Moondale

Etiqueta: Dante y Mike la amistad inesperada

  • DESPLEGANDO LAS ALAS

    Dante Villiers | Casa de los Echolls

    El sol se filtraba ya por las rendijas que había dejado en la persiana. Tenía que haberla bajado a tope, así podría seguir durmiendo y no tendría que fingir que seguía sin saber que llegaba tarde a clase. No me apetecía mentir a la gente que me había dado un hogar.

    Como si se oliese mis pensamientos, alguien llamó a la puerta y esperó. A esas horas solo podía ser Sarah, Daniel ya habría salido para la Escuela Legado y ella seguro que se había quedado atrás para hablar conmigo.

    – [Dante]¿Si?[/Dante] – pregunté, mientras salía de debajo de las sábanas. Entrecerré los ojos, la suave luz que se colaba por las rendijas me molestaba. La noche anterior me había acostado tarde y ahora iba a pagarlo.

    – [Sarah]¿Puedo pasar?[/Sarah] – preguntó, aún sin abrir, esperando al otro lado de la puerta. La tía Sarah era tan buena y ponía las cosas tan fáciles, que al final resultaban difíciles. Cogí la pila del despertador y volví a ponerla.

    – [Dante]Si, como si estuvieras en tu casa.[/Dante] – comenté. Mi sentido del humor era un poco gris, tirando a negro muchas veces. Cosas de tener un padre que no vale para nada, aprendes a pasar de todo.

    La tía Sarah abrió la puerta cuando estaba levantando la persiana. Me acerqué al tragaluz y abrí la contraventana para que el chorro de sol nos bañase. La buhardilla de la casa de los Echolls se había convertido en mi hogar desde poco después de que asesinaran a mi madre. Al principio dormía en la habitación de Xander, pero no tardé en tener la confianza suficiente como para pedirles cambiarme allí. Era amplia, estaba más aislada del resto de la casa y no la usaban. Como era tan grande, habían levantado un muro para hacer un cuarto trastero, pero por lo demás, era toda para mí, incluyendo la gran ventana por la que podía salir a volar. El sótano también estaba libre, pero como os imaginaréis, un pájaro no está muy cómodo bajo tierra.

    Ella entró llevando una bandeja con un desayuno completo y lo dejó en la mesa de escritorio. – [Sarah]Te he traído el desayuno a la cama, porque me he imaginado que estabas malo.[/Sarah]- comentó, siempre con un rostro amable. Llevaba la ropa de estar en casa, así que ese día trabajaba desde allí. Ventajas de tener tu propio negocio.

    – [Dante]Gracias, tía.[/Dante] – respondí. Tengo que reconocer que antes de todo lo que había pasado, no me habría imaginado llamando a Sarah y a Daniel tía y tío respectivamente. Mi padre contribuía a que mi familia estuviera más distanciada del resto de Moondies, solo mi madre me conectaba con ellos. Curiosamente, su último regalo fue dejarme a cargo de personas en condiciones, mientras que el de mi padre, fue largarse, arrastrando al pobre Cole a su mierda de búsqueda de venganza. – [Dante]Estoy bien, ya te lo imaginas. Me he dormido.[/Dante] – no le iba a mentir. Como ya he dicho, la tía Sarah ponía las cosas tan fáciles y daba tanta confianza, que era casi imposible mentirle y traicionar esa confianza.

    – [Sarah]Lo sé.[/Sarah]- respondió, señalándome la bandeja. Empecé a devorar las tostadas y el café, mientras ella me miraba, pensativa.

    – [Dante]Por algo eres la Elegida.[/Dante] – comenté, bromeando para aliviar la tensión. Bueno y quizá dorándole un poco la píldora. – [Dante]Es el primer día, no me pierdo mucho.[/Dante] – me defendí, con desgana en cualquier mención al instituto. En el colegio, cuando mi madre todavía estaba viva, había sido siempre el malote, dispuesto a evitar que se metieran con mi madre o hicieran bromas a costa de mi familia. En el instituto, después de morir mi madre, ya no me quedaban ganas para fingir que me importaba lo que pensara nadie. Por mí podían irse todos a tomar por el culo.

