – [Dante]Qué poquito se te ve desde que Leo y tu os lleváis bien.[/Dante] – alcé una ceja. Desde que había terminado por entender que el odio que se parecían tener toda la vida eran las ganas ocultas que tenían de fornicar por todas las esquinas, debían estar haciendo, bueno, eso, fornicar en todas las esquinas.

    – [Kaylee]¿Es envidia lo que noto en tu voz?[/Kaylee]- replicó sonriendo. ¿Envidia? Bueno un poco, Chloe pasaba de mí, la nave estaba llena de gente guapa y no eran solo Kaylee y Leo los que parecían pasárselo bien a diario. Y sin embargo yo ahí estaba, como un concursante de ‘Too Hot to Handle’ pero sin nadie con quien mover ficha.

    – [Dante]Despecho, desde el primer día no habéis querido invitarme.[/Dante] – me reí, recordándole el día en que les interrumpí en la cabaña para chincharla un poco. Con Leo no lo habría intentado, ya parecía odiarme de por sí desde ese día. Bueno, quizá venía de antes.

    – [Kaylee]Te entiendo. Somos irresistibles[/Kaylee].- respondió con una sonrisa. Me alegraba verla sonreír después de lo mal que lo había pasado. En el fondo todo esto, todos los problemas que habíamos tenido desde que decidieron meterse en Infinity, le había sentado bien, le había dado un propósito y se había olvidado de unos errores de juventud de los que no tenía culpa.

    – [Dante]Pensé que el irresistible era yo.[/Dante] – repliqué. Me fijé en que llevaba un cubo con cosas de jardinería. Se encargaba del invernadero desde hacía una temporada y lo cierto es que se le debía estar dando bien, pero todavía quedaba tiempo para empezar a ver crecer nada. – [Dante]¿Vienes de cuidar las plantas? A este paso vamos a fundar un ciudad antes de volver a casa.[/Dante] – algunos se estaban acostumbrando a la situación, haciéndose a ella como mejor podían. Yo era incapaz, no me veía esperando a ver aquellas frutas y verduras crecer, esperaba irme mucho antes.

    – [Kaylee]Me gusta mantenerme ocupada. Tener demasiado tiempo libre me hace ponerme nerviosa y si me pongo nerviosa, mal asunto[/Kaylee].- aclaró. Al final su jardinería era como mi afán de arreglar la nave pese a no querer quedarme mucho allí. Solo que donde ella calmaba los nervios, yo calmaba la ira que me corroía desde que había conocido a Omega.

    – [Dante]Mientras no te dé por echar maldiciones.[/Dante] – Kay era un bruja buena por suerte, pero la loca de antes nos había hehco una buena jugarreta. Casi no lo contamos y estar en el cuerpo de Mike con ese gato arañando continuamente la parte de atrás de mi cabeza había sido molesto. Era una suerte que Kay hubiera podido pararla con la ayuda de Sophie, Chloe y Robin. – [Dante]¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. No sabía por qué seguía preguntándolo pero no iba a verla. Miedo supuse, a enfrentar la realidad. A fin de cuentas ella había venido aquí por voluntad propia desde el futuro y yo estaba deseando irme y si lo hacía, no la vería más. Hasta dentro de veinte años al menos, viéndola como un bebé, como una niña. No, eso no era para mí.

    – [Kaylee]La verdad es que no[/Kaylee].- admitió encogiéndose de hombros.- [Kaylee]Quizás está en su habitación[/Kaylee]. – añadió.

    – [Dante]Supongo.[/Dante] – repliqué, quitándole importancia. Tampoco me apetecía meterme en el cuarto de Chloe, me conocía demasiado bien y ahora mismo me costaba pensar con la cabeza. Kay no dijo nada, no quería meterse en mi vida y lo agradecí. Era una buena amiga, supongo que nunca me habría imaginado que seríamos tan cercanos, pero ella lo valía. – [Dante]¿Ya te has recuperado del trauma de ser mi hermano?[/Dante] – me hice gracia a mí mismo, trataba de hacer ver que me importaba todo bastante poco y sonaba tan convincente que la gente era lo primero que asumía de mí. Mejor eso que dejar ver las cicatrices.

    – [Kaylee]Tuve bastante suerte, porque Cole es un tío muy calmado y, aunque viera algo, nunca se lo dirá a nadie[/Kaylee].- respondió sonriendo. Asentí, mi hermano era un diez. Otro motivo más por el que odiar a Logan, por aquellos años que pasamos separados.

    – [Dante]¿Ya te ha llegado el rumor que ha oído Lexie?[/Dante] -comenté. El pensamiento llevaba un rato rondándome la cabeza y no sabía como dejarlo salir. Kaylee no iba a ser de las que opinasen como Lexie y yo, de eso estaba seguro.

    – [Kaylee]¿Un rumor? No[/Kaylee].- tenía cara de sorpresa. Quizá Lexie no había tenido tiempo de hablar con mucha gente antes de irse a dormir.

    – [Dante]Seguro que es un timo pero escuchó en el mercado de la ciudad que hay un tipo que puede mandar a la gente a otros sitios.[/Dante] – le expliqué. Solo había un sitio al que nos interesase ir, de vuelta a casa. Al parecer ese tipo podía enviarnos a nuestro hogar, a nuestro tiempo. Quizá incluso podría pedirle que me mandara al de Chloe. En veinte años seguirían estando todos ellos, más viejos y yo más joven, pero allí estarían. Aunque para eso tenían que pasar por esta misión solos, sin los que nos fuéramos. – [Dante]Si van, yo iré.[/Dante] – dije. No sé por qué, supongo que esperaba que me diera su aprobación.

    – [Kaylee]¿Vas a volver a la Tierra sin haber acabado la misión?[/Kaylee]- sonaba a estar molesta. Aparté la mirada hacia la pieza que estaba cambiando.

    – [Dante]No tengo puestas muchas esperanzas, pero si es posible, soy un mecánico. Que tenga alas y pueda meterme dentro de la oscuridad no implica que pueda salvar el mundo. Eso solo son cartas que me han tocado.[/Dante] – le expliqué. Había entrado a Infinity porque ellos estaban en peligro, había ido al Pico Tantree por venganza, pero nada de esto era lo mío. – [Dante]Dudo que solo nos lo pensemos Lexie y yo.[/Dante] – me defendí. Serían más los que querrían irse. Niall, seguro, tal vez Laura, Vera y Elliot podrían irse, Jane les obligaría, seguro.

    – [Kaylee]Qué egoísta eres[/Kaylee].- me espetó. Valoraba la sinceridad de Kaylee, pero en ese momento estaba diciéndome puramente lo que yo mismo sabía y a veces la verdad duele, así que noté cómo empezaba a enfadarme.- [Kaylee]A ver si te crees que el resto estamos aquí por lo mucho que nos gustan las vistas[/Kaylee]. – ella también parecía enfadada.

    Negué con la cabeza. – [Dante]De momento porque no hay otra opción.[/Dante]

    – [Kaylee]Me estás tocando las narices, Dante. Te dejo antes de que me plantee transformarte en cerdo[/Kaylee]. – se giró, a punto de irse. Su pelo se movió en el aire con brusquedad, como si le prendiera fuego.

    – [Dante]Puedes enfadarte si quieres, Kaylee, pero tienes que entender que no todos queremos salvar un mundo que no se preocupa de nosotros.[/Dante] – ahí seguía yo, intentando defender mis motivos. Que los tenía, sí, no me faltaba razón. Vale sí, estaban ellos, eran importantes, pero podríamos irnos todos, ya encontrarían a otros que hicieran el trabajo que se suponía que teníamos que hacer. – [Dante]Los Daë son nueve por lo menos, se bastan de sobra para encontrar  a tres más.[/Dante] – sugerí. El trabajo estaba casi terminado. Quien sabe si la forma de salir de allí no era precisamente encontrar a ese tipo.

