Moondale

Etiqueta: Dominic Williams

  • GRITAR MÁS FUERTE

    Jane – Casa de los Williams

    Mañana

    Todo lo que aparece a continuación forma parte de una pesadilla de Jane. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia (más vale). Perdón, Dioni. No me odies. 

    Me desperté sobresaltada. Estaba segura de haber escuchado la voz de mi madre llamándome y todo fue a peor cuando abrí los ojos y vi que estaba en la habitación de la casa de mis padres. Aparté el nórdico de Frozen de un manotazo y observé el dormitorio, que reconocería incluso aunque pasaran mil años: la cama nido de 90, las paredes pintadas del azul exacto del vestido de Elsa, el vinilo en el que podía leerse el que siempre sería mi tatuaje pendiente (Let it go) y todos los detalles que me traían de vuelta a mi infancia.

    Me puse en pie y salí en dirección a la cocina, que estaba en la planta baja. Según caminaba, percibí el olor a gofres, aunque lejos de ser agradable, parecía que se habían quemado un poco. Nada nuevo en Villa Williams.

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  • EL CONSEJO DE DOMINIC

    MIKE SOLO-NOVAK

    MAÑANA – LUNA VILTIS, LA KVASIR

    Me levanté bastante temprano aquella mañana. Ni Idris ni yo habíamos conseguido descubrir como bajar las persianas o tapar de alguna forma las ventanas, así que después de unas seis horas de sueño, la luz del sol me despertó completamente.

    Aproveché que muchos seguían dormidos para darme una ducha que me despejase. En cuanto el agua me empezó a caer por la cara me sentí mucho más despejado. Aún era muy pronto así que decidí estrenar el gimnasio de la planta inferior durante un rato, prefería hacerlo en ese momento que no habría nadie. El ejercicio terminó de despejarme y un rato más tarde había vuelto ya a darme una ducha y me encontraba relajado en la biblioteca de la planta baja frente a un té de hierbas cuya combinación no conocía exactamente. Por suerte me había asegurado antes de hacérmelo de que no tuviese rastro de té negro, aquello era veneno para el cuerpo, parecido a las bebidas energéticas que ya estaban empezando a dar problemas a algunos adultos.

    Pasé un rato revisando distraídamente algunos de los libros en papel impreso. Todavía no me había familiarizado con la biblioteca digital que tenía la nave y Henry había dicho que seguía trabajando en restaurar los errores de corrupción de información en la «inteligencia» de aquél aparato. Así que me mantuve apartado, sin que me costase demasiado, para leer, nada se comparaba con la magia del papel impreso, por muy cómodas que fuesen otras opciones.

    Entre todos aquellos libros distinguí varios relacionados con biología humana y sobrenatural. Estuve tentado de abrirlos, si volvía a la tierra con esos conocimientos, podría avanzar la medicina siglos, pero jugar a ser dios nunca había ayudado a nadie. A veces hay que tener fé en que las cosas son como son por una razón.

    Me senté en una de las mesas aisladas, las que estaban en una especie de cabinas de cristal insonorizadas. Desplegué allí las anotaciones que llevaba encima cuando me vi inmerso en toda aquella odisea. Me tomé unos minutos para colocarlo todo como en mi propia oficina, de todas maneras no tenía pinta de que fuéramos a irnos de allí muy pronto y había espacio suficiente como para que Noah y  alguno de los demás tuviese su propio rincón.

    Cuando todo estuvo listo, saqué el último objeto que me quedaba en el bolsillo interior del maletín, uno que sabía que estaba allí pero con el que no había interactuado a ese momento: la esfera Daë. La coloqué sobre la mesa y observé cómo se mezclaban el azabache y el marfil en una danza sin fin, regalando tonos de un color plata muy llamativo. Noah nos había dado a todos una clase rápida de lo que significaban. A grandes rasgos, pertenecía a ‘Auros’ y ‘Umbros’, pero si comparabas mi disco con el de Elle por ejemplo, se notaban diferencias. El azabache no era oscuro, ni profundo, tenía matices rojizos y el marfil no era níveo, aunque sí uniforme y pulcro. Lo más probable es que mi esfera significase que era ‘Orden’ y ‘Caos’, como mi madre, mientras que Elle era ‘Luz’ y ‘Oscuridad’ como sus padres.

