Moondale

Etiqueta: Dante siempre dando por culo

  • LLEVANDO LA CONTRARIA

    DANTE VILLIERS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    En esa cabaña que me hizo pensar que estaba de vuelta en la tierra de los vikingos o en la Edad Media, aunque esta parecía más abandonada y tan pequeña que casi no podía estirar las alas del todo.

    Tampoco tuve tiempo a agobiarme demasiado, porque enseguida se abrió la puerta y una mujer algo mayor que yo, vestida como si saliera de una serie de gladiadores, solo que esto no iba a acabar de la misma forma, no porque no me pareciera atractiva, si no porque no sabía si no sería, bueno, mala.

    – [Caitriona]Hola, Dante. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]- ofreció. En un oscuro rincón de mi poder, sentí que la oscuridad la acompañaba también, pero no como parte de ella. No estábamos solos.

    – [Dante]No sé muy bien qué me vas ofrecer pero te adelanto que será un no.[/Dante] -repliqué. No tenía interés en negociar sabiendo que el resto podían estar en cualquier parte. Y además, si aquella cosa que nos rondaba quería un trato conmigo, que me lo dijera a la cara.

    – [Caitriona]Puede que tenga algo interesante que ofrecerte.[/Caitriona]- intentó abrirse paso, pero no era muy paciente cuando trataban de venderme algo. – [Caitriona]Si no me quieres escuchar, me voy.[/Caitriona]- dijo con calma. La miré, decidí que ya que me había explicado después de su presentación que todos nos reuniríamos cuando escucháramos su oferta, al menos podría aguantar unos minutos.

    – [Dante]Te escucho, ya has dicho que no vería al resto hasta entonces. [/Dante]- me apoyé en la pared, sin esconder lo que pensaba. Ella hizo aparecer un silla y se sentó. Magia, no me hacía mucha gracia ver que la usaba con tanta facilidad.

    – [Caitriona]Puedo llevarte de vuelta a la Tierra.[/Caitriona]- solté una risa, desde luego estaba bien informada.- [Caitriona]Ahora mismo.[/Caitriona] – aclaró.

    – [Dante]¿Sólo a mi? [/Dante]- pregunté, me imaginaba lo que dirían si cuando todos se reunieran yo no estaba, habiendo vuelto a casa.

    Ella asintió.- [Caitriona]No puedes decidir por el resto.[/Caitriona] – afirmó. No le estaba pidiendo decidir por ellos, solo ampliar la oferta, pero no tenía pinta de ser negociable.

    – [Dante]¿Y a ellos que les pasará?[/Dante]

    – [Caitriona]Seguirán su camino.[/Caitriona]

    Alcé una ceja. Todo parecía muy fácil según lo decía. – [Dante]Ya. ¿Y el truco?[/Dante]

    – [Caitriona]El truco es que dejarías de ser Daë.[/Caitriona]- comentó encogiéndose de hombros.

    – [Dante]¿Te quedarías con el título para tu colección a cambio de llevarme a casa? [/Dante]- repliqué para confirmar su idea.

    Ella se rió.- [Caitriona]No funciona así.[/Caitriona] – explicó, sin dar detalles de cómo se suponía que funcionaba e realidad.

    – [Dante]Otra persona seria Daë en mi lugar y ya está, seguro que alguien que te viniera bien. [/Dante]- comenté, sonriendo.

    – [Caitriona]Si aceptas, aparecerá otra persona para ocupar tu lugar y volverás a la Tierra.[/Caitriona] – con eso no negaba lo que yo había dicho. Me estaba ofreciendo básicamente quitarme del medio, mandarme a casa pero llevarse mi papel en todo esto y poner a alguna marioneta a cargo. Quien sabe si para tratar de que nuestra supuesta misión final no llegase a tener lugar.

    La observé, me fijé en sus movimientos, repasé sus palabras, el trato. – [Dante]Ya he decidido.[/Dante] – dije al final.

    – [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona]

    – [Dante]Tiene gracia porque hace nada estaba a punto de largarme. [/Dante]- comenté, consciente de que cualquiera, incluso los que me conocieran, aludirían a esa parte de mi carácter que me hacía llevar la contraria a menudo. Y el caso es que era un poco así, al ver que me estaba ofreciendo todo en bandeja para quedare con mi «título» de Daë, eso me hizo plantearme el valor que tenía en realidad. – [Dante]Pero voy a pasar de la oferta. [/Dante]

    – [Caitriona]¿Y qué te ha hecho cambiar de idea?[/Caitriona] – preguntó ella, disimulando su molestia.

