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Etiqueta: Dante Villiers

  • CON UN CUCHILLO DE MANTEQUILLA

    Ellie – Casa de los Echolls

    Mañana

    Colgué la videollamada con Idris y bajé a desayunar. El día había amanecido gris y horroroso, uno de esos días en los que parecen las siete de la tarde desde primera hora. Últimamente, lo primero que hacía nada más despertarme, era darle los buenos días y también le daba las buenas noches a altas horas de la madrugada, para qué os voy a mentir. Eso había provocado que JJ me mirase alzando una ceja, pero tampoco le dejaba que emocionase en exceso, porque puestas a abrir el cajón de mierda, el suyo estaba a rebosar.

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  • BIEN JODIDA

    Kaylee – Casa

    Mañana

    Me encontraba mal y tenía que disimularlo como si fuera una actriz de método, porque en casa de un ex alcohólico, tener resaca no estaba muy bien visto. Así que en cuanto Ellie se fue, después de pasarse la noche durmiendo a mi lado, bajé a la cocina a desayunar con todo el sigilo del mundo, pero me tomé el camino a la cocina con calma y fui revisando todas las fotos que mi madre tenía colocadas a lo largo de la casa. Ver a mis padres tan jóvenes, a mí misma antes de creerme la reina del instituto y a mis hermanas tan sonrientes, me hizo recordar todo lo que estaba mal en mí.

    ***

    FLASHBACK – LA NOCHE ANTERIOR

    Había fiesta en casa de Tina y eso significaba ir en bañador y beber hasta que «La cárcel de plata» me pareciese un temazo y me diese por llorar, pero como tenía -3000 ganas de ponerme en bikini porque tenía la regla, me planté un vestido de lentejuelas que me tapaba el culo de milagro y con el que era imposible llevar sujetador. Además, Owen pasó a recogerme caminando, porque se ve que estábamos en 2006 y no me había dado cuenta.

    La cuestión es que la fiesta no era tan deprimente como había imaginado en mi cabeza, porque Tina tenía una casa enorme, dos padres que nunca estaban y había un montón de gente guapa, pero tenía el día torcido y me apetecía irme a mi casa a ver ‘Dirty Dancing’ y llorar porque nadie ponía a Baby en una esquina, así que cuando Owen se fue a desplegar sus armas de ligue masivo, cogí un vaso de cerveza peleona de la que le gustaba comprar a la anfitriona y me fui a darle la turra a Dante, que tenía la gracia de una hemorroide y estaba al lado de la mesa de las bebidas.- [Dante]Hola, Kay.[/Dante] – él también estaba bebiendo cerveza en un vaso rojo de plástico. Supongo que a todo el mundo le gusta fingir de vez en cuando que está en la fiesta de una serie, porque estos vasos eran el doble de caros.

    – [Kaylee]Hola[/Kaylee].- le sonreí con coquetería, porque no voy a mentir ahora y a decir que Dante no está bueno, porque sí lo está. Además, corría el rumor de que se había enrollado con Mike Solo-Novak y quién no ha fantaseado con la idea de tener un novio con el que hablar de tíos.

    – [Dante]¿Empezando el curso con fuerzas?[/Dante] – comentó moviendo la cabeza con disimulo al ritmo de la música. Estaba sonando una balada del año de la polca que se llamaba ‘The man who can’t be moved’ y era algo así como la peor canción de la historia para poner en una fiesta.

    – [Kaylee]No se pueden perder las buenas costumbres[/Kaylee].- di un sorbo y él sonrió. Observé sus vaqueros desgastados y su camiseta negra «made in Dante». Hecho esto, me quedé esperando a que dijera algo más, pero es tan soso que tuve que irme a increparle a friki que hacía de DJ, porque si seguía poniendo esa mierda nos íbamos a cortar las venas.

    No sé qué cable se me cruzó, que cuando vi a mi primo Alexander, cerca de la mesa del tío de la música, me dio por hablarle. A lo mejor la cerveza se me había subido a la cabeza.- [Kaylee]Eh, ¿qué haces aquí?[/Kaylee]

    – [Xander]Hola, Kaylee.[/Xander] – llevaba una camisa de cuadros y un pantalón chino, que le daban la pinta esa que sabes que le gustaría a tu madre. Bueno, a mi madre no, porque es mi primo y déjate de endogamias raras.- [Xander]Dante me ha arrastrado. Supongo que me iré en un rato.[/Xander]

    Si me paro a pensarlo, supongo que fue porque era obvio que le caía mal y necesitaba sentirme bien, pero en realidad, estaría excusando mi comportamiento.- [Kaylee]Así me gusta[/Kaylee].- dije y le aguanté la mirada.

    Sé que me miró decepcionado, porque nos conocíamos demasiado bien. – [Xander]No sé si nos ha pasado por encima la adolescencia o un tractor.[/Xander] – soltó un suspiro y vi que miraba a Tina, que en teoría era su novia, pero a la que no le estaba haciendo ni caso.

    – [Kaylee]¿Por qué hablas en plural cuando eres tú el que no se habla con su mejor amiga?[/Kaylee]- inquirí de malos modos.

    – [Xander]Kaylee, ¿de verdad te tengo que decir lo evidente?[/Xander] – me preguntó, sin perder un ápice de la bendita paciencia que le caracterizaba. – [Xander]Puedes atacarme lo que quieras, me va a dar igual.[/Xander]- la fiesta estaba en pleno apogeo: la gente bailaba, bebía y se tiraba a la piscina como si mañana no fuera a existir, pero nosotros estábamos revolcándonos en nuestra miseria.