    Meditándolo bien, tenía sentido. Siempre había impuesto bastante orden en mi vida y lo había conseguido en cierta manera, sabiendo disfrutar de momentos de improvisación. Pero con el ataque de aquél animal, el caos se había hecho parte de mí y ahora éramos dos caras de una misma moneda. Una que había costado mucho trabajo equilibrar.

    Llevé una mano sobre la esfera y me dejé llevar por los pensamientos. Me apetecía hablar con mi madre, mis padres siempre habían sido una referencia a la que acudir cuando hacía falta y ahora resultaba incómodo tener que recurrir a ese artefacto para hacerlo.

    La teoría nos la habían explicado ya a todos los que lo habían usado ya. Te centrabas en pensar en algo y aquello te conectaba a alguien de tu grupo elemental. No siempre era directo, a veces pensabas en algo y te conectaba con alguien que pensase en lo mismo, como a Xander con la Daë.

    Aquello me recordaba más a rezar que a llamar por teléfono. Ponías tu fé en ello y esperabas una respuesta, solo basándote en tu fuerza de voluntad. A veces le había preguntado a mi madre cómo conservaba la fé después de todo lo que sabía sobre biología. Ella siempre me decía que todos necesitamos algo a lo que aferrarnos y que esa fuerza de voluntad, esa fé en algo más grande que todos, la había salvado de ser un monstruo. Hasta hace poco no lo había entendido. Me había reconciliado con la fé después de poner mis oraciones en no convertirme en una bestia sedienta de sangre, funcionó. La fé no cura, los milagros mágicos no existen, pero sí he visto milagros. La fé no es un ser mágico que alce la mano y te sane, actúa a través de nosotros, nos da esperanza, nos hace seguir intentándolo cuando todo parece perdido. Si no, todo sería caos.

    Al cabo de un rato, noté que había alguien más allí. Es extraño, porque como humanos nos acostumbramos a algunas sensaciones de nuestros cuerpos de manera que no nos damos cuenta de que están ahí. Una de ellas es la sensación de estar cerca de otra persona, de la que perdemos noción porque los percibimos con otros sentidos más prioritarios. Pero con aquello, notaba su presencia, sin saber muy bien quién era.

    – [Mike]¿Quién hay ahí?[/Mike]

    – [Dom]Dominic. ¿Mike, eres tú? – [/Dom] la voz llegaba perfecta a mis oídos, solo que nadie más podía escucharla. Me resultaba desconcertante tratar de pensar en cómo se producía aquello, quizá hablaba directamente en mi mente, pero no conseguía diferenciarlo.

    – [Mike]¿Señor Williams?[/Mike] – pregunté. Traté de hacer memoria y fijé en mi mente el plano que había dibujado Noah. El padre de los gemelos estaba en ‘Orden’, igual que yo. – [Mike]Estaba tratando de contactar con mi madre para hablar de Jane.[/Mike] – pensé en voz alta. Eso debía habernos reunido, pensar en su hija.

    – [Dom]Puedes llamarme Dom.  -[/Dom] su imagen se hizo más visible delante de mí. Seguía teniendo una constitución robusta, sin que los años hubiesen hecho demasiada mella en él por su genética de aesir. En su día, sin conocerle, debía haber hecho cruzar de acera a mucha gente. Pero lo cierto es que era una persona muy agradable. Me fijé en que aferraba en la mano una cadena de oro con un pequeño crucifijo. Quizá no era solo Jane lo que teníamos en común. – [Dom]¿Se encuenta bien? ¿le ha pasado algo a mi niña?-[/Dom] lo decía con la determinación de cruzar el espacio-tiempo que nos separaba y arreglarlo por sí mismo.

    – [Mike]No, no. En principio estamos todos bien. Seguimos en la nave.[/Mike] – los demás ya se habían encargado de avisar a los Moondies que habían podido. Sabíamos por experiencia propia que los años no habían mermado su unión porque habíamos asistido a muchas reuniones entre ellos. Como los ‘Runaways’ pero con héroes en lugar de villanos. – [Mike]Quería seguir con la investigación, el poder de Jane es clave para todo lo que sabemos sobre poderes y con Omega allí, puede ser la solución pacífica.[/Mike] – sí, ahora mismo estábamos al otro lado del universo, en un lugar donde el tiempo no seguía ninguna ley racional, pero eventualmente el objetivo era volver a casa y cuando lo hiciéramos, tendríamos que enfrentar otro problema. ¿De verdad teníamos que recurrir a la violencia para detenerla?