    – [Dante]Soy un tipo sencillo, me gusta reducir todo a lo básico.[/Dante] – aclaré. No necesitaba mucho, las cosas normales, no verme convertido en una especie de salvador y enfrentarme a la muerte a menudo. Me bastaba con tener mi apartamento sobre el taller, mi trabajo en él y una vida social resumida a los días de salir de fiesta o salir a comer, a ser posible con un buen recorrido por carretera. Y ocasionalmente, perderme en las montañas y volar. – [Dante]Para mí ser Daë no significa nada, mi padre lo era y no soy su mayor fan. Pero me he dado cuenta de una cosa…[/Dante]- dije con la cara de picardía que siempre me habían señalado en las fotos. No tenía reparos en asumir que parte de lo que me desagradaba de ser Daë era tener más cosas en común con él. Si mi madre lo hubiera sido, quizá pensaría diferente. Tampoco me encantaba la presión de lo que se esperaba de mí por serlo, ¿y si no era digno? ¿Si no pasaba las Pruebas? – [Dante]… Y es que si tú quieres cambiarlo, tiene que tener valor.[/Dante] – razoné.

    Caitriona sonrió.- [Caitriona]¿Entonces no aceptas el trato?[/Caitriona] – repitió, para asegurarse, aunque su silla ya estaba desapareciendo, sin duda sabía la respuesta.

    – [Dante]No, creo que me lo quedaré. Aún estoy a tiempo de volver con el tipo ese de la luna.[/Dante] – habíamos tenido que salir corriendo pero en algún momento volveríamos a la Kvasir.

    – [Caitriona]Está muerto.[/Caitriona]- puntualizó ella. Parecía divertirle que mi plan no hubiera salido tan bien.

    – [Dante]Qué suerte…[/Dante] – me quejé. Ella me miró fijamente y mostró una esfera allí en medio de la cabaña. La escena fue breve, salía una persona con aspecto místico, no la conocía pero sabía que era quien podía enviarnos a casa. Su rostro se crispó y segundos más tarde una figura menuda le sujetaba por el cuello mientras se sacudía hasta quedar sin vida. La figura se giró, era ella, Omega. Se miró las manos y quedó quieta unos segundos hasta que creó un portal y lo atravesó. Había estado en estos mundos todo este tiempo sin que lo supiéramos y ahora no solo había acabado con nuestra forma de volver si no que la había aprovechado para regresar ella.

    – [Caitriona]Volveremos a vernos, Dante.[/Caitriona]- dijo cuando la silla desapareció. Mi rostro estaba crispado por la ira tras ver a la asesina de mi madre, pero no podía dejar que ella supiera que había conseguido afectarme sí.

    – [Dante]¿Esta noche?[/Dante] – traté de bromear. Era guapa, pero en ese momento solo tenía ira dentro. Pensándolo bien, habría sido una buena forma de dejarla ir.

    – [Caitriona]En tus sueños, quizás.[/Caitriona]- respondió dándome la espalda. Era una de las cosas que hacía la gente que más disfrutaba. – [Caitriona]Por cierto, tu madre está en la Tierra.[/Caitriona] – añadió.

    – [Dante]¿Cómo…?[/Dante] – pregunté, pero ella ya se había ido atravesando la puerta. ¿A qué se refería con que mi madre estaba en la Tierra? ¿Había…vuelto?

    Ni siquiera podía llegar a alegrarme y supuse que Caitriona lo sabía, había dejado caer los dos datos uno tras otro. Mi madre estaba en la Tierra y Omega había ido derecha hacia allí. Ya tenía su poder, no ganaba nada, pero lo que había visto de ella me había dejado claro que era lo bastante cabrona y mala como para querer que lo que había hecho fuera permanente.

    Solté un grito de ira que quedó amortiguado en la soledad de la cabaña.

  • DOS FUEGOS

    DANTE VILLIERS

    LA KVASIR – MAÑANA

    Era una mañana extraña. Para empezar, había madrugado. No es algo que fuera muy común en mí, pero supongo que me sentía con ganas de volver a trabajar con mis propias manos. Al principio dudé,  era demasiado temprano y empezaba a notarme de mal humor por un sueño más corto de lo habitual, pero después vino la recompensa cuando me crucé con Lexie, que acababa de llegar con provisiones de la ciudad y un rumor muy jugoso.

