Moondale

Etiqueta: Diana Echolls

  • UNA HOSTIA VERBAL O FÍSICA

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Diana Echolls| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba [s]de Virtud[/s] de pegarle tortas a Lila | Parte I de II

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    La chaqueta de Ed olía a él y eso era raro. No penséis que iba con la nariz pegada diciendo: “Oh, huele a Ed”, como si fuera una quinceañera a la que le han dado la sudadera del novio de turno. Simplemente, era suya y olía a él. Por suerte, nuestra relación era anterior a las hormonas y no era necesario que explicásemos que, pese a que estuviera completamente desnuda y llevase únicamente su chaqueta que me tapaba el culo de milagro, no significaba que nos hubiésemos dado un revolcón, cosa que sería asquerosa, como enrollarme conmigo misma (bueno, eso a lo mejor era más divertido, porque tenía una apariencia anterior y, teóricamente, ahora también había cambiado).

    Los minutos que caminamos juntos por aquella galería de piedra fueron extraños. No sólo por el hecho de que por mis partes íntimas entraba un fresquito que podría clasificar de “bastante agradable”, sino porque me notaba una extraña en mi propia piel. Me recordaba a una vez que fuimos a Zara y mi madre me compró un par de zapatos, pero no se dio cuenta de que eran uno más grande que otro y estuve meses con un zapato que me quedaba grande y otro, pequeño. Tenía el pelo demasiado largo, juraría que había menguado unos centímetros y los muslos me rozaban el uno contra el otro, provocando que tuviera que caminando como una pistolera. Por suerte, él iba delante y no había charcos con los que pudiera deleitarse con las vistas de mis encantos ocultos (excepto si te llamabas Christopher MacLeod y eras el bibliotecario sexy).

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  • FORMANDO UN RECUERDO IMBORRABLE

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Diana Echolls| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba del Fuego

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    [SIZE=3]Kaylee se estaba muriendo. No estaba enferma, ni había sufrido un accidente, ni siquiera era una anciana, simplemente se moría porque Los Grandes Poderes la habían creado con ese propósito y eso era lo más duro.

    La muerte nunca es agradable y siempre te pilla desprevenida, haciendo que te sientas como si te hubieran arrancado un pedazo de tu alma, un pedazo que se lleva la persona que se marcha, pero esto era mucho peor, porque su vida carecía de sentido. Se llamaba Kaylee y era mi hermana, pero podría haber sido Cara, Ed e incluso Sarah, porque su apariencia era lo de menos. Los Grandes Poderes la habían creado con un propósito, como si fuese un cerdo al que se alimenta para después sacrificarlo.

    Siendo sincera, nunca me había gustado Kaylee. Primero, porque en la vida de Siobhan se llamaba Megan y nos odiaba, parecía como si hubiera venido este mundo a fastidiarnos a Sarah y a mí y segundo, porque en esta versión tenía un enorme palo en el culo. Prefería a Kaylee antes que a su versión dentuda, pero no encajábamos del todo, quizás porque era más [s]aburrida[/s] seria, y cerebral que yo. Éramos muy diferentes, pero no diferentes del tipo que encajan bien, sino diferentes del estilo que se ignoran para que no estalle una Guerra Mundial.

    Aún así, que solo fuese un peón en la batalla contra el Doctor me dolía tanto que ni siquiera sabía cómo expresarlo. Cada vez me costaba más recordar a Siobhan y a la rubia. Era como si la vida siempre hubiera sido así, como si Ed nunca hubiese venido de otra realidad en la que todos estábamos muertos y como si a mí no me hubieran ofrecido cambiar para no morir de Cáncer. Si me paraba a pensarlo, tenía sentido haber crecido junto a los tres, con Ed queriendo jugar a los Playmobil y nosotras obligándole a ser el padre de nuestros muñecos, porque para eso era el único niño. Tenían más sentido los veranos en Merelia en los que estábamos los cuatro que cualquier retazo que pudiera recibir de Siobhan o de la rubia. La vida estaba bien así, con Ed dando un poco de grima por haberse enamorado de una de sus mejores amigas con las que había pasado la mayor parte de su infancia y adolescencia, pero ahora nos lo querían arrebatar todo y no era justo.

