Moondale

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  • A LA MIERDA LA EDAD MEDIA

    DANTE VILLIERS

    ESFERA KARDAS – NOCHE

    Sé que no soy un gran seguidor de las leyendas de caballeros, pero aquél mundo apestoso y lleno de enfermedades ganó enteros cuando apareció la sorprendente hija de Ed y Lucy.

    La chica tenía gancho y confianza en sí misma, así que llamó mi atención inmediatamente. Tampoco voy a pecar de casto y puro, la chica tenía un culo que me habría encantado que se sentase en mi cara, pero no era lo único que me intrigaba de ella.

    No había soltado demasiada prenda de lo que pasaba en su futuro, que como mínimo esperaba que fuese dentro de dieciocho años y nueve meses, porque Lucy no había dado ninguna buena noticia antes de irnos.

    Evidentemente, no me hacía mucha gracia la posible implicación de que estaba muerto en su tiempo. En teoría era un misterio mi desaparición, así que eso abría al menos unas cuantas puertas. Pero sinceramente, yo solo quería una vida tranquila. Antes de que apareciera esa loca asesina con las alas de mi madre, jamás me habría metido en esa estúpida misión suicida y podría seguir tranquilamente en mi taller, con mis coches, llegando hasta los noventa y siete años, cuando muriese allí mismo, rodeado de gente guapa y coches impresionantes.

    Y ahora, por si fuera poco estar allí, resultaba que en su tiempo no estaba en Moondale, no estaba en mi taller ni vivía la vida tranquila que quería. Seguramente todo por aquella mierda de destino.

    – [Dante]¿Qué se supone que tenemos que hacer? ¿Llamar a la puerta y hablarle de los Daesdi y su destino? Suena un poco sectario.[/Dante] – me quejé diez minutos después de detenernos delante de la puerta del Daë sin saber cómo «entrarle».

    – [Chloe]¿Tienes una idea mejor?[/Chloe] – preguntó Chloe. La miré fijamente, parecía disfrutar especialmente llevándome la contraria. Estaba acostumbrado a no caerle bien a alguna gente y sinceramente, me importaba tres cojones, pero con ella no parecía ser así.

    – [Dante]Que lo hagas tú. Tiene que ser más fácil que explicar que vienes del futuro y eres la hija de Ed.[/Dante] – admití. No había hecho un mal resumen en sus primeros cinco minutos teniendo en cuenta que desde entonces no había hablado de nada importante del futuro que no fueran tendencias.

    – [Chloe]Hazlo tú, no te jode.[/Chloe]- replicó cruzándose de brazos. Miré a Ruby de reojo y ella alzó una ceja, confirmando que sabía todo lo que pasaba por la punta de mi varita mágica, vamos, de mi polla. ¿Pensábais que no iba a escribir polla? Es mi diario, no un puto best seller. Si queréis algo más fino os vais a la enciclopedia de Noah o al libro de desamores de Xander.

    Íbamos a seguir discutiendo seguramente, pero mi hermano había cogido rápido nuestra dinámica y ya estaba delante de la puerta, llamando con los nudillos en la madera.

    – [Cole]¿Richard Crane?[/Cole] – preguntó cuando el bicharraco cruzó el umbral de la puerta. Era un tipo alto y fuerte, con cara de pocos amigos y una barba que le daba ese aire de licántropo salvaje. No miré a Ruby, a esas alturas ya lo sabría.

    El grandote nos miró fijamente con unos ojos ambarinos. Tenía más pinta de lobo que otros licántropos que había conocido y me pregunté si eso significaba que me iba el furry. – [b]No parecéis de la Hermandad, pero tampoco sé qué hacéis aquí.[/b] – sentenció. Parecía que no le hacía ni puñetera gracia tener a un grupo de extraños en su jardín y empaticé rápido.

    – [Chloe]Richard, vengo del futuro para decirte que si no nos ayudas se va todo a tomar por culo.[/Chloe]- Chloe se acercó, parecía muy pequeña comparada con él. Me di cuenta en ese momento de lo menuda que era.- [Chloe]Eres el elegido. Tú te enfrentarás a las tinieblas con la ayuda de la espada de La Luz y…[/Chloe] – ahí ya desbarró un poco. No sabía si se estaba quedando conmigo por lo que había dicho antes o simplemente estaba quedándose con el Daë. Fuera como fuese, cada segundo que pasaba me gustaba más la muchacha.

    Ruby le tapó la boca y tuve una microfantasía que me hizo pensar si sabía en qué estaba pensando exactamente además de saber que estaba caliente. Esperaba que no, mi mente contiene desnudos más que parciales y escenas de sexo, además de violencia ocasional. Básicamente la HBO que había cuando éramos pequeños y ahora era InfiniTVx.- [Ruby]Necesitamos tu ayuda. Por favor. Es importante.[/Ruby] – le pidió. No tenía muy claro si nosotros necesitábamos su ayuda o él la nuestra. Los Daesdi no eran los jefes más claros del mundo.

    – [b]Si os persigue la Hermandad, aquí estáis a salvo, pero no podéis quedaros mucho tiempo. Prefiero estar solo.[/b] – no era una bienvenida muy cálida, era todo un solitario. Entró a la casa y dejó la puerta abierta para que pasáramos.

    – [Cole]No necesitamos quedarnos mucho tiempo. Creemos que la Hermandad te busca y queremos ayudarte a defenderte.[/Cole] – mi hermano iba a saco. No sé si había decidido ser parte de aquella misión a la que nunca nos habíamos ofrecido o tenía ganas de salir de aquél mundo. Teniendo en cuenta que personificaba todo el odio que había vivido alguna vez, tenía pinta de ser la segunda.

    – [Richard]No han venido a por mí en casi un año. ¿Por qué ahora?[/Richard] – preguntó, sentándose en una silla de madera para beber algo de una jarra que parecía sacada del set de Juego de Tronos.

    – [Dante]Porque se supone que vas a salvar este mundo de la mierda que lo gobierna. Profecías y bla bla. Tenemos que cuidar de ti para que puedas cumplirla.[/Dante] – resumí. No había tiempo para tonterías ni miedos a cambiar el futuro. Si ya estaba decidido, que más da, tocaba conseguir que se uniese a los otros Daë e irnos de allí. Tan sencillo como eso.

    Mientras los demás aclaraban todo y le explicaban las cosas con mucho más cuidado y sin spoiler, yo me dediqué a curiosear su casa. No tenía muchas cosas y me pregunté como demonios se entretenía todo el día. Supuse que cascándosela como un mono, porque había poco más que hacer. Aunque ya podía echarle imaginación, que pena de mundo sin fotos de gente desnuda a mano. Igual salía por las noches como licántropo y echaba una cana al aire en posición perrito. No sabía mucho de los licántropos más allá de MacLeod, la madre de Idris, Amy, Leo y ahora Ezra.

    Después de un rato perdido en mis pensamientos y alguna que otra fantasía, vi que tenía una esfera de cristal como las nuestras colocada en una estantería, cerca de un expositor de armas donde tenía una enorme espada. Eso me hizo pensar, era él quien le había dado a mi padre la Espada del Caos, pero aparentemente, todavía no la tenía. Tampoco vi el escudo, pero sí el yelmo.

    No sé cuánto tiempo pasamos allí. Dormimos como pudimos en el espacio que había, por desgracia sin que se cumpliera ninguna de mis fantasías en las que me visitaba cualquiera de los presentes que no fuera Cole.

    No dormí demasiado bien, mi cabeza estaba muy activa y me encontraba inquieto, quizá por la falta de relax que me proporcionaba el sexo. Salí al exterior. Hacía fresco, pero podía ver las estrellas perfectamente.

    Estiré las alas y me subí al tejado para coger impulso para dar una vuelta volando. El bosque en el que estaba la aldea de los teriántropos era enorme y apenas se distinguían algunas luces. En el castillo, sin embargo, visible a lo lejos, se veían continuamente unos braseros blancos encendidos.

    Cuando ya empezó a darme frío, volví a bajar a la casa. Esta vez había alguien más en la puerta. Descendí poco a poco y vi que era Chloe, así que decidí aterrizar con toda la elegancia que pudiera. Me encantaba lucir mis alas.

    Ella me observó. – [Dante]¿No puedes dormir?[/Dante] – le pregunté. Tenía una postura que parecía la de una adolescente de una de esas pelis viejas de los noventa, solo le faltaba fumar, pero eso ya era solo cosa de viejos. A nadie le gustaba que le echasen un humo apestoso y mortal en la cara.

    – [Chloe]La cama es de paja.[/Chloe]- suspiró. Conociendo a Ed y Lucy, la chica tendría la mejor habitación de la granja y las mejores modas de su madre. Me fijé en que llevaba una camisa blanca larga que alguien bastante más grande que ella debía haberle prestado. Por desgracia aquél mundo no era la «sexy Edad Media» y llevaba algo más debajo. Lo que sí quedaba al descubierto eran sus largas y sugerentes piernas.

    – [Dante]Mal momento para el chiste, ¿no?[/Dante] – bromeé mirándola. Aquello no era el exterior de un club, pero viendo que quedaba mucho para poder volver a uno, era lo más parecido que tenía.

    – [Chloe]Si quieres dar mazo de cringe: puedes hacerlo.[/Chloe]- replicó sin apartar la mirada de mí, sonriendo. Me llamó la atención su forma de hablar.

    – [Dante]Me importa más bien poco lo que pueda pensar la gente.[/Dante] – resumí. Había intentado que esa se convirtiese en mi filosofía de vida. – [Dante]Me gusta el sexo y hago bromas de sexo. También me gusta comer y no veo a nadie escandalizado.[/Dante] – añadí. Con el sexo había muchos tabús y era una soberana gilipollez, si te gusta alguien y a ese alguien le gustas, no pasa nada por hacerlo como animales. No veía el problema y el único inconveniente que me había encontrado es que a veces me habían entrado tanto chicos como chicas, especialmente chicos la verdad, suponiendo que mi respuesta era un sí. Todavía había gente que no había aprendido lo básico y presuponían que era un chico fácil. Aun así me divertía mandar a esa gente a tomar por el culo e imaginarme que no tendrían un polvo en condiciones en toda su vida.

    – [Chloe]Pues haz bromas sobre berenjenas.[/Chloe]- replicó ella, estuve a punto de hacer una, pero era un chiste que había escuchado a un cliente del taller y no me convencía mucho.

    – [Dante]A nadie le gustan las berenjenas.[/Dante] – toda mi vida había asumido que eso no podía ser comestible, pero en casa de las Echolls se empeñaban en ponerlas de vez en cuando.

    – [Chloe]A mi madre sí.[/Chloe]- dijo ella, soltando una carcajada. Alcé una ceja, evitando el comentario. – [Chloe]Puedes venir a…[/Chloe]- se quedó callada de sopetón. No tenía suficiente creatividad como para imaginar qué iba a decirme. – [Chloe]Se me olvidaba que hace veinte años que ocurrió esta conversación[/Chloe] – sentenció.

    – [Dante]¿Y acabó bien?[/Dante] – le seguí el rollo, porque todo eso de líneas temporales y viajes en el tiempo me daba dolor de cabeza desde los tiempos de Trunks.

    – [Chloe]Qué va. El tío se muere.[/Chloe]

    Aquello fue como un puñetazo en los huevos. Eso de «deja un bonito cadáver» era una frase de mierda, deja un cadáver viejo y arrugado después de un siglo de vivir como te gusta.

    – [Chloe]Hey, que era broma.[/Chloe]- debió notarme preocupado, porque se acercó a mí.

    – [Dante]Solo quería vivir tranquilo.[/Dante] – normalmente no solía hablar de esas cosas. Me las guardaba para mí, pero viniendo del futuro supuse que ya sabía lo suficiente. Que no tenía sentido ocultarlo. – [Dante]Y mira.[/Dante] – perdido en el puto culo del universo.

    – [Chloe]Tío, que no te tienes por qué morir.[/Chloe]- insistió. – [Chloe]Que yo no te conozca solo implica que yo no te conozco. No te ralles.[/Chloe] – estaba tan cerca que capté un aroma tenue a melocotón. Me apetecía besarla, pero había una duda que tenía que resolver antes.

    – [Dante]Tengo que preguntarte algo importante.[/Dante] – pregunté, simulando estar serio.