    – [Sarah]He pensado, que si quieres, puedo llevarte yo.[/Sarah]- se ofreció, observándome. Evité el plátano, con suerte podría esquivarlo si negociaba.- [Sarah]Soy guay[/Sarah] – añadió, sonriendo.

    Me reí inevitablemente. Esperé a tragar para responder. – [Dante] Solo por ver la cara de Xander y Elle aceptaría.[/Dante] – comenté. Bueno, sobre todo de Xander, la verdad es que a Elle todo le venía bien y seguro que le daba más por alegrarse que por avergonzarse al ver a su madre. Pensándolo bien, quizá a Xander también. Mierda, el complicado era yo, el que no quería ni acabar el instituto. – [Dante]Había pensado empezar mañana. De todas formas….[/Dante] – añadí. Había pasado de curso a duras penas, probablemente con algo de pena por parte de los profesores por lo de mi madre, igual que los cursos anteriores. Era el último año, pero para mi era una eternidad, y eso suponiendo que aprobase todo.

    – [Sarah]Si no vas hoy, tampoco irás mañana.[/Sarah]- me recordó. La tía Sarah sabía perfectamente cómo hablar conmigo. Era tan agradable que hacía que te sintieras mal por no hacer lo correcto.

    – [Dante]Ya pero….si es que nada de eso me vale. Se me dan bien los motores y no vemos casi nada de eso.[/Dante] – intenté argumentar. Sabía que no la convencería, pero es que de las clases solo se me daban bien las manualidades. No, no esas, hablo de carpintería, mecánica y cualquiera que implicara hacer algo práctico.

    La tía Sarah suspiró.- [Sarah]Me gustaría decirte que le prometí a tu madre que terminarías el instituto, pero no…[/Sarah]- no pudo terminar la frase. Todavía después de varios años, cuando mencionaba a mi madre se le saltaban las lágrimas. Sabía que la tía siempre se había sentido culpable, pero no tenía claro por qué. La culpa la tenía el asesino. Esperé a que se le pasara, si había alguien en el mundo que nos entendiese a Cole y a mí, era la tía Sarah. – [Sarah]Lo que quiero decir es que si no terminas el instituto y te va mal con el taller, vas a estar en la mierda.[/Sarah]- explicó con sinceridad. El taller que le había montado mi madre a mi padre para que hiciera algo llevaba alquilado una temporada a un conocido. Los Echolls gestionaban ese alquiler en una cuenta a nombre de Cole y mía, pero se renovaba cada mes, así que siempre estaba la opción de no renovarlo y que yo me hiciese cargo.

     – [Dante]Pero podríais ayudarme a llevarlo.[/Dante] – comenté, intentando negociar. Vale, era joven para llevar las cuentas y tal, pero eso siempre se podía contratar. Ellos ya tenían un negocio, podían ayudarme, o contratar a Cara aunque tuviese que darle un porcentaje.

    – [Sarah]¿Y qué gano yo con eso? Y no hablo de dinero.[/Sarah]- replicó, sonriendo. Suspiré, había llevado las riendas de la conversación en todo momento.

    – [Dante]A ver si adivino, si termino el instituto me ayudaréis.[/Dante] – respondí, dando los últimos mordiscos a la tostada.

    Sarah asintió, sonriendo.- [Sarah]Ahora puede parecerte el peor trato de la historia, pero conozco muy bien a alguien que era como tú.[/Sarah]- comentó. Era fácil imaginarse que hablaba del tío Daniel. Él siempre había intentado dejar claros sus errores a sus hijos para tratar de evitar que ellos los repitieran. Cuando era más joven que yo ya estaba solo por el mundo, buscando venganza y huyendo de su familia adoptiva. Bueno, yo no iba a huir de nadie, solo quería saltarme la parte inútil del instituto, pero supongo que no le faltaba razón. Curiosamente, pese a hablar tanto de lo que él creía haber hecho mal, Xander no terminaba de entender por qué no le dejaban ir de caza y pensaba era un sinónimo de ser débil.