    – [Kaylee]¿Y qué es lo evidente según tú?[/Kaylee]- al escucharme, negó con la cabeza. – [Xander]Te sientes querida por tus aduladores pero no les importa como eres en realidad, tienes que fingir, tienes que ser cruel con los que no te iban a juzgar.[/Xander]

    – [Kaylee]Deja el psicoanálisis para quien quiera escucharte[/Kaylee].- farfullé. Eso había dolido.

    – [Xander]Como quieras. Te lo digo porque te conozco y te quiero. Pero no todo el mundo tiene la misma paciencia[/Xander].- supuse que hablaba de la nueva.

    – [Kaylee]¿Me quieres tanto como quieres a Jane? La dejaste sola cuando su vida saltaba por los aires[/Kaylee]. – que Owen fuese mi mejor amigo me daba mucha ventaja para atacar a Alexander con el tema de Jane.- [Kaylee]Dale consejos a los demás cuando seas un ejemplo, pero no antes[/Kaylee].

    – [Xander]No te falta razón, Kaylee. Precisamente por eso te lo digo. Sé lo que hice mal con Jane y ya no tengo opción a arreglarlo. Hazlo mejor que yo.[/Xander] – lo dijo tan de verdad, que noté cómo sus palabras golpeaban la pared de falsa seguridad que tenía a mi alrededor.

    Ni siquiera me molesté en contestarle. Lo dejé solo con su halo de salvador y todas sus basuras de psicólogo de medio pelo, porque me había hecho daño.

    Así pues, estuve un rato sola, bailando y bebiendo, hasta que vi que Owen estaba en el jacuzzi rodeado de un grupo de chicas y me jorobó la idea de perder a mi cheerleader personal. Esto dicho así suena fatal, pero es otro comportamiento de mierda de mi lista interminable de comportamientos de mierda.- [Kaylee]Quita, bicho[/Kaylee].- le solté a Blue Stevens para que se fuera y se llevara a su séquito. – [Kaylee]A ver, la bacanal la dejáis para luego. Ahora, que corra el aire[/Kaylee].- hice un gesto con las manos y se largaron.

    Owen me devolvió su sonrisa especial de «ya llevo cuatro cervezas más de las que debería», porque él decía que su genética de aesir le hacía ser inmune al alcohol, pero yo no lo tenía tan claro.- [Owen]¿Por que no te metes?[/Owen]- me preguntó cuando me senté en el borde, pero a su lado, mientras me miraba las piernas.

    – [Kaylee]No, que nos conocemos y eres capaz de hacer pis[/Kaylee].- la cerveza ya estaba caliente, así que la dejé a un lado. Me notaba un poco borracha y bastante triste y eso, con Owen cerca, siempre era una mala combinación. Pero que conste en acta que jamás me había puesto una mano encima sin mi consentimiento y con él creo que tampoco.

    – [Owen]Eso solo pasó una vez cuando era pequeño. Y todo el mundo se mea en las piscinas, por eso es mejor el jacuzzi[/Owen].- le dio un sorbo a una piña colada que tenía por ahí y deduje por qué estaba un poco chuzo: las mezclas no le vienen bien a nadie.

    – [Kaylee]El jacuzzi es una piscina pequeña[/Kaylee].- le miré y puse los ojos en blanco.- [Kaylee]¿Qué hace aquí tu amigo?[/Kaylee]- sí, hablaba de mi primo.

    – [Owen]Sacarlo a pasear, que le dé el aire, que se divierta.[/Owen]- lo buscó con la mirada y se encontró con que estaba enrollándose con Tina. Ya veis, el mártir que tanto quería a Jane.- [Owen]Además, Tina está con él[/Owen].

    – [Kaylee]Suerte con eso[/Kaylee].- no pude disimular el desdén en mi forma de hablar.- [Kaylee]Le gusta tu hermana desde que nació, más o menos[/Kaylee].

    – [Owen]Suerte con eso. A mi hermana no le gusta nadie.[/Owen]- intentó aparentar que le daba igual, pero el tema de su hermana le dolía y mucho. Al final, mi mejor amigo no dejaba de ser un osito de peluche con esteroides al que le gustaban demasiado el alcohol y las personas moderadamente atractivas.

    – [Kaylee]No sé cómo podéis compartir genes[/Kaylee].- él fue a decir algo, pero cambió de tema.- [Owen]Por cierto, ¿y tu que tal estas?.-[/Owen]- salió del jacuzzi dejándome un plano fantástico de sus abdominales y se sentó a mi lado.- [Owen]He oído lo que ha ocurrido[Owen].- me pasó un dedo por la mejilla  y me dejé querer. Algún día debería plantearme no jugar con él, pero no había llegado aún.

    – [Kaylee]Sobreviviré[/Kaylee].- le resté importancia. Lexie no me supondría un problema a la larga o eso quería creer.- [Kaylee]Esa novata piensa que todos hemos salido del gueto[/Kaylee].- le sonreí y a él le brillaron los ojos.

    – [Owen]Está celosa de tu belleza[/Owen].- noté cómo la vergüenza ajena se apoderaba de mí y me ruboricé como una quinceañera de una novela cualquiera.- [Kaylee]Owen[/Kaylee].- le reñí.

    – [Owen]Si no estuviese ya medio desnudo, lo estarías haciendo con la mirada[/Owen].- como he dicho, pese a que tenía buen cuerpo, no era mi tipo, pero no quería herir sus sentimientos.

    Chasqueé la lengua.- [Kaylee]No te iba a decir eso[/Kaylee].- suspiré.- [Kaylee]Estoy un poco triste y bastante borracha, así que necesito que me acompañes a casa[/Kaylee].