    – [Dom]¿Necesitas algo en concreto?. Puedo hablar con tu madre y pasarte la información.-[/Dom] preguntó, tratando de ayudar.

    – [Mike]No, solo dile que tiene una «llamada» perdida. ¿Quieres que le diga algo a Jane, Owen o Elliot?[/Mike] – era una pena no poder hablar con ellos  en cualquier momento y depender de esa suerte de azar, además de que solo pudiéramos hablar con los de nuestros grupos elementales.

    Dominic se paró a pensarlo. Por un momento recordé su imagen saliendo de la ventana de la casa de los Williams tapándose como podía. Temí que me diera la buena nueva y tuviese que decirles que tendríanun nuevo hermano. – [Dom]Que tengan cuidado y cuiden de ellos.-[/Dom]  dijo finalmente. Respiré aliviado.

    – [Mike]Señor Will… Dominic. ¿Cómo llevasteis ser Daē? [/Mike]- cuando tienes la vida de una persona delante de ti, haces lo que sabes hacer lo mejor que puedes, y aprendes que a veces, no se puede hacer más. Pero ahora estábamos hablando de millones de vidas. Era demasiado para cualquiera.

    – [Dom]Bueno, no fuimos Daës solos. Éramos un equipo.-[/Dom]

    – [Mike]No estoy seguro de que nosotros lo seamos aún.[/Mike] – confesé. Siendo sincero, podía dar ejemplo empezando por mí mismo. Más allá de Idris, Elle, Lexie, Sophie y Dante, no me sentía demasiado vinculado al resto. Sí, habíamos pasado ratos juntos de pequeños y algunos veranos hacía unos pocos años, pero por lo general la cosa se había enfriado y no habíamos mantenido viva la llama. Al final, todos habíamos tenido nuestras vidas y habíamos tomado nuestros caminos.

    – [Dom]Ninguno lo es al principio. Yo no estaba muy integrado en los moondies por aquella época. Dale tiempo.-[/Dom] me quedé pensando. Como hijo de moondies, siempre les había visto tal y como eran, un grupo inseparable, más que amigos, familia. Pero escuchar que en un tiempo no fue así me daba la dosis de realidad que necesitaba para tranquilizarme.

     – [Mike]Lo tendré en cuenta. Tened cuidado por allí. [/Mike]- le recordé. Su rostro se ensombreció un poco, lo de Omega no era fácil para él, no era un enemigo cualquiera.

    – [Dom]Vosotros también.-[/Dom] fue lo último que dijo antes de que su presencia se desvaneciera.

    Volví a guardar la esfera en la maleta y dejé los papeles allí, colocados.

    Salí de la biblioteca esperando encontrarme con alguien, o más bien, no encontrarme con nadie para así no forzarme a interactuar. Pero tenía que hacerlo en algún momento, Dominic tenía razón. Estaba cayendo sin darme cuenta en la clásica personalidad de los profesionales de medicina que no me gustaba, curas a la persona físicamente pero te da lo mismo cómo se sienta antes, durante y después. No quería convertirme en alguien así.

    Pasé la puerta de cristal y me llegó el ruido del gimnasio que hasta ese momento no había percibido por la insonorización de la biblioteca. Elle estaba golpeando un saco que resistía sorprendentemente su fuerza sobrehumana.

    – [Mike]Estas máquinas del futuro son increíbles.[/Mike] – prácticamente no había un solo ejercicio que no pudieras realizar con ellas, era sorprendente. Parecía que quien diseñó aquella nave estaba preparado para que sus ocupantes pasasen una larga temporada en el espacio. Aquél gimnasio sería uno de los pocos sitios donde combatir el atrofiamiento.

    – [Elle]La verdad es que sí.[/Elle]- vi que sonreía pero no dejaba de golpear el saco. El físico de Elle era el máximo a lo que podía aspirar un ser completamente humanoide. Sí, existían otros demonios con mayor fuerza por ejemplo, pero tenían un cuerpo mucho mayor. Los más resistentes tenían un cuerpo más pesado, los más veloces eran más frágiles. Pero Elle y sus madres aunaban todo eso en un recipiente «menor». – [Elle]¿Cómo va todo, Mike? En el juego estuviste ausente.[/Elle] – la escuché preguntar sin distraerse.