    Asentí, casi dormido, mientras me lo contaba con una energía que yo desconocía en ese momento y me fui a trabajar en el portón de la la Nave. Mis manos sabrían donde ir al principio y las diferencias con la mecánica del futuro terminarían llamando mi interés y despertándome.

    Tras media hora disfrutando de la soledad y el hecho de tener una tarea cercana y asequible que solucionar, la puerta que daba al gimnasio se abrió y entró Ezra. Tenía la frente perlada de sudor y bebía agua de una botella hecha del cristal resistente del futuro, que no se rompía al caer al suelo.

    Le saludé con la cabeza y el pasó por mi lado en silencio. Era un tipo bastante taciturno y eso que yo me consideraba solitario. Con su vida, de todas formas, estaba justificado. Me recordé a mi mismo que lo malo de mi vida me lo había traído la misma persona que había llevado la pérdida muchas veces a la suya. Intenté no ponerle cara porque Jane no tenía culpa de ello y me forcé a pensar solo en su nuevo nombre: Omega.

    Sentí el arrebato de hablar con él y romper ese silencio, pero no me apetecía hablar de penurias así que elegí en su lugar otra mujer que teníamos en común. – [Dante]Ey, ¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. Apenas la había visto desde antes de irnos por último vez a los mundos, con lo poco que la conocía, era capaz de seguir enfadada por aquello.

    – [Ezra]No. Puede que esté en la piscina.[/Ezra] – replicó. Sus ojos transmitían mucho más de lo que él mismo dejaba ver, aunque yo no era un gran conocedor del lenguaje no verbal. Solo se me daba bien cuando se trataba de saber si alguien me correspondía o no a nivel físico.

    – [Dante]Ah, quizá luego me pase.[/Dante] – comenté volviendo a trabajar en una junta. Aquella nave era una maravilla para nosotros, pero llevaba mucho tiempo abandonada, se notaba en el óxido que corroía algunas de sus piezas. Por suerte era capaz de imprimir duplicados de cualquier pieza que necesitase y llevaba un tiempo sustituyendo las que podía. Me pregunté cómo sería surcar el espacio en ella. Solo con pensarlo me sentí encerrado, imaginándome años y años dentro de aquellas paredes de metal que de pronto parecían muy finas para separarme de la inmensidad de un espacio que solo me daría una muerte silenciosa.

    – [Ezra]No te gustan los sitios cerrados.[/Ezra] – escuché decir a Ezra. Jodidos licántropos, huelen el miedo demasiado bien.

    – [Dante]Si lo elijo yo, puede que me pasara un día entero trabajando en un coche, pero obligado… no llevo bien que me digan qué hacer.[/Dante] – para mí  «El Recogimiento» era un dolor de huevos cada año. Me buscaba cosas que hacer constantemente pero en los últimos días estaba ya que me subía por las paredes esperando salir y ser libre.

    – [Ezra] Yo no entiendo de coches, de hecho no tengo ni carné. Tampoco es que hiciera mucha falta[/Ezra] – reconoció. Futuro postapocalíptico, cierto. Ezra era como Kyle Reese, solo que sin venir a procrear para ser el padre del salvador. En su futuro no había llegado a haber «Recogimiento» porque los que éramos como nosotros vivíamos esclavizados directamente.

    – [Dante]Si volvemos recuérdame que te preste uno para dar una vuelta[/Dante] – le ofrecí. No era millonario precisamente, mi madre se había encargado de que Sarah pudiera ayudarme a gestionar mis finanzas en lo referente a su herencia y eso conseguía que no despilfarrase mucho. Pero en cuanto al dinero que entraba del taller, eso sí que podía invertirlo en lo que quisiera y una de mis aficiones era comprar coches viejos. Pequeñas joyas abandonadas por gente que no sabía arreglarlas pero que en mis manos volvían a la vida. Había cierta paz en devolver las cosas a su antigua gloria.

    – [Ezra]Vamos a volver, tenlo por seguro.[/Ezra] – no sonaba esperanzado, si no completamente convencido. Supongo también que para alguien como él, esto era un pequeño paraíso comparado con su otra vida.