    Él asintió.- [Owen]Me seco y nos vamos.[/Owen].- como todo el mundo pasaba de nosotros, se secó con su poder y se puso la camiseta.[Owen]¿Lista?[/Owen]

    Me tendió la mano y le di un beso en la mejilla al incorporarme.- [Kaylee]Gracias[/Kaylee].

    – [Owen]Lo que sea por mi reina[/Owen].- y deseé que lo dijera porque iba a ser mi pareja para el baile y no porque estaba enamorado de mí.

     

    ***

    Un carraspeo de mi padre me devolvió a la realidad. Estaba sentado en la mesa de la cocina leyendo al lado de la ventana un periódico electrónico, mientras se tomaba un café solo. Me parecía una costumbre súper antigua (sin el rollo guay que tenía lo vintage), pero no me atreví a decírselo, porque sabía que me estaba esperando. Que Amy, Vera y mi madre no estuvieran por allí era una señal inequívoca de que me la iba a cargar, porque era un día entre semana y todavía quedaba un buen rato para que empezasen las clases.

    Musité una especie de «buenos días» con la esperanza de darle pena y fui hasta la cafetera para poner una cápsula. -[MacLeod]Winnie, tenemos que hablar.[/MacLeod] – en su voz se notaba el cansancio y la culpa de que estuviera así la tenía yo. No era la hija que esperaba y no le juzgaba por sentirse así, porque yo tampoco era la Kaylee que me gustaría.

    – [Kaylee]Papi, ahora no[/Kaylee].- susurré echándome la leche después de calentarla. Tenía la garganta dolorida y los ojos hinchados de tanto llorar. Ellie había convencido a Owen para acompañarme a casa y me había abrazado hasta que no me quedaron fuerzas para llorar y nos quedamos dormidas.

    – [MacLeod]Cariño, lo hemos evitado mucho tiempo.[/MacLeod] –  comentó haciéndome una seña para que me sentase frente a él y eso hice.

    – [Kaylee]Es que ya sé lo que me vas a decir[/Kaylee].- suspiré arrastrando los pies y sentándome frente a él con el café en la mano.

    – [MacLeod]Si lo sabes, ¿por qué sigues fingiendo ser alguien que no eres?[/MacLeod]- mi padre me miró directamente a los ojos y sentí todo el peso de su juicio sobre mis hombros. Mi padre había sido mi ídolo durante toda mi infancia, pero cuando me cansé de demostrarle al mundo que era más inteligente que la mayoría, me alejé de él y a estas alturas éramos poco más que dos desconocidos con un apellido en común.

    – [Kaylee]Porque no me iba muy bien cuando era yo misma[/Kaylee].- cada frase que articulaba, me taladraba el cerebro.

    – [MacLeod]Ahora tampoco.[/MacLeod] – espetó con seriedad y di un sorbo del café que me supo a culpa.

    – [Kaylee]Tengo amigos[/Kaylee].- me defendí con debilidad, porque sabía que tenía razón.

    – [MacLeod]¿Quién te trajo anoche y se quedó contigo?[/MacLeod]- sabía que Ellie había estado en casa y quizás me hubieran oído llorar, por lo que no tenía sentido mentir, pero lo intenté igualmente.- [Kaylee]¿Owen?[Kaylee]

    – [MacLeod]No ibas tan mal como para no acordarte.[/MacLeod] – me recordó y supe que le parecía mal que hubiese bebido tanto. – [MacLeod]No encontrarás a tus verdaderos amigos fingiendo ser otra persona.[/MacLeod]- se refería a los Moondies. Los famosos Moondies que eran tan amigos que se consideraban familia, pero eso había pasado hacía veinte años y el mundo había cambiado muchos. Nosotros no éramos los Moondies, ni lo seriamos jamás.

    Pensar en eso, hizo que empezase a llorar sin darme cuenta y él se puso de pie, se sentó a mi lado y me abrazó. La cocina, de muebles rústicos de madera y azulejo blanco, me pareció un sitio un poco más bonito. Incluso el mantel de cuadros verde parecía diferente si papá me abrazaba.- [MacLeod]No es tarde, cariño. Cuanto antes vuelvas a ser tú misma, mejor.[/MacLeod]

    – [Kaylee]Le he hecho daño a todo el mundo[/Kaylee].- solo me aguantaban Elle y Owen. Ella porque era tan buena que debía tener un pase de acceso directo al Cielo y él porque quería meterse en mis bragas (y en las del resto de la humanidad).

    – [MacLeod]Todos tenemos que pedir perdón alguna vez.[/MacLeod] – me dio un beso en el pelo. – [MacLeod]Rectificar es de sabios.[/MacLeod]

    Lloré un poco más en sus brazos y me incorporé.- [Kaylee]¿Y no pueden fingir que no ha pasado nada?[/Kaylee]- estaba negociando conmigo misma, no con él.

    – [MacLeod]No sé si eso te va a funcionar con todo el mundo.[/MacLeod] – me explicó con paciencia. – [MacLeod]No va a ser fácil, cariño, pero será mejor a la larga. [/MacLeod] – y me besó en la frente.

    – [Kaylee]Mucha gente me dejará de hablar[/Kaylee].- me quejé secándome las lágrimas y descubrí que no me había desmaquillado la noche anterior, por lo que debía parecer un panda borracho. – [Kaylee]Volveré a ser la Kayleepedia[/Kaylee].

    – [MacLeod]Y quien no se marche, quien te defienda, lo hará por quién eres.[/MacLeod]- apretó mi mano con cariño.