    – [Kaylee]No es una cuestión de lo que queramos hacer, sino de lo que HAY que hacer[/Kaylee].- fijó sus ojos en mí y noté el calor que encerraban. Su ira era como un fuego, intenso, fugaz. La mía era oscura, como una llama oscura que nunca se apaga.

    – [Dante]¿Y yo tengo que tener obligaciones con un mundo que miró para otro lado cuando asesinaron a mi madre?[/Dante] – maldije para mí mismo por dejar ver esa parte de mí. Pero ya que estaba, la dejé ir. – [Dante]Nos pusieron a esa cabrona delante, fuimos altruistas, vengativos o lo que te de la gana, pero nos reunimos para acabar con ella y en lugar de eso nos mandaron a otra punta del mundo a un problema que no nos va ni nos viene, mientras ella corre por ahí.[/Dante] – toda la ira puesta en mis palabras no permitió que disminuyera la que sentía, solo la dejó salir a la luz.

    – [Kaylee]Lo de tu madre fue un asesinato. El mundo en general no tiene la culpa[/Kaylee].

    – [Dante]Omega sí, y los Daë permitieron que viajara al pasado en lugar de morir congelada en esa puta cápsula. Mientras ella escapaba, Ezra se quedaba allí encerrado. Si hubiera justicia habría sido al revés y nadie la habría buscado.[/Dante] – así tendría que haber sido. Ezra llegando a un mundo en paz y Omega congelada y sola, abandonada en un sótano.

    – [Kaylee]¿Crees que los Daë tienen esa clase de poder?[/Kaylee]- me preguntó.- [Kaylee]No pueden intervenir[/Kaylee]. – me enfadó que los defendiera. Tenían que tener la culpa, alguien tenía que tenerla.

    – [Dante]Pues yo nos veo aquí, ¿quién nos ha traído?[/Dante] – dije más enfadado de lo que pretendía.

    – [Kaylee]Vale, Dante. Tú ganas. Vete si quieres[/Kaylee].-  se dio la vuelta y se marchó. Me gustaría decir que no me dejó tiempo a responder, pero sí lo tuve. Lo que lo impidió fue mi orgullo y mi enfado. Como no sabía qué decir, volví a trabajar con las manos. Era lo único que se me daba bien. No era ni un héroe ni un buen amigo. Tenía que hacerme a la idea si iba a coger el camino rápido y dejarles allí. Al menos mientras trabajase no tendría que pensar en qué decisión iba a tomar.

     

  • UN NUEVO COMIENZO

    COLE ROMAN

    Yokosuka, Prefectura de Kanawa, Japón – Tarde

    La mañana había sido tranquila, llevaba ya una semana sin encontrar trabajos y estaba empezando a inquietarme un poco. Estaba poniendo en práctica la meditación después de comer para aliviar la presión cuando una enorme sombra apareció en mitad de la sala de estar para dejar paso a mi hermano pequeño. Siempre le habían gustado las grandes entradas.

    Me puse en pie y no pude evitar alegrarme. Habían pasado ya varios años desde la última vez que le había visto en persona, y entonces teníamos los dos demasiado encima. Las cosas no nos habían ido necesariamente mal, pero que yo me hubiese ido con Logan no le había sentado demasiado bien, ni tampoco a mí que quisiera quedarse en lugar de buscar al asesino de mamá. Reconozco que estaba equivocado, la decisión de Dante fue más sensata.

    Después de unos segundos de silencio, hice una reverencia.

    – [Dante]Cochiniwa a ti también.[/Dante] – comentó Dante despreocupadamente.

    – [Cole]Konnichiwa/[/Cole].- le corregí. Tenía ganas de verlo, claro, pero una vez frente a frente, me estaba dando cuenta de que quizás aún no estuviese preparado. Dante se parecía mucho a mamá y eso me traía dolorosos recuerdos. Tampoco dejaba de ser raro volver a estar con alguien que simbolizaba todo tu pasado después de lo que había cambiado.

    – [Dante]No te ha sentado bien Japón.[/Dante] – replicó él, sonriendo.

    Fui en contra a lo que había aprendido de mi padre y me acerqué a Dante para estrecharlo en un abrazo. Era agradable ser libre de las ataduras de las doctrinas que nos imponen, a veces sin darse cuenta, otras con más intención. – [Cole]No creo que hayas venido a visitar a tu hermano mayor, así que pasa y cuéntame.[/Cole] – le señalé un lugar para sentarse, pero la vista de sus zapatos manchados de barro me generó un poco de incomodidad.

    – [Dante]Si hubiera venido a verte habría sido en avión. Sabes que no me gusta mucho hacer esto.[/Dante] – explicó. Recordaba perfectamente haber encontrado a Dante cuando descubrió su poder. El lugar en el que estuvo le dejó huella, pero apenas había hablado de eso desde el día siguiente.

    – [Cole]Tienes un medio de transporte que te sale gratis y te quejas. [/Cole]- negué con la cabeza, esbozando una sonrisa. Sabía que a Dante le tranquilizaría que le restase importancia, pero lo cierto es que debía tenerla para venir así. Me puse a servir un té mientras esperaba que se quitara los zapatos.

    – [Dante]Ya, luego lo verás y seguro que no te hace tanta gracia.[/Dante] – explicó, sentándose. Me fijé en que sus calcetines tenían un agujero. – [Dante]En fin, he venido a pedirte ayuda, y al tío Hiroshi si está por aquí.[/Dante] – comentó, mirando alrededor.

    – [Cole]El tío Hiroshi no está.[/Cole] – dije, sin concretar demasiado. Había salido en una misión de rescate. Había insistido en que no podía ir con él. Sentí el frío metal de su disco pegado a mi esternón, pero no se activó, para ver esos recuerdos, tenías que querer. Desde el momento en el que me legó ese regalo, había estado esperando para dar el salto y encaminar mi vida, pero sinceramente, no tenía claro por donde empezar.

    – [Dante]Los demás están en peligro. Algunos. Entraron a salvar a un par de personas en una sede de Infinity que está en el edificio de la Iniciativa. [/Dante] – resumió. Me tomé unos minutos para analizarlo todo.

    – [Cole]No suena bien. [/Cole]- dije dando un sorbo a mi té. El de Dante estaba aún intacto, y quizá fuese a seguir así. – [Cole]Esa gente es peligrosa.[/Cole] – añadí, con mis emociones contenidas. Mi primera madre, la que me trajo al mundo, había muerto tratando de conseguir que yo estuviese a salvo. Había luchado como había podido en la Guerra de Ripper. Mi padre no había sido suave al hacérmelo saber, la había matado un miembro de la Iniciativa y el le mató después. Sentí un poco de desasosiego porque esa oscuridad también habitaba en mí.

    – [Dante]Llevan horas allí, así que estoy reuniendo un grupo de rescate.[/Dante] – aclaró.

    – [Cole]¿Un grupo?[/Cole] – pregunté, preocupado. Dante nunca había estado muy interesado en la lucha contra la oscuridad. No estaba entrenado ni tenía experiencia, salvo la de las peleas callejeras en las que se había metido en más de una ocasión.

    – [Dante]Kaylee, tú, yo y quien podamos encontrar. Nate seguro.[/Dante] – explicó. Me llamaba la atención que ya hubiese dado por hecho que yo iba a acceder. Por un instante dudé si lo había pensado porque era su hermano y era buena persona o porque la gente me tomaba por alguien adicto a ese tipo de emociones. En su día lo había sido.

