Moondale

Etiqueta: DomCaras

  • UN MONO HACIENDO MALABARES EN UNA ENORME PELOTA DE CIRCO

    [align=center][SIZE=3][color=black][b]Liad | Moondale.[/b][/SIZE][/color]

    liadanwalt

    [SIZE=2]Me sentía como si estuviera en una de esas películas de terror que solía ponerme a altas horas de la madrugada. En cada esquina pensaba que veía algo, en cada sombra, cada movimiento ocasionado por el aire, sentía como si alguien no muy lejos de mí estuviera persiguiéndome, observándome. Continuaba oculto, encogido, agarrando las armas por si llegaba a ser necesario utilizarlas. Levanté el cuello de la cazadora en un vano intento de que el frío y el malestar que parecía volver con fuerza a mi cuerpo desapareciese.

    Golpeaba el suelo con el pie, impaciente, necesitando alguna manera de expresar la ansiedad que llevaba dentro. Estaba esperando a algo, aunque no sabía exactamente el qué podía ser. Una señal, un fogonazo, un mono haciendo malabares en una enorme pelota de circo… No sé, ALGO. Quizás un sentimiento que naciese en mi interior, algo que dijese que tenía que moverme, avanzar en el momento más adecuado. Pero no era así. El frío que antes fue neutralizado con el valor, la esperanza o los recuerdos que había recuperado, estaba regresando con fuerza, con saña. Esta sensación parecía que no iba a abandonarme nunca, que siempre estaría junto a mí, neutralizándome como si fuera una amenaza. Pero no. Había llegado lejos, había pasado por demasiado. No podía rendirme, nunca más.

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  • LAS COSAS PUEDEN SER PEORES DE LO QUE CREEMOS

    [align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=4][color=black]Edward MacLay | Calles de Moondale[/SIZE][/color][/font][/b]

    crow

    [SIZE=2]
    Iba camino de la biblioteca de la universidad, sabía que todo estaría destruido, pero también sabía donde tenía Christopher otros libros escondidos. Quizás en alguno de ellos hablaban de los viajes entre realidades y podría volver con los demás, a casa.

    Avance por las calles entre un silencio sepulcral roto ocasionalmente por el graznido de unos cuervos posados en las farolas apagadas. Algunas de ellos bajaron hacia unos cuerpos que se encontraban ya completamente descompuestos, otros parecían esperar a que cayese al suelo para abalanzarse sobre mí, pero no tardaron en salir volando al escuchar el grito de alguien.

    Mis planes eran dejar atrás esta realidad y salvar la otra, pero si en mí camino aparecía alguien no iba a pasar de largo sin prestarle ayuda. Cuanto más me acercaba al lugar del que procedía el grito mas notaba un poder mágico sorprendente.

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  • MALDITA REALIDAD

    [align=center][b]Diana Echolls | Moondale en ruinas[/b]

    ciudaddestruida

    [SIZE=2]Paz. Tranquilidad absoluta. Sin miedo, sin ira, sin preocupaciones. El [i]Hakuna Matata[/i] que cantaban Timón y Pumba en El Rey León elevado a la enésima potencia. A su máxima expresión. Sólo mi cuerpo vagando en aquel mundo carente de color y mi mente, en algún lugar (preferiblemente en Honolulú, seguramente ahí pero apagada o fuera de cobertura) en el que por fin había dejado de molestarme. Sin visiones, sin miedos, sin frustraciones.

    No sabría decir con seguridad cuánto tiempo estuve allí. Quizás fueron minutos, a lo mejor unos cuantos milenios, lo más probable es que fueran unos pocos segundos. No sabía cómo me llamaba, pero me importaba más bien poco. No recordaba a nada ni a nadie, ni siquiera podía sentir nada por ellos, pero no me importaba. Me dejé llevar como si estuviera en una playa desierta, boca arriba en aquel mar de ese mundo sin nada, “haciéndome la muerta” como tan poco le gustaba a mi madre (y juraría que a McLeod), pero en ese momento no pensaba en ellos.

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  • DOMCARAS

    [align=center][SIZE=4][b]Liad | Iniciativa Awaken[/b][/SIZE]

    domdoscaras

    [SIZE=4]El suelo volvió a convertirse en mi enemigo. Ahogué un grito cuando aquella asquerosa mano, garra o como quisiese llamarse, me agarró del tobillo, impidiéndome poder huir de aquí, llegar a la salida y por ende, a una supuesta y corta salvación.

    – [b]Has sido muy muy malo.[/b] – dijo la calmada y horripilante voz. – [b]Ahora te arrancaré la piel lentamente, con la misma piedra que me has lanzado.[/b] – añadió.

    Instintivamente me di la vuelta, ¡pero cuánto me arrepentí de hacerlo! Debía de haberme intentado zafarme, lanzarle algo, arrastrarme. ¡Pero no! Noté cómo sus largos dedos se acercaban, rozando mi piel, mis piernas. El primer corte fue el peor, consiguiendo que la herida ardiese, que quemase con el simple hecho de la sangre derramada. Intenté moverme, retorcerme, gritar de dolor o cualquier otro gesto que pudiese liberar el miedo y la ansiedad que tenía acumulada. Pero no pude. Cualquier intento por hacerlo era aplacado por algo que inicialmente no entendía, hasta que fui consciente de lo que ocurría realmente.

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