    – [Chloe]¿Y eso? [/Chloe]

    – [Dante]¿Ya tienes dieciocho?[/Dante]

    Le sonreí y ella me respondió con un puñetazo, pero se echó a reír. – [Chloe]¿En serio?[/Chloe]

    – [Dante]Me tomo muy en serio las leyes.[/Dante] – al menos algunas.

    Ella parecía estar divirtiéndose mucho. – [Chloe]¿Pero es que estás ligando conmigo?[/Chloe] – preguntó.

    – [Dante]Posiblemente. Salvo que me digas que no lo haga.[/Dante] – una de las principales leyes que no se me ocurriría no respetar. Mi padre era un imbécil, pero cuando era pequeño había una cosa por la que le idolatraba. En casa no se hablaba mucho de ello, pero cuando escaseaban los malos sobrenaturales, él se escapaba de noche y les daba el susto de su vida a violadores, maltratadores y demás carroña. Recuerdo escuchar a mi madre reñirle cuando se pasó con uno y lo mandó a urgencias, pero incluso ella podía entender sus motivos. Esa forma de pensar era una de las cosas que no me molestaba compartir con él.

    – [Chloe]Preferiría que no te enamoraras de mí.[/Chloe]- dijo ella, pensativa.- [Chloe]No podrías soportar los veinte años que nos separan.[/Chloe] – añadió. Estaba claro que aún no me conocía lo bastante. Aunque razón no le faltaba, la realidad de volver a la Tierra y encontrarme con que era un bebé sería suficiente como para que se me quitasen todas las ganas. Pero allí no era capaz de imaginarme eso como algo real, ella estaba allí, bien crecida. Ni siquiera sabía si volvería vivo a la Tierra.

    – [Dante]Eso no es un no. ¿Y quién ha hablado de amor?[/Dante]

    – [Chloe]Porque sé lo que pasa con los tíos como tú y las tías como yo.[/Chloe]

    – [Dante]Yo estoy deseando averiguarlo.[/Dante]

    – [Chloe]Prométeme que no te vas a enamorar.[/Chloe]

    – [Dante]No ha nacido persona que haga que me enamore[/Dante]

    – [Chloe]Es que yo no he nacido aún.[/Chloe]

    – [Dante]Cierto.[/Dante]

    – [Chloe]Bueno, me voy a dormir.[/Chloe]- pasó por mi lado y me dio una palmada en el culo, con bastante fuerza.

    – [Dante]¿Te acompaño?[/Dante] – pregunté sonriendo.

    – [Chloe]Prefiero que siga siendo un colchón de paja en singular y no en plural.[/Chloe]- me lanzó un beso y me pregunté si el subidón que tenía sería capaz de despertar a Ruby de su sueño.

    La miré alejarse, fantaseando con que aquella camisa le quedara un poco más corta. Aún no me había respondido a si era mayor de edad y parecía que le hacía gracia dejarme con la duda. Bueno, a partir de diecisiete y medio también era casi bien, ¿no?

    Volví a volar para contener las ganas de darle como un mono y allí, en la oscuridad y tranquilidad del cielo, vi una nueva hilera de luces blancas que perturbaban el entorno.

    Me acerqué un poco más y distinguí que eran antorchas. Me sentí con el la peli aquella del ‘Guerrero Número 13‘ que tanto le gustaba a mi madre, principalmente por el vikingo. La Hermandad de Tauro había salido del castillo y se dirigía hacia el gran bosque en el que estaban los licántropos.

    Me detuve, manteniéndome en la posición, pensativo. Aquella gente no nos había dado cobijo y no era de nuestra incumbencia. Nuestra misión era proteger al Daë y por lo que había dicho, aquél territorio era sagrado para la Hermandad y no podían combatir sobre él, así que allí estaba a salvo, pero si hacíamos el loco y salíamos a defender a los demás, lo pondríamos todo en riesgo.

    Así que lo sensato era esperar allí a los otros Daë y que el pueblo de gente animal se defendiera como había hecho hasta entonces. Pero claro, si hubiéramos sido sensatos, probablemente no estaríais leyendo este diario.

    Volví volando y desperté a los demás, esperando que alguno me dijese que lo mejor era quedarnos allí sentados y seguros. Pero el único que lo hizo, fue el Daë. Tenía cojones que el que no quisiera luchar fuera al que teníamos que convencer para que siguiera su Destino. Nadie nos lo iba a poner fácil, estaba claro.

    La mayor parte del tiempo me quedé observando a mi hermano, Ruby y Chloe. Se vistieron a toda velocidad, cogieron sus cosas y no pararon hasta infundir en el Daë unas fuerzas que resultaban contagiosas.

    El tal Richard se colocó delante de nosotros esa tremenda armadura de caballero, rematada con el yelmo de toro y un largo mandoble que ya había notado cuando se cambió de ropa. Si no soy un Rakkthathor por qué tengo este percutor. No en serio, el de los Rakkthator acomplejaba, pero el del Daë tampoco estaba mal. Eso sí, Chloe tenía mucho mejor culo, incomparable.

    Os voy a ahorrar un poco todo, porque sin música épica y un plano a cámara lenta de los cinco saliendo de la casa del Daë cerrando la puerta y comprobando que estuviera cerrada en lugar de haciéndola explotar a nuestras espaldas, no era igual de interesante.

    Llegamos a la Hermandad antes de que llegasen a la aldea. En mitad de la noche, ya estaban peleando contra licántropos apostados en la frontera. Nos unimos a ellos y tampoco voy a entrar en detalles. Los combates de espadas nunca me habían llamado la atención, si hubieran sido a lo Mad Max, quizá os lo hubiera narrado. Pero no, así que dejaré que os lo imaginéis dejando algunos puntos clave para no olvidarme de cómo fue.

    A ver: había barro; los de la Hermandad peleaban como demonios; los lican caían como moscas; Chloe era hechicera como el padre y no se le daba nada mal ; Ruby peleaba como Xena fusionada con una estrella pop, robó la espada de uno de ellos y repartía tajos de una forma bestial; el Daë tenía pinta de haber sido el mejor de aquellos caballeros, porque les estaba dando una paliza; mi hermano peleaba con lo que tenía a mano, porque de noche no era su mejor momento, se le notaba la influencia del tío Hiroshi porque se movía diferente, pero no se había transformado, a esas alturas a Cole aún le importaba lo que pudieran llamarle; y yo pues nada, tuve un momento de lucidez en el que volé ante ellos y se detuvieron momentáneamente tomándome por un ángel, pero tardaron poco en darse cuenta de que era todo postureo. Pese a todo, íbamos perdiendo, los pocos de la aldea que estaban por allí no ayudaban mucho contra las armas mágicas de la Hermandad y aquello no remontó hasta que apareció allí un grupo variopinto de gente que tenía «Daë» tatuado en la frente. Salvaron el día, Richard tenía un impasible rostro de emoción neutral y se unió a ellos, que se fueron por otro camino. Conté cuatro, así que al menos los nuestros debían haber estado en otros cuatro mundos.

    Antes de irse por su camino, el elfo que tenía que ser sabio por lo que decía la ficción (gracias a dios cumplía con el cliché y no era un elfo cortito) nos dijo hacia dónde teníamos que ir y que allí nos esperaban unos cuantos de nuestro grupo de perdidos en el espacio.

    Richard nos dejó las llaves de su garito y aprovechamos para echar un sueño esa misma noche antes de irnos. Volví a intentar un acercamiento a Chloe, pero volvió a dejarme a cuadros igual que el resto de veces. Lo que tenía claro y me daba esperanzas era una cosa, menos de diecisiete no podía tener.

  • UNA NOTA EN LA RIÑONERA DE UTERQUE

    Chloe – Esfera Kardas

    Tarde

    Me llamo Chloe Maclay-Walker. Soy la hija menor de Edward Maclay, un viajero entre realidades, al que tras perder a todos sus amigos/as, Los Daë le dieron una segunda oportunidad y de Lucy Walker, la reencarnación de la hermana mediana de las Echolls después de que esta se sacrificara para salvar el mundo.

    Mi hermano, Ezra Walker, estuvo congelado durante más de veinte años en una cápsula y se despertó justo a tiempo para ayudar a detener el nuevo Apocalipsis provocado por Omega y yo…bueno, yo tengo más de 20000 followers en Infinigram. 

    ***

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  • UNA MIERDA DE MUNDO

    DANTE VILLIERS

    ESFERA KARDAS | TARDE

    Estiré las alas, aprovechando que en ese lugar podía dejarlas libres, porque de todas formas, ya querían matarme. Con la de tiempos a los que podía haber viajado y me tocó el puñetero tiempo del Rey Arturo. No podía haberle tocado a Xander que tenía el complejo de caballero blanco, no, tenía que tocarme a mí, en lugar de haberme ido a algún sitio con algún puto medio de automoción.

    – [Dante]Vale ¿y ahora dónde encontramos al tal Dick?[/Dante] – pregunté, repasando al «equipo», que básicamente estaba compuesto por Mike y mis hermanos, además de Ruby que por lo que sabía, bien podría ser otra hija de Logan.

    – [Ruby]¿Tenéis que encontrar a alguien?[/Ruby] – preguntó la nueva, repasándonos con la mirada. Aproveché la situación para darle yo también un repaso.- [Ruby]Pero si sois… hombres.[/Ruby] – añadió.

    – [Dante]Ya, ¿y?[/Dante] – repliqué, preguntándome si bromeaba, pero parecía demasiado segura.

    – [Ruby]Pues que sois el sexo débil.[/Ruby] – respondió ella con firmeza. Parecía creérselo completamente y me puso de bastante mal humor. ¿Quién coño se creía para decidir que podíamos hacer y que no? Un momento… – [Ruby]No os lo toméis a mal. Yo tengo amigos y un padre.[/Ruby] – añadió. Decidí no responder y me contuve. No soy de pagar los pecados de nadie, ni de mi mierda de padre ni por el hecho de ser un hombre, pero tampoco de defender a un colectivo que por lo general se ha comportado como gilipollas con las mujeres. Así que lo mejor era callarse. La vida era muy sencilla a veces, sé tú mismo, no ofendas a la gente por lo que es y ama a todo el mundo. El último de momento lo llevaba a cabo en su aspecto más físico, pero no iba por mal camino.

    Cole se limitó a sonreír, mi hermano era bastante más emocional. – [Cole]No pareces de nuestra Tierra. Lo que es una ventaja.[/Cole] – añadió con una amplia sonrisa. ¿Le gustaba la nueva?

    – [Ruby]Supongo que sois de alguna tierra alternativa.[/Ruby]- comentó ella. Me fijé a posta en las reacciones de Cole. Me gustaba la seguridad que irradiaba Ruby, me atraía como la luz a una polilla, pero tenía que contenerme para no herir los sentimientos de mi hermano en un arrebato irreflexivo. Eso suponiendo que a ella le gustasen los tíos y concretamente cualquiera de los dos.

    – [Niall]¿Y como es tu Tierra? -[/Niall] preguntó Niall. Se parecían más entre ellos que a mí, quizá el hecho de vivir toda mi vida con unas alas a la espalda me había hecho menos contenido. Prefería pensar eso a pensar que me parecía a «ese».

    – [Ruby]En mi Tierra, las mujeres llevamos el peso del mundo: somos guerreras, directivas, presidentas.[/Ruby]- empezó a explicar mientras continuábamos el camino. Por mí bien, que cada uno sea lo que le de la gana. – [Ruby]Los hombres os dedicáis a las tareas domésticas.[/Ruby] – no pude evitar poner cara de sorpresa y también un poco de desagrado. Difícilmente me iban a obligar a mí a encargarme de las tareas de la casa. Mi lugar estaba trabajando con las manos para arreglar cosas, no limpiando. Las únicas superficies que dejaban brillantes mis manos eran las carrocerías.

    – [Ruby]¿Qué?[/Ruby] – preguntó ella. Me limité a esbozar una media sonrisa y caminar en la cabecera. Mike estaba por ahí perdido, mirando las plantas.

    – [Cole]Nuestro mundo es un poco…diferente.[/Cole] – le respondió Cole. Aún machista, algo diferente a la época de nuestros padres, pero no demasiado. Era una mierda, sí, y lo que Ruby contaba no parecía mejor. ¿Tanto costaba no meterse en lo que hacían los demás fuera cual fuera su sexo, preferencias o lo que sea? – [Cole]¿Y la libertad sexual como la lleváis?[/Cole] – preguntó a continuación. Le miré y suspiré. Había intentando convencer a mi hermano de que hiciese lo que le diera la gana con quien le diera la gana, pero mi filosofía no había calado en él. Pensaba demasiado en lo que opinaran los demás de él.