    – [Mike]Tienes razón. He estado pensando que quizá tendría que hablar más con el resto.[/Mike]

    Ella se detuvo y cogió una botella de agua que tenía en una esquina. Habíamos encontrado varias precintadas y almacenadas junto a otros elementos del gimnasio en los armarios de la pared frontal.

    – [Elle]Eso será si te sale de manera natural. Tampoco lo fuerces.[/Elle]

    – [Mike]Iré improvisando. La primera ha sido fácil.[/Mike] – a ella ya la conocía bastante gracias a mi hermano y facilitaba las cosas. Con otros no sabría por dónde empezar.

    – [Elle]No sabía que ya había empezado el experimento.[/Elle]- se rió. Elle era una persona muy alegre, así que cuando se juntaba con mi hermano, parecía que Vine Cleveland estaba cerca.

    – [Mike]Es más fácil sin mi hermano por aquí.[/Mike]

    – [Elle]Estamos en una pausa.[/Elle]

    – [Mike]¿Cuándo le habíais dado al play?[/Mike] – pregunté en un intento de acercamiento entre nosotros. Después me di cuenta de que podía sonar mal, pero ya era tarde.

    – [Elle]Oye, eso es un golpe bajo.[/Elle]- replicó ella riéndose. Menos mal que Elle no se tomaba a mal las cosas.

    – [Mike]Si necesitas contarme algo…Idris no es muy claro a veces con sus sentimientos.[/Mike] – le ofrecí. Mi hermano era muy buena persona, pero muchas veces le tomaban por quien no era. En ese sentido éramos opuestos, yo tendía a escuchar y él solía hablar porque los silencios le incomodaban.

    – [Elle]No estoy en mi mejor momento.[/Elle]- explicó. Su alegría se ocultó en algún lugar donde no podía verse. -[Elle] Y no quiero arrastrar a nadie conmigo.[/Elle] – añadió.

    – [Mike]¿Es por esa mujer?[/Mike] – había escuchado que el grupo del «Imperio Romano» había conseguido proteger a la Daë pero habían tenido problemas. La hermana mayor de la Daë, una muchacha que les había ayudado, había muerto. Elle había heredado el don de su padre y había tratado de curarla, pero no había sido capaz. Era perfectamente normal que un suceso así pudiera con ella.

    – [Elle]Es… por todo.[/Elle]- replicó encogiéndose de hombros. Por esa respuesta supe que aquella muerte había sido el detonante de cómo se encontraba ahora y después habían venido una serie de agobios que en otro momento habría podido soportar.

    – [Mike]Elle, yo no estuve allí, pero estoy seguro de que hiciste todo lo que podías por evitarlo.[/Mike]- no me consideraba muy bueno con las palabras, un hueso roto es más fácil de sanar que un sentimiento de pérdida, pero sí que sabía cómo se sentía porque sabía lo que era perder a un paciente, no por mis estudios si no por la clínica de mi madre. – [Mike]Es horrible, pero a veces hay que resignarse a que no podemos salvar a todo el mundo.[/Mike] – era una desgracia, pero parte de la vida. Para llegar a esa posición hace falta mucho camino. La diferencia estaba en que yo había elegido esa vía con todas sus consecuencias, Elle no.

    – [Elle]No me gusta esta vida.[/Elle]- aseguró. – [Elle]Yo no quiero cargar con el peso del mundo sobre mis hombros.[/Elle]- me fijé en sus ojos, parecía cansada, con menos energía de lo habitual.- [Elle]Mi familia aún tiene secuelas de todo lo que tuvieron que hacer para que la historia vuelva a repetirse.[/Elle] -asentí. Mi madre siempre había sido muy cercana a la suya y sabía bien cómo era Sarah.

    – [Mike]Hay cosas en la vida sobre las que no tenemos control. Y lo mejor que podemos hacer en esos casos es ser fiel a quien somos.[/Mike] – me apoyé en una de las máquinas y desvié la mirada al suelo. – [Mike]Eres buena persona Elle, te afecta mucho lo que le pase a los demás y la parte más difícil de ver morir a alguien es decidir entre convertirte en alguien que rechaza esa empatía o seguir siendo quien eres pese a que duela[/Mike] – el perfecto ejemplo de lo que decía antes. Puedes convertirte en un profesional de la medicina que ve algo que curar y cuando sale de su oficina esa persona deja de existir o resistir las emociones negativas y tratar de ayudarles y lidiar tú mismo con llevarte ese peso a casa o conseguir contenerlo.