    – [Kaylee]Al final solo me hablará Owen, porque se quiere casar conmigo desde que teníamos tres años[/Kaylee].- solté una carcajada. Pobre Owen, eran buen chico, pero me atraía tanto como una caracol.

    – [MacLeod]Owen no es mal niño, pero tampoco le venía mal dejar de fingir. [/MacLeod] – asentí dándole la razón – [MacLeod]Y nada de casarse.[/MacLeod] – él también sonrió y se le formaron unas arrugas muy graciosas alrededor de los ojos.

    – [Kaylee]Tranquilo, no es mi tipo[/Kaylee].- admití.

     – [MacLeod]Sal con quien tú quieras, cariño, pero hazme un favor y sé siempre tú misma. Que nadie te haga cambiar así.[/MacLeod]- le di un abrazo fuerte y me senté sobre sus rodillas, como si volviera a tener cinco años.- [Kaylee]Papi, necesito un vestido que vi ayer en una web y lo necesito urgentemente[/Kaylee].- era de tipo camisero y de rayas. El vestido perfecto para enseñar piernas y escotazo.

     – [MacLeod]Cuando hables con tu madre, así os compráis uno cada una.[/MacLeod]- por todos era sabido que mi madre y yo éramos adictas a las compras, pero lo llevábamos sin ninguna dignidad y sucumbíamos a ellas en cuanto teníamos oportunidad.

    – [Kaylee]Eres el mejor papi y el más guapo de todos[/Kaylee].- me puse en pie y terminé de beberme el café, justo cuando Vera y mi madre volvían con unas bolsas del InfiniBucks en la que traerían un desayuno carísimo para toda la familia.

    – [Diana]¿Ya se ha acabado la Macguerra mundial?[/Vera]- preguntó mi madre al vernos sonreír.

    – [Kaylee]Estoy intentando volver a ser normal[/Kaylee].- no es que en ese momento lo pareciera mucho, porque llevaba el pelo todavía peinado de la noche anterior y restos de maquillaje, atuendo que remataba con un pijama de Winnie The Pooh.

    – [Diana]¿Pero has sido normal alguna vez?[/Diana].- bromeó mi madre y la pequeña Vera, que ya no era tan pequeña, esbozó una sonrisa sabihonda y fue colocando el desayuno en la mesa.

    Me lo pensé, pero al final me senté junto a ellos y vi mi reflejo en la ventana: llevaba las gafas, tenía los ojos hinchados y no quedaba rastro de mi coraza. Volvía a ser Kaylee MacLeod, la Kayleepedia. Como si Willow Rosenberg, en lugar de juguetear con la magia, se hubiese dedicado a alimentarse del daño ajeno. Pero iba a cambiar, porque se lo había prometido a mi padre, a Ellie y a mí misma.

    Ahora, solo me quedaba esperar que me recibieran como la hija pródiga o iba a estar bien jodida.

    Ese cristalito roto

    yo sentí cómo crujía 

    antes de caerse al suelo

    ya sabía que se rompía.

    (Malamente, Rosalía Vila).

     

  • DESPLEGANDO LAS ALAS

    Dante Villiers | Casa de los Echolls

    El sol se filtraba ya por las rendijas que había dejado en la persiana. Tenía que haberla bajado a tope, así podría seguir durmiendo y no tendría que fingir que seguía sin saber que llegaba tarde a clase. No me apetecía mentir a la gente que me había dado un hogar.

    Como si se oliese mis pensamientos, alguien llamó a la puerta y esperó. A esas horas solo podía ser Sarah, Daniel ya habría salido para la Escuela Legado y ella seguro que se había quedado atrás para hablar conmigo.

    – [Dante]¿Si?[/Dante] – pregunté, mientras salía de debajo de las sábanas. Entrecerré los ojos, la suave luz que se colaba por las rendijas me molestaba. La noche anterior me había acostado tarde y ahora iba a pagarlo.

    – [Sarah]¿Puedo pasar?[/Sarah] – preguntó, aún sin abrir, esperando al otro lado de la puerta. La tía Sarah era tan buena y ponía las cosas tan fáciles, que al final resultaban difíciles. Cogí la pila del despertador y volví a ponerla.

    – [Dante]Si, como si estuvieras en tu casa.[/Dante] – comenté. Mi sentido del humor era un poco gris, tirando a negro muchas veces. Cosas de tener un padre que no vale para nada, aprendes a pasar de todo.

    La tía Sarah abrió la puerta cuando estaba levantando la persiana. Me acerqué al tragaluz y abrí la contraventana para que el chorro de sol nos bañase. La buhardilla de la casa de los Echolls se había convertido en mi hogar desde poco después de que asesinaran a mi madre. Al principio dormía en la habitación de Xander, pero no tardé en tener la confianza suficiente como para pedirles cambiarme allí. Era amplia, estaba más aislada del resto de la casa y no la usaban. Como era tan grande, habían levantado un muro para hacer un cuarto trastero, pero por lo demás, era toda para mí, incluyendo la gran ventana por la que podía salir a volar. El sótano también estaba libre, pero como os imaginaréis, un pájaro no está muy cómodo bajo tierra.

    Ella entró llevando una bandeja con un desayuno completo y lo dejó en la mesa de escritorio. – [Sarah]Te he traído el desayuno a la cama, porque me he imaginado que estabas malo.[/Sarah]- comentó, siempre con un rostro amable. Llevaba la ropa de estar en casa, así que ese día trabajaba desde allí. Ventajas de tener tu propio negocio.