    – [Dante]Sé que me ayudarías igual. Pero vale, te lo debo supongo.[/Dante] – comenté, no tenía sentido discutirlo eternamente, al menos sabía que me quedaba un año y ya, podría librarme de eso y dedicarme a lo que se me daba bien. De paso había aprovechado para darle las gracias a mi manera, por desgracia era un Villiers, así que lo de mostrar sentimientos se me daba bastante mal, aunque la influencia de los Echolls me había cambiado.

    – [Sarah]Eh, escucha.[/Sarah]- se acercó y me puso una mano en el hombro, con delicadeza.- [Sarah]No me debes nada. No le debes nada a nadie y menos, a nosotros.[/Sarah] – sentenció. Entendía lo que me estaba queriendo decir, que era que no me estaban haciendo ningún favor, ni caridad, algo que agradecí, odiaba despertar pena en la gente. Pero eso no hacía menos cierto que les debiese el tener un hogar estable. Con Logan no lo habría tenido en la vida, era mi madre la que hacía las cosas bien y mantenía unida la casa. Una vez murió, ya se veía en lo que quedaba la familia.

    – [Dante]Ya tenías bastante con un par de rubios y salvar el mundo.[/Dante] – le aclaré. Como si me recriminara no haberme acordado de ella, Xena, la samoyedo inmortal – sí como lo leeis, es una larga historia parece ser, pero bueno, yo tengo alas, no soy nadie para juzgar – me golpeó con el hocico. Acaricié su suave pelo blanco inmaculado y me acordé de Simba, tan bruto como noble e igual de inmortal que Xena y el resto de perros que se encontraron. Logan se lo había llevado con él. Si mi madre siguiese viva, el perro jamás se habría apartado de ella. Pero la vida funciona así, tienes a un gilipollas y a una inocente, la inocente acaba a dos metros bajo tierra y el gilipollas sigue vivo y sano.

    – [Sarah]Ahora tengo tres rubios y Sasha salva el mundo.[/Sarah]- respondió despreocupadamente. La tía Sasha se encargaba desde antes de nacer Xander de las patrullas nocturnas, pero desde hacía ya unos años, la tía Sarah y el tío Daniel habían vuelto a salir algunas noches con ella, no sé si porque de verdad hacía falta o porque querían recordar viejos tiempos.- [Sarah]Sé que nunca voy a ser tu madre, pero siempre voy a estar aquí para ti.[/Sarah] – añadió. Sentí una punzada en el corazón. Me habría gustado decirle que nunca dejaría de ser para mí una especie de madre, pero si ni siquiera soy capaz de escribirlo en condiciones, mucho menos decírselo a la cara. Mi madre había muerto, no lo había superado aún pese a que hacía años, y según decía el tío Daniel, jamás lo superaría, ese dolor siempre sería parte de mí igual que perder a sus padres era parte de él. Pero tenía gente que me quería y tiraba hacia delante.

    – [Dante]Intentaré estar a la altura.[/Dante] – dije simplemente. Ya os lo he dicho, no se me da bien mostrar mis sentimientos. – [Dante]Venga, vamos, toca el claxon cuando lleguemos y yo gritaré «Xandriiiii he venido a traerte la merienda»[/Dante] – bromeé, intentando cambiar de tema.

    – [Sarah]Puede que ese sea el peor chiste de la historia.[/Sarah]- replicó la tía Sarah, con una ligera sonrisa. Seguramente sabía que había cambiado de tema, pero como ella era así, no insistió, me dejó ir.

    – [Dante]Que va, eso sería si lo hubiera contado el tío.[/Dante] – respondí. El tío Daniel contaba tan bien los chistes como recordaba los refranes. A ver, que a veces tenía su gracia, como todo el mundo, pero a su estilo. Normalmente hablaba tan poco fuera de casa que era difícil llegar a escucharle alguna gracia. En casa sí, era más abierto, incluso conmigo.

    – [Sarah]Luego le cuento lo que has dicho.[/Sarah]- amenazó bromeando. Entonces desvió la mirada a mi plato y se fijó en el plátano que había esquivado.- [Sarah]Cómete eso o te dará escorbuto.[/Sarah] – sentenció. Era igual que Mike, que a su vez era igual que su madre. ¿Para qué comer tan sano si al final todos la vamos a palmar? Prefería dejar un cuerpo gordo y feliz atrás que se hubiera hinchado a fajitas.