    – [Elle]No sé qué es, pero siento que este no es mi sitio, que estoy llevando la vida de mi madre, no la mía.[/Elle]- suspiró con una clara presión sobre su espalda.

    – [Mike]Eso es porque tu madre ha sido una gran persona. No tengas miedo en ser como ella.[/Mike]

    – [Elle]Mis madres son maravillosas y mi padre también, pero me siento encerrada y obligada a vivir una vida que no encaja conmigo.[/Elle]- reconocía perfectamente lo que le estaba pasando.- [Elle]No he sido capaz de comprometerme a tener una relación seria con Idris y llevamos juntos desde hace mil años.[/Elle] – añadió. Respecto a mi hermano iba a ser mucho más difícil decirle nada, porque evidentemente, iba a defenderle y eso sería una presión en contra a lo que ella sentía.

    – [Mike]Es normal sufrir un cuadro de ansiedad en una situación como la que has pasado.[/Mike] – admití. Me di cuenta de que estaba siendo demasiado «médico» y Elle no necesitaba un diagnóstico, solo alguien que la escuchase. – [Mike]Yo tengo muchas cosas en común con mi madre, pero no creo que nadie piensa que sea Mara. ¿Habría preferido seguir en la Tierra y no dejar mi trabajo de ayudar a la gente? Sí. Pero ya estamos aquí y lo mejor que puedo hacer para seguir siendo Mike es atender a los que pueda en este nuevo lugar.[/Mike] – hay cosas superiores a nosotros mismos que no podemos controlar. Cuando pasan, solo podemos acostumbrarnos y hacerlo lo mejor posible.

    – [Elle]Es diferente.[/Elle]- dijo.- [Elle]Tu madre decidió ser una moondie.[/Elle]- añadió. No lo tenía tan claro por los retazos de historia que había escuchado. Mi madre nunca había sido una heroína clásica. Ella salvaba vidas de otra forma, sin luchar, sin grandes hazañas, y siempre la había respetado por eso.- [Elle]Mi madre no tuvo elección.[/Elle] – apartó la mirada, con pesar.

    – [Mike]Mi madre no decidió ser vampiresa ni licántropa, Elle. Ella decidió ser humana y no tuvo opción.[/Mike]

    – [Elle]Lo de tu madre fue una desgracia.[/Elle]- razonó. – [Elle]A mi madre la forzaron a ser la elegida.[/Elle] – tenía razón en parte, pero Sarah no parecía haberse convertido en la persona en la que era obligada por nadie. El altruismo que se veía en ella y que contaban las historias y las miradas de todos los que la conocían demostraba que era por su propia voluntad.

    – [Mike]Quizá deberías hablar con ella. Al principio puede que se viese obligada, pero después…[/Mike]

    – [Elle]Me dirá algo que no quiero escuchar.[/Elle]

    – [Mike]Si no quieres liderar. ¿Por qué lo valoras? Somos muchos.[/Mike] – no iba a ser yo quien la convenciese de qué camino llevar. Ni yo ni nadie, evidentemente, pero yo la conocía aún menos. De todas formas, quería que al menos se parase a pensar por qué veía esa presión si podía delegar en el resto. Mi hermano había bautizado a esta nave la Kvasir para cumplir ese papel entre todos, pero sin embargo ella parecía estar peleando consigo misma.

    – [Elle]No lo sé.[/Elle]- admitió.- [Elle]A veces me siento como Amy, que convive con otro ser dentro que también toma decisiones.[/Elle]

    – [Mike]Tal y como lo veo, tu madre fue elegida porque una fuerza mayor sabía que cumpliría su papel. Tú naciste tal y como eres. Así que la decisión es solo tuya.[/Mike] – no podía darle muchos más consejos. Del mundo sobrenatural tenía conocimientos de biología principalmente, el misticismo se me escapaba y mi fé no estaba basada en magia y milagros.