    – [Dante]Gracias, tía.[/Dante] – respondí. Tengo que reconocer que antes de todo lo que había pasado, no me habría imaginado llamando a Sarah y a Daniel tía y tío respectivamente. Mi padre contribuía a que mi familia estuviera más distanciada del resto de Moondies, solo mi madre me conectaba con ellos. Curiosamente, su último regalo fue dejarme a cargo de personas en condiciones, mientras que el de mi padre, fue largarse, arrastrando al pobre Cole a su mierda de búsqueda de venganza. – [Dante]Estoy bien, ya te lo imaginas. Me he dormido.[/Dante] – no le iba a mentir. Como ya he dicho, la tía Sarah ponía las cosas tan fáciles y daba tanta confianza, que era casi imposible mentirle y traicionar esa confianza.

    – [Sarah]Lo sé.[/Sarah]- respondió, señalándome la bandeja. Empecé a devorar las tostadas y el café, mientras ella me miraba, pensativa.

    – [Dante]Por algo eres la Elegida.[/Dante] – comenté, bromeando para aliviar la tensión. Bueno y quizá dorándole un poco la píldora. – [Dante]Es el primer día, no me pierdo mucho.[/Dante] – me defendí, con desgana en cualquier mención al instituto. En el colegio, cuando mi madre todavía estaba viva, había sido siempre el malote, dispuesto a evitar que se metieran con mi madre o hicieran bromas a costa de mi familia. En el instituto, después de morir mi madre, ya no me quedaban ganas para fingir que me importaba lo que pensara nadie. Por mí podían irse todos a tomar por el culo.

    – [Sarah]He pensado, que si quieres, puedo llevarte yo.[/Sarah]- se ofreció, observándome. Evité el plátano, con suerte podría esquivarlo si negociaba.- [Sarah]Soy guay[/Sarah] – añadió, sonriendo.

    Me reí inevitablemente. Esperé a tragar para responder. – [Dante] Solo por ver la cara de Xander y Elle aceptaría.[/Dante] – comenté. Bueno, sobre todo de Xander, la verdad es que a Elle todo le venía bien y seguro que le daba más por alegrarse que por avergonzarse al ver a su madre. Pensándolo bien, quizá a Xander también. Mierda, el complicado era yo, el que no quería ni acabar el instituto. – [Dante]Había pensado empezar mañana. De todas formas….[/Dante] – añadí. Había pasado de curso a duras penas, probablemente con algo de pena por parte de los profesores por lo de mi madre, igual que los cursos anteriores. Era el último año, pero para mi era una eternidad, y eso suponiendo que aprobase todo.

    – [Sarah]Si no vas hoy, tampoco irás mañana.[/Sarah]- me recordó. La tía Sarah sabía perfectamente cómo hablar conmigo. Era tan agradable que hacía que te sintieras mal por no hacer lo correcto.

    – [Dante]Ya pero….si es que nada de eso me vale. Se me dan bien los motores y no vemos casi nada de eso.[/Dante] – intenté argumentar. Sabía que no la convencería, pero es que de las clases solo se me daban bien las manualidades. No, no esas, hablo de carpintería, mecánica y cualquiera que implicara hacer algo práctico.

    La tía Sarah suspiró.- [Sarah]Me gustaría decirte que le prometí a tu madre que terminarías el instituto, pero no…[/Sarah]- no pudo terminar la frase. Todavía después de varios años, cuando mencionaba a mi madre se le saltaban las lágrimas. Sabía que la tía siempre se había sentido culpable, pero no tenía claro por qué. La culpa la tenía el asesino. Esperé a que se le pasara, si había alguien en el mundo que nos entendiese a Cole y a mí, era la tía Sarah. – [Sarah]Lo que quiero decir es que si no terminas el instituto y te va mal con el taller, vas a estar en la mierda.[/Sarah]- explicó con sinceridad. El taller que le había montado mi madre a mi padre para que hiciera algo llevaba alquilado una temporada a un conocido. Los Echolls gestionaban ese alquiler en una cuenta a nombre de Cole y mía, pero se renovaba cada mes, así que siempre estaba la opción de no renovarlo y que yo me hiciese cargo.

     – [Dante]Pero podríais ayudarme a llevarlo.[/Dante] – comenté, intentando negociar. Vale, era joven para llevar las cuentas y tal, pero eso siempre se podía contratar. Ellos ya tenían un negocio, podían ayudarme, o contratar a Cara aunque tuviese que darle un porcentaje.

    – [Sarah]¿Y qué gano yo con eso? Y no hablo de dinero.[/Sarah]- replicó, sonriendo. Suspiré, había llevado las riendas de la conversación en todo momento.

    – [Dante]A ver si adivino, si termino el instituto me ayudaréis.[/Dante] – respondí, dando los últimos mordiscos a la tostada.

    Sarah asintió, sonriendo.- [Sarah]Ahora puede parecerte el peor trato de la historia, pero conozco muy bien a alguien que era como tú.[/Sarah]- comentó. Era fácil imaginarse que hablaba del tío Daniel. Él siempre había intentado dejar claros sus errores a sus hijos para tratar de evitar que ellos los repitieran. Cuando era más joven que yo ya estaba solo por el mundo, buscando venganza y huyendo de su familia adoptiva. Bueno, yo no iba a huir de nadie, solo quería saltarme la parte inútil del instituto, pero supongo que no le faltaba razón. Curiosamente, pese a hablar tanto de lo que él creía haber hecho mal, Xander no terminaba de entender por qué no le dejaban ir de caza y pensaba era un sinónimo de ser débil.

    – [Dante]Sé que me ayudarías igual. Pero vale, te lo debo supongo.[/Dante] – comenté, no tenía sentido discutirlo eternamente, al menos sabía que me quedaba un año y ya, podría librarme de eso y dedicarme a lo que se me daba bien. De paso había aprovechado para darle las gracias a mi manera, por desgracia era un Villiers, así que lo de mostrar sentimientos se me daba bastante mal, aunque la influencia de los Echolls me había cambiado.

