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  • BEGINNING OF THE END

    3×14 – BEGINNING OF THE END

    Christopher MacLeod | La Nave

    El azúcar cayó sobre la superficie negra e inmaculada del café, provocando ondas bajo mi distraída mirada. Removí con la cuchara y me apoyé en la pared del gimnasio, ocupado en ese momento por un entrenamiento de los Satellites a manos de Dominic y Daniel.

    – [Dom]Kuruk, te quedan diez para batir tu propio record. Tienes que llegar a veinte más.[/Dom] – las proezas físicas de Kuruk no dejaban de sorprender. Llevaba casi una centena de circuitos completos, compuestos por flexiones, skipping osentadillas con salto. Un total de cinco ejercicios diferentes que combinaban fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Estaba a punto de batir su récord y apenas había empezado a sudar hacía diez circuitos.

    Me paré a pensar en los circuitos que podría llegar a hacer yo en ese mismo instante. Ser licántropo me hacía ser ligeramente más resistente, muy ligeramente, porque la verdadera «ventaja» era física al estar transformado y los sentidos más agudizados continuamente, pero ni con esa ligera mejora sería capaz de pasar de cinco con el cansancio acumulado por los planes, las tres noches de transformación a mis espaldas y la paternidad reciente.

    Tener un bebé de menos de un mes que demanda constantemente tu atención es agotador, pero si a eso le sumas dos trabajos y una presión constante por salvar vidas, la mezcla se convierte en un cóctel terrorífico. Por el trabajo no podía quejarme, en la Universidad nos habían dado tiempo y flexibilidad tanto a Diana como a mí para cuidar de Amy. Pero para salvar el mundo no había esperas ni pausas.

    El tres de junio tendría lugar la batalla de Ripper, estuviésemos preparados o no y ya estábamos a quince de mayo. El Día Internacional de la Familia que para mí había comenzado levantándome dolorido, cansado, solo y desnudo en una celda. La única interacción con mi familia por el momento había sido hablar con Diana en cuanto comprobé que las dos estaban despiertas para ver cómo estaban y qué tal había sido la noche. Mientras me contaba todas las veces que se había despertado de madrugada y había tenido que volver a dormirla durante horas mientras Amy no dejaba de emitir un ruido que parecía un aullido, no podía dejar de sentirme culpable por no haber estado allí, por mucho que Diana intentase quitarle hierro al asunto.

    No dejaba de darle vueltas a mi decisión en las Pruebas y en si tenía que haber elegido la pócima que curaba la licantropía. Siempre terminaba en la misma conclusión, para entonces ya era tarde, Amy podría ser licántropa de todas formas y si no hubiera cogido el amuleto, Diana podría serlo también. En ese punto es cuando empezaba a pensar si no tendría que haber hecho como Fenris, haber aprendido a controlar esa parte de mí en lugar de huir de ella.

    – [Daniel]Tienes que saber que es parte de ti, controlarlo en cada movimiento, con cada impulso. Puedes hacerlo.[/Daniel] – volví al presente al escuchar las palabras de Daniel, confuso por un momento al pensar que se refería a mí. Pero no, estaba al lado de Magnolia, que estaba concentrada en un pequeño montoncito de arena al que intentaba dar diferentes formas geométricas. Daniel reparó en mi mirada y me dirigió un gesto de ánimo con la cabeza.

    Al volver a la realidad me percaté de que April y Ted no dejaban de charlar en una esquina. – [Dom]Chicos, la conversación en vuestras mentes.[/Dom] – les reprendió Dominic. Contuve una sonrisa por lo literal de la reprimenda. Su entrenamiento consistía en ese momento en conversar mentalmente para intentar practicar de cara al combate, donde podría sernos muy útil, aunque fuese para mantener distraído a Mental.

    – [Carmela]A mí no me vengáis con más figuritas que estoy hasta el coño.[/Carmela] – intervino Carmela con su marcado acento italiano y una voz engravecida por una adicción de la que intentábamos curarla. – [Carmela]Un cartón de tabaco es lo que necesito.[/Carmela] – sentenció. Daniel y Dominic se miraron sin saber qué decirle.

    – [MacLeod]Ya has tenido suficientes avisos, Carmela.[/MacLeod] – le respondí, tan serio como solía estarlo cuando se trataba de un tema vital. La maldición de Carmela le había dado un poder completo, incluyendo cambios en sus pulmones para protegerse del humo, pero el tabaco tiene más sustancias nocivas además del propio humo, así que la habíamos convencido para dejarlo, todavía peleando con ella a menudo. Para que pudiera seguir utilizando su poder habíamos conseguido dar con la única alternativa posible, un hervidor portátil de agua para vaporizarse vaho de hierba de eucalipto entre otras. Así que ahora cada vez que usaba su poder nos dejaba a todos la nariz despejada.

    Carmela refunfuñó por lo bajo y agitó con brío el vaporizador para inhalar el vapor, que transformó en un gigantesco corte de manga. Negué con la cabeza mientras algunos intentaban contener la risa.

    – [Dom]Recuerda Joey, solo la cantidad necesaria de poder.-[/Dom] escuché decir a Dom, intentando volver al entrenamiento. Joey estaba golpeando un saco de boxeo que se movía como si estuviera lleno de plumas. – [Dom]Tienes que controlar la cantidad de tinta que usas en tus golpes. Usar solo medio tatuaje en lugar de todo.-[/Dom] cada vez que les veía entrenando a los Satellites, tanto Dom y Daniel como los demás, me sentía orgulloso de lo que hacían y de lo que conseguirían hacer cuando ese lugar pasase de ser una nave industrial a una escuela. No les estaban entrenando para ser letales, para ampliar sus poderes y hacer daño. Ellos les entrenaban para conocer sus poderes y controlarlos, para tener siempre presente lo bueno y lo malo que podían hacer con ellos y para proteger a los que no tenían esos dones.

    Terminé el café y caminé hasta la salida, pasando al lado de Daniel y Nicholas.

    – [Daniel]Nicholas, ¿cómo lo llevas?[/Daniel] – escuché que le preguntaba. Daniel le había entregado a Nicholas el último trozo del metal que había cogido en la Iniciativa para intentar replicarlo y reproducir las armas que pudiera para el grupo.