    – [Ruby]¿A qué te refieres?[/Ruby] – preguntó ella, frunciendo el ceño de una manera muy mona.

    – [Dante]Que nuestro mundo sigue metiéndose en si te acuestas con tíos, tías o lo que sea…[/Dante] – simplifiqué. Me hastiaba bastante ese tema de conversación porque la solución me parecía muy sencilla y nadie la tomaba. Si cualquiera tenía algo que decirme sobre mi orientación sexual, que se atreviera, el siguiente se lo pensaría dos veces.

    – [Ruby]¿En qué clase de mundo vivís?[/Ruby] – preguntó ella, confusa.

    – [Cole]En uno de mierda. No muy distinto de esto…[/Cole] – respondió Cole, que todavía parecía afectado. Mi hermano siempre se había tomado muy a pecho ser diferente en su orientación sexual y en su raza. En el colegio lo había ocultado todo, había sido el «ruso» maleante que todo el mundo esperaba de él.

    – [Ruby]Pero vosotros sois como yo.[/Ruby]- comentó ella mirándonos. Tardé un minuto en darme cuenta de a qué se refería. Éramos un festival andante del Orgullo en la puta Edad Media. Perseguidos por la Iglesia y todo, se podía decir que habíamos hecho el tour completo.- [Ruby]Lo noto.[/Ruby] – añadió. Me imaginé que tenía algo que ver con su sexokinesis.

    – [Dante]Mike es el más aburrido, el resto disfrutamos un poco más de la vida sin tantas limitaciones. [/Dante] – aseguré. Sonreí a Mike, que negó con la cabeza, recordando aquella vez en la que probó «el fruto prohibido».

    -[Ruby]No lo es.[/Ruby]- replicó ella sonriendo. Miré a Mike y vi que sonreía con malicia. Me la acababa de devolver. Toda la vida pensando que no le gustaba porque era un soso y resulta que no le gustaba yo concretamente. Eso era un golpe bajo.

    – [Niall]En nuestro mundo predominan capullos como los caballeros estos, sin ser «caballeros».-[/Niall] – cuando no nos juzgaban, usaban nuestra sexualidad como reclamo. La verdadera aceptación pasaba por no tener que aceptar nada, por no presuponer nada, porque no le importa a nadie una mierda.

    – [Dante]Tal cual cuenta mi hermano.[/Dante] – admití. Miré a la chica, me encantaba su pelo plateado. – [Dante]¿Qué tienes, gaykinesis?[/Dante] – pregunté. A los caballeros los había vuelto cariñosetes y a mí me había entrado un subidón, aunque verdaderamente, no por solo tíos en concreto.

    – [Ruby]Parecido.[/Ruby]- dijo ella, mirándome. O estaba usando su poder o me alegraba de verla.- [Ruby]Tantrokinesis. Revelo la sexualidad de la gente.[/Ruby] – aclaró. Bastante preciso.

    – [Dante]Conmigo no tienes mucho trabajo.[/Dante] – respondí sonriendo de medio lado. Estaba bien saber que no «forzaba a nadie», como seguramente dirían esos dos caballeros.

    – [Cole]En tu mundo tampoco hay problemas con los poderes?[/Cole] – preguntó Cole. Seguramente le había extrañado que fuera tan precisa con su poder.

    – [Ruby]¿Problemas con los poderes? [/Ruby]- respondió, confusa. Genial, no tenían problemas de orientación sexual ni por tener poderes o no, así que solo había que pulir eso del machismo inverso. Se nos costeaba salvar su mundo en lugar del nuestro.

    – [Cole]Estoy pensando seriamente mudarme a tu Tierra.[/Cole] – replicó Cole, esquivando un árbol derribado.

    – [Niall]Tú y todos.-[/Niall] añadió Niall. Casi, si me dejaban trabajar de lo mío, sí, si me daban por saco con qué no podía hacer, no. Nadie me dice qué soy o qué debo hacer, porque normalmente hago lo contrario.

    – [Ruby]Pues genial.[/Ruby] – replicó ella, pensando en la clase de mundo que le estábamos pintando.

    – [Mike]Niall, ayúdame un momento.[/Mike] – escuché decir a Mike, agachado al lado de una planta bastante rara. Niall, que era el que estaba más cerca, se agachó a su lado y siguió sus indicaciones.

    Segundos después, los dos se desvanecieron en el aire.

     

    – [Dante]¿Qué cojones?[/Dante] – pregunté, mirando a mi alrededor. Acababan de desaparecer completamente.

    – [Ruby]Hay portales ocultos en todos los mundos.[/Ruby] – le escuché decir a Ruby con calma. Al ver nuestra cara de confusión, señaló hacia donde estaban, concretamente hacia la planta, que ya no estaba allí. En su lugar había un helecho que parecía más de ese mundo que la cosa extraña de antes.

    – [Cole]¿Se han ido a otro de los mundos?[/Cole] – preguntó Cole, que no había necesitado tanto tiempo para pensar como yo.

    – [Ruby]Sí.-[/Ruby] explicó ella. Parecía saber bastante más que nosotros de aquél lugar. – [Ruby]Depende de lo que hayan tocado estarán en uno u otro.[/Ruby] – añadió. A saber de donde demonios era aquella planta. Entendía que eso significaba que ella había viajado entre los mundos, así que podíamos aprovechar para salir de allí con su ayuda.

    – [Cole]No es buena idea estar tan separados. Tenemos que encontrar ya a Richard.[/Cole] – comentó Cole. Llevábamos caminando todos juntos un buen rato y desde hacía un tiempo se veía a lo lejos un poblado en una colina, cubierto por un amplio bosque.

    -[Ruby]Voy con vosotros.[/Ruby] – se ofreció Ruby. Mejor, así no había que pedírselo.

    – [Cole]Gracias.[/Cole] – replicó Cole con una sonrisa. – [Cole]Quizá deberíamos preguntar en ese pueblo.[/Cole] – dijo, mientras continuábamos acercándonos.

    Apuramos el paso con nuestro reducido grupo. El bosque aquél daba mal rollo, los lobos parecía que nos seguían con la mirada, suspicaces. Probablemente no fueran lobos normales.

    Al final, antes de llegar a cruzar el bosque, una mujer joven con un vestido blanco sencillo y una corona de flores apareció, inmóvil, en nuestro rumbo. Nos miraba fijamente. Los lobos se acercaron a ella y la flanquearon, girándose todos hacia nosotros de una forma poco amigable.

    – [Ruby]Voy yo.[/Ruby]- replicó Ruby.-[Ruby] Esto es trabajo de mujeres.[/Ruby] – me parecía bien, aunque no me habría quejado tampoco si me hubiera tocado acercarme a la líder lobuna.

    Observamos a Ruby acercarse y hablar con ella. Nos miraba con el ceño fruncido, aunque su lenguaje físico parecía intentar ser educada y amable. Me recordaba un poco a Amy en el sentido de que no parecía querer que nadie le tocara los ovarios. Algo muy respetable teniendo en cuenta que nos perseguía una panda de cazalobos.

    Al cabo de un rato, volvió. – [Ruby]Richard está a las afueras y no nos pueden acoger.[/Ruby]- resumió. Me gustaba aquella chica, no se complicaba.

    – [Dante]Ha sido rápido. ¿Nos vamos o qué?[/Dante] – le guiñé un ojo a la líder mientras nos girábamos. Ella me gruñó, pero no parecía un gruñido en plan sexy.

    – [Cole]Me parece que no es tu público. Vámonos.[/Cole] -dijo mi hermano. Me encogí de hombros y giramos en la dirección que nos habían señalado.

    Todo el caminó sentí miradas tras nosotros. No solo los lobos tenían ojos. Algo nos vigilaba y no me hacía ni puta gracia. Continuamos, esperando que un tío al que no conocíamos de nada, que había sido expulsado de su orden y vivía solo a las afueras, se alegrase de ver que tres personas que no eran ni de su mundo y a las que perseguía todo cristo viviente, que encima le iban a encomendar una misión suicida.

  • INMACULADO

    COLE ROMAN

    CASTILLO DE LA HERMANDAD DE TAURO, KARDAS – TARDE

    Nos vimos obligados a pasar gran parte del camino junto a los Caballeros en silencio, temiendo que pudieran escuchar nuestra conversación y acabar con nosotros allí mismo sin que tuviésemos demasiadas oportunidades.

    El Castillo era visible desde bastante lejos, pero la caminata se hizo larga y me dio mucho tiempo para pensar y plantear el lugar en el que estábamos. Mi padrino me había enseñado el valor de guardar silencio y observar, así que eso fue lo que hice, durante todo el camino.

    Cruzamos el puente que daba con el castillo, tuve el valor de mirar hacia abajo y vi que el abismo terminaba en unas aguas oscuras y turbulentas. Atravesamos la entrada del pueblo, parecida en cierta medida a algunas de las películas de la Edad Media más logradas, aunque lo que nunca percibías en una película era el olor. Aquél lugar era un hervidero de olores, desde humanos hasta los de las comidas del mercado.

    Entramos al castillo bajo la atenta mirada de los lugareños, una mezcla entre temor y asco se veía en sus ojos. Por alguna razón, asocié en mi mente lo que no debía asociar y me sentí demasiado vinculado a esas miradas, demasiado tocado por ellas. Era el reflejo de cómo llevaba sintiéndome gran parte de mi vida, de las etiquetas que siempre había llevado colgadas: el delincuente, el mal estudiante, un asesino, una serpiente, un desviado.

    Teniendo eso en cuenta, podréis imaginar que los estandartes del toro y la cruz cristiana colgando de las paredes me hicieron pensar que aquél no era un lugar donde aceptaran nada de lo que yo era. Subimos una interminable sucesión de escaleras de piedra estrechas, siempre guardados por los Caballeros, hasta llegar a la cima de uno de los torreones. Allí abrieron una pesada puerta de madera y entramos a una gran sala que parecía una Iglesia.

    Estandartes del toro blanco a un lado, la cruz al otro. Bancos de madera apuntando hacia el final de la sala, donde dos lonas más grandes mostraban de nuevo los dos símbolos reverenciados. Al igual que en las Iglesias cristianas, había un altar y un púlpito al lado izquierdo. Al lado opuesto había algo que no encajaba, una especie de brasero dorado, apagado en ese momento. No había pila bautismal. Parece ser que aquella Iglesia se había decidido por el fuego en lugar del agua.

    Los Caballeros nos dejaron allí, a un par de metros del altar, separados de él por una barandilla de madera. Después se retiraron, tomando posiciones alrededor de los bancos.

    – [Cole]Tenemos que intentar escapar.[/Cole] – les dije a los demás, una frase demasiado obvia, la verdad, podéis decirlo, lo admito.

    – [Niall]¿E ir adónde? No tenemos ni idea de dónde está el Daë de este mundo.-[/Niall] respondió Niall. Medité unos segundos. Ser los hijos de Logan implicaba que no éramos precisamente los más versados en todo el tema de los Daë. Mi padre había odiado siempre aquél recuerdo y por eso se había desecho del disco. No me atrevería a decirlo delante de Dante, pero en parte, tenía sus motivos para sentirse así. Me lo había contado una noche, unos cuantos meses antes de que me fuera con Hiroshi.

    – [Logan]¿Quieres saberlo?[/Logan] – preguntó. Había salido el tema de su disco y por qué mi padrino si lo guardaba. – [Logan]Porque lo que hicimos no valió una mierda. Solo para que una chica perdiera la vida y me dieran una puta espada maldita.[/Logan] – dijo tras un trago de su cerveza. – [Logan]A la hora de la verdad estás solo y muere gente.[/Logan] – fueron las últimas palabras que mencionó sobre el tema.

    – [Cole]Tengo una teoría.[/Cole] – susurré. – [Cole]¿Habéis visto el símbolo de los caballeros?[/Cole] – todos y cada uno de los Caballeros llevaban unas armaduras distintivas, todas con un casco astado y todas con un toro de color blanco en la capa y algunos puntos de la armadura, además del toro blanco por todas partes del castillo. Si en ese sitio había un Daë, parecía lógico pensar que era el de mi padre, un caballero con un casco astado.