    – [Sarah]Eh, escucha.[/Sarah]- se acercó y me puso una mano en el hombro, con delicadeza.- [Sarah]No me debes nada. No le debes nada a nadie y menos, a nosotros.[/Sarah] – sentenció. Entendía lo que me estaba queriendo decir, que era que no me estaban haciendo ningún favor, ni caridad, algo que agradecí, odiaba despertar pena en la gente. Pero eso no hacía menos cierto que les debiese el tener un hogar estable. Con Logan no lo habría tenido en la vida, era mi madre la que hacía las cosas bien y mantenía unida la casa. Una vez murió, ya se veía en lo que quedaba la familia.

    – [Dante]Ya tenías bastante con un par de rubios y salvar el mundo.[/Dante] – le aclaré. Como si me recriminara no haberme acordado de ella, Xena, la samoyedo inmortal – sí como lo leeis, es una larga historia parece ser, pero bueno, yo tengo alas, no soy nadie para juzgar – me golpeó con el hocico. Acaricié su suave pelo blanco inmaculado y me acordé de Simba, tan bruto como noble e igual de inmortal que Xena y el resto de perros que se encontraron. Logan se lo había llevado con él. Si mi madre siguiese viva, el perro jamás se habría apartado de ella. Pero la vida funciona así, tienes a un gilipollas y a una inocente, la inocente acaba a dos metros bajo tierra y el gilipollas sigue vivo y sano.

    – [Sarah]Ahora tengo tres rubios y Sasha salva el mundo.[/Sarah]- respondió despreocupadamente. La tía Sasha se encargaba desde antes de nacer Xander de las patrullas nocturnas, pero desde hacía ya unos años, la tía Sarah y el tío Daniel habían vuelto a salir algunas noches con ella, no sé si porque de verdad hacía falta o porque querían recordar viejos tiempos.- [Sarah]Sé que nunca voy a ser tu madre, pero siempre voy a estar aquí para ti.[/Sarah] – añadió. Sentí una punzada en el corazón. Me habría gustado decirle que nunca dejaría de ser para mí una especie de madre, pero si ni siquiera soy capaz de escribirlo en condiciones, mucho menos decírselo a la cara. Mi madre había muerto, no lo había superado aún pese a que hacía años, y según decía el tío Daniel, jamás lo superaría, ese dolor siempre sería parte de mí igual que perder a sus padres era parte de él. Pero tenía gente que me quería y tiraba hacia delante.

    – [Dante]Intentaré estar a la altura.[/Dante] – dije simplemente. Ya os lo he dicho, no se me da bien mostrar mis sentimientos. – [Dante]Venga, vamos, toca el claxon cuando lleguemos y yo gritaré «Xandriiiii he venido a traerte la merienda»[/Dante] – bromeé, intentando cambiar de tema.

    – [Sarah]Puede que ese sea el peor chiste de la historia.[/Sarah]- replicó la tía Sarah, con una ligera sonrisa. Seguramente sabía que había cambiado de tema, pero como ella era así, no insistió, me dejó ir.

    – [Dante]Que va, eso sería si lo hubiera contado el tío.[/Dante] – respondí. El tío Daniel contaba tan bien los chistes como recordaba los refranes. A ver, que a veces tenía su gracia, como todo el mundo, pero a su estilo. Normalmente hablaba tan poco fuera de casa que era difícil llegar a escucharle alguna gracia. En casa sí, era más abierto, incluso conmigo.

    – [Sarah]Luego le cuento lo que has dicho.[/Sarah]- amenazó bromeando. Entonces desvió la mirada a mi plato y se fijó en el plátano que había esquivado.- [Sarah]Cómete eso o te dará escorbuto.[/Sarah] – sentenció. Era igual que Mike, que a su vez era igual que su madre. ¿Para qué comer tan sano si al final todos la vamos a palmar? Prefería dejar un cuerpo gordo y feliz atrás que se hubiera hinchado a fajitas.

    – [Dante]Cuando tenga el taller no pienso arreglaros el Mustang.[/Dante] – bromeé, comiéndome el plátano de mala gana.  El Mustang del tío Daniel era una preciosidad, una auténtica reliquia. Le había ayudado a arreglarlo varias veces y me había dejado conducirlo incluso. Elle o Xander lo heredarían algún día.

    – [Sarah]Iré al de al lado.[/Sarah]- me ignoró, encogiéndose de hombros.

    – [Dante]No te atreverás. [/Dante] – fingí mirarla mal mientras terminaba la fruta y recogía las cosas del desayuno. Al menos de lo que se come se cría. Me coloqué la Infinity Band que al instante me mostró el tiempo exterior y mis pulsaciones.

    La tía Sarah miró el reloj en la suya. -[Sarah] Tienes diez minutos para estar listo.-[/Sarah] se levantó del sillón y caminó hasta la puerta.-[Sarah] Tic tac…[/Sarah] – me apremió, asomando solo la cabeza.

    – [Dante]Ya va, ya va. [/Dante] – me quejé, aunque en el fondo estaba bastante más animado.

    No me entendáis mal, no tenía ni maldita gana de ir a clase, pero al menos ahora me lo tomaba como una barrera a superar para tomar las riendas de mi futuro. Eso y que estaba deseando meterme con Xander.

  • DE TAL PALO…

    Owen Williams | De Farra

    Hacia como una hora que Xander y Dante se habían marchado dejándome tirado solo en el bar. Les quería, eran mis mejores amigos, pero tenían menos aguante que Elliot, y mira que Elliot salía poco, solo salía cuando quería jugar la baza del hermano preocupado y responsable.