    – [Nicholas]He conseguido crear un par más a partir de los materiales que sobraron de la construción de la nave.-[/Nicholas] comentó con un deje nervioso en la voz, señalando un par de piedras pequeñas que tenía en una mesa. Se colocó las gafas y observó a Daniel. – [Nicholas]Si, solo esto ha salido de todo el material. Este metal es muy raro y el intercambio de material debe ser mayor. [/Nicholas] – explicó. En el mundo real nunca había noticias demasiado buenas, simplemente ibas tirando con lo que tenías.

    – [Daniel]Te buscaré más. ¿Hará falta menos si es algún tipo de metal más «cercano»?[/Daniel] – preguntó Daniel. Sería difícil encontrar un metal cercano, pero por poco que pudiera aproximarse sería una mejora y nos vendrían muy bien esas armas viendo la amplitud y el armamento de los dos bandos entre los que nos íbamos a interponer.

    – [Nicholas]Si. Cuanto más se acerque a este metal menos cantidad será necesaria usar.-[/Nicholas] sentenció el joven alquimista subiéndose las gafas. Otro Christopher con más tiempo libre y menos obligaciones habría pasado una buena temporada investigando sobre la alquimia para ayudar a Nicholas y por el mero afán de sabiduría. Este Christopher no podía, tenía demasiadas cosas que ordenar en la cabeza y estaba demasiado cansado y preocupado como para hacerlo con la tranquilidad habitual, así que tenía que echarle tiempo, paciencia y ser muy metódico.

    Daniel asintió, pensativo. – [Daniel]Buen trabajo.[/Daniel] – añadió dándole un ligero apretón en el hombro antes de volver a los entrenamientos, esta vez para asegurarse de que David conseguía romper una hilera de botellas de cristal vacías con su grito. Me reí en mis pensamientos, en el cine y la televisión siempre lo hacían con copas, aquí no teníamos dinero para desperdiciarlo en copas para romper.

    – [MacLeod]Estaré en la biblioteca.[/MacLeod] – me despedí antes de abrir la puerta que daba al pasillo. Daniel y Dom asintieron y continuaron con el entrenamiento. Todos teníamos mucho que hacer. Demasiado.

    Caminé en silencio hasta la biblioteca de la Nave, que por el momento no era más que una declaración de intenciones con algunas mesas de estudio y estanterías, de madera creada por Nicholas y trabajada por Kuruk e Hiroshi, ocupadas en una cuarta parte de su capacidad por libros que habíamos llevado entre todos y alguna donación del Consejo, que esperaba que fuese mayor en el futuro.

    En cuanto abrí las puertas, vi que la biblioteca no estaba vacía. En una de las mesas estaba Matías, absorto en varios mapas en tamaño A1 que tenía cubriendo toda la mesa. – [MacLeod]Buenos días, Mati.[/MacLeod] – le saludé, en español. La mayor parte del tiempo dejaba de ser consciente de mi poder y terminaba preguntándome en qué idioma me escuchaba hablar la gente.

    – [Matias]Buenos días, Christopher.[/Matias] – respondió. Las conversaciones con Matías eran especialmente confusas porque hablaba con fluidez varios idiomas y me costaba trabajo distinguir en cuál hablaba en ese momento, si en el mío nativo o en el suyo. Aunque lo cierto era que diferenciarlo no era más que una vieja costumbre poco práctica. – [Matias]He terminado con el análisis. Te lo he dejado encima de la mesa y he enviado una copia al grupo por correo. [/Matias] – comentó, apilando sus mapas en un lado de la mesa. Matías se estaba encargando de un trabajo a la altura de su intelecto. Estaba recopilando información de todas las fuentes posibles y analizándola para determinar los puntos de mayor riesgo para la población el día del ataque, de esa forma podríamos centrar nuestros esfuerzos en proteger a la gente en esas zonas o evitar que fuesen hacia allí. – [Matias]Voy a ir a comer algo de media mañana.[/Matias] – explicó mientras cogía su mochila. Matias era un cliente asiduo de un local de comida rápida que habían abierto unos bloques más allá, pero sus visitas no se debían solo a su aprecio natural por la comida, si no a que su cerebro consumía mucha más energía que un humano corriente.

    – [MacLeod]Que aproveche.[/MacLeod] – le deseé, agradeciendo en parte quedarme solo para ordenar mis pensamientos. Eché un vistazo al móvil para ver si Diana había escrito algo. No tenía ningún mensaje, así que me preocupé por si algo iba mal con Amy, que había estado muy agitada las tres últimas noches. También me habría preocupado si me hubiese escrito.

    Busqué una mesa frente a un ventanal para aprovechar la luz del día y apoyé la taza de café en un posavasos mientras sacaba de mi maletín mi diario.

    Hacía ya unos años que todos habíamos decidido empezar a escribir nuestras vivencias en diarios personales, para asegurarnos de que lo que vivíamos no quedaba en el olvido y esa información le resultaba útil a alguien en algún momento, quizá a nuestros propios hijos.

    Pero mi diario tenía una peculiaridad. Llevaba ya varios escritos porque no solo narraba mis experiencias de una forma bastante detallada, si no que usaba las páginas finales para tomar notas, apuntar ideas y guardar nuevos conocimientos.

    Abrí el actual por la sección de anotaciones correspondiente a la ‘Batalla de Ripper’ y me fui a una página en blanco para volcar mis pensamientos y mis recuerdos de lo que habíamos visto en el futuro.

    • La batalla será el tres de septiembre.
    • En las azoteas del edificio Lenora se podían ver los nombres de los fallecidos en la Batalla, exceptuando los de aquellos que consideraron enemigos. Había demasiados y conocía varios de ellos: alumnos y profesores de la Universidad, vecinos…
    • La Iniciativa será eliminada completamente y con ella todos los que intenten defender a los inocentes que están allí.
      • Esa masacre pondrá claro el objetivo del Gobierno contra los sobrenaturales.
    • El bando negro está esperando la oportunidad para derrocar a los otros dos bandos y tomar el control, pero esperarán a ganar todos juntos y acumular suficiente poder.
      • Es imposible convencer a Z de que le van a traicionar.
    • Dieron por muerta a Butterfly, eso le dio la oportunidad a Omega de tomar su lugar y desencadenó la muerte de Sasha y de Sarah.
      • Debemos proteger a Butterfly nosotros mismos porque Z no nos recibirá salvo para formar parte de su bando.
      • Si algo ocurre, Sasha será la siguiente, hay que protegerla pero es solitaria, Sarah es a la única a la escuchará.
    • Z es el Director de Inteligencia Nacional con todo lo que eso implica, y tiene una potenciada que manipula la tecnología.
      • Por tanto tienen ojos en todas partes y más tendrán cuando inventen el Omnilens.
      • Por tanto controlan los medios de comunicación.
    • Valcranneo Logoon. De nuevo ese nombre. Lo he leído en mis notas de la época del Soberano, pero no recuerdo qué significa…

    – [Ed]Te vas a quedar sin margenes en los que escribir.-[/Ed] habló una voz familiar. Me giré para ver a Ed acercándose. O se había vuelto muy sigiloso, o yo estaba demasiado absorto.