    – [Elle]¿Sabes cuál es mi mayor miedo? [/Elle]- preguntó, mirándome con esos profundos ojos claros. Negué con la cabeza para dejarla hablar. –  [Elle]Convertirme en alguien del que mi familia no pudiera estar orgullosa[/Elle]

    – [Mike]No puedo hablar por nadie pero yo diría que no puedes cambiar tanto como para que no estén orgullosos. Y si no lo estuvieran, quizá el problema no sería tuyo.[/Mike] – mi madre siempre me había transmitido que la presencia de la familia en nuestras vidas tenía que ser para darnos apoyo y buenos momentos, y si se convertía en una fuente de problemas, lo mejor era cortar lazos. Quizá se debía a que ella misma había pensado años como vampiresa sintiendo que sería una decepción, prefiriendo que la tomasen por muerta. Hasta poco después de adoptar a Idris no se atrevió a volver a aparecer en sus vidas.

    Ella se sentó en el suelo, aún apesadumbrada. – [Elle]Estoy tan sobrepasada por la situación que le he hecho daño a Idris[/Elle].

    – [Mike]Idris se hace el tonto pero no lo es.[/Mike] – traté de animarla como mejor se me ocurría. – [Mike]Habla con él. Lo entenderá[/Mike]

    – [Elle]No quiero[/Elle].

    -[Mike] No te voy a convencer de nada.[/Mike] – en aquello no podía, sabía ni debía meterme. – [Mike]Una cosa, vigila la curva de la muñeca, con tu fuerza casi nada de lo que hay en el gimnasio podría lesionarte pero allí fuera, quien sabe.[/Mike]- no tenía nada que decir de la técnica de lucha de Elle porque de eso sabía mucho más que yo, pero sí me había fijado en que estando acostumbrada a ser más resistente que lo que golpeaba, había cogido una postura de golpear que podía hacerle daño en la muñeca si golpeaba algo extremadamente resistente.

    Me disponía a irme cuando sentí que me agarraba con firmeza y me estrechaba en un abrazo, por suerte no con mucha fuerza. Cuando se separó, no supe qué hacer, así que sonreí y eché a andar hacia la planta principal. Quizá el consejo de Dominic no había estado tan mal.

  • NUESTRA SEGUNDA OPORTUNIDAD

    Rebecca – Casa de los Williams

    Noche

    Dejé de escribir en estos diarios cuando me separé de Dom y, por consiguiente, de los Moondies. No me parecía justo obligar a nadie a elegir bando y yo decidí por todos. La decisión de separarnos también fue unilateral, porque me cansé de discutir con Dominic sobre si lo mejor para Elliot era intentar curarse o aprender a vivir con su condición. Si no hubiera sido tan obstinada, si no me hubiera empeñado en luchar contra la propia naturaleza de mi hijo menor, quizás mi hija no me odiaría ahora mismo. O quizás sí, porque Jane Jessica se parece demasiado a mí y los polos iguales se repelen.

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  • EN EL PUNTO DE PARTIDA

    Jane – ‘Hannibal’s

    Mediodía

    Era el día de nuestro cumpleaños y como regalo, mi padre, además de su tradicional estuche de colonia, nos había invitado a comer al ‘Hannibal’s’. No voy a decir que estuviese muy emocionada por la idea, porque sería mentir como una bellaca, pero a mi papi le encantaba aquel sitio porque le recordaba cuando todavía éramos una familia y bueno, las patatas con tres salsas estaban ricas, aunque el sitio se hubiera pasado de moda antes de estarlo siquiera.

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  • LOS ESTRAGOS DE LA VIDA

    Dominic Williams – Lago Gealach

     

    Cuando la guerra en Moondale finalizo pensé que nunca más tendría que utilizar mi diario, que se acabarían las noches de caza, las pesadillas, que todo sería un camino de rosas y felicidad. Pero las rosas tienen espinas y la vida un cruel sentido del humor.

    Poco tiempo después de la batalla contra Z y Preston, recibí una llamada de los MacLeod. Arthur, la única figura paterna que había conocido y de la poca familia que me quedaba había fallecido. Un infarto mientras dormía. Fue rápido e indoloro, o todo lo indoloro que puede ser la muerte.

    Viviendo en un mundo en el que la oscuridad ronda en cada rincón uno esperaría morir a manos de un vampiro que te pilla desprevenido, un demonio demasiado poderoso o un ser completamente invencible. No fue así para Jessica. El cáncer, ese enemigo invisible y silencioso me la arrebato. Poco a poco observe como mi hermana se iba consumiendo en la cama de un hospital y la impotencia se apoderaba de mí al no poder hacer nada.