    – [Dante]Puede ser. No tengo mucha fé en ese rumor de Lexie[/Dante] – admití. Los rumores al final son humo, a veces si lo sigues puedes llegar a una avería, pero otras veces simplemente te pierdes en algo que no tiene nada que ver. Prefería no poner todas mis esperanzas en ello y si aparecía la oportunidad, cogerla.

    – [Ezra] Tal vez lo mejor sea centrarse en acabar por reunir a los Daë y después volver a casa.[/Ezra] – respondió. Lo sabía entonces, había debido encontrarse con Lexie antes que yo, pero él no sería de los que tomaría esa opción. Era un guerrero, estaba acostumbrado al sacrificio, a la vida heroica. Yo no.

    Me encogí de hombros. – [Dante]Algunos no tenemos madera de héroe [/Dante] – le aseguré. Él se quedó mirándome con esos ojos suyos, verdes como el fondo de un mar tropical. Estaba tan calmado que aparté la mirada. No me apetecía imaginarme sus ojos clavados en mí cada vez que pensara en irme. Volví a mi trabajo y él se despidió y siguió su camino, sin intentar convencerme.

    Sustituí varias piezas, paré, comí un bollo que me había llevado de la cocina al que llamaría desayuno y  seguí trabajando. Un par de horas después alguien bajó las escaleras, pero aquellos pasos eran femeninos, no era Ezra. Vi las puntas de su melena pelirroja antes que nada. Ninguno de los que habíamos llegado aquí ni de los que habían venido más tarde sabía cortar el pelo, así que como consecuencia a Kaylee le llegaba ya por los omóplatos.

    – [Dante]Dichosos los ojos. [/Dante] – me limpié el sudor de la frente con la muñeca y le sonreí. – [Dante]Qué poquito se te ve desde que Leo y tu os lleváis bien.[/Dante] – alcé una ceja. Desde que había terminado por entender que el odio que se parecían tener toda la vida eran las ganas ocultas que tenían de fornicar por todas las esquinas, debían estar haciendo, bueno, eso, fornicar en todas las esquinas.

    – [Kaylee]¿Es envidia lo que noto en tu voz?[/Kaylee]- replicó sonriendo. ¿Envidia? Bueno un poco, Chloe pasaba de mí, la nave estaba llena de gente guapa y no eran solo Kaylee y Leo los que parecían pasárselo bien a diario. Y sin embargo yo ahí estaba, como un concursante de ‘Too Hot to Handle’ pero sin nadie con quien mover ficha.

    – [Dante]Despecho, desde el primer día no habéis querido invitarme.[/Dante] – me reí, recordándole el día en que les interrumpí en la cabaña para chincharla un poco. Con Leo no lo habría intentado, ya parecía odiarme de por sí desde ese día. Bueno, quizá venía de antes.

    – [Kaylee]Te entiendo. Somos irresistibles[/Kaylee].- respondió con una sonrisa. Me alegraba verla sonreír después de lo mal que lo había pasado. En el fondo todo esto, todos los problemas que habíamos tenido desde que decidieron meterse en Infinity, le había sentado bien, le había dado un propósito y se había olvidado de unos errores de juventud de los que no tenía culpa.

    – [Dante]Pensé que el irresistible era yo.[/Dante] – repliqué. Me fijé en que llevaba un cubo con cosas de jardinería. Se encargaba del invernadero desde hacía una temporada y lo cierto es que se le debía estar dando bien, pero todavía quedaba tiempo para empezar a ver crecer nada. – [Dante]¿Vienes de cuidar las plantas? A este paso vamos a fundar un ciudad antes de volver a casa.[/Dante] – algunos se estaban acostumbrando a la situación, haciéndose a ella como mejor podían. Yo era incapaz, no me veía esperando a ver aquellas frutas y verduras crecer, esperaba irme mucho antes.

    – [Kaylee]Me gusta mantenerme ocupada. Tener demasiado tiempo libre me hace ponerme nerviosa y si me pongo nerviosa, mal asunto[/Kaylee].- aclaró. Al final su jardinería era como mi afán de arreglar la nave pese a no querer quedarme mucho allí. Solo que donde ella calmaba los nervios, yo calmaba la ira que me corroía desde que había conocido a Omega.