    – [Cole]Cuenta conmigo.[/Cole] – afirmé, mirándole a los ojos. No parecía un grupo muy grande, pero con Nate de nuestro lado las cosas pintaban mucho mejor. Yo había estado en la Escuela Legado cuando tuvo que defenderla de un grupo de radicales de ‘Pureza’. Se había propagado como un altercado racista, pero no entre las razas que la gente pensaba.

    – [Dante]Pues coge tus cosas.[/Dante] – dijo poniéndose en pie. Desde luego parecía tener prisa.

    – [Cole]¿Qué cosas?[/Cole] – pregunté mientras le veía volver a ponerse sus sucios zapatos, seguramente por haber pasado por el Bosque de los Lobos. Solo se me ocurría ponerme unas botas para el barro y poco más.

    – [Dante]¿Armas?[/Dante] – preguntó. Me encogí de hombros y le enseñé un bolsillo que solía enganchar al cinturón donde tenía algunos objetos que me podían venir bien. – [Dante]¿Se largó con la espada?[/Dante] – preguntó. Para otra gente una espada tendría poca importancia, pero en nuestra vida ese objeto nos había marcado. Mi padre tenía una espada mágica llamada Espada del Caos. De pequeños nuestra madre siempre se había asegurado de mantenerla lejos de nuestro alcance, pero a mi padre le gustaba enseñarla.

    – [Cole]Sí. No la tengo.[/Cole] – comenté quitándole hierro al asunto.

    – [Dante]Puto egoísta.[/Dante] – maldijo Dante. Su relación con Logan le definía demasiado, hasta el punto de hacer cosas que no serían propias de él con tal de alejarse de la estela de nuestro padre. – [Dante]En fin, echa lo que tengas y vamos.[/Dante] – añadió, al ver que no seguía hablando de él.

    – [Cole]A veces me pregunto si tú eres el demonio serpiente y yo el hijo de «El ángel de Moondale».[/Cole] – metí algunas cosas más en una mochila de viaje que desgraciadamente estaba hecha por Infinity, que también era un gigante al otro lado del charco. No sabía cuantos días iba a estar fuera, así que eché varias mudas de ropa antes de ponerme a escribir una nota para mi padrino.

    – [Dante]Probablemente, por eso me tocó llevar esa mierda de apellido.[/Dante] – respondió con el habitual ironía que ocultaba su enquistada angustia.

    – [Cole]Si algo no te gusta: cámbialo.[/Cole] – le repliqué. No le resultaría difícil convertirse en Dante Browning, Dante Echolls o incluso Dante Roman.

    – [Dante]Mamá siempre decía que nuestros apellidos son un recuerdo de dónde venimos, no de quién somos. Por eso no eres Cole Villiers, pero sí eras su hijo.[/Dante] – A punto había estado de ser Cole Villiers, pero mamá no había querido que olvidase a mi madre biológica y me dejó su apellido para que cuando fuese mayor, lo decidiese yo mismo. Al final, se había convertido para mí en un legado de mis dos madres. Mi padre no me había marcado tanto como para dejarlo ir. – [Cole]No lo vamos a superar en la vida. [/Cole]- admití mientras me colgaba la mochila y me ponía unos zapatos cómodos. No hablaba de mi padre y Dante lo sabía.

    – [Dante]Era lo mejor que teníamos.[/Dante] – aseguró. Asentí con la cabeza.

    – [Cole]Todavía sueño con ella: viene a verme, le enseño esto…[/Cole] – admití. Mi madre seguía siendo un ángel en mi vida, siempre me acompañaría y era por ella y por mi padrino por quienes había conseguido empezar a ser una persona diferente. – [Cole]Es como si siguiera viva.[/Cole] – le aseguré.

    – [Dante]Tienes suerte. Yo no sueño.[/Dante] – replicó con amargura. – [Dante]A veces tengo miedo de olvidarla. De no recordar su cara o su voz.[/Dante] – explicó. Sentí miedo por él, porque no hay nada más doloroso que eso. De las personas que se van siempre nos quedará el recuerdo, quitarnos eso es el mayor daño que se puede hacer.

    – [Cole]Siempre que la eches de menos, puedes venir y te cuento cosas de ella.[/Cole] – le dije, intentando apoyarle. Yo era unos años mayor así que tenía los recuerdos de ella más claros.

    Mi hermano asintió, silente. La oscuridad creció a su alrededor, devorando la luz y tragándolo casi completamente. Le di la mano y me adentré en ella junto a él.

  • SUMERGIDO EN LA OSCURIDAD

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – TALLER

    El taller estaba vacío, silente salvo por el ruido de mis manos y mis herramientas bajo el Shelby del ’67. Me encantaba ese coche, quizá porque era muy parecido al Mustang Fastback del mismo año de Daniel, y debería estar disfrutando al arreglarlo para un cliente que no se preocupaba por el grueso de la factura ni por el tiempo, pero en lugar de eso estaba siendo torturado por el maldito ruido de las agujas del reloj.

    Salí de debajo y me limpié las manos en un trapo. Miré el reloj y fruncí el ceño. Ya habían pasado más de cuatro horas para lo que en teoría iba a ser entrar y salir rápidamente.

    Suspiré. En teoría yo me había quedado en la retaguardia para asegurarnos de que había un plan para que pudieran salir. La realidad es que esa era la excusa que el propio Xander me había dado, a sabiendas de que no me interesaba meterme en una situación así por gente a la que no conocía de nada.

    Pero ahora los que estaban dentro me importaban y mucho, eran de la poca familia que me quedaba, y no podía permitirme el lujo de quedarme allí y dejar que se me escaparan de entre las manos como mi madre.

    De pronto me vi allí, al lado de aquél coche, mientras los demás corrían peligro, y me pareció absurdo. Al principio no había querido ir porque una parte de mí disfrutaba de la adrenalina de una lucha así, pero la rehuía para no ser como él. Y al final estaba haciendo algo más propio de él todavía, que era mirar sólo para mí. Pensarlo me dio un escalofrío.

    Empecé a darle vueltas. No podía sacarles de allí yo solo si ellos no había conseguido hacerlo, y no era un genio de la estrategia, así que necesitaba ayuda. Mi cabeza asoció enseguida genio con ayuda y pensó en Kaylee, el problema es que Noah se la había llevado a Escocia y no tenía tiempo para vuelos.

    Respiré profundamente e intenté calmarme. No, en realidad le pegué una patada a un cubo de metal que quedó tirado en el suelo a unos metros. Tenía medios para ir a por Kaylee, pero no quería usarlos, en mi vida había querido.

    Era mi secreto mejor guardado. En el exterior, me importaba todo más bien poco, hacía gala del orgullo de mis alas siempre que podía y no ocultaba mi atracción por las personas para aprovechar la vida. La verdad era que llevaba mucho tiempo guardando un secreto que no sabían ni siquiera los Echolls, un secreto que solo conocía mi hermano Cole, porque fue el que me encontró.

    Fue un día, poco después de empezar la pubertad, en parte eso tuvo mucho que ver. Estaba en el supermercado de la esquina, cerca de casa. Había ido a comprarme un refresco pero me quedé mirando la sección de revistas X. Pensé que nadie me veía y me escondí una. No es que me diera vergüenza que me pillasen en casa con una revista porno, mi padre era bastante abierto en sus gustos con las mujeres. Pero en esta, no solo salían mujeres. Al poco rato de cogerla vi al guardia de seguridad venir a por mí. Me puse nervioso, no sabía qué hacer, así que corrí entre dos pasillos hasta toparme con uno sin salida. Me refugié en una esquina y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, estaba en un lugar que no me atrevo a describir.