    Encima fui lo suficientemente estúpido como para alejar al amor de mi vida. Dos puntos de vista completamente opuestos y una disputa fueron suficientes para romper una relación de años.

    – [Daniel]Vivo siempre con la sensación de que va a pasar algo. Llevamos muchos años tranquilos.[/Daniel] – De vez en cuando, como buen amigo, Daniel se tomaba la molestia de pasar tiempo conmigo. Hacíamos cosas de las cuales cuando éramos jóvenes ni tomábamos en consideración, como en este caso pescar.

    – [Dom]No puede ser peor que mi situación actual.-[/Dom] Francamente si apareciera un gran mal de nuevo estaría agradecido, podría centrar mi ira en algo más que en mis frustraciones.

    – [Daniel]Si sigues sintiendo algo por ella deberíais hablarlo.[/Daniel] – Por muy terapeuta de parejas que se pusiera Daniel estaba claro que no conocía a Rebecca tan bien como yo.  – [Daniel]Os separasteis porque no estabais de acuerdo en un tema importante, no porque no os quisierais.[/Daniel]

    – [Dom]Prefiero no hurgar en la herida y complicar más las cosas.-[/Dom] Hubo un tiempo en el que me marche brevemente para no inmiscuirme, para no entorpecer. Pero la “misión” de Logan era suicida y no quería que mis hijos crecieran sin un padre.

    – [Daniel]¿Más?[/Daniel] – Pregunto sonriendo. – [Daniel]Siempre queda bien si apareces con un salmón gigante.[/Daniel] – Daniel acaba de dejar otro pez pequeño en el cubo mientras que en el mío se encontraba vació, cual metáfora de la vida.

    – [Dom]La vida te sonríe Arkkan.-[/Dom] A lo que Daniel sonrió. Está claro que no lo decía solo por los peces y lo interpreto rápido.

    – [Daniel]Si al final lo teníais todos medio confirmado.[/Daniel] – No era precisamente ningún secreto, simplemente no les había dado por contarlo. Hasta que les dio por soltarlo y la noticia se propago entre todos los conocidos en cuestión de segundos.

    – [Dom]Si, bueno. Aquí uno que sale por las noches de caza con Sasha aunque no diga mucho.-[/Dom] Había veces en las que venía más contenta a las patrullas y otras en las que hacia picadillo de vampiro.

    – [Daniel]En casa hablan más ellas, no te creas.[/Daniel] – Sonrió mientras el sol comenzaba a ponerse por el monte Skye. – [Daniel]Es un alivio que se sepa, la verdad. Tampoco lo hemos negado pero había que hacer algunos malabares.[/Daniel]

    – [Dom]Es hora de ir volviendo. Tengo que llevar a Elliot al cine.-[/Dom] Como futuro historiador le gustaba ver películas de época y sacarle punta a todos los errores de continuidad que aparecían en ellas o que estaban biográficamente mal contados.

    – [Daniel]Mucha suerte.[/Daniel] – Me animo mientras fuimos recogiendo los utensilios de pesca.

    Mientras volvíamos en silencio en la furgoneta familiar de los Echolls Arkkan empecé a darle vueltas a lo que había dicho Daniel. A pesar de la separación, del distanciamiento entre ambos, seguía queriéndola. Siempre la iba a querer, era la madre de mis hijos y el amor de mi vida. Una vida de estragos en la que no podía renunciar a las únicas personas que aun me hacían feliz.

  • EL TIEMPO PERDIDO NO SE RECUPERA

    Jane – Cafetería

    Mañana

    Tenía tantas ganas de ir a clase de Cálculo como de que me sacaran los ojos con una cucharilla de café, así que cuando me levanté y vi que mi padre había dejado el sofá con las sábanas sin guardar y las persianas bajadas, pensé que tener que recoger la casa era una excusa tan buena como cualquier otra. No tardé mucho en dejarlo todo como los chorros del oro, porque algo bueno tenía que tener vivir los fines de semana en el diminuto apartamento de tu padre, que ahora dedicaba su vida a creer que tenía veinte años y a irse de caza por las noches con Sasha, la tercera rueda de los padres de Ellie. No sería yo la que juzgase aquel despropósito amoroso y sexual que debían tener, porque al menos sus hijos (una de ellos) no eran el maldito desastre emocional que éramos los Williams, pero vamos, que lo de intimar a tres bandas no era lo mío. Ahora que lo pienso, ni a tres bandas ni a ninguna, porque tenía la misma tara que mi madre y como no contratase a alguno que le fuese el sado, la llevaba bien clarita.