    Le devolví una sonrisa cansada. Mis ojeras debían haber evolucionado ya a tener consciencia propia. – [MacLeod]Ni siquiera te escuché entrar.[/MacLeod] – comenté, siendo sincero. Ed se sentó en una silla cerca de mí y echó un vistazo a las dos páginas que cubrían ya mis anotaciones. – [MacLeod]Desde que está Amy mi cabeza no está como para contener todo esto.[/MacLeod] – admití, sonriendo, pero ligeramente frustrado.

    – [Ed]Si detenemos a ambos nada de lo que vimos tiene porque ocurrir.-[/Ed] comentó él, esperanzado. Ojalá pudiera tener la misma esperanza que él, pero no dejaba de ver nuestra tarea como algo titánico y casi un imposible, pese a que fuéramos expertos en eso. Por suerte ya estaba Ed para mantener a buen recaudo el tesoro de Pandora.

    – [MacLeod]¿Te importaría echarme una mano?[/MacLeod] – le pregunté. – [MacLeod]Necesito pensar en voz alta y que alguien me ayude por si algo se me escapa.[/MacLeod] – expliqué. Necesitaba repasar todos esos acontecimientos y empezar a materializar los planes, pero temía que con el cansancio algo se me pasara por alto.

    – [Ed]Por supuesto.-[/Ed] replicó él, colocando la silla de manera que quedó frente a mí, listo para escuchar.

    – [MacLeod]Por un lado tenemos la fecha concreta.[/MacLeod] – pasé la página y escribí ‘3 de Junio’ en la esquina superior derecha. – [MacLeod]Eso es menos de un mes.[/MacLeod] – no era fácil admitirlo, pero el tiempo corría en nuestra contra. – [MacLeod]Si ganan ya hemos visto lo que pasará y lo que harán con la Iniciativa y los que intenten detenerlos.[/MacLeod] – escribí en el lado izquierdo Iniciativa y en el derecho, Z. En el centro escribí Ripper y lo rodeé con un amplio círculo. Estábamos en medio de una lucha de titanes. – [MacLeod]Además de los que cojan por el medio.[/MacLeod] – empecé a marcar puntos en el círculo de Ripper intentando no recordar los nombres que había visto en el futuro, ni nuestras muertes y las de nuestras hijas e hijos en ese intento de volver a la normalidad.

    – [Ed]Tenemos la ventaja de saber cuando va a atacar Z, algo que dudo que sepa que conocemos.-[/Ed] respondió Ed. Por lo que Sarah y los demás que habían estado en el Palacio habían dicho, Z contaba con al menos una bruja experta en conjuros para ver el futuro, así que no podíamos estar seguros de lo que sabía o lo que no, pero tampoco tenía tiempo como para estar continuamente atisbando el futuro. Teníamos que confiar en que, si lo intentaba, no diera con un momento del tiempo que descubriera nuestro plan. Sondear el tiempo es una ciencia inexacta, nosotros mismos no pretendíamos ver un futuro tan distante, pero nos adaptamos a lo que vimos y obtuvimos respuestas, probablemente gracias a la guía de los Daësdi, una ayuda con la que ellos no contaban. Sería mejor preocuparnos por otras formas que tenía Z de saber lo que ocurría.

    – [MacLeod]Z es un alto miembro de Inteligencia Nacional y la Iniciativa tiene otra parte amplia del Gobierno, especialmente las fuerzas militares.[/MacLeod] – planteé, desmontando y volviendo a montar el bolígrafo mientras pensaba. – [MacLeod]Es muy arriesgado descubrirnos, pero tenemos que hacerlo.[/MacLeod] – afirmé. No teníamos otra opción esta vez. Lo habíamos estado comentando todos durante una temporada y no terminábamos de llegar a un acuerdo, pero no teníamos otra opción. Además, las grabaciones de Dom utilizando su poder bajo el influjo del espectro musical eran virales dentro de Ripper, pero de boca en boca. A alguien no le interesaba que se propagasen. – [MacLeod]Filtrarán cualquier información por los medios de comunicación, así que a los que podamos avisar, tendrá que ser en directo. En algún gran evento.[/MacLeod] – era nuestro único recurso, descubrirnos frente a todo el que pudiéramos de una forma que no esperasen.

    – [Ed]¿La gala de recaudación de fondos de Fenris?-[/Ed] sugirió Ed, dando la solución. Era curioso cómo tenía una buena idea pero la presentaba como una pregunta para no hacer la sugerencia invasiva. Ed era todo lo contrario a la beligerancia.

    – [MacLeod]Es una buena idea.[/MacLeod] – le reconocí. Todos los años, Construcciones Fenris llevaba a cabo una gala de recaudación de fondos entre sus accionistas y algunos de los miembros más pudientes de Ripper. Cuando volvió de su viaje al Tíbet, Fenris convirtió la fiesta en un evento público que le ganó el cariño de la gente. Después, tras su captura por parte de la Iniciativa y al desvincularse poco a poco de su empresa, los accionistas la habían estado celebrando de la forma habitual.  – [MacLeod]Podemos hablar con él para que organice el evento en un lugar abierto con algo que llame la atención de la gente de a pie.[/MacLeod] – añadí. Quizá era el momento de que volviese a realizar el evento a gran escala.  – [MacLeod]Ahí será el momento de hacer el anuncio. De descubrirnos, para bien o para mal.[/MacLeod] – finalicé, pensativo. Si las cosas salían mal, no tendríamos descanso nunca, podríamos perderlo todo. Pero lo que sabíamos sobre el mundo nos ponía en la obligación de hacer algo para evitar que la gente saliese herida. Los héroes no son tales si no tienen nada que perder.

    – [Ed]Música, comida… eso siempre atrae gente.-[/Ed] intervino Ed, dando por buena nuestra idea. Tomé nota, alguien tendría que hablar con Fenris. Quizá Sarah, Diana o Lucy, tenía debilidad por las Echolls. Aunque en la boda de Elizabeth había intimado mucho con Karen.