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  • UN ADIOS A LO QUE QUEDA ATRAS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Campeon en las Sombras| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba de la Destruccion

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    [spoiler]Aviso: Este post debe leerse sin haber leído comentarios, pues contiene SPOILERS[/spoiler]

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    Mentiría si dijera que el Campeón en las Sombras no dejó escapar un resoplido de fastidio cuando las luces se apagaron y su compañero hasta el momento, Hiroshi Sato, se perdió en la negrura. Le hubiera gustado poder hablar más con él, porque el hecho de estar cubierto por el hechizo protector le había ayudado a entablar conversación con lo que para él, era un extraño. Aunque también influía el hecho de que le había acompañado en su salto al vacío y eso, parece que no, pero une bastante.

    En eso estaba pensando el Campeón cuando las antorchas se encendieron nuevamente, iluminando la galería de piedra y frente a él se encontró con Diana Echolls, que tenía mal aspecto, a pesar de que intentaba disimularlo esbozando su habitual amplia sonrisa de dientes blanquísimos.- [b][i][color=#843181]Deduzco que eres el Campeón en las Sombras[/SIZE][/i][/b].- Bromeó pasándose una mano por la barbilla, como si fuera Sherlock Holmes.

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  • UNA TORMENTA DE ÓRDAGO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Diana Echolls| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba de la Tormenta

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    [SIZE=3]
    Siempre me han hecho mucha gracia todos esos libros o películas en los que la protagonista no se da cuenta de que está embarazada hasta que, prácticamente, el bebé asoma la cabeza entre sus piernas. Como si tener un cuerpo extraño dentro de tu útero no se notase, ni tuvieras náuseas que duran todo el día, las tetas como si te las estuvieran aspirando para que crezcan a marchas forzadas, la boca llena de saliva por lo que acabas pareciendo un perro delante de un filete, ganas de orinar constantes aunque hayas decidido no beber agua desde hace cinco minutos y esa sensación de que te vas a quedar dormida en cualquier esquina. Pero vamos, que por si fuera poco, no se suele olvidar el día en el que jugaste a “ponerle la colita al burro” sin utilizar nada. Eso solo puede pasar a) si eres tonta de remate o b ) si padeces amnesia. Pero esto no lo digo porque McLeod hubiese acertado en “la Diana”, porque un día no fue capaz de contenerse (sí, ya sé que es cosa de dos) y una corriente hubiese estado a punto de ahogarme dos veces, ni mucho menos. Es que me gusta quejarme.

    Así que cuando por fin el agua dejó de vapulearme y me llegó a la altura de las rodillas, estuve cagándome en la madre que la parió (qué apropiado) hasta que apareció Cara, que huía de la misma como si fuera ácido. Todavía nos costaba que se duchase a diario, pero lo hacía a cambio de palmeras de chocolate, así que cada vez que mi madre agitaba una palmera delante de sus narices, se quitaba la ropa y se metía en la ducha, como una versión porno del perro de Pavlov. Me había dado cuenta de que Daakka la observaba atentamente, pensando en que si él agitaba una palmera de chocolate obtendría el mismo resultado. A ver si os creéis que el verde es porque nació así.

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  • ME HABRÍA GUSTADO DESPEDIRME DE TODOS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Christopher McLeod | Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba del Frío

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    Salir del agua tras estar a punto de ahogarte y que lo primero que veas sea a la persona que más quieres, es un alivio muy difícil de describir. Había tenido mucha suerte al estar junto a ella, tanto en las Pruebas como en la vida, a decir verdad.

    Aun así, el alivio de estar con ella no anulaba la preocupación por cómo estaría el resto, si estarían todos a salvo, juntos, enfrentándose ya a sus Pruebas…el desconocimiento y la incertidumbre eran terribles. Un miedo del día a día.

    Me tranquilizó que la puerta a la Prueba se abriese utilizando nuestros dos colgantes concretamente, me hacía pensar que había llegado junto a Diana por alguna razón y eso implicaba que el resto seguramente habrían sido atraídos también en parejas a sus Pruebas.

    Miré a Diana mientras cruzaba la puerta esbozando una sonrisa que usaba como escudo ante las preocupaciones que seguramente le estarían creando una opresión en el pecho que ya había sentido otras veces.