    – [Dante]Mientras no te dé por echar maldiciones.[/Dante] – Kay era un bruja buena por suerte, pero la loca de antes nos había hehco una buena jugarreta. Casi no lo contamos y estar en el cuerpo de Mike con ese gato arañando continuamente la parte de atrás de mi cabeza había sido molesto. Era una suerte que Kay hubiera podido pararla con la ayuda de Sophie, Chloe y Robin. – [Dante]¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. No sabía por qué seguía preguntándolo pero no iba a verla. Miedo supuse, a enfrentar la realidad. A fin de cuentas ella había venido aquí por voluntad propia desde el futuro y yo estaba deseando irme y si lo hacía, no la vería más. Hasta dentro de veinte años al menos, viéndola como un bebé, como una niña. No, eso no era para mí.

    – [Kaylee]La verdad es que no[/Kaylee].- admitió encogiéndose de hombros.- [Kaylee]Quizás está en su habitación[/Kaylee]. – añadió.

    – [Dante]Supongo.[/Dante] – repliqué, quitándole importancia. Tampoco me apetecía meterme en el cuarto de Chloe, me conocía demasiado bien y ahora mismo me costaba pensar con la cabeza. Kay no dijo nada, no quería meterse en mi vida y lo agradecí. Era una buena amiga, supongo que nunca me habría imaginado que seríamos tan cercanos, pero ella lo valía. – [Dante]¿Ya te has recuperado del trauma de ser mi hermano?[/Dante] – me hice gracia a mí mismo, trataba de hacer ver que me importaba todo bastante poco y sonaba tan convincente que la gente era lo primero que asumía de mí. Mejor eso que dejar ver las cicatrices.

    – [Kaylee]Tuve bastante suerte, porque Cole es un tío muy calmado y, aunque viera algo, nunca se lo dirá a nadie[/Kaylee].- respondió sonriendo. Asentí, mi hermano era un diez. Otro motivo más por el que odiar a Logan, por aquellos años que pasamos separados.

    – [Dante]¿Ya te ha llegado el rumor que ha oído Lexie?[/Dante] -comenté. El pensamiento llevaba un rato rondándome la cabeza y no sabía como dejarlo salir. Kaylee no iba a ser de las que opinasen como Lexie y yo, de eso estaba seguro.

    – [Kaylee]¿Un rumor? No[/Kaylee].- tenía cara de sorpresa. Quizá Lexie no había tenido tiempo de hablar con mucha gente antes de irse a dormir.

    – [Dante]Seguro que es un timo pero escuchó en el mercado de la ciudad que hay un tipo que puede mandar a la gente a otros sitios.[/Dante] – le expliqué. Solo había un sitio al que nos interesase ir, de vuelta a casa. Al parecer ese tipo podía enviarnos a nuestro hogar, a nuestro tiempo. Quizá incluso podría pedirle que me mandara al de Chloe. En veinte años seguirían estando todos ellos, más viejos y yo más joven, pero allí estarían. Aunque para eso tenían que pasar por esta misión solos, sin los que nos fuéramos. – [Dante]Si van, yo iré.[/Dante] – dije. No sé por qué, supongo que esperaba que me diera su aprobación.

    – [Kaylee]¿Vas a volver a la Tierra sin haber acabado la misión?[/Kaylee]- sonaba a estar molesta. Aparté la mirada hacia la pieza que estaba cambiando.

    – [Dante]No tengo puestas muchas esperanzas, pero si es posible, soy un mecánico. Que tenga alas y pueda meterme dentro de la oscuridad no implica que pueda salvar el mundo. Eso solo son cartas que me han tocado.[/Dante] – le expliqué. Había entrado a Infinity porque ellos estaban en peligro, había ido al Pico Tantree por venganza, pero nada de esto era lo mío. – [Dante]Dudo que solo nos lo pensemos Lexie y yo.[/Dante] – me defendí. Serían más los que querrían irse. Niall, seguro, tal vez Laura, Vera y Elliot podrían irse, Jane les obligaría, seguro.

    – [Kaylee]Qué egoísta eres[/Kaylee].- me espetó. Valoraba la sinceridad de Kaylee, pero en ese momento estaba diciéndome puramente lo que yo mismo sabía y a veces la verdad duele, así que noté cómo empezaba a enfadarme.- [Kaylee]A ver si te crees que el resto estamos aquí por lo mucho que nos gustan las vistas[/Kaylee]. – ella también parecía enfadada.