    – [MacLeod]Lo difícil será el discurso.[/MacLeod] – aseguré. No por saber qué decir. Tenía presente lo que necesitaba decirse aunque no tuviera claro el orden. El problema estaba en que no era yo quien debía hacerlo, y tenía que convencer a esa persona para presentarse delante de centenares de personas y descubrir un secreto que llevaba años guardando.

    – [Ed]Cuando la gente vea lo que somos capaces de hacer, las palabras apenas serán necesarias… salvo que se asusten y cunda el pánico.-[/Ed] alcé las cejas en una mueca de preocupación. No era capaz de preveer la reacción de la gente. Se escapaba a mi control y eso me inquietaba.

    – [MacLeod]Un problema de cada vez.[/MacLeod] – propuse, más para mí que para él. Intenté dar por solucionada esa parte ahora que teníamos un esbozo de plan. – [MacLeod]Después tenemos a la tercera jugadora, Omega.[/MacLeod] – escribí su nombre en la parte superior y tracé una flecha hacia Z, cerca del que escribí ‘Beatrix’ y ‘Butterfly’.  – [MacLeod]Por lo que sabemos Z la dará por muerta y es ahí cuando Omega ocupará su lugar y tomará su poder.[/MacLeod] – le recordé, señalando el nombre de Butterfly. Z no nos escucharía y Butterfly era una seguidora ferviente, así que no podíamos confiar en solucionar eso hablando.

    – [Ed]Debemos tener cuidado con ella, por lo que hemos visto ya esta aquí. Y por sorprendente que parezca es peor que cualquiera de estos dos.-[/Ed] puntualizó Ed, señalando los nombres de Z y de Preston.

    – [MacLeod]Lo sé.[/MacLeod] – respondí de forma casi automática, porque mi mente estaba ya en otro lugar. Omega era Verónica Preston. En ese mismo diario que reposaba sobre la mesa estaban varias páginas de anotaciones sobre el otro futuro que habíamos visto, si la Iniciativa ganaba. Ese futuro terminó con Verónica viajando al pasado y Ezra yendo tras ella. Si Verónica había llegado hasta aquí, ¿también lo habría hecho él? Sin duda eso era algo que Ed también se estaría preguntando. No quería estar en su lugar.  – [MacLeod]Pero al parecer en esta época estaba débil, así que si evitamos que coja a Butterfly, habremos evitado gran parte del problema.[/MacLeod] – añadí intentando buscar un punto de esperanza. Ella misma lo había dicho en el futuro, que no atacó a Z durante mucho tiempo porque estaba débil por algo que le habían hecho. Si eliminábamos su oportunidad de conseguir a Butterfly, le robaríamos su plan maestro y tendría que retirarse. No podíamos hacer otra cosa por el momento, teníamos demasiados frentes como para enfrentarnos también a ella ahora, y si nos viese, estando en desventaja, jamás se descubriría.

    – [Ed]La tendremos vigilada.-[/Ed] afirmó Ed. No lo dudaba, sabía que él mismo se tendría que encargar de mantenerla bajo vigilancia gracias a su poder. En cuanto Ed detectase algo raro, iríamos a por ella.

    – [MacLeod]En cuanto veáis la oportunidad, tenemos que ponerla bajo nuestra protección.[/MacLeod] – añadí, aunque no era necesario decirlo. Teníamos que elegir el momento perfecto para que la gente de Z no se nos echase encima. – [MacLeod]Lo que nos lleva al siguiente intento, Sasha.[/MacLeod] – continué hilando nuestra red de acciones. Tras «perder» a Butterfly, irían a por Sasha, y si eso no les salía bien, irían a por Sarah. De cualquier forma, teníamos el deber de proteger a Sasha, yo especialmente. – [MacLeod]Es demasiado solitaria, Sarah ha dicho que hablará con ella y la convencerá de venir aquí o a casa de alguno de nosotros para estar protegida.[/MacLeod] – aseguré. Era la única a la que escucharía.

    – [Ed]Si, no podemos estar solos y desprotegidos en este momento.-[/Ed] comentó Ed. Tenía toda la razón, todos estábamos en peligro potencial. No podía dejar de pensar en Amy y Diana, que merecían estar juntas y disfrutar y sin embargo teníamos que estar preocupados por su seguridad.

    – [MacLeod]Podemos hacer refugio aquí para cualquiera que lo necesite. Hay que estar preparados para que gente de a pie salga herida.[/MacLeod] – añadí. La Nave tenía bastante espacio y podía convertirse en un refugio improvisado, igual que la Universidad, Mercy y los O.W.L.S ya estaban preparados.

    Ed asintió en silencio. Había visto con sus propios ojos lo que era un mundo en el que la gente a la que quieres sale herida, una tras otra y ahora nos enfrentábamos de nuevo a una perspectiva igual.

    – [MacLeod]Por lo demás, el resto es preparar el combate.[/MacLeod] – continué, garabateando en la hoja algunas de las cosas que necesitábamos tener. – [MacLeod]Entrenar a los Satellites, preparar armas, encantar los trajes que va a preparar Lucy…nada estará de más.[/MacLeod] – aseguré. Todo lo que pudiéramos conseguir a nivel de protección sería necesario.

    Continuamos un rato más repasando una a una las ideas y los puntos críticos de todo lo que estaba por venir. Un repaso que me ayudó a desconectar de la carga mental que llevaba varios días rondándome la cabeza. Con el descanso de tener planes trazados, podía permitirme disfrutar de Diana y de Amy durante un buen rato. Me lo había ganado.

    – [Ed]Bueno, te dejo que sigas garabateando en las esquinas. Tengo que ver a Diana para los encantamientos de protección.-[/Ed] afirmó. No dejaba de sentirme culpable por no encontrar una forma de evitar que Diana entrase al combate y pudiera estar con Amy. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer y aunque pudiera, Diana jamás evitaría luchar para proteger el futuro de su pequeña y de todos a los que quería.

    Me despedí de Ed y tomé un par de notas más antes de llamar por teléfono a Diana. Mi segundo momento favorito del día. El primero iba a ser esa tarde cuando estuviera con ellas.

    Confiaba en que la paciencia fuese recompensada, que los momentos que todo lo que estaba ocurriendo me estaban robando con ellas, se convirtiesen en un periodo de paz en el que pudiéramos estar juntos y disfrutar como personas normales.