    Me termine mi sexta copa de roncola, cualquiera a estas alturas iría de bruces de un lado a otro buscando bronca, a mi apenas me afecta, bendita genética aesir. El DJ se vino arriba y soltó la espuma en el centro de la pista, la gente saltaba como loca, porque saltar no es precisamente bailar. Por mi parte prefería permanecer en la barra, esa noche iba de misterioso seductor.

    En el otro extremo de la barra toda una señora mujer bebía de su copa con la ayuda de una pajita mientras pasaba de los buitres que le rodeaban, reconocí la bebida por su color rosa, la madre de Dante la puso de moda e incluso hizo algún que otro anuncio de la bebida. Mantuve contacto visual con ella un segundo y parte la vista.

    -[Owen] Caliente…-[/Owen] Balbucee en un paupérrimo español, después de todo la de los idiomas era mi hermana. Me recoloque mi cazadora negra, estaba un poco raída de todos los años que tenía encima, y si lo estáis pensando si, es la de mi padre. Pase por su lado sin mirarle pero asegurándome de que se fijaba en mi tropezando con algunos de esos lamebotas que tenía alrededor. Me escondí en el baño un par de segundos para darle suspense a la situación y cuando me dispuse a salir la encontré delante de la puerta. Tenía el pelo corto moreno a la altura de los hombros con unos mellones rubios casi blancos y unos ojazos azules cristalinos. Llevaba unos pantalones de cuero que debían de estar cortándole la circulación en las piernas con un corsé negro a juego y una chaqueta blanca. Me agarro por el cuello de la camisa y tiro de mí hacia el callejón del local, donde comenzaron los toqueteos y los morreos esos en los que parece que te van a arrancar los labios. Durante cierto momento me palpo las muñecas como buscando algo. Coloco uno de sus brazos contra mi cuello, era sorprendentemente fuerte, y en cuestión de segundos adiós a toda la magia, sus ojos se tornaron en un amarillo pis y su cara paso a parecer la de una setentona.

    -[b] ¿Tus últimas palabras?.-[/b] Me pregunto relamiéndose los colmillos con una sonrisilla de superioridad.

    -[Owen] ¿No tendrás un cigarrillo?.-[/Owen] Ella se echo a reír y saco un paquete del bolsillo de sus pantalones, estire el brazo y cogí uno llevándomelo a la boca –[Owen]¿Por casualidad no tendrás fuego?. Espera déjalo, ya lo enciendo yo.[/Owen]

    De mi dedo índice salió una llama y encendí el cigarrillo, ella retrocedió un par de pasos chocando con unos contenedores de basura. Le di una caladita pequeña al cigarro y lo tire, mi madre me había educado bien, fumar es malo. La vampiresa echo a correr por el callejón intentando huir, le lance dos bolas de fuego, la horrible música del local ahogo sus gritos y en cuestión de segundos solo quedaron sus cenizas.

    -[Owen]¿Porque siempre a las macizas?. ¿Por qué?.-[/Owen] No hacia frio pero note un escalofrío – [Owen]…Dejavu.[/Owen]

    Se lo que estáis pensando, esta historia me suena. Bueno quizás habéis oído hablar de mis padres y de los padres de los demás. Esta historia no empieza aquí, ni es nueva, es una continuación y me acaba de venir a la mente una historia muy divertida.

    No hace muchos años, que tampoco soy tan viejo…

    La Escuela Legado era como una segunda casa para nosotros, probablemente pasáramos más tiempo allí que en nuestras propias casas. Merendábamos, jugábamos y hacíamos los deberes del colegio allí.

    – [Elle]Mi mamá va a salvar el mundo otra vez[/Elle].- Elle era la niña más adorable que te podían tirar a la cara y bueno, actualmente lo seguía siendo solo que había ganado con los años como el buen vino y tenía una sonrisa que podía matarte.

    – [Xander]Ellie, te va a escuchar todo el mundo.-[/Xander] Recuerdo al mini Xander y esos choques entre dedos de nerviosismo.

    – [Elle]¿Estás paranótico?[/Elle]- Aun puedo escuchar esas eses como zetas por la falta de una de sus paletas.

    – [Kaylee]Se dice «paranoico», no «paranótico»[/Kaylee].- Kaylee era la más pequeña del grupo por aquel entonces y ya tenía más vocabulario que todos nosotros juntos. Llevaba unas gafas que le ocupaban toda la cara, ahora había cambiado sus gafas por lentillas y en su cara solo había un maquillaje muy cuidado.  – [Kaylee]No cuesta nada hablar correctamente[/Kaylee].

    – [Owen]Eso… eres un parasonico.-[/Owen] Yo tampoco es que fuera un genio de la palabra por aquel entonces.

    – [Noah]Bueno, realmente es un hecho que el gobierno nos escucha. –[/Noah] Ahora que recuerdo esto quizás es Noah el que debería estar en modo ermitaño en un bosque con papel de aluminio en la cabeza y no su hermano Leo, aunque miradlo, tirado en el sofá con los cascos de música puestos pasando de todos.

    – [Amy]Deberíais casaros y tener un montón de bebés empollones[/Amy].- Es sorprendente como Amy no ha cambiado nada con los años, sigue siendo más sosa que un bocadillo de aspirinas. Y no lo digo solo yo, lo dice todo el mundo. Por cierto, este comentario me dolió en su día porque era yo el que quería casarse con Kaylee.