    Negué con la cabeza. – [Dante]De momento porque no hay otra opción.[/Dante]

    – [Kaylee]Me estás tocando las narices, Dante. Te dejo antes de que me plantee transformarte en cerdo[/Kaylee]. – se giró, a punto de irse. Su pelo se movió en el aire con brusquedad, como si le prendiera fuego.

    – [Dante]Puedes enfadarte si quieres, Kaylee, pero tienes que entender que no todos queremos salvar un mundo que no se preocupa de nosotros.[/Dante] – ahí seguía yo, intentando defender mis motivos. Que los tenía, sí, no me faltaba razón. Vale sí, estaban ellos, eran importantes, pero podríamos irnos todos, ya encontrarían a otros que hicieran el trabajo que se suponía que teníamos que hacer. – [Dante]Los Daë son nueve por lo menos, se bastan de sobra para encontrar  a tres más.[/Dante] – sugerí. El trabajo estaba casi terminado. Quien sabe si la forma de salir de allí no era precisamente encontrar a ese tipo.

    – [Kaylee]No es una cuestión de lo que queramos hacer, sino de lo que HAY que hacer[/Kaylee].- fijó sus ojos en mí y noté el calor que encerraban. Su ira era como un fuego, intenso, fugaz. La mía era oscura, como una llama oscura que nunca se apaga.

    – [Dante]¿Y yo tengo que tener obligaciones con un mundo que miró para otro lado cuando asesinaron a mi madre?[/Dante] – maldije para mí mismo por dejar ver esa parte de mí. Pero ya que estaba, la dejé ir. – [Dante]Nos pusieron a esa cabrona delante, fuimos altruistas, vengativos o lo que te de la gana, pero nos reunimos para acabar con ella y en lugar de eso nos mandaron a otra punta del mundo a un problema que no nos va ni nos viene, mientras ella corre por ahí.[/Dante] – toda la ira puesta en mis palabras no permitió que disminuyera la que sentía, solo la dejó salir a la luz.

    – [Kaylee]Lo de tu madre fue un asesinato. El mundo en general no tiene la culpa[/Kaylee].

    – [Dante]Omega sí, y los Daë permitieron que viajara al pasado en lugar de morir congelada en esa puta cápsula. Mientras ella escapaba, Ezra se quedaba allí encerrado. Si hubiera justicia habría sido al revés y nadie la habría buscado.[/Dante] – así tendría que haber sido. Ezra llegando a un mundo en paz y Omega congelada y sola, abandonada en un sótano.

    – [Kaylee]¿Crees que los Daë tienen esa clase de poder?[/Kaylee]- me preguntó.- [Kaylee]No pueden intervenir[/Kaylee]. – me enfadó que los defendiera. Tenían que tener la culpa, alguien tenía que tenerla.

    – [Dante]Pues yo nos veo aquí, ¿quién nos ha traído?[/Dante] – dije más enfadado de lo que pretendía.

    – [Kaylee]Vale, Dante. Tú ganas. Vete si quieres[/Kaylee].-  se dio la vuelta y se marchó. Me gustaría decir que no me dejó tiempo a responder, pero sí lo tuve. Lo que lo impidió fue mi orgullo y mi enfado. Como no sabía qué decir, volví a trabajar con las manos. Era lo único que se me daba bien. No era ni un héroe ni un buen amigo. Tenía que hacerme a la idea si iba a coger el camino rápido y dejarles allí. Al menos mientras trabajase no tendría que pensar en qué decisión iba a tomar.

     

  • NUNCA CONTIGO

    Amy – Nave

    Noche

    Jane y Xander volvieron de la piscina y todos supimos que había ido bien. Estaban felices y parecía que habían rejuvenecido unos cuantos siglos. Solo podía alegrarme por ellos, en especial por mi primo, que llevaba enamorado de ella desde que nació, día arriba o abajo. No estaba segura de en qué punto de la relación estaban, pero esto era algo que iba a acabar con boda, un montón de bebés y una casa en las afueras. Coño, estaba empezando a parecerme a Dominic.

    La botella volvió a girar después del beso incestuoso, pero casto, entre Niall y Dante. Mi hermana era lista como el hambre y estaba forzando la maquinaria para que el amor y la amistad surgieran. Era una versión pelirroja y friki de Cupido.

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