  • EL VIEJO LOBO

    EL VIEJO LOBO

    Christopher MacLeod | Canton

    Me sentía como un niño que observa la marea crecer, a punto de arrastrar el castillo de arena que tanto tiempo le ha llevado construir. Aunque en mi caso la parte de construir había sido indirecta, basada en meras indicaciones y pistas, dadas por mí y por el resto de los ‘Moondies’ a nuestros descendientes para tratar de darle la vuelta a esta cruda realidad.

    Imaginad la mera idea de pasarse años viendo cómo se ponen en peligro tus hijos mientras fraguan una resistencia en la que tú no puedes hacer nada, ni siquiera mencionar una pequeña ayuda, para evitar que los oídos que hay sobre ti en cada momento se abalancen sobre ellos. Obligados a llevar una vida falsa, una farsa de inserción en la sociedad, sabiendo que una persona a la que quieres lleva años sufriendo, esclava de su propio cuerpo. Si eso resulta frustrante, pensad ahora lo que es ver cómo, en el mismo día en el que todo eso puede llegar a su fin, el plan parece a punto de desmoronarse por una serie de infortunios, como la fuga de una sospechosa de múltiples asesinatos y el «secuestro» y asalto a una celebridad, que ahora mismo se encontraba todavía inconsciente a mis pies.

    – [MacLeod]Que alguien me explique como habéis llegado a esto.[/MacLeod] – dije, desviando la mirada hacia mi sobrina Elle, mi hija Amy y Jane, la hija de Dominic y Rebecca. Ya no tenía sentido guardar silencio, ni sobre el plan ni sobre nada de lo que estaba ocurriendo. Todo era inminente y estarían más pendientes de la fuga de Jane que de escuchar lo que estuviera diciendo ahora mismo. De estar pendientes de las escuchas, los más vigilados serían Dom y Rebecca. Elle parecía a punto de decir algo, pero una mirada acerada de Amy hizo que guardase silencio.  – [MacLeod]¿Nada? ¿Se ha desmayado solo, después de exculpar a Jane y dejarla en mitad del bosque, menos de una hora antes del ‘momento’?[/MacLeod] – pregunta. Me mordí la lengua, pese a que el suceso era inminente y las escuchas mágicas impuestas sobre ellos estarían más desatendidas, seguían siendo los Moondies y nunca se podía confiar en que no estuviesen esperando su resurgimiento.

    – [Amy]Era necesario. Al menos sigue vivo.[/Amy] – respondió finalmente mi hija. Elle y Jane permanecieron calladas, una porque no quería meterse y la otra porque tenía su enfado concentrado en otra persona, aunque tampoco miraba alegremente a Dante.

    – [MacLeod]¿Al menos? Es el hijo de Mia, había otros caminos. [/MacLeod] – respondí mientras terminaba de acomodarlo en la celda que utilizaba las noches de luna llena. Quedaban poco más de diez minutos para que todo empezase. Despertarse en una celda no le iba a enfadar mucho más de lo que ya había pasado. Además, ahí estaría seguro.

    – [Amy]Ya.[/Amy] – sentenció Amy con un sonoro chasquido de su lengua. La actitud reprobatoria de mi hija era evidente para todos los que estábamos allí, y no era nada agradable. Echaba de menos un mundo en el que no se hubiera venido todo abajo y hubiera podido concentrarme en estar con mi pequeña. Pero ahora ya era tarde y quizá lo nuestro nunca pudiese arreglarse del todo. Por el miedo a perder, quizá perdimos incluso más de lo que habríamos perdido luchando. Pero Z tenía un ejército que le alzaba como a un héroe después de la masacre de la Iniciativa, unos defensores que le cubrían la espalda mientras raptaba a una de las mejores personas que había conocido para esclavizarla durante años. El mero recuerdo me ponía los pelos de punta y despertaba de su letargo a mi parte lupina.

    – [MacLeod]No lo entiendes, hija, la vida no es tan fácil.[/MacLeod] – repliqué. Con la juventud, lo parece, pero la edad te aporta sabiduría, aunque también, cansancio y miedo por culpa de las vivencias que ya has tenido.

    – [Amy]Para vosotros es más fácil porque os habéis rendido.[/Amy] – espetó ella. Amy era la viva imagen de mi rebeldía unida a la voluntad de Diana, una fuerza de la naturaleza.

    Suspiré, cansado. – [MacLeod]No nos rendimos. Simplemente teníamos mucho que perder.[/MacLeod] – respondí mirándolas a las tres. Z destrozó nuestra fuerza llevándose a Sarah y para entonces ya teníamos demasiado que perder. Amy, Kaylee, Xander, Elle, Owen, Jane, Leo, Noah…

    – [Amy]¿Y lo de la tía Sarah no cuenta?[/Amy] – golpe bajo. MacLeod se queda en silencio, se sienta, parece más viejo

    – [MacLeod]Sí, pero no os perdimos a vosotros.[/MacLeod] – añadí, antes de quedarme en silencio mientras intentaba mantenerme entero, lo necesitaba para la lucha. No podía pretender convencer a Amy si ni siquiera conseguía convencerme a mí mismo de que habíamos hecho las cosas bien. Así que decidí ser práctico. – [MacLeod]JJ no se habría quedado en la cárcel hoy, había planes. Pero me imagino que eso fue idea de Xander.[/MacLeod] – comenté, pensando en voz alta mientras intentaba ir recortando la lista de problemas. La cara de Jane me dejó claro que había sido así, y no parecía muy conforme. – [MacLeod]Es mejor seguir con el plan.[/MacLeod] – añadí, sin querer meterme sin saber más sobre lo que había pasado.

    – [Amy]Estás cambiando de tema.[/Amy] – replicó Amy, mirándome fijamente.

    – [MacLeod]Sí, hija, estoy cambiando de tema.[/MacLeod] – respondí, cansado. No tenía ganas de pelear con ella minutos antes de embarcarnos en algo de lo que no todos podríamos volver. – [MacLeod]No pienses que sabes lo que estamos pasando.[/MacLeod] – esta vez mi voz reflejaba más tristeza que enfado.

    – [Amy]Sí lo sé, pero yo al menos hago algo.[/Amy] – sentenció sin inmutarse. Me quedé unos segundos observándola, recordando con añoranza aquellos momentos en los que aún no se había roto todo, aquellos instantes en los que su pequeña boca desdentada sonreía al escucharme.