    – [Dante]El Daë de Logan era un caballero con un yelmo de toro.[/Dante] – les explicó mi hermano a mi otro hermano y a Mike.

    – [Niall]Por lo que podría ser uno de estos «caballeros». ¿Cómo vamos a dar con él?[/Niall] – preguntó Niall.

    – [Mike]¿Sin nombre? Difícil.[/Mike] – respondió Mike. Intenté recordarlo pero no fui capaz, mi memoria no era tan buena.

    – [Cole]Le reconocería si lo viera.[/Cole] – aseguré. Mi mirada se cruzó con la de Dante. Él no había visto nunca el disco de nuestro padre, pero yo sí. Había pasado por sus recuerdos de aquél lugar y había vuelto a hacerlo poco antes de iniciar la subida del Pico, gracias a que Henry me lo había prestado durante unos minutos.

    – [Niall]Pues atento porque aquí vienen.-[/Niall] nos indicó Niall. Al parecer a mi hermano se le daba bien la música porque también tenía muy buen oído. Los Caballeros que nos habían acompañado se arrodillaron en sus posiciones cuando la puerta tras el altar se abrió y dio paso a un hombre mayor, de pelo cano, vestido con una sotana azul, negra y blanca con el símbolo del toro. Iba acompañado de tres Caballeros, dos se quedaron a su lado y uno de ellos se colocó al nuestro.

    – [b]Detrás de la baranda.[/b] – nos ordenó. – [b]Manos sobre ella.[/b] – obedecimos, teníamos las de perder porque ni siquiera sabíamos a qué nos enfrentábamos. Miré al Caballero, su rostro estaba cruzado por una cicatriz que le cegaba un ojo. No era el Daë, ni tampoco los otros dos, así como ninguno de los que nos había acompañado, pude verles bien porque, arrodillados, todos se habían quitado el casco. Los demás me miraron y negué con la cabeza.

    – [Cardenal]’Sagrada Hermandad de Tauro’, alzaos.[/Cardenal] – el hombre, al que llamaré «Cardenal» de ahora en adelante porque mi mente solo podía pensar en los Tres Mosqueteros, abrió los brazos con las palmas hacia nosotros y vi que en ellas tenía tatuados los dos símbolos de nuevo, la cruz y el toro.

    Los Caballeros se pusieron en pie, con el casco astado en sus manos. El sonido del metal sincronizado perfectamente ponía los pelos de punta.

    – [b]Traemos a cuatro víctimas que esperan liberar su alma.[/b] – dijo el que estaba a nuestro lado. Me imaginé que las víctimas éramos nosotros. La parte de liberar el alma no me gustaba demasiado, la prefería donde estaba, cerca de mi cuerpo, aún móvil y con la sangre circulando. – [b]Los hermanos Dayne y Everett están en camino con otra alma perdida.[/b] – añadió. Mis transcripciones puede que no sean lo más fiables que os encontréis, pero hablaban en un inglés muy arcaico, no como en una feria medieval, y había cosas que solo entendía por el contexto.

    Acto seguido, todos juntos rompieron a cantar, de una forma, de hecho, bastante notable.

    – [Niall]Menuda secta tienen estos montada…-[/Niall] susurró Niall. Por suerte, perdidos en su salmo, no podían escucharle.

    – [Mike]El Daë puede ser uno de los dos que faltan.[/Mike] – comentó Mike. Dayne y Everett no me sonaban. No recordaba el nombre completo del Daë y tampoco es que mi padre se hubiera matado a hacerle preguntas, pero no era Dayne ni Everett. Volví a aprovechar para echar un vistazo alrededor, a los bancos individuales que estaban contra la pared. Todos llevaban un nombre inscrito. Había cuatro libres, pero estaban demasiado lejos como para poder leerlos. Dos serían Dayne y Everett y uno sería el del que estaba a nuestro lado. Pero el otro, quizá era el de nuestro Daë.

    Terminado el salmo, el Cardenal caminó hasta la barandilla que nos separaba y nos miró. El Caballero a nuestro lado nos hizo un gesto para que alzásemos la mirada.

    Se fijó uno a uno en nuestros ojos. – [Cardenal]Vuestros ojos tienen alma.[/Cardenal] – recitó, como si fuese parte de un discurso ya aprendido. Me imaginé que sería una forma arcaica de saber si alguien era demonio, por tener unos ojos inusuales. No me habría extrañado que muchos hubiesen muerto por tenerlos de un color poco habitual. – [Cardenal]Di tu nombre, súbdito del Señor.[/Cardenal] – añadió, colocándose frente a Dante, que le observó, desafiante, algo habitual en mi hermano.

    – [Dante]Henry Ford.[/Dante] – dijo. Tengo que reconocer que suspiré aliviado, Dante era demasiado temerario y teníamos que seguirles el rollo si queríamos encontrar una forma de escapar.

    – [b]De Gondor.[/b] – puntualizó uno de los Caballeros que nos habían escoltado.

    – [Cardenal]Henry Ford, de Gondor.[/Cardenal] – afirmó el Cardenal, cogiendo una enjoyada pluma para escribir el nombre en una libreta del atril.

    – [Cole]Nicholas…Templeton.[/Cole] – lo mío no era la improvisación, la verdad, ni la sutilidad tampoco. Lo de Nicholas era obvio de dónde venía. Resistí decir Flamel por si resultaba que había existido, así que mi cabeza tiró de un crush de mi adolescencia, Templeton Peck. El actor del remake, no penséis que me atraía alguien que llevaba ya años criando malvas.

    – [Cardenal]Nicholas Templeton de Gondor.[/Cardenal] – sentenció el Cardenal. Al menos habían asumido que éramos todos de Gondor, así no tenía que inventarme también un lugar ficticio. Anotó mi nombre y pasó a mi hermano Niall, que estaba a mi derecha.

    – [Niall]Ludwig Amadeus.-[/Niall] replicó encogiéndose ligeramente de hombros.

    – [Cardenal]Ludwig Amadeus, de Gondor.[/Cardenal] – repitió el Cardenal, anotando su nombre.

    Por último le tocó a Michael. – [Mike]Michael…Jackson.[/Mike] – dijo. Me sentí un poco mejor, no era el peor inventando nombres ficticios.

    – [Cardenal]Michael Jackson, de Gondor.[/Cardenal] – anotó el último nombre y nos miró.

    – [Cardenal]Cuando llegue la última alma procederemos al ‘Juicio de la Llama‘.[/Cardenal] – no era por ser mal pensado, pero no sonaba excesivamente bien. – [Cardenal]¿Con vuestra alma en la mano, tenéis algo que confesar antes de él?[/Cardenal] – nos observó fijamente. Sus ojos tenían algo, como si pudiesen ver demasiado. Me sentí expuesto y terriblemente incómodo.

    – [Dante]Este tipo es un vendemotos, no va a saber nada.[/Dante] – susurró mi hermano Dante, tratando de tranquilizarnos.

    Como si le hubiese escuchado, tras unos minutos de silencio, movió sus manos y murmuró unas palabras que encendieron una enorme llama blanca en el brasero. Me di cuenta, por desgracia, de que era suficientemente grande como para que entrase una persona. Miré de nuevo a nuestro alrededor, demasiados Caballeros como para salir libres. Ese fuego blanco me hacía tener mis reservas, de otra forma hubiera esperado a que me mandaran a él para absorberlo y aprovechar la nueva fuerza para librarnos de ellos. Pero no parecía un fuego normal.

    La sala se abrió y entraron los dos Caballeros que faltaban, portando una figura menuda cubierta con la capucha de una capa ajada. La colocaron a nuestro lado y le descubrieron el rostro.

    Me sorprendí al reconocerla. No sabía de qué, pero había visto a esa chica antes. Los demás parecían más sorprendidos, como si la conocieran. Cuando el Cardenal le pidió su nombre, ella permaneció callada unos segundos.

    – [Ruby]Alejandra Roberta Fernanda.[/Ruby]- replicó.

    – [b]¿De Gondor?[/b] – preguntó el Caballero que estaba a nuestro lado, que empezaba a pensar que era el líder militar de esa Hermandad.

    – [Ruby]Casi.[/Ruby]- replicó mirándole.- [Ruby]Lenox Hill.[/Ruby] – añadió. Esa chica irradiaba confianza, algo que no parecía encajar mucho en un tiempo tan arcaico y machista como aquél.

    – [Cardenal]Alejandra Roberta…Fernanda, de Lenox Hill.[/Cardenal] – de nuevo escribió el nombre en el atril, pero esta vez tomó los cinco papeles y los arrojó a la pira de fuego blanco, que centelleó en un azul intenso. – [Cardenal]Ahora impondré las manos sobre vosotros. Los inmaculados serán libres ciudadanos de estas tierras. Los demás que no teman, pues serán purificados en las llamas del Señor.[/Cardenal] – nos explicó. El resumen venía a ser que si no éramos sobrenaturales podíamos vivir allí con ellos en ese castillo prohumano y si no, a las llamas. No me molesté en preguntarme si tus preferencias sexuales también te hacían  sobrenatural porque conocía la respuesta.

    – [Ruby]Señor cardenal, ¿usted es más de carne o de pescado?[/Ruby] – preguntó la muchacha. Tengo que reconocer que me dejó a cuadros.

    El Cardenal la miró fijamente. Nosotros sabíamos a qué se refería, pero obviamente él no. – [Cardenal]¿Te encuentras bien hija mía?[/Cardenal] – preguntó.

    – [Ruby]Es que noto que hace mucho calor aquí.[/Ruby] – cuando lo dijo, me pareció extremadamente sugerente. De pronto mi cabeza empezó a estar en un segundo plano a medida que me fijaba en un caballero de cabello oscuro y barba afeitada  y en aquella chica de melena plateada.

    Pensé que era un momento extraño para sentirse tan animado, pero entonces empecé a darme cuenta de que no era el único. A mi alrededor los Caballeros se removían, incómodos, el que nos custodiaba se apartó de la joven, confuso y mis compañeros parecían estar perdidos en sus pensamientos.

    Todos menos el Cardenal, que miraba fijamente a la joven. Ella le devolvía la mirada, esperando que su poder obrase efecto, pero no parecía hacerlo. – [Cardenal]Hermanos, resistid la tentación. Tenemos un súcubo entre nosotros.[/Cardenal] – dijo al cabo de un rato. No le había afectado pero lo había sabido, había algo en aquél hombre, algo sobrenatural.

    – [Dante]Sé de sobra que hay erecciones incómodas pero esto no me debería estar pasando. No soy de sotanas ni armaduras.[/Dante] – se quejó Dante. La chica le guiñó un ojo y el gesto me pilló en medio. Tragué saliva, costaba pensar en algo que no fuesen cuerpos desnudos rozándose. Dante le sonrió y alzó una ceja, parecía darle igual. Todo lo abierto sexualmente que era mi hermano, lo compensaba yo siendo lo opuesto.

    – [Niall]Alejandra Roberta… ¿cómo has podido? -[/Niall] dramatizó Niall, mirándola. De los presentes era de los pocos que no la miraban «así», aunque capté a un par de Caballeros que tampoco lo hacían.

    – [Cole]Supongo que esto se lleva por delante todo eso de pasar desapercibidos.[/Cole] – ya no tenía sentido esperar, teníamos una distracción y había que aprovecharla. Que sí, que no descarto que había otras opciones como esperar allí sentados a que matasen a esa chica como unos completos cobardes, pero seamos sinceros, por mucho que uno no esté metido en la vida idílica y fantasiosa de ser un héroe, no íbamos a dejar que eso pasase. Me «tragué» el fuego de las dos velas que tenía más cerca y salté la barandilla para colocarme justo detrás del Cardenal, sujetando su cuello con mi mano. Cuando mi piel tocó la suya volví a sentir esa sensación incómoda de estar desnudo y expuesto.

    – [Cardenal]La Serpiente me sostiene. Acabad con este demonio, traed la paz al alma torturada de este joven con monstruos en su interior.[/Cardenal] – pidió a la Hermandad. Me había llamado la ‘Serpiente’, así que sí, podía ver lo que éramos. – [Cardenal]Deja que el fuego te consuma, en el Etéreo tu alma no buscará esos deseos impuros.[/Cardenal] – supe a qué se refería, lo supe desde que empezó a hablar. La cuestión es que me distrajo lo suficiente como para que una cuchilla se me clavara en el brazo.

