[align=center][SIZE=3][color=black][b]Liad | Escocia[/b][/SIZE][/color]
[SIZE=2]El día anterior se me había hecho eterno, larguísimo. Había procurado disimularlo, pero normalmente, lo único que tenía en la cabeza era estar sentado, entretenido y no tener que moverme mucho. La noche había pasado de la misma manera, sintiéndome como si estuviera rodeado por un mar de llamas, sensación que permaneció conmigo de forma perpetua y continua. Una vez que por la mañana abrí los ojos, me encontré con un Cecil ya vestido, listo para salir a dar una vuelta, pero al mismo tiempo algo preocupado e insistiendo que durmiera un poco más si no me encontraba bien para estar danzando por todos lados.
Le hice caso a medias, ya que no tardé mucho en levantarme y vestirme. Escuchar apenas ruido por allí me ponía francamente nervioso, aunque se suponía que uno debía de estar así para descansar. De tal manera que, al rato de salir, me encontré en el sillón de la casa de los Mcleod, tapado con una mantita mientras intentaba ver algo interesante en la tele. Pero estaba aburrido, moqueando más que respirando y esperando a que alguien no se decantase por salir y se quedase aquí un ratito. Afortunadamente, así fue. Más o menos al mismo tiempo de mi sonoro estornudo, Diana apareció por el pasillo con su habitual forma de caminar. Como si fuera una pequeña bailarina de las típicas cajitas musicales.