    – [Idris]¿No deberíais estar jugando o algo?[/Idris] – El puñetero Idris. No me entendáis mal, es un tío que me cae de puta madre vulgarmente hablando, pero es otro de esos que podrían matarte con una sonrisa, no sé si me entendéis.

    .- [Amy]Hablamos de lo que nos da la gana[/Amy].- Amy era sosa sí, pero tenía más valor que cualquiera de nosotros, nadie osaba meterse con Idris, ni siquiera Cole.- [Amy]Vete a meterte con gente de tu edad[/Amy].

    – [Idris]Siempre has sido de mis favoritas.[/Idris] – Idris tenía un sentido del humor innato, era como un supepoder y siempre se partía de risa, era la felicidad echa persona.  Amy por su parte siempre parecía estar enfada con el mundo y le dedico una gloriosa peineta a Idris. Mi hermana y Elle se tapaban la boca para reírse por lo bajo siempre que veían algo obsceno.

    –  [Cole]¿Jugar a qué? Estamos en una puta biblioteca.-[/Cole] Dicen que soy la viva imagen de mi padre cuando era joven, bueno, Cole siempre se ha parecido a su padre incluso desde pequeño.

    – [Kaylee]¿Es necesario que seáis tan soeces?[/Kaylee]- Cada vez que Kaylee se enfurruñaba, las gafas se le iban hacia delante y las mejillas se le sonrojaban.

    Noah combatía el aburrimiento montando y desmontando piezas de Lego a toda velocidad. Dante se entretenía viendo los dibujos, una serie animada en la que salía su madre, sorprendentemente no sexsualizaron su dibujo, igual de sorprendente era esa tele cuadrada, por aquel entonces ya viejas y obsoletas.

    – [JJ]Si no os vais, le diré a mi papá que nos estáis molestando[/JJ].- Si yo me parezco a mi padre, JJ es clavada a mi madre, sus gestos a tan temprana edad eran igual que los suyos. Elliot por otro lado no se parece en nada a ellos, sin embargo ha sacado lo mejor de ambos.

    – [Nate]¿También me vas a delatar a mí?.-[/Nate] Nate tenía una voz tan ronca que parecía que se había pasado la vida fumando cartones de tabaco, sin embargo nunca le había visto con un cigarrillo. Nate era buena gente, ninguno sabíamos de donde había salido pero se convirtió en un miembro más de la familia de los Moondies y en segurata de la nave y niñero ocasional.

    – [Cole]Nate, ¿me has traído lo mío?.-[/Cole] El nerviosismo no solía ser algo habitual en Cole, pero eso que le pedía con tantas ganas a Nate no era más que un batido de chocolate. Al parecer el chocolate estaba muy racionalizado en casa de los Villiers por Mia, por esa leyenda urbana de que producían granos. Nate alzo por los aires a mi hermana y se la llevo a los hombros.

    – [JJ]Si los mayores nos siguen molestando: te quedas sin trabajo[/JJ].- A JJ le gustaba utilizar la calva de Nate a modo de tambor.

    Nate le dedico una sonrisa y nos pregunto a todos echándonos un vistazo. [Nate]- ¿Que estáis tramando?.-[/Nate] Nate le paso una mano por la cabeza a Michael pero no separo la vista de su libro, juro que ese tochazo de libro que tenía delante ya era de medicina.

    Nadie le hizo caso a Nate, a Cole se le quedo un bigote de chocolate por el batido. Mi hermana le tapaba los ojos a Nate para que no viera por donde iban entre risas con Elle. Xander cual alma en pena iba detrás de Nate con las manos en alto preparado por si el gigantón se caía de espaldas, lo que su cerebro no supo procesar es que si esto ocurría lo aplastaría. A mí me picaba tanto la nariz que me saque un moquete, no me lo iba a comer, eso era asqueroso, mejor pegárselo a la niña que te gusta, cosas de críos.

     

    Es ahora donde la cosa se puso bizarra. Un temblor sacudió la habitación, Nate nos metió bajo la mesa por si se trataba de un terremoto. Conocéis esa sensación de estar a punto de quedarte dormido y notas un sobresalto como si alguien te hubiese tocado, pues más o menos fue eso lo que sentí. Algo o alguien nos había cambiado de cuerpo al lugar de nuestros padres.

     

    – [Dante]¿Dónde están mis tetas?[/Dante].- La voz de Dante sonaba distante al estar en la habitación de al lado, pero no paraba de repetir esta frase una y otra vez.

    – [Mia]¡TENGO TETAS![/Mia]- Nunca olvidare la reacción de felicidad de Mia al mirar hacia abajo y ver sus pechos, solo que claro, no era Mia sino Dante, y esto me acaba de confundir aun más.- [Mia]Mierda, pero son las de mi madre[/Mia].

    – [Owen]¿Porque tengo un moco en el dedo?.-[/Owen] Era mi voz gritando pero yo aun no había abierto la boca.
    – [Dom]Oh… DIOS…MIO.-[/Dom] Delante de mí estaba mi padre tocándose los bíceps con un dedo con la boca abierta. A Sarah le brillaban los ojos de felicidad y Daniel comenzó a brillar de emoción. Cara sacudía las manos alterada y Daakka se rascaba todas las escamas con nerviosismo.

    – [Rebecca]Me duele la barriguita…-[/Rebecca] Mi voz sonaba aguda, más que la mía propia de niño. Del dolor me senté en la silla y os tengo que decir una cosa, una patada en los huevos no es nada comparado a que te baje la regla en el cuerpo de tu madre.

     

    Tal vez otro debería de continuar con esta fascinante historia de cambios de cuerpo, porque yo me estoy poniendo malo solo de recordarlo…