    Pasé allí varias horas, solo, muerto de miedo con las cosas que veía, hasta que conseguí volver, apareciendo justo en el salón de casa. No recuerdo cuanto tiempo estuve en el suelo. Cole me encontró, sé que tenía fiebre. Cuando desperté se lo conté todo, él me había escondido la revista. Con el paso del tiempo me di cuenta de que podía manipular la oscuridad, que mi poder no eran solo las alas de mi madre. Nunca llegué a practicar, siempre me horrorizaba el recuerdo de aquél frío que me devoraba por dentro en ese lugar.

    Me senté y empecé a pelear conmigo mismo buscando excusas para no hacerlo. En el fondo esperaba un mensaje de Xander diciendo que ya habían salido, pero no llego nada. Silencio total. Cuando no pude soportarlo más, hice que la oscuridad se abriera a mi alrededor.

    El frío reptó por mi columna como si una mano estuviese a punto de arrancármela y entonces, me engulló. Temí por unos segundos lo que iba a ver, así que fijé la vista en la salida y corrí sin mirar a ambos lados de ese Reino de la Oscuridad.

    Lo siguiente que vi fueron los árboles de los Bosques del Lobo. Tardé en ubicarme y cuando lo hice me acerqué a la linde para ver la sede de Infinity. Vi soldados patrullando alrededor del edificio y entrando y saliendo por las principales salidas, armados. No tenía buena pinta. Volví a sumergirme en las sombras.

    Aparecí en la verde pradera en la que estaba la casa de los MacLeod, la de sus parientes y un poco más allá la del tío abuelo de Owen. Había estado allí una vez, los Moondies habían decidido recordar viejos tiempos y nos habían llevado de vacaciones. Fue algo menos de una semana y hacía muchos años, pero recordaba cuál era la casa de los MacLeod, así que llamé.

    Delia MacLeod abrió la puerta. Le pregunté por Kaylee al instante, sin dejar casi hablar a la pobre mujer.

    – [Delia]Hija, ha venido un chico a verte.[/Delia] – la llamó, marcando bien lo de chico. Sonreí ligeramente, Kaylee y yo éramos tan improbables como ella y…Leo. – [Delia]Pasa, no te quedes ahí. ¿Quieres un café?[/Delia] – me ofreció. Estaba mayor de lo que la recordaba, pero se la veía bien. El que estaba más avanzado de edad era Arthur, por eso Noah la había llevado allí, para verlo.

    – [Dante]No gracias, tengo un poco de prisa.[/Dante] – confesé, pasando al cálido interior de la casa. Fuera hacía una bruma fría que me había helado por culpa del sudor del viaje. Dentro se estaba bien, se escuchaba una televisión con murmullos como de un concurso.

    – [Delia]Me sabe mal que te quedes ahí…[/Delia] – comentó, preocupada. Me encogí de hombros y le sonreí cordialmente, no sabía qué decir. Kaylee bajo en ese momento.

    – [Kaylee]¿¿Dante??[/Kaylee] – preguntó, casi gritando. Delia nos miró una vez más y se fue a la sala contigua a seguir limpiando mientras tarareaba, seguramente para que no pensáramos que nos escuchaba.

    – [Dante]Tenemos un problema. Gordo.[/Dante] – primero hablé y luego pensé, quizá no era lo mejor que podía decirse a alguien que se había tenido que ir de la fiesta por una crisis de ansiedad. Se escuchó una puerta en la sala de al lado.

    – [Arthur]Voy a ir a arrancar la furgoneta porque con este frío se va a estropear el motor…[/Arthur] – escuché decir a Arthur MacLeod. Sonaba a tener unos cuantos años a sus espaldas, pero se le oía bien.

    – [Delia]Calla ya, Arthur. [/Delia]- escuché reñirle a Delia, mandándole callar.

    – [Dante]Buenas, Sr. MacLeod[/Dante] – saludé, asomándome a la habitación. Si la cosa iba bien no ibamos a tardar en irnos y no me apetecia que pensaran que era un desagradable o que solo saludaba a Delia.

    Kaylee tiró de mí y caminamos hacia fuera. – [Kaylee]¿Ha pasado algo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada e impaciente por mi respuesta.

    – [Dante]Unos cuantos han entrado a Infinity porque tienen a una hija clonada de tu tía Sarah y tu tía Sasha y a un primo tuyo de otra realidad.[/Dante] – el resumen era un poco raro para cualquiera, pero a nosotros, pese a que los Moondies habían intentado que lleváramos una vida normal, nada nos pillaba por sorpresa.

    – [Kaylee]Mi familia no es normal. [/Kaylee]- replicó negando con la cabeza. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó. Tenía el ceño fruncido.

    – [Dante]Están tardando mucho. Fui al bosque y se ve mucho revuelo.[/Dante] – le expliqué. – [Dante]Así que va a hacer falta un grupo de rescate.[/Dante] – añadí. Nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente.

    – [Kaylee]Una cosa: ¿Cómo has llegado hasta aquí?[/Kaylee] – preguntó de pronto.

    – [Dante]Necesito que me prometas que no se lo vas a contar a nadie.[/Dante] – era lo único que podía pedir, a fin de cuentas, si venía conmigo iba a tener que enseñarle mi poder.

    – [Kaylee]Odio prometer cosas que me va a costar cumplir, pero vale.[/Kaylee] – asintió. A Kay le gustaban los chismes pero con un poco de suerte pasaría desapercibido. Llamé una vez más a la oscuridad y aparecí al otro lado. El frío era insoportable.

    – [Kaylee]Es un poder de villano.[/Kaylee]- replicó con una sonrisa.

    Asentí, como si no tuviera importancia. Ella no podía saberlo de todas formas. – [Dante]No quiero que nadie lo sepa.[/Dante] – le aseguré.

    – [Kaylee]Tranquilo.[/Kaylee] – respondió. Supe que decía la verdad. Se marchó de nuevo a la casa para avisar a sus abuelos.

    – [Kaylee]Abuela, me voy a salvar el mundo con Dante.[/Kaylee] – gritó desde la puerta. Tardó unos segundos más en los que tuvo que decir varias veces a Delia que no necesitaba llevarse nada y se marchó con un beso. Cuando llegó a mi lado, me agarró de la mano.

    – [Delia]Arthur y yo también eramos así antes…[/Delia] – comentó su abuela con un suspiro. – [Delia]Pasadlo bien y tened cuidado.[/Delia] – nos animó. Kay me miró, esperando. No sabía si podía hacerlo delante de su abuela pero por sus señales, eso era un sí. La oscuridad nos engulló una vez más. Era algo habitual en mi vida.

     

  • LAS COSAS CLARAS

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – CASA DE LOS WILLIAMS

    Mi estómago sonó de impaciencia por esas hamburguesas que Owen estaba tardando en sacar. Por suerte, me planté a su lado y con diez minutos de presencia intimidante conseguí que me sacara un filete poco hecho que comí sentado en una de las mesas, disfrutando de la música y de ver cómo se divertía todo el mundo.

    Os diré una cosa, los Williams daban las mejores fiestas. Había una piscina a rebosar para quitarse el bochorno de todo el día, no faltaba bebida ni comida y además, podía ir con las alas al descubierto porque prácticamente todo el mundo era conocido o sabría guardar un secreto. La mayoría de los hijos estaban por allí, a Cole le habría gustado volver a verles pero en ese momento estaba demasiado ocupado siendo un otaku después de dar por fin por imposible a Logan.

    La única que no conocía nuestro secreto era Tina, pero la pobre pensaba que yo era una especie de extensión del «marketing» de mi madre, el «Ángel de Moondale». Sorprendía darse cuenta de cuanta gente se creía de verdad que caminaba con unas alas de pega todo el día, incluso después del discurso y la guerra. Al menos el apodo le pegaba y a veces me gustaba pensar que seguía siendo el «Ángel de Moondale» vigilándonos desde allí arriba, porque si alguien podía ir al cielo de mi familia, era mi madre.