    Me aparté del Cardenal y corrí hacia mis compañeros, no teníamos nada que hacer contra la Hermandad de Tauro, solo podíamos huir. Mike ayudó a Dante a soltarse las alas mientras éste lanzaba un candelabro contra la cristalera y se subía al alféizar.

    – [Dante]Creo que puedo con dos.[/Dante] – nos dijo. La chica, cuyo nombre real aún no sabíamos, seguía sembrando la confusión entre la Hermandad con su poder. Luchó con uno de ellos con un estilo que parecía coger toda la agilidad del ballet y convertirla en algo agresivo en lugar de artístico.

    Mike se transformó en un ser mitad hombre mitad leopardo de las nieves y golpeó, haciendo que la Hermandad retrocediera para esquivarle. Aproveché la confusión para fijarme en los asientos de la Hermandad. Me puse nervioso pero conseguí encontrar el asiento vacío. ‘Hermano Richard Crane’. Eso era, Richard Crane, así se llamaba el Daë. Entonces sí era un miembro pero no estaba allí.

    – [Niall]Para que salir por la puerta como las personas normales.-[/Niall] mi hermano Niall se acercó a Dante y con un gañido de dolor su cuerpo empezó a cambiar hasta convertirse en un ser mitad hombre, mitad ave.

    – [Cole]Las águilas están aquí.[/Cole] – bromeé, para algo de ficción que conocía… Niall se encaramó al lado de Dante y yo me subí a su espalda.

    – [Dante]Si vas a venir apaga el cachondinator, necesito concentrarme para no estamparnos.[/Dante] – le dijo a la muchacha, mientras aferraba un leopardo de las nieves, ya sin forma humanoide.

    – [Ruby]Pero si hace un rato que no funciona: eso lo traerás tú de serie.[/Ruby] – sentenció mientras se agarraba de su mano y en una fracción de segundo, nos precipitábamos al vacío.

    Miré hacia atrás y vi una llamarada blanca azotar la ventana por la que habíamos saltado. Los cristales cercanos estallaron y cayeron sobre nosotros. Nos habíamos librado por segundos.

    Dante y Niall consiguieron remontar el vuelo con el peso que llevaban a cuestas y se dirigieron hacia el bosque. Tragué saliva cuando pasamos sobre el muro del castillo y vi el abismo profundo debajo de mí. Por suerte, unos minutos más tarde, volvimos a tierra firme. Perseguidos, odiados y perdidos, pero con una nueva compañera y un nombre al que agarrarnos.

    Por suerte, la chica había apagado su poder, pero os confesaré una cosa, yo no era como mi hermano Dante, a mí si me iban los caballeros. Las sotanas la verdad es que no.

     

  • SIN PIEDAD

    MICHAEL SOLO-NOVAK

    ESFERA KARDAS – MAÑANA

    Mi mundo había cambiado completamente de la noche a la mañana. Mi vocación siempre había sido curar a otros, encontrar en la ciencia las explicaciones a lo sobrenatural y curar con ellas a los que lo necesitaran.

    Pero de pronto, por evitar que Idris hiciese una locura, unos discos de metal me habían teletransportado a un limbo donde nos habían encomendado la misión de guiar a unos nuevos Daë que terminarían muriendo en sus Pruebas, por lo que habían dado a entender sus «espíritus» cuando hablaron con los Moondies.

    Y de aquél limbo, habíamos aparecido en un bosque, cerca de un arroyo de agua clara. Noté una sensación desagradable por todo el cuerpo y corrí al arroyo a refrescarme la cara. Cuando remitió, miré hacia el resto.

    – [Dante]Odio la magia.[/Dante] – maldijo Dante poniéndose en pie con dificultad. Tenía esa cara que ponía cuando algo le molestaba especialmente. Acabar de descubrir a la asesina de su madre y tener que hacer una pausa para salvar el mundo no era algo que fuese a dar muchas alegrías a Dante.

    – [Niall]Me duele el culo. No penséis mal, es que he caído así.[/Niall] – comentó el amigo de Noah, Niall. Le había conocido recientemente, cuando Noah me lo había presentado porque iba a ayudarnos a tratar de convencer a los demás.

    – [Cole]¿Dónde estamos?[/Cole] – preguntó el hermano de Dante. Hacía tiempo que no le había visto y parecía mucho más centrado. Se acercó a Niall y le ayudó a levantarse. Noah me lo había presentado como medio hermano de Dante, evidentemente, por parte de padre. Conocía perfectamente la historia de Logan, concretamente también la historia que había tenido con mi madre, y no me caía especialmente bien.

    – [Dante]No sé, a mí todos los bosques me parecen el mismo.[/Dante] – confesó Dante, al que todo lo ajeno a la mecánica no le interesaba demasiado.

    Miré a mi alrededor. Todo lo que alcanzaba la vista era el bosque, excepto el cielo. Mi vista se detuvo en una planta que crecía poco más allá. Me acerqué a ella y la miré bien, dudando.

    – [Michael]No estamos en casa.[/Michael] – les dije cuando ya estuve seguro.

    – [Niall]¿Has deducido eso por unas plantas? – [/Niall] preguntó Niall, sorprendido.

    Corté la planta con una navaja suiza que llevaba en el bolsillo y la guardé en mi bolsa. Esa planta llevaba extinta cientos de años. Normalmente, no habría reconocido cualquier planta si me la ponías delante de las narices, pero aquella precisamente aparecía en varios libros antigüos de medicina por sus propiedades abortivas y de tratamiento de problemas gástricos. – [Michael]Es una planta medicinal que está extinta en nuestro tiempo…en nuestro mundo.[/Michael] – expliqué. Según lo que había podido captar de todo lo que habían dicho los Daesdi, iban a mandarnos a otro lugar del universo para ayudar a esos Daë, que en tiempos de los Moondies ya eran pasado. Aquél lugar se parecía demasiado a la Tierra, pero si los Daë vivían allí, no era descabellado pensar que fuera habitable. Aunque ser tan parecido era extraño.

    – [Cole]Entonces es verdad que nos han mandado a otro mundo. O al pasado. O ambas.[/Cole] – comentó Cole, mirándome fijamente. Asentí, aunque resultaba difícil saberlo. Habían dicho que estaríamos separados, pero ahora que era una realidad, no dejaba de preguntarme cómo estarían los demás.

    – [Niall]Esto… chicos.[/Niall] – escuché decir a Niall. Se oyeron algunos ruidos cerca, apresurados. Me giré y segundos después una bestia peluda apareció en mi rango de visión.

    – [Cole]¡Corred![/Cole] – gritó Cole. Instintivamente ninguno dudamos y echamos a correr. Miré hacia atrás con cuidado un par de veces, a la criatura que nos perseguía sin cesar. No parecía un animal salvaje cualquiera, parecía un licántropo, pero era distinto, alguna especie diferente de teriántropo.

    – [Dante]Iríamos mejor volando, pero no me…da tiempo a desatar las alas.[/Dante] – escuché decir a Dante, con la respiración entrecortada por la manera en la que estábamos corriendo. Me fijé en su espalda. Normalmente la gente le tomaba por alguien que se había tomado su tiempo en el gimnasio, pero la realidad era que llevaba sus alas atadas a la espalda. Me preocupaba su solución por temas de circulación, pero aseguraba que no le dolía y sus alas parecían bastante flexibles y resistentes.

    – [Niall]No puedes llevarnos a todos, pero me has dado una idea. ¿y si nos ocultamos en la copa de algún árbol?[/Niall] – sugirió Niall, que no parecía muy aficionado a correr e iba en la cola del grupo. Cole iba a su altura, seguramente había bajado el ritmo para mantenerse porque su genética de demonio cruzado y su poder de «batería solar» le habrían puesto en la cabecera.

    – [Cole]Está muy cerca, subid.[/Cole] – nos indicó, señalando los árboles. Dante se precipitó contra un árbol bastante grande y los demás le seguimos, trepando lo más rápido que podíamos mientras meditaba si podríamos aguantar mucho allí.

    Casi todos estábamos arriba, pero Niall iba el último y el teriántropo estaba muy cerca. Consiguió trepar pero él también trataba de agarrarse al tronco y su boca estaba a escasos centímetros de su pie.

    – [Niall]Aparta, lárgate.[/Niall] – dijo Niall, moviendo la pierna para evitarlo. Tiramos de él para ayudarle a subir. Al hacerlo, vi más cerca al teriántropo. No tenía demasiada experiencia con la biología del reino animal. Para identificar en qué me convertía había pedido ayuda a mi madre. Pero parecía una especie de perro salvaje.

    Consiguió trepar un poco más y entonces de detuvo. Mi mirada y la suya se cruzaron segundos antes de que emitiese un chillido que ponía los pelos de punta. De pronto, comenzó a bajar, como si algo tirase de él a juzgar por cómo peleaba.

    Cuando bajó lo suficiente vi algo plateado y afilado clavado en su pierna, enganchado a una cadena de la que alguien estaba tirando abajo. Al final de la cadena, un caballero de brillante armadura blanca y plateada tiraba con fuerza hasta que el teriántropo cayó al suelo, revolviéndose salvajemente para liberarse.

    Por mucho que lo intentó, fue inútil. Al caballero se sumaron otros más que lo inmovilizaron y en cuestión de segundos, lo ejecutaron allí mismo atravesándole con una espada.

    – [b]Los del árbol, bajad.[/b] – indicó el verdugo, mirando hacia nosotros. Parecía el cabecilla del grupo.

    – [Niall]No, gracias. Estamos bien aquí.[/Niall] – comentó Niall. Después de verles asesinar a sangre fría a ese teriántropo, compartía sus reservas. El cuerpo estaba volviendo ya a la forma humana de un hombre de mediana edad.

    Mi corazón dio un vuelco cuando escuché el ruido de un impacto y un grito de Niall. Vi que estaba bien, pero un cuchillo de filo brillante estaba clavado en el árbol, cerca de él. Era una advertencia.

    – [Cole]Será mejor que bajemos.[/Cole] – sugirió Cole. Niall asintió y descendimos con cuidado.

    Cuando toque tierra de nuevo, vi que eran un total de siete caballeros con brillantes juegos de armaduras completas en color blanco y plata. Llevaban  las armas en la mano, junto algunas en el cinto y la espalda. Uno de ellos tenía dos cuchillos y otros tantos en una bandolera. El de la espada nos miraba fijamente mientras dos de los caballeros se llevaban el cuerpo del hombre hasta una pira improvisada. Ni siquiera tenía derecho a un funeral. Recé en silencio una pequeña plegaria por él.

    – [b]Quedaos ahí.[/b] – nos indicó con voz grave el líder. – [b]¿Marcas?[/b] – preguntó. Viendo el tratamiento del teriántropo no me quedó duda de lo que le interesaba saber. Si nos había mordido seguramente correríamos la misma suerte. Sentí un escalofrío pensando en que descubrieran las marcas de mi transformación.

    – [Michael]No nos ha mordido.[/Michael] – respondí con sinceridad. Era cierto, él no lo había hecho.

    Dirigió su mirada a Niall. – [b]Muestra el tobillo.[/b] – le ordenó.

    – [Niall]No es nada. Sólo ha desgarrado la ropa.[/Niall] – confesó él levantando el pantalón para mostrárselo.

    Nos observó con detalle y asintió. – [b]¿Qué hacíais en el bosque? ¿De dónde venís?[/b] – preguntó, señalando nuestras ropas con una mano enguantada. Caí en la cuenta de que nuestras ropas debían destacar muchísimo para aquella época, algo que sin duda jugaba en nuestra contra.

    – [Dante]De Gondor.[/Dante] – mintió Dante. Le miré, parecía tan despreocupado que el caballero se lo creyó.

    – [b]¿Está fuera del Confín?[/b] – preguntó, serio. No saber nada de aquellos mundos nos ponía en peligro constante. Los caballeros sin duda parecían templarios, pero el hecho de que no se hubieran lanzado directamente contra Niall o contra mí me hacía pensar que este mundo no era exactamente igual que nuestra Edad Media.

    – [Niall]¿Noooooo….. siiii?[/Niall] – respondió Niall, dudando. Cualquiera de las respuestas podía ser mala para nosotros.

    – [Dante]Sí, cerca de…Hogwarts.[/Dante] – añadió Dante. Si Kaylee hubiese estado allí se habría avergonzado, pero al parecer para el caballero sonaba bien.