    – [Dante]Cuando tenga el taller no pienso arreglaros el Mustang.[/Dante] – bromeé, comiéndome el plátano de mala gana.  El Mustang del tío Daniel era una preciosidad, una auténtica reliquia. Le había ayudado a arreglarlo varias veces y me había dejado conducirlo incluso. Elle o Xander lo heredarían algún día.

    – [Sarah]Iré al de al lado.[/Sarah]- me ignoró, encogiéndose de hombros.

    – [Dante]No te atreverás. [/Dante] – fingí mirarla mal mientras terminaba la fruta y recogía las cosas del desayuno. Al menos de lo que se come se cría. Me coloqué la Infinity Band que al instante me mostró el tiempo exterior y mis pulsaciones.

    La tía Sarah miró el reloj en la suya. -[Sarah] Tienes diez minutos para estar listo.-[/Sarah] se levantó del sillón y caminó hasta la puerta.-[Sarah] Tic tac…[/Sarah] – me apremió, asomando solo la cabeza.

    – [Dante]Ya va, ya va. [/Dante] – me quejé, aunque en el fondo estaba bastante más animado.

    No me entendáis mal, no tenía ni maldita gana de ir a clase, pero al menos ahora me lo tomaba como una barrera a superar para tomar las riendas de mi futuro. Eso y que estaba deseando meterme con Xander.

  • SOLO DANTE

    DANTE VILLIERS

    CASA DE ED Y LUCY

    Mamá se ha empeñado en que me ponga a escribir como los demás, ha reñido y todo a papá por decir que es una chorrada. Yo quería ir con papá a arreglar la moto que va a ser para mí cuando sea mayor, pero por culpa de la magia ahora estoy en el cuerpo de mamá aquí con todos los demás. Encima he pillado a alguno mirándome las tetas, cuando vuelva a mi cuerpo se van a enterar.

    Al menos también tengo alas, pero no controlo bien el cuerpo de mamá y me caí, así que mamá no me deja volar mientras lleve su cara. Esto es un aburrimiento. Bueno, al menos esto de escribir no está tan mal.

    Me desperté hace un rato de una mini siesta, no se duerme bien siendo mayor. Salí fuera a ver las cabras pero no estaban. A quien sí encontré fue a Amy.

    – [Dante]¿Qué haces?[/Dante] – le pregunté. Amy era la mayor y era bastante guapa. En el cuerpo de su madre estaba cañón.

    — [Amy]Si estuviera en mi cuerpo, estaría corriendo por el bosque. [/Amy] — explicó con…eso que te pasa cuando echas de menos algo, no sé como se dice. Miraba un bosque que quedaba más allá del terreno de la granja.

    Me encogí de hombros y miré la hora, ya quedaba poco para volver a nuestro cuerpo. Echaba de menos la correa de mi reloj de Thor. – [Dante]A mi no me dejan volar.[/Dante] – me quejé. Era un rollo, cuando estaba en la ciudad no podía volar porque me veían y me podía chocar y ahora no podía volar porque era mi madre. Tenía ganas de ser mayor y hacer lo que me diera la gana. – [Dante]Esto es un rollo. Quiero mi cuerpo.[/Dante] – añadí. Quería que mi madre volviera a ser mi madre y hacerme mayor para poder ir volando donde fuera o montando en la moto como mi padre. Sí, vale, volvería para ver a mi madre y eso pero el resto del tiempo vería mundo. Miré para ver si Amy se estaba riendo de verme sonreír mirando al cielo, pero no, seguía mirando el bosque concentrada. – [Dante]¿Nos echarán la bronca si nos besamos?[/Dante] – no era mi boca pero algo hay que hacer para no aburrirse.

    — [Amy]Lo dudo.[/Amy]— replicó. Seguro que a mi padre le hacía gracia cuando se lo contase.

    – [Dante]Pues podemos hacerlo.[/Dante] – sugerí, encogiéndome de hombros como si me diera igual. No era mi primer beso pero sí el primero con una madre maciza.