    Me limpié con una servilleta cuando terminé el filete y me rellené la bebida antes de ir al montón de paquetes y coger mi regalo para Jane. A Owen se lo había dado un rato antes, un casco nuevo para la moto, y conociendo a su hermana, no quería que pensara que hacía muchas diferencias.

    En ese momento estaba mirando su móvil, un poco ajado ya por el tiempo. Alzó la mirada al ver que me acercaba. Quizá fuera solo cosa mía pero no parecía estar muy cómoda por el acercamiento, muchas veces provocaba ese efecto en la gente, restos de una fama de «malote«.

    Le tendí el regalo y esbocé una sonrisa mientras la miraba. Ella apartó la mirada de mis ojos y la desvió al regalo. – [Jane]No hacía falta que te molestaras.[/Jane]- respondió con sinceridad, abriéndolo.

    – [Dante]No iba a venir con las manos vacías.[/Dante] – respondí, restándole importancia. Hacía unos años que había cumplido el trato que le hice a Sarah y tal como dije, cuando terminé el instituto me puse en marcha con el taller. Al principio fue un poco más atropellado y sobreviví gracias a que ellos me ayudaron, pero ahora la cosa iba viento en popa y me había convertido en algo así como el referente de los coches antigüos. Eso me había permitido mudarme al apartamento que había sobre el taller sin depender de ir continuamente a casa de los Echolls a por restos, al menos en la teoría, me gustaba demasiado cómo cocinaban como para perdérmelo. – [Dante]Además, tuve ayuda.[/Dante] – confesé. Estuve a punto de decirle quién me había ayudado, pero me contuve. Conociéndome, no me pasaría dos veces.

    – [Jane]Es una edición preciosa.[/Jane]- respondió mirando con ilusión un VHS de los Gremlins que había encontrado en un mercado friki de Merelia.- [Jane]Y muy rara.[/Jane] – añadió, agradecida. Había arrastrado a Xander a ver si me ayudaba a elegirle el regalo y el tío aún la conocía como si nunca se hubieran peleado. La idea era que se lanzara un poco y fuera a verla, pero Xander se rallaba demasiado. Tiene gracia que al final lo convenciera Amy de dar un paso adelante, aunque no me extrañaba, Amy tenía carisma, habría hecho un acercamiento hacía mucho si no fuera porque éramos como nitrógeno y gasolina, que no estaba seguro de que fueran a explotar a nivel químico pero tampoco me atrevía a mezclarlos. Además, conocía a alguien que tenía unas ganas locas de gasolina y en ese momento estaba sacando unas hamburguesas de la barbacoa.

    – [Dante]Me alegro.[/Dante] – respondí con una ligera sonrisa. Contraje un poco las alas para que no tropezase Owen, que fue a colocar una bandeja de hamburguesas que olían de maravilla.

    Su hermana sonrió con timidez, sin saber qué decir.- [Jane]Te daría dos besos, pero no te quiero matar.[/Jane] – comentó. Todavía veía a esa niña a la que sus padres no dejaban acercarse mucho al resto. Solo dejaban acercarse sin vigilancia a Xander y ahora sabía el motivo, pero me parecía que ella no, igual que él no lo había descubierto hasta hacía poco.

    Solté una risa. – [Dante]No me van las emociones tan fuertes.[/Dante] – repliqué, dando un trago largo a la bebida. Me quedé allí, en silencio, intentando tener una conversación. Era y probablemente siempre seré un solitario por naturaleza, así que cuando trataba de forzar una socialización solía quedarme un poco rara. Me había acostumbrado a ello y le restaba importancia, no me molestaban los silencios.

    – [Jane]¿Cómo te va con mi hermano?[/Jane] – preguntó ella. Estaba dando otro trago y casi escupí la bebida.

    La miré a los ojos, no sabía si estaba de broma o me estaba reprochando haberme liado brevemente con Owen, sabía lo protectora que podía llegar a ser y después de su pelea, mucho más. – [Dante]No te tomes muy en serio una noche loca.[/Dante] – le expliqué. Tampoco habíamos llegado a nada más que a besarnos, los dos estuvimos de acuerdo en que éramos demasiado buenos amigos como para empezar a confundir las cosas. El problema era sobre todo mío, la bebida me ponía demasiado cariñoso. – [Dante]A veces hay que vivir el momento.[/Dante] – repliqué. Si, ya sé que me vais a psicoanalizar con cháchara de esa de que en realidad estaba hablando por mí mismo, porque la muerte de mi madre me había dejado tocado y me negaba a fingir o a contenerme porque nunca se sabía cuando ibas a morir o perder a alguien importantes. Pues enhorabuena, así era.

    Algo en mi respuesta puso incómoda a JJ. Quizá influyó que no apartase la mirada ni me avergonzara de haber besado a Owen. – [Jane]Vaya, no sabía… yo, vamos… eh…[/Jane] – balbuceó.

    – [Dante]No te agobies JJ.[/Dante] – dije con un gesto de la mano. – [Dante]Somos amigos, nos liamos, seguimos siendo amigos y no se repetirá. Fin.[/Dante]  – resumí, para que no se preocupase. Owen iba de ligón pero estaba deseando sentar la cabeza con alguien, solo que tenía miedo a hacerlo porque a sus padres les había ido como el culo. Y yo, aunque la gente no lo creyera, era un buen amigo y no quería hacer daño a Owen, así que solo amigos, fin. Nadie se muere por ser solo amigo de alguien que le parece atractivo y nuestra amistad valía más que eso.

    – [Jane]Os admiro.[/Jane]- admitió dando un trago de su bebida, probablemente té helado.

    – [Dante]Creo que a Xander también le gustaría haber sido un poco así.[/Dante] – la miré desde detrás de mi vaso mientras bebía. Ya os lo dije, no solía contenerme dos veces.

    Ella se atragantó y tosió. – [Jane]Perdón.[/Jane] – se disculpó. JJ, siempre correcta, muy distinta en algunas cosas de su hermano y muy parecida en darle vueltas a las cosas a Xander. Parecían los amantes de Teruel.

    – [Dante]Normalmente si te lo piensas mucho acabas sin hacer nada.[/Dante] – añadí, a sabiendas de que ella había disimulado para dejar pasar mi comentario. Eso normalmente funcionaba, pero mis habilidades sociales nunca habían estado muy pulidas y ya sabéis mi máxima, no hay que perder el tiempo. Mañana cualquiera de nosotros podría estar muerto.

    – [Jane]Alexander y yo no podríamos estar juntos.[/Jane]- respondió ella, asegurándose de que nadie la escuchaba. Me pregunté cómo sería de duro estar todo el día preocupada, yo no sería capaz. Prefería que pensasen que no valía para nada. – [Jane]Ni aunque pudiera tocar a alguien, que no es el caso.[/Jane] – dio un trago y os aseguro que estuve a un suspiro de decirle que a Xander sí le podría tocar, pero sabía que él no quería que lo supiera para que no se viese atraída hacia él por eso.- [Jane]Nos dejamos de hablar hace mucho.[/Jane] – puntualizó.

    – [Dante]También con tu hermano.[/Dante] – repliqué. De pequeño siempre decían que tenía una contestación para todo y de mayor no era muy diferente.

    – [Jane]Mi hermano es de mi famila.[/Jane]- puntualizó ella. Ahí tengo que reconocer que quizá me puse más tenso de lo que debería.

    – [Dante]¿Y esa palabra se supone que tiene que cambiar algo?[/Dante] – pregunté. Seguramente soné molesto, porque me molestaba muchas veces como se usaba la palabra familia. La gente solía utilizarla a la ligera, para añadir obligaciones a otros y quitárselas ellos mismos. Si tenía que definir la familia para mí, sería algo parecido a los Moondies. Los Echolls eran mi familia, Cole era mi familia y mi madre era mi familia. Mi padre, no.