    – [b]Solo un extranjero se internaría en el bosque con esos ropajes.[/b] – replicó el caballero, guardando su espada. – [b]Vendréis con nosotros. Si estáis inmaculados, tendréis refugio en el castillo.[/b] – nos indicó. Los siete caballeros se reunieron de nuevo tras quemar el cuerpo y se colocaron a nuestro alrededor, escoltándonos y evitando que escapásemos al mismo tiempo.

    ‘Inmaculados’ visto lo visto, solo podía referirse a una cosa. Si descubrían que cualquiera de nosotros era algo distinto, nos esperaba la misma sentencia que al teriántropo, sin ningún atisbo de piedad.

  • UNA HERIDA SANGRANTE

    XANDER ECHOLLS

    PICO TANTREE – NOCHE

    El día había llegado y con él, el peso del mundo empezaba a recaer sobre mis hombros. Nunca sabría cómo había sido capaz de sobrellevarlo mi madre. Me sentía responsable de todas y cada una de las personas que habían ido allí conmigo, por no mencionar del conflicto con los demás, que seguramente apareciesen para evitar nuestro plan. La realidad de salvar al mundo era más difícil de lo que vendía la ficción.

    Caminaba en silencio por el sendero de la montaña que llevaba al lago subterráneo del Pico Tantree. Era una suerte que por la noche y con el frío otoñal que ya empezaba a notarse, no hubiese gente en los alrededores.

    Miré a los demás, que iban siguiendo la marcha hablando entre ellos, todos cargados con mochilas aunque algunos las llevaban demasiado ligeras mientras que la mía era una de las más grandes, solo superada por la de Elle. Si la tía Diana leyera eso último…

    – [Lexie]Odio esto. Odio salvar el mundo. Yo tendría que estar en mi casa haciéndome las uñas. [/Lexie]- se quejó Lexie por enésima vez. Había estado tan desconectado del mundo real planificando todo esto que me había resultado sorprendente ver allí a Allie, la amiga de Noah, solo para descubrir que era la hija de Karen y Fenris, que también era Lexie y que era una tanuki con múltiples caras. Eso para quien crea haberlo visto todo.

    – [Idris]Si no salvamos el mundo nadie hará pintauñas. [/Idris]- le replicó Idris. Gracias a él habíamos conseguido tres de los discos. Ya solo faltaban los que tenían Noah, Leo, Jane y Kaylee, junto con el del tío Ed, que imaginábamos que también tendrían.

    – [Owen]Yo también, pero es como dice Idris.-[/Owen] se unió Owen. Me vino a la mente una imagen de Owen en plena moda Lounie.

    – [Lexie]Te las puedo pintar yo. Llevo unos cuantos esmaltes en la mochila.[/Lexie]- aseguró con orgullo. Ya me los imaginaba sentándose allí a punto de arriesgar sus vidas para salvar el mundo pero con las uñas perfectas.

    – [Xander]Hablando de eso, ¿lleváis todo lo que podáis necesitar?[/Xander] – pregunté. Yo me había asegurado de echar ropa limpia y todos los artículos de supervivencia que había podido imaginar, además de mi espada, Ocaso..

    – [Amy]Menos charla y más andar.[/Amy] – nos apremió Amy, que lideraba la marcha. Parecía estar muy cómoda en un lugar tan cercano a la naturaleza y con una brisa tan fresca. Sabía que debía estar concentrada para no ceder a los impulsos de la luna llena.

    Elle se puso a mi altura. Solté un paquete alargado que llevaba enganchado a un lateral de la mochila y se lo tendí. Su mochila era enorme, pero era la que mejor podía cargar con ello, especialmente desde que había empezado a entrenar con el tío Ed.

    Ella lo abrió un poco y vio el mango de su espada, Albor.- [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió con una sonrisa. La pobre se había encargado de cargar con tiendas de campaña y un montón de cosas necesarias y me imaginé que se habría olvidado de llevar algo para protegerse.

    – [Xander]Yo también llevo la mía. [/Xander]- le dije. Papá nos las había dado cuando fuimos mayores de edad. Para él era muy importante que estuviéramos juntos porque él había perdido su infancia con la tía Cara.

    – [Owen]Oye, gracias por salvarme de la versión maligna de mi hermana.-[/Owen] – escuché decir a Owen, acercándose a la altura de mi prima.

    – [Amy]Nada.[/Amy]- respondió ella, mirando fijamente sus pies. La había notado algo más inquieta con Owen que en su día. Desde el principio no le había sorprendido mi idea de usar las Pruebas, así que debía haber visto algo, quizá algo que le incluyese a él.

    – [Idris]¿Han puesto el sitio este más lejos? [/Idris]- escuché quejarse a Idris, que llevaba puesta la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en modo altavoces de su InfiniBand.

    – [Amy]Ya he dicho antes que menos hablar y más andar.[/Amy]- le recordó, apurando el paso y dejando a Owen atrás.

    – [Idris]A alguien Le sienta mal la luna llena [/Idris]- replicó Idris. Miré a Ezra, que iba también de los primeros y le vi concentrado, parecía estar costándole bastante contenerse.

    – [Cole]Hay más calor en el sitio al que vamos.[/Cole] – dijo Cole de pronto. Me paré un instante a pensar en lo que acababa de decir. Cole y yo nunca nos habíamos llevado especialmente bien de pequeños, era el típico niño al que te dirían que no te acerques, salvo que mis padres no eran así. Por suerte había vuelto cambiado, muy cambiado.

    – [Lexie]No sé qué hago aquí si no entiendo lo que dice el místico este ni soy amiga de nadie.[/Lexie]- se quejó de nuevo Lexie.

    – [Cole]Gente. [/Cole]- le explicó con calma. Cole tenía una variación del poder de su padre respecto a la energía, básicamente era una batería viviente y era capaz de detectar fuentes de energía. – [Cole] Y me caes bien. [/Cole]- añadió.

    – [Ezra]No me gusta el calor-[/Ezra]  comentó Ezra, a destiempo. Se notaba que estaba lidiando con el licántropo pugnando por salir.

    – [Idris]¿No es mejor que el frío Capi? [/Idris]- le preguntó Idris. Vaya, me habría gustado ser el Capitán América, pero hay que reconocer que la forma de encontrar a Ezra se lo adjudicaba perfectamente.

    – [Lexie]Y tú estás muy bueno. [/Lexie]- replicó Lexie, por encima de Idris.

    Cole le devolvió la sonrisa y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad por Noah. A lo largo de la caminata Elle se había encargado de explicarme que Noah y Lexie se habían peleado porque bueno, él no sabía que Lexie y Allie eran la misma persona.

    – [Idris]Villiers que te vigilo. [/Idris]- sentenció Idris.

    Continuamos durante algo más de un cuarto de hora y finalmente llegamos al final del camino. Allí, cerca del cartel del Lago Marmalade, estaban Jane, Nate, Kaylee, Noah, su amigo Niall, Leo, Michael, Sophie y Laura, la amiga de Henry.

    – [Owen]Bueno. La cagamos.[/Owen] – resumió Owen. Caminamos lentamente hasta colocarnos frente a ellos. Estaban en inferioridad numérica, pero evidentemente no íbamos a dejar que las cosas llegasen a ese extremo. Esto no iba a ser como cuando dos superhéroes se cruzan en los cómics.

    – [Jane]Te dije que no iba a permitir que te pasara nada.[/Jane]- respondió Jane, mirándonos fijamente. Nuestras miradas se cruzaron un instante, pero la apartó.

    – [Owen]Un poco excesivo, ¿no crees?[/Owen] – respondió su hermano.

    – [Xander]Solo hemos venido a pasear un grupo de amiguitos.[/Xander] – respondí, haciendo énfasis en lo de «amiguitos». Sí, quizá me había sentado un poco mal.

    – [Henry]Sí, vamos de acampada.-[/Henry] añadió Henry.

    – [Laura]Si no llega a ser por Jane, no me entero de que estás aquí.[/Laura] – espetó Laura. No había tenido demasiado trato con ella pero sabía que con Jane sí, además de evidentemente, con Henry y Sophie, que también venían de la isla. Supuse que Jane no había dudado en buscar apoyos.

    – [Jane]Estáis siendo ridículos e inconscientes.[/Jane]- espetó, cruzándose de brazos.- [Jane]Spoiler: no sois los Moondies.[/Jane] – sabía dónde dar si se lo proponía. El estigma de nuestros padres siempre iba a estar presente en nosotros. Ellos eran un grupo, nosotros apenas nos manteníamos juntos y a la vista estaba que no estábamos todos de acuerdo.

    – [Ezra]Los Moondies tampoco lo eran cuando empezaron.-[/Ezra] – replicó. Le miré, es extraño no crecer con alguien y saber que es tu primo. El tío Ed siempre había estado muy cerca de nosotros y en ese momento, por primera vez desde que le conocí, me había recordado mucho a él.

    Por el rabillo del ojo vi a Noah mirando a Lexie. Mi primo no conseguía decir nada, apenas mantenía la mirada.

    – [Kaylee]¿Sabéis por qué me llamo Kaylee?[/Kaylee] – preguntó mi prima. Verla así,  llena de tanta seguridad, decidida a detenernos, no pudo más que alegrarme por ser consciente de sus renovadas fuerzas. Habría preferido que esa fuerza estuviera de mi lado, pero no podía más que estar contento porque esta situación le hubiera dado un motivo para dar un paso al frente.

    – [Ezra]Lo sé perfectamente. Por eso hacemos esto.-[/Ezra] dijo la fuerte voz de Ezra. Él sabía mejor que nadie la historia de Kaylee. Aunque la tía Lucy no hablase mucho de eso, todo el mundo lo sabía, y quizá en el futuro de Ezra sí lo había hecho.

    – [Xander]No va a morir nadie. [/Xander]- le respondí. Si alguien tenía que hacerlo, sería yo. Esta había sido mi  idea y el coste de llevarla a cabo sería mío. Pero sinceramente, no me apetecía dar mi vida así como así y esto iba a resolverse con todo el mundo a salvo.

    – [Kaylee]¿Te atreves a garantizarlo?[/Kaylee] – insistió Kaylee. Sabía que tenía pocas pruebas que darle más allá de mi voluntad y unos estudios que no garantizaban ni siquiera que el portal se abriese.

    – [Leo]No va a morir nadie porque no vais a ninguna parte.[/Leo] – escuché decir a mi primo. Su voz resonó también con fuerza, me pregunté si sería por la luna llena y el licántropo que trataban de contener.

    Iba a responderle, pero Elle se colocó entre los dos grupos. – [Elle]Vale, ya.[/Elle]- pidió, haciendo señas. – [Elle]Fin. Escuchadme: estamos aquí porque si no detenemos a Omega, podemos acabar como Mia.[/Elle]- explicó. Su mirada fue hacia Dante y Cole a modo de disculpa por mencionar a su madre. La mía la siguió. Cole parecía sereno y decidido, emanaba un aura de tranquilidad. Sin embargo Dante tenía una cara de enfado que no veía desde un tiempo después de venirse a vivir con nosotros. Se le había reabierto una vieja herida que dolía ahora más que nunca. – [Elle]Es la única opción que tenemos contra ella. La única.[/Elle]- suspiró mi hermana, resignada. Elle odiaba los enfrentamientos, sin por ella fuera todo el mundo se llevaría bien. Era una energía que se contagiaba y daba esperanza en los peores momentos. Se notaba que estando divididos lo estaba pasando mal.- [Elle]Es tan poderosa que yo misma podría ser ella en este momento.[/Elle] – añadió. Desconocíamos el alcance de los poderes de Omega, excepto los que había mostrado. – [Elle]No hemos venido a fastidiar, ni de fiesta. Hemos venido a salvar el mundo y a salvarte a ti, Jane.[/Elle] – añadió, mirándola fijamente.

    – [Noah]Lo siento, pero no podemos permitirlo. [/Noah]- escuché decir a mi primo. Con Noah no había tiempo de reacción. Apenas pude moverme del sitio cuando Noah apareció frente a nosotros, con todos los discos en su mano.

    – [Lexie]Te dije hace mucho que no te fiaras del mapache, Noah.[/Lexie] – dijo Lexie en voz alta. Noah ató cabos rápidamente. Miró sus manos y la ilusión de los discos se desvaneció, mostrando tan solo unas piedras.

    – [Noah]No sabes lo que está en juego. [/Noah]- replicó, mirándola, enfadado. No habíamos tenido un plan útil contra Noah hasta que ella se unió a nosotros.