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  • INTENTANDO NEGAR LO QUE HA PASADO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Diana | Casa de McLeod | Parte I de II

    [color=#5AA6BB]MaÑana[/SIZE][/color][/b][/font]

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    [i]A la mañana siguiente de lo acontecido la noche en la vieron el futuro…[/i]

    Christopher aún no se había despertado y esperaba que no lo hiciese con los ruidos de ballena moribunda, porque estaba vomitando hasta la primera papilla. No me explicaba cómo era posible que, sin haber desayunado, mi cuerpo siguiese…pareciendo una fuente, pero ahí estaba yo, con la cabeza metida dentro de la taza del váter y la dignidad en el fondo de las tuberías.

    Cuando por fin hube terminado, me lavé los dientes y eché el pijama al cesto de la ropa sucia, porque aunque Dom nos había contado que Jamie acostumbraba a besarle después de potar, no me apetecía echarle el aliento a un licántropo con el olfato hiper desarrollado.

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  • SIEMPRE DIFERENTE

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Daakka y Diana Echolls | Ciudad derruida

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Ni con metáforas sería capaz de explicar el dolor que sentí cuando a abrí los ojos. En algunos escritos lo compararían con unos ojos ardientes al contemplar la verdadera forma de un dios, o, atendiendo más a los escritos de la Biblia, podría compararse con la devastación de Sodoma y sus estatuas de sal. Para mí, aquello era una devacle más apocalíptica que si cuatro jinetes hubiesen cabalgado frente a mí.

    Estaba rodeado por personas de mi raza, ataviadas con una especie de armaduras mucho más «modernas» que las antiguas ropas tribales con las que los había visto en las memorias de mi raza.

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  • BEBES DE TODOS LOS COLORES, DIANAS Y MACLEODS DESNUDOS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Diana Echolls | Mundo de los SueÑos

    [color=#orange]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]

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    La visión del pueblo nevado de mi subconsciente duró menos que a la abuela cualquiera de sus maridos. El lado positivo, era que solía buscárselos con nombres repetidos, así que no era raro que si había estado con un tal John, el siguiente también se llamase igual. Los fallos se minimizaban, porque a la gente no se la suele llamar por su apellido y si alguien de la familia lejana preguntaba por ese tal John, tú le decías que era el mismo, aunque fuese más calvo o estuviese más gordo, daba igual, nadie tenía pruebas para llevarte la contraria. Salvo que tuviera una foto, pero vamos a suponer que en la familia no van a tener tanta mala leche. Eso sí, hacía un tiempo (desde que nosotras teníamos ocho o diez años) que mi madre le había prohibido que le presentase a uno más. Creo que fue después de John IV, que como su nombre indica, era el cuarto y aquello no era sostenible, porque cuando nos preguntaban por John y uno tenía los ojos saltones, otro era alto y con bigote, otro calvo y otro, rubio, no había forma de decirles que eran el mismo, por mucho que te inventaras que se había quedado calvo de tanto aguantarla, por ejemplo. Y esto venía, no a que se me vaya la olla (que también), sino a que el pueblo estaba repleto de gente conocida, futuros posibles, pasados mezclados y muchos McLeods, que se esfumaron y entre todos esos, los novios de mi abuela.

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  • ORGULLOSO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Universidad de Moondale. Biblioteca. Su despacho

    [color=#81BEF7]MaÑana[/SIZE][/color][/font][/b]

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    Dejé a Rebecca y a Illya para encargarse de la biblioteca y pasé detrás del mostrador de recepción para abrir la puerta de mi despacho y dedicarme un momento a poner en orden mis ideas.

    Mientras me servía un café, esta vez un café de verdad, no una infusión de color lavanda camuflada en un termo, me paré a pensar en los últimos que habia que terminar de adaptar desde que habíamos salido por segunda vez, en mi caso tercera, de la Iniciativa.

    En las tres semanas que habían transcurrido desde que salimos, con tantas victorias como derrotas, pero al menos vivos, habíamos estado en un ambiente tenso, pese a que la actividad sobrenatural se limitaba a las patrullas, en las que ultimamente habían caído sobretodo vampiros, unos cuantos de hecho.

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