    – [Jane]¿Te ha dicho Alexander que me digas eso?[/Jane]- preguntó con las cejas enarcadas, estaba visiblemente molesta, así que contuve mi mala leche, era su cumpleaños y no tenía por qué aguarle la fiesta.

    – [Dante]Hace un par de días que no veo a Xander y creo que nunca hemos hablado de lo vuestro.[/Dante] – le aseguré. Las conversaciones trascendentales las tenía con Ellie, porque mi respuesta para todo ya la sabía la mayoría de la gente.

    – [Jane]No hay nada nuestro.[/Jane]- sentenció. Frente a la seguridad que intentaba aparentar, solo veía grietas. No sabía cómo Xander que era el que sabía leer a la gente no conseguía verlas. Probablemente tuviera demasiado miedo al fracaso. El miedo es un lastre, por eso yo no temía a nada.

    – [Dante]Ya.[/Dante] – repliqué, incrédulo.

    – [Jane]¿Qué mierda piensas que puede haber entre nosotros cuando él estaba follando con Tina y ahora está en Merelia viviendo la vida padre?[/Jane] – estaba dando en una herida y cuanto más removía el dedo más se cabreaba JJ. Por un momento pensé que iba a ponérsele el pelo rubio y los ojos azules.

    – [Dante]A ver Jane, la vida padre difícil, teniendo en cuenta que se largó a Merelia porque no podía seguir viéndote en la Universidad a diario.[/Dante] – ya está, ya lo había dicho, por si quedaba alguna duda. No entendía por qué todo el mundo temía decirle la verdad a JJ, vale que tenía mala leche y enfados épicos, pero si la evitaban en lugar de decirle las cosas, jamás podría librarse de esos enfados. En el fondo tenían tanta culpa los demás como ella por el tiempo que habían estado sin hablarse. – [Dante]Básicamente lo mismo por lo que dejó a Tina.[/Dante] – añadí. Yo era un tipo formal y un buen amigo, así que me había mantenido alejado de Tina pero no por falta de ganas. Ya tenía que estar enamorado de Jane para no haber llegado a estrenar el miniXander con Tina después de dos años siendo novios. Mi hermano adoptivo era un poco desastre.

    – [Jane]No tienes derecho a venir a decirme esto.[/Jane]- espetó Jane, un poco más alto que antes. Tenía los ojos anegados en lágrimas y vi que su hermano miraba hacia nosotros.

    – [Dante]Te digo la verdad, no pensé que te haría sentir mal. Lo siento.[/Dante] -me disculpé con sinceridad. Pero llegaba ya un poco tarde.

    – [Jane]Esto no es una serie, Dante. No tienes derecho a hablar de mi vida ni de la de Alexander.[/Jane]- me dirigió una mirada seria que me habría frito en el sitio.- [Jane]Bebes como un cosaco porque eres incapaz de aceptar que tu madre esté muerta y el cerdo de tu padre siga vivo.[/Jane]- hizo una pausa, o no, no estoy seguro porque durante unos segundos desconecté. No era mentira del todo, pero me molestaba pensar que la gente se diera cuenta. – [Jane]Te enrollas con mi hermano cuando te sale de los cojones como si fuera de usar y tirar.[/Jane]- añadió. Aguanté su desahogo, porque a fin de cuentas yo lo había provocado diciéndole lo que pensaba, tampoco podía ahora quejarme, aunque lo de Owen no fuera así.- [Jane]No eres un ejemplo de nada. Te estás convirtiendo en tu padre, así que despierta antes de que sea demasiado tarde.[/Jane] – finalizó. Dejé pasar unos segundos, saborear lo que acababa de decirme.

    – [Dante]Touché.[/Dante] – dije finalmente. – [Dante]Lo de mi padre es un golpe bajo.[/Dante] – puntualicé. Decir que me estaba convirtiendo en mi padre probablemente fuera el mayor insulto que pudiera decirme nadie. Sí, bebía, tampoco me afectaba una barbaridad por ser aesir y no acababa tirado por las calles. ¿A veces había bebido porque echaba de menos a mi madre y no me apetecía que nadie me compadeciese? Sí. Pero no era como él, yo nunca habría abandonado a mis hijos. Para él quizá fuera más importante coger esa puta espada y ensartar al asesino de mi madre, pero eso no la iba a traer de vuelta.

    – [Jane]Y ahora me escuchas.[/Jane]- levantó el dedo, impidiendo que le respondiera.- [Jane]Yo jodí mi amistad con Alexander.[/Jane] – añadió. Eso rebajó sustancialmente la mala leche que me dio que me hiciera callar, así que me calmé.

    – [Dante]Si quieres me opinión, tampoco él ha estado muy fino.[/Dante] – comenté, haciendo como si todo lo que acababa de decirme hubiera quedado barrido debajo de la alfombra. Yo no quería la pena de nadie. No, no terminaba de superar que la persona que más me quería estuviera bajo tierra, nunca lo haría. Solo hablé de ello con Daniel y él me lo dejó claro, ser huérfano no tiene vuelta atrás, no hay un viaje de crecimiento en el que de pronto, ya es como si tus padres nunca hubieran muerto y lo superas. No, siempre duele, siempre está ahí, acompañándote toda la puta vida.

    – [Jane]Era mi mejor amigo y se puso del lado de mi hermano cuando yo le necesitaba.[/Jane]- respondió en voz más baja, con lágrimas en los ojos. Le pasé una mano por la espalda y caminamos hacia un lugar un poco más apartado. Sentía la mirada de Owen en mi espalda, si había hecho llorar a su hermana caería toda su ira sobre mí fuera quien fuese.

    – [Dante]No es una excusa pero vamos, la mayoría de los adolescentes son un poco intensos y Xander como ha salido legal legal legal bueno, se vino un poco arriba.[/Dante] – Xander y Jane eran un cúmulo de malentendidos elevado a la séptima potencia.

    – [Jane]Ya.[/Jane]- suspiró y se limpió las lágrimas. Si todavía lloraba por él, no entendía cómo Xander no había conseguido acercarse a ella.

    – [Dante]Está claro que no soy el ideal para dar consejos, pero como son gratis y la bebida también: Igual no es demasiado tarde.[/Dante] – comenté. Ella se quedó mirándome unos segundos.

    – [Jane]Deja la bebida, Dante.[/Jane]- me pidió. Lo consideré unos instantes, antes podía ser por la mala leche, ahora lo decía preocupada. Quizá empezase a beber un poco menos si así era como me veía la gente.- [Jane]Y sobre lo otro: si tanto me quisiera, habría venido a la fiesta.[/Jane] – añadió, tan cabezota como de costumbre. Solo se justificaba, igual que Xander, así que decidí soltar la bomba.

    – [Dante]Ya. Por cierto alguien ha dejado un regalo misterioso.[/Dante] – comenté, a sabiendas de que sabría perfectamente por quién lo decía. Xander me lo había pedido el otro día, seguramente porque ni Elle ni Owen habrían aceptado.

    – [Jane]Es de él, ¿verdad? [/Jane]- preguntó acercándose al paquete que le tendí. No respondí, me limité a sonreír. Técnicamente yo no había dicho nada, tal y como le dije a Xander.

    Ella abrió el paquete y se quedó callada cuando vio lo que había dentro: Una reluciente InfiniBand último modelo. Por todo el tema de su hermano, JJ llevaba años queriendo una.- [Jane]No…no la puedo aceptar.[/Jane] – respondió. No era tan caro como un Inphone nuevo, pero no era un juguete de cuatro duros.

    – [Dante]No tiene dirección de devolución, pero se lo puedes llevar en persona si sabes de quién es.[/Dante] – repliqué con una sonrisa pícara.