    Las miradas estaban fijas en Noah, por si volvía a intentarlo, pero capté a Kaylee y Sophie mirarse entre sí y empezar a murmurar unas palabras. – [Kaylee] Ahora, Noah.[/Kaylee] – El disco de mi madre salió del bolsillo interior de mi chaqueta y flotó hacia ellos. Lo agarré rápidamente, pero se escapó entre mis dedos. Mi prima había vuelto a recuperar una parte de sí misma que siempre se le había dado muy bien.

    Estábamos perdiendo, pero no podía más que elogiar el plan. Noah recogió los discos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo, pero se detuvo mirando hacia un punto alejado de nosotros. Seguí su mirada y vi que un disco salía de entre unos arbustos. Noah lo recogió también y en un parpadeo apareció ante nosotros con tres invitados inesperados: Bowie, Vera, Elliot y Tina. – [Noah]Habéis estado a punto de arrastrarlos con vosotros[/Noah] – por mucho que me sorprendiera ver a Tina allí, que nunca había estado interesada en lo sobrenatural y por eso siempre parecía pasar por alto lo extraño que sucedía a su alrededor, ver a Vera, Bowie y Elliot me dejó helado. Con ellos allí no podíamos correr riesgos.

    – [Amy]No venían con nosotros.[/Amy]- replicó Amy con una voz intensa que parecía instar a seguir sus órdenes. Miró a su hermana, orgullosa. Mis primas MacLeod compartían todas una vena rebelde que no me quedaba claro de quién venía, aunque quizá fuese tan marcada porque venía de los dos.

    – [Jane]¿Elliot? Pero si tú eras el único normal de la familia…[/Jane] – dijo Jane, visiblemente preocupada. Si había entrado en todo esto para proteger a Owen, con Elliot allí estaría muy afectada. Todo en mí me pedía hablarle, pero no lo conseguía.

    – [Xander]Bowie, no deberías estar aquí.[/Xander] – le recordé a mi hermana pequeña. Físicamente era una adulta, pero aún le faltaba mucho para poder valerse por sí misma en el mundo exterior, más aún para estar en un lugar tan peligroso como ese.

    – [Bowie]Tus posibilidades de morir son más altas que las mías y más si tenemos en cuenta que está Jane aquí y…[/Bowie]- Elle corrió a taparle la boca. No necesitábamos un análisis estadístico de las probabilidades de morir con todos aquellos inocentes allí. Teníamos que irnos.

    – [Noah]Ya no hay problema, porque me llevo esto.[/Noah]- Noah tenía todos los discos en una bolsa, seguramente también los de los que iban con él para no correr riesgos. Desapareció y supe que se los llevaría lejos, escondidos hasta que pasara la luna de sangre.

    Pero un segundo después escuché un ruido. Miré hacia atrás y vi que Noah se había detenido. Fue apareciendo en distintos puntos a nuestro alrededor, como si algo evitase que se fuera. Miré a Lexie.

    – [Lexie]Esta vez no he sido yo.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Es como… La telekinesis de Dom. [/Noah]- explicó Noah, con cara de terror. Eso solo podía significar…

    Tina se apartó de Vera, Elliot y Bowie y sonrió de una forma en la que jamás la había visto sonreír.- [Omega]Hola, Elliot.[/Omega] – saludó al pequeño de los Williams.

    – [Idris]¿Esa chica siempre ha sonreído como una psico? [/Idris]- preguntó Idris. Él nunca había tratado demasiado con Tina, especialmente desde empezó a estar más distanciada poco después del cumpleaños de los gemelos. Había vuelto hacía unos meses y el secreto que llevábamos guardando toda la vida con ella se desveló cuando ella confesó que también tenía poderes. ¿Todo este tiempo había sido Omega?

    – [Omega]Desde hace unos meses.[/Omega]- respondió, sonriente. Temí por Tina.

    – [Idris]Al menos no te has marcado un Luke y Leia. It’s something.[/Idris] – bromeó Idris, seguramente tratando de ayudar a que no nos quedásemos allí paralizados.

    – [Kaylee]¿Qué has hecho con Tina? [/Kaylee] – preguntó Kaylee. Una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

    – [Omega] Tina se fue y… no volvió.[/Omega] – sonrió de manera perversa y no supe que sentir. Quería odiarla, quería vengarme, quería tomarme la justicia en mi mano, pero seguía teniendo la cara de Jane. No podía odiar esa cara.

    Mi mente bloqueó lo de Tina, volvería con fuerza cuando hubiese un momento de calma, pero en ese instante lo más importante era que consiguiéramos salir con vida de allí. Omega debía haber esperado a que nos reuniéramos todos para conseguir todos nuestros poderes. Se lo habíamos puesto en bandeja de plata.

    Un destello emanó de la bolsa que llevaba Noah. La luna empezaba a alzarse, roja y amenazante, iluminando la escena.

    – [Omega]Podría haber sido cualquiera, incluso Jane.[/Omega]- se jactó, mirándonos. Estaba tranquila, jugaba con nosotros porque podía, porque lo disfrutaba.- [Omega]La última vez Xander estuvo encantado.[/Omega] – espetó. Me quedé quieto, no podía mirar a Jane a la cara. Había evitado hablar de lo que pasó, había tratado de rechazar y enviar a mi subconsciente el beso que habíamos compartido y las esperanzas que había tenido momentáneamente.

    Analicé la zona buscando qué hacer, buscando una salida. Los discos brillaban y todo el mundo estaba quieto, hasta que dejó de estarlo. Dante fue el primero en abalanzarse sobre ella, impulsándose con sus alas para golpearla. Ella ni siquiera se movió. Se giró hacia él y en el último momento usó el poder de su padre para lanzarle contra una roca. Contuve la respiración hasta que le vi moverse.

    – [Omega]Dejad de intentarlo, en serio.[/Omega] – sonrió. Un licántropo cubierto de plata se lanzó sobre ella y le hizo un corte a lo largo de la garganta.Ni siquiera tuve tiempo a tener esperanzas de que Leo hubiese acabado con el problema, porque Omega no perdió la sonrisa y su herida se cerró en segundos. Tenía el poder de regenerarse, Noah tenía razón.

    Leo dudó un segundo, confuso. Ella no, alzó su mano y le aferró por la garganta. Su puño se convirtió también en plata y elevó a Leo en el aire. Trató de moverse y liberarse, pero ella no le soltaba.

    – [Noah]Leo, no. [/Noah] – Noah se transformó en Rakkthathor a la velocidad del rayo y cargó contra ella, pero no consiguió moverla del sitio y del choque, la bolsa con los discos salió despedida y se desperdigaron contra el suelo, brillando cada vez con mayor intensidad. Pero al menos consiguió que soltase a Leo, que abandonó su cuerpo de plata para respirar con dificultad.

    Llamas, hielo, luz, oscuridad, magia y todo tipo de fuerzas se unieron contra ella, que no cedía y ni siquiera daba atisbos de estar cansada o esforzándose. No la venceríamos con nuestros poderes. No estábamos entrenados para trabajar en equipo y Omega se había criado como cazadora de potenciados. Veía perfectamente las debilidades entre nosotros y la falta de compenetración y la aprovechaba.

    Jane, Michael y algunos de los que menos poderes ofensivos tenían, estaban apartados, tratando de proteger a Bowie, Elliot y Vera. No había otra opción, era nuestra única salida, así que corrí hacia los discos y los fui reuniendo.

    Corría tan rápido que mi cuerpo parecía moverse por instinto. La piedra me rasgaba la piel de las manos y la sangre se mezclaba con el polvo. Cuando conseguí reunir todos los discos, brillaron intensamente y un rayo salió disparado hacia el lago Marmalade.

    – [Xander]El portal está abierto, es nuestra única oportunidad.[/Xander] – les dije, señalando el lago. No podíamos hacer otra cosa que correr y encomendarnos al destino.

    Noah consiguió alejar a Omega de nosotros y echamos a correr todos juntos. Estábamos ya cerca de saltar cuando ella se colocó frente a nosotros lanzando a un Noah en forma humana que por suerte respiraba.

    Omega sonrió y se preparó para acabar con nosotros. Los discos brillaban. La luna se alzaba como una herida sangrante en el cielo. Y entonces nos desvanecimos.

  • PECADOS DEL PADRE

    COLE ROMAN

    MAÑANA – NOOR COFFEE & CO

    Después de haber decidido quedarme en Moondale una temporada, al menos hasta que el peligro se asentara. También me apetecía volver a conectar con mis raíces y hacer las paces con el hombre que era ahora, me gustase lo que me gustase. Y para qué mentir, también me había quedado por Dante, aunque si leyese esto me echaría la bronca. Pero mi hermano me necesitaba, descubrir a la asesina de nuestra madre era un golpe que no todo el mundo podía recibir bien y a Dante le había llenado de ira y ansias de venganza. En estos momentos se parecía más a nuestro padre de lo que nunca me atrevería a decirlo.

    Xander había aparecido con un plan hacía ya varios días que pronto habría que llevar a cabo. Era arriesgado, pero sinceramente lo prefería a evitar continuamente que Dante hiciese alguna locura o cruzase una línea que no le recomendaba cruzar. Cuando acabas con una vida, humana o demoníaca, cambias. Con los vampiros es algo diferente, porque no son más que muertos reanimados, pero los demonios, eso es muy distinto.

    Una de las ventajas de haberme quedado en Moondale era poder pasar tiempo con la familia y eso incluía el nuevo e inesperado miembro que Noah había conocido mucho antes que nosotros, Niall. Fue un poco extraño al principio, éramos cordiales pero no teníamos ni idea de cómo hablar el uno con el otro, pero habíamos hecho de una costumbre tomar un café por las mañanas cerca de la Universidad y eso nos había ido acercando. Lástima que Dante casi nunca viniese con nosotros y que mi padrino no pudiese venir una temporada a ver a la familia.

    – [Cole]¿Nunca supiste nada de él?[/Cole] – pregunté, mientras echaba un poco de azúcar. Mi tiempo en Japón me había acostumbrado a tomar menos azúcar en algunas cosas. Allí los postres apenas eran dulces porque la comida en general solía llevar algo más de ese dulzor que estamos acostumbrados a buscar.

    – [Niall]No. Nada más allá de su nombre. De hecho dudo que sepa siquiera que existo.-[/Niall] respondió él, dando un trago a su té americano con una pizca de canela y licor 43, sin duda era un Villiers, pero de la parte refinada. Hasta ahora habíamos intentado hablar de nosotros y de nuestras vidas, aunque Niall era bastante escueto con la suya. Era cuestión de tiempo que llegáramos a hablar de Logan.

    – [Cole]Probablemente no. Mi padre no es un modelo.[/Cole] – resumí. No había por qué ocultarlo, mi padre había cometido muchos errores, todos lo hacemos. – [Cole]Pero no lo hacía del todo mal mientras mi madre estaba viva.[/Cole] – añadí. No quería que Niall se quedase solo con la visión que tenía Dante de mi padre, porque estaba marcada principalmente porque se hubiese ido de Moondale en lugar de cuidar de él, antes de eso parecían uña y carne. Mi padre no era ningún santo, pero Niall tenía que decidir él mismo qué clase de relación tendría con él. Si alguna vez volvía a aparecer claro.

    – [Niall]Mi madre tampoco tiene malas palabras de él. Solo que un día se fue a comprar tabaco y nunca regresó.-[/Niall] – por lo que había llegado a encajar de la historia, mi padre había estado con la madre de Niall cuando viajaba por estados unidos, hasta que mi padrino fue a buscarle para ayudar en la batalla contra Z.

     – [Cole]Lo peor que tenía es que no entendía todas las orientaciones sexuales.[/Cole] – le aclaré. Mi padre trataba de ser padre como buenamente podía teniendo en cuenta que su padre era un alcohólico abusivo. Pecaba de relacionarse con nosotros como colegas a veces, en lugar de como hijos y ahí entraban cosas como hacer cosas imprudentes o hablar de chicas. Mi madre era la que ponía la estabilidad en la casa y actuaba casi como si tuviera tres hijos en lugar de dos. Al menos mi padre siempre la escuchaba. – [Cole]Tampoco creo, como Dante, que nos fuera a repudiar, pero por su mente no pasaba siquiera la idea de que nos gustara algo que no fueran las mujeres, y mira.[/Cole] – me reí. De uno de los hetero más hetero habían salido de momento dos hijos bisexuales y uno gay. Tenía gracia, no se podía negar. Al final lo habría entendido, pero habría hecho como si no pasara nada, porque no habría sabido cómo llevarlo.