    — [Amy]Pues vale.[/Amy]— replicó como si le diera todo igual. Se giró hacia mí y me froté las manos en mi cabeza, como el Sr. Burns.

    – [Dante]Pero no me toques las tetas, es raro.[/Dante] – aclaré. Ya había tenido que pegarme con alguno por hacer bromas de mi madre, al resto les sirvió de advertencia. Mamá era famosa por todo eso del ‘Ángel de Moondale‘ aunque la gente no se creía de verdad que las alas le funcionaban, pensaban que solo era famosa. Alguna vez nos había parado alguna gente mayor por la calle y le había dicho ‘gracias‘ por un discurso o algo que hizo cuando la guerra, no sé qué era, una vez también le habían dicho algo feo y discutió con papá por ello.

    Estábamos uno delante del otro, cada vez más cerca. Me fijé en sus labios. Entonces ella se apartó.— [Amy] Ni tu tus sueños, chato.[/Amy] – sentenció. Me enfadé un poco, mamá siempre decía que tenía que controlar los arrebatos así que lo intenté.

    – [Dante]Pues vale, yo iba a hacer lo mismo. Pero no he tenío tiempo.[/Dante] – me defendí. El colegio me había enseñado a estar siempre preparado y defendido. Es comer o que te coman. – [Dante]Ya me buscarás[/Dante] – respondí, con ganas de irme.

    — [Amy]No eres mi tipo, pajarraco.[/Amy]— dijo alzando una ceja, cruzada de brazos.

    – [Dante]A mi tampoco me gusta el pelo.[/Dante] – me burlé. Tampoco la había visto mucho de loba, pero sabía que cuando despertaban estaban desnudos, así que eso molaba. Creo.

    — [Amy]Gallina.[/Amy] – nadie me llamaba gallina. Luego me di cuenta de que era por lo de las alas.

    – [Dante]¿Te lanzo un hueso?[/Dante] – pregunté, girándome en lugar de irme. Amy era graciosa, ella también pasaba de todo.

    — [Amy]Coc, coc.[/Amy]— respondió, imitando a un pollo. Yo levanté una pierna contra una pared e hice el ruido ‘Psssshssshhhs‘. — [Amy]Eso son los machos, cerebro de alpiste.[/Amy]— soltó una risotada.

    – [Dante]Pues vale.[/Dante] – me encogí de hombros y dejé la imitación, pero le saqué la lengua. Entonces vi que Mike estaba por ahí, debajo de un árbol, solo, con un libro de esos suyos. – [Dante]¿Qué hace Mike ahí solo?[/Dante] – le pregunté. El tío era muy solitario, siempre por ahí con los libros y eso. Tampoco lo entendía mucho, en el cole hay muchos gilipollas pero aquí éramos los de siempre.

    — [Amy]Sacarse la carrera de medicina con nueve años.[/Amy]— comentó con una sonrisa. Parecía orgullosa. Estudiar estaba sobrevalorado, era aburrido. Yo prefería trabajar con las manos.

    – [Dante]Tiene pinta de aburrido. Voy a ver si quiere hacer algo.[/Dante] – le dije.

    — [Amy]Espera, pollito.[/Amy]— tiró de mí y me plantó un beso en los labios. Me sentí raro, no sé, cosas que no tenía claras. Hubiera preferido ese beso en mi cuerpo pero una maciza me acababa de besar, así que no pensaba quejarme. — [Amy]Las tetas no te las toco porque no son tuyas.[/Amy] – sentenció, echándose hacia atrás.

    – [Dante]Si fueran mías seguro que me las tocabas.[/Dante] – le repliqué, sacándole la lengua. Me parece que no tenía muchos puntos para conseguir tocar las de su madre.

    —[Amy] Pos claro, pero no pienso tocarle las tetas a tu madre sin su permiso.[/Amy]— me guiñó un ojo. Entonces a Amy le gustaban los chicos y las chicas. Me pareció bastante guay y me paré a pensar que nunca lo había pensado. Como papá siempre hablaba de chicas, no sabía que te podían gustar también los chicos.