    – [Jane]Te odio.[/Jane] – sentenció, quizá no lo decía en serio. Hacía unos minutos no habría estado tan seguro.

    – [Dante]Hay una larga lista, ¿te apunto?[/Dante] – respondí. Ella asintió, con una sonrisa que no pudo disimular mientras se probaba la pulsera.

    – [Dante]A mi me regaló una cartera el cabrito.[/Dante] – comenté, sonriendo.

    – [Jane]Tú no eres su mejor amiga.[/Jane]- replicó ella, mirándome. Volvía a calificarse de mejor amiga asi que parecía que las cosas apuntaban maneras.

    – [Dante]Is di mi fimilii.[/Dante] – me burlé, imitándola de la forma en la que ella solía imitar a su hermano.

    Puse como excusa ir a por una hamburguesa y la dejé con su nuevo juguete y la semilla de hablar con Xander plantada. Fui de verdad a por una doble con extra de salsa y me senté en un lado solitario del jardín. Ya había socializado bastante por un rato y las penas con comida son más leves.

    Supongo que tengo que admitir que parte de lo que me dijo JJ ese día me caló y nuestra relación cambió bastante de ahí en adelante. Yo la respetaba por decir las cosas claras y a ella le caía medio bien por algún motivo. Empecé a beber menos, limitándome solo a la ginebra rosa, un homenaje a alguien muy especial, pero sin pasarme demasiado. No iba a dejar que la gente dijese de mí que era un pobre miserable que bebía para olvidarse de su madre muerta. Aunque quizá lo más decisivo fue la comparación con Logan, jamás me iba a parecer a él, incluso había llegado a plantearme quitarme el apellido Villiers, pero fue mi madre la que lo eligió y si ella había aguantado ser una Browning con el padre y el hermano que le habían tocado, yo podía ser un Villiers y redefinir el concepto de la mierda de padre que me había tocado.

  • DESPLEGANDO LAS ALAS

    Dante Villiers | Casa de los Echolls

    El sol se filtraba ya por las rendijas que había dejado en la persiana. Tenía que haberla bajado a tope, así podría seguir durmiendo y no tendría que fingir que seguía sin saber que llegaba tarde a clase. No me apetecía mentir a la gente que me había dado un hogar.

    Como si se oliese mis pensamientos, alguien llamó a la puerta y esperó. A esas horas solo podía ser Sarah, Daniel ya habría salido para la Escuela Legado y ella seguro que se había quedado atrás para hablar conmigo.

    – [Dante]¿Si?[/Dante] – pregunté, mientras salía de debajo de las sábanas. Entrecerré los ojos, la suave luz que se colaba por las rendijas me molestaba. La noche anterior me había acostado tarde y ahora iba a pagarlo.

    – [Sarah]¿Puedo pasar?[/Sarah] – preguntó, aún sin abrir, esperando al otro lado de la puerta. La tía Sarah era tan buena y ponía las cosas tan fáciles, que al final resultaban difíciles. Cogí la pila del despertador y volví a ponerla.

    – [Dante]Si, como si estuvieras en tu casa.[/Dante] – comenté. Mi sentido del humor era un poco gris, tirando a negro muchas veces. Cosas de tener un padre que no vale para nada, aprendes a pasar de todo.

    La tía Sarah abrió la puerta cuando estaba levantando la persiana. Me acerqué al tragaluz y abrí la contraventana para que el chorro de sol nos bañase. La buhardilla de la casa de los Echolls se había convertido en mi hogar desde poco después de que asesinaran a mi madre. Al principio dormía en la habitación de Xander, pero no tardé en tener la confianza suficiente como para pedirles cambiarme allí. Era amplia, estaba más aislada del resto de la casa y no la usaban. Como era tan grande, habían levantado un muro para hacer un cuarto trastero, pero por lo demás, era toda para mí, incluyendo la gran ventana por la que podía salir a volar. El sótano también estaba libre, pero como os imaginaréis, un pájaro no está muy cómodo bajo tierra.

    Ella entró llevando una bandeja con un desayuno completo y lo dejó en la mesa de escritorio. – [Sarah]Te he traído el desayuno a la cama, porque me he imaginado que estabas malo.[/Sarah]- comentó, siempre con un rostro amable. Llevaba la ropa de estar en casa, así que ese día trabajaba desde allí. Ventajas de tener tu propio negocio.

    – [Dante]Gracias, tía.[/Dante] – respondí. Tengo que reconocer que antes de todo lo que había pasado, no me habría imaginado llamando a Sarah y a Daniel tía y tío respectivamente. Mi padre contribuía a que mi familia estuviera más distanciada del resto de Moondies, solo mi madre me conectaba con ellos. Curiosamente, su último regalo fue dejarme a cargo de personas en condiciones, mientras que el de mi padre, fue largarse, arrastrando al pobre Cole a su mierda de búsqueda de venganza. – [Dante]Estoy bien, ya te lo imaginas. Me he dormido.[/Dante] – no le iba a mentir. Como ya he dicho, la tía Sarah ponía las cosas tan fáciles y daba tanta confianza, que era casi imposible mentirle y traicionar esa confianza.

    – [Sarah]Lo sé.[/Sarah]- respondió, señalándome la bandeja. Empecé a devorar las tostadas y el café, mientras ella me miraba, pensativa.

    – [Dante]Por algo eres la Elegida.[/Dante] – comenté, bromeando para aliviar la tensión. Bueno y quizá dorándole un poco la píldora. – [Dante]Es el primer día, no me pierdo mucho.[/Dante] – me defendí, con desgana en cualquier mención al instituto. En el colegio, cuando mi madre todavía estaba viva, había sido siempre el malote, dispuesto a evitar que se metieran con mi madre o hicieran bromas a costa de mi familia. En el instituto, después de morir mi madre, ya no me quedaban ganas para fingir que me importaba lo que pensara nadie. Por mí podían irse todos a tomar por el culo.

    – [Sarah]He pensado, que si quieres, puedo llevarte yo.[/Sarah]- se ofreció, observándome. Evité el plátano, con suerte podría esquivarlo si negociaba.- [Sarah]Soy guay[/Sarah] – añadió, sonriendo.

    Me reí inevitablemente. Esperé a tragar para responder. – [Dante] Solo por ver la cara de Xander y Elle aceptaría.[/Dante] – comenté. Bueno, sobre todo de Xander, la verdad es que a Elle todo le venía bien y seguro que le daba más por alegrarse que por avergonzarse al ver a su madre. Pensándolo bien, quizá a Xander también. Mierda, el complicado era yo, el que no quería ni acabar el instituto. – [Dante]Había pensado empezar mañana. De todas formas….[/Dante] – añadí. Había pasado de curso a duras penas, probablemente con algo de pena por parte de los profesores por lo de mi madre, igual que los cursos anteriores. Era el último año, pero para mi era una eternidad, y eso suponiendo que aprobase todo.

    – [Sarah]Si no vas hoy, tampoco irás mañana.[/Sarah]- me recordó. La tía Sarah sabía perfectamente cómo hablar conmigo. Era tan agradable que hacía que te sintieras mal por no hacer lo correcto.

    – [Dante]Ya pero….si es que nada de eso me vale. Se me dan bien los motores y no vemos casi nada de eso.[/Dante] – intenté argumentar. Sabía que no la convencería, pero es que de las clases solo se me daban bien las manualidades. No, no esas, hablo de carpintería, mecánica y cualquiera que implicara hacer algo práctico.