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  • EL MURO

    Jane Jess JJ – Instituto

    Mañana

    Si había algo en lo que los Williams habíamos ido perfeccionando nuestro estilo, era a la hora de ignorarnos. Desde el divorcio de mis padres, nuestra relación familiar se había ido resintiendo de tal forma, que a estas alturas éramos unos cuantos desconocidos que compartían techo. A mí no me importaba, porque ni mi madre ni Owen me caían especialmente bien. Ella, porque parecía que estaba resentida con nosotros por no haber cumplidos sus sueños y él porque era, con toda seguridad, la persona más superficial y ridícula que había tenido la desgracia de conocer. Como digo, todo esto a mí no me afectaba, pero me daba pena por Elliot, que no había conocido cómo éramos los Williams antes de que todo se fuera a la mierda.  Eso ocurrió más o menos cuando empezó a tener conciencia de su propio cuerpo y descubrimos que su enfermedad era mucho más grave que la mía.

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  • JANE SE HA HECHO PIS EN EL SACO DE DORMIR

    Jane | El autobús

    No me había enterado de nada de la conversación entre Idris y Elle y me molestaba. No es que esperase que Elle me fuera a contar su vida por capítulos, pero pensaba que éramos más amigas. Estaba claro que de esa familia, solo podía confiar en Xander. Lo malo es que él a veces me miraba como si fuera un dibujo animado y estaba un poco cansada de explicarle que le había prometido a papi que no me iba a casar nunca.

    Después de unirme a la canción tonta que había empezado Cole, quité «Casper» y me puse un capítulo de «Padres forzosos» en Infinity TV.  No me iba a dar tiempo a terminarlo, pero tampoco me apetecía mirar a la nada mientras ella me ignoraba a posta escuchando música en el móvil de su madre. La próxima vez me sentaría con papá o con Xander. Se iba a enterar de lo que valía un peine.

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  • LA VIDA DE LOS MOONDIES

    Rebecca – Biblioteca

    Noche

    Estaba como una vaca y todavía me quedaban unos meses para dar a luz. No sabía cómo podíamos haber llegado a esta situación. Bueno, sí lo sabía, pero no me explicaba qué narices podía haber fallado, porque yo era de las que tenía una agenda en la que apuntaba cuándo me tenía que venir la regla, no me fastidies.

    Encima eran mellizos. Mellizos. Dos. Dos bebés. Olé la puntería del puñetero Dominic Williams, que había provocado que tuviera que comprarme ropa de premamá cuando odiaba gastar dinero en cosas que no fueran libros.

    Recuerdo cuando llamé a mi tío Jaime llorando como una Magdalena porque habían salido dos rayas en el test de embarazo y os juro que estuve a punto de asesinar a mi chico. Mi tío se echó a reír y no era para menos: Dom iba a ser padre. Dom iba a ser padre de mis hijos. JAJAJA. No, en serio, parecía un chiste sin ninguna gracia. Dom no podía ser padre, porque era el típico macarra que te acostabas con él y luego no te llamaba. ¿No eran así todas las historias que nos contaban a las chicas cuando teníamos quince años? ¿Por qué mi macarra no se había ido por dónde había venido? ¿Por qué había resultado ser un buen tipo, que me quería, me cuidaba y que estaba deseando abrazarme en el sofá cuando veíamos una película en Netflix?

    Joder, si habíamos empezado a lo tonto en Escocia, porque estaba bastante bueno y apostamos que no se acercaría a aquellas dos chicas que ni siquiera recuerdo. No me digáis que no parece una trama de «Grey’s Anatomy», pero encima de las malas. La cuestión es que cumplió su parte del trato, empezamos a salir, nos fuimos a vivir juntos y ¡SORPRESA! dos rayitas en el test de embarazo que habíamos comprado en la farmacia más cercana. Éramos un poco como Víctor y Valeria, Anastasia y Christian, vamos, los típicos de los libros que leía Mia y que luego me pasaba asegurando que me iban-a-encantar.

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