    – [MacLeod]Algún día lo entenderás. Solo espero que todos podamos estar ahí cuando pase, incluida tu tía.[/MacLeod] – llegaríamos hasta Sarah o nos quedaríamos por el camino. Podíamos conseguirlo, creía en nosotros, pero la parte más difícil empezaba ahí, especialmente para Sarah.

    – [JJ]¿Podéis callaros ya?[/JJ] – intervino, molesta, Jane. Me recordó muchísimo a Rebecca en ese instante. Amy la fulminó con la mirada. Yo, por mi parte, me limité a mirarla y ordenar mis pensamientos. Tenía razón en el sentido de que no era el momento de discutir. – [MacLeod]Diana vendrá en unos minutos para llevarnos al edificio.[/MacLeod] – expliqué, volviendo al plan. Después de que el artefacto colocado por Owen entrase en acción, el «grupo velocista» – Noah, Henry, Diana… – se encargaría de transportar rápidamente al resto. Eliminadas las barreras con el artefacto, apareceríamos muy cerca del objetivo, el Consejo, concretamente Z.

    Me acerqué al baúl y preparé unas cuantas cosas que podían resultar útiles. Le tendí a Amy una daga que pertenecía a su madre y ella me miró sin decir nada.

    – [JJ]Yo también voy.[/JJ] – escuché decir a Jane.

    – [Elle]No puedo decirle que no a una embarazada.[/Elle] – añadió Elle, sonriendo. Un problema más que añadir a la lista.

    – [MacLeod]Yo sí. [/MacLeod] – dije acercándome a ellas. Jane no tenía experiencia en combate, estaba embarazada y por si fuera poco, la tomaban por una asesina múltiple. Con sus poderes, irían a por ella en cuanto la viesen. – [MacLeod]Xander tenía que haber hecho las cosas de otra forma, pero tiene razón en que hay mucho que perder.[/MacLeod] – añadí intentando que me escuchase, aunque parecía que había tomado una decisión que sería inamovible. Si moríamos allí, ese bebé nunca vería la luz.

    – [JJ]No voy a permitir que Xander decida por mí.[/JJ] – espetó ella. En cualquier otra circunstancia, escuchar eso habría sido un orgullo, pero en ese momento temía por ella y por lo que podría pasarle. Si hubiese habido algún modo de evitar que Amy, Kaylee o Diana fuesen al combate, lo habría intentado, pero ellas jamás se habrían apartado. Jane parecía estar en el mismo camino.

    Me quedé pensando unos instantes. Era fuerte, pero no tenía entrenamiento, tenía mucho poder, pero le aterrorizaba usarlo. – [MacLeod]Serás el principal objetivo, con tus poderes…[/MacLeod] – continué, esperando convencerla.

    – [JJ]Lo sé.[/JJ] – añadió simplemente.

    – [MacLeod]Solo puedo aconsejarte contra ello, no decidir por ti, pero Elle no puede venir con nosotros.[/MacLeod] – admití finalmente, volviendo la mirada hacia Elle. Ella sabía bien por qué lo decía. – [MacLeod]Es peligroso para ti y para todos.[/MacLeod] – añadí.

    – [Elle]Mi segundo nombre es peligro.[/Elle] – replicó ella, bromeando. La alegría y la inocencia de Elle eran arrolladoras, por eso dolía llevarle la contraria, pero no podía venir con nosotros, en un momento en el que esa alegría y esa inocencia se volviesen ira, Elle perdería el control y eso podría significar su fin y el nuestro.

    – [MacLeod]Elle…[/MacLeod] – la regañé, como cuando era pequeña. Sabía que no iba a estar de acuerdo, igual que también sabía que no podía hacer nada por evitarlo si se empeñaba en ir. Era dueña de sus propias acciones, pero lo que habitaba dentro de ella podía terminar siendo muchísimo más peligroso que el propio gobierno de Zeon.

    Las dos eran virtualmente las que más poder tenían. El problema era que su poder, precisamente por ser tan inmenso, siempre había estado limitado y contenido. A veces me paraba a pensar si no habría sido mejor entrenar con ellas en el dominio de su poder en lugar de intentar evitarlo. Después recordaba que el gobierno no nos había dejado otra opción, si hubieran sabido de la existencia de Elle o de que alguien con el poder de absorber poderes estaba intentando aprender a controlarlo, probablemente habrían intentado acabar con ellas.

    – [Daniel]Puede venir con nosotros.[/Daniel] – la puerta principal se abrió y Daniel cruzó el umbral. Llevaba el pelo largo, por los hombros, y una barba descuidada. Me extrañó volver a verlo con la espada cruzada a la espalda. ‘Sendero Oscuro’ podía hacer honor a su nombre esa noche, porque la mirada de Daniel dejaba claro que estaba dispuesto a todo por recuperar a Sarah. Y por vengarse. – [Daniel]Todos tenemos que luchar a diario con la oscuridad que tenemos dentro.[/Daniel] – añadió, mirándome. Elle era mayor de edad, así que ni él ni yo podíamos hacer nada, pero si además su padre la apoyaba, cualquier punto de vista que pudiese darle para reconsiderarlo había quedado tirado por los suelos. – [Daniel]Y es su madre.[/Daniel] – finalizó, intentando mantener un rostro sereno, cuya máscara se agrietaba a gran velocidad.

    – [Elle]No hacía falta que me dieras permiso.[/Elle] – replicó su hijo haciendo una mueca sonriente mientras se acercaba a él.

    – [Daniel]Lo sé, eres igual que tu madre y que tu tía.[/Daniel] – desde que Sarah no estaba, en los ojos de Daniel solo volvía a aparecer una chispa de vitalidad cuando miraba a Xander o a Elle. Eran la razón por la que seguía adelante, esa y recuperar a Sarah. Vi cómo le tendía una de sus viejas espadas, ‘Ocaso’. Xander debía llevar ya encima ‘Albor’, listo para el combate.

    Sentí un chasquido de estática en el aire y me preparé para verla. El espacio pareció rasgarse delante de mí y de un instante a otro, Diana estaba en pie, tan preciosa como cuando la había conocido. – [Diana]¿Listos?[/Diana] – preguntó, analizando a los presentes y dedicando una sonrisa a Jane, Elle y Amy, tan decididas, tan seguras.

    La respuesta que salía de mi interior era un simple «no», pero ese «no» tenía matices, como todo en la vida. No estaba preparado para lo que podía llegar a perder en ese día, pero desde luego estaba preparado para darlo todo y para recuperar nuestras vidas y a nuestra familia de la mano de esos monstruos.