    – [Niall]Falta el hermano o hermana hetero.-[/Niall] comentó sonriendo.

    – [Cole]De momento somos tres, pero ya no digo nada.[/Cole] – aseguré. Si mi padre estaba orgulloso de algo era de su legado de aesir y estaba totalmente interesado en expandirlo, al menos antes de mi madre. Mientras viajé con él, no le vi con otras mujeres, pero tampoco ponía la mano en el fuego, hacía mucho tiempo que mi madre nos había dejado.

    – [Niall]En el tiempo que no le veis lo mismo ha plantado dos o tres churumbeles más. Eso hombre necesita hacerse una vasectomía.-[/Niall] bromeó. Di un trago al café, era bastante intenso y lo agradecí. Una de las cosas que había echado de menos era el café.

    – [Cole]No sé, tiene todas las faltas del mundo pero la muerte de mi madre le ha dejado tocado. Más tocado.[/Cole] – respondí. A veces parecía el mismo, pero si te fijabas bien la máscara se resquebrajaba. No sabía vivir sin ella, estaba claro.

    – [Niall]Bueno, eso es amor. Un poco escabroso por todo el tema de venganza pero amor.-[/Niall] afirmó él. Asentí y bebí un poco más, recargando las pilas, aunque en realidad lo que me estaba recargando era la luz solar que se filtraba por los ventanales. Mi cuerpo absorbía el calor de la luz y lo convertía en estamina, así que os imaginaréis que me gustaba más viajar a sitios cálidos. Era lagarto hasta para eso. – [Cole]Dante y yo estamos a punto de hacer una locura por ella. No te lo he dicho porque no quiero meterte en algo tan peligroso.[/Cole] – quería aclarárselo porque ahora prácticamente solo nos teníamos a nosotros tres, además de en mi caso al tío Hiroshi y en el de Dante a los Echolls. Había visto el disco de mi padre en su día, antes de que lo perdiese, y sabía a lo que nos ateníamos en las Pruebas. Solo esperaba, como los demás, que no fuese necesario un sacrificio para reactivar el portal, porque no teníamos a ninguna Kaylee.

    – [Niall]En eso no me parezco a él, ni a vosotros. Esto ha sido algo puntual. No me va lo de pelear.-[/Niall] aseguró. Asentí. Niall era un virtuoso de la música y un pacifista total pese a que su voz podía tanto deleitar los oídos como destrozar lo que se le pusiera delante.

    – [Cole]Haces bien en distanciarte de todo eso.[/Cole] – respondí. Yo sabía bien lo que era ese camino y Niall hacía bien en intentar disfrutar de una vida normal.

    – [Niall]Ahora me vas a hacer sentir mal por no ayudaros. Menuda mierda de hermano.-[/Niall] dijo para sí.

    Le sonreí y dejé el dinero en el mostrador. Después me acerqué a él y le puse una mano al hombro. Era más seguro para él hacerse a un lado. – [Cole]Tranquilo. No creo que te libres de nosotros tan rápido.[/Cole] – dije, con una sonrisa que al menos pretendía ser calmada. – [Cole]¿Damos una vuelta?[/Cole] – le pregunté mientras apuraba el último sorbo de su té.

    – [Niall]Sí, me vendrá bien airearme un poco. Llevo todo la mañana encerrado con un grupo. Algunas personas no saben lo que es la higiene.-[/Niall] se quejó. Solté una risa y salimos a la calle.

    Era extraño pasear por aquellas calles de nuevo, esta vez, acompañando a mi otro hermano menor del que hacía unos meses no sabía nada. Pero más extraño estaba a punto de volverse todo sin importar si queríamos luchar o no.

  • EL OSCURO CAMINO

    DOS DÍAS ANTES DE LA LUNA DE SANGRE

    DANTE VILLIERS

    TARDE – TALLER

    Pisé el acelerador y disfruté de la tierra suelta alzándose a mi alrededor. Mi Chevrolet Convertible del ’60 rugió bajo el capó. Su motor original había desaparecido hacía mucho tiempo para se sustituido por un motor eléctrico obligatorio, por normativa y porque los combustibles fósiles habían dejado de venderse hacía tiempo. Había vuelto a cambiar el motor hacía poco y ésta era la primera prueba. Me había costado bastante encontrar uno bueno que no fabricase Infinity, pero aún quedaban algunas compañías extranjeras, eso sí, a bastante precio.

    El viento me azotaba la cara y me sentía igual que cuando volaba. Miré el cronómetro y pisé más a fondo el acelerador. Después de unas cuantas vueltas sonreí, el nuevo motor no defraudaba.

    Conduje de vuelta al taller y aparqué el coche en mi plaza. Apenas un par de pasos fuera del coche y los pensamientos que me llevaban dando la paliza los últimos meses volvieron a estar ahí.

    Me costaba contener la ira y la frustración. No tenía nada que ver con lo de Infinity, porque a fin de cuentas, no me afectaba demasiado: no había vuelto a entrar a Endless, mi InfiniBand estaba tirada en un cajón del taller y apenas hablaba con los demás usando el móvil ni las aplicaciones de ellos. Ni siquiera me gustaban sus cafés.

    Lo que de verdad me llevaba presionando todo ese tiempo era ella, Omega. Desde el momento en el que la vi desplegar las alas para huir de allí, lo supe. No podría olvidar esas alas. Ella se las había robado, le había robado su poder y ahora se paseaba por el mundo impune.

    Traté de buscarla al principio. Quería matarla, no podía pensar en otra cosa. Cole trató de detenerme, pero no hizo falta, porque no había ni rastro de ella. Desde entonces había esperado una señal, hasta que Xander me llamó hacía unos días.

    Tenían un plan. Después de todo el puto verano tenían un plan para librarnos de esa asesina. Para Xander y Owen era la única opción que pasaba por no matarla. Me hizo gracia que se tomaran contemplaciones después de lo que había hecho. Pero para mí no dejaba de ser un plan magnífico, porque garantizaba algo peor que la muerte. Esa asesina iba a sufrir toda la eternidad en un vacío en el que no había nada más que tortura y locura.

    Para eso hacía falta encontrar los discos de los Daë. Bastante gracioso teniendo en cuenta que el inútil de mi padre era uno de ellos y en el único momento en que me podía hacer falta, volvía a fallar. El del tío Hiroshi era una suerte que lo tuviese Cole, pero el de Logan estaba perdido, de hecho, él mismo lo había perdido hacía unos años.

    En teoría los demás se iban a encargar de buscar todos los discos y darnos a los que no lo tuviéramos uno para pasar las Pruebas. Quizá ni siquiera hiciese falta hacerlo, y solo con abrir el portal podríamos mandarla allí. Lo que más le preocupaba a Xander era el sacrificio de su tía Kaylee, la que ahora era Lucy más o menos. Supuestamente no iba a hacer falta, pero si fuera necesario, no tenía problema en ofrecerme para castigar a esa asesina para toda su vida.

    Di un golpe a una viga del garaje e intenté calmarme, había demasiadas cosas que me gustaban en la vida como para morir. Nadie iba a morir, solo ella iba a sufrir por lo que había hecho.

    Tratando de despejar la mente, pensé en ir a ver a Kaylee. Xander me había dicho que no iba a participar y sin duda su magia nos había resultado muy útil, además ella sola había montado el grupo de rescate.

    Cogí el coche y me presenté en su casa. Tardó un rato en abrir y ya me estaba dando la vuelta cuando abrió. Parece que estaba sola en casa. Me sentí como en una película porno, salvo que esto no iba a acabar así.

    – [Dante]Menos mal que esta vez no está Leo aquí.[/Dante] – bromeé. No voy a negar que me habría gustado meterme entre ellos dos aquella noche, pero había que salvarles la vida a los demás y bla bla, además no parecía ninguno muy por la labor.

    Kaylee empezó a murmurar y unas pequeñas esferas de luz chocaron contra mí. Picaban como si fueran mosquitos. Entré a la casa y ella se sentó en un sofá de la sala de estar.

    – [Kaylee]¿Te da envidia?[/Kaylee] – preguntó, sonriendo. Parecía que estaba mejor que hacía unos meses, pero todavía se le veía cara de cansancio por las preocupaciones. Envidia no era la palabra, me daba pena la oportunidad perdida pero hay que aprovechar la vida en el momento.

    – [Dante]Venga, ¿con lo que te he visto hacer me vas a decir que no vas a venir con nosotros a echar a ese monstruo?[/Dante] – le pregunté, sentándome en un sillón.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- negó rotundamente, sin ganas de dar más detalles.- [Kaylee]¿Quieres un café o algo?[/Kaylee] – añadió. Pensé si se refería a un café o a un «café». Tenía pinta d ser lo primero, por desgracia.

    – [Dante]No, venía solo a ver si te convencía.[/Dante] – confesé. Ninguno de los que íbamos por el momento a abrir el portal estaba muy versado en magia. Hasta ahora solo sabíamos seguro que íbamos: Cole y yo, Xander, Owen, Amy, Idris y Elle. Siete, y había catorce discos, aunque aún no los tuviéramos todos localizados. El mayor problema lo habían puesto Noah y Leo, que no querían participar en el plan y tenían los discos de sus padres. Quise ir yo a hablar con él, pero Xander no me dejó.

    – [Kaylee]¿Seguro? [/Kaylee]- insistió, alzando una ceja. Volví a pensar en qué tipo de café se refería, pero no, era el de beber. Antes de poder responderle, mi mirada se detuvo en él y la de Kaylee, tan aguda como siempre, me siguió.

    – [Kaylee]¿Quieres que te eche de cada como si yo fuera el tío Phil y tú Jazz? [/Kaylee]- amenazó al verme observar el disco.

    – [Dante]¿Tu amiga es la hija de Aphrodite?[/Dante] – le pregunté, disimulando. Ese disco era uno de los que no teníamos localizados y no lo iba a dejar escapar. Había visto un par de veces a la chica que compartía casa con Kaylee, otro dúo en el que habría participado con ganas. Sabía que era hija de una amiga de Diana pero no había pensado en qué amiga sería. Sophie no estaba por allí, pero al parecer se había dejado el disco allí.

    – [Kaylee]Sí.[/Kaylee]- replicó ella, seria. No me iba a dejar llevármelo ni iba a poder engañarla, era más lista que yo.

    Asentí y me di la vuelta. – [Dante]Ya, en fin. Tengo que irme, tenemos mucho que planear.[/Dante] – fui hacia la puerta y Kaylee me habló cuando estaba cruzando el umbral.

    – [Kaylee]Tened cuidado.[/Kaylee]- me deseó. Parecía apenada y preocupada, pero aun así, no quería actuar.

    – [Dante]No me apetece mucho ver a esos bichos que dibujó Daakka, pero a ver cómo sale.[/Dante] – comenté. No sabíamos si tendríamos que repetir las Pruebas que ellos pasaron, pero haríamos lo que fuese necesario.

    – [Kaylee]Puedes no ir.[/Kaylee] – me recordó. Eso no era una opción. Era mi única oportunidad.

    – [Dante]Quiero que esa asesina sufra como hemos sufrido los demás. Se merece algo peor que la muerte.[/Dante] – repliqué, conteniendo apenas la ira que crecía en mí cuando lo recordaba. Kaylee agachó la cabeza y no respondió.

    – [Dante]Ya nos veremos. Supongo.[/Dante] – me despedí. Subí al coche y di la vuelta a la manzana. Volví a la casa y me deseé suerte a mí mismo. Llamé a la puerta y al no abrir al momento, supe que Kaylee había vuelto a su habitación. Cuando llegó a abrir la puerta, usé mi poder una vez más y aparecí en su salón. Busqué el disco y lo cogí a toda velocidad. Escuché la puerta cerrarse a toda prisa. La sala de estar estaba cerca de la entrada así que volvía a teletransportarme. Mientras me internaba en la oscuridad escuché la voz de Kaylee.

    – [Kaylee]Dante, como cojas el disco, te mato.[/Kaylee]- gritaba. Ya era demasiado tarde. El disco estaba en mis manos. No tenía de qué preocuparse, lo devolvería en cuanto todo eso hubiese terminado, pero no antes.

     

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.