    La tía Sarah suspiró.- [Sarah]Me gustaría decirte que le prometí a tu madre que terminarías el instituto, pero no…[/Sarah]- no pudo terminar la frase. Todavía después de varios años, cuando mencionaba a mi madre se le saltaban las lágrimas. Sabía que la tía siempre se había sentido culpable, pero no tenía claro por qué. La culpa la tenía el asesino. Esperé a que se le pasara, si había alguien en el mundo que nos entendiese a Cole y a mí, era la tía Sarah. – [Sarah]Lo que quiero decir es que si no terminas el instituto y te va mal con el taller, vas a estar en la mierda.[/Sarah]- explicó con sinceridad. El taller que le había montado mi madre a mi padre para que hiciera algo llevaba alquilado una temporada a un conocido. Los Echolls gestionaban ese alquiler en una cuenta a nombre de Cole y mía, pero se renovaba cada mes, así que siempre estaba la opción de no renovarlo y que yo me hiciese cargo.

     – [Dante]Pero podríais ayudarme a llevarlo.[/Dante] – comenté, intentando negociar. Vale, era joven para llevar las cuentas y tal, pero eso siempre se podía contratar. Ellos ya tenían un negocio, podían ayudarme, o contratar a Cara aunque tuviese que darle un porcentaje.

    – [Sarah]¿Y qué gano yo con eso? Y no hablo de dinero.[/Sarah]- replicó, sonriendo. Suspiré, había llevado las riendas de la conversación en todo momento.

    – [Dante]A ver si adivino, si termino el instituto me ayudaréis.[/Dante] – respondí, dando los últimos mordiscos a la tostada.

    Sarah asintió, sonriendo.- [Sarah]Ahora puede parecerte el peor trato de la historia, pero conozco muy bien a alguien que era como tú.[/Sarah]- comentó. Era fácil imaginarse que hablaba del tío Daniel. Él siempre había intentado dejar claros sus errores a sus hijos para tratar de evitar que ellos los repitieran. Cuando era más joven que yo ya estaba solo por el mundo, buscando venganza y huyendo de su familia adoptiva. Bueno, yo no iba a huir de nadie, solo quería saltarme la parte inútil del instituto, pero supongo que no le faltaba razón. Curiosamente, pese a hablar tanto de lo que él creía haber hecho mal, Xander no terminaba de entender por qué no le dejaban ir de caza y pensaba era un sinónimo de ser débil.

    – [Dante]Sé que me ayudarías igual. Pero vale, te lo debo supongo.[/Dante] – comenté, no tenía sentido discutirlo eternamente, al menos sabía que me quedaba un año y ya, podría librarme de eso y dedicarme a lo que se me daba bien. De paso había aprovechado para darle las gracias a mi manera, por desgracia era un Villiers, así que lo de mostrar sentimientos se me daba bastante mal, aunque la influencia de los Echolls me había cambiado.

    – [Sarah]Eh, escucha.[/Sarah]- se acercó y me puso una mano en el hombro, con delicadeza.- [Sarah]No me debes nada. No le debes nada a nadie y menos, a nosotros.[/Sarah] – sentenció. Entendía lo que me estaba queriendo decir, que era que no me estaban haciendo ningún favor, ni caridad, algo que agradecí, odiaba despertar pena en la gente. Pero eso no hacía menos cierto que les debiese el tener un hogar estable. Con Logan no lo habría tenido en la vida, era mi madre la que hacía las cosas bien y mantenía unida la casa. Una vez murió, ya se veía en lo que quedaba la familia.

    – [Dante]Ya tenías bastante con un par de rubios y salvar el mundo.[/Dante] – le aclaré. Como si me recriminara no haberme acordado de ella, Xena, la samoyedo inmortal – sí como lo leeis, es una larga historia parece ser, pero bueno, yo tengo alas, no soy nadie para juzgar – me golpeó con el hocico. Acaricié su suave pelo blanco inmaculado y me acordé de Simba, tan bruto como noble e igual de inmortal que Xena y el resto de perros que se encontraron. Logan se lo había llevado con él. Si mi madre siguiese viva, el perro jamás se habría apartado de ella. Pero la vida funciona así, tienes a un gilipollas y a una inocente, la inocente acaba a dos metros bajo tierra y el gilipollas sigue vivo y sano.

    – [Sarah]Ahora tengo tres rubios y Sasha salva el mundo.[/Sarah]- respondió despreocupadamente. La tía Sasha se encargaba desde antes de nacer Xander de las patrullas nocturnas, pero desde hacía ya unos años, la tía Sarah y el tío Daniel habían vuelto a salir algunas noches con ella, no sé si porque de verdad hacía falta o porque querían recordar viejos tiempos.- [Sarah]Sé que nunca voy a ser tu madre, pero siempre voy a estar aquí para ti.[/Sarah] – añadió. Sentí una punzada en el corazón. Me habría gustado decirle que nunca dejaría de ser para mí una especie de madre, pero si ni siquiera soy capaz de escribirlo en condiciones, mucho menos decírselo a la cara. Mi madre había muerto, no lo había superado aún pese a que hacía años, y según decía el tío Daniel, jamás lo superaría, ese dolor siempre sería parte de mí igual que perder a sus padres era parte de él. Pero tenía gente que me quería y tiraba hacia delante.

    – [Dante]Intentaré estar a la altura.[/Dante] – dije simplemente. Ya os lo he dicho, no se me da bien mostrar mis sentimientos. – [Dante]Venga, vamos, toca el claxon cuando lleguemos y yo gritaré «Xandriiiii he venido a traerte la merienda»[/Dante] – bromeé, intentando cambiar de tema.

    – [Sarah]Puede que ese sea el peor chiste de la historia.[/Sarah]- replicó la tía Sarah, con una ligera sonrisa. Seguramente sabía que había cambiado de tema, pero como ella era así, no insistió, me dejó ir.

    – [Dante]Que va, eso sería si lo hubiera contado el tío.[/Dante] – respondí. El tío Daniel contaba tan bien los chistes como recordaba los refranes. A ver, que a veces tenía su gracia, como todo el mundo, pero a su estilo. Normalmente hablaba tan poco fuera de casa que era difícil llegar a escucharle alguna gracia. En casa sí, era más abierto, incluso conmigo.

    – [Sarah]Luego le cuento lo que has dicho.[/Sarah]- amenazó bromeando. Entonces desvió la mirada a mi plato y se fijó en el plátano que había esquivado.- [Sarah]Cómete eso o te dará escorbuto.[/Sarah] – sentenció. Era igual que Mike, que a su vez era igual que su madre. ¿Para qué comer tan sano si al final todos la vamos a palmar? Prefería dejar un cuerpo gordo y feliz atrás que se hubiera hinchado a fajitas.

    – [Dante]Cuando tenga el taller no pienso arreglaros el Mustang.[/Dante] – bromeé, comiéndome el plátano de mala gana.  El Mustang del tío Daniel era una preciosidad, una auténtica reliquia. Le había ayudado a arreglarlo varias veces y me había dejado conducirlo incluso. Elle o Xander lo heredarían algún día.

    – [Sarah]Iré al de al lado.[/Sarah]- me ignoró, encogiéndose de hombros.

    – [Dante]No te atreverás. [/Dante] – fingí mirarla mal mientras terminaba la fruta y recogía las cosas del desayuno. Al menos de lo que se come se cría. Me coloqué la Infinity Band que al instante me mostró el tiempo exterior y mis pulsaciones.

    La tía Sarah miró el reloj en la suya. -[Sarah] Tienes diez minutos para estar listo.-[/Sarah] se levantó del sillón y caminó hasta la puerta.-[Sarah] Tic tac…[/Sarah] – me apremió, asomando solo la cabeza.

    – [Dante]Ya va, ya va. [/Dante] – me quejé, aunque en el fondo estaba bastante más animado.

    No me entendáis mal, no tenía ni maldita gana de ir a clase, pero al menos ahora me lo tomaba como una barrera a superar para tomar las riendas de mi futuro. Eso y que estaba deseando meterme con Xander.