     

  • TU YERNO HA VENIDO DEL FUTURO

    Diana | Hospital St. Anne

    TARDE

    diana090915

    Christopher había salido a buscarme una hamburguesa de pollo de McDonald’s, con sus patatas Deluxe y su coca cola con cafeína y mucha azúcar. Atrás quedaban esos meses de lloriquear imaginándome que me comía una, mientras pasaba por delante del «restaurante» poniendo cara de perro abandonado e imaginando que me bañaba en un cubo de salsa. No es que ahora pudiera emocionarme y coger todos los kilos que no había conseguido que tuviera el embarazo, pero bueno, ese día me lo merecía especialmente.

    Miré a Amy, vestida con un body de color azul cielo, a la par que se chupaba el puño de la mano izquierda, mientras el chupete descansaba a su lado. Era un bebé rebelde y decía que el chupete me lo pusiera yo si eso. Por un lado, me parecía muy valiente que fuera capaz de tranquilizarse sola (la chochera de la maternidad que le dicen), pero por otro, me preocupaba que eso aumentara sus posibilidades de morir de forma súbita (la paranoia de la maternidad que le dicen). Por suerte, para la lactancia nos estábamos entendiendo mejor y aunque todavía me cayesen lágrimas como puños cada vez que se me enganchaba a un pezón (juro que esto antes no me pasaba), la niña parecía estar alimentándose y no se me iba a morir de inanición.

    Aproveché aquellos minutos de silencio para volver a vestirme y en pensar en lo mal que me parecía que las famosas aparecieran media hora después de dar a luz como si el niño/a lo hubiera tenido otra. Mi cuerpo todavía parecía el de una embarazada. Por mucho que fuera bruja, no hacía milagros.

    En esas estaba yo, lamentándome por no ser perfecta, cuando escuché unas chispas y vi cómo ante mis ojos se abría una especie de vórtice que escupió a un chico pelirrojo que debía rondar la veintena y después, se cerró. No podía decirse que tuviera una belleza al uso, pero era pelirrojo, delgado y de piel pecosa y clara, lo que le daba un aspecto dulce. Iba vestido con unos pantalones de loneta, un abrigo azul y llevaba una maleta de cuero marrón, por lo que no pude adivinar de qué época venía.- [Diana]¿Eres mi segundo hijo y vienes del futuro para contarme que Amy se vuelve mala?[/Diana]- me crucé la bata sonriendo y me puse en pie.

    – [James]Eh, n-no…n-no. No soy t-tu hijo.[/James] – parecía nervioso. Vi que me pedía permiso para acercarse a la cuna de Amy y me hice un lado para que la mirara. – [James]Soy amigo de tus hijas.[/James] – me aclaró. Por cómo miraba a Amy (con ternura, que esto no es «Crepúsculo»), tuve una corazonada.

    – [Diana]¿Eres mi yerno?[/Diana]- esbocé una sonrisa. Mi hija acababa de nacer y ya tenía un posible novio. No sabía cómo tomarme esto, ni tampoco cómo se lo tomaría Christopher.

    – [James]No te preocupes, Amy ya estaba ocupada cuando llegué.[/James] – me devolvió la sonrisa, pero parecía triste. Al decir esto, se apartó de la cuna de Amy y me miró. – [James]Me resulta extraño veros tan jóvenes.[/James]

    – [Diana]¿Me estás llamando vieja?[/Diana]- apunté con mordacidad.

    – [James]N-no, ahora estás muy joven. Y antes…o sea, después.[/James] – titubeó. El chico era especialmente nervioso. – [James]He venido para ayudarte con algo.[/James]

    – [Diana]Te escucho[/Diana].- le hice una seña y nos sentamos el uno al lado del otro frente a la cuna de Amy.

    – [James]Soy un brujo. Tú me enseñaste la mayor parte de lo que sé.[/James] – afirmó con orgullo y le apreté la mano con cariño. No nos conocíamos de nada, pero sentía que era lo que debía hacer. – [James]Y ahora hay algo que debo enseñarte a ti.[/James]

    – [Diana]No estaremos liados tú y yo…[/Diana]- le miré y solté la mano, separándome un poco también. En realidad, lo hacía para que terminara de ponerse histérico, porque sabía que no podría estar con alguien como él, que me transmitía vibraciones de «hijo». Eso sin contar que mi bibliotecario favorito seguiría estando bueno por los siglos de los siglos.

    – [James]N-no no, n-no.[/James] – apartó la mirada y la clavó en el chupete de Amy. – [James]Eres mi mentora.[/James] – aseguró con rapidez. – [James]No me preguntes mucho, no puedo desvelarte demasiado del futuro.[/James] – me aclaró con la mano en el corazón.

    Me reí y le hice una seña para que hablase.- [James]Hoy tendrás una visión.[/James] – asentí imaginándome lo que sería. – [James]Vas a ver lo que pasaría si Z consigue su «utopía».[/James] – fruncí el ceño. Una cosa era saber que existía una posibilidad de que Z ganase y otr, verlo. – [James]Estoy aquí para enseñarte cómo mostrársela después a los demás. [/James]

    – [Diana]Estoy deseando aprender[/Diana].- me froté las manos.

    – [James]Es un conjuro que creaste.[/James] – me explicó y se rascó la cabeza sonriendo. – [James]Aunque tiene gracia, porque al final resulta que lo aprendiste de mí. Y yo lo aprendí de ti.[/James]

    – [Diana]Es lo que pasa cuando juegas con el tiempo[/Diana].- le guiñé un ojo antes de que siguiera diciendo que el uno lo aprendimos del otro hasta que Amy tuviera barba (en su caso podía ser literal).

    Abrió la maleta y empezó a sacar toda la parafernalia. En cuanto empezó a explicarlo, lo entendí a la perfección. Se notaba quién lo había ideado.- [James]Eso es todo. Lo has cogido muy rápido.[/James]- hizo una pausa.- [James]Igual que Kaylee[/James].- al ver lo que decía, empezó a guardar las cosas a toda velocidad en la maleta.

    – [Diana]¿Kaylee?[/Diana]- me quedé pensativa. Kaylee, como mi hermana la que había muerto a la que nunca le tuve especial cariño.