    Caminé pensativo hasta donde estaba Mike, que no levantó la mirada del libro. – [Dante]Eh, tío, ¿qué haces aquí solo?[/Dante] – pregunté. Parecía muy concentrao y la verdad es que el sol y la brisa que había allí eran agradables. Y el silencio.

    – [Michael]Hola…[/Michael]- saludó, aunque después se puso a mirar para ver si se lo había dicho a otro. – [Michael]No tengo patatas fritas, así que…[/Michael] – añadió. Me hizo gracia que pensara que venía a gorronearle.

    – [Dante]Ya hombre, hoy no vengo a pedirte patatas. Ya sé que eres un roñica.[/Dante] – bromeé. Me reí, pero él no. – [Dante]¿No te aburres?[/Dante] – pregunté. Tenía que sacarle yo las palabras.

    – [Michael]No.[/Michael] – replicó, encogiéndose de hombros. Hoy a todo el mundo parecía que le importaba un carajo hablar conmigo. Entonces me acordé que el padre de Mike no podía mentir, así que igual él ahora tampoco. Siempre me pareció guay eso de no mentir, podía tenerlo toda la gente.

    – [Dante]Venga tío, siento haberte dicho roñica. ¿Me perdonas?[/Dante] – dije. Todo el mundo me tomaba por un matón, pero era mentira, lo que pasa que el resto de niños no podían saberlo o se meterían conmigo y con Cole.

    – [Michael]Sí, pero…no te voy a dar patatas.[/Michael]- se sacó una fiambrera y empezó a comer unas patatas fritar un poco raras, eran verde claro y tenían forma rara.

    – [Dante]Vale. [/Dante] – respondí, escuchando cómo crugían. – [Dante]¿No te aburres aquí solo?[/Dante] – pregunté. Un pájaro se posó en la rama del árbol, tenía las plumas de color negro salvo las del pecho, que eran blancas.

    Mike negó con la cabeza. Lo curioso es que parecía convencido.- [Michael]A veces…me gusta estar solo.[/Michael]- dijo, comiéndose otra patata.

    – [Dante]Mi madre quiere que empiece a escribir.[/Dante] – comenté, sacando el diario que llevaba en el bolsillo de la sudadera. Todos teníamos uno, nos lo regalaron a la vez. – [Dante]¿Te molesta si me quedo?[/Dante] – pregunté, sentándome con la espalda apoyada en el árbol. La verdad es que se estaba bien.

    – [Michael]En absoluto.[/Michael]- respondió. Parecía un viejo a veces, igual que la hermana de Amy.- [Michael]Si…te gusta escribir…el diario es una buena opción.[/Michael]- debía ser la vez que más tiempo me había hablado.

    – [Dante]¿Tú no lo has empezado?[/Dante] – le pregunté. Ya debía llevar tres o cuatro diarios el tío.

    – [Michael]Estoy esperando…quiero tener una buena historia que contar.[/Michael]- respondió. Me quedé callado, era una idea guay.

    – [Dante]Ya, yo a ver qué cuento.[/Dante] – dije alzando la vista al cielo despejado.

    – [Michael]Cuenta…cómo es volar.[/Michael]- me propuso. Me giré para mirarle.- [Michael]Es un buen inicio para una historia.[/Michael]- me tendió la fiambrera y esperé un poco antes de cogerle una patata, por si la quitaba cuando fuera a hacerlo. No lo hizo y me comí una, al principio puse cara de asco porque me esperaba una patata frita y eso era otra cosa. Luego Mike me lo explicó, su mamá le había hecho ‘snax de manzana’. No estaban mal.

    Sonreí y eché la cabeza hacia trás mientras pensaba. – [Dante]Me gusta la idea.[/Dante] – dije, y me puse a escribir. Pero como he empezado mal, voy a escribir ahora el inicio. Bueno, después de merendar.

    Volar es algo difícil de explicar. Una vez en internet leí que era el poder que todos querían tener, que era el sueño de la humanidad. Bueno, no me extraña. Cuando vuelas, eres solo tú, el viento y tus ganas de ir a donde quieras ir. Allí no hay que fingir, no tienes que ser otra persona, porque da igual, puedes ser completamente libre, disfrutar y reír mientras el viento frío te da en la cara. Volando, soy solo Dante.