    – [James]No me hagas mucho caso.[/James] – se puso en pie y se arregló el abrigo. – [James]Tengo que volver.[/James]

    – [Diana]¿Va todo bien en tu futuro?[/Diana]- intenté sonsacarle, pero él parecía concentrado abriendo el vórtice.

    – [James]Hay de todo. Más o menos como siempre.[/James] – su semblante serio no parecía decir eso.

    – [Diana]Suerte[/Diana].- le di un abrazo rápido.

    – [James]A vosotros.[/James] – y el vórtice se cerró justo a tiempo para ver cómo MacLeod abría la boca de par en par.

    – [Christopher]¿Qué ha sido…?[/Christopher]- empezó a decir.

    – [Diana]Tu yerno, que ha venido del futuro a enseñarme un conjuro[/Diana].- me encogí de hombros.- [Diana]Venga, trae p’acá esa hamburguesa que parece que hace tres meses que te fuiste a por ella[/Diana].

    – [Christopher]¿Mi qué?[/Christopher].- parpadeó tendiéndome la bolsa de papel.

    – [Diana]A vef si te creef que eref el único que folla en esta hiftoria[/Diana].- comenté con la boca llena.- [Diana]Fi lo hafe hafta Ed, no me jodaf[/Diana]

    FIN DE CAPÍTULO

  • EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    Sarah | Éter

    ¿TARDE?

    sarah040516

    Me desperté desorientada, como si hubiera dormido una siesta de tres horas o quizás, de tres meses. Lo último que recordaba era que Ed había realizado un ritual, el ritual para intentar librarme de Beatrix, pero parecía tan lejano que ya ni siquiera era capaz de perfilar correctamente la escena en mi cabeza, así que no pidáis que suene congruente.

    Cuando caímos sobre la hierba, Ed aseguraba que acabábamos de pasar por una especie de tubo caleidoscópico al más puro estilo Doctor Who. Pero nada, mi cerebro estaba apagado o fuera de cobertura. A veces, parecíamos vivir a toda velocidad y otras, el tiempo se dilataba y los días parecían meses. Esta era una de esas veces, por lo que tardé un poco en ubicarme. Especialmente, porque a mi alrededor se estaba construyendo el pabellón infantil de mi colegio de Moondale y me dio por pensar en esa curiosa sensación de pertenencia que sientes hacia tu colegio, que es inversamente proporcional al asco que te da el instituto al que fuiste.

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  • BIENVENIDA AL EQUIPO

    Bill Parker | Afueras de Merelia

    MAÑANA

    BILL2

    Aun me estaba recuperando de lo que acababa de ocurrir, nunca había sentido un dolor físico tan intenso, era como si el fuego hubiese recorrido mis venas. Observe mis brazos, las venas ya no estaban tan remarcadas pero seguían manteniendo cierto tono azulado. Palpé la cadena en mis manos, se sentía más ligera, como si todo su poder hubiese desaparecido y no fuera más que un simple arma.

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  • PEQUEÑA GRAN REVOLUCIÓN

    Diana – Hospital St. Anne

    Tarde – 20 DE ABRIL

    amybaby200716

    Nunca me ha atropellado un camión, pero creo que puedo decir sin miedo a equivocarme, que parir es lo más parecido a que me atropelle uno que experimentaré en esta vida (si tengo suerte y no me pasa de verdad, vamos). Tuve la «maravillosa suerte» de llegar a tiempo y que todavía me quedaran unos centímetros por dilatar para que pudieran ponerme la epidural. Después de pasar por todo el protocolo y firmar el consentimiento, me la pusieron, pero debe ser que hasta la puta epidural me odia, porque solo me durmió un lado del cuerpo. Las siguientes horas, no pude comer, ni beber y me cagué hasta en los muertos de la matrona, porque el lado izquierdo de mi cuerpo decidió no dormirse y tuve que pasar medio cuerpo con dolores y el otro, atontado.

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  • EL BAILE

    Diana | Hotel White Candle

    NOCHE | 19 DE ABRIL

    dianabelly130716

    No voy a ser yo la que os diga que parir es divertido, porque no lo es, pero quiero que sepáis que no es ni mucho menos tan horrible como lo pintan en todas partes. Duele, sí. Es molesto, sí. Es como cagar un melón de tres kilos, sí. Cuando acaba parece que te han atropellado un par de camiones, sí. Aquí es cuando viene la pregunta del millón: ¿Entonces por qué dices que no es tan horrible? Porque el parto es la única cita a ciegas en la que sabes que conocerás al amor de tu vida. Esta frase no es mía, pero me la apropio, porque sé que os encanta cuando me pongo moñas. Lo que quiero decir, es que cuando tienes en brazos a esa cosita tan pequeña, se te olvida que tu cuerpo se ha abierto en canal para que llegase al mundo.

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  • WOLF

    WOLF

    Sarah | Subconsciente de Mara

    INDETERMINADO

    sarah040516

    Caminé junto a Beatrix intentando entender su historia y qué podía hacer para ayudarle, pero no estaba segura de haber llegado a ninguna conclusión decente, porque en mi cabeza se repetía la imagen de Mara muriendo en la camilla de los O.W.L.S. por mi culpa. Tenía que tomar una decisión y debía ser rápida, pero nunca había sido muy buena tomando decisiones, porque pensaba demasiado y a la larga, todas las opciones parecían un error, especialmente la elegida.

    – [Beatrix]Estás muy silenciosa[/Beatrix].- admitió finalmente mientras atravesábamos aquel bosque oscuro y tétrico que parecía no acabarse nunca. Esperaba que no fuese posible perderse en un subconsciente o peor aún, que nos perdiéramos y que Mara muriese con nosotros dentro.

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  • MARAUDER

    MARAUDER

    Diana | Subconsciente de Mara

    DESCONOCIDO

    maraslayer

    Llevábamos tanto tiempo caminando, que ya dudaba que fuera un subconsciente y no una puñetera pesadilla. Sabíamos que teníamos que llegar a aquella especie de castillo de cuento chungo de los hermanos Grimm que estaba al final del camino de nubes, pero lo único que me apetecía era meterme en la cama con un bote de Nutella. Miré a Cara, que estaba tan hasta las narices como yo y apuramos el paso para llegar cuanto antes. Lo bueno de los subconscientes es que no siguen ninguna lógica y al poco, las nubes del ocaso dieron paso a unas oscuras como la boca del lobo y se arremolinaron para ir formando el castillo de marras, que era oscuro, de formas intrincadas y puntiagudas y parecía estar hecho de las pesadillas de Mara.

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